martes, 23 de octubre de 2018

FRENTE AL SEMÁFORO: ANÉCDOTAS Y VIDA DE SAN JOSÉ MARELLO - SEMÁFORO 17


FRENTE AL SEMÁFORO
Semáforo 17
PARECE SAN LUIS



“Si practicamos la misericordia, no tendremos nada que temer delante del tribunal de Dios, porque quien practica la misericordia, obtendrá también misericordia”. (San José Marello)



Fue exactamente en la escuela de su obispo donde José Marello se modeló en un nuevo molde, molde de bondad, aprendiendo a controlar sus impulsos, aquellos empujones muy fuertes que saliendo un corazón y de una mente llena de ideas y tensiones apostólicas, pero a veces muy poco evangélicas en la manera de expresarse.

Se sabe que los jóvenes les gustan las cosas hechas con rapidez, a la carrera, inmediatamente, también en el apostolado, cambiar el mundo, cambiar la sociedad utilizando la energía atómica.
José Marello era un sacerdote de ese tipo. Fue en a la escuela de Mons. Savio, escuela de ejemplos, donde pudo hacerse como lo conocemos: un modelo excepcional de bondad y amabilidad.
Su cara presentaba una agradable expresión de bondad que tan más fácilmente los valores sinceros y naturales.

El canónigo Carpignano nos cuenta: “Cuando Mons. Savio vino a Solio para la visita pastoral lo acompañaba el secretario José Marello. Los jóvenes del pueblo se quedaron admirados de su modestia angelical y sonriente.

- ¡Mira que linda presencia tiene ese sacerdote!, decía. Sí, parece un San Luis. Yo iré a confesarme con él. Pienso que es muy bueno.
Y así ya desde entonces se presentaba con su apariencia característica de suavidad y bondad. Más tarde de Obispo la gente viéndolo pasar quedaba boquiabierta y decía: ¡Parece el Señor !

EN TU GETSEMANÍ, JESÚS ESTÁ CONTIGO - TESTIMONIO SOBRE LA SOLEDAD


En tu Getsemaní, Jesús está contigo
Un profundo y conmovedor testimonio sobre el dolor de la soledad


Por: Marigina Bruno | Fuente: Catholic-link.com 




Hace un par de años viví uno de los tiempos más difíciles de mi vida. Por varios motivos (situaciones de dolor y por mi personalidad nerviosa) desarrollé un ligero trastorno de ansiedad. Digo «ligero» porque sé de casos mucho peores que el mío, donde la persona sufre muchísimo al punto de no poder realizar ni las actividades más básicas.

No entraré en mucho detalle, pero empezó con palpitaciones del corazón y tensión muscular hasta llegar a ataques de ansiedad periódicos. Pasé casi todos los días durante aproximadamente seis meses convencida de que algo estaba mal con mi corazón y que en cualquier momento me iba a morir, a pesar de que los exámenes médicos decían lo contrario.

Los que padecen de un desorden de ansiedad saben a lo que me refiero. Me volví obsesiva y me convencí a mí misma que el sufrimiento nunca se iba a acabar, que estaba condenada a vivir así. Me costaba trabajar, casi no salía, las cosas que antes amaba hacer se habían vuelto toda una tarea. Me tomaba la presión al menos una vez al día y googleaba obsesivamente los síntomas de un infarto para cerciorarme que lo que estaba sintiendo era ansiedad y no un ataque al corazón.

¿Me estaba volviendo loca?
¿Quién me iba a querer así? ¿Cómo iba a vivir con esto? ¿Iba a perder mi trabajo? ¿Cómo iba a salir adelante? Me hacía estas preguntas constantemente, abriendo una herida en mi corazón que cada vez se hacía más grande.

Gracias a Dios y a terapia psicológica, hoy estoy mejor. La ansiedad ya no me paraliza, he aprendido a entenderla, controlarla y a vivir con ella. Esto es algo que muchos saben, no es algo que oculto y sé que le pasa a muchísimas personas.

Hoy veo atrás y me doy cuenta que, durante ese tiempo, mi experiencia era de miedo y frustración, de constante tensión ante algo que, aparentemente, no podía controlar. Pero, más allá de esto, tenía la sensación de una profunda soledad.

En lo más hondo de mi ser me sentía incomprendida, como si nadie en este mundo pudiese entender lo que estaba atravesando. Y no porque estuviese sola, pues mis padres estaban siempre allí, mis amigas me escuchaban y me alentaban, sabía que Dios me acompañaba, pero aún así tenía una especia de vacío en mi interior.


Una soledad que quema
Esto me ha pasado muchas veces, particularmente en aquellos momentos de gran sufrimiento. Y es que existe un lugar en nuestro corazón que nadie ve y que nadie puede alcanzar. Allí donde la soledad se vuelve tan profunda que te hace sentir desahuciado, abandonado, una soledad que duele y quema y ante la cual parece no haber consuelo alguno.

Venía meditando en esto desde hace algunos días, cuando me topé con una carta llamada Dancing in Gethsemane: A letter about hope (Bailando en Getsemaní: Una carta sobre la esperanza) por Anthony D’ Ambrosio. En ella, él relata su experiencia con respecto a los abusos y escándalos de la Iglesia Católica.

Todo el texto me fascinó y comparto la mayor parte de su sentir. No voy a ahondar sobre el tema de los abusos, porque eso merece todo un artículo aparte. Más bien, quiero centrarme en lo esencial del texto, particularmente en un fragmento que verdaderamente me tocó el corazón, al punto de echarme a llorar frente a mi computadora mientras lo leía.

Anthony cuenta la experiencia de sentirse enojado y perdido ante las noticias de los escándalos y recordaba una época de particular sequía espiritual, donde acababa de terminar con su novia debido a que la ansiedad que padecía había consumido toda su vida. Esto lo había llevado incluso a dudar de la existencia de Dios y a sentirse desconsolado ante tan gran dolor:

«Era primavera y el nuevo follaje aún era de color verde lima. Durante la cena familiar, sumergimos perejil en un plato hondo con agua, que simboliza las lágrimas de los israelitas durante la esclavitud. Comimos cordero con mermelada de menta y fuimos a la parroquia de rito maronita a la que asistíamos cuando era niño. Al final de la misa, los encargados crearon un “jardín” en la iglesia que simbolizaba el Monte de los Olivos y hubo adoración eucarística y confesiones hasta las 2 de la mañana.

No tenía cómo volver a casa, entonces me senté en la iglesia con mis audífonos puestos mientras escuchaba a Sigur Ros (una banda musical islandesa), y me imaginé a Jesús en el jardín, sufriendo hasta que sus poros sangraron por la ansiedad.

Veía como su ministerio llegaba a su fin, cómo sus amistades se terminaban, el rechazo, el fracaso e incluso la distancia entre Él y Dios. Escuché las palabras que dijo en ese momento: “Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Y luego, escuché el silencio ensordecedor. No había siquiera el consuelo de un “No”. Solo se escuchaban los ronquidos de sus amigos, quienes no fueron capaces de velar con Él, y, finalmente, el saludo de su traidor.

Mientras pensaba en estas cosas sentí -por primera vez desde que enfermé- que alguien al fin me entendía. Él conocía el rechazo que yo experimentaba, el silencio de Dios, la destrucción de sus aspiraciones. En este momento, le dije al Señor en oración: “No sé si estaré enfermo para siempre, o si alguna vez tendré una vida luego de eso, pero acepto el cáliz del sufrimiento como tú lo hiciste y elijo vivir el resto de mi vida sin maldecirlo”.

Empecé a llorar, porque, aunque no sabía si Jesús realmente era Dios, en ese momento no importaba. Solo sabía que no estaba solo; alguien me comprendía, en mi agonía y soledad más profundas. Cuando todos a mi alrededor estaban “dormidos” ante lo que me estaba pasando, alguien me veía y me entendía».

Y es que en nuestro Getsemaní, el Señor está allí, junto a nosotros. Él entiende el dolor más profundo, la soledad más grande, esa que nadie puede tocar. Él esta allí en lo más hondo de tu humanidad, en tu herida abierta, pues Él la ha sentido en carne propia. En ese lugar que nadie parece alcanzar, allí está Él, buscando darte el consuelo que tanto anhelas.

Sea cual sea tu sufrimiento hoy y por más oscuro que parezca, recuerda mirar a Jesús. Recuerda que Él ha prometido quedarse contigo hasta el fin del mundo. Atesora esta hermosa verdad con amor, esperanza y gratitud y, en esos momentos de mayor dolor, no olvides que en tu propio huerto, Jesús te ofrece su dulce compañía.

Termino con una oración que, para mí, es una de las más hermosas que he escuchado. Es un Himno de la Liturgia de las Horas que te puede servir en los momentos de soledad:


Estáte, Señor, conmigo
siempre, sin jamás partirte,
y cuando decidas irte,
llévame, Señor, contigo;
porque el pensar que te irás
me causa un terrible miedo
de si yo sin ti me quedo,
de si tú sin mí te vas.

Llévame, en tu compañía
donde tu vayas, Jesús,
porque bien sé que eres tú
la vida del alma mía;
si tú vida no me das
yo sé que vivir no puedo,
ni si yo sin ti me quedo,
ni si tú sin mí te vas.

Por eso, más que a la muerte
temo, Señor, tu partida,
y quiero perder la vida
mil veces más que perderte;
pues la inmortal que tú das,
sé que alcanzarla no puedo,
cuando yo sin ti me quedo,
cuando tú sin mí te vas. Amén.

7 SUGERENCIAS PARA CELEBRAR A LOS SANTOS Y OLVIDARSE DE HALLOWEEN


7 sugerencias para celebrar a los Santos y olvidarse de Halloween
Redacción ACI Prensa





Alejandra María Sosa Elízaga del Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (SIAME) propone siete prácticas para festejar en familia, en grupo o con la comunidad parroquial la víspera de la Solemnidad de Todos los Santos el miércoles 31 octubre.

‘Halloween’ es visto como “algo normal e incluso divertido” “pero pensándolo bien, desde el punto de vista cristiano, ¿Qué tiene de divertido disfrazar a los niños o decorar la casa con personajes que representan el mal, la tiniebla, lo opuesto a Aquél que es la Luz del mundo, enemigos del Señor en quién creemos?”, explica Sosa.

No obstante, Sosa sugiere organizar “un festejo sencillo, divertido, en el que estén presentes las dos cosas que más gustan del Halloween a los niños: disfrazarse y recibir dulces, pero dándoles un giro, para que no sea una fiesta pagana y mucho menos anti cristiana”.


Aquí 7 sugerencias prácticas para una buena celebración:

1. Disfraces de santos
Que todos, niños y adultos, vayan disfrazados de santos y cada uno platique por qué eligió ese disfraz, qué es lo que le gusta de ese santo o santa.

2. Dulces con estampitas
A los niños que toquen a la puerta pidiendo dulces, no darles golosinas decoradas para Halloween, sino golosinas normales a las que se les dibujen caritas sonrientes con aureola, y regalar también estampitas de santos.

3. Realizar actividades por equipos
Dividir a los asistentes a la fiesta en equipos, darles material (papel crepé, de china, cuerdas, etc.) para que se diviertan elaborando un disfraz de santo para disfrazar a algún miembro del equipo, y que cada equipo explique por qué eligió ese santo, y cuente lo que sepa de su vida. Y a todos darles premio por su ingenio y esfuerzo.

4. Tomar fotografías de los asistentes con “aureolas”
Recortar aureolas de papel y pegarlas en la pared a diferentes alturas, para que los asistentes se paren delante de la pared y se les tome foto y parezca que tienen aureola. Quedan muy simpáticas las fotos de todos convertidos en ‘santitos’.

5. Festival de videos
Organizar un mini festival de videos de vidas de santos.

6. Frases de santos por toda la casa
Poner entre los avisos de la iglesia o en alguna pared de la casa, papeles con frases favoritas de diversos santos, sobre todo del santo patrono de esa iglesia particular.

7. Participar en Misa y leer el Catecismo
Asistir juntos el 1 de noviembre a la Misa de la Solemnidad de todos los Santos y leer lo que enseña el Catecismo de la Iglesia Católica acerca de los santos (entre los numerales del 956 al 957).

EL PAPA FRANCISCO EXPLICA EN QUÉ CONSISTE LA ESPERANZA CRISTIANA


El Papa Francisco explica en qué consiste la esperanza cristiana con esta curiosa imagen
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media



Durante la Misa celebrada este martes 23 de octubre en Casa Santa Marta, el Papa Francisco explicó que el encuentro con Jesús será la herencia de los cristianos, el motivo de la esperanza cristiana.

El Santo Padre dedicó su homilía a reflexionar sobre la esperanza, y la describió con la imagen de una mujer embarazada que espera alegre el encuentro con su hijo que va a nacer, y todos los días pone sus manos sobre la barriga para acariciar al niño. De la misma manera, el cristiano vive la esperanza del encuentro con Jesús.

Al hablar de esperanza, el Papa explicó que “se me viene a la cabeza esa imagen de la mujer embarazada, la mujer que espera a un niño, que va al médico que le hace ver la ecografía y ¡está alegre. Todos los días se toca la barriga para acariciar a ese niño. Está a la espera del niño, vive esperando a ese hijo”.

Esa imagen “puede ayudarnos a comprender qué es la esperanza: vivir para el encuentro. Esa mujer imagina cómo serán los ojos del hijo, cómo será su sonrisa, si será rubio o moreno. Imagina el encuentro con el hijo”.

El Pontífice explicó que fe, esperanza y caridad son un mismo regalo. Al mismo tiempo, puso el acento en que tanto la fe como la caridad son fáciles de comprender, “pero la esperanza, ¿qué es?”, preguntó.

“Vivir en esperanza es caminar hacia un premio, hacia la felicidad que no tenemos aquí pero que la tendremos allí, en el cielo. Es una virtud difícil de entender. Es una virtud humilde, muy humilde. Es una virtud que nunca decepciona: si tú esperas, nunca serás decepcionado. Nunca, nunca”.

La esperanza “también es una virtud concreta”, señaló. Pero, “¿cómo puede ser concreta si yo no conozco el cielo o aquello que me espera?”, planteó el Santo Padre.

“Esa herencia nuestra que es la esperanza hacia algo…, es un encuentro. Jesús siempre subraya esta parte de la esperanza, ese mantenerse en espera…, encontrar”.

El Papa regresó a la imagen de la madre embarazada que imagina al hijo que va a nacer: “¿Espero así, de esa forma concreta, o espero un poco gnósticamente? La esperanza es concreta, es de todos los días porque es un encuentro. Y cada vez que encontramos a Jesús en la Eucaristía, en la oración, en el Evangelio, en los pobres, en la vida comunitaria, damos un paso hacia ese encuentro definitivo”.


Se trata de “la sabiduría de saber disfrutar de los pequeños encuentros de la vida con Jesús, preparando ese encuentro definitivo”, concluyó el Papa.

Evangelio comentado por el Papa Francisco:

Lucas 12:35-38
35 «Estén ceñidos vuestros lomos y las lámparas encendidas,
36 y sed como hombres que esperan a que su señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran.
37 Dichosos los siervos, que el señor al venir encuentre despiertos: yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá.
38 Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así, ¡dichosos de ellos!

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 23 OCTUBRE


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
23 Octubre



La oración más que un acto, un momento, unos minutos, es un ambiente en el que se debe desarrollar la actividad del hombre cristiano; es el respirar del alma que no puede suspenderse, que en su espirar e inspirar tiene presente a Dios, es un mirar fijamente y con dulzura el rostro de Dios y no apartar la vista del rostro de Dios en ninguna circunstancia por amarga y contraria que se le quiera suponer.

Pero si la oración es un ambiente, el hecho y el ejemplo que nos da Jesús de retirarse a orar, nos convence de que es preciso dedicar a la oración determinados momentos en el día y en la semana, en los que te dediques a la oración, a la meditación de la Palabra de Dios de un modo consciente y profundo e intenso.

Cuanto mayores sean los problemas que te preocupen y las angustias que te apenen, tanto más debes rezar y tanto mejor debes ser tu oración. Sé hombre de oración y serás hombre espiritual.



P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 23 OCTUBRE 2018


Lecturas de hoy Martes de la 29ª semana del Tiempo Ordinario
 Hoy, martes, 23 de octubre de 2018



Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (2,12-22):

Antes no teníais un Mesías, erais extranjeros a la ciudadanía de Israel y ajenos a las instituciones portadoras de la promesa. En el mundo no teníais ni esperanza ni Dios. Ahora, en cambio, estáis en Cristo Jesús. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su carne el muro que los separaba: el odio. Él ha abolido la Ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear con los dos, en él, un solo hombre nuevo. Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio. Vino y trajo la noticia de la paz: paz a vosotros, los de lejos; paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu. Por lo tanto, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo. Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 84,9ab-10.11-12.13-14

R/. Dios anuncia la paz a su pueblo

Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.

La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.

El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,35-38):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.»

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy martes, 23 de octubre de 2018
Carlos Sánchez


Hola, amigos y amigas:

Tanto hoy como mañana, las lecturas evangélicas nos invitan a la vigilancia en el seguimiento del Señor. La vigilancia es una actitud cristiana indispensable: un cristiano que deja de vigilar fácilmente se convierte en un cumplidor rutinario o, en el peor de los casos, en un creyente mediocre o disipado. No se trata de una vigilancia al estilo de muchos de los actuales medios de comunicación que se fijan detenidamente en la vida de los demás para criticarles o para cotillear, tampoco de una vigilancia exhaustiva de nuestros propios actos ya sea por miedo a la condenación o por afán de perfeccionismo. Jesús nos invita a otro tipo de vigilancia; veamos dos detalles del texto de hoy que convierten a la vigilancia en una actitud de fe capaz de renovar la vida del creyente.

El primer detalle es la manera como se debe vigilar: “Tened ceñida la cintura y las lámparas encendidas”; esto nos recuerda la noche pascual, en la cual Dios sacó a su pueblo de la esclavitud de Egipto y en la que pidió a los israelitas que durante la cena estén atentos a su paso y listos para emprender el camino liberador hacia la Tierra prometida. Los cristianos esperamos la Palabra de cada día con el cinturón puesto y con la lámpara encendida, listos para descubrir las llamadas de Dios que nos sacuden de la somnolencia, de la rutina y de la mediocridad y nos abren caminos nuevos, que nos sacan de los miedos, los pesimismos y las esclavitudes para hacernos resucitar y vivir con mayor coraje, amor y esperanza.

El segundo detalle es que los criados esperan que su amo regrese de una boda. El tema de la boda tiene para nosotros una fuerte resonancia pascual y escatológica: la boda del cordero es la fiesta de la unión plena de Cristo con su Iglesia, con la humanidad, con nosotros. Me llama la atención que en el texto se resalte dos veces la dicha o la felicidad de los criados que están listos para servir a su señor. Ellos tendrán la dicha de ser servidos por su señor. Sorprende cómo Lucas entreteje magistralmente en este pequeño texto el servicio, la espera, la vigilancia y la dicha. No tenemos otra manera de esperar como seguidores de Jesús: estar atentos a los que necesitan nuestro servicio, nuestra espera, nuestro cariño, nuestro esfuerzo, nuestro sacrificio; seguro que allí encontraremos nuestra felicidad, nuestro gozo porque descubrimos que en ese servicio misteriosamente somos servidos por el Señor.

Un saludo fraterno
Carlos Sánchez Miranda, cmf.

BIENVENIDOS





lunes, 22 de octubre de 2018

ERIZOS EN DIFICULTADES


Erizos en dificultades



Tú eres parte de grupos humanos y tus tareas contribuyen a lograr los objetivos que dan sentido a la empresa común. Por lo tanto es importante que aprecies y respetes a todos –incluso a los más humildes– porque todos llevan adelante la organización. Y sientas la alegría y la responsabilidad de aportar lo que te corresponde para tu propio bien y el de tus compañeros. 

Durante la era glacial, muchos animales morían a causa del frío. Los erizos, percibieron esta situación, acordaron vivir en grupo, así se daban abrigo y se protegían mutuamente. Pero las espinas de cada uno herían a los vecinos más próximos, justamente a aquellos que les brindaban calor, y por eso se separaron unos de otros. Pero volvieron a sentir frío y tuvieron que tomar una decisión, pues o desaparecían de la faz de la tierra o aceptaban las espinas de sus vecinos. Con sabiduría, decidieron volver a vivir juntos. Aprendieron así a vivir con las pequeñas heridas que una relación muy cercana podía ocasionar, porque lo que realmente era importante era el calor del otro. ¡Sobrevivieron!

Es conocido el sabio refrán: “grano no hace granero, pero ayuda al compañero”. Esto significa que la unión de lo pequeño e insignificante genera gran fuerza para lograr hermosos objetivos. Una comunidad es fuerte y sana cuando todos están unidos por vínculos de amistad y cada uno siente como propio, los objetivos comunes y aporta solidariamente su colaboración.



* Enviado por el P. Natalio

SAN JUAN PABLO II Y LAS VOCACIONES


Juan Pablo II y las vocaciones



«Vale la pena dedicarse a la causa de Cristo, que quiere corazones valientes y decididos. Vale la pena dedicarse a ayudar al hombre en el camino hacia la eternidad. Vale la pena hacer la opción por un ideal que proporciona grandes alegrías, aunque exija no pocos sacrificios». Juan Pablo II, (México, 30-1-1979).  Del mismo Papa es esta oración:

Señor Jesús, te pedimos por los muchachos y chicas que invitas a seguirte de cerca; haz que sean capaces de desapegarse de las cosas de este mundo y abran su corazón a la voz que los llama.; que sientan el coraje de dedicarse por toda la vida, con un corazón no dividido, a ti y a la Iglesia; que crean que la gracia les dará la fuerza para tal donación y vean la belleza y la grandeza de la vida sacerdotal, religiosa y misionera. Haz, Señor, que los jóvenes sepan acoger con coherente aplicación las exigencias del llamado para el sacerdocio y para las otras formas de vida consagrada; bendícelos con la misericordia infinita de tu corazón. Amén.

La vocación es una llamada que Dios hace a quien él quiere, y que exige una gran renuncia de sí mismo para poder amar a todos. Es un servicio, es un testimonio, es amor. Es en definitiva, una llamada a vivir plenamente la gracia bautismal. Es vivir un riesgo absurdo a los ojos de los hombres, pero maravilloso a la luz de la fe.



* Enviado por el P. Natalio

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 22 OCTUBRE


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
22 Octubre




La vida de Jesús fue una vida de una actividad fuera de lo común, de un dinamismo apostólico inalcanzable para nosotros; y sin embargo, a pesar de todo eso, Jesús pasó toda la noche en oración con Dios.

Debes orar por una exigencia íntima de tu propio corazón; no retacees el tiempo que debes dedicar a la oración y esto aunque sea con pretexto del apostolado; aprende a dejar a los hombres por Dios, para que luego no caigas en el nefasto error de pensar que todo lo que se hace por Dios es oración y así lanzarte a un torbellino de cosas que no te dejen tiempo ni humor para la oración.

Todo lo que se hace por Dios será oración si verdaderamente se hace por Dios; pero no podrá hacerse verdaderamente por Dios si previamente, antes de realizar esa acción, no se le ha dado vida por medio de la oración.


P. Alfonso Milagro

3 SACRAMENTALES QUE DEBES TENER SIEMPRE EN CASA


3 sacramentales que debes tener siempre en casa
Seguramente te sorprenderá el ver esta pequeña lista


Por: Redacción | Fuente: EnlaCecatolico.info 




Los sacramentales son signos sagrados, muchas veces con materia y forma, por medio de los cuales se reciben efectos espirituales y que son actos públicos de culto y santificación. Pueden ser “cosas” o “acciones”, por la intercesión de la Iglesia (Cfr. CIC. no.1166).

Ellos fueron instituidos por la Iglesia, a diferencia de los sacramentos, que fueron instituidos por Cristo. Tienen ciertas semejanzas con los sacramentos. Son signos de la oración de la Iglesia y nos disponen para recibir la gracia.


A continuación te presentamos 3 de ellos, que si se usan adecuadamente ofrecerán un estímulo para nuestro hogar.


1.- Agua Bendita
El agua bendita es un sacramental, instituido por la Iglesia, y usada con fe y devoción, purifica al cristianos de sus faltas veniales. Las bendiciones de personas y de cosas van acompañadas de algunos signos, y los principales son la imposición de manos, la señal de la cruz, el agua bendita y la incensación (Bendicional 26). El agua bendita es constituida por la bendición del sacerdote o del diácono (ib. 1224-1225), y como todos los sacramentales, “tiende como objetivo principal a glorificar a Dios por sus dones, impetrar sus beneficios y alejar del mundo el poder del maligno” (ib.11),

2.- Sal Bendita
Hoy en día el uso de la sal bendita en la liturgia se da con mayor frecuencia en la Forma Extraordinaria, especialmente en exorcismos, bautizo, la reconsagración de un altar, y la bendición del agua bendita.


3.- Crucifijo 
el crucifijo, el Santo Rosario, la Biblia, son parte del arsenal espiritual de la Iglesia para liberar a un alma que sufre de lo demoníaco, y son sacramentales.
El crucifijo y la señal de la cruz son odiados por lo demoníaco, ya que representan la victoria de Cristo en el Calvario, donde fue derrotado satanás.


Mira lo que dice el Catecismo:

1671 Entre los sacramentales figuran en primer lugar las bendiciones (de personas, de la mesa, de objetos, de lugares).

Toda bendición es alabanza de Dios y oración para obtener sus dones.

En Cristo, los cristianos son bendecidos por Dios Padre “con toda clase de bendiciones espirituales”.

Por eso la Iglesia da la bendición invocando el nombre de Jesús y haciendo habitualmente la señal santa de la cruz de Cristo.

IMÁGENES DE SAN JUAN PABLO II









SAN JUAN PABLO II, 22 OCTUBRE


Juan Pablo II



(Karol Wojtyla; Wadowice, Cracovia, 1920 - Roma, 2005) Papa de la Iglesia católica (1978-2005). Elegido para el solio de Pedro en octubre de 1978, cuando ocupaba el puesto de cardenal-arzobispo de Cracovia, el prelado polaco Karol Wojtyla fue el primer pontífice no italiano en más de cuatro siglos.


Juan Pablo II

Hijo de un oficial de la administración del Ejército polaco y de una maestra de escuela, de joven practicó el atletismo, el fútbol y la natación; fue también un alumno excelente y presidió diversos grupos estudiantiles. Desarrolló además una gran pasión por el teatro, y durante algún tiempo aspiró a estudiar literatura y convertirse en actor profesional.

Durante la ocupación nazi de Polonia compaginó sus estudios y su labor de actor con el trabajo de obrero en una fábrica, para mantenerse y evitar su deportación o encarcelamiento. Fue miembro activo de la UNIA, organización democrática clandestina que ayudaba a muchos judíos a encontrar refugio y escapar de la persecución nazi.

En tales circunstancias, la muerte de su padre le causó un profundo dolor. La lectura de San Juan de la Cruz, que entonces buscó como consuelo, y la heroica conducta de los curas católicos que morían en los campos de concentración nazi fueron decisivas para que decidiera seguir el camino de la fe. Mientras se recuperaba de un accidente, el futuro pontífice decidió seguir su vocación religiosa, y en 1942 inició su formación sacerdotal. Finalizada la Segunda Guerra Mundial, fue ordenado sacerdote (1 de noviembre de 1946), amplió sus estudios en Roma y obtuvo el doctorado en Teología en el Pontifico Ateneo Angelicum.

De regreso a Polonia desarrolló una doble actividad evangelizadora y docente: llevó a cabo su labor pastoral en diversas parroquias obreras de Cracovia e impartió clases de ética en la Universidad Católica de Lublin y en la Facultad de Teología de Cracovia. En 1958 fue nombrado auxiliar del arzobispo de Cracovia, a quien sucedió en 1964. Ya en esa época era un líder visible que a menudo asumía posiciones críticas contra el comunismo y los funcionarios del gobierno polaco. Durante el Concilio Vaticano II destacó por sus intervenciones sobre el esquema eclesiástico y en los debates acerca de la constitución pastoral Gaudium et spes, dedicada al papel de la Iglesia en el mundo contemporáneo.

En 1967 el Papa Pablo VI lo nombró cardenal, y el 16 de octubre de 1978, a la edad de cincuenta y ocho años, fue elegido para suceder al papa Juan Pablo I, fallecido tras treinta y cuatro días de pontificado. De este modo se convirtió en el primer Papa no italiano desde 1523, y en el primero procedente de un país del bloque comunista. Desde sus primeras encíclicas, Redemptoris hominis (1979) y Dives in misericordia (1980), Juan Pablo II exaltó el papel de la Iglesia como maestra de los hombres y destacó la necesidad de una fe robusta, arraigada en el patrimonio teológico tradicional, y de una sólida moral, sin mengua de una apertura cristiana al mundo del siglo XX. Denunció la Teología de la Liberación, criticó la relajación moral y proclamó la unidad espiritual de Europa.

El 13 de mayo de 1981 sufrió un grave atentado en la Plaza de San Pedro del Vaticano, donde resultó herido por los disparos del terrorista turco Mehmet Ali Agca. A raíz de este suceso, Juan Pablo II tuvo que permanecer hospitalizado durante dos meses y medio. El 13 de mayo de 1982 sufrió un intento de atentado en el Santuario de Fátima durante su viaje a Portugal. Sin embargo, el pontífice continuó con su labor evangelizadora, visitando incansablemente numerosas regiones, en especial los países del Tercer Mundo de África, Asia y América del Sur.

Igualmente, siguió manteniendo contactos con numerosos líderes religiosos y políticos, destacando siempre por su carácter conservador en cuestiones doctrinales y por su resistencia a la modernización de la institución eclesiástica. Entre sus encíclicas cabe mencionar Laborem exercens (El hombre en su trabajo, 1981), Redemptoris mater (La madre del Redentor, 1987), Sollicitudo rei socialis (La preocupación social, 1987), Redemptoris missio (La misión del Redentor, 1990) y Centessimus annus (El centenario, 1991).



Entre sus exhortaciones y cartas apostólicas destacan Catechesi tradendae (Sobre la catequesis, hoy, 1979), Familiaris consortio (La familia, 1981), Salvifici doloris (El dolor salvífico, 1984), Reconciliato et paenitentia (Reconciliación y penitencia, 1984), Mulieris dignitatem (La dignidad de la mujer, 1988), Christifidelis laici (Los fieles cristianos, 1988) y Redemptoris custos (El custodio del Redentor, 1989). En Evangelium vitae (1995) trató las cuestiones del aborto, las técnicas de reproducción asistida y la eutanasia. Ut unum sint (Que todos sean uno, 1995) fue la primera encíclica de la historia dedicada al ecumenismo. En 1994 publicó el libro Cruzando el umbral de la esperanza.

El pontificado de Juan Pablo II no estuvo exento de polémica. Su talante tradicional le llevó a sostener algunos enfoques característicos del catolicismo conservador, sobre todo en lo referente a la prohibición del aborto y los anticonceptivos, la condena del divorcio y la negativa a que las mujeres se incorporen al sacerdocio. Sin embargo, también fue un gran defensor de la justicia social y económica, abogando en todo momento por la mejora de las condiciones de vida en los países más pobres del mundo.

Tras un proceso de intenso deterioro físico que le impidió cumplir en reiteradas ocasiones con las habituales apariciones públicas en la plaza de San Pedro, Juan Pablo II falleció el 2 de abril de 2005. Su desaparición significó para algunos la pérdida de uno de los líderes más carismáticos de la historia reciente; para otros implicó la posibilidad de imaginar una Iglesia católica más acorde a la sociedad moderna. En cualquier caso, su muerte ocurrió en un momento de revisionismo en el seno de la institución, de una evaluación sobre el protagonismo que ha de tener en el mundo contemporáneo y el que pretende tener en el del futuro. Su sucesor, Benedicto XVI, anunció ese mismo año el inicio del proceso para la beatificación de Juan Pablo II, que tuvo lugar el 1 de mayo de 2011. El 27 de abril de 2014 fue canonizado, junto con Juan XIII, en una ceremonia oficiada por el papa Francisco, que había sido elegido pontífice en marzo de 2013, tras la renuncia de Benedicto XVI.

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 22 OCTUBRE 2018


Lecturas de hoy Lunes de la 29ª semana del Tiempo Ordinario
 Hoy, lunes, 22 de octubre de 2018



Primera lectura
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (2,1-10):

Hubo un tiempo en que estabais muertos por vuestros delitos y pecados, cuando seguíais la corriente del mundo presente, bajo el jefe que manda en esta zona inferior, el espíritu que ahora actúa en los rebeldes contra Dios. Antes procedíamos nosotros también así; siguiendo los deseos de la carne, obedeciendo los impulsos de la carne y de la imaginación; y, naturalmente, estábamos destinados a la reprobación, como los demás. Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo –por pura gracia estáis salvados–, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él. Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir. Somos, pues, obra suya. Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 99,2.3.4.5

R/. El Señor nos hizo y somos suyos

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R/.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.» R.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,13-21):

En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.»
Él le contestó: «Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?»
Y dijo a la gente: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.»
Y les propuso una parábola: «Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.»

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy lunes, 22 de octubre de 2018
Carlos Sánchez


Hola, amigos y amigas:

He sido testigo cercano de amargas batallas familiares a la hora de distribuir las partes de una herencia; si no se hace con un espíritu de libertad y de fraternidad, esta acción legal termina creando hondas heridas familiares y resentimientos de por vida. Jesús percibe que detrás del reclamo de uno de los hermanos que disputan una herencia familiar, podría anidar un mal mayor; por eso, aprovecha la ocasión para ir a la raíz del problema: la codicia que atrapa al corazón del hombre. El relato de una persona insensata que vive bajo el dominio del deseo de tener cada vez más le sirve al evangelista para dejar al descubierto la necedad de una vida cuyo objetivo central es acumular riquezas sin tener en cuenta a los demás. Es muy propio del evangelista Lucas resaltar que la riqueza puede llegar a absorber de tal forma al ser humano que le lleve a vivir sumergido en el egoísmo y en el vacío. Termina el texto con una afirmación de Jesús, que se convierte para nosotros en una máxima evangélica: “Así le sucede a quien atesora para sí, en lugar de hacerse rico ante Dios”.

¿Qué significa “hacerse rico ante Dios”? Lo contrario es atesorar para sí mismo, es decir, vivir sólo pensando en uno mismo, olvidándose de los demás; llevar una vida encerrada e insolidaria. El que vive así pierde su vida porque deja de lado a sus hermanos y se aísla de la familia humana que nos ha dado el Padre Dios. “Hacerse rico ante Dios” supone, en primer lugar, vivir en plena confianza en el Abbà, abierto a su Providencia que nos cuida; segundo, vivir en libertad absoluta de todo ídolo que quiera apoderarse de nuestro corazón para convertirnos a nosotros mismos en el objeto de nuestra propia adoración y, tercero, vivir en generosa apertura a la solidaridad y al servicio, que se plasma en la preocupación por las necesidades de los demás.

En tiempos de tanto individualismo e indiferencia social es muy fácil caer en la tentación de pensar sólo en uno mismo y, a lo mucho, en los que pertenecen al propio núcleo familiar, sin tener en cuenta a los demás, especialmente a quienes más necesitan de nuestro apoyo. Más aún, en tiempo de crisis económica, como la que estamos atravesando a nivel mundial, nos vemos empujados a tener una mentalidad de sobrevivencia individualista: acumular para subsistir y protegernos de los peligros que puedan sobrevenir. El evangelio es claro: nos invita a “hacernos personas ricas ante Dios”, a vivir la confianza en Dios, que nos libera de toda codicia y nos lanza a compartir con los más necesitados; es decir, vivir en la misma clave con la que Jesús entregó su vida hasta el final, sin reservas ni exclusiones.

Un saludo fraterno
Carlos Sánchez Miranda, cmf.

EL PAPA FRANCISCO REZA ANTE LA TUMBA DE SAN JUAN PABLO II EN EL DÍA DE SU FIESTA


El Papa Francisco reza ante la tumba de San Juan Pablo II en el día de su fiesta
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media




El Papa Francisco acudió en la mañana de este lunes 22 de octubre a la tumba de San Juan Pablo II, en la Basílica de San Pedro del Vaticano, para rezar brevemente ante sus reliquias en el día de su festividad.

En declaraciones a los medios de comunicación acreditados en el Vaticano, el Prefecto del Dicasterio para la Comunicación, Paolo Ruffini, recordó “la importancia de la relación de San Juan Pablo II en la relación con las nuevas generaciones. Es un papa extremadamente vinculado con el mundo de los jóvenes”.

El Santo Padre siempre ha mostrado una devoción especial por el Papa polaco, cuya canonización presidió el 27 de abril de 2014. Durante la Misa de canonización, conjunta con la del Papa San Juan XXIII, afirmó que San Juan Pablo II fue “el Papa de la familia. Él mismo, una vez, dijo que así le habría ser recordado, como el Papa de la familia”.

Recientemente, en un mensaje dirigido a la diócesis italiana de Alba con motivo de un congreso celebrado por los 40 años de la elección de Karol Wojtyla como Pontífice, Francisco animó a “redescubrir su testimonio de fidelidad a Dios y de amor al hombre de este mi venerado Predecesor”, y deseó que, al seguir el camino de San Juan Pablo II, los jóvenes se sientan alentados “a abrir las puertas a Cristo para animar un generoso esfuerzo a favor de la paz, la fraternidad y la solidaridad”.

Asimismo, en una audiencia concedida a peregrinos polacos el pasado 10 de octubre, el Papa aseguró que “San Juan Pablo II ha enriquecido a la Iglesia universal con una gran cantidad de dones, que en gran parte heredó del tesoro de la fe y la santidad de vuestra tierra y de vuestra Iglesia”.

Por ello, reivindicó su Pontificado, pues “trató de hacer que la Iglesia se erigiera como guardián de los derechos inalienables del hombre, de la familia y de los pueblos, para ser signo de paz, de justicia y de desarrollo integral para toda la familia humana”.

BIENVENIDOS





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