lunes, 2 de noviembre de 2020

UNA SONRISA



 Una sonrisa


Esta mañana te sugiero medir el nivel de tu alegría y, si lo encuentras algún tanto más bajo de lo conveniente, esboza una sonrisa frente al espejo y mantenla por un minuto, mientras te repites “así quiero estar hoy, y así estaré con tu ayuda, Señor”. Esto es tan efectivo como tomar una aspirina para sacarse el dolor de cabeza. La alegría es una opción.

¿Cuánto cuesta una sonrisa? –Nada. ¿Cuánto beneficio nos puede dar? –Mucho. ¿Qué tiempo dura? –Un instante. ¿Y cuánto perdura en la memoria? –A veces toda la vida. ¿Quién es tan rico que no la necesite? –Nadie. ¿Quién es tan pobre que no pueda regalarla?  –Ninguno. ¿Se empobrece el que la da? –Al contrario, se enriquece. ¿Se puede comprar, vender o robar? –Sólo se puede ofrecer gratuitamente. ¿Y quién es el que está más necesitado de una sonrisa? –Aquél  que  no tiene ninguna  para  dar.

Defiende y cultiva la alegría. El sentido del humor te ayudará a encarar las situaciones estresantes de la vida. Ríe, y tus cargas serán aliviadas. Ríe, y tu vida se alargará. Ríe cuando más lo necesites. Si eres capaz de reírte de una situación, por más dolorosa que sea, podrás superarla. Que sepas fomentar hoy tu capacidad de alegría.


* Enviado por el P. Natalio

PAZ, ESPERANZA Y GOZO



Paz, esperanza y gozo



“Nosotros los creyentes, cuando rezamos por nuestros muertos, nos reencontramos con ellos en una misteriosa comunión de fe, esperanza y amor. Ellos han transpuesto ya  la frontera del tiempo y entrado en el ámbito de la eternidad, propio de Dios. Pero aunque hayan dejado de existir para nuestro mundo físico, siguen viviendo, con todo, en el mismo mundo espiritual en que vivimos nosotros.

 

Siempre que hacemos oración por ellos, los encontramos dentro del infinito abrazo con que estrecha Dios a cuantos lo aman. He aquí el motivo de por qué, quienes nos hemos abierto por la fe a un sentido cristiano de la muerte, no nos dejamos abatir por el pesimismo o la desesperación. Desde luego, cuando se produce el deceso de algún ser querido, los creyentes experimentamos, como cualquier ser humano, un profundo dolor. Nuestro corazón puede derramar lágrimas de sangre. Nuestra sensibilidad puede haber quedado destrozada. Pero en la zona más secreta del alma, la fe nos hace vivir una experiencia de paz, esperanza y gozo.

 

Paz, esperanza y gozo que surgen de saber con seguridad que ellos, nuestros muertos, viven. No podemos precisar cómo ni dónde, pero sabemos que viven. Así como sabemos que un día nos volveremos a encontrar definitivamente con ellos, para compartir en plenitud la existencia trascendente que ellos ya viven”. (H. Valla). Que Cristo, “resurrección y vida”, aliente tu esperanza.


* Enviado por el P. Natalio

DÍA DE LOS FIELES DIFUNTOS: PAPA FRANCISCO PIDE REZAR POR LAS VÍCTIMAS DE COVID-19

 


Día de los fieles difuntos: Papa Francisco pide rezar por las víctimas del COVID-19

Redacción ACI Prensa

Foto: Vatican Media



En el día de la conmemoración de todos los fieles difuntos, el Papa Francisco animó a rezar por quienes han fallecido, especialmente por las víctimas del COVID-19.

El Santo Padre pidió recordar en la oración este 2 de noviembre, a través de un mensaje de su cuenta oficial de Twitter @Pontifex_es, a quienes “han muerto solos, sin la caricia de sus seres queridos”.

Además, el Papa solicitó rezar “por todas las personas que han dado la vida por servir a los enfermos”.

Este año, el Vaticano facilitó la obtención de la indulgencia plenaria en la fiesta de Todos los Santos y en el día de los Fieles Difuntos.

Por medio de un Decreto firmado por el Penitenciario Mayor, Cardenal Mauro Piacenza, con mandato del Papa Francisco, la Santa Sede amplió las indulgencias plenarias a todo el mes de noviembre.

“La indulgencia plenaria el 2 de noviembre, establecida con ocasión de la conmemoración de Todos los Fieles Difuntos para los que visiten piadosamente una iglesia u oratorio y reciten allí el Padre Nuestro y el Credo, puede ser transferida no sólo al domingo anterior o posterior o al día de la solemnidad de Todos los Santos, sino también a otro día del mes de noviembre, libremente elegido por cada uno de los fieles”, indicó el Decreto. 

En 2019, el Santo Padre presidió la Eucaristía en las catacumbas de Priscila de Roma, en donde destacó que “la identidad del cristiano es esta, la de las bienaventuranzas, no hay otra. ¡Si tú haces esto, si tú vives así, tú eres cristiano!”, exclamó el Papa, quien agregó que no sirve de nada pertenecer a una asociación o a un movimiento, si no se viven las bienaventuranzas. “O tú vives así o no eres cristiano. Simplemente, lo ha dicho el Señor”.

Este año, el Pontífice presidirá la Misa por los difuntos en forma privada, sin presencia de fieles debido a las medidas sanitarias adoptadas para evitar contagios del COVID-19.

La Misa será en el Campo Santo Teutónico, cementerio que se encuentra en el interior de los muros de la Ciudad del Vaticano, a las 04:00 p.m. (hora local). Al finalizar rezará brevemente en las Grutas Vaticanas, localizadas debajo de la Basílica de San Pedro en donde se encuentran las tumbas de varios Papas, allí rezará por los Pontífices difuntos.

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 2 DE NOVIEMBRE DEL 2020 - CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS

 



 Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos

2 de noviembre de 2020


Conmemoración de los Fieles Difuntos


Lecturas del día:

Primera opción


Primera lectura

Sabiduría 3:1-9

1 En cambio, las almas de los justos están en las manos de Dios y no les alcanzará tormento alguno.

2 A los ojos de los insensatos pareció que habían muerto; se tuvo por quebranto su salida,

3 y su partida de entre nosotros por completa destrucción; pero ellos están en la paz.

4 Aunque, a juicio de los hombres, hayan sufrido castigos, su esperanza estaba llena de inmortalidad;

5 por una corta corrección recibirán largos beneficios. pues Dios los sometió a prueba y los halló dignos de sí;

6 como oro en el crisol los probó y como holocausto los aceptó.

7 El día de su visita resplandecerán, y como chispas en rastrojo correrán.

8 Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos y sobre ellos el Señor reinará eternamente.

9 Los que en él confían entenderán la verdad y los que son fieles permanecerán junto a él en el amor, porque la gracia y la misericordia son para sus santos y su visita para sus elegidos.

__________________________

Salmo responsorial

Salmo 27:1, 4, 7-9, 13-14

1 Yahveh es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer? Yahveh, el refugio de mi vida, ¿por quién he de temblar?

4 Una cosa he pedido a Yahveh, una cosa estoy buscando: morar en la Casa de Yahveh, todos los días de mi vida, para gustar la dulzura de Yahveh y cuidar de su Templo.

7 Escucha, Yahveh, mi voz que clama, ¡tenme piedad, respóndeme!

8 Dice de ti mi corazón: «Busca su rostro.» Sí, Yahveh, tu rostro busco:

9 No me ocultes tu rostro. No rechaces con cólera a tu siervo; tú eres mi auxilio. No me abandones, no me dejes, Dios de mi salvación.

13 ¡Ay, si estuviera seguro de ver la bondad de Yahveh en la tierra de los vivos!

14 Espera en Yahveh, ten valor y firme corazón, espera en Yahveh.

_____________________________

Segunda lectura

Romanos 5:5-11

5 y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado.

6 En efecto, cuando todavía estábamos sin fuerzas, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; -

7 en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir -;

8 mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.

9 ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos de la cólera!

10 Si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida!

11 Y no solamente eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.

_________________________

Evangelio

Juan 11:17-27

17 Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.

18 Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios,

19 y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano.

20 Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa.

21 Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.

22 Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.»

23 Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará.»

24 Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.»

25 Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá;

26 y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?»

27 Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.»






Segunda opción

Primera lectura

Sabiduría 3:1-9

1 En cambio, las almas de los justos están en las manos de Dios y no les alcanzará tormento alguno.

2 A los ojos de los insensatos pareció que habían muerto; se tuvo por quebranto su salida,

3 y su partida de entre nosotros por completa destrucción; pero ellos están en la paz.

4 Aunque, a juicio de los hombres, hayan sufrido castigos, su esperanza estaba llena de inmortalidad;

5 por una corta corrección recibirán largos beneficios. pues Dios los sometió a prueba y los halló dignos de sí;

6 como oro en el crisol los probó y como holocausto los aceptó.

7 El día de su visita resplandecerán, y como chispas en rastrojo correrán.

8 Juzgarán a las naciones y dominarán a los pueblos y sobre ellos el Señor reinará eternamente.

9 Los que en él confían entenderán la verdad y los que son fieles permanecerán junto a él en el amor, porque la gracia y la misericordia son para sus santos y su visita para sus elegidos.

_________________________

Salmo responsorial

Salmo 23:1-6

1 Salmo. De David. Yahveh es mi pastor, nada me falta.

2 Por prados de fresca hierba me apacienta. Hacia las aguas de reposo me conduce,

3 y conforta mi alma; me guía por senderos de justicia, en gracia de su nombre.

4 Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado, ellos me sosiegan.

5 Tú preparas ante mí una mesa frente a mis adversarios; unges con óleo mi cabeza, rebosante está mi copa.

6 Sí, dicha y gracia me acompañarán todos los días de mi vida; mi morada será la casa de Yahveh a lo largo de los días.

__________________________________

Segunda lectura

Romanos 5:5-11

5 y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado.

6 En efecto, cuando todavía estábamos sin fuerzas, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; -

7 en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir -;

8 mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.

9 ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos de la cólera!

10 Si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida!

11 Y no solamente eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.

___________________________________

Evangelio

Juan 11:17-27

17 Cuando llegó Jesús, se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro.

18 Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios,

19 y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano.

20 Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa.

21 Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano.

22 Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá.»

23 Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará.»

24 Le respondió Marta: «Ya sé que resucitará en la resurrección, el último día.»

25 Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá;

26 y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?»

27 Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.»

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«Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino»

Fra. Agustí BOADAS Llavat OFM

(Barcelona, España)


Hoy, el Evangelio evoca el hecho más fundamental del cristiano: la muerte y resurrección de Jesús. Hagamos nuestra, hoy, la plegaria del Buen Ladrón: «Jesús, acuérdate de mí» (Lc 23,42). «La Iglesia no ruega por los santos como ruega por los difuntos, que duermen en el Señor, sino que se encomienda a las oraciones de aquéllos y ruega por éstos», decía san Agustín en un Sermón. Una vez al año, por lo menos, los cristianos nos preguntamos sobre el sentido de nuestra vida y sobre el sentido de nuestra muerte y resurrección. Es el día de la conmemoración de los fieles difuntos, de la que san Agustín nos ha mostrado su distinción respecto a la fiesta de Todos los Santos.

Los sufrimientos de la Humanidad son los mismos que los de la Iglesia y, sin duda, tienen en común que todo sufrimiento humano es de algún modo privación de vida. Por eso, la muerte de un ser querido nos produce un dolor tan indescriptible que ni tan sólo la fe puede aliviarlo. Así, los hombres siempre han querido honrar a los difuntos. La memoria, en efecto, es un modo de hacer que los ausentes estén presentes, de perpetuar su vida. Pero sus mecanismos psicológicos y sociales amortiguan los recuerdos con el tiempo. Y si eso puede humanamente llevar a la angustia, cristianamente, gracias a la resurrección, tenemos paz. La ventaja de creer en ella es que nos permite confiar en que, a pesar del olvido, volveremos a encontrarlos en la otra vida.


Una segunda ventaja de creer es que, al recordar a los difuntos, oramos por ellos. Lo hacemos desde nuestro interior, en la intimidad con Dios, y cada vez que oramos juntos, en la Eucaristía, no estamos solos ante el misterio de la muerte y de la vida, sino que lo compartimos como miembros del Cuerpo de Cristo. Más aún: al ver la cruz, suspendida entre el cielo y la tierra, sabemos que se establece una comunión entre nosotros y nuestros difuntos. Por eso, san Francisco proclamó agradecido: «Alabado seas, mi Señor, por nuestra hermana, la muerte corporal».

FIELES DIFUNTOS, MEMORIA LITÚRGICA, 2 DE NOVIEMBRE

 



 Fieles difuntos

Memoria litúrgica, 2 de noviembre


Por: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net


Conmemoración de todos los fieles difuntos. La Santa Madre Iglesia, después de su solicitud en celebrar con las debidas alabanzas la dicha de todos sus hijos bienaventurados en el cielo, se interesa ante el Señor en favor de las almas de cuantos nos precedieron con el signo de la fe y duermen en la esperanza de la resurrección, y por todos los difuntos desde el principio del mundo, cuya fe sólo Dios conoce, para que, purificados de toda mancha del pecado y asociados a los ciudadanos celestes, puedan gozar de la visión de la felicidad eterna.


Un poco de historia

La tradición de rezar por los muertos se remonta a los primeros tiempos del cristianismo, en donde ya se honraba su recuerdo y se ofrecían oraciones y sacrificios por ellos.

Cuando una persona muere ya no es capaz de hacer nada para ganar el cielo; sin embargo, los vivos sí podemos ofrecer nuestras obras para que el difunto alcance la salvación.

Con las buenas obras y la oración se puede ayudar a los seres queridos a conseguir el perdón y la purificación de sus pecados para poder participar de la gloria de Dios.

A estas oraciones se les llama sufragios. El mejor sufragio es ofrecer la Santa Misa por los difuntos.

Debido a las numerosas actividades de la vida diaria, las personas muchas veces no tienen tiempo ni de atender a los que viven con ellos, y es muy fácil que se olviden de lo provechoso que puede ser la oración por los fieles difuntos. Debido a esto, la Iglesia ha querido instituir un día, el 2 de noviembre, que se dedique especialmente a la oración por aquellas almas que han dejado la tierra y aún no llegan al cielo.

La Iglesia recomienda la oración en favor de los difuntos y también las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia para ayudarlos a hacer más corto el periodo de purificación y puedan llegar a ver a Dios. "No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos".

Nuestra oración por los muertos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión a nuestro favor. Los que ya están en el cielo interceden por los que están en la tierra para que tengan la gracia de ser fieles a Dios y alcanzar la vida eterna.

Para aumentar las ventajas de esta fiesta litúrgica, la Iglesia ha establecido que si nos confesamos, comulgamos y rezamos el Credo por las intenciones del Papa entre el 1 y el 8 de noviembre, “podemos ayudarles obteniendo para ellos indulgencias, de manera que se vean libres de las penas temporales debidas por sus pecados”. (CEC 1479)





Costumbres y tradiciones.

El altar de muertos

Es una costumbre mexicana relacionada con el ciclo agrícola tradicional. Los indígenas hacían una gran fiesta en la primera luna llena del mes de noviembre, para celebrar la terminación de la cosecha del maíz. Ellos creían que ese día los difuntos tenían autorización para regresar a la tierra, a celebrar y compartir con sus parientes vivos, los frutos de la madre tierra.

Para los aztecas la muerte no era el final de la vida, sino simplemente una transformación. Creían que las personas muertas se convertirían en colibríes, para volar acompañando al Sol, cuando los dioses decidieran que habían alcanzado cierto grado de perfección.

Mientras esto sucedía, los dioses se llevaban a los muertos a un lugar al que llamaban Mictlán, que significa “lugar de la muerte” o “residencia de los muertos” para purificarse y seguir su camino.

Los aztecas no enterraban a los muertos sino que los incineraban.

La viuda, la hermana o la madre, preparaba tortillas, frijoles y bebidas. Un sacerdote debía comprobar que no faltara nada y al fin prendían fuego y mientras las llamas ardían, los familiares sentados aguardaban el fin, llorando y entonando tristes canciones. Las cenizas eran puestas en una urna junto con un jade que simbolizaba su corazón.

Cada año, en la primera noche de luna llena en noviembre, los familiares visitaban la urna donde estaban las cenizas del difunto y ponían alrededor el tipo de comida que le gustaba en vida para atraerlo, pues ese día tenían permiso los difuntos para visitar a sus parientes que habían quedado en la tierra.

El difunto ese día se convertía en el "huésped ilustre" a quien había de festejarse y agasajarse de la forma más atenta. Ponían también flores de Cempazúchitl, que son de color anaranjado brillante, y las deshojaban formando con los pétalos un camino hasta el templo para guiar al difunto en su camino de regreso a Mictlán.

Los misioneros españoles al llegar a México aprovecharon esta costumbre, para comenzar la tarea de la evangelización a través de la oración por los difuntos.

La costumbre azteca la dejaron prácticamente intacta, pero le dieron un sentido cristiano: El día 2 de noviembre, se dedica a la oración por las almas de los difuntos. Se visita el cementerio y junto a la tumba se pone un altar en memoria del difunto, sobre el cual se ponen objetos que le pertenecían, con el objetivo de recordar al difunto con todas sus virtudes y defectos y hacer mejor la oración.

El altar se adorna con papel de colores picado con motivos alusivos a la muerte, con el sentido religioso de ver la muerte sin tristeza, pues es sólo el paso a una nueva vida.

Cada uno de los familiares lleva una ofrenda al difunto que se pone también sobre el altar. Estas ofrendas consisten en alimentos o cosas que le gustaban al difunto: dulce de calabaza, dulces de leche, pan, flores. Estas ofrendas simbolizan las oraciones y sacrificios que los parientes ofrecerán por la salvación del difunto.

Los aztecas fabricaban calaveras de barro o piedra y las ponían cerca del altar de muertos para tranquilizar al dios de la muerte. Los misioneros, en vez de prohibirles esta costumbre pagana, les enseñaron a fabricar calaveras de azúcar como símbolo de la dulzura de la muerte para el que ha sido fiel a Dios.

El camino de flores de cempazúchitl, ahora se dirige hacia una imágen de la Virgen María o de Jesucristo, con la finalidad de señalar al difunto el único camino para llegar al cielo.

El agua que se pone sobre el altar simboliza las oraciones que pueden calmar la sed de las ánimas del purgatorio y representa la fuente de la vida; la sal simboliza la resurrección de los cuerpos por ser un elemento que se utiliza para la conservación; el incienso tiene la función de alejar al demonio; las veladoras representan la fe, la esperanza y el amor eterno; el fuego simboliza la purificación.

Los primeros misioneros pedían a los indígenas que escribieran oraciones por los muertos en los que señalaran con claridad el tipo de gracias que ellos pedían para el muerto de acuerdo a los defectos o virtudes que hubiera demostrado a lo largo de su vida.

Estas oraciones se recitaban frente al altar y después se ponían encima de él. Con el tiempo esta costumbre fue cambiando y ahora se escriben versos llamados “calaveras” en los que, con ironía, picardía y gracia, hablan de la muerte.


La Ofrenda de Muertos contiene símbolos que representan los tres “estadios” de la Iglesia:

1) La Iglesia Purgante, conformada por todas las almas que se encuentran en el purgatorio, es decir aquéllas personas que no murieron en pecado mortal, pero que están purgando penas por las faltas cometidas hasta que puedan llegar al cielo. Se representa con las fotos de los difuntos, a los que se acostumbra colocar las diferentes bebidas y comidas que disfrutaban en vida.

2) La Iglesia Triunfante, que son todas las almas que ya gozan de la presencia de Dios en el Cielo, representada por estampas y figuras de santos.

3) La Iglesia Militante, que somos todos los que aún estamos en la tierra, y somos los que ponemos la ofrenda.

En algunos lugares de México, la celebración de los fieles difuntos consta de tres días: el primer día para los niños y las niñas; el segundo para los adultos; y el tercero lo dedican a quitar el altar y comer todo lo que hay en éste. A los adultos y a los niños se les pone diferente tipo de comida.


Cuida tu fe

Halloween o la noche de brujas: Halloween significa “Víspera santa” y se celebra el 31 de Octubre. Esta costumbre proviene de los celtas que vivieron en Francia, España y las Islas Británicas.

Ellos prendían hogueras la primera luna llena de Noviembre para ahuyentar a los espíritus e incluso algunos se disfrazaban de fantasmas o duendes para espantarlos haciéndoles creer que ellos también eran espíritus.

Podría distraernos de la oración del día de todos los santos y de los difuntos. Se ha convertido en una fiesta muy atractiva con disfraces, dulces, trucos, diversiones que nos llaman mucho la atención.

Puede llegar a pasar que se nos olvide lo realmente importante, es decir, el sentido espiritual de estos días.

Si quieres participar en el Halloween y pedir dulces, disfrazarte y divertirte, Cuídate de no caer en las prácticas anticristianas que esta tradición promueve y no se te olvide antes rezar por los muertos y a los santos.

Debemos vivir el verdadero sentido de la fiesta y no sólo quedarnos en la parte exterior. Aprovechar el festejo para crecer en nuestra vida espiritual.



Algo que no debes olvidar

La Iglesia ha querido instituir un día que se dedique especialmente a orar por aquellas almas que han dejado la tierra y aún no llegan al cielo.

Los vivos podemos ofrecer obras de penitencia, oraciones, limosnas e indulgencias para que los difuntos alcancen la salvación.

La Iglesia ha establecido que si nos confesamos, comulgamos y rezamos el Credo entre el 1 y el 8 de noviembre, podemos abreviar el estado de purificación en el purgatorio.



Oración

Que las almas de los difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Así sea.

SANTORAL DE HOY LUNES 2 DE NOVIEMBRE DEL 2020

Malaquías de Armagh, SantoMalaquías de Armagh, Santo
Obispo, 2 de noviembre



Marciano de Siria, SantoMarciano de Siria, Santo
Ermitaño, 2 Noviembre






Acindino y compañeros, SantosAcindino y compañeros, Santos
Mártires de Persia, 2 Noviembre





Pío de San Luis Campidelli, BeatoPío de San Luis Campidelli, Beato
Religioso Pasionista, 2 Noviembre






Margarita de Lorena, BeataMargarita de Lorena, Beata
Religiosa, 2 de noviembre



Fieles difuntosFieles difuntos
Memoria litúrgica, 2 de noviembre

BUENOS DÍAS!!!!! DÍA DE LOS FIELES DIFUNTOS - 2 DE NOVIEMBRE

 





domingo, 1 de noviembre de 2020

In Persona Christi - Jésed y Hermanas Agustinas

VIDAS EJEMPLARES - SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS - 1 DE NOVIEMBRE



 Vidas ejemplares


Hoy celebramos en un solo día a todos los santos del Cielo. Te hago una propuesta que puede significar mucho para ti: ¿por qué no te propones leer al menos la vida de un santo por año? Con esta variante: si no eres aficionado a la lectura, proponte ver al menos la película de un santo/a: ellos han imitado a Jesús siguiendo con amor sus ejemplos de vida.

 

Son entretenidas, interesantes y, con frecuencia, impresionantes, porque son historias verdaderas de vidas humanas extraordinarias. Mueven a la admiración por el testimonio de una vida santa. Animan a imitar sus ejemplos, presentándolos accesibles también al lector. Nos revelan la presencia de Dios, de su amor y de su poder en la vida de hermanos nuestros. Leer la vida de un santo suele ser tanto o más eficaz que unos buenos ejercicios espirituales. Además, crean una comunión de sentimientos entre el santo y su admirador, que fortalecen las buenas decisiones. Te interpelan y te ves urgido a preguntarte como San Agustín: “Si éste y aquél lo pudieron, ¿por qué yo no lo podré también?”

 

Entre los santos hay personas de todas las profesiones, tareas y situaciones humanas. Hay sabios doctores y mendigos analfabetos, hay débiles mujeres y valientes soldados, hay reyes y labriegos, hay personas siempre fieles a Dios y pecadores que, desde sus vicios, se elevaron a gran santidad. Es enriquecedor y alentador conocer a Cristo en sus santos.


* Enviado por el P. Natalio

LA FELICIDAD DE JESÚS - MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY 1 DE NOVIEMBRE 2020 - SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS



 LA FELICIDAD DE JESÚS


No es difícil dibujar el perfil de una persona feliz en la sociedad que conoció Jesús. Se trataría de un varón adulto y de buena salud, casado con una mujer honesta y fecunda, con hijos varones y unas tierras ricas, observante de la religión y respetado en su pueblo ¿Qué más se podía pedir?


Ciertamente no era este el ideal que animaba a Jesús. Sin esposa ni hijos, sin tierras ni bienes, recorriendo Galilea como un vagabundo, su vida no respondía a ningún tipo de felicidad convencional. Su manera de vivir era provocativa. Si era feliz, lo era de manera contracultural, a contrapelo de lo establecido.


En realidad, no pensaba mucho en su felicidad. Su vida giraba más bien en torno a un proyecto que le entusiasmaba y le hacía vivir intensamente. Lo llamaba «reino de Dios». Al parecer, era feliz cuando podía hacer felices a otros. Se sentía bien devolviendo a la gente la salud y la dignidad que se les había arrebatado injustamente.


No buscaba su propio interés. Vivía creando nuevas condiciones de felicidad para todos. No sabía ser feliz sin incluir a los otros. A todos proponía criterios nuevos, más libres y radicales, para hacer un mundo más digno y dichoso.


Creía en un «Dios feliz», el Dios creador que mira a todas sus criaturas con amor entrañable, el Dios amigo de la vida y no de la muerte, más atento al sufrimiento de las gentes que a sus pecados.


Desde la fe en ese Dios rompía los esquemas religiosos y sociales. No predicaba: «Felices los justos y piadosos, porque recibirán el premio de Dios». No decía: «Felices los ricos y poderosos, porque cuentan con su bendición». Su grito era desconcertante para todos: «Felices los pobres, porque Dios será su felicidad».


La invitación de Jesús viene a decir así: «No busquéis la felicidad en la satisfacción de vuestros intereses ni en la práctica interesada de vuestra religión. Sed felices trabajando de manera fiel y paciente por un mundo más feliz para todos».


Evangelio Comentado por:

José Antonio Pagola

Mt (5,1-12)

SANTORAL DE HOY DOMINGO 1 DE NOVIEMBRE DEL 2020

 

Omar (Audomaro), SantoOmar (Audomaro), Santo
Obispo, 1 de noviembre
Rupert Mayer, BeatoRupert Mayer, Beato
Se opuso al nazismo, 1 Noviembre
Vigor de Bayeux, SantoVigor de Bayeux, Santo
Obispo, 1 Noviembre
Valentín de Berrio-Otoxa, SantoValentín de Berrio-Otoxa, Santo
Obispo y mártir, 1 de noviembre
Teodor Romza, BeatoTeodor Romza, Beato
Obispo y mártir, 1 Noviembre
Pedro Almató Ribera, SantoPedro Almató Ribera, Santo
Mártir, 1 Noviembre
Marcelo de París, SantoMarcelo de París, Santo
Obispo, 1 Noviembre
Jerónimo Hermosilla, SantoJerónimo Hermosilla, Santo
Mártir dominico, 1 Noviembre
Juan y Jacobo de Persia, SantosJuan y Jacobo de Persia, Santos
Mártires, 1 Noviembre
Cesario de Terracina, SantoCesario de Terracina, Santo
Mártir, 1 Noviembre
Rainero de Sansepolcro, BeatoRainero de Sansepolcro, Beato
Religioso, 1 de noviembre
Benigno de Dijón, SantoBenigno de Dijón, Santo
Presbítero y Mártir, 1 de noviembre
Fiesta de Todos los SantosFiesta de Todos los Santos
Solemnidad litúrgica. 1 de noviembre

7 CONSEJOS ANTE LA MUERTE DE UN SER QUERIDO

 

 7 consejos ante la muerte de un ser querido

Las dos verdades absolutamente ciertas de la vida son nuestra existencia y lo inevitable de nuestra muerte. Todos los hombres mueren, pero no todos viven.



Por: Ricardo Ruvalcaba, L.C. | Fuente: Catholic.net


“Ven, siervo bueno y fiel; entra en el gozo de tu Señor” (Mt 25, 21)

Ricardo Ruvalcaba, L.C.


1. La muerte es un momento de dolor donde sólo la fe puede iluminar de esperanza ese momento de tristeza. La muerte duele porque es un parto al cielo. Cuando muera un ser querido piensa si existía un “derecho” para retenerlo aquí y si era más tuyo que de Dios. Mira si no es egoísmo querer privarle de lo que ahora tiene: la felicidad eterna. ¿Estás seguro de que más tarde se iba a salvar…?

2. ¿Qué es la muerte? La muerte no tiene la última palabra: la vida no termina, se transforma. Los hombres que contemplan el sepulcro de Jesucristo viven en la esperanza de la Resurrección. La muerte nos revela lo que el hombre es: “polvo, ceniza, nada”. Quien muere deja una luz y alcanza otra. La muerte es el paso a la eternidad. La muerte es fin e inicio. Morir en gracia de Dios significa conquistar la cumbre, la meta, el abrazo eterno del Padre. San Francisco cantó: “Y por la hermana muerte, ¡loado mi Señor! Ningún viviente escapa de su persecución; ¡ay, si en pecado grave sorprende al pecador! ¡Dichosos los que cumplen la voluntad de Dios!”.

3. ¿Es mejor vivir o morir? “Para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si el vivir en la carne significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger... Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor...” (Flp 1, 21-23). La felicidad del hombre consiste en amar y ser amado. Cuando un alma parte a la casa del Padre ahí es amada por Dios y ama a Dios. Un día el hombre dejará de sonreír, de caminar y de cantar… pero nunca dejará de amar. En vez de recibir la muerte con lágrimas, deberíamos recibirla con una sonrisa porque nos conduce al encuentro, cara a cara, con nuestro Creador.

4. ¿Qué podemos aprender de la muerte? En la entrada de un cementerio español está escrito: “Hoy a mí, mañana a ti”. Lo capital para el hombre no es morir antes o después, sino bien o mal. San Agustín confesó: “Como es la vida, así es la muerte”. Ten presente que “Cuando un padre muere es como si no muriese, pues deja tras de sí –algunas veces- un hijo semejante a él”. (Si. 30, 4).

5. ¿Hay que temer la muerte? No, pero cuando se tiene miedo, por algo será… Opta por una muerte que te lleve al cielo. Que no te pase como aquel epitafio que decía: “Aquí yace un hombre que murió sin leer el libro que lo iba a salvar: la Biblia”. O aquel otro que decía: “He aquí un ateo que no tiene a dónde ir”. Hay que vivir de tal manera que si volviéramos a nacer elegiríamos seguir el mismo camino. Santa Teresa no temía la muerte, al contrario, ella decía: “Muero porque no muero”. Para desear la eternidad es necesario imaginar el abrazo del Padre.

6. ¿Por qué existe la muerte? Porque el hombre quiere ver a Dios y para verlo es necesario morir. El hombre surgido del polvo debe retornar al polvo y el alma surgida de Dios debe volver a Dios. Las dos verdades absolutamente ciertas de la vida son nuestra existencia y lo inevitable de nuestra muerte. Todos los hombres mueren, pero no todos viven. San Ambrosio predicó: “Es verdad que la muerte no formaba parte de nuestra naturaleza, sino que se introdujo en ella; Dios no instituyó la muerte desde el principio, sino que nos la dio como un remedio (...). En efecto, la vida del hombre, condenada por culpa del pecado a un duro trabajo y a un sufrimiento intolerable, comenzó a ser digna de lástima: era necesario dar un fin a estos males, de modo que la muerte restituyera lo que la vida había perdido. La inmortalidad, en efecto, es más una carga que un bien, si no entra en juego la gracia (…) No debemos deplorar la muerte, ya que es causa de salvación”.

7. ¿Por qué no sabemos el día que vamos a morir? Si supiéramos el día de nuestra muerte no viviríamos cada día con la misma intensidad. Nadie sabe ni cómo ni cuándo morirá. Nadie por más que se esfuerce puede añadir una hora al tiempo de su vida. La muerte es lo más cierto, pero el día es lo más incierto. No olvides que no es necesario ser viejo para morir. No vale la pena indagar el cómo, el cuándo ni el dónde moriré; pero sí vale estar preparado.

8. ¿Qué actitud debemos tomar ante la muerte de un ser amado? No rechazar a Dios porque nos lo ha quitado, sino agradecerle porque nos lo ha dado. “¿Conviene llorar a un muerto? Sí, pero no lamentarse cuando muere en aras de Dios”, como dijo un amigo. Dios es misericordioso y “la misericordia se siente superior al juicio” (St 2, 13) Porque “nuestra maldad es una gota que cae en el océano de la misericordia de Dios”. “Jesucristo crucificado está como un tapón entre la muerte y el infierno”. Dios es comprensivo porque sabe todo y saberlo todo es perdonarlo todo. Jesús nos enseñó: “Sed misericordiosos como vuestro Padre celestial es misericordioso”. Mientras que el apóstol Santiago escribió: “Habrá un juicio sin misericordia para el que no tenga misericordia hacia los demás” (St 2, 13) Recuerda: para obtener misericordia para uno mismo, es necesario tener misericordia hacia los demás. “Al final de la vida sólo queda lo que hayamos hecho por Dios y los demás”.

FIESTA DE TODOS LOS SANTOS - 1 DE NOVIEMBRE

 


 Fiesta de todos los santos

Una gran fiesta en el cielo


Por: P. Idar Hidalgo | Fuente: Catholic.net


Hoy, primero de noviembre se celebra la fiesta de Todos los Santos. Para toda la Iglesia es una gran celebración porque hay gran fiesta en el cielo. Para nosotros es una gran oportunidad de agradecer todos los beneficios, todas las gracias que Dios ha derramado en personas que han vivido en esta tierra y que han sido como nosotros, con las mismas debilidades, y con las fortalezas que vienen del mismo Dios. Celebremos este día con un corazón agradecido, porque Dios ha estado grande con nosotros y estamos alegres.

Hoy es un buen día para reflexionar todo el bien espiritual y material que por intercesión de los santos hemos obtenido y tenemos hasta el día de hoy, pues los santos que desearon la Gloria de Dios desde aquí en la tierra lo siguen deseando en la visión beatifica, y comparten el mismo deseo de Nuestro Señor Jesucristo de que todos los hombres se salven, que todos los hombres glorifiquen a Nuestro Señor.

La Iglesia ha instituido la Fiesta de Todos los santos por las siguientes razones:


1.- Para alabar y agradecer al Señor la merced que hizo a sus siervos, santificándolos en la tierra y coronándolos de gloria en el cielo.

2.- Para honrar en este día aun a los Santos de que no se hace fiesta particular durante el año.

3.- Para procurarnos mayores gracias multiplicando los intercesores.

4.- Para reparar en este día las faltas que en el transcurso del año hayamos cometido en las fiestas particulares de los Santos.

5.- Para animarnos más a la virtud con los ejemplos de tantos Santos de toda edad, sexo y condición, y con la memoria de la recompensa que gozan en el cielo.

Ha de alentarnos a imitar a los Santos el considerar que ellos eran tan débiles como nosotros y sujetos a las mismas pasiones; que, fortalecidos con la divina gracia, se hicieron santos por los medios que también nosotros podemos emplear, y que por los méritos de Jesucristo se nos ha prometido la misma gloria que ellos gozan en el cielo.

Se celebra la fiesta de Todos los Santos con tanta solemnidad porque abraza todas las otras fiestas que en el año se celebran en honor de los Santos y es figura de la fiesta eterna de la gloria.

Para celebrar dignamente la fiesta de Todos los Santos debemos:

1.- Alabar y glorificar al Señor por las mercedes que hizo a sus siervos y pedirle que asimismo nos las conceda a nosotros.

2.- Honrar a todos los Santos como a amigos de Dios e invocar con más confianza su protección.

3.- Proponer imitar sus ejemplos para ser un día participantes de la misma gloria.

Es importante en este día tan importante para toda la Iglesia detenernos a pensar en todo el bien que Dios ha dado a la humanidad por medio de tantos hombres y mujeres que fieles a la voluntad de Dios, fieles a su amor fueron testigos del Reino del Señor. La cantidad de santos, santas y mártires que dejaron una huella tan profunda en su paso por esta tierra que ni el tiempo ni los cambios de generaciones han podido borrar. Y si decimos que es de todos los Santos es porque también celebramos a tantos Santos y Mártires que Dios a querido tener en el anonimato, y que nosotros no conocemos por su nombre pero sabemos por la fe que están dando gloria a Dios.

Celebremos con gozo este día, y pidámosle a Dios Nuestro Señor nos conceda disfrutar en esta tierra de la protección de sus santos y que un día nos conceda estar con ellos para glorificarlo en su eternidad.

Que Santa María Reina de los santos nos conceda la alegría de servir con humildad a Dios esta tierra para verle y gozarle en la vida eterna.

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