viernes, 12 de enero de 2024

INTENCIONES DE ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO EN 2024


 

SANTORAL DE HOY VIERNES 12 DE ENERO DE 2024

 

Martino de León, SantoMartino de León, Santo
Presbítero, 12 de enero
Nicolás Bunkerd Kitbamrung, BeatoNicolás Bunkerd Kitbamrung, Beato
Sacerdote y Mártir, 12 de enero
Pedro Francisco Jamet, BeatoPedro Francisco Jamet, Beato
Presbítero, Enero 12
Antonio María Pucci, SantoAntonio María Pucci, Santo
Presbítero Servita, Enero 12
Arcadio de Mauritania, SantoArcadio de Mauritania, Santo
Mártir, 12 de enero
Margarita Bourgeoys, SantaMargarita Bourgeoys, Santa
Virgen Fundadora, Enero 12
Benito Biscop, SantoBenito Biscop, Santo
Abad, 12 de Enero

DAME SEÑOR..



Dame Señor

Autor: Padre Ignacio Larrañaga



Dame, Señor, la simplicidad de un niño

y la conciencia de un adulto.


Dame, Señor, la prudencia de un astronauta

 y el coraje de un salvavidas.


Dame, Señor, la humildad de un barrendero

y la paciencia de un enfermo.


Dame, Señor, el idealismo de un joven

 y la sabiduría de un anciano.


Dame, Señor, la disponibilidad del Buen Samaritano

y la gratitud del menesteroso.


Dame, Señor, todo lo que de bueno veo en mis hermanos,

a quienes colmaste con tus dones.


Haz, Señor, que sea imitador de tus santos,

o, mejor, que sea como Tú quieres:

perseverante, como el pescador,

y esperanzado como el cristiano.


Que aparezca en el camino de tu Hijo

y en el servicio de los enfermos.

Amén. 

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 12 DE ENERO DE 2024



Viernes 1 del tiempo ordinario

Viernes 12 de enero de 2024



1ª Lectura (1Sam 8,4-7.10-22a): En aquellos días, los ancianos de Israel se reunieron y fueron a entrevistarse con Samuel en Ramá. Le dijeron: «Mira, tú eres ya viejo, y tus hijos no se comportan como tú. Nómbranos un rey que nos gobierne, como se hace en todas las naciones». A Samuel le disgustó que le pidieran ser gobernados por un rey, y se puso a orar al Señor. El Señor le respondió: «Haz caso al pueblo en todo lo que te pidan. No te rechazan a ti, sino a mí; no me quieren por rey».

Samuel comunicó la palabra del Señor a la gente que le pedía un rey: «Éstos son los derechos del rey que os regirá: a vuestros hijos los llevará para enrolarlos en sus destacamentos de carros y caballería, y para que vayan delante de su carroza; los empleará como jefes y oficiales en su ejército, como aradores de sus campos y segadores de su cosecha, como fabricantes de armamento y de pertrechos para sus carros. A vuestras hijas se las llevará como perfumistas, cocineras y reposteras. Vuestros campos, viñas y los mejores olivares os los quitará para dárselos a sus ministros. De vuestro grano y vuestras viñas os exigirá diezmos, para dárselos a sus funcionarios y ministros. A vuestros criados y criadas, vuestros mejores burros y bueyes, se los llevará para usarlos en su hacienda. De vuestros rebaños os exigirá diezmos. Y vosotros mismos seréis sus esclavos. Entonces gritaréis contra el rey que os elegisteis, pero Dios no os responderá».

El pueblo no quiso hacer caso a Samuel, e insistió: «No importa. ¡Queremos un rey! Así seremos nosotros como los demás pueblos. Que nuestro rey nos gobierne y salga al frente de nosotros a luchar en la guerra». Samuel oyó lo que pedía el pueblo y se lo comunicó al Señor. El Señor le respondió: «Hazles caso y nómbrales un rey».



Salmo responsorial: 88

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.

Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro; tu nombre es su gozo cada día, tu justicia es su orgullo.


Porque tú eres su honor y su fuerza, y con tu favor realzas nuestro poder. Porque el Señor es nuestro escudo y el Santo de Israel nuestro rey.

Versículo antes del Evangelio (Lc 7,16): Aleluya. Un gran profeta se ha levantado entre nosotros, y Dios ha visitado a su pueblo. Aleluya.


Texto del Evangelio (Mc 2,1-12): Entró de nuevo en Cafarnaúm; al poco tiempo había corrido la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y Él les anunciaba la Palabra.

Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde Él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados».

Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones: «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?». Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dice: «¿Por qué pensáis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados’, o decir: ‘Levántate, toma tu camilla y anda?’ Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados -dice al paralítico-: ‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’».

Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo que quedaban todos asombrados y glorificaban a Dios, diciendo: «Jamás vimos cosa parecida».




«Hijo, tus pecados te son perdonados (...). A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa»

Rev. D. Joan Carles MONTSERRAT i Pulido

(Cerdanyola del Vallès, Barcelona, España)


Hoy vemos nuevamente al Señor rodeado de un gentío: «Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio» (Mc 2,2). Su corazón se deshace ante la necesidad de los otros y les procura todo el bien que se puede hacer: perdona, enseña y cura a la vez. Ciertamente, les dispensa ayuda a nivel material (en el caso de hoy, lo hace curando una enfermedad de parálisis), pero —en el fondo— busca lo mejor y primero para cada uno de nosotros: el bien del alma.

Jesús-Salvador quiere dejarnos una esperanza cierta de salvación: Él es capaz, incluso, de perdonar los pecados y de compadecerse de nuestra debilidad moral. Antes que nada, dice taxativamente: «Hijo, tus pecados te son perdonados» (Mc 2,5). Después, lo contemplamos asociando el perdón de los pecados —que dispensa generosa e incansablemente— a un milagro extraordinario, “palpable” con nuestros ojos físicos. Como una especie de garantía externa, como para abrirnos los ojos de la fe, después de declarar el perdón de los pecados del paralítico, le cura la parálisis: «‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’. Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos» (Mc 2,11-12).

Este milagro lo podemos revivir frecuentemente nosotros con la Confesión. En las palabras de la absolución que pronuncia el ministro de Dios («Yo te absuelvo en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo») Jesús nos ofrece nuevamente —de manera discreta— la garantía externa del perdón de nuestros pecados, garantía equivalente a la curación espectacular que hizo con el paralítico de Cafarnaúm.

Ahora comenzamos un nuevo tiempo ordinario. Y se nos recuerda a los creyentes la urgente necesidad que tenemos del encuentro sincero y personal con Jesucristo misericordioso. Él nos invita en este tiempo a no hacer rebajas ni descuidar el necesario perdón que Él nos ofrece en su alcoba, en la Iglesia

BUENOS DÍAS!!!





 

jueves, 11 de enero de 2024

IMÁGENES DE SAN JUAN BOSCO





 













5 RECOMENDACIONES PARA CUIDAR LA EUCARISTÍA (COMO LAICOS) - PADRE CARLOS ROSELL DE ALMEIDA









 

7 CONSEJOS DE FRAY NELSON PARA EVITAR EL CHISME



7 consejos de Fray Nelson para evitar el chisme

Por Walter Sánchez Silva



Fray Nelson Medina, sacerdote dominico conocido por su apostolado en redes sociales, ofrece 7 consejos para evitar el chisme.

“Con alguna frecuencia el Papa Francisco advierte en contra del daño que chismes y murmuraciones causan en la sociedad, en la familia y sobre todo en la Iglesia”, señala el sacerdote en declaraciones a ACI Prensa.

“Algunas de las razones principales para esta exhortación papal son que causa divisiones, destruye la confianza y abre el camino a las peores formas de ambición”, precisa.

Por eso, el también Doctor en Teología Fundamental ofrece estos siete consejos para luchar “contra esta plaga” del chisme.


1. Tomar el daño del chisme en serio

“Entiende la gravedad de lo que está implicado”, recomienda el sacerdote colombiano.

“Tomemos todos en serio el daño que se puede hacer y, por lo tanto, conservemos una actitud firme pero tranquila frente a toda murmuración”, agrega Fray Nelson.


2. Poner un límite a las “historias”

El sacerdote dominico exhorta además a poner “un límite a quien viene a traer ‘historias’. No hay necesidad de ser groseros, pero la cortesía no nos obliga a ser receptores inertes de lo que nos quieran traer”.

“Siempre es posible, y a menudo es necesario, detener a los murmuradores y cortar así la murmuración en su raíz”, precisa.

“Sirve, por ejemplo, en muchos casos, preguntar en tono neutro algo como: ‘¿Eso te consta personalmente?’. O también comentar algo como: ‘Habría que oír también a la otra parte’. Lo importante es que la conversación no avance frente a tu oído pasivo”, señala.


3. Cuestiónate

“Antes de difundir cualquier opinión sobre otra persona, hazte las preguntas clásicas: ¿Estoy seguro de que eso es cierto? ¿Esa es la versión completa de las cosas? ¿Estoy seguro de que compartir eso hace algún bien?”.


4. Que se sepa que eres prudente ante el chisme

Fray Nelson recomienda asimismo que un fiel católico debe hacerse “conocer como una persona veraz, asertiva y de opiniones objetivas. Que se sepa que eres prudente y que piensas antes de hablar”.

“Está demostrado que los chismosos prefieren como oyentes a los que saben que son relajados con su lengua”, subraya el dominico.


5. ¿Qué provecho pretende quien esparce chismes?

“No sobra que, sin caer en demasiadas suspicacias, te preguntes qué provecho pretende el que viene a ti con chismes o murmuraciones”, indica Fray Nelson.

“Reconocer a tiempo estas intenciones evita que seamos ‘idiotas útiles’”, advierte.


6. No caer en el pecado de la murmuración

“Recuerda la advertencia del Apóstol Santiago: la lengua que sirve a Dios alabándole no debe destruir al hombre, imagen de Dios, con el pecado de murmuración”, resalta el sacerdote colombiano.

“Piensa en el don de la palabra como un regalo que Dios te ha dado y que quieres administrar bien”, exhorta.


7. Rezar

“No olvides bendecir en tu corazón y orar por los lugares y personas que más frecuentas”, sugiere también Fray Nelson.

“Ello dispondrá mejor tu corazón para obrar rectamente con lo que oyes y con lo que dices”, concluye.


EL ENCUENTRO DE JESÚS CON UN LEPROSO - EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 11 DE ENERO DE 2024



Jueves 1 del tiempo ordinario

Jueves 11 de enero de 2024



1ª Lectura (1Sam 4,1-11): En aquellos días, se reunieron los filisteos para atacar a Israel. Los israelitas salieron a enfrentarse con ellos y acamparon junto a Piedrayuda, mientras que los filisteos acampaban en El Cerco. Los filisteos formaron en orden de batalla frente a Israel. Entablada la lucha, Israel fue derrotado por los filisteos; de sus filas murieron en el campo unos cuatro mil hombres. La tropa volvió al campamento, y los ancianos de Israel deliberaron: «¿Por qué el Señor nos ha hecho sufrir hoy una derrota a manos de los filisteos? Vamos a Siló, a traer el arca de la alianza del Señor, para que esté entre nosotros y nos salve del poder enemigo».


Mandaron gente a Siló, a por el arca de la alianza del Señor de los ejércitos, entronizado sobre querubines. Los dos hijos de Elí, Jofní y Fineés, fueron con el arca de la alianza de Dios. Cuando el arca de la alianza del Señor llegó al campamento, todo Israel lanzó a pleno pulmón el alarido de guerra, y la tierra retembló. Al oír los filisteos el estruendo del alarido, se preguntaron: «¿Qué significa ese alarido que retumba en el campamento hebreo?».


Entonces se enteraron de que el arca del Señor había llegado al campamento y, muertos de miedo, decían: «¡Ha llegado su Dios al campamento! ¡Ay de nosotros! Es la primera vez que nos pasa esto. ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de la mano de esos dioses poderosos, los dioses que hirieron a Egipto con toda clase de calamidades y epidemias? ¡Valor, filisteos! Sed hombres, y no seréis esclavos de los hebreos, como lo han sido ellos de nosotros. ¡Sed hombres, y al ataque!».


Los filisteos se lanzaron a la lucha y derrotaron a los israelitas, que huyeron a la desbandada. Fue una derrota tremenda: cayeron treinta mil de la infantería israelita. El arca de Dios fue capturada, y los dos hijos de Elí, Jofní y Fineés, murieron.



Salmo responsorial: 43

R/. Redímenos, Señor, por tu misericordia.

Ahora nos rechazas y nos avergüenzas, y ya no sales, Señor, con nuestras tropas: nos haces retroceder ante el enemigo, y nuestro adversario nos saquea.

Nos haces el escarnio de nuestros vecinos, irrisión y burla de los que nos rodean; nos has hecho el refrán de los gentiles, nos hacen muecas las naciones.

Despierta, Señor, ¿por qué duermes? Levántate, no nos rechaces más. ¿Por qué nos escondes tu rostro y olvidas nuestra desgracia y opresión?


Versículo antes del Evangelio (Mt 4,23): Aleluya. Jesús predicaba el Evangelio del Reino y sanaba toda dolencia en el pueblo. Aleluya.

Texto del Evangelio (Mc 1,40-45): En aquel tiempo, vino a Jesús un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio». Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. Le despidió al instante prohibiéndole severamente: «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio».

Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a Él de todas partes.





«‘Si quieres, puedes limpiarme’ (...). ‘Quiero; queda limpio’»

Rev. D. Xavier PAGÉS i Castañer

(Barcelona, España)



Hoy, en la primera lectura, leemos: «¡Ojalá oyereis la voz del Señor: ‘No queráis endurecer vuestros corazones’!» (Heb 3,7-8). Y lo repetimos insistentemente en la respuesta al Salmo 94. En esta breve cita, se contienen dos cosas: un anhelo y una advertencia. Ambas conviene no olvidarlas nunca.

Durante nuestro tiempo diario de oración deseamos y pedimos oír la voz del Señor. Pero, quizá, con demasiada frecuencia nos preocupamos de llenar ese tiempo con palabras que nosotros queremos decirle, y no dejamos tiempo para escuchar lo que el Buen Dios nos quiere comunicar. Velemos, por tanto, para tener cuidado del silencio interior que —evitando las distracciones y centrando nuestra atención— nos abre un espacio para acoger los afectos, inspiraciones... que el Señor, ciertamente, quiere suscitar en nuestros corazones.

Un riesgo, que no podemos olvidar, es el peligro de que nuestro corazón —con el paso del tiempo— se nos vaya endureciendo. A veces, los golpes de la vida nos pueden ir convirtiendo, incluso sin darnos cuenta de ello, en una persona más desconfiada, insensible, pesimista, desesperanzada... Hay que pedir al Señor que nos haga conscientes de este posible deterioro interior. La oración es ocasión para echar una mirada serena a nuestra vida y a todas las circunstancias que la rodean. Hemos de leer los diversos acontecimientos a la luz del Evangelio, para descubrir en cuáles aspectos necesitamos una auténtica conversión.

¡Ojalá que nuestra conversión la pidamos con la misma fe y confianza con que el leproso se presentó ante Jesús!: «Puesto de rodillas, le dice: ‘Si quieres, puedes limpiarme’» (Mc 1,40). Él es el único que puede hacer posible aquello que por nosotros mismos resultaría imposible. Dejemos que Dios actúe con su gracia en nosotros para que nuestro corazón sea purificado y, dócil a su acción, llegue a ser cada día más un corazón a imagen y semejanza del corazón de Jesús. Él, con confianza, nos dice: «Quiero; queda limpio» (Mc 1,41). 

¿DÓNDE GUARDAR LAS CENIZAS DE LOS DIFUNTOS?



 ¿Dónde guardar las cenizas de los difuntos?

Dos respuestas del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.

Por: Redacción | Fuente: Vatican News



Será posible disponer un lugar sagrado "para la acumulación y conservación en común de las cenizas de los bautizados difuntos", es decir, un cinerario comunitario donde sean reservadas las cenizas individuales. Así lo afirma el Dicasterio para la Doctrina de la Fe en respuesta a dos preguntas del arzobispo de Bolonia Matteo Zuppi sobre el tema de los creyentes difuntos sometidos a cremación. La segunda respuesta afirma que la autoridad eclesiástica también puede considerar y evaluar la petición de los familiares de conservar una "mínima parte" de las cenizas de un difunto en un lugar significativo de la historia del difunto.

El cardenal Zuppi, ante la "multiplicación de la elección de incinerar al difunto" y de dispersar las cenizas en la naturaleza, también para "no dejar prevalecer las razones económicas, sugeridas por el menor coste de la dispersión, y dar indicaciones sobre el destino de las cenizas, una vez vencidos los plazos para su conservación", queriendo "corresponder no sólo a la petición de los familiares, sino sobre todo al anuncio cristiano de la resurrección de los cuerpos y del respeto que se les debe", ha presentado estas preguntas. La primera: "Teniendo en cuenta la prohibición canónica de dispersar las cenizas de un difunto -de modo similar a lo que sucede en los osarios-, ¿es posible establecer un lugar sagrado, definido y permanente, para la acumulación mixta y la conservación de las cenizas de los difuntos bautizados, indicando para cada una los datos personales?". Y la segunda: "¿Se puede permitir que una familia conserve parte de las cenizas de un familiar en un lugar significativo para la historia del difunto?".

El Dicasterio, en un texto firmado por el cardenal prefecto Víctor Fernández y aprobado por el Papa el 9 de diciembre, responde afirmativamente. En primer lugar, recuerda que, según la Instrucción Ad resurgendum cum Christo 2016 (n. 5), "las cenizas deben conservarse en un lugar sagrado (cementerio), y también en un espacio específicamente dedicado a este fin, siempre que haya sido designado para ello por la autoridad eclesiástica". Se citan las razones para ello, a saber, la necesidad de "reducir el riesgo de sustraer al difunto a la memoria y a las oraciones de los familiares y de la comunidad cristiana" y evitar "el olvido y la falta de respeto", así como "las prácticas indecorosas o supersticiosas".

Se nos recuerda entonces: "Nuestra fe nos dice que resucitaremos con la misma identidad corporal que es material", aunque "esa materia será transfigurada, liberada de las limitaciones de este mundo. En este sentido, la resurrección será en esta carne en la que ahora vivimos". Pero esta transformación "no implica la recuperación de las partículas idénticas de materia que formaban el cuerpo". Por tanto, el cuerpo resucitado "no estará formado necesariamente por los mismos elementos que tenía antes de morir. Al no tratarse de una simple revivificación del cadáver, la resurrección puede tener lugar incluso si el cuerpo ha sido totalmente destruido o dispersado. Esto nos ayuda a comprender por qué en muchos cinerarios las cenizas del difunto se conservan todas juntas, sin guardarlas en lugares separados".

A continuación, el Dicasterio subraya que "las cenizas de los difuntos proceden de restos materiales que formaron parte del itinerario histórico de la persona, hasta el punto de que la Iglesia tiene un especial cuidado y devoción por las reliquias de los santos. Este cuidado y recuerdo nos lleva también a una actitud de sagrado respeto" hacia las cenizas, que "conservamos en un lugar sagrado adecuado para la oración".

A Zuppi el Dicasterio responde, por tanto, que "es posible disponer un lugar sagrado, definido y permanente, para la acumulación y conservación comunitaria de las cenizas de los bautizados difuntos, indicando para cada uno los datos personales para no dispersar la memoria nominal". La Iglesia admite, por tanto, la posibilidad de verter las cenizas en un lugar común, como sucede con los osarios, pero conservando la memoria individual de cada uno de los difuntos. Por último, se afirma que, excluyendo "cualquier tipo de malentendido panteísta, naturalista o nihilista", en cumplimiento de las normas civiles, si las cenizas del difunto se conservan en un lugar sagrado, la autoridad eclesiástica "podrá considerar y valorar la petición de una familia de conservar debidamente una mínima parte de las cenizas de su pariente en un lugar significativo" para su historia.


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