domingo, 6 de septiembre de 2020

LA CORRECCIÓN FRATERNA - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 6/09/2020


La corrección fraterna




¿Somos responsables de nuestras hermanas y hermanos?

¿En qué sentido? ¿Para imponerles nuestros caminos como una emperatriz autoritaria de voz ruda? Todos hemos tenido estas experiencias de corrección fraterna que nos han dejado un gusto amargo. La evolución de las mentalidades, el respeto de los demás y su libertad, parecen coincidir mal con esta enseñanza de Jesús. ¿Cómo la aplicaríamos hoy?

¿Quiénes somos nosotros para juzgar el pecado de los demás? Incluso el acercamiento algo judicial, con los testigos y el recurso a la comunidad apenas nos conviene. Sin embargo, nadie quiere rechazar la Palabra del Señor. Hagamos pues la lectura de Ezequiel y de san Pablo; puede que comprendamos mejor.

Dios designa a Ezequiel como el centinela para el pueblo: “Hago de ti un centinela”. El profeta se encargará de estar a la escucha de lo que Dios dice y de transmitir esta Palabra. No tiene elección: su salvación personal depende de ello.

Por su parte, Pablo no aporta ningún elemento nuevo. Pero recuerda que toda la ley se resumen en un solo mandamiento: “El cumplimiento perfecto de la ley es el amor”. Este recuerdo fundamental nos pone en el ambiente necesario para leer la enseñanza de Jesús a los discípulos. Sus consejos sólo pueden comprenderse en esta perspectiva.

Jesús explica que la oración de los discípulos reunidos en su nombre, es eficaz: “Si dos entre vosotros se pone a rezar para pedir algo a mi Padre, lo obtendrán...” Desde el momento en que entendamos que la comunidad no es un conjunto de individuos, sino la presencia activa y vivificante de Cristo, entonces todo es evidente. Es Él el que da al grupo su coherencia que supera ampliamente la aportación de cada uno.

Una comunidad así puede ahora actuar en el nombre del Señor, tomar una decisión en su nombre, perdonar e incluso excluir en su nombre, mientras se ajusta al que la anima. Por otra parte, el Señor acaba de decirlo un versículo antes de la lectura de hoy: “Vuestro Padre que está en los cielos no quiere que se pierda ninguno de estos pequeños” (18, 14). Es el mandato que se sobreentiende en la corrección fraterna.

Debe ejercerse en el seno de una comunidad armoniosa, fundada en el amor y centrada en Cristo que vive en ella.


(Padre Felipe Santos SDB)

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