María es nuestra Madre, la
causa de nuestra alegría. Por ser Madre, yo jamás he tenido dificultad
alguna en hablar con María y en sentirme muy cercana a Ella.
Las madres de la tierra no
abandonan nunca a sus hijos. Del mismo modo María, que ama tanto a sus hijos
durante la vida, con cuánta ternura, con cuánta bondad acudirá a
protegerlos en sus últimos instantes, cuando mayor es la necesidad.
La Santísima Virgen enseña que el Santo Rosario es una oración particularmente querida a su corazón tan humilde en apariencia, pero tan llena de su fruto sobrenatural.
Estamos en este mundo como en un mar borrascoso, como en un destierro, en un valle de lágrimas. María es la estrella del mar, el consuelo de nuestro destierro, la luz que nos indica el camino del cielo enjugando nuestras lágrimas.
Estamos en este mundo como en un mar borrascoso, como en un destierro, en un valle de lágrimas. María es la estrella del mar, el consuelo de nuestro destierro, la luz que nos indica el camino del cielo enjugando nuestras lágrimas.