martes, 14 de enero de 2014

¿REZAMOS POR LOS SACERDOTES QUE NOS CONFIESAN?

Autor: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
¿Rezamos por los sacerdotes que confiesan?¿Rezamos por los sacerdotes que confiesan?
Para que tengan un corazón comprensivo y misericordioso, para escuchar con paciencia, atención y los consejos adecuados desde el Espíritu Santo.

Entramos en una iglesia. A los lados, confesionarios. Vemos con alegría que hay uno o varios sacerdotes dispuestos a acoger a quienes pidan el sacramento de la penitencia.

Es hermoso encontrar disponibles, en diversos momentos del día, a sacerdotes que nos permiten recibir el perdón de Dios. Pero esos sacerdotes necesitan, como todo bautizado, la ayuda de Dios para ser fieles a su misión, para tener un corazón comprensivo y misericordioso, para escuchar con paciencia y atención, para poder dar los consejos adecuados (desde el Espíritu Santo) a cada penitente.

Por eso es tan importante rezar por los sacerdotes que dedican buena parte de su tiempo a la confesión. Pedir por ellos es un gesto de amor fraterno, que nace de corazones que valoran el ministerio de cada confesor, pues los sacerdotes sienten muchas veces la urgencia de recibir luces de Dios para tratar del mejor modo posible a cada bautizado que pide perdón.

¿Rezamos por los sacerdotes que confiesan? ¿Sentimos un deseo profundo de apoyar su ministerio? ¿Nos preocupa que sean santos y sabios? ¿Suplicamos a Dios que haya cada día más vocaciones y más sacerdotes dispuestos a ser canales por los que recuperamos la vida de gracia?

El mundo moderno sufre un vacío enorme porque ha olvidado el Amor de Dios, porque justifica y niega el pecado, porque desprecia la misericordia. Por eso nos hundimos en placeres vacíos, en orgullos que ahogan el alma, en avaricias que encadenan, en egoísmos que nos impiden amar a los hermanos, en odios que llevan a herir a los propios familiares o a conocidos.

Frente a esta situación, buscar, pedir, encontrar un sacerdote con tiempo y, sobre todo, con un corazón grande como el de Cristo, para recibir el perdón de los pecados, es una urgencia para toda la Iglesia.

Al pedir al Padre, como Cristo nos enseñó, que envíe obreros a su mies (cf. Lc 10,2), también hemos de suplicar para que conceda a su Iglesia muchos y buenos sacerdotes confesores.

De este modo, avanzará en el mundo la limpieza que viene de Dios. Habrá más paz en las almas, en las familias y en los pueblos. Estaremos preparados, desde la esperanza, a la llegada del Esposo que nos ha invitado a la fiesta eterna de su Reino.

MIRAR A JESÚS

Mirar a Jesús
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD

Cierto día, el Cardenal Weisman discutía con un inglés utilitarista sobre la existencia de Dios. A los argumentos del religioso, respondía el inglés con mucha flema: “No lo veo, no lo veo”.

Entonces, el Cardenal tuvo un rasgo ingenioso. Escribió en un papel la palabra “Dios” y colocó sobre ella una moneda. Le preguntó:

– ¿Qué ves?

– Una moneda.

– ¿Nada más?

Muy tranquilo, el Cardenal quitó la moneda, y le preguntó de nuevo:

– Y ahora, ¿qué ves?

– Veo a Dios.

– Entonces, ¿qué es lo que te impide ver a Dios?

El inglés se calló como un muerto. El dinero, a veces, nos impide ver a Dios y a Jesús.

¿Quién era Jesús? ¿Cómo era Jesús?

Para enseñar a la gente, Jesús utilizaba símbolos y parábolas. Para decirnos quién es usó símbolos. Por ejemplo: “Yo soy la puerta” (Jn 10,9), “yo soy la luz del mundo” (Jn 8,12), “yo soy el buen pastor” (Jn 10,11).

Pero a las personas no las conocemos por lo que dicen, sino por lo que hacen. Jesús estaba unido al Padre y ungido por el Espíritu. El Padre lo envió a anunciar la Buena Nueva, a proclamar la liberación, a dar vista a los ciegos, a proclamar el año de gracia del Señor (Lc 4,18-19).

Él vino, sobre todo, para los casos difíciles, para “salvar lo que estaba perdido” (Lc 19,10). Se pasó toda la vida haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él (Hch 10,38).

A Jesús le seguía mucha gente por distintos motivos: por curiosidad, porque les daba de comer, porque curaba, por los milagros que hacía... Las masas lo quisieron hacer rey, pero también pidieron su cabeza.

Hubo un grupo de amigos incondicionales, decían ellos, que comieron y vivieron con él; pero a pesar de su buena voluntad, lo abandonaron en el momento de la persecución. Recibieron del Maestro la misión de hacer lo mismo: ir por todo el mundo anunciando la Buena Nueva (Mt 28,20).

A unos y a otros les indicó que lo más importante era buscar a Dios, su Reino (Lc 12, 26). Les repitió muchas veces que no tuvieran miedo, que no dudaran, que creyeran de verdad (Jn 8,46). Dio ejemplo de amor, amó hasta el final y fue lo único que dejó como consigna: “Amaos como yo os he amado (Jn 13,34-35).

Es importante mirar a Jesús, pero es mucho más importante dejarse mirar por él, encontrarnos con su mirada. Al encontrarnos con su mirada, ésta nos hará contemplar nuestra vida y quitar todo aquello que no nos deja ver a Dios.
“Mantengamos fijos los ojos en Jesús” (Hb 12,2) para tener los mismos pensamientos y sentimientos que el Maestro.

TAN CERCA


¡Tan cerca!

Si me dejo llevar por una serie de lamentaciones, me hundo, cada vez más, en el abismo. Los pensamientos oscuros siguen atrayendo hacia mí nuevas miserias. Debo vivir hoy. No puedo cambiar los acontecimientos. ¡Si lograse, tan sólo, dejar un resquicio para los recuerdos hermosos! ¡Si consiguiera no preocuparme tanto del mañana!

¿Qué tengo hoy de nuevo? La salud. El sol en el cielo. Comida y bebida. Un niño que me sonríe. Una flor en casa.

Tal vez busco la felicidad demasiado lejos de mí. ¡la felicidad se parece a las gafas! No las veo y, sin embargo, están sobre mi nariz! ¡Tan cerca!

 Phil Bosmans

GRACIAS



"Gracias"

Es la mejor palabra... para expresar cuánto apreciamos la mano que se ha tendido hacia nosotros,el gesto de la solidaridad, la amistad sin condiciones que se nos ofrece.

Con ella hacemos saber a alguien muy especial lo importante que ha sido en momentos de necesidad,
cómo nos ha ayudado a enfrentar un problema, cómo nos ha hecho recuperar la confianza en el mundo.

Quiero hacerte saber que agradezco tu mano amiga y que gente como tú hace que éste sea un mundo mejor...  Una vez más, gracias por todo!

EL EVANGELIO DE HOY: 14.01.2014

Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
Jesús expulsa a un espíritu
Marcos 1, 21-28. Tiempo Ordinario. Que la fama de Jesús se extienda también a nuestros corazones.
 
Jesús expulsa a un espíritu
Del santo Evangelio según san Marcos 1, 21-28


Llegan a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él». Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen». Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.

Oración introductoria

Señor, son muchas las inmundicias que rodean mi entorno social. No debo, inocentemente, pensar que mi familia y yo estamos exentos a su influencia ni que no contribuímos, un poco o un mucho, a esta triste realidad. Por ello te pido que ilumines mi mente y mi corazón para que este momento de oración me haga crecer en el amor.

Petición

Señor, dame la gracia de conocer y vivir tu doctrina del amor para entregarme a los demás con total desinterés y donación.

Meditación del Papa Francisco

Observamos entonces que el "escándalo" que la palabra y la práctica de Jesús causan alrededor de él, derivan de su extraordinaria "autoridad”: una palabra, esta, atestiguada desde el Evangelio de Marcos, pero que no es fácil reportar bien en italiano. La palabra griega es "exousia", que literalmente se refiere a lo que "viene del ser", de lo que es. No se trata de algo externo o forzado, sino de algo que emana de su interior y que se impone por sí mismo. Jesús realmente golpea, confunde, innova -como él mismo dice- a partir de su relación con Dios, llamado familiarmente Abbà, lo que le da esta "autoridad" para que él la emplee a favor de los hombres.
Así, Jesús predica "como quien tiene autoridad", cura, llama a sus discípulos a seguirle, perdona... cosas todas que en el Antiguo Testamento, son de Dios y solo de Dios.
La pregunta que más retorna en el Evangelio de Marcos es: "¿Quién es este que ...?" , y que tiene que ver con la identidad de Jesús, nace de la constatación de una autoridad diferente a la del mundo, una autoridad que no tiene la intención de ejercer el poder sobre los demás, sino para servir , para darles la libertad y la plenitud de la vida. (S.S. Francisco, carta del papa al director del diario "La Repubblica", 11 de septiembre de 2013).

Reflexión

Jesús inicia su predicación anunciando la llegada del Reino. Interpela al mundo con la necesidad de la conversión. Recluta a sus primeros seguidores... Reino, conversión y llamada, son realidades inseparables que desde entonces vivimos en la Iglesia.

Desde que Cristo nace, se ha cumplido el tiempo. Dios interviene en la historia del hombre fundando su Reino en el corazón de cada discípulo. Y desde entonces hasta hoy, el mensaje, no ha sido otro sino la preparación para le llegada definitiva del Reino de Dios. Para ello, se ha querido valer de tantas almas consagradas a su servicio. Los sacerdotes, los diáconos, obispos y papas, las religiosas y religiosos dedicados a la vida contemplativa o al apostolado, a la educación o a las misiones en tierras lejanas... Todos ellos han sido la prolongación de las obras de Nuestro Señor.

Pero la hora aún no ha llegado, ni parece venir pronto. Es obvio que no conoceremos el día ni la hora del final de los tiempos. Y por eso mismo, es necesario vivir preparados. Debemos entender, que cuando Cristo proclama el Reino, como un tiempo cumplido, se trata igualmente del tiempo concedido a cada uno de nosotros. El tiempo de nuestra vida, en la que debemos obrar siempre el bien. Pero no un bien ideal. El bien que tiene el rostro de cuantos nos rodean: hermanos, amigos, hijos, esposo, empleados y compañeros de trabajo; pobres y enfermos... Darse a sí mismo para procurar el bien de los demás. De ésto se nos pedirán cuentas al final de nuestra vida.

El evangelio nos muestra a Cristo como el Maestro poderoso. Y no sólo porque enseña en la sinagoga, como lo hacían en sus tiempos tantos otros judíos piadosos, sino porque va a obrar uno de tantos prodigios: expulsar un demonio. Así, el simple maestro Galileo, se presenta como el profeta poderoso. No en vano decía la gente que enseñaba con autoridad, y no como los escribas y fariseos, que sólo cargaban al pueblo con los preceptos de la ley. Cristo es el hombre más impactante que haya conocido la humanidad en toda su historia.

De Él se ha escrito, muchísimo más que de cualquier otro tema. Su vida y sus milagros han sido admirados o negados, creídos o refutados, durante los veinte siglos que le han seguido. Y su persona se plantea como el máximo representante de cuantos han sabido remar contra corriente.

Cristo sigue interpelando al hombre de todos los tiempos, para que se coloque con él, o contra él. Desafortunadamente no hay más posiciones. Y siempre tendremos que decidir: Cristo o nuestro egoísmo. Cristo o nuestra sensualidad. Jesús mismo hablaba de que no se puede servir a dos señores. Es imposible encender una vela a Dios y otra al diablo...

Vemos que no es fácil mantenerse fiel a las enseñanzas del Maestro, y que por más buenas intenciones que tenemos en hacer el bien y ayudar a los demás, no siempre conquistamos nuestras metas. Sin embargo, no tenemos que amilanarnos. Hay que confiar y pedir a Cristo la fuerza para dar la cara por Él y por su Reino, del mismo modo que Él dio la vida por nosotros...

Dar la cara es no dejarse confundir por las sectas, ni dejar que otros se dejen. Dar la cara es estudiar la propia fe, para dar respuestas convincentes, a cuantos atacan al Papa, al Magisterio y la moral cristiana, sabiendo que sólo en Cristo está la Verdad. Y que sólo Cristo salva...

Propósito

Ante el dolor y situaciones difíciles, identificarme con Cristo al vivirlas con serenidad y confianza.

Diálogo con Cristo

Gracias, Señor, por enseñarme que lo fundamental en mi vida es la caridad. Ayúdame a amar a mi prójimo con el mismo amor con que te amo a Ti. Dame la gracia de descubrirte y servirte en los demás, porque eso es la verdadera fe cristiana. El milagro de la curación del hombre poseído por un espíritu inmundo me recuerda que quieres hacer conmigo el mayor de los milagros: mi santidad. 

lunes, 13 de enero de 2014

EDUCAR


Educar
Autor: Phil Bosmans


Cuanto se hace en las escuelas y en las universidades es mucho más importante y decisivo para el porvenir que cuanto se hace en todas nuestras oficinas, fábricas y despachos. Allí se forman o se deforman los hombres. Si se pretende sólo desarrollar el cerebro, embutir el cráneo, se fabrican robots perfeccionados, pero no hombres.

Educar no significa sólo desarrollar la inteligencia, sino formar al hombre entero, incluso el corazón y el carácter. Educar quiere decir transmitir, de generación en generación, aquellos valores espirituales que dan a la vida significado y densidad. Esta transmisión no se consigue sólo por medio de palabras, exige, sobre todo, que las palabras se vuelvan palpables y visibles en la vida personal. Educar es una misión común para las familias, las escuelas, las universidades, la prensa, la radio, la televisión y la publicidad. Una gran responsabilidad.

ORACIÓN POR LOS DIFUNTOS



ORACIÓN POR LOS DIFUNTOS:

V. No te acuerdes, Señor, de mis pecados.
R. Cuando vengas a juzgar al mundo por medio del fuego.

V. Señor, Dios mío, dirige mis pasos en tu presencia.
R. Cuando vengas a juzgar al mundo por medio del fuego.

V. Concédele (s), Señor, el descanso eterno, Y que le (s) alumbre la luz etema.
R. Cuando vengas a juzgar al mundo por medio del fuego.

Señor, ten piedad, Cristo, ten piedad, Señor, ten piedad.

Padre nuestro...

V. Libra, Señor, su alma (sus almas) .
R. De las penas del infierno.

V. Descanse (descansen) en paz.
R. Amén.

V. Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a ti mi clamor.

V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.

Oración: Te rogamos, Señor, que absuelvas el alma de tu siervo N. (de tu sierva N.) de todo vínculo de pecado, para que viva en la gloria de la resurrección, entre tus santos y elegidos. Por Cristo nuestro Señor.

R. Amén.

V. Concédele (concédeles) Señor, el descanso eterno.
R. Y brille para él (ella, ellos) la luz eterna.

V. Descanse (descansen) en paz.

R. Amén.

V. Su alma (sus almas) y las de todos los fieles difuntos descansen en paz, por la misericordia del Señor.

R. Amén.

NO TE DETENGAS ANTE LAS PRUEBAS


No te detengas ante las pruebas


Por el contrario, debes permanecer firme y valiente para enfrentarlas.

La valentía no es símbolo de quien es más fuerte, sino de quien es más sabio; no es símbolo de pelear; sino de luchar, no te enfrenta ante el mundo; sino que te enaltece.

Cada prueba que debemos pasar se convierte en una nueva experiencia de vida, la cual nos enseña para que no volvamos a caer en los mismos errores que una vez cometimos.

Nos va madurando y nos hace ver las cosas desde otras perspectivas muy diferentes a las que posiblemente poseíamos tiempo atrás.

Cada prueba es un paso hacia la verdadera vida, hacia la felicidad, hacia nuevas metas...

Es por eso que no debes detenerte ante ellas, sino mostrarles que no tienes miedo, y que puedes lograr todo lo que deseas; porque estás despierto a superarlas

NADIE CAMINA POR LA VIDA


Nadie camina por la vida

Nadie camina por la vida, 
sin haber pisado en falso muchas veces.

Nadie llega a la otra orilla, 
sin haber ido haciendo puentes para pasar.

Nadie deja el alma lustrosa, 
sin el pulimento diario de la vida.

Nadie puede juzgar,
sin conocer primero su propia debilidad.

Nadie consigue su ideal, 
sin haber pensado muchas veces 
que persiguía un imposible.

Nadie deja de llegar, 
cuando se tiene la certeza de un don, 
el crecimiento de su voluntad, 
la abundancia de la vida, 
el poder para realizarse y 
el impulso de si mismo.

ESTE ES EL TIEMPO DE LA MISERICORDIA

Autor: Papa Francisco | Fuente: es.radiovaticana.va
¡Este es el gran tiempo de la misericordia!
Seguir a Cristo en la vía de la fe y de la caridad, la vía trazada por nuestro Bautismo
 
¡Este es el gran tiempo de la misericordia!
¡Este es el gran tiempo de la misericordia!
Queridos hermanos y hermanas,

hoy es la fiesta del Bautismo del Señor, y esta mañana he bautizado a treinta y dos recién nacidos. Agradezco con ustedes al Señor por estas criaturas y por cada nueva vida. Cada niño que nace es un don de alegría y esperanza, y cada niño que es bautizado es un prodigio de la fe y una fiesta para la familia de Dios.

La página del Evangelio de hoy subraya que cuando Jesús recibió el bautismo de Juan en el río Jordán, "se abrieron para Él los cielos" (Mt 3,16). Esto realiza las profecías. De hecho, hay un invocación que la liturgia nos hace repetir en el tiempo de Adviento: "¡Si tú abrieras el cielo y descendieras!" (Is 63,19). Si los cielos quedan cerrados, nuestro horizonte en esta vida terrena es oscuro, sin esperanza. En cambio, celebrando la Navidad, la fe, una vez más, nos ha dado la certeza de que los cielos se han abierto con la venida de Jesús. Y en el día del Bautismo de Cristo todavía contemplamos los cielos abiertos.

La manifestación del Hijo de Dios en la tierra marca el comienzo del gran tiempo de la misericordia, después que el pecado había cerrado los cielos, elevando como una barrera entre el ser humano y su Creador. ¡Con el nacimiento de Jesús los cielos se abren! Dios nos dá en Cristo la garantía de un amor indestructible. Desde cuando el Verbo es hizo carne es pues posible ver los cielos abiertos. Ha sido posible para los pastores de Belén, para los Magos de Oriente, para el Bautista, para los Apóstoles de Jesús, para San Esteban, el primer mártir, que exclamó: "¡Contemplo los cielos abiertos!" (At 7,56). Y es posible también para cada uno de nosotros, si nos dejamos invadir por el amor de Dios, que nos es donado la primera vez en el Bautismo, por medio del Espíritu Santo.

¡Dejémonos invadir por el amor de Dios! ¡Este el gran tiempo de la misericordia! ¡No nos olvidemos!

Cuando Jesús recibió el Bautismo de penitencia de Juan el Bautista, solidarizando con el pueblo penitente – Él sin pecado y sin necesidad de conversión - Dios Padre hizo sentir su voz en el cielo: "¡Éste es mi Hijo amado en quien me complazco!" (v 17). Jesús recibe la aprobación del Padre celeste, que ha lo enviado justamente para que acepte compartir nuestra condición, nuestra pobreza. Compartir es el verdadero modo de amar. Jesús no se separa de nosotros, nos considera hermanos y comparte con nosotros. Y así nos hace hijos, junto con Él, de Dios Padre. Ésta es la revelación y la fuente del verdadero amor. Y este es el gran tiempo de la misericordia.

¿No les parece que en nuestro tiempo haya necesidad de un suplemento de comunión fraterna y de amor? ¿No les parece que todos tenemos necesidad de un suplemento de caridad? No aquella que se conforma de la ayuda improvisada que no involucra, no pone en juego, sino de aquella caridad que comparte, que se hace cargo del malestar y del sufrimiento del hermano. ¡Cuál sabor adquiere la vida, cuando se deja inundar por el amor de Dios!

Pidamos a la Virgen Santa que nos sostenga con su intercesión en nuestro compromiso de seguir a Cristo en la vía de la fe y de la caridad, la vía trazada por nuestro Bautismo. 

ORACIÓN A JESÚS EL BUEN PASTOR



Oración a Jesús Buen Pastor.

Jesús, Buen Pastor,
queremos seguir tus pasos.
Danos tu Espíritu,
para aprender a vivir en la misericordia.
Ayúdanos a descubrir la gratuidad de tu amor,
entrega generosa, don de vida que se regala.
Queremos compartir tu sueño
de construir un mundo justo,
donde exista igualdad
y una fraternidad real,
donde haya pan para todos
y la libertad sea una luz
que ilumine a todas las personas.
Danos tu Espíritu, Jesús, Buen Pastor,
para perseverar
en nuestra búsqueda,
para seguir en camino,
para animarnos a la esperanza activa
de hacer un Reino de paz
y de bondad para todos.
Jesús, Buen Pastor,
que pasaste haciendo el bien,
viviendo la misericordia
en la atención a los enfermos,
en la búsqueda de los marginados,
en la denuncia de las injusticias,
en la apertura al Dios de la vida,
en la enseñanza paciente de los discípulos,
en el anuncio del Reino para todos.
Danos tu Espíritu, Jesús,
para seguirte,
para imitar tu entrega,
para hacer el bien en nuestros días,
en el camino de cada uno,
para vivir en la bondad,
caminando hacia tu Reino. Amén

EL EVANGELIO DE HOY: 13.01.2014

Autor: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net
Llamado de los primeros discípulos
Marcos 1, 14-20. Tiempo Ordinario. Jesús también nos llama a la conversión y a ser sus discípulos.
 
Llamado de los primeros discípulos
Del santo Evangelio según san Marcos 1, 14-20

Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: Decía: -El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertios y creed en la Buena Nueva. Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: -Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres. Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él.

Oración introductoria

Jesús, creo en tu Evangelio y estoy arrepentido de mis faltas de amor. Me toca a mí y de mí depende el que tus palabras no se pierdan. Me toca a mí el que tu mensaje de salvación llegue a todos los hombres. Te suplico, en esta oración, me des la gracia de comprender que depende de mí que Tú seas más conocido, más amado y más seguido.

Petición

Señor, dame la gracia de seguir tu llamado, cueste lo que cueste.

Meditación del Papa Francisco

Jesús le lanzó su promesa: hacerle pescador de hombres. Después le invitó a dejarlo todo para seguirle: una misión.
Jesús siempre se hace sentir. En el caso de los Apóstoles, el Señor ha pasado en sus vidas con un milagro. No siempre pasa ante nosotros o en nuestro interior con un milagro, pero siempre se hace sentir. Siempre, cuando el Señor llega a nuestra vida, cuando pasa por nuestro corazón, te da una palabra y también esta promesa: "Ve hacia delante... ánimo, no temas, ¡porque tú harás esto!".
Es una invitación a la misión, una invitación a seguirle. Y cuando llega este segundo momento, vemos que hay cosas en nuestra vida que no funcionan, que debemos corregir y las dejamos con generosidad.
O también hay algo en nuestra vida de bueno, pero el Señor nos inspira a dejarlo, para seguirle más de cerca, como sucedió aquí: estos dejaron todo, dice el Evangelio. "Sacaron a tierra las barcas, dejaron todo, barcas, redes, ¡todo! Y lo siguieron" (S.S. Francisco, 5 de septiembre de 2013, Misa matutina en la capilla de Santa Marta).

Reflexión

Jesús inicia su predicación anunciando la llegada del Reino. Interpela al mundo con la necesidad de la conversión. Recluta a sus primeros seguidores... Reino, conversión y llamada, son realidades inseparables que desde entonces vivimos en la Iglesia.

Desde que Cristo nace, se ha cumplido el tiempo. Dios interviene en la historia del hombre fundando su Reino en el corazón de cada discípulo. Y desde entonces hasta hoy, el mensaje, no ha sido otro sino la preparación para le llegada definitiva del Reino de Dios. Para ello, se ha querido valer de tantas almas consagradas a su servicio. Los sacerdotes, los diáconos, obispos y papas, las religiosas y religiosos dedicados a la vida contemplativa o al apostolado, a la educación o a las misiones en tierras lejanas... Todos ellos han sido la prolongación de las obras de Nuestro Señor.

Pero la hora aún no ha llegado, ni parece venir pronto. Es obvio que no conoceremos el día ni la hora del final de los tiempos. Y por eso mismo, es necesario vivir preparados. Debemos entender, que cuando Cristo proclama el Reino, como un tiempo cumplido, se trata igualmente del tiempo concedido a cada uno de nosotros. El tiempo de nuestra vida, en la que debemos obrar siempre el bien. Pero no un bien ideal. El bien que tiene el rostro de cuantos nos rodean: hermanos, amigos, hijos, esposo, empleados y compañeros de trabajo; pobres y enfermos... Darse a sí mismo para procurar el bien de los demás. De ésto se nos pedirán cuentas al final de nuestra vida.

Propósito

Ser fiel al horario destinado a mi oración diaria, para que Cristo dirija mi pensamiento y mis acciones.

Diálogo con Cristo 

Gracias por ese rato de oración, Padre bueno. Quiero salir de ella convencido de que soy un pobre instrumento, pero que, aun así, Tú me has llamado a colaborar en la extensión de tu Reino. Muchas veces no logro seguirte en todo, me acomodo a lo que implica el menos esfuerzo, pero hoy tengo el firme propósito, confiando en tu gracia, que puedo mejorar.

domingo, 12 de enero de 2014

SALUDO AL CORAZÓN DE JESÚS Y DE MARÍA



SALUDO AL CORAZÓN DE JESÚS Y DE MARÍA
San Juan Eudes

Te saludamos, Corazón santo, 
Te saludamos, Corazón manso, 
Te saludamos, Corazón humilde, 
Te saludamos, Corazón puro, 
Te saludamos, Corazón sacerdotal, 
Te saludamos, Corazón sabio, 
Te saludamos, Corazón paciente, 
Te saludamos, Corazón obediente, 
Te saludamos, Corazón atento a la voluntad del Padre, 
Te saludamos, Corazón fiel,
Te saludamos, Corazón fuente de felicidad,
Te saludamos, Corazón misericordioso,
Te saludamos, Corazón amante,

Te adoramos, 
Te alabamos,
Te glorificamos,
Te damos gracias,
Te amamos,
Con todo nuestro corazón,
Con toda nuestra alma,
Con todas nuestras fuerzas,

Te ofrecemos nuestro corazón,
Te lo damos,
Te lo consagramos,
Te lo ofrecemos,
Recíbelo y poséelo totalmente,

Purifícalo,
Ilumínalo,
Santifícalo,
Y vive y reina en él, ahora y por siempre jamás. AMEN.


Saludo a María 
Yo te saludo, María, Hija de Dios Padre,
Yo te saludo, María, Madre de Dios Hijo,
Yo te saludo, María, Esposa del Espíritu Santo,
Yo te saludo, María, Templo de la Divinidad,
Yo te saludo, María, Virgen de las vírgenes, de quién el Rey de los
cielos ha querido nacer,
Yo te saludo, María, Reina de los mártires,
Yo te saludo, María, Reina del mundo,
Yo te saludo, María, Reina de mi Corazón,
Yo te saludo, María, llena de gracia,

Bendito sea el fruto de tus entrañas, Jesús,
Bendito sea tu esposo, san José,
Bendito sea tu padre, san Joaquín,
Bendita sea tu madre, santa Ana,
Bendito sea tu hijo, san Juan,
Bendito sea tu ángel, san Gabriel,
Benditos sean todos aquellos que te aman y te bendicen. Amén

EL BAUTISMO DE JESÚS - 12 DE ENERO DEL 2014



EL BAUTISMO DE JESÚS

Del santo Evangelio según san Mateo 3, 13-17 

En ese entonces llegó Jesús, que venía de Galilea al Jordán donde Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: "Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?" Jesús le respondió: "Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia." Entonces le dejó. Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los cielos decía: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco."

BAUTISMO DE CRISTO..¿PARA QUÉ?



Autor: P. Alberto Ramírez Mozqueda | Fuente: Catholic.net
Bautismo de Cristo... ¿para qué?
El bautismo nos colma de gracias para caminar como hijos de Dios.

Bautismo de Cristo... ¿para qué?


A Cristo se le llegó el momento de dejar casa y madre, tranquilidad y sosiego, para comenzar una vida de aventura, de acción y de mucha comunicación con el sufrido pueblo hebreo. Habían sido años tranquilos los pasados en Nazaret, distribuidos entre la convivencia familiar, el rudo trabajo de carpintero y sobre todo la oración al Buen Padre Dios que sería la base para el trabajo y la misión que el mismo Dios le encomendaba. 

A grandes zancadas, después de despedirse tiernamente de su madre, de sus familiares y de sus amigos, se dirigió a las márgenes del río Jordán en la aristocrática Judea para escuchar a un nuevo predicador, a un profeta, que bautizaba a los que convertían su corazón a Dios. Juan el Bautista llegó a tener a muchas gentes que iban con buen corazón a ser bautizadas por él. Y se encontraban con una palabra ruda y con fuertes amenazas y castigos para los que se negaban a convertir su corazón a Dios. Juan tenía una palabra despiadada para todos, y más que un bálsamo para la herida, parece que a él le gustaba más echarle sal, que dolía, que escocía pero que al fin y al cabo curaba y sanaba. A los que se convertían y reconocían sus pecados, Juan los metía entonces en el río Jordán, como un símbolo de penitencia y como un sello entre la divinidad y el hombre arrepentido. 

A este Juan es al que Cristo se dirigió, para ser bautizado por él. Entendemos que el bautismo es un rito que casi todas las religiones tienen, símbolo de pureza, de limpieza ritual, y entrada al contacto con la divinidad. El agua, casta y cristalina es el símbolo que mejor puede significar la conversión del corazón, el lavado espiritual para poder acercarse a la divinidad. 

Y aquí surge una pregunta que inquietó mucho a los primeros cristianos. Si Cristo no tenía pecados, si la vida de Cristo era una vida sin maldad, y todo lo contrario, al decir de San Pablo "Cristo pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por diablo, porque Dios estaba con él", entonces ¿porqué se bautizo por manos de Juan? Juan Bautizaba precisamente para preparar el camino al Señor, al Enviado, al Mesías, al esperado y las gentes salían convertidas verdaderamente por su predicación y echaban fuera sus pecados. Cristo quiere sentirse solidario hasta ese extremo con su pueblo, hasta someterse a un rito de purificación, aunque él personalmente no tuviera pecado. Debemos reconocer la humildad, la sencillez pero sobre todo la solidaridad de Cristo con todos los que intentamos alejar de nosotros el pecado y la maldad. Es la primera intención, pero había otra, y esa la descubriremos después del bautismo. 

De esta manera ya estamos preparados para la escena que nos presenta San Mateo en su Evangelio, un Cristo formado en la fila de los pecadores. No va con prepotencia, no lleva guaruras, no quiere que le den preferencia, va formado como todos, con muchas ilusiones en su corazón, oyendo atentamente los comentarios de las gentes que lo rodeaban y cuando llegó el momento de presentarse ante Juan, Cristo pudo darse cuenta de su desconcierto e inquietud de aquel. Fue demasiado fuerte para él estar situado ante Cristo y ante un Cristo que pedía su bautismo que era ciertamente inferior al que Cristo traía para todos los hombres. Y así se lo manifiesta, poniéndose de rodillas ante Jesús: "Yo soy quien deber ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a que te bautice?". Pues más creció su inquietud, cuando Cristo poniéndose de rodillas ante él, le ofreció un argumento que no dejaba lugar a dudas: "Has ahora lo que te digo, porque es necesario que así cumplamos todo lo que Dios quiere". Y así se hizo. No se dan más detalles del bautismo. Juan lo tomó por los hombros, y semidesnudo lo sumergió profundamente en las aguas del Jordán. Cuando Cristo se retiró, quizá sin haberse secado totalmente, cayó en una profunda oración, que dejó admiradas a las gentes que habían contemplado su bautismo. 

Y en medio de esa profunda oración, se descubre la segunda intención del bautismo de Cristo: apareció en ese momento una nube misteriosa y desde dentro de ella, una voz potente que decía: "Este es mi Hijo muy amado en quien tengo mis complacencias", al mismo tiempo que "se le abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que descendía en forma de paloma". Algo trascendental ocurre entonces en ese momento, no sólo es presentado Jesús como Salvador, como verdadero Hijo de Dios, sino que Dios mismo se presenta en forma trinitaria, invitando a todas las gentes a participar de la alegría de unos cielos que se abren para dar paso al Salvador. Es el momento que Isaías había pedido a Dios, que rompiera ya su prolongado silencio y dirigiera su rostro y su palabra al pueblo: "!Ah, si rasgases los cielos y descendieses...!". Y es el momento por el que también Isaías había suspirado, aunque él solo pudo clamar por un siervo, nunca por un hijo y menos el Hijo de Dios como salvador: "Miren a mi siervo a quien sostengo, a mi elegido, en quien tengo todas mis complacencias. En él he puesto mi espíritu para que haga brillar la justicia sobre las naciones". El Padre llena todas las expectativas y nos envía precisamente a su Hijo, su Hijo amado, motivo de todas sus complacencias. Y podemos estar seguros que con Cristo vienen los dones y los regalos propios de la presencia del Espíritu Santo de Dios que ahora tiene dos brazos para abrazar a nuestra humanidad y llenarla de gozo y de alegría, aparejadas con el perdón de los pecados y la seguridad de que al incorporarnos al bautismo de Cristo podremos continuar, porque la puerta ya está abierta, y podremos participar de otros sacramentos, que acompañarán toda la vida del hombre, la confirmación, corroborando nuestra fe, y el banquete, el banquete de los hijos de Dios que pueden participar comiendo el Cuerpo y la Sangre redentoras de Cristo que ve así realizada su propia Pascua. 

No está por demás decir que nuestro propio bautismo, que no es el mismo que Cristo recibió del Bautista, hace que las palabras dirigidas primeramente a Cristo: "Este es mi Hijo muy amado en quien tengo todas mis complacencias", puedan ser dirigidas también a nosotros, que tenemos entonces la dicha de haber atraído la mirada del Buen Padre Dios que nos colma con sus dones, su perdón y sus gracias para que vayamos caminando precisamente como hijos de Dios. 

Tengamos pues, una gran estima por este sacramento admirable que nos ha abierto las puertas del corazón de Dios y aprestémonos a vivir como Cristo, que pasó haciendo el bien y curando a todos de sus enfermedades. También nosotros tendremos esos dones para que con la sonrisa, la mano tendida y el corazón puesto en los más necesitados, también contribuyamos a la salvación de todo nuestro universo. 

EL BAUTISMO DIGNIFICA Y COMPRETE


El Bautismo dignifica y compromete


Todos los años, después de la fiesta de los reyes magos, viene la fiesta del Bautismo de Jesús. Para algunos litúrgicamente forman una unidad por lo que indica de epifanía o manifestación del Señor. Hoy el Padre, en unidad con el Espíritu, manifiesta la misión mesiánica del Hijo para comenzar su predicación.

Para algunos se hace confuso aún el hablar del bautismo que recibió Jesús, como si fuese algo parecido a lo que recibimos nosotros. Hasta afirman que no hay que recibir el bautismo sino siendo mayores, como Jesús lo recibió a los treinta años. En este ciclo C se lee el bautismo de Jesús según el evangelio de Lucas. Comienza haciendo claramente la distinción, pues eran tiempos de gran expectación mesiánica y algunos creían que Juan Bautista era el Mesías. Él les dijo que bautizaba; pero sólo en agua, mientras que el Mesías, que ya llegaba, iba a bautizar en el Espíritu Santo.

Bautizar en agua era sólo un símbolo de lo que pasaba en el interior de la persona, si se arrepentía. Significaba la purificación que se suponía tenía el penitente. Pero nuestro bautismo, el que nos dio Jesucristo, es mucho más, porque además de la purificación que simboliza el agua, se nos da la gracia, que es una participación de la vida divina, y las tres divinas personas habitan de una manera más vital en el alma, de modo que el Espíritu Santo comienza a realizar la obra de santificación, si esa persona colabora dejando que el Espíritu desarrolle en ella sus dones, frutos y carismas.

El bautismo que Jesús recibió de Juan también era diferente del que recibían las otras personas. Los demás debían arrepentirse de sus pecados, pero Jesús no podía arrepentirse. ¿Entonces qué hizo? Nos dice el evangelista que Jesús se bautizó cuando mucha gente estaba bautizándose. Con esto expresó la solidaridad de Jesús con el pueblo pecador. Ya desde su encarnación se hizo igual que nosotros menos en el pecado; pero asumió el pecado hasta redimirlo en la cruz. Ahora en el Jordán tiene este gesto de unión porque va a comenzar su actividad mesiánica.

Lo importante de ese día es lo que nos narra el evangelista que sucedió al terminar el bautismo. Lo recibió en un ambiente de oración, en la que pediría por nosotros pecadores. Pero siguió en una oración tan profunda, que sintió que se manifestaba su Padre Dios con todo amor y el Espíritu Santo que le llenaba todo su ser. Es muy difícil describir una manifestación tan profunda y al mismo tiempo tan eficaz. Por eso el evangelista recurre a los símbolos. Lo mismo que cuando llueve decían que se abrían los cielos, igualmente ahora en que su Padre se manifiesta. La venida radiante y veloz del Espíritu Santo al alma era bonito semejarla a la bajada de una paloma. Jesús, que había ido creciendo en “gracia y sabiduría” toma ahora una definitiva conciencia de su misión mesiánica. Es como la ratificación por parte de su Padre Dios de su filiación y de la misión que debe cumplir. Es como la graduación o la investidura. De tal manera le impactó a Jesús esta manifestación, que se retiró por cuarenta días a orar y prepararse para su misión de predicar, sobre todo, que Dios es nuestro Padre.

Para nosotros en este día debe ser la renovación de nuestra dignidad como hijos de Dios, que recibimos el día de nuestro bautismo. Es una dignidad, pero es de una manera especial un compromiso que nos debe hacer pensar en lo que somos, ya que el bautismo es para siempre. Por el bautismo tenemos un compromiso de amor con Dios, que vive en lo profundo del alma para poder ser fuente de intimidad en el amor. Pero es un compromiso también con todas las demás personas, pues nos debe hacer ser solidarios. El bautismo nos dice que hemos sido llamados a dar testimonio del Reino de Dios en el mundo. No fue solamente una llamada pasada. La fuerza del bautismo continúa, porque el Espíritu Santo quiere estar muy activo en nosotros. Lo peor es que muchas veces no le dejamos actuar. En este día nos entreguemos más a su amor con nuestras obras de vida cristiana.

P. Silverio Velasco (España)

HOY QUIERO REGALARTE


HOY QUIERO REGALARTE

Amistad… para que cuando tu alma añore un amigo, sin pensar lo busques, y ese alguien corra a tu lado.
Sonrisas… para que cuando tus lágrimas se deslicen por tu mejilla en un día gris y oscuro, sean las risas las que iluminen tus tristezas.
Grandes sueños… para que cuando en tu mente exista un vacío, sean aquellos bosques cubiertos de invierno, los que atrapen la atención de tu pensamiento.
La fuerza de unas manos… para que cuando tus tobillos se cansen, los hombros de alguien te sirvan y te den las fuerzas para andar.
Un ramo de abrazos… para que cuando los tropiezos te dificulten el andar, sean los ánimos una esperanza que te ayuden a continuar.
Una estrella joven y brillante… para que cada vez que el sol descanse, sea esa fiel luz, la que te acompañe.
Un pedacito de humildad… para que cuando los éxitos engrandezcan tu persona, sea la sabiduría, el aire mágico que te hagan valorar, lo que otros desprecian al llegar a una nueva orilla.
Mi cariño sincero… para que cuando sientas que nadie te acompaña, recuerdes que en paisajes verdes o valles áridos, mi pensamiento siempre te lleva de la mano.
Un abrazo inmenso… para que cuando necesites sentir tus fuerzas sean estos, el puerto de tus emociones.
Un par de lágrimas… para que se alberguen entre tu alma y corazón, así, si algún segundo la soberbia daña tu andar, sea una muestra de sensibilidad ajena, la que te ayude a no cometer injusticias.
Hoy quiero desearte… que compartas tus alegrías con los seres que amas, para que cuando creas que caminas en la soledad, mil angelitos resguarden tu mirada.
Hoy quiero obsequiarte lo más bello que puedas recibir mientras transformas estas líneas en un espejo, donde la ternura que aquí encuentres, donde la belleza que aquí nazca, te dé la certeza de que nunca te dejaré solo/a…

ORACIÓN SOBRE EL HIJO


ORACIÓN SOBRE EL HIJO

Hoy te invoco a Ti, María, Madre,
para hablarte de mi niño.

Y tomo la palabra yo, la madre,
segura de que aún sin palabras nos entenderíamos.

Mírame al corazón y deja que mire al tuyo.
Ambos están llenos del mismo misterio de gozo:
hemos tenido un hijo;
un hijo tuyo para que el mío de saltos de alegría
cuando se lo encuentre;
un hijo mío para que se una al grupo
de todos los niños que se acercaron a Jesús.

No quiero que le pidas que lo siente a su derecha o a su izquierda,
pero sí que me lo tengas de su mano.
Y para eso, María, Madre,
vamos a llevárselo de la nuestra, de la tuya y de la mía, enseñándole con ternura a dar los primeros pasos en la fe.
Luego, que tu hijo Jesús le lleve a su paso por los caminos del Evangelio. Amén.

EL EVANGELIO DE HOY: 12.01.2014

Autor: P. Sergio Córdova LC | Fuente: Catholic.net
El mejor regalo para tu hijo
Mateo 3, 13-17. Fiesta del Bautismo del Señor. Gracias a Dios, también nosotros hemos recibido este don maravilloso.
 
El mejor regalo para tu hijo
Del santo Evangelio según san Mateo 3, 13-17

En ese entonces llegó Jesús, que venía de Galilea al Jordán donde Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: "Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?" Jesús le respondió: "Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia." Entonces le dejó. Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los cielos decía: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco."

Oración introductoria

Señor, yo soy un pecador, no he sabido corresponder a tu amor. Sin embargo, me has llenado de tu gracia y de tus dones. Humildemente te agradezco todo y particularmente este momento de oración que me concedes para encontrarme contigo.

Petición 

¡Ven, Espíritu Santo! Que hoy que celebramos el bautismo de Jesús sepa corresponder a las gracias espirituales que he recibido.

Meditación del Papa Francisco

¿Quién puede darnos esto? En el Evangelio escuchamos la respuesta: Cristo. "Éste es mi Hijo, el escogido, escúchenlo". Jesús nos trae a Dios y nos lleva a Dios, con él toda nuestra vida se transforma, se renueva y nosotros podemos ver la realidad con ojos nuevos, desde el punto de vista de Jesús, con sus mismos ojos.
Por eso hoy les digo a cada uno de ustedes: "Pon a Cristo" en tu vida y encontrarás un amigo del que fiarte siempre; "pon a Cristo" y vas a ver crecer las alas de la esperanza para recorrer con alegría el camino del futuro; "pon a Cristo" y tu vida estará llena de su amor, será una vida fecunda. Porque todos nosotros queremos tener una vida fecunda. Una vida que dé vida a otros.
Hoy nos hará bien a todos que nos preguntásemos sinceramente, que cada uno piense en su corazón: ¿En quién ponemos nuestra fe? ¿En nosotros mismos, en las cosas, o en Jesús? Todos tenemos muchas veces la tentación de ponernos en el centro, de creernos que somos el eje del universo, de creer que nosotros solos construimos nuestra vida, o pensar que el tener, el dinero, el poder es lo que da la felicidad. Pero todos sabemos que no es así. (S.S. Francisco, 25 de julio de 2013).

Reflexión

En más de una ocasión he escuchado estas palabras: "A nuestro hijo no lo vamos a bautizar porque no queremos imponerle nada; mejor, cuando crezca, que él escoja qué religión quiere tener". La verdad, es una grandísima pena que haya padres católicos que piensen así porque, además de reflejar su escasa formación religiosa, hacen ver con esos comentarios que no tienen ni idea de lo que es realmente el bautismo. Si dicen que no quieren imponer la fe a sus hijos, entonces, ¿por qué no les preguntaron también si querían venir a esta vida o no, si querían nacer o preferían no haber vivido nunca?

A lo mejor puede sonar esto un poco duro. Pero así es. Los padres de familia que así piensan tal vez no se dan cuenta de que, al igual que la vida es un don gratuito que se ofrece al hijo sin condiciones, sólo por amor, con el bautismo sucede algo bastante semejante. La fe es un inmenso regalo, un don de Dios de un valor incalculable, y los padres –si son de verdad cristianos— consideran que es la mejor herencia que pueden dar a sus hijos. Es como si un señor muy rico quisiera regalar a un niño un millón de dólares y sus padres se opusieran rotundamente dizque para no “obligar” a su hijo a recibir algo sin su consentimiento. ¿Verdad que sería el absurdo más grande del mundo, aunque se hiciera en nombre de una supuesta "libertad"?

Cuentan que san Luis, rey de Francia, cuando alguno de sus hijos pequeños recibía el bautismo, lo estrechaba con inmensa alegría entre sus brazos y lo besaba con gran amor, diciéndole: "¡Querido hijo, hace un momento sólo eras hijo mío, pero ahora eres también hijo de Dios!". El apóstol san Juan se expresa así, con inmensa emoción: "Mirad qué gran amor nos ha mostrado el Padre para llamarnos hijos de Dios. ¡Y lo somos realmente!" (I Jn 3,2). Y un poco más adelante dice también: "Quien ha nacido de Dios no peca, porque la semilla de Dios está en él, y no puede pecar" (I Jn, 3,9).

El Evangelio de hoy nos narra el bautismo de Cristo, y nos dice san Mateo que, apenas Jesús fue bautizado, "se abrió el cielo y vio que el Espíritu Santo bajaba como una paloma y se posaba sobre Él. Y vino una voz del cielo que decía: Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto”". Es entonces cuando el Padre da ante el mundo ese maravilloso testimonio a favor de Cristo, ratifica solemnemente la condición divina de Jesús e inaugura con su sello la misión que su Hijo estaba para iniciar sobre la tierra.

Jesús es el Hijo eterno del Padre, el Hijo por naturaleza, el predilecto por antonomasia. Pero también nosotros, por una especialísima dignación de Dios y una predilección de su amor, a través del bautismo, también quedamos constituidos "hijos en el Hijo" y llegamos a ser hijos de Dios por adopción.

El bautismo es, pues, el sacramento por el que nacemos a la vida eterna y el que nos abre las puertas del cielo. El mismo Juan nos refiere en su evangelio aquellas profundas palabras que dirigió Jesús a Nicodemo: "En verdad te digo que quien no naciere del agua y del Espíritu, no podrá entrar en el reino de los cielos. Lo que nace de la carne, es carne; pero lo que nace del Espíritu, es espíritu" (Jn 3, 5-6).

Después de las hermosas fiestas navideñas que todos hemos podido pasar estos días en familia, hoy la Iglesia quiere celebrando con todos sus hijos la fiesta del bautismo del Señor. De esta forma, así como Cristo inició su vida pública con su bautismo, nosotros ahora iniciamos nuevamente la vida "ordinaria" recordando y reviviendo el bautismo del Señor.

Pero no es sólo una celebración para iniciar el tiempo ordinario. La Iglesia, como buena Madre, quiere atraer nuestra atención hacia las verdades más esenciales y fundamentales de nuestra vida. Nos remonta hasta los orígenes de nuestra fe.

Se cuenta que san Francisco Solano, siendo ya religioso franciscano, fue un día a visitar su pueblo natal de Montilla, en España. Y, entrando a la iglesia de Santiago, en donde había sido bautizado, se fue derecho a la pila bautismal, se arrodilló en el suelo con la frente apoyada sobre la piedra y rezó en voz alta el Credo para dar gracias a Dios por el don de su fe. Algo casi idéntico repitió Juan Pablo II, cuando visitó Polonia por primera vez como Papa, en el año 1979. Acudió de peregrinación a su natal Wadowice y, entrando a la iglesia parroquial, encontró rodeada de flores la pila bautismal donde fue bautizado en 1920. Entonces se arrodilló ante ella y la besó con profunda devoción y reverencia. ¡Los santos sí saben lo que es el bautismo!

Gracias a Dios, también nosotros hemos recibido este don maravilloso. Pero, ¿cuántos de nosotros somos conscientes de este regalo tan extraordinario y nos acordamos de él con frecuencia para darle gracias al Señor, para renovar nuestra fe con el rezo del Credo y ratificar nuestro compromiso cristiano? El Vaticano II nos recuerda que, por el bautismo, todos los cristianos tenemos el deber de tender a la santidad y de ser auténticos apóstoles de Cristo en el mundo: con nuestra palabra, nuestro testimonio y nuestra acción. ¿Somos cristianos de verdad? ¿De vida y de obras, y no sólo de nombre, de cultura o tradición?

Propósito

Que cada día vivamos más de acuerdo con nuestra condición y agradezcamos a Dios, con nuestro testimonio, el maravilloso privilegio de ser sus hijos predilectos.


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Sergio Cordova LC

    sábado, 11 de enero de 2014

    EL ÚLTIMO MENSAJE DE JUAN PABLO II

    Autor: P. Alberto Ramírez Mozqueda | Fuente: Catholic.net
    El último mensaje de Juan Pablo II
    Palabras de amor y alegría que tenía preparadas para el domingo posterior a su muerte.
     
    El último mensaje de Juan Pablo II
    El último mensaje de Juan Pablo II
    Juan Pablo II ya no está con nosotros. Está en el seno del Padre y al mismo tiempo que nos entristece su partida, nos alegra sobremanera su triunfo con Cristo después de cumplir encantadoramente la misión que el Señor le confió de conducir a la Iglesia toda a la casa del Buen Padre Dios. Como un homenaje a su memoria, transmitimos para ustedes el mensaje que él tenía preparado para las gentes en el Domingo de la Misericordia:

    Queridos hermanos y hermanas:

    1 Resuena también hoy el gozoso Aleluya de Pascua. La página del Evangelio de hoy de Juan subraya que el Resucitado, la noche de ese día, se apareció a los apóstoles y “les mostró las manos y el costado”, es decir, los signos de la dolorosa pasión impresos de manera indeleble en su cuerpo también después de la resurrección. Aquellas llagas gloriosas, que ocho días después hizo tocar al incrédulo Tomas, revelan la misericordia de Dios que “tanto amo Dios al mundo que le dio a su Hijo único”.

    Este misterio de amor está en el corazón de la liturgia de hoy, domingo “in Albis”, dedicado al culto de la Divina Misericordia.

    2 A la humanidad, que en ocasiones parece como perdida y dominada por el poder del mal, del egoísmo y del miedo, el Señor resucitado le ofrece como don de su amor que perdona, reconcilia y vuelve a abrir el espíritu a la esperanza. El amor convierte los corazones y da la paz. ¡Cuánta necesidad tiene el mundo de comprender y acoger la Divina Misericordia.

    Señor, que con la muerte y resurrección revelas el amor del Padre, nosotros creemos en ti y con confianza te repetimos hoy: Jesús, confío en ti, ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

    3 La solemnidad litúrgica de la Anunciación, que celebraremos mañana, nos lleva a contemplar con los ojos de María el inmenso misterio de este amor misericordioso que surge del Corazón de Cristo. Con tu ayuda, podemos comprender el auténtico sentido de la alegría pascual que se funda en esta certeza: Aquél a quien la Virgen llevó en su seno, que sufrió y murió por nosotros ha resucitado verdaderamente. ¡Aleluya! Juan Pablo II.
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