Mostrando entradas con la etiqueta TEMAS DE APOLOGÉTICA. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta TEMAS DE APOLOGÉTICA. Mostrar todas las entradas

jueves, 27 de septiembre de 2018

QUÉ ES EL CULTO A LA SANTA MUERTE? ES COMPATIBLES CON LA FE CATÓLICA?

¿Qué es el culto a la santa muerte? ¿Es compatible con la fe católica?
Conviene señalar, para los católicos, que esta falsa devoción atenta contra el 1º Mandamiento


Por: Jorge Luis Zarazúa Campa | Fuente: PeriodismoCatolico.com // ApologeticaCatolica.org 



Se trata de una de las supersticiones más difundidas en México. He aquí algunos elementos que nos pueden ayudar a entender su difusión y a estar mejor informados para orientar a los desprevenidos.
Un culto muy extendido
El culto a la Santa Muerte parece estar de moda. En los puestos de periódicos es fácil encontrar folletos y revistas, que se ocupan de promover la «devoción» a la Santísima Muerte, como le llaman afectuosamente sus devotos.
Sus imágenes y todo lo relacionado con esta «devoción» pueden conseguirse con suma facilidad en las tiendas esotéricas y en los mercados populares.
Tanto se ha extendido su culto que muchos católicos la consideran un santo más de la Iglesia católica, tal vez porque sus promotores se encargan de difundirla con estas características, precisamente para atraer a los desprevenidos católicos. No falta algún católico «despistado» que lleva a bendecir la imagen al templo parroquial.

Un origen incierto
El origen del culto a la Santa Muerte es muy incierto, aún para sus mismos promotores. Algunos de ellos lo consideran un culto prehispánico, que sobrevivió a pesar de la oposición de la Iglesia católica.
Según los que promueven esta «devoción», se trataría de la supervivencia del culto a Mictlantecuhtli, que, en la mitología azteca, es el dios de la muerte, señor del Mictlán, el silencioso y oscuro reino de los muertos. Esta divinidad prehispánica se asemeja al dios maya Ah Duch, al que solía representársele como un cuerpo putrefacto con una cabeza casi calavérica adornada con campanas y collares de huesos y plumas.
A Mictlantecuhtli se le representaba como un esqueleto, o al menos su cabeza es una calavera. Los aztecas, con el fin de tener aplacado a Mictlantecuhtli, le enviaban regalos suntuosos, entre los que no faltaban pieles de hombres desollados para que cubriera sus huesos descarnados.
Otros difusores de este tétrico culto lo consideran de origen africano, introducido por los miles de esclavos africanos que fueron arrancados de su tierra para trabajar en los territorios conquistados en el Nuevo Mundo, aunque esta teoría es poco consistente.

Otros más aseguran que en el siglo XIX, sin llegar nunca a precisar la fecha exacta, la Santa Muerte se le apareció en una visión a un brujo chamán del pueblo de Orizaba, en el estado mexicano de Veracruz. Según esta versión, la Santa Muerte le ordenó a este chamán difundir su culto. Ella, por su parte, se comprometió a auxiliar grandemente a quien acudiera a ella en búsqueda de ayuda. A partir de allí, su culto se ha difundido tanto que encontramos comunidades en Internet que propagan esta devoción.
Idolatría y credulidad
Para ayuda de los católicos, conviene señalar que esta falsa devoción atenta contra el 1º Mandamiento, que nos manda amar a Dios sobre todas las cosas. Es, pues, una forma de idolatría, pues los «devotos» de la Santa Muerte creen que las imágenes tienen poder, que no depende tanto del tamaño de la imagen, sino de los rituales que se hacen para «consagrarla».
Los que promueven este culto señalan detalladamente el ritual necesario para «consagrarla» y colocarla en el sitio más adecuado. Según ellos, la «Señora», como también la llaman, se encargará de avisar al «creyente» si le agrada o no el lugar escogido. Esto lo hará a través de un sueño o de un suceso extraño. Si ella quiere ser cambiada de lugar, no hay más que complacerla, repitiendo todo el ritual necesario.
Las ofrendas que se le presentan a la imagen suelen ser las siguientes: manzanas, dulces, pan, licor, etc. Lo que nunca debe faltar en la ofrenda, aseguran sus devotos, es el vaso con agua, una veladora encendida y un pan. Aparte de esto, cada devoto puede ofrecerle lo que considere más conveniente.
Los días más adecuados para festejarla son el dos de noviembre y el aniversario de su llegada a cada casa.
Los devotos de la Santa Muerte la consideran una ayuda invaluable en los problemas familiares, desempleo, envidias, enemistades, cuestiones de salud, amor o cualquier otro problema.
Incluso, aseguran, la Santísima avisa oportunamente a sus devotos para que eviten accidentes, robos o cualquier otro imprevisto que atente contra la integridad del creyente.
La muerte no es una persona, es sólo un proceso biológico
Tal vez lo que favorece la extensión de este culto es su parecido con la devoción católica a los santos y a las imágenes de los santos. Pero no hay que irse con la finta. Mientras las imágenes de los santos representan a personas que vivieron en grado heroico la fe cristiana, la Santa Muerte no representa a nadie, puesto que la muerte no es una persona.
En efecto, la muerte no es otra cosa que la cesación o el término de la vida. Es sólo un proceso biológico que ocurre cuando las funciones vitales — la respiración y la circulación (expresada por los latidos del corazón) — se detienen y se da la pérdida irreversible de actividad cerebral, especialmente cuando se da la ausencia de actividad en los centros cerebrales superiores, principalmente el neocórtex.
Así, pues, la Santa Muerte no puede ayudar a nadie, puesto que no existe. No es un ser personal.
Conclusión
Aunque es comprensible la extensión de este peculiar culto, pues responde a las necesidades más apremiantes de los mexicanos, especialmente en el contexto socioeconómico actual, caracterizado por el desempleo, la pérdida del poder adquisitivo y múltiples problemas en las relaciones interpersonales, conviene señalar que no se trata de una devoción auténtica, pues conduce a la idolatría, tan condenada por las Sagradas Escrituras.
Sin embargo, hay que considerar que la popularidad de este tipo de cultos puede ayudar a que nosotros, los agentes de pastoral, podamos orientar adecuadamente al pueblo católico sobre lo inútil de este tipo de devociones. Al mismo tiempo, podemos informar oportunamente el culto católico a los santos y a sus imágenes, un culto que está completamente de acuerdo con el dato bíblico.
El hecho innegable del culto a la Santa Muerte es, en esta perspectiva, una magnífica oportunidad para promover la devoción auténtica a los santos y a sus imágenes, para purificar la religiosidad popular, añadiéndole el fundamento bíblico y del Magisterio de la Iglesia, tan rico en enseñanzas.

lunes, 23 de julio de 2018

QUÉ RELACIÓN HUBO ENTRE JESÚS Y MARÍA MAGDALENA?


¿Qué relación hubo entre Jesús y María Magdalena?
De los evangelios se desprende que María Magdalena sentía un gran amor por Jesús


Por: Juan Chapa | Fuente: PrimerosCristianos.com 




Fue, según los evangelios, la primera a la que se le apareció Jesús después de la resurrección, tras buscarlo con lágrimas (Jn 20,11-18). De ahí la veneración que ha tenido en la Iglesia como testigo del resucitado. (Ver la pregunta ¿Quién era María Magdalena?). De estos pasajes no se puede deducir ni que fue una pecadora, ni mucho menos que fue la mujer de Jesús.

Los que sostienen esto último acuden al testimonio de algunos evangelios apócrifos. Todos ellos, quizá con la excepción de un núcleo del Evangelio de Tomás, son posteriores a los evangelios canónicos y no tienen carácter histórico, sino que son un instrumento para trasmitir enseñanzas gnósticas. Según estas obras, que aunque lleven el nombre de evangelios no son propiamente tales sino escritos con revelaciones secretas de Jesús a sus discípulos después de la resurrección, Mariam (o Mariamne o Mariham; no aparece el nombre de Magdalena salvo en unos pocos libros) es la que entiende mejor esas revelaciones. Por eso es la preferida de Jesús y la que recibe una revelación especial.

La oposición que en algunos de estos textos (Evangelio de Tomás, Diálogos del Salvador, Pistis Sophía, Evangelio de María) muestran los apóstoles hacia ella por ser mujer refleja la consideración negativa que algunos gnósticos tenían de lo femenino y la condición de María como discípula importante. Sin embargo, algunos quieren ver en esta oposición un reflejo de la postura de la Iglesia oficial de entonces, que estaría en contra del liderazgo espiritual de la mujer que proponían estos grupos. Nada de esto es demostrable. Esa oposición más bien puede entenderse como un conflicto de doctrinas: las de Pedro y otros apóstoles frente a las que estos grupos gnósticos exponían en nombre de Mariam. En cualquier caso, el hecho de que se recurra a María es una forma de justificar sus planteamientos gnósticos.

En otros evangelios apócrifos, especialmente en el Evangelio de Felipe, Mariam (esta vez citada también con elnombre de origen, Magdalena) es modelo de gnóstico, precisamente por su feminidad. Ella es símbolo espiritual de seguimiento de Cristo y de unión perfecta con él. En este contexto se habla de un beso de Jesús con María (si es que el texto hay que entenderlo realmente así), simbolizando esa unión, ya que mediante ese beso, una especie de sacramento superior al bautismo y la eucaristía, el gnóstico se engendraba a sí mismo como gnóstico.

El tono de estos escritos está absolutamente alejado de implicaciones sexuales. Por eso, ningún estudioso serio entiende estos textos como un testimonio histórico de una relación sexual entre Jesús y María Magdalena. Es muy triste que esta acusación, que no tiene ningún fundamento histórico, ya que ni siquiera los cristianos de la época se vieron obligados a polemizar para defenderse de ella, resurja cada cierto tiempo como una gran novedad.

martes, 15 de mayo de 2018

QUÉ ES UNA NOVENA?


¿Qué es una Novena?




Los católicos a menudo hablan de las ‘novenas’ y, si no hay un conocimiento previo sobre esta devoción, el nombre puede resultar confuso.

¿Qué es una novena?

Las novenas son una parte antigua de la vida devocional de la Iglesia y muchos remontan el origen de su estructura hasta los días entre la ascensión de Jesús y la fiesta de Pentecostés.

El encargo final de Jesús en la tierra antes de ascender a los Cielos fue que “esperaran la promesa del Padre”.

En una ocasión, mientras estaba comiendo con ellos, [Jesús] les recomendó que no se alejaran de Jerusalén y esperaran la promesa del Padre: “La promesa, les dijo, que yo les he anunciado. Porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo, dentro de pocos días” (Hechos 1,4-5)

Dios cumplió esta promesa en la fiesta judía de Pentecostés, según se describe en el segundo capítulo de Hechos. Esta fiesta judía siempre se celebraba 50 días después de la fiesta de la Pascua judía.

Según san Lucas, Jesús ascendió al Cielo después de aparecerse a los apóstoles “durante cuarenta días” (Hechos 1,3) después de su resurrección. Esto significa que el tiempo entre la ascensión de Jesús y la venida del Espíritu Santo en Pentecostés es nueve días (sin incluir el día de la ascensión de Jesús).

Muchos cristianos vieron estos nueve días de oración como un modelo de rezo y desarrollaron devociones que consistían en nueve días (o meses) de oración por una intención específica o un santo en particular.

Este número se consideraba de inspiración divina, así que las ‘novenas’ (de la palabra latina novem, nueve), se entendían como una forma perfecta para rezar.

Una de las novenas más antiguas fue un periodo de oración de nueve meses antes de la fiesta de Navidad, en imitación del piadoso embarazo de María.

El número nueve no tardó mucho en ser empleado en todo tipo de situaciones, como una novena de misas celebradas por una persona o una novena de oraciones para la restauración de la salud. Así nació la ‘novena’ y se convirtió en parte central de la devoción católica.



© Philip Kosloski - Aleteia

lunes, 30 de abril de 2018

JESÚS, ES DIOS?


Jesús ¿es Dios?
Una pregunta que luego de casi veintiún siglos muchos se siguen haciendo. Las Sagradas Escrituras nos dan la respuesta.


Por: . | Fuente: Corazones.org 




Sí, Jesucristo es Dios; es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad (Verbo o Hijo) hecho hombre por nosotros.

Las palabras y obras de Jesús revelan su divinidad.

Algunas religiones reconocen a Jesús solo como un "gran hombre" o "profeta" y no como Dios. Eso sería imposible si tomamos en cuenta que Jesús habló y actuó como Dios. Si no fuera Dios, entonces sería un loco o mentiroso y blasfemo, tal como decían sus enemigos.

Jesús dice:

"Yo y el Padre somos uno" (Jn 10, 30)

Dios reveló su nombre como: "Yo soy". "Dijo Dios a Moisés: "Yo soy el que soy". Y añadió: "Así dirás a los israelitas: "Yo soy" me ha enviado a vosotros". (Exodo 3,14; Cf. Os 1,9). Jesús muchas veces declaró sobre si mismo: "Yo Soy". Sus palabras no dejan duda de que se trata del mismo "Yo Soy" absoluto que solo le pertenece a Dios.

"Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo" (Jn 8,23, cf Jn 17,14)

"Porque si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados" (Jn 8,24)

"Antes de que Abraham existiera, Yo Soy" (Jn 9,58)

"Soy luz del mundo" (Jn 9,5)

"Os lo digo desde ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis que Yo Soy". Jn 13,19

Muchas otras palabras de Jesús manifiestan su divinidad:

"Ahora, Padre, dame junto a Tí la misma Gloria que tenía a tu lado antes que comenzara el mundo" (Jn 17,5)

"Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy" (Juan 8,28)

"¿No crees que estoy en el Padre y que el Padre está en Mí?" (Jn 14,10)

"Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá" (Jn 11,25); solo Dios puede decir esto

"Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada". (Jn 15,5). Solo Dios puede decir esto

Jesús se declara "Hijo de Dios"

"¿Cómo le decís que blasfema por haber dicho: "Yo soy Hijo de Dios"?" (Jn 10,36)
(Los judíos acusaban de blasfemo a uno que decía que Jesús es "Hijo de Dios". Ellos saben que ese título solo puede designar a quien es divino. Jesús, sin embargo lo defiende.)

Pero Jesús seguía callado. El Sumo Sacerdote le dijo: "Yo te conjuro por Dios vivo que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo de Dios." Dícele Jesús: "Sí, tú lo has dicho. Y yo os declaro que a partir de ahora veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo". Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: "¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. (Mateo 26,63)

Relato del juicio final: Cf. Mt 25

Tomás le dice a Jesús resucitado: "Señor mío y Dios mío". Dícele Jesús: "Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído." (Jn 20,28-29). Tomás explícitamente reconoce que Jesús es Dios. Jesús responde afirmando su divinidad: "Porque me has visto has creído".

La Biblia afirma la divinidad de Jesús

Aquellos que dicen creer en la Biblia y niegan la divinidad de Jesús se contradicen.

"En el principio era la Palabra ... y la Palabra era Dios" (Jn 1,1, Cf. Jn 14)

"En El reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente" (Col 2, 9)

"Cristo... está por encima de todas las cosas, Dios bendito por los siglos" (Rom 9, 5)

"Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer" (Gálatas 4,4)

"Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero. Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el Dios verdadero y la Vida eterna" (1 Jn 5, 20)

Jesús = Dios y Salvador. -II Pedro 1,1: "Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo les ha cabido en suerte una fe tan preciosa como la nuestra".

Imagen visible del Dios invisible. -Col 1, 15-17: "El es Imagen de Dios invisible,Primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él, él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia".

Dios se hizo hombre. -Flp 2,6-7: "El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre".

El gran Dios y Salvador. -Tito 2,13: "Aguardando la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo"

Su trono es eterno. -Hb. 1, 8: "Pero del Hijo: Tu trono, ¡oh Dios!, por los siglos de los siglos; y: El cetro de tu realeza, cetro de equidad."

Jesús es:

Eterno (cf. Jn 1, 1-2; 8, 58; 17, 5 - Col 1. 17)

Inmutable (cf. Hb 13, 8)

Omnisciente (Conoce todo) (cf. Jn 1, 48; 2, 25; 6, 64; 14, 10)

Todopoderoso (cf. Mt 28, 18; Mc 4, 39; Hb 1, 3)
 
Decid a los de corazón intranquilo:
¡Animo, no temáis!
Mirad que vuestro Dios
viene vengador;
es la recompensa de Dios,
él vendrá y os salvará.
-Isaías 35,4

Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, "Aquel que es,
que era y que va a venir", el Todopoderoso.
-Apocalipsis 1,8

Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto.
El puso su mano derecha sobre mí diciendo:
"No temas, soy yo, el Primero y el Ultimo
el que vive; estuve muerto, pero ahora estoy vivo
por los siglos de los siglos,
y tengo las llaves de la Muerte y del Hades.
-Apocalipsis 1,17-18

 

lunes, 16 de abril de 2018

QUÉ QUIERE DECIR: JESÚS ESTÁ SENTADO A LA DERECHA DE DIOS PADRE?


¿Qué quiere decir: Jesús está sentado a la derecha de Dios Padre?
Esta consulta ya se la plantearon a San Agustín en el siglo IV, y aún hoy algunos la hacen


Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE | Fuente: TeologoResponde.org 




Pregunta:
Un amigo me preguntó ¿cómo se explica la afirmación de que  “(Jesús) está sentado corporalmente a la derecha del Padre”. En este caso, ¿quién está sentado a la izquierda?

Respuesta:
Estimado:

El texto al que usted hace referencia está repetidamente enseñado en la Sagrada Escritura: El Señor Jesús, después de haber hablado con ellos, fue levantado a los Cielos y está sentado a la diestra de Dios (Mc 16,19); Se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas (Hb 1,3; también en Col 3,1).

La consulta que Usted me hace ya se la plantearon a San Agustín en el siglo IV, el cual respondió que esa era una manera carnal de interpretar la expresión. Estar sentado a la derecha del Padre significa estar en la bienaventuranza, y “en la bienaventuranza eterna, todos están a la derecha, porque no hay ninguna miseria”.

Por tanto, “sentarse a la derecha” en el lenguaje figurado no tiene sentido corporal o local sino que se trata de una locución que indica el honor y la potestad dada a una persona. En el caso de la expresión “Cristo está sentado a la derecha del Padre” significa: 1º La paz, eternidad e incorruptibilidad; equivale a “habitar” en la gloria del Padre; san Juan Damasceno dice: “Por derecha del Padre entendemos la gloria y el honor de la divinidad, donde el que existía como Hijo de Dios antes de todos los siglos, como Dios y consubstancial al Padre, está sentado corporalmente después de que se encarnó y de que su carne fue glorificada”[1]; 2º Significa “conreinar”, en cuanto a tener la misma potestad judiciaria del Padre, porque Cristo (en cuanto Hombre, se entiende) está sentado a la derecha de modo único e infinitamente superior a cualquier bienaventurado, incluida la Santísima Virgen María; 3º también quiere decir que Cristo tiene el poder judicial sobre vivos y muertos.

            El Papa Juan Pablo II lo explicó en una de sus catequesis diciendo: “El Hijo que salió del Padre y vino al mundo, ahora deja el mundo y va al Padre (cf. Jn 16, 28). En este ‘retorno’ al Padre halla su concreción la elevación ‘a la derecha del Padre’, verdad mesiánica ya anunciada en el Antiguo Testamento. Por tanto, cuando el Evangelista Marcos nos dice que el Señor Jesús… fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios (Mc 16,19), en sus palabras reevoca el ‘oráculo del Señor’ enunciado en el Salmo: Oráculo de Yahvé  a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que yo haga de tus enemigos el estrado de tus pies (Sal 109/110,1). ‘Sentarse a la derecha de Dios’ significa co-participar en su poder real y en su dignidad divina.   Lo había predicho Jesús: Veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir entre las nubes del cielo, como leemos en el Evangelio de Marcos (Mc 14,62). Lucas, a su vez, escribe (Lc 22,69): ‘El Hijo de Dios estará sentado a la diestra del poder de Dios’. Del mismo modo el primer mártir de Jerusalén, el diácono Esteban, verá a Cristo en el momento de su muerte: Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre que está en pie a la diestra de Dios (Hch 7,56). El concepto, pues, se había enraizado y difundido en las primeras comunidades cristianas, como expresión de la realeza que Jesús había conseguido con la Ascensión al cielo”[2].

Bibliografía: Puede ampliar este tema en: Santo Tomás, Suma Teológica, III, cuestión 58, artículo 1; Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 659-667.

[1] San Juan Damasceno, De fide orthodoxa, 4, 2; PG 94, 1104C.

[2] Juan Pablo II, Catequesis del 12/04/1989, n.6.

martes, 6 de febrero de 2018

CÓMO SURGIÓ LA IGLESIA ANGLICANA?


¿Cómo surgió la Iglesia Anglicana?
Juraron fe, fidelidad y obediencia únicamente a la majestad del rey y no hay ninguna otra autoridad extranjera


Por: Hna. María de Roncesvalles | Fuente: ivemo.org 




El rey Enrique VIII de Inglaterra fue quien dio comienzo a la iglesia anglicana en su país, alejándose, para satisfacer sus deseos personales, cada vez más de la Iglesia Católica provocando un cisma que dividió a los cristianos. A pesar de que aun hoy pueden verse sus consecuencias, tanto la Iglesia Anglicana como la Católica trabajan en conjunto para lograr la tan anhelada unión.

Como expresó el San Juan Pablo II: (1)“El camino ecuménico es ciertamente laborioso, quizás largo”. (Novo Millennio Ineunte, 12) Pero esto no debe hacernos olvidar sus muchos progresos.

Con ocasión de la solemne entronización del arzobispo de Canterbury el Papa le hizo llegar sus saludos a la vez que lo invitó a continuar el diálogo que conduce a la unión: “Ambos sabemos que superar las divisiones no es una tarea fácil y que la plena comunión llegará como un don del Espíritu Santo.

Que el mismo Espíritu nos impulse y nos guíe ahora también para seguir buscando una solución a las cuestiones de desacuerdo doctrinal y para comprometernos con mayor profundidad en el testimonio y la misión común”.

Antecedentes y preparación del cisma 

Se puede decir con respecto al punto de vista religioso, que Inglaterra se encontraba en una situación más bien próspera.

Florecía la piedad, la devoción cristiana y cierto misticismo, esto puede verse por la cantidad de libros piadosos que se imprimían.

Pero la situación del estado eclesiástico, era bastante deficiente en todos los ámbitos, ejemplo de esto son las actas del concilio de la sede primada de Cantorbery de 1529 en donde se establecen castigos para los clérigos que practicaban la simonía.

El bajo clero manifestaba una gran ignorancia y abandono de sus ministerios sacerdotales, pero más escandalosos eran las lacras morales en el alto clero, muchos obispos y altas dignidades solo buscaban las ventajas materiales, entregaban su gobierno a otros subalternos para llevar ellos una vida mundana, en la que abundaba toda clase de vicios.

Sin embargo al principio del S XVI hubo, al menos intentos, de renovación dentro del estado eclesiástico.

Desde el punto de vista intelectual, se encontraban los gérmenes más peligrosos de rebelión contra la Iglesia y el santo Padre.

El humanismo había encontrado buena acogida entre la nobleza y las personas cultas y de más influjo social.

Juan Colet fue quien pudo ver en Italia todos los defectos de la curia romana en tiempo de Alejandro VII, y escuchar las críticas de Savonarola contra ésta.

A raíz de esto propuso en Inglaterra, volver al evangelio primitivo, contribuyendo, aunque con la mejor intención, a levantar los espíritus contra los eclesiásticos y el papado.

También Erasmo que en el 1511 compone en Inglaterra, su celebre “elogio de la locura”, donde insiste en la necesidad de una reforma, pero denigrando exageradamente a los monjes relajados, malos obispos, papas indignos y a la teología escolástica.

Si a esto sumamos la acción persistente de la herejía de Wiclef (2), que tanto contribuyó en este país para rebajar el prestigio de la Iglesia y del pontificado, se puede concluir que no fue raro que se haya generalizado un ambiente mas bien anticlerical y antipontificio.

Enrique VIII, factor decisivo en la reforma

Recibió una educación profundamente cristiana y una amplia formación teológica. En su juventud llevo una intensa vida de piedad.

Cuando subió al trono de Inglaterra en 1509, fue defensor de la causa católica durante los primeros años de su gobierno.

Al enterarse del levantamiento de Lutero, fue quien más se opuso a sus ideas y en 1521 después de la bula definitiva de condenación, mando quemar públicamente sus escritos en Londres ante la Iglesia de San Pablo.

En ese mismo año, con la ayuda de algunos obispos, escribió “Afirmación de los siete sacramentos”, dedicada al Papa León X, refutando las tesis de Lutero, por eso se le concedió el titulo de “defensor de la fe”.

Ya desde antes había mostrado una profunda adhesión a el Pontificado, recibiendo por esto, como signo de distinción, una espada y un sombrero y luego una rosa de oro.

A partir de 1525, se reunían en Cambridge, los primeros simpatizantes de la reforma luterana, de aquí salen hombres que se distinguieron más tarde en la iglesia anglicana; Cranmer, Latimer, etc. Enrique VIII, tenía a este grupo bajo vigilancia, por lo cual no pudieron hacer que las ideas se desarrollaran en otros territorios.

El rey estaba casado hacia dieciocho años con Catalina de Aragón, hija de los reyes católicos, Fernando e Isabel y tía del emperador Carlos V.

Ésta había estado casada con el hermano de Enrique VII, pero muerto éste a los pocos meses y sin haber consumado el matrimonio, el Papa Julio II había otorgado la dispensa canónica del impedimento que de este matrimonio resultaba entre Catalina y Enrique VIII.

De los cinco hijos que tuvieron solo sobrevivió, una niña nacida en 1516, que sería la futura reina. Por el decaimiento físico de Catalina, el rey vio que no podía esperar un heredero, y en tales circunstancias pensó en conseguir el divorcio de Catalina de Aragón.

Se había enamorado ciegamente de una dama de corte de la reina, Ana Bolena, que le exigía para entregarse totalmente a él, ser verdadera esposa suya y reina de Inglaterra, apoyada por su tío el duque de Norfolk que quería destruir el influjo del canciller del reino y cardenal arzobispo de York, Tomás Wolsey.

La historia de la Iglesia demostraba cuanto habían luchado los Papas en defensa de la indisolubilidad del matrimonio, sin embargo Enrique VIII, trataba de probar la nulidad del matrimonio con Catalina.

Argumentando que el romano pontífice no podía haber concedido la dispensa, del primer matrimonio de Catalina, por tratarse de un impedimento divino, diciendo que el matrimonio había sido consumado, dejaba inválida la dispensa de Julio II.

Intentaba por todos los medios probar su invalidez, o al menos que fuera anulada por un nuevo acto del Papa.

Envió a Roma a dos embajadores; Eduardo Fox y Esteban Gardiner, que obtuvieron de Clemente VII, el nombramiento de Campegio y Wolsey como delegados suyos para resolver en Inglaterra, el asunto de la nulidad de el matrimonio.

Campegio se dio cuenta que el rey quería una solución rápida y favorable al asunto, mientras que él debía hacer las cosas sin apuro, así tal vez se calmaría la pasión del rey, pero Wolsey por su parte le hizo notar que era un peligro actuar así porque el rey si no obtenía lo que quería no se detendría hasta un cisma.

Campegio le pidió a la reina que renunciase al matrimonio y entrase a la vida religiosa, pero ésta protestó indignada; de todas formas no era una verdadera solución ya que aunque ella se retirase, su matrimonio con Enrique era válido y no podía casarse con otra mujer.

Viendo que la única forma de evitar la ruptura entre la Iglesia e Inglaterra era complacer al rey, intenta obtener de Roma la facultad para resolver el asunto solo.

Pero el Papa estaba persuadido de que el matrimonio era válido y como consecuencia indisoluble, a raíz de esto se vio forzado a mantener la negativa.

Por otra parte escribía Campegio "El rey nada ve, nada piensa sino en su Ana..., y es una compasión de que manera la vida de un rey y el estado y ruina de un país están pendientes de esta sola cuestión".

Entre tanto, forzados por la impaciencia de Enrique VIII, los legados Campegio y Wolsey, debieron dar comienzo al proceso.

La reina Catalina compareció personalmente ante el tribunal, en la segunda sesión se arrojó a los pies de su marido implorándole compasión pero este permaneció impasible, ella volvió a repetir su protesta y apeló al Romano Pontífice. No volvió a presentarse ante esos jueces.

Estos actos le conquistaron la simpatía del pueblo inglés y de todo el mundo que interiormente se pusieron de su parte.

Enrique y Wolsey no hacían otra cosa que tratar por todos los medios de dar una solución favorable al tema del divorcio, pero se presentó el obispo de Rochester, Juan Fisher y desafiando las iras del monarca, proclamó que después de un intenso y profundo estudio, estaba convencido de la validez del matrimonio, y estaba dispuesto como en otro tiempo San Juan Bautista, a sacrificar su vida por la indisolubilidad del sacramento.

Sin embargo, todo fue inútil, Enrique VIII exigía la declaración de la nulidad del matrimonio para poder juntarse legítimamente con Ana de Bolena. Campegio no pudiendo darle la solución que éste deseaba y temiendo mayores males, optó por una suspensión en el proceso, alegando las vacaciones de los tribunales eclesiásticos.

El papa Clemente VII, había firmado el decreto de traslación a Roma de aquella causa.

Consumación del cisma

Esta decisión del Papa fue una noticia terrible para el rey, pero éste presionado por Ana Bolena, se decidió a pasar por encima de todo y precipitar una solución.

Pasaron dos años en los que se iba separando cada vez de Roma, pero vacilaba en tomar una decisión definitiva y trataba de seguir negociando con Roma.

La primera víctima del disgusto del rey fue Wolsey, por no haber hallado una solución favorable mientras fue legado pontificio.

Acusado de alta traición por el Parlamento por haber violado una ley del reino aceptando el cargo de legado, fue apresado el 4 de noviembre de 1530 y conducido a la Torre de Londres; pero agotado por tantos sufrimientos, murió el 29 del mismo mes, antes de llegar a la Torre, en la abadía de Leicester.

Después del breve intervalo en el que Tomás Moro ocupó la cancillería del reino, por no aceptar los deseos del rey, le sucedió en su cargo, Tomás Cromwell, principal responsable de los trágicos acontecimientos que se siguieron y con el Tomás Cranmer, catedrático de la Universidad de Cambridge en el Christ Collage, capellán de Ana Bolena y simpatizante con el protestantismo.

Cranmer le insinuó a Enrique VIII la posibilidad de recoger dictámenes de las universidades de Inglaterra y del extranjero sobre la nulidad del matrimonio.

Se obtuvieron gracias a la mediación de Gardiner y Foxe, durante el año 1530, los pareceres de las universidades de Cambridge y de Oxford. Pero este dictamen sobre la nulidad se basaba en el supuesto de que el matrimonio entre Catalina y Arturo había sido consumado, siendo ésta una suposición falsa que hacía Enrique VIII.

Se le unieron Universidades como la de Paris, Orleáns, Padua y otras y diversas personas importantes.

Todos estos dictámenes unidos a una súplica de los grandes del reino avalada con la firma de Cromwell y del arzobispo de Cantorbery, fueron presentados a Clemente VII con el objeto de obligarlo a satisfacer los deseos del rey.

Por primera vez, el rey hablaba de un cisma, porque termina la súplica aludiendo a “remedios extremos siempre desagradables en su ejecución”.

El Papa se negó decididamente a darle una respuesta favorable, tratando por todos los medios de que en Inglaterra no se dé un paso peligroso. Mientras tanto contesta el Papa a Enrique VIII, con respecto a la amenaza del cisma “No es esto una proposición digna de vuestra prudencia y religión”.

En marzo de 1530 prohibió a Enrique VIII contraer un nuevo matrimonio bajo pena de excomunión y en 1531 prohibía al parlamento y otras autoridades inglesas a resolver nada en el asunto del divorcio.

Ante esta actitud firme del Papa, el rey buscó por todos los medios que el asunto fuera resuelto solo por el arzobispo de Cantorbery y su consejo, y para presionar aún más a Roma, formuló claramente la amenaza de una ruptura de relaciones, haciéndose declarar “jefe supremo de la Iglesia en Inglaterra”.

Como ya no esperaba ninguna solución favorable decidió actuar por su cuenta, le prometió a Ana Bolena que ella sería la reina, y ya a comienzos del 1533 esperaban un hijo.

Se desposaron en secreto, pero no obstante esperaba la anulación de su antiguo matrimonio, y esto fue facilitado porque el arzobispo de Cantorbery que se hubiese negado a realizar lo que pedía el rey, había fallecido.

El rey propuso para este cargo a Tomas Cranmer, quien manifestaba su adhesión a los protestantes y se había casado secretamente con la hija de uno de los jefes luteranos. Clemente VII ignorando todo esto y con el fin de no exasperar más a el rey inglés, dio su consentimiento y las bulas para el nuevo arzobispo de Cantorbery.

Este nombramiento facilitó las cosas, se hizo votar al parlamento una ley que prohibía toda apelación a Roma y después hizo declarar a una asamblea del clero que el primer matrimonio había sido consumado, y sobre esta suposición falsa, Cranmer dio la sentencia final: la nulidad del matrimonio entre Enrique y Catalina.

Cinco días después convalidaba el matrimonio con Ana Bolena, realizado ya en privado. El 1º de junio era coronada y reconocida oficialmente la nueva reina, y el 7 de septiembre nacía la futura reina “Isabel de Inglaterra”. Estos hechos significaron la ruptura con Roma.

Principios de la separación

Clemente VII en el consistorio de 11 de julio de 1533 condenó los actos realizados por Cranmer, anulando el casamiento de Enrique con Ana Bolena. Amenazó a los tres con la excomunión si en el plazo de tres semanas no se arrepentían, después fue postergado por algunos meses.

Enrique VIII a principios de 1534 hizo votar al Parlamento, estas tres leyes:

-en la elección de los obispos, el rey debía proponer el candidato, que luego sería aprobado por el capítulo, sin intervención de Roma.

-Toda las tasas para el obispo de Roma (así sería llamado el Papa) quedaban abolidas.

- Se prohibía a los obispos publicar ninguna ley sin la aprobación del rey.

Todo esto fue hecho antes de que llegara la sentencia final de Roma, por lo tanto queda de manifiesto que el rey ya había resuelto definitivamente la separación.

Enrique VIII, trató por todos los medios de justificar su conducta, especialmente ante sus súbditos de Inglaterra.

Hizo publicar libros, entre ellos “Defensor de la paz” (3) donde queda de manifiesto su intención de ridiculizar la figura del Papa.

Le siguieron tres apologías de la supremacía real, la primera fue escrita por Foxe, bajo el título “Sobre la diferencia del poder real y pontificio”, el segundo, obra de Sampson, “Oración”, y el tercero compuesto por Gardiner es el tratado “de la verdadera obediencia”. Éste fue el más importante y eficaz en toda la campaña real, llegaba a afirmar que “sus súbditos tenían el deber de sometérsele en todo, aun en el caso en que se extralimitara en sus derechos”.

Viendo Clemente VII, que ya no existía arrepentimiento de parte del rey, pronunció la sentencia definitiva al proceso comenzado, proclamando la validez del matrimonio de Enrique VIII con Catalina, ya que la dispensa del papa Julio II había sido válida.

El mismo día que el Papa hacía esto, el Parlamento votaba la llamada “ley de sucesión”, que declaraba heredera de Inglaterra a la hija de Ana Bolena. Esta ley debía ser aceptada y jurada por todos los súbditos del rey de Inglaterra, casi todos los eclesiásticos aceptaron la voluntad del rey.

Pero peor fue el “acta de supremacía”, votada por el Parlamento, en la que se reconocía al rey como suprema y única cabeza de la Iglesia en Inglaterra y se le atribuía toda la plenitud del poder civil y de la jurisdicción eclesiástica. A esta se le añadió otra ley que le daba la facultad al rey de elegir y de deponer a los obispos.

El complemento de estos decretos y leyes lo constituyeron las llamadas “leyes de traición” por las que se declaraba reos de alta traición a los que manifestaban alguna oposición a las personas reales.

Así decía el juramento: “Juramos fe, fidelidad y obediencia únicamente a la majestad del rey y no hay ninguna otra autoridad extranjera”. Para convencer a todos los súbditos ingleses de esta superioridad, se declaró solemnemente que “según la Sagrada Escritura, el obispo de Roma no tiene más poder en Inglaterra que cualquier extranjero”.

Persecución y martirios

Tomás Cronwell, vicario del rey para los asuntos religiosos, fue elegido para aplicar estas leyes y hacerlas cumplir.

Se obligó a prestar juramento a las leyes de sucesión y supremacía a todos, tanto seglares como eclesiásticos.

Los religiosos y eclesiásticos debían de modo especial “jurar que reconocían casto y santo el matrimonio de Ana y Enrique y que se obligaban a predicar que el obispo de Roma, que en su bula usurpaba el nombre de Papa y se arrogaba la primacía, no tenia jurisdicción en Inglaterra”.

A pesar de las duras penas que se impondrían a aquellos que se negaran a este juramento, hubo muchos que se mantuvieron firmes a la Iglesia Católica y como consecuencia merecieron el martirio.

La primera víctima de este período fue la religiosa benedictina de Cantorbery, Isabel Barton, se manifestó contraria al divorcio del rey y por negarse a reconocer su supremacía fue ejecutada como reo de alta traición.

En general, la orden de los cartujos fue quien más víctimas tuvo en la persecución, también manifestaron su heroísmo los franciscanos de la estrecha observancia; el rey mandó cerrar los siete monasterios de Londres y mantuvo en prisión a doscientos de ellos.

Estas dos órdenes junto con los agustinos fueron quienes se mantuvieron firmes a Roma.

Entre las figuras que se distinguieron en la defensa de la fe católica y de la obediencia al Papa se encuentran los santos Juan Fisher y Tomás Moro.

El obispo Juan Fisher comprendía muy bien la necesidad de reformar a la iglesia, incluso en las altas esferas de la jerarquía, pero se oponía al tipo de reforma de los protestantes, y escribió cuatro libros contra ellos. Sin embargo prefería la oración y el ejemplo a la controversia. El comprendía que la verdadera reforma requiere santidad de vida pues no es sino vivir con coherencia la enseñanza de la misma Iglesia.

Con gran valentía el Obispo Fisher censuró al clero en un sínodo por su corrupción, vanidad, relajamiento y amor a las ganancias. El sabía que la mayoría del clero en posiciones altas había llegado allí por su servicio al estado o por intereses privados. Como miembro de la cámara de los Lords, Fisher vigorosamente luchó por reformas que separaran al clero de las influencias del estado. Desde allí lanzó también una severa protesta cuando se propuso en la asamblea aceptar que Enrique VIII fuese la cabeza de la iglesia de Inglaterra, se negó a prestar juramento.

Ni la amonestación de amigos y ni las amenazas de enemigos lograron hacerle ceder. El obispo Fisher sabía, como San Pablo, en quién había puesto su confianza. Trataron de envenenarlo y en una ocasión le dispararon tratando de matarlo. Pero el obispo se mantuvo fiel a su Señor.

Fisher fue llevado, a pesar de estar enfermo, a Lambeth para que jurase "la ley de sucesión". El rehusó por ser este en esencia un juramento a favor de la supremacía del rey sobre la iglesia. En Rochester fue arrestado y de los alrededores vino la gente a despedirse. Tuvo la oportunidad de arreglar sus asuntos, de dar limosnas y de pasar por las calles bendiciendo al gentío.

Al llegar a Londres fue confrontado por rehusar el juramento, a lo que Fisher dijo: "Mi respuesta es que, ya que mi propia conciencia no puede estar satisfecha, yo absolutamente rehúso el juramento. No condeno la conciencia de ningún otro. Sus conciencias podrán salvarles, y la mía debe salvarme". En Abril del 1534, el prelado de 66 años comenzó su prisión de 15 meses en la Torre de Londres.

El rey envió un mensajero confidencial para ofrecerle libertad si asentía al juramento en secreto, "solo para los oídos del rey". Su negativa selló su martirio.

Durante su prisión el Papa Pablo III nombró al obispo Fisher cardenal. El rey enfurecido dijo: "Pues ese capelo se lo colgará de los hombros, porque no tendrá cabeza para llevarlo". Lo llevó a juicio acusado de traición por negar la autoridad del rey sobre la Iglesia, lo declararon culpable.

Algunos jueces lloraban cuando lo condenaron a muerte el 17 de junio de 1535. Fue cortés con los guardias agradeciéndoles sus atenciones. Pedía a la gente que rezaran por él para que fuese valiente. Llevaba un pequeño Nuevo Testamento del cual leyó a la puerta de la Torre estas palabras: "Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese." (Juan 17,3- 5). Cerrando el libro dijo: "Aquí hay instrucción suficiente para el resto de mi vida".

Junto al verdugo dice: "Voy a morir por Jesucristo y por la Iglesia Católica. Con mi muerte quiero dar testimonio del Papa como jefe único de la Iglesia. Hasta el cielo... hijos..." Sus últimas palabras fueron del salmo 31: "En ti Señor, he puesto mi confianza". Con total dominio de sí mismo y con gran paz se dispuso al martirio. Fue decapitado con un hacha. Era el 22 de Junio de 1535.

Santo Tomás Moro

Su gran amigo, Santo Tomás Moro, era especialista en leyes, en 1516 publicó su célebre obra Utopía, que lo dio a conocer como un intelectual aventajado de su tiempo. Desde 1523 inició una verdadera batalla contra las ideas protestantes. En 1527 se mostró contrario a el divorcio del rey, pero como éste tenia mucho interés en tener de su parte a un legista como Tomás Moro, lo nombró sucesor de Wolsey como canciller; pero él renunció a su cargo en 1532 cuando se vio obligado a reconocer los actos realizados por el rey, y por consiguiente su supremacía espiritual.

Acusado en 1534 como cómplice de la monja Isabel Barton, pudo probar su inocencia, pero obligado a prestar juramento de sucesión se negó a ello, por lo cual fue encerrado en la torre de Londres.

En 1535 fue condenado a muerte y habló públicamente contra aquella ley, una vez preparado para morir, dijo a la gente que se encontraba allí, que moría “como buen servidor del rey, pero primero Dios” el 7 de julio, pocos días después de su amigo Juan Fisher, fue decapitado.

Desarrollo ulterior del cisma

Tan pronto como Enrique VIII realizó el cisma y se declaró jefe supremo de la Iglesia, determinó apoderarse de los bienes de las órdenes religiosas, para lo cual era necesaria disolverlas. Hizo, entonces decretar al Parlamento la supresión de todos los conventos y monasterios menores donde la regla era mal observada, y con este pretexto, que tapaba la codicia de los nobles y del mismo monarca, se suprimieron hasta 224 casas de hombres y 103 de mujeres.

Desde 1537 a 1540 se procedió a la supresión del resto de las casas religiosas, los monasterios mayores. De este modo, fueron desapareciendo los más celebres monasterios, que tanta gloria habían dado a las islas británicas, el 23 de marzo de 1540 fue entregada la ultima abadía, la de Waltham.

Con esto se ponía término al monaquismo en Inglaterra, de modo semejante se procedió a la destrucción de imágenes, reliquias y santuarios, pues según se decía, fomentaba la superstición.

Medidas tomadas por el nuevo pontífice

Paulo III, sucesor de Clemente VII, al recibir la noticia de los martirios de Juan Fisher y Tomás Moro, se decidió a publicar una bula que tenía ya preparada contra Enrique VIII. En ella enumera el romano pontífice, los crímenes cometidos y con palabras paternales le ruega que dentro del plazo de tres meses se arrepienta y acuda en demanda de perdón. En caso contrario se vería obligado a proceder contra él con las más severas medidas canónicas.

Este anuncio del Papa amenazaba seriamente un colapso de comercio entre Inglaterra y los países bajos.

A principios de 1536 llegó la noticia de que la reina Catalina había muerto, esto hizo concebir al romano pontífice la esperanza de un arreglo en la cuestión de Inglaterra. Poco tiempo después moría ajusticiada Ana Bolena, acusada de infidelidad al rey.

Pero de Enrique VIII se habían apoderado dos motivos que harían que no volviera al seno de la Iglesia Católica; el sentirse jefe supremo de la Iglesia y el verse dueño de sus inmensos tesoros.

Con el objeto de ayudar a los católicos ingleses, concibió Paulo III la misión de un legado en la persona de Reginaldo Pole, de origen inglés, gozaba éste de muy buen prestigio.

Fue célebre de un modo especial su obra “De la unidad de la Iglesia”, que era la respuesta católica de las tesis de Enrique VIII, pero esta misión fracasó por completo, por lo cual Paulo III, en 1538 publicó su bula, en la que excomulgaba a el rey y lo declaraba depuesto del trono, librando a sus súbditos del juramento de fidelidad.

Fórmulas de fe de Enrique VIII

El rey no quería que se infiltraran las ideas luteranas en Inglaterra, pero se apoyó en ellas cuando le ayudaban a sacudir el yugo de Roma.

En 1536 se celebro en Wittemberg una conferencia entre los teólogos luteranos y los embajadores ingleses. En esta conferencia se redactaron los diez artículos, llamados “Confesión de Wittemberg”. (4)

Vueltos a Inglaterra, presentaron estos diez artículos a una asamblea eclesiástica, hubo muchas discusiones, el mismo Enrique VIII no quiso admitirlos totalmente.

Pero éstos con algunas modificaciones, constituyen la primera fórmula de fe de Enrique VIII; no se mencionaban más que tres sacramentos, bautismo, penitencia y Eucaristía; se admitía la presencia real de Cristo, no se hacía alusión a la justificación por la sola fe, se admitía el uso de imágenes.

En 1537 convocó el rey a una nueva asamblea religiosa con el fin de revisar los diez artículos. El resultado fue la segunda formula de fe, designada como “el libro de los obispos o la instrucción de un cristiano”.

El rey mostró claramente que no tenía simpatía por la doctrina luterana, sobre todo por el peligro en que ponían la autoridad suprema del rey.

Todas sus actividades se centraban en atacar a los católicos, que no lo reconocían como jefe de la Iglesia y en los luteranos que pensaban en introducir sus nuevas doctrinas.

Hizo votar a el Parlamento la “ley de los seis artículos”, llamada “ley para abolir la diversidad de opiniones”, porque su objeto era obtener la unidad religiosa.

Con esta ley se inició un período aún más riguroso en la persecución, en la que numerosos protestantes y católicos fueron ajusticiados, tanto por negar la transubstanciación, como por reconocer al Papa como cabeza espiritual de la Iglesia.

Todavía procuró una tercera fórmula de fe, para cuya elaboración nombró una junta de obispos y teólogos, los cuales después de tres años presentaron la fórmula definitiva, que el rey impuso con su autoridad, por la que fue llamada “libro del rey”.

Esta fórmula era más extensa y más exacta sobre todo en lo que se refería a la doctrina de los sacramentos.

Enrique VIII murió en enero de 1547, cuando tenía cincuenta y seis años de edad y estaba casado por sexta vez.

Si bien al comienzo se mantuvo firme contra los esfuerzos de los innovadores, no dejando así introducir en Inglaterra ideas protestantes, no tardó en precipitar a todo su estado a la ruina.

Llevado por la pasión, se alejo del Papa, a quien antes tanta veces había defendido.

Por su avaricia y altanería quiso ser reconocido como única cabeza temporal y espiritual, con el objeto de apoderarse de sus riquezas no dudó en la disolución de los monasterios, llevando a la ruina económica y cultural a Inglaterra.

Solo fue un comienzo, después de su muerte se va consolidando poco a poco la Iglesia anglicana y su doctrina, basada en su mayoría en las ideas luteranas, que él en muchas ocasiones había atacado. La separación con la Iglesia católica es cierto que la comenzó Enrique VIII, pero fueron sus sucesores quienes hicieron más grande la distancia que los separaba con Roma.

Aunque no todos los católicos se mantuvieron fieles a Roma, si hubo algunos que demostraron con su muerte que para ellos solo había una persona a la que debían obediencia.

Estando en la cárcel, Santo Tomás le escribe a su hija Margarita…“ Hasta ahora, su gracia santísima me ha dado fuerzas para postergarlo todo: las riquezas, las ganancias y la misma vida, antes que prestar juramento en contra de mi conciencia”.

 __________________

[1] En la inauguración del nuevo encuentro entre los miembros de la Iglesia Anglicana y la Católica Romana (24.11.01)

[2] Reformador religioso inglés, uno de los precursores de la reforma. Negó la transubstanciación y tradujo la Biblia al inglés.
 ( 1324 –1384)

[3] Esta obra había sido publicada en 1324 en medio de las luchas entre Luis de Baviera contra el papa Juan XXII y siempre había sido usado para atacar a la Iglesia Católica.

[4] Los diez artículos proclamados por los ingleses reproducían casi literalmente los diez artículos de Wittemberg, redactados por Melanchton, discípulo de Lutero. 
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...