viernes, 20 de noviembre de 2020

¡NECESITABA UN ABRAZO!



 ¡Necesitaba un abrazo!


Hace veinte años, yo trabajaba como taxista para subsistir. Lo hacía en el turno de la noche y mi taxi se convirtió en un confesionario móvil. Los pasajeros se subían, se sentaban detrás de mí en total anonimato, y me contaban acerca de sus vidas. Encontré personas cuyas vidas me asombraban, me ennoblecían, me hacían reír y me deprimían. Pero ninguna me conmovió tanto como la mujer que recogí en una noche de agosto.

Respondí a una llamada de unos pequeños edificios en una tranquila parte de la ciudad. Asumí que recogería a algunos saliendo de una fiesta o un trabajador que tenía que llegar temprano a una fábrica de la zona industrial de la ciudad. Cuando llegué a las 2:30 am el edificio estaba oscuro excepto por una luz en la ventana del primer piso. Aunque la situación se veía peligrosa, yo siempre iba hacia la puerta. Este pasajero debe ser alguien que necesita de mi ayuda, razoné para mí.

Por lo tanto caminé hacia la puerta y toqué... "un minuto" respondió una frágil voz. Pude escuchar que algo era arrastrado a través del piso, después de una larga pausa, la puerta se abrió.

Una pequeña mujer de unos ochenta años se paró enfrente de mí. Ella llevaba puesto un vestido floreado, y un sombrero con un velo, como alguien de una película de los años 40. A su lado, una pequeña maleta de nylon. El apartamento se veía como si nadie hubiera vivido ahí durante muchos años. Todos los muebles estaban cubiertos con sábanas, no había relojes en las paredes, ninguna baratija o utensilio. En la esquina había una caja de cartón llena de fotos y una vajilla de cristal. La señora repetía su agradecimiento por mi gentileza.

- "No es nada", le dije. "Yo sólo intento tratar a mis pasajeros de la forma que me gustaría que mi mamá fuera tratada".

- "Oh, estoy segura de que es un buen hijo", dijo ella. Cuando llegamos al taxi me dio una dirección, entonces preguntó: - "¿Podría llevarme a través del centro?".

- "Ese no es el camino más corto", le respondí rápidamente.

- "Oh, no importa", dijo ella, "No tengo prisa, voy camino del asilo". La miré por el espejo retrovisor, sus ojos estaban llorosos.

- "No tengo familia"- ella continuó, "el doctor dice que no me queda mucho tiempo". Tranquilamente estiré mi brazo y apagué el taxímetro.

- "¿Qué ruta le gustaría que tomara?", le pregunté. Por las siguientes dos horas, conduje  a través de la ciudad. Ella me enseñó el edificio donde había trabajado como operadora de elevadores. Me dirigí hacia el vecindario donde ella y su esposo habían vivido cuando ellos eran recién casados. Ella me pidió que nos detuviéramos enfrente de un almacén de muebles donde una vez hubo un salón de baile, al que ella iba a bailar cuando era joven. Algunas veces me pedía que pasara lentamente enfrente de un edificio en particular o una esquina y veía en la oscuridad, y no decía nada. Con el primer rayo de sol apareciéndose en el horizonte, ella repentinamente dijo:

- "Estoy cansada, vámonos ahora".

Me dirigí en silencio hacia la dirección que ella me había dado. Era un edificio bajo, como una pequeña casa de convalecencia, con un camino para autos que pasaba bajo un pórtico.

Dos asistentes vinieron hacia el taxi tan pronto como pudieron. Debían haber estado esperándola. Yo abrí la cajuela y dejé la pequeña maleta en la puerta. La mujer estaba lista para sentarse en una silla de ruedas.

- "¿Cuánto le debo?", ella preguntó, buscando en su bolsa.

- "Nada", le dije.

- "Tienes que vivir de algo", ella respondió.

- "Habrá otros pasajeros", yo respondí. Casi sin pensarlo, me agaché y la abracé. Ella me sostuvo con fuerza, y dijo:

- "¡¡¡Necesitaba un abrazo!!!".

Apreté su mano, entonces caminé hacia la luz de la mañana. Atrás de mí una puerta se cerró, fue un sonido de una vida concluida. No recogí a ningún pasajero en ese turno, vagué sin rumbo por el resto del día. No podía hablar, ¿Qué habría pasado si a la mujer la hubiese recogido un conductor malhumorado o alguno que estuviera impaciente por terminar su turno?, ¿Qué habría pasado si hubiera rehusado a atender la llamada, o hubiera tocado el claxon una vez, y me hubiera ido? . En una vista rápida, no creo que haya hecho algo más importante en mi vida. Estamos condicionados a pensar que nuestras vidas están llenas de grandes momentos, pero los grandes momentos son los que nos atrapan bellamente desprevenidos, en los que otras personas pensarán que sólo son pequeños momentos. La gente tal vez no recuerde exactamente lo que tú hiciste o lo que dijiste... pero siempre recordarán cómo los hiciste sentir.

LOS LIRIOS DE SAN ANTONIO DE PADUA


 

LOS LIRIOS DE SAN ANTONIO



El lirio o la azucena es símbolo de la pureza y porque así como el más ligero contacto empaña esa flor candidísima, así toda culpa —aunque leve— afea la pureza del alma.

A los Santos que se distinguieron durante su vida por su inocencia, se los representa con esta flor en los brazos, en las manos o junto a sí.

A San Antonio de Padua no sabríamos conocerle si no viéramos sus imágenes con el lirio o con el divino Niño Jesús, lirio de los valles, que se recrea entre lirios. Es que San Antonio conservó el candor virginal toda su vida y, si el lirio o azucena es la representación de la virtud de la pureza, no podía faltarle este símbolo.

Y parece que San Antonio siente predilección por el lirio y cómo se goza de ver sus imágenes con esta flor y sus altares adornados con las azucenas, que recuerdan a las gentes el deber de amar y conservar a toda costa la delicadísima virtud de la pureza. Hasta tal punto que a tan bellas y blancas flores del campo se las llama lirios de San Antonio.

La devoción de los lirios de San Antonio es antiquísima, aunque en la liturgia eclesiástica aparezca casi nueva. En 1680, en el pueblo de Mantesca de Agesso, le quitaron al Santo de las manos la flor o lirio artificial, sustituyéndole por uno natural recién tomado del jardín. Dejaron esta flor en manos de San Antonio después de la fiesta y por todo un año se conservó la azucena fresca, como si acabaran de cortarla, con el mismo aroma que se percibía en toda la iglesia.

En Marcase de Sicilia sucedió otro caso singular. Expulsados los franciscanos por la revolución, la gente acudía a la iglesia el trece de junio. Terminada la fiesta, se cerró la iglesia, olvidando retirar las flores del altar. Transcurrido largo tiempo, volvieron a la iglesia y encontraron marchitas todas las flores, menos los lirios y las azucenas que rodeaban la imagen de San Antonio. Toda la ciudad acudió a ver el prodigio y las gentes se llevaron como reliquias los frescos y aromáticos lirios de San Antonio.

El pueblo cristiano tiene veneración especial al lirio de San Antonio porque, además de estar convencido de que con ello complacen al glorioso Taumaturgo de Padua, han visto en él un símbolo de protección y auxilio que el Santo de los Milagros otorga en favor de sus devotos que le suplican su valimiento para conservarse en tan apreciada virtud.

Aumentóse de un modo extraordinario esta veneración porque San Antonio ha utilizado algunas veces estas flores como instrumento para conceder favores y obrar milagros. Recuérdese el siguiente caso. Una señora de Montreal (Canadá), tomó el hábito de religiosa en el Convento de Nuestra Señora de los Ángeles de Asís (Italia), y se llamó Sor Margarita de Santa Clara.

Con motivo de una fundación en América, hubo de embarcarse y nada más llegar a Nueva York, sintió un pequeño dolor en la lengua, que fue aumentando sensiblemente. Llamado un especialista, declaró que se trataba de un cáncer maligno y que era indispensable la operación.

Ante tal augurio, Sor Margarita recurrió a Dios, suplicándole, por intercesión de San Antonio, que le socorriese. Súbitamente la buena Hermana se acordó que tenía un pétalo de un lirio bendecido en la fiesta de San Antonio y aquella noche, antes de acostarse (era la víspera del día señalado para la operación) estuvo algún tiempo en fervorosa oración y luego se aplicó el pétalo a la lengua, en el sitio donde tenia el cáncer.

Al día siguiente, al levantarse, ¿Cuál no sería su sorpresa y alegría al ver que tenía la lengua completamente sana? Cuando el doctor especialista, que no era católico, llegó para practicar la operación, quedó sorprendido al ver que no quedaba señal alguna del cáncer. La Hermana le dijo que San Antonio la había curado. El doctor ratificó que semejante caso no podía realizarse sino por un milagro.

¿CUÁNTOS TIPOS DE ORACIÓN HAY?

 



¿Cuántos tipos de oración hay?

Las cinco formas principales de oración son la bendición, la adoración, la oración de petición y de intercesión, la oración de acción de gracias y la oración de alabanza.


Las cinco formas principales de oración son la bendición, la adoración, la oración de petición y de intercesión, la oración de acción de gracias y la oración de alabanza. Con cualquiera de ellas elevamos nuestro espíritu a Dios según nuestras necesidades.


La bendición

Una bendición es una oración que pide la bendición de Dios sobre nosotros. Toda bendición procede únicamente de Dios. Su bondad, su cercanía, su misericordia son bendición. La fórmula más breve de la bendición es “El Señor te bendiga”.

Todo cristiano debe pedir la bendición de Dios para sí mismo y para otras personas. Los padres pueden trazar sobre la frente de sus hijos la señal de la cruz. Las personas que se aman pueden bendecirse. Además el presbítero, en virtud de su ministerio, bendice expresamente en el nombre de Jesús y por encargo de la Iglesia. Su oración de bendición es especialmente eficaz por medio del sacramento del Orden y por la fuerza de la oración de toda la Iglesia.


La adoración

Toda persona que comprende que es criatura de Dios reconocerá humildemente al Todopoderoso y lo adorará. La adoración cristiana no ve únicamente la grandeza, el poder y la Santidad de Dios. También se arrodilla ante el amor divino que se ha hecho hombre en Jesucristo.

Quien adora verdaderamente a Dios se pone de rodillas ante Él o se postra en el suelo. En esto se muestra a verdad de la relación entre Dios y el hombre: él es grande y nosotros somos pequeños. Al mismo tiempo el hombre nunca es mayor que cuando se arrodilla ante Dios en una entrega libre. El no creyente que busca a Dios y comienza a orar puede de este modo encontrar a Dios.


La petición

Dios, que nos conoce completamente, sabe lo que necesitamos. Sin embargo, quiere que “pidamos”: que en las necesidades de nuestra vida nos dirijamos a Él, le gritemos, le supliquemos, nos quejemos, le llamemos, que incluso “luchemos en la oración” con él.

Ciertamente Dios no necesita nuestras peticiones para ayudarnos. La razón por la que debemos pedir es por nuestro interés. Quien no pide y no quiere pedir, se encierra en sí mismo. Sólo el hombre que pide, se abre y se dirige al origen de todo bien. Quien pide retorna a la casa de Dios. De este modo la oración de petición coloca al hombre en la relación correcta con Dios, que respeta nuestra libertad.


La intercesión petición por los demás

Del mismo modo que Abraham intercedió a favor de los habitantes de Sodoma, así como Jesús oró por sus discípulos, y como las primeras comunidades no sólo buscaban su interés “sino todos el interés de los demás” (Flp 2, 4), igualmente los cristianos piden siempre por todos; por las personas que sin importantes para ellos, por las personas que no conocen e incluso por sus enemigos.

Cuanto más aprende un hombre a rezar, tanto más profundamente experimenta que pertenece a una familia espiritual, por medio de la cual la fuerza de la oración se hace eficaz. Con toda mi preocupación por las personas a las que amo, estoy en el centro de la familia humana, puedo recibir la fuerza de la oración de otros y puedo suplicar para otros la ayuda divina.


La acción de gracias

Todo lo que somos y tenemos viene de Dios. San Pablo dice “¿Tienes algo que no hayas recibido?” (1 Cor 4,7). Dar gracias a Dios, el dador de todo bien, nos hace felices.

La mayor oración de acción de gracias es la “Eucaristía” (en griego “acción de gracias”) de Jesús, en la que toma pan y vino para ofrecer en ellos a Dios toda la Creación transformada. Toda acción de gracias de los cristianos es unión con la gran oración de acción de gracias de Jesús. Porque también nosotros somos transformados y redimidos en Jesús; así podemos estar agradecidos desde lo hondo del corazón y decírselo a Dios en muchas formas.


La alabanza

Dios no necesita de ningún aplauso. Pero nosotros necesitamos expresar espontáneamente nuestra alegría en Dios y nuestro gozo en el corazón. Alabamos a Dios porque existe y porque es bueno. Con ello nos unimos ya a la alabanza eterna de los ángeles y los santos en el cielo. 

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 20 DE NOVIEMBRE DEL 2020


Lecturas de hoy Viernes de la 33ª semana del Tiempo Ordinario

Hoy, viernes, 20 de noviembre de 2020



Primera lectura

Lectura del libro del Apocalipsis (10,8-11):

Yo, Juan, escuché la voz del cielo que se puso a hablarme de nuevo diciendo:

«Ve a tomar el librito abierto de la mano del ángel que está de pie sobre el mar y la tierra».

Me acerqué al ángel y le pedí que me diera el librito. Él me dice:

«Toma y devóralo; te amargará en el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel».

Tomé el librito de mano del ángel y lo devoré; en mi boca sabía dulce como la miel, pero, cuando lo comí, mi vientre se llenó de amargor.

Y me dicen:

«Es preciso que profetices de nuevo sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reinos».


Palabra de Dios



Salmo

Sal 118,14.24.72.103.111.131


R/. ¡Qué dulce al paladar tu promesa, Señor!


V/. Mi alegría es el camino de tus preceptos,

más que todas las riquezas. R/.


V/. Tus preceptos son mi delicia,

tus enseñanzas son mis consejeros. R/.


V/. Más estimo yo la ley de tu boca

que miles de monedas de oro y plata. R/.


V/. ¡Qué dulce al paladar tu promesa:

más que miel en la boca! R/.


V/. Tus preceptos son mi herencia perpetua,

la alegría de mi corazón. R/.


V/. Abro la boca y respiro,

ansiando tus mandamientos. R/.


Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,45-48):


EN aquel tiempo, Jesús entró en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:

«Escrito está: “Mi casa será casa de oración”; pero vosotros la habéis hecho una “cueva de bandidos”».

Todos los días enseñaba en el templo.

Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo buscaban acabar con él, pero no sabían qué hacer, porque todo el pueblo estaba pendiente de él, escuchándolo.


Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy viernes, 20 de noviembre de 2020

uan Carlos Martos, cmf


Queridos amigos y amigas:


La historia que se cuenta en el evangelio de hoy se desarrolla en los patios del Templo de Jerusalén, lugar que visitó Jesús antes de su pasión. Allí purifica y predica: Su furioso gesto va seguido de una explicación. La reacción de los testigos, como suele ocurrir en las páginas del evangelio, varía entre las autoridades y el pueblo. Resaltemos tres detalles de esta página.

Los motivos de la condena de Cristo. Los cuatro evangelios registran la expulsión de los vendedores del Templo, aunque Juan no lo emplaza en la misma víspera de su pasión. Los cuatro coinciden en que la relevancia del relato se funda en contener el motivo que dio pie a las autoridades religiosas del tiempo para condenar a muerte a Jesús: Su actuación pública y blasfema contra la institución más augusta de la religión judía: El Templo.

La razón de un gesto profético. Lo denuncia Jesús con claridad: Haber convertido un espacio de encuentro con Dios en antro de turbios negocios. Lo más sagrado se puede depravar. Ocurre cuando se corrompen las intenciones y los intereses que mueven la conducta religiosa: No se ama ni se sirve a Dios, sino que se le utiliza para conseguir sórdidos bienes. Esto para Jesús fue inaguantable.

El estupor de la gente. No pasó desapercibida esa actuación de Jesús, atrevida y escandalosa. Tampoco pasa desaperciba para nosotros. Pero no deberíamos dedicar mucho espacio a debatir si se trató o no de un acto violento de Cristo. El meollo consiste en entender que una reacción tan vehemente del Príncipe de la Paz, del manso y humilde de corazón, debía deberse a una causa grave en extremo.

Nos toca a nosotros repasar -y acaso reparar- la intención y orientación de nuestra vida cristiana. Porque puede convertirse en algo parecido a un negocio. Cuando falta el amor, inevitablemente se ambicionan ganancias, ventajas o privilegios. Dios no se presta a compraventas. ¡Así no!


Vuestro hermano en la fe


Juan Carlos Martos cmf

SANTORAL DE HOY VIERNES 20 DE NOVIEMBRE DEL 2020

 

Bernardo de Hildesheim, SantoBernardo de Hildesheim, Santo
Obispo, 20 Noviembre
Adventor, SantoAdventor, Santo
Mártir, 20 Noviembre
María Fortunata Viti, BeataMaría Fortunata Viti, Beata
Monja, 20 de noviembre
Octavio u Octaviano, SantoOctavio u Octaviano, Santo
Mártir, 20 Noviembre
Ambrosio Traversari, BeatoAmbrosio Traversari, Beato
Monje Camaldulense, 20 Noviembre
Milagros Ortells Gimeno, BeataMilagros Ortells Gimeno, Beata
Virgen y Mártir, 20 Noviembre
Edmundo, SantoEdmundo, Santo
Mártir, 20 de Noviembre

BIENVENIDOS!!!




 

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