miércoles, 26 de diciembre de 2018

IMÁGENES DE LOS REYES MAGOS PARA COLOREAR









































PAPA FRANCISCO ANIMA A REZAR ESTA ORACIÓN ANTE EL PESEBRE


Papa Francisco anima a rezar esta oración ante el pesebre
Redacción ACI Prensa
 Foto: © Vatican Media/ACI Prensa. Todos los derechos reservados




“Señor Jesús, te confiamos nuestro espíritu, acógelo”, fue la oración que el Papa Francisco sugirió rezar ante Jesús Niño en el pesebre.

Con esa frase “le estamos pidiendo que nuestra existencia sea una buena vida según el Evangelio”, agregó el Santo Padre durante el Ángelus del 26 de diciembre de 2017, fecha en que también la Iglesia recuerda al primer mártir cristiano, San Esteban.

En esa ocasión, el Papa Francisco destacó la estrecha relación que existe entre la celebración de la Navidad y la festividad de San Esteban.


Al momento de su muerte, Esteban suplica a Jesús que acoja su espíritu. “Cristo resucitado, de hecho, es el Señor, y es el único mediador entre Dios y los hombres, no solo en el momento de nuestra muerte, sino que también en cada instante de la vida. Sin él no podemos hacer nada”, dijo el Santo Padre.

“Jesús es nuestro mediador y no solo nos reconcilia con el Padre, sino también entre nosotros. Él es la fuente del amor que nos abre a la comunión con los hermanos, eliminando todo conflicto y resentimiento”, agregó.

De igual forma, durante el Ángelus de este 26 de diciembre el Papa Francisco aseguró que San Esteban “imita fielmente el gesto de Jesús, es una invitación dirigida a cada uno de nosotros a acoger con fe de las manos del Señor aquello que la vida nos reserva de positivo y también de negativo”.

El Papa invitó a los fieles a “rezar con insistencia el Espíritu Santo para que derrame sobre nosotros el don de la fortaleza que sana nuestros miedos, nuestras debilidades, nuestras pequeñeces y alarga el corazón para perdonar, perdonar siempre”.

De este modo, el Papa invocó la intercesión de la Virgen y de San Esteban para que “su oración nos ayude a confiar siempre en Dios, especialmente en los momentos difíciles, y nos sostenga en el propósito de ser hombre y mujeres capaces de perdón”.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 26 DE DICIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
26 de Diciembre




Esa carta que mandé a Jesús de Nazaret... me la devolvió el correo, poniendo en el sobre: "Al remitente".

Sí, en el sobre el mismo Jesús puso una notita que decía: "No soy yo, sino ustedes los cristianos los que deben procurar que nadie sienta frío, ni ausencia de hogar; devuélvase al remitente, para que tome nota."

Jesús me devolvió la carta para que tomemos conciencia de nuestra responsabilidad; para que todos lleguemos de una vez a comprender que Jesús sigue naciendo en cada niño que llora, y sigue naciendo en cada niño que viene a este mundo, y sigue llorando en cada niño que llora, y sigue teniendo frío en cada niño desprovisto de ropa y sigue teniendo hambre en cada uno de los hambrientos.

Es Jesús de Nazaret el que vive hoy en la carne de cada uno de los pobres necesitados en los que nosotros, los cristianos, los que creemos en Jesús, debemos demostrar nuestro amor a él.

él mismo lo dejará escrito en el Evangelio al decir: Lo que hagan con cada uno de mis pequeños hermanos, lo hacen conmigo.


P. Alfonso Milagro

SAN ESTEBAN, 26 DE DICIEMBRE, PRIMER MÁRTIR Y DIÁCONO DE LA IGLESIA


San Esteban
Diácono y Primer Mártir de la Iglesia


Por: Redacción | Fuente: PrimerosCristianos.com 




Esteban fue un hombre extraordinario, lleno de fe y del Espíritu Santo, amado y estimado por todos los miembros de la comunidad cristiana. Su predicación tuvo gran aceptación y las conversiones se multiplicaban. La gente acudía a oírlo, dejaba la sinagoga y se añadía al grupo de los que creían en Jesús. Esteban, cuyo nombre significa “coronado”, es conocido como el “protomártir”, al ser el primer hombre que derramó su sangre por su fe en Jesucristo.

Llegó a ser uno de los hombres en los que más se pudieron apoyar los apóstoles  para difundir su mensaje. Según podemos ver en los Hechos de los Apóstoles, la aparición de Esteban y de los otros diáconos en la vida pública de Jerusalén llegó cuando viudas y pobres que no eran israelitas se quejaron porque las ayudas eran destinadas a los propios israelitas antes que a los extranjeros. En ese momento, los apóstoles argumentaron que ellos no podían hacer frente a esa clase de conflictos porque estarían dejando de lado su misión de difundir el mensaje divino. Por ello, dieron la oportunidad de elegir a siete hombres justos que se encargaran de repartir las ayudas entre los pobres. Los mismos ciudadanos eligieron a los siete hombres justos, entre los que se encontraba Esteban. Estos hombres fueron presentados a los apóstoles y ordenados diáconos.

La labor de Esteban empezó a hacerse patente cuando los judíos venidos de otros países entablaban conversaciones con él, no pudiendo resistir la sabiduría que salía de sus palabras, inspiradas por el Espíritu Santo. Los de la sinagoga de los Libertos le llevaron delante del Sanedrín, presentando testigos falsos y acusándole de afirmar que Jesucristo iba a destruir el templo y poner fin a las leyes de Moisés.

Esteban pronunció un discurso ante el los miembros del Sanedrín en el que fue repasando la historia del pueblo de Israel, echándoles en cara a los judíos su eterna oposición a los profetas y enviados de Dios, llegando incluso a matar al más importantes de todos ellos, el Redentor Jesucristo. Oyendo esto, los miembros del Sanedrín se enfurecieron. Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo exclamando: “Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre en pie a la derecha de Dios”. En ese momento, los que le escuchaban se taparon los oídos y se lanzaron contra él.

Lo sacan entre gritos y empujones fuera de las murallas; los verdugos, tras quitarse sus mantos y dárselos a un joven llamado Saulo, se disponen a lanzar piedras contra el cuerpo del primer mártir cristiano.

Esteban se hinca de rodillas y con los ojos hacia el Monte de los Olivos, donde un año o dos antes subió Jesús a los cielos, ruega a Él por los que le van a dar muerte, exclamando cuando siente los primeros golpes: “Domine Iesu, suscipe spiritum meum, Señor Jesús, recibe mi espíritu”.

Cayó su cuerpo bañado en sangre. El perdón de los enemigos, la caridad cristiana que abraza a todos los hombres, el mandato del amor había arraigado bien en el corazón de la Iglesia. El primer mártir cristiano moría perdonando a sus verdugos, tal y como lo había hecho Jesucristo en lo alto de la cruz.

Esta mansedumbre y caridad cristiana es la nota distintiva de la plenitud de San Esteban. Estaba lleno de gracia, sabiduría y de poder sobrenatural, pero sobre todo estaba lleno de amor, tenía un corazón formado en la escuela de Cristo.

El odio contra Esteban y Jesús, recogido en el corazón más grande que allí había presente, el único en que cabía, se iba a convertir en amor. Saulo, el fariseo, será muy pronto Pablo, el siervo de Cristo. La mejor corona de Esteban será la conversión de Saulo, que ahora guarda los vestidos de los verdugos, y que se va a convertir en el Apóstol, en el medio elegido por Dios para dar a conocer la doctrina de su Hijo.

LOS NOMBRES JESÚS Y EMMANUEL SON LO MISMO? UN TEÓLOGO RESPONDE


¿Los nombres “Jesús” y “Emmanuel” son lo mismo? Un teólogo responde
Redacción ACI Prensa
La Anunciación, obra de Bartolomé Estaban Murillo




Hoy que celebramos la Navidad, algunos fieles pueden preguntarse por qué si el profeta Isaías anunció que al Hijo de Dios lo llamarían “Emmanuel”, el ángel dijo a María y José que pusieran al Niño por nombre “Jesús”. ¿Existe alguna contradicción?, ¿ambos nombres son lo mismo?

El P. Miguel A. Fuentes, del Instituto del Verbo Encarnado (IVE), escribió un artículo en su blog “El teólogo responde” para responder a esta duda que fue expuesta por un fiel.

“Con dos versículos de diferencia, San Mateo indica dos de los nombres que recibirá el Niño nacido de la Virgen: Le pondrás por nombre Jesús… Se le pondrá por nombre Emmanuel (Mt 1,21.23)”, señaló el sacerdote.

Sin embargo, indicó que “como dice Manuel de Tuya, O.P., no hay oposición entre ambos nombres, ‘porque el nombre que se anuncia en Isaías (Emmanuel) es el nombre profético de Cristo, y el nombre de Jesús es su nombre propio y personal. El nombre profético sólo indica lo que significará para los hombres, en aquel momento, el nacimiento de este niño. Será ‘Dios con nosotros’ de un modo particular’”.

“Así –continúa el texto de Manuel de Tuya–, se lee en el mismo Isaías, cuando dice a Jerusalén: ‘Desde ahora te llamarás ciudad del Justo, ciudad Fiel’ (Is 1,26), no porque hubiese de llamarse así materialmente, sino porque tenía desde entonces una cierta conveniencia a causa de la purificación que en ella haría Yahvé. O, como dice a este propósito San Jerónimo, ‘significan lo mismo Jesús que Emmanuel, no al oído, sino al sentido’”.

El artículo del P. Fuentes continúa así:

1. Emmanuel: expresa la naturaleza, la personalidad del Hijo de María. El nombre se contiene en la profecía que Isaías proclama ante el desconfiado Acaz, cinco siglos antes del advenimiento del anunciado en ella: He aquí que una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarán su nombre Emmanuel, Dios con nosotros (Is 7,14).

‘Emmanuel’: Dios con nosotros. Jesús es Dios; el Dios adorable que hizo el cielo y la tierra, que gobierna los astros y a quien sirven los ángeles. Pero sin dejar de ser Dios ni perder su Gloria, se ‘hunde’ en nuestra historia y en nuestro mundo para convivir con los hombres que Él ha creado, con la hechura de sus manos: Se hizo ver en la tierra y conversó con los hombres (Ba 3,38). Emmanuel expresa quién es el que nace: es Dios que se hace carne. Por eso el ángel dijo a María: lo que nacerá de ti será santo, será llamado Hijo de Dios (Lc 1,35).

2. Jesús: Le pondrás por nombre Jesús porque Él salvará a su pueblo de sus pecados (Mt 1,21). Tales las palabras del ángel a José. Este nombre expresa la misión del Hijo de Dios al encarnarse. Revela el motivo de la encarnación. Jesús en lengua hebrea se dice Yehoshuah y quiere decir Yahvéh salva, Dios salva; quiere decir, pues, Salud-dador. El que viene a dar la salud al alma, que es donde mora la enfermedad del pecado.

¿Quién puede perdonar los pecados sino Dios?, se preguntan los enemigos de Cristo, escandalizados no sólo porque ha curado a un paralítico en Cafarnaúm sino, especialmente, porque se ha anunciado la remisión de sus pecados (cf. Mc 2,7). Han entendido que de esta manera se iguala a Dios, y no se equivocan: sólo Dios puede perdonar los pecados de los hombres. Por eso los perdonaba Cristo, porque era Dios, y para eso se había encarnado. Esto es lo que nos revela con su nombre.

Muchos hebreos se llamaron Jesús por casualidad, decía Maldonado en el siglo de oro español, ‘Cristo, en cambio, por determinado consejo, no humano sino divino. Aquellos que lo llevaron antes que Él no fueron verdaderos salvadores, y Cristo lo es más todavía de lo que el hombre acierta a significar. Para ellos era nombre común y vulgar; para Cristo fue peculiar y, según el profeta había predicho, propio y singular, porque de la manera que de Cristo se dijo, a nadie le conviene más que a Él, ya que no hay en otro alguno salud’.

PAPA FRANCISCO EN FIESTA DEL PRIMER MÁRTIR DE LA IGLESIA: DEBEMOS APRENDER A PERDONAR


Papa Francisco en fiesta del primer mártir de la Iglesia: Debemos aprender a perdonar
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
Foto: Vatican Media.




Al presidir el rezo del Ángelus en el segundo día de la Octava de Navidad y fiesta de San Esteban, primer mártir de la Iglesia Católica, el Papa Francisco aseguró que “estamos llamados a aprender de él a perdonar, siempre”.

Cada 26 de diciembre la Iglesia celebra a San Esteban, cuyo martirio es relatado en el capítulo 7 del libro de los Hechos de los Apóstoles: fue apedreado por los judíos tras ser acusado falsamente de blasfemar contra Dios.

El Santo Padre destacó que San Esteban imitó a Jesús hasta el punto del martirio, pues “no maldice a sus perseguidores, sino que reza por ellos: dobló las rodillas y gritó a gran voz: ‘Señor, no los culpes por este pecado’”.

“Estamos llamados a aprender de él a perdonar, a perdonar, siempre -y no es fácil hacerlo, todos los sabemos- el perdón alarga el corazón, genera compartida, dona serenidad y paz”.


El camino del perdón, destacó, es el que estamos llamados a “recorrer en las relaciones interpersonales en familia, en los lugares de escuela y en los lugares de trabajo, en la parroquia y en las diversas comunidades. Siempre abiertas al perdón”, dijo el Santo Padre.

“La lógica del perdón y de la misericordia siempre es vencedora, siempre, y abre horizontes de esperanza. El perdón se cultiva con la oración porque no es fácil perdonar y la oración, que nos permite tener fija la mirada sobre Jesús”, insistió.

San Esteban, señaló el Papa, “fue capaz de perdonar a sus asesinos porque, lleno de Espíritu Santo, fijaba el cielo y tenía los ojos abiertos sobre Dios. De la oración le viene la fuerza de sufrir el martirio”.

El Santo Padre señaló que si bien “podría parecer extraño unir la memoria de San Esteban al nacimiento de Jesús”, esto guarda una profunda relación, pues “el Niño Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre, salvará la humanidad muriendo en la Cruz. Ahora lo contemplamos envuelto en pañales en el pesebre; después de su crucifixión estará nuevamente envuelto por vendas y colocado en un sepulcro”.

“La actitud de Esteban que imita fielmente el gesto de Jesús, es una invitación dirigida a cada uno de nosotros a acoger con fe de las manos del Señor aquello que la vida nos reserva de positivo y también de negativo”, subrayó.


“Nuestra existencia está marcada no solo por circunstancias felices, lo sabemos, sino también de momentos de dificultad y de pérdida. Pero la confianza en Dios nos ayuda a acoger los momentos agotadores y a vivirlos como ocasión de crecimiento en la fe y de construcción de nuevas relaciones con los hermanos”.

El Papa precisó que debemos “abandonarnos en las manos del Señor, que sabemos que es un Padre rico de bondad hacia sus hijos”.

Al finalizar su mensaje, el Papa invitó a los fieles a “rezar con insistencia el Espíritu Santo para que derrame sobre nosotros el don de la fortaleza que sana nuestros miedos, nuestras debilidades, nuestras pequeñeces y alarga el corazón para perdonar, perdonar siempre”.

De este modo, el Papa invocó la intercesión de la Virgen y de San Esteban para que “su oración nos ayude a confiar siempre en Dios, especialmente en los momentos difíciles, y nos sostenga en el propósito de ser hombre y mujeres capaces de perdón”.

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 26 DE DICIEMBRE 2018

Lecturas de hoy San Esteban
Hoy, miércoles, 26 de diciembre de 2018


Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,8-10;7,54-60):

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.»
Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.»
Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.»
Y, con estas palabras, expiró.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 30,3cd-4.6 y Sab 16bc-17

R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu

Sé la roca de mi refugio, 
un baluarte donde me salve, 
tú que eres mi roca y mi baluarte; 
por tu nombre dirigeme y guíame. R/.

A tus manos encomiendo mi espíritu: 
tú, el Dios leal, me librarás. 
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. 
Te has fijado en mi aflicción. R/.

Líbrame de los enemigos que me persiguen; 
haz brillar tu rostro sobre tu siervo, 
sálvame por tu misericordia. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (10,17-22):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 26 de diciembre de 2018


José María Vegas, cmf
Perseverar en la dificultad

La liturgia nos recuerda con crudeza que el mundo en el que ha nacido el hijo de María, el Hijo de Dios, es un mundo hostil, en el que dominan fuerzas mortíferas, que consideran que hacen un bien eliminando a los enemigos, matando a los oponentes. San Esteban, el protomártir, ve cómo se le arrebata la vida por dar testimonio del Dios hecho carne en el hombre de Nazaret, en el niño nacido en Belén, que contemplábamos ayer. Los ángeles cantan, los pastores adoran, pero también se organizan fuerzas siniestras que quieren acallar la Palabra que nos habla, nos llama, nos cura y nos salva en un lenguaje que podemos entender. El martirio de Esteban es un reflejo de la Pasión de Cristo: “Si el mundo os odia, sabed que antes me ha odiado a mí” (Jn 15, 16). No es fácil comprender ese odio al que habla palabras de amor y perdón, y pasa haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo (cf. Hch 10, 38).

Pero el recuerdo de este reflejo de la Pasión no pretende empañar el misterio de la Navidad ni oscurecer su luz. Al contrario, nos recuerda el sentido profundo de este nacimiento: “Si alguno pregunta por el misterio se sentirá llevado a afirmar más bien, que no fue su muerte una consecuencia de su nacimiento, sino que él nació para poder morir” (S. Gregorio Nacianceno). Jesús ha nacido para comunicarnos la vida de Dios, que es el amor, es decir, para dar su vida por amor. Y es este amor la luz que ilumina la noche de la humanidad, la oscuridad del odio. Al recordar el martirio de San Esteban, la liturgia nos avisa de que acoger al niño nacido en Belén significa en definitiva asumir su mismo modo de vida: tratar de hacer de nuestra vida una entrega por amor. Y esto puede, extrañamente, atraernos el odio de este mundo. Pero no hay que temer: esto será ocasión para dar testimonio ante el mundo de ese mismo amor, de perseverar, a pesar de los pesares, en esa voluntad de amar hasta el final. 

Saludos cordiales, 
José M. Vegas CMF

BIENVENIDOS





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