miércoles, 25 de diciembre de 2019

NAVIDAD ES...


Navidad



Si tienes tristeza, Ąalégrate!
La Navidad es GOZO

Si tienes enemigos, ĄReconcíliate!
La Navidad es PAZ

Si tienes amigos, ĄBúscalos!
La Navidad es ENCUENTRO

Si tienes pobres a tu lado, ĄAyúdalos!
La Navidad es DON

Si tienes orgullosa soberbia, ĄSepúltala!
La Navidad es HUMILDAD

Si tienes deudas, ĄPágalas!
La Navidad es JUSTICIA

Si tienes maldad y pecado, ĄArrepiéntete y cambia!
La Navidad es CONVERSIÓN Y GRACIA

Si tienes tinieblas, ĄEnciende tu farol!
La Navidad es LUZ

Si tienes errores, ĄReflexiona!
La Navidad es VERDAD

Si tienes resentimientos, ĄOlvídalos!
La Navidad es AMOR

NAVIDAD EN BELÉN

Navidad en Belén


Acercarse a Belén , 
es acercarse al mundo de los sueños más hermosos.
Porque Belén no es una ciudad de nuestro mundo, 
sino un rincón del corazón humano.

En Belén hemos nacido todos, 
en Belén se apacienta nuestra infancia.
Aquí giró la historia.
Aquí nació la vida.
Hasta Belén, ser hombre
era nacer para vivir rodando
por la cuesta del tiempo.
Desde Belén , ser hombre 
es aprender la enorme
aventura de escalar las alturas.
Aquí, ser hombre se convirtió en ser Hijo de Dios.
Aquí, el Dios de los cielos 
inició la locura de volverse pequeño.
Por eso las campanas de Belén están locas,
replican y replican para explicarle al mundo
la alegría del cielo,
para que todos sepan que el hombre está a salvado
ahora que Dios se ha hecho hombre como nosotros.
Mirar, mirar las casas de Belén, apiñadas,
apretadas las unas a las otras, 
lo mismo que un rebaño aterido,
como un coro de monjas asustadas.
Mirar su letanía de agudos campanarios
que señalan al cielo con sus dedos alzados
para decir a todos: Por aquí vino Dios.
Contemplar el mercado, sus hombres y mujeres,
sus pobres baratijas, sus comidas caseras.
El Dios de las alturas nunca fue un exquisito,
ni una ciudad fría de gélidos burócratas,
sino en pobreza de los pobres más pobres ,
en calles malolientes donde el hombre agita,
en un triste pueblo despreciado de todos.
No busquemos en Belén hermosas catedrales,
iglesias esplendentes, basílicas radiantes,
la flecha luminosa de las agujas góticas,
las vidrieras de fuego donde ardió el Medioevo.
Todo en Belén es pobre
como el Dios que lo habita.
Y ahora...,pasar conmigo por la pequeña puerta
que conduce a la gruta.
Una puerta que tiene la estatura de un niño
y en la que hay que agacharse para poder entrar.
Porque para llegar hasta el Dios de los cielos
sólo hay dos caminos:
la puerta de la infancia
y la humildad.
Para ver a Jesús, es necesario
doblar el espinazo del orgullo,
agachar la cabeza de nuestras importancias, 
hacerse niños como El se hizo.

Y ahora...,arrodillémonos: Aquí ocurrió el prodigio,
aquí una virgen-Madre iluminó la tierra,
aquí por primera vez se oyó el llanto de Dios,
aquí la sangre humana se vio multiplicada,
aquí un diminuto corazón de chiquillo
fue, por primera vez, el corazón de Dios.
Aquí, entre estas paredes de humedad y de piedra,
entre dos animales asustados y atónitos,
nació aquel cuerpo y sangre
que el hombre comería por los siglos de los siglos.

Alejar nuestros ojos de los falsos adornos
que camuflan la gruta,
no contemplemos ;
las lámparas ni las raídas de sedas
que quieren ocultar
el oro santo de la sencillez.
Cerrar más bien los ojos y asombrémonos.
Dejar que sea el corazón quien mire.

Y , después , alegrémonos igual que los pastores
que en esta misma gruta escucharon su anuncio:
gloria a Dios en el cielo.
paz a los hombres de buena voluntad.

Levantar nuestras manos para dar también gloria 
y dejad que la paz penetre en nuestra alma
como la gran nevada de la misericordia.
Dejar que, dos mil años depuse, 
el Niño vuelva a nacer en nosotros,
convertir nuestras almas en el portal viviente.
Y sea nuestra casa como un nuevo Belén.

PAPA FRANCISCO: HAY TINIEBLAS EN LOS CORAZONES, PERO MÁS GRANDE ES LA LUZ DE CRISTO



Papa Francisco: Hay tinieblas en los corazones,
 pero más grande es la luz de Cristo
POR MIGUEL PÉREZ PICHEL | ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




En su mensaje de Navidad, previo a la Bendición “Urbi et Orbi” (a la ciudad de Roma y al mundo) de este 25 de diciembre de 2019, el Papa Francisco recordó que la luz de Cristo “es más grande que las tinieblas”.

En su mensaje, pronunciado desde la logia de la Basílica de San Pedro del Vaticano, junto con el Cardenal Renato Raffaele Martino, Presidente Emérito del Pontificio Consejo de la Justicia y la Paz, y del Pontificio Consejo de la Pastoral para los Migrantes e Itinerantes, y el Cardenal Konrad Krajewski, Limosnero Apostólico, el Santo Padre reconoció que “hay tinieblas en los corazones humanos, pero más grande es la luz de Cristo”.

“Hay tinieblas en las relaciones personales, familiares, sociales, pero más grande es la luz de Cristo. Hay tinieblas en los conflictos económicos, geopolíticos y ecológicos, pero más grande es la luz de Cristo”.

El Papa rogó “que el Emmanuel sea luz para toda la humanidad herida. Que ablande nuestro corazón, a menudo endurecido y egoísta, y nos haga instrumentos de su amor. Que, a través de nuestros pobres rostros, regale su sonrisa a los niños de todo el mundo, especialmente a los abandonados y a los que han sufrido a causa de la violencia”.

En su mensaje, el Papa pidió paz en Oriente Medio, en concreto en Siria, en Líbano, en Tierra Santa, en Irak y en Siria. Pidió “que Cristo sea luz para tantos niños que sufren la guerra y los conflictos en Oriente Medio y en diversos países del mundo”.

“Que sea consuelo para el amado pueblo sirio, que todavía no ve el final de las hostilidades que han desgarrado el país en este decenio”. “Que sea apoyo para el pueblo libanés, de este modo pueda salir de la crisis actual y descubra nuevamente su vocación de ser un mensaje de libertad y de armoniosa coexistencia para todos”.

“Que el Señor Jesús sea luz para la Tierra Santa donde Él nació, Salvador del mundo, y donde continúa la espera de tantos que, incluso en la fatiga, pero sin desesperarse, aguardan días de paz, de seguridad y de prosperidad. Que sea consolación para Irak, atravesado por tensiones sociales, y para Yemen, probado por una grave crisis humanitaria”.

Además, el Santo Padre tuvo también palabras de esperanza “para todo el continente americano, donde diversas naciones están pasando un período de agitaciones sociales y políticas”.

Pidió que el Niño nacido en Belén “reanime al querido pueblo venezolano, probado largamente por tensiones políticas y sociales, y no le haga faltar el auxilio que necesita”.

Se acordó también el Pontífice de otro país afligido por la violencia, esta vez en Europa: Ucrania. “Que el Redentor del mundo sea luz para la querida Ucrania, que aspira a soluciones concretas para alcanzar una paz duradera”.

Asimismo, pidió por los pueblos de África, “donde perduran situaciones sociales y políticas que a menudo obligan a las personas a emigrar, privándolas de una casa y de una familia. Que haya paz para la población que vive en las regiones orientales de la República Democrática del Congo, martirizada por conflictos persistentes”.

Que Cristo “sea consuelo para cuantos son perseguidos a causa de su fe, especialmente los misioneros y los fieles secuestrados, y para cuantos caen víctimas de ataques por parte de grupos extremistas, sobre todo en Burkina Faso, Malí, Níger y Nigeria”.

Finalmente, pidió “que, a través de nuestros brazos débiles, vista a los pobres que no tienen con qué cubrirse, dé el pan a los hambrientos, cure a los enfermos. Que, por nuestra frágil compañía, esté cerca de las personas ancianas y solas, de los migrantes y de los marginados. Que, en este día de fiesta, conceda su ternura a todos, e ilumine las tinieblas de este mundo”.

Tras finalizar el mensaje, el Papa presidió el rezo del Ángelus e impartió la Bendición Urbi et Orbi, que otorga la indulgencia plenaria a todos los fieles presentes en la Plaza de San Pedro y a todos aquellos que siguieron la Bendición a través de los medios de comunicación siempre que se cumplan las condiciones establecidas por la Iglesia.

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MIÉRCOLES 25 DE DICIEMBRE DE 2019 - LA NATIVIDAD DEL SEÑOR

Lecturas de hoy Natividad del Señor
Hoy, miércoles, 25 de diciembre de 2019



Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (52,7-10):

¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: «Tu Dios es rey!» Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 97,1.2-3ab.3cd-4.5-6

R/. Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R/.


Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos (1,1-6):

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», o: «Yo seré para él un padre, y el será para mí un hijo»? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios.»

Palabra de Dios


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (1,1-18):

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy miércoles,
 25 de diciembre de 2019


Y hemos contemplado su Belleza

¡Feliz Navidad! ¡Feliz Navidad! Algo mágico nos envuelve desde anoche: todos estamos conmovidos, misteriosamente tocados por Amor. Una necesidad imperiosa de comunicación, de amor, de encuentro nos habita. ¿Qué nos ocurre? La Palabra de Dios que ahora escucharemos no solo es noticia y mensaje, ¡se ha hecho carne!.

Los villancicos que suenan y resuenan convierten nuestras ciudades y casas en algo así como un templo extendido. Las luces mueven nuestra fantasía y avivan nuestra nostalgia. Los alimentos navideños nos evocan sabores deliciosos. Los encuentros en medio del frío hacen que los amores renazcan y los lazos se estrechen. Nos duelen mucho más las divisiones y las enemistades. Enviamos mensajes de amor y felicidad en todas las direcciones. ¿Qué nos ocurre?

El Evangelio de Juan nos da la clave, pero nos resulta bastante inaccesible. Si yo pudiera decir lo mismo en términos más sencillos diría lo siguiente:

El niño Jesús, que nace en el portal de Belén es la manifestación del secreto mejor guardado. ¿Qué secreto? Habéis asistido a un espectáculo que nos ha emocionado y exaltado. Desfilan, al final, los actores por el escenario y nos roban los aplausos. Pero cuando parece que todo ha concluido, emerge de la oscuridad el autor de la obra, el gran protagonista, el creador. Así sucede el día de Navidad. El gran autor de la obra es el Dios, a quien nadie ha visto jamás. Pero ese Dios tiene un hijo. Todos pensaban que era un solo Dios, pero nunca pensaron en su fecundidad interna. Dios nos habla y nos crea a través de su Hijo, que es su Verbo, su Palabra. Y ahora, en este día de la Navidad, su Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros y hemos contemplado su Belleza. Al nacer y aparecer Jesús en la tierra, se hace presente entre nosotros el secreto mejor escondido, la clave para entender el universo, la humanidad.

Sin embargo, la luz vino a los suyos y los suyos no la recibieron, aunque a quienes la recibieron les dio el poder de ser hijos de Dios.

¡Ese es el sentido más profundo de la Navidad! Que aparece entre nosotros aquel por quien todo fue hecho, en cuya palabra poderosa subsisten todas las cosas. Todo lo que vemos nace de la inspiración de Jesús, en ella está el verbo de Dios. No es necesario que Jesús nazca de nuevo, sino que nos sea concedida la experiencia de verlo nacer en cada rostro, en cada acontecimiento, en cada realidad. Cristo nace cada día a nuestra fe. Es lo mismo que contemplar de nuevo una obra teniendo ya presente al autor.

Con esta contemplación descubriríamos cómo todos somos hermanos, cómo todos procedemos de las mismas manos creadoras, cómo no debemos enfrentarnos por particularismos. Aquí lo importante no es ser de aquí o de allá, tener este sexo o el otro, ser de este partido o del otro…. Aquí lo importante es que todos hemos sido creados en Jesús, que todos somos parte del mismo cuadro. Por eso, sin darnos cuenta, la Navidad nos lleva a subrayar la fraternidad, el amor universal.

Es interesante ver cómo Jesús tiene un nombre previo al nombre que le impusieron sus padres María y José. Su nombre era Verbo, Palabra, en hebreo Dabar. Este término hebreo “dabar” significa que Jesús era la Palabra que hace realidad lo que dice. Jesús también hoy nos dice, nos afirma. Con él sí que nacemos y renacemos cada día.

HOY SE INICIA LA OCTAVA DE NAVIDAD


Hoy se inicia la Octava de Navidad, celebramos el nacimiento de Jesús 8 días seguidos
Redacción ACI Prensa





Como es tradición en la Iglesia, la noche del 24 de diciembre se empieza a celebrar de manera solemne la Natividad del Señor y luego siguen ocho días llamados “Octava de Navidad”, que comienza el 25 de diciembre y concluye el 1 de enero, en los que igualmente se festeja el nacimiento del Niño Dios.

La celebración de la “Octava” tiene sus raíces en el Antiguo Testamento, en el que los judíos festejaban las grandes fiestas por ocho días. Asimismo, tal como se lee en el Génesis (17, 9-14), hace muchos siglos Dios hizo una alianza con Abraham y su descendencia cuyo signo es la circuncisión al octavo día después del nacimiento.


Jesús mismo, como todo judío, también fue circuncidado al octavo día y resucitó el “día después del séptimo día de la semana”. Es así que la Octava (ocho días) sigue siendo una tradición muy importante en la Iglesia y por ello se ha establecido sólo dos en el calendario litúrgico: la “Octava de Navidad” y la “Octava de Pascua”.

En la Octava de Navidad también se celebran las siguientes fiestas importantes:

26 de diciembre: San Esteban es el primer mártir del cristianismo y representa a todos los que murieron por Cristo voluntariamente.

27 de diciembre: San Juan Evangelista es el joven y valiente apóstol que permaneció al pie de la cruz con la Virgen María. Es considerado el “discípulo amado” y representa a los que estuvieron dispuestos a morir por Cristo, pero no los mataron.

28 de diciembre: Los Santos inocentes representan a los que murieron por Cristo sin saberlo y a los millones de bebés que mueren hoy día con el aborto.

Domingo después de Navidad: La Sagrada Familia es modelo para todas las familias y símbolo de la unión de la Santísima Trinidad. Este año cae domingo 29 de diciembre.

1 de enero: María Madre de Dios. Todos los títulos atribuidos a la Virgen María tienen su raíz en este dogma de fe.

LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, 25 DE DICIEMBRE

La Natividad de Nuestro Señor Jesucristo.
Solemnidad Litúrgica, 25 de diciembre


Por: P. Ángel Amo. | Fuente: Catholic.net




Manifestación del Verbo de Dios a los hombres
Con la solemnidad de la Navidad, la Iglesia celebra la manifestación del Verbo de Dios a los hombres.  En efecto, éste es el sentido espiritual más importante y sugerido por la misma liturgia, que en las tres misas celebradas por todo sacerdote ofrece a nuestra meditación “el nacimiento eterno del Verbo en el seno de los esplendores del Padre (primera misa); la aparición temporal en la humildad de la carne (segunda misa); el regreso final en el último juicio (tercera misa)  (Liber Sacramentorum).

Un antiguo documento del año 354 llamado el Cronógrafo confirma la existencia en Roma de esta fiesta el 25 de diciembre, que corresponde a la celebración pagana del solsticio de invierno "Natalis solis invicti", esto es, el nacimiento del nuevo sol que, después de la noche más larga del año, readquiría nuevo vigor.


Al celebrar en este día el nacimiento de quien es el verdadero Sol, la luz del mundo, que surge de la noche del paganismo, se quiso dar un significado totalmente nuevo a una tradición pagana muy sentida por el pueblo, porque coincidía con las ferias de Saturno, durante las cuales los esclavos recibían dones de sus patrones y se los invitaba a sentarse a su mesa, como libres ciudadanos. Sin embargo, con la tradición cristiana, los regalos de Navidad hacen referencia a los dones de los pastores y de los reyes magos al Niño Jesús.

En oriente se celebraba la fiesta del nacimiento de Cristo el 6 de enero, con el nombre de Epifanía, que quiere decir "manifestación", después la Iglesia oriental acogió la fecha del 25 de diciembre, práctica ya en uso en Antioquía hacia el 376, en tiempo de San Juan Crisóstomo, y en el 380 en Constantinopla. En occidente se introdujo la fiesta de la Epifanía, última del ciclo navideño, para conmemorar la revelación de la divinidad de Cristo al mundo pagano.

Los textos de la liturgia navideña, formulados en una época de reacción contra la herejía trinitaria de Arrio, subrayan con profundidad espiritual y al mismo tiempo con rigor teológico la divinidad y realeza del Niño nacido en el pesebre de Belén, para invitarnos a la adoración del insondable misterio de Dios revestido de carne humana, hijo de la purísima Virgen María.

FELIZ NAVIDAD!!!

 





martes, 24 de diciembre de 2019

PAPA FRANCISCO EN NAVIDAD: AMEN LA IGLESIA ASÍ NO SEA PERFECTA Y SIRVAN AL PRÓJIMO ASÍ NO CAMBIE


El Papa en Navidad: Amen la Iglesia así no sea perfecta y sirvan al prójimo así no cambie
Redacción ACI Prensa



El Papa Francisco celebró este 24 de diciembre en la Basílica de San Pedro la Misa de la Solemnidad de la Natividad del Señor en la que señaló que así como Dios no esperó que fuésemos perfectos para amarnos, igual debemos hacer con el prójimo y con la Iglesia.

Jesús “no cambió la historia constriñendo a alguien o a fuerza de palabras, sino con el don de su vida. No esperó a que fuéramos buenos para amarnos, sino que se dio a nosotros gratuitamente”, señaló el Papa durante su homilía.

En ese sentido, añadió, “tampoco nosotros podemos esperar que el prójimo cambie para hacerle el bien, que la Iglesia sea perfecta para amarla, que los demás nos tengan consideración para servirlos. Empecemos nosotros. Así es como se acoge el don de la gracia. Y la santidad no es sino custodiar esta gratuidad”.

Ante los cardenales, obispos, sacerdotes y fieles congregados, el Pontífice también dijo que “la Navidad nos recuerda que Dios sigue amando a cada hombre, incluso al peor. A mí, a ti, a cada uno de nosotros, Él nos dice hoy: ‘Te amo y siempre te amaré, eres precioso a mis ojos’”.


“Dios –aseguró– no te ama porque piensas correctamente y te comportas bien; Él te ama y basta. Su amor es incondicional, no depende de ti. Puede que tengas ideas equivocadas, que hayas hecho de las tuyas; sin embargo, el Señor no deja de amarte”.

La gratuidad del amor de Dios se manifestó en el nacimiento Jesús en Belén hace más de dos mil años, dijo el Papa. “Mientras que aquí en la tierra todo parece responder a la lógica de dar para tener, Dios llega gratis. Su amor no es negociable: no hemos hecho nada para merecerlo y nunca podremos recompensarlo”, señaló.

“¿Cuántas veces pensamos que Dios es bueno si nosotros somos buenos, y que nos castiga si somos malos? Pero no es así. Aun en nuestros pecados continúa amándonos. Su amor no cambia, no es quisquilloso; es fiel, es paciente”, indicó Francisco.

En ese sentido, explicó que los pastores que fueron a adorar al Niño “no eran santos” y en ellos “también estamos nosotros, con nuestras flaquezas y debilidades”, y así “como los llamó a ellos, Dios también nos llama a nosotros, porque nos ama”.

“¡Ánimo, no hay que perder la confianza, no hay que perder la esperanza, no hay que pensar que amar es tiempo perdido! En esta noche, el amor venció al miedo, apareció una nueva esperanza, la luz amable de Dios venció la oscuridad de la arrogancia humana. ¡Humanidad, Dios te ama, se hizo hombre por ti, ya no estás sola!”, expresó.


En su homilía, el Santo Padre invitó a los católicos a acoger el don otorgado por Dios, poniendo “nuestra mirada en el Niño y dejémonos envolver por su ternura. Ya no tendremos más excusas para no dejarnos amar por Él: Lo que sale mal en la vida, lo que no funciona en la Iglesia, lo que no va bien en el mundo ya no será una justificación. Pasará a un segundo plano, porque frente al amor excesivo de Jesús, que es todo mansedumbre y cercanía, no hay excusas. La pregunta que surge en Navidad es: ‘¿Me dejo amar por Dios? ¿Me abandono a su amor que viene a salvarme?’”.

El Papa Francisco culminó su homilía narrando una leyenda sobre los pastores que fueron a adorar el Niño para afirmar que todas las personas se pueden sentir amadas por Dios, así se consideren pobres de corazón.

Culminada la Misa, el Santo Padre recorrió la basílica en procesión hacia el Nacimiento armado en su interior, donde fue colocada la imagen del Niño Jesús. Francisco estuvo acompañado de un grupo de niños, entre los cuales había dos menores de Venezuela.

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA MISA DE LA SOLEMNIDAD DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR


Homilía del Papa Francisco en la Misa de la Solemnidad de la Natividad del Señor
Redacción ACI Prensa
 Crédito: Daniel Ibáñez (ACI)



Este 24 de diciembre en la Basílica de San Pedro el Papa Francisco celebró la Misa de la Solemnidad de la Natividad del Señor, en el que recordó que Dios se dio gratuitamente en un Niño nacido en Belén para salvar a los hombres, porque ama a todos.

“La Navidad nos recuerda que Dios sigue amando a cada hombre, incluso al peor. A mí, a ti, a cada uno de nosotros, Él nos dice hoy: ‘Te amo y siempre te amaré, eres precioso a mis ojos’”, afirmó el Papa Francisco.

A continuación la homilía completa del Santo Padre:

«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Is 9,1). Esta profecía de la primera lectura se realizó en el Evangelio. De hecho, mientras los pastores velaban de noche en sus campos, «la gloria del Señor los envolvió de claridad» (Lc 2,9). En la noche de la tierra apareció una luz del cielo. ¿Qué significa esta luz surgida en la oscuridad? Nos lo sugiere el apóstol Pablo, que nos dijo: «Se ha manifestado la gracia de Dios». La gracia de Dios, «que trae la salvación para todos los hombres» (Tt 2,11), ha envuelto al mundo esta noche.


Pero, ¿qué es esta gracia? Es el amor divino, el amor que transforma la vida, renueva la historia, libera del mal, infunde paz y alegría. En esta noche, el amor de Dios se ha mostrado a nosotros: es Jesús. En Jesús, el Altísimo se hizo pequeño para ser amado por nosotros. En Jesús, Dios se hizo Niño, para dejarse abrazar por nosotros. Pero, podemos todavía preguntarnos, ¿por qué san Pablo llama “gracia” a la venida de Dios al mundo? Para decirnos que es completamente gratuita. Mientras que aquí en la tierra todo parece responder a la lógica de dar para tener, Dios llega gratis. Su amor no es negociable: no hemos hecho nada para merecerlo y nunca podremos recompensarlo.

Se ha manifestado la gracia de Dios. En esta noche nos damos cuenta de que, aunque no estábamos a la altura, Él se hizo pequeñez para nosotros; mientras andábamos ocupados en nuestros asuntos, Él vino entre nosotros. La Navidad nos recuerda que Dios sigue amando a cada hombre, incluso al peor. A mí, a ti, a cada uno de nosotros, Él nos dice hoy: “Te amo y siempre te amaré, eres precioso a mis ojos”. Dios no te ama porque piensas correctamente y te comportas bien; Él te ama y basta. Su amor es incondicional, no depende de ti. Puede que tengas ideas equivocadas, que hayas hecho de las tuyas; sin embargo, el Señor no deja de amarte. ¿Cuántas veces pensamos que Dios es bueno si nosotros somos buenos, y que nos castiga si somos malos? Pero no es así. Aun en nuestros pecados continúa amándonos. Su amor no cambia, no es quisquilloso; es fiel, es paciente. Este es el regalo que encontramos en Navidad: descubrimos con asombro que el Señor es toda la gratuidad posible, toda la ternura posible. Su gloria no nos deslumbra, su presencia no nos asusta. Nació pobre de todo, para conquistarnos con la riqueza de su amor.

Se ha manifestado la gracia de Dios. Gracia es sinónimo de belleza. En esta noche, redescubrimos en la belleza del amor de Dios, también nuestra belleza, porque somos los amados de Dios. En el bien y en el mal, en la salud y en la enfermedad, felices o tristes, a sus ojos nos vemos hermosos: no por lo que hacemos sino por lo que somos. Hay en nosotros una belleza indeleble, intangible; una belleza irreprimible que es el núcleo de nuestro ser. Dios nos lo recuerda hoy, tomando con amor nuestra humanidad y haciéndola suya, “desposándose con ella” para siempre.

De hecho, la «gran alegría» anunciada a los pastores esta noche es «para todo el pueblo». En aquellos pastores, que ciertamente no eran santos, también estamos nosotros, con nuestras flaquezas y debilidades. Así como los llamó a ellos, Dios también nos llama a nosotros, porque nos ama. Y, en las noches de la vida, a nosotros como a ellos nos dice: «No temáis» (Lc 2,10). ¡Ánimo, no hay que perder la confianza, no hay que perder la esperanza, no hay que pensar que amar es tiempo perdido! En esta noche, el amor venció al miedo, apareció una nueva esperanza, la luz amable de Dios venció la oscuridad de la arrogancia humana. ¡Humanidad, Dios te ama, se hizo hombre por ti, ya no estás sola!

Queridos hermanos y hermanas: ¿Qué hacer ante esta gracia? Una sola cosa: acoger el don. Antes de ir en busca de Dios, dejémonos buscar por Él. No partamos de nuestras capacidades, sino de su gracia, porque Él es Jesús, el Salvador. Pongamos nuestra mirada en el Niño y dejémonos envolver por su ternura. Ya no tendremos más excusas para no dejarnos amar por Él: Lo que sale mal en la vida, lo que no funciona en la Iglesia, lo que no va bien en el mundo ya no será una justificación. Pasará a un segundo plano, porque frente al amor excesivo de Jesús, que es todo mansedumbre y cercanía, no hay excusas. La pregunta que surge en Navidad es: “¿Me dejo amar por Dios? ¿Me abandono a su amor que viene a salvarme?”.

Un regalo así, tan grande, merece mucha gratitud. Acoger la gracia es saber agradecer. Pero nuestras vidas a menudo transcurren lejos de la gratitud. Hoy es el día adecuado para acercarse al sagrario, al belén, al pesebre, para agradecer. Acojamos el don que es Jesús, para luego transformarnos en don como Jesús. Convertirse en don es dar sentido a la vida y es la mejor manera de cambiar el mundo: cambiamos nosotros, cambia la Iglesia, cambia la historia cuando comenzamos a no querer cambiar a los otros, sino a nosotros mismos, haciendo de nuestra vida un don.

Jesús nos lo manifiesta esta noche. No cambió la historia constriñendo a alguien o a fuerza de palabras, sino con el don de su vida. No esperó a que fuéramos buenos para amarnos, sino que se dio a nosotros gratuitamente. Tampoco nosotros podemos esperar que el prójimo cambie para hacerle el bien, que la Iglesia sea perfecta para amarla, que los demás nos tengan consideración para servirlos. Empecemos nosotros. Así es como se acoge el don de la gracia. Y la santidad no es sino custodiar esta gratuidad.

Una hermosa leyenda cuenta que, cuando Jesús nació, los pastores corrían hacia la gruta llevando muchos regalos. Cada uno llevaba lo que tenía: unos, el fruto de su trabajo, otros, algo de valor. Pero mientras todos los pastores se esforzaban, con generosidad, en llevar lo mejor, había uno que no tenía nada. Era muy pobre, no tenía nada que ofrecer. Y mientras los demás competían en presentar sus regalos, él se mantenía apartado, con vergüenza. En un determinado momento, san José y la Virgen se vieron en dificultad para recibir todos los regalos, sobre todo María, que debía tener en brazos al Niño. Entonces, viendo a aquel pastor con las manos vacías, le pidió que se acercara. Y le puso a Jesús en sus manos. El pastor, tomándolo, se dio cuenta de que había recibido lo que no se merecía, que tenía entre sus brazos el regalo más grande de la historia. Se miró las manos, y esas manos que le parecían siempre vacías se habían convertido en la cuna de Dios. Se sintió amado y, superando la vergüenza, comenzó a mostrar a Jesús a los otros, porque no podía sólo quedarse para él el regalo de los regalos.

Querido hermano, querida hermana: Si tus manos te parecen vacías, si ves tu corazón pobre en amor, esta noche es para ti. Se ha manifestado la gracia de Dios para resplandecer en tu vida. Acógela y brillará en ti la luz de la Navidad.

IMÁGENES DE TARJETAS DE FELIZ NAVIDAD



















NAVIDAD Y NAVIDADES




Navidad y navidades
Autor: Mario R. Saviñón



Un grupo de amigos decide celebrar el cumpleaños de Jesús, uno de ellos. Unánimemente le reconocen como el mejor de todos. A cada uno le ha hecho favores sin cuento, hasta el punto, de que todos le deben el puesto de trabajo y todo lo que son. El homenaje es por todo lo alto. En el club, antes de la cena, han mantenido conversaciones amenas, la alegría y el buen humor ha reinado en el grupo. Durante la cena y tras ella la animación se ha mantenido a niveles extraordinarios. Sin embargo, durante todo el acto nadie ha mirado, conversado, ni se ha dado cuenta de que allí estaba el homenajeado, el tal Jesús; quien , al final, sólo, decepcionado, amargado y dolido emprende el camino de su hogar. Uno o dos de esos amigos, algo bebidos, en el momento de marcharse, sin mirarle a los ojos y de pasada,  le han mascullado un: ¡Hasta el año que viene!.

Así nos comportamos muchos de nosotros al celebrar la Navidad , el nacimiento de Jesús de Nazaret, pero ¿quién se acuerda del recién nacido? Los cristianos del siglo XXI hemos llegado a la insólita incoherencia de conmemorar el cumpleaños de Jesucristo ¡sin Jesús! Le hemos puesto tantas envolturas y artificios sobre la cuna al Señor, que no llegamos ni a ver su rostro. Nos quedamos con la envoltura…vacía

La NAVIDAD es una sola: el hecho de que Dios cumpliera su promesa de hacerse hombre, naciendo de una mujer, en la mayor pobreza, y de la forma más humillante. El niño Dios ingresa en nuestra historia, y con su presencia se hace realidad la esperanza de salvación para todos los pecadores.

La celebración de este nacimiento , el 25 de diciembre, la extendemos-Las Navidades- hasta el día de Reyes, 6 de enero. Todos esos días se han convertido en una gran fiesta donde incluimos otras navidades pequeñitas que, como pequeñas trampas, intentan sustituir el Aniversario de Dios por un mundo material y ficticio, cambiar la fe por el placer, la esperanza por el dinero, la adoración a Dios por la adoración del hombre. Entre esas pequeñitas navidades podemos distinguir:

La navidad GASTRONÓMICA. El besugo al horno, el jamón, el cordero, los pasteles, los mariscos, los mazapanes, los turrones el champán... La gruta de Belén, la cuadra se convierte en  una sala luminosa con la mejor cena del año. Los manteles de lino fino, la embriaguez y la hartura. Claro está, el hambre de los más pobres y necesitados de este mundo nada tiene que ver con esto. Durante el festín a nadie se le ocurre recordar a Cristo ni, mucho menos,  bendecir la mesa , rezar un Padrenuestro o releer el bellísimo pasaje de San Lucas sobre el nacimiento de Jesús (Lc. 2, 1-20). ¡ Hombre no nos agüe Vd. la fiesta ¡ Diría más de uno.

La navidad POSTAL. El recuerdo de aquellos amigos que olvidamos, los otros 364 días del año. Toneladas de correspondencia atascada en las oficinas de correo, justo unos días antes. La feria de las tarjetas, bastante cursis por cierto.

La navidad TURÍSTICA. No esa que fomenta la convivencia familiar, sino el viaje apresurado a donde sea para "divertirnos", para evadirnos de los problemas del diario quehacer. Al volver podremos presumir cuando nos pregunten: ¿Donde estuviste? ¿ que has comprado?, en vez de ¿Cómo viviste esta Navidad?

La navidad CONSUMISTA. Desde los niños, que únicamente valoran la celebración por los regalos y juguetes que reciben, hasta los adultos que juegan con ellos. Lo divertido del asunto es obsequiar para que te obsequien. Bienvenida la navidad que deja la caja de bombones, un perfume Made in France, una bonita corbata, un cheque al portador, etc.

La navidad NOCTURNA. La fiesta en el  Club de moda, la discoteca del momento , el bar o el hotel más popular, donde podemos dar culto al hedonismo. Se contratan a las mejores orquestas, bailamos entre serpentinas, globos y confeti, todo incluido; mientras el niño Dios lloriquea en un pesebre de verdad entre burros y vacas malolientes.

La navidad FOLKLÓRICA. Adornar todo sin importar el costo de las cosas, una franca competencia por mostrar el árbol más hermoso, el más llamativo. Nuestras ciudades gastan millones con iluminaciones artísticas; se olvida que el pino, el nacimiento y los adornos tienen un profundo sentido cristiano, un recuerdo y una enseñanza que nada tiene que ver con su apariencia o valor económico. Desde un mes antes, Los establecimientos comerciales compiten entre sí con ofertas tentadoras, donde raramente se incluye algo que nos recuerde al festejado, al niño Dios.

La navidad ESPUMANTI. Una espiritualidad estilizada y exquisita, una piedad epidérmica, y una religiosidad sin compromiso ni sentido, que no nos lleva a acción alguna. Demasiado lírica y demasiado pegajosa.

La NAVIDAD histórica es algo más cruda y redentora: un Dios que ha nacido voluntariamente pobre, desplazado, sufriente, exigiendo a los hombres la renuncia a la vanidad, a la soberbia, al orgullo y a las pasiones. Que nos reclama a viva voz que renovemos nuestros corazones, nuestras familias y el mundo en que vivimos.

Desde hace dos mil años, sigue siendo válida la frase de San Juan en su Evangelio: “Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron”. Palabras que resuenan a través de los siglos.

Sólo hay una NAVIDAD digna de este nombre: la que conjuga el verbo dar, el darse.

Así,  el Padre nos dio a su HIJO unigénito,  el HIJO dio su vida por nosotros. La Virgen María dio a luz a su primogénito para que fuera nuestra LUZ y nuestra SALVACIÓN. Se supone que algo deberíamos dar nosotros como agradecimiento a tantos regalos recibidos. ¿Compartimos lo mucho o lo poco que tenemos con nuestros hermanos: el pan, el dinero, la alegría, la ayuda, el amor…?

¿No podríamos celebrar esta Navidad, estas Navidades también con Cristo? Dejémosle un sitio en nuestra mesa y otro en nuestro corazón. Quizá quiera asistir.

ORACIÓN PARA BENDECIR LA MESA DE NAVIDAD


Oración para bendecir la mesa en Navidad
Redacción ACI Prensa




Las fiestas de Navidad suelen ser ocasión para reunir en casa a familiares y amigos. Compartimos una sencilla oración publicada por la Diócesis de Málaga en España para bendecir la mesa.


Bendice, Señor, nuestra mesa en esta noche de Luz.
Quienes vamos a cenar celebrándote sabemos que la fiesta eres Tú que nos invitas a nacer siempre de nuevo.
Gracias por el pan y el trabajo, por la generosidad y la esperanza.
Llena nuestra mesa de fuerza y ternura para ser personas justas, llena de paz nuestras vidas y que la amistad y la gratitud alimenten cada día del año.
Tú eres bendición para nosotros, por eso, en esta noche fraterna, bendice la tierra toda, bendice nuestro país.
Bendice esta familia y esta mesa.
Bendícenos a cada uno de los que estamos aquí.
Amén.

LA GRUTA DONDE NACIÓ JESÚS

La gruta donde nació Jesús
La Estrella de plata indica el lugar donde nació Cristo en la Gruta de la Basílica de la Natividad


Por: Juan Pablo Montes | Fuente: www.dialogoreligioso.org



La Basílica de la Natividad recuerda este acontecimiento importante:

“La Estrella de plata (...) indica el lugar donde nació Cristo en la Gruta de la Basílica de la Natividad, (...) Si bien el altar pertenece al rito griego ortodoxo, la inscripción de la estrella es latina y reza: ‘Aquí, de la Virgen María, nació Jesucristo’”[5].

La gruta de la Natividad tiene las dimensiones de una pequeña capilla casi rectangular (12,30 metros por 3,50 metros), con un pequeño ábside en el extremo oriental[6].

“El pesebre es venerado en la capillita, igualmente rupestre, de al lado. El altar que está en frente al pesebre está dedicado a los Reyes Magos. En él pueden celebrar la misa los sacerdotes católicos”[7].


Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento (Lc 2,6-7).

“... el lugar tradicional del nacimiento de Cristo. Es una gruta que se encuentra bajo el presbiterio. A ambos lados de este hay una escalera que comunican con la gruta” (...) La gruta es una capilla de reducidas dimensiones, de forma casi rectangular (12,30 metros x 3,50 metros), con un pequeño ábside en el extremo oriental. En él hay un altar y, debajo de éste, una estrella de plata señala el lugar donde Cristo nació de la Virgen María”.

“El pesebre es venerado en la capillita igualmente rupestre de al lado. El altar que está al frente está dedicado a los Reyes Magos”[8].




Notas

[5] LOMBARDI, LUIGI; La Tierra Santa, Edizioni Plurigraf, Narni-Terni, 1986, 24.

[6] Cf. DÍEZ, FLORENTINO; Guía de Tierra Santa, Editorial Verbo Divino, Madrid, 1990, 169.

[7] DÍEZ, FLORENTINO; Guía de Tierra Santa, Editorial Verbo Divino, Madrid, 1990, 169.

[8] DÍEZ, FLORENTINO; Guía de Tierra Santa, Editorial Verbo Divino, Madrid, 1993, 174

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MARTES 24 DE DICIEMBRE DE 2019


Lecturas de hoy 24 de Diciembre. Feria de Adviento
Hoy, martes, 24 de diciembre de 2019


Primera lectura
Lectura del segundo libro de Samuel (7,1-5.8b-12.14a.16):

CUANDO el rey David se asentó en su casa y el Señor le hubo dado reposo de todos sus enemigos de alrededor, dijo al profeta Natán:
«Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios habita en una tienda».
Natán dijo al rey:
«Ve y haz lo que desea tu corazón, pues el Señor está contigo».
Aquella noche vino esta palabra del Señor a Natán:
«Ve y habla a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Tú me va a construir una casa para morada mía?
Yo te tomé del pastizal, de andar tras el rebaño, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. He estado a tu lado por donde quiera que has ido, he suprimido a todos tus enemigos ante ti y te he hecho tan famoso como los grandes de la tierra. Dispondré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que resida en él sin que lo inquieten, ni le hagan más daño los malvados, como antaño, cuando nombraba jueces sobre mi pueblo Israel. A ti te he dado reposo de todos tus enemigos. Pues bien, el Señor te anuncia que te va a edificar una casa.
En efecto, cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya después de ti. Al que salga de tus entrañas le afirmaré su reino. Yo seré para él un padre, y él será para mi un hijo.
Tu casa y tu reino se mantendrán siempre firmes ante mi; tu trono durará para siempre"».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 88

R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor

V/. Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno»,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R/.

V/. «Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades». R/.

V/. «Él me invocará: “Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora”;
Le mantendré eternamente mi favor,
y mí alianza con él será estable». R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,67-79):

EN aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, se llenó de Espíritu Santo y profetizó diciendo:
«“Bendito sea el Señor, Dios de Israel”,
porque ha visitado y “redimido a su pueblo”,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la “misericordia que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza”
y “el juramento que juró a nuestro padre Abrahán” para concedernos
que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante “del Señor a preparar sus caminos”,
anunciando a su pueblo la salvación
por el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos por el camino de la paz».

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio del martes, 24 de diciembre de 2019
CR


La Visita de la entrañable misericordia

Esta noche celebramos la Natividad del Señor. Una cierta impaciencia se apodera ya de nosotros. Pero, antes, la liturgia nos vuelve la mirada hacia el anciano sacerdote Zacarías. Él tuvo su peculiar navidad. El demonio mudo que lo habitaba fue superado por el Espíritu Santo que se apoderó de él. Escuchemos el relato evangélico.

Cada persona tiene su gran oportunidad en la vida. Es como un tiempo adecuado para nacer de nuevo. Eso le sucedió al viejo e incrédulo sacerdote Zacarías, padre de Juan el Bautista. Él se había acostumbrado a su actividad religiosa y a la soledad de una pareja sin familia. Recibió la visita de Dios y al principio le retiró totalmente su confianza. Hoy nos muestra el Evangelio cómo al fin se abrió a la gracia. Y esa fue su oportunidad para nacer de nuevo. El Espíritu Santo se apoderó de él, como antes se había apoderado de las dos mujeres que había en su casa: María e Isabel. También él comenzó a profetizar, habiendo recuperado antes la palabra.

El himno que proclamó la Iglesia lo ha recitado siglo tras siglo. Hoy lo decimos todos los días en la liturgia de los Laudes.

El himno canta, ante todo, la Visita liberadora de Dios . Reconoce Zacarías que el pueblo, su pueblo, ha estado sometido a miedos, horrores, esclavitudes y odios por parte de sus enemigos. Pinta el pasado del pueblo como un vivir en sombras de muerte. Sin embargo, Dios, movido por su entrañable misericordia, ha visitado a su Pueblo y lo ha liberado. Se ha acordado de su alianza, ha sido fiel a sus promesas, ha cumplido sus predicciones. Abraham no se sentiría defraudado de la lealtad de Dios.

¿Y qué está haciendo Dios con su pueblo? En primer lugar ha enviado un niño que será llamado profeta del Altísimo, que irá delante para preparar los caminos y anunciará la salvación y el perdón. Ese niño es precisamente su hijo Juan. Y, después del profeta vendrá la salvación que libra de los enemigos, que realiza la misericordia y hace posible el servicio en santidad y justicia. Tendrá lugar la visita del Sol que nace de lo alto y que ilumina a quienes están en tinieblas y guía los pasos por el camino de la paz.

A cualquier edad podemos renacer de nuevo. ¿No es ésta la auténtica Navidad interior?

Decía Unamuno que una nueva idea de Dios es como un nuevo nacimiento. Nace quien descubre a Dios en su vida, como lo descubrió el incrédulo Zacarías. Este persona se oculta en cada uno de nosotros, en nuestras desconfianzas y escepticismos. Pero podemos nacer de nuevo, especialmente en esta Noche en que celebraremos el nacimiento más insospechado de Dios en medio de nosotros.


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