domingo, 17 de mayo de 2020

HOY 17 DE MAYO SE INICIA LA NOVENA A SAN FELIPE NERI, PATRONO DE LOS EDUCADORES Y HUMORISTAS


Hoy 17 mayo se inicia la novena a San Felipe Neri, patrono de educadores y humoristas
Redacción ACI Prensa





San Felipe Neri nació en Italia en 1515, es patrono de educadores y humoristas, así como fundador del Oratorio en Roma, y se le recuerda también por tener el don de la curación, de leer los pensamientos y de la profecía.

Cercanos a su fiesta que se celebra cada 26 de mayo, recordando un poco de su historia y doctrina, te presentamos una novena de preparación:



Primer Día de la Novena a San Felipe Neri


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Breve Historia
San Felipe nace en Florencia en 1515. Es uno de los cuatro hijos del notario Francisco Neri y de Lucrecia Soldi. Siendo muy pequeño pierde a su madre pero encuentra el necesario amor materno en la segunda esposa de su padre. Felipe es un niño afable, obediente y amante de la oración. Tiene un carácter muy atrayente y modesto, nunca se le ve hablando mal de nadie. Esta bondad no pasa desapercibida y, por eso, comienzan a llamarle “Pippo Buono”. Sus padres se preocupan por su educación: desde los once años lo llevan a las clases que imparten los padres dominicos del Monasterio de San Marcos. Allí aprende a amar la virtud y a huir de las vanidades del mundo.

Doctrina
“El alma que se ha entregado a Dios es toda de Dios”.

“El amor que se da a los padres y a la sangre, a los estudios o a uno mismo, se le quita a Dios”.

“La cantidad de amor que se pone en las criaturas, se le quita a Dios”.

“Para alcanzar el amor de Dios no existe camino más corto y seguro que desprenderse del amor de las cosas del mundo, - aún de las pequeñas y de poca importancia -, y del amor a sí mismo, prefiriendo que se cumpla en nosotros la voluntad de Dios y trabajar en su servicio más que nuestra satisfacción y deseo”.

“Quien quiere algo distinto a Cristo no sabe lo que quiere. Quien pide otra cosa que Cristo no sabe lo que pide. Quien obra, pero no por Cristo, no sabe lo que hace”.

Petición particular para este día.

Letanías
San Felipe Ruega por nosotros.
Vaso de Espíritu Santo Ruega por nosotros.
Hijo de María Ruega por nosotros.
Apóstol de Roma Ruega por nosotros.
Consejero de papas Ruega por nosotros.
Voz profética Ruega por nosotros.

Oremos
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego que abrasó el corazón de San Felipe Neri.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén



Segundo Día de la Novena a San Felipe Neri


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Breve Historia
Francisco Neri quiere asegurar el futuro de su hijo, por eso cuando Felipe cumple 18 años le envía a San Germán, ciudad cercana a Monte Casino. Allí vive Rómulo, tío de Felipe, que regenta un próspero comercio y no tiene herederos. En esta época, Felipe visita Gaeta, un monte junto al mar que según la tradición se rasgó por la mitad en el momento en que Jesús expiró. En aquel monte hay una ermita con una cruz para que se medite la Pasión del Señor. Contemplando en ese crucifijo el infinito amor de Dios, Felipe decide apartarse de todas las cosas que este mundo valora como riqueza: - dinero, honor, afectos y placeres -; para entregarse total y libremente a Dios. Sin mirar atrás, Felipe marcha a Roma para vivir como un eremita, ofreciéndose, unido a Jesús Crucificado, por la salvación de los hombres. En Roma, comienza su vida de oración y penitencia, viviendo en una habitación que le deja el florentino Galeoto Caccia. Una cama, una silla, unos cuantos libros y una cuerda para colgar la ropa, es todo lo que necesita. Viste con tejidos de lana muy sencillos y tan sólo come una vez al día algún panecillo y, a veces, algo de verdura o aceitunas o alBREVE HISTORIA: 10 gún huevo semanal. Felipe se dedica a la educación intelectual y espiritual de los dos hijos de Galeoto, transformando en dos años, a aquellos diablillos, en dos verdaderos ángeles.


Doctrina
“Quien no sube a menudo al Cielo en vida con el pensamiento, peligra mucho de no ir a él después de su muerte”.

“Echaos en los brazos de Dios y preguntadle si quiere algo de vosotros; Él os hará aptos para todo aquello en que os quiera emplear. Si Dios da la carga también da las fuerzas”.

Decía Felipe que era necesario tener gran confianza en Dios y no perturbarse por las contrariedades que nos viniesen, añadiendo que Dios acostumbra, cuando quiere conceder alguna virtud, permitir que el hombre se vea tentado en el vicio contrario; por eso daba como remedio que, cuando viniese alguna tentación, se acordase la persona del gusto sentido otras veces en la oración, y así, fácilmente, vencería las tentaciones.

Petición particular para este día.

Letanías
Santo victorioso Ruega por nosotros.
Héroe escondido Ruega por nosotros.
Padre dulce Ruega por nosotros.
Flor de pureza Ruega por nosotros.
Mártir de la caridad Ruega por nosotros.
Corazón de fuego Ruega por nosotros.

Oremos
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego con el que abrasó el corazón de San Felipe Neri.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén



Tercer Día de la Novena a San Felipe Neri


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Breve Historia
Viendo Felipe el éxito que había tenido en la educación de los hijos de Galeoto decide ir a la universidad para formarse más, pues había descubierto que para llevar a las almas a Cristo no sólo se requería un alma santa y fervorosa sino también bien instruída. Estudió filosofía en la “Sapienzia” y teología en “Sant’Agostino”. Estudió mucho hasta que creyó haber aprendido de las universidades todo lo que éstas le podían aportar para mejor amar a Dios y darlo a conocer. A partir de entonces la ciencia del amor se la enseñará Cristo crucificado. Se desprendió de los libros y se dedicó a “la universidad de la oración”, llegando a veces a las cuarenta horas seguidas. Aun así, leía atentamente tanto la Sagrada Escritura como la Summa Teológica de Santo Tomás, obra que le fue muy querida. Es en este tiempo de ermitaño, que duró diez años, en el que Felipe comenzó la visita a los hospitales, especialmente el de San Jacobo de los Incurables donde sirve como a Cristo mismo a los pobres enfermos, vela en oración noches enteras en las distintas iglesias romanas o en las catacumbas de San Sebastián, duerme en sus atrios, inaugura la peregrinación llamada “la visita a las siete iglesias” y vive solitario, pasando lo más desapercibido posible. En este periodo comienza también con su particular forma de apostolado: se pasea por las plazas, entra en los negocios y en los bancos, y conversa con la gente de temas espirituales de un modo atrayente, especialmente con los jóvenes, a los que solía repetirles: “¿cuándo vamos a comenzar a ser buenos?”.

Doctrina
San Felipe decía que uno siempre debe desconfiar y jamás fiarse de sí mismo: “Obra mal, el que se fía de sí mismo así como el que se pone en ocasión de pecar, pensando: “no caeré, no lo permitiré”; en ese caso hay señal manifiesta de que caerá seguro con grave daño a su alma”.

“No hay cosa que desagrade tanto a Dios como el engreírse por la propia estima. Dios permite nuestras grandes caídas para limpiarnos de la soberbia”.

Decía san Felipe que para alcanzar la santa humildad era necesario: “despreciar el mundo, no despreciar a nadie, despreciarse a sí mismo y no hacer caso de verse despreciado”.

Petición particular para este día.

Letanías
Discernidor de espíritus Ruega por nosotros.
Sacerdote destacado Ruega por nosotros.
Espejo de vida divina Ruega por nosotros.
Modelo de humildad Ruega por nosotros.
Ejemplo de sencillez Ruega por nosotros.
Luz de la santa alegría Ruega por nosotros.

Oremos
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego con el que abrasó el corazón de San Felipe Neri.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén



Cuarto Día de la Novena a San Felipe Neri


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Breve Historia
La víspera de Pentecostés de 1544, a los diez años de haber llegado a Roma, hallándose una noche Felipe en las catacumbas de San Sebastián, pidiendo los dones del Espíritu Santo para poder amar más y ser más perfecto, vio venir del cielo un globo de fuego que penetró en su boca y se dilató en su pecho. El santo se sintió poseído por el amor de Dios en un grado tan elevado, que parecía ahogarle; cayó al suelo, derribado y exclamó con acento de dolor: “¡Basta, Señor, basta! ¡No puedo soportarlo más!”. Desde ese momento el Fuego del Espíritu Santo comenzó a ser el motor de su vida. Le producía una fuerte palpitación continua que aumentaba cuando se emocionaba en la oración, en las obras de misericordia que practicaba o en el ejercicio sacerdotal de la predicación y la confesión (hablar de Dios y perdonar pecados le hacían arder su corazón en amor divino). Este signo celestial no sólo tuvo como manifestación el continuo resonar de su corazón, que a veces era tan fuerte que hacía retumbar el asiento, la cama o incluso la habitación entera donde se hallaba Felipe, sino que también se manifestó con el abultamiento físico de la cavidad torácica que cubre el corazón junto a la ruptura de dos costillas. A esto hay que añadir la continua fiebre que padecía incluso en las noches invernales más frías. Felipe trató de ocultarlo lo más posible, pues él no buscaba las glorias humanas sino solamente la de Dios.


Doctrina
El santo repetía muchas veces que: “el hombre que no hace oración es como un animal irracional”.

“No hay cosa mejor para el hombre que la oración y sin ella no es posible sostenerse por mucho tiempo en la vida espiritual. Por eso, el hombre debe recurrir diariamente a este poderosísimo medio de salvación”.

“El enemigo de nuestra salvación, de ninguna cosa se enoja tanto ni procura impedir con mayor empeño que la oración”.

“No debe una persona, por ideas que se le presenten en la oración, ni por ninguna tentación, dejar de hacerla, antes al contrario, debe aguantar con paciencia, pues el Señor concede en un instante lo que no se ha podido alcanzar en muchos años”.

“La verdadera preparación para la oración es la mortificación”.

Felipe enseñaba a comenzar a orar así: “Nada más levantarse, humillarse ante la Divina Presencia, permaneciendo ante Dios como cosa de ningún valor y manifestando a Dios la propia necesidad e impotencia. Estando así de postrado Dios le enseñará a hacer oración”.

Petición particular para este día.

Letanías
Imagen de niñez Ruega por nosotros.
Retrato de madurez Ruega por nosotros.
Director de almas Ruega por nosotros.
Amable guía de la juventud Ruega por nosotros.
Que observaste la castidad desde tu juventud Ruega por nosotros.
Que recorriste Roma con la guía divina Ruega por nosotros.

Oremos
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego con el que abrasó el corazón de San Felipe Neri.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén



Quinto Día de la Novena a San Felipe Neri



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Breve Historia
San Felipe tenía un don especial de piedad para fijarse en los sufrimientos de las personas de su mundo y tratar de poner medios para remediarlos. Movido por este don, Felipe se fijó en dos cosas: primero, en el gran número de peregrinos que viajaban a Roma y no tenían comida, ni techo donde cobijarse, ni alguien que les hablase de Dios y les condujese a un verdadero arrepentimiento de sus pecados; y segundo, en el gran número de enfermos pobres que salían de los hospitales y no tenían dónde pasar su convalecencia para no volver a enfermar. Por ello, con ayuda de su director espiritual - el padre Persiano Rosa - y otros quince laicos muy allegados, funda, en 1548, la “Cofradía de la Santísima Trinidad de los Peregrinos y Convalecientes”. Felipe sabe que, para hacer bien su misión, no hay que precipitarse sino prepararse bien espiritualmente. Por ello, anima a los miembros de la cofradía a una verdadera vida de oración y amor fraterno. Inaugura la práctica de las “cuarenta horas” para los primeros domingos de cada mes y para la Semana Santa (cuarenta horas de adoración al Santísimo, expuesto por turnos, con charlas espirituales y meditaciones bíblicas hermosísimas predicadas por Felipe). Tan famosas fueron estas charlas, que muchos ajenos a la cofradía también asistían a la adoración para oírle. En el jubileo de 1550, tras dos años de preparación espiritual, comenzó la obra de la cofradía acogiendo a los peregrinos. En casas alquiladas se les lavaba los pies y se les daba de comer como a señores, se les curaba las heridas, se les lavaba la ropa, etc; después se les hablaba de Dios y se les animaba hacia la confesión y el cambio de vida. Tanto impresionó las acciones caritativas de la cofradía que muchos quisieron participar también, incluso cardenales, nobles o papas. En 1575 la cofradía llegó a atender a unos 145.000 peregrinos y dio muchos frutos de conversión entre peregrinos y participantes.


Doctrina
Cuando uno sabe quebrantar la propia voluntad y negar a su alma los propios deseos se halla en buen grado de virtud.

No se debe reservar para sí mismo tiempo ni lugar cuando se trata de ayudar al prójimo. Dejar incluso la oración por la obediencia o por el prójimo no es dejar la oración sino cambiar a Cristo por Cristo.

Esto es gran perfección y pocos son los que saben hacerlo, pues se trata de privarse los gustos espirituales para ganar almas para Cristo. La caridad es la reina de todas las virtudes: todo lo unifica. En una comunidad donde se permanece hasta la muerte, sin cambios a destinos nuevos, donde se multiplican, - más incluso que en las familias naturales, - las ocasiones para la comprensión, el perdón, la ayuda mutua, la discreción, la comunión para las obras comunes de apostolado, el gozo y el dolor compartido que nacen de la caridad y, sobre todo, donde se atiende antes al bien interno que al externo y no se va a las obras exteriores, bajo pretexto de celo, huyendo de las obras internas y domésticas, en una comunidad así encontrarás un paraíso en su interior.

Petición particular para este día.


Letanías
Que rezaste tanto tiempo en las catacumbas Ruega por nosotros.
Que albergaste al Espíritu Santo en tu corazón Ruega por nosotros.
Que experimentaste tan maravillosos éxtasis Ruega por nosotros.
Que diste un servicio tan amoroso a los necesitados Ruega por nosotros.
Que lavaste los pies a los peregrinos Ruega por nosotros.
Que tuviste una ardiente sed de martirio Ruega por nosotros.

Oremos
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego con el que abrasó el corazón de San Felipe Neri.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén



Sexto Día de la Novena a San Felipe Neri


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Breve Historia
El confesor de Felipe, Persiano Rosa, estaba persuadido de que éste haría cosas todavía mayores si recibía la ordenación sacerdotal. Aunque el santo se resistía a ello acabó por seguir el consejo de su confesor por humildad y obediencia. El 23 de mayo de 1551 recibió las Órdenes Sagradas en la iglesia de Santo Tomás in Parione. Tenía 36 años. Fue a vivir con el Padre Rosa y los otros sacerdotes capellanes de San Jerónimo de la Caridad. A partir de ese momento, ejerció el apostolado sobre todo en el confesionario, en el que se sentaba desde la madrugada hasta mediodía, y algunas veces hasta las horas de la tarde, para atender a una multitud de penitentes de toda edad y condición social que acudían a él. Enseñó a sus penitentes el valor de la mortificación y de las prácticas que ayudan a crecer en la humildad. Algunos recibían de penitencia mendigar u otras prácticas de humillación para vencer el terrible orgullo. Celebraba con gran devoción la misa diaria, cosa que muchos sacerdotes habían abandonado. Con frecuencia experimentaba éxtasis durante la misa y algunas veces se le observaba levitando. Para no llamar la atención trataba de celebrar la última misa del día, en la que menos personas había. Felipe era muy severo consigo mismo, pero para los demás sólo tuvo amor, comprensión y consuelo. Toda persona que se confesaba una sola vez con él volvía seguro a hacerlo. A escondidas, para huir de la fama de santidad, Felipe hacía muchas obras de caridad con pobres y enfermos, y siguió visitando los hospitales mientras pudo. A Felipe se le aplican la realización de muchos milagros (curaciones e incluso resurrecciones) y la capacidad de preveer el futuro.


Doctrina
“La obediencia es buena siempre que se obedece sin discurrir y se está seguro de que, aquello que se le manda, es lo mejor que puede hacer”.

“Quien vive bajo la obediencia del confesor se asegura no tener que rendir cuentas a Dios de las acciones que ejecuta”.

“La obediencia es un camino breve para llegar rápidamente a la santidad”.

“No hay cosa más peligrosa para el alma que querer gobernarse uno a sí mismo”.

“La obediencia es el verdadero holocausto que se sacrifica a Dios en el altar de nuestro corazón”.

“A menudo, el demonio nos mueve con gusto a hacer penitencias u obras de caridad sin permiso del confesor, pero ocurre que si, enterado el confesor, nos da permiso para ellas, las ganas desaparecen y se nos hacen durísimas y repugnantes”.

“Para ser verdadero oratoriano no basta cumplir lo mandado, sino que es necesario hacerlo sin andar buscando razones contrarias”.

Petición particular para este día.

Letanías
Que distribuiste diariamente la Palabra de Dios Ruega por nosotros.
Que enderezaste a Dios tantos corazones Ruega por nosotros.
Que conversaste tan dulcemente con María Ruega por nosotros.
Que enalteciste la muerte Ruega por nosotros.
Que estableciste tus casas en todos los países Ruega por nosotros.
Que amaste a Dios por encima de ti mismo Ruega por nosotros.

Oremos
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego con el que abrasó el corazón de San Felipe Neri.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén



Séptimo Día de la Novena a San Felipe Neri


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Breve Historia
Para ayudar al crecimiento espiritual de la gente, organizaba coloquios espirituales en los que se oraba y se leían diversas vidas de santos y misioneros; por ejemplo, los misioneros jesuitas que iban a evangelizar América. Terminaban con una visita al Santísimo Sacramento en alguna iglesia o con la asistencia a las vísperas. Eran tantos los que asistían a dichos coloquios que en la iglesia de San Jerónimo se construyó una gran sala para ello y varios sacerdotes empezaron a ayudar a Felipe en esta tarea. El pueblo los llamaba “los oratorianos”, porque tocaban la campana para llamar a los fieles a rezar en su oratorio. Poco a poco, las reuniones fueron tomando una estructura constante: se realizan todos los días, excepto sábados y festivos, a primera hora de la tarde; comienzan con una lectura edificante y un comentario sencillo, que debe ofrecer conclusiones para una verdadera vida cristiana; a continuación, para bien del alma, se entabla un coloquio, en el que se van respondiendo todas las posibles dudas. Más tarde, se incluyó: la oración mental, la lectura del Evangelio, la penitencia, la historia de la Iglesia (que preparaba César Baronio para contrarrestar las mentiras protestantes) y la música. Músicos como Juan Palestrina o Juan Animuccia asistieron y escribieron música para estas reuniones. Los resultados fueron extraordinarios, muchos asistían a los encuentros del oratorio, incluso miembros prominentes de la Curia romana; aunque al principio no fue así, ya que, por predicar laicos, estuvieron bajo secreta vigilancia y clara sospecha durante bastante tiempo. Una de las grandes preocupaciones de Felipe eran los carnavales, en los que, con el pretexto de “prepararse” para la cuaresma, el pueblo se daba al libertinaje. San Felipe propuso la santa diversión de visitar siete iglesias de la ciudad - una peregrinación de unas doce millas - orando, cantando y con un almuerzo al aire libre en comunidad.


Doctrina
Era máxima de San Felipe que la frecuente confesión de los pecados hace un gran bien a nuestras almas, porque la purifica, la robustece y reanima en el servicio de Dios.

Felipe recomendaba confesar primero los pecados más graves y los que más vergüenza dan, pues así se confunde al demonio. Antes de elegir un confesor piénsese mucho en ello y récese mucho; pero una vez elegido no se debe cambiar, sino obedecerle y tratar con él todo lo que ocurra.

El Señor no permitirá que el confesor yerre en aquello que pueda afectar a la salvación del penitente.

El demonio tiende a inspirar desconfianza hacia el confesor para alejarle de su consejo.

Los penitentes no deben jamás violentar al confesor para que apruebe algo contrario al parecer de éste, sino fiarse totalmente de él. Incluso cuando es imposible consultarle, el penitente debe adivinar lo que el confesor le diría en cada caso y hacerlo.

Petición particular para este día.

Letanías
Que celebraste diariamente la santa misa Ruega por nosotros.
Que confesaste durante largas horas al día Ruega por nosotros.
Que luchaste contra el espíritu del mundo Ruega por nosotros.
Que fuiste considerado sospechoso por la Curia Ruega por nosotros.
Que soportaste la enfermedad y la vejez santamente Ruega por nosotros.
Que visitaste las siete Iglesias de Roma por Cristo Ruega por nosotros.

Oremos
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego con el que abrasó el corazón de San Felipe Neri.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén




Octavo Día de la Novena a San Felipe Neri


En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Breve Historia
En 1564 el Papa Pío IV pidió a San Felipe que asumiera la responsabilidad de la Iglesia de San Juan de los Florentinos. Fueron entonces ordenados tres de sus propios discípulos para ayudarle a atender dicha iglesia. Estos sacerdotes vivían y oraban en comunidad, bajo la dirección de San Felipe. El santo redactó una regla muy sencilla para sus jóvenes discípulos, entre los cuales, se contaba el futuro Cardenal e historiador César Baronio. En 1575, San Felipe y sus colaboradores adquirieron, con la bendición del Papa Gregorio XIII, su propia Iglesia: Santa María in Vallicella. El mismo Papa aprobó formalmente la congregación del Oratorio ese mismo año. La Congregación tenía como fin la oración, la predicación y la administración de los sacramentos con un espíritu de familia. La Iglesia de Santa María in Vallicella estaba en ruinas y resultaba demasiado pequeña, por ello, el santo decidió demolerla y construir una más grande. Además, tuvo una visión que le avisaba de que la iglesia estaba a punto del derrumbe, siendo sostenida únicamente por la Virgen; así, resultó que los obreros encontraron que la viga principal estaba en el aire, desconectada de todo apoyo. Bajo la dirección de San Felipe, la excavación comenzó en el lugar donde yacía escondida una antigua iglesia. Estas ruinas proveyeron de piedra suficiente para una porción de la nueva iglesia y para el resto de los cimientos. En menos de dos años los padres se mudaron a la “Chiesa Nuova”. Todo el gasto de la construcción corrió a cargo de numerables donaciones que venían providencialmente cuando más se las necesitaba. Felipe no tuvo nunca que pedir dinero a nadie.


Doctrina
“Debéis continuar con mucho fervor la obra comenzada, desasiéndoos de toda consideración humana y de todo interés personal; luego, someteos a la voluntad de Dios y suplicadle que no permita que hagáis nada que sea contrario a su mayor gloria”.

“No busquéis más que esta gloria de Dios y tened confianza: El que ha hecho que comencéis la obra hará que la acabéis”.

Para estar seguros, dirigiros al Señor, suplicad el particular auxilio de la Virgen María y de los santos a los que tengáis más devoción”.

Solía Felipe repetir que el amor de la Virgen hacia Dios era tan grande que, por el deseo que tenía de unirse a su Amado padecía grandemente, por lo que Dios, para consolarla, envió a su divino Hijo”.

Muchas veces repetía: “Sabed, hijos, y creedme, pues lo sé, que no hay medio más eficaz para alcanzar las gracias de Dios como la Santísima Virgen”.

Petición particular para este día.

Letanías
San Felipe Ruega por nosotros.
Vaso de Espíritu Santo Ruega por nosotros.
Hijo de María Ruega por nosotros.
Apóstol de Roma Ruega por nosotros.
Consejero de papas Ruega por nosotros.
Voz profética Ruega por nosotros.

Oremos
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego con el que abrasó el corazón de San Felipe Neri.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén



Noveno Día de la Novena a San Felipe Neri



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Breve Historia
Durante sus últimos años fueron muchos los cardenales que lo tenían como consejero. Sufrió varias enfermedades y, dos años antes de morir, logró renunciar a su cargo de superior, siendo sustituido por César Baronio. Obtuvo permiso de celebrar diariamente la misa en el pequeño oratorio que estaba junto a su cuarto. Como frecuentemente era arrebatado en éxtasis durante la misa, los asistentes acabaron por tomar la costumbre de retirarse en el “Cordero de Dios”. El acólito hacía lo mismo. Después de apagar los cirios, encender una lamparilla y colgar de la puerta un letrero para anunciar que San Felipe estaba celebrando todavía; dos horas después volvía el acólito, encendía de nuevo los cirios y la misa continuaba. El día de Corpus Christi del 25 de mayo de 1595, el santo estaba desbordante de alegría, de suerte que su médico le dijo que nunca le había visto tan bien durante los últimos diez años. Pero San Felipe sabía perfectamente que había llegado su última hora. Estuvo confesando durante todo el día y recibió, como de costumbre, a los visitantes. Pero antes de retirarse, dijo: “A fin de cuentas, hay que morir”. Hacia medianoche sufrió un ataque tan agudo, que se convocó a la comunidad. Baronio, después de leer las oraciones de los agonizantes, le pidió que se despidiese de sus hijos y los bendijese. El santo, que ya no podía hablar, levantó la mano para dar la bendición y murió un instante después. Tenía entonces ochenta años y dejaba tras de sí una obra imperecedera.


Doctrina
Enseñaba el santo: “no acostumbra Dios a enviar la muerte al hombre que le sirve, sin avisarle por medio de alguna señal”.

“Si un alma pudiese abstenerse por completo de los pecados veniales, la mayor pena que sentiría en este mundo sería verse detenida en esta vida, debido al deseo ardiente de unirse a Dios”.

Felipe decía: “los verdaderos servidores de Dios llevan la vida en paciencia y la muerte en deseo”.

Como Felipe tuvo la gracia de ver subir almas al cielo tras la muerte afirmaba: “No se puede declarar la belleza de un alma que muere en gracia del Señor”. Según esto, cada uno debería vivir tan santamente como si cada día fuera a ser el último de la vida.

“La muerte da terror a los que se hallan en estado de pecado, pero los que no lo están, como san Pablo, desean morir para estar por Cristo”.

“Lo más perfecto es vivir mucho, pero como si ya estuvié- ramos muertos para las cosas del mundo y para uno mismo, sufriendo amorosamente por Cristo lo que Él desee”.

Petición particular para este día.

Letanías
Hombre como el de los tiempos antiguos Ruega por nosotros.
Santo victorioso Ruega por nosotros.
Padre dulce Ruega por nosotros.
Mártir de la caridad Ruega por nosotros.
Que nos llamaste a la familia del Oratorio Ruega por nosotros.
Que nos ayudas a perseverar en él Ruega por nosotros.

Oremos
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad, concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego con el que abrasó el corazón de San Felipe Neri.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén

REGINA COELI: EL PAPA ALIENTA A ANUNCIAR LIBREMENTE EL VALOR DE LA VIDA Y LA MISERICORDIA


Regina Coeli: El Papa alienta a anunciar libremente el valor de la Vida y la Misericordia
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
 Foto: Vatican Media



El Papa Francisco alentó a recordar que “la vida es una misión para anunciar las maravillas que el Señor cumple en quien confía en Él”.

Así lo indicó el Santo Padre en su reflexión dominical previa al rezo del Regina Coeli de este Domingo 17 de mayo.

“La Palabra de Dios nos es dada como Palabra de Vida, que transforma el corazón, la vida, que renueva, que no juzga para condenar, pero resana y tiene como fin el perdón. La misericordia de Dios es así. Una Palabra que es luz a nuestros pasos”, explicó el Pontífice.


En esta línea, el Papa Francisco destacó que “¡Todo esto es obra del Espíritu Santo!” ya que “Él es el Don de Dios, es Dios mismo, que nos ayuda a ser personas libres, personas que quieren y saben amar, personas que han comprendido que la vida es una misión para anunciar las maravillas que el Señor cumple en quien confía en Él”.

Al reflexionar en el pasaje del Evangelio de San Juan de este Domingo (Jn 14,15-21), en el cual Jesús describe la importancia del Amor a Dios y el amor al prójimo, el Papa Francisco subrayó la importancia de amar recíprocamente.

“Él nos ama sin pedirnos nada a cambio, es un amor gratuito el de Jesús, nunca nos pide compensación. Y quiere que su amor gratuito se convierta en la forma concreta de vida entre nosotros: ésta es su voluntad”, advirtió el Papa.

En este sentido, el Santo Padre explicó que, para poder amar al prójimo, “el Espíritu Santo, Don de amor de Dios desciende en el corazón del cristiano” y añadió que “después de que Jesús murió y resucitó, su amor es regalado a quienes creen en Él y de bautizan en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.


El Espíritu Santo “los guía, los ilumina, los fortalece, para que todos puedan caminar en la vida, también a través de la adversidad y la dificultad, en alegrías y penas, permaneciendo en el camino de Jesús”.

“Que la Virgen María, modelo de la Iglesia que sabe escuchar la Palabra de Dios y recibir el Don del Espíritu Santo, nos ayude a vivir con alegría el Evangelio”, oró el Papa.


A continuación, el Evangelio comentado por el Papa Francisco: 

Juan 14:15-21
15 Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; 16 y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, 17 el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros. 18 No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros.
19 Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero vosotros si me veréis, porque yo vivo y también vosotros viviréis. 20 Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros. 21 El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.»

SANTORAL DE HOY DOMINGO 17 DE MAYO DE 2020

Pedro Liu Wenyuan, SantoPedro Liu Wenyuan, Santo
Mártir Laico, 17 de mayo
Iván Ziatyk, BeatoIván Ziatyk, Beato
Sacerdote y Mártir, 17 de mayo
Julia Salzano, SantaJulia Salzano, Santa
Fundadora, 17 de mayo
Antonia Mesina, BeataAntonia Mesina, Beata
Virgen y Mártir, Mayo 17
Emiliano de Vercelli, SantoEmiliano de Vercelli, Santo
Obispo, 17 de mayo
Restituta, SantaRestituta, Santa
Virgen y Mártir, Mayo 17
Pascual Bailón, SantoPascual Bailón, Santo
Memoria Litúrgica, 17 de mayo

FELIZ DOMINGO°°°





sábado, 16 de mayo de 2020

PENSAMIENTOS CRISTIANOS EN IMÁGENES





























LECTURAS BÍBLICAS DE HOY DOMINGO 17 DE MAYO DE 2020


Lecturas de hoy Domingo 6º de Pascua - Ciclo A
Hoy, domingo, 17 de mayo de 2020



Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (8,5-8.14-17):

EN aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaría y les predicaba a Cristo. El gentío unánimemente escuchaba con atención lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría. Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaría había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por ellos, para que recibieran el Espíritu Santo; pues aún no había bajado sobre ninguno; estaban solo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 65,1-3a.4-5.6-7a.16.20

R/. Aclamad al Señor, tierra entera

Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre,
cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!». R/.

Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres. R/.

Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos en él.
Con su poder gobierna eternamente. R/.

Los que teméis a Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni me retiró su favor. R/.



Segunda lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro (3,1.15-18):

QUERIDOS hermanos:
Glorificad a Cristo el Señor en vuestros corazones, dispuestos siempre para dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza, pero con delicadeza y con respeto, teniendo buena conciencia, para que, cuando os calumnien, queden en ridículo los que atentan contra vuestra buena conducta en Cristo.
Pues es mejor sufrir haciendo el bien, si así lo quiere Dios, que sufrir haciendo el mal.
Porque también Cristo sufrió su pasión, de una vez para siempre, por los pecados, el justo por los injustos, para conduciros a Dios. Muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu.

Palabra de Dios



Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (14,15-21):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque. no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».

Palabra del Señor





Comentario al Evangelio de hoy domingo, 17 de mayo de 2020
Fernando Torres cmf


De la ley al Espíritu del amor

      La moral no está de moda en nuestros días. Todo el mundo parece saber perfectamente lo que ha de hacer en cada momento y nadie soporta que le impongan normas u obligaciones. Desgraciadamente, hay muchos que siguen viendo la fe cristiana como una colección de normas, de mandamientos, de obligaciones que hay que cumplir escrupulosamente. Esa sería la condición para obtener la salvación. El que cumple las normas, muchas de ellas de tipo ritual, como ir a misa todos los domingos, confesarse una vez al año, etc. o de cumplimiento externo, como casarse por la iglesia, se garantiza la salvación. Quizá por eso hay muchos cristianos que terminan yendo a misa con el tiempo justo, se quedan en el fondo sin participar demasiado y, como ya están cerca de la puerta, se van en cuanto el sacerdote da la bendición o incluso antes.

      Jesús, en el Evangelio de hoy, plantea la cuestión exactamente del modo contrario. La obligación de los mandamientos como tal no tiene ningún sentido si no se entiende en el contexto de una relación personal con el mismo Jesús: “Se me amáis, cumpliréis los mandamientos”. No se trata pues de cumplir los mandamientos de una forma automática o ciega con el objetivo de conseguir la salvación. El paso primero es encontrarse con Jesús, descubrir quién és y que significa en nuestra vida. De esa relación personal surge el amor y el seguimiento. Los mandamientos son pura consecuencia de esa vida de seguimiento. Pero primero es el amor. Y éste, en ningún caso, se puede imponer como obligación. ¿Es que los que siguen a Jesús y le aman entenderán como una mera obligación la invitación de la Iglesia a reunirse una vez a la semana para escuchar juntos la Palabra y compartir el Pan y el Vino en la mesa de la Eucaristía? Más que una obligación es un gozo y un derecho: el de reunirme con mis hermanos y hermanas y juntos dar gracias a Dios por todo lo que nos regala. 

      Ser cristiano, formar parte de la Iglesia Católica, no es cumplir una serie de normas y mandamientos de forma automática y porque sí. Es formar parte de una familia que se extiende más allá de la sangre y de la cultura. Es haber acogido en el corazón una tradición que viene de siglos. Es haber escuchado la predicación de Felipe y haber recibido el Espíritu Santo de los apóstoles. Ser cristiano es hacer de Jesús el centro de mi vida y amarle y amar a mis hermanos con la fuerza de su ejemplo y de su espíritu. 

      Este domingo hay que mirar a Jesús, hacerle presente en nuestro interior y mirarle a los ojos. Él es la única razón que tenemos para seguir confesándonos cristianos, para cumplir con lo que nos pide el Evangelio y la Iglesia.



Para la reflexión

      ¿Alguna vez amar a un hermano o hermana en una situación concreta me ha llevado a quebrantar una norma de la Iglesia? ¿Por qué? ¿Qué es más importante amar o cumplir los mandamientos? ¿No será que los mandamientos son casi siempre expresión concreta de ese amar que debe caracterizar mi vida como cristiano?

Confío en Ti - Jésed

viernes, 15 de mayo de 2020

MAL DIANÓSTICO


Mal diagnóstico



Cuántas veces nos equivocamos al juzgar a los demás. No conocemos la realidad de las personas, con todas las circunstancias de su vida; y sin embargo las condenamos en nuestro interior porque quizás a primera vista nos han caído mal por un detalle sin importancia. Por prudencia no te dejes llevar de reacciones instintivas.

Un médico se dirige a su bella hija:
— ¿Le dijiste a ese joven que todos los días te está buscando, que lo considero un vago?
— Sí. Se lo dije. Y él contestó que no es la primera vez que vos haces un diagnóstico equivocado.

Jesús nos dice: “No juzguen y no serán juzgados”. No es fácil, pero con la ayuda del Señor avanzarás en esta dirección. Es más positivo elevar una oración por los que te hieren y fastidian que rumiar faltas de atención y agravios recibidos. Así conservarás la paz en tu corazón y harás algo en verdad efectivo para remediar los límites del prójimo.


* Enviado por el P. Natalio

MARÍA, TRONO DE SABIDURÍA


María, Trono de la Sabiduría
Maiestas Mariae es un concepto mariológico y de la historiografía del arte para referirse al concepto de la Virgen como trono del Niño Dios


Por: Francisco Ros Gascóns / Otros | Fuente: www.mercaba.org / iconografiaartecristiano.blogspot.com.es




Theotokos es una palabra griega que significa Madre de Dios (literalmente, 'la que dio a luz a Dios'). Su equivalente en español, vía latín, es Deípara. Es el título que la Iglesia cristiana temprana le dio a María en el Concilio de Éfeso de 431 en referencia a su maternidad divina.

Maiestas Mariae

Theotókos es también un tipo iconográfico de la Virgen en el arte bizantino, en el que aparece sentada en un trono con el Niño Jesús en su regazo, mirando ambos al frente. En este modelo iconográfico se basa otro característico del arte románico: la Maiestas Mariae (majestad de María o suprema alteza –en los cielos).

Maestà ("majestad" en italiano) es la denominación de un tema iconográfico del arte cristiano medieval occidental que representa a la Virgen en Majestad, una forma de representar la Virgen con el Niño en que la Virgen María aparece entronizada; de forma similar a la Theotokos del arte bizantino.

Maiestas Mariae ("Majestad de María" en latín) es un concepto mariológico y de la historiografía del arte para referirse al concepto de la Virgen como trono del Niño Dios.

Es una iconografía propia del Románico y el Gótico, que se divulga a partir del siglo XII, fundamentalmente en las iglesias dedicadas a María y en algunas dedicadas a algún santo. La visión del Cristo apocalíptico (Pantocrator) fue sustituida por la de la Virgen, como trono del Salvador y mediadora entre los hombres y Dios.

El culto mariano se popularizó extraordinariamente en la Baja Edad Media, al mismo tiempo que, intelectual y sociológicamente, se producía la sublimación del concepto bajomedieval de mujer (el amor cortés de los trovadores).

María, Trono de la Sabiduría

La palabra Sabiduría tiene en la Sagrada Escritura varios significados: en primer lugar la Sabiduría personal o subsistente, esto es, el Verbo Divino, y Jesucristo como Hombre, ya que en Él la Humanidad creada estaba unida a la Divinidad en unidad de persona; en segundo lugar, la Sabiduría impersonal, hábito o cualidad de los seres inteligentes, y por último, la Sabiduría, Don del Espíritu Santo.

Bajo estos tres significados la Virgen María es llamada y es verdaderamente Trono o Sede de la Sabiduría.


María Santísima, Trono de la Sabiduría, de la Sabiduría personal. El Verbo es el perfecto y subsistente conocimiento de todo el ser Perfectísimo e Infinito que es el Padre.

El Verbo Divino se encamó en el seno purísimo de María, así vino al ser Madre de Dios, Madre del Verbo, Madre de Cristo Hombre, Madre de la Sabiduría.

Por eso, principalmente se le invoca como Trono de la Sabiduría porque puso el Verbo su sede en las Purísimas entrañas de Ella.

Él se hizo para Sí, en el seno Virginal, una morada muy digna y escogida, habitó en Ella, y después de nacer fue llevado en sus brazos durante sus primeros años y estuvo sentado sobre sus rodillas. Siendo realmente también, por decirlo así, el Trono humano de Aquel que reina en el Cielo.

María Santísima, Sede de la virtud de la Sabiduría

El hábito de la Sabiduría reside en el entendimiento del ser humano y tiene por objeto propio el conocimiento de las cosas naturales y sobrenaturales y sus causas, se eleva al conocimiento y contemplación de la Causa primera e increada, necesaria, absoluta, es decir, Dios; ve y contempla a Dios en todas las cosas de la naturaleza, todo lo refiere a Dios, se remonta hasta Dios y en El descansa; de todo lo creado toma base para admirar, bendecir y amar a Dios, último término al cual están dirigidas todas las cosas. Y es así como esta Sabiduría, de especulativa se hace práctica, de estéril se convierte en operativa, del entendimiento pasa al corazón y lo ensancha y lo consuela y le infunde un gozo, un sabor y una unción, por lo cual precisamente se llama Sabiduría.

Por encima de todos los santos, María poseyó en grado perfecto la virtud de la Sabiduría, más aún, Ella es la Sede de la Sabiduría. Fue dotada por Dios de un entendimiento naturalmente perfecto, ejercitado y enriquecido por la continua y altísima contemplación y por el conocimiento de la Escritura.

María, después de Jesucristo, tuvo el corazón mejor dispuesto para la gratitud, para la admiración, para el amor: disposición acrecentada hasta el máximo por la fiel correspondencia a la obra de la gracia que la llevó al más perfecto conocimiento de Dios posible a una mente creada.

María, Sede del Don de Sabiduría

Hay una Sabiduría que no se adquiere con los recursos humanos, sino que es un Don sobrenatural infundido por el Espíritu Santo.

Este Don, como enseña Santo Tomás de Aquino, es distinto en su naturaleza del hábito de la Sabiduría.

Este Don consiste en un profundo conocimiento de Dios y de sus altísimos misterios, conocimiento encaminado no tanto a satisfacer la inteligencia que contempla, cuanto a alimentar y atraer la voluntad con la fuerza del amor. El alma en la que se ha desarrollado este Don se sumerge y se abisma enteramente en Dios, en sus perfecciones Infinitas y en sus Misterios, y allí se goza de tal manera que todo lo que no es de Dios o no conduce a Dios se le hace pesado y enojoso, le resulta insípido.

En los treinta años que vivió en íntima unión con la Sabiduría Encarnada, cuántas veces recibiría María en el secreto de la Casa de Nazaret los vívidos rayos de la Sabiduría Eterna en los que Ella recogía hechos y misterios; palabras y recuerdos en el santuario de su corazón y los conservaba. Era el tesoro de las diversas riquezas que, pasando por su alma de Madre, se convertían en leche de vida, de sabiduría y de gracia para sus hijos. Ella más que ninguna criatura angélica o humana, penetró en los profundos Misterios de la Divinidad, rozando, por decirlo así, los confines de lo Infinito.

María llevó en su seno a la Sabiduría Increada pero su mente y su corazón fueron más anchos y capaces que su mismo seno, dice San Buenaventura. Con toda razón, la Iglesia la invoca Trono de la Sabiduría.


Imagen: Anónimo, "Madonna y Niño en trono con ángeles músicos entre los Santos Sebastián y Agatha". Fresco del siglo XV, en la iglesia de San Nazzaro y la Abadía de Celso, San Nazzaro Sesia, Novara, Italia.

BENEDICTO XVI ESCRIBE CARTA POR 100 AÑOS DE NACIMIENTO DE SAN JUAN PABLO II


Benedicto XVI escribe carta por 100 años del nacimiento de San Juan Pablo II
Redacción ACI Prensa
Crédito: Vatican Media



San Juan Pablo II “se nos presenta como el padre que nos deja ver la misericordia y la bondad de Dios”, afirmó el Papa Emérito Benedicto XVI en una carta escrita por los cien años del nacimiento de su predecesor.

Se trata de una carta que el Papa Emérito envió al Cardenal Stanisław Dziwisz, que durante 40 años fue secretario personal del santo polaco.

Como se recuerda, Benedicto XVI también tuvo una relación estrecha con San Juan Pablo II, de quien fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe entre 1981 y 2005, como Cardenal Joseph Ratzinger.

En la carta con fecha 4 de mayo y escrita originalmente en alemán, Benedicto XVI hace un recuento de la vida de San Juan Pablo II, su formación para el sacerdocio durante la ocupación soviética de Polonia, el Concilio Vaticano II, su llamado apenas fue elegido Papa a no temer miedo y abrir las puertas a Cristo, pero en especial su amor por la Divina Misericordia.

Además de destacar “la humildad de este gran Papa”, Benedicto XVI recordó que en su funeral muchos clamaron “santo súbito” y también que fuera proclamado “Magno”.

“Dejamos abierto si el epíteto «magno» prevalecerá o no. Es cierto que el poder y la bondad de Dios se hicieron visibles para todos nosotros en Juan Pablo II. En un momento en que la Iglesia sufre una vez más la aflicción del mal, este es para nosotros un signo de esperanza y confianza”, escribe el Papa Emérito.

A continuación la carta completa que Benedicto XVI escribió por el centenario del nacimiento de San Juan Pablo II:

Ciudad del Vaticano


4 de mayo del 2020

El 18 de mayo, se cumplirán 100 años desde que el papa Juan Pablo II nació en la pequeña ciudad polaca de Wadowice.

Polonia, dividida durante más de 100 años por las tres grandes potencias vecinas – Prusia, Rusia y Austria –, había recuperado su independencia al final de la Primera Guerra Mundial. Fue una época llena de esperanza, pero también de dificultades, ya que la presión de las dos grandes potencias, Alemania y Rusia, siguió pesando sobre el Estado que se estaba reorganizando. En esta situación de angustia, pero sobre todo de esperanza, creció el joven Karol Wojtyla, que perdió muy pronto a su madre, a su hermano y, finalmente, a su padre, de quien había aprendido una piedad profunda y cálida. El joven Karol era particularmente apasionado de la literatura y el teatro, y después de estudiar para sus exámenes de secundaria, comenzó a dedicarse más a estas materias.

«Para evitar la deportación, en el otoño de 1940, comenzó a trabajar en una cantera que pertenecía a la fábrica química de Solvay» (cf. Don y Misterio). «En Cracovia, había ingresado en secreto en el Seminario. Mientras trabajaba como obrero en una fábrica, comenzó a estudiar teología con viejos libros de texto, para poder ser ordenado sacerdote el 1 de noviembre de 1946» (cf. Ibid.). Por supuesto, no solo estudió teología en los libros, sino también a partir de la situación específica que pesaba sobre él y su país. Es una especie de característica de toda su vida y su trabajo. Estudia con libros, pero experimenta y sufre las cuestiones que están detrás del material impreso. Para él, como joven obispo – obispo auxiliar desde 1958, arzobispo de Cracovia desde 1964 – el Concilio Vaticano II se convirtió en una escuela para toda su vida y su trabajo. Las grandes preguntas que surgieron especialmente sobre el llamado Esquema 13 – luego Constitución Gaudium et Spes – fueron sus preguntas personales. Las respuestas desarrolladas en el Concilio le mostraron el camino a seguir para su trabajo como obispo y luego como Papa.

Cuando el cardenal Wojtyla fue elegido sucesor de San Pedro el 16 de octubre de 1978, la Iglesia estaba en una situación desesperada. Las deliberaciones del Concilio se presentaban al público como una disputa sobre la fe misma, lo que parecía privarla de su certeza indudable e inviolable. Un pastor bávaro, por ejemplo, comentando la situación, decía: «Al final, hemos acogido una fe falsa». Esta sensación de que no había nada seguro, de que todo estaba en cuestión, fue alimentada por la forma en que se implementó la reforma litúrgica. Al final, todo parecía factible en la liturgia. Pablo VI había cerrado el Concilio con energía y determinación, pero luego, una vez terminado, se vio confrontado con más asuntos, siempre más urgentes, lo que finalmente puso en tela de juicio a la Iglesia misma. Los sociólogos compararon la situación de la Iglesia en ese momento con la de la Unión Soviética bajo Gorbachov, cuando toda la poderosa estructura del Estado finalmente se derrumbó en un intento de reformarla.

Una tarea que superaba las fuerzas humanas esperaba al nuevo Papa. Sin embargo, desde el primer momento, Juan Pablo II despertó un nuevo entusiasmo por Cristo y su Iglesia. Primero lo hizo con el grito del sermón al comienzo de su pontificado: «¡No tengan miedo! ¡Abran, sí, abran de par en par las puertas a Cristo!» Este tono finalmente determinó todo su pontificado y lo convirtió en un renovado liberador de la Iglesia. Esto estaba condicionado por el hecho de que el nuevo Papa provenía de un país donde el Concilio había sido bien recibido: no el cuestionamiento de todo, sino más bien la alegre renovación de todo.

El Papa ha viajado por el mundo en 104 grandes viajes pastorales y proclamó el Evangelio en todas partes como una alegría, cumpliendo así su obligación de defender el bien, de defender a Cristo.

En 14 encíclicas, volvió a exponer completamente la fe de la Iglesia y su doctrina humana. Inevitablemente, al hacerlo, provocó oposición en las iglesias del Occidente llenas de dudas.

Hoy, me parece importante enfatizar sobre todo el verdadero centro desde el cual debe leerse el mensaje de sus diferentes textos. Este centro vino a la atención de todos nosotros en el momento de su muerte. El Papa Juan Pablo II murió en las primeras horas de la nueva fiesta de la Divina Misericordia. Permítanme agregar primero un pequeño comentario personal que revela un aspecto importante del ser y el trabajo del Papa. Desde el principio, Juan Pablo II se sintió profundamente conmovido por el mensaje de Faustina Kowalska, una monja de Cracovia, que destacó la Divina Misericordia como un centro esencial de la fe cristiana y deseaba una celebración con este motivo. Después de todas las consultas, el Papa había escogido el domingo in albis. Sin embargo, antes de tomar la decisión final, le pidió a la Congregación de la Fe su opinión sobre la conveniencia de esta fecha. Dijimos que no porque pensamos que una fecha tan antigua y llena de contenido como la del domingo in albis no debería sobrecargarse con nuevas ideas. Ciertamente no fue fácil para el Santo Padre aceptar nuestro no. Pero lo hizo con toda humildad y aceptó el no de nuestro lado por segunda vez. Finalmente, hizo una propuesta dejando el histórico domingo in albis, pero incorporando la Divina Misericordia en su mensaje original. En otras ocasiones, de vez en cuando, me impresionó la humildad de este gran Papa, que renunció a las ideas de lo que deseaba porque no recibió la aprobación de los organismos oficiales que, según las reglas clásicas, había de consultar.

Mientras Juan Pablo II vivió sus últimos momentos en este mundo, la Fiesta de la Divina Misericordia acababa de comenzar tras la oración de las primeras vísperas. Esta celebración iluminó la hora de su muerte: la luz de la misericordia de Dios se presenta como un mensaje reconfortante sobre su muerte. En su último libro, Memoria e Identidad, publicado en la víspera de su muerte, el Papa resumió una vez más el mensaje de la Divina Misericordia. Señaló que la hermana Faustina murió antes de los horrores de la Segunda Guerra Mundial, pero que ya había dado la respuesta del Señor a este horror insoportable. Era como si Cristo quisiera decir a través de Faustina: «El mal no obtendrá la victoria final. El misterio pascual confirma que el bien prevalecerá, que la vida triunfará sobre la muerte y que el amor triunfará sobre el odio».

A lo largo de su vida, el Papa buscó apropiarse subjetivamente del centro objetivo de la fe cristiana, que es la doctrina de la salvación, y ayudar a otros a apropiarse de ella. A través de Cristo resucitado, la misericordia de Dios es para cada individuo. Aunque este centro de la existencia cristiana solo nos lo da la fe, también es importante filosóficamente, porque si la misericordia de Dios no es un hecho, debemos encontrar nuestro camino en un mundo donde el poder último del bien contra el mal es incierto. Después de todo, más allá de este significado histórico objetivo, es esencial que todos sepan que, al final, la misericordia de Dios es más fuerte que nuestra debilidad. Además, en esta etapa actual, también se puede encontrar la unidad interior entre el mensaje de Juan Pablo II y las intenciones fundamentales del Papa Francisco: Juan Pablo II no es un rigorista moral, como algunos lo intentan dibujar en parte. Con la centralidad de la misericordia divina, nos da la oportunidad de aceptar el requerimiento moral del hombre, aunque nunca podemos cumplirlo por completo. Sin embargo, nuestros esfuerzos morales se hacen a la luz de la divina misericordia, que resulta ser una fuerza curativa para nuestra debilidad.


Cuando murió el Papa Juan Pablo II, la Plaza de San Pedro estaba llena de personas, especialmente jóvenes, que querían encontrarse con su Papa por última vez. No puedo olvidar el momento en que Mons. Sandri anunció el mensaje de la partida del Papa. Sobre todo, el momento en que la gran campana de San Pedro repicó, hizo que este mensaje resultara inolvidable. El día del funeral, había muchas pancartas diciendo «¡Santo súbito!». Eso fue un grito que, de todos lados, surgió a partir del encuentro con Juan Pablo II. No solo en la plaza, sino también en varios círculos intelectuales, se discutió la idea de darle el título de «Magno» a Juan Pablo II.

La palabra «santo» indica la esfera de Dios y la palabra «magno» la dimensión humana. Según el reglamento de la Iglesia, la santidad puede ser reconocida por dos criterios: las virtudes heroicas y el milagro. Los dos criterios están estrechamente vinculados. La expresión «virtud heroica» no significa una especie de hazaña olímpica; al contrario, en y a través de una persona se revela algo que no proviene de él, sino que se hace visible la obra de Dios en y a través de él. No es una competencia moral de la persona, sino renunciar a la propia grandeza. El punto es que una persona deja que Dios trabaje en ella, y así el trabajo y el poder de Dios se hacen visibles a través de ella.

Lo mismo se aplica a la prueba del milagro: aquí tampoco se trata de un evento sensacional sino de la revelación de la bondad de Dios que cura de una manera que va más allá de las meras posibilidades humanas. El santo es un hombre abierto a Dios e imbuido de Dios. El que se aleja de sí mismo y nos deja ver y reconocer a Dios es santo. Verificar esto legalmente, en la medida de lo posible, es el significado de los dos procesos de beatificación y canonización. En los casos de Juan Pablo II, ambos procesos se hicieron estrictamente de acuerdo a las reglas aplicables. Por lo tanto, ahora se nos presenta como el padre que nos deja ver la misericordia y la bondad de Dios.

Es más difícil definir correctamente el término «magno». Durante los casi 2.000 años de historia del papado, el título «Magno» solo prevaleció para dos papas: León I (440-461) y Gregorio I (590-604). La palabra «magno» tiene una connotación política en ambos, en la medida en que algo del misterio de Dios mismo se hace visible a través de la actuación política. A través del diálogo, León Magno logró convencer a Atila, el Príncipe de los Hunos, para que perdonara a Roma, la ciudad de los príncipes de los apóstoles Pedro y Pablo. Desarmado, sin poder militar o político, sino por el solo poder de la convicción por su fe, logró convencer al temido tirano para que perdonara a Roma. El espíritu demostró ser más fuerte en la lucha entre espíritu y poder.

Aunque Gregorio I no tuvo un éxito tan espectacular, también logró proteger a Roma contra los lombardos, de nuevo al oponerse el espíritu al poder y alcanzar la victoria del espíritu.

Si comparamos la historia de los dos Papas con la de Juan Pablo II, su similitud es evidente. Juan Pablo II tampoco tenía poder militar o político. Durante las deliberaciones sobre la forma futura de Europa y Alemania, en febrero de 1945, se observó que la opinión del Papa también debía tenerse en cuenta. Entonces Stalin preguntó: «¿Cuántas divisiones tiene el Papa?». Es claro que el Papa no tiene divisiones a su disposición. Pero el poder de la fe resultó ser un poder que finalmente derrocó el sistema de poder soviético en 1989 y permitió un nuevo comienzo. Es indiscutible que la fe del Papa fue un elemento esencial en el derrumbe del poder comunista. Así que la grandeza evidente en León I y Gregorio I es ciertamente visible también en Juan Pablo II.

Dejamos abierto si el epíteto «magno» prevalecerá o no. Es cierto que el poder y la bondad de Dios se hicieron visibles para todos nosotros en Juan Pablo II. En un momento en que la Iglesia sufre una vez más la aflicción del mal, este es para nosotros un signo de esperanza y confianza.

Querido San Juan Pablo II, ¡ruega por nosotros!

Benedicto XVI

SAN ISIDRO LABRADOR, 15 DE MAYO


San Isidro labrador
15 de mayo
(Año 1130)


 San Isidro bendito: ruega por nuestros campos y por nuestros agricultores.

San Isidro labradorEs el patrono de los agricultores del mundo. Le pusieron ese nombre en honor de San Isidoro, un santo muy apreciado en España.
Sus padres eran unos campesinos sumamente pobres que ni siquiera pudieron enviar a su hijo a la escuela. Pero en casa le enseñaron a tener temor a ofender a Dios y gran amor de caridad hacia el prójimo y un enorme aprecio por la oración y por la Santa Misa y la Comunión.
Huérfano y solo en el mundo cuando llegó a la edad de diez años Isidro se empleó como peón de campo, ayudando en la agricultura a Don Juan de Vargas un dueño de una finca, cerca de Madrid. Allí pasó muchos años de su existencia labrando las tierras, cultivando y cosechando.
Se casó con una sencilla campesina que también llegó a ser santa y ahora se llama Santa María de la Cabeza (no porque ese fuera su apellido, sino porque su cabeza es sacada en procesión en rogativas, cuando pasan muchos meses sin llover).
Isidro se levantaba muy de madrugada y nunca empezaba su día de trabajo sin haber asistido antes a la Santa Misa. Varios de sus compañeros muy envidiosos lo acusaron ante el patrón por "ausentismo" y abandono del trabajo. El señor Vargas se fue a observar el campo y notó que sí era cierto que Isidro llegaba una hora más tarde que los otros (en aquel tiempo se trabajaba de seis de la mañana a seis de la tarde) pero que mientras Isidro oía misa, un personaje invisible (quizá un ángel) le guaba sus bueyes y estos araban juiciosamente como si el propio campesino los estuviera dirigiendo.
Los mahometanos se apoderaron de Madrid y de sus alrededores y los buenos católicos tuvieron que salir huyendo. Isidro fue uno de los inmigrantes y sufrió por un buen tiempo lo que es irse a vivir donde nadie lo conoce a uno y donde es muy difícil conseguir empleo y confianza de las gentes. Pero sabía aquello que Dios ha prometido varias veces en la Biblia: "Yo nunca te abandonaré", y confió en Dios y fue ayudado por Dios.
Lo que ganaba como jornalero, Isidro lo distribuía en tres partes: una para el templo, otra para los pobres y otra para su familia (él, su esposa y su hijito). Y hasta para las avecillas tenía sus apartados. En pleno invierno cuando el suelo se cubría de nieve, Isidro esparcía granos de trigo por el camino para que las avecillas tuvieran con que alimentarse. Un día lo invitaron a un gran almuerzo. El se llevó a varios mendigos a que almorzaran también. El invitador le dijo disgustado que solamente le podía dar almuerzo a él y no para los otros. Isidro repartió su almuerzo entre los mendigos y alcanzó para todos y sobró.
Los domingos los distribuía así: un buen rato en el templo rezando, asistiendo a misa y escuchando la Palabra de Dios. Otro buen rato visitando pobres y enfermos y por la tarde saliendo a pasear por los campos con su esposa y su hijito. Pero un día mientras ellos corrían por el campo, dejaron al niñito junto a un profundo pozo de sacar agua y en un movimiento brusco del chiquitín, la canasta donde estaba dio vuelta y cayó dentro del hoyo. Alcanzaron a ver esto los dos esposos y corrieron junto al pozo, pero este era muy profundo y no había cómo rescatar al hijo. Entonces se arrodillaron a rezar con toda fe y las aguas de aquel aljibe fueron subiendo y apareció la canasta con el niño y a este no le había sucedido ningún mal. No se cansaron nunca de dar gracias a Dios por tan admirable prodigio.
Volvió después a Madrid y se alquiló como obrero en una finca, pero los otros peones, llenos de envidia lo acusaron ante el dueño de que trabajaba menos que los demás por dedicarse a rezar y a ir al templo. El dueño le puso entonces como tarea a cada obrero cultivar una parcela de tierra. Y la de Isidro produjo el doble que las de los demás, porque Nuestro Señor le recompensaba su piedad y su generosidad.
En el año 1130 sintiendo que se iba a morir hizo humilde confesión de sus pecados y recomendando a sus familiares y amigos que tuvieran mucho amor a Dios y mucha caridad con el prójimo, murió santamente. A los 43 años de haber sido sepultado en 1163 sacaron del sepulcro su cadáver y estaba incorrupto, como si estuviera recién muerto. Las gentes consideraron esto como un milagro. Poco después el rey Felipe III se hallaba gravísimamente enfermo y los médicos dijeron que se moriría de aquella enfermedad. Entonces sacaron los restos de San Isidro del templo a donde los habían llevado cuando los trasladaron del cementerio. Y tan pronto como los restos salieron del templo, al rey se le fue la fiebre y al llegar junto a él los restos del santo se le fue por completo la enfermedad. A causa de esto el rey intecedió ante el Sumo Pontífice para que declarara santo al humilde labrador, y por este y otros muchos milagros, el Papa lo canonizó en el año 1622 junto con Santa Teresa, San Ignacio, San Francisco Javier y San Felipe Neri.
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