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martes, 12 de abril de 2016

QUÉDATE CONMIGO SEÑOR!!


Quédate Señor conmigo



Quédate Señor conmigo, porque necesito tenerte presente para no olvidarte. Tú sabes que fácilmente me olvido de Ti.

Quédate Señor conmigo,  porque soy tan débil y me hace tanta falta tu fortaleza para no caer tan a menudo en el pecado.

Quédate Señor conmigo, porque Tú eres mi vida y sin Ti no tengo ni sentido, ni esperanza.

Quédate Señor conmigo, porque Tú eres mi luz, y sin Ti estoy en la oscuridad.

Quédate Señor conmigo, para que me muestres cuál es Tu Voluntad.

Quédate Señor conmigo, de manera que pueda oír Tu voz y seguirte.

Quédate Señor conmigo, porque deseo amarte más y más y estar siempre en tu compañía.

Quédate Señor conmigo, si de veras quieres que yo te sea siempre fiel, no me dejes solo.

Quédate Señor conmigo, porque así como soy de pobre y así como es de pobre mi alma, deseo que aun así sea un pequeño lugar de consolación para Ti una morada para tu amor.

Quédate Señor conmigo, porque en la oscuridad de ésta vida con todos sus peligros me haces tanta falta.

Quédate Señor conmigo, ayúdame a reconocerte como lo hicieron los discípulos al partir el Pan, de manera que en cada comunión Eucarística encuentre yo la luz que disperse la oscuridad y que cada Eucaristía sea el poder que me sostenga.  La única alegría de mi corazón.

Quédate Señor conmigo, porque a la hora de mi muerte quiero hacerme uno contigo, si no puedo hacerlo ese día por la Comunión que al menos sea por tu gracia, tu Misericordia y tu Amor.

Quédate Señor conmigo, quédate Jesús, no pido grandes consolaciones divinas, ni dones, porque sé que no los merezco, solo te pido el gran regalo de tu presencia.  Oh si, solamente pido esto de ti Señor.

Quédate Señor conmigo, porque solamente a Ti ando buscando, busco tu Amor, tu Gracia, tu Voluntad, tu Corazón, tu Espíritu, porque te amo y no pido otra recompensa que poder amarte más y más con un amor más fuerte y activo.   

Quédate Señor conmigo, mira que se está haciendo tarde en mi vida, los días se terminan, la vida va pasando y la muerte, el juicio y la eternidad  cada vez están cada vez más cerca.

Señor, yo necesito renovar hoy mi fortaleza de manera que no me detenga en el camino, y para eso Señor me haces falta Tú.

Se está haciendo tarde y la muerte se aproxima día a día y tú sabes Señor que le tengo tanto miedo a la oscuridad, a las tentaciones, a la aridez, a la cruz, a los problemas, a las penas.

Oh cuánto te necesito mi Jesús, en esta noche, concédeme Señor que pueda amarte con todo mi corazón mientras esté vivo de manera que pueda seguir amándote a la perfección por toda la eternidad. 

Mi querido Jesús.

Amén.      

miércoles, 6 de abril de 2016

JESÚS TE MIRA




Jesús te mira



Cuenta la Biblia que cuando José era esclavo en Egipto, la mujer de su patrón lo instigaba día tras día a cometer un grave delito. Educado desde su niñez a vivir en la presencia de Dios, le dijo terminantemente que no estaba dispuesto a ofender a Dios. La perversa mujer encontró el modo de calumniarlo, y Putifar, su esposo, lo mandó a la cárcel. Una anécdota humorística.

Un ladrón a la media noche se mete en una casa a robar. Entra por una ventana y, cuando está adentro en la oscuridad, oye una voz que dice: —¡Jesús te está mirando! Entonces, el ladrón se asusta y se detiene. Luego como ve que no ocurre nada, continúa. Y de nuevo la voz le dice: —¡Jesús te está mirando! El ladrón asustado prende la luz y ve que la voz venía de un loro que estaba en una jaula, y el ladrón le dice: —¡Ahhh, que susto me diste! ¿Cómo te llamas, lorito? Y el loro le responde: —Me llamo Pedro. —Pedro es un nombre extraño para un loro. Y el loro le contesta: —¡Más extraño es el nombre Jesús para un Doberman!

Una vez Dios le dijo a Abrahán, bisabuelo de José: “Camina en mi presencia y sé perfecto”. Esta enseñanza pasó de padres a hijos. José, persuadido de que el Señor veía y conocía incluso sus pensamientos y deseos, desde pequeño llevó una vida santa y justa. Y Dios lo premió con el don de interpretar los sueños. Por medio de este talento salió de la cárcel para sentarse en un trono junto al Faraón de Egipto. Amigo/a, trata de vivir en la presencia del Señor con santidad y justicia.


* Enviado por el P. Natalio

miércoles, 9 de marzo de 2016

JESÚS DAME TU LUZ


Jesús dame tu luz



Jesús dame tu luz, para que encuentre sentido a mi vida.

Jesús dame tu luz, para que sepa vivir con alegría.

Jesús dame tu luz, para que sepa compartir mi vida.

Jesús dame tu luz, para que deje de lado mis tristezas.

Jesús dame tu luz, para que deje atrás todas mis dudas.

Jesús dame tu luz, para crecer y  madurar.

Jesús dame tu luz, para saber lo que quieres de mi.

Jesús dame tu luz, para librarme de tanto consumismo.

Jesús dame tu luz, para ayudar a cuantos lo necesitan.

Jesús dame tu luz, para no tener miedo a lo que pidas.

Jesús dame tu luz, para romper mis comodidades.

sábado, 27 de febrero de 2016

CRÍTICAS, BURLAS Y TRAICIONES A JESÚS


Críticas, burlas y traiciones a Jesús.
Jesús, ¿tuvo enemigos? ¿Cómo actuó frente a ellos? ¿Los condenaba? ¿Quién estaba detrás de aquéllos que decidieron darle muerte y convertirse en sus enemigos?


Por: P. Antonio Rivero, L.C | Fuente: Libro Jesucristo. 




Cuando uno lee el Evangelio se extraña de que hubiera gente que tuviera enemistad y malquerencia contra Jesús. Si Jesús es bondad, mansedumbre, comprensión, corazón abierto, ¿cómo hay quienes no le quieren? No se entiende por qué tuviera enemigos. Esto tiene que ser obra del gran enemigo que quiere servirse de algunos para deshacerse de Jesucristo, que es la Luz, el Camino, la Verdad y la Vida. Todas las potencias del mal se abalanzaron contra el Justo. La envidia, el odio, la soberbia, la mentira, la falsedad se unieron para destruir al Santo. ¿Por qué? ¿Quién venció en esta lucha?

Durante su vida terrena Jesús tuvo personas que no quisieron aceptar su misión salvadora. La postura que Él adoptó frente a ellas fue la de convertirlas y atraerles a su divino corazón, unas veces con palabras suaves, otras, exigentes; unas veces, prefirió el silencio respetuoso; otras, la frase sagaz e inteligente. No a todos pudo conquistar para su Padre, porque les respetó la libertad. Pero Él vino para salvar a todos.

¿Quiénes consideraron a Jesús como enemigo?

Aclaremos una cosa: Jesús no consideró a nadie como su enemigo. A todos amó y por todos derramó su sangre preciosísima. Serán ellos, los que no le aceptaron, los que se consideraban como enemigos suyos. ¿Quiénes eran éstos?

En el campo religioso, lo consideraron un enemigo y un peligro la mayor parte de los escribas, fariseos y sumos sacerdotes (no todos) porque se arrogaba la autoridad de llevar a plenitud la ley, porque rechazaba ciertas interpretaciones que de ella hacían, porque desenmascaraba el legalismo y la hipocresía en sus relaciones con Dios y con los hombres. Basta leer el capítulo 23 de san Mateo para darnos cuenta de todo esto. Las acusaciones de Cristo se dirigen no contra los fariseos en cuanto tales, herederos de los profetas ni contra su doctrina, realmente elevada, sino contra sus actitudes hipócritas y contra las formalidades externas a que habían reducido la religión.

Dice Monseñor Juan Straubinger, comentando este capítulo de san Mateo: "Este espíritu de apariencia, contrario al Espíritu de verdad que tan admirablemente caracteriza a nuestro divino Maestro, es propio de todos los tiempos, y fácilmente lo descubrimos en nosotros mismos. Aunque mucho nos cueste confesarlo, nos preocuparía más que el mundo nos atribuyera una falta de educación, que una indiferencia contra Dios. Nos mueve muchas veces a la limosna un motivo humano más que el divino, y en no pocas cosas obramos más por quedar bien con nuestros superiores que por gratitud y amor a nuestro Dios". Evitemos en nuestra vida toda hipocresía e insinceridad. La hipocresía es asesina de toda autenticidad y rectitud de vida y priva de la posibilidad de un diálogo espontáneo y sencillo con el Creador y de una relación cordial y recta con los hombres.

En el campo civil, lo consideraron enemigo Herodes, porque creyó que el niño recién nacido ponía en peligro su reino; y Pilatos, desde el momento en que presentaron a Jesús como sedicioso y enemigo del César.

No pensemos que Jesucristo nos hará la vida imposible o que nos aguará la fiesta, como se dice. Jesús es incapaz de hacernos esto. Él quiere siempre nuestro bien, busca siempre nuestro bien. Y cuando nos exige, nos exige por amor. Ni a Herodes quiso quitarle su trono ni a Pilato. Es más, a Pilato le dijo que la autoridad que tenía como procurador la había recibido de Dios mismo.

En el corazón de Jesús no cabe, no podía caber ni una sombra de resentimiento, de malquerencia, de desprecio. Su corazón es un remanso de paz, de bondad y de caridad para con todos.

¿Cómo actuó Jesús frente a ellos?
Frente a los escribas fariseos y sumos sacerdotes: hostigó ciertamente su legalismo e hipocresía, desenmascaró su falsa religiosidad y dureza de corazón, puso en evidencia cómo deformaban la voluntad de Dios y cómo se dejaban llevar de la vanidad y amor por las riquezas, defendió su misión divina, etc. Pero acogió a quien humildemente se acercó a él, como le sucedió a Nicodemo (cf. Juan 3) y alabó al escriba que respondió correctamente (cf. Lc 10, 28).

Jesús los desnudó y les puso de manifiesto un pecado fundamental: la falta de verdad en sus vidas, de desamor a la verdad, e incluso de odio a la verdad. Ellos no soportaban que Jesús dijera: "Yo soy la Verdad". Su rechazo de Jesucristo no fue por razones de honestidad. Lo rechazaron por ser precisamente Él, con su modo de vida singular, con su doctrina específica y nueva, con sus enseñanzas particulares nunca oídas antes. Por eso Jesús les dijo: "Yo he venido en nombre de mi Padre y vosotros no me recibís".

Para probar esta desafección de algunos fariseos hacia Cristo está el testimonio de la cruz y los relatos de la Pasión. La confianza de Cristo en su Padre era como una llamada de atención a su presunción. La verdad de Cristo dolía a su doblez. El desprendimiento de Cristo chocaba contra la avaricia farisea. La humildad de Jesús era una lección difícil a su soberbia y orgullo. Muchas cosas de Cristo les molestaba a los fariseos: su seguridad, su virilidad, su amor a los pobres y pecadores, su autoridad, su arrastre, su sencillez, su porte distinguido, su sonrisa serena, el brillo de sus ojos...Muchas cosas eran para los fariseos motivo de fastidio.

Frente a los jefes políticos, Jesús es respetuoso con ellos. Les hace ver cuál es su misión, recibida de Arriba. Les pone en su lugar: al César lo que es del César. Intenta abrirles a la verdad de su mensaje. Incluso los excusa, como hizo a Pilato. No se rebaja a la curiosidad malsana de Herodes.

En general, Jesús supo enfrentar a sus enemigos sin miedo. Sigue con su posición definida, aunque incómoda para ellos (cf Jn 11, 14-16), guiado por la meta que el Padre le encomendó, que es de índole sobrenatural (cf Mc 8, 33).

Sigue predicando, esperando ser escuchado a pesar de posiciones ciegas (cf. Lc 20, 47-48).

Cuando ve la seguridad y la inminencia de la muerte que le preparan, sigue luchando, no para ganarse amigos, sino para dar un último esfuerzo y terminar totalmente su misión. Los enemigos nunca lo frenaron o intimidaron (cf. Lc 21, 37-38).

No evita al enemigo ni tampoco busca enfrentarse con él. No se agita febrilmente para vencer. Su objetivo no es ser reconocido vencedor, sino alcanzar su ideal (cf. Jn 19, 30). Jesús sabe aislarse de un ataque físico, cuando considera oportuno continuar todavía su obra antes de que llegue su hora (cf. Jn 8, 59; Lc 4, 23-30).

Jesús es el Justo. Pero, como dice el Libro de la Sabiduría, el justo siempre es un problema para el pecador: "Tendamos lazos al justo, que nos fastidia, se enfrenta a nuestro modo de obrar, nos echa en cara faltas contra la Ley y nos culpa de faltas contra nuestra educación. Se gloría de tener el conocimiento de Dios y se llama a sí mismo hijo del Señor. Es un reproche de nuestros criterios, su sola presencia nos es insufrible, lleva una vida distinta de todas y sus caminos son extraños. Nos tiene por bastardos, se aparta de nuestros caminos como de impurezas; proclama dichosa la suerte final de los justos y se ufana de tener a Dios por padre. Veamos si sus palabras son verdaderas, examinemos lo que pasará en su tránsito. Pues si el justo es hijo de Dios, él le asistirá y le librará de las manos de sus enemigos. Sometámosle al ultraje y al tormento para conocer su temple y probar su entereza. Condenémosle a una muerte afrentosa, pues, según él, Dios le visitará" (2, 12-20).

Pero a todo esto, Jesús respondió con sus brazos extendidos, con su costado abierto para acoger a todos y con su palabra de perdón: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lc 23, 34).

Jesús y su enemigo principal, Satanás
Es el enemigo verdadero de Jesús. Y Jesús, sí lucha contra él y contra sus planes. Recibe de él ataques. Actúa en el mundo (cf Jn 13, 2), busca condenar al hombre (cf. Mt 13, 19). Por eso, Jesús busca vencerlo (cf. Jn 12, 31). Su lucha contra Satanás es la lucha contra el mal. Por ello Cristo busca, ante todo, hacer el bien, construir el Reino de Dios.


CONCLUSIÓN 
En el corazón de Jesús no cabían enemigos. Para Él todos somos dignos del amor de su Padre. A todos vino a salvar. Los que se alejan de Jesús lo hacen conscientemente, porque no quieren abrirse a su amor. ¡Lástima que se pierden el calor y el cariño de este Corazón misericordioso de Jesús! Siempre lucha por la verdad, no contra las personas (cf. Mt 22, 23-40). De todo esto se deduce que Jesús ama a sus enemigos. Trata de darles el tesoro de salvación que trae. Los respeta sin devolverles la misma piedra que le arrojan. Pero llega a zarandearlos fuertemente con palabras duras, nunca para molestarlos, sino para arrancarlos de su tensa dureza en el corazón. Podemos decir que su enemigo es el pecado, nunca el hombre. Pero ese pecado anida en el corazón de cada hombre.

miércoles, 3 de febrero de 2016

¿QUÉ HACER CUANDO DIOS CALLA?


¿Qué hacer cuando Dios calla?
Aunque Dios calle y permanezca oculto, en el fondo del corazón percibimos su presencia, quien nos ama no nos abandona.


Por: P Evaristo Sada LC | Fuente: www.la-oracion.com 




¿Por qué Dios está oculto? ¿Por qué, luego de encontrarlo, se esconde? ¿Por qué es tan difícil entenderle? ¿Por qué calla? ¿Por qué no siempre responde? ¿No le importan mis problemas? ¿Es que no me ama? ¿Se ha olvidado de mí?

Hay momentos en la vida en que gritamos a Dios como el salmista:

Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?
A pesar de mis gritos mi oración no te alcanza.
Dios mío, de día te grito, y no respondes;
De noche, y no me haces caso… (Sal 22 (21))

¡Despierta ya! ¿Por qué duermes, Señor?
¡Levántate, no nos rechaces para siempre!
¿Por qué ocultas tu rostro y olvidas nuestra miseria y opresión? (Sal 44)


Cuando Dios calla nos sentimos perdidos 

El silencio de una persona amada es doloroso. Se percibe como ausencia, vacío, desinterés, soledad… El silencio del otro provoca inseguridad y puede ser el origen de resentimientos y desconfianza.

Por eso el silencio de Dios es terriblemente doloroso. Jesucristo también lo padeció en la cruz, se sintió abandonado por el Padre. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mc 15, 34b)

Sabemos que Dios salió de su eterno silencio, reveló su secreto, desveló su misterio en la Palabra: Jesucristo. Y que Cristo está vivo. Lo sabemos, pero eso no quita su misterioso silencio.

Pero percibimos su presencia

Creo que todos hemos experimentado la pérdida de un ser querido. Cuando muere alguien a quien amamos, tenemos la impresión de que no ha muerto del todo. Sabemos que, de alguna manera, está vivo. Nuestro corazón guarda la seguridad, o al menos la esperanza, de que esa persona a la que amamos sigue existiendo y está presente en nuestra vida, aunque de manera diferente. Lo experimentamos así, porque la memoria del amor nos fortalece la seguridad de que quien nos ama no nos abandona.

Aunque Dios calle y permanezca oculto, casi como si estuviera muerto, en el fondo del corazón percibimos su presencia. Esta percepción interior crece a medida que se desarrolla en nosotros la semilla de las virtudes teologales. La experiencia nos va demostrando el amor que Dios nos tiene. La memoria iluminada por la fe nos ayuda a recordarlo. Y así, progresivamente, nos va invadiendo la confianza de que Dios está presente. Poco a poco la gracia de Dios va trabajando en nosotros y de esa manera en el fondo de nosotros mismos crece y se va fortaleciendo una percepción interior de la que el corazón está seguro y que, gracias a la fe, se convierte en certeza: Aunque no lo vea, aunque no lo sienta, Él está aquí, conmigo, y me ama.


Lecciones aprendidas ante el silencio de Dios

En mi vida he aprendido tres lecciones ante los silencios de Dios:

1. Que no debo perder la paz interior, aunque sufra lo indecible. Se vale quejarse, pero sin perder la paz interior. Esta es la gran lección del salmista.

Dios mío, de día clamo, y no respondes,
también de noche, no hay silencio para mí.
¡Mas tú eres el Santo,
que moras en las laudes de Israel!

En ti esperaron nuestros padres,
esperaron y tú los liberaste;
a ti clamaron, y salieron salvos,
en ti esperaron, y nunca quedaron confundidos(Sal 22(21), 2-6)

El Salmo 22 (21) nos enseña que no hay que desesperar, no hay que rebelarse contra Dios. Cuando Dios calla es tiempo de más oración, de súplica humilde y confiada.

Sí, tú del vientre me sacaste,
me diste confianza a los pechos de mi madre;
a ti fui entregado cuando salí del seno,
desde el vientre de mi madre eres tú mi Dios.

¡No andes lejos de mí, que la angustia está cerca,no hay para mí socorro! (Sal 22(21), 10-12)

Si Dios calla en tu vida, te recomiendo que pronuncies pausadamente, con plena conciencia, en actitud abierta y confiada, el Salmo 22.


2. Que debo aceptar mis límites y tener confianza. En la comunicación, el silencio tiene un significado. Y si el silencio viene de Dios puedo tener la certeza de que no puede ser más que un gesto de amor, algo que Él me ofrece para mi bien. En Dios el silencio no puede significar rechazo o desinterés, simplemente Dios no puede hacerme una cosa así.

El silencio de Dios se convierte para mí en un reclamo para que yo guarde silencio, que acepte que hay algo de Dios que no alcanzo a comprender y que aprenda a escucharlo y acoger su voluntad con plena confianza en la Providencia.

Job nos da lecciones estupendas. Él llegó a aceptar que no alcanzaba a comprender muchas cosas que le sucedían y que debía abrazar el Plan de Dios, renunciando a su propia lógica.

Sé que eres todopoderoso:

ningún proyecto te es irrealizable.

Era yo el que empañaba el Consejo

con razones sin sentido.

Sí, he hablado de grandezas que no entiendo,

de maravillas que me superan y que ignoro. (Job 42, 2-3)

Y después del silencio de Dios, Job alcanzó el culmen de su relación filial con Dios, hizo experiencia personal de la bondad y del amor de Dios aún en medio del misterio: “Sólo de oídas te conocía, pero ahora te han visto mis ojos” (Job 42, 5)

Esto me hace pensar en lo injustos que somos a veces con Dios: nos quejamos de que nos deja huérfanos cuando somos nosotros los que tantas veces nos comportamos como huérfanos, y Él, nuestro Padre y Hermano querido, allí está esperando pacientemente en silencio en el Sagrario, en nuestro corazón, en el prójimo, en todas partes…


3. Que debo perseverar en oración (cf. Mt 26, 41; cf 1 Tes 5, 17) y ser como el amigo inoportuno que llama a la puerta hasta que abre (cf Lc 18,1-8), con la certeza de que mi Padre me escuchará:

Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre hay entre vosotros que, si su hijo le pide un pez, en lugar de un pez le da una culebra; o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan! (Lc 11, 9-13)

Tarde o temprano escucharás tu nombre
Cuando Dios calla es tiempo de fe y libertad.

El silencio de Dios, no a pesar, sino precisamente por su complejidad y ambivalencia, es el espacio en el que se juega la libertad y la dignidad del hombre frente al tiempo y frente al Eterno (…), los tiempos de silencio de Dios son los tiempos de la libertad humana. (Bruno Forte)

Libertad para saber esperar, para optar por el amor sin condiciones. Cuando Dios calla, nos enseña a amar.

El silencio de Dios no es ausencia, es otra forma de estar presente, un lenguaje diferente. Lo que pasa es que somos impacientes y queremos respuestas inmediatas y siempre a nuestro estilo. Algo importante en el amor es aceptar al otro como es. También Dios merece este trato.

Cuando Dios calla es sábado santo. Tarde o temprano (tal vez hasta el día de nuestra muerte), escucharemos la voz tan esperada que nos llama por nuestro nombre, como aquél: “María” (Jn 20,16) de Cristo Resucitado.

De todos modos, la pregunta permanece abierta: ¿Por qué Dios calla?
Pregúntaselo tú mismo y espera con paciencia su respuesta.

domingo, 24 de enero de 2016

JESÚS ES MI FUERZA


Jesús es mi fuerza



En una leprosería del Extremo Oriente, había un joven enfermero que era la admiración de todos por su alegría contagiante y por su espíritu de servicio y de caridad para todos sin excepción. Se llamaba Marcos Vang. Él había sido leproso y, una vez curado, había querido quedarse para ayudar a tantos leprosos que necesitaban ayuda.

Un día, un cierto personaje chino visitó la leprosería, acompañado de la Madre Superiora, y se fijó en la sonrisa brillante de Marcos, que estaba curando las llagas purulentas de un enfermo. La religiosa le dice al visitante: Eso lo hace todos los días y con una cara de alegría que contagia a todos. Entonces, el personaje chino le pregunta con curiosidad:

— Muchacho, ¿por qué estás siempre alegre en medio de tanto sufrimiento y de tantos leprosos, que tienen la carne medio podrida?
— Jesús es mi fuerza. Yo comulgo todos los días.

Y, mientras se retiraba del jardín, la religiosa le iba explicando al visitante qué era eso de comulgar y quién era Jesús, el amigo que nunca falla y nos da la fuerza necesaria para seguir viviendo, aun en medio de las mayores dificultades de la vida.



* Enviado por el P. Natalio

lunes, 18 de enero de 2016

JESÚS, PROFETA DE LA ALEGRÍA


Jesús, profeta de la alegría



La vida pública de Jesús comienza con una fiesta. Porque el anuncio de la buena nueva sólo puede empezar con un estallido de alegría. Cristo no puede presentarse ante los hombres como un aguafiestas que viene a rebajar el vino de la alegría humana. El trae un vino mejor, no una tinaja de aburrimiento.

Este vino nuevo que prueba el encargado del banquete en Caná, es el anuncio de la gran renovación que Jesús va a traer. Las páginas que siguen en el evangelio de Juan están llenas de la aparición de esta novedad que se implanta en el mundo. Jesús en el templo hablará de su cuerpo como un templo nuevo (2, 19). A Nicodemo explicará la necesidad de un nuevo nacimiento (3, 5). A la samaritana le anunciará el culto nuevo que hay que dar en espíritu y en verdad (4, 23). Y los milagros que siguen son todos signos de la vida nueva que comienza en Cristo (4, 50).

Más tarde, en su predicación, el recuerdo de bodas y banquetes reaparecerá como signo del reino de Dios. Un rey invitará a la boda de su hijo, y ese rey será Dios. Unas doncellas esperarán la llegada del esposo, y el esposo será él. Y, como festejo del pecado perdonado, no se le ocurrirá otro gozo más grande que el del padre que manda matar el becerro cebado. Y él mismo se presenta como el esposo en torno de quien debe haber fiesta perpetua y en cuyo honor no deben ayunar los amigos. Sí, un mensajero extraño este profeta de la alegría (José L. Martín Descalzo)


* Enviado por el P. Natalio

miércoles, 13 de enero de 2016

A DIOS SE LO ENCUENTRA EN LAS COSAS SIMPLES DE LA VIDA


Dios se lo encuentra en las cosas simples de la vida
Dios está en lo simple, en lo humilde, en lo pequeño. Vivamos en la pequeñez a la que El nos invita.
Por: Oscar Schmidt 




Si, Dios es simple. Sus Palabras y Sus mensajes también lo son. Simplicidad y sabiduría hacen de Sus cosas algo redondo, llano, perfecto. Es que al comprender la forma en que El se comunica con nosotros, el alma grita ¡como no me di cuenta antes! Así, a Dios se lo encuentra en las cosas simples de la vida, en aquello que es tan obvio que difícilmente le prestemos atención. Una sonrisa de alguien que no nos conoce, una preocupación que de repente se resuelve del modo más inesperado, un hijo que viene al mundo producto del amor de dos simples personas.

Sin embargo, es detrás de esa simplicidad que se descubre toda la Omnipotencia, toda la Infinita Sabiduría del Señor. Es como abrir una puerta, una simple puerta, y del otro lado encontrar todas las respuestas que nuestra alma pueda necesitar. A veces siento que contemplar y comprender a Dios es como estar suspendido en el espacio, sin traje de astronauta ni nada que se le parezca, y tener al frente nuestro a todas las galaxias y constelaciones, todas las maravillas del universo desplegadas frente a nuestra vista. ¡Ese es Dios! ¿Cómo podemos pretender comprender Su Potencia Creadora, Su Divina Inteligencia? El universo fue creado desde Su Pensamiento, y sin embargo, para El, vale más esta pequeña alma que está aquí indefensa, que toda esa compleja sinfonía de planetas, estrellas, cometas y polvo estelar que danzan silenciosos a nuestro alrededor. Este es el secreto de Su Simplicidad: El resume todo en el amor que tiene por nosotros.

Por eso es que la simplicidad de Dios hace que no se requieran palabras difíciles para comprenderlo, y amarlo. Las almas más elevadas, nuestros queridos santos, llegaron a comprender la simplicidad de Su mensaje en ayuno y oración intensa, más que leyendo libros y tratados sobre teología. Es que en esas cuevas o ermitas donde solían retirarse a meditar y orar, doblegaban la resistencia de la carne y llegaban a abrirse al amor de Jesús, a pleno. En esos momentos, el Espíritu Santo entraba en sus almas dejando una huella imborrable de sabiduría y fortaleza espiritual.

Cuando escuchamos a alguien cuyas palabras realmente nos llegan al corazón, advertimos que más que la complejidad del discurso, lo que nos llega es la pasión y el sentimiento puesto en escena. Un buen predicador sabe que la gente ve mucho más allá de las palabras, por eso las escoge muy simples y directas, y pone toda su energía en transmitir que realmente habla desde el corazón, desde la convicción más profunda. Un corazón simple se expresa en forma directa, humilde, limpia, poniendo los acentos y las pausas donde se requieran.

De la misma forma nos habla Dios. El a veces se introduce en nuestra vida de modo sorpresivo, mientras en otras oportunidades prefiere sutiles mensajes, aquí y allá. Nosotros solemos esperar el gran milagro, a Dios bajando del Cielo y hablándonos en forma directa, o venciendo las leyes naturales para que quede clara Su Divinidad. No, el Señor no nos quiere hacer las cosas tan fáciles, porque en ese caso poco mérito quedaría de nuestra parte. Para que nuestra fe se construya sobre bases firmes y resistentes, Jesús nos habla con el milagro de miles de cosas cotidianas que debemos advertir y valorar, y agradecer.

Dios está en lo simple, en lo humilde, en lo pequeño. Vivamos en la pequeñez a la que El nos invita, nos llama. Como pequeños niños debemos aceptar Su Voluntad, y con amor y docilidad meditaremos Sus Palabras y sus Deseos. Y así, con la alegría sencilla y cristalina de los hijos de Dios, gritaremos con el pecho inflamado:

¡Gloria al Señor, que nos da el sustento y el aire que respiramos!

¡Gloria al Cristo Resucitado que eligió la simpleza de Dos Maderos para darnos la Salvación!

¡Gloria al Padre que nos dio a María, Reina de la sencillez y la simplicidad!

¡Gloria al Espíritu Santo que no habla a través de poderosos sino de sencillas almas que lo acogen sin preguntar!

¡Gloria al Cielo todo, que fue hecho para albergarnos por los siglos de los siglos!

martes, 12 de enero de 2016

UNA PERSONA CRISTIANA


UNA PERSONA CRISTIANA



Una persona realmente cristiana no puede ni debe vivir más que de la vida de Nuestro Señor Jesucristo. Esta vida divina debe ser el principio de todos sus pensamientos, de todas sus palabras y de todas sus acciones.

Jesucristo fue concebido en el seno de María por obra del Espíritu Santo. Jesucristo nació del seno virginal de María. Concebido por obra del Espíritu Santo, nacido de María Virgen.

El bautismo y la fe hacen que empiece en nosotros la vida de Jesucristo. Por eso, somos como concebidos por obra del Espíritu Santo. Pero debemos, como el Salvador, nacer de la Virgen María.
María, con un amor inimaginable, nos lleva siempre en sus castas entrañas como hijos pequeños, hasta tanto que, habiendo formado en nosotros los primeros rasgos de su hijo, nos dé a luz como a Él. María nos repite incesantemente estas hermosas palabras de san Pablo: Hijitos míos, por quienes de nuevo sufro dolores de parto hasta que Cristo se forme en vosotros (Gál 4,19). Hijitos míos, que yo quisiera dar a luz cuando Jesucristo se haya formado perfectamente en vosotros.



Ágora marianista

lunes, 4 de enero de 2016

¿QUIÉN ES JESÚS PARA TI?


¿QUIÉN ES JESÚS PARA TI?



¿Quién es Jesús para ti? Jesús no fue un astronauta de un lejano planeta, ni un mago que practicaba artes mágicas, aprendidas en Egipto. Jesús no fue un hombre común y corriente como tú y como yo. Él, a la vez que era hombre, era también Dios y con su vida nos ha enseñado a conocer a un Dios bueno, cariñoso y bondadoso, amigo y cercano a los hombres, sus hijos. Él nos enseñó con su vida la más grande y hermosa verdad que jamás el mundo entero pudo conocer: DIOS ES AMOR. Dios te ama a ti. Jesús te ama tal y como eres en este momento.

No necesitas cambiar para que te ame. Tú eres su hijo y quiere ser tu amigo: “ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando” (Jn 15,14). Por eso, si nadie te quiere, si todos te rechazan, si eres demasiado anciano o enfermo o feo o ignorante o pobre o pecador, él te ama y te dice: “Hijo mío, tus pecados te son perdonados” (Mc 2,5). “No tengas miedo, porque yo estoy contigo y tú eres de gran precio ante mis ojos, porque eres valioso y yo te amo mucho” (Is 43,43).

Y ahora respira profundamente y sonríe: Dios te ama, Jesús te ama, tu vida tiene pleno sentido y Dios espera mucho de ti y cuenta contigo para la gran tarea de la salvación del mundo.


* A. Peña

martes, 15 de diciembre de 2015

JESÚS NOS ENSEÑA


JESÚS NOS ENSEÑA...



Jesús nos enseña a amar a Dios con todo el corazón y a volcar ese amor en los demás: en la familia, en los hermanos, en la sociedad, en el país, en el mundo entero. Se trata de amor verdadero, de amor que es servicio y sacrificio, hasta “que duele”, de amor y a veces hasta la muerte. De amor que da sentido a una vida digna. Porque ni el odio, ni el egoísmo, ni la mentira podrán jamás dar algún significado noble a la existencia humana.


La caridad está en la base de las relaciones humanas sencillas y habituales, como la amistad, la familia, o el grupo de amigos, compañeros y vecinos. Pero la caridad también es el principio de las grandes relaciones de los hombres, como las relaciones sociales, económicas o políticas.


Mons. Alfonso Delgado

miércoles, 2 de diciembre de 2015

ME AMÓ Y SE ENTREGÓ POR MÍ


Me amó, y se entregó por mí




Jesús se queja: “me llamas Maestro, y no me preguntas. Me llamas Luz,  y no me miras. Me llamas Verdad,  y no me crees. Me llamas Camino, y no me sigues. Dices que soy Divino, y no me amas. Dices que soy Generoso, y no me pides. Dices que soy Misericordioso, y no confías en mí.  Dices que soy Omnipotente, y no me honras.”

Un misionero en medio de unos indios iroqueses de Norteamérica, sentados en el suelo, les hablaba sobre la generosidad de la entrega de Cristo. Y a medida que avanzaba su explicación el jefe indio, decía:
—Jefe indio da su hacha a Jesucristo.
—Jefe indio da su manta a Jesucristo.
—Jefe indio da su caballo a Jesucristo.
—Jefe indio se entrega a Jesucristo.

Hermano/a, ¿qué tal va tu amor a Jesús? ¿No te aventaja tal vez este jefe indio? Jesús ilumina y llena tu vida. Como a los apóstoles él te envía a comunicar la alegría de la salvación, y transmitir tu experiencia personal de fe. Se trata de conducir a los extraviados al encuentro con Jesús vivo en su Palabra, en los sacramentos y en la comunidad eclesial. Persuádelos diciéndoles “ven y verás”.


Enviado por el P. Natalio

lunes, 23 de noviembre de 2015

¿ES JESÚS EL REY DE TU VIDA?


¿ES JESÚS EL REY DE TU VIDA?




¿Es Jesús el rey de tu vida? ¿Reina en tus pensamientos, sentimientos y deseos? ¿Reina en tu trabajo y tu descanso? ¿Reina en tus diversiones y tiempo libre? ¿Reina en tu afectividad? ¿Es el rey y dueño de tu casa, de tus posesiones y de tu dinero? ¿Es el rey de tu matrimonio y de tu familia? ¿Estás consagrado a Jesús por María? ¿Has pensado seriamente en entregar toda tu vida al servicio del Señor? ¿Quieres ser santo? ¿Has hecho ya la entronización del Corazón de Jesús en tu hogar? ¿Haces oración en familia? En tu casa, ¿hay amor, paz y comprensión? ¿Es Jesús un miembro más de tu familia? ¿Es Jesús Eucaristía el centro de tu vida? ¿Vas a misa todos los días?

Jesús espera mucho de ti y te necesita para la gran tarea de la salvación del mundo. Él cuenta contigo. ¿Qué le vas a responder? Él quiere que seas santo y des lo mejor de ti mismo. No te des por vencido, no te detengas... En el camino de Dios, en el camino del amor, en el camino de la santidad, hay un camino infinito por recorrer. Jesús te espera con María al final del camino. Recuerda que un ángel bueno te acompaña. ¡Feliz viaje hacia la santidad!


P. Ángel Peña

martes, 17 de noviembre de 2015

LOS CINCO DEFECTOS DE JESÚS


Los cinco defectos de Jesús
¿por qué Jesús tiene estos defectos? Porque es Amor (cf. 1 Jn 4, 16). El amor auténtico no razona, no mide, no levanta barreras, no calcula, no recuerda las ofensas y no pone condiciones.


Por: Monseñor Francois-Xavier Nguyen van Thuan 




Detenido en 1975 por su condición de obispo y encarcelado durante 13 años en las cárceles del Vietcong, nueve de ellos en completo aislamiento, en el año 2000 Juan Pablo II encarga a monseñor Van Thuan impartir los ejercicios espirituales de Cuaresma ante la curia vaticana.


Al comienzo de los mismos, monseñor Van Thuan relata cómo a pesar de las duras condiciones de su prisión, su esperanza inquebrantable en Jesús despierta la admiración e incomprensión de sus compañeros de prisión y guardianes. He aquí el admirable testimonio que dio sobre su seguimiento a Jesús.


En la prisión mis compañeros que no son católicos, quieren comprender «las razones de mi esperanza». Me preguntan amistosamente y con buena intención: «¿Por qué lo ha abandonado usted todo: familia, poder, riquezas, para seguir a Jesús? ¡Debe de haber un motivo muy especial! ». Por su parte, mis carceleros me preguntan: «¿Existe Dios verdaderamente? ¿Jesús? ¿Es una superstición? ¿Es una invención de la clase opresora?».


Así pues, hay que dar explicaciones de manera comprensible, no con la terminología escolástica, sino con las palabras sencillas del Evangelio.



Primer defecto: Jesús no tiene buena memoria.

En la cruz, durante su agonía, Jesús oyó la voz del ladrón a su derecha: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino» (Lc 23, 42). Si hubiera sido yo, le habría contestado: «No te olvidaré, pero tus crímenes tienen que ser expiados, al menos, con 20 años de purgatorio». Sin embargo Jesús le responde: «Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23, 43). Él olvida todos los pecados de aquel hombre.
Algo análogo sucede con la pecadora que derramó perfume en sus pies: Jesús no le pregunta nada sobre su pasado escandaloso, sino que dice simplemente: «Quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor» (Lc 7, 47).

La parábola del hijo pródigo nos cuenta que éste, de vuelta a la casa paterna, prepara en su corazón lo que dirá: «Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros» (Lc 15, 1819). Pero cuando el padre lo ve llegar de lejos, ya lo ha olvidado todo; corre a su encuentro, lo abraza, no le deja tiempo para pronunciar su discurso, y dice a los siervos, que están desconcertados: «Traed el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en la mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado» (Lc 15, 22-24).

Jesús no tiene una memoria como la mía; no sólo perdona, y perdona a todos, sino que incluso olvida que ha perdonado.


Segundo defecto: Jesús no sabe matemáticas.

Si Jesús hubiera hecho un examen de matemáticas, quizá lo hubieran suspendido. Lo demuestra la parábola de la oveja perdida. Un pastor tenía cien ovejas. Una de ellas se descarría, y él, inmediatamente, va a buscarla dejando las otras noventa y nueve en el redil. Cuando la encuentra, carga a la pobre criatura sobre sus hombros (cf. Lc 15, 47).
Para Jesús, uno equivale a noventa y nueve, ¡y quizá incluso más! ¿Quién aceptaría esto? Pero su misericordia se extiende de generación en generación...

Cuando se trata de salvar una oveja descarriada, Jesús no se deja desanimar por ningún riesgo, por ningún esfuerzo. ¡Contemplemos sus acciones llenas de compasión cuando se sienta junto al pozo de Jacob y dialoga con la samaritana, o bien cuando quiere detenerse en casa de Zaqueo! ¡Qué sencillez sin cálculo, qué amor por los pecadores!


Tercer defecto: Jesús no sabe de lógica.


Una mujer que tiene diez dracmas pierde una. Entonces enciende la lámpara para buscarla. Cuando la encuentra, llama a sus vecinas y les dice: «Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido» (cf. Lc 15, 89).


¡Es realmente ilógico molestar a sus amigas sólo por una dracma! ¡Y luego hacer una fiesta para celebrar el hallazgo! Y además, al invitar a sus amigas ¡gasta más de una dracma! Ni diez dracmas serían suficientes para cubrir los gastos...


Aquí podemos decir de verdad, con las palabras de Pascal, que «el corazón tiene sus razones, que la razón no conoce»


Jesús, como conclusión de aquella parábola, desvela la extraña lógica de su corazón: «Os digo que, del mismo modo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta» (Lc 15, 10).



Cuarto defecto: Jesús es un aventurero.

El responsable de publicidad de una compañía o el que se presenta como candidato a las elecciones prepara un programa detallado, con muchas promesas.
Nada semejante en Jesús. Su propaganda, si se juzga con ojos humanos, está destinada al fracaso.

Él promete a quien lo sigue procesos y persecuciones. A sus discípulos, que lo han dejado todo por él, no les asegura ni la comida ni el alojamiento, sino sólo compartir su mismo modo de vida.

A un escriba deseoso de unirse a los suyos, le responde: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza» (Mt 8, 20).

El pasaje evangélico de las bienaventuranzas, verdadero «autorretrato» de Jesús, aventurero del amor del Padre y de los hermanos, es de principio a fin una paradoja, aunque estemos acostumbrados a escucharlo:

«Bienaventurados los pobres de espíritu..., bienaventurados los que lloran..., bienaventurados los perseguidos por... la justicia..., bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos» (Mt 5, 312).

Pero los discípulos confiaban en aquel aventurero. Desde hace dos mil años y hasta el fin del mundo no se agota el grupo de los que han seguido a Jesús. Basta mirar a los santos de todos los tiempos. Muchos de ellos forman parte de aquella bendita asociación de aventureros. ¡Sin dirección, sin teléfono, sin fax...!




Quinto defecto: Jesús no entiende ni de finanzas ni de economía.

Recordemos la parábola de los obreros de la viña: «El Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Salió luego hacia las nueve y hacia mediodía y hacia las tres y hacia las cinco.., y los envió a sus viña». Al atardecer, empezando por los últimos y acabando por los primeros, pagó un denario a cada uno (cf. Mt 20, 116).


Si Jesús fuera nombrado administrador de una comunidad o director de empresa, esas instituciones quebrarían e irían a la bancarrota: ¿cómo es posible pagar a quien empieza a trabajar a las cinco de la tarde un salario igual al de quien trabaja desde el alba? ¿Se trata de un despiste, o Jesús ha hecho mal las cuentas? ¡No! Lo hace a propósito, porque -explica-: «¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?».


Y nosotros hemos creído en el amor

Pero preguntémonos: ¿por qué Jesús tiene estos defectos? Porque es Amor (cf. 1 Jn 4, 16). El amor auténtico no razona, no mide, no levanta barreras, no calcula, no recuerda las ofensas y no pone condiciones.

Jesús actúa siempre por amor. Del hogar de la Trinidad él nos ha traído un amor grande, infinito, divino, un amor que llega -como dicen los Padres- a la locura y pone en crisis nuestras medidas humanas.

Cuando medito sobre este amor mi corazón se llena de felicidad y de paz. Espero que al final de mi vida el Señor me reciba como al más pequeño de los trabajadores de su viña, y yo cantaré su misericordia por toda la eternidad, perennemente admirado de las maravillas que él reserva a sus elegidos. Me alegraré de ver a Jesús con sus «defectos», que son, gracias a Dios, incorregibles.

Los santos son expertos en este amor sin límites. A menudo en mi vida he pedido a sor Faustina Kowalska que me haga comprender la misericordia de Dios. Y cuando visité Paray-le-Monial, me impresionaron las palabras que Jesús dijo a santa Margarita María Alacoque: «Si crees, verás el poder de mi corazón».


Contemplemos juntos el misterio de este amor misericordioso.


Nota: El texto está extraído del libro Testigos de esperanza de F.X. Nguyen van Thuan, publicado por la Editorial Ciudad Nueva en el año 2000 (págs. 26-31), y se reproduce aquí por cortesía de la editorial a quien se agradece su autorización. Monseñor Francois-Xavier Nguyen van Thuan nació en 1928 en Hue, región central de Vietnam. Fue ordenado sacerdote en 1953 y obispo de Nhatrang en 1967. En 1975 es nombrado por Pablo VI obispo coadjutor de Saigón, actualmente ciudad de Ho Chi-Minh. A los pocos meses de su nombramiento, con la llegada del régimen comunista, es arrestado permaneciendo en la cárcel desde 1975 a 1988. Nombrado cardenal en febrero de 2001, murió en 2002 a los 74 años.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

DESPERTAR AL CRISTO DORMIDO EN NOSOTROS


Despertar al Cristo dormido en nosotros.
A Dios no lo vemos con los ojos, pero estamos seguros que está en nuestro corazón. 


Por: P. Fintan Kelly | Fuente: Catholic.net 




Se levantó una fuerte borrasca... 
Mc 4,35-41

La fe nos exige creer en la presencia de Dios, incluso cuando no lo sentimos.

La vida es como una ensalada bien variada: hay momentos de tranquilidad y de turbación. A veces nos sentimos con tanta fuerza como para mover el mundo con un dedo y otras veces nos sentimos caídos en el fondo de un pozo, abandonados, sin esperanza.

Los apóstoles tuvieron la experiencia de un gran peligro: las aguas les iban a tragar y lo peor era que el único Hombre que podía ayudarles estaba durmiendo tranquilamente.

La experiencia de la tempestad o adversidades es común a todos los hombres, de todas las razas, culturas, lugares y tiempos. La cruz nos persigue como nuestra sombra. ¿Qué hay que hacer? Hay que despertar al Cristo que está durmiendo dentro de nosotros.

Para algunos hombres, Cristo está ausente de sus vidas, pues no tienen ningún contacto personal con Él. No le hablan en la oración y no lo experimentan en los sacramentos.

Para otros, Cristo murió dentro de ellos. Hubo un tiempo, tal vez cuando eran jóvenes, en que caminaban mano a mano con Él. Lo veían en todas partes: en la belleza de la naturaleza y en las maravillas del firmamento. Como dijo un poeta irlandés, Joseph Mary Plunket: "Dios ha hecho tres cosas muy bellas: las estrellas del cielo, las flores del campo y los ojos de los niños".

Pero para muchos el pecado ya ha obstaculizado esta experiencia de Dios. Él es sólo un eco arcano del momento de su Primera Comunión o de su boda.

Para otros más, Cristo está dentro de ellos, pero durmiendo. Tratan de despertarlo por medio de su fe. A veces la fe se hace auténtica. Es la fe de los mártires que no ven nada que no sea la punta de un fusil. La fe no es un sentir, sino un aceptar voluntariamente la presencia de un Dios que no vemos con los ojos, pero estamos seguros que está ahí.

La experiencia del Cristo durmiendo en la barca de nuestra vida es bastante común. Muchas veces uno escucha: "Padre, he perdido mi fe". Y uno le pregunta: "Pero, ¿es que ya no cree en Dios?" La persona responde que sí cree en Él, pero que no lo siente.

Pero a Dios no se lo siente como si fuese un caramelo.

lunes, 26 de octubre de 2015

IRRADIAR A CRISTO


Irradiar a Cristo
Autor: Madre Teresa de Calcuta


¡Oh Jesús!,
Ayúdame a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya. Inunda mi alma de tu espíritu y vida. Penétrame y aduéñate tan por completo de mí, que toda mi vida sea una irradiación de la tuya. Ilumina por mi medio y de tal manera toma posesión de mí, que cada alma con la que yo entre en contacto pueda sentir tu presencia en mi alma. Que al verme no me vea a mí sino a Ti en mí. Permanece en mí. Así resplandeceré con tu mismo resplandor, y que mi resplandor sirva de luz para los demás, Mi luz toda de Ti vendrá, Jesús; ni el más leve rayo será mío. Serás Tú el que iluminarás a otros por mi medio.

Sugiéreme la alabanza que más te agradara, iluminando a otros a mi alrededor. Que no lo pregone con palabras sino con mi ejemplo, con el influjo de lo que yo lleve a cabo, con el destello visible del amor que mi corazón saca de Ti.

Amén.


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