jueves, 8 de marzo de 2018

ORACIONES DIVERSAS A SAN JUAN DE DIOS


Oración a San Juan de Dios para pedir la sanación de un niño enfermo


Glorioso san Juan de Dios, alma buena y noble,
que, engrandecido por Dios con su Poder y sus Gracias,
compartiste los sufrimientos y aflicciones de los demás,
ahora que estás junto al buen Jesús,
que te honra y no te niega nada,
y eres nuestro intercesor ante la salud y la enfermedad,
te suplico ruegues por la salud de este niño-a enfermo
y hagas lo posible para que sea sanado-a cuanto antes…
(nombre del niño-a enfermo).

Tu que repartes favores entre todos los que esperanzados
imploran tu generosidad y clemencia,
como lo acredita una serie continuada de milagros
obrados por ti en todos los siglos, naciones y gentes,
mira compasivamente a este criaturita
y dale tu asistencia y afecto desde los Cielos.

Ayúdale a librar esta dura batalla,
no le abandones en este trance difícil y angustioso
y envía junto a su cama al Arcángel san Rafael
para que, al igual que a ti te ayudó y protegió,
sea su amigo y compañero, lo proteja y custodie.

San Juan de Dios, glorioso patrón de los enfermos,
que elegiste a los más necesitados y a los que padecían
para darles tu amor, cuidados y atenciones
por ser ellos la representación del Cristo sufriente,
y te esforzaste en hacerles el bien y caridad,
en sustentarles, vestir y curar,
recibe a ....... con amor y caridad y pide por el-ella,
para que en breve recupere su energía y vitalidad
y sea un niño-a sanísimo-a, alegre y dichoso-a.

San Juan de Dios, esclavo de Jesús y María,
suplica con fervor a la Santísima Virgen,
que es nuestro amparo y consuelo,
acune entre sus amorosos brazos a …….
y con sus maternales caricias mitigue sus dolores;
pide al Niño Jesús, que es vida y salud del enfermo,
que con su infinito amor y misericordia
limpie su cuerpo de toda enfermedad física y mental,
sane sus dolencias y le devuelva la salud,
para que tenga una larga y buena vida,
nosotros le-la amamos y necesitamos a nuestro lado,
...... es nuestra alegría y llena de felicidad nuestras vidas.

San Juan de Dios, bendito y milagroso
que tus manos y corazón no se separen
de esta criatura que padece y sufre; 
haz que los doctores y enfermeras que se ocupan de .......
reciban luz y guía de Dios Padre Todopoderoso
y sean sabios para administrar las medicinas adecuadas,
danos fortaleza a sus familiares y amigos
para que no perdamos la esperanza
y sepamos hacer todo lo necesario y preciso
para afrontar esta situación con entereza y sin decaer, 
y sobre todo, pide al Señor que desde las Alturas
contemple con ojos de misericordia, visite y sane
a su pequeño-a siervo-a ....... que tanto le necesita.

Bienaventurado e insigne san Juan de Dios,
sé que mi pedido será escuchado
y por ello te doy las gracias por anticipado,
y me mantengo a la espera
con toda la esperanza y confianza
que mi alma y corazón sean capaces.

Oh Dios concédenos que,
siguiendo el ejemplo de san Juan de Dios
llevemos en el corazón y manifestemos en la practica
el amor a los pobres, a los enfermos y necesitados,
y extiende tu acostumbrada bondad sobre .......
guarda, cuida y sana a ....... 
que se encuentra afligido por la enfermedad,
Padre Dios, concédele la ayuda de tu Poder
para que su enfermedad sea cambiada por salud total
y la tristeza que ahora tenemos se convierta en gozo.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

Amén.

Rezar tres Padrenuestros, Avemaría y Gloria.

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Oración a San Juan de Dios para pedir su intercesión

¡Glorioso San Juan de Dios, caritativo protector de los enfermos y desvalidos! Mientras vivisteis en la tierra no hubo quien se apartase de vos desconsolado: el pobre halló amparo y refugio; los afligidos consuelo y alegría; confianza los desesperados y alivio en sus penas y dolores todos los enfermos. Si tan copiosos fueron los frutos de vuestra caridad estando aún en el mundo, ¿qué no podremos esperar de vos ahora que vivís íntimamente unido a Dios en el Cielo? Animados con este pensamiento, esperamos nos alcancéis del Señor la gracia de… si es para mayor gloria de Dios y bien de nuestras almas. Amén.

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Oración a San Juan de Dios para problemas económicos, salud y depresión

San Juan de Dios glorioso,
benefactor insigne de los enfermos,
los desahuciados y abandonados,
de los que sufren depresión, angustia o ansiedad, 
de los traumatizados, de las víctimas de abusos, 
y de toda persona desamparada o en dificultad,
te suplicamos de todo corazón,
y por la poderosa ayuda divina que recibiste de tu amigo y protector
el Arcángel san Rafael,
que nos des tu asistencia en las necesidades
corporales, espirituales y materiales
que aquí te presentamos:

(pedir lo que se necesita conseguir).

No nos niegues la ayuda que con fe te pedimos,
mira nuestras carencias, nuestros agobios,
tiende tu generosa mano y danos tu auxilio,
danos las bendiciones que tanto precisamos
para solucionar nuestros problemas,
pide por nosotros al Señor de Misericordia
y consigue seamos escuchados y atendidos.

Así mismo te pedimos que nos hagas participes
del conocimiento de Dios,
para que conociéndolo le amemos,
le sirvamos y le obedezcamos,
porque no hay mayor pobreza
que el desconocimiento de Dios,
y libres de esta pobreza espiritual
seamos dotados de buenas obras
y así de esta manera,
venciendo todos los obstáculos
de la vida presente
seamos dignos de las glorias
y maravillas celestiales.

Por Jesucristo Nuestro Señor

Amén.

SAN JUAN DE DIOS, 8 DE MARZO


Juan de Dios, Santo
Memoria Litúrgica, 8 de marzo


Por: Daniel A. Marquez B | 




Religioso

Martirologio Romano: San Juan de Dios, religioso, nacido en Portugal, que, después de una vida llena de peligros en la milicia humana, prestó ayuda con constante caridad a los necesitados y enfermos en un hospital fundado por él, y se asoció a compañeros con los que constituyó después la Orden Hospitalaria San Juan de Dios. En este día, en la ciudad de Granada, en España, pasó al eterno descanso. († 1550)

Fecha de canonización: 16 de octubre de 1690 durante el pontificado de Alejandro VIII

Breve Biografía

"En el año de 1538, reinando en españa el Emperador Carlos V, y siendo Arzobispo de la Ciudad de Granada don Gaspar de Avalos... que alcanzó felicidad en sus tiempos, de florecer en su obispado hombres señalados en santidad y virtud; entre los cuales fue unop, pobre, bajo y desechado en los ojos de los hombres, pero muy conocido y estimado en los de Dios, pues mereció llamarse en apellido Juan de Dios”.

Se trata de Juan Ciudad Duarte, un hombre nacido año 1495 en el pueblo portugués de Montemor o Novo, del obispado de Évora, Portugal y que muere en Granada, España, el año 1550 a la edad de 55 años, siendo considerado uno de los tesoros de la ciudad. Para todos es conocido como "el santo". El apellido de Dios le vino impuesto por un Obispo conocedor de su obra a favor de los pobres y enfermos. No cabe mayor honor que apellidarse de Dios y nada refleja mejor el modo de hacer de este hombre.

Aparece a la edad de ocho años en el pueblo toledano de Oropesa. En las biografías de Juan de Dios, hay las grandes lagunas y muchos interrogantes, algunos todavía no resueltos, en relación a su ascendencia, pueblo, familia, vida, hasta bien entrado en años... La tradición habla que vino con un clérigo que pasó por su casa y es acogido en la de Francisco Cid Mayoral donde vivió mucho tiempo, casi la friolera de 29 años en dos ocasiones diferentes.

Siendo mancebo de veintidós años le dio voluntad de irse a la guerra" luchando en la compañía del Conde de Oropesa, al servicio del Emperador Carlos V que fue en socorro de la plaza de Fuenterrabía atacada por el Rey Francisco I de Francia. La experiencia no puede ser más desastrosa, está a punto de ser ahorcado y regresa de nuevo a Oropesa hasta que es solicitado para defender Viena, en un momento de amenaza por parte de los turcos.



Después de estas experiencias guerreras vuelve al oficio de pastor, leñador para ganarse el sustento, albañil en la construcción de las murallas de Ceuta y finalmente, inicia en Gibraltar el oficio de librero, que ejerce en Granada de forma estable en un puesto de la calle Elvira, hasta su conversión.

En Granada comienza la ve Juan de Dios, cuando más asentado y cuando al parecer, había terminado su “andadura” española y europea. Juan había caminado tanto en bucsa de una cita que por fin acontece el año 1539, fiesta de S. Sebastián en el Campo de los Mártires, a la vera de la Alhambra. Ese día un predicador de fama, S. Juan de Ávila es el encargado del sermón. No sabemos qué munición usó el "maestro Ávila", el caso es que el corazón de Juan de Dios quedó tocado, sus palabras "se le fijaron en las entrañas" y "fueron a él eficaces", dice su biógrafo Castro. Juan parece haberse vuelto loco y grita, se revuelca clamando "misericordia". Se produce un total despojo de sus pocos haberes, hasta de sus vestidos...

El pueblo se divide: unos dicen que era loco y otros que no era sino santo y que aquella obra era de Dios. Aquello era ni más ni menos que la cita con Dios.

No es un asunto fácil. Desde ahora comienza una nueva aventura totalmente inédita en la vida de Juan. Después de la experiencia espectacular de su conversión tiene que entrar en contacto con los pobres más marginados de siempre, los enfermos mentales. “Dos hombres honrados compadecidos tomaron de la mano a Juan y lo llevaron... ¿Dónde? Al manicomio. Un ala del Hospital Real de Granada estaba ocupada por los locos. Allí, siente en sus carnes el duro tratamiento que se da a estos enfermos en su propia carne y se rebela de ver sufrir a sus hermanos. De esta experiencia surge la conversión a los hombres, que ya serán para Juan, "hermanos". "Jesucristo me traiga a tiempo y me dé gracia para que yo tenga un hospital, donde pueda recoger los pobres desamparados y faltos de juicio, y servirles como yo deseo".

El corazón herido, cogido por el amor desbordante de Dios no le dejará en paz hasta el último momento en que muere de rodillas. En el año 1539, de acuerdo con san Juan de Avila, es huésped en Guadalupe donde se prepara en las artes médicas, y en 1540 inicia su primera obra, un pequeño hospital en la calle de Lucena, "tanta gente acudía por la fama de Juan y por su mucha caridad que los amigos le compraron una casa para hospital en la cuesta Gomérez”.

La fama de Juan es grande en Granada: acoge a todos los pobres inválidos que encuentra, a los niños huérfanos y abandonados, visita y rehabilita a muchas mujeres prostitutas, y todo sin renta fija, salvo la limosna en la cuál es verdadero maestro, "¿quién se hace bien a si mismo dando a los pobres de Cristo?" -sería su lema cotidiano. El corazón encendido de Juan, contrasta con el fuego del Hospital Real en llamas el día 3 de julio de 1549. Allí acude como toda la ciudad, pero no para lamentarse, sino para remangarse y entrar y sacar los enfermos saliendo sano y salvo. Desde ese momento, Juan adquiere la categoría de santo y su fama llega a todos los que pudieran tener alguna duda de su pasado en la zona de los enfermos mentales. En el mes de enero de 1550, tratando de salvar a un joven que se estaba ahogando en el río Genil, enfermó gravemente.

En el lecho de muerte a Juan le queda la herencia que entrega al arzobispo y a su sucesor, Antón Martín: libro de las deudas y los enfermos asistidos. Así se continúa la obra de Juan de Dios hasta nuestros días.

Juan muere el día 8 de marzo de 1550. Su entierro es una auténtica manifestación de duelo y simpatía hacia su persona y su obra.

FELIZ DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER - 8 DE MARZO















miércoles, 7 de marzo de 2018

DAR LIMOSNA


Dar limosna




Cuando oyes la palabra limosna ¿piensas en un par de monedas? Mmm…

La pobreza de los demás es algo que nos incumbe a todos. No queremos cerrar los ojos ante las personas que carecen de lo más mínimo, como si fuera su problema y a nosotros no nos afectara.

Ser rico o pobre en muchos casos es algo que no se ha escogido. Es cierto que hay algunos pobres que lo son porque arriesgaron demasiado, porque malbarataron sus ahorros o porque son imprudentes y gastan más de lo que ganan. Pero en la inmensa mayoría de los casos, el pobre aparece en un sistema injusto de distribución de la riqueza. En América Latina, un grupo de 100 personas acumula actualmente la misma riqueza que los 3.500 millones restantes.

Pero la mayoría de familias y personas en situación de  pobreza están en ese agujero no por voluntad propia. Y aunque fueran culpables de ello, merecerían nuestro apoyo para salir del problema. Proporcionarles una ayuda económica les puede aliviar el tiempo de una comida, una jornada, una semana, un mes… Depende de cada uno.

Nos hemos formado en una sociedad individualista, que tiende a basar todo en los logros personales: nuestras metas, nuestro crecimiento, nuestras ganancias…

La limosna produce, en cambio,  uno de los más maravillosos beneficios para la salud del espíritu: consigue que salgamos de nosotros mismos.

Al dar limosna, además, no solo se plantea una cuestión de presente sino de futuro: doy con la idea de cambiar la línea de progreso de tal persona y hacerla más rápida, más alta y más fuerte. Y al pensar en que algo estamos cambiando en el futuro de una persona, manifestamos la esperanza de que a nosotros no nos faltará el pan para el día de mañana.

Con la limosna aprendemos cada día a ser más generosos. La generosidad se aprende: cuando rebuscas en tu cartera y tientas unas monedas, cuéntalas y pregúntate: ¿no pueden ser un poco más de dinero?

Porque, seamos honestos: ¿damos solo de lo que nos sobra? La calderilla, ¿de verdad es lo más que puedo dar? ¿Pienso en lo que cuesta un café o una barra de pan? ¿Puedo compararlo con lo que desembolsaré en concepto de gastos de teléfono este mes, por ejemplo?

La limosna nos activa las neuronas, nos ayuda a ir por el mundo con otra actitud. La actitud de “ir mirando”, o sea, de estar alerta para darme cuenta de lo que le ocurre a la gente con la que me encuentro a diario. Es llevar una vida de predisposición activa hacia los demás.

Al mirar a los otros, aprenderemos a leer en su rostro y a escucharlos. ¿Nunca te ha pasado que un pobre te da las gracias más por haberle saludado que por el dinero que le has dado? Por ahí es por donde la generosidad hace más humanas las relaciones.

El dinero es la gran tentación: la avaricia, el afán de posesión desmedida, de control… Y con la generosidad desactivamos al monstruo. Con cada limosna, reducimos las ansias de nuestro dragón interior.

Y ser generoso nos hace crecer en solidaridad. Somos más solidarios y nos damos cuenta de que “el otro es mi hermano”, dice el Papa Francisco. Cuando doy limosna, compruebo que “nunca lo que tengo es solo mío”.

Porque quien dispone de algunos, pocos o muchos bienes materiales, ha de pensar cómo llegaron hasta él. Seguro que lo ha de agradecer también a otras personas: quienes le educaron, sus padres, los clientes, quienes confiaron en él, quienes le facilitaron un negocio, la administración pública… A todos ellos nos debemos.

Quien diga que la limosna no sirve de nada, es demasiado pesimista. Incluso cuando hablamos de moneditas, ¿has pensado qué ocurriría si todo el mundo diera algo?

Pero no te conformes con poco. Escucha tu interior: cuánto te dice la conciencia que debes dar. Dar en agradecimiento, dar para pedir, dar para reparar… Dar, como dijo la Madre Teresa de Calcuta, “hasta que duele”, cuando un día le preguntaron qué era la generosidad.




© Dolors Massot / Aleteia

AMIGO DE SÍ MISMO


Amigo de sí mismo




Por un sabio plan divino las personas somos distintas, tenemos diversas capacidades, diferentes inclinaciones y gustos. Es una realidad y tienes que aceptarla buenamente, sin dejarte alcanzar ni por la envidia del bien ajeno, ni por el orgullo de lo que te ha tocado. Es señal de madurez la aceptación serena de ti mismo con tus capacidades y carencias.

Padre mío, fuente de mi vida. Dame la gracia de hacerme amigo de mí mismo. Si alguna vez sentí vergüenza de ser como soy, te pido perdón a ti, autor de mi vida y mi ser. Perdona mi insensatez y mi ingratitud. Desde ahora quiero sentirme contento de ser como soy, feliz de ser como soy. Te alabo, te admiro y te agradezco por estas manos, este rostro, esta figura general. Bendito seas por haberme hecho tal como me hiciste. En tus manos me entrego, feliz de ser como soy.

Recuerda que los demás te necesitan tal como el Señor ha querido que fueras. No conviene que te pongas una máscara o representes una comedia. Puedes decirte a ti mismo: “voy a llevarles algo especial, pues nunca se encontraron ni se encontrarán con alguien como yo; soy una persona única salida de las manos de Dios”. Dios te valora, hazlo tú también.



* Enviado por el P. Natalio

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 7 DE MARZO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
7 de marzo




Gracias, también, Señor, por el dolor, que tanto enseña. Por ese dolor que me acerca a ti, siempre y cuando yo sepa descubrirte a ti en el dolor.

Gracias, mi Dios,  por ese dolor que me asemeja a tu Cristo y que, con él y en él  y por él, me convierte  en redentor de mi mismo y de mis hermanos los hombre.


* P. Alfonso Milagro


SABER QUE DIOS ESTÁ CON NOSOTROS


Saber que Dios está con nosotros
Miércoles tercera semana Cuaresma. El Señor ha querido venir a nuestra vida, es una presencia viva.


Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net 




“Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley”. Jesucristo cumple siempre lo que promete. El esfuerzo, el interés y la búsqueda que Cristo realiza en nuestra alma es algo que Él hace en todo momento. No pasará el cielo y la tierra sin que se cumpla lo que Dios nuestro Señor tiene planeado para cada uno de nosotros. Esto tiene que dar a cada uno de nuestros corazones una gran tranquilidad, una gran paz. Tiene que darnos la tranquilidad y la paz de quien sabe que Dios está apoyándole, de quien sabe que Dios está buscándole, de quien sabe que Dios está a su lado.

Hay veces que los caminos de nuestro Señor pueden ser difíciles de seguir. Cuántas veces nos preguntamos: ¿por qué el Señor nos lleva por este camino, por qué el Señor nos conduce por este sendero? Cristo vuelve a repetirnos que Él es la garantía. Su Palabra misma es la garantía de que efectivamente Él va a estar con nosotros: “No pasará el cielo y la tierra”.

Cuántas veces, cuando nosotros vamos en el camino de nuestra existencia cristiana, podríamos encontrarnos con dudas y obscuridades. La Escritura habla del pueblo que está a punto de entrar a la tierra prometida, y en el momento en que va a entrar, Dios le vuelve a decir lo mismo: Yo voy a entrar contigo. Yo voy a estar contigo a través de los Mandamientos, a través de tu vida interior, a través de la iluminación.

Nosotros tenemos también que encontrar que Dios está con nosotros, que el Señor ha querido venir a nuestra vida, ha querido venir a nuestra alma, ha querido encontrarse con nosotros. Su presencia es una presencia viva. Y el testimonio espiritual de cada uno de nosotros habla clarísimamente de la presencia viva de Dios en nosotros, de la búsqueda que Dios ha hecho de nosotros, de cómo el Señor, de una forma o de otra, a través de los misteriosos caminos de su Providencia, nos ha ido acompañando, nos ha ido siguiendo. Si el Señor hubiera actuado como actuamos los hombres, ¡cuánto tiempo hace que estaríamos alejados de Él! Dios actúa buscándonos, Dios actúa estando presente, porque sus palabras no van a pasar.

¿Tengo yo esta confianza? ¿Mi alma, que en todo momento, de una forma o de otra, está iluminada por el Espíritu Santo para que cambie, para que se transforme, para que se convierta, está encontrando esa confianza en Dios, está poniendo a Cristo como garantía? ¿No nos estaremos poniendo a nosotros mismos como garantía de lo que Dios va a hacer en nuestra vida y que vemos muy claro lo que hay que cambiar, pero como garantía nos ponemos a nosotros mismos, con el riesgo —porque ya nos ha pasado muchas otras veces—, de volver a caer en la misma situación?

Aprendamos a ponernos en las manos de Dios. Aprendamos a confiar en la garantía que Cristo nos dé, pero, al mismo tiempo, aprendamos también a corresponder a nuestro Señor.

“El que quebranta uno de estos preceptos menores y los enseña así a los hombres, será el menor en el Reino de los Cielos”. La responsabilidad de escuchar la Palabra de Dios hasta en las más pequeñas cosas, es una responsabilidad muy grande que el Señor ha querido depositar sobre nuestros hombros, dentro de nuestra concreta vocación cristiana. El Señor es muy claro y dice que no podemos darnos el lujo ni de quebrantar, ni de enseñar mal los preceptos, incluso los menores. Así como la garantía que Él nos da es una garantía de cara a la perfección cristiana, Él también quiere que nuestra correspondencia sea de cara a la perfección cristiana. El Señor nos llama a la perfección.

Vamos a pedirle al Señor que nos ayude a escucharlo, a tenerlo a nuestro lado, a tenerlo como garante de nuestros propósitos y de nuestras luchas. Pero, al mismo tiempo, vamos a pedirle que nos ayude a corresponder hasta en los preceptos menores. Que no haya nada que nos aparte del amor de Jesucristo. Que no haya nada que nos impida ser grandes en el Reino de los Cielos, que no es otra cosa sino tener en nuestra alma el amor vivo de nuestro Señor, de ser capaces de tenerlo siempre muy cerca a Él, y al mismo tiempo, de ser profundamente entregados a todo lo que Él nos va pidiendo.

NOVENA A SAN JOSÉ DEL ROSARIO BROCHERO, DEL 7 AL 15 DE MARZO


Novena en honor al Santo Cura Brochero
7 al 15 de marzo

 (ACI).- El P. José Gabriel del Rosario Brochero, más conocido como el Cura Brochero, fue declarado santo el 16 de octubre del 2016, de esta forma se convirtió en el segundo santo de Argentina después de Héctor Valdivieso Sáenz. Aseguraron que el nuevo santo es “una imagen viva de lo que hoy el Papa Francisco nos invita como Iglesia en salida”.



Primer Día de la Novena a San José del Rosario Brochero

Acto de Contrición:

Pésame Señor y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como Vos; antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente nunca más pecar y apartarme de las ocasiones próximas de pecado. Amén

Oración para cada día:

Padre de todos los hombres, compadécete de nosotros, los desterrados hijos de Eva, y dígnate escuchar las súplicas que te dirigimos por los méritos e intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero, sacerdote según tu Corazón y fiel pastor de una porción de tu rebaño. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Primer día: “El padre Brochero, la Eucaristía y los que sufren”

“La Hostia consagrada es un milagro de amor, un prodigio, una maravilla (…); es la prueba más acabada del amor infinito de Dios hacia mí, hacia ustedes, hacia el hombre” (Cf. Plática del padre Brochero sobre la Última Cena de Jesús).

Reflexión:
El amado Cura Brochero jamás dudó sobre cuál era el centro de su vida: Cristo. Más concretamente: ¡Cristo Eucaristía! Fue el mismo Redentor quien alimentaba la fe de este gran sacerdote en tiempos difíciles y le concedía la gracia de saber que Él mismo, vivo en la Eucaristía, también se hace presente en la persona de los que son más débiles a los ojos del mundo.
Pidamos al Cura Gaucho la gracia de ver en cada pobre, enfermo o necesitado, al mismo Cristo, al que confesamos sentado a la derecha del Padre, a la vez que lo recibimos y adoramos en la Santísima Eucaristía.

Oración:
Padre amoroso, te pedimos que, como al Cura Brochero, nos hagas experimentar el abrazo redentor de tu Hijo, vivo y presente en la Eucaristía, pues solamente así podremos acercarnos con auténtico espíritu de servicio a los más necesitados y llevarles el Evangelio de Jesucristo, el único que puede hacerlos verdaderamente libres. Que la gloriosa intercesión de este santo nos alcance de Ti esta gracia junto a la que te pedimos de modo especial en la novena

 (se menciona la gracia).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén



Segundo Día de la Novena a San José del Rosario Brochero

Acto de Contrición:

Pésame Señor y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como Vos; antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente nunca más pecar y apartarme de las ocasiones próximas de pecado. Amén

Oración para cada día:

Padre de todos los hombres, compadécete de nosotros, los desterrados hijos de Eva, y dígnate escuchar las súplicas que te dirigimos por los méritos e intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero, sacerdote según tu Corazón y fiel pastor de una porción de tu rebaño. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Segundo día: “El padre Brochero y el sacerdocio”

“(…) habiéndome sentido desde mis más tiernos años inclinado al estado sacerdotal, he practicado medios conducentes a examinar mi vocación y adquirir –en cuanto lo permitan mis fuerzas- la idoneidad que para tan santo estado se requiere”. (Solicitud de la Tonsura y Órdenes Menores, 1°/7/1862).

Reflexión:
El Cura Brochero, fiel hijo de la Iglesia, estaba identificado con el sacerdocio de Cristo, y lo vivía en plenitud. Para él el ejercicio del ministerio sagrado no era el mero cumplimiento de los deberes de una simple profesión, sino el imperativo de una permanente y total identificación con Cristo, el Buen Pastor, quien vino al mundo para servir, no para ser servido.
La figura del padre Brochero se convierte por ello en grandioso faro que ilumina el camino de todos aquellos que han sido llamados por Dios a seguirlo más de cerca.

Oración:
Padre Misericordioso, que quieres perpetuar el Sacerdocio ministerial de tu Hijo en la persona de hombres que eliges entre otros, para que sean mediadores entre Ti y sus hermanos. Hoy queremos pedirte por nuestros sacerdotes. Que a ejemplo del santo Cura Brochero sean conscientes de que los frutos de todo apostolado dependen ante todo de su relación personal con Cristo, la que deben alimentar cada día con una profunda vida sacramental y de oración. Guía, Señor, por medio de tu Espíritu, a todos los sacerdotes del mundo, a fin de que, fieles al Magisterio de la Iglesia, siempre en comunión con los obispos y con el Papa, conduzcan tu rebaño hasta las praderas de la eternidad.
Que la intercesión del santo Cura Brochero nos obtenga esta gracia y la que pedimos en la novena 

(se menciona la gracia).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén



Tercer Día de la Novena a San José del Rosario Brochero


Acto de Contrición:

Pésame Señor y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como Vos; antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente nunca más pecar y apartarme de las ocasiones próximas de pecado. Amén

Oración para cada día:

Padre de todos los hombres, compadécete de nosotros, los desterrados hijos de Eva, y dígnate escuchar las súplicas que te dirigimos por los méritos e intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero, sacerdote según tu Corazón y fiel pastor de una porción de tu rebaño. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Tercer día: “El padre Brochero y el misterio de la Cruz”

“La señal de Dios es la Santa Cruz y la marca de Él es la fe” (A propósito de una prédica en Tucumán).

Reflexión:
El misterio de la Cruz del Señor resplandeció de un modo singularísimo en la vida y en la misión del padre Brochero. En una de sus cartas al Obispo de Santiago del Estero escribía:

“(…) estoy ciego casi por completo, apenas distingo la luz del día y no distingo ni mis manos (…)”.

A estos dolores físicos se sumarían otros espirituales mucho más profundos. En efecto, el mayor de los padecimientos del padre Brochero era ver cómo Cristo sufría en la persona de sus hermanos. Ante tanta injusticia y tanto dolor la actitud de los justos como este sacerdote íntegro, no podía ser sino la que surge de una fe genuina, “marca de Dios”, de un abrazarse a la Cruz de Cristo, confiando en la Providencia, y ofreciéndole de corazón las pruebas.

Oración:
Padre de nuestro Salvador Crucificado y Resucitado, vuelve tus ojos de ternura hacia aquellos hermanos que sufren en el cuerpo o en el espíritu. Mira especialmente a los que no encuentran consuelo porque son probados por la enfermedad, la tristeza, la soledad o el miedo.
Que por el misterio de la Cruz de tu Hijo y por la intercesión de tu santo sacerdote Brochero, se reavive en ellos la llama de la esperanza y recuperen la paz de espíritu.
Escucha nuestros ruegos, amado Padre, y concédenos la gracia que te suplicamos en esta novena 

(se menciona la gracia).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén



Cuarto Día de la Novena a San José del Rosario Brochero

Acto de Contrición:

Pésame Señor y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como Vos; antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente nunca más pecar y apartarme de las ocasiones próximas de pecado. Amén

Oración para cada día:

Padre de todos los hombres, compadécete de nosotros, los desterrados hijos de Eva, y dígnate escuchar las súplicas que te dirigimos por los méritos e intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero, sacerdote según tu Corazón y fiel pastor de una porción de tu rebaño. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Cuarto día: “El padre Brochero, el perdón y la prédica”

“Yo me felicitaría si Dios me saca de este mundo confesando y predicando” (Carta al Secretario del Obispo, presbítero Eduardo Ferreira, 2/7/1907).

Reflexión:
Todos los santos sacerdotes de la Iglesia se han caracterizado por una admirable dedicación al sacramento de la Reconciliación. San José Gabriel no ha sido la excepción. Él sabía bien que el Confesionario es el Trono de la Misericordia, erigido en la Tierra por el mismo Dios. ¡Cuántas almas se habrán reconciliado con Dios gracias al ministerio de este incansable Cura! ¡Cuántos hermanos habrán hallado en él, paz y fortaleza para perseverar en la fe!
Pero la prédica del Cura Gaucho no se limitaba al momento en que administraba los sacramentos. Él evangelizaba en cada instante de su vida. No es exagerado decir que cada latido de su corazón era un acto de oración y evangelización.

Oración:
Padre compasivo, te rogamos por todos los pecadores, en especial por aquellos cuyo corazón está más endurecido. Ilumínalos con tu Espíritu, y por la prédica y el testimonio de intrépidos y santos sacerdotes como el Cura Brochero, haz que descubran el tesoro de tu Misericordia, que resplandece de modo incomparable en el sacramento de la Confesión.
Que experimenten la alegría de la comunión contigo, la misma que alentó la vida del santo padre Brochero, por cuya intercesión, reiteramos el pedido de la gracia que te confiamos en esta novena 

(se menciona la gracia).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén


Quinto Día de la Novena a San José del Rosario Brochero


Acto de Contrición:

Pésame Señor y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como Vos; antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente nunca más pecar y apartarme de las ocasiones próximas de pecado. Amén

Oración para cada día:

Padre de todos los hombres, compadécete de nosotros, los desterrados hijos de Eva, y dígnate escuchar las súplicas que te dirigimos por los méritos e intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero, sacerdote según tu Corazón y fiel pastor de una porción de tu rebaño. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Quinto día: “El padre Brochero y la oración”

“No dejo ni dejaré aquellas cortitas oraciones que he hecho a Dios, a fin de que nos veamos juntos en el grupo de los Apóstoles de la Metrópolis celestial” (Carta al Obispo de Santiago del Estero).

Reflexión:
La vida de oración del Cura Brochero es escuela de amor y confianza para los fieles de todos los tiempos. Es común pensar que cuantas más obligaciones tiene un sacerdote, gozará de menos tiempo para orar, y que por lo tanto, se vería obligado a descuidar su relación personal con Dios. Es cierto que esto desafortunadamente suele ocurrir en muchas ocasiones. Pero no es el caso de aquellos que viven en plenitud su sacerdocio. En efecto, estos últimos saben que de su íntima relación con Dios, de su constante y perseverante oración, reciben la fuerza necesaria para cumplir mejor la Divina Voluntad.
El padre Brochero vivía en continua sintonía con el Señor. No porque dedicara una parte de su jornada a la oración, y el resto, a la prédica y a la práctica de la caridad. Cada acto de su vida él lo convertía en oración, ofreciéndoselo al Señor con todo el corazón. Su existencia era de por sí un incesante cántico de súplica, acción de gracias y alabanza al Creador. Y esta plena comunión con Dios hacía fructuosas todas sus obras, aun las que pudieran haber parecido insignificantes a los ojos del mundo.

Oración:
Padre clemente, te pedimos por todos aquellos que se encuentran alejados de Ti, por los que han perdido, o nunca conocieron el hábito saludable de vivir en comunión contigo. Sal nuevamente a su encuentro, Señor. Que te reconozcan en tu Iglesia, en los Sacramentos, en tu Palabra y en el fiel testimonio de sus hermanos.
Señor del Cielo y de la Tierra, enséñanos a orar por quienes no oran. Que nuestra voz llegue a Ti en nombre de aquellos que en el pasado no te conocieron. Que se haga intérprete de los que hoy, consciente o inconscientemente, te cierran las puertas de su corazón.
Que nuestra oración, Señor, a ejemplo de la del Cura Brochero, sea también plegaria de intercesión por las generaciones futuras, para que puedan experimentar la grandeza de tu amor que sana y salva, y del que esperamos obtener, por intercesión del santo Cura Brochero, la gracia por la que realizamos este acto de devoción 

(se menciona la gracia pedida).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén


Sexto Día de la Novena a San José del Rosario Brochero

Acto de Contrición:

Pésame Señor y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como Vos; antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente nunca más pecar y apartarme de las ocasiones próximas de pecado. Amén

Oración para cada día:

Padre de todos los hombres, compadécete de nosotros, los desterrados hijos de Eva, y dígnate escuchar las súplicas que te dirigimos por los méritos e intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero, sacerdote según tu Corazón y fiel pastor de una porción de tu rebaño. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Sexto día: “El padre Brochero y la Iglesia”

“Creyendo y esperando cuanto cree y espera nuestra Santa Madre Iglesia en cuya fe nací, he vivido y protesto morir, defendiéndola y enseñándola con mi palabra y ejemplo…” (Testamento del padre Brochero).

Reflexión:
Cuando hay sacerdotes tan comprometidos socialmente como el Cura Gaucho, los sectores particularmente hostiles a la auténtica fe católica son reticentes a especificar que se trató de un fiel hijo de la Iglesia, que vivió en absoluta fidelidad al Magisterio y que practicó las virtudes cristianas en grado heroico. 
El santo Cura Brochero amaba y reverenciaba a la Iglesia con filial devoción. Esto se puede percibir en sus escritos y en sus obras. La fidelidad incondicional al Magisterio, el trato respetuoso y humilde para con su obispo, la prédica constante de la más pura doctrina católica, y la conciencia de que cuando desempeñaba su ministerio lo hacía, no por sí mismo y en un acto individual, sino en nombre de la misma Iglesia, a la que el mismo Jesucristo lo llamó como ministro sagrado… Todas ellas son virtudes que resplandecieron de un modo particular en el padre Brochero.
Este dejar de lado los anhelos personales por legítimos que fueran, y hacerlo en nombre de Cristo y bajo la guía de la Iglesia, es una virtud indispensable requerida para que un hijo de Dios sea propuesto oficialmente como modelo a imitar. Es que quien ama a Cristo de verdad, con un corazón humilde como el padre Brochero, no puede sino acoger agradecido todos los dones que el Señor ofrece para la salvación.
¿Cuáles son estos dones? Ante todo, el Don de Sí mismo, en la Eucaristía. También el don de su Madre, modelo acabado de virtudes, lo más sagrado que Dios pueda ofrecernos que no sea Él mismo; también el don de la Iglesia, sin la cual no habría Eucaristía ni ninguno de los otros sacramentos ni sacramentales; y el don de su Palabra viva y eficaz que ilumina nuestro peregrinar hacia el Cielo.

Oración:
Padre Celestial, Tú aceptaste el Sacrificio de tu Hijo para que todos nosotros fuéramos salvos. Él instituyó la Iglesia para perpetuar ese Sacrificio, a fin de que la salvación estuviera al alcance de los hombres y mujeres de todos los tiempos. El Espíritu Santo, Dios verdadero que procede de Ti y de tu Hijo, vive en la Iglesia, y por medio de ella santifica la creación entera y pone a nuestra disposición todos los medios de la salvación.
Concédenos, Padre amantísimo, la gracia de vivir y morir en plena comunión con la Iglesia Católica, Mística Esposa del Cordero inmolado, y la de profesar una filial devoción al Papa, Vicario de tu Hijo y Sucesor del primero de los Apóstoles.
Te lo pedimos junto a la gracia que solicitamos en esta novena 

(se menciona la gracia).

Que todos los pueblos de la Tierra se congreguen en la unidad para confesarte a Ti, Padre Eterno, que con tu Hijo y el Espíritu Santo, vives y reinas, Dios Misericordioso, por los siglos eternos. Amén.

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén



Séptimo Día de la Novena a San José del Rosario Brochero



Acto de Contrición:

Pésame Señor y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como Vos; antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente nunca más pecar y apartarme de las ocasiones próximas de pecado. Amén

Oración para cada día:

Padre de todos los hombres, compadécete de nosotros, los desterrados hijos de Eva, y dígnate escuchar las súplicas que te dirigimos por los méritos e intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero, sacerdote según tu Corazón y fiel pastor de una porción de tu rebaño. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Séptimo día: “El padre Brochero y la verdadera riqueza”

“Yo me he considerado siempre muy rico porque la riqueza de una persona no consiste en la multitud de miles de pesos que posee, sino en la falta de necesidades…” (Carta a Nicolás Castellano).

Reflexión:
El Cura Brochero fue materialmente pobre y vivió entre los pobres. Pero se consideraba rico. Rico porque jamás quiso nada para sí sino para los demás. Rico porque nunca tuvo necesidad de más que de aquello que Dios quiso darle. Pero rico ante todo, porque nunca dudó en qué consistía la verdadera riqueza: En servir a Cristo en la persona de los hermanos; en alimentarlos con el pan material y con el Pan espiritual; en procurarles la medicina contra las enfermedades del cuerpo, y sobre todo, contra las del alma; en proveer el techo de una vivienda a los que carecían de él, pero consciente de que era más importante invitarlos al gran Hogar de la Iglesia Madre, la Casa que el mismo Dios ha construido para sus hijos.
Mientras el padre Brochero proyectaba la construcción de caminos terrenales, trazaba con su vida ejemplar senderos de luz que conducían hacia la Patria celestial (y más ahora, que ha sido elevado a los altares).
¡Cuán rico era este Cura pobre! Rico, porque siendo pobre y humilde enriqueció a todos los que conoció ofreciéndoles el Tesoro más grande que es Jesucristo. El que Lo tiene a Él lo tiene todo.
La riqueza del Cura Brochero, evidentemente no era material puesto que dándola no se empobrecía; tan abundante es ella que sigue y seguirá enriqueciendo a todos aquellos que dirijan su mirada a la grandiosa figura de quien supo imitar a Cristo dándose a los demás.

Oración:
Padre de toda riqueza, en nombre y por la intercesión del santo Cura Brochero, rico en virtudes y en méritos, acuérdate de los que vivimos sumidos en la pobreza de nuestras propias miserias. Recuérdanos nuestra dignidad, Señor. Que no olvidemos que el Precio de nuestra redención es el Sacrificio de tu amado Hijo, el Fruto selecto formado en el seno de María, que por nosotros fue exprimido en el noble Árbol de la Cruz.
Que nunca cerremos las puertas del corazón a la salvación que Él nos ofrece.
Te pedimos todo esto junto a la gracia por la que rezamos esta novena al padre Brochero

 (se menciona la gracia).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén


Octavo Día de la Novena a San José del Rosario Brochero


Acto de Contrición:

Pésame Señor y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como Vos; antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente nunca más pecar y apartarme de las ocasiones próximas de pecado. Amén

Oración para cada día:

Padre de todos los hombres, compadécete de nosotros, los desterrados hijos de Eva, y dígnate escuchar las súplicas que te dirigimos por los méritos e intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero, sacerdote según tu Corazón y fiel pastor de una porción de tu rebaño. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Octavo día: “El padre Brochero y la Santísima Virgen”

“Mi Purísima”.

Reflexión:
Con esta tierna expresión el Cura Brochero acostumbraba a dirigirse a la gran Madre de Dios. Más que una jaculatoria, es toda una profesión de fe y de confianza en la revelación bíblica, que da cuenta de la incomparable dignidad de aquella que mereció llevar en su seno al Autor de la Vida, y de su poderosa intercesión en nuestro favor.
“Mi Purísima”: El adjetivo posesivo “Mi” se hace eco de la entrega que Cristo nos hizo de su Madre en la persona de Juan cuando ella, Virgen fiel, permanecía sufriente pero serena al pie de la Cruz.
El adjetivo superlativo “Purísima” confiesa la fe del padre Brochero en el misterio de la Inmaculada Concepción de María y su confianza en la gloriosa intercesión de tan dulce Madre por todos y cada uno de sus hijos hasta el final de los tiempos.
Imitemos al Cura Brochero, que en medio de los desiertos del mundo, acudía a María como remanso de amor y ternura, como a oasis de paz y torre de fortaleza.

Oración:
Dios de los portentos, desde los orígenes de la Creación ya pensabas en aquella que concebiría en su seno a tu Hijo único, Señor y Salvador de los hombres.
Te pedimos que a ejemplo del santo Cura Brochero, y como tú mismo Hijo nos enseñara, aprendamos a acudir con confianza a María en cada momento de nuestra vida. Nadie mejor que ella para mostrarnos a Jesús, Camino, Verdad y Vida.
Nadie, fuera de Ti, más grande que ella. 
Que esta Madre bendita nos lleve siempre de su mano, Señor, para que nuestros pies no vuelvan a tropezar.
Acoge esta súplica confiada, junto a la que reiteramos también el pedido que te hemos presentado en esta novena

 (se menciona la gracia).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén




Noveno Día de la Novena a San José del Rosario Brochero


Acto de Contrición:

Pésame Señor y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como Vos; antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente nunca más pecar y apartarme de las ocasiones próximas de pecado. Amén

Oración para cada día:

Padre de todos los hombres, compadécete de nosotros, los desterrados hijos de Eva, y dígnate escuchar las súplicas que te dirigimos por los méritos e intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero, sacerdote según tu Corazón y fiel pastor de una porción de tu rebaño. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Noveno día: “El padre Brochero, nuestro intercesor”

“Dios me da la ocupación de buscar mi último fin, y de orar por los hombres pasados, por los presentes y por los que han de venir, hasta el fin del mundo” (Carta al Obispo de Santiago del Estero).

Reflexión:
Este anhelo del humilde Cura Gaucho, anhelo que fue una promesa, llega a su pleno cumplimiento precisamente ahora, en que la Madre Iglesia ha glorificado a este preclaro hijo suyo con la corona inmarcesible de los bienaventurados.
Cuando la historia nos relata la labor de grandes hombres y mujeres, destaca todo lo bueno que ellos hicieron en vida y el legado que pudieron habernos dejado. Lo que no puede constar históricamente es que, más allá de este legado, luego de su muerte terrena, dichos hombres y mujeres, puedan seguir ayudándonos personalmente. No pasa así con los cristianos que la Madre Iglesia eleva a los altares y propone como modelo a imitar. Por fe nos consta que su intercesión ante Dios en favor nuestro es personal, concreta y eficaz. La principal prueba documentada e irrefutable de ello son los al menos dos milagros exigidos por la Iglesia, uno para la beatificación, y otro para la canonización de sus hijos ejemplares.

Oración:
Padre nuestro, Dios Viviente y Misericordioso, te damos gracias por habernos dado, a lo largo de los siglos, a tantos hijos tuyos, que han ido revelándonos los rasgos paternales de tu Rostro amoroso.
Pensamos en Abraham, nuestro padre en la fe, y en los demás patriarcas y profetas.
Pensamos en el grandioso Patriarca San José, Esposo de la Virgen e icono perfecto de tu gloriosa Paternidad, el hombre más semejante a tu Hijo, ante quien “hizo las veces de padre”, según tus designios.
Pensamos en la multitud de santos y santas que interceden por nosotros.
De modo especial, te damos gracias, Padre Bueno, por la vida y el ministerio, por la glorificación y la intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero. Que él nos dé fuerzas para no sucumbir a causa de nuestras debilidades, que no permita que los vientos de las modas pasajeras, apaguen la llama de nuestra esperanza, que nos alerte para no rendir culto a los nuevos y antiguos ídolos, y que ilumine nuestro caminar hacia el encuentro definitivo con Cristo en la paz eterna del Reino prometido.
En nombre de este bienaventurado sacerdote, hemos rezado la novena, pidiéndote la gracia que ahora reiteramos, con la esperanza de que, por intercesión suya, te dignes escuchar nuestro humilde ruego 

(se menciona la gracia).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
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