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domingo, 8 de octubre de 2017

SE PUEDE OFRECER MISAS TAMBIÉN POR LOS VIVOS?


¿Se puede ofrecer Misas también por los vivos?
Organizar Misas para los vivos es un significativo acto de caridad


Por: Monseñor Jorge De los Santos | Fuente: es.denvercatholic.org 




En los tiempos de los Macabeos (Antiguo Testamento) los líderes del pueblo de Israel afirmaban la eficiencia de las oraciones ofrecidas por los muertos para que aquellos que habían partido de esta vida, encuentren el perdón por sus pecados y la esperanza de la resurrección eterna (ver 2Mac 12,43-46).

En el Nuevo Testamento hay varios pasajes que indican un proceso de purificación después de la muerte. Por ejemplo cuando Jesucristo declara “Y quien hable una palabra contra el Hijo del Hombre, será perdonado: pero aquel que hable una palabra contra el Espíritu Santo, no será perdonado ni en este mundo ni en el que vendrá” (Mt 12,32). Habla de un perdón o no perdón posterior a esta vida.

La Tradición de la Iglesia, que se remonta hasta los primeros años del cristianismo, confirma la creencia en el Purgatorio y la conveniencia de orar por nuestros difuntos. 

El testimonio de la Tradición llega hasta nosotros por una triple vía:

1) La costumbre de orar por los difuntos en los actos litúrgicos y de forma privada.


2) Los escritos patrísticos y los santos hablan de la existencia de las penas del purgatorio.

3) Los testimonios arqueológicos como epitafios e inscripciones funerarias, en ellos se manifiesta la fe en una purificación posterior a esta vida.

En las catacumbas o cementerios de los primeros cristianos, hay aún esculpidas muchas oraciones primitivas, lo que demuestra que los cristianos de los primeros siglos ya oraban por sus muertos.

Los primeros misioneros que evangelizaron América introdujeron la costumbre, aún presente en muchos lugares, de rezar una Novena en la que los familiares se congregan para acompañar a los deudos y ofrecen a Dios oraciones por el difunto. También la Iglesia, desde tiempo antiguo, introdujo la costumbre de celebrar el día 2 de noviembre dedicado a los difuntos, día en el que los católicos vamos a los cementerios y, junto con llevar flores, elevamos una oración por nuestros seres queridos. La Iglesia Católica observa esta costumbre en todas partes; y si ella no creyera que se les perdonan los pecados a los fieles difuntos, no ofrecería por ellas el sacrificio a Dios. Según nuestra fe católica, se pueden ofrecer oraciones, sacrificios y Misas por los muertos, para que sus almas sean purificadas de sus pecados y puedan entrar cuanto antes a la gloria a gozar de la presencia divina.

Y ¿Por qué esperar a que alguien muera para celebrar Misa por él? En los velatorios, no es raro escuchar a alguien comentar con remordimiento que hubiera estado mejor si todas las flores en la habitación se hubieran mandado a las personas mientras estaban vivas, y es una gran verdad. Pero lo mismo podríamos decir de las Misas de difuntos.

Hacer el esfuerzo de organizar Misas para los vivos es un significativo acto de caridad y, puesto que la Misa es el acto de oración más poderoso en el que podamos participar para rogar por otra persona, es un profundo acto de misericordia, independientemente de qué edad tenga o en donde esté. Es bueno mandar celebrar Misas para los vivos, amigos y familiares, incluso extraños de los que has oído hablar o sobre los que has leído y que estén pasando por un mal momento o se encuentran en medio de un tragedia. Esto es un acto de amor para con ellos.

domingo, 27 de agosto de 2017

POR QUÉ YA NADIE QUIERE IR A MISA?


¿Por qué ya nadie quiere ir a Misa?
Las razones son consecuencia directa de la sociedad líquida en la que vivimos


Por: Néstor Mora Núñez | Fuente: Religión en Libertad 




“Why Nobody Wants to go to Church Anymore”  es el título de dos libros, publicados en 2013 y 2014 por Thom y Joani Schultz. Sus autores parten de una realidad que nos preocupa y mucho: “muchas personas, sobre todo jóvenes, de países con una antigua tradición cristiana, han decidido apartarse de su religión”. A partir de esta afirmación, los autores desarrollan una investigación en los entornos católicos y protestantes. Esta investigación revela cuatro razones de fondo por las que en realidad la gente decide no acercarse más a la Iglesia. Dichas razones que indican son las siguientes:

La gente se siente juzgada en la Iglesia
La imposibilidad de diálogo dentro de la Iglesia
El pensamiento de que “los cristianos son hipócritas”
La sensación de que Dios está “distante” o “muerto”
Para remediar estas cuatro razones, proponen cuatro actos de amor:

Hospitalidad radical
Conversación audaz
Humildad genuina
Anticipación divina
Quede claro que no he leído el libro y por lo tanto, no puedo juzgar la metodología que sus autores han empleado para determinar las razones. Tampoco tengo claro que razones les lleva a proponer estos cuatro actos de amor como solución. Mi experiencia me indica que las razones que los autores proponen son válidas, pero superficiales. Es decir, no se profundiza en qué hace que estas razones aparezcan con frecuencia en las excusas que se dan para alejarse de la Iglesia. Los cuatro actos de amor me hacen pensar en que no se termina de analizar el problema. Les pongo un ejemplo. Si tengo una máquina que no funciona y veo que tiene herrumbre, puedo indicar que una buena pintura antioxidante es la solución, pero aunque la aplique, la máquina no empezará a funcionar. Confundir los síntomas con las causas, no lleva a terminar más frustrados que cuando empezamos. Las razones que los autores indican son síntomas de algo más profundo y complicado de abordar.

Lo primero que echo en falta es un estudio más amplio. Es decir, ¿Por qué nos centramos en los jóvenes y no en sus padres? ¿Qué ha pasado en las últimas 3 generaciones para que esto suceda? Seguramente nos encontremos con abuelos que practicaban por costumbre social, padres que han dejado de asistir a la misa e hijos que únicamente ha recibido los sacramentos. ¿Dejamos que se estrellen los padres y a los abuelos? Por desgracia el envite pastoral se suele centrar en los jóvenes y se olvida que estos jóvenes necesitan del apoyo de sus padres para empezar a conocer y vivir la fe.

Segundo, no se habla de la cultura y la sociedad en la que vivimos. Las cuatro razones son consecuencia directa de una sociedad líquida que:

Propone que todo vale con la frase estrella “¿Quién soy yo para juzgar? Las Iglesia discierne, señala problemas y ofrece a Cristo como solución. Discernir es inaceptable para la postmodernidad.
Propone que las emociones son siempre más auténticas que el conocimiento. Cuando se ofrecen razones que contradicen lo que sentimos, no puede haber diálogo alguno. El mismo diálogo se entiende como un intercambio de sentimientos que permiten crear “tribus” de personas que sienten de forma parecida.
Propone que hay que sentir antes que saber o ser. Quien se vuelve contra los sentimientos y necesidades humanas es un hipócrita que nos quiere engañar.
Propone que el estado, el “sistema”, es el encargado de dar solución a todos los problemas de las personas. ¿Hace falta Dios cuando tenemos al estado y los servicios sociales? ¿Por qué están tan de moda las novelas y películas distópicas? En el fondo nos damos cuenta que el sistema no es una solución.
Sobre los cuatro actos de amor, no cabe duda que propician la incorporación socio-afectiva de personas que se sienten fuera de lugar en la sociedad. Es revelador que los autores no indiquen que estos cuatro actos afectivos deben ser coherentes y verdaderos. Si nos dedicamos a dar afecto y a generar un entorno socio-cultural agradable, nos convertimos en otra tribu más dentro de una sociedad postmoderna, plagada de grupos, tendencias, emotividades y estéticas. ¿Es eso a lo que aspiramos? La tendencia de generar estrategias de marketing y liderazgo dentro de la Iglesia, muestra que estamos buscando ofrecer un producto en igualdad de condiciones que otros similares. Personalmente creo que hay algo que no funciona en todo esto y no creo que consigamos mucho mundanizándonos para ser reconocidos como una opción atractiva.

Como siempre, llegamos a la misma pregunta. La pregunta del millón: entonces ¿Qué hacemos? Fijémonos en el episodio evangélico del Joven Rico, ya que tiene muchos puntos en común con lo que nos sucede. ¿Puede acercarse a Dios quien es rico? Sí, de hecho el Joven Rico entra en contacto con Cristo y le pregunta si tiene que hacer algo más.  Cristo le alaba su coherencia, pero le señala que debería dar un paso más. En la actualidad tenemos tantas cosas que es complicado aceptar la propuesta de Cristo. ¿Somos capaces de dejar atrás nuestros segundos salvadores, planes, estrategias, estructuras eclesiales o cómodos guetos eclesiales? Más bien no. La sociedad está encerrada en sus certezas humanas, sus líderes humanos, sus estructuras humanas. A la Iglesia le sucede igual, ya que está compuesta por las mismas personas.

La Iglesia le dice a Cristo: Mira como cumplo todo lo que dijiste pero cada vez somos menos. ¿Qué dijo Cristo al Joven Rico? Deja todo lo que tienes, niégate a ti mismo, toma tu cruz, sígueme. ¿No nos vale esta solución a nosotros? Si no nos vale, si decimos que es imposible soltar el lastre humano que nos aplasta, me temo que representaremos una y otra vez el mismo episodio evangélico y ante nuestra impotencia, Cristo no volverá a decir una y otra vez:

“Para los hombres eso es imposible, pero para Dios todo es posible” (Mt 19, 26) Muchos son los llamados, pero pocos los escogidos (Mt 22, 14) Dios despertar hijos de Abraham aun de estas piedras (Mt 3, 9). Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo. (Ap 3, 20)

domingo, 13 de agosto de 2017

FALTAR A MISA UN DOMINGO ES PECADO MORTAL Y CASI NADIE LO RECUERDA

Faltar a Misa un domingo es pecado mortal (y casi nadie lo recuerda)
Es una terrible realidad que abarca a las conciencias de una arrolladora mayoría


Por: Padre Santiago Gonzalez | Fuente: adelantelafe.com / steresita.com 



La frase que intitula este artículo puede sonar a “sorpresa” para muchos bautizados ya que, en realidad, en muy pocos púlpitos y catequesis se recuerda. Pero es verdad que se comete un pecado mortal (no venial) si se falta a Misa un domingo o día de precepto siempre que no haya enfermedad, imposibilidad física real o cuidado de un enfermo, tal como enseña en catecismo en su punto 2181. Pero ha de recordarse también, en estos tiempos de confusión y relativismo, que este punto de nuestro catecismo está avalado en la ley de la Iglesia Católica cuyo mandato primero dice “Oír Misa entera todos los domingos y fiestas de guardar” que a su vez se avala por la misma ley Divina ya que el tercer madato de dicha ley es “Santificarás las fiestas”. Y, aún más, este precepto eclesial se justifica sobre todo en el primer mandamiento de la ley de Dios “Amarás a Dios sobre todas las cosas”, ya que quien sea capaz de faltar a Misa por no restar un poco de tiempo a su ocio o, sencillamente, por no contrariar a otras personas, demuestra con creces que está a años luz de amar a Dios sobre todas las cosas.
Pero en este artículo yo deseo tocar una cuestión muy concreta: el masivo abandono de la Misa dominical se debe, sobre todo, a que desde un principio (catequesis de primera comunión), la inmensa mayoría de los niños/as NO saben que faltar a Misa en domingo es pecado mortal. De hecho la terrible realidad es más amplia: la mayoría de los niños no saben ni siquiera que es pecado. Luego cuando son adolescentes, y van a recibir la confirmación, la inmensa mayoría tras recibirla no vienen a Misa el domingo siguiente porque siguen sin saber que faltar a Misa es pecado mortal. Y hay efectos todavía peores: ya es muy extendida la costumbre sacrílega de faltar a Misa los domingos y luego, cuando hay ocasión extraordinaria de ir a Misa (en funeral, boda, primera comunión…) se asiste y se comulga sin haberse confesado, y sin propósito alguno de volver a la práctica dominical regular. Esto es así: un hecho indiscutible y a la vez tremendo.
Y la causa, vuelvo a repetirlo, es que no se predica de forma concreta este aspecto. Si: la doctrina está ahí, escrita, en el catecismo (punto 2181), pero, ¿de que sirve que la doctrina no se toque si casi nadie la conoce porque casi nadie en la Iglesia la predica o enseña?; y, lo que es aún peor: en realidad en muchas comunidades SI se predica sobre esto pero para decir lo contrario: que faltar a Misa en domingo NO es pecado mortal. Esta barbaridad se enseña en no pocos colegios “religiosos”, parroquias, facultades de teología y lugares similares de “formación”. Y, mientras tanto, generaciones y más generaciones de bautizados crecen en la ignorancia y la indiferencia. Si algún lector cree que exagero, ¿porqué no preguntan?…..si, pregunten a niños de su barrio, de su colegio,de su parroquia…..niños que ya han hecho la primera comunión y que, una vez celebrada la fiesta, sus padres ya no los traen más a Misa los domingos. Es una terrible realidad que abarca a las conciencias de una arrolladora mayoría.
Y, ante esto, los sacerdotes y catequistas que tocamos las conciencias de los fieles para recordarles que es pecado mortal faltar a Misa, ciertamente, nos sentimos muy poco apoyados por nuestros superiores. Pienso que ¡cuanto bien harían cartas pastorales CLARAS en este punto por parte de los Obispos, y hasta por parte del Papa!…….nos servirían para no parecer “guerreros del antifaz” que luchamos contra todos los elementos contrarios (tanto externos como internos de la Iglesia). Desde estas líneas, si algún Obispo me leyera, hago un ruego muy especial en esta dirección: una carta, sólo una carta firmada por un Prelado donde se recuerde a los fieles que es pecado mortal faltar a Misa un domingo o día de precepto. Dicho con claridad, concreción y sin ambigüedades. Todos estamos acostumbrados, si, a mensajes del tipo:
  • El domingo es el día del Señor
  • La familia unida en oración en domingos
  • La necesidad de orar en tiempo de descanso
  • El bien grande que recibimos al ir a Misa………..etc
Pues se hace URGENTE leer, firmado por un Obispo: “Faltar a Misa es Pecado Mortal”. Y punto.

miércoles, 9 de agosto de 2017

EL PODER DE LA SANTA MISA


El poder de la Santa Misa




A la hora de tu muerte, tu mayor consolación serán las Misas que durante tu vida oíste.

Cada Misa que oíste te acompañaran al Tribunal Divino y abogarán para que alcances el perdón.

Con cada Misa puedes disminuir el castigo temporal que debas por tus pecados, en proporción con el FERVOR que la oigas.

Con la asistencia devota a la Santa Misa rindes el mayor homenaje a la Humanidad Santísima de Nuestro Señor. La Santa Misa bien oída suple tus mayores negligencias y omisiones

Por la Santa Misa bien oída se te perdonan todos los pecados veniales que estás resuelto a evitar, y muchos otros de que ni siquiera te acuerdas. Por ella pierde también el demonio el dominio sobre ti.

Además, ofreces el mayor consuelo a las almas benditas del Purgatorio.

Una Misa oída mientras vives te aprovechará mucho más que muchas que ofrezcan por ti después de tu muerte.

Te libras de muchos peligros y desgracias, en los cuales quizás caerías si no fuera por la Santa Misa.

Acuérdate también de que con ella acortas tu purgatorio.

Con cada Misa aumentas tus grados de gloria en el Cielo. En ella recibes la bendición del Sacerdote, que Dios ratifica en el cielo.

Durante la Misa te arrodillas en medio de una multitud de ángeles que asisten invisiblemente al Santo Sacrificio con suma reverencia.

Consigues bendiciones en tus negocios y asuntos temporales.

Cuando oímos Misa en honor de algún Santo Particular, dando gracias a Dios por los favores pedidos a este Santo no podemos menos de ganarnos su protección y especial amor, por el primer gozo y felicidad que de nuestra buena obra se le sigue.

Todos los días que oímos Misa estaría bien que, además de las otras intenciones, tuviéramos la de honrar al Santo del día.


© Juan J. Clennon - Arzobispo de St. Louis

lunes, 10 de julio de 2017

EL VATICANO FRENA ABUSOS LITÚRGICOS EN LA MISA, QUE EL PAN Y EL VINO SEAN TALES


El Vaticano frena abusos litúrgicos en la misa, que el pan y el vino sean tales

Circular de la Congregación para el Culto Divino: es grave usar fruta, azúcar, miel y otras bebidas


Por: Doménico Agasso | Fuente: LaStampa.it 




Desde la cerveza en lugar de vino, hasta las hostias «consagradas» con una espolvoreadita de miel o azúcar para que sepa mejor, hay varios disparates en la celebración de las misas. Pero ahora la Iglesia frena los abusos litúrgicos. Hay que vigilar el origen y la calidad del pan y del vino usados en la Celebración. También hay que revisar la honestidad de los productores y cómo son tratados los productos en los lugares de venta. Hay que evitar que acaben en las estanterías de los supermercados con todo y ofertas especiales. Son algunas de las indicaciones que el Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, el cardenal Robert Sarah, da «por encargo del Santo Padre Francisco» en una carta a los obispos. 

El problema es que si hasta ahora la tarea de confeccionar las hostias y el vino para la misa estaba en manos de algunas comunidades religiosas, «hoy estos se venden incluso en los supermercados, en otras tiendas y por internet». Y entonces, el cardenal ofrece precisas indicaciones a los religiosos, por ejemplo que se garantice que los productos eucarísticos tengan certificados específicos. El ordinario, subraya el Vaticano, debe «recordar a los sacerdotes, en particular a los párrocos y a los rectores de las iglesias, su responsabilidad a la hora de verificar quién provee el pan y el vino para la Celebración y la idoneidad de la materia». 

Después se recuerdan las disposiciones ya establecidas para el pan eucarístico, sobre todo en la forma de las hostias: debe ser pan ácimo, «exclusivamente de trigo y preparado recientemente, para que no haya peligro de descomposición». No se admite añadir azúcar, fruta o miel. Así como tampoco se admiten las hostias «completamente» sin gluten. En cambio son «materia válida —recuerda la circular del Dicasterio presidido por el cardenal Sarah— las hostias parcialmente sin gluten y tales que en ellas haya una cantidad de gluten suficiente para obtener la panificación sin añadir sustancias extrañas y sin recurrir a procedimientos que desnaturalicen el pan». Sí se puede usar «materia eucarística confeccionada con organismos genéticamente modificados». Y no hay que recordar, se supondría, «que las hostias deben ser confeccionadas por personas que no solamente se distingan por su honestidad, sino que también sean expertas en su preparación y que cuenten con los instrumentos adecuados». 

El vino nunca puede ser sustituido por otras bebidas: «Debe ser natural, del fruto de la vid, genuino, no alterado ni mezclado con otras sustancias extrañas», recuerda la circular del Culto Divino, que también exhorta a tener cuidado con su conservación para que «no se convierta en vinagre. Está absolutamente prohibido usar vino cuya autenticidad y origen sean dudosos: la Iglesia exige, de hecho, certeza con respecto a las condiciones necesarias para la validez de los sacramentos. No se admita, además, ningún pretexto a favor de otras bebidas de cualquier tipo, que no constituyen materia válida». 

Para los sacerdotes que han tenido problemas de alcoholismo, la misa debe ser celebrada con el mosto y no con el vino. 


En relación con el mosto, «el jugo de uva —advierte la circular— que debe ser fresco y ser conservado suspendiendo la fermentación mediante procedimientos que no alteren la naturaleza (por ejemplo congelamiento), es materia válida para la Eucaristía». 

Sarah sugiere que «una Conferencia episcopal puede encargar a una o más congregaciones religiosas, o a otro ente capaz, que lleve a cabo las revisiones necesarias sobre la producción, conservación y venta del pan y del vino para la Eucaristía en determinado país y en otros países a los que son exportados». Se recomienda además que «el pan y el vino destinados a la Eucaristía tengan un trato conveniente en los lugares de venta». 

Don Claudio Magnoli, nombrado por el Papa consultor de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (además de responsable del servicio para la pastoral litúrgica de la arquidiócesis de Milán), explica que «después del Concilio de Trento hubo, a nivel teórico, una reflexión sobre la oportunidad de seguir utilizando pan y vino en la celebración de la Eucaristía. Efectivamente, en algunas partes del mundo falta la materia prima, a veces se sustituye en pan de trigo con otros tipos de cereales. Después de varias discusiones, la Iglesia ha establecido que no se puede cambiar la materia prima». 

Reglas claras, indica Magnoli, y no se trata de una imposición: «Que en los últimos años se hayan registrado algunos abusos es algo objetivo. En Holanda, por ejemplo, resulta que algunos sacerdotes han celebrado la misa con cerveza en lugar de vino. Jesús no dio un mandato absoluto, pero esa era la materia prima de la mesa común y tal debe permanecer. La hostia puede resultar un poco insípida, pero el sabor lo da Jesús; siempre se lo he explicado así a los chicos». 

Sin considerar los abusos, continúa Magnoli, «han también una preocupación preventiva relacionada con quienes producen la materia prima. Un poco por la crisis de vocaciones entre las monjas, que siempre se han ocupado de la preparación del pan para la Eucaristía, un poco porque en algunas partes del mundo algunos se encomiendan a empresas externas, se ha sentido la necesidad de recordar reglas precisas y correctas».


Carta de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos a los obispos sobre el pan y el vino para la Eucaristía , 08.07.2017

Carta circular a los Obispos sobre el pan y el vino para la Eucaristía

 1. La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, por encargo del Santo Padre Francisco, se dirige a los Obispos diocesanos (y a quienes se les equiparan en el derecho) para recordar que les compete, sobre todo, a ellos proveer dignamente lo necesario para la celebración de la Cena del Señor (cf. Lc 22,8.13). Compete al Obispo, primer dispensador de los misterios de Dios, moderador, promotor y custodio de la vida litúrgica en la Iglesia a él confiada (cf. CIC can. 835 §1), vigilar la calidad del pan y del vino destinados a la Eucaristía y, por tanto, a aquellos que los preparan. Con el fin de ayudar, se recuerdan las disposiciones vigentes y se sugieren algunas indicaciones prácticas.

2. Mientras que hasta ahora, por lo general, algunas comunidades religiosas se ocupaban de preparar el pan y el vino para la celebración de la Eucaristía, hoy se venden también en los supermercados, en otros negocios y a través de internet. Este Dicasterio, para no dejar dudas acerca de la validez de la materia eucarística, sugiere a los Ordinarios dar indicaciones al respecto, por ejemplo, garantizando la materia eucarística mediante certificados apropiados.
Es el Ordinario el que debe recordar a los presbíteros, en particular a los párrocos y a los rectores de las iglesias, su responsabilidad para comprobar quién es la persona encargada de proveer el pan y el vino para la celebración, así como la idoneidad de la materia.
Además, corresponde al Ordinario informar y recordar a los productores del vino y del pan para la Eucaristía el respeto absoluto de las normas.
3. Las normas acerca de la materia eucarística, indicadas en el can. 924 del CIC y en los números 319 - 323 de la Institutio generalis Missalis Romani, han sido ya explicadas en la Instrucción Redemptionis Sacramentum de esta Congregación (25 de marzo de 2004):
a)      “El pan que se emplea en el santo Sacrificio de la Eucaristía debe ser ázimo, de sólo trigo y hecho recientemente, para que no haya ningún peligro de que se corrompa. Por consiguiente, no puede constituir la materia válida, para la realización del Sacrificio y del Sacramento eucarístico, el pan elaborado con otras sustancias, aunque sean cereales, ni aquel que lleva mezcla de una sustancia diversa del trigo, en tal cantidad que, según la valoración común, no se puede llamar pan de trigo. Es un abuso grave introducir, en la fabricación del pan para la Eucaristía, otras sustancias como frutas, azúcar o miel. Es claro que las hostias deben ser preparadas por personas que no sólo se distingan por su honestidad, sino que además sean expertas en la elaboración y dispongan de los instrumentos adecuados” (n. 48).
b)      “El vino que se utiliza en la celebración del santo Sacrificio eucarístico debe ser natural, del fruto de la vid, puro y sin corromper, sin mezcla de sustancias extrañas. [...] Téngase diligente cuidado de que el vino destinado a la Eucaristía se conserve en perfecto estado y no se avinagre. Está totalmente prohibido utilizar un vino del que se tiene duda en cuanto a su carácter genuino o a su procedencia, pues la Iglesia exige certeza sobre las condiciones necesarias para la validez de los sacramentos. No se debe admitir bajo ningún pretexto otras bebidas de cualquier género, que no constituyen una materia válida” (n. 50).
4. La Congregación para la Doctrina de la Fe, en la Carta circular a los Presidentes de las Conferencias Episcopales acerca del uso del pan con poca cantidad de gluten y del mosto como materia eucarística (24 de julio de 2003,  Prot. N. 89/78 – 17498), ha indicado las normas respecto a las personas que, por diversos y graves motivos, no pueden tomar pan preparado normalmente o vino normalmente fermentado:
a)      “Las hostias sin nada de gluten son materia inválida para la Eucaristía. Son materia válida las hostias con la mínima cantidad de gluten necesaria para obtener la panificación sin añadir sustancias extrañas ni recurrir a procedimientos que desnaturalicen el pan” (A. 1-2).
b)       “Es materia válida para la Eucaristía el mosto, esto es, el zumo de uva fresco o conservado, cuya fermentación haya sido suspendida por medio de procedimientos que no alteren su naturaleza (por ejemplo el congelamiento)” (A. 3).
c) “Es competencia del Ordinario conceder a los fieles y a los sacerdotes la licencia para usar pan con una mínima cantidad de gluten o mosto como materia para la Eucaristía. La licencia puede ser concedida habitualmente, mientras dure la situación que la ha motivado” (C. 1).
5. Además, dicha Congregación ha decidido que la eucarística preparada con organismos genéticamente modificados puede ser considerada materia válida (cf. Carta al Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos acerca de la materia eucarística preparada con organismos genéticamente modificados, 9 de diciembre de 2013, Prot. N. 89/78 – 44897).
6. Los que preparan el pan y producen el vino para la celebración deben ser conscientes que su obra está orientada al Sacrificio Eucarístico y esto pide su honestidad, responsabilidad y competencia.
 7. Para que se cumplan estas normas generales, los Ordinarios, si lo estiman oportuno, pueden ponerse de acuerdo como Conferencia Episcopal, dando indicaciones concretas. Vista la complejidad de situaciones y circunstancias, así como la falta de respeto en el ámbito sagrado, se advierte la necesidad práctica que, por encargo de la Autoridad competente, haya quien garantice efectivamente la genuinidad de la materia eucarística por parte de los fabricantes como de su conveniente distribución y venta.
Se sugiere, por ejemplo, que una Conferencia Episcopal pueda encargar a una o más Congregaciones religiosas u otra Entidad capaz de verificar las garantías necesarias sobre la producción, conservación y venta del pan y del vino para la Eucaristía en un determinado país y en los países en los que se exportan. Se recomienda también que el pan y el vino destinados a la Eucaristía sean convenientemente tratados en los lugares de venta.
En la sede de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, a 15 de junio de 2017, solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.

Robert Card. Sarah
Prefecto
X Arthur Roche

Arzobispo Secretario

jueves, 16 de febrero de 2017

EL VALOR DE LA SANTA MISA


El valor de la Santa Misa




A la hora de tu muerte, tu mayor consolación será las Misas que durante tu vida oíste.

Cada Misa que a la que asististe te acompañará al Tribunal Divino y abogará para que alcances el perdón.

Con cada Misa puedes disminuir el castigo temporal que debas por tus pecados, en proporción con el fervor con el que participes.

Con la asistencia devota a la Santa Misa rindes el mayor homenaje a la Humanidad Santísima de Nuestro Señor. La Santa Misa bien vivida suple tus mayores negligencias y omisiones.

Por la Santa Misa bien vivida se te perdonan todos los pecados veniales que estás resuelto a evitar, y muchos otros de que ni siquiera te acuerdas. Por ella pierde también el demonio el dominio sobre ti.

Además, ofreces el mayor consuelo a las almas benditas del Purgatorio.

Una Misa en la que has estado presente mientras vives te aprovechará mucho más que muchas que ofrezcan por ti después de tu muerte.

Te libras de muchos peligros y desgracias, en los cuales quizás caerías si no fuera por la Santa Misa.

Acuérdate también de que con ella acortas tu purgatorio.

Con cada Misa aumentas tus grados de gloria en el Cielo. En ella recibes la bendición del Sacerdote, que Dios ratifica en el cielo.

Durante la Misa te arrodillas en medio de una multitud de ángeles que asisten invisiblemente al Santo Sacrificio con suma reverencia.

Consigues bendiciones en tus negocios y asuntos temporales.

Cuando vamos a Misa en honor de algún Santo Particular, dando gracias a Dios por los favores pedidos a este Santo no podemos menos de ganarnos su protección y especial amor, por el primer gozo y felicidad que de nuestra buena obra se le sigue.

Todos los días que vamos a Misa estaría bien que, además de las otras intenciones, tuviéramos la de honrar al Santo del día.

jueves, 12 de enero de 2017

7 PRENDAS DE VESTIR QUE DEBES EVITAR PARA ASISTIR A MISA

7 prendas de vestir que debes evitar para asistir a Misa
¿Está bien si voy a misa usando esto?



Por: H. Edgar Henríquez Carrasco, LC. | Fuente: Catholic-link.com 





«La moda no incomoda» dicen por ahí, pero hay “modas”que son ciertamente inoportunas dependiendo del lugar, del ambiente y de las personas. ¡Cuánto más cuidado pondremos en un ambiente cristiano!
Quisiera a través de este artículo darles a conocer las 7 prendas más inadecuadas para asistir a la Santa Misa. Se podrían enumerar más, pero quisiera que estas siete quedaran en nuestra memoria para evitarlas en un futuro. Algunos se sorprenderán (no es mi intención causar revuelo), pero sí quisiera dar algunas pautas para vestirse mejor durante la celebración Eucarística. Se trata principalmente de formar un criterio general para ayudar, sobretodo a quienes deben catequizar a otros sobre el respeto y el amor que tenemos los católicos a la Eucaristía.
¡Ojo! Antes de mencionarlos, es importante resaltar que estos son algunos criterios básicos, corresponde a cada uno hacer un discernimiento maduro de lo que es más adecuado dependiendo de las circunstancias que cada uno viva

¿Qué debemos evitar vestir cuando vamos a Misa?

1. Camisas deportivas (equipos de fútbol)

camiseta
Si quiero ir al estadio a ver fútbol, permitido. Si quiero pasear por el parque, permitido. Pero, ¿para ir a encontrarme con el Señor? Imagínense una exhibición de camisetas deportivas en la Iglesia, colores y equipos por doquier, viendo a “Messi” o “Vidal” decenas de veces cuando miro hacia el altar porque están en las espaldas de mis hermanos. Esto puede crear rivalidad, disgusto, distracción o molestias en la asamblea. Además es bien sabido que una prenda deportiva se usa en un ambiente deportivo, por ende debemos evitar llevarlo a Misa.

2. Short muy corto o minifalda

mini
Para la playa está bien. El sol cuando calienta puede ser insoportable, pero ¿en la iglesia? El calor no es excusa para vestir como queramos, es más, si tenemos calor, podremos ofrecerlo al Señor como muestra de amor por Él. Un short o una minifalda (en el caso de una dama) es una prenda que llama bastante la atención en un grupo humano, ¡cuánto más dentro de la iglesia! Ya me podrán decir ustedes sobre diseños, tamaños o colores, eso no importa tanto. Vestir una falda esta bien, pero una mini-falda, no.

 3. Chanclas de playa

chanclas
Aunque muchos no lo crean, sucede. Sobre todo en ambientes veraniegos donde ir a Misa está de paso entre mi casa y la playa. ¡Siempre dignos! No lo olvidemos. Aunque me lleve más tiempo cambiarme de ropa y calzado, lo haré por amor al Señor. Las chanclas de verano son para la playa, no para la iglesia. Te pones un calzado más discreto para ir a Misa y luego te los quitas para ir a la playa, ¿cuál es el problema?Que la pereza o la comodidad no intervengan en la dignidad y sobriedad que predomina en un templo católico.

 4. Sombreros o gorras

sombrero
Mi madre decía: «dentro de la casa no se usa gorra», y ahí va de nuevo, ¡cuánto más en la casa de Dios! Además de evitar tapar la vista a los demás hermanos es un gran signo de respeto. Cuando se está con alguien importante nos sacamos el sombrero o la gorra y saludamos, por lo menos así era antes y es algo que no podemos perder.Los sombreros son para protegerse del sol, pero dentro de una iglesia, ¿de qué querríamos protegernos? Es mejor evitarlo. Te lo puedes quitar y dejarlo a un lado de tu asiento o bajo el reclinatorio. Llevarlos a la iglesia está bien, usarlos dentro es inapropiado.

 5. Escotes o camisas abiertas

destapado
Esto es parte de la moda de este siglo. Al parecer la premisa es que «mientras más muestres tu cuerpo, mejor»No es así entre cristianos. Sabemos que el cuerpo es un don de Dios, es el templo del Espíritu Santo, por lo tanto lo protegemos con cautela. No andamos mostrándonos a todo el mundo, esto podría incitar distracción y provocación en los demás. Sinceramente disgusta un poco ver por la calle desfiles de jóvenes vestidos así, ¡cuanto más en la iglesia!. Vamos bien arreglados, pero dignos. Ropa abierta, medio transparente, es mejor dejarla en casa. Nuestra premisa es «mientras más dignos, mejor».

 6. Joyas, lujos y anillos exuberantes

Joyas
Esto casi no habría que explicarlo. Sabemos todos que a la iglesia no vamos a exhibir nuestros bienes o a aparentar un cierto status social. ¡Nosotros vamos a encontrarnos con Jesús! por ende todas las joyas y ornamentos exuberantes sobran en la Misa. Mientras más sobrios mejor. Algunos me dirán: «para Dios lo mejor», claro que sí ¡pero para Dios!, no para que tú hagas alarde de tus posesiones. Es admirable ver cómo grandes empresarios van a Misa, a veces, incluso pasando desapercibidos por su forma de vestir o de tratar a los demás. Tener o no tener dinero no te va llevar al cielo. La caridad con los hermanos y el amor a Dios ¡eso sí!. Así que ya sabes, las joyas en la casa bien guardadas. Así, además de evitar posibles robos, nos hacemos uno más en la asamblea de Dios, donde nadie tiene preferencias, todos somos hijos de Dios. Santiago, en su carta, nos da más luz acerca de este punto: «Supongamos que entra en vuestra asamblea un hombre con un anillo de oro y un vestido espléndido; y entra también un pobre con un vestido sucio; y que dirigís vuestra mirada al que lleva el vestido espléndido y le decís: “Tú, siéntate aquí, en un buen lugar”; y en cambio al pobre le decís: “Tú, quédate ahí de pie”, o “Siéntate a mis pies”. ¿No sería esto hacer distinciones entre vosotros y ser jueces con criterios malos?» (Santiago 2,2-4).

7. Zapatos de fútbol 

zapatos
Todos sabemos el concepto de calzado deportivo. Aquí vamos de nuevo, es deportivo. Como ya sabemos lo deportivo se usa en un contexto de deporte, pero ¿en la iglesia?, ¿para qué? Cuando organicemos un partido de fútbol parroquial, permitido. Pero para la santa misa es inadecuado. Mejor usar calzado formal y discreto. Porque ir con zapatos de montaña a jugar fútbol es inútil, lo mismo en la iglesia, asistir a Misa con zapatos deportivos es inútil.
Estas medidas no son para “encajar en un ambiente social”, como muchos podrán creer, sino para hacer de la Santa Misa un verdadero encuentro con el Señor, un lugar digno de recibirle, un lugar santo. Como cristianos y católicos estamos llamados a buscar la perfección, por ende el vestido no debería constituir ocasión para retroceder en la virtud y en la identificación con Cristo. La limpieza, el decoro, los modales y la distinción son hábitos básicos que debemos ir inculcando a las futuras generaciones, más aún en un mundo muchas veces permisivo.
«Cada Santa Misa tiene un valor infinito, inmenso, que nosotros no podemos comprender del todo: alegra a toda la corte celestial, alivia a las pobres almas del purgatorio, atrae sobre la tierra toda suerte de bendiciones y da más gloria a Dios que todos los sufrimientos de los mártires juntos, que las penitencias de todos los santos, que todas las lágrimas por ellos derramadas desde el principio del mundo y todo lo que hagan hasta el fin de los siglos» (Santo Cura de Ars).
¡Vayamos dignos al Encuentro del Señor!
Artículo originalmente publicado en Catholic-link

viernes, 28 de octubre de 2016

CINCO RAZONES PARA ANIMARSE A IR A MISA TODOS LOS DÍAS


5 razones para animarse a ir a Misa todos los días
Por María Ximena Rondón


 (ACI).- El precepto de la Misa dominical es esencial en la vida de todo católico, pero resulta aún más provechoso participar en la Eucaristía de manera cotidiana, como lo han hecho a lo largo de la historia muchos grandes santos.

En un artículo publicado en el periódico Catholic Herald, el P. Matthew Pittam, sacerdote de la arquidiócesis de Birmingham en Inglaterra, reflexionó sobre la importancia de asistir a la Eucaristía todos los días.

El sacerdote recordó las palabras de San Bernardo de Claraval para definir el valor de la Misa: “ganarás más con una sola Misa que distribuyendo todos tus bienes a los pobres o haciendo peregrinaciones a todos los santuarios más sagrados de la cristiandad”.

A continuación, 5 razones que propone el P. Pittam para asistir a Misa diariamente:

1.- Crecer en la fe

El P. Pittam indicó que es cierto que es importante ir a la Eucaristía el domingo, pero la Misa diaria “es un testimonio silencioso de la necesidad de tener una fe que se extiende toda la semana y en toda nuestra vida”.

“Solo con la Misa los fines de semana estamos reforzando la idea de que solo es posible ser católicos de domingo. La dimensión espiritual de todo eso no debe ser subestimada”, advirtió.


2.- Es el corazón de la parroquia y la Iglesia

El P. Pittam señaló que la Misa diaria es “como el latido del corazón de la vida de la parroquia” y los que asisten, aunque sean pocos,“son los que hacen que la Iglesia siga adelante”.

El sacerdote puso como ejemplo su propia parroquia donde los que asisten diariamente a Misa son “las personas que yo puedo llamar si necesito hacer algo”.

“Ellos son los que limpian la iglesia, dirigen el programa de catequesis, organizan los eventos y manejan las finanzas. Ellos también son los que mantienen la iglesia con su aporte económico y su apoyo”, refiere.

3.- Sostiene a la comunidad

La Misa diaria también tiene un rol importante en la comunidad parroquial porque, según el P. Pittam, esta une a los fieles.

Incluso en los momentos de oración antes y después de la Eucaristía como el rezo de las laudes o la adoración al Santísimo Sacramento.

Además, “la Misa diaria los ha sostenido y ayudado a crecer en su fe. La Misa diaria también les ayudó a desarrollar su relación con la comunidad”, expresó.

Aunque vaya la mitad de la feligresía a Misa diaria, para el presbítero “ellos proveerán de un firme fundamento de oración en el cual la vida de la comunidad se construye”.

“Estas celebraciones silenciosas y modestas son un tesoro que nos arriesgamos a perder en el detrimento de toda la vida de la parroquia”, subrayó.

4.- Es un gesto de acogida en momentos difíciles

El P. Pittam indicó que la gente comienza a ir a Misa todos los días cuando atraviesan tiempos de crisis como un dolor o una pérdida de un ser querido. Recordó que una mujer comenzó a ir a Misa diariamente tras la muerte de su padre.

“Ella no era una feligresa durante la semana pero empezó a venir porque sabía que estábamos ahí y que en su momento de necesidad Jesús estaría presente a través del sacramento”, contó.

“Hay algo en la Misa diaria que dice que la Iglesia está disponible para la gente. Por ello tiene consecuencias misioneras”, expresó.

5.- Forma a futuros líderes

El sacerdote señaló que la Misa diaria ha sido parte de la formación de muchos líderes de parroquias y de hacedores.

“¿Qué reemplaza esta oportunidad en las parroquias si ya no hay una celebración diaria o que se comparte en varios centros?”, preguntó.
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