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miércoles, 12 de agosto de 2015

¿QUÉ ES LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL? ¿POR QUÉ LA NECESITO?



¿Qué es la dirección espiritual? ¿Por qué la necesito? 
Para caminar firme en el seguimiento de Cristo, todos los Santos han contado con la guía de un director espiritual ¡Tu también lo necesitas! 
Por: Padre John McCloskey | Fuente: CatholiCity.com 




¿Qué es la Dirección Espiritual?

Abre las páginas de tu guía de teléfono. Allí encontrarás una lista de abogados, consejeros financieros, plomeros, electricistas, farmacéuticos, banqueros y aún entrenadores físicos. Todas estas personas saben más acerca de sus negocios que nosotros. Por ello, les pagamos para que nos ayuden en su particular especialidad. A algunos de ellos los llegamos a consultar regularmente e incluso algunos también son buenos amigos. Todos sus consejos son dirigidos a ayudarnos en la vida presente.

Adicionalmente, encontrarás docenas de listas de personas como psicólogos, psiquiatras y psicoterapeutas y otros. A pesar que estos profesionales de la salud pueden desempeñar una útil función, a veces, actúan como reemplazantes de los directores espirituales dando erróneas o infortunadas respuestas a problemas espirituales. Sus consejos dependen de su particular experiencia la cual a menudo se basa en teorías naturalistas o ideologías las cuales pueden hacer mucho más mal que bien.

La única pregunta verdaderamente con valor es aquella del joven rico del Evangelio ¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna? La cual conduce a otras pregunta tales como ¿Cómo puedo alcanzar la santidad en esta vida? o ¿Qué es Dios para mí? Las respuestas de Dios para estas preguntas pueden darse por distintos caminos. Simplemente siguiendo los Diez Mandamientos como están escritos en nuestros corazones en la ley natural y vienen a nosotros por medio de la Palabra de Dios, es un buen comienzo como Jesús aconsejo al joven rico. También podemos ver la Revelación Divina que no llega por la Sagrada Escritura y la tradición – los consejos de la Iglesia a través de la enseñanza autorizada y los sacramentos. Luego podemos ver el estado de nuestra vida actual y las experiencias de nuestra vida pasada para tener buenas indicaciones sobre lo que Dios quiere de nosotros en el momento presente.

Sin embargo, para encontrar las respuestas a estas cuestiones, cada Católico debería tener un director espiritual. Como San Josemaría Escrivá señalo “No se te ocurriría construir una buena casa para vivir en la tierra sin consultarle a un arquitecto. ¿Cómo quieres levantar sin un Director el alcázar de tu santificación para vivir eternamente en el cielo?" Esto es verdad para todo el mundo, no sólo para el pobre, el simple o analfabeto sino aún más para el satisfecho con su éxito. Escrivá sigue diciendo "Tú crees que realmente eres alguien: tus estudios - tus trabajos de investigación, tus publicaciones -, tú posición social - tus apellidos -, tus actuaciones políticas - los cargos que ocupas, tu patrimonio, tu edad..., ¡ ya no eres un niño!...

Precisamente por todo eso necesitas más que otros un Director para tu alma." Puedes tener varios o incluso muchos durante el curso de tu vida. El te proverá de las respuestas a tus preguntas según cambien nuestras circunstancias y como crezcamos “en sabiduría y gracia.” Además, el no te cobrará.

Cada uno de nosotros es singular

Cada persona es un singular hijo de Dios con su particular código genético, temperamento y experiencias de vida. Dios tiene un plan específico para cada uno. Discernir este plan particular debería ser el continuo fin de todo cristiano serio. Como Dios normalmente prefiere trabajar a través de causas secundarias, surge directamente de los tiempos apostólicos, la práctica de buscar una dirección espiritual personal de una persona sabia y prudente quien puede guiarnos a lo largo del camino a la santidad con todas sus inesperadas vueltas y cambios.

Uno buscaría con gran dificultad a través de la historia para encontrar santos canonizados que no hayan recibido dirección espiritual con regularidad. Después de todo, aún nuestra Bienaventurada Madre, la Inmaculada Concepción, encontró su vocación por medio de las palabras del Arcángel Gabriel. Y aún preguntó como sucedería todo esto.

¿Dónde buscar?

¿Dónde puedes encontrar un director espiritual? Hay que hacer como dicen en Wall Street, con “la diligencia debida.” Esto es hacer una cuidadosa búsqueda antes de elegir un director espiritual, tal vez más que para buscar esposo o elegir el colegio correcto. Después de todo, estas buscando una persona a la que, en parte, le estás confiando la salvación y la santificación de tu alma inmortal. Recuerda que tu eres el comprador y que esto puede tomar varias pruebas hasta encontrar la persona correcta o la organización que sea más conveniente a tus necesidades.

Tu director espiritual puede ser un sacerdote o un laico. Un posible camino es ver en a tus amigos quienes claramente toman seriamente su vida interior y apostólica. Unos ayudan a los otros. Pregúntales por una referencia. Si ves en ellos un esfuerzo serio por la santidad, no hay duda que ellos se están aprovechando de un buen director espiritual.

Un segundo camino es buscar una persona, un sacerdote o un laico, en quien tu veas una profunda piedad, sabiduría, experiencia, madurez, celo por las almas y una incuestionable fidelidad a todas las enseñanzas de la Iglesia. El no necesita un formal entrenamiento en dirección espiritual. Las características que se mencionan son suficientes para dictar clases o para un título. Después de todo el primer director espiritual de Karol Wotyla fue un sastre. Luego trata de conseguir de el un tiempo libre para ti. Te garantizo que tiene una larga fila de clientes.

El tercer camino para encontrar un director espiritual cada vez más popular y accesible en esta época del laicado es aprovecharse de la formación provista para laicos por congregaciones religiosas y por las varias instituciones laicas las cuales tiene como especialidad la formación de laicos. Allí encontrarás una bien definida espiritualidad completada con actividades formativas y litúrgicas tanto personales como colectivas, doctrinales y ascéticas hechas a la medida para tu situación particular. Ellos a menudo, proveen los servicios de tanto sacerdotes como laicos empapados en una particular espiritualidad.

¿Con qué frecuencia?

¿Qué hay acerca de la dirección espiritual en sí misma? Deberás tratar de hacerla de modo regular, generalmente no menos que mensualmente y a menudo semanal o quincenalmente. A pesar que las necesidades varían, normalmente una sesión bien preparada de dirección espiritual no necesita más que una media hora. Es bueno concretar las resoluciones tomadas de las normalmente pocas palabras del consejo dado. Estas resoluciones deben ser llevadas a la oración y acción y luego hablar sobre ellas si es posible, en el próximo encuentro. Trata de no dejar nunca tu encuentro sin fijar la próxima cita.

¿Dé que hablar? Muchas o pocas cosas. Tal vez tu quieras establecer las reglas con el director mismo. Ciertamente la calidad y cantidad de tu oración y lectura espiritual y vida sacramental siempre deberían ser tratadas. Tu lucha por vivir como cristiano en el matrimonio y familia, trabajo, amistades y vida social debe normalmente ser considerada específicamente. Esto requerirá un esfuerzo dirigido a una especial área de la vida la cual necesita mejorar estos defectos o fallas que te impiden hacer progresos más rápidos hacia la santidad. Con el tiempo, tus esfuerzos para compartir tu fe de un modo natural con aquellos que te rodean pueden ser también un tópico de discusión. Estos esfuerzos pueden tener buenos resultados en gracias de Dios en reconciliaciones, conversiones y vocaciones. Y, oh sí, de ves en cuando puedes simplemente tener la necesidad de liberarte de inesperadas alegrías y tristezas que vienen en el peregrinar por la casa de Dios, tu Padre. Si estas viendo un sacerdote para dirección también puedes recibir el Sacramento de la Penitencia, agregando la gracia sacramental a las otras gracias recibidas al haberte abierto y sido dócil en la conversación con tu director espiritual.

Cuantos cristianos en estos momentos se encuentran relegados a los rangos de la tibieza y sin energía, cristianos indiferentes viven una vida que es medio animal y quienes apenas hacen un esfuerzo por mantener vivo el aliento de la gracia en sus almas. Estos cristianos deben buscar una dirección espiritual completa y constante. La dirección espiritual es un importante paso para ayudarnos a identificarnos con Cristo para que podamos ayudarnos a construir, a través de nuestra oración y sacrificio, la civilización del amor y la verdad

sábado, 9 de mayo de 2015

LA ORACIÓN ES CLAVE EN EL DISCERNIMIENTO VOCACIONAL


La oración es clave en el discernimiento vocacional
Junto con la oración, o más bien, apoyándose en la oración, la joven analizará cuál es el origen de esos deseos profundos que se manifiestan a través de sentimientos, emociones, razonamientos y pensamientos que afloran en este momento de su vida. 


Por: Germán Sánchez | Fuente: Germán Sánchez



a. El corazón no es ciego, tiende a un fin.

Hemos dicho que son muchos y muy constantes los deseos que emergen en esta etapa en el corazón de la chica. Necesitamos precisar. No es que en este momento surjan de improviso estos deseos. Lo que sucede es que se patentizan, se materializan o se hacen más fuertes en el momento en que se debe tomar una decisión fundamental en la vida.

La Psicología de consultación explica que el grado de salud psíquica depende de la forma en que la persona establece y alcanza sus prioridades en la vida (opción fundamental). Los sentimientos, las emociones, razonamientos, pensamientos y demás circunstancias que nos rodean son tan sólo el resultado externo de la opción fundamental de nuestra vida. A través de un complejo mecanismo, estudiado y profundizado por la Psicología cognitivista, llegamos a conocer cuál es la opción fundamental que da origen a los sentimientos, emociones, razonamientos, pensamientos y demás circunstancias en nuestra vida1. Como decía Epicteto, no son las cosas en sí las que influyen a los hombres. Es la interpretación de las cosas la que influye a los hombres.

Junto con la oración, o más bien, apoyándose en la oración, la joven analizará cuál es el origen de esos deseos profundos que se manifiestan a través de sentimientos, emociones, razonamientos y pensamientos que afloran en este momento de su vida. A través de un método de introspección que ella misma puede aprender, debe indagar el origen profundo de eso que siente, desea, piensa, quiere. ¿Por qué quiero ser profesora? "Para ganarme un sustento en la vida". ¿Y no existen otros medios de sustentación? ¿Qué busco en realidad con ser profesora? "La admiración de todos". ¿Y por qué lo busco precisamente en la docencia? "Por que me reporta una satisfacción personal..." Y así hasta llegar a la opción fundamental que le ha hecho elegir el ser profesora.

Mientras la labor de la psicología de consultación se centra en el mecanismo para llegar a la opción fundamental, la oración (el diálogo íntimo con Dios) servirá para poner en evidencia esos deseos y confrontarlos con Dios, lo que veremos en el siguiente capítulo. En este punto del desarrollo de la psicología de la respuesta vocacional nos señala que la candidata, por ella misma o con la ayuda de la directora espiritual, deberá detenerse para analizar los deseos que co-existen en su corazón ho topos tou Theou.

Pero el corazón no es ciego, obedece a un fin. La vida no se guía por golpes magistrales del momento, sino por una opción fundamental. La coherencia y fidelidad a esa opción fundamental garantiza la felicidad en la vida. Cuando la llamada de Dios se hace presente en la joven a través de las causas secundarias, la llamada re-mueve o ratifica la opción fundamental. Las causas secundarias tienen como objetivo, entre otros, llegar al corazón de la chica, con el fin de que ella re-ordene su vida sobre la base de la nueva opción fundamental o ratifique el rumbo que llevaba, quizás bajo una nueva perspectiva y dirigida hacia ahora a un bien preciso. El proceso que siguen estas causas secundarias es el de tocar aquellas áreas en las que mayor sensibilidad puede tener la chica, y así, a través de esa sensibilidad desencadenar un proceso de cuestionamiento interno que llegue a tocar la opción fundamental de su vida.

b. Analizar y ver todo.

Para que el proceso se lleve a cabo con la eficacia requerida, será necesario enseñarle a la chica que "saque afuera" todos los deseos que alberga en su corazón. Que analizando todo aquello que sienta, piensa o razona, pueda llegar al profundo de su "yo" y determine su opción fundamental.

Al percibir la llamada en forma de causas secundarias, éstas tocan diversas esferas de la vida de la chica, replanteando, como ya hemos señalado anteriormente, los planes que habían dado origen a diversas posturas frente a la vida. Los deseos generados por las causas secundarias llegarán, a través del proceso de sensibilización, a hacer que la chica se pregunte la razón o las razones de las decisiones tomadas. La acción de la gracia mueve el intelecto, el sentimiento, la razón, todas las facultades superiores para hacerles vibrar en una sola dirección: "Dios necesita <> de mí".

Este sólo pensamiento, razonamiento, sentimiento, genera una cadena interminable de preguntas, hasta hacer que se llegue a una sola: ¿qué es lo que Dios quiere de mí? Esta pregunta lleva en sí misma, por la respuesta que debe darse, la opción fundamental de buscar en todo la gloria de Dios y la salvación de los hombres, que no es otra cosa sino el amor de Dios.

Dejar que salgan a flote las intenciones que han generado todos los sentimientos, emociones y pensamientos es una etapa necesaria en la psicología de la respuesta vocacional. Sin ella, la joven se replanteará una y otra vez su decisión vocacional. En esta etapa del proceso se le debe pedir a la chica que "abra los ojos" y que no tenga miedo de sacar afuera no sólo lo que siente, piensa o razona, sino los motivos que fundamentan todo aquello que siente, piensa o razona.

Hay que tomar en cuenta la labor del maligno, que lógicamente trabajará en la psique de la chica. Dice San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales que el demonio labora precisamente en aquel punto en el que es más débil la persona. Su trabajo consistirá básicamente en re-presentarle sus planes personales por ella más acariciados como compatibles con la voluntad de Dios. También le podrá sugerir la llamada de Dios como una quimera, un sueño, algo realmente inalcanzable. Le hará ver quizás que si bien el ideal de la vocación es acariciable y laudable, ella no tiene en posesión las cualidades necesarias para alcanzar ese ideal. Una y otra vez machacará en contra de la llamada, usando como "canal" de ataque el punto de débil de la chica. Siguiendo la terminología ignaciana, el demonio es como un jefe de ejército que ataca el punto débil del enemigo. Si son los sentimientos, hacia ellos enfilará todas sus baterías, sugiriendo sentimientos contrarios a la opción de Dios. Si la chica cojea por el lado de la razón, entonces propondrá sofismas difíciles de descubrir y resolver. Y así con cuantas circunstancias se le presenten propicias para "ofuscar" la voluntad de Dios. Son "ruidos" que genera para no escuchar adecuadamente la voz de Dios.

Otro factor nada desdeñable que debemos tomar en cuenta en esta etapa es la dificultad que muchas chicas tienen para hacer este proceso de introspección. Siendo "hijas de su tiempo" no han cultivado la capacidad de autorreflexión, dejándose guiar más por los sentimientos que por la razón. Con un pensamiento débil en boga, en donde pululan los slogans propagandísticos sin fundamentos racionales, con una promoción de valores materiales y hedonistas permeados de subjetivismo y personalismo, resulta muy difícil validar y sustentar racionalmente el actuar y el pensar del hombre. Por ello resulta difícil para las candidatas a la vida consagrada ponerse a trabajar seriamente en la autorreflexión y el auto-análisis. Es conveniente por tanto la cercanía de la directora espiritual para clarificar, entre otras cosas que el sentir, razonar o experimentar algo no es una señal definitiva de una situación, sino una puerta a través de la cual se puede llegar a descubrir los motivos profundos de aquello que se siente, se experimenta o se razona.

Y serán aquellas razones profundas las que deberán contrastarse con la voluntad de Dios, lo cual lo veremos en el siguiente capítulo.

NOTAS

1. De esta forma, según enseña el Prof. Antonino Tamburello, todos esos factores externos se presentan como "ventanas" a través de las cuáles podemos penetrar para ver el interior de las personas y así llegar a conocer la "causa de todas las causas".

martes, 25 de noviembre de 2014

¿A QUIÉN SE DEBE CONSULTAR PARA UNA VOCACIÓN?



¿A quién se debe consultar para una vocación?
A Dios, a tu confesor, y a tí mismo

Lo que se necesita es el deseo firme e irrevocable de seguir la voluntad de Dios, sea cual sea 


Por: Ricardo García 



Para distinguir una vocación religiosa, se deben consultar 3 fuentes: A Dios, a tu confesor, y a tí mismo.


a) Consultar a Dios

San Pablo, en el momento decisivo de su conversión, exclamó: "Señor, ¿qué quieres que haga?". Esta tiene que ser tu oración. El salmo 17, dice en uno de sus párrafos: "Enséñame, Señor, tus caminos, y guíame por el sendero llano". Cuando Dios se reveló al que sería el profeta Samuel, el joven inexperto no lo reconoció, y pensó que era el sacerdote quien le hablaba. Al entender, el sacerdote le dijo: "Cuando oigas la voz, responde: "Habla, Señor, que tu siervo escucha".

Ésta debe ser nuestra oración. En silencio completo, esperando la inspiración de Dios. "Habla, Señor, que tu siervo escucha".

Demasiadas personas buscan tantos y tantos consejos en la vida... psicólogos, lectores del Tarot, consejos telefónicos, a los amigos, y casi nunca dejan a Dios hablar. También tenemos que recordar, que la oración no es un monólogo, sino un diálogo. Es como hablarle a Dios de tantas y tantas cosas y no le damos espacio para que nos hable. Recuerdo en un libro que leí, que Dios dice a sus profetas: "Quédate quieto, y reconoce que soy el Señor". Y este autor, comenta: "En mi versión autorizada personalizada de la Biblia, diría: ´¡Oye! Cállate y déjame hablarte una vez, quieres?"

Debemos aprender a estar en silencio, para poder escuchar a Dios. Precisamente antes de su vida pública, Jesús se fue al desierto - donde no había ruidos... a ayunar y orar. Y fue en ese silencio, cuando supo diferenciar de las tentaciones del demonio, y de la voluntad de Dios.

En todos los profetas del Antiguo Testamento, notamos una constante: Ellos siempre tienen un encuentro personal e individual con Dios. No entre Dios y "los jóvenes de tal o cual grupo", ni "al director de alabanza", ni al "monseñor Pérez". Es entre Dios y [ pon tu nombre aquí ].

También hay que notar otra cosa: El pecado. Mientras estamos en pecado, nos será imposible reconocer nuestra vocación. Leamos este pasaje del profeta Isaías:

Cuando Dios te libere de tus padecimientos, de tus inquietudes y de la dura esclavitud a la que estabas sometido, dirás estas palabras (de profecía) contra el rey de Babilonia...
Es decir: Dios no nos manda a denunciar los males y a anunciar el evangelio, sino hasta que estamos libres de toda inquietud, padecimientos y esclavitudes. Y fíjense que no dice: "En caso de que Dios te libere". Dice claramente: "CUANDO Dios te libere".

Por eso, no hay que desconfiar de que Dios no nos dará señales, o de que seremos demasiado brutos para entenderlas. Pidamos ENTENDIMIENTO y Dios nos responderá.


b) Consultar al sacerdote

De preferencia al sacerdote a quien recurres regularmente... desafortunadamente se dan muy pocos casos. Por eso hay sacerdotes EXPERTOS en asesorar a las vocaciones. Hay retiros VOCACIONALES, no de cualquier grupo. Generalmente son retiros promovidos y DIRIGIDOS por la Arquidiócesis o por la diócesis del lugar. Es decir, por los representantes directos de la Iglesia Católica. Sería un tanto redundante consultar con el sacerdote de la comunidad a la que has sido atraído. Lo más recomendable es consultar sobre tu vocación con un sacerdote EXTERNO, para lograr la imparcialidad requerida. Yo en lo personal consultaría con DOS sacerdotes. Uno, de la comunidad, y otro, externo - pero experto en vocaciones religiosas. En la comunidad del Altillo, en México, un sacerdote me supo orientar muy bien sobre algunas dudas que tenía (no necesariamente de la vocación), y me ayudó mucho a superar un problema que tenía. Digo, si están allí es por algo, ¿para qué desperdiciarlos?

El sacerdote tiene una luz especial que Dios le dá, para ayudar a las personas. Algunas veces incluso, se da el caso de que tenga un don MUY especial, llamado CARISMA DE DISCERNIMIENTO, para casos difíciles, como análisis de si alguien está por ejemplo poseído, o para indagar en casos de mantrimonios nulos. Y desde luego es lógico que quien tenga este carisma, ayude a los jóvenes en busca de su vocación.

Nótese, que Cristo, dijo a sus apóstoles: "Y bajará el Espíritu Santo, que os hará entender todas las cosas que os he dicho". También les dió poder para atar y desatar: "Lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo".

Imagínense al sacerdote como a un general en su bunker, y ustedes son los soldados en combate.
El general tiene a su acceso estrategas, radares, información del enemigo, rutas de acceso... y ustedes no pueden ver nada, y no tienen LA MÁS REMOTA IDEA de dónde están, o a dónde van. Pero el general puede ver por dónde van, si se están dirigiendo a una trampa, etc. etc. Así, Dios ilumina al sacerdote mostrándole, mediante la palabra, la oración, etc., cómo irlos guiando. Desde luego, si ustedes no siguen sus consejos, pues se van a hacer bolas pero tremebundamente.

Ningún ciego puede guiar a otro ciego. Si el grupo parroquial o comunidad en la que estás no tiene un sacerdote que los vaya asesorando, o guiando... es muy fácil que el enemigo se infiltre y les eche a perder todo. No basta con darle un reporte de actividades. El sacerdote tiene que ser PARTE INTEGRAL del grupo.

Por ejemplo - en los conventos, se da muy frecuente el caso, de que las monjas, no sólo tengan un confesor, sino también un DIRECTOR ESPIRITUAL. Es decir: Alguien que las dirija y apoye. Ni siquiera la madre superiora puede desempeñar un papel tan importante. Debe ser el sacerdote, que es ungido por Dios.

Recordemos lo que dice Jesús de sus discípulos a quienes envía: "Quien a vosotros escucha, a mí me escucha. Y quien a vosotros rechaza, a mí me rechaza."

Por eso es importante no despreciar los consejos del sacerdote.


c) Consultarte a tí mismo

¡Piénsalo bien! Escucha tu corazón, tus deseos... en el profeta Ezequiel leemos - capítulo 36, v. 26 y sig:

Les daré un corazón nuevo, y pondré dentro de ustedes un espíritu nuevo. Quitaré de su carne ese corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Pondré dentro de ustedes mi Espíritu...

Es decir: No sólo serán los deseos de Dios, sino también nuestros deseos, la vocación a la que estemos llamados. Ya que Dios y nosotros tendremos UN MISMO ESPIRITU.

Si te causa repugnancia el ayudar a los pobres, y quizás no los puedes ver ni en pintura, pero "adoras" a los niños y te desvives por ellos, definitivamente tienes vocación por los niños. Si te encanta enseñar al que no sabe, muy probablemente tienes vocación de maestro. Si te fascina hablar de Dios a la gente, mostrarles el amor de Jesús, y hablar, y escribir, y platicar con la gente de Dios, es muy probable que tu vocación sea evangelista o predicador... cosas así.

Dios no te pondrá una inclinación contraria a tu vocación.

Déjenme repetirlo: Dios no te pondrá una inclinación contraria a tu vocación.
Una cosa es el pecado que a veces nos da asco, flojera, repugnancia etc. a ciertas tareas, pero que por obediencia o por amor puedes hacer por Dios... y otra cosa distinta es que no estés hecho para un trabajo. Si escoges algo para lo que no estás hecho, el resultado es fácil de prever: Una vocación frustrada.

Dice el Padre Baeteman:

"Por eso tienes que estudiarte a tí mismo. Tu corazón, tus gustos, tus inclinaciones... examina lo que te atrae y lo que te disgusta; fíjate si tus condiciones de alma y cuerpo están de acuerdo con la vocación que te atrae.

Tus aptitudes físicas y morales tienen que ser muy bien consideradas. La ineptitud para seguir una vocación excluye, venga de donde venga, toda probabilidad de llamamiento divino".

A veces es necesario consultar a tus padres o a otras personas que te puedan ayudar con un consejo. Pero NUNCA juzguen según los principios mundanos. Lean la Biblia, ilumínense con las luces de la fe que estén estudiando. Una vez rodeados con toda la certeza, es, finalmente, cuando pueden tomar una decisión acertada.

¿Quién me llama?

¿Dios?
¿Mis amigos del grupo XYZ que se portan tan bien conmigo?
¿Mi vanidad?
¿Mi deseo de "mostrar que sí puedo"?
¿Mi rebeldía o venganza contra mis padres?
¿El MIEDO de caer en el pecado e irme al infierno?
¿El MIEDO de perder el apoyo de mis amigos o de una "comunidad" en particular?
¿Es la deslumbrada que algún personaje me inspiró?
¿Puedo estar completamente seguro de que es Dios, y no mis amigos o mis propias ilusiones o temores, quien me está llamando?

¿Qué quisiera haber hecho, si en estos momentos estuviera al borde de la muerte?

Este pensamiento es muy esclarecedor para nuestras dudas. Cuando no está en juego nuestra posición social, ni el qué-dirán, ni las amistades perdidas, sino cuando estás tú a punto de encontrarte con tu Dios y Salvador, es cuando puedes distinguir entre la voluntad de Dios y TU voluntad.

Recordemos que a muchos Dios no nos llama a misionar en otras partes del mundo. Por ejemplo, el caso de una jovencita de 15 años a la que Dios llamó a ser mamá. Y a educar a su hijo, a enseñarle la Biblia, a limpiar sus pañales, a llevarlo de paseo, a educarlo para que fuera un hombre hecho y derecho y guiara a millones de personas.

Sí, adivinaste. La Virgen María. No podría haberle tocado una labor más digna y al mismo tiempo más humilde.

Recuerda, que lo que se necesita, más que entrar a una orden religiosa, es el deseo firme e IRREVOCABLE de seguir la voluntad de Dios, SEA CUAL SEA (aún si ésta implica el matrimonio).

Recuerdo el ejemplo del P. Emiliano Tardif (en paz descanse): Le comentó alguien sobre un joven seminarista. "... no puedo creer que después de tantos años de seminario pudiera haber caído en la trampa del matrimonio!. El Padre Tardif, contestó sencillamente:
"No sabía que Nuestro Señor Jesucristo hubiera instituído 6 sacramentos y una trampa".

¿Por qué hay personas que se preocupan tanto, hasta el punto de requerir medicamentos, sobre su vocación? Preguntándose, día a día, si tomaron la decisión correcta. Cuántas monjas han caído en el pecado o han literalmente ESCAPADO del convento simplemente por dejarse presionar por sus amigos o por sus padres para entrar... ¿no ven que si Dios NO QUIERE que entren, no serán felices allí? No puede haber alguien que esté llamado por Dios a deprimirse.

A Dios NO LE GUSTAN los cristianos deprimidos. Si tu "vocación" (y lo pongo entre comillas) no te hace feliz, ENTONCES NO ES TU VOCACIÓN.

jueves, 3 de julio de 2014

DECÁLOGO DEL SEMINARISTA


Decálogo del seminarista
El Seminario no es un lugar. ¡Es mucho más! Es una experiencia irrepetible
 




1. El tiempo del seminarista son horas de búsqueda intensa de Cristo, de encuentro con El y con un horizonte: dejarse agarrar totalmente por el para, luego, hablar, ser y vivir en El.

2. El Seminario no es un lugar. ¡Es mucho más! Es una experiencia irrepetible. Un oasis en el cual, el seminarista, va configurándose con Jesús, aclarando ideas y , sobre todo, ahondando en el deseo de ser discípulo de Cristo.

3. Como los Magos, el seminarista, pone sus ojos en el Señor; deja la ofrenda de su juventud o de su vida ante aquel Niño que, siendo joven, será salvación de la humanidad. Como los Magos, el seminarista, no debe de perder de vista “la estrella de la fe”.

4. Jesús gusta de compañía. No quiere llevar adelante el anuncio del Reino en solitario. El seminarista, de igual forma, se deja acompañar, querer, indicar y profundizar por aquellos que conviven con él: formadores, profesores, compañeros, sacerdotes, familiares, etc.

5. El seminarista sabe que, su trabajo, es perfeccionar su formación espiritual, humana y cultural. Son recursos de los que tendrá que echar mano el día en el que, postrándose en tierra, sea sacerdote para Dios, al servicio de la Iglesia y de los hombres.

6. El amor y el conocimiento de las escrituras, el amor a la Iglesia y la noción de su historia, ha de llevar y empujar al seminarista a comprender el Dios revelado en Jesucristo.

7. El seminario es un tiempo propicio para forjar la personalidad del futuro presbítero. Una etapa en la que se disipan dudas y temores y en la que, lejos de sentirse prepotente, el seminarista contempla a un Jesús humilde que quiere formar parte de su existencia.

8. Quien no descubre a Jesús..¿puede hablar de El? ¿Está capacitado para dar testimonio de su Reino y de su justicia? Vivir con Cristo, bajar hasta lo más profundo de su corazón, debe de ser para el seminarista una aventura constantemente inacabada. A Dios nunca se le termina de abarcar ni de conocer totalmente. El seminario promueve, incentiva con cuantos medios sean necesarios, el deseo de conocer más y más a Cristo.

9. Amar a María supone acoger una de las últimas voluntades de Jesús “ahí tienes a tu Madre”. El seminarista no se siente sólo en la cruz, en las pruebas, en la noche oscura. María le acompaña siempre en su búsqueda. Le sostiene porque sabe que, el seminarista, ama y quiere seguir los pasos de su Hijo.

10. Los Magos, después de adorar, volvieron a su tierra por otros caminos. El seminarista, después de una intensa etapa de formación, adoración, conocimiento, oración y maduración personal….ha de volver a la vida por caminos muy distintos a los que el mundo desea. Ha de ser, sobre todo, “alter Christus”.


Autor: Javier Leoz | Fuente: www.javierleoz.org

jueves, 7 de abril de 2011

SACERDOTES DE HOY

Sacerdotes de  hoy



Sacerdotes no sólo por un tiempo sino siempre, que sirven con humildad, anunciando "toda" la voluntad de Dios y confiando en el Señor. Sacerdotes capaces de renovarse continuamente, velando por su propia vida espiritual para atender a los fieles que el Espíritu Santo ha puesto a su cargo. Sacerdotes que pasan en medio de las dificultades llevando el consuelo de Dios, cuidando especialmente de los pobres y los débiles. Y para todo eso, sacerdotes que se apoyan en la oración.



Tal es el perfil del sacerdote que Benedicto XVI ha trazado ante el clero romano (10-III-2011), a partir de un pasaje de los Hechos de los Apóstoles, que recoge la despedida de San Pablo de los presbíteros de Éfeso (cf. Hch 20, 17-38).



1. Ante todo, disponibilidad plena, servicio y humildad, anuncio "integral" de la voluntad de Dios y confianza en Él. Aunque a veces haya que realizar tareas no demasiado espirituales, "no se es sacerdote sólo por un tiempo; se es siempre, con toda el alma, con todo el corazón. Este ser con Cristo y ser embajador de Cristo, este ser para los demás, es una misión que penetra nuestro ser y debe penetrar cada vez más en la totalidad de nuestro ser". Servicio y humildad son dos palabras claves. Servir quiere decir "no buscar mis preferencias, mis prioridades, sino realmente 'ponerme al servicio del otro'. Y la verdadera humildad consiste en no buscar ante todo que nos vean ni dejarse llevar por el qué dirán; "no aparecer ante los hombres, sino estar en la presencia de Dios y trabajar con humildad por Dios, y de esta manera servir realmente también a la humanidad y a los hombres".



Así se entiende que el sacerdote deba predicar no las preferencias personales, sino asumir el "compromiso de anunciar toda la voluntad de Dios, también la voluntad incómoda, incluidos los temas que personalmente no agradan tanto". ¿Cómo saber dónde está la voluntad de Dios?: "La doctrina, la liturgia, la moral y la oración las cuatro partes del Catecismo de la Iglesia católica indican esta totalidad de la voluntad de Dios". He ahí la sencillez y la riqueza de la fe, donde encontramos la verdad, la belleza, la bondad de Dios.



2. También el sacerdote ha de renovarse de continuo, con el paso de los años, convirtiéndose hacia la verdadera realidad, que es Dios y no las cosas materiales, y dejando que esa realidad integre la personalidad, la inteligencia y el corazón. Y por eso es necesario "dejarme transformar, con toda mi vida, por la Palabra de Dios", por la oración, por la unidad con la Iglesia. Esto ayuda a "tener las prioridades justas", sin una preocupación excesiva sobre la salud o las condiciones del trabajo pastoral; sin permitir que un activismo de buenas intenciones destruya la vida espiritual por falta de oración; porque todo esto es condición para velar por la grey que se nos ha confiado.



3. Sacerdotes que, a la vez, no se sorprenden por las dificultades, sino que van adelante con alegría y esperanza, cuidando especialmente de los más necesitados. "La opción preferencial por los pobres, el amor por los débiles, es fundamental para la Iglesia, es fundamental para el servicio de cada uno de nosotros: estar atentos con gran amor a los débiles, aunque tal vez no sean simpáticos, sino difíciles".



Estas actitudes se resumen en la oración. San Pablo se despidió de Éfeso rezando con los presbíteros de rodillas: "Orar de rodillas quiere decir adorar la grandeza de Dios en nuestra debilidad, dando gracias al Señor porque nos ama precisamente en nuestra debilidad".



Así se perfila la sencillez y la grandeza del sacerdocio, que es don y tarea, yugo y alegría. Así son los sacerdotes que requiere la nueva evangelización.



Padre Ramiro Pellitero
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