sábado, 20 de julio de 2019

LECTURAS BÍBLICAS DEL DOMINGO 21 DE JULIO DE 2019


Lecturas de hoy Domingo 16º del Tiempo Ordinario - Ciclo C
Hoy, domingo, 21 de julio de 2019



Primera lectura
Lectura del libro del Génesis (18,1-10a):

En aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, en lo más caluroso del día. Alzó la vista y vio tres hombres frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda, se postró en tierra y dijo:
«Señor mío, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un bocado de pan para que recobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a la casa de vuestro siervo».
Contestaron:
«Bien, haz lo que dices».
Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo:
«Aprisa, prepara tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz unas tortas».
Abrahán corrió enseguida a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase de inmediato. Tomó también cuajada, leche y el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba bajo el árbol, ellos comían.
Después le dijeron:
«Dónde está Sara, tu mujer?».
Contestó:
«Aquí, en la tienda».
Y uno añadió:
«Cuando yo vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre Sara habrá tenido un hijo».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 14,2-3ab.3cd-4ab.5 

R/. Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?

V/. El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua. R/.

V/. El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor. R/.

V/. El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. R/.



Segunda lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses
 (1,24-28):

Hermanos:
Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado servidor, conforme al encargo que me ha sido encomendado en orden a vosotros: llevar a plenitud la palabra de Dios, el misterio escondido desde siglos y generaciones y revelado ahora a sus santos, a quienes Dios ha querido dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria. Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a todos, con todos los recursos de la sabiduría, para presentarlos a todos perfectos en Cristo.

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (10, 38-42):

EN aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo:
«Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano».
Respondiendo, le dijo el Señor:
«Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada».

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy domingo, 21 de julio de 2019
 Fernando Torres cmf


De la desconfianza a la hospitalidad

      Nuestra cultura es cada vez más desconfiada. Todo lo que sea extraño nos resulta una amenaza. En algunos barrios de las grandes ciudades se ven letreros en las casas donde se avisa de que se llamará a la policía si se ven extraños caminando por la calle. Nuestras casas son cada vez menos abiertas pero también lo son nuestros barrios y nuestras ciudades y nuestros países. La llegada de inmigrantes en busca de trabajo crea desconfianza e inseguridad entre los que ya viven en el país. En general, todo lo que sea extraño y que se salga de lo habitual nos hace sentirnos inseguros y amenazados. Por eso, y no por otra razón, es por lo que aumenta la violencia. A esa violencia se responde con más violencia –aunque en algún caso sea defensiva– y así va creciendo la espiral de la desconfianza, la violencia.

      La propuesta de las lecturas de hoy es otra bien distinta. En línea con el mensaje evangélico del Reino de Dios. Se nos habla de la hospitalidad. La primera lectura, del libro del Génesis, nos muestra a Abrahán, el patriarca, que no sólo acoge a los que le piden hospitalidad sino que suplica a aquellos tres hombres que se queden en su casa y que coman de su mesa. La hospitalidad para aquellos pueblos era un deber sagrado y al visitante se le debía todo el respeto del mundo. Era como si fuera el mismo Dios el que visitaba la casa. Al texto del Evangelio se le han dado muchas explicaciones, pero generalmente se nos ha olvidado la más sencilla: Marta y María acogieron al Señor en su casa. Ese es el punto de partida sin el que aquel pequeño rifi-rafe entre Marta y María nunca habría sucedido. 

      Hoy tendríamos que recuperar la virtud de la hospitalidad. Frente a los vecinos del piso o apartamento de enfrente. Pero también frente a los vecinos del sur que llaman a las puertas de nuestra nación pidiendo un trabajo que les asegure el pan y el futuro a ellos y a sus familias. También frente a los que no creen en nuestra misma religión y frente a los que no pertenecen a nuestra raza ni hablan nuestra lengua. Todos somos hermanos y hermanas. Todos pertenecemos a la familia de Dios. La encarnación de Jesús ha convertido a cada hombre y mujer en el mejor y más pleno sacramento de la presencia de Dios entre nosotros. Acogerlo, compartir con él o con ella lo que tenemos significa acoger al mismo Dios que nos viene a visitar, hacer realidad el Reino en nuestro mundo, dar cumplimiento a la voluntad de Dios que quiere que todos nos sentemos a la misma mesa para compartir la vida que él nos ha regalado. Sólo la hospitalidad, la acogida sincera y abierta, la mano tendida, logrará unir un mundo roto y dividido que parece que sólo es capaz de generar desconfianza y violencia.



Para la reflexión

      ¿Cómo miras y valoras a los que no pertenecen a tu familia, a tu nación, a tu raza? ¿Das por sentado que son peores que los tuyos? ¿Qué valores positivos encuentras en ellos? ¿Qué podrías hacer para establecer relación o amistad con algunos de ellos? ¿Crees que te ayudaría a romper la desconfianza y vencer los prejuicios?

ACEPTARSE A SÍ MISMO


Aceptarse a sí mismo



Acéptate a ti mismo incluso frente a los demás. No tengas miedo, no te dejes paralizar por tus debilidades o carencias. Concéntrate, más bien en tus fortalezas. Acepta ser tú mismo ante los otros tal como eres, con tus luces y sombras. Cada cual sabe dónde le aprieta el zapato. Lee una graciosa anécdota: dos personas que se enfrentaron, cada una con su fragilidad.

Lord George Byron (1788-1824), famoso poeta inglés, era rengo. Su excesiva vanidad sufría horriblemente con ese defecto. La más pequeña alusión a su renguera lo ponía colérico y mordaz. Cierto día la duquesa de Devonshire, que era bizca, le preguntó: — ¿Cómo anda? Creyendo el poeta que esta pregunta encerraba una burla a su defecto físico, le respondió ásperamente: — ¡Como usted ve!

Recuerda que los demás te necesitan tal como el Señor ha querido que fueras. No conviene que te pongas una máscara o representes una comedia. Puedes decirte a ti mismo: “voy a llevarles algo especial, pues nunca se encontraron ni se encontrarán con alguien como yo; soy una persona única salida de las manos de Dios”. Dios te valora, hazlo tú también.



* Enviado por el P. Natalio

DEJAR DE FUMAR


Dejar de fumar




Ya pasó un tiempo desde que comenzó la campaña para que los ambientes estén libres de humo. La euforia de los no fumadores por acabar con todo rastro de cigarrillo y persona con ganas de fumar pasó.

Mi amigo Flavio aceptó muy bien el tema de no fumar en todos lados, sin embargo, ni se le ocurrió la posibilidad de dejar. Es que ya lo había intentado miles de veces, pero nunca con resultados positivos.

La semana pasada, mientras leía una revista, Flavio se encontró con una nota que decía que el cigarrillo aumenta la impotencia y recordó varias oportunidades en que este problema lo aquejó. Pensó que quizás era eso… (Posiblemente no, pero vamos a dejarlo creer que fue así) y decidió entonces una vez más, dejar de fumar.

Las estadísticas demuestran que la mayor parte de los fumadores (el 70%) desean dejar de fumar. Pero obviamente, no es tan fácil, y cada vez que se recae, aumenta la sensación de fracaso y la resignación.

En cuanto a las mujeres, el consumo se está haciendo cada vez más frecuente y las consecuencias en la salud afectan no sólo a las fumadoras sino a sus hijos y familias.

Según datos de internet, en los países industrializados las mujeres de 40 años dejan de fumar menos que los varones, y las jóvenes empiezan a hacerlo antes que ellos. Esto hace que el consumo de tabaco en las mujeres sea un problema cada vez más preocupante y frecuente.

Se calcula que hay unas 250 millones de fumadoras en todo el mundo. Y sólo en el año 2000 murieron casi un millón de mujeres a causa de enfermedades causadas por el consumo de tabaco. Un dato preocupante es que un informe de la Organización Mundial de la Salud, revela que la Argentina es uno de los países del mundo donde hay más mujeres fumadoras.

El tabaquismo en las mujeres afecta también a los hijos. Fumar en el embarazo es especialmente peligroso porque es a través del cordón umbilical que el feto se alimenta y cuando la madre prende un cigarrillo recibe todas las sustancias tóxicas del humo, incluyendo la nicotina.

Los bebés amamantados por madres fumadoras, pueden sufrir inquietud, insomnio, vómitos, diarreas y succión débil. Y cuando son más grandes las consecuencias pueden derivar en neumonías, bronquitis, asma, otitis, diabetes juvenil, trastornos de aprendizaje, déficit de atención.

Beneficios de dejar de fumar

Para incentivar un poco a quienes deseen dejar el cigarrillo, deben saber que dejar de fumar, en cualquier momento, es beneficioso para la salud a largo plazo, pero también, aseguran los expertos, tiene beneficios inmediatos que se enumeran a continuación (Puede que los tiempos estén un poco exagerados, pero es bueno para incitar a que se deje de fumar)

- A los 20 minutos, la presión arterial regresa a su nivel normal, lo mismo que la frecuencia cardiaca y la temperatura de pies y manos.
- A las 8 horas, la respiración es más profunda y hay una mejor oxigenación pulmonar
- A las 24 horas, disminuye el riesgo de muerte súbita.
- Pasadas 48 horas, se normalizan los sentidos del gusto y del olfato.
- A las 72 horas, se normaliza la función respiratoria.

Dejar de fumar no sólo beneficia la salud sino también a la economía, ya que todo el dinero que gastas en tabaco, si lo dejas, te lo puedes gastar en alguna otra cosa, como premio por no haber prendido un cigarrillo.



Por Romina Faerman

FÁCIL Y DIFÍCIL


Fácil y difícil



Si lo consideras bien, tu vida está llena de desafíos. Con frecuencia las circunstancias te provocan a dar pasos adelante, a no quedarte sino a subir y progresar. Con esta visión descubrirás que, incluso las peores tormentas de la vida, te invitan a cambiar y mejorar. Lee lo que sigue y decídete a afrontar aun lo que se te presenta difícil.

Fácil es soñar todas las noches. Difícil es luchar por un sueño. Fácil es tropezar con una piedra. Difícil es levantarte. Fácil es cometer errores. Difícil es aprender de ellos. Fácil es orar todas las noches. Difícil es encontrar a Dios en las cosas pequeñas. Fácil es criticar a los demás. Difícil es mejorar uno mismo. Fácil es pensar en mejorar. Difícil es poner en acción lo pensado. Fácil es prometerle a alguien algo. Difícil es cumplir esa promesa.

Aprender de los errores, encontrar a Dios en las cosas pequeñas, luchar por un sueño, son otros tantos desafíos a superar la mediocridad y el estancamiento. Que no dramatices las dificultades, porque normalmente son fantasmas de la imaginación que racionaliza nuestras cobardías para no salir de la fácil rutina. ¡Ánimo, sé valiente y confía en el Señor!



* Enviado por el P. Natalio

PENSAMIENTOS CRISTIANOS EN IMÁGENES - PADRE SAM




































UNA VOCACIÓN QUE PUEDE SER LA DE TU HIJO


Una vocación que puede ser la de tu hijo
La vocación sacerdotal, un llamado al diálogo con Cristo que debe ser apoyado con amor por la familia


Por: Card. Juan Sandoval Iñiguez | Fuente: 27 de marzo de 2001 




El seminario es la institución más importante de una diócesis. Es el corazón de la diócesis, es la niña de los ojos del obispo, porque en el seminario está la esperanza. Las comunidades cristianas crecerán si hay pastores y si los pastores son santos, según el corazón de Dios. Sin sacerdotes no hay Eucaristía, no hay el perdón de los pecados por el sacramento de la reconciliación y no hay organización estable y permanente de la Iglesia.

El seminario es una obra mucho muy importante. A nosotros, los obispos, se nos ha dicho, una y otra vez, que debemos cuidar más que todo en la diócesis el seminario. El obispo debe ser un padre cercano, un amigo de los formadores que los alienta en su trabajo, alguien que está dispuesto a sacrificarlo todo por el bien del seminario. Se nos pide a los obispos que nos dediquemos a la formación de los futuros sacerdotes, a los mejores sacerdotes, que tal vez podrían hacer mucho fruto en otros campos del apostolado de la Iglesia. Pero deben ir al seminario aquellos sacerdotes más virtuosos y capacitados para llevar adelante la obra de la formación sacerdotal.


Quisiera decir una palabra a los formadores, una palabra de comprensión y de aliento y de cariño de parte de sus obispos, interpretando, yo que fui formador y que ahora soy obispo, los sentimientos que ellos pueden tener. El trabajo de los formadores en el seminario es un trabajo valiosísimo para la Iglesia de Dios. Es un trabajo eminentemente pastoral, porque se trata de formar a los pastores del pueblo de Dios. Es un trabajo que tiene prioridad y que requiere que los formadores en el seminario se dediquen a tiempo completo, con todo su corazón, con todo su amor y con todo su entusiasmo, dentro, no fuera del seminario, a acompañar a los alumnos, para conocerlos uno por uno, como el Buen Pastor conoce a sus ovejas y para poder dar el día que se requiera un testimonio fundado, objetivo, seguro, de su idoneidad.

Quisiera decirles a los formadores que sientan que nuestro Señor Dios los ha llamado a un trabajo excepcionalmente importante, que tal vez no tenga muchas compensaciones humanas, como las puede tener el ministerio en las parroquias, pero que es de primera importancia para la diócesis y para la edificación del Reino de Dios. Que estén de corazón en el seminario, que se dediquen a la formación de los alumnos en la ciencia y en la virtud y que todo esto sea acompañado con el buen ejemplo.

Los sacerdotes en el seminario tendrán eficacia en su formación, labor de formadores, si a la formación acompañan el ejemplo de su vida.

A ustedes, queridos alumnos, quisiera decirles aquí, delante del pueblo de Dios, que se entreguen a Nuestro Señor Jesucristo, que hagan con El un compromiso personal, o como dice el Papa en su Carta a la Iglesia en América, hagan el encuentro personal y vivo con Jesucristo, el Señor. El es el que los ha llamado a trabajar en su viña, El los ha distinguido a ustedes con una vocación que tiene, como ya saben, raíces eternas. Desde que Dios es Dios, pensó en ustedes y pensó invitarlos a trabajar en la viña.

Es el Señor quien nos ha elegido y con El tenemos un compromiso de respuesta generosa. En el seminario no se trata de pasar años. Esos se pasan fácilmente. La vida nos va empujando. Se trata de formarse, es decir, de adelantar en la configuración con Jesucristo nuestro Señor, Buen Pastor. Y de copiar en nuestras vidas las actitudes, los sentimientos, las virtudes de Nuestro Señor Jesucristo, la obediencia al Padre Celestial, para poder decirle en todo momento al Padre Dios que se haga su voluntad en nuestras vidas, la humildad, que reconoce los defectos propios y pide la Gracia de Dios para la obra que los encomienda, la caridad ardiente al pueblo de Dios para servirlo y la laboriosidad y el olvido de sí mismo en el trabajo apostólico.

Decídanse pronto a servir a Nuestro Señor Dios. No pasen los años del seminario en la indefinición. Los años de la indefinición son años perdidos, porque no se entregan a Cristo, ni copian en El ni en ustedes las virtudes del Señor. Mantengan todos los días de la vida el diálogo de la vocación, porque la vocación es un diálogo permanente con Cristo nuestro Señor. El que los llamó los trajo de su casa a través de su piadosa madre, del catequista, de la catequista, del maestro, los llamó y ustedes le dijeron que sí. Y ahora que están en el seminario, el diálogo de la vocación sigue adelante, el Señor los llama todos los días al amor, a la entrega, a la generosidad, y ustedes le van respondiendo y mientras más le responden, más les llama Dios. Y cuando dejan de responderle y se hace costumbre no responderle al Señor, en las cosas pequeñas y ordinarias de todos los días, el Señor va silenciando y apagando su voz, hasta que un día puede darse que el Señor deje de llamar y deje que el hombre se aparte de El y frustre su destino. Si el Señor los llamó a su servicio, esa es su felicidad, esa es su realización, ese es su destino: servir al Señor con íntegra vida y con íntegro corazón y tiempo, consagrados para el Señor.

Es muy importante también que el pueblo de Dios sepa apreciar debidamente el Sacerdocio de Cristo y la vida consagrada, que lo sepan apreciar.

Y esto lo digo por una experiencia de muchos años, donde al contacto con los seminaristas me di cuenta de las distintas actitudes de las familias. Hay en las familias cristianas de nuestro México actitudes muy diversas con respecto a la vocación. Hay quienes estiman mucho tener un hijo, un hermano, un pariente sacerdote. Lo quieren de corazón, lo desean, y lo piden a Dios y apoyan y ayudan. Hay familias indiferentes, que les da lo mismo si hay un sacerdote en su familia o si no los hay. Y hay familias que se dicen cristianas, pero se oponen a la vocación de sus hijos, porque llamándose familias cristianas tienen vidas puramente temporales, o sea, que no ven más allá hacia la eternidad ni hacia la voluntad de Dios y lo único que piensan es en este mundo y en que su hijo consiga una carrera y un título, en el cual pueda hacerse rico. Y en términos así, sencillos y ordinarios, le dicen al hijo: "¿Para qué te metes de cura? Ahí no vas a ganar nada". Todo el interés está en la ventaja temporal en este mundo. Eso no es ser creyente, eso no es ser cristiano. Y hay familias que se oponen cerradamente a la vocación de sus hijos. Si va a ser seminarista, le dicen: "conmigo no cuentes". Y si va a ser monja, la desconocen y la apartan del afecto y del trato de la familia, porque no les interesa aquello, olvidándose de que los hijos no son propiedad de la familia. El dueño es el Señor. El destino de los hijos en definitiva lo fija el Señor Dios Todopoderoso. El es el que fija el destino y el que da la vocación, y la familia debe, cuando es creyente y temerosa de Dios, tratar de conocer la voluntad de Dios y secundarla amorosamente.

La vocación es un don de Dios y hay que creer, si deveras tenemos fe, que el Señor tiene un destino para cada quien, una vocación para cada uno y la puede tener para sus hijos. Y cuando se manifiesta el designio de Dios sobre alguno de tu familia, no te opongas, porque te vas a enfrentar con el juicio del Señor. ¿Cómo puede ser católico y cristiano uno que contradice la vocación de sus hijos? Y ustedes, familias cristianas, sepan que la vocación viene de Dios, viene por caminos muy ordinarios. Eternamente Dios escogió a alguien y en el tiempo lo llama y se vale de cualquier cosa para llamar: de una buena madre, de un buen catequista, de un buen maestro, de un buen sacerdote, etcétera, se vale el Señor para llamar. Pero siempre la llamada es del Señor.


Texto parcial de la homilía que pronunciada por el Cardenal Juan Sandoval Iñiguez, arzobispo de Guadalajara, durante la misa de clausura por la celebración del 250 aniversario de la fundación del Seminario Conciliar de Yucatán.

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY SÁBADO 20 DE JULIO DE 2019


Lecturas de hoy Sábado de la 15ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, sábado, 20 de julio de 2019


Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (12,37-42):

En aquellos días, los israelitas marcharon de Ramsés hacia Sucot: eran seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños; y les seguía una multitud inmensa, con ovejas y vacas y enorme cantidad de ganado. Cocieron la masa que habían sacado de Egipto, haciendo hogazas de pan ázimo, pues no había fermentado, porque los egipcios los echaban y no los dejaban detenerse; y tampoco se llevaron provisiones. La estancia de los israelitas en Egipto duró cuatrocientos treinta años. Cumplidos los cuatrocientos treinta años, el mismo día, salieron de Egipto las legiones del Señor. Noche en que veló el Señor para sacarlos de Egipto: noche de vela para los israelitas por todas las generaciones. 

Palabra de Dios


Salmo
Sal 135,1.23-24.10-12.13-15

R/. Porque es eterna su misericordia

En nuestra humillación, se acordó de nosotros. R/.

Y nos libró de nuestros opresores. R/. 

Él hirió a Egipto en sus primogénitos. R/.

Y sacó a Israel de aquel país. R/.

Con mano poderosa, con brazo extendido. R/.

Él dividió en dos partes el mar Rojo. R/.

Y condujo por en medio a Israel. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (12,14-21):

En aquel tiempo, los fariseos planearon el modo de acabar con Jesús. Pero Jesús se enteró, se marchó de allí, y muchos le siguieron. Él los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran. Así se cumplió lo que dijo el profeta Isaías: «Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, mi predilecto. Sobre él he puesto mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones. No porfiará, no gritará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará, hasta implantar el derecho; en su nombre esperarán las naciones.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy sábado, 20 de julio de 2019
 Juan Lozano, cmf


Querido amigo/a:

¿Qué ha hecho Dios por ti? ¿Serías capaz de hacer una lista de todas aquellas acciones amorosas de Dios a través de las cuales te ha ido cuidando desde el seno materno? No. De todas no puedes porque no eres consciente. ¿Serías capaz de recordar algunos acontecimientos de salvación, de traer a la memoria a algunos ángeles (personas) que han sido mensajeros de Dios y que te ayudaron a encontrarte con Él, que fueron guías y luces en tu vida? Estoy seguro que si te pusieras en oración prolongada, un día de retiro, de desierto y orases con esta intención: “Señor ayúdame a ser consciente de todo aquello que has hecho por mi”, te llevarías alguna sorpresa agradable.

Fíjate en el salmo 135 que nos propone hoy la liturgia de la Palabra. Va enumerando los distintas situaciones en las que Dios ha sido amoroso con su pueblo: En nuestra humillación se acordó de nosotros; nos libró de nuestros opresores; con mano poderosa, con brazo extendido… Y la antífona va contestando: Porque es eterna su misericordia. Te propongo que en tu oración de hoy escribas tu propio salmo trayendo a la memoria y al corazón las acciones amorosas que Dios ha ido haciendo en ti desde que tienes uso de razón, y alábale orando con la antífona del salmo … porque es eterna su misericordia.

La lectura del Éxodo es lo que hace, recordar la acción amorosa de Dios para con su pueblo al liberarlo de la esclavitud. Y el Evangelio nos recuerda la última y mayor acción amorosa que Dios nos ha hecho: darnos a su Hijo. Así reza el evangelista Mateo parafraseando al profeta Isaías: Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, mi predilecto. Sobre él he puesto mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones. No porfiará, no gritará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará, hasta implantar el derecho; en su nombre esperarán las naciones.

Hoy es sábado. Que María Madre de Jesús y Madre nuestra interceda por nosotros para que tengamos un corazón agradecido que sepa cantar las maravillas del Señor en nuestra vida como ella hizo en el Magníficat.

Vuestro hermano en la fe:  
Juan Lozano, cmf.

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