domingo, 16 de octubre de 2022

IMÁGENES DE SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

 










 

HOY CELEBRAMOS A SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE, SERVIDORA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, 16 DE OCTUBRE



Hoy celebramos a Santa Margarita de Alacoque, servidora del Sagrado Corazón de Jesús

Redacción ACI Prensa




Cada 16 de octubre la Iglesia celebra a Santa María Margarita Alacoque (1647-1690), religiosa francesa de la Orden de la Visitación de Santa María, conocida por haber sido testigo y depositaria de las promesas y revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús.

Las apariciones del Señor, en las que Jesús mostró su amoroso corazón a Margarita, se produjeron en el lugar donde hoy se sitúa la Basílica del Sagrado Corazón, Paray-le-Monial (Francia).


“Entrad por la puerta estrecha” (Mt 7, 14)

Marguerite-Marie Alacoque -nombre de pila de la santa- nació en Verosvres (Francia) en 1647. Cuando tenía ocho años, en 1655, su padre murió y ella ingresó al internado de las hermanas clarisas, donde empezó a sentirse atraída por la vida en común que llevaban las religiosas.

Margarita María recibió la Primera Comunión a los nueve años. Dos años después lamentablemente desarrolló una dolorosa enfermedad reumática que la obligó a guardar cama, por lo que tuvo que dejar el internado y regresar a la casa familiar.

En esas circunstancias, Margarita buscó consuelo en la Virgen María, a quien prometió que si le devolvía la salud, se haría una de sus hijas.

Después de casi cuatro años postrada, la niña recuperó milagrosamente la salud -la santa siempre le atribuiría esa curación a la Madre de Dios-.



"Soy lo mejor que en esta vida puedes elegir”

La infancia de Margarita también estaría marcada por los tensiones familiares. La muerte de su padre precipitó que su abuela paterna y dos de sus tías se mudaran con ella.

Estas mujeres se apoderaron del patrimonio familiar y comenzaron a maltratar a su madre. A Margarita no la dejaban salir a la iglesia con libertad, a no ser para la misa del domingo, lo que se convirtió para ella en fuente de gran tristeza.

La madre de Margarita, ella y sus cinco hermanos quedaron a expensas de las intrusas, en condición de semiesclavitud. Aquejada por los constantes maltratos, a Margarita le pareció que nuestro Señor le pedía que lo imitara lo mejor posible en sobrellevar las penas y dolores, como las que Él sufrió en su pasión y muerte.

En adelante, Margarita empezaría a aceptar las penas y dolores con gran paciencia, con el deseo de asemejarse a Cristo sufriente. Después, en el proceso, descubrió cuánto le atraí­a la idea de encontrarse frente al Sagrario, donde está Jesús Sacramentado.

Ella relata cómo el Señor se le manifestaba en aquellos momentos de oración: "Soy lo mejor que en esta vida puedes elegir. Si te decides a dedicarte a mi servicio tendrás paz y alegría. Si te quedas en el mundo tendrás tristeza y amargura".

Un corazón traspasado

Margarita, entonces, decidió hacerse religiosa, aun cuando no pudo contar con el apoyo de sus familiares. Así, en 1671 fue admitida en la comunidad de La Visitación, fundada por San Francisco de Sales. Entró al convento de Paray-le-Monial.

Allí pasó por momentos difíciles, algunos causados por la dureza de trato de sus superioras o por las personalidades conflictivas de algunas de sus hermanas.

El 27 de diciembre de 1673 se le apareció por primera vez el Sagrado Corazón de Jesús. Ella había pedido permiso para ir los jueves de 9 a 12 de la noche a rezar ante el Santísimo Sacramento, en memoria de las tres horas que Jesús pasó orando y sufriendo en el Huerto de Getsemaní. De pronto, se abrió el sagrario y se vio en presencia del Señor Jesús.

Nuestro Señor tenía expuesto, sobre el pecho, su Sagrado Corazón: este aparecía llagado, rodeado de flamas ardientes y con una corona de espinas encima.

Entonces, Jesús, señalando su propio corazón con el dedo, le dijo: "He aquí el corazón que tanto ha amado a la gente y en cambio recibe ingratitud y olvido. Tú debes procurar desagraviarme".

Era el pedido inicial de Dios para que Margarita se dedicara a propagar una devoción dirigida al Corazón de Jesús de manera particular.

Las promesas

El Corazón de Jesús se le apareció a la vidente durante 18 meses más. En estos, el Señor le pidió en repetidas oportunidades que se celebre una fiesta dedicada a su Sagrado Corazón. Dicha celebración debería realizarse el viernes de la semana siguiente a la Fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo (Corpus Christi).

Además, Jesús le comunicó a Santa Margarita un conjunto de promesas para quienes se hiciesen devotos de su Corazón. Ella lo relata así: "Bendecirá las casas donde sea expuesta y honrada la imagen de mi Sagrado Corazón. Dará paz a las familias. A los pecadores los volverá buenos y a los que ya son buenos los volverá santos. Asistirá en la hora de la muerte a los que me ofrezcan la comunión de los primeros Viernes (del mes) para pedirme perdón por tantos pecados que se cometen".

Con la mejor Compañía

Por esas cosas de Dios, el sacerdote jesuita San Claudio de la Colombiere fue nombrado capellán del convento donde vivía Margarita. Allí nacería un vínculo espiritual entre ambos santos, que después tomaría otras dimensiones: a la larga, la Compañía de Jesús se convirtió en la mayor propagadora de la devoción al Corazón de Jesús en el mundo.

“Jesús, en vos confío”

En la última etapa de su vida, Margarita fue nombrada maestra de novicias. El Corazón de Jesús le dijo: "Si quieres agradarme confía en Mí. Si quieres agradarme más, confía más. Si quieres agradarme inmensamente, confía inmensamente en Mí".

El 17 de octubre de 1690, en Paray-le-Monial, Margarita fue llamada a la Casa del Padre. Su muerte se produjo en paz, en buena parte, porque llegó a ver cómo su comunidad se había transformado gracias al Sagrado Corazón, y cómo mucho del rechazo que inicialmente hubo contra esta devoción había desaparecido.

“Cuando uno ama, todo habla de amor”

Santa Margarita María murió confiada en que estaría para siempre al lado de su amadísimo Señor, cuyo corazón había enseñado ella a amar.

Desde los monasterios de las Visitandinas se siguió propagando la devoción al Corazón de Jesús y así, en 1765, el Papa Clemente XIII introdujo la Fiesta del Sagrado Corazón para la ciudad de Roma. Hacia 1856, el Beato Pío IX la extendió a toda la Iglesia y finalmente, en 1920, Margarita fue proclamada santa por el Papa Benedicto XV.

“Cuando uno ama, todo habla de amor, hasta los trabajos que requieren nuestra total atención pueden ser un testimonio de nuestro amor” (Santa María Margarita Alacoque). 

¡FELIZ DOMINGO!

 





 

sábado, 15 de octubre de 2022

SANTA TERESA DE ÁVILA - DOCTORA DE LA IGLESIA - 15 DE OCTUBRE



SANTA TERESA DE VILA 

15 de octubre de 2022


De una vida habitada por Cristo, hay mucho que leer. 

Santa Teresa de Ávila, nació el 28 de marzo de 1515 y a los 18 años entra en el Carmelo.

Fundó el convento de san José de Ávila, el primero de quinces que construyó en España. Y junto con san Juan de La Cruz, introdujo la gran reforma carmelita bajo los pilares de pobreza, soledad y silencio. 

Sus escritos son considerados una fuente de luz para la espiritualidad cristiana, verdaderamente iluminados por el Espíritu Santo. Escribió “El libro de la vida”, “Camino de Perfección”, “Meditaciones sobre los cantares”, “Moradas del Castillo Interior”, “Exclamaciones”, “Poesías”, “Libro de las fundaciones”, “Constituciones”, “Visitas de Descalzas”, “Avisos” y “Epistolarios”. 

De santa Teresa de Jesús, mujer de gran temperamento, entendió que la experiencia mística no consistía en meter a Cristo en nosotros, sino nosotros en el Corazón de Jesús. Somos nosotros quienes debemos aprender a dejarnos en Él. Nada te turbe, confía, porque quien a Dios tiene, nada le falta. 

De amigos fuertes como santa Teresa, podemos también alimentar nuestra débil fe.

IMÁGENES DE SANTA TERESA DE ÁVILA - 15 DE OCTUBRE

















 

domingo, 9 de octubre de 2022

EL EVANGELIO DEL DOMINGO 9 DE OCTUBRE DE 2022





Domingo XXVIII (C) del tiempo ordinario

Domingo 9 de octubre de 2022



 Ver 1ª Lectura y Salmo

1ª Lectura (2Re 5,14-17): En aquellos días, el sirio Naamán bajó y se bañó en el Jordán siete veces, conforme a la palabra de Eliseo, el hombre de Dios, Y su carne volvió a ser como la de un niño pequeño: quedó limpio de su lepra. Naamán y toda su comitiva regresaron al lugar donde se encontraba el hombre de Dios. Al llegar, se detuvo ante él exclamando: «Ahora conozco que no hay en toda la tierra otro Dios que el de Israel. Recibe, pues, un presente de tu siervo». Pero Eliseo respondió: «Vive el Señor ante quien sirvo, que no he de aceptar nada». Y le insistió en que aceptase, pero él rehusó. Naamán dijo entonces: «Que al menos le den a tu siervo tierra del país, la carga de un par de mulos, porque tu servidor no ofrecerá ya holocausto ni sacrificio a otros dioses más que al Señor».



Salmo responsorial: 97

R/. El Señor revela a las naciones su salvación.

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.

El Señor da a conocer su salvación, revela a las naciones su justicia. Se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.

2ª Lectura (2Tim 2,8-13): Querido hermano: Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David, según mi evangelio, por el que padezco hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación y la gloria eterna en Cristo Jesús. Es palabra digna de crédito: Pues si morimos con él, también viviremos con él; si perseveramos, también reinaremos con él; si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo.

Versículo antes del Evangelio (1Tes 5,18): Aleluya. Dad gracias siempre, unidos a Cristo Jesús, pues esto es lo que Dios quiere que vosotros hagáis. Aleluya.

Texto del Evangelio (Lc 17,11-19): Un día, sucedió que, de camino a Jerusalén, Jesús pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz, dijeron: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!». Al verlos, les dijo: «Id y presentaos a los sacerdotes». Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios.

Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: «¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?». Y le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado».





«¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!»

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)


Hoy podemos comprobar, ¡una vez más!, cómo nuestra actitud de fe puede remover el corazón de Jesucristo. El hecho es que unos leprosos, venciendo la reprobación social que sufrían los que tenían la lepra y con una buena dosis de audacia, se acercan a Jesús y —podríamos decir entre comillas— le obligan con su confiada petición: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» (Lc 17,13).

La respuesta es inmediata y fulminante: «Id y presentaos a los sacerdotes» (Lc 17,14). Él, que es el Señor, muestra su poder, ya que «mientras iban, quedaron limpios» (Lc 17,14).

Esto nos muestra que la medida de los milagros de Cristo es, justamente, la medida de nuestra fe y confianza en Dios. ¿Qué hemos de hacer nosotros —pobres criaturas— ante Dios, sino confiar en Él? Pero con una fe operativa, que nos mueve a obedecer las indicaciones de Dios. Basta un mínimo de sentido común para entender que «nada es demasiado difícil de creer tocando a Aquel para quien nada es demasiado difícil de hacer» (Beato J. H. Newman). Si no vemos más milagros es porque “obligamos” poco al Señor con nuestra falta de confianza y de obediencia a su voluntad. Como dijo san Juan Crisóstomo, «un poco de fe puede mucho».

Y, como coronación de la confianza en Dios, llega el desbordamiento de la alegría y del agradecimiento: en efecto, «uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias» (Lc 17,15-16).

Pero..., ¡qué lástima! De diez beneficiarios de aquel gran milagro, sólo regresó uno. ¡Qué ingratos somos cuando olvidamos con tanta facilidad que todo nos viene de Dios y que a él todo lo debemos! Hagamos el propósito de obligarle mostrándonos confiados en Dios y agradecidos a Él. 

RECUPERAR LA GRATITUD - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 9 DE OCTUBRE DE 2022



RECUPERAR LA GRATITUD

Se ha dicho que la gratitud está desapareciendo del «paisaje afectivo» de la vida moderna. El conocido ensayista José Antonio Marina recordaba recientemente que el paso de Nietzsche, Freud y Marx nos ha dejado sumidos en una «cultura de la sospecha» que hace difícil el agradecimiento.

Se desconfía del gesto realizado por pura generosidad. Según el profesor, «se ha hecho dogma de fe que nadie da nada gratis y que toda intención aparentemente buena oculta una impostura». Es fácil entonces considerar la gratitud como «un sentimiento de bobos, de equivocados o de esclavos».

No sé si esta actitud está tan generalizada. Pero sí es cierto que, en nuestra «civilización mercantilista», cada vez hay menos lugar para lo gratuito. Todo se intercambia, se presta, se debe o se exige. En este clima social la gratitud desaparece. Cada cual tiene lo que se merece, lo que se ha ganado con su propio esfuerzo. A nadie se le regala nada.

Algo semejante puede suceder en la relación con Dios si la religión se convierte en una especie de contrato con él: «Yo te ofrezco oraciones y sacrificios y Tú me aseguras tu protección. Yo cumplo lo estipulado y Tú me recompensas». Desaparecen así de la experiencia religiosa la alabanza y la acción de gracias a Dios, fuente y origen de todo bien.

Para muchos creyentes, recuperar la gratitud puede ser el primer paso para sanar su relación con Dios. Esta alabanza agradecida no consiste primariamente en tributarle elogios ni en enumerar los dones recibidos. Lo primero es captar la grandeza de Dios y su bondad insondable. Intuir que solo se puede vivir ante Él dando gracias. Esta gratitud radical a Dios genera en la persona una forma nueva de mirarse a sí misma, de relacionarse con las cosas y de convivir con los demás.

El creyente agradecido sabe que su existencia entera es don de Dios. Las cosas que le rodean adquieren una profundidad antes ignorada; no están ahí solo como objetos que sirven para satisfacer necesidades; son signos de la gracia y la bondad del Creador. Las personas que encuentra en su camino son también regalo y gracia; a través de ellas se le ofrece la presencia invisible de Dios.

De los diez leprosos curados por Jesús, solo uno vuelve «glorificando a Dios», y solo él escucha las palabras de Jesús: «Tu fe te ha salvado». El reconocimiento gozoso y la alabanza a Dios siempre son fuente de salvación. 


Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola

gruposdejesus.com

Lc (17,11-19)


FIESTA EN TODA LA IGLESIA - PAPA FRANCISCO DECLARA 2 NUEVOS SANTOS


¡Fiesta en toda la Iglesia! El Papa Francisco declara 2 nuevos santos
POR WALTER SÁNCHEZ SILVA | ACI Prensa




En la homilía de la Misa que presidió este domingo 9 de octubre ante unos 50 mil fieles presentes en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el Santo Padre reflexionó sobre el pasaje de los diez leprosos que son curados, de los cuales solo uno vuelve a dar las gracias al Señor.

El Papa Francisco centró su meditación “en estos dos aspectos que el Evangelio de hoy nos sugiere: caminar juntos y agradecer”.

El ejemplo de los dos nuevos santos
Sobre el Obispo italiano Juan Bautista Scalabrini, fundador de los Misioneros de San Carlos (Escalabrinianos) y de su rama femenina, dos Congregaciones dedicadas a atender a los migrantes y refugiados, el Papa dijo que fue ejemplo de caminar juntos, especialmente con los migrantes.

Para este nuevo santo, los migrantes no eran un “problema” sino un signo de la providencia.


El Obispo Scalabrini decía que “precisamente gracias a las migraciones forzadas por las persecuciones la Iglesia cruzó las fronteras de Jerusalén y de Israel y se hizo ‘católica’; gracias a las migraciones de hoy la Iglesia será un instrumento de paz y comunión entre los pueblos”.

“Hay una migración en este momento, aquí en Europa, que nos hace sufrir tanto y nos mueve a abrir el corazón. La migración de los ucranianos que huyen de la guerra. No nos olvidemos hoy de la Ucrania martirizada. Scalabrini miraba más allá, miraba hacia el futuro, hacia un mundo y una Iglesia sin barreras, sin extranjeros”, dijo el Papa Francisco.

Por su parte, “el hermano salesiano Artémides Zatti, con su bicicleta, fue un ejemplo vivo de gratitud. Curado de la tuberculosis, dedicó toda su vida a saciar las necesidades de los demás, a cuidar a los enfermos con amor y ternura”.

“Se dice que lo vieron cargarse sobre la espalda el cadáver de uno de sus pacientes. Lleno de gratitud por lo que había recibido, quiso manifestar su acción de gracias asumiendo las heridas de los demás. Dos ejemplos”, continuó el Santo Padre.




Caminar juntos
Al caminar juntos, dijo el Papa, los leprosos del Evangelio salen de la exclusión en la que viven para mostrarse a los demás y pedir ayuda.

“Es también una imagen hermosa para nosotros, porque cuando somos honestos con nosotros mismos, recordamos que todos tenemos el corazón enfermo, que todos somos pecadores, que todos estamos necesitados de la misericordia del Padre”, dijo el Papa Francisco.

“Y entonces dejamos de dividirnos en base a los méritos, a los papeles que desempeñamos o a cualquier otro aspecto exterior de la vida; y caen así los muros interiores, caen los prejuicios. Así, finalmente, nos redescubrimos como hermanos”.

Esto, destacó, es lo que significa ser “sinodales”, que es “también la vocación de la Iglesia. Preguntémonos hasta qué punto somos realmente comunidades abiertas y que incluyen a todos; si somos capaces de trabajar juntos, sacerdotes y laicos, al servicio del Evangelio; si tenemos una actitud de acogida”.

Hablando luego sobre el nuevo santo Juan Bautista Scalabrini, el Santo Padre condenó la exclusión de los migrantes.

“Es escandalosa la exclusión de los migrantes. Es más, la exclusión de los migrantes es criminal, los hace morir delante de nosotros. Y es así que tenemos hoy el Mediterráneo, que es el cementerio más grande del mundo. La exclusión de los migrantes es repugnante, es pecaminosa, es criminal. No abrir la puerta a quien tiene necesidad”, lamentó.

Agradecer
En referencia al único leproso que dio gracias al Señor, el Papa Francisco destacó que este “se postró a los pies de Cristo, es decir, realiza un gesto de adoración, reconoció que Jesús es el Señor, y que Él era más importante que la curación que había recibido”.

No ser agradecido, advirtió el Santo Padre, “es una fea enfermedad espiritual, dar todo por sentado, incluso la fe, incluso nuestra relación con Dios, hasta el punto de convertirnos en cristianos que ya no saben asombrarse, que ya no saben decir ‘gracias’, que no muestran gratitud, que no saben ver las maravillas del Señor”.

Por ello es importante “todos los días, dar gracias al Señor, aprender a darnos las gracias entre nosotros” en todos los ámbitos de la vida, también por aquellos que “muchas veces en silencio rezan, ofrecen, sufren, caminan con nosotros”.

Para concluir, el Papa Francisco alentó a rezar para que los dos nuevos santos “nos ayuden a caminar juntos, sin muros de división; y a cultivar esa nobleza de espíritu tan agradable a Dios que es la gratitud”.

 

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