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domingo, 22 de abril de 2018

SAN JUAN PABLO II Y LAS VOCACIONES


San Juan Pablo II y las vocaciones



«Vale la pena dedicarse a la causa de Cristo, que quiere corazones valientes y decididos. Vale la pena dedicarse a ayudar al hombre en el camino hacia la eternidad. Vale la pena hacer la opción por un ideal que proporciona grandes alegrías, aunque exija no pocos sacrificios». San Juan Pablo II, (México, 30-1-1979).  Del mismo Papa es esta oración:

Señor Jesús, te pedimos por los muchachos y chicas que invitas a seguirte de cerca; haz que sean capaces de desapegarse de las cosas de este mundo y abran su corazón a la voz que los llama.; que sientan el coraje de dedicarse por toda la vida, con un corazón no dividido, a ti y a la Iglesia; que crean que la gracia les dará la fuerza para tal donación y vean la belleza y la grandeza de la vida sacerdotal, religiosa y misionera. Haz, Señor, que los jóvenes sepan acoger con coherente aplicación las exigencias del llamado para el sacerdocio y para las otras formas de vida consagrada; bendícelos con la misericordia infinita de tu corazón. Amén.

La vocación es una llamada que Dios hace a quien él quiere, y que exige una gran renuncia de sí mismo para poder amar a todos. Es un servicio, es un testimonio, es amor. Es en definitiva, una llamada a vivir plenamente la gracia bautismal. Es vivir un riesgo absurdo a los ojos de los hombres, pero maravilloso a la luz de la fe.



* Enviado por el P. Natalio

HOY 22 DE ABRIL SE CELEBRA LA JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES


Hoy se celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones
Redacción ACI Prensa
Foto: Daniel Ibáñez (ACI Prensa)




Este 22 de abril, Domingo del Buen Pastor, la Iglesia celebra la 55° Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones.

En este marco, el Papa Francisco preside en el Vaticano una Misa en la que confiere la ordenación sacerdotal a 16 diáconos, entre ellos el colombiano Fabio Alejandro Perdomo Lizcano y el salvadoreño Moisés Pineda Zacarías.

En su mensaje para esta jornada mundial, el Santo Padre recuerda que “nuestra vida y nuestra presencia en el mundo son fruto de una vocación divina”.

Asimismo, en el marco de la 15° Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos dedicada a los jóvenes, “en particular a la relación entre los jóvenes, la fe y la vocación”, que se celebrará en octubre, el Pontífice reflexionó sobre tres conceptos: escuchar, discernir y vivir.


Escuchar

El Santo Padre explicó que cuando el Señor llama, “Dios viene de modo silencioso y discreto, sin imponerse a nuestra libertad”. Por ello es necesario “prepararse para escuchar con profundidad su Palabra y la vida, prestar atención a los detalles de nuestra vida diaria, aprender a leer los acontecimientos con los ojos de la fe, y mantenerse abiertos a las sorpresas del Espíritu”.

Francisco alertó que “si permanecemos encerrados en nosotros mismos, en nuestras costumbres y en la apatía de quien desperdicia su vida en el círculo restringido del propio yo, no podremos descubrir la llamada especial y personal que Dios ha pensado para nosotros, perderemos la oportunidad de soñar a lo grande y de convertirnos en protagonistas de la historia única y original que Dios quiere escribir con nosotros”.

Discernir

El Pontífice explica que “cada uno de nosotros puede descubrir su propia vocación solo mediante el discernimiento espiritual, un ‘proceso por el cual la persona llega a realizar, en el diálogo con el Señor y escuchando la voz del Espíritu, las elecciones fundamentales, empezando por la del estado de vida’”.

El Papa exhorta asimismo a “superar las tentaciones de la ideología y del fatalismo y descubrir, en la relación con el Señor, los lugares, los instrumentos y las situaciones a través de las cuales él nos llama”.


Vivir

“La alegría del Evangelio, que nos abre al encuentro con Dios y con los hermanos, no puede esperar nuestras lentitudes y desidias; no llega a nosotros si permanecemos asomados a la ventana, con la excusa de esperar siempre un tiempo más adecuado; tampoco se realiza en nosotros si no asumimos hoy mismo el riesgo de hacer una elección”, afirma el Pontífice.

“¡La vocación es hoy! ¡La misión cristiana es para el presente! Y cada uno de nosotros está llamado —a la vida laical, en el matrimonio; a la sacerdotal, en el ministerio ordenado, o a la de especial consagración— a convertirse en testigo del Señor, aquí y ahora”, subraya el Santo Padre.

Para concluir, Francisco hace votos para que “María Santísima, la joven muchacha de periferia que escuchó, acogió y vivió la Palabra de Dios hecha carne, nos proteja y nos acompañe siempre en nuestro camino”.

sábado, 21 de abril de 2018

DE FAMILIA JAPONESA ATEA, SE BAUTIZÓ Y ES SEMINARISTA

De familia japonesa atea, en un libro de Historia descubrió la Iglesia, se bautizó y es seminarista
Masahiro Yuki estudia en España y una vez sea sacerdote quiere evangelizar Japón


Por: Javier Lozano | Fuente: Religión en Libertad 



Masahiro Yuki nació hace 26 años en la ciudad japonesa de Oita, situada en la misma isla que Nagasaki, ciudad que sufrió el impacto de la bomba atómica en 1945. Pero ahora vive en Pamplona (España) donde se prepara para el sacerdocio en el Colegio Internacional de Bidasoa, para una vez ordenado volver a su país a anunciar el Evangelio.

El de este joven japonés es uno de los testimonios que Obras Misionales Pontificias y la Conferencia Episcopal Española dan a conocer de cara a la Jornada por las Vocaciones Nativas. Él que fue criado en una familia no creyente, que se bautizó ya mayor de edad y que sintió la llamada al sacerdocio en un país donde los católicos son apenas el 0,3% de la población, explica por qué es importante que surjan vocaciones nativas en Japón, un país que está siendo devastado por la soledad y el individualismo pese a ser una de las grandes potencias mundiales.

Criado en una familia japonesa no creyente
Masahiro relata en una entrevista con Religión en Libertad que nació en una familia que no sólo no era católica sino que no era creyente. “En mi familia no teníamos fe, había influencias del sintoísmo y del budismo pero no teníamos nada de fe”, cuenta este joven seminarista japonés, que asegura que fue él mismo el que empezó a sentir curiosidad por el catolicismo debido a su afición a la lectura y su inquietud intelectual, que se manifestaba desde niño.

Este seminarista de 26 años recuerda que fue en el colegio cuando tuvo su primer encuentro con el cristianismo, pero no por el trato con algún profesor o compañeros, sino por los libros de historia. Le encantaban las lecturas de esta temática, especialmente la historia del mundo y ahí descubrió la de la Iglesia Católica y especialmente la figura del Papa.

La pregunta que le interrogó sobre la historia de la Iglesia
Sin embargo, lo que más le llamó poderosamente la atención es que el Papa, pese a que algunos de los pontífices hubieran sido poco ejemplares, participaran en guerras o hicieran política, la Iglesia ha sobrevivido más de 2.000 años cuando el resto de imperios y dinastías han ido cayendo unas tras otras pese a que parecían invencibles.

“Quería saber más cosas”, cuenta Masahiro, que decidió acercarse a la catedral de Oita. Entró dentro y vio que estaban celebrando misa. Una mujer se le acercó y le preguntó si quería hablar con el sacerdote. Allí conoció al padre Damián Kazuki, el sacerdote que ha marcado su vida cristiana y vocación, y que le acompañó desde aquel momento.

Bautizado en la Vigilia Pascual
Aquel adolescente contó al sacerdote sus inquietudes y el religioso le invitó a conocer más poco a poco a través de unas catequesis. Así se fue despertando la fe en este joven, que durante la Vigilia Pascual de 2010 recibió con 18 años el Bautismo, la Comunión y la Confirmación.

“Yo había leído algunos libros pero fue este sacerdote el que me enseñó, pues no sabía nada sobre la divinidad ni lo sobrenatural”, cuenta Masahiro, que proviene de una familia no religiosa. El padre Kazuki le mostró la “sobrenaturalidad” que se da en la Iglesia Católica, porque “yo pensaba que la Iglesia era una institución humana”. Así se respondía a su pregunta de por qué la Iglesia sobrevivía a las distintas civilizaciones o imperios.

La "caridad cristiana", el gran descubrimiento
Esta era una respuesta intelectual, pero la respuesta espiritual que marcó su conversión y posterior llamada fue el descubrimiento de uno de los aspectos centrales del cristianismo. “Me enseñó una cosa incluso más importante, la caridad cristiana. Me marcó una frase del Evangelio de San Juan: ‘que os améis unos a otros como yo os he amado’. Me impresionó mucho esta caridad cristiana, nunca había encontrado esto ni en el colegio ni en ningún sitio”, cuenta a este diario.

Su familia se quedó completamente sorprendida por su conversión. El joven nipón reconoce que su padre lo aceptó con más facilidad, no así su madre que “no tenía ni idea del cristianismo” y supuso para él un momento difícil y complicado. Con el tiempo, y tras hablar con ella tanto él como el sacerdote, acabó aceptándolo.

Se convirtió de la noche a la mañana en el único cristiano de su colegio y de su grupo de amigos, aunque algunos de ellos empezaron a tener “intereses sobre el cristianismo y querían saber esta buena nueva. Les hablaba de esto pero fue poco a poco, entonces sólo tenía 18 años.

"Quería ser sacerdote, quería ser santo"
Llegó a la Universidad donde empezó a estudiar Literatura y durante cuatro años el sacerdote que le presentó el cristianismo le acompañó espiritualmente. “Gracias a su ayuda descubrí mi vocación sacerdotal, supe que quería ser sacerdote, quería ser santo, y Dios me llamó”, afirma.

La Diócesis de Oita llevaba varios años sin tener ninguna vocación japonesa y “providencialmente”, asegura Masahiro, el padre Kazuki había sido antiguo alumno del Colegio Bidasoa en España, y le presentó la posibilidad de formarse allí como sacerdote, y el obispo aceptó.

Si sus padres se quedaron sorprendidos con su conversión, la noticia de querer ser sacerdote fue una bomba. De nuevo, su padre lo entendió y aceptó pero su madre no.“Al principio se enfadó, no lo entendía, no entendía la Iglesia, ni a los sacerdotes. Durante un año hablé con ella, mi padre también ayudó mucho y al final lo entendió bastante bien. Ahora ellos están muy contentos”.

En España, amante de la paella y el gazpacho
Y así fue como en 2015 llegó a España, que en realidad supuso un gran choque cultural para él. Cuenta Masahiro que “son culturas totalmente distintas. Cuando llegué, el primer año lo dediqué sólo a estudiar lengua castellana. Quería aprender bien el castellano, pero no sólo el idioma, sino también la cultura, la forma de vivir, porque es radicalmente distinto”.

Sin embargo, Masahiro reconoce que ahora es un enamorado de la comida española. “Me gusta mucho la paella y también muchísimo el gazpacho, sobre todo en verano”, cuenta mientras sonríe.

Anunciar el Evangelio en un descristianizado Japón
En Bidasoa, donde conviven 100 seminaristas de 22 naciones, se siente como parte de una familia. Y además su director espiritual ha sido misionero en Japón durante casi 50 años, lo que ha sido de gran ayuda para él en este tiempo.

Este joven sabe que tiene una misión muy importante cuando se ordene. “Lo que quiero es dar a conocer a Cristo. Somos 120 millones de habitantes pero los cristianos son el 0,3% o 0,4%, unos tres millones. La mayoría de los cristianos no conoce a Cristo, hay que evangelizar en Japón, anunciar la alegría del Evangelio y aunque ya hay muchos misioneros que pueden anunciar este Evangelio, es necesario que haya japoneses, para que en el país vean que la fe del cristiano no proviene de Occidente sino que es universal”.

La importancia de las vocaciones nativas
Obras Misionales Pontificias organiza estas jornadas de las Vocaciones Nativas y a través de la Obra Pontificia de San Pedro Apóstol sostiene anualmente a 76.917 seminaristas (uno de cada tres en el mundo) y a 5.469 novicios.

El número de vocaciones que nacen en las misiones se ha multiplicado. El número de sacerdotes nativos ha pasado de 46.932 a 88.138 en los últimos treinta años, por lo que prácticamente se han duplicado, siendo África y Asia los lugares donde se da la mayor tasa de intensidad de vocaciones sacerdotales.

sábado, 7 de abril de 2018

PAPA FRANCISCO DESAFÍA A JÓVENES: ¿ESTOY DISPUESTO A HACER MÍOS LOS SUEÑOS DE JESÚS?


El Papa desafía a jóvenes: ¿Estoy dispuesto a hacer míos los sueños de Jesús?
POR WALTER SÁNCHEZ SILVA | ACI Prensa
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




El Papa Francisco recibió este sábado a unos 3 mil jóvenes de la diócesis italiana de Brescia, a quienes desafío a hacerse una importante pregunta: “¿Estoy dispuesto a hacer míos los sueños de Jesús?”

En el Aula Pablo VI en el Vaticano y en medio de un ambiente de fiesta, el Santo Padre explicó que los obispos, que en octubre se reunirán para un Sínodo sobre los jóvenes, si están escuchando realmente a las nuevas generaciones.

El Papa cuestionó luego a los presentes si “¿Están dispuestos a escuchar a Jesús y cambiar cualquier cosa de ustedes mismos? Dejo esta pregunta para que entre en vuestro corazón”.

“Cada uno reflexione dentro de sí, en el propio corazón: ¿Estoy dispuesto a hacer míos los sueños de Jesús? ¿O tengo miedo de que sus sueños puedan ‘perturbar’ mis sueños? ¿Y cuáles son los sueños de Jesús? El sueño de Jesús es aquel que en los Evangelios es llamado el Reino de Dios”.

El Papa explicó que “el Reino de Dios significa el amor a Dios y el amor entre nosotros, formar una gran familia de hermanos y hermanas con Dios como Padre, que ama a todos sus hijos y se llena de alegría cuando uno que estaba lejos vuelve a casa. Este es el sueño de Jesús”.

“Les pregunto: ¿Están dispuestos a hacerlo suyo? ¿Están dispuestos también a cambiar para abrazar este sueño? (Los jóvenes responden ¡Sí!) Está bien”.

Francisco indicó que “Jesús es muy claro. Dice: ‘Si alguno quiere seguirme –conmigo, detrás de mí– que se niegue a sí mismo’. ¿Por qué usa esta palabra que suena un poco fea ‘negarse a sí mismo’? ¿Cómo así? ¿En qué forma debe entenderse? No quiere decir despreciar lo que Dios mismo nos ha dado: la vida, los deseos, el cuerpo, las amistades… No, todo esto Dios lo ha querido y lo quiere para nuestro bien”.

Entonces, precisó el Pontífice, “lo que Jesús pide a quien quiere seguirlo es ‘negarse a sí mismo’ porque en cada uno de nosotros hay algo que la Biblia llama el ‘hombre viejo’: es un ‘hombre viejo’, un yo egoísta que no sigue la lógica de Dios, la lógica del amor, sino que sigue la lógica opuesta, la del egoísmo, la de hacer el propio interés, disfrazado con frecuencia de una cara buena para esconderlo”.

“Ustedes conocen todas estas cosas, son cosas de la vida. Jesús ha muerto en la cruz para liberarnos de esta esclavitud del hombre viejo, que no es externa sino interna. Cuántos de nosotros somos esclavos del egoísmo, del apego a las riquezas, de los vicios. Son estas esclavitudes internas, es el pecado que nos hacer morir dentro”.

El Pontífice resaltó luego que solo “Jesús puede salvarnos de este mal, pero es necesaria nuestra colaboración, que cada uno de nosotros diga: ‘Jesús, perdóname, dame un corazón como el tuyo, humilde y lleno de amor’. Así era el corazón de Jesús. Así amaba Jesús. Así vivía Jesús”.

“¿Saben? ¡Una oración así Jesús la toma en serio! Sí, y a quien se confía en Él le regala experiencias sorprendentes” como “sentirse atraído a participar en la Misa, que no es algo común para un joven, ¿cierto?” o “estar en silencio ante la Eucaristía”.

“Piensen en lo que sintieron cuando hicieron algo bueno para ayudar a otro. ¿No es cierto que experimentaron algo bello? Esto lo da Jesús. Y es Él quien nos cambia” y también “nos da el coraje de hacer su voluntad yendo contracorriente, pero sin orgullo, sin presunción, sin juzgar a los otros”.

Como ejemplo de esta entrega al Señor, el Santo Padre recordó a San Francisco de Asís, que siendo joven “abrazó el sueño de Jesús, se despojó de su hombre viejo, se negó a su yo egoísta y acogió el yo de Jesús, humilde, pobre, sencillo, misericordioso, lleno de alegría y de admiración por la belleza de las criaturas”.

El Papa luego les dejó como “tarea” averiguar cómo era el Beato Papa Pablo VI cuando era joven: “nos hemos acostumbrado a recordarlo como Papa, pero antes fue un joven, un muchacho como ustedes, de vuestra tierra”.

Para concluir, el Pontífice deseó a todos que “la Virgen los acompañe en el camino. ¡La vida es un camino y es necesario caminar! Y les pido que no se olviden de rezar por mí. ¡Gracias!”

viernes, 12 de enero de 2018

SUAVES LLAMADOS


Suaves llamados




A lo largo de tu vida Dios se hace presente invitándote a dar pasos hacia nuevas metas que ha preparado para hacerte feliz. Presta atención para captar estos llamados del Señor, porque son sutiles y aparecen de improviso. El autor del soneto de hoy atestigua que el Señor habla muy suavemente y, para sintonizar con él, hay que silenciar los ruidos y toda interferencia.

Yo he sentido, Señor, tu voz amante,
en el misterio de las noches bellas,
y en el suave temblor de las estrellas
la armonía gocé de tu semblante.

No me llegó tu acento amenazante
entre el fragor de trueno y de centellas;
al ánima llamaron tus querellas
como el tenue vagido de un infante.

¿Por qué no obedecí cuando te oía?
¿Quién me hizo abandonar tu franca vía
y hundirme en las tinieblas del vacío?

Haz, mi dulce Señor,
que en la serena noche vuelva a escuchar tu cantilena;
¡ya no seré cobarde, Padre mío! Amén.

Examina tu corazón, en el que arde quizá, desde hace tiempo, la ilusión de algo grande. Piensa si no será Dios el que te está hablando bajito, con las palabras de un amigo, tras la aparente monotonía de la vida. Considera quién golpea suavemente tu alma. Quizás lleve tiempo hablándote, y no lo hayas descubierto todavía.



* Enviado por el P. Natalio

lunes, 4 de diciembre de 2017

PAPA FRANCISCO PROPONE 3 PASOS PARA DESCUBRIR LA VOCACIÓN


El Papa Francisco propone 3 pasos para descubrir la vocación
 Foto: L'Osservatore Romano





VATICANO, 04 Dic. 17 / 06:53 am (ACI).- En un mensaje dirigido a Obispos, sacerdotes, consagrados y fieles de todo el mundo con motivo de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará el próximo 22 de abril de 2018, el Papa Francisco recordó que “nuestra vida y nuestra presencia en el mundo son fruto de una vocación divina” y por eso es necesario un proceso de discernimiento que ayude a descubrirla.

En el marco de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos dedicada a los jóvenes, “en particular a la relación entre los jóvenes, la fe y la vocación”, que se celebrará en el próximo mes de octubre, el Pontífice reflexionó sobre tres conceptos: escucha, discernimiento y vida.

“En la diversidad y la especificidad de cada vocación, personal y eclesial, se necesita escuchar, discernir y vivir esta palabra que nos llama desde lo alto y que, a la vez que nos permite hacer fructificar nuestros talentos, nos hace también instrumentos de salvación en el mundo y nos orienta a la plena felicidad”, señaló el Santo Padre.

Escuchar

Francisco afirmó que “la llamada del Señor no es tan evidente como todo aquello que podemos oír, ver o tocar en nuestra experiencia cotidiana”. Destacó que “Dios viene de modo silencioso y discreto, sin imponerse a nuestra libertad. Así puede ocurrir que su voz quede silenciada por las numerosas preocupaciones y tensiones que llenan nuestra mente y nuestro corazón”.

Por ello, es necesario “prepararse para escuchar con profundidad su Palabra y la vida, prestar atención a los detalles de nuestra vida diaria, aprender a leer los acontecimientos con los ojos de la fe, y mantenerse abiertos a las sorpresas del Espíritu”.

El Pontífice explicó que para poder escuchar esa llamada del Señor hay que abrirse, salir de uno mismo. “Si permanecemos encerrados en nosotros mismos, en nuestras costumbres y en la apatía de quien desperdicia su vida en el círculo restringido del propio yo, no podremos descubrir la llamada especial y personal que Dios ha pensado para nosotros, perderemos la oportunidad de soñar a lo grande y de convertirnos en protagonistas de la historia única y original que Dios quiere escribir con nosotros”.

Ahora bien, reconoció que esa actitud de escucha, “es hoy cada vez más difícil, inmersos como estamos en una sociedad ruidosa, en el delirio de la abundancia de estímulos y de información que llenan nuestras jornadas”. Por ello invitó a la contemplación, a “reflexionar con serenidad sobre los acontecimientos de nuestra vida y llevar a cabo un fecundo discernimiento, confiados en el diligente designio de Dios para nosotros”.

Discernir

“Cada uno de nosotros –explicó el Papa Francisco– puede descubrir su propia vocación sólo mediante el discernimiento espiritual”. Insistió en que “la vocación cristiana siempre tiene una dimensión profética”.

Afirmó que “hoy tenemos mucha necesidad del discernimiento y de la profecía; de superar las tentaciones de la ideología y del fatalismo y descubrir, en la relación con el Señor, los lugares, los instrumentos y las situaciones a través de las cuales Él nos llama. Todo cristiano debería desarrollar la capacidad de ‘leer desde dentro’ la vida e intuir hacia dónde y qué es lo que el Señor le pide para ser continuador de su misión”.


Vivir

En el mensaje, Francisco destacó la necesidad de asumir la vocación, una vez descubierta, sin rezagarse: “¡La vocación es hoy! ¡La misión cristiana es para el presente! Y cada uno de nosotros está llamado (a la vida laical, en el matrimonio; a la sacerdotal, en el ministerio ordenado, o a la de especial consagración) a convertirse en testigo del Señor, aquí y ahora”.

“El Señor sigue llamando hoy para que le sigan –aseguró–. No podemos esperar a ser perfectos para responder con nuestro generoso ‘aquí estoy’, ni asustarnos de nuestros límites y de nuestros pecados, sino escuchar su voz con corazón abierto, discernir nuestra misión personal en la Iglesia y en el mundo, y vivirla en el hoy que Dios nos da”.

miércoles, 18 de octubre de 2017

10 CONSEJOS PARA DESCUBRIR TU VOCACIÓN


10 consejos para descubrir tu vocación
Teniendo claro que Dios nos llama a ser santos ¿Cuás es mi camino para lograr esa meta?


Por: Karla Estrada Navarro | Fuente: PadreSam.com 




Si estás leyendo esto es porque más de alguna vez te has hecho la pregunta: ¿Cuál es mi vocación? Hacerse esta pregunta significa que te has dado cuenta de que, Dios es tu Padre, te ama y quiere lo mejor para ti y tú, quieres seguirle. O pueda que no sepas mucho acerca de qué es la vocación, no tengas mayor idea o incluso… te de miedo este tema en la vida cristiana, puede que sea hasta un tema tabú. Sin embargo, si estás aquí es porque te ha ganado la curiosidad y has vencido un miedo al leer este texto. No te vayas, seguro Dios quiere decirte algo hoy.

¿En qué piensas cuando escuchas la palabra “vocación”? En efecto, normalmente pensamos en los sacerdotes, en los religiosos, en los consagrados, y ahí está el primer error, pensar que la vocación es solo para los que se consagran. Todos los cristianos tenemos una vocación, la santidad: “Él nos ha salvado y nos ha llamado para una vocación santa, no como premio a nuestros méritos, sino gratuitamente y por iniciativa propia. Esta llamada, que nos concedió en Cristo Jesús desde la eternidad.” (2º Carta a Timoteo 1, 9).

Teniendo claro que Dios nos llama a ser santos, ahí entendemos que ésta se puede vivir de diferentes maneras: vocación al matrimonio, vocación a la vida sacerdotal o vida consagrada, laicos consagrados. También entendemos que la vocación es (1) una llamada de parte de Dios y, al mismo tiempo, (2) una respuesta de amor a Dios para servirle hasta el final de nuestros días, sea cual sea la vocación a la que nos llama Dios.

“¿Qué quiere Dios de mí?” es una pregunta que le compete a todo cristiano.  Por eso, tanto si tienes claro lo que quieres, o si no tienes idea de a dónde te llama Dios, acá te dejo estos 10 consejos para encontrar una respuesta.

1. Asume tus dudas. Pueda que pienses que eres raro por cuestionarte cuál es tu vocación, pero no, no eres raro, eres un enamorado de Dios que quiere agradarle. No te recrimines si sientes que tienes dudas respecto a la vida vocacional. Al contrario, solo asumiendo tu realidad, podrás ser verdaderamente libre. ¡Alégrate, estás en el camino hacia el cielo!

2. Pide ayuda, busca un director espiritual. Ante tanta confusión, ideas y sentimientos encontrados, es normal no hallar la salida. Es comprensible si te sientes confundido, indeciso… y es por eso que es muy recomendable que busques a un director espiritual, un sacerdote con el que hagas un acompañamiento espiritual. Es por ello que debes pedirle a Dios que ponga en tu camino un director espiritual que te ayude a descubrir cuál es tu vocación. Si ya tienes un director espiritual, dale gracias a Dios por ello. No dejes de rezar por él para que sea un canal limpio de la voz y amor de Dios para ti.

3. ¡Manos a la obra y a rezar! Asumidas las dudas, junto con tu director espiritual debes empezar el camino llamado “discernimiento”, es decir, pedir un corazón dispuesto y un oído atento para descubrir cuál es la voluntad de Dios para tu vida. Mediante una vida sacramental sólida y una vida de oración constante, Dios te irá revelando cuáles son los pasos por dar. En estos momentos, la lectura de la Palabra es un elemento fundamental. Trata de tener una disciplina en tu vida de oración, porque así el corazón se pondrá en sintonía con la voz de Dios. Pide siempre prudencia para ver todo de acuerdo a la voluntad de Dios.

4. ¡Alto, no corras! No hay por qué apresurarse. Quizá sonará duro lo que te diré, pero: la vocación debe elegirse por convicción, no por decepción. En este discernimiento, la virtud de la paciencia es importante y vital. San Ignacio de Loyola decía: “En tiempos de desolación, no hacer mudanza”. Por ende, si estás pasando quizá una decepción amorosa o una decepción por alguna figura de la Iglesia: detente, respira y pide iluminación a Dios. No tomes decisiones permanentes sobre sentimientos pasajeros.

5. No dejes que tu historia familiar sea un obstáculo para encontrar tu llamado. Es aquí una de las razones más importantes de un acompañamiento espiritual. Quizá tu historia esté marcada por momentos difíciles a causa del matrimonio de tus padres o quizá tus padres no estén de acuerdo con la idea de que formes una familia basada en el matrimonio o estén en contra de los sacerdotes o religiosos… ¡No desfallezcas! Recuerda que este es un camino donde Dios te llama a seguirle, sea cual sea la vocación. Por eso, es normal encontrar obstáculos o heridas que sanar, pero si te dejas guiar por Dios, y tienes paciencia, Él te irá revelando que, a pesar de cualquier oposición o problema, con Él siempre encontrarás la felicidad.

6. ¡No te quedes en lo abstracto! Descubrir la vocación que Dios tiene para ti, es un salto de fe, se debe confiar plenamente la vocación y la misión al Señor. No te estanques en el miedo, o en lo idealista… busca, habla. Si tu sientes que estás llamado a la vida consagrada/religiosa habla con sacerdotes y religios@s, que te compartan su carisma. Busca en internet los diferentes carismas existentes. Lo genial de nuestra Iglesia es que, ¡somos ricos en carismas! Si sientes que tu vocación es la vida matrimonial, busca ejemplos de matrimonios virtuosos tanto en la historia de la Iglesia como en la actualidad. Ni el matrimonio ni la vida consagrada es un juego, asegúrate de conocer bien los compromisos de cada vocación. La única manera de quitarte la curiosidad es visitar, ir a la vida real y cotidiana.

7. ¡Fuera miedos! Sí, quizá es el paso más difícil, pero es el más necesario. Es normal tener miedo, es un gran paso el identificar cuál es tu vocación… pero de la mano de Dios, tu director espiritual y tu corazón dispuesto, las cosas irán cayendo por su propio peso. Desde el momento que te des cuenta que esto es un diálogo de amor entre Dios y tú, ¿por qué tener miedo? Es Dios, tu Padre que quiere salir a tu encuentro. No dudes en pedirle su Auxilio. Él sabe que somos miedosos, sabe cuánto nos puede costar hacerle esa pregunta: ¿A dónde me quieres, Señor? Pero no tengas miedo al compromiso. Este camino es de valientes y si estás aquí es porque Dios sabe que eres capaz de vivir la radicalidad del Amor. Recuerda lo que nos dice San Juan “No hay temor en el amor; sino que el amor perfecto expulsa el temor” (1 Jn 4, 18). No vivas en el miedo, vive en el Amor.

8. No pierdas la paz. No desistas, el camino de discernimiento vocacional puede ser difícil y hasta un desierto, pero no olvides que Dios está contigo, camina a tu lado y te alimenta como a Elías cuando se rindió (1a Reyes 19, 7). Si ves que no avanzas en el camino, respira, “ten calma contigo mismo y mira a dónde vas”, como dice Martín Valverde. Recuerda a San Francisco de Sales: “Ten paciencia con todas las cosas, pero sobre todo contigo mismo”. ¡Ojo! Tampoco huyas de la decisión. Paciencia no es sinónimo de cobardía. (Sí, sé que es posible que dé un ataque de pánico… pero respira, Dios no se muda. Él te sigue esperando).

9. Ampárate de María y los Santos. Como te he dicho, no eres el primero con estas preguntas, en Nuestra Iglesia podemos encontrar tantos ejemplos – matrimonios, sacerdotes, religiosas, laicos consagrados – que pasaron por este momento en el que tú te encuentras ahora. No estás solo. Pídele ayuda a nuestra Santa Madre, que te ayude a decir como ella “FIAT”: Hágase en mi según tu Palabra.

10. ¡Mírate al espejo! Sí, te recomiendo que busques el espejo más cercano y te digas: “Soy hijo de Dios y Dios me ama.” Él te conoce, Él te creó con amor y te llamó a la existencia para ser feliz y servirle en santidad. Mírate al espejo y descubre en ti los anhelos más profundos de tu corazón. Si sientes que no te conoces, pídele ayuda al Espíritu Santo para que te enseñe tu alma. Si sientes que te faltan las fuerzas o el valor para dar el paso definitivo, no tengas miedo. Él está contigo. Santa Teresita del niño Jesús dijo: “el buen Dios no puede inspirar deseos irrealizables, por eso puedo, a pesar de mi pequeñez, aspirar a la santidad”. Recuerda que la vocación no será solo para ti, sino para toda nuestra Iglesia. Eres importante para Dios y para la Iglesia. Así como eres, Dios te llama. Con tus dudas, con tus pecados, con tus debilidades, con tus fortalezas. Así, Así te quiere Dios.

Como dijo en una ocasión la Hermana Glenda: “Él te hará desear lo que Él te quiere regalar”. Ten paciencia, pídele con constancia y humildad que te revele sus planes de Amor para ti. Ponte en camino, Dios está enamorado de ti, te quiere en sus brazos y en su Sagrado Corazón. Y ese mismo Amor nos irá diciendo cuál es la vocación que nos llevará al cielo a su lado, para gloria de Él y para salvación del mundo.

lunes, 21 de agosto de 2017

VEN Y SÍGUEME

Oblatos de San José - Santa Eulalia, Lima



'VEN Y SÍGUEME'




Me pides Señor que yo te siga, me pides que me ponga a caminar 
Difícil para mí es complacerte, es mucho lo que tengo que dejar. 
Me llamas, Señor, a ser apóstol; sabes que es mucho para mí; 
Quisiera algún día yo seguirte; es mucho lo que tengo que dejar. 

Ven y sígueme, no esperes más; yo junto a ti siempre estaré; 
No temas qué palabras tendrás que decir, yo por tu boca hablaré. 

¿Por qué te fijas Tú en mi persona, 
Habiendo otras que pueden más que yo? 
de mí tu nunca esperes algo grande, soy débil 
Y cobarde sabes bien. 

Señor quiero decirte otra cosa: mis amigos de mi se reirán; 
Dame tú la fuerza y valentía, dame tú la vida y la fe. 

Ven y sígueme...

Oblatos de San José - Santa Eulalia, Lima

sábado, 4 de febrero de 2017

CÓMO SE SIENTE EL LLAMADO DE DIOS


Cómo se siente el llamado de Dios


Muchas personas piensan que deben ser más generosas con Dios. Tienen una cierta inquietud, pero no saben bien qué deben hacer. ¿Es eso la vocación?  Quizá ninguna de esas sensaciones es la vocación, pero a lo mejor Dios está ahí detrás, queriendo decirte algo.

En el primer libro de los Reyes, en el Antiguo Testamento, puede leerse cómo Dios se hace presente ante Elías: «He aquí que Yahveh pasaba. Hubo un huracán tan violento que hendía las montañas y quebrantaba las rocas ante Yahveh; pero no estaba Yahveh en el huracán. Después del huracán, un temblor de tierra; pero no estaba Yahveh en el temblor. Después del temblor, fuego, pero no estaba Yahveh en el fuego. Después del fuego, el susurro de una brisa suave. Al oírlo Elías, cubrió su rostro con el manto, salió y se puso a la entrada de la cueva. Le fue dirigida una voz que le dijo: “¿Qué haces aquí, Elías?”»

La mayoría de las veces, Dios habla bajito, como ese susurro de una brisa suave. La historia de la vida de los santos muestra que Dios acostumbra a dar a conocer su voluntad de modo sencillo, a través de las cosas ordinarias, dentro de la familia, a través de un amigo, de un libro, de una enfermedad, de cosas normales.


* Enviado por el P. Natalio

jueves, 12 de enero de 2017

ORACIÓN POR LAS VOCACIONES


ORACIÓN POR LAS VOCACIONES



Señor Jesús, así como llamaste un día a los primeros discípulos para hacerles pescadores de hombres, continúa también ahora haciendo resonar tu invitación: ¡Ven y sígueme!

Da a los jóvenes y a las jóvenes la gracia de responder prontamente a tu voz. Sostén en sus fatigas apostólicas a nuestros obispos, sacerdotes y personas consagradas.

Da la perseverancia a nuestros seminaristas y a todos los que están realizando un ideal de vida totalmente consagrada a tu servicio.

Suscita en nuestra comunidad el espíritu misionero. Manda, Señor, operarios a tu mies y no permitas que la humanidad se pierda por falta de pastores, de misioneros, de personas entregadas a la causa del Evangelio.

María, Madre de la Iglesia, modelo de toda vocación, ayúdanos a decir "sí" al Señor que nos llama a colaborar en el designio divino de la salvación.

Amén

sábado, 10 de diciembre de 2016

PAPA FRANCISCO REVELA CUÁL ES LA TENTACIÓN MÁS PELIGROSA PARA LOS SEMINARISTAS


El Papa Francisco revela cuál es “la tentación más peligrosa” para los seminaristas
Por Miguel Pérez Pichel




VATICANO, 10 Dic. 16 / 08:02 am (ACI).- El Papa Francisco advirtió a los seminaristas que el gran obstáculo que deberán esquivar durante su formación para el sacerdocio es el narcisismo, pensar solo en uno mismo, “la tentación más peligrosa”.

En un discurso dirigido en el Palacio Apostólico a la Comunidad del Pontificio Seminario Regional de Puglia “Pío XI”, el Papa describió el ministerio sacerdotal como una vocación que se realiza a través de una triple pertenencia: “al Señor, a la Iglesia y al Reino”.

“Esa pertenencia –explicó el Santo Padre–, naturalmente, no se improvisa, ni nace después de la ordenación, sino antes”.

El Pontífice explicó que “la palabra ‘pertenencia’ implica el sentirse parte de un todo. Solo si nos sentimos parte de Cristo, de la Iglesia y del Reino, caminaremos bien en los años del Seminario”.


Francisco advirtió a los seminaristas que “no todo comienza y termina conmigo. Puedo y debo mirar más allá de mí mismo, con el fin de acogerme a la belleza y a la profundidad del misterio que me rodea, de la vida que me supera, de la fe en Dios que sostiene cada cosa y a cada persona, incluso a mí”.

“¿Cómo puedo acogerme a Cristo si solo pienso en mí mismo?”, se preguntó el Papa. “¿Cómo puedo disfrutar de la belleza de la Iglesia, si mi única preocupación es salvarme, protegerme y salir indemne de cada circunstancia? ¿Cómo puedo entusiasmarme con la aventura de la construcción del Reino de Dios si cada entusiasmo queda frenado por el miedo a perder alguna cosa mía?”

En este tiempo litúrgico de Adviento, dijo, “estamos invitados a vigilar el riesgo real de ser narcisistas, porque sin esta vigilancia ningún camino vocacional es realmente posible”.

Por lo tanto, hay prepararse para pertenecer “a Cristo, a los hermanos con los que compartimos el ministerio y la fe, a todas las personas que encontramos en la vida. ¡Y es en el seminario donde se empieza a aprender a relacionarse bien!”.

“No se puede pretender caminar hacia el sacerdocio sin haber tomado esta decisión en el corazón: quiero ser un hombre que se relacione”.


El Obispo de Roma invitó a los presentes a no sentirse “diferentes de sus coetáneos. No traten de ser mejores que otros jóvenes. Aprendan a estar con todos, no tengan miedo de ensuciarse las manos”.

“Si mañana van a ser sacerdotes que vivan en medio del pueblo santo de Dios, hoy deben comenzar a ser jóvenes que sepan estar con todos, que sepan aprender de cada persona que se encuentran en el camino, con humildad y con inteligencia”.

Sin embargo, precisó, esa relación con los demás debe fundamentarse en el Señor. “Que la base de toda relación sea la relación con Cristo”, señaló, e indicó que “el lugar en el que crece la relación con Cristo es la oración, y el fruto más maduro de la oración siempre es la caridad”.

sábado, 27 de agosto de 2016

NO ESTÁS SOLA, LAS VOCACIONES AÚN EXISTEN


No estás sola...
Las vocaciones aún existen

Sé que es fácil decir esto, pero que cuesta mucho que lo comprendamos y más que lo vivamos


Por: Germán Sánchez | Fuente: Catholic.net 




No me refiero a la ayuda de Cristo, ¡ésa seguro la tienes! Pues desde el inicio de este artículo hemos establecido que si la vida consagrada es un patrimonio de la Iglesia, Jesucristo ha prometido siempre su asistencia a Ella, por lo tanto nunca nos faltará su ayuda.

Me refiero más bien a tu comunidad, a tu Congregación. La labor pastoral vocacional no es una labor individual. No es una labor para la "animadora vocacional" a quien la vemos todos los viernes subir a un autobús guitarra en mano, con diez o quince chiquillas y verla regresar el domingo medio muerta, pero con la sonrisa de oreja a oreja. La labor vocacional tampoco es la preocupación de la Madre General y su Consejo que nos ha exteriorizado sus angustias y desvelos en la última carta circular, pidiendo una colaboración más estrecha en la búsqueda de vocaciones. Tampoco es la responsabilidad de las religiosas ancianitas de nuestra comunidad que ofrecen sus oraciones, sacrificios y penurias por las vocaciones.- No. La labor vocacional es obra de todas. Desde la religiosa que atiende la portería, hasta nuestra hermana que está en cama, pasando por la última novicia que acaba de entrar en la Congregación hasta llegar a la maestra de novicias, o de júniores, incluso le atañe a la hermana que preparara las comidas en el hospital o hace la guardia nocturna en el pasillo de enfermos terminales o quien va a visitar a los encarcelados. Con esto quiero decir que la labor vocacional es obra de todas y cada una de las religiosas en la Congregación.

Sé que es fácil decir esto, pero que cuesta mucho que lo comprendamos y más que lo vivamos. Es necesario que comprendamos los tiempos que estamos viviendo. Sé que para lagunas religiosas por su edad, su psicología o por el ambiente en el que han vivido resulta muy difícil entender que todas deben ponerse a buscar vocaciones. Pero es necesario dar este paso.

Ahora bien "buscar vocaciones" no significa dejar el puesto de trabajo y lanzarse al África, a las Filipinas o a la América Latina como cazadores en busca de presas. Desde el punto en donde Dios quiere a cada una de las religiosas, desde ahí se puede hacer labor vocacional. Es necesario por ello crear una "mística vocacional" al interno de cada una de las Congregaciones. Lo repito: esto no se logra de la noche a la mañana y llevará tiempo, fatigas y desvelos, pero es necesario hacerlo. De nada sirve que una o dos hermanas en la Congregación estén motivadas en la labor vocacional si no encuentran apoyo en la Congregación.

Una labor lenta pero segura, sabiendo de antemano que las vocaciones aún existen.

lunes, 22 de agosto de 2016

SIN OTRA OPCIÓN, NO HAY VOCACIÓN AUTÉNTICA


Sin otra opción, no hay vocación auténtica
Necesitamos, como nunca antes, permear todos los espacios de la Iglesia de una sólida cultura vocacional;


Por: Carlos J. Díaz Rodríguez | Fuente: Duc in altum! en http://www.religionenlibertad.com 




Necesitamos, quizá como nunca antes, permear todos los espacios de la Iglesia de una sólida cultura vocacional; es decir, la conciencia de que, en vez de dar vueltas en círculo, hay que definirse y asumir un estilo de vida concreto: casado, sacerdote, religioso, laico, etcétera. Una cultura que sea amplia, capaz de considerar todos los caminos que existen, aunque especificando claramente las particularidades o acentos de cada uno. Sin duda, hay tres campos prioritarios al momento de plantear el tema de la propia vocación: el colegio, la universidad y los grupos de pastoral juvenil que tienen la facilidad de adaptarse a diferentes estructuras. Pues bien, los encargados de acompañar a los jóvenes en la búsqueda de lo que harán con sus vidas, deben considerar un elemento de discernimiento que casi nunca se toca: constatar si la persona tiene una opción distinta a la que piensa asumir. Dicho de otra manera, que no decida por resignación o para garantizar un futuro económico a costa de la falta de transparencia. Un fraile decía a un grupo de aspirantes que para poder entrar a la orden antes debían plantearse si se consideraban aptos para el matrimonio, explicándoles que la “no aptitud para entablar una relación seria –en este caso, con una mujer-, podía ser un obstáculo para vivir su vocación como religiosos y sacerdotes”. A simple vista, podríamos decir: ¿qué sentido tiene que les pregunte sobre el matrimonio si serán frailes y, por lo mismo, no se casarán? Pues hay una lógica en todo esto. Pensar, por ejemplo, en la vocación sacerdotal, de ninguna manera debe ser motivado por “no servir de casado”, sino que, aún teniendo las aptitudes para hacerlo, se elige otro camino que también vale la pena. Cuando se pretende tomar una decisión sin otras posibles opciones, en realidad no se decide nada. Hay que evitar en el acompañamiento vocacional, lanzar una propuesta mientras la persona no se cuestione y amplíe sus horizontes, porque entonces la elección se toma a la ligera y, probablemente, con una dirección equivocada.

A veces, ante el déficit de vocaciones a la vida religiosa, se puede caer en la tentación de hacerle la invitación a una persona que “no tenga nada que perder”; es decir, afectada por una cierta indiferencia. Las renuncias, permiten dar sustento a la decisión y esto también puede trasladarse al ámbito del noviazgo y del matrimonio. Hay que tener opciones para poder elegir una en particular de forma seria y fortalecida por la oración. De otra manera, se vuelve una salida o evasión de la realidad. Toda propuesta vocacional, supone que la persona tenga la intención de tener una mirada más amplia de su vida. Si no la tiene, habrá que ayudarle y, hasta que consiga identificar las opciones que tiene, tomar la decisión clave, la definitiva.  

Vamos a un caso concreto: Juan Pablo II, el joven Karol Wojtyla. Entró al seminario, pero no porque le faltaran sueños o ideales. Tenía la opción de casarse y del teatro. Eligió ser sacerdote, pero con la claridad de que tal decisión, conociéndose y de cara a Dios, era la mejor para él. Si, por el contrario, hubiera sido alguien sin ganas u oficio, la opción hubiera sido dudosa. Es verdad que promover vocaciones entre personas que van teniendo claro su deseo de vivir con coherencia y un sentido convincente cuesta trabajo, pero no hay que renunciar a los “difíciles”, porque para la vida religiosa se necesitan cubrir ciertas exigencias que, al ignorarlas, dificultan el ejercicio de la misión. Es fácil acercarse a alguien que no se cuestiona, pero al final esa decisión será superficial y equivocada. En cambio, los que buscan, preguntan y se abren a las cosas sanas, pueden tener un panorama más completo y maduro.

La vocación supone considerar las opciones existentes, a fin de pesar y pensar las cosas delante de Dios. No es irse directo sin cuestionarse o tomar nota de su forma de ser. Antes bien, discernir, como lo recomendaba San Ignacio de Loyola. De esa forma podremos acompañar mejor y elevar la coherencia en el marco de la Iglesia, siendo corresponsables en el desarrollo de la propia vocación. Acompañar; especialmente, a los que tienen algo que perder, porque esa pérdida, bien entendida, se traduce en compromiso y entusiasmo maduro por la vía elegida.

martes, 2 de febrero de 2016

JORNADA MUNDIAL DE LA VIDA CONSAGRADA, 2 DE FEBRERO


Jornada Mundial de la Vida Consagrada
 2 de febrero



La Jornada de la Vida consagrada se celebrará en la fiesta en que se hace memoria de la presentación que María y José hicieron de Jesús en el templo "para ofrecerlo al Señor" (Lc 2, 22).

La celebración de la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que tiene lugar por primera vez el 2 de febrero de 1997 tiene como objetivo ayudar a toda la Iglesia a valorar cada vez más el testimonio de quienes han elegido seguir a Cristo de cerca mediante la práctica de los consejos evangélicos y, al mismo tiempo, quiere ser para las personas consagradas una ocasión propicia para renovar los propósitos y reavivar los sentimientos que deben inspirar su entrega al Señor

La misión de la vida consagrada en el presente y en el futuro de la Iglesia, en el tercer milenio, no se refiere sólo a quienes han recibido este especial carisma, sino a toda la comunidad cristiana. En la exhortación apostólica post-sinodal Vita consecrata, publicada en 1996 por Juan Pablo II, escribía: "En realidad, la vida consagrada está en el corazón mismo de la Iglesia como elemento decisivo para su misión, ya que «indica la naturaleza íntima de la vocación cristiana» y la aspiración de toda la Iglesia Esposa hacia la unión con el único Esposo" (n. 3). A las personas consagradas, pues, quisiera repetir la invitación a mirar el futuro con esperanza, contando con la fidelidad de Dios y el poder de su gracia, capaz de obrar siempre nuevas maravillas: "¡Vosotros no solamente tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sino una gran historia que construir! Poned los ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu os impulsa para seguir haciendo con vosotros grandes cosas" (ib., 110).

Los motivos de la Jornada de la Vida Consagrada

La finalidad de dicha jornada es por tanto triple: en primer lugar, responde a la íntima necesidad de alabar más solemnemente al Señor y darle gracias por el gran don de la vida consagrada que enriquece y alegra a la comunidad cristiana con la multiplicidad de sus carismas y con los edificantes frutos de tantas vidas consagradas totalmente a la causa del Reino. Nunca debemos olvidar que la vida consagrada, antes de ser empeño del hombre, es don que viene de lo Alto, iniciativa del Padre, "que atrae a sí una criatura suya con un amor especial para una misión especial" (ib., 17). Esta mirada de predilección llega profundamente al corazón de la persona llamada, que se siente impulsada por el Espíritu Santo a seguir tras las huellas de Cristo, en una forma de particular seguimiento, mediante la asunción de los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia. Estupendo don.

"¿Qué sería del mundo si no existieran los religiosos?", se preguntaba justamente santa Teresa (Libro de la vida, c. 32,11). He aquí una pregunta que nos lleva a dar incesantes gracias al Señor, que con este singular don del Espíritu continúa animando y sosteniendo a la Iglesia en su comprometido camino en el mundo.

En segundo lugar, esta Jornada tiene como finalidad promover en todo el pueblo de Dios el conocimiento y la estima de la vida consagrada.

Como ha subrayado el Concilio (cfr. Lumen gentium, 44) y yo mismo he tenido ocasión de repetir en la citada exhortación apostólica, la vida consagrada "imita más de cerca y hace presente continuamente en la Iglesia la forma de vida que

Jesús, supremo consagrado y misionero del Padre para su Reino, abrazó y propuso a los discípulos que le seguían" (n. 22). Esta es, por tanto, especial y viva memoria de su ser de Hijo que hace del Padre su único Amor -he aquí su virginidad-, que encuentra en Él su exclusiva riqueza -he aquí su pobreza- y tiene en la voluntad del Padre el "alimento" del cual se nutre (cfr Jn 4,34) -he aquí su obediencia.

Esta forma de vida abrazada por Cristo y actuada particularmente por las personas consagradas, es de gran importancia para la Iglesia, llamada en cada uno de sus miembros a vivir la misma tensión hacia el Todo de Dios, siguiendo a Cristo con la luz y con la fuerza del Espíritu Santo.

La vida de especial consagración, en sus múltiples expresiones, está así al servicio de la consagración bautismal de todos los fieles. Al contemplar el don de la vida consagrada, la Iglesia contempla su íntima vocación de pertenecer sólo a su Señor, deseosa de ser a sus ojos "sin mancha ni arruga ni cosa parecida, sino santa e inmaculada" (Ef 5,27).

Se comprende así, pues, la oportunidad de una adecuada Jornada que ayude a que la doctrina sobre la vida consagrada sea más amplia y profundamente meditada y asimilada por todos los miembros del pueblo de Dios.

El tercer motivo se refiere directamente a las personas consagradas, invitadas a celebrar juntas y solemnemente las maravillas que el Señor ha realizado en ellas, para descubrir con más límpida mirada de fe los rayos de la divina belleza derramados por el Espíritu en su género de vida y para hacer más viva la conciencia de su insustituible misión en la Iglesia y en el mundo.

En un mundo con frecuencia agitado y distraído, la celebración de esta Jornada anual ayudará también a las personas consagradas, comprometidas a veces en trabajos sofocantes, a volver a las fuentes de su vocación, a hacer un balance de su vida y a renovar el compromiso de su consagración. Podrán así testimoniar con alegría a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo, en las diversas situaciones, que el Señor es el Amor capaz de colmar el corazón de la persona humana.

Existe realmente una gran necesidad de que la vida consagrada se muestre cada vez más "llena de alegría y de Espíritu Santo", se lance con brío por los caminos de la misión, se acredite por la fuerza del testimonio vivido, ya que "el hombre contemporáneo escucha más a gusto a los testigos que a los maestros, o si escucha a los maestros lo hace porque son testigos" (Evangelii nuntiandi, n. 41).
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