sábado, 3 de noviembre de 2018

IMÁGENES VARIADAS DE SAN MARTÍN DE PORRES






















EL EVANGELIO DE HOY SÁBADO 3 NOVIEMBRE 2018

Aprende a ser humilde
Santo Evangelio según San Lucas 14, 1. 7-11. Sábado XXX de Tiempo Ordinario.


Por: H. César Yali Molina Flores, L.C. | Fuente: missionkits.org 



En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Señor, concédeme la fortaleza para aprender a ser humilde.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)


Del santo Evangelio según san Lucas 14, 1. 7-11
Un sábado, Jesús fue a comer en casa de uno de los jefes de los fariseos, y éstos estaban espiándolo. Mirando cómo los convidados escogían los primeros lugares, les dijo esta parábola:
"Cuando te inviten a un banquete de bodas, no te sientes en el lugar principal, no sea que haya algún otro invitado más importante que tú, y el que los invitó a los dos venga a decirte: ‘Déjale el lugar a éste’, y tengas que ir a ocupar, lleno de vergüenza, el último asiento. Por el contrario, cuando te inviten, ocupa el último lugar, para que, cuando venga el que te invitó, te diga: ‘Amigo, acércate a la cabecera’. Entonces te verás honrado en presencia de todos los convidados. Porque el que se engrandece a sí mismo, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
El Evangelio de hoy te invita a crecer y vivir en humildad. Es una invitación difícil de seguir ante el egoísmo, la independencia e individualidad que se propone como ideal de vida y la falsa idea de súper hombre que puede hacer todo y que no necesita de nadie; sin embargo, Jesús te ofrece lo contrario,que vivas una vida humilde; que sepas reconocer tus límites y también tus virtudes, aceptándote como persona y reconociendo en el otro a alguien que te puede ayudar y a quien puedes ayudar.
En definitiva, te invita a salir del yo y que aprendas a construir un nosotros. Dado que todos, en algún momento, tomamos decisiones poco acertadas, necesitas aprender a vivir humildemente, no juzgando, y sabiéndote necesitado del otro, así como el otro necesita de ti, especialmente en el ámbito familiar y en el círculo de amigos.
Que san José, la Virgen María y san Martín de Porres te guíen por el camino de la humildad para que, a ejemplo de ellos, aprendas y vivas santamente.
Él se dirige a los humildes, a los pequeños, a los pobres, a los necesitados porque Él mismo se hizo pequeño y humilde. Comprende a los pobres y los que sufren porque Él mismo es pobre y conoce el dolor. Para salvar a la humanidad Jesús no ha recorrido un camino fácil; el contrario, su camino ha sido doloroso y difícil...
(Homilía de S.S. Francisco, 14 de septiembre de 2016).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
En silencio, aceptaré con humildad las correcciones que me hagan.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.

¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!

Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

BIENVENIDOS





viernes, 2 de noviembre de 2018

HOY 2 DE NOVIEMBRE LA IGLESIA CATÓLICA CONMEMORA A LOS FIELES DIFUNTOS


Hoy la Iglesia Católica conmemora a los Fieles Difuntos
Redacción ACI Prensa




“El recuerdo de los difuntos, el cuidado de los sepulcros y los sufragios son testimonios de confiada esperanza, arraigada en la certeza de que la muerte no es la última palabra sobre la suerte humana, puesto que el hombre está destinado a una vida sin límites, cuya raíz y realización están en Dios”, afirmó el Papa Francisco en 2014.

Cada 2 de noviembre, día que se conmemora a los Fieles Difuntos, miles de personas en todo el mundo visitan las tumbas de sus seres queridos que pasaron a la otra vida y la Iglesia eleva oraciones y ofrece sacrificios por su eterno descanso.


El alma de la persona fallecida puede ir al cielo, al infierno o al purgatorio. Si va al purgatorio quiere decir que aún necesita purificarse, pero su destino será, en algún momento, el cielo.

Por ello los creyentes en la tierra pueden ayudar a las almas del purgatorio con las oraciones, la limosna, y sobre todo cor el sacrificio de la Santa Misa para que puedan ir más pronto al cielo.

PAZ, ESPERANZA Y GOZO


Paz, esperanza y gozo



“Nosotros los creyentes, cuando rezamos por nuestros muertos, nos reencontramos con ellos en una misteriosa comunión de fe, esperanza y amor. Ellos han transpuesto ya  la frontera del tiempo y entrado en el ámbito de la eternidad, propio de Dios. Pero aunque hayan dejado de existir para nuestro mundo físico, siguen viviendo, con todo, en el mismo mundo espiritual en que vivimos nosotros.

Siempre que hacemos oración por ellos, los encontramos dentro del infinito abrazo con que estrecha Dios a cuantos lo aman. He aquí el motivo de por qué, quienes nos hemos abierto por la fe a un sentido cristiano de la muerte, no nos dejamos abatir por el pesimismo o la desesperación. Desde luego, cuando se produce el deceso de algún ser querido, los creyentes experimentamos, como cualquier ser humano, un profundo dolor. Nuestro corazón puede derramar lágrimas de sangre. Nuestra sensibilidad puede haber quedado destrozada. Pero en la zona más secreta del alma, la fe nos hace vivir una experiencia de paz, esperanza y gozo.

Paz, esperanza y gozo que surgen de saber con seguridad que ellos, nuestros muertos, viven. No podemos precisar cómo ni dónde, pero sabemos que viven. Así como sabemos que un día nos volveremos a encontrar definitivamente con ellos, para compartir en plenitud la existencia trascendente que ellos ya viven” (H. Valla). Que Cristo, “resurrección y vida”, aliente tu esperanza.



* Enviado por el P. Natalio

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 2 NOVIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
2  Noviembre




Santo es el que en todo ve la mano del Señor, que por ser la suya, es santa y santificadora. 

Santa es la madre, que más que a sus hijos ve en ellos a los hijos de Dios, pues de esta forma cobra conciencia de que esos pequeños, antes que suyos son de Dios; que Dios se los puso bajos su responsabilidad para que los formara.

Santos son los esposos que nunca recurren a las palabras duras e hirientes, pues saben que siempre las palabras pasan por el Corazón de Dios y que ellos no pueden depositar en el corazón divino ninguna expresión menos amable.

Santos son los esposos que están resueltos a santificarse con el mismo método del Maestro: la cruz, el sufrimiento, pero aceptado por amor al Padre.

Santos son los esposos que sobre el cansancio y el aburrimiento de una noche en vela, o de una serie de días de trastorno, saben ver la mano suavizadora del Señor que espera el momento de hacerles gustar la seda de su presencia.

Santos son los esposos que hacen de una vida conyugal y de hogar una vida de oración, de continua presencia del Señor.


P. Alfonso Milagro

CADA 2 DE NOVIEMBRE PUEDES GANAR UNA INDULGENCIA PLENARIA PARA UN SER QUERIDO FALLECIDO


Cada 2 de noviembre puedes ganar una indulgencia plenaria para un ser querido fallecido
Redacción ACI Prensa/EWTN Noticias





Hoy 2 de noviembre, en la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos, se puede ganar una indulgencia plenaria para el alma de un ser querido, familiar o amigo.

El Papa Francisco explicó el 30 de octubre de 2013 que así como los santos interceden ante Dios por nosotros, podemos rogar al Señor por las almas del Purgatorio.

“Todos los bautizados en la tierra, las almas del Purgatorio y todos los beatos que están ya en el Paraíso forman una única gran Familia. Esta comunión entre tierra y cielo se realiza sobre todo en la oración de intercesión”, dijo en esa ocasión.

Según la Indulgentiarum Doctrina (Norma 15), un católico puede ganar indulgencia plenaria por un difunto “en todas las iglesias, oratorios públicos o —por parte de quienes los empleen legítimamente— semipúblicos” y siguiendo las condiciones habituales para ganar una indulgencia plenaria.

Las condiciones habituales para ganar una indulgencia plenaria son la confesión sacramental, la comunión eucarística y la oración por las intenciones del Papa.

LECTURAS DE HOY CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS, 2 NOVIEMBRE


Lecturas de hoy Conmemoración de los fieles difuntos
Hoy, viernes, 2 de noviembre de 2018



Primera lectura
Lectura del libro de las Lamentaciones (3,17-26):

Me han arrancado la paz, y ni me acuerdo de la dicha; me digo: «Se me acabaron las fuerzas y mi esperanza en el Señor.» Fíjate en mi aflicción y en mi amargura, en la hiel que me envenena; no hago más que pensar en ello y estoy abatido. Pero hay algo que traigo a la memoria y me da esperanza: que la misericordia del Señor no termina y no se acaba su compasión: antes bien, se renuevan cada mañana: ¡qué grande es tu fidelidad! El Señor es mi lote, me digo, y espero en él. El Señor es bueno para los que en él esperan y lo buscan; es bueno esperar en silencio la salvación del Señor.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 129,1-2.3-4.5-6.7-8

R/. Desde lo hondo a ti grito, Señor

Desde lo hondo a ti grito, Señor; 
Señor, escucha mi voz; 
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R/.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón
y así infundes respeto. R/.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra; 
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora. R/.

Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora; 
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa. R/.

Y él redimirá a Israel 
de todos sus delitos. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (14,1-6):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Que no tiemble vuestro corazón; creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.» 
Tomás le dice: «Señor, no sabemos adonde vas, ¿cómo podemos saber el camino?»
Jesús le responde: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre sino por mí.»

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy viernes, 2 de noviembre de 2018
 Pedro Belderrain, cmf


Queridos hermanos:

Se repite con frecuencia (y es verdad) que muchas personas (que incluso muchos creyentes) confundimos las celebraciones del 1 y el 2 de noviembre. Es posible. Pero quizá una de las causas está en que no se distinguen tanto como a veces se piensa.

Está claro que en la solemnidad de ayer evocamos existencias bienaventuradas, felices, ejemplares, dignas de elogio e imitación. Y también que no todos nuestros difuntos fueron así. Ahí están la realidad del pecado, del odio, del rechazo a las propuestas de Dios, del Mal. Pero también están la Gracia y la misericordia de Dios.

En los últimos años de los 80 y primeros de los 90 tuve la gracia (porque fue toda una gracia) de compartir ratos y experiencias con uno de los mejores teólogos que España y Europa dieron en esas décadas: el sacerdote asturiano Juan Luis Ruiz de la Peña. Aún recuerdo su desasosiego ante uno de los borradores de lo que al final no fue el Catecismo: “¡pero si habla más del infierno que del cielo!”.

Aquel planteamiento no pasó al texto final. Y Juan Luis -que amaba entrañablemente a la Iglesia- respiró. Claro que tenemos que hablar del pecado, de la seriedad de la vida, de la posibilidad de condenarse, del sentido de lo que durante siglos hemos llamado purgatorio. Pero sin olvidar nunca que Jesús el Cristo habló en la sinagoga de Nazaret “del año de gracia del Señor” pero no “del día de la venganza de nuestro Dios” (cf. Lc 4, 19). Dice un proverbio oriental que cuando el sabio señala la luna con el dedo los necios se quedan mirando al dedo. Tengo la sensación de que algo de esto nos ha pasado: miremos la luna, que a ningún difunto le falte nuestra oración y a ningún vivo nuestra caridad (¡qué no es cosa de amar sólo a la gente cuando se ha muerto!...).

DÍA DE LOS FIELES DIFUNTOS, 2 DE NOVIEMBRE








jueves, 1 de noviembre de 2018

ORACIONES PARA EL DÍA DE LOS MUERTOS, 2 NOVIEMBRE


Día de los muertos: Con estas oraciones puedes pedirle a Dios por tus difuntos
Redacción ACI Prensa






"Una flor sobre su tumba se marchita, una lágrima sobre su recuerdo se evapora. Una oración por su alma, la recibe Dios", decía San Agustín. Cada 2 de noviembre la Iglesia recuerda con mucho cariño a los fieles difuntos y por ello te recomendamos estas oraciones por las almas de tus familiares que ya partieron a la Casa del Padre.

Por un niño

Señor, tú que conoces nuestra profunda tristeza por la muerte del (de la) niño(a) N., concede a quienes acatamos con dolor tu voluntad de llevártelo(a), el consuelo de creer que vive eternamente contigo en la gloria. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.



Por un joven

Concede, Señor, la felicidad de la gloria eterna a tu siervo(a) N. a quien has llamado de este mundo cuando el vigor de la juventud embellecía su vida corporal; muestra para con él (ella) tu misericordia y acógelo(a) entre tus santos en el canto eterno de tu alabanza. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


Por los padres y abuelos

¡Oh Dios! Nos mandaste honrar padre y madre. Por tu misericordia, ten piedad de mi padre (madre) y no recuerdes sus pecados. Que yo pueda verlo (la) de nuevo en el gozo de eterno fulgor. Te lo pido por Cristo nuestro Señor. Amén.


En caso de accidente o suicidio

Escucha, Señor, las súplicas de tu pueblo unidas a las lágrimas de dolor que sentimos por la muerte inesperada de nuestro(a) hermano(a) N., y haz que alcance tu misericordia y goce para siempre de la luz de aquella patria en que no hay más sufrimiento ni muerte. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


Oración en el cementerio el día de los fieles difuntos

La costumbre de visitar los cementerios el día de difuntos es una buena oportunidad para orar por ellos y afirmar nuestra fe en la resurrección. Proponemos para esta ocasión la siguiente celebración.

A/. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. 
T/. Amén.

A/. Bendigamos al Señor que, por la resurrección de su Hijo, nos ha hecho nacer a una esperanza viva. T/. Bendito seas por siempre, Señor.

A/. Hermanos: Todos tenemos familiares y amigos que han muerto. Hoy los recordamos a ellos y a todos los que han fallecido y los encomendamos a la misericordia de Dios. En este cementerio nos unimos para afirmar nuestra fe en Cristo que ha vencido la muerte y nuestra esperanza de que él vencerá también nuestra muerte y nos reunirá con nuestros seres queridos en su reino de gloria. Que esta celebración nos anime a ser fieles al Señor y a seguir los buenos ejemplos que nuestros familiares nos dejaron en su vida. Comencemos reconociendo nuestros pecados ante el Señor 

(momentos de silencio).

Tú que resucitaste a Lázaro del sepulcro, SEÑOR, TEN PIEDAD.

Tú que has vencido la muerte y has resucitado, CRISTO, TEN PIEDAD.

Tú que nos has prometido una vida eterna contigo, SEÑOR, TEN PIEDAD.

A/. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. T/: Amén.

L/. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 
(6, 3-4. 8-9).

“Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo, fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva... Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él”. Palabra de Dios. T/. Te alabamos, Señor.

A/. Hermanos: Invoquemos con fe a Dios Padre todopoderoso que resucitó de entre los muertos a su Hijo Jesucristo para la salvación de todos.


Para que afiance al pueblo cristiano en la fe, la 28 esperanza y el amor, roguemos al Señor. Todos: TE LO PEDIMOS, SEÑOR.

Para que libere al mundo entero de todas sus injusticias, violencias y signos de muerte, roguemos al Señor.

Para que acoja e ilumine con la claridad de su rostro a todos los que han muerto en la esperanza de la resurrección, roguemos al Señor.

Para que reciba en su reino a N. y N. (se pueden decir nombres) y a todos los difuntos de nuestras familias, roguemos al Señor.

Para que nuestra visita y nuestras ofrendas de flores, velas y comida sean signos de nuestra fe en la vida más allá de la muerte, roguemos al Señor.

Para que la fe en Cristo mueva nuestros corazones para dar frutos de solidaridad y de justicia, roguemos al Señor.

A/. Oremos, hermanos, como Jesús mismo nos enseñó.

T/. Padre nuestro... Dios te salve María... Gloria al Padre...

A/. El Dios de todo consuelo, que con amor inefable creó al hombre y en la resurrección de su Hijo ha dado a los creyentes la esperanza de resucitar, derrame sobre nosotros su bendición. T/. Amén.

A/. Él nos conceda el perdón de nuestras culpas a los que vivimos en este mundo y otorgue a los que han muerto el lugar de la luz y de la paz. T/. Amén.

A/. Y a todos nos conceda vivir eternamente felices con Cristo, al que proclamamos resucitado de entre los muertos. T/. Amén.

A/. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre. T/. Amén.

A/. Dales, Señor, el descanso eterno T/. Y brille para ellos la luz perpetua.

A/. Que las almas de todos los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz. T/. Amén.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 1 NOVIEMBRE


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
1 de Noviembre




Hay pocas cosas tan fáciles de comprender como ésta: la santidad consiste en amar. Pero amar de verdad y sin reservas, con todo el corazón.

El santo se mide por su capacidad de amar. El camino de la santidad es arduo para los que aman poco.

Santo es el hombre que teme a Dios y no teme a los hombres.

Santo es el que ha vivido entre herocidades anónimas para los hombres, pero muy conocidas por Dios.

Santo es el esposo que debe santificar sus relaciones con la esposa; y santificar quiere decir hacerse santo y hacer santos.

Santa es la esposa que llega a descubrir que en sus delicadas atenciones con el esposo es donde Dios quiere que le manifieste el amor que ella le repite de continuo que le tiene.


P. Alfonso Milagro

SÉ LUZ EN EL MUNDO


Sé luz en el mundo




El Señor te ha regalado la luz de la fe para que la irradies a tu alrededor, con el ejemplo y con la palabra. Jesús te anima a hacer brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ti (Mateo 5, 13-15). Cada uno tiene posibilidades distintas, pero no menos importantes aunque parezcan limitadas. Dios ha dispuesto que las almas vayan iluminando otras almas, como si fueran antorchas.                  

Si puedes ser una estrella en el cielo, sé una estrella en el cielo. Si no puedes ser una estrella en el cielo, sé una hoguera en la montaña. Si no puedes ser una hoguera en la montaña, sé una lámpara en tu casa.

Esto me hace recordar un aviso para cierta celebración, cuya ambigüedad  hizo sonreír a todos los presentes: “El párroco encenderá su vela en la del altar. El diácono encenderá la suya en la del párroco, y luego encenderá uno por uno a todos los fieles de la primera fila”. Ojalá que todos fuéramos antorchas vivientes de Cristo Jesús “luz del mundo”, para iluminar a tantos que todavía “yacen en tinieblas y en sombras de muerte”. Que Dios, que “es luz y en quien no hay tiniebla alguna”, te bendiga e impulse a tu misión.



* Enviado por el P. Natalio

PAPA FRANCISCO AFIRMA QUE LOS CRISTIANOS DEBEN ELEGIR ENTRE LA SANTIDAD O LA NADA


El Papa afirma que los cristianos deben elegir entre la santidad o la nada
Redacción ACI Prensa
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




El Papa Francisco aseguró, durante el Ángelus que presidió este jueves 1 de noviembre en la Plaza de San Pedro del Vaticano, con motivo de la Solemnidad de Todos los Santos, que los cristianos deben elegir entre “la santidad o la nada”, porque “Dios lo pide todo y, a cambio, ofrece la felicidad para la que hemos sido creados”.

El Santo Padre, que aseguró, ante los 15.000 fieles que asistieron al rezo del Ángelus, que “estamos unidos a todos ellos”, se refirió a la lectura del Libro del Apocalipsis correspondiente a este domingo, “que nos habla del cielo y nos pone delante de ‘una multitud inmensa’, incalculable, ‘de toda nación, tribu, pueblo y lengua’”.

Esa multitud, explicó el Papa, “son los santos. ¿Qué es lo que hacen allí arriba? Cantan juntos, dan gloria a Dios con alegría”.


“Sería bueno escuchar sus cantos…”, sugirió Francisco. “Nos los podemos imaginar. ¿Sabéis cuándo? Durante la Misa, cuando cantamos ‘Santo, santo, santo es Señor Dios del universo…’. Es un himno, dice la Biblia, que procede del cielo, que se canta allí. Por lo tanto, cantando el ‘Santo’, no pensamos solo en los santos, sino que hacemos lo que hacen ellos. En ese momento, en la Misa, estamos unidos a ellos más que nunca”.

Sin embargo, esos santos a los que hace referencia esta solemnidad de Todos los Santos, no son solo los proclamamos por la Iglesia, sino también todos los anónimos. “Estamos unidos a todos ellos”, aseguró el Pontífice. “No solo a aquellos que son más conocidos del calendario, sino también a aquellos ‘de al lado’, a nuestros familiares y conocidos que ahora forman parte de aquella multitud inmensa”.

Por lo tanto, “hoy es fiesta de familia. Los santos son cercanos a nosotros, de hecho, son nuestros verdaderos hermanos y hermanas. Nos entienden, nos quiere, saben qué es lo que nos hace bien, nos ayudan, están pendientes de nosotros. Son felices y nos quieren felices con ellos en el paraíso”.

“Por ello, nos invitan a seguir el camino de la felicidad indicada en el Evangelio”. “Pero, ¿cómo? El Evangelio dice bienaventurados los pobres, mientras el mundo dice bienaventurados los ricos. El Evangelio dice bienaventurados los humildes, mientras que le mundo dice bienaventurados los prepotentes. El Evangelio dice bienaventurados los puros, mientras el mundo dice bienaventurados los astutos y hedonistas”.


El Papa invitó a “preguntémonos de qué parte estamos: ¿de la parte del cielo o de la parte del mundo? ¿Vivimos para el Señor o para nosotros mismos? ¿Para la felicidad eterna o para alguna satisfacción inmediata? Preguntémonos: ¿Queremos de verdad la santidad? ¿O nos contentamos con ser cristianos sin infamia ni alabanza, que creen en Dios y aprecian al prójimo, pero sin exagerar?”.

“El Señor lo pide todo, y aquello que ofrece es la verdad, la felicidad para la cual hemos sido creados. ¡En definitiva, o santidad o nada! Nos hace bien dejarnos provocar por los santos, que no han vivido a medias y que desde el cielo nos alientan para que optemos por Dios, por la humildad, por la mansedumbre, por la misericordia, por la pureza, para que nos apasionemos por el cielo más que por la tierra”.

“Hoy, estos hermanos y hermanas nos piden que escuchemos de nuevo el Evangelio y lo pongamos en práctica, que nos encaminemos hacia el camino de la Santidad. No se trata de hacer cosas extraordinarias, sino de seguir cada día este camino que nos lleva al cielo, en familia, a casa. Hoy, por lo tanto, contemplamos nuestro futuro y festejamos aquello para lo cual hemos nacido: hemos nacido para no morir nunca más, hemos nacido para gozar de la felicidad de Dios”, finalizó el Papa.

FELIZ SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS, 1 NOVIEMBRE


¡Feliz Solemnidad de Todos los Santos!
Redacción ACI Prensa





El 1 de noviembre la Iglesia Católica se llena de alegría al celebrar la Solemnidad de Todos los Santos, tanto aquellos conocidos como los desconocidos, que con su vida son ejemplo de que sí es posible llegar al cielo.

“Hoy nosotros estamos inmersos con el espíritu entre esta muchedumbre innumerable de santos, de salvados, los cuales, a partir del justo Abel, hasta el que quizá está muriendo en este momento en alguna parte del mundo, nos rodean, nos animan, y cantan todos juntos un poderoso himno de gloria”, decía San Juan Pablo II un primero de noviembre de 1980.


Esta celebración tuvo sus orígenes por el siglo IV debido a la gran cantidad de mártires en la Iglesia. Más adelante el 13 de mayo del 610 el Papa Bonifacio IV dedica el Panteón romano al culto cristiano, colocando de titulares a la Bienaventurada Madre de Dios y a todos los mártires. Es así que se les empieza a festejar en esta fecha.

Posteriormente el Papa Gregorio IV, en el siglo VII, trasladó la fiesta al 1 de noviembre, muy probablemente para contrarrestar la celebración pagana del “Samhain” o año nuevo celta (en la actualidad Halloween) que se celebra la noche del 31 de octubre.

En el 2013 el Papa Francisco, ante una gran multitud de gente, exhortó: “Dios te dice: no tengas miedo de la santidad, no tengas miedo de apuntar alto, de dejarte amar y purificar por Dios, no tengas miedo de dejarte guiar por el Espíritu Santo. Dejémonos contagiar por la santidad de Dios”.
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