jueves, 30 de enero de 2014

ORACIÓN AL AMOR DE LOS AMORES: JESÚS EUCARISTÍA


AL AMOR DE LOS AMORES JESÚS SACRAMENTADO
ORACIÓN DE SANTA TERESA DE LISIEUX

Sagrario del Altar el nido de tus más tiernos y regalados amores. Amor me pides, Dios mío, y amor me das; tu amor es amor de cielo, y el mío, amor mezclado de tierra y cielo; el tuyo es infinito y purísimo; el mío, imperfecto y limitado. Sea yo, Jesús mío, desde hoy, todo para Ti, como Tú los eres para mi. Que te ame yo siempre, como te amaron los Apóstoles; y mis labios besen tus benditos pies, como los besó la Magdalena convertida. Mira y escucha los extravíos de mi corazón arrepentido, como escuchaste a Zaqueo y a la Samaritana. Déjame reclinar mi cabeza en tu sagrado pecho como a tu discípulo amado San Juan. Deseo vivir contigo, porque eres vida y amor.

Por sólo tus amores, Jesús, mi bien amado, en Ti mi vida puse, mi gloria y porvenir. Y ya que para el mundo soy una flor marchita, no tengo más anhelo que, amándote, morir.

LA BELLEZA DEL PERDÓN


La belleza del perdón
Autor: Padre Juan Carlos Ortega Rodríguez 


El Santo Padre nos recuerda cómo algunos cristianos han abandonado la práctica de este sacramento debido al profundo sentido de justicia que cultivan en su interior y que les lleva a "probar un sentimiento de indignidad ante la grandeza del don recibido. En realidad tienen razón en sentirse indignos" (Carta a los sacerdotes con motivo del Jueves Santo, 15 de marzo de 2001, n.6). 

Parecería que estas palabras son contradictorias. Por una parte afirma el Papa que es bueno sentirnos indignos; pero por otra parece que este sentimiento nos aparta de uno de los principales sacramentos. 

En realidad la contradicción dependerá no del sentido de indignidad, que todos debemos experimentar, sino del fundamento de la indignidad. Nos hará mal si se funda en la justicia, en cambio será una ayuda si lo basamos en el amor. Me explicaré. 

La sociedad actual ha desarrollado fuertemente el sentido de justicia. Hace unos meses comentaba con un amigo este hecho que, aunque positivo, no es suficiente para saciar al ser humano. Más aún, si permanecemos en la sola justicia el hombre se empobrece pues su anhelo más profundo no se limita en ser justo sino que va más allá, deseando amar y ser amado. 

Uno de los síntomas de un matrimonio sano es cuando cada uno considera que recibe del otro más de lo que uno mismo merece, es decir, cuando uno se considera indigno de la persona amada. Cuando ambos se consideran indignos del otro es señal que su relación se basa en el amor y no en la justicia. 

En efecto, considerarse, en cierta medida, indigno de la persona amada ayuda a valorar los dones que de ella se recibe y ayuda a superar el sentido de culpabilidad por los propios errores. 

Si uno se considera indigno, valorará como algo gratuito y no merecido todo el cariño y entrega que de la persona amada recibe; en cambio, si uno se considera digno de tal amor, todos esos detalles serán recibidos como simple respuesta de justicia debida. 

De igual modo, uno acepta los propios errores de modo diverso dependiendo de si se vive en una actitud de amor o simplemente de justicia. Si la relación se basa en la justicia, nacerá un sentido de culpabilidad que no sanará incluso si la otra parte perdona, pues nunca se merece el perdón. 

Pero si la relación se basa en el amor, los fallos "lejos de deprimir el entusiasmo, le pondrá alas" (n. 9) para encontrar nuevos y mejores modos de manifestar el amor. 

Algo similar nos ocurre cuando consideramos nuestros pecados de cara a la constante fidelidad de Dios. Si mi relación con el Señor se basa en la justicia siempre me sentiré culpable e indigno y su amor de Dios, en vez de ayudarme, me abrumará e, incluso, no aceptaré su perdón pues no me lo 
merezco. 

Pero todo es diverso si mi relación con Él se funda en el amor. 

Cierto que probaremos, "como Pedro, el mismo sentimiento de indignidad ante la grandeza del don divino". Pero el amor será capaz de superar las consecuencias de mi indignidad. Llama la atención cómo Jesucristo no exige en primer lugar a Pedro que le pida perdón sino que se le ame: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas tú más que estos?" (Jn 21, 15) "Es sobre la base de este amor consciente de la propia fragilidad" que nacerá nuevamente la confianza y la entrega a la persona amada. 

Pedro, lleno de amor por el Maestro, y viéndose incapaz de obtener fruto, confía plenamente en su palabra. La pesca milagrosa es muy significativa. Cristo no pide a Pedro algo nuevo o diverso de lo que había realizado antes. Le pido lo mismo, lanzar las redes como hizo en la noche,pero en esta ocasión fiándose de su palabra. "Jesús pide un acto de confianza en su palabra" (n. 7). 

El cristiano que ama de verdad a Cristo, sabiéndose pecador e indigno, se acerca a la confesión. Sabe que por sí mismo no es capaz de cambiar, por eso se fía de Dios y de su perdón. Y regresa a su vida para lanzar nuevamente las redes con la seguridad de que la gracia alcanzada en la confesión iniciará a llenar sus redes de buenas obras. Cuando uno ama, el hecho de saberse indigno le impulsa a confiar en la persona amada, es decir, a fiarse plenamente de su amor. 

Pedro, porque ama al Señor, aunque se sienta indigno, no sólo confía en Él, sino que "se siente en la necesidad de testimoniar y de irradiar su amor". De igual modo, el cristiano que se sabe indigno pero ama, es impulsado por el amor a entregarse con más ahínco a la persona que ama para demostrarle que aquel error o fallo no expresa realmente lo que su corazón siente por Él. 

El cristiano es alguien que se sabe indigno de un Dios tan grande y por ello confía, ama y se entrega a Él. 

Quien se confiesa es aquella persona que, consciente de su pecado, desea escuchar del Señor las palabras: ’lanza otra vez tus redes, pero en esta ocasión confiando en mí’. 

Quien se confiesa es aquella persona que quiere decir a Dios: te amo, por eso, no tengas en cuanta mis pecados sino la fe y el amor de mi corazón.

EL EVANGELIO DE HOY: 30-01-2014

Autor: Jorge Molino | Fuente: Catholic.net
Dar a conocer el Reino de Dios
Marcos 4, 21-25. Tiempo Ordinario. La luz de Cristo debe estar alumbrando nuestra vida.
 
Dar a conocer el Reino de Dios
Del santo Evangelio según san Marcos 4, 21-25

Les decía también: «¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero? Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto. Quien tenga oídos para oír, que oiga». Les decía también: «Atended a lo que escucháis. Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará».

Oración introductoria

Señor, te doy gracias por tu inmensa bondad que me permite acercarme a Ti en la oración. Ayúdame a vivir para Ti, conforma mi vida contigo, de modo que esté siempre unido a Ti y pueda ser una criatura nueva.

Petición

Señor, concédeme la gracia de vivir siempre con fe y caridad y dar testimonio de ello a los demás.

Meditación del Papa Francisco

A veces me he encontrado con personas consagradas que tienen miedo a la consolación de Dios, y… pobres, se atormentan, porque tienen miedo a esta ternura de Dios. Pero no tengan miedo. No tengan miedo, el Señor es el Señor de la consolación, el Señor de la ternura.
El Señor es padre y Él dice que nos tratará como una mamá a su niño, con su ternura. No tengan miedo de la consolación del Señor. La invitación de Isaías ha de resonar en nuestro corazón: "Consolad, consolad a mi pueblo", y esto convertirse en misión. Encontrar al Señor que nos consuela e ir a consolar al pueblo de Dios, ésta es la misión. La gente de hoy tiene necesidad ciertamente de palabras, pero sobre todo tiene necesidad de que demos testimonio de la misericordia, la ternura del Señor, que enardece el corazón, despierta la esperanza, atrae hacia el bien. ¡La alegría de llevar la consolación de Dios! (S.S. Francisco, 7 de julio de 2013).

Reflexión

No podemos permitir que la Palabra que Cristo sembrada en nuestros corazones sea arrebatada, por los pájaros del desinterés, las ambiciones, el aprovechamiento de los demás, la dureza de corazón frente al dolor de los demás, el orgullo de creernos superiores.

Debemos limpiar nuestro corazón de todos esos pedruscos de la inconstancia que no permiten que la Palabra eche raíces profundas. ¡Cuántas promesas hacemos! ¡Cuántos propósitos que no cumplimos!

Cristo nos mide con la vara de su misericordia, de su amor, nos perdona siempre y nosotros a veces somos muy duros para juzgar a los demás. Respondamos a Cristo con ese amor a los que están más cerca de nosotros, midiendolos con los ojos de Cristo, con amor y caridad.

Que la luz de Cristo brille siempre en nosotros, para que podamos dar a los demás ese reflejo de Dios.

Propósito

Hacer todo movido por el amor a Dios, con pureza de intención, confiando que con Él todo es posible.

Diálogo con Cristo

Gracias, Señor, por esta meditación que me recordó que debo ser luz para los demás y eso sólo lo voy a lograr si Tú vienes a hacer tu morada en mí. Quiero hacer todo movido por el amor, únicamente así tendré la fuerza para amar a los demás con sinceridad, con desinterés, con pureza de intención, sin esperar nada a cambio.

miércoles, 29 de enero de 2014

SABIDURÍA


Sabiduría


El maestro y filósofo chino Lao-Tse vivió en el pueblo de Khun, donde todos lo apreciaban y lo buscaban en busca de consejo.
El decidió alejarse de allí y vivir más tranquilo en un lugar donde nadie lo conociera. Cerró su casa y se marchó sin despedirse de nadie.

Caminaba muy ensimismado meditando, cuando mucho tiempo después, al volver la cabeza, se llevó una gran sorpresa: Los habitantes del pueblo lo seguían a lo lejos.

Lao-Tse los esperó, les preguntó qué querían de él, y le respondieron casi en coro que sus sabios consejos. Entonces se sentó sobre una piedra alta y dijo: Amigos míos si practican lo que les voy a decir no necesitarán más consejos. Todo está en su interior. Empleen bien la memoria y el olvido.: Que la memoria les sirva para recordar lo bueno y para olvidar todo el mal que les hagan.

Sólo tienen una misión con los demás en la vida y es la de amar a los otros; y un deber con ustedes mismos: Es el desapego. Todo lo demás es fantasía.

Lao-Tse recalcó bien lo anterior, siguió su camino y nadie lo siguió.

Les había dado la mejor lección de sabiduría.

SABES HIJO, NO TENGO TIEMPO


Sabes hijo, no tengo tiempo


Sabes hijo, nunca he tenido tiempo para jugar contigo.

Encontré tiempo para todo, menos para verte crecer. Nunca he jugado al dominó, a las damas, al naipe o a la batalla naval contigo, y siento que me necesitas, pero sabes, soy muy importante y NO TENGO TIEMPO. Soy tan importante para los números, invitaciones sociales y una serie de compromisos ineludibles, y dejar todo esto para sentarme a jugar en el suelo contigo.... NO, NO TENGO TIEMPO.

Un día viniste hasta mí con el cuaderno de la escuela. Ni lo miré, seguí leyendo el diario. Al fin de cuentas los problemas internacionales son más serios que los de mi casa. Nunca he visto calificaciones tuyas, ni sé quién es tu maestra. No sé ni cual fue tu primera palabra. Pero tú entiendes. NO TENGO TIEMPO. De qué sirve saber las mínimas cosas de ti, si tengo tantas cosas grandes que hacer.

Vaya como has crecido. Ya superaste mi cintura. Estás alto. No me había dado cuenta de eso; porque día y noche mi vida es una carrera. Y cuando tengo tiempo prefiero usarlo afuera. Y si lo uso aquí me pierdo enmudecido frente al televisor y la radio, porque la televisión y la radio son muy importantes y me informan mucho.

Sabes, hijo mío, la última vez que tuve tiempo para ti, fue una noche de amor con tu mamá cuando te hicimos. Sé que te quejas. Sé que sientes falta de un palabra, de una pregunta mía, de un juego, de un puntapié en tu pelota, pero NO TENGO TIEMPO.

Sé que sientes falta de mi abrazo, de reír, de jugar conmigo, de ir a pie hasta la esquina a comprar refrescos, de correr hasta el kiosco a comprar Pato Donald. Pero sabes cuanto hace que no ando a pie por la calle. NO TENGO TIEMPO. Pero tú entiendes : soy un hombre importante, tengo que atender a mucha gente, dependo de ellos. Hijo, tú no entiendes de negocios, en realidad soy un hombre sin tiempo. Yo sé que te enojas porque las pocas veces que hablamos es monólogo, sólo yo hablo y el 99 por ciento es discusión.
¡QUIERO SILENCIO!

¡ Quiero tranquilidad ! y tú tienes la pésima costumbre de venir corriendo encima de mí, tienes la manía de saltar en mis brazos. Hijo NO TENGO TIEMPO para abrazarte, NO TENGO TIEMPO para hablar sin ton ni son con chicos, ¿ qué entiendes tú de computadoras, cibernética, nacionalismo ?

Sabes, hijo mío, NO TENGO TIEMPO. Pero lo peor de todo, lo peor de todo es que si te murieses ahora, ya en este instante me quedaría con un dolor en la conciencia y en el corazón, porque NUNCA, NUNCA HE TENIDO TIEMPO PARA JUGAR CONTIGO. Y en la otra vida, seguramente Dios no tendrá tiempo de por lo menos dejarme verte, dejarme abrazarte y darte un beso.

ENFERMARSE DE JESUCRISTO


Autor: P. Juan Carlos Ortega Rodriguez | Fuente: Catholic.net
Enfermarse de Jesucristo
Una enfermedad no se contagia hablando de ella, sino estando enfermo. Sólo el que está enfermo puede contagiar a otro.


De todas "las condiciones" que Jesús pone a quien decide ser su discípulo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame (Lc 9, 23) ¿No crees que es la más difícil? 

Se podría pensar que la más costosa sea tomar la cruz, pues a nadie agrada la cruz, más bien la evitamos. 

Quizás los más maduros en años y quienes se han preocupado un poco de crecer en la vida personal y espiritual saben que aún más difícil que la cruz es la renuncia a sí mismo. 

Sin embargo la más difícil es la última: seguir a Cristo. Muchas veces no nos queda más remedio que aceptar las cruces que nos vienen; en otras ocasiones las circunstancias nos obligan a renunciar a nuestros planes. Si lo hacemos de mala gana, sufriremos más, pero la cruz y la renuncia siempre estará presente y mal o bien se sobrelleva. 

Como recordó el Papa a los jóvenes, la radicalidad de una elección que no admite demoras ni repensamientos es una exigencia dura, que impresionó a los mismos discípulos y a lo largo de los siglos ha frenado a muchos hombres y mujeres en la entrega a Cristo. 

Quizás tú, como tantos otros, te has preguntado cómo es posible que habiendo tantos cristianos en el mundo, en la sociedad de hoy no se vive un ambiente de amor, unidad y paz. La respuesta es clara y dura para los que creemos en Jesucristo: muchos son cristianos pero pocos siguen a Cristo. ¿Eres tú cristiano? Creo que sí. Pero, ¿sigues a Cristo? 

Una enfermedad no se contagia hablando de ella, sino estando enfermo. Sólo el que está enfermo puede contagiar a otro. Así, solo el enfermo de Jesucristo podrá contagiar a otros su amor. No nos hagamos ilusiones, para contagiar el amor del Señor es necesario estar enfermos de Él, vivir su amor y perdón. 

Seguir a Cristo, no es estar inscrito y participar en alguna que otra actividad de la propia parroquia. "Con la invitación sígueme Jesús repite a sus discípulos no sólo: tómame como modelo, sino también: comparte mi vida y mis elecciones, gasta conmigo tu vida por amor a Dios y a los hombres". 

¿Cómo podemos enfermarnos de Jesucristo, es decir, compartir su vida y sus decisiones? 

En primer lugar, y no podemos cansarnos de repetirlo, con la oración, que no consiste en letanías y rezos, sino en una cordial conversación con Dios, sin prisas, llena de una filial confianza y de verdadera humildad. 

Dialogar, no me refiero a hablar, en todas las circunstancias es difícil. ¡Qué difícil es el diálogo para muchos matrimonios!, ¡con qué frecuencia lo evitan! ¡Qué difícil es el diálogo entre los jóvenes!, ¡con qué facilidad terminan en discusiones y altercados! Dialogar es difícil, y mucho más con Dios, porque quien dialoga debe ir dispuesto a cambiar su opinión y a aceptar lo que el otro dice. ¡He aquí la verdadera dificultad de la oración! 

El problema de la oración no consiste en no saberla hacer. Hace veinte años pocos cristianos sabían usar computadoras, hoy han aprendido y la usan con frecuencia y provecho. ¿Por qué no han aprendido a orar? Porque el diálogo con Dios compromete nuestras vidas. 

El segundo medio para enfermarnos de Cristo es aún más arduo. Se trata de evitar lo que Él no hizo en su vida, principalmente evitar el egoísmo, es decir, rechazar los juicios temerarios y las discusiones inútiles, aprender a escuchar y a respetar a los demás, abstenerse de críticas, chismes y palabras ofensivas. ¡Cuánto retrasamos el amor de Jesucristo en la sociedad a causa de nuestras conversaciones inútiles y llenas de faltas de caridad hacia nuestros hermanos los hombres! Te hago una propuesta: un día, un sólo día, proponte no juzgar ni decir nada negativo de los demás. ¿Aceptas el reto? ¿Verdad que es fácil llamarse cristiano pero muy difícil seguir a Cristo en lo que nos pide? 

Pero verdaderamente nos enfermaremos del Señor cuando vivamos la caridad que Él practicó. Caridad que no se limita a dar limosnas materiales. Más bien se expresa en ofrecer la limosna de nosotros mismos, que, dentro de la familia consiste en ayudarse recíprocamente, afrontando juntos las dificultades propias de la vida matrimonial, aprendiendo a aceptar los defectos y los momentos negativos del otro, en perdonar y humillarse, si es necesario, con tal de no herir el amor. 

Caridad es también dar la limosna del propio tiempo y de las cualidades personales al servicio de los demás y de la Iglesia. 

Sólo así haremos lo que Jesús nos pide: Gasta conmigo tu vida por amor a Dios y a los hombres. 

EL PENSAMIENTO DEL DÍA


EL EVANGELIO DE HOY: 29.01.2014

Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
Parábola del sembrador
Marcos 4, 1-20. Tiempo Ordinario. Hay que sembrar, poner en práctica todos los consejos que Cristo mismo nos ha dado. Después Dios dará los frutos.
 
Parábola del sembrador
Del santo Evangelio según san Marcos 4, 1-20 

En aquel tiempo Jesús se puso a enseñar a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a él que hubo de subir a una barca y, ya en el mar, se sentó; toda la gente estaba en tierra a la orilla del mar. Les enseñaba muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su instrucción: Escuchad. Una vez salió un sembrador a sembrar. Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde no tenía mucha tierra, y brotó en seguida por no tener hondura de tierra; pero cuando salió el sol se agostó y, por no tener raíz, se secó. Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto. Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento. decía: Quien tenga oídos para oír, que oiga. Cuando quedó a solas, los que le seguían a una con los Doce le preguntaban sobre las parábolas. Él les dijo: A vosotros se os ha dado el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas, para que por mucho que miren no vean, por mucho que oigan no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone. Y les dice: ¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, entonces, comprenderéis todas las parábolas? El sembrador siembra la Palabra. Los que están a lo largo del camino donde se siembra la Palabra son aquellos que, en cuanto la oyen, viene Satanás y se lleva la Palabra sembrada en ellos. De igual modo, los sembrados en terreno pedregoso son los que, al oír la Palabra, al punto la reciben con alegría, pero no tienen raíz en sí mismos, sino que son inconstantes; y en cuanto se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumben enseguida. Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Y los sembrados en tierra buena son aquellos que oyen la Palabra, la acogen y dan fruto, unos treinta, otros sesenta, otros ciento. 

Oración introductoria

Señor, hoy vienes a la tierra de mi alma dispuesto a sembrar tu mensaje en ella. Ayúdame a escucharte, a aceptar tu Palabra, a configurar mi vida con ella. Concédeme ser una tierra buena que produzca fruto abundante por saber acoger y trasmitir tu gracia.

Petición

Jesucristo, concédeme corresponderte y ser fiel a todas las gracias que derramas en mi alma.

Meditación del Papa Francisco

Custodiar la Palabra de Dios quiere decir abrir nuestro corazón a ella, como la tierra se abre para recibir la semilla. La Palabra de Dios es semilla y se siembra. Y Jesús nos dijo lo que sucede con la semilla.
Algunas caen a lo largo del camino, vienen los pájaros y las comen. Esto sucede cuando no se custodia la Palabra. Significa que ciertos corazones no saben recibirla.
Sucede también que otras semillas caen en una tierra con muchas piedras y la semilla no logra echar raíces y muere, es decir, cuando no somos capaces de custodiarla porque no somos constantes; y cuando llega una tribulación nos olvidamos de ella.
La Palabra cae también en tierra no preparada, donde hay espinas, y al final muere porque no se le custodia. Pero, ¿qué son las espinas? Lo dice Jesús mismo: "El apego a las riquezas, los vicios, todas estas cosas". Custodiar la Palabra de Dios es recibirla en nuestro corazón. Pero es necesario preparar nuestro corazón para recibirla. Meditar siempre sobre lo que nos dice esta Palabra hoy, mirando lo que sucede en la vida.(S.S. Francisco, 8 de junio de 2013, homilía matutina en Santa Marta).

Reflexión:

Estamos en invierno. Pero el campo sigue dando sus frutos. Nadie ve la acción lenta, pero segura, del germinar de las semillas sembradas. Eso no es ningún pretexto para decir que no se recogerá nada durante la cosecha. Los frutos se ven a su tiempo y hay que saber esperarlos.

La semilla sembrada en este pasaje es la Palabra de Cristo. El mismo nos explica el significado de la parábola. No tenemos que quedarnos sólo con el significado, tenemos que bajarlo a la propia vida. Hay que ver cuántas veces recibimos la semilla y ha dado su fruto. Para esto es esta parábola. Cristo nos da la oportunidad de ver cómo estamos correspondiendo a su llamado, cómo lo hacemos parte de nuestra propia vida.

Si queremos que la semilla dé el fruto más abundante hay que poner en práctica todos los consejos que Cristo mismo nos ha dado. Y lo primero es acogerla todos los días, preservarla contra las manos del maligno, e irla cuidando todos los días, hasta que dé su fruto. Hay que dar el cien por ciento de los frutos que Dios quiere de nosotros, así estaremos más cercanos a la felicidad.

Propósito

Ser tierra buena que da frutos por nutrirse por la Palabra de Dios, leer el salmo 95.

Diálogo con Cristo 

Señor, no permitas que en mi vida se vaya ahogando la semilla de la fe, concédeme descubrir cuáles son esas piedras, esos espinos que la impiden crecer, haz que me deshaga de todo lo que seca la tierra de mi alma y me impide dar frutos de oración, de apostolado, de caridad. 

martes, 28 de enero de 2014

EL COLLAR DE MARÍA


El Collar de María.
María era una linda niña de cinco años de ojos relucientes.
Un día mientras ella visitaba la tienda con su mamá, María vio un collar de perlas de plástico que costaba $2.50 dólares.
 ¡¡Cuánto deseaba poseerlo!! Preguntó a su mamá si se lo compraría, su mamá le dijo:
 - Hagamos un trato, yo te compraré el collar y, cuando lleguemos a casa, haremos una lista de tareas que podrás realizar para pagar el collar. Y No te olvides que para tu cumpleaños es muy posible que tu abuelita te regale un billete de un dólar ¡¡enterito!!, ¿Está bien?
 María estuvo de acuerdo y su mamá le compró el collar de perlas.
 María trabajó mucho con tesón todos los dias para cumplir con sus tareas, y tal como su mamá le había mencionado, su abuelita le regaló un billete nuevo de dólar para su cumpleaños.
 En poco tiempo María canceló su deuda.
 María amaba sus perlas, ella las llevaba puestas a todos lados, al Kinder, a la cama y cuando salía con su mamá hacer los mandados. El único momento en el que No las usaba era cuando se bañaba, su mamá le había dicho que las perlas con el agua le pintarían el cuello de verde!
 María tenía un padre que la quería muchísimo. Cuando María iba a la cama, el se levantaba de su sillón favorito para leerle su cuento preferido.
 Una noche, cuando terminó el cuento, le dijo: "¿Maria tú me quieres?", Oh si papá tú sabes que te quiero.
 "Entonces regálame tus perlas"
 "¡Oh papá!" No mis perlas. "Pero te doy a Rosita, mi muñeca favorita ¿la recuerdas? Tú me la regalaste el año pasado para mi cumpleaños y te doy su ajuar también ¿está bien papá?
 "Oh No hijita!, está bien, No importa", dándole un beso en la mejilla, "buenas noches pequeña"
 Una semana después, nuevamente su papá le preguntó al terminar el diario cuento: "¿María, tú me quieres?"
 "¡Oh si papá tú sabes que te quiero!"
 "Entonces regálame tus perlas"
 ¡Oh, papá No mis perlas! Pero te doy a lazos, mi caballo de juguete, ¿lo recuerdas? Es mi favorito, su pelo es tan suave y tú puedes jugar con el y hacerle trencitas. Tú puedes tenerlo si quieres papá
 "Oh no hijita, esta bien," le dijo su papá dándole nuevamente un beso en la mejilla, "Dios te bendiga buenas noches y dulces sueños"
 Algunos dias después, cuando el papá de María entró a su dormitorio para leerle el cuento, Maria estaba sentada en su cama y le temblaban los labios, "toma papá" dijo, y estiró su mano. La abrió y en su interior estaba su tan querido collar, el cual regaló a su padre.
 Con una mano él tomó las perla de plástico y con otra extrajo de su bolsillo una cajita de terciopelo azul. Dentro de la caja había unas hermosas perlas genuinas. El las había tenido todo ese tiempo, esperando que su hija renunciara a la baratija para poderle dar la pieza de valor.
  Y así es también nuestro Padre celestial. El está esperando a que renunciemos a las cosas sin valor en nuestras vidas para podernos dar preciosos tesoros.
 ¿No es bueno el Señor? Esto me hace pensar en las cosas a las cuales me aferro y me pregunto qué es lo que Dios me quiere dar en su lugar?
 Su amor siempre está contigo, sus promesas son verdad. Y cuando le damos a El todas nuestras inquietudes, tú sabes que el verá por nosotros.
 Así que, cuando el camino por el que viajes parezca muy difícil solo recuerda que yo estaré aquí orando y Dios hará el resto.

  "Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman". (1ª Corintios 2:9)

EL AGUA QUE REFLEJABA A DIOS



El agua que reflejaba a Dios
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD


“Ya estoy cansada de ser fría y de correr río abajo. Dicen que soy necesaria. Pero yo preferiría ser hermosa. Y encender entusiasmos. Y hacer arder el corazón de los enamorados. Y ser roja y cálida. 
   “Quisiera ser fuego y llama”. Así pensaba el agua de un río de montaña. Y como quería ser fuego, decidió escribir una carta a Dios para pedirle que cambiara su identidad. 

   “Querido Dios: Tú me hiciste agua. Pero quiero decirte que me he cansado de ser transparente. Prefiero el color rojo para mí. Desearía ser fuego. ¿Puede ser? Tú mismo, Señor, te identificaste con una zarza ardiendo y dijiste que habías venido a poner fuego a la tierra. No recuerdo que nunca te compararas con el agua. Por eso, creo que comprenderás mi deseo. Necesito este cambio para mi realización personal…”. 

   El agua salía todas las mañanas para ver si llegaba la respuesta de Dios. Una tarde pasó una lancha y dejó caer al agua un sobre muy rojo. 

   El agua lo abrió y leyó: “Querida hija: Me apresuro a contestar tu carta. Parece que te has cansado de ser agua. Yo lo siento mucho porque  no eres una agua cualquiera. Tu abuela fue la que me bautizó en el Jordán, y yo te tenía destinada a caer sobre la cabeza de muchos niños. Tú preparas el camino del fuego. Mi Espíritu no baja a nadie que haya sido lavado por ti. El agua siempre es primero que el fuego…”. 

   Mientras el agua estaba embebida leyendo la carta, Dios bajó a su lado y la contempló en silencio. El agua se miró a sí misa y vio el rostro sonriente de Dios reflejado en ella. 

   Y Dios seguía sonriendo, esperando una respuesta. 

   El agua comprendió que el privilegio de reflejar el rostro de Dios sólo lo tiene el agua limpia…Suspiró y dijo: “Sí, Señor. Seguiré siendo agua. Seguiré siendo tu espejo. Gracias”. 

María Dolores Torres 



   El agua es fuente de vida. Nos limpia y nos cala la sed. Fecunda la tierra y renueva la juventud de nuestros cuerpos. A través del agua, en el bautismo, el cristiano queda incorporado en Cristo y se reviste de una criatura nueva. Para los que son liberados del pecado, el agua es salvación y vida. Para los que prefieren vivir en la esclavitud, el agua es muerte, como en el diluvio y en el paso del Mar Rojo. 

   El misterio de salvación del agua lo presenta el evangelio de Juan en el diálogo de Cristo con la Samaritana. No consiste en tener mucho agua, en beber, sino en creer en El y beber de su agua, agua viva que se convertirá en fuente que saltará hasta la vida eterna (Jn 4.11-14). 

   Cuando dejamos que Dios nos limpie con su agua, cada agua, por muy sucia que esté, será capaz de reflejar el rostro de Dios, de aceptarse como agua y de aceptar a los otros, sean de la nación que sean. 

   Santa Teresa hablaba de cómo reflejamos a Dios, según estemos en gracia o en pecado. Si estamos en gracia, veremos a Cristo en todas las parte de nuestro ser; al estar en pecado mortal “se cubre nuestro espejo de una gran niebla y queda muy negro” y por lo tanto, no se puede representar ni ver al Señor (Vida, 40.5). Podemos ser como el agua: espejos claros, negros, o peor, quebrados. 

   Yo quiero ser como el agua
   que calma y ahuyenta la sed
   y canta las penas del viento
  y brilla en ella el ciprés.

    Yo quiero ser como el agua
   que arrastra secretos de fe
   y siempre corre adelante
   y besa a la loma los pies.

   Yo quiero ser como el agua
   fría y caliente a la vez,
   refrescar con ternura la tierra
   y embriagarla de dicha y de bien.

PENSAMIENTO MARIANO 25


FRUTO DE LA HOSPITALIDAD


Fruto de la hospitalidad
Autor:  Padre Justo López Melús


Un gesto de hospitalidad ayudó a resolver un caso insoluble de matemáticas. Era un árabe del desierto, que tenía diecisiete camellos y tres hijos: Hasán, Hasín y Hasún. Cuando ya estaba para morir les dijo: «Riqueza suya son los camellos. Cuando yo muera los repartirán así: la mitad para Hasán, la tercera parte para Hasín y la novena parte para Hasún». Aceptaron a gusto y al día siguiente el padre murió.

Se pusieron a deliberar y no había manera de solucionarlo. La mitad de diecisiete eran ocho y medio. ¿Habría que matar un camello y quedarse con la mitad? Y lo mismo pasaba con la tercera y la novena parte. Entonces llegó un beduino montado en un viejo camello, pidiendo hospitalidad. Se la dieron y les ayudó a resolver el problema. Les dio su camello para que se repartieran los dieciocho. Hasán tomó la mitad, nueve; Hasín la tercera parte, seis, y Hasún la novena, dos. 9+6+2=17. Y al día siguiente marchó el beduino con su viejo camello que había sobrado. De la hospitalidad había salido la solución.

FIN DE LA CONSTRUCCIÓN


Fin de la construcción


...el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. Filipenses 1:6.

Un día, Billy y Rut Graham estaban conduciendo por un largo trecho de carretera que estaba en construcción. Encontraron muchos retrasos, desvíos y paradas. Finalmente llegaron al final de la dificultad, y delante de ellos se extendía un largo trecho de pavimento suave. El siguiente letrero captó la atención de Rut: <<Fin de la construcción. Gracias por su paciencia.>> Ella comentó que esas palabras serían apropiadas para inscribirlas en su tumba algún día.

En realidad, esas palabras nos quedan bien a todos los creyentes, porque en esta vida estamos <<en construcción>>, Cuando aceptamos a Cristo como Salvador y Señor comenzamos el proceso de crecimiento espiritual, el cual dura toda la vida. El Espíritu Santo obra en nosotros para quitar nuestro egoísmo (Filipenses 2:4), renovar nuestra manera de pensar (Romanos 12:2), y desarrollar cualidades en nosotros que sean cada vez más como las de Cristo (Colosenses 3:5-14) . Pablo describió este proceso como una obra de Dios. Dijo: "El que comenzó con vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo" (Filipenses 1:6)

Mientras viajamos con destino al cielo, cooperemos con la construcción de Dios en nuestras vidas. Cuando su obra en nosotros esté completa,"seremos semejantes a él" (1 Juan 3:2), perfectamente conformados a la semejanza de nuestro Salvador.

Dios nos ama demasiado para dejarnos como somos. No rehúses los cambios que el quiera hacer en ti hoy, recuerda: "Estas en Construcción"

SANTO TOMÁS DE AQUINO, MEMORIA LITÚRGICA, 28 DE ENERO

Autor: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net
Tomás de Aquino, Santo
Memoria litúrgica, 28 de enero
 
Tomás de Aquino, Santo

Presbítero y Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: Memoria de santo Tomás de Aquino, presbítero de la Orden de Predicadores y doctor de la Iglesia, que, dotado de gran inteligencia, con sus discursos y escritos comunicó a los demás una extraordinaria sabiduría. Llamado a participar en el Concilio Ecuménico II de Lyon por el papa beato Gregorio X, falleció durante el viaje en el monasterio de Fossanova, en el Lacio, el día siete de marzo, y muchos años después, en este día, sus restos fueron trasladados a Toulouse, en Francia (1274).

Fecha de canonización: 18 de julio de 1323 por el Papa Juan XXII
Nació hacia el año 1225, de la familia de los condes de Aquino. Estudió primero en el monasterio de Montecassino, luego en Nápoles.

A los 18 años, contra la voluntad del padre y hasta perseguido por los hermanos que querían secuestrarlo, ingresó en la Orden de Predicadores, y completó su formación en Colonia donde tuvo por Maestro a San Alberto Magno, y después en París. Mientras estudiaba en esta ciudad se convirtió de estudiante en profesor de filosofía y teología. Después enseñó en Orvieto, Roma y Nápoles.

Suave y silencioso (en París lo apodaron "el buey mudo"), gordo, contemplativo y devoto, respetuoso de todos y por todos amado, Tomás era ante todo un intelectual. Continuamente dedicado a los estudios hasta el punto de perder fácilmente la noción del tiempo y del lugar: durante una travesía por el mar, ni siquiera se dio cuenta de la terrible borrasca y el fuerte movimiento de la nave por el choque de las olas, tan embebido estaba en la lectura. Pero no eran lecturas estériles ni fin en sí mismas. Su lema, "contemplata aliis tradere", o sea, hacer partícipes a los demás de lo que él reflexionaba, se convirtió en una mole de libros que es algo prodigioso, más si se tiene en cuenta que murió a los 48 años.

En efecto, murió en la madrugada del 7 de marzo de 1274, en el monasterio cisterciense de Fossanova, mientras se dirigía al concilio de Lyon, convocado por el B. Gregorio X. Su obra más famosa es la Summa theologiae, de estilo sencillo y preciso, de una claridad cristiana, con una capacidad extraordinaria de síntesis. Cuando Juan XXII lo canonizó, en 1323, y algunos objetaban que Tomás no había realizado grandes prodigios ni en vida ni después de muerto, el Papa contestó con una famosa frase: "Cuantas proposiciones teológicas escribió, tantos milagros realizó".

El primado de la inteligencia, la clave de toda la obra teológica y filosófica del Doctor Angélico (como se lo llamó después del siglo XV), no era un intelectualismo abstracto, fin en sí mismo. La inteligencia estaba condicionada por el amor y condicionaba al amor. "Luz intelectual llena de amor - amor de lo verdadero pleno de alegría" -cantó Dante, que tradujo en poesía el concepto tomístico de inteligencia - bienaventuranza.

El pensamiento de Santo Tomás ha sido durante siglos la base de los estudios filosóficos y teológicos de los seminaristas, y gracias a León XIII y a Jacques Maritain ha vuelto a florecer en nuestros tiempos. Y tal vez particularmente actuales, más que las grandes Summae, son precisamente los Opúsculos teológico -pastorales y los Opúsculos espirituales.

Oración de San Tomás de Aquino

Aquí me llego, todopoderoso y eterno Dios, al sacramento de vuestro unigénito Hijo mi Señor Jesucristo, como enfermo al médico de la vida, como manchado a la fuente de misericordias, como ciego a la luz de la claridad eterna, como pobre y desvalido al Señor de los cielos y tierra.

Ruego, pues, a vuestra infinita bondad y misericordia, tengáis por bien sanar mi enfermedad, limpiar mi suciedad, alumbrar mi ceguedad, enriquecer mi pobreza y vestir mi desnudez, para que así pueda yo recibir el Pan de los Angeles, al Rey de los Reyes, al Señor de los señores, con tanta reverencia y humildad, con tanta contrición y devoción, con tal fe y tal pureza, y con tal propósito e intención, cual conviene para la salud de mi alma.

Dame, Señor, que reciba yo, no sólo el sacramento del Sacratísimo Cuerpo y Sangre, sino también la virtud y gracia del sacramento ¡Oh benignísimo Dios!, concededme que albergue yo en mi corazón de tal modo el Cuerpo de vuestro unigénito Hijo, nuestro Señor Jesucristo, Cuerpo adorable que tomó de la Virgen María, que merezca incorporarme a su Cuerpo místico, y contarme como a uno de sus miembros.

¡Oh piadosísimo Padre!, otorgadme que este unigénito Hijo vuestro, al cual deseo ahora recibir encubierto y debajo del velo en esta vida, merezca yo verle para siempre, descubierto y sin velo, en la otra. El cual con Vos vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.


Consulta también Santo Tomás, Santo y sabio, o sabio y santo de Jesús Martí Ballester 

ORACIONES A SANTO TOMÁS DE AQUINO



EL EVANGELIO DE HOY: 28.01.2014

Autor: Carlos Llaca | Fuente: Catholic.net
La verdadera familia de Jesús
Marcos 3, 31-35. Tiempo Ordinario. Si Cristo dice que quien cumple la voluntad de Dios es su hermano, su hermana y su madre, ¡Yo quiero ser hermano de Jesús!
 
La verdadera familia de Jesús
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 31-35

En aquel tiempo llegaron la madre de Jesús y sus hermanos, y desde fuera lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada a su alrededor le dijo: ¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan. El les responde: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.

Oración introductoria

Señor, vengo ante Ti en este momento de oración buscando tener un momento a solas contigo, en silencio. Te consagro todos mis pensamientos, palabras y obras. Concédeme vivir con la ilusión de cumplir hoy, en todo, tu voluntad.

Petición

Padre mío, aumenta mi fe, mi esperanza y mi caridad para que renueve minuto a minuto mi opción por Ti.

Meditación del Papa Francisco

La verdadera fuerza del cristiano es la fuerza de la verdad y del amor, que comporta renunciar a toda violencia. ¡Fe y violencia son incompatibles! ¡Fe y violencia son incompatibles! En cambio, fe y fortaleza van juntas. El cristiano no es violento, pero es fuerte. ¿Con qué fortaleza? La de la mansedumbre, la fuerza de la mansedumbre, la fuerza del amor.
Queridos amigos, también entre los parientes de Jesús hubo algunos que a un cierto punto no compartieron su modo de vivir y de predicar, nos lo dice el Evangelio. Pero su Madre lo siguió siempre fielmente, manteniendo fija la mirada de su corazón en Jesús, el Hijo del Altísimo, y en su misterio. Y al final, gracias a la fe de María, los familiares de Jesús entraron a formar parte de la primera comunidad cristiana.
Pidamos a María que nos ayude también a nosotros a mantener la mirada bien fija en Jesús y a seguirle siempre, incluso cuando cuesta. (S.S. Francisco, 18 de agosto de 2013).

Reflexión

Ahí tenemos a Cristo que está predicando a sus "ovejuelas". Pero he aquí que de pronto alguien viene con la noticia de que su Madre y su parentela quieren verlo. ¿Por qué Cristo no se ha levantado presuroso a recibir a la que más amó en la tierra, su mamá? ¿Por qué en cambio ha respondido de una manera casi indiferente? Pero nada de eso estaba en el Corazón del mejor de los hijos. Si su Madre lo buscaba iría a recibirlo. Y si respondió así la ensalzó sobre todos y como que nos remontó a aquel suceso de años, cuando a la niña María la presentaron en el Templo. "¿Quién es mi Madre y mis hermanos?... Quien cumpla la voluntad de Dios" enseñaba el Maestro.

¿Y quién cumplió mejor en esta tierra esa Voluntad de Dios sino María? Su Madre, Ella, la Siempre Fiel. Por eso la puso de modelo. Todo aquel que llegue a cumplir los deseos de su Padre podrá asemejarse a aquella Dulce Madre, Fidelísima a quien se le confiaron tesoros tan grandes. Y así como una vez fue presentada en el Templo para consagrarla totalmente al Señor ahora Ella, de labios de su Hijo, fue confirmada en su ofrenda total ante el Padre celestial, porque sólo Ella ha logrado vivir consagrada plenamente a los deseos del Señor.

Benditos aquellos que son llamados Hijos de Dios. Pero lo mejor de todo es que cada uno de nosotros, católicos bautizados, también somos hijos predilectos de Dios. Basta con cumplir su voluntad en todo momento.

¿Y cómo saber cuál es la voluntad de Dios? Es muy fácil, a todos nosotros se nos pide ir a Misa todos los domingos y fiestas de guardar. Se nos pide perdonar las ofensas que recibimos, confesarnos y comulgar, hacer bien nuestro deber, evitar los vicios.

Ahora, siempre hay que tomar las palabras de Jesús como verdaderas, de otra forma, nuestra fe no valdría de nada. Y si Cristo dice que quien cumple la voluntad de Dios es su hermano, su hermana y su madre, ¡Yo quiero ser hermano de Jesús! Es cuestión de pensar un momento: ¡Tener a Dios como hermano!...

Propósito

Pedir luz y fuerza al Espíritu Santo para conocer y cumplir la voluntad de Dios en mi vida.

Diálogo con Cristo

Gracias, Jesús, por considerarme como tu hermano, como tu madre, pidiendo simplemente que te ame por encima de todo. Que ponga tu voluntad en primer lugar, porque ésta debe ser siempre mi norma suprema, por encima del ambiente, de las costumbres del mundo, de mis caprichos… Abrazar todo lo que me ayude a cumplir tu voluntad y rechazar lo que me estorbe para seguirla, ése es el camino de la santidad. Señor, dame la gracia de convencerme de que no hay vida más fecunda y hermosa que la que se gasta cumpliendo con tu voluntad santísima. 

lunes, 27 de enero de 2014

GENEROSIDAD


Generosidad


- La disposición natural e incondicional que tiene para ayudar y servir a los demás sin hacer distinciones..

- Resolver las situaciones que afectan a las personas en la medida de sus posibilidades, o buscar los medios para lograrlo.

- La discreción y sencillez con la que actúa, apareciendo y desapareciendo en el momento oportuno.


Antes de considerar las acciones que debemos tomar para vivir mejor este valor, conviene detenernos a reflexionar un poco en nuestras actitudes:

- ¿Conscientemente dejo de prestar ayuda por pereza, desagrado o apatía?

- ¿Me esfuerzo por superar la propia comodidad, tomando conciencia de la necesidad ajena?

- ¿Espero recibir ayuda, favores y servicios sin considerar el esfuerzo que los demás realizan?

-¿Realmente actúo desinteresadamente? ¿Es igual la disposición con mi jefe, socio o la persona que siempre me apoya, a la que tengo en casa, mis subalternos, amigos, conocidos y personas en general?

- Antes o después de servir a los demás, ¿pienso o espero recibir un halago, felicitación, reconocimiento, beneficio o el favor devuelto?

-¿Siempre tengo presentes los favores hechos? ¿Les recuerdo, sugiero o hago notar a las personas mi ayuda e intervención?

-¿Normalmente me arrepiento de haber otorgado mi tiempo, bienes materiales, dinero o hacer un compromiso que exige un esfuerzo extra de mi parte? 

Ser generoso es algo que muchas veces requiere un esfuerzo extraordinario. Para vivir mejor este valor en lo pequeño y cotidiano, es de gran utilidad poner en práctica las siguientes ideas:


- Procura sonreír siempre. A pesar de tu estado de ánimo y aún en las situaciones poco favorables para ti o para los demás. 

- Haz el propósito de tener un detalle de generosidad diariamente con diferentes personas (familia, trabajo, escuela, club...): sacar la basura de casa; cuidar al hermano menor; conservar limpio y ordenado el salón de clase; llevar la tarea o apuntes al compañero enfermo; contestar el teléfono si quien lo hace está fuera de su lugar.

- Se accesible en tus gustos personales, permite a los demás que elijan la comida, película, lugar de diversión, pasatiempo, la hora y punto de reunión.

- Aprende a ceder la palabra, el paso, el lugar; además de ser un acto de generosidad denota educación y cortesía. En algunos casos es válido ceder el turno a quien tenga una urgencia real.

- Cumple con tus obligaciones a pesar del cansancio y siempre con optimismo, buscando el beneficio ajeno. Los padres de familia son un magnífico ejemplo, pues sin su labor, el sustento, el orden en casa, la educación y bienestar de los hijos, etc. simplemente no se darían.

- Usa tus habilidades y conocimientos para ayudar a los demás: explicando la clase a otros; colaborando en organización de eventos; enseñando como hacer mejor el trabajo o la reparación de artículos domésticos; como instructor de pintura, música, deportes en algún club infantil o juvenil.

- Atiende a toda persona que busca tu consejo o apoyo. Por más antipática o insignificante que te parezca, considera en ti a la persona adecuada para resolver su situación.

- Cuando te hayas comprometido en alguna actividad o al atender a una persona, no demuestres prisa, cansancio, fastidio o impaciencia; si es necesario discúlpate y ofrece otro momento para continuar.

- No olvides ser sencillo, haz todo discretamente sin anunciarlo o esperando felicitaciones.

El vivir en constante entrega a los demás, nos ayuda a descubrir lo útiles que podemos ser en la vida de nuestros semejantes, alcanzando la verdadera alegría y la íntima satisfacción del deber cumplido.

EL ESPÍRITU DE DIOS


ALGUNAS VERDADES QUE DEBEMOS APRENDER


Algunas verdades que debemos aprender...


Que siempre existen tres enfoques en cada historia: mi verdad, tu verdad y la verdad.

Que toma mucho tiempo llegar a ser la persona que deseo ser.

Que es mas fácil reaccionar que pensar.

Que podemos hacer mucho más cosas de las que creemos poder hacer.

Que no importan nuestras circunstancias, lo importante es cómo interpretamos nuestras circunstancias.

Que no podemos forzar a una persona a amarnos, únicamente podemos ser alguien que ama. El resto depende de los demás.

Que requiere años desarrollar la confianza y un segundo destruirla.

Que dos personas pueden observar la misma cosa, y ver algo totalmente diferente.

Que las personas honestas tienen mas éxito al paso del tiempo.

Que podemos escribir o hablar de nuestros sentimientos, para aliviar mucho dolor.

Que no importa qué tan lejos he estado de Dios, siempre me vuelve a recibir.

Que todos somos responsables de nuestros actos.

Que existen personas que me quieren mucho, pero no saben expresarlo.

Que puedo hacer todo o nada con mi mejor amigo y siempre gozar el momento.

Que a veces las personas que menos esperamos, son las primeras en apoyarte en los momentos más difíciles.

Que la madurez tiene que ver más con la experiencia que hemos vivido, y no tanto con los años que hemos cumplido.

Que hay dos días de cada semana por los que no debemos de preocuparnos: ayer y mañana. El único momento valioso es ahora.

Que aunque quiera mucho a la gente, algunas personas no me devolverán ese amor.

A no competir contra lo mejor de otros, sino a competir con lo mejor de mí.

Que puedo hacer algo por impulso y arrepentirme el resto de mi vida.

Que la pasión de un sentimiento desaparece rápidamente.

Que si no controlo mi actitud, me controlara a mí.

A nunca decirle a un niño que sus sueños son ridículos, ¿que tal si me cree?

Que es más importante que me perdone a mi mismo a que otros me perdonen.

Que no importa si mi corazón está herido, el mundo sigue girando.

Que la violencia atrae más violencia.

Que decir una verdad a medias es peor que una mentira.

Que las personas que critican a los demás, también me criticarán cuando tengan la oportunidad.

Que es difícil ser positivo cuando estoy cansado.

Que hay mucha diferencia entre la perfección y la excelencia.

Que los políticos hablan igual en todos los idiomas.

Que al final de la vida me doy cuenta que las únicas cosas que valieron la pena son: mi familia, mi fe, un grupo muy selecto de amigos y unas experiencias que me dieron crecimiento personal.

Que es mucho mejor expresar mis sentimientos, que guardarlos dentro de mí.
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