domingo, 20 de diciembre de 2020

MEDITACIÓN DELANTE DEL PESEBRE



 Meditación delante del pesebre


El Señor vuelve a nacer y desde el pesebre nos llama a trabajar por su Reino. “Hallarán a un niño envuelto en pañales acostada en un pesebre”. El Dios de la Vida es el que nace pobre y sencillo en un pesebre de Palestina, una tierra sin mayor importancia para los tiempos del imperio romano.

Ese es nuestro Dios… el que también renace en cada Navidad, para despertar la esperanza y convocar a la conversión y el compromiso. En nuestros días muchas realidades están en pañales, principalmente la justicia y la dignidad. Por eso el mensaje de Navidad tiene una actualidad motivadora y comprometedora. Se trata de anunciar con nuestras vidas, nuestra palabra y nuestro ejemplo que hay una esperanza viva porque ¡Dios está con nosotros! La Biblia nos enseña que en los momentos más inesperados Dios sale al encuentro y cambia la vida, personal y social, porque él es un Dios de la Vida.

Que la Navidad nos encuentre haciendo algo, por pequeño que sea, para sembrar esperanza a nuestro alrededor.

* Enviado por el P. Natalio

NAVIDAD CON TODOS - MEDITACIÓN DE HOY 4° DOMINGO DE ADVIENTO 2020, 20 DE DICIEMBRE DEL 2020



 Navidad con todos


En un ensayo una interna médica atestigua la soledad sentida durante la pandemia Covid. Cuenta de una mujer que tiene problemas visitar a recién nacido que queda en el hospital. Relata otra historia de un agonizante cuya familia no puede despedirse de él por las restricciones de visitantes. Describe la frustración de una mujer que no se permite acompañar a su madre anciana en el departamento de urgencia. Estas historias nos ayudan entender por qué el evangelio hoy constituye “buenas noticias”.

La Navidad nos ayuda superar el sentido de soledad en cualquier tiempo. Pero es particularmente provechosa cuando estamos sometidos a restricciones agudas como ahora. La fiesta celebra la venida del Salvador quien levanta al espíritu para nueva esperanza y consolación. Para apreciar cómo pasa esta maravilla tenemos que sondear quién es este Salvador. Afortunadamente el evangelio según San Lucas nos lo identifica en el pasaje hoy. Además, que contarnos cómo tendrá lugar el nacimiento del hijo de María, ello proclama que es el hijo de David y el Hijo de Dios.

Cuando el ángel Gabriel se le dirige a la virgen María, él da eco a las palabras de Dios a David en la primera lectura. Dice Gabriel Dios dará a su hijo “el trono de David, su padre”. Añade que “su reinado no tendrá fin”. David era el gran rey de Israel. Fue invencible en batalla, pero sometido a Dios en la lucha contra el pecado. Aunque cometió grandes errores, tenía la humildad a pedir perdón a Dios. No obstante, la gloria de Jesús sobrepasará la de David. Con las naciones apoyándolo, él vencerá todo mal. Ni Covid, tan mortal como sea, puede vencerlo.

La victoria puede ser detectada en la producción de las vacunas. La vemos también aún más en los trabajadores que rehúsan a dejar sus puestos en la primera línea. Entre otros muchos médicos, enfermeras, y técnicos cristianos se arriesgan la salud todos los días. Otras personas muestran la victoria de Cristo sobre el mal como voluntarios que ayudan a los marginados en el nombre de Cristo. Nos llena de esperanza ver la repuesta humana a la amenaza del virus. Porque es “hijo de David”, el gran rey, se puede identificar a Jesús como el líder del movimiento.

El evangelio nos muestra la respuesta apropiada a la iniciativa de Dios en hacerse humano. María no evita el llamado de ser madre de Jesús, el Salvador. Dice con firmeza: “’Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho’”. Si la medida de un discípulo es poner en práctica lo que diga el maestro, María se prueba de ser el discípulo modelo. Nosotros podemos seguir a Dios-con-nosotros con tal voluntad. El discipulado en estos días requiere en primer lugar que alabemos al niño Jesús como los pastores de Belén. Queremos rezar en la casa y, si es posible, asistir en la misa del 24. Entonces, ser discípulo nos obliga a apoyar a familiares y amistades celebrar la Navidad beneficialmente. Mucho más que Santa, la Navidad presenta oportunidad de olvidar rencores y buscar la reconciliación. Finalmente, no podemos desconocer a los pobres en este tiempo de bondad. ¿Podríamos hacer alguna cosa en que socorremos a una persona pasando la necesidad verdadera?

 

(Padre Carmelo Mele O.P.)

MEDITACIONES DE ADVIENTO - 20 DE DICIEMBRE



 Meditaciones de Adviento


Considera como en aquel primer instante en que fue creada y unida el alma de Jesucristo a su cuerpecito en el seno de María, el Padre Eterno intimó al Hijo su voluntad, de que muriese por la redención del mundo; y en aquel mismo instante le presentó delante toda la escena funesta de las penas que debía sufrir hasta la muerte, para redimir a los hombres. Le manifestó ya entonces todos los trabajos, desprecios y pobrezas que había de padecer en toda su vida, así en Belén, como en Egipto y en Nazaret; y después le descubrió todos los dolores y las ignominias de su pasión, los azotes, las espinas, los clavos y la cruz; todos los tedios, las tristezas, las agonías y los abandonos en medio de los que había de concluir su vida sobre el Calvario.

Abrahán, llevando el Hijo a la muerte, no quiso afligirle con anticiparle el aviso de ella, por aquel poco tiempo que necesitaba para llegar al monte. Pero el eterno Padre quiso que su Hijo encarnado, destinado por víctima de nuestros pecados a su Divina Justicia, padeciese con mucha anticipación todas las penas a que debía sujetarse en su vida y en su muerte. 

De donde fue, que aquella tristeza sufrida por Jesús en el huerto, bastante para quitarle la vida, la padeció continuamente desde el primer momento que estuvo en el vientre de su Madre. Así que, desde entonces sintió vivamente y sufrió el peso reunido de todos los trabajos, dolores y vituperios que le esperaban. 

Toda la vida de nuestro Redentor, y todos sus años, fueron vida y años de pena y de lágrimas, diciéndonos él mismo por boca de David: Con el dolor ha desfallecido mi vida, y mis años con los gemidos (Sal 30, 11).

Su Divino Corazón no tuvo un momento libre de padecimientos: o velaba, o dormía, o trabajaba, o descansaba, u oraba o conversaba; siempre tenía delante de sus ojos aquella amarga representación; la cual atormentaba más su Alma Santísima, que han atormentado a los santos Mártires todas sus penas.

Estos han padecido, pero ayudados de la gracia padecían con alegría y fervor. 

Jesucristo padeció más, padeció siempre con un corazón lleno de tristeza, y todo lo acepto por amor a nosotros.

(San Alfonso María de Ligorio)

¿POR QUÉ FESTEJAR NAVIDAD?



 ¿Por qué festejar Navidad?


Érase una vez un hombre que no creía en Dios. No tenía reparos en decir lo que pensaba de la religión y las festividades religiosas, como la Navidad. Su mujer, en cambio, era creyente y criaba a sus hijos en la fe en Dios y en Jesucristo, a pesar de los comentarios desdeñosos de su marido. Una Nochebuena en que estaba nevando, la esposa se disponía a llevar a los hijos al oficio navideño de la parroquia de la localidad agrícola donde vivían. Le pidió al marido que los acompañara, pero él se negó.

-¡Qué tonterías! -arguyó-. ¿Por qué Dios se iba a rebajar a descender a la Tierra adoptando la forma de hombre? ¡Qué ridiculez!

Los niños y la esposa se marcharon y él se quedó en casa. Un rato después, los vientos empezaron a soplar con mayor intensidad y se desató una ventisca. Observando por la ventana, todo lo que aquel hombre veía era una cegadora tormenta de nieve. Y decidió relajarse sentado ante la chimenea.

Al cabo de un rato, oyó un golpazo; algo había golpeado la ventana. Luego, oyó un segundo golpe fuerte. Miró hacia afuera, pero no logró ver a más de unos pocos metros de distancia. Cuando empezó amainar la nevada, se aventuró a salir para averiguar qué había golpeado la ventana. En un campo cercano descubrió una bandada de gansos salvajes. Por lo visto iban camino al sur para pasar allí el invierno, y se vieron sorprendidos por la tormenta de nieve y no pudieron seguir. Perdidos, terminaron en aquella finca sin alimento ni abrigo. Daban aletazos y volaban bajo en círculos por el campo, cegados por la borrasca, sin seguir un rumbo fijo. El agricultor dedujo que un par de aquellas aves habían chocado con su ventana. Sintió lástima de los gansos y quiso ayudarlos.

-Sería ideal que se quedaran en el granero -pensó-. Ahí estarán al abrigo y a salvo durante la noche mientras pasa la tormenta.

Dirigiéndose al establo, abrió las puertas de par en par. Luego, observó y aguardó, con la esperanza de que las aves advirtieran que estaba abierto y entraran. Los gansos, no obstante, se limitaron a revolotear dando vueltas. No parecía que se hubieran dado cuenta siquiera de la existencia del granero y de lo que podría significar en sus circunstancias. El hombre intentó llamar la atención de las aves, pero solo consiguió asustarlas y que se alejaran más.

Entró a la casa y salió con algo de pan. Lo fue partiendo en pedazos y dejando un rastro hasta el establo. Sin embargo, los gansos no entendieron. El hombre empezó a sentir frustración. Corrió tras ellos tratando de ahuyentarlos en dirección al granero. Lo único que consiguió fue asustarlos más y que se dispersaran en todas direcciones menos hacia el granero. Por mucho que lo intentara, no conseguía que entraran al granero, donde estarían abrigados y seguros.

-¿Por qué no me seguirán? -exclamó- ¿Es que no se dan cuenta de que ese es el único sitio donde podrán sobrevivir a la nevada?

 

Reflexionando por unos instantes, cayó en la cuenta de que las aves no seguirían a un ser humano.

-Si yo fuera uno de ellos, entonces sí que podría salvarlos - dijo pensando en voz alta.

Seguidamente, se le ocurrió una idea. Entró al establo, agarró un ganso doméstico de su propiedad y lo llevó en brazos, paseándolo entre sus congéneres salvajes. A continuación, lo soltó. Su ganso voló entre los demás y se fue directamente al interior del establo. Una por una, las otras aves lo siguieron hasta que todas estuvieron a salvo.

El campesino se quedó en silencio por un momento, mientras las palabras que había pronunciado hacía unos instantes aún le resonaban en la cabeza:

-Si yo fuera uno de ellos, ¡entonces sí que podría salvarlos!

Reflexionó luego en lo que le había dicho a su mujer aquel día:

-¿Por qué iba Dios a querer ser como nosotros? ¡Qué ridiculez!

De pronto, todo empezó a cobrar sentido. Entendió que eso era precisamente lo que había hecho Dios. Diríase que nosotros éramos como aquellos gansos: estábamos ciegos, perdidos y a punto de perecer. Dios hizo que Su Hijo se volviera como nosotros a fin de indicarnos el camino y, por consiguiente, salvarnos. El agricultor llegó a la conclusión de que ese había sido ni más ni menos el objeto de la Natividad.

Cuando amainaron los vientos y cesó la cegadora nevada, su alma quedó en quietud y meditó en tan maravillosa idea. De pronto comprendió el sentido de la Navidad y por qué había venido Cristo a la Tierra. Junto con aquella tormenta pasajera, se disiparon años de incredulidad.

Hincándose de rodillas en la nieve, elevó su primera plegaria:

"¡Gracias, Señor, por venir en forma humana a sacarme de la tormenta!".

MEDITACIONES DE ADVIENTO - 19 DE DICIEMBRE



Meditaciones de Adviento


Considera cómo después de tantos siglos, después de tantos ruegos y suspiros, aquel Mesías, que no fueron dignos de ver los santos Patriarcas y Profetas, el suspirado de las gentes, nuestro Salvador vino por fin, ha nacido ya y se ha dado todo a nosotros.

El Hijo de Dios se ha hecho pequeñito,  para hacernos grandes: se ha dado todo a nosotros,  para que nosotros nos demos todos a Él; y ha venido a manifestarnos su amor, para que nosotros le correspondamos con el nuestro. 

Recibámoslo, pues, con afecto, amémosle, y recurramos al mismo en todas nuestras necesidades. Los niños, dice san Bernardo, son fáciles en dar aquello que se les pide. 

Jesús ha querido venir tal, por manifestarse propenso y fácil a darnos sus bienes, ya que todos los tesoros están en sus manos, y en ellas puso el Padre todas las cosas, nos dice san Juan (3, 35).

Si queremos luz, Él por esto ha venido para iluminarnos. Si queremos fuerza  para resistir a los enemigos, Jesús ha venido para confortarnos. Si queremos el perdón y la salvación, Él ha venido para perdonarnos y salvarnos. Si, finalmente, queremos el sumo don del amor divino, Él ha venido para inflamarnos; y por esto, sobre todo, se ha hecho niño, y ha querido presentarse a nosotros pobre y humilde, para apartar de nosotros todo temor y conquistarse nuestro amor.

Por otra parte, Jesús ha querido venir de chiquito, para hacerse amar de nosotros, con amor no solo apreciativo, sí también tierno. Todos los niños saben ganarse un especial cariño de quien los guarda. 

¿Quién, pues, no amará con toda la ternura a un Dios viéndole hecho niñito, menesteroso de leche, temblando de frío, pobre, envilecido y abandonado, que llora, que da vagidos en un pesebre sobre paja? Esto hacía exclamar al enamorado san Francisco: Amemos al Niño de Belén, amemos al niño de Belén. Almas venid a amar a un Dios hecho pobre, pequeñito, que es tan amable, y que ha bajado del cielo para darse todo a nosotros.

(San Alfonso María de Ligorio) 

MEDITACIONES DE ADVIENTO - 18 DE DICIEMBRE



 Meditaciones de Adviento


Considera la grande amargura de que debía sentirse afligido y oprimido el corazón de Jesús en el seno de María en aquel primer instante en que el Padre le propuso la serie de trabajos, desprecios, dolores y agonías que había de padecer en su vida, para librar a los hombres de sus miserias. 

Ya Jesús había dicho por el profeta Isaías: El Señor me levanta por la mañana, y yo no me resisto, mi cuerpo di a los que me herían (Is. 50, 4); como si dijera: Desde el primer momento de mi concepción, mi Padre me hizo entender su voluntad de que yo llevase una vida de penas, para ser al fin sacrificado sobre la cruz. 

Y ¡Oh almas! Todo lo acepté por vuestra salvación, y desde entonces entregué mi cuerpo a los azotes, a los clavos y a la muerte. Pondera aquí que cuanto padeció Jesucristo en su Pasión, todo se le puso delante, estando aún en el vientre de su Madre, y todo lo aceptó con amor; pero al hacer esta aceptación, y al vencer la natural repugnancia de los sentidos ¡Oh Dios! ¡Qué angustias y opresión no padeció el corazón de Jesús! Comprendió bien lo que primeramente había de sufrir, con estar encerrado por nueve meses en aquella cárcel oscura del vientre de María; con las humillaciones y penalidades del nacimiento, siendo el lugar de este una gruta fría que servía de establo a las bestias; con haber de pasar después treinta años entretenido en el taller de un artesano: al ver, por fin, que había de ser tratado por los hombres de ignorante,  de esclavo de seductor, y reo de muerte, las más infame y dolorosa que se daba a los malvados. 

Todo, pues, lo aceptó el Redentor nuestro en todos los momentos, y en todos ellos venía a padecer reunidas en sí mismo todas las penas y abatimientos que después había de sufrir hasta la muerte.

Continuamente tuvo a la vista vergüenza, especialmente aquella que debía causarle algún día verse despojado, desnudo, azotado y colgado de tres garfios de hierro,  terminando así su vida entre vituperios y las maldiciones de aquellos mismos por quienes moría.

Se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Y ¿Por qué? Por salvar a nosotros miserables pecadores.

(San Alfonso María de Ligorio)

EL PAPA FRANCISCO ADVIERTE: EL CONSUMISMO HA SECUESTRADO LA NAVIDAD



 Papa Francisco advierte: El consumismo ha secuestrado la Navidad

Redacción ACI Prensa

Foto: Vatican Media



Durante el rezo del Ángelus de este Domingo 20 de diciembre el Papa Francisco advirtió que “el consumismo ha secuestrado la Navidad” por lo que invitó a imitar la generosidad de la Virgen María para preparar mejor la próxima Navidad.

En primer lugar, el Santo Padre invitó “para que Jesús nazca en nosotros, preparemos el corazón, vayamos a rezar, no nos dejemos llevar por el consumismo: debo comprar los regalos… esa frenesí de hacer cosas, ¡lo importante es Jesús!”.

“El consumismo, hermanos y hermanas, nos ha secuestrado la Navidad. El consumismo no está en el pesebre de Belén, está la realidad, la pobreza, el amor”, afirmó.

En esta línea, el Pontífice exhortó a vivir la solidaridad con los más necesitados y sugirió que “en estos tiempos difíciles, en lugar de quejarnos de lo que la pandemia nos impide hacer, hagamos algo por los que tienen menos: no el enésimo regalo para nosotros y nuestros amigos, sino para una persona necesitada en la que nadie piensa”.


Imitar a la Virgen María

Al reflexionar en el pasaje del Evangelio del cuarto y último Domingo de Adviento del Evangelio de San Lucas que relata la Anunciación del arcángel Gabriel a la Virgen María, el Santo Padre alentó a preparar “el corazón como el de María, libre del mal, acogedor, dispuesto a acoger a Dios”.

En este sentido, el Papa destacó que la respuesta de la Virgen María “Hágase en mí según tu palabra” es “la invitación a dar un paso concreto hacia la Navidad. Porque si el nacimiento de Jesús no toca nuestra vida, la tuya, la mía, pasa en vano”.

“Que la Virgen nos ayude a decirlo con nuestra vida con la actitud en estos últimos días para prepararnos a la Navidad”, animó el Santo Padre.

Asimismo, el Pontífice destacó que el anuncio que recibió María parecía “un anuncio de alegría pura, destinado a hacer feliz a la Virgen” porque las mujeres de esa época soñaban con convertirse en la madre del Mesías.

Sin embargo, el Santo Padre recordó que “junto con la alegría, esas palabras predicen a María una gran prueba. ¿Por qué? Porque en aquel momento estaba ‘desposada’ con José, no estaba casada” y agregó que “en una situación como esa, la Ley de Moisés establecía que no debía haber relación ni cohabitación. Por lo tanto, si tenía un hijo, María habría transgredido la Ley, y las penas para las mujeres eran terribles: se preveía la lapidación”.

“Ciertamente el mensaje divino habrá colmado el corazón de María de luz y fuerza; sin embargo, se encontró ante una decisión crucial: decir ‘sí’ a Dios, arriesgándolo todo, incluso su vida, o declinar la invitación y seguir con su camino ordinario”.

De este modo, el Santo Padre se detuvo en el famoso fiat de María con la expresión “Hágase en mí según tu palabra” para destacar la respuesta generosa que “no es una resignación” y explicó que “no expresa una aceptación débil y desganada, sino que expresa un deseo fuerte y vivo. No es pasiva, sino activa. No sufre a Dios, se adhiere a Dios. Es una enamorada dispuesta a servir a su Señor en todo e inmediatamente. Podría haber pedido más tiempo para pensarlo, o más explicaciones sobre lo que pasaría; quizás podría haber puesto algunas condiciones... En cambio, no se toma tiempo, no hace esperar a Dios, no aplaza”.

“¡Cuántas veces nuestra vida está hecha de aplazamientos, incluso nuestra vida espiritual! Por ejemplo, sé que me hace bien rezar, pero hoy no tengo tiempo, mañana, aplazamos las cosas; sé que ayudar a alguien es importante, si debo hacerlo, lo haré mañana. La misma cadena de aplazamientos”, advirtió el Papa.

Por último, el Santo Padre concluyó que “a las puertas de la Navidad, María nos invita a no aplazar, a decir sí” y reconoció que “cada ‘sí’ cuesta, pero siempre es menos de lo que le costó a ella ese valiente y decidido ‘sí’, ese "hágase en mí según tu palabra" que nos trajo la salvación”.

“Y nosotros ¿cuáles ‘sí’ podemos decir?”, preguntó.

A continuación, el Evangelio comentado por el Papa Francisco:

San Lucas 1,26-38

26 Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. 28 Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»

29 Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. 30 El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; 31 vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. 2 Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; 33 reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.»

34 María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» 35 El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. 36 Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, 37 porque ninguna cosa es imposible para Dios.»

38 Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue.

PAPA FRANCISCO: LOS PESEBRES REALIZAN UNA CATEQUESIS DE FE AL PUEBLO DE DIOS



Los pesebres realizan una catequesis de fe al pueblo de Dios, 

dice el Papa

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa

 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




El Papa Francisco destacó que muchos pesebres “realizan una catequesis de fe al pueblo de Dios”. Así lo indicó este Domingo 20 de diciembre después del rezo del Ángelus ante los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro del Vaticano.

El Santo Padre recordó que este año la exposición “100 pesebres en el Vaticano” se lleva a cabo bajo la columnata que rodea la Plaza de San Pedro y señaló que “son muchos los pesebres que realizan una catequesis de fe al pueblo de Dios”.

Por ello, el Papa invitó a visitar los pesebres bajo la columnata “para entender cómo la gente trata de mostrar con el arte cómo nació Jesús” y añadió que los pesebres que están bajo la columnata son “una gran catequesis de nuestra fe”.

La iniciativa “100 pesebres en el Vaticano” es organizada por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización y será posible visitar la exposición en forma gratuita de las 10:00 a.m. a las 8:00 p.m. hasta el próximo 10 de enero.

El presidente de este Consejo Pontificio, Mons. Rino Fisichella, dijo previamente a ACI Prensa que la exposición “100 pesebres en el Vaticano” quiere ser “un signo de esperanza” en esta Navidad. 

En esta línea, Mons. Fisichella describió que “el pesebre nos relata la historia de Dios que se hace uno de nosotros porque nos ama y esto nos da la certeza de ir hacia adelante y de mirar al futuro con mayor serenidad”.

“El pesebre dice esperanza porque nos indica que Dios viene en medio de nosotros para dar sentido a nuestra vida”, indicó el presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización.

Por último, Mons. Fisichella señaló a ACI Prensa que el haber colocado los pesebres bajo la columnata de Bernini “destaca la belleza de la obra de arte que se conjuga con la sencillez de los pesebres que son también una expresión del arte popular, del arte que encuentra con la fantasía la capacidad de dejarse provocar por la belleza del misterio de Dios”.

“No olvidemos que la columnata de Bernini quiere representar también un gran abrazo y haber realizado aquí la exposición de los pesebres significa continuar el abrazo, la solidaridad, el amor y la cercanía que Dios tiene por los hombres”, concluyó el arzobispo.

ORACIÓN FAMILIAR PARA EL 4° DOMINGO DE ADVIENTO 2020

 


 

Oración familiar para el Cuarto Domingo de Adviento 2020

Redacción ACI Prensa




Este cuarto domingo de Adviento se enciende la última vela de la Corona de Adviento como símbolo de que el Señor está cerca y viene a traernos la alegría de la paz. Aquí la liturgia para orar junto con María, quien es “Morada de la Luz”.

Se recomienda poner en un lugar especial la corona de Adviento con alguna imagen de la Virgen, crear un ambiente de recogimiento con poca luz, nombrar a un lector especial, así como a un monitor principal, que puede ser el papá o la mamá. Para iniciar la oración, las tres primeras velas deben estar encendidas.


TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

MONITOR: Alegrémonos porque el Señor está cerca de nosotros y viene a traernos la reconciliación. Encenderemos la cuarta y última vela de nuestra corona. Que este símbolo nos recuerde la proximidad de la venida del Señor Jesús, que viene a traernos alegría y esperanza. Iniciemos la oración de esta semana cantando MORADA DE LA LUZ (u otro canto apropiado).


CELEBREMOS UNIDOS A LA VIRGEN MARÍA,

PORQUE ESTÁBAMOS CIEGOS Y NOS DIO A LUZ EL DÍA,

PORQUE ESTÁBAMOS TRISTES Y NOS DIO LA ALEGRÍA.


1. Mujer tan silenciosa y encumbrada, ahora más que el sol, recibes en tu vientre al mismo Dios, al que es tu Creador.


2. Lo que Eva en una tarde misteriosa buscando nos perdió, Tú, Madre, lo devuelves florecido en fruto salvador.


3. Tú que eres bella puerta del Rey sumo, Morada de la Luz, la puerta nos abriste de los cielos al darnos a Jesús.


LECTOR: Lectura tomada del Evangelio según San Lucas 1, 39-49:

En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».

María dijo entonces: «Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador, porque el miró con bondad la pequeñez de tu servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso he hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo!»


MONITOR: La presencia del Señor Jesús entre nosotros nos llena de gozo y alegría. Es la Madre quien nos lo hace cercano, quien permite que esa Luz llegue a nosotros e ilumine nuestra vida. En compañía de Santa María encendamos la última vela de nuestra corona de Adviento mientras cantamos.

(Una persona enciende la cuarta vela mientras se entona el canto que se propone a continuación o uno apropiado).




HOY SE ENCIENDE UNA LLAMA (u otro canto apropiado)

Hoy se enciende una llama

en la corona de Adviento

que arda nuestra esperanza

en el corazón despierto

y al calor de la Madre

caminemos este tiempo.

Un primer lucero se enciende

anunciando al Rey que viene

preparad corazones

allánense los senderos.

CORO

Crecen nuestros anhelos al ver

la segunda llama nacer

como dulce rocío vendrá

el Mesías hecho Niño.

CORO

Nuestro gozo hoy quiere cantar

por ver tres luceros brillar

con María esperamos al Niño

con alegría.

CORO

Huyen las tinieblas al ver

cuatro llamas resplandecer

ya la gloria está cerca

levanten los corazones.

CORO

(Se pueden hacer alguna peticiones acudiendo a la intercesión de la Virgen María y respondiendo después de cada petición: POR INTERCESIÓN DE TU MADRE, ESCÚCHANOS SEÑOR.)


MONITOR: Oremos.

Padre misericordioso, que quisiste que tu Hijo se encarnara en el seno de Santa María Virgen, escucha nuestra súplicas y concédenos tu gracia para que sepamos acoger al Señor Jesús, tu Hijo, que contigo vive y reina en unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.


TODOS: Amén.

TODOS: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

EL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 4 DE ADVIENTO - 20 DE DICIEMBRE DEL 2020



 Lecturas de hoy Domingo 4º de Adviento - Ciclo B

Hoy, domingo, 20 de diciembre de 2020



Primera lectura

Lectura del segundo libro de Samuel (7,1-5.8b-12.14a.16):

Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: «Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.»

Natán respondió al rey: «Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.»

Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor: «Ve y dile a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo, lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mí presencia; tu trono permanecerá por siempre.»


Palabra de Dios



Salmo

Sal 88,2-3.4-5.27.29

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor


Cantaré eternamente las misericordias del Señor,

anunciaré tu fidelidad por todas las edades.

Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,

más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R/.


«Sellé una alianza con mi elegido,

jurando a David, mi siervo:

"Te fundaré un linaje perpetuo,

edificaré tu trono para todas las edades."» R/.


Él me invocará: «Tú eres mi padre,

mi Dios, mi Roca salvadora.»

Le mantendré eternamente mi favor,

y mi alianza con él será estable. R/.


Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (16,25-27):

Al que puede fortaleceros según el Evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús, revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en los escritos proféticos, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe al Dios, único sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.


Palabra de Dios


Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,26-38):

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.

El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.

El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»

Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»

El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»

María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»

Y la dejó el ángel.


Palabra del Señor





«Vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús»


Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM

(Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio tiene el tono de un cuento popular. Las rondallas empiezan así: «Había una vez...», se presentan los personajes, la época, el lugar y el tema. Ésta llegará al punto álgido con el nudo de la narración; finalmente, hay el desenlace.

San Lucas, de modo semejante, nos cuenta, con tono popular y asequible, la historia más grande. Presenta, no una narración creada por la imaginación, sino una realidad tejida por el mismo Dios con colaboración humana. El punto álgido es: «Vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús» (Lc 1,31).

Este mensaje nos dice que la Navidad está ya cercana. María nos abrirá la puerta con su colaboración en la obra de Dios. La humilde doncella de Nazaret escucha sorprendida el anuncio del Ángel. Precisamente rogaba que Dios enviara pronto al Ungido, para salvar el mundo. Poco se imaginaba, en su modesto entendimiento, que Dios la escogía justamente a Ella para realizar sus planes.

María vive unos momentos tensos, dramáticos, en su corazón: era y quería permanecer virgen; Dios ahora le propone una maternidad. María no lo entiende: «¿Cómo se hará eso?» (Lc 1,34), pregunta. El Ángel le dice que virginidad y maternidad no se contradicen, sino que, por la fuerza del Espíritu Santo, se integran perfectamente. No es que Ella ahora lo entienda mejor. Pero ya le es suficiente, pues el prodigio será obra de Dios: «A Dios nada le es imposible» (Lc 1,38). Por eso responde: «Que se cumplan en mi tus palabras» (Lc 1,38). ¡Que se cumplan! ¡Que se haga! ¡Fiat! Sí. Total aceptación de la Voluntad de Dios, medio a tientas, pero sin condiciones.

En aquel mismo instante, «la Palabra se hizo Carne y habitó entre nosotros» (Jn 1,14). Aquel cuento popular deviene a un mismo tiempo la realidad más divina y más humana. Pablo VI escribió el año 1974: «En María vemos la respuesta que Dios da al misterio del hombre; y la pregunta que el hombre hace sobre Dios y la propia vida».

¡FELIZ DOMINGO!





 

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