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lunes, 30 de mayo de 2016

CRISTO ES LA RESPUESTA VERDADERA


Cristo es la respuesta verdadera
Si Cristo, don de Dios al mundo, es lo mejor para el hombre, entonces es imposible no vivir con gozo y alegría mi fe.


Por: P. Juan P. Ferrer | Fuente: Catholic.net 




En los hombres de hoy, es posible que la vida espiritual y religiosa esté impregnada de modos fríos, racionalistas, calculadores, lejanos todos ellos de ese talante alegre, cordial y humano que debe caracterizarnos como hijos de Dios.

Hay que decir que a veces el debilitamiento en la fe de muchos hermanos nuestros ha sido culpa de no ver en la religión a una persona, sino sólo un conjunto de principios y normas. Si nuestra religión no es Cristo, si el porqué de nuestra fidelidad no es su Persona, si en cada mandamiento no vemos el rostro de Jesús, la religión terminará agobiándonos, porque se convertirá en un montón de deberes, sin relación a Aquél a quien nosotros queremos servir. Vamos, pues, a exponer algunas de las características que deben brillar en la vivencia de nuestra fe y de nuestros deberes religiosos:

Si Cristo, don de Dios al mundo, es lo mejor para el hombre, entonces es imposible no vivir con gozo y alegría profunda la fe, es decir, la relación personal del hombre con Dios. Muchas veces los cristianos con nuestro estilo de vivir la fe, marcado por la tristeza, la indiferencia, el cansancio, estamos demostrando a quienes buscan en nosotros un signo de vida una profunda contradicción.

El cristianismo es la religión de la alegría y no puede producir hombres insatisfechos. Al revés, la religión vivida de veras, como fe en Jesucristo, confiere al hombre plenitud, gozo, ilusión. Frente a todas las propuestas de felicidad, que terminan con el hombre en la desesperación, Cristo es la respuesta verdadera que no sólo no engaña sino que colma mucho más de lo esperado. Esta certeza debe reflejarse en nuestro rostro, rostro de resucitados, rostro de hombres salvados.

Si Cristo está vivo y es Hijo de Dios, mi relación con él tiene que ser mucho más personal, cercana e íntima. Tal vez ha faltado en muchas educaciones religiosas ese acercamiento humano a la figura de Cristo, un acercamiento que nos permite establecer con él una relación más cordial y sincera, como la que se tiene con un amigo. Es fácil comprender por qué con frecuencia la vida de oración de muchos creyentes es árida, seca, distraída. No se entra en contacto con la Persona, sino sólo tal vez con una idea de Dios, aun dentro del respeto y de la veneración.

De ahí el peligro para muchos hombres de racionalizar la misma oración, convirtiéndola en reflexión religiosa, pero no en experiencia de Dios. Lógicamente la fe se empobrece mucho así. Y no debe ser así. La fe ha de ser vivida como experiencia personal de Cristo, y por tanto en un clima de cordialidad y de cercanía.

Si Cristo es, en fin, la esperanza del mundo, de la que hablaron Moisés y los profetas, entonces hay que vivir en la práctica la fe con seguridad y convencimiento. Podemos dar la impresión los cristianos de que creemos en Cristo, pero no lo suficiente como para abandonar otros caminos de felicidad al margen de él, de su Evangelio, de su Persona. Y esto en la vida se convierte en una contradicción práctica.

Aparentamos tener lo mejor, pero nos cuidamos las espaldas teniendo reemplazos. Es como si afirmáramos que tal vez la fe en Cristo no es del todo segura y cierta, que tal vez él nos puede fallar. El mundo necesita de nosotros hoy la certeza de nuestra fe, una certeza que nos lleve a quemar los barcos, porque ya no los necesitamos, seguros como estamos de que hemos elegido la mejor parte.

¡Cómo se necesita en estos momentos en nuestra vida de cristianos y creyentes estas características en nuestra relación con Dios¡


 Un estilo de fe lleno de gozo y de entusiasmo.
 Una relación con Dios cercana y cordial.
 Una certeza absoluta de Dios como lo mejor para el hombre de hoy.

En esta sociedad en que por desgracia la fe se ha convertido en una carga, hacen falta testigos vivos de un Evangelio moderno y verdadero. En este mundo en que falta alegría en muchos cristianos que viven un poco a la fuerza su fe, hacen falta rostros alegres porque saben vivir su religión en la libertad. Y en este peregrinar hacia la eternidad en el que muchos creyentes miran hacia atrás acordándose de lo que dejan, hacen falta hombres que caminen con seguridad y certeza, sin volver los ojos atrás, hacia el futuro que Dios nos promete.

sábado, 14 de mayo de 2016

POR QUÉ EL PEZ ES TAMBIÉN UN SÍMBOLO DE LOS CRISTIANOS?


¿Por qué el Pez es también un símbolo de los cristianos?
El símbolo del Pez no despertó sospechas cuando se adoptó como símbolo cristiano en tiempos de persecución


Por: María Lourdes 




El Evangelio de Juan muestra cómo Jesús Resucitado aparece a siete discípulos suyos junto el lago de Tiberíades con pan y pescado sobre brasas. Dirigiéndose a San Pedro: «toma el pan y se lo da, y lo mismo con el pescado.” (Jn. 21,13)

El pan y el pescado recuerdan la multiplicación milagrosa de panes y peces, prefiguración del Banquete de la Eucaristía.

Pero, según "Simbolismo del Ichthys" de la Enciclopedia Católica, la popularidad del símbolo entre los primeros cristianos no se debe a esa referencia bíblica:

"La popularidad del pez como símbolo cristiano se debe al famoso acróstico que consiste en que las letras iniciales de cinco palabras griegas que forman la palabra griega que significa pez (Ichthys), que describen brevemente quién es cristo y la razón de que sea adorado por los creyentes : "Iesous Christos Theou Yios Soter", i.e. Jesús Cristo hijo de Dios Salvador. (ver el discurso del emperador Constantino , “Ad coetum Sanctorum” c. xviii.)

Más aún, San Agustín explica:



"Místicamente, es el pez asado figura de Cristo crucificado; El mismo es el pan que bajó del cielo. A éste está incorporada la Iglesia para participar de la bienaventuranza eterna." (in Ioannem, tract., 123, en “Catena Aurea” de Sto. Tomás de Aquino).

El símbolo también tenía usos muy prácticos para los primeros cristianos.

"No es improbable que esta fórmula se originara en Alejandría y se usaba como protesta contra la apoteosis pagana de los emperadores. En una moneda de Alejandría de tiempos de Domiciano ( 81-96) este emperador se dice Theou Yios: «hijo de dios»." (Enciclopedia Católica)

El acróstico se hizo popular en el siglo II como expresión de fe en la Divinidad del Señor, y el pez en sí fue muy popular como símbolo de los cristianos en el siglo III, apareciendo en muchas catacumbas, por ejemplo. El pez era un símbolo pagano de fertilidad en tiempos romanos [y para los chinos lo sigue siendo de longevidad y de prosperidad]. Por eso era tan común, que no despertó sospechas cuando se adoptó como símbolo cristiano en tiempo de persecución.

Los cristianos, para ver si alguien con quien se encontraban era cristiano también, trazaban un arco para ver si la otra persona terminaba de dibujar la figura del pez, expresando así su fe en Cristo.

"Los que creían en este Ichthys místico eran pequeños peces según el bien conocido paisaje de Tertuliano (De baptismo, c.1): «nosotros, pequeños peces, siguiendo la imagen de nuestro «Ichthys», Jescristo, nacemos en el agua». La asociación de «Ichthys» con la Eucaristía está muy enfatizada en el epitafio de Abercius, obispo del siglo segundo, de Hierópolis en Frigia […] y en el epígrafe algo posterior de Pectorius de Autun." (Enciclopedia Católica)

La asociación del símbolo del pez con los mismos cristianos refleja la promesa del Señor a sus primeros Apóstoles cuando les llamó:

"Venid conmigo y os haré pescadores de hombres” (Mt. 4,19)

Además: "La asociación de «Ichthys» con la Eucaristía está muy enfatizada en el epitafio de Abercius, obispo del siglo segundo, de Hierópolis en Frigia […] y en el epígrafe algo posterior de Pectorius de Autun." (Enciclopedia Católica)

Somos peces «pescados» del mundo por medio del Bautismo, que nos saca del agua a una nueva vida en Cristo, en la que somos alimentados por Él mismo en la Eucaristía

Así lo pone en labios del Señor, Santa Catalina de Siena, (1347-1380) en «El diálogo» [Traducción mía de una versión en inglés]:

Del estado excelente del alma que recibe el Sacramento en gracia

Mira, queridísima hija, en qué estado excelente se encuentra el alma que recibe (como debería de hacer) este Pan de Vida, esta Comida de los Ángeles. Recibiendo este Sacramento, habita en Mí y Yo en ella, como el pez en el mar, y el mar en el pez. Así habito en el alma, y el alma en Mí, el Pacífico Mar.

En ese alma habita la gracia ya que, como ha recibido este Pan de Vida en un estado de gracia, Mi gracia permanece en ella, después de que los accidentes del pan hayan sido consumidos. Te dejo una impresión de gracia, como hace un sello que, cuando se levanta de la cera caliente sobre la que ha sido impresa, deja su impresión, de la misma forma la virtud de este Sacramento permanece en el alma, eso es, el calor de Mi Divina Caridad, y la Piedad del Espíritu Santo.

También permanece en ti la sabiduría de Mi Único Hijo, por la cual el ojo de tu intelecto ha sido iluminado para ver y para conocer la doctrina de Mi Verdad, y, junto con esta sabiduría, participas en Mi fuerza y poder, que fortalecen el alma contra su amor propio sensual, contra el Demonio, y contra el mundo. […]

El Abismo de Mi deseo amoroso por tu salvación te ha dado, por Mi dispensación y Divina Providencia viniendo en ayuda de tus necesidades, esta dulce Verdad como Comida en esta vida (donde sois peregrinos y caminantes), para que podáis tener refresco, y no olvidar el beneficio de la Sangre. Mira entonces con qué estrechez estáis limitados y obligados a devolverme amor, porque os amo tanto, y, siendo el Bien Supremo y Eterno, merezco vuestro amor.

lunes, 2 de mayo de 2016

NUNCA A LA OTRA ORILLA


Nunca a la otra orilla



Cuántas veces ansiamos maravillosos jardines que se ven a lo lejos en el horizonte, mientras nos olvidamos de aspirar la fragancia y admirar la belleza del rosal plantado junto a nuestra ventana. Gran parte de la infelicidad humana nace de no valorar todo lo que tenemos (tal esposa/o, hijos, casa, auto, etc.) y dejarnos arrastrar por la envidia comparándonos con los demás.

¿Por qué miras siempre hacia el otro lado? ¿Por qué piensas siempre que los otros, amigos, conocidos y vecinos, son más dichosos, y dices con ligereza: “A los otros les va mucho mejor, y yo doy lo mejor de mí y no llego a nada”? La otra orilla siempre es más bella. Yace muy lejos. Como petrificado, miras fijamente hacia la bella claridad. Jamás tuviste en cuenta que también los de la otra orilla te observan y piensan que posees mucha más felicidad, pues ellos solo ven tu parte agradable. Tus preocupaciones no las conocen. Vivir feliz es un arte. Para ello conviene sentirse satisfecho. La felicidad no está en la otra orilla. ¡Está en tu forma de ver tu orilla!  Aprecia la orilla donde Dios te puso, y no creas que la otra es la mejor, pues Dios te puso donde debes estar.

Enumera tus bendiciones, todo lo positivo y gratificante que hay en tu propia vida, y tendrás sentimientos de gratitud y alegría que te harán feliz. Está siempre atento para no dejarte atrapar de la insatisfacción y descontento que paralizarían tus energías. El desafío de tu vida es florecer allí donde Dios te ha puesto, con la esposa/o que elegiste, con los hijos que Dios te ha dado.


* Enviado por el P. Natalio

martes, 19 de abril de 2016

LA PRESENCIA DE DIOS EN LO PEQUEÑO Y COTIDIANO


La Presencia de Dios en lo pequeño y cotidiano
Dios se comunica con nosotros de múltiples maneras, solo hay que saber oírlo y verlo en las pequeñas cosas cotidianas.


Por: Oscar Schmidt | Fuente: www.reinadelcielo.org 




Tomás de Kempis nos aconseja en su inmortal obra "La imitación de Cristo" (escrita varios siglos atrás): "Atender  a qué es lo que se dice y no a quién lo dice".

Dios se comunica con nosotros de múltiples maneras, solo hay que saber oírlo y verlo en las pequeñas cosas cotidianas. Muchas veces esperamos grandes manifestaciones, cuando en realidad Dios es el Rey de lo pequeño, lo humilde, cuando actúa aquí en la tierra. Toda la Gloria y Omnipotencia de Dios, se transformó en humildad y pequeñez cuando EL se manifestó, hecho hombre, entre nosotros. Una cueva en Belén, el hogar mas humilde, una vida escondida, todo señala la pequeñez como puerta hacia la Santidad. Los hechos, las obras, las más simples expresiones de nuestra voluntad,  son el signo de nuestro estado espiritual. Ni grandes manifestaciones, ni una vida extremadamente visible u ostentosa, nada de eso fue enseñado a nosotros a través del ejemplo dado por Jesús, a lo largo de Su vida en la tierra, como Criatura/Dios. El nos enseñó con los hechos, con Su Palabra. Y quienes lo juzgaron y condenaron, simplemente miraron quien hablaba, olvidando o pasando por alto el mensaje.

¡Se mató al mensajero, en la Cruz!.

¿Cuantas veces en este mundo vemos que se hace lo mismo?. Se da valor a las ideas  o a las obras a partir del prestigio del autor, y se descartan enormes mensajes para la humanidad, simplemente por no aceptarse a los mensajeros más humildes, más pequeños,  más simples. Pero la trampa es más compleja aún, ya que para llegar a ser respetado se debe adherir a  las reglas del mundo: vanidad, egocentrismo, corrupción, envidia, poder, etc.

De este modo, se vuelve muy difícil llegar a difundir las buenas obras, desde mensajeros basados en la humildad, la pequeñez, la sinceridad, el amor, la unión verdadera y la entrega.


¿Cuantos casos como la Madre Teresa pueden pasar los filtros que el mundo pone?.

¿Cuantos quedan en el camino?.

Sepamos escuchar a Dios, El está dentro nuestro, en las cosas pequeñas, en los mensajes de humildad y sencillez. Y sepamos verlo en aquellos a los que el mundo condena por no cumplir con sus estándares, aquellos que solo quieren vivir en la simpleza del día a día. Los modelos a imitar muchas veces están mas cerca de nosotros de lo que pensamos, solo hace falta prestar atención, poner una mirada a nuestro alrededor, y descubrir la Presencia de Dios donde menos la esperamos.

domingo, 17 de abril de 2016

EL CAMINO


El camino


Jesús es la “gran noticia” que necesita el hombre de hoy. Es la única respuesta a tus más íntimas aspiraciones. Él es el Camino, la Verdad y la Vida. La ciencia y la tecnología hacen más confortable el cotidiano vivir, pero no alivian el corazón que sufre ni liberan de la angustia: nada reemplaza la presencia de Dios en ti y el amor de Jesús que ilumina tu vida.

Un explorador inexperto se perdió en medio de la tupida y peligrosa selva africana. Por fin, tras varias horas de caminar, se encontró con un nativo a quien le rogó:
— ¿Me puede mostrar usted el camino a través del bosque, por favor? Ya habían avanzado un buen trecho, cuando el explorador empezó a dudar y preguntó al guía:
—Disculpe, señor, ¿es éste el camino? El nativo respondió:
—Señor, aquí no hay caminos; confíe en mí, yo soy el camino.

Los primeros cristianos eran conscientes que para llegar a Dios había que recorrer el camino de Jesús. Como Buen Pastor va adelante guiando a sus ovejas porque, hoy como ayer, hay también muchos caminos de mentira y engaño que terminan en una vida sin sentido. ¡Gracias, Jesús, tú me llevas por el camino seguro de la verdadera vida!

Enviado por el P. Natalio

miércoles, 13 de abril de 2016

BUSCAR A JESÚS CON CONFIANZA


 

Buscar a Jesús con confianza
Desde la humildad podemos suplicar insistentemente a Jesús. ¿Qué necesidad tenemos y queremos pedir a Jesús?


Por: P. Guillermo Serra, LC | Fuente: la-oracion.com 




La oración es mirar a Jesús con la confianza de un niño; caer a sus pies con la confianza de un enfermo y suplicarle con insistencia con la confianza de un pobre. Él está cerca de ti, viene como Padre, médico y rey de tu corazón, no temas, acércate y tu alma gozará de su presencia y de su amor. Es la fe la que te dará alas para llegar hasta Él.

Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva». Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía. (...) Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?» Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No temas; solamente ten fe». Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. Entra y les dice: «¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de él. Pero él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: «Talitá kum», que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate». La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer. (Mc 5, 22-24; 35-43)

Buscar a Jesús

Mis ojos en tu mirada y tu mirada en mis ojos
Acudir a Jesús es ponerse en camino, estar atento a sus señales, sus huellas, sus palabras. Es oír de Él para buscarlo a Él. Buscar sus huellas es el primer paso. Abrir el corazón y la mente para que el mundo y los hombres nos hablen de Él. La oración es vivir sus huellas, tener hambre de Él para que poniéndonos en su presencia se nos revele, nos regale su mirada, su Palabra, su vida y su corazón.

Jairo era un personaje importante, jefe de la sinagoga, donde los judíos daban culto. Había escuchado del Maestro Jesús. Un nuevo profeta con sabiduría y poder. En un principio vio en Él al médico que podría curar a su hija. Tenía una gran necesidad de encontrarlo, pues Él quizás podría darle el regalo de curar a su hija gravemente enferma. Busca, pregunta, sale de sus seguridades y con la mente y su corazón puestos en su hija, lo encuentra.

Su búsqueda ha dado su fruto, está allí, en medio de la muchedumbre. Se acerca con cautela al inicio pero con decisión. No puede perder tiempo, tiene que reclamar su atención, su hija está grave.

Así es también nuestra oración, está búsqueda del maestro nos tiene que llevar a salir de nosotros, de nuestras seguridades, del afán de controlar nuestra vida, de ser creadores de nuestra propia felicidad para salir a la búsqueda de quien no sólo da la felicidad, sino de quien es la Felicidad. Muchas veces Dios usa la cruz, la enfermedad, la soledad, la tristeza como medios para salir en búsqueda de su corazón. Así nuestros ojos tan centrados en nosotros mismos volarán hasta los de Cristo y entonces, podremos experimentar la alegría de ser penetrados por la mirada de Aquel que nos consuela porque nos conoce y nos ama.

Mis rodillas se doblan irresistiblemente ante ti
El cruzar la mirada con la de Jesús lleva a la acción. Más bien a la pasividad de la acción: Jairo se deja caer de rodillas en signo de adoración, admiración, pequeñez, súplica. El amor expresado en una mirada suaviza el corazón, debilita todo miedo y da paso a este signo de sumisión y de entrega total en las manos de Dios.

Ponerse de rodillas ante Dios es señal de abandono, de seguridad puesta a los pies del Maestro. De rodillas no tenemos facilidad de movimientos, no podemos huir, no nos podemos defender. Sí, la oración verdadera es un acto de humildad, de presentarnos indefensos ante el amor de Dios. ¿Cuántas veces vivimos defendiéndonos del amor de Dios, del camino estrecho de su seguimiento, de la cruz? Cuanto más recemos y estemos en su presencia, más humildes seremos, más cerca de la tierra estaremos y así recordaremos nuestro origen y la necesidad de Dios.

Pero Cristo no quiere humillarnos. Nos deja así de rodillas para que levantemos la mirada, olvidándonos de nosotros mismos, para así contemplar su mano que se tiende para levantarnos, sostenernos y acariciar nuestras heridas. El ejercer su poder sobre nosotros a través del amor incondicional y constante.

Por eso puedo decir que la oración debe ser para mí un doblar irresistiblemente las rodillas ante su amor, un sentirme seguro en mi inseguridad, un humillarme para ser exaltado por su mano que se tiende para sostenerme, acogerme, y abrazarme.

Levantados por Cristo podemos pedir con confianza
De rodillas se ve el mundo desde una perspectiva distinta. No hay escapatoria, vemos todo más cerca del suelo y más lejos del cielo. Pero Cristo no nos quiere allí tendidos. Nos permite unos minutos, unas horas en esa postura espiritual porque sabe que nos hace bien.

Al inicio de la oración hemos buscado salir de nosotros mismos, lo hemos buscado a Él, hemos llegado hasta su mirada y sus ojos nos han penetrado el corazón. Esta fuerza poderosa de Jesús nos ha "derribado" hasta el suelo y de rodillas nos hemos reconocido pecadores, enfermos, pobre, necesitados de su amor.

Ahora, con nuestro corazón bien dispuesto podemos pedir lo que más necesitamos. Desde la perspectiva de la humildad podemos suplicar insistentemente como lo hizo Jairo. ¿Qué necesidad vital tenemos y queremos pedir a Jesús? Entremos en nuestro corazón desde la humildad y veamos qué queremos, necesitamos, amamos para presentarlo al divino Maestro. Tenemos la seguridad de que Él conoce nuestro corazón mejor que nosotros y desde antes de que se lo pidamos, ya se encuentra nuestra petición en su corazón. Por eso, cuando Él nos levanta, nos vuelve a mirar y nos escucha ya sabe lo que necesitamos.

El final de esta historia de Jairo ya lo conocemos: Cristo le dice, "no temas, ten fe" y lo demás, sucede porque ya estaba escrito en el corazón de Jesús.

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martes, 12 de abril de 2016

QUÉDATE CONMIGO SEÑOR!!


Quédate Señor conmigo



Quédate Señor conmigo, porque necesito tenerte presente para no olvidarte. Tú sabes que fácilmente me olvido de Ti.

Quédate Señor conmigo,  porque soy tan débil y me hace tanta falta tu fortaleza para no caer tan a menudo en el pecado.

Quédate Señor conmigo, porque Tú eres mi vida y sin Ti no tengo ni sentido, ni esperanza.

Quédate Señor conmigo, porque Tú eres mi luz, y sin Ti estoy en la oscuridad.

Quédate Señor conmigo, para que me muestres cuál es Tu Voluntad.

Quédate Señor conmigo, de manera que pueda oír Tu voz y seguirte.

Quédate Señor conmigo, porque deseo amarte más y más y estar siempre en tu compañía.

Quédate Señor conmigo, si de veras quieres que yo te sea siempre fiel, no me dejes solo.

Quédate Señor conmigo, porque así como soy de pobre y así como es de pobre mi alma, deseo que aun así sea un pequeño lugar de consolación para Ti una morada para tu amor.

Quédate Señor conmigo, porque en la oscuridad de ésta vida con todos sus peligros me haces tanta falta.

Quédate Señor conmigo, ayúdame a reconocerte como lo hicieron los discípulos al partir el Pan, de manera que en cada comunión Eucarística encuentre yo la luz que disperse la oscuridad y que cada Eucaristía sea el poder que me sostenga.  La única alegría de mi corazón.

Quédate Señor conmigo, porque a la hora de mi muerte quiero hacerme uno contigo, si no puedo hacerlo ese día por la Comunión que al menos sea por tu gracia, tu Misericordia y tu Amor.

Quédate Señor conmigo, quédate Jesús, no pido grandes consolaciones divinas, ni dones, porque sé que no los merezco, solo te pido el gran regalo de tu presencia.  Oh si, solamente pido esto de ti Señor.

Quédate Señor conmigo, porque solamente a Ti ando buscando, busco tu Amor, tu Gracia, tu Voluntad, tu Corazón, tu Espíritu, porque te amo y no pido otra recompensa que poder amarte más y más con un amor más fuerte y activo.   

Quédate Señor conmigo, mira que se está haciendo tarde en mi vida, los días se terminan, la vida va pasando y la muerte, el juicio y la eternidad  cada vez están cada vez más cerca.

Señor, yo necesito renovar hoy mi fortaleza de manera que no me detenga en el camino, y para eso Señor me haces falta Tú.

Se está haciendo tarde y la muerte se aproxima día a día y tú sabes Señor que le tengo tanto miedo a la oscuridad, a las tentaciones, a la aridez, a la cruz, a los problemas, a las penas.

Oh cuánto te necesito mi Jesús, en esta noche, concédeme Señor que pueda amarte con todo mi corazón mientras esté vivo de manera que pueda seguir amándote a la perfección por toda la eternidad. 

Mi querido Jesús.

Amén.      

miércoles, 6 de abril de 2016

JESÚS TE MIRA




Jesús te mira



Cuenta la Biblia que cuando José era esclavo en Egipto, la mujer de su patrón lo instigaba día tras día a cometer un grave delito. Educado desde su niñez a vivir en la presencia de Dios, le dijo terminantemente que no estaba dispuesto a ofender a Dios. La perversa mujer encontró el modo de calumniarlo, y Putifar, su esposo, lo mandó a la cárcel. Una anécdota humorística.

Un ladrón a la media noche se mete en una casa a robar. Entra por una ventana y, cuando está adentro en la oscuridad, oye una voz que dice: —¡Jesús te está mirando! Entonces, el ladrón se asusta y se detiene. Luego como ve que no ocurre nada, continúa. Y de nuevo la voz le dice: —¡Jesús te está mirando! El ladrón asustado prende la luz y ve que la voz venía de un loro que estaba en una jaula, y el ladrón le dice: —¡Ahhh, que susto me diste! ¿Cómo te llamas, lorito? Y el loro le responde: —Me llamo Pedro. —Pedro es un nombre extraño para un loro. Y el loro le contesta: —¡Más extraño es el nombre Jesús para un Doberman!

Una vez Dios le dijo a Abrahán, bisabuelo de José: “Camina en mi presencia y sé perfecto”. Esta enseñanza pasó de padres a hijos. José, persuadido de que el Señor veía y conocía incluso sus pensamientos y deseos, desde pequeño llevó una vida santa y justa. Y Dios lo premió con el don de interpretar los sueños. Por medio de este talento salió de la cárcel para sentarse en un trono junto al Faraón de Egipto. Amigo/a, trata de vivir en la presencia del Señor con santidad y justicia.


* Enviado por el P. Natalio

miércoles, 9 de marzo de 2016

JESÚS DAME TU LUZ


Jesús dame tu luz



Jesús dame tu luz, para que encuentre sentido a mi vida.

Jesús dame tu luz, para que sepa vivir con alegría.

Jesús dame tu luz, para que sepa compartir mi vida.

Jesús dame tu luz, para que deje de lado mis tristezas.

Jesús dame tu luz, para que deje atrás todas mis dudas.

Jesús dame tu luz, para crecer y  madurar.

Jesús dame tu luz, para saber lo que quieres de mi.

Jesús dame tu luz, para librarme de tanto consumismo.

Jesús dame tu luz, para ayudar a cuantos lo necesitan.

Jesús dame tu luz, para no tener miedo a lo que pidas.

Jesús dame tu luz, para romper mis comodidades.

sábado, 27 de febrero de 2016

CRÍTICAS, BURLAS Y TRAICIONES A JESÚS


Críticas, burlas y traiciones a Jesús.
Jesús, ¿tuvo enemigos? ¿Cómo actuó frente a ellos? ¿Los condenaba? ¿Quién estaba detrás de aquéllos que decidieron darle muerte y convertirse en sus enemigos?


Por: P. Antonio Rivero, L.C | Fuente: Libro Jesucristo. 




Cuando uno lee el Evangelio se extraña de que hubiera gente que tuviera enemistad y malquerencia contra Jesús. Si Jesús es bondad, mansedumbre, comprensión, corazón abierto, ¿cómo hay quienes no le quieren? No se entiende por qué tuviera enemigos. Esto tiene que ser obra del gran enemigo que quiere servirse de algunos para deshacerse de Jesucristo, que es la Luz, el Camino, la Verdad y la Vida. Todas las potencias del mal se abalanzaron contra el Justo. La envidia, el odio, la soberbia, la mentira, la falsedad se unieron para destruir al Santo. ¿Por qué? ¿Quién venció en esta lucha?

Durante su vida terrena Jesús tuvo personas que no quisieron aceptar su misión salvadora. La postura que Él adoptó frente a ellas fue la de convertirlas y atraerles a su divino corazón, unas veces con palabras suaves, otras, exigentes; unas veces, prefirió el silencio respetuoso; otras, la frase sagaz e inteligente. No a todos pudo conquistar para su Padre, porque les respetó la libertad. Pero Él vino para salvar a todos.

¿Quiénes consideraron a Jesús como enemigo?

Aclaremos una cosa: Jesús no consideró a nadie como su enemigo. A todos amó y por todos derramó su sangre preciosísima. Serán ellos, los que no le aceptaron, los que se consideraban como enemigos suyos. ¿Quiénes eran éstos?

En el campo religioso, lo consideraron un enemigo y un peligro la mayor parte de los escribas, fariseos y sumos sacerdotes (no todos) porque se arrogaba la autoridad de llevar a plenitud la ley, porque rechazaba ciertas interpretaciones que de ella hacían, porque desenmascaraba el legalismo y la hipocresía en sus relaciones con Dios y con los hombres. Basta leer el capítulo 23 de san Mateo para darnos cuenta de todo esto. Las acusaciones de Cristo se dirigen no contra los fariseos en cuanto tales, herederos de los profetas ni contra su doctrina, realmente elevada, sino contra sus actitudes hipócritas y contra las formalidades externas a que habían reducido la religión.

Dice Monseñor Juan Straubinger, comentando este capítulo de san Mateo: "Este espíritu de apariencia, contrario al Espíritu de verdad que tan admirablemente caracteriza a nuestro divino Maestro, es propio de todos los tiempos, y fácilmente lo descubrimos en nosotros mismos. Aunque mucho nos cueste confesarlo, nos preocuparía más que el mundo nos atribuyera una falta de educación, que una indiferencia contra Dios. Nos mueve muchas veces a la limosna un motivo humano más que el divino, y en no pocas cosas obramos más por quedar bien con nuestros superiores que por gratitud y amor a nuestro Dios". Evitemos en nuestra vida toda hipocresía e insinceridad. La hipocresía es asesina de toda autenticidad y rectitud de vida y priva de la posibilidad de un diálogo espontáneo y sencillo con el Creador y de una relación cordial y recta con los hombres.

En el campo civil, lo consideraron enemigo Herodes, porque creyó que el niño recién nacido ponía en peligro su reino; y Pilatos, desde el momento en que presentaron a Jesús como sedicioso y enemigo del César.

No pensemos que Jesucristo nos hará la vida imposible o que nos aguará la fiesta, como se dice. Jesús es incapaz de hacernos esto. Él quiere siempre nuestro bien, busca siempre nuestro bien. Y cuando nos exige, nos exige por amor. Ni a Herodes quiso quitarle su trono ni a Pilato. Es más, a Pilato le dijo que la autoridad que tenía como procurador la había recibido de Dios mismo.

En el corazón de Jesús no cabe, no podía caber ni una sombra de resentimiento, de malquerencia, de desprecio. Su corazón es un remanso de paz, de bondad y de caridad para con todos.

¿Cómo actuó Jesús frente a ellos?
Frente a los escribas fariseos y sumos sacerdotes: hostigó ciertamente su legalismo e hipocresía, desenmascaró su falsa religiosidad y dureza de corazón, puso en evidencia cómo deformaban la voluntad de Dios y cómo se dejaban llevar de la vanidad y amor por las riquezas, defendió su misión divina, etc. Pero acogió a quien humildemente se acercó a él, como le sucedió a Nicodemo (cf. Juan 3) y alabó al escriba que respondió correctamente (cf. Lc 10, 28).

Jesús los desnudó y les puso de manifiesto un pecado fundamental: la falta de verdad en sus vidas, de desamor a la verdad, e incluso de odio a la verdad. Ellos no soportaban que Jesús dijera: "Yo soy la Verdad". Su rechazo de Jesucristo no fue por razones de honestidad. Lo rechazaron por ser precisamente Él, con su modo de vida singular, con su doctrina específica y nueva, con sus enseñanzas particulares nunca oídas antes. Por eso Jesús les dijo: "Yo he venido en nombre de mi Padre y vosotros no me recibís".

Para probar esta desafección de algunos fariseos hacia Cristo está el testimonio de la cruz y los relatos de la Pasión. La confianza de Cristo en su Padre era como una llamada de atención a su presunción. La verdad de Cristo dolía a su doblez. El desprendimiento de Cristo chocaba contra la avaricia farisea. La humildad de Jesús era una lección difícil a su soberbia y orgullo. Muchas cosas de Cristo les molestaba a los fariseos: su seguridad, su virilidad, su amor a los pobres y pecadores, su autoridad, su arrastre, su sencillez, su porte distinguido, su sonrisa serena, el brillo de sus ojos...Muchas cosas eran para los fariseos motivo de fastidio.

Frente a los jefes políticos, Jesús es respetuoso con ellos. Les hace ver cuál es su misión, recibida de Arriba. Les pone en su lugar: al César lo que es del César. Intenta abrirles a la verdad de su mensaje. Incluso los excusa, como hizo a Pilato. No se rebaja a la curiosidad malsana de Herodes.

En general, Jesús supo enfrentar a sus enemigos sin miedo. Sigue con su posición definida, aunque incómoda para ellos (cf Jn 11, 14-16), guiado por la meta que el Padre le encomendó, que es de índole sobrenatural (cf Mc 8, 33).

Sigue predicando, esperando ser escuchado a pesar de posiciones ciegas (cf. Lc 20, 47-48).

Cuando ve la seguridad y la inminencia de la muerte que le preparan, sigue luchando, no para ganarse amigos, sino para dar un último esfuerzo y terminar totalmente su misión. Los enemigos nunca lo frenaron o intimidaron (cf. Lc 21, 37-38).

No evita al enemigo ni tampoco busca enfrentarse con él. No se agita febrilmente para vencer. Su objetivo no es ser reconocido vencedor, sino alcanzar su ideal (cf. Jn 19, 30). Jesús sabe aislarse de un ataque físico, cuando considera oportuno continuar todavía su obra antes de que llegue su hora (cf. Jn 8, 59; Lc 4, 23-30).

Jesús es el Justo. Pero, como dice el Libro de la Sabiduría, el justo siempre es un problema para el pecador: "Tendamos lazos al justo, que nos fastidia, se enfrenta a nuestro modo de obrar, nos echa en cara faltas contra la Ley y nos culpa de faltas contra nuestra educación. Se gloría de tener el conocimiento de Dios y se llama a sí mismo hijo del Señor. Es un reproche de nuestros criterios, su sola presencia nos es insufrible, lleva una vida distinta de todas y sus caminos son extraños. Nos tiene por bastardos, se aparta de nuestros caminos como de impurezas; proclama dichosa la suerte final de los justos y se ufana de tener a Dios por padre. Veamos si sus palabras son verdaderas, examinemos lo que pasará en su tránsito. Pues si el justo es hijo de Dios, él le asistirá y le librará de las manos de sus enemigos. Sometámosle al ultraje y al tormento para conocer su temple y probar su entereza. Condenémosle a una muerte afrentosa, pues, según él, Dios le visitará" (2, 12-20).

Pero a todo esto, Jesús respondió con sus brazos extendidos, con su costado abierto para acoger a todos y con su palabra de perdón: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lc 23, 34).

Jesús y su enemigo principal, Satanás
Es el enemigo verdadero de Jesús. Y Jesús, sí lucha contra él y contra sus planes. Recibe de él ataques. Actúa en el mundo (cf Jn 13, 2), busca condenar al hombre (cf. Mt 13, 19). Por eso, Jesús busca vencerlo (cf. Jn 12, 31). Su lucha contra Satanás es la lucha contra el mal. Por ello Cristo busca, ante todo, hacer el bien, construir el Reino de Dios.


CONCLUSIÓN 
En el corazón de Jesús no cabían enemigos. Para Él todos somos dignos del amor de su Padre. A todos vino a salvar. Los que se alejan de Jesús lo hacen conscientemente, porque no quieren abrirse a su amor. ¡Lástima que se pierden el calor y el cariño de este Corazón misericordioso de Jesús! Siempre lucha por la verdad, no contra las personas (cf. Mt 22, 23-40). De todo esto se deduce que Jesús ama a sus enemigos. Trata de darles el tesoro de salvación que trae. Los respeta sin devolverles la misma piedra que le arrojan. Pero llega a zarandearlos fuertemente con palabras duras, nunca para molestarlos, sino para arrancarlos de su tensa dureza en el corazón. Podemos decir que su enemigo es el pecado, nunca el hombre. Pero ese pecado anida en el corazón de cada hombre.

miércoles, 3 de febrero de 2016

¿QUÉ HACER CUANDO DIOS CALLA?


¿Qué hacer cuando Dios calla?
Aunque Dios calle y permanezca oculto, en el fondo del corazón percibimos su presencia, quien nos ama no nos abandona.


Por: P Evaristo Sada LC | Fuente: www.la-oracion.com 




¿Por qué Dios está oculto? ¿Por qué, luego de encontrarlo, se esconde? ¿Por qué es tan difícil entenderle? ¿Por qué calla? ¿Por qué no siempre responde? ¿No le importan mis problemas? ¿Es que no me ama? ¿Se ha olvidado de mí?

Hay momentos en la vida en que gritamos a Dios como el salmista:

Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?
A pesar de mis gritos mi oración no te alcanza.
Dios mío, de día te grito, y no respondes;
De noche, y no me haces caso… (Sal 22 (21))

¡Despierta ya! ¿Por qué duermes, Señor?
¡Levántate, no nos rechaces para siempre!
¿Por qué ocultas tu rostro y olvidas nuestra miseria y opresión? (Sal 44)


Cuando Dios calla nos sentimos perdidos 

El silencio de una persona amada es doloroso. Se percibe como ausencia, vacío, desinterés, soledad… El silencio del otro provoca inseguridad y puede ser el origen de resentimientos y desconfianza.

Por eso el silencio de Dios es terriblemente doloroso. Jesucristo también lo padeció en la cruz, se sintió abandonado por el Padre. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mc 15, 34b)

Sabemos que Dios salió de su eterno silencio, reveló su secreto, desveló su misterio en la Palabra: Jesucristo. Y que Cristo está vivo. Lo sabemos, pero eso no quita su misterioso silencio.

Pero percibimos su presencia

Creo que todos hemos experimentado la pérdida de un ser querido. Cuando muere alguien a quien amamos, tenemos la impresión de que no ha muerto del todo. Sabemos que, de alguna manera, está vivo. Nuestro corazón guarda la seguridad, o al menos la esperanza, de que esa persona a la que amamos sigue existiendo y está presente en nuestra vida, aunque de manera diferente. Lo experimentamos así, porque la memoria del amor nos fortalece la seguridad de que quien nos ama no nos abandona.

Aunque Dios calle y permanezca oculto, casi como si estuviera muerto, en el fondo del corazón percibimos su presencia. Esta percepción interior crece a medida que se desarrolla en nosotros la semilla de las virtudes teologales. La experiencia nos va demostrando el amor que Dios nos tiene. La memoria iluminada por la fe nos ayuda a recordarlo. Y así, progresivamente, nos va invadiendo la confianza de que Dios está presente. Poco a poco la gracia de Dios va trabajando en nosotros y de esa manera en el fondo de nosotros mismos crece y se va fortaleciendo una percepción interior de la que el corazón está seguro y que, gracias a la fe, se convierte en certeza: Aunque no lo vea, aunque no lo sienta, Él está aquí, conmigo, y me ama.


Lecciones aprendidas ante el silencio de Dios

En mi vida he aprendido tres lecciones ante los silencios de Dios:

1. Que no debo perder la paz interior, aunque sufra lo indecible. Se vale quejarse, pero sin perder la paz interior. Esta es la gran lección del salmista.

Dios mío, de día clamo, y no respondes,
también de noche, no hay silencio para mí.
¡Mas tú eres el Santo,
que moras en las laudes de Israel!

En ti esperaron nuestros padres,
esperaron y tú los liberaste;
a ti clamaron, y salieron salvos,
en ti esperaron, y nunca quedaron confundidos(Sal 22(21), 2-6)

El Salmo 22 (21) nos enseña que no hay que desesperar, no hay que rebelarse contra Dios. Cuando Dios calla es tiempo de más oración, de súplica humilde y confiada.

Sí, tú del vientre me sacaste,
me diste confianza a los pechos de mi madre;
a ti fui entregado cuando salí del seno,
desde el vientre de mi madre eres tú mi Dios.

¡No andes lejos de mí, que la angustia está cerca,no hay para mí socorro! (Sal 22(21), 10-12)

Si Dios calla en tu vida, te recomiendo que pronuncies pausadamente, con plena conciencia, en actitud abierta y confiada, el Salmo 22.


2. Que debo aceptar mis límites y tener confianza. En la comunicación, el silencio tiene un significado. Y si el silencio viene de Dios puedo tener la certeza de que no puede ser más que un gesto de amor, algo que Él me ofrece para mi bien. En Dios el silencio no puede significar rechazo o desinterés, simplemente Dios no puede hacerme una cosa así.

El silencio de Dios se convierte para mí en un reclamo para que yo guarde silencio, que acepte que hay algo de Dios que no alcanzo a comprender y que aprenda a escucharlo y acoger su voluntad con plena confianza en la Providencia.

Job nos da lecciones estupendas. Él llegó a aceptar que no alcanzaba a comprender muchas cosas que le sucedían y que debía abrazar el Plan de Dios, renunciando a su propia lógica.

Sé que eres todopoderoso:

ningún proyecto te es irrealizable.

Era yo el que empañaba el Consejo

con razones sin sentido.

Sí, he hablado de grandezas que no entiendo,

de maravillas que me superan y que ignoro. (Job 42, 2-3)

Y después del silencio de Dios, Job alcanzó el culmen de su relación filial con Dios, hizo experiencia personal de la bondad y del amor de Dios aún en medio del misterio: “Sólo de oídas te conocía, pero ahora te han visto mis ojos” (Job 42, 5)

Esto me hace pensar en lo injustos que somos a veces con Dios: nos quejamos de que nos deja huérfanos cuando somos nosotros los que tantas veces nos comportamos como huérfanos, y Él, nuestro Padre y Hermano querido, allí está esperando pacientemente en silencio en el Sagrario, en nuestro corazón, en el prójimo, en todas partes…


3. Que debo perseverar en oración (cf. Mt 26, 41; cf 1 Tes 5, 17) y ser como el amigo inoportuno que llama a la puerta hasta que abre (cf Lc 18,1-8), con la certeza de que mi Padre me escuchará:

Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan! (Lc 11, 9-13)

Tarde o temprano escucharás tu nombre
Cuando Dios calla es tiempo de fe y libertad.

El silencio de Dios, no a pesar, sino precisamente por su complejidad y ambivalencia, es el espacio en el que se juega la libertad y la dignidad del hombre frente al tiempo y frente al Eterno (…), los tiempos de silencio de Dios son los tiempos de la libertad humana. (Bruno Forte)

Libertad para saber esperar, para optar por el amor sin condiciones. Cuando Dios calla, nos enseña a amar.

El silencio de Dios no es ausencia, es otra forma de estar presente, un lenguaje diferente. Lo que pasa es que somos impacientes y queremos respuestas inmediatas y siempre a nuestro estilo. Algo importante en el amor es aceptar al otro como es. También Dios merece este trato.

Cuando Dios calla es sábado santo. Tarde o temprano (tal vez hasta el día de nuestra muerte), escucharemos la voz tan esperada que nos llama por nuestro nombre, como aquél: “María” (Jn 20,16) de Cristo Resucitado.

De todos modos, la pregunta permanece abierta: ¿Por qué Dios calla?
Pregúntaselo tú mismo y espera con paciencia su respuesta.

domingo, 24 de enero de 2016

JESÚS ES MI FUERZA


Jesús es mi fuerza



En una leprosería del Extremo Oriente, había un joven enfermero que era la admiración de todos por su alegría contagiante y por su espíritu de servicio y de caridad para todos sin excepción. Se llamaba Marcos Vang. Él había sido leproso y, una vez curado, había querido quedarse para ayudar a tantos leprosos que necesitaban ayuda.

Un día, un cierto personaje chino visitó la leprosería, acompañado de la Madre Superiora, y se fijó en la sonrisa brillante de Marcos, que estaba curando las llagas purulentas de un enfermo. La religiosa le dice al visitante: Eso lo hace todos los días y con una cara de alegría que contagia a todos. Entonces, el personaje chino le pregunta con curiosidad:

— Muchacho, ¿por qué estás siempre alegre en medio de tanto sufrimiento y de tantos leprosos, que tienen la carne medio podrida?
— Jesús es mi fuerza. Yo comulgo todos los días.

Y, mientras se retiraba del jardín, la religiosa le iba explicando al visitante qué era eso de comulgar y quién era Jesús, el amigo que nunca falla y nos da la fuerza necesaria para seguir viviendo, aun en medio de las mayores dificultades de la vida.



* Enviado por el P. Natalio

lunes, 18 de enero de 2016

JESÚS, PROFETA DE LA ALEGRÍA


Jesús, profeta de la alegría



La vida pública de Jesús comienza con una fiesta. Porque el anuncio de la buena nueva sólo puede empezar con un estallido de alegría. Cristo no puede presentarse ante los hombres como un aguafiestas que viene a rebajar el vino de la alegría humana. El trae un vino mejor, no una tinaja de aburrimiento.

Este vino nuevo que prueba el encargado del banquete en Caná, es el anuncio de la gran renovación que Jesús va a traer. Las páginas que siguen en el evangelio de Juan están llenas de la aparición de esta novedad que se implanta en el mundo. Jesús en el templo hablará de su cuerpo como un templo nuevo (2, 19). A Nicodemo explicará la necesidad de un nuevo nacimiento (3, 5). A la samaritana le anunciará el culto nuevo que hay que dar en espíritu y en verdad (4, 23). Y los milagros que siguen son todos signos de la vida nueva que comienza en Cristo (4, 50).

Más tarde, en su predicación, el recuerdo de bodas y banquetes reaparecerá como signo del reino de Dios. Un rey invitará a la boda de su hijo, y ese rey será Dios. Unas doncellas esperarán la llegada del esposo, y el esposo será él. Y, como festejo del pecado perdonado, no se le ocurrirá otro gozo más grande que el del padre que manda matar el becerro cebado. Y él mismo se presenta como el esposo en torno de quien debe haber fiesta perpetua y en cuyo honor no deben ayunar los amigos. Sí, un mensajero extraño este profeta de la alegría (José L. Martín Descalzo)


* Enviado por el P. Natalio

miércoles, 13 de enero de 2016

A DIOS SE LO ENCUENTRA EN LAS COSAS SIMPLES DE LA VIDA


Dios se lo encuentra en las cosas simples de la vida
Dios está en lo simple, en lo humilde, en lo pequeño. Vivamos en la pequeñez a la que El nos invita.
Por: Oscar Schmidt 




Si, Dios es simple. Sus Palabras y Sus mensajes también lo son. Simplicidad y sabiduría hacen de Sus cosas algo redondo, llano, perfecto. Es que al comprender la forma en que El se comunica con nosotros, el alma grita ¡como no me di cuenta antes! Así, a Dios se lo encuentra en las cosas simples de la vida, en aquello que es tan obvio que difícilmente le prestemos atención. Una sonrisa de alguien que no nos conoce, una preocupación que de repente se resuelve del modo más inesperado, un hijo que viene al mundo producto del amor de dos simples personas.

Sin embargo, es detrás de esa simplicidad que se descubre toda la Omnipotencia, toda la Infinita Sabiduría del Señor. Es como abrir una puerta, una simple puerta, y del otro lado encontrar todas las respuestas que nuestra alma pueda necesitar. A veces siento que contemplar y comprender a Dios es como estar suspendido en el espacio, sin traje de astronauta ni nada que se le parezca, y tener al frente nuestro a todas las galaxias y constelaciones, todas las maravillas del universo desplegadas frente a nuestra vista. ¡Ese es Dios! ¿Cómo podemos pretender comprender Su Potencia Creadora, Su Divina Inteligencia? El universo fue creado desde Su Pensamiento, y sin embargo, para El, vale más esta pequeña alma que está aquí indefensa, que toda esa compleja sinfonía de planetas, estrellas, cometas y polvo estelar que danzan silenciosos a nuestro alrededor. Este es el secreto de Su Simplicidad: El resume todo en el amor que tiene por nosotros.

Por eso es que la simplicidad de Dios hace que no se requieran palabras difíciles para comprenderlo, y amarlo. Las almas más elevadas, nuestros queridos santos, llegaron a comprender la simplicidad de Su mensaje en ayuno y oración intensa, más que leyendo libros y tratados sobre teología. Es que en esas cuevas o ermitas donde solían retirarse a meditar y orar, doblegaban la resistencia de la carne y llegaban a abrirse al amor de Jesús, a pleno. En esos momentos, el Espíritu Santo entraba en sus almas dejando una huella imborrable de sabiduría y fortaleza espiritual.

Cuando escuchamos a alguien cuyas palabras realmente nos llegan al corazón, advertimos que más que la complejidad del discurso, lo que nos llega es la pasión y el sentimiento puesto en escena. Un buen predicador sabe que la gente ve mucho más allá de las palabras, por eso las escoge muy simples y directas, y pone toda su energía en transmitir que realmente habla desde el corazón, desde la convicción más profunda. Un corazón simple se expresa en forma directa, humilde, limpia, poniendo los acentos y las pausas donde se requieran.

De la misma forma nos habla Dios. El a veces se introduce en nuestra vida de modo sorpresivo, mientras en otras oportunidades prefiere sutiles mensajes, aquí y allá. Nosotros solemos esperar el gran milagro, a Dios bajando del Cielo y hablándonos en forma directa, o venciendo las leyes naturales para que quede clara Su Divinidad. No, el Señor no nos quiere hacer las cosas tan fáciles, porque en ese caso poco mérito quedaría de nuestra parte. Para que nuestra fe se construya sobre bases firmes y resistentes, Jesús nos habla con el milagro de miles de cosas cotidianas que debemos advertir y valorar, y agradecer.

Dios está en lo simple, en lo humilde, en lo pequeño. Vivamos en la pequeñez a la que El nos invita, nos llama. Como pequeños niños debemos aceptar Su Voluntad, y con amor y docilidad meditaremos Sus Palabras y sus Deseos. Y así, con la alegría sencilla y cristalina de los hijos de Dios, gritaremos con el pecho inflamado:

¡Gloria al Señor, que nos da el sustento y el aire que respiramos!

¡Gloria al Cristo Resucitado que eligió la simpleza de Dos Maderos para darnos la Salvación!

¡Gloria al Padre que nos dio a María, Reina de la sencillez y la simplicidad!

¡Gloria al Espíritu Santo que no habla a través de poderosos sino de sencillas almas que lo acogen sin preguntar!

¡Gloria al Cielo todo, que fue hecho para albergarnos por los siglos de los siglos!
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