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domingo, 12 de enero de 2025
ORACIÓN PARA GUARDAR LA DECORACIÓN DE NAVIDAD
ORACIÓN PARA GUARDAR LA DECORACIÓN DE NAVIDAD
Padre celestial, ha concluido la navidad y es tiempo de guardar las luces, el árbol, el nacimiento, y todos los adornos que pusimos para celebrar con alegría el nacimiento de Tu amado hijo, Jesús.
Te pedimos la fuerza para perseverar y mantenernos con esperanza, y firmes en la fe, durante todos estos meses. Y que, al iniciar el nuevo año litúrgico en adviento, tengamos la misma alegría y paz para volver a sacar los adornos de sus cajas, y así celebrar de nuevo el nacimiento de Tu Hijo en navidad.
Por Cristo, nuestro Señor, amén.
EL BAUTISMO DE JESÚS - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 12 DE ENERO DE 2025
El Bautismo de Jesús
El Bautismo de Jesús en el Jordán, cuya fiesta celebramos hoy, cierra el tiempo de Navidad. Es verdad que el Bautismo de Jesús no tiene el mismo significado que el nuestro, por eso uno de los evangelistas, Mateo, que escribía para judíos, y por lo tanto podía no entender bien el gesto de Jesús, pone un dialogo entre Juan y Jesús en el que el primero se niega a bautizarlo, diciéndole que es Él el que lo tiene que bautizar, pero Jesús le pide ser bautizado, y le pide ser bautizado para darnos una nueva lección de humildad y de saber hacer, el evangelista aprovecha el rito del bautismo para presentar a Jesús como el Mesías esperado.
Juan bautiza a Jesús al comienzo de su vida pública, es como la puesta en marcha de la misma. De los treinta años de vida oculta de Jesús con sus padres en Nazaret los evangelios no nos dicen nada, hay un silencio respetuoso sobre ella. Aunque nos gustaría saber cómo fue la vida durante esos treinta años en Nazaret, la verdad es que lo que verdaderamente nos interesa es lo que Jesús dijo e hizo en su vida pública y ésa es la que comienza después de su bautismo. Por lo tanto
si queremos conocer y profundizar en el mensaje de Jesús tenemos que estar atentos a la palabra de Dios en los domingos que van a venir a partir de ahora hasta el tiempo de Cuaresma. En ellos iremos recorriendo el camino que Jesús realiza hasta Jerusalén, escuchando su mensaje, viendo cómo trata a las personas, contemplando sus gestos y aprendiendo de todo lo que dice y hace.
Juan nos presenta a Jesús como el enviado de Dios, el esperado por el pueblo, el anunciado por los profetas del Antiguo Testamento, es nuestro Salvador, nuestro Dios. Nos lo señala con el dedo, para que no tengamos ninguna duda y nos dice que es Él. Que dispongamos nuestro corazón para seguirle y nuestro oídos para escucharle. Efectivamente, Jesús es la referencia principal del cristiano, Él es el modelo fundamental. Las actitudes de Jesús deben ser las nuestras, la manera de comportarse de Jesús debe reflejarse en nuestro comportamiento, su talante, su modo de situarse ante las cosas, su manera de tratar a las personas, deberían ser imitados por nosotros. Pero, difícilmente puedo seguir y actuar como alguien que no conozco, o peor, que sólo conozco de oídas o porque otros me lo han dicho. Debo ser yo quien me preocupe por conocer lo que hizo Jesús, debo ser yo el que personalmente interiorice y haga mío, todo lo que ese Jesús me enseñó, sólo de esta manera Jesús podrá ser alguien significativo para mí.
El reflexionar hoy sobre el bautismo de Jesús, puede ser también un buen momento para reflexionar sobre el nuestro. Todos sabemos que el bautismo es el sacramento fundamental del cristiano, desde que me bauticé puedo decir que pertenezco a la Iglesia, de aquí la importancia que tiene el saber lo que se hace cuando se pide este sacramento, y que el mismo no tiene que responder a la sola presión social, sino más bien a la exigencia de ser transmisores de lo que creemos. Como
perteneciente a la Iglesia, tengo la obligación de intentar vivir como esa pertenecía me exige, y mi conducta tendría que ser manifestación de sus exigencias, por eso hoy podríamos preguntarnos, ¿qué fidelidad tengo yo a lo que mis padres hicieron por mí el día de mi bautismo?, ¿he hecho mío aquel gesto?, ¿he aceptado las consecuencias que lleva consigo estar bautizado?
Le pedimos con sinceridad al Señor, que nos de la fuerza necesaria para ser sus testigos fieles en este mundo nuestro, que nos haga valorar los sacramentos en los que su presencia se hace más real y más evidente. Y lo hacemos al tiempo que seguimos pidiendo los unos por los otros, especialmente por los que menos tienen, para que el Señor los ayude, los que sufren, los enfermos, para que ya que son los preferidos del Señor, también lo sean los nuestros.
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P. Antonio Pariente
EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 12 DE ENERO DE 2025 - EL BAUTISMO DEL SEÑOR
El Bautismo del Señor (C)
Domingo 12 de enero de 2025
1ª Lectura (Is 40,1-5.9-11): «Consolad, consolad a mi pueblo, dice nuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén y decidle a gritos que ya terminó el tiempo de su servidumbre y que ya ha satisfecho por sus iniquidades, porque ya ha recibido de manos del Señor castigo doble por todos sus pecados».
Una voz clama: «Preparad el camino del Señor en el desierto, construid en el páramo una calzada para nuestro Dios. Que todo valle se eleve, que todo monte y colina se rebajen; que lo torcido se enderece y lo escabroso se allane. Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán». Así ha hablado la boca del Señor.
Sube a lo alto del monte, mensajero de buenas nuevas para Sión; alza con fuerza la voz, tú que anuncias noticias alegres a Jerusalén. Alza la voz y no temas; anuncia a los ciudadanos de Judá: «Aquí está tu Dios. Aquí llega el Señor, lleno de poder, el que con su brazo lo domina todo. El premio de su victoria lo acompaña y sus trofeos lo anteceden. Como pastor apacentará su rebaño; llevará en sus brazos a los corderitos recién nacidos y atenderá solícito a sus madres».
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O bien (Is 42,1-4.6-7): Mirad a mi Siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco. He puesto mi espíritu sobre él, manifestará la justicia a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará. Manifestará la justicia con verdad. No vacilará ni se quebrará, hasta implantar la justicia en el país. En su ley esperan las islas. «Yo, el Señor, te he llamado en mi justicia, te cogí de la mano, te formé e hice de ti alianza de un pueblo y luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la cárcel, de la prisión a los que habitan en tinieblas».
Salmo responsorial: 103
R/. Bendice, al Señor, alma mía.
Bendice al Señor, alma mía: Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza. Te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto.
Por encima de las aguas construyes tu morada. Las nubes son tu carro; los vientos, tus alas y mensajeros; y tus servidoras, las ardientes llamas.
¡Que numerosas son tus obras, Señor, y todas las hiciste con maestría! La tierra está llena de tus creaturas, y tu mar, enorme a lo largo y a lo ancho, está lleno de animales pequeños y grandes.
Todos los vivientes aguardan que les des de comer a su tiempo: les das el alimento y lo recogen, abres tu mano y se sacian de bienes.
Se retiras tu aliento, toda creatura muere y vuelve al polvo. Pero envías tu espíritu, que da vida, y renueva el aspecto de la tierra.
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O bien: Sal 28
R/ El Señor bendice a su pueblo con la paz.
Hijos de Dios, aclamad al Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor, postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
La voz del Señor sobre las aguas, el Señor sobre las aguas torrenciales. La voz del Señor es potente, la voz del Señor es magnífica.
El Dios de la gloria ha tronado. En su templo un grito unánime: «¡Gloria!». El Señor se sienta sobre las aguas del diluvio, el Señor se sienta como rey eterno.
2ª Lectura (Tit 2,11-14; 3,4-7): Querido hermano: La gracia de Dios se ha manifestado para salvar a todos los hombres y nos ha enseñado a renunciar a la vida sin religión y a los deseos mundanos, para que vivamos, ya desde ahora, de una manera sobria, justa y fiel a Dios, en espera de la gloriosa venida del gran Dios y Salvador, Cristo Jesús, nuestra esperanza. Él se entregó por nosotros para redimirnos de todo pecado y purificarnos, a fin de convertirnos en pueblo suyo, fervorosamente entregado a practicar el bien.
Al manifestarse la bondad de Dios, nuestro salvador, y su amor a los hombres, él nos salvó, no porque nosotros hubiéramos hecho algo digno de merecerlo, sino por su misericordia. Lo hizo mediante el bautismo, que nos regenera y nos renueva, por la acción del Espíritu Santo, a quien Dios derramó abundantemente sobre nosotros, por Cristo, nuestro salvador. Así, justificados por su gracia, nos convertiremos en herederos, cuando se realice la esperanza de la vida eterna.
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O bien (Hch 10,34-38): En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Ahora comprendo con toda verdad que Dios no hace acepción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los hijos de Israel, anunciando la Buena Nueva de la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos. Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él».
Versículo antes del Evangelio (Cf. Lc 3,16): Aleluya. Ya viene otro más poderoso que yo, dijo Juan el Bautista; él os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Aleluya.
Texto del Evangelio (Lc 3,15-16.21-22): En aquel tiempo, como el pueblo estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si no sería él el Cristo; respondió Juan a todos, diciendo: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego».
Sucedió que cuando todo el pueblo estaba bautizándose, bautizado también Jesús y puesto en oración, se abrió el cielo, y bajó sobre Él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma; y vino una voz del cielo: «Tú eres mi hijo; el Amado, en ti me he complacido».
«Tú eres mi hijo; el Amado, en ti me he complacido»
Rev. D. Joan BUSQUETS i Masana
(Sabadell, Barcelona, España)
Hoy contemplamos a Jesús ya adulto. El niño del Pesebre se hace un hombre completo, maduro y respetable, y llega el momento en el que ha de trabajar en la obra que el Padre le ha confiado. Así es como le encontramos en el Jordán en el momento de empezar esta labor: uno más en la fila de aquellos contemporáneos suyos que iban a escuchar a Juan y a pedirle el baño del bautismo, como signo de purificación y renovación interior.
Allí, Jesús es descubierto y señalado por Dios: «Puesto en oración, se abrió el cielo, y bajó sobre Él el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma; y vino una voz del cielo: ‘Tú eres mi hijo; el Amado, en ti me he complacido’» (Lc 3,21-22). Es la etapa preparatoria del gran camino que está dispuesto a emprender y que le conducirá hasta la Cruz. Es el primer acto de su vida pública, su investidura como Mesías.
Es también el proemio de su modo de actuar: no obrará con violencia, ni con gritos y asperezas, sino con silencio y suavidad. No cortará la caña quebrada, sino que la ayudará a mantenerse firme. Abrirá los ojos a los ciegos y librará a los cautivos. Las señales mesiánicas que describía Isaías, se cumplirán en Él. Nosotros somos los beneficiarios de todas estas cosas porque, como leemos hoy en la carta de san Pablo: «Él nos salvó, no por nuestras buenas obras, sino en virtud de su misericordia, por medio del bautismo regenerador y la renovación del Espíritu Santo que derramó abundantemente sobre nosotros (...). De este modo, salvados por su gracia, Dios nos hace herederos conforme a la esperanza que tenemos de alcanzar la vida eterna» (Tit 3,5-7).
La fiesta del Bautismo de Jesús debe ayudarnos a recordar nuestro propio Bautismo y los compromisos que por nosotros tomaron nuestros padres y padrinos al presentarnos en la Iglesia para hacernos discípulos de Jesús: «El Bautismo nos ha liberado de todos los males, que son los pecados, pero con la gracia de Dios debemos cumplir todo lo bueno» (San Cesáreo de Arlés).
LA IGLESIA CELEBRA HOY EL BAUTISMO DEL SEÑOR Y CON ELLO CONCLUYE EL TIEMPO DE NAVIDAD
La Iglesia celebra hoy el Bautismo del Señor y con ello concluye el Tiempo de Navidad
ACI Prensa - 12 de enero de 2025
Con el Bautismo del Señor concluye el Tiempo de Navidad. La Iglesia nos invita a contemplar nuevamente a Jesús, pero en una segunda “epifanía” (manifestación) de sí mismo: como Segunda Persona de la Santísima Trinidad. Así lo corrobora el relato del Evangelio según San Mateo:
«En aquel tiempo, Jesús llegó de Galilea al río Jordán y le pidió a Juan que lo bautizara. Pero Juan se resistía, diciendo: “Yo soy quien debe ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a que yo te bautice?” Jesús le respondió: “Haz ahora lo que te digo, porque es necesario que así cumplamos todo lo que Dios quiere”. Entonces Juan accedió a bautizarlo. Al salir Jesús del agua, una vez bautizado, se le abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios, que descendía sobre él en forma de paloma y oyó una voz que decía desde el cielo: “Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias”» (Mt 3, 13-17).
Agua que purifica realmente
Jesús, Dios y hombre sin mancha, es bautizado por Juan. ¿Por qué es esto, si en Él no hay pecado? La pregunta roza el misterio: a través de un signo sensible, Jesús, con su Bautismo, le está abriendo la puerta de la salvación a todo el género humano. Nuestra naturaleza dañada por el pecado original queda restituida por el agua bautismal.
En el siglo V, San Máximo de Turín, haciendo referencia a esa agua del Bautismo del Señor, señalaba lo siguiente: “Cuando se lava el Salvador, se purifica toda el agua necesaria para nuestro bautismo y queda limpia la fuente, para que pueda luego administrarse a los pueblos que habían de venir a la gracia de aquel baño”.
Es decir, Cristo es la fuente de toda pureza y si Él no nos lava, el pecado mantendrá su dominio sobre nosotros. Las aguas del Bautismo tienen un profundo significado: una vida nueva y la libertad auténtica.
Dios, Uno y Trino, se acerca a nosotros para darnos ‘vida en abundancia’
San Gregorio Nacianceno, Padre de la Iglesia del siglo IV, enseñaba: “Juan está bautizando y Cristo se acerca, tal vez para santificar al mismo por quien va a ser bautizado y, sin duda, para sepultar en las aguas a todo el viejo Adán, santificando el Jordán antes de nosotros y por nuestra causa; y así, el Señor, que era espíritu y carne, nos consagra mediante el Espíritu y el agua”.
El Bautismo es el sacramento que nos renueva completamente, al punto de que es “un nuevo nacimiento”, pero para la vida de la Gracia, que es la más plena. La fuerza de este sacramento es incalculable:
“También el Espíritu da testimonio de la divinidad, acudiendo en favor de quien es su semejante; y la voz desciende del cielo, pues del cielo procede precisamente Aquel de quien se daba testimonio”, concluye San Gregorio.
PAPA FRANCISCO: EN LA FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR CONTEMPLAMOS EL ROSTRO Y LA VOZ DE DIOS