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martes, 24 de marzo de 2015

RAMOS PACÍFICOS...


Ramos pacíficos



para denunciar toda injusticia,
para combatir toda opresión,
para borrar toda frontera,
para superar cuanto divide a los hombres,
para propiciar el desarme...,
para ofrecer un perdón sin condiciones,
para cantar al hombre nuevo,
para acercar a los que están lejos,
para enseñar a compartir,
para enseñar a hablar en una misma lengua,
para aprender a rezar juntos,
para ser testigo del amor,
para perdonar todas las deudas y los intereses.
Señor, aquí me tienes,
haz de mi un instrumento de tu paz y de tu amor. Amén

DOMINGO DE RAMOS 2015 - DOMINGO 29 DE MARZO


Domingo de Ramos
Recibieron a Cristo mientras entraba a la ciudad con palmas y ramos en muestra de que era el Mesias 


Por: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net



Cuando llegaba a Jerusalén para celebrar la pascua, Jesús les pidió a sus discípulos traer un burrito y lo montó. Antes de entrar en Jerusalén, la gente tendía sus mantos por el camino y otros cortaban ramas de árboles alfombrando el paso, tal como acostumbraban saludar a los reyes.

Los que iban delante y detrás de Jesús gritaban:
"¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!"

Entró a la ciudad de Jerusalén, que era la ciudad más importante y la capital de su nación, y mucha gente, niños y adultos, lo acompañaron y recibieron como a un rey con palmas y ramos gritándole “hosanna” que significa “Viva”. La gente de la ciudad preguntaba ¿quién es éste? y les respondían: “Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea”. Esta fue su entrada triunfal.

La muchedumbre que lo seguía estaba formada por hombres, mujeres y niños, cada uno con su nombre, su ocupación, sus cosas buenas y malas, y con el mismo interés de seguir a Jesús. Algunas de estas personas habían estado presentes en los milagros de Jesús y habían escuchado sus parábolas. Esto los llevó a alabarlo con palmas en las manos cuando entró en Jerusalén.

Fueron muchos los que siguieron a Cristo en este momento de triunfo, pero fueron pocos los que lo acompañaron en su pasión y muerte.

Mientras esto sucedía, los sacerdotes judíos buscaban pretextos para meterlo en la cárcel, pues les dio miedo al ver cómo la gente lo amaba cada vez más y como lo habían aclamado al entrar a Jerusalén.

¿Qué significado tiene esto en nuestras vidas? 

Es una oportunidad para proclamar a Jesús como el rey y centro de nuestras vidas. Debemos parecernos a esa gente de Jerusalén que se entusiasmó por seguir a Cristo. Decir “que viva mi Cristo, que viva mi rey...” Es un día en el que le podemos decir a Cristo que nosotros también queremos seguirlo, aunque tengamos que sufrir o morir por Él. Que queremos que sea el rey de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestra patria y del mundo entero. Queremos que sea nuestro amigo en todos los momentos de nuestra vida.

Explicación de la Misa del Domingo de Ramos

La Misa se inicia con la procesión de las palmas. Nosotros recibimos las palmas y decimos o cantamos “Bendito el que viene en el nombre del Señor”. El sacerdote bendice las palmas y dirige la procesión. Luego se comienza la Misa. Se lee el Evangelio de la Pasión de Cristo.

Al terminar la Misa, nos llevamos las palmas benditas a nuestro hogar. Se acostumbra colocarlas detrás de las puertas en forma de cruz. Esto nos debe recordar que Jesús es nuestro rey y que debemos siempre darle la bienvenida en nuestro hogar. Es importante no hacer de esta costumbre una superstición pensando que por tener nuestra palma, no van a entrar ladrones a nuestros hogares y que nos vamos a librar de la mala suerte.

Oración para poner las palmas benditas en el hogar:

Bendice Señor nuestro hogar.
Que tu Hijo Jesús y la Virgen María reinen en él.
Por tu intercesión danos paz, amor y respeto,
para que respetándonos y amándonos
los sepamos honrar en nuestra vida familiar,
Sé tú, el Rey en nuestro hogar.
Amén.

Sugerencias para vivir la fiesta:

ESTAMPAS DE DOMINGO DE RAMOS 2015







martes, 15 de abril de 2014

DESPUÉS DE DOMINGO DE RAMOS: ¿QUÉ HACER CON LOS RAMOS BENDITOS?


Después del Domingo de Ramos: 
¿qué hacer con los ramos benditos?


“Los ramos benditos en el domingo de Ramos deben ser guardados con respeto y colocados en algún lugar decente del hogar. Sirven para proteger a los cristianos contra rayos e incendios y para ahuyentar al demonio.


Y algunos países se hacen con ellos cruces pequeñas que se clavan en los viñedos, olivos, huertas y semilleros, para preservarlos de las pestes y otros males.


Efectivamente, se pueden usar para todos estos fines, una vez que son cosas benditas y, como tales, vehículos de celestial protección, así como indica la liturgia en el ceremonial de la bendición:(1)


“Dios eterno y todopoderoso, bendice estos ramos, para que, siguiendo con alegría a Cristo, nuestro Rey, lleguemos por él a la eterna Jerusalén. Por Cristo, nuestro Señor. Amén”(2) (JS)


1) AZACARTE, Dom Andrés. Missal Diário para América. Ed. Espanhol-latim. Buenos Aires: Xila, 1946.


2)Missal Romano, 14ª edição . São Paulo: Paulus, 201



Queridos amigos, compartimos esta foto publicada por los colegas del programa Brasileño de la Radio Vaticana, en la que destacan que el Papa Francisco utilizó ayer, domingo de Ramos, la capa pluvial del Papa Juan Pablo II, quien será canonizado el próximo día 27. En la parte inferior de la capa se aprecia el escudo papal de Juan Pablo II.

domingo, 13 de abril de 2014

DIOS ES AMOR



Dios es Amor

Los momentos que pasas con Dios en oración ofrecen una bendición edificante, 
pues te dan la oportunidad de descansar 
mental y corporalmente, renovar tu espíritu y sentir cómo el amor de Dios lo rodea todo.

Al tomar un momento ahora para orar, 
recuerda que Dios es amor y que estás unido a este amor ahora y para siempre. 
Ora ahora con mente y corazón en armonía con Dios:

Dios, aquieto mis pensamientos 
y mi alma recibe Tu abrazo divino. 
Tu amor incondicional me satisface.

Tú, Dios, eres mi paz, 
y al acudir a Ti en este momento sagrado de oración, mi corazón recibe paz. 
Centro mis pensamientos sólo en Ti 
y permito que mi mente se tranquilice... 
que mi cuerpo se relaje...

Querido Dios, 
Tu presencia me llena y Tu amor me rodea. 
Te entrego mi vida con fe 
en Tu amorosa presencia en mí.
Descanso en la conciencia tranquila de Tu amor, confiando en que todo está bien... Viviendo en la luz del amor de Dios, 
descubro nuevos discernimientos.

Tú, Dios, 
eres una fuente ilimitada de amor en mí. 
Mantengo esta verdad en mi corazón 
al acudir a Ti por guía. 
Vivo en la luz de Tu sabiduría amorosa, 
querido Dios, y sé que Tu luz 
me guía en el camino correcto. 
Al escoger el sendero que es bueno para mí, tengo la seguridad de que mi sendero es claro.

Estoy receptivo en mente y corazón 
a Tu sabiduría, Tu perspectiva, 
Tu luz interminable. 
Consciente de que Tú me revelas 
lo que necesito saber 
en momentos tranquilos de oración,
me calmo y Te entrego amorosamente 
cualquier preocupación.

Siento paz y calma, 
soy un canal abierto de Tu sabiduría guiadora y poder interminable.

Descanso ahora consciente de Tu amor y guía,
hago una pausa para orar tranquilamente...

La sanadora presencia de Dios 
vierte vitalidad en cada célula de mi cuerpo.

Dios, yo sé que Tu amor obra en toda creación 
e infunde vida y energía. 
Como Tu creación divina, 
siento vida nueva por medio de Tu presencia 
revitalizadora y sanadora.

Respiro profundamente 
y dirijo mis pensamientos a Ti. 
Rodeado de Tu amor, tengo confianza 
en que sentiré y disfrutaré de la salud 
y la perfección que son mías.

En este momento valioso de oración, 
me calmo y me vuelvo más consciente 
de Tu presencia sanadora que manifiesta mayor energía y fortaleza.
Sé, en el fondo de mi alma, que me amas y me cuidas, Dios,  y que la curación se está llevando a cabo. 
Tu presencia amorosa sana y transforma 
cada parte de mi cuerpo templo, 
cada átomo, célula y órgano.

Al descansar consciente de Tu amorosa presencia, querido Dios, 
doy gracias por la actividad sanadora 
que se lleva a cabo en mí ahora...

Abro mi corazón a Dios 
y a una abundancia de experiencias que me prosperan.

Al centrar mis pensamientos en prosperidad, tengo confianza en que Tu amor todo proveedor está conmigo, querido Dios.
Tú provees de muchas maneras y bendices mi vida con bien.

Consciente de Tu amor, Dios, dejo ir cualquier preocupacióny Te entrego los buenos deseos de mi corazón.
Siento la seguridad de que me encuentro 
bajo Tu cuidado constante. 
Siento paz... tranquilidad... y confianza.

Mientras respiro profundamente,
estoy consciente de Tu gloria en la abundancia que me rodea. 
La belleza de mi mundo, la gloria de Tu bondad me recuerda que como Tu hijo amado, soy heredero de provisión interminable. 
Gracias, Dios, por rodearme de Tu amor.

Confiando en Tu amor próspero, 
hago una pausa ahora en tranquila oración...

Éste ha sido un momento sagrado de oración, un momento valioso de descanso y renovación.
Antes de regresar a las actividades del día, 
respira profundamente una vez más y afirma: 
Dios es amor...

Puede alentarte saber que el amor de Dios está contigo en cada experiencia de tu vida.En armonía con este amor, 
ora la "Oración de Protección":

La luz de Dios me rodea;
el amor de Dios me envuelve;
el poder de Dios me protege;
la presencia de Dios vela por mi.
¡Dondequiera que estoy, está Dios!

!BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR!


Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
El Domingo de Ramos abre la puerta a la semana de los días más amargos, más crueles para el Dios que se hizo hombre por amor.




Domingo de Ramos, la Iglesia Católica y sus fieles, conmemoramos la entrada de Jesús en Jerusalén. Marcos en su Evangelio, nos describe como fue esa entrada: "Llegó Jesús en un borriquillo mientras muchos extendían sus mantos en el camino y otros lo tapizaban con ramos cortados en el campo y gritaban vivas, ¡Hosanna, bendito el que viene en nombre del Señor!. 

Parece que todo nos anima a que sea un domingo de fiesta, los ramos, las palmas, los gritos de júbilo...y sin embargo la tradición nos sorprende en la santa misa de este día, relatándonos la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo. 

¡Qué cercano estaba el día en que sería entregado a los sumos sacerdotes, a los grandes personajes y autoridades, Anás, Caifás, Pilato, Herodes y luego al mismo pueblo que ahora lo vitorea y más tarde pedirá su crucifixión. 

Repasamos toda esta historia (que siempre es la misma, dirán algunos) pero que siempre es diferente según la medite nuestro corazón. 

El Domingo de Ramos abre la puerta a la semana de los días más amargos, más crueles para el Dios que se hizo hombre por amor, por amor a rodos los hombres y en ese "todos" estaba yo. 

La agonía en el Getsemaní, una oración al Padre con temblores de miedo, sus palabras "una tristeza en el alma hasta la muerte" y bajo el resplandor de la luna llena de Pascua, allá en el Huerto de los Olivos, nuestro Salvador postrado en tierra, se cubre de sudor y se llena de amarga soledad. Necesita la compañía de sus amigos, "velad conmigo" pero ellos se durmieron. 

Y después el beso que traiciona, la flagelación, las espinas, la cruz, los clavos en pies y manos, la lanza que penetra en su costado, la muerte. "Al que no conoció el pecado, Dios lo trató por nosotros, como el propio pecado, para que, por medio de él, nosotros sintamos la fuerza salvadora de Dios" (Cor 5:21). 

"El fue triturado por nuestros crímenes, sobre él descargó el castigo que nos sana" (Is 53:5). 

Cristo se acerca al Padre en esa hora de redención, los pecados de la humanidad están sobre Cristo misteriosamente. El pecado es el rechazo a Dios. Cristo está entre los hombres de todos los tiempos y ese amor es rechazado, pisado. 

Hay que meditar sobre esto: 

Yo soy la causa pero también el destinatario de la redención, soy el fin de la obra redentora de Cristo. 

Entremos pues, con la fe y la alegría del Domingo de Ramos, alabando a Jesús desde nuestros corazones, con la confianza y amor que es nuestro Señor, y preparándonos con la lectura de la Pasión, escuchando la Palabra de Dios (el mismo Dios que nos habla) para acompañar a Cristo en la Pasión, 

Y desde la cruz con nuestra Madre para todos los seres humanos. María que al pie de la cruz nos recibe como hijos que aunque algunas veces perdamos el rumbo, será nuestro faro de luz que nos conducirá amorosamente hasta su Hijo Jesús 

COMENZAMOS LA SEMANA SANTA: DOMINGO DE RAMOS


jueves, 10 de abril de 2014

DOMINGO DE RAMOS - DOMINGO 13 DE ABRIL DEL 2014




Autor: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net 
Domingo de Ramos
Recibieron a Cristo mientras entraba a la ciudad con palmas y ramos en muestra de que era el Mesias


Cuando llegaba a Jerusalén para celebrar la pascua, Jesús les pidió a sus discípulos traer un burrito y lo montó. Antes de entrar en Jerusalén, la gente tendía sus mantos por el camino y otros cortaban ramas de árboles alfombrando el paso, tal como acostumbraban saludar a los reyes. 

Los que iban delante y detrás de Jesús gritaban:
"¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!" 

Entró a la ciudad de Jerusalén, que era la ciudad más importante y la capital de su nación, y mucha gente, niños y adultos, lo acompañaron y recibieron como a un rey con palmas y ramos gritándole “hosanna” que significa “Viva”. La gente de la ciudad preguntaba ¿quién es éste? y les respondían: “Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea”. Esta fue su entrada triunfal.

La muchedumbre que lo seguía estaba formada por hombres, mujeres y niños, cada uno con su nombre, su ocupación, sus cosas buenas y malas, y con el mismo interés de seguir a Jesús. Algunas de estas personas habían estado presentes en los milagros de Jesús y habían escuchado sus parábolas. Esto los llevó a alabarlo con palmas en las manos cuando entró en Jerusalén.

Fueron muchos los que siguieron a Cristo en este momento de triunfo, pero fueron pocos los que lo acompañaron en su pasión y muerte. 

Mientras esto sucedía, los sacerdotes judíos buscaban pretextos para meterlo en la cárcel, pues les dio miedo al ver cómo la gente lo amaba cada vez más y como lo habían aclamado al entrar a Jerusalén.

¿Qué significado tiene esto en nuestras vidas? 

Es una oportunidad para proclamar a Jesús como el rey y centro de nuestras vidas. Debemos parecernos a esa gente de Jerusalén que se entusiasmó por seguir a Cristo. Decir “que viva mi Cristo, que viva mi rey...” Es un día en el que le podemos decir a Cristo que nosotros también queremos seguirlo, aunque tengamos que sufrir o morir por Él. Que queremos que sea el rey de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestra patria y del mundo entero. Queremos que sea nuestro amigo en todos los momentos de nuestra vida.

Explicación de la Misa del Domingo de Ramos

La Misa se inicia con la procesión de las palmas. Nosotros recibimos las palmas y decimos o cantamos “Bendito el que viene en el nombre del Señor”. El sacerdote bendice las palmas y dirige la procesión. Luego se comienza la Misa. Se lee el Evangelio de la Pasión de Cristo.

Al terminar la Misa, nos llevamos las palmas benditas a nuestro hogar. Se acostumbra colocarlas detrás de las puertas en forma de cruz. Esto nos debe recordar que Jesús es nuestro rey y que debemos siempre darle la bienvenida en nuestro hogar. Es importante no hacer de esta costumbre una superstición pensando que por tener nuestra palma, no van a entrar ladrones a nuestros hogares y que nos vamos a librar de la mala suerte.



Oración para poner las palmas benditas en el hogar:

Bendice Señor nuestro hogar.
Que tu Hijo Jesús y la Virgen María reinen en él.
Por tu intercesión danos paz, amor y respeto,
para que respetándonos y amándonos
los sepamos honrar en nuestra vida familiar,
Sé tú, el Rey en nuestro hogar. 
Amén.








IMÁGENES DE DOMINGO DE RAMOS







sábado, 31 de marzo de 2012

DOMINGO DE RAMOS

Domingo de Ramos

Cristo entra en Jerusalén; Cristo nos habla del grano de trigo, nos habla de ser exaltados en la cruz, y nos hace una pregunta que tenemos que responder: “¿Puedes beber del cáliz que yo beberé?”.

Autor: P. Cipriano Sánchez



Jn 12, 12-19

El día de hoy para acompañar a Cristo en su pasión, su muerte y su resurrección, vamos a centrar nuestra reflexión en la entrada de Cristo a Jerusalén

La entrada Mesiánica de Jesús en Jerusalén, tal como la presenta San Juan, se encuentra centrada en un contexto muy particular. No hay que olvidar que los evangelios son una carga espiritual, teológica, de presencia de Cristo. Por así decirlo, son un retrato descrito.

San Juan ubica la entrada de Cristo en Jerusalén, por una parte, en el contexto de la unción de Betania, en la que se ha vuelto a hablar de la resurrección. Junto con este aspecto de la resurrección aparece, como sombra constante, la determinación de los sumos sacerdotes para deshacerse de Cristo. Y como un segundo trasfondo de la entrada de Cristo en Jerusalén está el contexto del discurso de Jesús sobre el grano de trigo que tiene que caer y morir para dar fruto.
Dice el Evangelio: “Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto”. En el texto del grano de trigo se vuelve a repetir el mismo dinamismo que se encierra en la voz de “lo he glorificado”, junto con la conciencia clara de la presencia inminente de la pasión.

A nosotros nos llama mucho la atención que todo el misterio de la entrada de Jesús en Jerusalén quiera estar enmarcado en este contraluz de muerte y resurrección (el grano de trigo que muere para poder dar fruto), pero, independientemente de que pueda ser un poco literario, este contexto nos permite ver lo que es exactamente la entrada de Cristo en Jerusalén.

Por una parte vemos que el pueblo realiza lo que estaba escrito que tenía que realizar: “Esto no lo comprendieron sus discípulos de momento; pero cuando Jesús fue glorificado, se dieron cuenta de que esto estaba escrito sobre él, y que era lo que le habían hecho”.

Por otra parte, la voz del pueblo es un signo que indica lo que Cristo es verdaderamente: “Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel”. Sin embargo, como tantas veces sucede con Cristo, los hombres actúan sin saber que están actuando de una forma profética. El pueblo no sabe lo que hace, pero aclama el triunfo y el éxito maravilloso de un taumaturgo que resucitará. Además, las palabras de la gente tienen un total carácter de proclamación mesiánica, por la que Cristo se presenta como liberador de Israel. Y así, Cristo cumple un gesto mesiánico que Zacarías había profetizado: “No temas, hija de Sión; mira que viene tu Rey montado en un pollino de asna”. Cristo se sienta en el asno, aceptando con ello el que se le proclame Rey, realizando así la profecía de Zacarías.

Sin embargo, esto no obscurece su conciencia de que su mesianismo no es de tipo mundano, sino que esta unción como Mesías, esta proclamación, es el camino que lo va a llevar a la cruz. No hay que olvidar que el Mesías es el que resume, en sí mismo, todos los símbolos de Israel: el profeta, el sacerdote, el rey. Y como dijo el mismo Cristo, es el profeta que va a morir en Jerusalén, y es el sacerdote que llega hasta donde está el templo para ofrecer el sacrificio.

Pero, junto con esta visión externa que nos puede ayudar a preguntarnos: ¿qué tanto soy capaz de seguir a este Cristo, que como rey, profeta y sacerdote va a ser sacrificado por mí?, yo les invitaría a contemplar el alma de Cristo, el interior de Cristo en su entrada a Jerusalén.

El alma de Cristo tiene ante sí, con una gran claridad, el plan de Dios sobre Él. Cristo sabe que Dios ha querido unir su glorificación con el misterio de la pasión. Es una gloria que pasa a través de la infamia y del rechazo de los hombres, una gloria que pasa por la paradoja de los planes de Dios, una gloria que quiere pasar por la total donación del Hijo de Dios para la salvación de los hombres.

Cristo tiene claro en su alma este plan de Dios, y con toda libertad y con toda decisión, lo acepta. Él sabe que al ser proclamado Rey, y al entrar en Jerusalén como Mesías, está firmando la sentencia que le lleva al sacrificio, y sin embargo, lo hace. “Entonces los fariseos comentaban entre sí: “¿Veis cómo no adelantáis nada?, todo el mundo se ha ido tras él”. Él sabe que la exaltación real que a Él se le dará cuando sea levantado, es la de la cruz, la del cuerpo para el sacrificio.

La cruz será su gloria de dominio, será su palabra profética de discernimiento y también será la unción con la que su cuerpo será marcado como sacerdote de la Nueva y Eterna Alianza. La cruz será su trono de dominio desde el que Él va a atraer a todos los hombres hacia sí mismo: “Y cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí”. En su alma aparece el deseo de donarse, porque ha llegado la hora para la que había venido al mundo, la hora del designio de amor sobre la humanidad, la hora por la que Dios entre, de modo definitivo, en la vida de los hombres por la gracia de la redención.

Sin embargo, todos los sentimientos se van mezclando en Cristo. Así como es consciente de que ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del Hombre, es también consciente de que el grano de trigo tiene que caer en tierra para poder dar fruto: “Pero mi alma se turba, ¿y cómo voy a decir? ¡Padre, líbrame de esta hora! Pero es para esta hora que yo he venido al mundo”.

Podríamos terminar con una reflexión sobre nosotros mismos, sin olvidar que nuestra vocación cristiana también es una perspectiva de la luz que pasa a través de la cruz: Mi vocación es luminosa solamente cuando pasa a través de la cruz. Tiene que pasar por el mismo camino de Cristo: la aceptación generosa de la cruz, la aceptación generosa de los signos que nos llevan a la cruz.

Para Cristo, el signo de la entrada de Jerusalén, es el signo que le lleva a la cruz; para nosotros cristianos, nuestro Bautismo es un signo que nos indica, necesariamente, la presencia de la cruz de Cristo. Se trata de ser seguidor de Cristo, marcado con el signo indeleble de la cruz en el corazón y en la vida. El cristiano ha de ser capaz, como Cristo, de recoger los frutos de vida eterna del árbol fecundo de la cruz, para uno mismo y para sus hermanos.

Para quien juzga según Dios, la abnegación es Sabiduría Divina envuelta en el misterio de Cristo crucificado. No existe otro camino para ser seguidor de Aquél que no ha venido para ser servido sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.

Toda la vida de Cristo, y particularmente su pasión, tiene un profundo significado de servicio para la gloria del Padre y para la salvación de los hombres. El Primogénito de toda criatura —al cual corresponde el primado sobre todas las cosas que son en el cielo y en la tierra—, el que viene en el nombre del Señor, el rey de Israel, se ha hecho siervo de todos los hombres y dado a muerte en rescate de sus pecados.

Cristo entra en Jerusalén; Cristo nos habla del grano de trigo, nos habla de ser exaltados en la cruz, y nos hace una pregunta que tenemos que responder: “¿Puedes beber del cáliz que yo beberé?”.

P. Cipriano Sánchez

ENTRADA TRIUNFAL DE JESÚS EN JERUSALEN


Sexto Domingo de Cuaresma
Domingo de Ramos
Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén

    Desde la cima del monte de los Olivos, Jesús contempla la ciudad de Jerusalén, y llora por ella. Mira cómo la ciudad se hunde en el pecado, en su ignorancia y en su ceguera. Lleno de misericordia se compadece de esta ciudad que le rechaza. Nada quedó por intentar: ni en milagros, ni en palabras... En nuestra vida tampoco ha quedado nada por intentar.


I. Jesús hace su entrada en Jerusalén como Mesías en un humilde borrico, como había sido profetizado muchos siglos antes (Zacarías 4, 4). Y los cantos del pueblo son claramente mesiánicos; esta gente conocía bien las profecías y se llena de júbilo. Jesús admite el homenaje. Su triunfo es sencillo, sobre un pobre animal por trono. Jesús quiere también entrar hoy triunfante en la vida de los hombres sobre una cabalgadura humilde: quiere que demos testimonio de Él, en la sencillez de nuestro trabajo bien hecho, con nuestra alegría, con nuestra serenidad, con nuestra sincera preocupación por los demás. Hoy nos puede servir de jaculatoria repitiendo: Como un borrico soy ante Ti, Señor..., como un borrico de carga, y siempre estaré contigo (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, citado por A. VÁZQUEZ DE PRADA). El Señor ha entrado triunfante en Jerusalén. Pocos días más tarde, en esta ciudad, será clavado en la Cruz.

II. Desde la cima del monte de los Olivos, Jesús contempla la ciudad de Jerusalén, y llora por ella. Mira cómo la ciudad se hunde en el pecado, en su ignorancia y en su ceguera. Lleno de misericordia se compadece de esta ciudad que le rechaza. Nada quedó por intentar: ni en milagros, ni en palabras... En nuestra vida tampoco ha quedado nada por intentar. ¡Tantas veces Jesús se ha hecho el encontradizo con nosotros! ¡Tantas gracias ordinarias y extraordinarias ha derramado sobre nuestra vida! La historia de cada hombre es la historia de la continua solicitud de Dios sobre él. Cada hombre es objeto de la predilección del Señor. Sin embargo, podemos rechazarlo como Jerusalén. Es el misterio de la libertad humana, que tiene la triste posibilidad de rechazar la gracia divina. Hoy nos preguntamos: ¿Cómo estamos respondiendo a los innumerables requerimientos del Espíritu Santo para que seamos santos en medio de nuestras tareas, en nuestro ambiente?

III. Nosotros sabemos que aquella entrada triunfal fue muy efímera. Los ramos verdes se marchitaron pronto y cinco días más tarde el hosanna se transformó en un grito enfurecido: ¡Crucifícale! La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén pide de nosotros coherencia y perseverancia, ahondar en nuestra fidelidad, para que nuestros propósitos no sean luces que brillan momentáneamente y pronto se apagan. Somos capaces de lo mejor y de lo peor. Si queremos tener la vida divina, triunfar con Cristo, hemos de ser constantes y hacer morir por la penitencia lo que nos aparta de Dios y nos impide acompañar al Señor hasta la Cruz. No nos separemos de la Virgen. Ella nos enseñará a ser constantes.

Fuente: Colección "Hablar con Dios" por Francisco Fernández Carvajal, Ediciones Palabra.
Resumido por Tere Correa de Valdés Chabre
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