viernes, 14 de agosto de 2020

LAS CAJAS DE DIOS



Las cajas de Dios


Tengo en mis manos dos cajas que Dios me dio a guardar.

Me dijo: Pon tus tristezas en la negra, y todas tus alegrías en la dorada.

Seguí estas palabras y en ambas cajas tristezas y alegrías guardé respectivamente.

A pesar de que la dorada se hacía más pesada día con día, la negra era tan ligera como antes...

Lleno de curiosidad, abrí la caja negra para ver lo que ocurría, y vi en el fondo de la caja un agujero por donde mis tristezas habían desaparecido.

Se la mostré a Dios y le dije:

Me pregunto ¿dónde están mis tristezas?

Y con una tierna sonrisa me respondió:

"Hijo mío, todas ellas están aquí conmigo".

Le pregunté: Dios mío, ¿por qué me diste las cajas? ¿Por qué la dorada, y la negra con agujero?

Y él me respondió: "Hijo mío, la dorada es para que tomes en cuenta todas tus bendiciones, la negra es para que puedas olvidar".

PENSAMIENTOS DE SAN MAXIMILIANO KOLBE


PENSAMIENTOS DE
 SAN MAXIMILIANO KOLBE


"La vida es breve... se vive una sola vez.
Es necesario ser santos, no a medias,
sino totalmente para gloria de la Inmaculada
y mayor gloria de Dios”

“Nunca tengas miedo de amar demasiado a la Virgen.
Jamás podrás amarla más que Jesús”

“Como vemos en la historia, Dios recompensará
no sólo lo que hagamos, sino también
o que hayamos deseado hacer,
aún sin tener la fuerza suficiente para llevarlo a cabo.
¡Desead pues, pero desead sin límites!


(San Maximiliano Kolbe)

EL EVANGELIO DE HOY VIERNES 14 DE AGOSTO DE 2020


Lecturas de hoy Viernes de la 19ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, viernes, 14 de agosto de 2020



Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (16,1-15.60.63):

Me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán, denuncia a Jerusalén sus abominaciones, diciendo: "Así dice el Señor: ¡Jerusalén! Eres cananea de casta y de cuna: tu padre era amorreo y tu madre era hitita. Fue así tu alumbramiento: El día en que naciste, no te cortaron el ombligo, no te bañaron ni frotaron con sal, ni te envolvieron en pañales. Nadie se apiadó de ti haciéndote uno de estos menesteres, por compasión, sino que te arrojaron a campo abierto, asqueados de ti, el día en que naciste. Pasando yo a tu lado, te vi chapoteando en tu propia sangre, y te dije mientras yacías en tu sangre: 'Sigue viviendo y crece como brote campestre.' Creciste y te hiciste moza, llegaste a la sazón; tus senos se afirmaron, y el vello te brotó, pero estabas desnuda y en cueros. Pasando de nuevo a tu lado, te vi en la edad del amor; extendí sobre ti mi manto para cubrir tu desnudez; te comprometí con juramento, hice alianza contigo –oráculo del Señor– y fuiste mía. Te bañé, te limpié la sangre, y te ungí con aceite. Te vestí de bordado, te calcé de marsopa; te ceñí de lino, te revestí de seda. Te engalané con joyas: te puse pulseras en los brazos y un collar al cuello. Te puse un anillo en la nariz, pendientes en las orejas y diadema de lujo en la cabeza. Lucías joyas de oro y plata, y vestidos de lino, seda y bordado; comías flor de harina, miel y aceite; estabas guapísima y prosperaste más que una reina. Cundió entre los pueblos la fama de tu belleza, completa con las galas con que te atavié –oráculo del Señor–. Te sentiste segura de tu belleza y, amparada en tu fama, fornicaste y te prostituiste con el primero que pasaba. Pero yo me acordaré de la alianza que hice contigo cuando eras moza y haré contigo una alianza eterna, para que te acuerdes y te sonrojes y no vuelvas a abrir la boca de vergüenza, cuando yo te perdone todo lo que hiciste."» Oráculo del Señor.

Palabra de Dios


Salmo
Is 12,2-3.4bcd.5-6

R/. Ha cesado tu ira y me has consolado

Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R/.

Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R/.

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel. » R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (19,3-12):

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: «¿Es lícito a uno despedir a su mujer por cualquier motivo?»
Él les respondió: «¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: "Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne"? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»
Ellos insistieron: «¿Y por qué mandó Moisés darle acta de repudio y divorciarse?»
Él les contestó: «Por lo tercos que sois os permitió Moisés divorciaros de vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Ahora os digo yo que, si uno se divorcia de su mujer –no hablo de impureza– y se casa con otra, comete adulterio.»
Los discípulos le replicaron: «Si ésa es la situación del hombre con la mujer, no trae cuenta casarse.»
Pero él les dijo: «No todos pueden con eso, sólo los que han recibido ese don. Hay eunucos que salieron así del vientre de su madre, a otros los hicieron los hombres, y hay quienes se hacen eunucos por el reino de los cielos. El que pueda con esto, que lo haga.»

Palabra del Señor





Comentario al Evangelio de hoy viernes, 14 de agosto de 2020
Eguione Nogueira, cmf


Queridos hermanos:

Las lecturas de hoy tratan de la infidelidad humana. Tanto la primera lectura del profeta Ezequiel como la del Evangelio apuntan que la infidelidad genera descaminos y sufrimientos. La infidelidad a Dios, la infidelidad en el hogar, la infidelidad en la comunidad.

El profeta Ezequiel nos presenta la imagen de Jerusalén como la de una mujer desposada y amada que es infiel a su esposo, engañándole con su belleza y falsas promesas. Esto ha pasado con la ciudad de Jerusalén, que Dios tanto amó, amparándole en su debilidad, cercándole de cariño y protección. Pero ella, cuando se hizo bella y famosa se entregó a la deshonra. Pero Dios, por su amor, no le abandonó. En respuesta a su infidelidad, le prometió restaurar su dignidad como el esposo que ama verdaderamente a su esposa y perdona su infidelidad. Cuando no existe perdón en la vida de una pareja, el camino es inevitablemente el divorcio. El divorcio, en el fondo, revela la dureza del corazón, como nos muestra el Evangelio.

Quien no ama, no puede seguir viviendo con la otra persona, pues ya no tendrá el respeto y la fidelidad de la vida en pareja. Cuando esto ocurre, la relación se hace insoportable, un infierno. Y Dios no quiere que las personas hagan de su vida y de la vida de su prójimo un infierno. Por eso, permitió a Moisés la posibilidad del divorcio. Aunque no es voluntad de Dios la separación conyugal, en algunas ocasiones es mejor el divorcio que seguir una relación que humilla y maltrata, como vemos en los números de violencia de género con tantas mujeres víctimas.

Toda separación genera heridas. En algunas situaciones estas se llevan por toda la vida. Así como el Evangelio, la Iglesia siempre defenderá la indisolubilidad del matrimonio. Dios quiere que hombre y mujer sean una sola carne, que no se separen jamás, sino que vivan fundamentados en el amor y la alianza de vida. Es evidente que hoy, como ayer, el amor y la fidelidad son necesarios. Pero también es evidente que las personas fracasan en sus proyectos de vida. Y la Iglesia no puede dejar de atender a las situaciones especiales. Por eso, no podemos aceptar la interpretación de textos sagrados que justifique de un modo u otro la dominación de la mujer por parte del varón. ¡Es inaceptable!

La fidelidad absoluta propuesta por Jesús para el matrimonio y en el matrimonio no debe ser vista como ley, sino vivida como Evangelio, dentro del gran misterio de Dios hacia la humanidad. Celebrando la memoria de San Maximiliano María Kolbe, que vivió por la conversión de los pecadores y murió para salvar la vida de un padre de familia, pidamos su intercesión por todas las familias que están viviendo situaciones difíciles.

Vuestro hermano en la fe,

Eguione Nogueira, cmf

eguionecmf@gmail.com

IMÁGENES DE SAN MAXIMILIANO KOLBE







HOY CELEBRAMOS A SAN MAXIMILIANO KOLBE, MÁRTIR, 14 DE AGOSTO


San Maximiliano Kolbe, el mártir que ofreció su vida por un padre de familia
Redacción ACI Prensa





Maximiliano significa “el más importante de la familia”. San Maximiliano Kolbe nació un 8 de enero de 1894 en la ciudad polaca de Zundska Wola, que en ese momento se encontraba ocupada por Rusia.

Siendo niño realizó una travesura que su mamá le reprochó. Tiempo después, la madre vio que el pequeño Kolbe había cambiado de actitud y que frecuentemente oraba llorando ante un pequeño altar que tenía escondido entre dos roperos.

La madre preocupada le pidió que le contara todo. Entonces, temblando de emoción y con los ojos llenos de lágrimas le dijo: “Mamá, cuando me reprochaste, pedí mucho a la Virgen que me dijera lo que sería de mí. Lo mismo en la Iglesia, le volví a rogar. Entonces se me apareció la Virgen, teniendo en las manos dos coronas: una blanca y otra roja”.

“La blanca significaba que perseveraría en la pureza y la roja que sería mártir. Contesté que las aceptaba… (las dos). Entonces la Virgen me miró con dulzura y desapareció”.


Este hecho marcó profundamente la vida de Maximiliano, quien se volvió un gran devoto de la Virgen Inmaculada e ingresó a la Orden de los Franciscanos.

Estando como estudiante en Roma, funda la “Milicia de la Inmaculada” con la finalidad de promover el amor y el servicio a la Virgen y la conversión de las almas a Cristo. De regreso a Polonia, publica la revista mensual “Caballero de la Inmaculada”.

En 1929 funda la "Ciudad de la Inmaculada" en el convento franciscano de Niepokalanów, a 40 kilómetros de Varsovia. Tiempo después se ofrece como voluntario para ir al Japón. Estando allá funda una nueva "Ciudad de la Inmaculada" ("Mugenzai No Sono") y publica la revista “Caballero de la Inmaculada” en japonés.

Regresa a Polonia en plena Segunda Guerra Mundial, es apresado y enviado a campos de concentración. Cierto día se escapa un prisionero y los alemanes, para dar muestra de severidad, escogen a 10 prisioneros que son condenados a morir de hambre. El décimo número le tocó al sargento Franciszek Gajowniczek, polaco también, quien exclamó: “Dios mío, yo tengo esposa e hijos”.

Ante esto, el P. Maximiliano ofrece intercambiarse por el condenado. El sacerdote es llevado a un subterráneo, donde alienta constantemente a los demás presos a seguir unidos en la oración. Todos mueren y solo él queda vivo. Al final, le aplican una inyección letal que acaba con su vida.

Su máximo deseo era: “Concédeme alabarte, Virgen santa, concédeme alabarte con mi sacrificio. Concédeme por ti, solo por ti, vivir, trabajar, sufrir, gastarme, morir…”

El Papa Pablo VI lo declaró Beato y fue canonizado por San Juan Pablo II, su paisano, quien dijo que “Maximiliano Kolbe hizo como Jesús, no sufrió la muerte sino que donó la vida”.

El 19 de julio de 2016 el Papa Francisco visitó la “celda del hambre” donde fue encerrado San Maximiliano Kolbe hasta el día de su muerte, durante su visita al campo de concentración nazi de Auschwitz, en el tercer día de su viaje apostólico a Polonia para la Jornada Mundial de la Juventud.



Los Inicios


San Maximiliano María Kolbe fue hijo de María Dabrowska y de Julio Kolbe, pertenecientes a la Tercera Orden Franciscana, y los cuales tenían en su casa un taller y un pequeño altar con la imagen milagrosa de Nuestra Señora de Czestochowa, veneradísima patrona de Polonia.

Nació en Polonia el 8 de enero de 1894 en la ciudad de Zdunska Wola, que en ese entonces se hallaba ocupada por Rusia. Fue bautizado con el nombre de Raimundo en la iglesia parroquial. Sus hermanos fueron Francisco, José, Valentín y Antonio. Los dos últimos murieron prematuramente.

Aproximadamente en el año 1906, un suceso marca la vida de Maximiliano, y preocupa y desconcierta a su madre. Ella misma relata el suceso a los pocos meses del martirio de Maximiliano. Dice ella: "Sabia yo de antemano, en base a un caso extraordinario que le sucedió en los años de la infancia, que Maximiliano moriría mártir. Solo no recuerdo si sucedió antes o después de su primera confesión. Una vez no me gusto nada una travesura, y se la reproche: Niño mío, ¡quien sabe lo que será de ti!. Después, yo no pensé más, pero observe que el muchacho había cambiado tan radicalmente, que no se le podía reconocer. Teníamos un pequeño altar escondido ente dos roperos, ante el cual él a menudo se retiraba sin hacerse notar y rezaba llorando. En general, tenía una conducta superior a la de su edad, siempre recogido y serio, y cuando rezaba, estallaba en lágrimas. Estuve preocupada, pensando en alguna enfermedad, y le pregunté: ¿te pasa algo? ¡Has de contar todo a tu madre!

Temblando de emoción y con los ojos anegados en lágrimas, me contó: "Mamá, cuando me reprochaste, pedí mucho a la Virgen me dijera lo que sería de mi. Lo mismo en la iglesia, le volví a rogar. Entonces se me apareció la Virgen, teniendo en las manos dos coronas: una blanca y otra roja. Me miró con cariño y me preguntó si quería esas dos coronas. La blanca significaba que perseveraría en la pureza y la roja que seria mártir. Conteste que las aceptaba... (las dos). Entonces la Virgen me miró con dulzura y desapareció".

El cambio extraordinario en la conducta del muchacho, atestiguaba la verdad de las cosas. El tenia plena conciencia, y al hablarme, con el rostro radiante señalaba la deseada muerte de mártir. Este fascinante encuentro de Maximiliano con su "Madrecita" celestial es algo más que un episodio pasajero. Es la raíz de todo su futuro; es el motor de sus amplios planes; es la fuerza para los vuelos más audaces; es el manantial de su santidad y de su apostolado”.



Vocación Franciscana



A los 13 años ingresó en el Seminario de los padres franciscanos en la ciudad polaca de Lvov, la cual a su vez estaba ocupada por Austria. Fue en el seminario donde adoptó el nombre de Maximiliano María.

El padre Wilk lo describe así: "era diligente en el cumplimiento de sus deberes, dotado por las matemáticas, obediente a los profesores, servicial con los compañeros, alegre y equilibrado. Rezaba con recogimiento. Un episodio se me grabó por siempre. Entrando en una sala, vi a Maximiliano de rodillas ante una gran cruz, absorto en oración."

Pero de pronto entró la crisis en ambos hermanos. Maximiliano se convenció y convenció a su hermano de abandonar el seminario. Cuando estaban a punto de hablar con el superior, les visita la madre llena de alegría. Orgullosa les cuenta que José, el hermano menor, también entraría en la orden. ¡Además ella y su esposo también tienen vocación religiosa de manera que sería toda la familia Franciscana!.

El 4 de septiembre de 1910 ciñó a su cintura el cordón de San Francisco, y de esa manera comenzó su año de noviciado. ¡Apenas dieciséis años!

En el otoño de 1912, el P. Provincial teniendo en cuenta las excelentes cualidades intelectuales de Fray Maximiliano, dispuso que, junto a otros, siguiera sus estudios de filosofía y teología en Roma, donde los finalizó. Los años romanos serán fecundísimos y decisivos en la vida de Maximiliano. La Virgen lo espera para inspirarle la fundación de La Milicia de la Inmaculada.

En 1918 es ordenado sacerdote.



La Misión


Maximiliano siempre fue muy devoto de la Inmaculada Concepción, por lo que pensaba que la Iglesia tenía que ser militante en su colaboración con la Gracia Divina para el avance de la fe católica. Es por eso que movido por su devoción, funda en el año 1917 un movimiento llamado "La Milicia de la Inmaculada", el cual se consagraría a la Virgen María y lucharía con todos los medios moralmente válidos, por la construcción del Reino de Dios en todo el mundo. En palabras del propio San Maximiliano, el movimiento tendría:

"una visión global de la vida católica bajo una nueva forma, que consiste en la unión con la Inmaculada."

Inició la publicación de una revista mensual llamada "Caballero de la Inmaculada", ésta era orientada a promover el conocimiento, el amor y el servicio a la Virgen María. Comenzó con un tiraje de sólo 500 ejemplares en 1922, y para el año 1939 alcanzaría cerca de un millón de ejemplares publicados.

La primera "Ciudad de la Inmaculada" se funda en el año 1929 en el convento franciscano situado en Niepokalanów a 40 kilómetros de Varsovia, que luego de algunos años se convertiría en una ciudad consagrada a la Virgen y, en palabras de San Maximiliano, dedicada a:

"conquistar todo el mundo, todas las almas, para Cristo, para la Inmaculada, usando todos los medios lícitos, todos los descubrimientos tecnológicos, especialmente en el ámbito de las comunicaciones."

Luego de que el papa solicitara sacerdotes para ir de misiones, en el año 1931 se ofrece como voluntario y viaja a Japón donde funda una nueva ciudad de la Inmaculada ("Mugenzai No Sono") y publica la revista "Caballero de la Inmaculada" en idioma japonés ("Seibo No Kishi").




El Testimonio



Regresó a Polonia en el año 1936, siendo director espiritual de Niepokalanów, y luego de 3 años, mientras se daba la Guerra Mundial, fue apresado junto a otros frailes y enviado a campos de concentración en Alemania y Polonia. Poco tiempo después, el día de la Inmaculada Concepción, es liberado.

En 1941 es nuevamente hecho prisionero y ésta vez es enviado a la prisión de Pawiak, y luego llevado al campo de concentración de Auschwitz, donde prosiguió su ministerio a pesar de las terribles condiciones de vida.

Los nazis siempre trataban a los prisioneros de una manera inhumana y antipersonal, de manera que los llamaban por números; a San Maximiliano le asignaron el número 16670. A pesar de los difíciles momentos en el campo su generosidad y su preocupación por los demás nunca le abandonaron.

El 3 de agosto de 1941, un prisionero escapa; y en represalia, el comandante del campo ordena escoger a 10 prisioneros para ser condenados a morir de hambre. Entre los hombres escogidos estaba el sargento Franciszek Gajowniczek, polaco como San Maximiliano, casado y con hijos.

"No hay amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos". (Jn 15, 13)

San Maximiliano, que no se encontraba dentro de los 10 prisioneros escogidos, se ofrece a morir en su lugar. El comandante del campo acepta el cambio.

Luego de 10 días de su condena y al encontrarlo todavía con vida, los nazis le colocan una inyección letal el 14 de agosto de 1941.



El Legado



De esta manera San Maximiliano María Kolbe da testimonio y ejemplo de dignidad, en medio de la más terrible adversidad.

En el año 1973 el Papa Paulo VI beatifica a San Maximiliano y en 1982 Juan Pablo II lo canoniza como Mártir de la Caridad.

Juan Pablo II comenta la influencia que tuvo San Maximiliano en su vocación sacerdotal:

“Surge aquí otra singular e importante dimensión de mi vocación. Los años de la ocupación alemana en Occidente y de la soviética en Oriente supusieron un enorme número de detenciones y deportaciones de sacerdotes polacos hacia los campos de concentración. Sólo en Dachau fueron internados casi tres mil. Hubo otros campos, como por ejemplo el de Auschwitz, donde ofreció la vida por Cristo el primer sacerdote canonizado después de la guerra, San Maximiliano María Kolbe, el franciscano de Niepokalanów”.




Oración de súplica a San Maximiliano Kolbe



¡Oh, San Maximiliano María! Fiel seguidor del Pobrecito de Asís, 
que encendido en el amor de Dios has pasado tu vida en la asidua práctica de las virtudes heroicas y en las santas obras del apostolado, vuelve tu mirada a nosotros, tus devotos, que confiamos en tu intercesión.

Tu que, irradiado por la luz de la Virgen Inmaculada, atrajisteis innumerables almas hacia los ideales de santidad, llamándoles a toda forma de apostolado para el triunfo del bien y la propagación del Reino de Dios, obténos la luz y la fuerza para obrar el bien atrayendo muchas almas al amor de Cristo.

Tu que, en perfecta imitación del divino Salvador, has alcanzado tan alto grado de caridad para ofrecer, en sublime testimonio de amor, 
tu vida para salvar aquella de un hermano prisionero, intercede ante el Señor por la gracia que confiadamente te pedimos:

(Mencionar aquí la gracia que se desea alcanzar)

Y, animados por el mismo ardor de caridad, podamos también nosotros con la fe y las obras, dar testimonio de Cristo ante nuestros hermanos, para alcanzar junto a ti, la posesión beatificante de Dios 
en la luz de la gloria eterna. Amén.

SANTORAL DE HOY VIERNES 14 DE AGOSTO DE 2020

Isabel Renzi, BeataIsabel Renzi, Beata
Fundadora, 14 de agosto
José García Librán, BeatoJosé García Librán, Beato
Sacerdote y Mártir, 14 de agosto
Ricardo Atanes Castro, BeatoRicardo Atanes Castro, Beato
Sacerdote y Mártir, 14 de agosto
Sante de Urbino Brancoisini, BeatoSante de Urbino Brancoisini, Beato
Laico Franciscano, 14 de agosto
Arnulfo de Soissons, SantoArnulfo de Soissons, Santo
Obispo, 14 de agosto
Maximiliano Kolbe, SantoMaximiliano Kolbe, Santo
Memoria Litúrgica, 14 de agosto

BUENAS TARDES!!!





jueves, 13 de agosto de 2020

ORA Y VERAS


Ora… y verás



Alexis Carrel, premio Nobel de Medicina, escribió acertadamente: “Un constante y silencioso milagro acontece, a cada hora, en los corazones de hombres y mujeres que han descubierto, con asombro, que la oración los enriquece con una continua corriente de fortaleza que los sostiene en sus vidas cotidianas”. Busca en la oración consuelo, fortaleza, alegría, paz...

Cuando estés triste, ora y verás cómo Dios te alivia y consuela. Cuando te sientas confundido, ora y verás cómo todo se aclara. Cuando te veas solo en la lucha, ora y experimentarás que Dios está a tu lado para apoyarte. Cuando creas que todos los caminos se te cierran, ora y verás cómo Dios te abre nuevas puertas. Cuando la vida se te llene de sombras, ora y verás cómo Dios alumbrará tus pasos. Cuando sientas que tu corazón está duro y reseco, ora y la gracia divina se derramará sobre ti como una lluvia refrescante. En fin, ora a cada instante, a cada minuto. Ora siempre.

Orar por cualquier necesidad —grande o pequeña, espiritual o material— te ofrece la ocasión de verificar la proximidad de Dios. Él quiere librarte de tus angustias y afanes y se pone a tu alcance para cualquier necesidad. De este modo entrarás en una relación afectuosa, verdadera y concreta con Dios.


* Enviado por el P. Natalio

ESTAMPA DE ORACIÓN POR UN ENFERMO


ORACIONES POR LAS VOCACIONES SACERDOTALES Y RELIGIOSAS


Oración por las vocaciones sacerdotales y religiosas

Señor Nuestro Jesucristo, Tú dijiste a tus Apóstoles: "la mies es mucha pero los obreros pocos; rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su campo". Humildemente te suplicamos que envíes a tu Iglesia numerosas y santas vocaciones sacerdotales y religiosas. Te lo pedimos por la intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, y por la de nuestros Santos Patronos y Protectores, que con su vida y merecimientos santificaron nuestro suelo. Amén.





Ofrecimiento diario de sí mismo por las vocaciones sacerdotales



Oh Jesús, Salvador mío, Tú que confiaste a los sacerdotes, -y solamente a ellos-, el poder de celebrar la Eucaristía, fin principal de su ordenación sacerdotal, perdonar los pecados, administrar otros Sacramentos, predicar con autoridad la Palabra de Dios y dirigir a los demás fieles a mirar y a subir hacia Ti, por medio de tu Santísima Madre, te ofrezco para la santificación de los sacerdotes y seminaristas, durante este día, todas mis oraciones, trabajos y alegrías, mis sacrificios y sufrimientos. Danos, Señor, sacerdotes verdaderamente santos que, inflamados del fuego de Tu amor, no procuren otra cosa que Tu gloria y la salvación de aquellos a los que Tú encomendaste. Amén.

Voy a rezar en particular por esos muchachos que conozco, que tal vez puedan recibir la vocación sacerdotal, y responder a la llamada de Dios: Mira Jesús, tu Iglesia y el mundo necesitan hombres generosos que se entreguen a Ti para ser apóstoles tuyos. Elige a los que quieras; llama y da la valentía de dejarlo todo y seguirte para ser sembradores de tu doctrina de amor y portadores de tu salvación. Amén.

IMÁGENES DE ESTAMPAS CON ORACIONES A SANTIAGO APÓSTOL




ORACIÓN A JESÚS SACRAMENTADO


Oración a Jesús Sacramentado


¡Oh Jesús de mi alma, encanto único de mi corazón!, heme aquí postrado a tus plantas, arrepentido y confuso, como llegó el hijo pródigo a la casa de su padre. Cansado de todo, sólo a Ti quiero, sólo a Ti busco, sólo en Ti hallo mi bien. Tú, que fuiste en busca de la Samaritana; Tú, que me llamaste cuando huía de Ti, no me arrojarás de tu presencia ahora que te busco.

Señor, estoy triste, bien lo sabes, y nada me alegra; el mundo me parece un desierto. Me hallo en oscuridad, turbado y lleno de temor e inquietudes…; te busco y no te encuentro, te llamo y no respondes, te adoro, clamo a Ti y se acrecienta mi dolor.

¿Dónde estás, Señor, dónde, pues no gusto las dulzuras de tu presencia, de tu amor?
Pero no me cansaré, ni el desaliento cambiará el afecto que me impulsa hacia Ti. ¡Oh buen Jesús! Ahora que te busco y no te encuentro recordaré el tiempo en que Tú me llamabas y yo huía… Y firme y sereno, a despecho de las tentaciones y del pesar, te amaré y esperaré en Ti.

Jesús bueno, dulce y regalado padre y amigo incomparable, cuando el dolor ofusque mi corazón, cuando los hombres me abandonen, cuando el tedio me persiga y la desesperación clave su garra en mí, al pie del Sagrario, cárcel donde el amor te tiene prisionero, aquí y sólo aquí buscaré fuerza para luchar y vencer.

No temas que te abandone, cuando más me huyas, más te llamaré y verteré tantas lágrimas que, al fin, vendrás… Sí…, vendrás, y al posarte, disfrutaré en la tierra las delicias del cielo.

Dame tu ayuda para cumplir lo que te ofrezco; sin Ti nada soy, nada puedo, nada valgo… Fortaléceme, y desafiaré las tempestades.

Jesús, mío, dame humildad, paciencia y gratitud, amor…, amor, porque si te amo de veras, todas las virtudes vendrán en pos del amor.

Te ruego por los que amo… Tú los conoces, Tú sabes las necesidades que tienen; socórrelos con generosidad. Acuérdate de los pobres, de los tristes, de los huérfanos, consuela a los que padecen, fortalece a los débiles, conmueve a los pecadores para que no te ofendan y lloren sus extravíos.

Ampara a todos tus hijos, Señor, más tierno que una madre.

Y a mí, que te acompaño cuando te abandonan otros, porque he oído la voz de la gracia; a mí, que no te amo por el cielo, ni por el infierno te temo; a mí, que sólo busco tu gloria y estoy recompensado con la dicha de amarte, auméntame este amor y dadme fortaleza para luchar y obtener el apetecido triunfo.

Adiós, Jesús de mi alma salgo de tu presencia, pero te dejo mi corazón; en medio del bullicio del mundo estaré pensando en Ti, y a cada respiración, entiende. Oh Jesús, que deseo ser tuyo.

Amén.


EL EVANGELIO DE HOY JUEVES 13 DE AGOSTO DE 2020


Lecturas de hoy Jueves de la 19ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, jueves, 13 de agosto de 2020



Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (12,1-12):

Me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán, vives en la casa rebelde: tienen ojos para ver, y no ven; tienen oídos para oír, y no oyen; pues son casa rebelde. Tú, hijo de Adán, prepara el ajuar del destierro y emigra a la luz del día, a la vista de todos; a la vista de todos, emigra a otro lugar a ver si lo ven; pues son casa rebelde. Saca tu ajuar, como quien va al destierro, a la luz del día, a la vista de todos, y tú sal al atardecer, a la vista de todos, como quien va al destierro. A la vista de todos, abre un boquete en el muro y saca por allí tu ajuar. Cárgate al hombro el hatillo, a la vista de todos, sácalo en la oscuridad; tápate la cara, para no ver la tierra, porque hago de ti una señal para la casa de Israel.»
Yo hice lo que me mandó: saqué mi ajuar como quien va al destierro, a la luz del día; al atardecer, abrí un boquete en el muro, lo saqué en la oscuridad, me cargué al hombro el hatillo, a la vista de todos.
A la mañana siguiente, me vino esta palabra del Señor: «Hijo de Adán, ¿no te ha preguntado la casa de Israel, la casa rebelde, qué es lo que hacías? Pues respóndeles: "Esto dice el Señor: Este oráculo contra Jerusalén va por el príncipe y por toda la casa de Israel que vive allí." Di: "Soy señal para vosotros; lo que yo he hecho lo tendrán que hacer ellos: irán cautivos al destierro. El príncipe que vive entre ellos se cargará al hombro el hatillo, abrirá un boquete en el muro para sacarlo, lo sacará en la oscuridad y se tapará la cara para que no lo reconozcan."»

Palabra de Dios



Salmo
Sal 77,56-57.58-59.61-62

R/. No olvidéis las acciones de Dios

Tentaron al Dios Altísimo
y se rebelaron, negándose a guardar sus preceptos;
desertaron y traicionaron como sus padres,
fallaron como un arco engañoso. R/.

Con sus altozanos lo irritaban,
con sus ídolos provocaban sus celos.
Dios lo oyó y se indignó,
y rechazó totalmente a Israel. R/.

Abandonó sus valientes al cautiverio,
su orgullo a las manos enemigas;
entregó su pueblo a la espada,
encolerizado contra su heredad. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (18,21–19,1):

En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo." El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debla cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: "Págame lo que me debes." El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba, diciendo: "Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré." Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: "¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?" Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano.»
Cuando acabó Jesús estas palabras, partió de Galilea y vino a la región de Judea, al otro lado del Jordán.

Palabra del Señor

 



Comentario al Evangelio de hoy jueves, 13 de agosto de 2020
Eguione Nogueira, cmf
Queridos hermanos:

“No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”. Siempre. La única medida del perdón es perdonar sin medida. ¿Y por qué tengo que perdonar? ¿Por qué tengo que cancelar la deuda? La respuesta es muy sencilla: porque Dios también perdona. Es su modo de ser. De eso se trata ser imagen y semejanza, ser perfectos como el Padre celestial. El Evangelio es la buena noticia de que el amor de Dios no tiene medida. Es infinito. Esta es la radicalidad del Evangelio.

Jesús cuenta una parábola con dos deudores. El primero tenía una deuda hiperbólica con el rey, algo como el presupuesto de una ciudad: ¡una deuda impagable! El rey siente el dolor en la súplica del sirviente. Tiene un corazón misericordioso, pues se rige por la compasión, no por la ley y el derecho. Para este rey, la vida, la libertad y el sufrimiento pesan más que el oro y el derecho. Por eso, le perdona la deuda el criado.

El criado, “al salir”, ni siquiera una semana después, tampoco en el día siguiente o después de una hora, sino aún sumergido en la alegría de la deuda perdonada, encuentra un compañero suyo que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo: “Págame lo que me debes”. Es verdad que era su derecho recibir la deuda. Es justo. Pero también es cruel. Esto puede pasar con nosotros: muy expertos en exigir nuestros derechos, pero no tanto en cumplir con nuestros deberes. La justicia que el Evangelio nos propone es distinta: es de reconciliación con el adversario, acogida al pequeño, búsqueda del que se extravió.

Diferente de la justicia humana, del derecho a recibir lo que le es debido, Jesús propone la lógica de Dios, la lógica del exceso: perdonar setenta veces siete, perdonar a los enemigos, poner la otra mejilla, donar sin medida… Cuando uno no quiere perdonar (el perdón no es un instinto, sino una decisión), cuando se responde a una ofensa con otra ofensa, el nivel de violencia y dolor se eleva. Esto no es compatible con el Evangelio.

Perdonar es deshacer el nudo, es dejarse ir, liberar las cuerdas que nos aprisionan en el espiral de la maldad, es mirar hacia al futuro, no al pasado. Así es Dios, nos perdona para liberarnos del pecado, de las fuerzas del mal que nos arrastran a la muerte. Por eso es capaz de hacer bromas con nuestros números y nuestra lógica: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”.

Vuestro hermano en la fe,

Eguione Nogueira, cmf

eguionecmf@gmail.com
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