sábado, 21 de diciembre de 2019

EL PORQUÉ DE LA NAVIDAD


EL PORQUÉ DE LA NAVIDAD


Érase una vez un hombre que no creía en Dios. No tenía reparos en decir lo que pensaba de la religión y de las festividades religiosas, como la Navidad.

Su mujer, en cambio, era creyente y criaba a sus hijos en la fe en Dios y en Jesucristo, a pesar de los comentarios desdeñosos de su marido.

Una Nochebuena en que estaba nevando, la esposa se disponía a llevar a los hijos al oficio navideño de la parroquia de la localidad agrícola donde vivían. Le pidió al marido que los acompañara, pero él se negó.

-¡Qué tonterías! -arguyó-. ¿Por qué Dios se iba a rebajar a descender a la Tierra adoptando la forma de hombre? ¡Qué ridiculez!

Los niños y la esposa se marcharon y él se quedó en casa.

Un rato después, los vientos empezaron a soplar con mayor intensidad y se desató una ventisca. Observando por la ventana, todo lo que aquel hombre veía era una cegadora tormenta de nieve. Y decidió relajarse sentado ante la chimenea.

Al cabo de un rato, oyó un gran golpe; algo había golpeado la ventana. Luego, oyó un segundo golpe fuerte. Miró hacia afuera, pero no logró ver a más de unos pocos metros de distancia. Cuando empezó a amainar la nevada, se aventuró a salir para averiguar qué había golpeado la ventana. En un campo cercano descubrió una bandada de gansos salvajes. Por lo visto iban camino al sur para pasar allí el invierno, y se vieron sorprendidos por la tormenta de nieve y no pudieron seguir. Perdidos, terminaron en aquella finca sin alimento ni abrigo. Daban aletazos y volaban bajo en círculos por el campo, cegados por la borrasca, sin seguir un rumbo fijo. El agricultor dedujo que un par de aquellas aves habían chocado con su ventana.

Sintió lástima de los gansos y quiso ayudarlos.

-Sería ideal que se quedaran en el granero -pensó-. Ahí estarán al abrigo y a salvo durante la noche mientras pasa la tormenta.

Dirigiéndose al establo, abrió las puertas de par en par. Luego, observó y aguardó, con la esperanza de que las aves advirtieran que estaba abierto y entraran. Los gansos, no obstante, se limitaron a revolotear dando vueltas. No parecía que se hubieran dado cuenta siquiera de la existencia del granero y de lo que podría significar en sus circunstancias. El hombre intentó llamar la atención de las aves, pero solo consiguió asustarlas y que se alejaran más.

Entró a la casa y salió con algo de pan. Lo fue partiendo en pedazos y dejando un rastro hasta el establo. Sin embargo, los gansos no entendieron.

El hombre empezó a sentir frustración. Corrió tras ellos tratando de ahuyentarlos en dirección al granero. Lo único que consiguió fue asustarlos más y que se dispersaran en todas direcciones menos hacia el granero. Por mucho que lo intentara, no conseguía que entraran al granero, donde estarían abrigados y seguros.

-¿Por qué no me seguirán? -exclamó- ¿Es que no se dan cuenta de que ese es el único sitio donde podrán sobrevivir a la nevada?

Reflexionando por unos instantes, cayó en la cuenta de que las aves no seguirían a un ser humano.

-Si yo fuera uno de ellos, entonces sí que podría salvarlos -dijo pensando en voz alta.

Seguidamente, se le ocurrió una idea. Entró al establo, agarró un ganso doméstico de su propiedad y lo llevó en brazos, paseándolo entre sus congéneres salvajes. A continuación, lo soltó. Su ganso voló entre los demás y se fue directamente al interior del establo. Una por una, las otras aves lo siguieron hasta que todas estuvieron a salvo.

El campesino se quedó en silencio por un momento, mientras las palabras que había pronunciado hacía unos instantes aún le resonaban en la cabeza:

-Si yo fuera uno de ellos, ¡entonces sí que podría salvarlos!

Reflexionó luego en lo que le había dicho a su mujer aquel día:

-¿Por qué iba Dios a querer ser como nosotros? ¡Qué ridiculez!

De pronto, todo empezó a cobrar sentido. Entendió que eso era precisamente lo que había hecho Dios. Diríase que nosotros éramos como aquellos gansos: estábamos ciegos, perdidos y a punto de perecer. Dios hizo que Su Hijo se volviera como nosotros a fin de indicarnos el camino y, por consiguiente, salvarnos. El agricultor llegó a la conclusión de que ese había sido ni más ni menos el objeto de la Natividad.

Cuando amainaron los vientos y cesó la cegadora nevada, su alma quedó en quietud y meditó en tan maravillosa idea. De pronto comprendió el sentido de la Navidad y por qué había venido Cristo a la Tierra. Junto con aquella tormenta pasajera, se disiparon años de incredulidad. Hincándose de rodillas en la nieve, elevó su primera plegaria: "¡Gracias, Señor, por venir en forma humana a sacarme de la tormenta!"

Con este relato, les deseo con cariño una felicísima Navidad en la que el Niño Jesús les colme de bendiciones.


Javier López
Web Católico de Javier

DISCURSO DEL PAPA FRANCISCO A LA CURIA ROMANA POR NAVIDAD


Discurso del Papa Francisco a la Curia Romana por Navidad
Redacción ACI Prensa
 Foto: Captura YouTube



En el mensaje navideño dirigido a los Cardenales y Superiores de la Curia Romana, pronunciado este sábado 21 de diciembre en la Sala Clementina del Vaticano, el Papa Francisco reflexionó sobre la reforma de la Curia y recordó que “la primera y más importante tarea de la Iglesia es la evangelización”.

“Es necesario alertar contra la tentación de asumir la actitud de la rigidez. La rigidez que proviene del miedo al cambio y termina diseminando con límites y obstáculos el terreno del bien común, convirtiéndolo en un campo minado de incomunicabilidad y odio”, advirtió el Santo Padre.

A continuación, el texto completo del mensaje del Papa Francisco:

«Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1,14).

Queridos hermanos y hermanas:
Les doy la cordial bienvenida a todos ustedes. Agradezco al Cardenal Angelo Sodano las palabras que me ha dirigido, y sobre todo deseo expresarle mi gratitud, también en nombre de los miembros del Colegio Cardenalicio, por el valioso y oportuno servicio que ha realizado como Decano, durante tantos años, con disponibilidad, dedicación, eficiencia y gran capacidad organizativa y de coordinación. Gracias de corazón, Eminencia.

Ahora toca a los Cardenales y Obispos elegir un nuevo Decano, espero que elijan a alguno que se ocupe a tiempo completo de este cargo tan importante. Gracias.

A ustedes aquí presentes, a sus colaboradores, a todas las personas que prestan servicio en la Curia, como también a los Representantes Pontificios y a cuantos colaboran con ellos, les deseo una santa y alegre Navidad. Y a estos saludos añado mi agradecimiento por la dedicación cotidiana que ofrecen al servicio de la Iglesia. Muchas gracias.

También este año el Señor nos ofrece la ocasión de encontrarnos para este gesto de comunión, que refuerza nuestra fraternidad y está enraizado en la contemplación del amor de Dios que se revela en la Navidad. En efecto, «el nacimiento de Cristo —ha escrito un místico de nuestro tiempo— es el testimonio más fuerte y elocuente de cuánto Dios ha amado al hombre. Lo ha amado con un amor personal. Es por eso que ha tomado un cuerpo humano al que se ha unido y lo ha hecho así para siempre. El nacimiento de Cristo es en sí mismo una “alianza de amor” estipulada para siempre entre Dios y el hombre». Y san Clemente de Alejandría afirma: «Por esta razón, el Hijo en persona vino a la tierra, se revistió de humanidad y sufrió voluntariamente la condición humana. Quiso someterse a las condiciones de debilidad de aquellos a quienes amaba, porque quería ponernos a nosotros a la altura de su propia grandeza».

Considerando tanta bondad y tanto amor, el intercambio de saludos navideños es además una ocasión para acoger nuevamente su mandamiento: «Como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que son discípulos míos: si se aman unos a otros» (Jn 13,34-35). Aquí, de hecho, Jesús no nos pide que lo amemos a Él como respuesta a su amor por nosotros; más bien nos pide que nos amemos unos a otros con su mismo amor. Nos pide, en otras palabras, que seamos semejantes a Él, porque Él se ha hecho semejante a nosotros. Que la Navidad, por tanto — como exhortaba el santo Cardenal Newman—, «nos encuentre cada vez más parecidos a quien, en este tiempo, se ha hecho niño por amor a nosotros; que cada nueva Navidad nos encuentre más sencillos, más humildes, más santos, más caritativos, más resignados, más alegres, más llenos de Dios». Y añade: «Este es el tiempo de la inocencia, de la pureza, de la ternura, de la alegría, de la paz».

El nombre de Newman también nos recuerda una afirmación suya muy conocida, casi un aforismo, que se encuentra en su obra El desarrollo de la doctrina cristiana, que histórica y espiritualmente se coloca en la encrucijada de su ingreso en la Iglesia Católica. Dice así: «Aquí sobre la tierra vivir es cambiar, y la perfección es el resultado de muchas transformaciones». No se trata obviamente de buscar el cambio por el cambio, o de seguir las modas, sino de tener la convicción de que el desarrollo y el crecimiento son la característica de la vida terrena y humana, mientras, desde la perspectiva del creyente, en el centro de todo está la estabilidad de Dios.

Para Newman el cambio era conversión, es decir, una transformación interior. La vida cristiana, en realidad, es un camino, una peregrinación. La historia bíblica es todo un camino, marcado por inicios y nuevos comienzos; como para Abrahán; como para cuantos, dos mil años atrás, en Galilea, se pusieron en camino para seguir a Jesús: «Sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron» (Lc 5,11). Desde entonces, la historia del pueblo de Dios —la historia de la Iglesia— está marcada siempre por partidas, desplazamientos, cambios. El camino, obviamente, no es puramente geográfico, sino sobre todo simbólico: es una invitación a descubrir el movimiento del corazón que, paradójicamente, necesita partir para poder permanecer, cambiar para poder ser fiel.

Todo esto tiene una particular importancia en nuestro tiempo, porque no estamos viviendo simplemente una época de cambios, sino un cambio de época. Por tanto, estamos en uno de esos momentos en que los cambios no son más lineales, sino de profunda transformación; constituyen elecciones que transforman velozmente el modo de vivir, de interactuar, de comunicar y elaborar el pensamiento, de relacionarse entre las generaciones humanas, y de comprender y vivir la fe y la ciencia. A menudo sucede que se vive el cambio limitándose a usar un nuevo vestuario, y después en realidad se queda como era antes. Recuerdo la expresión enigmática, que se lee en una famosa novela italiana: “Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie” (en Il Gattopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa).

La actitud sana es, más bien, la de dejarse interrogar por los desafíos del tiempo presente y comprenderlos con las virtudes del discernimiento, de la parresia y de la hypomoné. El cambio, en este caso, asumiría otro aspecto: de elemento de contorno, de contexto o de pretexto, de paisaje externo... se volvería cada vez más humano, y también más cristiano. Sería siempre un cambio externo, pero realizado a partir del centro mismo del hombre, es decir, una conversión antropológica. Como se lee en la Veritatis Gaudium.

Nosotros debemos iniciar procesos y no ocupar espacios: «Dios se manifiesta en una revelación histórica, en el tiempo. El tiempo da inicio a los procesos, el espacio los cristaliza. Dios se encuentra en el tiempo, en los procesos en curso. No es necesario privilegiar los espacios de poder respecto a los tiempos, incluso largos, de los procesos. Nosotros debemos iniciar procesos, más que ocupar espacios. Dios se manifiesta en el tiempo y está presente en los procesos de la historia. Esto hace privilegiar las acciones que generan dinámicas nuevas. Y reclama paciencia, reclama espera». Por esto, urge que leamos los signos de los tiempos con los ojos de la fe, para que la dirección de este cambio «despierte nuevas y viejas preguntas con las cuales es justo y necesario confrontarse».

Afrontando hoy el tema del cambio que se funda principalmente en la fidelidad al depositum fidei y a la Tradición, deseo volver sobre la actuación de la reforma de la Curia romana, reiterando que dicha reforma no ha tenido nunca la presunción de hacer como si antes no hubiese existido; al contrario, se ha apuntado a valorizar todo lo bueno que se ha hecho en la compleja historia de la Curia. Es preciso valorizar la historia para construir un futuro que tenga bases sólidas, que tenga raíces y por ello pueda ser fecundo. Apelar a la memoria no quiere decir anclarse en la autoconservación, sino señalar la vida y la vitalidad de un recorrido en continuo desarrollo. La memoria no es estática, es dinámica. Por su naturaleza, implica movimiento. La tradición no es estática, es dinámica. Como decía aquel gran hombre: la tradición es la garantía del futuro, y no la custodia de las cenizas.

Queridos hermanos y hermanas: En nuestros anteriores encuentros natalicios, les hablé de los criterios que han inspirado este trabajo de reforma. Alenté también algunas actuaciones que ya se han realizado, sea definitivamente, sea ad experimentum. En el año 2017, evidencié algunas novedades de la organización curial, como, por ejemplo, la Tercera Sección de la Secretaría de Estado, que está yendo muy bien; o las relaciones entre la Curia romana y las Iglesias particulares, recordando también la antigua praxis de las Visitas ad limina Apostolorum; o la estructura de algunos Dicasterios, particularmente el de las Iglesias Orientales y otros para el diálogo ecuménico o para el interreligioso, en modo particular con el Judaísmo.

En el encuentro de hoy, quisiera detenerme en algunos de los otros Dicasterios partiendo desde el núcleo de la reforma, es decir de la primera y más importante tarea de la Iglesia: la evangelización. San Pablo VI afirmó: «Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar». En la Evangelii Nuntiandi que también hoy continúa a ser el documento pastoral más importante de después del Concilio. Es actual.

En realidad, el objetivo actual de la reforma es que «las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 27). Y entonces, inspirándose precisamente en este magisterio de los Sucesores de Pedro desde el Concilio Vaticano II hasta hoy, se consideró proponer para la nueva Constitución Apostólica que se está preparando sobre la reforma de la Curia romana el título de Praedicate evangelium. La actitud misionera.

Por eso, mi pensamiento se dirige hoy a algunos de los Dicasterios de la Curia romana que explícitamente se refieren a esta cuestión en su denominación: la Congregación para la Doctrina de la Fe, la Congregación para la Evangelización de los pueblos; pienso también en el Dicasterio para la Comunicación y el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.

Cuando estas dos primeras Congregaciones citadas fueron instituidas, estábamos en una época donde era más sencillo distinguir entre dos vertientes bastante bien definidas: un mundo cristiano por un lado y un mundo todavía por evangelizar por el otro. Ahora esta situación ya no existe. No se puede decir que las poblaciones que no han recibido el anuncio del Evangelio no viven sólo en los continentes no occidentales, sino que se encuentran en todas partes, especialmente en las enormes conglomeraciones urbanas, que requieren una pastoral específica.

En las grandes ciudades necesitamos otros “mapas”, otros paradigmas que nos ayuden a reposicionar nuestros modos de pensar y nuestras actitudes, hermanos y hermanas: no estamos más en la cristiandad. No más. Hoy no somos los únicos que producen cultura, ni los primeros, ni los más escuchados.

Por tanto, necesitamos un cambio de mentalidad pastoral, que no quiere decir pasar a una pastoral relativista. No. No estamos ya en un régimen de cristianismo porque la fe —especialmente en Europa, pero incluso en gran parte de Occidente— ya no constituye un presupuesto obvio de la vida común; de hecho, frecuentemente es incluso negada, burlada, marginada y ridiculizada. Esto fue evidenciado por Benedicto XVI cuando, al convocar el Año de la Fe (2012), escribió: «Mientras que en el pasado era posible reconocer un tejido cultural unitario, ampliamente aceptado en su referencia al contenido de la fe y a los valores inspirados por ella, hoy no parece que sea ya así en vastos sectores de la sociedad, a causa de una profunda crisis de fe que afecta a muchas personas».

Y por eso fue instituido en el año 2010 el Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, para «promover una renovada evangelización en los países donde ya resonó el primer anuncio de la fe y están presentes Iglesias de antigua fundación, pero que están viviendo una progresiva secularización de la sociedad y una especie de “eclipse del sentido de Dios”, que constituyen un desafío a encontrar medios adecuados para volver a proponer la perenne verdad del Evangelio de Cristo». Muchas veces he hablado con algunos de ustedes, pienso a cinco países que han llenado el mundo de misioneros, y les he dicho cuáles son, y hoy no tienen recursos vocacionales para ir hacia adelante. Y este es el sentido del mundo actual.

La percepción de que el cambio de época pone serios interrogantes a la identidad de nuestra fe no ha llegado, por cierto, improvisamente. En tal cuadro se insertará también la expresión “nueva evangelización” adoptada por san Juan Pablo II, quien en la Encíclica Redemptoris missio escribió: «Hoy la Iglesia debe afrontar otros desafíos, proyectándose hacia nuevas fronteras, tanto en la primera misión ad gentes, como en la nueva evangelización de pueblos que han recibido ya el anuncio de Cristo» (n. 30). Es necesaria una nueva evangelización, o reevangelización (cf. n. 33). Todo esto comporta necesariamente cambios y puntos de atención distintos tanto en los mencionados Dicasterios, como en la Curia en general.

Quisiera reservar también algunas consideraciones al Dicasterio para la Comunicación, creado recientemente. Estamos en la perspectiva del cambio de época, en cuanto «amplias franjas de la humanidad están inmersas en él de manera ordinaria y continua. Ya no se trata solamente de “usar” instrumentos de comunicación, sino de vivir en una cultura ampliamente digitalizada, que afecta de modo muy profundo la noción de tiempo y de espacio, la percepción de uno mismo, de los demás y del mundo, el modo de comunicar, de aprender, de informarse, de entrar en relación con los demás. Una manera de acercarse a la realidad que suele privilegiar la imagen respecto a la escucha y a la lectura incide en el modo de aprender y en el desarrollo del sentido crítico» (Exhort. ap. postsin. Christus vivit, 86).

Por lo tanto, al Dicasterio para la Comunicación se le ha confiado el encargo de reunir en una nueva institución a los nueve organismos que, anteriormente, se ocuparon, de diversas maneras y con diferentes tareas, de la comunicación: el Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, la Sala de Prensa de la Santa Sede, la Tipografía Vaticana, la Librería Editrice Vaticana, L’Osservatore Romano, la Radio Vaticana, el Centro Televisivo Vaticano, el Servicio de Internet Vaticano y el Servicio Fotográfico. Sin embargo, esta unificación, en línea con lo que se ha dicho, no proyectaba una simple agrupación “coordinativa”, sino una armonización de los diferentes componentes para proponer una mejor oferta de servicios. Y también hacer una línea editorial coherente.

La nueva cultura, marcada por factores de convergencia y multimedialidad, necesita una respuesta adecuada por parte de la Sede Apostólica en el área de la comunicación. Hoy, con respecto a los servicios diversificados, prevalece la forma multimedia, y esto también indica la manera de concebirlos, pensarlos e implementarlos. Todo esto implica, junto con el cambio cultural, una conversión institucional y personal para pasar de un trabajo de departamentos cerrados ―que en el mejor de los casos ofrecía una cierta coordinación― a un trabajo intrínsecamente conectado, en sinergia.

Queridos hermanos y hermanas: Mucho de lo dicho hasta ahora también es válido, en principio, para el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. También este se instituyó recientemente para responder a los cambios surgidos a nivel global, reuniendo cuatro Pontificios Consejos anteriores: Justicia y paz, Cor Unum, Pastoral para Migrantes y Operadores de la Salud. La coherencia de las tareas encomendadas a este Dicasterio se recuerda brevemente en el exordio del Motu Proprio Humanam progressionem que lo estableció: «En todo su ser y obrar, la Iglesia está llamada a promover el desarrollo integral del hombre a la luz del Evangelio. Este desarrollo se lleva a cabo mediante el cuidado de los inconmensurables bienes de la justicia, la paz y la protección de la creación». Se lleva a cabo en el servicio a los más débiles y marginados, especialmente a los migrantes forzados, que en este momento representan un grito en el desierto de nuestra humanidad. Por lo tanto, la Iglesia está llamada a recordar a todos que no se trata sólo de cuestiones sociales o migratorias, sino de personas humanas, de hermanos y hermanas que hoy son el símbolo de todos los descartados de la sociedad globalizada. Está llamada a testimoniar que para Dios nadie es “extranjero” o “excluido”. Está llamada a despertar las conciencias adormecidas en la indiferencia ante la realidad del mar Mediterráneo, que se ha convertido para muchos, demasiados, en un cementerio.

Me gustaría recordar la importancia del carácter de integralidad del desarrollo. San Pablo VI afirmó que «el desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico, debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre» (Carta enc. Populorum progressio, 14). En otras palabras, arraigada en su tradición de fe y remitiéndose en las últimas décadas a las enseñanzas del Concilio Vaticano II, la Iglesia siempre ha afirmado la grandeza de la vocación de todos los seres humanos, que Dios creó a su imagen y semejanza para que formaran una única familia; y al mismo tiempo ha procurado abrazar lo humano en todas sus dimensiones.
Es precisamente esta exigencia de integralidad la que vuelve a proponernos hoy la humanidad que nos reúne como hijos de un único Padre. «En todo su ser y obrar, la Iglesia está llamada a promover el desarrollo integral del hombre a la luz del Evangelio» (M.P. Humanam progressionem). El Evangelio lleva siempre a la Iglesia a la lógica de la encarnación, a Cristo que ha asumido nuestra historia, la historia de cada uno de nosotros. Esto es lo que nos recuerda la Navidad. Entonces, la humanidad es la clave distintiva para leer la reforma. La humanidad llama, interroga y provoca, es decir, llama a salir y no temer al cambio.

No olvidemos que el Niño recostado en el pesebre tiene el rostro de nuestros hermanos y hermanas más necesitados, de los pobres que «son los privilegiados de este misterio y, a menudo, aquellos que son más capaces de reconocer la presencia de Dios en medio de nosotros» (Carta ap. Admirabile signum, 1 diciembre 2019, 6).

Queridos hermanos y hermanas: Se trata, por lo tanto, de grandes desafíos y equilibrios necesarios, a menudo difíciles de lograr, por el simple hecho de que, en la tensión entre un pasado glorioso y un futuro creativo y en movimiento, se encuentra el presente en el que hay personas que irremediablemente necesitan tiempo para madurar; hay circunstancias históricas que se deben manejar en la cotidianidad, puesto que durante la reforma el mundo y los eventos no se detienen; hay cuestiones jurídicas e institucionales que se deben resolver gradualmente, sin fórmulas mágicas ni atajos.

Por último, está la dimensión del tiempo y el error humano, con los que no es posible, ni correcto, no lidiar porque forman parte de la historia de cada uno. No tenerlos en cuenta significa hacer las cosas prescindiendo de la historia de los hombres. Vinculada a este difícil proceso histórico, siempre está la tentación de replegarse en el pasado —incluso utilizando nuevas formulaciones—, porque es más tranquilizador, conocido y, seguramente, menos conflictivo. Sin embargo, también esto forma parte del proceso y el riesgo de iniciar cambios significativos.

Aquí es necesario alertar contra la tentación de asumir la actitud de la rigidez. La rigidez que proviene del miedo al cambio y termina diseminando con límites y obstáculos el terreno del bien común, convirtiéndolo en un campo minado de incomunicabilidad y odio. Recordemos siempre que detrás de toda rigidez hay un desequilibrio. La rigidez y el desequilibrio se alimentan entre sí, en un círculo vicioso. Y hoy esta tentación de la rigidez se ha convertido muy actual.

Queridos hermanos y hermanas: La Curia romana no es un cuerpo desconectado de la realidad —aún cuando el riesgo siempre esté presente—, sino que debe ser entendida y vivida en el hoy del camino recorrido por todos los hombres y las mujeres, en la lógica del cambio de época. La Curia romana no es un edificio o un armario lleno de trajes que ponerse para justificar un cambio. La Curia romana es un cuerpo vivo, y lo es tanto más cuanto más vive la integralidad del Evangelio.

El Cardenal Martini, en la última entrevista concedida pocos días antes de su muerte, pronunció palabras que nos deben hacer pensar: «La Iglesia se ha quedado doscientos años atrás. ¿Por qué no se sacude? ¿Tenemos miedo? ¿Miedo en lugar de valentía? Sin embargo, la fe es el cimiento de la Iglesia. La fe, la confianza, la valentía. [...] Sólo el amor vence el cansancio».

La Navidad es la fiesta del amor de Dios por nosotros. El amor divino que inspira, dirige y corrige la transformación, y derrota el miedo humano de dejar “lo seguro” para lanzarse hacia el “misterio”. ¡Feliz Navidad para todos! Gracias

EL PAPA FRANCISCO Y SECRETARIO DE LA ONU PIDEN RESPETO A LA VIDA Y LIBERTAD RELIGIOSA


El Papa y Secretario de la ONU piden respeto a la vida y libertad religiosa
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa




El Papa Francisco grabó este 20 de diciembre un video mensaje junto al Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, durante su visita al Vaticano en el que el Pontífice denunció todo tipo de abusos a menores, los ataques en contra de la vida humana, la persecución de cristianos y la carrera armamentística.

En primer lugar, el Santo Padre calificó como “hermoso” el tener este encuentro en los días previos a la Navidad porque “son días en los que nuestras miradas se dirigen al cielo para encomendar a Dios las personas y las situaciones que más nos tocan el corazón” y añadió que “en esta mirada nos reconocemos hijos de un único Padre, hermanos”.

En el video grabado en español, el Pontífice agradeció “por todo el bien que hay en el mundo, y por todos aquellos que se comprometen gratuitamente, por quienes gastan su vida en servir, por quienes no se rinden y tratan de construir una sociedad más humana y más justa. Lo sabemos, no podemos salvarnos solos”.

Sin embargo, el Papa Francisco señaló que “no podemos, no debemos mirar para otro lado ante las injusticias, las desigualdades, el escándalo del hambre en el mundo, de la pobreza, de los niños que mueren porque no tienen agua, comida, los cuidados necesarios”.

“No podemos mirar para otro lado ante cualquier tipo de abuso contra los más pequeños. Debemos combatir todos juntos esta plaga”, pidió.

Además, el Santo Padre dijo que “no podemos cerrar los ojos ante nuestros hermanos que, por causa de los conflictos y de la violencia, de la miseria o de los cambios climáticos, dejan sus países y, a menudo, van al encuentro de un triste destino”.

“No podemos permanecer indiferentes ante la dignidad humana pisoteada y explotada, a los ataques contra la vida humana, sea la que todavía no ha nacido sea la de cualquier persona necesitada de cuidados”, advirtió.

Asimismo, el Papa Francisco alertó que “no podemos, ni debemos mirar a otro lado cuando en muchas partes del mundo los creyentes de distintas confesiones religiosas son perseguidos” y aseguró que “clama a Dios el uso de la religión para incitar al odio, a la violencia, a la opresión, al extremismo y al fanatismo ciego, así como usarla para obligar al exilio o la marginación”.

“Pero clama a Dios también la carrera armamentística y el rearme nuclear. Y es inmoral no solo el uso sino también la posesión de armas nucleares, las cuales tienen una capacidad destructiva tal, que incluso el mero peligro de un accidente representa una oscura amenaza para la humanidad”, exlcmamó.

Por ello, el Pontífice instó a que “no permanezcamos indiferentes ante las numerosas guerras que todavía se combaten y que ven morir a tantos inocentes” y agregó que es “indispensable para construir un mundo pacífico” el confiar en el “diálogo entre las personas y entre las naciones, en el multilateralismo, en el papel de las organizaciones internacionales, en la diplomacia como instrumento para la comprensión y el entendimiento”.

“Es necesario reconocerse miembros de una única humanidad y cuidar nuestra tierra que, generación tras generación, nos ha sido confiada por Dios en custodia para que la cultivemos y la dejemos en herencia a nuestros hijos. El compromiso para reducir las emisiones contaminantes y por una ecología integral es urgente y necesario: hagamos algo antes que sea demasiado tarde”.

En esta línea, el Papa invitó a escuchar “la voz de tantos jóvenes que nos ayudan a tomar conciencia de lo que esta sucediendo hoy en el mundo y nos piden que seamos sembradores de paz y constructores, juntos y no solos, de una civilización más humana y más justa”.

Finalmente, el Santo Padre explicó que “la Navidad, en su genuina sencillez, nos recuerda que lo cuenta verdaderamente en la vida es el amor”.

Por su parte, António Guterres afirmó que el Papa Francisco es un “mensajero de esperanza y humanidad por reducir el sufrimiento humano y promover la dignidad humana”.

El Secretario General de la ONU denunció en inglés que le entristece ver que en esta época natalicia que es “un momento de paz y buena voluntad” algunas comunidades cristianas son “incapaces de celebrar la Navidad con seguridad” porque “cristianos han sido asesinados mientras rezaban y sus iglesias han sido incendiadas” y recordó también que judíos han sido asesinados en sinagogas, así como también musulmanes en mezquitas.

“Necesitamos hacer más para promover el entendimiento recíproco y combatir el creciente odio”, pidió Guterres quien recordó la declaración sobre la fraternidad humana que el Papa Francisco firmó con el Gran Imán de Al-Azhar para concluir que “en estos tiempos turbulentos y difíciles, debemos unirnos por la paz y la armonía”.

Según informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede, durante la audiencia privada de este 20 de diciembre el Pontífice conversó con el Secretario General de la ONU sobre “el proceso de actuación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y de la crisis del multilateralismo, particularmente evidente debido a las dificultades de gestionar algunos problemas actuales, como la migración y la trata de personas, el cambio climático y el desarme”.

Al finalizar la audiencia con el Papa, António Guterres se encontró sucesivamente con el Secretario de Estado Vaticano, Cardenal Pietro Parolin y con el Secretario para las Relaciones con los Estados, Mons. Paul Richard Gallagher.

FELIZ FIN DE SEMANA!!




miércoles, 18 de diciembre de 2019

PAPA FRANCISCO ANIMA A ARMAR EL PESEBRE EN CASA


El Papa anima a armar el pesebre en casa: Es un Evangelio doméstico
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa
Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa



El Papa Francisco destacó que el pesebre es un “Evangelio doméstico” que nos recuerda que “Jesús vino a nuestra vida concreta” por lo que animó a hacer un belén en casa.

Así lo indicó el Santo Padre al presidir este miércoles 18 de diciembre la Audiencia General en el Aula Pablo VI del Vaticano.

En su catequesis, el Pontífice recordó que en una semana será Navidad y señaló que “en estos días, mientras corremos para hacer los preparativos para la fiesta, podemos preguntarnos: ¿Cómo me estoy preparando para el nacimiento del Festejado?” y añadió que “una forma simple pero efectiva de prepararse es hacer el pesebre”.

En esta línea, el Papa recordó que recientemente visitó la ciudad italiana de Greccio, donde San Francisco hizo el primer belén con la gente del lugar y allí firmó la Carta apostólica Admirabile signum “para recordar el significado de esta tradición” en la que escribió que el pesebre “es como un Evangelio vivo” porque “lleva el Evangelio a los lugares donde se vive: en las casas, en las escuelas, en los lugares de trabajo y de reunión, en hospitales y hogares de ancianos, en prisiones y en las plazas. Y allí donde vivimos nos recuerda una cosa esencial: que Dios no permaneció invisible en el cielo, sino que vino a la Tierra, se hizo hombre, un niño”.


De este modo, el Santo Padre afirmó que “hacer el pesebre es celebrar la cercanía de Dios” que permite redescubrir que “Dios es real, concreto, vivo y palpitante. Él no es un señor lejano, ni un juez separado, sino que es un Amor humilde, que descendió hacia nosotros. El niño en el pesebre nos transmite su ternura”.

En este sentido, el Papa recordó algunas estatuillas que representan al Niño Jesús con los brazos abiertos, para decirnos que “Dios vino a abrazar nuestra humanidad” por lo que invitó a “estar frente al pesebre y allí confiar la vida al Señor, hablar con Él sobre las personas y las situaciones que nos importan, hacer con Él la evaluación del año que termina, compartir las expectativas y las preocupaciones”.

Además, el Pontífice afirmó que “el pesebre es un Evangelio doméstico” ya que “junto a Jesús vemos a la Virgen y a San José” por lo que animó a “invitar a la Sagrada Familia a nuestro hogar, donde hay alegrías y preocupaciones, donde todos los días nos levantamos, comemos y estamos cerca de nuestros seres queridos”.

“El pesebre que hacemos en casa, donde compartimos alimentos y afectos, nos recuerda que Jesús es el alimento esencial, el pan de vida. Es Él quien alimenta nuestro amor, es Él quien da a nuestras familias la fuerza para continuar y perdonarnos”, dijo el Papa.

Asimismo, Francisco explicó que el pesebre nos ofrece otra enseñanza de vida ante “los ritmos, a veces, frenéticos de hoy es una invitación a la contemplación” porque “nos recuerda la importancia de detenerse”.

“Solo cuando sabemos recogernos podemos recibir lo que importa en la vida. Solo si dejamos el ruido del mundo fuera de nosotros mismos, nos abrimos a escuchar a Dios, quien habla en el silencio”.

También, el Papa relató que el pesebre es “una imagen artesanal de la paz” a diferencia de la fabricación en el mundo de “armas y tantas imágenes violentas, que entran en los ojos y en el corazón”.

Finalmente, el Santo Padre afirmó que del pesebre “podemos recibir una enseñanza sobre el sentido de la vida” porque el pesebre “nos recuerda que Jesús viene a nuestra vida concreta. En la vida cotidiana ya no estamos solos, Él vive con nosotros. No cambian las cosas por arte de magia, pero, si lo recibimos, todo puede cambiar".

"Les deseo que hacer el pesebre sea la ocasión para invitar a Jesús en la vida. Cuando nosotros hacemos un pesebre en casa es como abrir la puerta y decirle: ‘entra Jesús’. Es hacer concreta esta cercanía, esta invitación a Jesús para que venga a nuestra vida. Porque si Él vive en nuestra vida, la vida renace, y si la vida renace, es de verdad Navidad. ¡Feliz Navidad a todos!”, concluyó.

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MIÉRCOLES18 DE DICIEMBRE DE 2019


Lecturas de hoy 18 de Diciembre. Feria de Adviento
Hoy, miércoles, 18 de diciembre de 2019


Primera lectura
Lectura del libro de Jeremías (23,5-8):

MIRAD que llegan días —oráculo del Señor—
en que daré a David un vástago legítimo:
reinará como monarca prudente,
con justicia y derecho en la tierra.
En sus días se salvará Judá,
Israel habitará seguro.
Y le pondrán este nombre:
«El-Señor-nuestra-justicia».
Así que llegan días —oráculo del Señor— en que ya no se dirá: «Lo juro por el Señor, que sacó a los hijos de Israel de Egipto», sino: «Lo juro por el Señor, que sacó a la casa de Israel del país del norte y de los países por donde los dispersó, y los trajo para que habitaran en su propia tierra».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 71,1-2.12-13.18-19

R/. En sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente.

V/. Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.

V/. Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.

V/. Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén! R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (1,18-24):

LA generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrán por nombre Emmanuel,
que significa “Dios-con-nosotros”».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 
18 de diciembre de 2019
Rosa Ruiz, Misionera Claretiana

Queridos amigos y amigas:

“Mirad que llegan días”, dice Jeremías. Como decíamos ayer, saber mirar y ver el futuro, es la clave para vivir el presente. Leyendo el evangelio de hoy, pensaba que un embarazo es una de esas situaciones donde mejor podemos comprobarlo. Cuando una mujer queda embarazada, sabe que en ella crece una nueva vida. Una misma realidad que puede vivirse con temor, rechazo, deseo, ilusión, angustia, alegría, indiferencia… Y muchas veces no dependerá de las circunstancias actuales o pasadas sino del modo en que esa madre prevea el futuro.

Quienes no hemos gestado físicamente una vida en nuestro vientre, podemos experimentar esto mismo -de otro modo, claro-, en cualquier situación donde comienza algo nuevo, donde se inicia la vida, donde algo bueno está creciendo en nosotros. Apostaremos por ello si al mirar al futuro encontramos motivos para seguir adelante. Lo negaremos o incluso lo abandonaremos si al mirar solo vemos signos de peligro, de venganza, de rechazo, de abandono, de riesgo… ¡cada uno sabe!

“Mirad”, se dirá a sí mismo José cuando recuerde la profecía de Isaías. Está lleno de angustia al saber que María está embarazada y tiene que elegir cómo vivirlo para tomar una decisión u otra. No lleva la criatura en su vientre, pero sabe que su papel será crucial.

También a nosotros nos pasa esto tantas veces: “mirad”... Y según cómo miremos, abandonamos y repudiamos en silencio a quien gesta nueva vida. O nos retiramos discretamente para que nadie pueda pedirnos nada, ni siquiera Dios. O nos ponemos a la escucha y dejamos que la confianza sea más fuerte que mi miedo. O….

Recuerda a José y a María cuando vivas algo parecido. Dormirás tranquilo y acogerás, como hicieron ellos. Y te convertirás en madre, en padre o al menos en alguien que por encima de toda, cuida la vida y a quienes se atreven a llevarla adelante, aún cuando todos los argumentos y normas parezcan desaconsejarlo.

Vuestra hermana en la fe,

Rosa Ruiz, Misionera Claretiana (rosaruizarmi@gmail.com)

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martes, 17 de diciembre de 2019

REZA ESTA ORACIÓN POR EL PAPA FRANCISCO EN SU CUMPLEAÑOS


Reza esta oración por el Papa Francisco 
en su cumpleaños 



Dios Padre, te doy gracias por nuestro hermano Jorge Mario Bergoglio, actual Papa Francisco, y de manera especial en este día que le has permitido cumplir un año más de vida junto a tu Iglesia peregrina.

Te pido que le des más años junto a nosotros, según sea tu voluntad, para que pueda seguir compartiendo tu amor en el mundo
y así cumplir fielmente con la importante misión que le has encomendado al servicio de tu pueblo.

Derrama sobre él tu Espíritu Santo y concédele aquellos dones que necesita para que sea tu mensajero de paz y de concordia entre las naciones.
Guíalo donde quiera que se encuentre y consuélalo cuando se sienta desanimado o triste.

Haz que crezca en santidad en el misericordioso Sagrado Corazón de tu Hijo Jesús y que la Virgen María lo auxilie cada día con su manto protector.
Amén.

¡Feliz Cumpleaños 83 Papa Francisco!


¡Feliz Cumpleaños 83 Papa Francisco!
POR DIEGO LÓPEZ MARINA | ACI Prensa
 Crédito: Vatican Media



Ya son las 00:00 horas del 17 de diciembre en Roma y el Papa Francisco cumple 83 años de vida. Millones de fieles se alegran en todo el mundo por el cumpleaños del Pontífice nacido en la Argentina, que siempre pide que se acuerden de rezar por él.

Este año 2019 ha sido de grandes momentos para el Santo Padre. En enero presidió la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá, donde millones de jóvenes pudieron encontrarse con él. Al final anunció que la siguiente se realizará en Lisboa (Portugal) en 2022.

En febrero, viajó a los Emiratos Árabes Unidos en Asia, donde se reunió con el gran imán de Al Azhar, con quien firmó el documento sobre la fraternidad humana. Recientemente el Papa y el repreentante musulmán solicitaron a la ONU que se celebre un Día Mundial de la Fraternidad Humana el 4 de febrero.

En marzo, el Santo Padre hizo una visita a Marruecos en Áfriica; y en mayo visitó Bulgaria y Macedonia del Norte en Europa.

En el mismo mes de mayo y a comienzos de junio, el Pontífice visitó Rumania, también en Europa, para volver luego a África en septiembre. En este último viaje visitó Mauricio, Madagascar y Mozambique.

En octubre en el Vaticano presidió el Sínodo de la Amazonía que reunió a unos 150 obispos de todo el mundo, especialmente de la región, con quienes reflexionó sobre el tema: "“Amazonía: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”.


El Papa Francisco hizo un último viaje internacional a finales de noviembre volviendo a Asia. Visitó Tailandia y Japón, países en donde los católicos son una pequeña minoría.

Aunque no se ha anunciado una fecha ni se ha confirmado su presencia aún, el Papa ha expresado ya su deseo de visitar Sudán del Sur e Irak, en África y Asia respectivamente, lugares azotados por conflictos bélicos.



Biografía

Jorge Mario Bergoglio nació en el seno de una familia católica el 17 de diciembre de 1936, en el barrio porteño de Flores, siendo el mayor de los cinco hijos del matrimonio formado por Mario José Bergoglio y Regina María Sívori, inmigrantes italianos.


Fue bautizado el día de Navidad de 1936 en la Basílica María Auxiliadora y San Carlos del barrio de Almagro en Buenos Aires.

Durante su infancia fue alumno del Colegio Salesiano Wilfrid Barón de los Santos Ángeles y estudió en la Escuela Nacional de Educación Técnica Nº 27 Hipólito Yrigoyen en la que se graduó como técnico químico. Luego trabajó en el laboratorio Hickethier-Bachmann.

Durante su juventud, sufrió una enfermedad a los pulmones por lo que fue sometido a una operación quirúrgica en la que le fue extirpada una porción de pulmón, lo que no le impidió desarrollar sus actividades con normalidad.

El 11 de marzo de 1958 ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús en el Seminario de Villa Devoto.  Como novicio de la Compañía de Jesús terminó sus estudios en el Seminario Jesuita de Santiago de Chile.

Entre 1967 y 1070 cursó estudios de teología en la Facultad de Teología del Colegio Máximo de San José. Fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1969, casi a los 33 años de edad.


Continuó sus estudios de 1970 a 1971 en la Universidad de Alcalá Henares (España) y el 22 de abril de 1973 realizó su profesión de jesuita. De regreso a Argentina fue maestro de novicios en la Villa Barilari; profesor en la Facultad de Teología de San Miguel; consultor provincial de la Compañía de Jesús, cargo que ocupó hasta 1979; y rector del Colegio Máximo de la Facultad.

Fue nombrado Obispo Auxiliar de Buenos Aires por el Papa Juan Pablo II el 20 de mayo de 1992. Cuando la salud del entonces Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Antonio Quarracino, empezó a debilitarse, Mons. Bergoglio fue designado Arzobispo Coadjutor el 3 de junio de 1997. Al fallecer el Cardenal Quarracino lo sucedió en el cargo de Arzobispo de Buenos Aires el 28 de febrero de 1998.

Durante el consistorio del 21 de febrero de 2001, el Papa Juan Pablo II lo creó Cardenal. Como Purpurado formó parte de la Comisión para América Latina; la Congregación para el Clero; el Pontificio Consejo para la Familia; la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos; el Consejo Ordinario de la Secretaría General para el Sínodo de los Obispos y la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica.

Fue Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, en dos períodos consecutivos desde noviembre de 2005 hasta noviembre de 2011. Integró también el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).

El Cardenal Bergoglio siempre tuvo un estilo de vida sencillo y austero. Vivía en un apartamento pequeño en vez de la residencia episcopal, renunció a su limosina y a su chofer, se movilizaba en transporte público y preparaba su comida.

El Cardenal Bergoglio disfrutaba de la ópera, el tango y el fútbol, cuya pasión aún disfruta al ser socio el Club Atlético San Lorenzo de Almagro.




IMÁGENES DE LA VIRGEN MARÍA Y EL NIÑO JESÚS






















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