domingo, 23 de julio de 2023

EL BUEN GRANO EN LA TIERRA BUENA


El buen grano en la tierra buena


El capítulo 13 de san Mateo nos trae varias parábolas del Reino. El domingo próximo oiremos la de la cizaña y el trigo, luego las del mercader de perlas, la red y el tesoro. 

El redactor sitúa claramente la escena de hoy: Jesús sale de la casa, se sienta al borde del lago y la multitud es tan numerosa que debe subir a una barca para enseñarles. El mensaje no se limita a los Doce, ni a los discípulos, es para toda la humanidad. 

Pero las parábolas no se comprenderán si no es desde el interior: los y las que se quedan libremente en la puerta del Reino no podrán llevar a cabo la profecía de Isaías: “Escucháis muy bien pero no comprendéis. Veis bien, pero no miráis.”

Esta parábola del sembrador es tan impactante hoy como en tiempos de Jesús: la gente ignoraba el fenómeno biológico de la germinación. La parábola ilustra mucho más para el auditorio de Jesús, el misterio de la Palabra que sólo se hace fecunda según la acogida de cada persona.

Los cultivadores palestinos afirman que un rendimiento del 7 por uno es una buena cosecha. En la enseñanza de Jesús, como de costumbre, el don de Dios se muestra mucho más generoso que la naturaleza: la semilla del evangelio producirá 30,60 o cien por uno.

¿Cuáles son las cuatro actitudes de acogida ilustradas aquí?

- “Los granos caídos al borde del camino” Son los oyentes distraídos, los que olvidan la Palabra porque su atención está en otra parte. Los pájaros vienen a comer la semilla abandonada al borde del camino.

- “Otros caen en las piedras” Es la acogida inmediata y alegre, pero superficial y sin profundidad. El germen no sobrevive.

- “Otros caen entre zarzas” Es la acogida de gente demasiado preocupada por sus deseos personales y sus compromisos a corta vista.

- “Otros caen en tierra buena” Es la actitud que busca Jesús: una actitud interior verdadera, representada en el silencio del corazón.


(P. Felipe Santos SDB) 

HOY 23 DE JULIO, CELEBRAMOS A SANTA BRÍGIDA - PATRONA DE EUROPA


 

SANTA BRÍGIDA

23 de julio

Fuente: Desde la fe


La Iglesia recuerda hoy a Santa Brígida, declarada por san Juan Pablo II copatrona de Europa en 1999. Vaticannews entrevistó en italiano a la Madre Hilaria Vieyra, Vicaria general de la Orden del Santísimo Salvador, y habla de esta mujer extremadamente moderna y con un mensaje completamente actual.

“El mensaje de Santa Brígida es hoy tan actual como en sus tiempos: Europa está igualmente marcada por el secularismo, el materialismo y el odio. Hoy más que nunca, es necesario vivir el mensaje de Santa Brígida que nos llama a la unidad, a la paz y a la solidaridad”. Es así como describe el llamado de la santa sueca, la Madre Hilaria Vieyra, Vicaria general de la Orden del Santísimo Salvador, fundada por la misma santa en el siglo XIV y renovado por la Santa Maria Elisabetta Hesslblad en el siglo XX. Le preguntamos a la Vicaria General sobre el carisma de esta santa, quién es esta mujer tan moderna y tan importante en la historia de la Iglesia para haber sido declarada copatrona de Europa.


Esposa y madre de 8 hijos

Santa Brígida nace en el 1303, hija de una noble familia sueca, y no obstante siente dentro de sí la vocación, acepta casarse como pedía su padre. Tiene 8 hijos. Con su marido Ulf, gobernador importante de un distrito del Reino de Suecia, vive un matrimonio feliz y de fe. “La vida de Brígida fue de oración, de escucha del Evangelio, meditó sobre la Pasión de Nuestro Señor, de donde se definió su carisma de unidad, paz y solidaridad”. Nos cuenta la Madre Hilaria.


Su compromiso por el regreso del Papa de Aviñon a Roma

La segunda parte de la vida de Santa Brígida inicia como viuda. “Llega a Roma en el 1349 para celebrar el Año Santo del 1350, sobre todo para pedir la aprobación de las reglas de la Orden que estaba fundando”, explica la religiosa. Brígida quería fundar una Orden compuesta por religiosas y religiosos. “Al venir a Roma encuentra una situación terrible. El Papa estaba en Aviñón, y no en Roma, el pueblo romano estaba como un rebaño sin su pastor, había además la peste y la guerra entre Francia e Inglaterra”, nos dice la Madre Hilaria, subrayando que “su gran amor por Jesús la empuja a lograr que el Papa regrese a Roma”. Brígida decide establecerse en Roma y en las salas de la Plaza Farnese, donde hoy se encuentra la Curia Generalicia, es “donde recibe la mayor parte de las Revelaciones, pero Por medio de estas revelaciones, traza su mensaje, por medio del Evangelio, de la unión con Jesús y de su amor ardiente al Crucifijo”.

El regreso del Papa a Roma centra su misión y la de su contemporánea, santa Catalina de Siena. Brígida ve realizarse ese deseo brevemente, pues Urbano V regresa a Roma sólo por un breve periodo. Brígida muere en 1373 mientras Catalina será testimonio del regreso definitivo del Pontífice Gregorio XI en el 1377. “Santa Brígida, recuerda la Madre Hilaria, no sólo rezó e hizo sacrificios, sino que también habló con el Papa en persona, con cardenales y príncipes europeos”.


La paz en Europa

Otro esfuerzo de la santa fue su compromiso por la paz en Europa, intercedió para que concluyera la Guerra de los Cien años entre Francia e Inglaterra. Fueron decisivas en ese periodo sus obras de caridad. Ella, que fue una noble, vive en pobreza, llegando incluso a pedir limosna frente a las puertas de las iglesias. Son años de peregrinaciones en varias partes de Italia: desde Asís hasta el Gargano. Por último, su mayor peregrinación, cuando fue a Tierra Santa. Tenía 70 años, pero su edad no la detuvo.

Su experiencia de fe, la pasión por Cristo y La Virgen María lo testimonian el rosario que la santa creó y sus oraciones, vinculadas a las gracias particulares prometidas por Jesús para aquellos que las recen.


Santa Brígida y los Papas

Fue canonizada en el 1391 por el Papa Bonifacio IX, Santa Brígida es patrona de Suecia. En 1999, san Juan Pablo II la declaró copatrona de Europa, porque como se lee en su carta apostólica en forma Motu proprio: “Al indicarla como copatrona de Europa, quiero que esté cercana no solamente para aquellos que han recibido la vocación a una vida especial de consagración, sino también para aquellos que son llamados a las ordinarias ocupaciones de la vida laical en el mundo y sobre todo en la comprometida vocación de formar una familia cristiana”.

Santa Brígida, Santa Catalina de Siena y Santa Teresa Benedicta de la Cruz son las patronas de Europa. San Juan Pablo II dijo también que la Iglesia, aún sin pronunciarse sobre las revelaciones que tuvo Santa Brígida, acogió la autenticidad de su experiencia interior, y recordó su compromiso por la unidad de la fe y de la Iglesia.

Benedicto XVI le dedicó una catequesis en una Audiencia general en el 2010, al unir su figura con la búsqueda de la unidad de todos los cristianos: “Santa Brígida, dijo, testimonia como el cristianismo ha permeado profundamente la vida de todos los pueblos de Europa”.

Después de la reforma protestante, muchas comunidades se habían diseminado. María Elisabetta Hesselblad, al renovar la orden en el siglo XX, le dio una fuerte huella ecuménica a la orden. El Papa Francisco la canonizó en el 2016.


La brigidinas hoy días y el ecumenismo

Nosotras ofrecemos la vida por la unidad de los cristianos. Lo hacemos en silencio, en la oración y en la Eucaristía. En todas nuestras casas practicamos la hospitalidad, ofrecemos nuestro servicio de humildad, caridad y sencillez con el objetivo ecuménico, dice la Madre Hilaria, y añade que en la Casa Generalicia en la Plaza Farnese, Santa Maria Elisabetta Hesselblad durante la Segunda Guerra Mundial escondió a muchas personas, sobre todo judíos. Fue una mujer valerosa y fuerte, con un gran amor por el Señor, que la empujó a obrar el bien, ayudó a los pobres con la acogida, con su gran amor que se veía en su rostro y en sus obras. 

domingo, 16 de julio de 2023

HOY CELEBRAMOS A LA VIRGEN DEL CARMEN 16 DE JULIO




 

SALUTACIONES A LA VIRGEN DEL CARMEN

SALUTACIONES A LA VIRGEN DEL CARMEN

1ª. Madre mía del Carmen, bendita seas; los serafines, los santos y los justos te llenen de alabanzas, porque me has dado Tu Escapulario. Dios te salve, María...

2ª. Madre mía del Carmen, bendita seáis; los serafines, los santos y los justos os llenen de alabanzas, porque con vuestro Escapulario sois salud de mi alma. Dios te salve, María...

3ª. Madre mía del Carmen, bendita seáis; los tronos, los santos y los justos os llenen de alabanzas, porque con vuestro Escapulario me protegéis contra todos los peligros. Dios te salve, María...

4ª. Madre mía del Carmen, bendita seáis una y mil veces; las dominaciones, los santos y los justos os llenen de alabanzas, porque con vuestro Escapulario me defendéis de las tentaciones del enemigo. Dios te salve, Maria...

5ª. Madre mía del Carmen y Reina de mi corazón, bendita seáis; los querubines, los santos y los justos os llenen de alabanzas, porque con vuestro Escapulario sois la paz y la alegría de mi alma. Dios te salve, María...

6ª. Madre mía del Carmen, bendita seáis; los arcángeles, los justos y los santos os llenen de alabanzas, porque con vuestro Escapulario me habéis hecho especialísimo hijo vuestro. Dios te salve, María...

7ª. Madre mía, madre de mi corazón y Reina de mi amor, os doy mi alma, mi vida, mi corazón, y quiero que os alaben las Virtudes y todas las criaturas, porque con vuestro Escapulario me habéis infundido la esperanza de que os veré en el cielo... No me dejéis, Madre mía. Dios te salve, María... 

APRENDER A SEMBRAR COMO JESÚS - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 16 DE JULIO DE 2023



 APRENDER A SEMBRAR COMO JESÚS


No fue fácil para Jesús llevar adelante su proyecto. Enseguida se encontró con la crítica y el rechazo. Su palabra no tenía la acogida que cabía esperar. Entre sus seguidores más cercanos empezaba a despertarse el desaliento y la desconfianza. ¿Merecía la pena seguir trabajando junto a Jesús? ¿No era todo aquello una utopía imposible?

Jesús les dijo lo que pensaba. Les contó la parábola de un sembrador para hacerles ver el realismo con que trabajaba y la fe inquebrantable que le animaba. Las dos cosas. Hay, ciertamente, un trabajo infructuoso que se puede echar a perder, pero el proyecto final de Dios no fracasará. No hay que ceder al desaliento. Hay que seguir sembrando. Al final habrá cosecha abundante.

Los que le escuchaban la parábola sabían que estaba hablando de sí mismo. Así era Jesús. Sembraba su palabra en cualquier parte donde veía alguna esperanza de que pudiera germinar. Sembraba gestos de bondad y misericordia hasta en los ambientes más insospechados: entre gentes muy alejadas de la religión.

Jesús sembraba con el realismo y la confianza de un labrador de Galilea. Todos sabían que la siembra se echaría a perder en más de un lugar en aquellas tierras tan desiguales. Pero eso no desalentaba a nadie: ningún labrador dejaba por ello de sembrar. Lo importante era la cosecha final. Algo semejante ocurre con el reino de Dios. No faltan obstáculos y resistencias, pero la fuerza de Dios dará su fruto. Sería absurdo dejar de sembrar.

En la Iglesia de Jesús no necesitamos cosechadores. Lo nuestro no es cosechar éxitos, conquistar la calle, dominar la sociedad, llenar las iglesias, imponer nuestra fe religiosa. Lo que nos hace falta son sembradores. Seguidores y seguidoras de Jesús que siembren por donde pasan palabras de esperanza y gestos de compasión.

Esta es la conversión que hemos de promover hoy entre nosotros: ir pasando de la obsesión por «cosechar» a la paciente labor de «sembrar». Jesús nos dejó en herencia la parábola del sembrador, no la del cosechador.


Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 16 DE JULIIO DE 2023



Domingo 15 (A) del tiempo ordinario

Domingo 16 de julio


1ª Lectura (Is 55,10-11): Así dice el Señor: «Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo».


Salmo responsorial: 64

R/. La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.

Tú cuidas de la tierra, la riegas y la enriqueces sin medida; la acequia de Dios va llena de agua, preparas los trigales.

Riegas los surcos, igualas los terrones, tu llovizna los deja mullidos, bendices sus brotes.

Coronas el año con tus bienes, tus carriles rezuman abundancia; rezuman los pastos del páramo, y las colinas se orlan de alegría.

Las praderas se cubren de rebaños, y los valles se visten de mieses, que aclaman y cantan.



2ª Lectura (Rom 8,18-23): Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo.

Versículo antes del Evangelio (---): Aleluya. La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre. Aleluya.

Texto del Evangelio (Mt 13,1-23): Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar. Y se reunió tanta gente junto a Él, que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente se quedaba en la ribera. Y les habló muchas cosas en parábolas.

Decía: «Una vez salió un sembrador a sembrar. Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta. El que tenga oídos, que oiga».

Y acercándose los discípulos le dijeron: «¿Por qué les hablas en parábolas?». Él les respondió: «Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: ‘Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y han cerrado sus ojos; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane’. ¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.

»Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. Sucede a todo el que oye la Palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino. El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la Palabra, y al punto la recibe con alegría; pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es inconstante y, cuando se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumbe enseguida. El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta».



«Salió un sembrador a sembrar»

P. Jorge LORING SJ

(Cádiz, España)



Hoy consideramos la parábola del sembrador. Tiene una fuerza y un encanto especiales porque es palabra del propio Señor Jesús.

El mensaje es claro: Dios es generoso sembrando, pero la concreción de los frutos de su siembra dependen también —y a la vez— de nuestra libre correspondencia. Que el fruto depende de la tierra donde cae es algo que la experiencia de todos los días nos lo confirma. Por ejemplo, entre alumnos de un mismo colegio y de una misma clase, unos terminan con vocación religiosa y otros ateos. Han oído lo mismo, pero la semilla cayó en distinta tierra.

La buena tierra es nuestro corazón. En parte es cosa de la naturaleza; pero sobre todo depende de nuestra voluntad. Hay personas que prefieren disfrutar antes que ser mejores. En ellas se cumple lo de la parábola: las malas hierbas (es decir, las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas) «ahogan la Palabra, y queda sin fruto» (Mt 13,22).

Pero quienes, en cambio, valoran el ser, acogen con amor la semilla de Dios y la hacen fructificar. Aunque para ello tengan que mortificarse. Ya lo dijo Cristo: «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24). También nos advirtió el Señor que el camino de la salvación es estrecho y angosto (cf. Mt 7,14): lo que mucho vale, mucho cuesta. Nada de valor se consigue sin esfuerzo.

El que se deja llevar de sus apetitos tendrá el corazón como una selva salvaje. Por el contrario, los árboles frutales que se podan dan mejor fruto. Así, las personas santas no han tenido una vida fácil, pero han sido unos modelos para la humanidad. «No todos estamos llamados al martirio, ciertamente, pero sí a alcanzar la perfección cristiana. Pero la virtud exige una fuerza que (…) pide una obra larga y muy diligente, y que no hemos de interrumpir nunca, hasta morir. De manera que esto puede ser denominado como un martirio lento y continuado» (Pío XII). 

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