miércoles, 14 de marzo de 2018

EL EVANGELIO DE HOY MIÉRCOLES 14 MARZO 2018


Lecturas de hoy Miércoles de la 4ª semana de Cuaresma
Hoy, miércoles, 14 de marzo de 2018



Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (49,8-15):

ESTO dice el Señor:
«En tiempo de gracia te he respondido,
en día propicio te he auxiliado;
te he defendido y constituido alianza del pueblo,
para restaurar el país,
para repartir heredades desoladas,
para decir a los cautivos: “Salid”,
a los que están en tinieblas: “Venid a la luz”.
Aun por los caminos pastarán,
tendrán praderas en todas las dunas;
no pasarán hambre ni sed,
no les hará daño el bochorno ni el sol;
porque los conduce el compasivo
y los guía a manantiales de agua.
Convertiré mis montes en caminos,
y mis senderos se nivelarán.
Miradlos venir de lejos;
miradlos, del Norte y del Poniente,
y los otros de la tierra de Sin.
Exulta, cielo; alégrate, tierra;
romped a cantar, montañas,
porque el Señor consuela a su pueblo
y se compadece de los desamparados».
Sion decía: «Me ha abandonado el Señor,
mi dueño me ha olvidado».
¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta,
no tener compasión del hijo de sus entrañas?
Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 144,8-9.13cd-14.17-18

R/. El Señor es clemente y misericordioso

V/. El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

V/. El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R/.

V/. El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones.
Cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.



Lectura del santo evangelio según san Juan (5,17-30):

EN aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:
«Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo».
Por eso los judíos tenían más ganas de matarlo: porque no solo quebrantaba el sábado, sino también llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.
Jesús tomó la palabra y les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta sino lo que viere hacer al Padre. Lo que hace este, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que esta, para vuestro asombro.
Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere.
Porque el Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo todo el juicio, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió.
En verdad, en verdad os digo: quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.
En verdad, en verdad os digo: llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán.
Porque, igual que el Padre tiene vida en sí mismo, así ha dado también al Hijo tener vida en sí mismo. Y le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre.
No os sorprenda esto, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.
Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió».

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 14 de marzo de 2018
Eguione Nogueira, cmf



¡Hermanas y hermanos! ¡Paz y bien!

Jesús ha venido a despertar en nosotros un recuerdo en los sótanos de nuestra consciencia adormecida: Dios es Padre y desea que en su Hijo todos seamos partícipes de su comunión de amor. Ese es el gran misterio que la entrega de Jesús en la cruz pone de manifiesto al mundo: el misterio del amor divino hacia nosotros.

Por eso, en cada paso que damos hacia la Pascua vamos descubriendo las razones por las que Jesús fue condenado y crucificado y, al mismo tiempo, el rostro misericordioso del Padre que “ama al Hijo” y, en él, desborda de amor hacia nosotros. Por eso, es comprensible que el proyecto de Jesús sea una grandiosidad que excede las capacidades humanas. Eso se nota en la reacción de los judíos que le enfrentan.

El secreto de Jesús, de sus actitudes, de sus palabras y gestos, como la curación de un hombre en sábado (cf. Jn 5,1-16), está en su estrecha unidad o intimidad con el Padre. A Jesús no le importan las acusaciones de aquellos que absolutizan la ley, pues sabe que su fuente es el Padre, no razonamientos humanos o estructuras religiosas incapaces de conducir el hombre a la libertad. Donde Jesús manifestaba en sus acciones la continuación de la obra de Dios, sus contemporáneos veían solamente blasfemia.

Y Jesús va más lejos al cambiar el nombre de Dios, a quien llama “Padre”, un nombre pronunciable, un nombre que encierra una relación, no como mera invocación religiosa, sino como verdadera experiencia vital. Como un hijo aprende el oficio de su padre, él aprendió el oficio de amar sin cálculos, sin barreras, sin miedo. Pero también podemos contemplar al Señor que se revela con la ternura de una madre; y aún más, pues, aunque una madre pudiera olvidar al niño de pecho, Él jamás se olvidaría de nosotros (cf. Is 49,15).

Con eso, Jesús nos enseña lo que significa la verdadera fidelidad, su fidelidad al Padre y hacia nosotros. Nuestra respuesta, cuando verdaderamente hacemos la experiencia de ser envueltos por sus entrañas de misericordia, no puede ser otra que responder fielmente a su Palabra y, en esta comunión de vida, saber que él nos conduce, por su muerte y resurrección, a la vida eterna.

Vuestro hermano en la fe,
Eguione Nogueira, cmf
eguionecmf@gmail.com

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 14 DE MARZO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
14 de marzo



La gran preocupación del hombre es cómo hacer para sacarse la cruz de los hombros.

Son inmensos los esfuerzos que está haciendo el hombre para evitar la carga de la cruz, del sufrimiento; se quiere tener una vida sin ninguna sombra de sufrimientos, sin dolores, sin problemas; pero en ese afán desmedido el hombre encuentra su penitencia.

El que pretende encontrar un Cristo sin cruz, encontrará una cruz sin Cristo; y una cruz sin Cristo resulta abrumadora, amarga, insoportable de llevar sobre los hombros, imposible de llevar en el corazón.


P. Alfonso Milagro

FELIZ MIÉRCOLES






martes, 13 de marzo de 2018

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 13 MARZO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
13 de marzo



La proclamación kerigmática, el anuncio del mensaje de Cristo como Salvador o Liberador, es reconocerlo como el que nos libera de todo aquello que obstaculiza la vida plena del hombre; pero Cristo no se limita a liberarnos de las consecuencias, él apunta a la causa; y con la causa de todos los males es el pecado, Cristo nos salva y nos libera, antes que nada, del pecado y con él de todas su consecuencias.

El cristiano, como tal, deberá hacer hincapié -a fin de que su proclamación sea verdaderamente kerigmática- en que Cristo nos salva del pecado, nos purifica del pecado y que a él tenemos que acudir, para desarraigar el mundo el mal: la injusticia, la opresión, la guerra, los odios, el hambre, la falta de libertad o el subdesarrollo.


P. Alfonso Milagro

ALEGRÍA EN TU CORAZÓN


Alegría en tu corazón
Autor: Eileen Caddy, Libro: Dios me hablo


Comienza el día con alegría en tu corazón y pala­bras de agradecimiento en tus labios. Hay tanto por lo cual estar agradecido. Eleva tu con­ciencia de inmediato.

Comenzar el día embotado y confuso no es prove­choso para ti, ni para tu familia, ni para nadie.

Si te sientes con espíritu crítico hacia alguien, encuentra algo en esa persona que sea positivo y bueno.

Concéntrate en esto hasta que sientas que el amor fluye a través de ti hacia esa persona.

Sé paciente y afectuoso y nunca, en ningún mo­mento, te desesperes por el alma de nadie.

En algún lugar, de algún modo, podrás estar en contacto con eso que traerá nueva vida, alegría y esperanza.

La clave está allí, oculta quizás. Deja que esto sea como la búsqueda del tesoro, una pista que conduce a la próxima, hasta que llega al alma.

La perseverancia es fundamental.

Llegar a algunas almas es más difícil que llegar a otras, pero aquellas son frecuentemente las que nece­sitan ser alcanzadas.
Elige las más difíciles; haz esto con Mi ayuda y Mi guía constante y no podrás fallar.

Bendice todo, da gracias continuamente, llena tu co­razón con amor e irradia esto a todos los que están en contacto contigo.

BUSCO UNA MOCHILA


BUSCO UNA MOCHILA.




Busco una mochila ni grande ni pequeña,
 donde quepa lo justo que necesito para el viaje.

Busco una mochila sencilla, con capacidad para albergar todo lo que llevo en mi alma, lo que da sentido a mi vida, aquello que me mueve, que me invita a avanzar sin cansancio, a caminar con rumbo fijo.

Busco una mochila resistente, que no se rompa en la adversidad, que pueda acoger mi vida y la de los demás.

Busco una mochila con departamentos para poder organizar adecuadamente aquello que llevo para el viaje, para que no se envuelvan pensamientos, sentimientos, experiencias… donde pueda almacenar de forma rápida lo más urgente en los espacios más cercanos y pueda dejar en un lugar más oculto aquello que necesitaré solo en determinadas ocasiones.

Busco una mochila amplia donde pueda meter a todos los que viajan conmigo, que no se quede ninguno fuera pues sin ellos mi camino no tiene el mismo sentido.

Una mochila sin candados que aten, que me permitan ser libre,  llevar, traer, sacar,… que no aprisione mi corazón  y que me permitan ser tal cual soy, mostrarme a los demás con lo que soy y desde lo que soy.


Una mochila con buenas y resistentes agarraderas
para poder llevarla donde la necesite, donde me necesiten.
 Con ruedas que, en determinados momentos, faciliten su transporte para así centrarme en el camino sin pararme a pensar en el peso que llevo en el contenido de su carga.


Una mochila bonita, alegre…
que produzca una sonrisa en aquellos que la miren,
 en aquellos que me miren desde dentro porque valoran mi camino, porque da sentido también al suyo.

Busco una mochila con un único contenido: DIOS.
La razón de mi existencia. DIOS manifestado en cada una de las cosas que contiene, el motivo profundo de mi viaje.

Quiero compartir mi mochila contigo… y también contigo…  con todos aquellos que hacen de ella un canto de alabanza a la amistad, a la solidaridad, al Amor verdadero.

Una mochila sin viaje de poco sirve, un viaje sin mochila sería absurdo porque carecería de sentido… porque esa mochila soy yo y conmigo viaja todo lo que soy.


Esté donde esté, haga lo que haga,
 la mochila viene conmigo porque deseo que así sea,
 porque da sentido a mi existencia  de la misma manera que le das  tú al caminar a mi lado.

FELICES LOS PADRES


Felices los padres…




Un hijo escribió a su padre: “No me des todo lo que te pida; pues, a veces  yo sólo pido para ver cuánto puedo obtener. No me des siempre órdenes; si a veces me pidieras las cosas, lo haría con más gusto. Cumple tus promesas; si me prometes un premio o un castigo, dámelo. No me compares con nadie; si me haces sentir peor que los demás, seré yo quien sufra”.

*Felices los padres comprensivos, porque obtendrán la amistad de sus hijos.

Felices los cariñosos, porque serán amados por sus hijos. Los que dan buen ejemplo, porque los imitarán con alegría. Felices los que son comprensivos, porque sus hijos los comprenderán. Los que acompañan a sus hijos, porque no se sentirán solos. Los que apoyan a sus hijos, porque éstos serán su apoyo.

Los que escuchan a sus hijos, porque siempre serán atendidos. Felices los que velan por sus hijos, porque podrán cada noche dormir tranquilos.*

“No me corrijas delante de los demás, enséñame a ser mejor cuando estemos a solas. No me grites, te respeto menos cuando lo haces y me enseñas a gritar. Déjame valerme por mí mismo o nunca aprenderé. Cuando estés equivocado admítelo, y crecerá la opinión que tengo de ti. Quiéreme y dímelo, me gusta oírtelo decir”. 

Una buena lección en pocas palabras.


 P. Natalio.

CÓMO EDUCO EL PUDOR DE MIS HIJOS?

¿Cómo educo el pudor de mis hijos?
La educación debe preparar aquella atmósfera espiritual que hará más fáciles las revelaciones graduales necesarias en su tiempo oportuno


Por: P. Miguel A. Fuentes, IVE | Fuente: TeologoResponde.org 



Pregunta:
Estimados amigos: les pido que me orienten sobre el modo en que puedo educar el pudor en mis hijos. Tengo hijos pequeños y también algunos que ya han entrado en la adolescencia. Espero que me puedan ayudar.
Respuesta:
Estimado:
El pudor es la tendencia a esconder algo para defender la intimidad de las intromisiones ajenas. Es una “cualidad, en parte instintiva y en parte fruto de la educación deliberada, que protege la castidad. Se realiza lo mismo en la esfera sensitivo-instintiva que en la consciente-intelectual, como freno psíquico frente a la rebeldía de la sexualidad”[1]. Santo Tomás dice de él que es un sano sentimiento por el que las pasiones relacionadas con la sexualidad, después del pecado original, producen un sentimiento de disgusto, de vergüenza, de malestar en el hombre, hasta tal punto que instintivamente se quiere ocultar todo lo relativo al cuerpo, a la intimidad y a la sexualidad, de las miradas indiscretas[2].
En el plano puramente instintivo el pudor consiste en una resistencia inconsciente a todo lo que revelaría en nosotros el desorden de la concupiscencia de la carne. El pudor, al ingresar en la esfera consciente entra en la categoría de virtud y se denomina pudicicia[3]. La pudicicia o pudor-virtud “se relaciona íntimamente con la castidad, ya que es expresión y defensa de la misma. Es, por consiguiente, el hábito que pone sobre aviso ante los peligros para la pureza, los incentivos de los sentidos que pueden resolverse en afecto o en emoción sexual, y las amenazas contra el recto gobierno del instinto sexual, tanto cuando estos peligros proceden del exterior, como cuando vienen de la vida personal íntima, que también pide reserva o sustracción a los ojos de los demás y cautela ante los propios sentidos. De esta suerte el pudor actúa como moderador del apetito sexual y sirve a la persona para desenvolverse en su totalidad, sin reducirse al ámbito sexual. No se confunde con la castidad, ya que tiene como objeto no la regulación de los actos sexuales conforme a la razón, sino la preservación de lo que normalmente se relaciona estrechamente con aquellos actos. Viene a ser una defensa providencial de la castidad, en razón de la constitución psicofísica del género humano, perturbada por el pecado original”[4].
La falsificación del pudor se denomina “pudibundez”: es el pudor desequilibrado o excesivo, causado en general por una falsa educación. La pudibundez no hace a las personas castas sino caricaturas de castidad. “La pudibundez es enemiga nata del pudor, como la beatería es enemiga de la religiosidad verdadera y consciente. El espíritu del adolescente se rebela y le molestan las ideas mezquinas y ruines”[5].
La auténtica educación del pudor. La educación del pudor debe ser indirecta, porque una educación directa implicaría necesariamente la orientación de la atención sobre los objetos que justamente el pudor debe atenuar en su atrac­tivo. No obstante, aunque indirecta, debe ser positiva, es decir, debe preparar aquella atmósfera espiritual que además de impedir la degradación en el campo de la sexualidad animal, hará más fáciles las revelaciones graduales necesarias en su tiempo oportuno. La educación del pudor implica:
  • La educación del sentimiento: no puede darse una educación moral eficaz sin un prudente apoyo sobre el sentimiento, es decir, hacer surgir una actitud personal de “sensibilidad” por el bien, por el orden, por la honestidad moral, por la perfección, por la vida vivida como valor humano y moral. La educación de la pureza es, en gran parte, educación del corazón, es decir, de la afectividad. Para educar el corazón, todo se resume en conseguir que el educando se enamore de la virtud y corregir toda desviación anormal del amor sensible que pueda aparecer en él.
  • La educación de la voluntad: el problema educativo consiste en enseñar a querer lo que después se enseñará que es preciso hacer. Es necesario formar la voluntad con la conciencia de los valores trascendentes y absolutos. Ayuda mucho para la gimnasia de la voluntad hacer conocer, sobre todo al adolescente, los motivos y valores de la pureza, y sugerir ideas fuerza que puedan ayudar en toda circunstancia.
  • La educación de la religiosidad: la formación religiosa es fundamental para la pedagogía sexual; para la vida casta, la educación religiosa “es el coeficiente primero y más poderoso, porque los demás coeficientes humanos tienen valor solamente temporal, es decir, mientras perduran los intereses correspondientes en el espíritu del niño. Sólo la religión posee una eficacia que sobrepasa los límites de tiempo, de lugar, de espacio, de ambiente, de circunstancias, con tal que sea sentida, consciente y activa La religión ha constituido siempre para la pedagogía sexual una potencia única. La religión valoriza la pureza y la presenta al joven como una de las virtudes más altas y más hermosas, a la vez que indica los medios para conservarla y defenderla con esmero, con reserva, con la disciplina interior de las imaginaciones y de los deseos, y con la disciplina exterior de los sentidos”[6]. De esto puede concluirse el grave y pernicioso sofisma de quienes piensan que no deben dar ninguna formación cristiana a sus hijos, con el pretexto de no coaccionar su libertad, sino dejar que ellos libremente elijan sus opciones religiosas cuando sean mayores.
En realidad quienes así actúan, optan en lugar de sus hijos: eligen para ellos el paganismo o el ateísmo. Religiosidad, pero no una religiosidad cualquiera; el educador debe convencerse de que no es la piedad formalista la que salva al niño y al adolescente de la seducción de las tentaciones y le ayuda a mantenerse puro, sino la gracia divina recibida, apreciada, vivida con adhesión íntima. Es importante, por eso, tener en cuenta algunos elementos de la religiosidad que más favorecen la vida de pureza en el niño y en el adolescente:
  1. Hay que educar a los niños, adolescentes y jóvenes para que sientan y vivan la amistad con Jesús. Hay que hacerle comprender al niño que Jesús lo ama individualmente y que ese amor debe ser correspondido; que Jesús quiere servirse de él para el apostolado, y, por tanto, debe hacerse digno de esa colaboración apostólica mediante una intensa vida de gracia; que la pureza es un compromiso de amistad y de fidelidad a Cristo, una condición para vivir en sí mismo la vida de Cristo; que la lucha es para él una gloria; que saldrá victorioso si está con Cristo, etc.
  2. Hay que hacerlo apreciar la vida sobrenatural que se nos comunica con la gracia santificante y que se pierde por el pecado mortal; así encontrará la fuerza para renunciar a los placeres ilícitos y para evitar todo lo que, aún remotamente, podría hacerle perder la dignidad y la alegría de ser hijo de Dios.
  3. Hay que ayudarlo a usar provechosamente de los sacramentos. Si se recogen pocos frutos de las confesiones y de las comuniones frecuentes es porque no se ayuda de modo suficiente a sacar provecho de este contacto habitual con la gracia.
  4. Hay que fomentar en él la devoción a María Santísima. Esta devoción no se agota en un montón de invocaciones y prácticas, sino en la confianza plena, en el recuerdo filial y en la imitación constante.
  5. Hay que enseñar al niño a respetar el propio cuerpo como cosa sagrada, como propiedad divina, como miembro del cuerpo místico. Se convence fácilmente de que, si hay que tratar con veneración las cosas sagradas, se deberá tener un respeto aún mayor por el propio cuerpo, que está consagrado por la presencia de Dios y por la comunión eucarística. De la idea de la inhabitación divina será fácil pasar a la de la presencia de Dios: si Dios está dentro, siempre te ve
  6. Finalmente, hay que convencer al adolescente de que la pureza es alegría. Esto no es muy difícil, pues corresponde a una realidad actual, incluso para los niños, los cuales saben por experiencia que el pecado impuro no trae alegría, sino insatisfacción y tristeza.
Bibliografía:
Consejo Pontificio para la Familia, Sexualidad humana: Verdad y Significado, Orientaciones educativas en familia, 1995.
P. Miguel A. Fuentes, IVE
[1]  M. Zalba Erro, Pudor, en Gran Enciclopedia Rialp, tomo 19, Rialp, Madrid 1989, 455-456; cf. Rocco Barbariga, Castidad y vocación, Ed. Herder, Barcelona 1963, pp. 178-209.
[2]   Cf. Suma Teológica, II-II, 151, 4
[3]   C. Scarpellini, Pudore e pudicicia, en Enciclopedia Cattolica, Roma 1953, vol. X, col.296.
[4]   Zalba Erro, loc. cit.
[5]  Paganuzzi, Purezza e puberta, Brescia 1953, p.222. Cf. A. Stocker, La cura morale dei nervosi, Milán 1951, p. 155 ss.
[6]  Paganuzzi, op. cit., p. 249.

ORACIÓN POR LA MISERICORDIA


Oración por la misericordia
Que tu misericordia, oh Señor, repose dentro de mí


Por: Padre Evaristo Sada LC | Fuente: https://la-oracion.com/ 




“Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarle.

Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos, para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.

Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa, para que jamás hable negativamente de mi prójimo, sino que tenga una palabra de consuelo y de perdón para todos.

Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras, para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargar sobre mí las tareas más difíciles y penosas.

Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos, para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. Mi reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo.

Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso, para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo. A nadie le rehusaré mi corazón. Seré sincera incluso con aquellos de los cuales sé que abusarán de mi bondad. Y yo misma me encerraré en el misericordiosísimo Corazón de Jesús. Soportaré mis propios sufrimientos en silencio.

Que tu misericordia, oh Señor, repose dentro de mí”.

DESCUBRE DENTRO DE TU CORAZÓN LA MIRADA DE DIOS


Descubre dentro de tu corazón la mirada de Dios
Martes cuarta semana de Cuaresma. No podemos regresar auténticamente a Dios si no es desde el corazón.


Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net 




Es demasiado fácil dejar pasar el tiempo sin profundizar, sin volver al corazón. Pero cuando el tiempo pasa sobre nosotros sin profundizar en la propia vocación, sin descubrir y aceptar todas sus dimensiones, estamos quedándonos sin lo que realmente importa en la existencia: el corazón (entendido como nuestra facultad espiritual en la que se manejan todas las decisiones más importantes del hombre). El corazón es el encuentro del hombre consigo mismo.

“Volved a mí de todo corazón”. Son palabras de Dios en la Escritura. No podemos regresar auténticamente a Dios si no es desde el corazón, y tampoco podemos vivir si no es desde el corazón. Dios llama en el corazón, pero, en un mundo como el nuestro, en el cual tan fácilmente nos hemos olvidado de Dios, en un mundo sin corazón, a nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI, nos cuesta llegar al corazón. Dios llama al corazón del hombre, a su parte más interior, a ese yo, único e irrepetible; ahí me llama Dios.

Yo puedo estar viviendo con un corazón alejado, con un corazón distraído en el más pleno sentido de la palabra. Y cuánto nos cuesta volver. Cuánto nos cuesta ver en cada uno de los eventos que suceden la mano de Dios. Cuánto nos cuesta ver en cada uno de los momentos de nuestra existencia la presencia reclamadora de Dios para que yo vuelva al corazón. El camino de vuelta es una ley de vida, es la lógica por la que todos pasamos. Y mientras no aprendamos a volver a la dimensión interior de nosotros mismos, no estaremos siendo las personas auténticas que debemos de ser.

Podría ser que estuviésemos a gusto en el torbellino que es la sociedad y que nuestro corazón se derramase en la vida de apariencia que es la vida social. Pero es bueno examinarse de vez en cuando para ver si realmente ya he aprendido a medir y a pesar las cosas según su dimensión interior, o si todavía el peso de la existencia está en las conveniencias o en las sonrisas plásticas.

¿Pertenezco yo a ese mundo sin corazón? ¿Pertenezco yo a ese mundo que no sabe encontrarse consigo mismo? Dios llama al corazón para que yo vuelva, para que yo aprenda a descubrir la importancia, la trascendencia que tiene en mi existencia esa dimensión interior. Estamos terminando la Cuaresma, se nos ha ido un año más de las manos, recordemos que es una ocasión especial para que el hombre se encuentre consigo mismo.

Curiosamente la Cuaresma no es muy reciente en la historia de la Iglesia, los apóstoles no la hacían. La Cuaresma viene del inicio de la vida monacal en la Iglesia, cuando los monjes empiezan a darse cuenta de que hay que prepararse para la llegada de Cristo. Todavía hoy día hay congregaciones que tienen dos Cuaresmas. Los carmelitas tienen una en Adviento, cuarenta días antes de Navidad, y tienen cuarenta días antes de Pascua, de alguna manera significando que a través de la Cuaresma el espíritu humano busca encontrarse con su Señor. Las dos Cuaresmas terminan en un particular encuentro con el Señor: la primera en el Nacimiento, en la Natividad, en la Epifanía, como dicen estrictamente hablando los griegos; y la segunda, en la Resurrección. Si en la primera manifestación vemos a Cristo según la carne; en la segunda manifestación vemos a Cristo resucitado, glorioso, en su divinidad.

De alguna manera, lo que nos está indicando este camino cuaresmal es que el hombre que quiera encontrarse con Dios tiene que encontrarse primero consigo mismo. No tiene que tener miedo a romper las caretas con las que hábilmente ha ido maquillando su existencia. El hombre tiene que aprender a descubrir dentro de su corazón la mirada de Dios.

Para este retorno es necesario crear una serie de condiciones. La primera de todas es ese aprender a ensanchar el espacio de nuestro espíritu para que pueda obrar en nuestro corazón el Espíritu Santo. Ensanchar nuestro espíritu a veces nos puede dar miedo. Ensanchar el corazón para que Dios entre en él con toda tranquilidad, no significa otra cosa sino aprender a romper todos los muros que en nosotros no dejan entrar a Dios.

¿Realmente nuestro espíritu está ensanchado? ¿Mi vida de oración realmente es vida y es oración? ¿Realmente en la oración soy una persona que se esfuerza? ¿Consigo yo que mi oración sea un momento en el que Dios llena mi alma con su presencia o a veces con su ausencia? Dios puede llenar el corazón con su presencia y hacernos sentir que estamos en el noveno cielo; pero también puede llenarlo con su ausencia, aplicando purificación y exigencia a nuestro corazón.

Cuando Dios llega con su ausencia a mi corazón, cuando me deja totalmente desbaratado, ¿qué pasa?, ¿Ensancho el corazón o lo cierro? Cuando la ausencia de Dios en mi corazón es una constante —no me refiero a la ausencia que viene del sueño, de la distracción, de la pereza, de la inconstancia, sino a la auténtica ausencia de Dios: cuando el hombre no encuentra, no sabe por dónde está Dios en su alma, no sabe por dónde está llegando Dios, no lo ve, no lo siente, no lo palpa—, ¿abrimos el espíritu?, ¿Seguimos ensanchando el corazón sabiendo que ahí está Dios ausente, purificando mi alma? O cuando por el contrario, en la oración me encuentro lleno de gozo espiritual, ¿me quedo en el medio, en el instrumento, o aprendo a llegar a Dios?
Cuando nuestra vida es tribulación o es alegría, cuando nuestra vida es gozo o es pena, cuando nuestra vida está llena de problemas o es de lo más sencilla, ¿sé encontrar a Dios, sé seguirle la pista a ese Dios que va abriendo espacio en el corazón y por eso me preocupo de interiorizar en mi vida? Uno podría pensar: ¿Cuál es mi problema hoy? ¿Hasta qué punto en este problema —un hijo enfermo, una dificultad con mi pareja, algún problema de mi hijo—, he visto el plan de Dios sobre mi vida?

Tenemos que experimentar la gracia de esta convicción, hay que ensanchar el corazón abriéndolo totalmente a la acción transformadora del Señor. Sin embargo, nunca tenemos que olvidar, que contra esta acción transformadora de Dios nuestro Señor hay un enemigo: el pecado. El pecado que es lo contrario a la Santidad de Dios. Y para que nos demos cuenta de esta gravedad, San Pablo nos dice: “Dios mismo, a quien no conoció el pecado, lo hizo pecado por nosotros”. Pero, mientras no entremos en nuestro corazón, no nos daremos cuenta de lo grave que es el pecado.

Cuando yo miro un crucifijo, ¿me inquieta el hecho de que Cristo en la cruz ha sido hecho pecado por mí, de que la mayor consecuencia del pecado es Cristo en la cruz? ¿Me ha dicho Dios: quieres ver qué es el pecado? Mira a mi Hijo clavado en la Cruz.

Cuando uno piensa en el hambre en el mundo; o cuando uno piensa que en cada equis tiempo muere un niño en el mundo por falta de alimento y por otro lado estamos viendo la cantidad de alimento que se tira, preguntémonos: ¿No es un pecado contra la humanidad nuestro despilfarro? No el vivir bien, no el tener comodidades, sino la inconsciencia con la que manejamos los bienes materiales. ¿Nos damos cuenta de lo grave que es y lo culpable que podemos llegar a ser por la muerte de estos hermanos?

¿Me doy cuenta de que cada persona que no vive en gracia de Dios es un muerto moral? ¿No nos apuran la cantidad de muertos que caminan por las calles de nuestras ciudades? Tengo que preguntarme: ¿Me preocupa la condición moral de la gente que está a mi cargo? No es cuestión de meterse en la vida de los demás, pero sí preguntarme: ¿Soy justo a nivel justicia social? ¿Me permito todavía el crimen tan grave que es la crítica? ¿Me doy cuenta de que una crítica mía puede ser motivo de un gravísimo pecado de caridad por parte de otra persona?

Siempre que pensemos en el pecado, no olvidemos que la auténtica imagen, el auténtico rostro donde se condensa toda la justicia, todo desamor, todo odio, todo rencor, toda despreocupación por el hombre, es la cruz de nuestro Señor.

El abandono que Cristo quiere sufrir, el grito del Gólgota: “¿Por qué me has abandonado?” pone ante nuestros ojos la verdadera medida del pecado. En Cristo esta medida es evidente por la desmesurada inmensidad de su amor. El grito: “¿Por qué me has abandonado?” es la expresión definitiva de esta medida. El amor con el que me ha amado, el amor que ama hasta el fin. ¿He descubierto esto y lo he hecho motivo de vida; o sólo motivo de lágrimas el Viernes Santo? ¿Lo he hecho motivo de compromiso, o sólo motivo de reflexión de un encuentro con Cristo? ¿Mi vida en el amor de Dios se encierra en ese grito: ¿“Por qué me has abandonado”?, que es el amor que ama hasta el último despojamiento que puede tener un alma?

En esta Cuaresma es necesario volver al interior, descubrir la llamada de Dios a la entrega y al compromiso, volver a la propia vocación cristiana en todas sus dimensiones. Y para lograrlo es necesario abrir primero nuestro espíritu a Dios y comprender la gravedad del pecado: del pecado de omisión, de indiferencia, de superficialidad, de ligereza. Es ineludible volver a la dimensión interior de nuestro espíritu, en definitiva, no ir caminando por la vida sin darnos cuenta que en nosotros hay un corazón que está esperando ensancharse con el amor de Dios.

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 13 DEL 2018


Lecturas de hoy Martes de la 4ª semana de Cuaresma
 Hoy, martes, 13 de marzo de 2018



Primera lectura
Lectura de la profecía de Ezequiel (47,1-9.12):

EN aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo del Señor.
De debajo del umbral del templo corría agua hacia el este —el templo miraba al este—. El agua bajaba por el lado derecho del templo, al sur del altar.
Me hizo salir por el pórtico septentrional y me llevó por fuera hasta el pórtico exterior que mira al este. El agua corría por el lado derecho.
El hombre que llevaba el cordel en la mano salió hacia el este, midió quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta los tobillos. Midió otros quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta las rodillas. Midió todavía otros quinientos metros y me hizo atravesar el agua, que me llegaba hasta la cintura. Midió otros quinientos metros: era ya un torrente que no se podía vadear, sino cruzar a nado.
Entonces me dijo:
«¿Has visto, hijo de hombre?»,
Después me condujo por la ribera del torrente.
Al volver vi en ambas riberas del torrente una gran arboleda. Me dijo:
«Estas aguas fluyen hacia la zona oriental, descienden hacia la estepa y desembocan en el mar de la Sal, Cuando hayan entrado en él, sus aguas serán saneadas. Todo ser viviente que se agita, allí donde desemboque la corriente, tendrá vida; y habrá peces en abundancia. Porque apenas estas aguas hayan llegado hasta allí, habrán saneado el mar y habrá vida allí donde llegue el torrente.
En ambas riberas del torrente crecerá toda clase de árboles frutales; no se marchitarán sus hojas ni se acabarán sus frutos; darán nuevos frutos cada mes, porque las aguas del torrente fluyen del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 45,2-3.5-6.8-9

R/. El Señor de los ejércitos está con nosotros, 
nuestro alcázar es el Dios de Jacob

V/. Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar. R/.

V/. Un río y sus canales alegran la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora. R/.

V/. El Señor del universo está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (5,1-16):

SE celebraba una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.
Hay en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, una piscina que llaman en hebreo Betesda. Esta tiene cinco soportales, y allí estaban echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos.
Estaba también allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo.
Jesús, al verlo echado, y sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice:
«¿Quieres quedar sano?».
El enfermo le contestó:
«Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego yo, otro se me ha adelantado».
Jesús le dice:
«Levántate, toma tu camilla y echa a andar».
Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.
Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano:
«Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla».
Él les contestó:
«El que me ha curado es quien me ha dicho: “Toma tu camilla y echa a andar”».
Ellos le preguntaron:
«¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a andar?».
Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús, a causa del gentío que había en aquel sitio, se había alejado.
Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice:
«Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor».
Se marchó aquel hombre y dijo a los judíos que era Jesús quien lo había sanado.
Por esto los judíos perseguían a Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy martes, 13 de marzo de 2018
 Eguione Nogueira, cmf


¡Hermanas y hermanos! ¡Paz y bien!

El encuentro de Jesús con el paralítico en el Templo nos hace pensar en el encuentro de Jesús con cada uno de nosotros cuando nos reunimos por su amor: es un encuentro que puede sanar nuestras heridas, restaurar nuestras vidas y nos llevar a anunciar su compasión.

En la escena del Evangelio de Juan, el paralítico está al margen de la vida, no puede contar con nadie que se solidarice con su dolor. Más que el milagro, es importante fijarnos en el diálogo que Jesús sostiene con aquel hombre: es Jesús quien se acerca a él, la iniciativa es suya, y le pregunta se quiere ser sanado. 
Podríamos pensar que esa no es una pregunta muy inteligente que alguien puede hacer a quien padece una enfermedad. Es evidente que la sanación era el anhelo más profundo de su corazón. Pero en esta pregunta ya está la sanación: Jesús no solo se interesa en recuperar la salud de los enfermos, sino en dialogar con ellos, dejándoles que expresen sus sentimientos, frustraciones, inquietudes y deseos. No impone su voluntad sobre el paralítico, le deja libre para decir y elegir lo que quiere. Con eso, antes de sanarle físicamente, Jesús le concede la dignidad y la libertad.

Al explicar su situación de marginación y abandono, “no tengo a nadie”, el paralítico abre su corazón a Jesús. En ese breve diálogo podemos contemplar la compasión de Jesús hecha palabra eficaz: “Levántate, toma tu camilla y camina”. Con estas palabras Jesús le estaba extendiendo la mano, siendo solidario con su sufrimiento y señalando un camino, una salida, un cambio en su vida. Le regaló la dignidad perdida por la enfermedad y el abandono.

En la cura del paralítico, la imagen de Dios que Jesús manifiesta, y que se refiere a un Dios activo, no puede ser paralizada por el sábado, es decir, ninguna institución, aún la más religiosa, puede impedir la acción salvífica de Dios. Nosotros somos invitados a proporcionar a los que sufren momentos de dialogo, de empatía y solidaridad.  Podemos ser, como aquella bella imagen del profeta Ezequiel, templos de vida para los demás. Eso es lo que Jesús nos invita a hacer con nuestros templos, sean ellos comunitarios o interiores: fuentes de vida para las personas, no de exclusión y marginación.

Vuestro hermano en la fe,
Eguione Nogueira, cmf
eguionecmf@gmail.com


BENEDICTO XVI: EXISTE CONTINUIDAD ENTRE MI PONTIFICADO Y EL DEL PAPA FRANCISCO


Benedicto XVI: Existe continuidad entre mi pontificado y el del Papa Francisco
Redacción ACI Prensa




Foto: Vatican Media - ACI Prensa
El Papa Emérito Benedicto XVI afirmó en una carta personal que existe una continuidad entre su pontificado y el del Papa Francisco, incluso con las diferencias de estilo y temperamento.

Benedicto dirigió la carta al Prefecto de la Secretaría para las Comunicaciones, Mons. Dario Viganò, con ocasión de la presentación de la colección “La Teología del Papa Francisco”, editada por la Librería Editrice Vaticana (LEV).

“Aplaudo esta iniciativa que quiere oponerse y reaccionar al necio prejuicio por el cual el Papa Francisco sería solo un hombre práctico desprovisto de una particular formación teológica o filosófica, mientras que yo habría sido únicamente un teórico de la teología que poco habría comprendido de la vida concreta de un cristiano hoy”, señaló.

En ese sentido, dijo que los once libros escritos por teólogos de fama internacional “demuestran con razón que el Papa Francisco es un hombre de profunda formación filosófica y teológica y, por lo tanto, ayudan a ver la continuidad interior entre los dos pontificados, incluso con todas las diferencias de estilo y temperamento".

La cura de la colección está a cargo del P. Roberto Repole, Presidente de la Asociación Teológica Italiana.

Según un comunicado de la LEV, su nuevo director editorial, Fray Giulio Cesareo, explicó que se han firmado acuerdos para la distribución de la colección en inglés, español, francés, portugués, polaco y rumano.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...