martes, 27 de febrero de 2018

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 28 FEBRERO 2018


Lecturas de hoy Martes de la 2ª semana de Cuaresma
 Hoy, martes, 27 de febrero de 2018



Primera lectura
Lectura del libro de Isaías (1,10.16-20):

OÍD la palabra del Señor,
príncipes de Sodoma,
escucha la enseñanza de nuestro Dios,
pueblo de Gomorra.
«Lavaos, purificaos, apartad de mi vista
vuestras malas acciones.
Dejad de hacer el mal,
aprended a hacer el bien.
Buscad la justicia,
socorred al oprimido,
proteged el derecho del huérfano,
defended a la viuda.
Venid entonces, y discutiremos
—dice el Señor—.
Aunque vuestros pecados sean como escarlata,
quedarán blancos como nieve;
aunque sean rojos como la púrpura,
quedarán como lana.
Si sabéis obedecer,
comeréis de los frutos de la tierra;
si rehusáis y os rebeláis,
os devorará la espada
—ha hablado la boca del Señor—».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 49,8-9.16bc-17.21.23

R/. Al que sigue buen camino 
le haré ver la salvación de Dios

V/. No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños. R/.

V/. ¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos? R/.

V/. Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios». R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (23,1-12):

EN aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a los discípulos, diciendo:
«En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid todo lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen.
Lían fardos pesados y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias en las plazas y que la gente los llame “rabbí”.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar “rabbí”, porque uno solo es vuestro maestro y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, el Mesías.
El primero entre vosotros será vuestro servidor.
El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

Palabra del Señor



Comentario al Evangelio de hoy martes, 27 de febrero de 2018
 Carlos Latorre, Misionero Claretiano


Queridos amigos:

Todos deseamos vivir esta Cuaresma como algo muy provechoso para nuestra vida espiritual. Y la mejor guía para conseguirlo lo tenemos en la santa Biblia, en los textos que nos propone la liturgia.

El profeta Isaías nos dice: “Dejad de hacer el mal,  aprended a hacer el bien.   Buscad la justicia, socorred al oprimido,  proteged el derecho del huérfano,  defended a la viuda”. ¡Buen programa para estos días de penitencia cuaresmal!

El evangelio nos presenta las controversias de Jesús con los distintos grupos  de judíos que rechazaban sus enseñanzas. Leían la Biblia, que ellos llamaban la Torá,  pero no ponían en práctica sus enseñanzas.

Nos sorprende la vanidad y la ostentación de estos maestros de la Ley, la incapacidad para distinguir lo importante de lo secundario. Se habían olvidado de que la religión es también cuestión del corazón, tanto en su relación con Dios, como en su relación con el prójimo.

Jesús respetó la Ley de Moisés, pero también destapó la hipocresía de los doctores y maestros que la enseñaban: ataban cargas pesadas sobre los hombros de los demás, pero ellos no arrimaban ni un dedo para llevar esas cargas. Decían a los demás lo que tenían que hacer para agradar a Dios, pero ellos dejaban a Dios de lado.

¿Se dan todavía hoy entre nosotros este tipo de situaciones? Por supuesto. La condición humana es muy parecida en todas partes y en todas las épocas de la historia, por eso la hipocresía también puede estar presente hoy entre nosotros cristianos. Es tiempo de Cuaresma,  es la ocasión propicia para hacer un buen examen de nuestras actitudes y sentimientos. Y, por supuesto, con la gracia del Señor, intentar cambiar, pues en el esfuerzo está el mérito.

Hay una fábula que ilustra este plan de superación. Se titula “Los dos lobos”:“Un viejo cacique de una tribu estaba teniendo una charla con sus nietos acerca de la vida.

Los niños le preguntaban curiosos sobre muchas cosas: cómo ser buenas personas, por qué había personas malas, por qué tenían intenciones no muy buenas y engañaban, etc.

El viejo cacique les dijo: "Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí; es entre dos lobos. Uno de los lobos es: maldad,  ira, envidia, rencor, avaricia, arrogancia, mentira, orgullo... El otro es: bondad, alegría, paz, amor, humildad, dulzura, generosidad, amistad, compasión.

Esta misma pelea está ocurriendo dentro de vosotros también niños, y dentro de casi todos los seres humanos de la tierra." Lo pensaron un minuto, y uno de los niños le preguntó: "Abuelo, ¿cuál de los dos lobos ganará?" Y el viejo cacique respondió: “simplemente... el que tú alimentes, hijo mío".

Es un cuentito, pero cuánta verdad encierra si lo queremos aprovechar. ¿Qué virtudes me he propuesto cultivar en esta Cuaresma?

Vuestro hermano en la fe
Carlos Latorre
Misionero Claretiano
carloslatorre@claretianos.es

BUENOS DÍAS




lunes, 26 de febrero de 2018

EL CABRERO Y SU CABRA


El cabrero y su cabra




Un proverbio dice: “La mentira tiene las patas cortas”, a saber, que no puede llegar muy lejos. Quien dice una mentira para evitar una reprensión, no piensa que tarde o temprano se va encontrar con la dura realidad que pretendió ignorar o esconder. Más vale afrontar con valentía la verdad, aunque se deba aceptar una falta y sufrir la corrección.

Llamaba un cabrero a sus cabras para llevarlas al establo. Una de ellas, al pasar por un rico pasto se detuvo, y el cabrero le lanzó una piedra, pero con tan mala suerte que le rompió un cuerno. Entonces el cabrero le suplicó a la cabra que no se lo contara al patrón, a lo que la cabra respondió: -¡Quisiera yo quedarme callada, mas no podría! Bien claro está a la vista mi cuerno roto (Esopo).
    
“Puedes engañar a todo el mundo por algún tiempo. Puedes engañar a algunos por todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo por todo el tiempo”, dijo Abrahán Lincoln. Y el gran orador de Roma, Cicerón, expresó: “Todas las cosas fingidas caen como flores marchitas, porque ninguna simulación puede durar largo tiempo”. Decídete siempre por la verdad.



* Enviado por el P. Natalio

CUARESMA, PARA QUÉ?


Cuaresma ¿para qué?
¿Quieres que tu país cambie, que tu ciudad o tu pueblo cambien, que tu familia cambie?


Por: Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo Emérito de SCLC | Fuente: Catholic.net 




VER

Este miércoles iniciamos la Cuaresma, que son cuarenta días de preparación para celebrar el misterio central de nuestra fe, la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesús.
Muchas personas se acercan a recibir la ceniza, que es un signo de que somos polvo, de que no somos dioses, de que la vida es frágil y pasajera, y de que queremos darle valor de trascendencia, corrigiendo los errores, venciendo los pecados y superando las tentaciones, para resucitar a otro estilo de vida, a ejemplo de Jesús.
Sin embargo, para mucha gente, la Cauresma es sólo una tradición, a la que no le dan mayor importancia. Para la mayoría, nada significa y a nada les induce. Su vida sigue igual y ningún esfuerzo hacen por cambiar.
En el país, se ha incrementado la violencia, la inseguridad, la criminalidad de todo tipo. Por todas partes se escuchan quejas, lamentos, angustias. Pero la mayoría de los criminales han sido bautizados y se declaran creyentes, hasta devotos de la Virgen y de algún Santo. Para ellos, ¿algo significa la Cuaresma? Absolutamente nada. No la toman en cuenta para nada. Ojalá recibieran la ceniza y se convirtieran.
Muchos hogares se están deshaciendo, por las infidelidades, por el orgullo y la vanidad, por la falta de sacrificio y de paciencia mutua, por las violencias verbales y físicas. ¿Puede servir la Cuaresma para que las familias se estabilicen y salgan adelante? Depende de cada quien.
Las contiendas políticas y electorales se han convertido en aguerridos campos de batalla. Pareciera que todo se vale, con tal de destruir a los otros contendientes. Casi todos los candidatos son creyentes; ¿les servirá de algo la Cuaresma? Ojalá; pero me temo que nada les importa este tiempo para replantear sus comportamientos, sino sólo para crear nuevas armas de combate.
Para nosotros, gente de Iglesia, puede también pasar la Cuaresma como un periodo sin repercusión en la vida personal. Predicamos que los otros cambien, pero nosotros seguimos igual: ni más oración, ni ayunos, ni penitencias, ni limosnas… Así, no hay resurrección, no hay renovación de la Iglesia, menos de la sociedad.

PENSAR

El Papa Francisco no ha enviado su acostumbrado mensaje para este tiempo. Ante los diferentes males, los engaños y las tentaciones de este mundo, nos invita a no dejar apagar el amor, y poner en práctica las tres recomendaciones de Jesús: orar, ayunar y dar limosna:

“El hecho de dedicar más tiempo a la oración hace que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos, para buscar finalmente el consuelo en Dios. Él es nuestro Padre y desea para nosotros la vida.


El ejercicio de la limosna nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es sólo mío. Cuánto desearía que la limosna se convirtiera para todos en un auténtico estilo de vida. Cada limosna es una ocasión para participar en la Providencia de Dios hacia sus hijos; y si él hoy se sirve de mí para ayudar a un hermano, ¿no va a proveer también mañana a mis necesidades, él, que no se deja ganar por nadie en generosidad?

El ayuno debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer. Por una parte, nos permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre; por otra, expresa la condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y sediento de la vida de Dios. El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo, inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el único que sacia nuestra hambre”.

ACTUAR

El Papa concluye con esta exhortación, que comparto con ustedes:

“Querría que mi voz traspasara las fronteras de la Iglesia Católica, para que llegara a todos ustedes, hombres y mujeres de buena voluntad, dispuestos a escuchar a Dios. Si se sienten afligidos como nosotros, porque en el mundo se extiende la iniquidad, si les preocupa la frialdad que paraliza el corazón y las obras, si ven que se debilita el sentido de una misma humanidad, únanse a nosotros para invocar juntos a Dios, para ayunar juntos y entregar juntos lo que podamos como ayuda para nuestros hermanos.

Invito especialmente a los miembros de la Iglesia a emprender con celo el camino de la Cuaresma, sostenidos por la limosna, el ayuno y la oración. Si en muchos corazones a veces da la impresión de que la caridad se ha apagado, en el corazón de Dios no se apaga. Él siempre nos da una nueva oportunidad para que podamos empezar a amar de nuevo”.

¿Quieres que México cambie, que tu ciudad o tu pueblo cambien, que tu familia cambie? Haz oración, para que Dios entre en tu vida; ayuna, para que domines tus pasiones; da limosna, para que hagas cambiar la vida de personas concretas

SI ME HICISTE DAÑO, NO LO TOMO EN CUENTA


Si me hiciste daño, no lo tomo en cuenta
Lunes segunda semana Cuaresma. Podemos estar llenando nuestra vida, no de los criterios y juicios de Dios, sino de los nuestros.


Por: P. Cipriano Sánchez LC | Fuente: Catholic.net 




Cada vez que en la Cuaresma se nos presenta el grito de súplica, de perdón por parte del pueblo de Israel, al mismo tiempo está hablándonos de la importancia que tiene la conversión interior. La Escritura habla de que se han cometido iniquidades, de que se han hecho cosas malas, pero, constantemente, la Escritura nos habla de cómo nuestro corazón tiene que aprender a volverse a Dios nuestro Señor, de cómo nuestro corazón tiene que irse convirtiendo, y de cómo no puede haber ninguna dimensión de nuestra vida que quede alejada del encuentro convertido con Dios nuestro Señor. Así es importante que convirtamos y cambiemos nuestras obras, es profundamente importante que también cambiemos nuestro interior.

La Escritura nos habla de la capacidad de ser misericordiosos, de no juzgar, de no condenar y de perdonar. Esto que para nosotros podría ser algo muy sencillo, porque es que si me hiciste un daño, yo no te lo tomo en cuenta; requiere del alma una actitud muy diferente, una actitud de una muy profunda transformación. Una transformación que necesariamente tiene que empezar por la purificación, por la conversión de nuestra inteligencia.

Cuántas veces es el modo en el cual interpretamos la vida, el modo en el cual nosotros «leemos» la vida lo que nos hace pecar, lo que nos hace apartarnos de Dios. Cuántas veces es nuestro comportamiento: lo que nosotros decimos o hacemos. Cuántas veces es simplemente nuestra voluntad: las cosas que nosotros queremos. ¡Cuántas veces nuestros pecados y nuestro alejamiento de Dios viene porque, en el fondo de nuestra alma, no existe un auténtico amor a la verdad! Un amor a la verdad que sea capaz de pasar por encima de nosotros mismos, que sea capaz de cuestionar, de purificar y de transformar constantemente nuestros criterios, los juicios que tenemos hechos, los pensamientos que hemos forjado de las personas. Cuántas veces, tristemente, es la falta de un auténtico amor a la verdad lo que nos hace caminar por caminos de egoísmo, por caminos que nos van escondiendo de Dios.

Y cuántas veces, la búsqueda de Dios para cada una de nuestras almas se realiza a través de iluminar nuestra inteligencia, nuestra capacidad de juzgar, para así poder cambiar la vida. ¡Qué difícil es cambiar una vida cuando los ojos están cerrados, cuando la luz de la inteligencia no quiere reconocer dónde está el bien y dónde está el mal, cuál es el camino que hay que seguir y cuál el que hay que evitar!

Uno de los trabajos que el alma tiene que atreverse a hacer es el de cuestionar si sus criterios y sus juicios sobre las personas, sobre las cosas y sobre las situaciones, son los criterios y los juicios que tengo que tener según lo que el Evangelio me marca, según lo que Dios me está pidiendo. Pero esto es muy difícil, porque cada vez que lo hacemos, cada vez que tenemos que tocar la conversión y la purificación de nuestra inteligencia, nos damos cuenta de que estamos tocando el modo en el cual nosotros vemos la vida, incluso a veces, el modo en el cual nosotros hemos estructurado nuestra existencia. Y Dios llega y te dice que aun eso tienes que cambiarlo. Que con la medida con la que tú midas, se te va a medir a ti; que el modo en el cual tú juzgas la vida y la estructuras, el modo en el cual tú entiendas tu existencia, en ese mismo modo vas a ser juzgado y entendido; porque el modo en el cual nosotros vemos la vida, es el mismo modo en el cual la vida nos ve a nosotros.

Esto es algo muy serio, porque si nosotros vamos por la vida con unos ojos y con una inteligencia que no son los ojos ni la inteligencia de Dios, la vida nos va a regresar una forma de actuar que no es la de Dios. No vamos a ser capaces de ver exactamente cómo Dios nuestro Señor está queriendo actuar en esta persona, en esta cosa o en esta circunstancia para nuestra santificación.

"Con la misma medida que midáis, seréis medido". Si no eres capaz de medir con una inteligencia abierta lo que Dios pide, si no eres capaz de medir con una inteligencia luminosa las situaciones que te rodean, si no eres capaz de exigirte ver siempre la verdad y lo que Dios quiere para la santificación de tu alma en todas las cosas que están junto a ti, ésa medida se le está aplicando, en ese mismo momento, a tu alma.
Qué importante es que aprendamos a purificar nuestra inteligencia, a dudar de los juicios que hacemos de las personas y de las cosas, o por lo menos, a que los confrontemos constantemente con Dios nuestro Señor, para ver si estamos en un error o para ver qué es lo que Dios nuestro Señor quiere que saquemos de esa situación concreta en la cual Él nos está poniendo.

Pero cuántas veces lo que hacemos con Dios, no es ver qué es lo que Él nos quiere decir, sino simplemente lo que yo le quiero decir. Y éste es un tremendo riesgo que nos lleva muy lejos de la auténtica conversión, que nos aparta muy seriamente de la transformación de nuestra vida, porque es a través del modo en el cual vemos nuestra existencia y vemos las circunstancias que nos rodean, donde podemos estar llenando nuestra vida, no de los criterios de Dios, no de los juicios de Dios, sino de nuestros criterios y de nuestros juicios. Además, tristemente, los pintamos como si fuesen de Dios nuestro Señor, y entonces sí que estamos perdidos, porque tenemos dentro del alma una serie de criterios que juzgamos ser de Dios, pero que realmente son nuestros propios criterios.

Aquí sí que se nos podría aplicar la frase tan tremenda de nuestro Señor en el Evangelio: "¡Ay de vosotros, guías ciegos, que no veis, y vais llevando a los demás por donde no deben!". También es muy seria la frase de Cristo: "Si lo que tiene que ser luz en ti, es oscuridad, ¿cuáles no serán tus tinieblas?".

La conversión de nuestra inteligencia, la transformación de nuestros criterios y de nuestros juicios es un camino que también tenemos que ir atreviéndonos a hacer en la Cuaresma. ¿Y cuál es el camino, cuál es la posibilidad para esta transformación? El mismo Cristo nos lo dice: "Dad y se os dará". Mantengan siempre abierta su mente, mantengan siempre dispuesto todo su interior a darse, para que realmente Dios les pueda dar, para que Dios nuestro Señor pueda llegar a ustedes, pueda llegar a su alma y ahí ir transformando todo lo que tiene que cambiar.

Es un camino, es un trabajo, es un esfuerzo que también nos pide la Cuaresma. No lo descuidemos, al contrario, hagamos de cada día de la Cuaresma un día en el que nos cuestionemos si todo lo que tenemos en nuestro interior es realmente de Dios.

Preguntémosle a Cristo: ¿Cómo puedo hacer para verte más? ¿Cómo puedo hacer para encontrarme más contigo?

La fe es el camino. Ojalá sepamos aplicar nuestra fe a toda nuestra vida a través de la purificación de nuestra inteligencia, para que en toda circunstancia, en toda persona, podamos encontrar lo que Dios nuestro Señor nos quiera dar para nuestra santificación personal.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 26 DE FEBRERO



LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
26 de febrero



En el Evangelio, Jesús nos quiere enseñar tres cosas:

No hay que poner la confianza en las riquezas, que son causa de muchos vicios y conducen fácilmente a la condenación eterna. Los pobres son"los predilectos de Dios"; la Iglesia los ama con "amor preferencial"; medita sobre ellos y recapacita sobre tu actitud frente a la injusticia. Aprovecha más al hombre la verdadera justicia, fundada en la fe y en la penitencia, que las riquezas y los placeres.

Lo temporal -las riquezas y la pobreza- pasa muy pronto, como pasa el tiempo; lo eterno -la otra vida- permanecerá para siempre; lógico y prudente será asegurar lo eterno con el recto uso de lo temporal.


* P. Alfonso Milagro


PAPA FRANCISCO PIDE NO JUZGAR A LOS DEMÁS, DIOS ES EL ÚNICO JUEZ


Papa Francisco pide no juzgar a los demás: “Dios es el único juez”
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media



El Papa Francisco recordó que Dios es el único juez y que por lo tanto no corresponde a las personas juzgar a los demás. Insistió en que el juicio divino es muy diferente del humano, y que se sostiene sobre pilares de misericordia.

En la homilía de la Misa celebrada en la Casa Santa Marta este lunes 26 de febrero, el Santo Padre recordó que “Dios es el único juez”, y por lo tanto es a Él a quien le corresponde juzgar a las personas. “No juzguéis y no seréis juzgados”, recordó remitiéndose a las palabras de Evangelio.

“Juzgar a los demás es una cosa fea, porque el único juez es el Señor”, insistió. “En las reuniones que tengamos, en una comida, o donde sea, que dure, por ejemplo, dos horas…, de esas dos horas, ¿cuántos minutos hemos estado juzgando a los demás?”.

Por el contrario, invitó a ser misericordiosos: “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso. Todavía más: sed generosos. Dad y se os dará. ¿Y qué es lo que se me dará? Una buena medida, desbordante y llena. La abundancia de la generosidad del Señor, al no juzgar se nos llenará con la abundancia de la misericordia”.

El Pontífice destacó que la justicia de Dios no es como la justicia humana, ya que se cimenta en la misericordia. “Sabemos que la justicia de Dios es misericordia. Pero hace falta decirlo: ‘A Ti (a Dios) te corresponde la justicia, a nosotros la vergüenza’. Y cuando se encuentran la justicia de Dios con nuestra vergüenza, ahí se produce el perdón”.

En este sentido, invitó a preguntarse: “¿Creo que he pecado contra el Señor? ¿Creo que el Señor es justo? ¿Creo que sea misericordioso? ¿Me avergüenzo delante de Dios por ser pecador? Así de simple: a Ti la justicia, a mí la vergüenza”. Por ello exhortó a “pedir la gracia de la vergüenza”.

“La vergüenza es una gran gracia”, explicó. Mediante ella, “recordamos la actitud que debemos tener con el prójimo”. Ayuda a “recordar que con la medida con que juzgue, yo seré juzgado. No debo juzgar. Y si digo cualquier cosa sobre otro, que sea con generosidad, con misericordia. La actitud ante Dios, este diálogo es esencial: ‘A ti la justicia, a mí la vergüenza’”, concluyó.

Evangelio comentado por el Papa Francisco:

Lucas 6:36-38

36 «Sed compasivos, como vuestro Padre es compasivo.


37 No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados.

38 Dad y se os dará; una medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá.»

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 26 FEBRERO 2018


Lecturas de hoy Lunes de la 2ª semana de Cuaresma
 Hoy, lunes, 26 de febrero de 2018




Primera lectura
Lectura de la profecía de Daniel (9,4b-10):

¡AY, mi Señor, Dios grande y terrible, que guarda la alianza y es leal con los que lo aman y cumplen sus mandamientos!
Hemos pecado, hemos cometido crímenes y delitos, nos hemos rebelado apartándonos de tus mandatos y preceptos. No hicimos caso a tus siervos los profetas, que hablaban en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra.
Tú, mi Señor, tienes razón y a nosotros nos abruma la vergüenza, tal como sucede hoy a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a todo Israel, a los de cerca y a los de lejos, en todos los países por donde los dispersaste a causa de los delitos que cometieron contra ti.
Señor, nos abruma la vergüenza: a nuestros reyes, príncipes y padres, porque hemos pecado contra ti.
Pero, mi Señor, nuestro Dios, es compasivo y perdona, aunque nos hemos rebelado contra él. No obedecimos la voz del Señor, nuestro Dios, siguiendo las normas que nos daba por medio de sus siervos, los profetas.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 78,8.9.11.13

R/. Señor, no nos trates 
como merecen nuestros pecados

V/. No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados. R/.

V/. Socórrenos, Dios, Salvador nuestro,
por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre. R/.

V/. Llegue a tu presencia el gemido del cautivo:
con tu brazo poderoso, salva a los condenados a muerte. R/.

V/. Nosotros, pueblo, ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias siempre,
cantaremos tus alabanzas de generación en generación. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (6,36-38):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros».

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy lunes, 26 de febrero de 2018
Carlos Latorre, Misionero Claretiano



Queridos amigos:

Hemos entrado de lleno en el tiempo de Cuaresma. El mensaje del Santo Padre Francisco nos invita a no desaprovechar estas semanas para fortalecer nuestra vida cristiana dejándonos iluminar y guiar por la Palabra de Dios. No siempre cumplimos al cien por cien lo que nos proponemos  para mejorar  nuestra vida; lo importante es no darse nunca por vencidos.  ¿Quién no tiene deseos de una vida espiritual más auténtica? ¡Ánimo! La gracia del Señor no nos va a faltar.

La lectura del profeta Daniel es una llamada al arrepentimiento por todos los males que aquejan al pueblo desterrado y que resume en estas palabras: “a nosotros nos abruma la vergüenza”. Y en el Salmo repetimos una y otra vez: “Señor, no nos trates  como merecen nuestros pecados”. Confiamos en la infinita bondad divina y no en nuestros méritos.

El evangelio es muy breve, es como un resumen de algunos puntos clave de la vida cristiana. Como solemos ser demasiado propensos a juzgar y condenar a los demás, Jesús nos dice: “no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados”.

Recuerdo todavía lo que un sacerdote le dijo a la persona que se confesaba: 
-Mira, de todos los pecados que confesaste, ¿sabes cuál es el peor?
–Todos, Padre, contestó el penitente. 
Y el confesor le explicó:
-Cuando hablas mal de tu prójimo, lo juzgas y lo condenas: ese sí que es un verdadero pecado mortal.
Por eso Jesús nos dice hoy: “No juzguéis y no seréis juzgados”. 
Dios nos medirá con la misma medida con la que midamos a los demás.

Hay una antigua fábula que dice: 
“El dios Prometeo al modelar a los hombres les colgó dos alforjas, una de defectos ajenos, otra de los defectos propios. La de los ajenos la puso delante, pero la otra la colgó detrás.
Desde entonces les ocurre a los hombres que de lejos ven los defectos ajenos, pero no miran los suyos propios. Esta fábula se refiere al hombre entrometido que, ciego en sus propias cosas, se ocupa de las que no le conciernen”.

En el mensaje para esta Cuaresma el santo Padre nos recomienda el ayuno y dice: “El ayuno debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer. Por una parte, nos permite experimentar lo que sienten aquellos que carecen de lo indispensable y conocen el aguijón del hambre; por otra, expresa la condición de nuestro espíritu, hambriento de bondad y sediento de la vida de Dios. El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo, inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el único que sacia hambre de  nuestro corazón”. El Papa se está refiriendo en primer lugar al control de la comida y la bebida. Pero con toda razón podemos aplicar el mensaje del Papa  al “ayuno de palabras y juicios temerarios que juzgan y condenan a nuestros prójimos”, y que tal vez nos cuesta más practicar.

Vuestro hermano en la fe
Carlos Latorre
Misionero Claretiano
carloslatorre@claretianos.es

FELIZ SEMANA




domingo, 25 de febrero de 2018

ANTE LA DESFIGURACIÓN ... LA TRANSFIGURACIÓN


Ante la desfiguración... La Transfiguración



Hambre, miseria, tortura, luchas ideológicas, violencia, dolor, muerte… son, entre otras cosas, notas que marcan la situación totalmente desfigurada y complicada del mundo. Ante ello, el Señor nos ofrece unas pistas: no hay que desfallecer, hay que seguir hasta el final aunque, el camino, sea duro e incluso con sufrimiento.

Mirar a nuestro alrededor es caer en la cuenta de muchos rostros desfigurados o deprimidos porque tal vez, hace tiempo, dejaron de sentir y de escuchar aquello de “tú eres mi hijo amado”.

De nuevo, en este segundo domingo de Cuaresma, Jesús nos invita a reemprender el camino junto con Él. No será una senda fácil ni de respuestas a la carta. Pero, como siempre, nos lanzará a la cruda realidad, ayudados de su mano, y sobrecogidos si, de verdad, hemos intentado tener una experiencia profunda de Él y con Él.

A nadie nos gusta la cruz pesada; a ninguno nos seduce el final de un camino dibujado con el horizonte de las espinas o del dolor. Preferimos, y hasta echamos en falta, una vida más merengada y con éxitos, sin llantos ni pruebas, sin lamentos ni zancadillas, tranquila y sin sobresaltos. Todos sabemos… que no siempre es así.

Ante la desfiguración a la que se siente sometida la humanidad, los hombres, las mujeres de nuestro tiempo, hay que refugiarse en la Transfiguración del Señor. Entre otras cosas porque, en ese estado, uno se encuentra muy bien; adquiere la vitalidad y el impulso necesario para descender al llano de cada día y enfrentarnos a los crudos escenarios en los que nos toca actuar desde la sinceridad o desde la falsedad.

El domingo pasado, Jesús en el desierto, nos recordaba que –la tentación– avanzará en paralelo con nosotros, pero que nunca nos faltará la fuerza de Dios para darle batalla y progresar hacia la victoria. Hoy, con su Transfiguración, da un paso más: nos toma de su mano y nos lleva a un lugar tranquilo (por ejemplo la Eucaristía o la misma Palabra de Dios) para que nos vayamos configurando con El, meditemos sus enseñanzas o reconstruyamos de nuevo ese edificio espiritual y hasta corporal que las prisas, el agobio, el egoísmo, el individualismo y la superficialidad han demolido.

También nosotros somos testigos de la Resurrección de Cristo. No estamos en el monte Tabor como meros espectadores o marionetas. Nuestra presencia, aquí y ahora, en la oración o en los sacramentos, nos debe de empujar a ser algo más que simple adorno, en la misión o en el apostolado que llevamos entre manos. ¡Qué más quisiéramos, como Pedro, construir tiendas lejos del ruido y de los dramas de la humanidad! Pero, el Señor, si nos lleva a un lugar apartado, es para que comprendamos y entendamos que vivir en su presencia en esta vida, es un adelanto de lo que nos espera el día de mañana: la Gloria de Dios y el compromiso activo en el día a día.



© Padre Javier Leoz

CAMINO DE ESPERANZA


Camino de esperanza





Te presento hoy un poema vibrante de esperanza. Esta virtud busca lo bueno en la gente, en lugar de subrayar lo malo. La esperanza descubre lo que se puede hacer, en lugar de protestar por lo que no se puede. La esperanza obtiene su poder de una firme confianza en Dios y en sus promesas y en la bondad innata de la humanidad. La esperanza ayuda a llevar una vida plena.

Cuando la luz del día está en su cumbre, eres, Señor Jesús, luz y alegría de quienes en la fe y en la esperanza celebran ya la fiesta de la vida.

Eres resurrección, palabra y prenda de ser y de vivir eternamente;
sembradas de esperanzas nuestras vidas, serán en ti cosecha para siempre.

Ven ya, Señor Jesús, Salvador nuestro, de tu radiante luz llena este día, camino de alegría y de esperanza, real acontecer de nueva vida. Amén.

Que en las pruebas y luchas de la vida sepas recordar y repetirte, como el salmista: “Señor, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha” (S 16). Don Bosco en sus homilías solía recordar a los niños y jovencitos del Oratorio: “No olviden que un rinconcito de Cielo todo lo arregla”. Que tengas un día de mucha paz.




* Enviado por el P. Natalio

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 25 FEBRERO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
25 de Febrero




Hay en ti algo así como un fondo de soberbia que en todo quiere aparecer y que se manifiesta aun en tus acciones espirituales y apostólicas.

¡Ser el primero!No importa a costa de qué, ni de quiénes; no importa el asunto o el lugar, basta que llegues a serlo. Esto no está conforme con las enseñanzas, ni con el espíritu de Jesús, quien siempre nos enseñó que debíamos humillarnos por amor a él.

¿Tratas de sobresalir o de pasar inadvertido? ¡Qué aparezca él, Jesús, y que tú no seas notado!


*P. Alfonso Milagro

II DOMINGO DE CUARESMA, 25 FEBRERO 2018


Hoy 25 de febrero 2018 es el segundo Domingo de Cuaresma
Redacción ACI Prensa
Segundo Domingo de Cuaresma



Este 25 de febrero la Iglesia celebra el segundo domingo de Cuaresma. El Evangelio del día corresponde a la lectura de Marcos 9:2-10, pasaje que narra el momento de la Transfiguración del Señor.

A continuación puede leer el Evangelio y la Homilía del Obispo de Santa María de los Ángeles (Chile), Felipe Bacarreza Rodríguez:

Evangelio del día (Marcos 9:2-10)

2 Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y los lleva, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos,
3 y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo.
4 Se les aparecieron Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.
5 Toma la palabra Pedro y dice a Jesús: «Rabbí, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías»;
6 - pues no sabía qué responder ya que estaban atemorizados -.
7 Entonces se formó una nube que les cubrió con su sombra, y vino una voz desde la nube: «Este es mi Hijo amado, escuchadle.»
8 Y de pronto, mirando en derredor, ya no vieron a nadie más que a Jesús solo con ellos.
9 Y cuando bajaban del monte les ordenó que a nadie contasen lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
10 Ellos observaron esta recomendación, discutiendo entre sí qué era eso de «resucitar de entre los muertos.»

Puede revisar las otras lecturas litúrgicas del día dando click AQUÍ

Homilía de Mons. Bacarreza:

El Evangelio de este Domingo II de Cuaresma nos presenta el acontecimiento de la Transfiguración de Jesús, a la que fueron invitados los apóstoles: Pedro, Santiago y Juan. “Jesús se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo”. Ante esa visión, los apóstoles escucharon una voz del cielo que, refiriéndose a Jesús, declara: "Este es mi Hijo amado”. El Evangelio dice que esa voz salió de la nube que se formó, informándonos así sobre la identidad del que habla. Para los judíos, la nube era un signo claro de la presencia de Dios. El que habla es entonces el Dios de Israel, el Dios único que se reveló en la historia de Israel como el Creador de todo y el Salvador del hombre. Él declara que Jesús es su Hijo amado.

Para leer la homilía completa puede dar click AQUÍ

LIBERAR LA FUERZA DEL EVANGELIO, MEDITACIÓN DEL EVANGELIO DE HOY DOMINGO 25 FEBRERO 2018


LIBERAR LA FUERZA DEL EVANGELIO



Este relato de la«transfiguración de Jesús»fue desde el comienzo muy popular entre sus seguidores. No es un episodio más. La escena, recreada con diversos recursos de carácter simbólico, es grandiosa. Los evangelistas presentan a Jesús con el rostro resplandeciente mientras conversa con Moisés y Elías.

Los tres discípulos que lo han acompañado hasta la cumbre de la montaña quedan sobrecogidos. No saben qué pensar de todo aquello. El misterio que envuelve a Jesús es demasiado grande. Marcos dice que estaban asustados.

La escena culmina de forma extraña: «Se formó una nube que los cubrió y salió de la nube una voz: Este es mi Hijo amado; escuchadlo». El movimiento de Jesús nació escuchando su llamada. Su Palabra, recogida más tarde en cuatro pequeños escritos, fue engendrando nuevos seguidores. La Iglesia vive escuchando su Evangelio.

Este mensaje de Jesús encuentra hoy muchos obstáculos para llegar hasta los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Al abandonar la práctica religiosa, muchos han dejado de escucharlo para siempre. Ya no oirán hablar de Jesús si no es de forma casual o distraída.

Tampoco quienes se acercan a las comunidades cristianas pueden apreciar fácilmente la Palabra de Jesús. Su mensaje se pierde entre otras prácticas, costumbres y doctrinas. Es difícil captar su importancia decisiva. La fuerza liberadora de su Evangelio queda a veces bloqueada por lenguajes y comentarios ajenos a su espíritu.

Sin embargo, también hoy lo único decisivo que puede ofrecer la Iglesia a la sociedad moderna es la Buena Noticia proclamada por Jesús y su proyecto humanizador del reino de Dios. No podemos seguir reteniendo la fuerza humanizadora de su Palabra.

Hemos de hacer que corra limpia, viva y abundante por nuestras comunidades. Que llegue hasta los hogares, que la puedan conocer quienes buscan un sentido nuevo a sus vidas, que la puedan escuchar quienes viven sin esperanza.

Hemos de aprender a leer juntos el Evangelio. Familiarizarnos con los relatos evangélicos. Ponernos en contacto directo e inmediato con la Buena Noticia de Jesús. En esto hemos de gastar las energías. De aquí empezará la renovación que necesita hoy la Iglesia.

Cuando la institución eclesiástica va perdiendo el poder de atracción que ha tenido durante siglos, hemos de descubrir la atracción que tiene Jesús, el Hijo amado de Dios, para quienes buscan verdad y vida. Dentro de pocos años nos daremos cuenta de que todo nos está empujando a poner con más fidelidad su Buena Noticia en el centro del cristianismo.


Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
Mc 9,2-10

PAPA FRANCISCO: QUÉ FUE LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS?


¿Qué fue la transfiguración de Jesús? El Papa Francisco lo explica
Redacción ACI Prensa
 El Papa durante el rezo del Ángelus. Foto: Vatican Media





El Papa Francisco explicó, antes del rezo del Ángelus este domingo 25 de febrero en la Plaza de San Pedro del Vaticano, qué significó la transfiguración de Jesús ante sus discípulos poco antes de la Pasión.

En el Evangelio de este segundo domingo de Cuaresma se narra la transfiguración de Jesús. “Este episodio va unido a lo que había ocurrido seis días antes, cuando Jesús había revelado a sus discípulos que en Jerusalén iba a ‘sufrir mucho, a ser rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y los escribas, asesinado y, tres días después, resucitar’”.

Aquel anunció de la Pasión y Resurrección “había sumido en crisis a Pedro y a todo el grupo de los discípulos, que rechazaban la idea de que Jesús pudiera ser rechazado por los jefes del pueblo y asesinado”.

De hecho, “ellos esperaban a un Mesías poderosos y dominador. En cambio, Jesús se presenta como un humilde y manso siervo de Dios y de los hombres, que iba a dar su vida en sacrificio, avanzando por el camino de la persecución, del sufrimiento y de la muerte”.

“¿Cómo se puede seguir a un Maestro y Mesías cuya vida terrenal va a terminar así? La respuesta llega en la transfiguración: una aparición pascual anticipada”.

El Evangelio narra cómo “Jesús se lleva consigo a tres discípulos, Pedro, Santiago y Juan, y ‘los conduce a o alto de un monte’; y allí, por un momento, muestra toda su gloria, la gloria del Hijo de Dios. Este evento de la transfiguración permite, de ese modo, a sus discípulos afrontar la pasión de Jesús de una manera positiva, sin quedar abrumados”.

“La transfiguración ayuda a los discípulos, y también a nosotros, a comprender que la pasión de Cristo es un misterio de sufrimiento, pero, sobre todo, un regalo de amor infinito por parte de Jesús”.

El evento protagonizado por Jesús, que se transfigura sobre el monte, “nos hace comprender mejor también su resurrección. Si antes de la Pasión no se nos hubiera mostrado la transfiguración con la declaración por parte de Dios, ‘Este es mi hijo amado’, la Resurrección y el misterio pascual de Jesús no habría sido fácilmente comprensible en toda su profundidad”.

“De hecho, para comprenderlo, es necesario saber con anterioridad que aquel que sufre y que es glorificado no es solamente un hombre, sino que es el Hijo de Dios, que, con su amor fiel hasta la muerte, nos ha salvado”.

De esta manera, “el Padre renueva su declaración mesiánica sobre su hijo realizada en el río Jordán el día del bautismo, y exhorta: ‘¡Escuchadlo!’. Los discípulos son llamados a seguir al Maestro con confianza y esperanza, incluso en el momento de su muerte”.

La divinidad de Jesús “se manifiesta incluso sobre la Cruz, incluso en aquel modo de morir. Tanto es así que el evangelista Marcos pone sobre la boca del centurión la profesión de fe: ‘¡Realmente este hombre era Hijo de Dios!’”.

“Esta revelación de la divinidad de Jesús tuvo lugar en el monte, que en la Biblia es el lugar emblemático donde Dios se muestra al hombre. Es necesario, especialmente en el tiempo de Cuaresma, subir con Jesús al monte y detenerse con Él, prestar mayor atención a la voz de Dios y dejarse envolver y transformar por el Espíritu”.

Por último, el Pontífice explicó que la cuaresma “es la experiencia de la contemplación y de la oración, de vivir no para evadirse de la dureza de lo cotidiano, sino para gozar de la familiaridad con Dios, para después retomar, con renovado vigor, el camino fatigoso de la cruz que lleva a la resurrección”.
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