martes, 11 de febrero de 2025

DIOS NOS BUSCA



 Dios nos busca

Autor:  Padre Guillermo Ortiz SJ.



Dice Juan Pablo no que Dios nos busca. Que Dios nos busca en Jesucristo para hacemos abandonar los caminos del mal. Lo cierto es que buscándonos hasta pareciera que el mismo Dios se pierde inclinándose tanto, abajándose, descendiendo, humillándose tanto, hasta confundirse con un delincuente, un forajido, un criminal, un culpable.


¿Dónde está Dios? Se pregunta la gente cuando sufre o cuando ve el sufrimiento de la gente inocente. ¿Dónde está Dios? Se pregunta la gente que conoce la bondad y la inocencia de Jesús, convertido ahora en un reo de muerte. Sí, allí está Dios en Jesucristo, saliendo fuera de la ciudad,: condenado, excluido, despojado de todos los derechos, su vida en manos de soldados ejecutores de tortura y de muerte. Es él y allí está, aunque a nosotros nos cueste tanto cambiar quizá la imagen falsa que tenemos de un Dios milagrero: bájate de la cruz le gritaran algunos. Bájate de la cruz si sos el Hijo de Dios y creeremos en ti... y no ven y quizá no vemos que el verdadero milagro es el perdón; el perdón del amor infinito que brota de sus llagas. El milagro es su paciencia y el ofrecimiento de su vida por nosotros en esa pequeñeces y hasta anonimato, porque para muchos no puede ser que Dios se abaje tanto y como reo del hombre acepte ser como un gusano.


Condenado a morir fuera de los muros del corazón del hombre, excluido como quien solo merece desaparecer, allí esta Jesucristo; este es Jesucristo el Nazareno hijo de Dios... Ecce homo.

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 11 DE FEBRERO DE 2025 - NUESTRA SEÑORA DE LOURDES



 Martes 5 del tiempo ordinario

Martes 11 de febrero de 2025



 Ver 1ª Lectura y Salmo

1ª Lectura (Gén 1,20—2,4a): Dijo Dios: «Bullan las aguas de seres vivientes, y vuelen los pájaros sobre la tierra frente al firmamento del cielo». Y creó Dios los grandes cetáceos y los seres vivientes que se deslizan y que las aguas fueron produciendo según sus especies, y las aves aladas según sus especies. Y vio Dios que era bueno. Luego los bendijo Dios, diciendo: «Sed fecundos y multiplicaos, llenad las aguas del mar; y que las aves se multipliquen en la tierra». Pasó una tarde, pasó una mañana: el día quinto.


Dijo Dios: «Produzca la tierra seres vivientes según sus especies: ganados, reptiles y fieras según sus especies». Y así fue. E hizo Dios las fieras según sus especies, los ganados según sus especies y los reptiles según sus especies. Y vio Dios que era bueno.


Dijo Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los ganados y los reptiles de la tierra». Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó. Dios los bendijo; y les dijo Dios: «Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven sobre la tierra». Y dijo Dios: «Mirad, os entrego todas las hierbas que engendran semilla sobre la superficie de la tierra y todos los árboles frutales que engendran semilla: os servirán de alimento. Y la hierba verde servirá de alimento a todas las fieras de la tierra, a todas las aves del cielo, a todos los reptiles de la tierra y a todo ser que respira». Y así fue. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día sexto.


Así quedaron concluidos el cielo, la tierra y todo el universo. Y habiendo concluido el día séptimo la obra que había hecho, descansó el día séptimo de toda la obra que había hecho. Y bendijo Dios el día séptimo y lo consagró, porque en él descansó de toda la obra que Dios había hecho cuando creó. Esta es la historia del cielo y de la tierra cuando fueron creados.


Salmo responsorial: 8

R/. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para mirar por él?


Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos. Todo lo sometiste bajo sus pies.


Rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar.

Versículo antes del Evangelio (Sal 118,36a.29b): Aleluya. Inclina, Dios mío, mi corazón a tus preceptos y dame la gracia de cumplir tu voluntad. Aleluya.

Texto del Evangelio (Mc 7,1-13): En aquel tiempo, se reunieron junto a Jesús los fariseos, así como algunos escribas venidos de Jerusalén. Y vieron que algunos de sus discípulos comían con manos impuras, es decir no lavadas, -es que los fariseos y todos los judíos no comen sin haberse lavado las manos hasta el codo, aferrados a la tradición de los antiguos, y al volver de la plaza, si no se bañan, no comen; y hay otras muchas cosas que observan por tradición, como la purificación de copas, jarros y bandejas-.


Por ello, los fariseos y los escribas le preguntan: «¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados, sino que comen con manos impuras?». Él les dijo: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres’. Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres». Les decía también: «¡Qué bien violáis el mandamiento de Dios, para conservar vuestra tradición! Porque Moisés dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre y: el que maldiga a su padre o a su madre, sea castigado con la muerte’. Pero vosotros decís: ‘Si uno dice a su padre o a su madre: Lo que de mí podrías recibir como ayuda lo declaro "Korbán" -es decir: ofrenda-’, ya no le dejáis hacer nada por su padre y por su madre, anulando así la Palabra de Dios por vuestra tradición que os habéis transmitido; y hacéis muchas cosas semejantes a éstas».


«¿Por qué tus discípulos no viven conforme a la tradición de los antepasados?»

Rev. D. Iñaki BALLBÉ i Turu

(Terrassa, Barcelona, España)


Hoy contemplamos cómo algunas tradiciones tardías de los maestros de la Ley habían manipulado el sentido puro del cuarto mandamiento de la Ley de Dios. Aquellos escribas enseñaban que los hijos que ofrecían dinero y bienes para el Templo hacían lo mejor. Según esta enseñanza, sucedía que los padres ya no podían pedir ni disponer de estos bienes. Los hijos formados en esta conciencia errónea creían haber cumplido así el cuarto mandamiento, incluso haberlo cumplido de la mejor manera. Pero, de hecho, se trataba de un engaño.


«¡Qué bien violáis el mandamiento de Dios, para conservar vuestra tradición!» (Mc 7,9): Jesucristo es el intérprete auténtico de la Ley; por eso explica el justo sentido del cuarto mandamiento, deshaciendo el lamentable error del fanatismo judío.


«Moisés dijo: ‘Honra a tu padre y a tu madre’» (Mc 7,10): el cuarto mandamiento recuerda a los hijos las responsabilidades que tienen con los padres. Tanto como puedan, les han de prestar ayuda material y moral durante los años de la vejez y durante las épocas de enfermedad, soledad o angustia. Jesús recuerda este deber de gratitud.


El respeto hacia los padres (piedad filial) está hecho de la gratitud que les debemos por el don de la vida y por los trabajos que han realizado con esfuerzo en sus hijos, para que éstos pudieran crecer en edad, sabiduría y gracia. «Honra a tu padre con todo el corazón, y no te olvides de los dolores de tu madre. Recuerda que por ellos has nacido. ¿Qué les darás a cambio de lo que han hecho por ti?» (Sir 7,27-28).


El Señor glorifica al padre en sus hijos, y en ellos confirma el derecho de la madre. Quien honra al padre expía los pecados; quien glorifica a la madre es como quien reúne un tesoro (cf. Sir 3,2-6). Todos estos y otros consejos son una luz clara para nuestra vida en relación con nuestros padres. Pidamos al Señor la gracia para que no nos falte nunca el verdadero amor que debemos a los padres y sepamos, con el ejemplo, transmitir al prójimo esta dulce “obligación”.






11 de febrero: La Virgen de Lourdes


Texto del Evangelio (Jn 2,1-11): En aquel tiempo, se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino». Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora». Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que Él os diga».

Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala». Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora».





Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en Él sus discípulos.

«Haced lo que Él os diga»

Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM


(Barcelona, España)

Hoy es la fiesta de la Virgen de Lourdes. En el Evangelio Jesús es el personaje principal, pero deja a su Madre un humilde protagonismo, como le deja diariamente en Lourdes, con todo lo que allí ocurre. Jesús, invitado a una fiesta de bodas con sus discípulos, hace allí su primer “signo”. María, discretamente, se da cuenta de la necesidad de los nuevos esposos, y prudentemente lo hace saber a Jesús, intercediendo por ellos: «No tienen vino» (Jn 2,3). A pesar de que la respuesta parecía más bien evasiva, por no decir negativa, acto seguido María hace una advertencia a los servidores: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2,5). Ella no sabía qué haría Jesús, pero debía pensar: ¡haga lo que haga, hará lo mejor! No se equivocaba.


El resultado ya lo conocemos: la gran abundancia mesiánica del “vino mejor” que hace que el maestresala quede extrañado y que los discípulos reafirmen la fe en Jesús.


Quisiera subrayar la eficacia de la simple presencia de María en la fiesta de las bodas: con sensibilidad femenina, descubre lo que falta, y con prudencia se lo comunica a su Hijo. Ésta es la preciosa tarea de María en nuestra vida y en la Iglesia. Recordemos aquí las palabras del Papa Francisco sobre el papel de María y de la mujer en general, en la Iglesia: «La mujer es imprescindible en la Iglesia. María, una mujer, es más importante que los obispos. El genio femenino es necesario en los lugares en los que se toman decisiones importantes».


Hay muchas carencias en la Iglesia, en nuestra familia, en nuestra vida personal, que María descubre y presenta a Jesús; ¡y su intercesión siempre es eficaz! La mujer está llamada a tener una función semejante.


Pero es necesario invitar a Jesús y a María a participar en nuestras vidas. Es necesario también, y sobre todo, que hagamos todo lo que Jesús nos diga.

LA HISTORIA DE LA VIRGEN DE LOURDES - 11 DE FEBRERO



 La historia de la Virgen de Lourdes

11 de Febrero



La Virgen de Lourdes es una de las advocaciones de la Virgen María más conocidas a nivel mundial. Su historia comienza el 11 de febrero de 1858 en Lourdes, Francia.


Bernadette Soubirous era una niña de 14 años que creció en el seno de una familia analfabeta, pero era muy devota de la Virgen María y el Rosario. Bernadette estaba un día en un lugar llamado Massabielle recogiendo leña con su hermana y otra niña. Pero a la hora de cruzar un río se quedó atrás debido a su delicada salud.


Primer aparición

Bernadette se encontraba cerca de una gruta cuando escucho un ruido seguido de una ráfaga de viento y de una nube dorada. En ese momento sucedió la primera aparición de la Virgen de Lourdes. La joven declaró que vio a una Señora vestida de blanco, que llevaba un vestido blanco, un velo también de color blanco, un cinturón azul y una rosa amarilla en cada pie.

Ante esta aparición, la reacción de Bernadette fue comenzar a rezar el rosario. Bernadette contaba que en ningún momento tuvo miedo de la señora de la aparición sino que hubiera deseado quedarse contemplándola por siempre. Sin embargo cuando conto lo sucedido en casa, sus padres le prohibieron acercarse a ese lugar. Pero Bernadette sentía una ganas inmensas de volver, y gracias a su insistencia sus padres le permitieron regresar a la gruta.




Segunda aparición

Cuando la joven regreso al lugar la señora se volvió a aparecer, pero esta vez volvió acompañada de otras personas para corroborar que la aparición era cierta. Bernadette le lanzo agua bendita y le pidió que si venia en nombre de Dios, diera un paso adelante. La señora dio un paso.

Y fue durante la tercera aparición del 18 de febrero que la Virgen le pidió a Bernadette que regresara durante quince días seguidos. Le habló en su propio dialecto y le dijo:” ¿Me haría usted el favor de venir aquí durante quince días?. También le prometió que sería feliz en el otro mundo.

Como era de esperar algunos que escucharon las apariciones, creyeron en el suceso y acudieron a la gruta, pero otros le burlaron de ella.

Bernadette siguió el mandato de la señora de lavarse la cara en un manantial en el que debía aparecer agua de la tierra. Muchas fueron las burlas que recibió la joven al no aparecer agua, pero poco después comenzaron a brotar las aguas del manantial milagroso, que desde entonces han sido vehículo de muchos milagros certificados por la Iglesia Católica.

Las apariciones continuaron y la señora le pidió a Bernadette rezar por los pecadores, además de la construcción de una capilla en ese lugar. También le pidió a Bernadette que besara la tierra como acto de penitencia y signo de humildad, una práctica que continua hoy en día en Lourdes.


El día 25 de marzo la Virgen de Lourdes se apareció por decimosexta vez, y fue entonces cuando Bernadette le pregunto insistentemente que quien era, y ella por fin respondió que era la Inmaculada Concepción.

Al tratarse de una joven analfabeta y sin acceso al dogma católico de la Inmaculada Concepción, estas palabras permitieron que por fin el sacerdote de la parroquia la creyese.

La última aparición ocurrió el 16 de julio, fiesta de Nuestra señora del Carmen, Bernadette ingreso a la orden religiosa de las hermanas enfermeras, a la edad de 22 años, hasta su muerte a los 34 años de edad.



LA VIRGEN DE LOURDES EN NUESTROS DÍAS

Todos los años los peregrinos de Lourdes reportan cientos de milagros, y aunque no todos son investigados, son muchas las curaciones que suceden en ese lugar. No todas las curaciones son físicas, hay también emocionales y espirituales. Pero todas tienen que ver con la fe y la oración.

La Virgen de Lourdes se ha convertido en un símbolo de esperanza y consuelo para muchos católicos, y su imagen se ha reproducido en estatuas, pinturas y otros objetos religiosos.


Además, la Virgen de Lourdes ha sido venerada por muchos santos y líderes católicos, incluyendo al Papa Juan Pablo II. En 1907, el Papa Pío X estableció el Día de la Virgen de Lourdes, que se celebra el 11 de febrero de cada año.





ORACIÓN A LA VIRGEN DE LOURDES

Oh, Virgen de Lourdes, Madre amorosa y bondadosa,

escucha nuestras oraciones y llévanos hacia la luz gloriosa.

Tú que nos has mostrado el camino de la fe,

intercede por nosotros y ayúdanos a alcanzar la felicidad.


Oh, Madre de la sanación, tu agua sagrada

es fuente de curación y de esperanza para los enfermos.

Te pedimos que bendigas a todos aquellos que sufren,

y que les concedas la fuerza para superar sus dolencias.


Oh, Virgen Santa, tú eres la fuente divina

que sana los cuerpos y los corazones,

y en tu presencia, toda angustia termina,

y renace en el alma la paz y las ilusiones.


Que en tu dulce mirada encontremos paz,

que en tus manos sintamos el abrigo,

que en tu corazón encontremos la fe,

y en tu amor infinito, nuestra salvación.


Oh Virgen de Lourdes, reina de los cielos,

guía nuestros pasos hacia la luz divina,

y en la senda de la verdad y la bondad,

alcancemos la vida eterna junto a ti.

Amén

HOY LA IGLESIA CATÓLICA CONMEMORA LA JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO - 11 DE FEBRERO



 Hoy la Iglesia Católica conmemora la Jornada Mundial del Enfermo

Por Andrés Henríquez  - 11 de febrero de 2025



Este 11 de febrero, la Iglesia Católica celebra la 33ª Jornada Mundial del Enfermo, una fecha que invita a reflexionar sobre la importancia de la compasión en momentos de fragilidad y enfermedad.


El 13 de mayo de 1992, San Juan Pablo II instituyó la Jornada Mundial del Enfermo para sensibilizar al Pueblo de Dios, a las instituciones sanitarias católicas y a la sociedad civil sobre la necesidad de asistir a los enfermos y a quienes los cuidan.

Esta jornada se celebra cada año el 11 de febrero, día en que la Iglesia Católica conmemora la fiesta de la Virgen de Lourdes, quien es considerada la patrona de los enfermos. Durante este día, se realizan diversas actividades en parroquias, hospitales y comunidades religiosas en todo el mundo, como visitas a enfermos, Misas especiales, conferencias sobre salud, y acciones de servicio voluntario en hospitales.

En su mensaje para este 2025, enmarcado en las celebraciones del Jubileo 2025, el Papa Francisco resalta la cita bíblica: La esperanza no defrauda y nos hace fuertes en la tribulación (Rm 5,5).

El Papa reflexiona sobre la presencia de Dios “que permanece cerca de quien sufre, en particular bajo tres aspectos que la caracterizan: el encuentro, el don y el compartir”.

“En el tiempo de la enfermedad, en efecto, si por una parte experimentamos toda nuestra fragilidad como criaturas —física, psicológica y espiritual—, por otra parte, sentimos la cercanía y la compasión de Dios, que en Jesús ha compartido nuestros sufrimientos”, señala.

“Él no nos abandona y muchas veces nos sorprende con el don de una determinación que nunca hubiéramos pensado tener, y que jamás hubiéramos hallado por nosotros mismos”, añade el Santo Padre.

El Papa explica que la enfermedad, aunque es una realidad difícil, puede convertirse en una oportunidad de transformación profunda. Es un momento en el que descubrimos "una roca inquebrantable" a la que aferrarnos para enfrentar las tempestades de la vida. Aunque implique sacrificio y dolor, esta experiencia tiene el poder de fortalecernos, porque nos hace más conscientes de una verdad fundamental: “que no estamos solos”.

“Ciertamente, nunca como en el sufrimiento nos damos cuenta de que toda esperanza viene del Señor, y que por eso es, ante todo, un don que hemos de acoger y cultivar, permaneciendo fieles a la fidelidad de Dios, según la hermosa expresión de Madeleine Delbrêl (cf. La speranza è una luce nella notte, Ciudad del Vaticano 2024, Prefacio)”, asegura.

“Toda la Iglesia les está agradecida. También yo lo estoy y rezo por ustedes encomendándolos a María, Salud de los enfermos, por medio de las palabras con las que tantos hermanos y hermanas se han dirigido a ella en las dificultades (...) Los bendigo, junto con sus familias y demás seres queridos, y les pido, por favor, que no se olviden de rezar por mí”, concluye el Pontífice.

¿CÓMO ALGUIEN SE CONVIERTE EN SANTO? CONOCE EL PROCESO



 







BUENOS DÍAS!!!





 

domingo, 9 de febrero de 2025

ORACIONES A LA VIRGEN DE LOURDES



 

IMÁGENES DE LA VIRGEN DE LOURDES












NO TEMAS - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 9 DE FEBRERO DE 2025



NO TEMAS


La culpa como tal no es algo inventado por las religiones. Constituye una de las experiencias humanas más antiguas y universales. Antes que aflore el sentimiento religioso se puede advertir en el ser humano esa sensación de «haber fallado» en algo. El problema no consiste en la experiencia de la culpa, sino en el modo de afrontarla.


Hay una manera sana de vivir la culpa. La persona asume la responsabilidad de sus actos, lamenta el daño que ha podido causar y se esfuerza por mejorar en el futuro su conducta. Vivida así, la experiencia de la culpa forma parte del crecimiento de la persona hacia su madurez.


Pero hay también maneras poco sanas de vivir esta culpa. La persona se encierra en su indignidad, fomenta sentimientos infantiles de mancha y suciedad, destruye su autoestima y se anula. El individuo se atormenta, se humilla, lucha consigo mismo, pero al final de todos sus esfuerzos no se libera ni crece como persona.


Lo propio del cristiano es vivir su experiencia de culpa ante un Dios que es amor y solo amor. El creyente reconoce que ha sido infiel a ese amor. Esto da a su culpa un peso y una seriedad absoluta. Pero al mismo tiempo lo libera del hundimiento, pues sabe que, aun siendo pecador, es aceptado por Dios: en él puede encontrar siempre la misericordia que salva de toda indignidad y fracaso.


Según el relato, Pedro, abrumado por su indignidad, se arroja a los pies de Jesús diciendo: «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador». La respuesta de Jesús no podía ser otra: «No temas», no tengas miedo de ser pecador y estar junto a mí. Esta es la suerte del creyente: se sabe pecador, pero se sabe al mismo tiempo aceptado, comprendido y amado incondicionalmente por ese Dios revelado en Jesús.


 Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 9 DE FEBRERO DE 2025 - LA PESCA MILAGROSA



Domingo 5 (C) del tiempo ordinario

Domingo 9 de febrero de 2025



1ª Lectura (Is 6,1-2a.3-8): El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo. Junto a él estaban los serafines, y se gritaban uno a otro diciendo: «¡Santo, santo, santo es el Señor del universo, llena está la tierra de su gloria!». Temblaban las jambas y los umbrales al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo. Yo dije: «Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de gente de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey, Señor del universo». Uno de los seres de fuego voló hacia mí con un ascua en la mano, que había tomado de! altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo: «Al tocar esto tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado». Entonces escuché la voz del Señor, que decía: «A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros?». Contesté: «Aquí estoy, mándame».



Salmo responsorial: 137

R/. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón, porque escuchaste las palabras de mi boca; delante de los ángeles tañeré para ti; me postraré hacia tu santuario.

Daré gracias a tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera tu fama. Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra, al escuchar el oráculo de tu boca; canten los caminos del Señor, porque la gloria del Señor es grande.

Tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo. Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.

2ª Lectura (1Cor 15,1-11): Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os anuncié y que vosotros aceptasteis, en el que además estáis fundados, y que os está salvando, si os mantenéis en la palabra que os anunciamos; de lo contrario, creísteis en vano.

Porque yo os transmití en primer lugar, lo que también yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; y que se apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales vive todavía, otros han muerto; después se apareció a Santiago, más tarde a todos los apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí.

Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de ser llamado apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto yo como ellos predicamos así, y así lo creísteis vosotros.

Versículo antes del Evangelio (Mt 4,19): Aleluya. Seguidme y os haré pescadores de hombres. Aleluya.

Texto del Evangelio (Lc 5,1-11): En una ocasión, Jesús estaba a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre Él para oír la Palabra de Dios, cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes. Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar». Simón le respondió: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes». Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían.

Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador». Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: «No temas. Desde ahora serás pescador de hombres». Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron.




«En tu palabra, echaré las redes»

Rev. D. Blas RUIZ i López

(Ascó, Tarragona, España)

Hoy, el Evangelio nos ofrece el diálogo, sencillo y profundo a la vez, entre Jesús y Simón Pedro, diálogo que podríamos hacer nuestro: en medio de las aguas tempestuosas de este mundo, nos esforzamos por nadar contra corriente, buscando la buena pesca de un anuncio del Evangelio que obtenga una respuesta fructuosa...

Y es entonces cuando nos cae encima, indefectiblemente, la dura realidad; nuestras fuerzas no son suficientes. Necesitamos alguna cosa más: la confianza en la Palabra de aquel que nos ha prometido que nunca nos dejará solos. «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes» (Lc 5,5). Esta respuesta de Pedro la podemos entender en relación con las palabras de María en las bodas de Caná: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2,5). Y es en el cumplimiento confiado de la voluntad del Señor cuando nuestro trabajo resulta provechoso.

Y todo, a pesar de nuestra limitación de pecadores: «Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador» (Lc 5,8). San Ireneo de Lyón descubre un aspecto pedagógico en el pecado: quien es consciente de su naturaleza pecadora es capaz de reconocer su condición de criatura, y este reconocimiento nos pone ante la evidencia de un Creador que nos supera.

Solamente quien, como Pedro, ha sabido aceptar su limitación, está en condiciones de aceptar que los frutos de su trabajo apostólico no son suyos, sino de Aquel de quien se ha servido como de un instrumento. El Señor llama a los Apóstoles a ser pescadores de hombres, pero el verdadero pescador es Él: el buen discípulo no es más que la red que recoge la pesca, y esta red solamente es efectiva si actúa como lo hicieron los Apóstoles: dejándolo todo y siguiendo al Señor (cf. Lc 5,11). 



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