domingo, 1 de mayo de 2022

¿POR QUÉ SE DEDICA EL MES DE MAYO A LA VIRGEN MARÍA?



¿Por qué se dedica el mes de mayo a la Virgen María?

POR ALMUDENA MARTÍNEZ-BORDIÚ | ACI Prensa

 Crédito: Noticias EWTN


Hoy comienza mayo, un tiempo dedicado por la Iglesia Católica a la Virgen María. Pero, ¿cuándo comenzó exactamente la tradición de este mes mariano? 

La hermana Vittorina Marini, profesora de Mariología en Roma y miembro de la Congregación Hermanas de la Santísima Madre de los Dolores, explicó a ACI Prensa que “durante este tiempo se reconoce la obra de María en la historia de la salvación a partir de su Maternidad Divina”. 

También señaló que en la Iglesia Católica Latina este mes es el tiempo que tradicionalmente se dedica a María, aunque “no coincide para todas las iglesias y el mes elegido puede ser diferente”. 

“Durante este período, la piedad del pueblo cristiano expresa su auténtico amor a la Virgen a través de diversas iniciativas de oración, como el rosario, las procesiones, las peregrinaciones a santuarios marianos o las prácticas piadosas especiales que buscan reconocer y honrar el lugar de la Santísima Virgen en la historia de la salvación y destacar su vínculo maternal con Cristo y con los fieles”. 


La Reina del cielo 

La hermana Vittorina explicó que en la antigua Grecia el mes de mayo estaba consagrado a las divinidades femeninas de la fertilidad o la primavera. 

“En el transcurso de los siglos estos cultos paganos se combinaron con otros rituales y tradiciones populares presentes en Occidente, que se expresaban en homenajes cortesanos de los enamorados a la mujer amada; convirtiendo a mayo en un periodo de fiestas y diversiones, dedicado a la vida y a la maternidad”, explicó a ACI Prensa.  

En un esfuerzo de cristianizar estas fiestas, la Iglesia vinculó a este mes la tradición de rendir homenaje de corazón a la Virgen María, “celebrada como la criatura más elevada y bella entre las mujeres”.  

“En la Iglesia primitiva parece que ya existía una fiesta solemne en honor de la Madre del Señor que se celebraba el 15 de mayo de cada año; sin embargo, el mes completo no se asoció a la Virgen María hasta el siglo XVIII”, apuntó la profesora de Mariología. 

Las primeras prácticas devocionales vinculadas al mes de mayo se encuentran ya en el siglo XVI en Roma con San Felipe Neri, que enseñó a sus jóvenes a adornar la imagen de la Madre de Dios con flores, a cantar sus alabanzas y a ofrecer actos en su honor.  

Además, “a finales del siglo XVII, en el noviciado dominicano de Fiesole (Florencia), el P. Angelo Domenico Guinigi fundó en 1677 una especie de cofradía llamada Comunella, que comenzó a dedicar el mes de mayo a la Virgen con ejercicios de devoción”.  

Según señaló Vittorina, “todavía no era el mes de mayo tal y como lo conocemos hoy, pero tenía en común algunos elementos que todavía encontramos a veces: el canto de las letanías lauretanas o la coronación de María con una corona de rosas” 

De hecho, en la crónica del archivo de Santo Domingo se lee: “Llegada la fiesta de mayo y oyendo la víspera que muchos seglares empezaban a cantar las letanías y a festejar a las criaturas que aman, decidimos que también nosotros queríamos cantárselas a la Santísima Virgen María....”. 

“Así, la reina laica de la primavera se contrapone a la reina del cielo”, señaló.  


Los papas y misioneros 

El mes de mayo mariano tal y como lo conocemos llegó en 1725 de la mano del P. Annibale Dionisi SJ, con su libro titulado Mes de María, y en en el año 1800 la práctica devocional se enriqueció aún más con el rosario, “ligado anteriormente al mes de octubre y que más tarde se extendió al mes de mayo”.

En la primera mitad del siglo XIX, el mes de mayo estaba muy extendido en Europa y América, y poco a poco se fue implantando en diversas partes del mundo gracias a la labor de los misioneros. 

Según indicó Vittorina, “el dogma de la Inmaculada Concepción consolidó en 1854 esta tradición, debido al deseo de los Pontífices y del pueblo cristiano de dar el mayor honor a la Madre del Señor.  Los papas Pío VII, Gregorio XVI y Pío XIX se entregaron a ello y mayo se convirtió en el mes mariano por excelencia y llegó a competir con los momentos álgidos del año litúrgico”. 

“Desde León XIII hasta Pío XII, el Magisterio se interesó por el mes de mayo y lo señaló a los fieles en encíclicas, y a estas recomendaciones se sumaron las cartas pastorales de muchos obispos”.  


La importancia de la devoción mariana

“Todos los Papas, hasta el Papa Francisco, han reafirmado la importancia de la devoción mariana, alentando su difusión entre el pueblo cristiano, especialmente en este mes dedicado a ella. De hecho, serán los mismos Pontífices, en momentos de grave dificultad y necesidad en la Iglesia y en la historia, quienes recomendarán la práctica del mes de mayo, invocando la ayuda de la Santísima Virgen María”.  

En esta línea podemos recordar dos gestos importantes y significativos del Papa Francisco: en mayo de 2021 el rezo del Santo Rosario para pedir el fin de la pandemia y el apoyo a los enfermos heridos por el coronavirus y el acto de consagración de Ucrania y Rusia a María para pedir el fin de la guerra en Ucrania.  

“En este momento de especial sufrimiento en el mundo, los cristianos están llamados una vez más a vivir este tiempo mariano: crecer en la escucha de la Palabra de Dios, orientada a un verdadero testimonio evangélico según las bienaventuranzas e invocar la intercesión de María para que proteja y libere a la humanidad de la destrucción de la guerra”, concluyó la Marióloga.  

¿ME AMAS? MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY III DOMINGO DE RESURRECCIÓN - 1 DE MAYO DE 2022




¿Me amas?


El Evangelio de este domingo nos relata la aparición de Jesús junto al lago, que había sido escenario en el que habían compartido Jesús y sus discípulos momentos memorables: junto al lago escucharon su llamado, allí resonó su predicación, allí realizó numerosos milagros, allí vivieron la terrible experiencia de la tempestad.

 

Ahora Jesús resucitado vuelve al lago para encontrarse con sus discípulos. El evangelista Juan, autor de este testimonio, después de muchos años recordaba detalles precisos de este encuentro: se trataba de la tercera aparición de Jesús resucitado, estaban reunidos siete discípulos -de los cuales identifica a cinco por su nombre y deja en el anonimato a los otros dos-, recuerda que había ciento cincuenta y tres peces en las redes.

 

Este relato se caracteriza por un clima de intimidad muy especial: el grupo de amigos pescadores, el silencio de la noche, la conversación con Jesús, la fogata, la cena...

 

Quisiera invitarlos a profundizar en tres aspectos que son, al mismo tiempo, profundamente humanos y profundamente teológicos: el grupo, el trabajo, la celebración.

 

1. Exploremos el primer aspecto, el grupo: Los discípulos encuentran a Jesús resucitado dentro de su grupo de amigos. La profunda amistad que había unido a estos sencillos pescadores crea un ambiente muy especial que es aprovechado por Jesús.

 

¿Qué mensaje nos comunica este hecho? La experiencia de Jesús no puede ser vivida como algo individual, intimista. La experiencia de Jesús resucitado debe ser vivida en comunidad, la cual se constituye, en primera instancia, por los familiares y amigos que son las personas más cercanas.

 

Las amistades verdaderas son aquellas que nos permiten compartir las alegrías y las tristezas de la vida, y que nos apoyan a lo largo del camino para asumir con paz las responsabilidades.

 

Las amistades falsas son las que se unen alrededor de intereses oscuros y no generan procesos de superación. Por el contrario, nos presionan para obrar en contra de la conciencia.

 

2. Hay un segundo aspecto que vale la pena destacar: el grupo de amigos encuentra a Jesús resucitado en medio de sus actividades cotidianas de pesca:

 

Los discípulos de Jesús tenían la obligación de sostener a sus familias con el fruto de su trabajo. El acompañamiento de Jesús y el proceso de formación que habían vivido no los eximían de esta obligación primaria.

 

Mediante el trabajo obtenemos los recursos para llevar una vida digna y además colaboramos con la obra creadora de Dios. El trabajo de cada día es oración… es el camino de santidad que nos traza Dios, es el lugar donde se nos manifiesta su plan. Las enseñanzas del evangelio y la tradición de la Iglesia nos invitan a cultivar una espiritualidad muy realista que, en palabras de Ignacio de Loyola, gran maestro espiritual, nos conduzca a "buscar y hallar a Dios en todas las cosas". La espiritualidad no puede ser fuerza que conduzca a una fuga de la realidad sino motivación para un compromiso con la transformación del mundo.

 

Los discípulos pescadores encontraron a Jesús resucitado en sus quehaceres cotidianos. Nosotros lo debemos encontrar en el hogar, en la oficina, en el sitio de trabajo.

 

3. Hay un tercer aspecto que nos pone de manifiesto el evangelista Juan: el encuentro de Jesús resucitado con sus amigos pescadores fue ocasión de fiesta y celebración: en una fogata prepararon pescado a las brasas y compartieron el pan. En esta cena íntima a orillas del lago es innegable el clima eucarístico. Los gestos y palabras de Jesús tienen un claro significado de eucaristía. Es el momento más intenso del encuentro del resucitado con los suyos.

 

Después de compartir el pan, Jesús entabla un diálogo con Pedro. Diálogo cargado de afecto y que da una misión. En tres ocasiones Pedro es interrogado por Jesús acerca de su amor, y en tres ocasiones le es confirmada su misión como supremo pastor de la comunidad de los creyentes.

 

Es hora de terminar esta meditación dominical sobre la aparición de Jesús a orillas del lago. Que la profunda experiencia de Jesús resucitado que viven estos amigos mientras realizan sus actividades rutinarias de pesca y que tiene como clímax la cena junto a la hoguera, nos ayude a vivir, dentro un ambiente pascual, los lazos afectivos que nos unen a familiares y amigos, y que lo cotidiano sea un espacio para el diálogo con Jesús.

(Padre Jorge Humberto Peláez S.J.) 

PAPA FRANCISCO: JESÚS RESUCITADO NOS INVITA A LANZARNOS AL BIEN, SIN MIEDO Y SIN CÁLCULOS


 

Papa Francisco: Jesús resucitado nos invita a lanzarnos al bien, sin miedo y sin cálculos

POR WALTER SÁNCHEZ SILVA | ACI Prensa



Antes de rezar el Regina Caeli este domingo, ante una multitud de fieles en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el Papa Francisco afirmó que Jesús resucitado invita a todos a lanzarnos al bien, a volver a empezar con Él especialmente si tenemos las “redes vacías”, y hacerlo con coraje, sin miedo y sin cálculos.

En su reflexión sobre el pasaje del Evangelio de San Juan en el que los discípulos no habían pescado nada y tal vez estaban desmoralizados, el Santo Padre dijo que “también a nosotros nos puede pasar que, por cansancio, desilusión, quizás por pereza, nos olvidemos del Señor y descuidemos las grandes opciones que hemos tomado, para contentarnos con otra cosa”.

“Por ejemplo, no dedicamos tiempo a hablar en familia, y preferimos los pasatiempos personales; nos olvidamos de la oración, dejándonos arrebatar por nuestras necesidades; descuidamos la caridad, con la excusa de las prisas diarias. Pero al hacer esto nos sentimos como Pedro, desmoralizados y con las redes vacías. Es un camino que nos hace retroceder y que no satisface”, explicó el Papa Francisco.

“¿Y qué hace Jesús con Pedro?”, preguntó el Pontífice. “Vuelve de nuevo a la orilla del lago donde había elegido a Pedro, Andrés, Santiago y Juan, a estos cuatro que eligió ahí. No hace reproches, Jesús no reprocha sino que siempre toca el corazón, y llama a los discípulos con ternura: ‘Muchachos’. Luego los invita, come en el pasado, a echar de nuevo las redes con coraje. Y una vez más las redes se llenan hasta lo inverosímil”.

El Papa Francisco resaltó que “cuando en la vida tenemos las redes vacías, no es el momento de autocompadecernos, de divertirnos, de volver a los viejos pasatiempos, no. Es momento de volver a empezar con Jesús, de hallar el valor de recomenzar, de navegar mar adentro con Él. Tres verbos: recomenzar, retomar y volver a empezar el camino”.

“Siempre, ante una desilusión, ante una vida que ha perdido un poco el sentido, ‘hoy siento que voy un poco hacia atrás’, vuelve a empezar con Jesús, vuelve a partir y anda al lago. Él te está esperando y piensa en ti, en mí, en cada uno de nosotros”.

El Papa Francisco destacó que “a Pedro le hacía falta ese sobresalto. Cuando oye a Juan gritar: ‘¡Es el Señor!’, se lanza inmediatamente al agua y nada hasta donde estaba Jesús. Es un gesto de amor, porque el amor va más allá de lo útil, lo conveniente y lo debido; el amor genera asombro, inspira impulsos creativos, gratuitos”.

El Santo Padre subrayó asimismo que “hoy Cristo resucitado nos invita a un nuevo impulso, a todos, a cada uno, a lanzarnos al bien sin miedo a perder algo, sin hacer demasiados cálculos, sin esperar a que empiecen los otros, porque para ir al encuentro de Jesús hay que comprometerse, con coraje. Volver a empezar, arriesgarse”.

“Preguntémonos: ¿soy capaz de un arranque de generosidad o contengo los impulsos del corazón y me cierro en la costumbre, en el miedo? Lanzarse, zambullirse. Esta es la palabra de Jesús”.

El Papa Francisco recordó que, “al final de este episodio, Jesús le hace tres veces a Pedro la pregunta: ‘¿Me amas?’. Hoy el Resucitado nos lo pregunta también a nosotros: ¿Me amas? Porque en la Pascua quiere que resurja también nuestro corazón; porque la fe no es una cuestión de saber, sino de amor”.

“¿Me amas?, te pregunta Jesús a ti, que tienes las redes vacías y miedo de recomenzar; a ti y a mí, a todos nosotros, que no tenemos el valor de lanzarnos y que hemos perdido tal vez el empuje”.

El Papa Francisco resaltó que a la pregunta “¿Me amas?” de Jesús, Pedro responde afirmativamente y “dejó de pescar para siempre y se dedicó al servicio de Dios y de los hermanos, hasta entregar su vida aquí, donde nos encontramos ahora”.

“Y nosotros, ¿queremos amar a Jesús? Que la Virgen, que con prontitud dijo ‘sí’ al Señor, nos ayude a encontrar el impulso del bien”, concluyó.

ESTA ES LA INTENCIÓN DE ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO PARA EL MES DE MAYO 2022



Esta es la intención de oración del Papa Francisco para mayo

POR WALTER SÁNCHEZ SILVA | ACI Prensa

 Crédito: Vatican Media



El Vaticano dio a conocer que la intención de oración del Papa Francisco para este mes de mayo de 2022 es: “por la fe de los jóvenes”.

“Recemos para que los jóvenes, llamados a una vida plena, descubran en María el estilo de la escucha, la profundidad del discernimiento, la valentía de la fe y la dedicación al servicio”, pidió el Papa Francisco para mayo, Mes de María.

Este domingo, luego de la oración mariana del Regina Caeli, el Santo Padre pidió también rezar el Rosario por la paz, especialmente en Ucrania.

En ese sentido, se podría hablar de dos intenciones del Papa Francisco para este mes de mayo: los jóvenes y la paz.

Hace unos meses, la Red Mundial de Oración de Papa dio a conocer todas las intenciones de oración del Papa Francisco para cada uno de los meses de 2022.

“El Papa Francisco confía cada mes a su Red Mundial de Oración, intenciones de oración que expresan sus grandes preocupaciones por la humanidad y por la misión de la Iglesia”, afirma el sitio web de la iniciativa.

“Su intención de oración mensual es una convocatoria mundial para transformar nuestra plegaria en ‘gestos concretos’, es una brújula para una misión de compasión por el mundo”, resalta.

IMÁGENES DE MAYO, MES DE MARÍA












 

EL EVANGELIO DE HOY III DOMINGO DE PASCUA - SAN JOSÉ OBRERO - DOMINGO 1 DE MAYO DE 2022



MISA TERCER DOMINGO DE PASCUA 2022

DOMINGO 1 DE MAYO DE 2022

San José, obrero 2022:



PRIMERA LECTURA DE LA MISA

Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor y no a los hombres


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 14-15. 17. 23-24

Hermanos: Por encima de todo, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón;a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Lo que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor y no a los hombres: sabiendo que recibiréis del Señor en recompensa la herencia. Servid a Cristo Señor.


SALMO RESPONSORIAL

Salmo responsorial Sal 89, 2. 3-4. 12-13. 14 y 16 (R.: cf. 17)


R. Haz prósperas, Señor, las obras de nuestras manos (O bien: Aleluya).

Antes que naciesen los montes

o fuera engendrado el orbe de la tierra,

desde siempre y por siempre tú eres Dios. - R.


reduces el hombre a polvo,

diciendo: «Retornad, hijos de Adán.»

Mil años en tu presencia son un ayer, que paso;una vela nocturna. R.


Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos. R.


Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo. Que tus siervos vean tu acción, y sus hijos tu gloria. R.



Aclamación del Evangelio

Aleluya Sal 67, 20

Bendito el Señor cada día, Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.




EVANGELIO DE LA MISA

¿No es el hijo del carpintero?

Lectura del santo evangelio según san Mateo 13, 54-58

En aquel tiempo, fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada: -«¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?» Y aquello les resultaba escandaloso. Jesús les dijo: -«Solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta.» Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.


Notas

El evangelio de esta memoria es propio.




Domingo III (C) de Pascua

Domingo 1 de mayo de 2022


1ª Lectura (Hch 5,27b-32.40b-41): En aquellos días, el sumo sacerdote interrogó a los apóstoles y les dijo: «¿No os hablamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre».

Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen». Prohibieron a los apóstoles hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Los apóstoles salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús.

Salmo responsorial: 29

R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.


Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante, su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto; por la mañana, el júbilo.


Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

2ª Lectura (Ap 5,11-14): Yo, Juan, en la visión escuché la voz de muchos ángeles: eran millares y millones alrededor del trono y de los vivientes y de los ancianos, y decían con voz potente: «Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza». Y oí a todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra, bajo la tierra, en el mar —todo lo que hay en ellos, que decían: «Al que se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y el poder por los siglos de los siglos». Y los cuatro vivientes respondían: «Amén». Y los ancianos se postraron rindiendo homenaje.

Versículo antes del Evangelio (---): Aleluya. Resucitó Cristo, que creó todas las cosas y ha tenido misericordia del género humano. Aleluya.

Texto del Evangelio (Jn 21,1-19): En aquel tiempo, se apareció Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Se manifestó de esta manera. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. Simón Pedro les dice: «Voy a pescar». Le contestan ellos: «También nosotros vamos contigo». Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada.

Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Díceles Jesús: «Muchachos, ¿no tenéis pescado?». Le contestaron: «No». Él les dijo: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces. El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: «Es el Señor». Al oír Simón Pedro que era el Señor se puso el vestido —pues estaba desnudo— y se lanzó al mar. Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces; pues no distaban mucho de tierra, sino unos doscientos codos.

Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre ellas y pan. Díceles Jesús: «Traed algunos de los peces que acabáis de pescar». Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: «Venid y comed». Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres tú?», sabiendo que era el Señor. Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el pez. Esta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.

Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?». Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos». Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas». Le dice por tercera vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: «¿Me quieres?» y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras». Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: «Sígueme».





«Jesús les dice: ‘Venid y comed’»

Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós

(Barcelona, España)

Hoy, tercer Domingo de Pascua, contemplamos todavía las apariciones del Resucitado, este año según el evangelista Juan, en el impresionante capítulo veintiuno, todo él impregnado de referencias sacramentales, muy vivas para la comunidad cristiana de la primera generación, aquella que recogió el testimonio evangélico de los mismos Apóstoles.

Éstos, después de los acontecimientos pascuales, parece que retornan a su ocupación habitual, como habiendo olvidado que el Maestro los había convertido en “pescadores de hombres”. Un error que el evangelista reconoce, constatando que —a pesar de haberse esforzado— «no pescaron nada» (Jn 21,3). Era la noche de los discípulos. Sin embargo, al amanecer, la presencia conocida del Señor le da la vuelta a toda la escena. Simón Pedro, que antes había tomado la iniciativa en la pesca infructuosa, ahora recoge la red llena: ciento cincuenta y tres peces es el resultado, número que es la suma de los valores numéricos de Simón (76) y de ikhthys (=pescado, 77). ¡Significativo!

Así, cuando bajo la mirada del Señor glorificado y con su autoridad, los Apóstoles, con la primacía de Pedro —manifestada en la triple profesión de amor al Señor— ejercen su misión evangelizadora, se produce el milagro: “pescan hombres”. Los peces, una vez pescados, mueren cuando se los saca de su medio. Así mismo, los seres humanos también mueren si nadie los rescata de la oscuridad y de la asfixia, de una existencia alejada de Dios y envuelta de absurdidad, llevándolos a la luz, al aire y al calor de la vida. De la vida de Cristo, que él mismo alimenta desde la playa de su gloria, figura espléndida de la vida sacramental de la Iglesia y, primordialmente, de la Eucaristía. En ella el Señor da personalmente el pan y, con él, se da a sí mismo, como indica la presencia del pez, que para la primera comunidad cristiana era un símbolo de Cristo y, por tanto, del cristiano.


¡FELIZ DOMINGO!





 

IMÁGENES DEL VÍALUCIS















viernes, 15 de abril de 2022

HACE UN AÑO PARTIÓ A LA CASA DE DIOS, NUESTRO QUERIDO +P. MARCOS TRUJILLO REAÑO OSJ, SACERDOTE PERUANO


 

Recordando a nuestros hermanos Oblatos difuntos:

Oremos por el descanso eterno del + P. Marcos Teófilo Trujillo Reaño, OSJ.

Nació en Huari (Región Ancash) el día 25 de abril de 1969. Ingresó al Noviciado en el Perú el día 19 de marzo de 1989. Emitió su primera profesión el 19 de marzo de 1990 y la profesión perpetua el 19 de marzo de 1998.

Recibió la ordenación sacerdotal por manos de Mons. Dante Frasnelli en la catedral de Huari el 01 de noviembre de 1998.

P. Marcos se caracterizó por ser de carácter jovial, abierto y sincero. Se dedicó con esmero a las obras de la Congregación en el campo pastoral y educativo. Lo recordamos por su capacidad de comunicación compartiendo sus propias ideas con respeto y veracidad. Muy importante su presencia en España donde se ganó la simpatía del Obispo y del clero de Salamanca. Su muerte inesperada y a tan temprana edad deja un vacío en nuestra provincia.

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY VIERNES SANTO 15 DE ABRIL DE 2022



 Viernes Santo

Viernes 15 de abril de 2022



 Ver 1ª Lectura y Salmo

1ª Lectura (Is 52,13–53,12): Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quién creyó nuestro anuncio? ¿A quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado.


Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino?


Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.




Salmo responsorial: 30

R/. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.

A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú, que eres justo, ponme a salvo. A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás.


Soy la burla de todos mis enemigos, la irrisión de mis vecinos, el espanto de mis conocidos; me ven por la calle, y escapan de mí. Me han olvidado como a un muerto, me han desechado como a un cacharro inútil.


Pero yo confío en ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios». En tu mano están mis azares; líbrame de los enemigos que me persiguen.


Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. Sed fuertes y valientes de corazón, los que esperáis en el Señor.

2ª Lectura (Heb 4,14-16; 5,7-9): Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente. Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna.

Versículo antes del Evangelio (Flp 2,8-9): Cristo se hizo por nosotros obediente hasta la muerte, y muerte de Cruz. Por lo cual Dios lo ensalzó; y le dio un nombre, que es sobre todo nombre.

Texto del Evangelio (Jn 18,1—19,42): En aquel tiempo, Jesús pasó con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el que entraron él y sus discípulos. Pero también Judas, el que le entregaba, conocía el sitio, porque Jesús se había reunido allí muchas veces con sus discípulos. Judas, pues, llega allí con la cohorte y los guardias enviados por los sumos sacerdotes y fariseos, con linternas, antorchas y armas. Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta y les pregunta: «¿A quién buscáis?». Le contestaron: «A Jesús el Nazareno». Díceles: «Yo soy». Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos. Cuando les dijo: «Yo soy», retrocedieron y cayeron en tierra. Les preguntó de nuevo: «¿A quién buscáis?». Le contestaron: «A Jesús el Nazareno». Respondió Jesús: «Ya os he dicho que yo soy; así que si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos». Así se cumpliría lo que había dicho: «De los que me has dado, no he perdido a ninguno». Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco. Jesús dijo a Pedro: «Vuelve la espada a la vaina. La copa que me ha dado el Padre, ¿no la voy a beber?».


Entonces la cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, le ataron y le llevaron primero a casa de Anás, pues era suegro de Caifás, el Sumo Sacerdote de aquel año. Caifás era el que aconsejó a los judíos que convenía que muriera un solo hombre por el pueblo. Seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Este discípulo era conocido del Sumo Sacerdote y entró con Jesús en el atrio del Sumo Sacerdote, mientras Pedro se quedaba fuera, junto a la puerta. Entonces salió el otro discípulo, el conocido del Sumo Sacerdote, habló a la portera e hizo pasar a Pedro. La muchacha portera dice a Pedro: «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?». Dice él: «No lo soy». Los siervos y los guardias tenían unas brasas encendidas porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos calentándose. El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su doctrina. Jesús le respondió: «He hablado abiertamente ante todo el mundo; he enseñado siempre en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he hablado nada a ocultas. ¿Por qué me preguntas? Pregunta a los que me han oído lo que les he hablado; ellos saben lo que he dicho». Apenas dijo esto, uno de los guardias que allí estaba, dio una bofetada a Jesús, diciendo: «¿Así contestas al Sumo Sacerdote?». Jesús le respondió: «Si he hablado mal, declara lo que está mal; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?». Anás entonces le envió atado al Sumo Sacerdote Caifás. Estaba allí Simón Pedro calentándose y le dijeron: «¿No eres tú también de sus discípulos?». El lo negó diciendo: «No lo soy». Uno de los siervos del Sumo Sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dice: «¿No te vi yo en el huerto con Él?». Pedro volvió a negar, y al instante cantó un gallo.


De la casa de Caifás llevan a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse y poder así comer la Pascua. Salió entonces Pilato fuera donde ellos y dijo: «¿Qué acusación traéis contra este hombre?». Ellos le respondieron: «Si éste no fuera un malhechor, no te lo habríamos entregado». Pilato replicó: «Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra Ley». Los judíos replicaron: «Nosotros no podemos dar muerte a nadie». Así se cumpliría lo que había dicho Jesús cuando indicó de qué muerte iba a morir. Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: «¿Eres tú el Rey de los judíos?». Respondió Jesús: «¿Dices eso por tu cuenta, o es que otros te lo han dicho de mí?». Pilato respondió: «¿Es que yo soy judío? Tu pueblo y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?». Respondió Jesús: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí». Entonces Pilato le dijo: «¿Luego tú eres Rey?». Respondió Jesús: «Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz». Le dice Pilato: «¿Qué es la verdad?». Y, dicho esto, volvió a salir donde los judíos y les dijo: «Yo no encuentro ningún delito en Él. Pero es costumbre entre vosotros que os ponga en libertad a uno por la Pascua. ¿Queréis, pues, que os ponga en libertad al Rey de los judíos?». Ellos volvieron a gritar diciendo: «¡A ése, no; a Barrabás!». Barrabás era un salteador.


Pilato entonces tomó a Jesús y mandó azotarle. Los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le vistieron un manto de púrpura; y, acercándose a Él, le decían: «Salve, Rey de los judíos». Y le daban bofetadas. Volvió a salir Pilato y les dijo: «Mirad, os lo traigo fuera para que sepáis que no encuentro ningún delito en Él». Salió entonces Jesús fuera llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Díceles Pilato: «Aquí tenéis al hombre». Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: «¡Crucifícalo, crucifícalo!». Les dice Pilato: «Tomadlo vosotros y crucificadle, porque yo ningún delito encuentro en Él». Los judíos le replicaron: «Nosotros tenemos una Ley y según esa Ley debe morir, porque se tiene por Hijo de Dios». Cuando oyó Pilato estas palabras, se atemorizó aún más. Volvió a entrar en el pretorio y dijo a Jesús: «¿De dónde eres tú?». Pero Jesús no le dio respuesta. Dícele Pilato: «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo poder para soltarte y poder para crucificarte?». Respondió Jesús: «No tendrías contra mí ningún poder, si no se te hubiera dado de arriba; por eso, el que me ha entregado a ti tiene mayor pecado». Desde entonces Pilato trataba de librarle. Pero los judíos gritaron: «Si sueltas a ése, no eres amigo del César; todo el que se hace rey se enfrenta al César». Al oír Pilato estas palabras, hizo salir a Jesús y se sentó en el tribunal, en el lugar llamado Enlosado, en hebreo Gabbatá. Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia la hora sexta. Dice Pilato a los judíos: «Aquí tenéis a vuestro Rey». Ellos gritaron: «¡Fuera, fuera! ¡Crucifícale!». Les dice Pilato: «¿A vuestro Rey voy a crucificar?». Replicaron los sumos sacerdotes: «No tenemos más rey que el César». Entonces se lo entregó para que fuera crucificado.


Tomaron, pues, a Jesús, y Él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario, que en hebreo se llama Gólgota, y allí le crucificaron y con Él a otros dos, uno a cada lado, y Jesús en medio. Pilato redactó también una inscripción y la puso sobre la cruz. Lo escrito era: «Jesús el Nazareno, el Rey de los judíos». Esta inscripción la leyeron muchos judíos, porque el lugar donde había sido crucificado Jesús estaba cerca de la ciudad; y estaba escrita en hebreo, latín y griego. Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas: ‘El Rey de los judíos’, sino: ‘Éste ha dicho: Yo soy Rey de los judíos’». Pilato respondió: «Lo que he escrito, lo he escrito». Los soldados, después que crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos, con los que hicieron cuatro lotes, un lote para cada soldado, y la túnica. La túnica era sin costura, tejida de una pieza de arriba abajo. Por eso se dijeron: «No la rompamos; sino echemos a suertes a ver a quién le toca». Para que se cumpliera la Escritura: «Se han repartido mis vestidos, han echado a suertes mi túnica». Y esto es lo que hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.


Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dice: «Tengo sed». Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la acercaron a la boca. Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: «Todo está cumplido». E inclinando la cabeza entregó el espíritu.


Los judíos, como era el día de la Preparación, para que no quedasen los cuerpos en la cruz el sábado —porque aquel sábado era muy solemne— rogaron a Pilato que les quebraran las piernas y los retiraran. Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero y del otro crucificado con Él. Pero al llegar a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza y al instante salió sangre y agua. El que lo vio lo atestigua y su testimonio es válido, y él sabe que dice la verdad, para que también vosotros creáis. Y todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura: «No se le quebrará hueso alguno». Y también otra Escritura dice: «Mirarán al que traspasaron».


Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilato autorización para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se lo concedió. Fueron, pues, y retiraron su cuerpo. Fue también Nicodemo —aquel que anteriormente había ido a verle de noche— con una mezcla de mirra y áloe de unas cien libras. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas con los aromas, conforme a la costumbre judía de sepultar. En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido depositado. Allí, pues, porque era el día de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús.



«Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo: ‘Todo está cumplido’. E inclinando la cabeza entregó el espíritu»


+ Rev. D. Francesc CATARINEU i Vilageliu

(Sabadell, Barcelona, España)

Hoy celebramos el primer día del Triduo Pascual. Por tanto, es el día de la Cruz victoriosa, desde donde Jesús nos dejó lo mejor de Él mismo: María como madre, el perdón —también de sus verdugos— y la confianza total en Dios Padre.

Lo hemos escuchado en la lectura de la Pasión que nos transmite el testimonio de san Juan, presente en el Calvario con María, la Madre del Señor y las mujeres. Es un relato rico en simbología, donde cada pequeño detalle tiene sentido. Pero también el silencio y la austeridad de la Iglesia, hoy, nos ayudan a vivir en un clima de oración, bien atentos al don que celebramos.

Ante este gran misterio, somos llamados —primero de todo— a ver. La fe cristiana no es la relación reverencial hacia un Dios lejano y abstracto que desconocemos, sino la adhesión a una Persona, verdadero hombre como nosotros y, a la vez, verdadero Dios. El “Invisible” se ha hecho carne de nuestra carne, y ha asumido el ser hombre hasta la muerte y una muerte de cruz. Pero fue una muerte aceptada como rescate por todos, muerte redentora, muerte que nos da vida. Aquellos que estaban ahí y lo vieron nos transmitieron los hechos y, al mismo tiempo, nos descubren el sentido de aquella muerte.

Ante este hecho, nos sentimos agradecidos y admirados. Conocemos el precio del amor: «Nadie tiene mayor amor que el de dar la vida por sus amigos» (Jn 15,13). La oración cristiana no es solamente pedir, sino —antes de nada— admirar agradecidos.

Jesús, para nosotros, es modelo que hay que imitar, es decir, reproducir en nosotros sus actitudes. Hemos de ser personas que aman hasta llegar a ser un don para los demás, que confiamos en el Padre en toda adversidad.

Esto contrasta con la atmósfera indiferente de nuestra sociedad; por eso, nuestro testimonio tiene que ser más valiente que nunca, ya que la donación de Cristo es para todos. Como dice Melitón de Sardes, «Este es el que nos sacó de la servidumbre a la libertad, de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida. Él es la Pascua de nuestra salvación».

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