martes, 6 de febrero de 2018

PAPA FRANCISCO DENUNCIA A LOS ENCANTADORES DE SERPIENTES QUE CONFUNDEN A LOS HOMBRES


El Papa denuncia a los “encantadores de serpientes” que confunden a los hombres
 Foto: Vatican Media





En el Mensaje para la Cuaresma de este año, el Papa Francisco clama contra los “encantadores de serpientes” que “aprovechan de las emociones humanas para esclavizar a las personas y llevarlas adonde ellos quieren”.

En el texto, presentado en la Oficina de Prensa de la Santa Sede por el Cardenal Peter Turkson, Prefecto para el Dicasterio para el Desarrollo Humano integral, y Natalia Peiró, Secretaria de Cáritas España, el Papa se pregunta “cuántos hijos de Dios se dejan fascinar por las lisonjas de un placer momentáneo, al que se le confunde con la felicidad".

"Cuántos hombres y mujeres viven como encantados por la ilusión del dinero, que los hace en realidad esclavos del lucro o de intereses mezquinos. Cuántos viven pensando que se bastan a sí mismos y caen presa de la soledad”, dice también en el texto.

El Papa alerta sobre los “charlatanes” que “ofrecen soluciones sencillas e inmediatas para los sufrimientos, remedios que sin embargo resultan ser completamente inútiles: cuántos son los jóvenes a los que se les ofrece el falso remedio de la droga, de unas relaciones de «usar y tirar», de ganancias fáciles pero deshonestas”.

Asimismo, el Pontífice habla de los “falsos profetas”, que son “estafadores”, que “no sólo ofrecen cosas sin valor sino que quitan lo más valioso, como la dignidad, la libertad y la capacidad de amar. Es el engaño de la vanidad, que nos lleva a pavonearnos… haciéndonos caer en el ridículo; y el ridículo no tiene vuelta atrás”.

Y todo esto, obra del “demonio” que “es mentiroso y padre de la mentira” y “presenta el mal como bien y lo falso como verdadero, para confundir el corazón del hombre”.

Por otro lado, Francisco denuncia la violencia “que se dirige contra aquellos que consideramos una amenaza para nuestras certezas: el niño por nacer, el anciano enfermo, el huésped de paso, el extranjero, así como el prójimo que no corresponde a nuestras expectativas”.

Ante la pregunta de “¿qué podemos hacer?”, el Papa invita a la “oración” porque hace “que nuestro corazón descubra las mentiras secretas con las cuales nos engañamos a nosotros mismos”. También a la “limosna”, que “nos libera de la avidez y nos ayuda a descubrir que el otro es mi hermano: nunca lo que tengo es sólo mío”.  “Cuánto desearía que la limosna se convirtiera para todos en un auténtico estilo de vida”, expresa el Pontífice.

Por último, al “ayuno” ya que “debilita nuestra violencia, nos desarma, y constituye una importante ocasión para crecer”. “El ayuno nos despierta, nos hace estar más atentos a Dios y al prójimo, inflama nuestra voluntad de obedecer a Dios, que es el único que sacia nuestra hambre”, subraya. 

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 6 DE FEBRERO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
6 de Febrero



No hay una sola clase de encuentros: siempre el encuentro puede ser de mayor intensidad; siempre puede uno aumentar el amor que pone en un encuentro. En consecuencia cada día podemos y debemos encontrarnos con Cristo.


* P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY MARTES 6 DE FEBRERO DEL 2018


Lecturas de hoy Martes de la 5ª Semana del Tiempo Ordinario
 Hoy, martes, 6 de febrero de 2018




Primera lectura
Lectura del primer libro de los Reyes (8,22-23.27-30):

En aquellos días, Salomón, en pie ante el altar del Señor, en presencia de toda la asamblea de Israel, extendió las manos al cielo y dijo: «¡Señor, Dios de Israel! Ni arriba en el cielo ni abajo en la tierra hay un Dios como tú, fiel a la alianza con tus vasallos, si caminan de todo corazón en tu presencia. Aunque, ¿es posible que Dios habite en la tierra? Si no cabes en el cielo y lo más alto del cielo, ¡cuánto menos en este templo que he construido! Vuelve tu rostro a la oración y súplica de tu siervo Señor, Dios mío, escucha el clamor y la oración que te dirige hoy tu siervo. Día y noche estén tus ojos abiertos sobre este templo, sobre el sitio donde quisiste que residiera tu nombre. ¡Escucha la oración que tu siervo te dirige en este sitio! Escucha la súplica de tu siervo y de tu pueblo, Israel, cuando recen en este sitio; escucha tú, desde tu morada del cielo, y perdona.»

Palabra de Dios


Salmo
Sal 83,3.4.5.10.11

R/. ¡Qué deseables son tus moradas, 
Señor de los ejércitos!

Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo. R/.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío. R/.

Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Fliate, oh Dios, en nuestro Escudo,
mira el rostro de tu Ungido. R/.

Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (7,1-13):

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos (los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas.) 
Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?»
Él les contestó: «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos." Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.»
Y añadió: «Anuláis el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición. Moisés dijo: "Honra a tu padre y a tu madre" y "el que maldiga a su padre o a su madre tiene pena de muerte"; en cambio, vosotros decís: Si uno le dice a su padre o a su madre: "Los bienes con que podría ayudarte los ofrezco al templo", ya no le permitís hacer nada por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con esa tradición que os trasmitís; y como éstas hacéis muchas.»

Palabra del Señor





Comentario al Evangelio de hoy martes, 6 de febrero de 2018
José Luis Latorre, misionero claretiano




Queridos hermanos:

Jesús nos enseña que en la vida hay cosas esenciales y cosas secundarias, y que éstas nos pueden desviar de lo que es verdaderamente importante y da sentido a la vida. Ciertamente cumplir unas normas, realizar ritos o ceremonias, practicar unas costumbres de tradición está bien y nos da seguridad. Pero, ¿es eso lo más importante en nuestra vida? Si fuera así haríamos como los fariseos cuyos preceptos y normas son “tradición de los antiguos”, “tradición de los hombres”, “tradición vuestra” como dice el Evangelio de hoy, es decir ellos las han hecho y se las han trasmitido a sí mismos. Es verdad que todos podemos olvidarnos de las cosas esenciales y obsesionarnos por las cosas secundarias y no ver más allá; incluso podemos convertir lo secundario en fundamental.

En tiempos de desorientación como los nuestros puede sorprendernos la tentación de ir a la caza de seguridades y adherirnos a prácticas, ceremonias y costumbres “antiguas”, a “los maestros de antes”, a “lo nuestro” pensando que así somos fieles a Dios y no querer saber nada de los aires nuevos que el Espíritu está soplando.

La vida de Jesús fue de cosas sencillas y fundamentales: la amistad, la solidaridad, la justicia, la misericordia, el compartir, el trabajo de cada día, la simplicidad en el vestir y comer, el descanso, la sobriedad… Jesús vivió la vida desde dentro, desde el corazón que estaba fuertemente anclado en el Padre Providente que cuando creó el mundo “todo lo hizo muy bien”.  Jesús nos descubrió que del corazón del hombre sale lo bueno y lo malo; que la persona tiene la capacidad de transformar lo bueno en malo y lo malo en bueno.  Y la vida de Jesús es Evangelio, es decir la Buena Noticia predicada con palabras y obras. Es el Evangelio de la grandeza de las cosas pequeñas y sencillas de cada día que todos podemos hacer sin complicaciones. Pero todo esto vivido desde un corazón que cree  que Dios Padre se alegra y goza cuando las personas vivimos y disfrutamos de todo lo que Él ha hecho; un Dios Padre que quiere que todos –sin exclusión ni diferencia- disfruten de la obra de su creación;  un Dios Padre que hace salir el sol sobre  buenos y malos,  y envía la lluvia sobre el campo del justo y pecador, porque todos son sus hijos y a todos ama igualmente.

BUENOS DÍAS




lunes, 5 de febrero de 2018

IMÁGENES DE SALUDOS POR EL DÍA DE SAN VALENTÍN
























DAR LA CARA


Dar la cara…




Qué valentía supone buscar con pasión la verdad, sin transigir con las excusas que nos vuelven esclavos de nuestras mentiras. Sólo la verdad nos hará libres, dijo Jesús. Libres y auténticos, al reconocer con sensatez nuestras “fortalezas” y “debilidades”. No es fácil porque vivimos en un entorno de convencionalismos y máscaras.

Una persona refirió que un día dejó el coche aparcado junto al hospital. Al volver, vio que alguien había arrancado el paragolpes y lo había dejado sobre el capó. Había una nota en el parabrisas que decía: “Ha sido una furgoneta, que se fue sin decir nada. Sus datos son... Puedo testificar si lo desea” Y firmaba. La nota la había escrito la madre de un niño con síndrome de Down que esa misma mañana había venido al hospital por una urgencia de su hijo. Esto hace pensar que las personas que sufren la enfermedad de un paciente, son las que más pendientes están de los demás.

La persona honesta es coherente entre lo que hace y lo que dice. Vive de principios. Vive auténticamente como un ser humano. No se justifica diciendo que todos actúan así; o que es la única forma de salir adelante. Se atreve a ir “contra corriente”. Y se abstiene de mentir con firme decisión. Sabe asumir las consecuencias de sus actos, sin excusas. Da la cara.



* Enviado por el P. Natalio

A LA PUERTA DE NUESTRA CASA


A la puerta de nuestra casa



En la sinagoga de Cafarnaún Jesús ha liberado por la mañana a un hombre poseído por un espíritu maligno. Ahora se nos dice que sale de la «sinagoga» y marcha a «la casa» de Simón y Andrés. La indicación es importante, pues en el Evangelio de Marcos lo que sucede en esa casa encierra siempre alguna enseñanza para las comunidades cristianas.

Jesús pasa de la sinagoga, lugar oficial de la religión judía, a la casa, lugar donde se vive la vida cotidiana junto a los seres más queridos. En esa casa se va a ir gestando la nueva familia de Jesús. En las comunidades cristianas hemos de saber que no son un lugar religioso donde se vive de la Ley, sino un hogar donde se aprende a vivir de manera nueva en torno a Jesús.

Al entrar en la casa, los discípulos le hablan de la suegra de Simón. No puede salir a acogerlos pues está postrada en cama con fiebre. Jesús no necesita más. De nuevo va a romper el sábado por segunda vez el mismo día. Para él, lo importante es la vida sana de las personas, no las observancias religiosas. El relato describe con todo detalle los gestos de Jesús con la mujer enferma. 

«Se acercó». Es lo primero que hace siempre: acercarse a los que sufren, mirar de cerca su rostro y compartir su sufrimiento. Luego, «la cogió de la mano»: toca a la enferma, no teme las reglas de pureza que lo prohíben; quiere que la mujer sienta su fuerza curadora. Por fin, «la levantó», la puso de pie, le devolvió la dignidad.

Así está siempre Jesús en medio de los suyos: como una mano tendida que nos levanta, como un amigo cercano que nos infunde vida. Jesús solo sabe servir, no ser servido. Por eso la mujer curada por él se pone a «servir» a todos. Lo ha aprendido de Jesús. Sus seguidores han de vivir acogiéndose y cuidándose unos a otros.

Pero sería un error pensar que la comunidad cristiana es una familia que piensa solo en sus propios miembros y vive de espaldas al sufrimiento de los demás. El relato dice que, ese mismo día, «al ponerse el sol», cuando ha terminado el sábado, le llevan a Jesús toda clase de enfermos y poseídos por algún mal.

Los seguidores de Jesús hemos de grabar bien esta escena. Al llegar la oscuridad de la noche, la población entera, con sus enfermos, «se agolpa a la puerta». Los ojos y las esperanzas de los que sufren buscan la puerta de esa casa donde está Jesús. La Iglesia solo atrae de verdad cuando la gente que sufre puede descubrir dentro de ella a Jesús curando la vida y aliviando el sufrimiento. A la puerta de nuestras comunidades hay mucha gente sufriendo. No lo olvidemos.



© Padre José Antonio Pagola

VALE LA PENA CASARSE?


¿Vale la pena casarse?
Muchos jóvenes aseguran hoy que no ven razón alguna para contraer matrimonio. Se quieren, y en ello encuentran una justificación sobrada para vivir juntos


Por: Tomás Melendo, Catedrático de Metafísica (Filosofía) de la Universidad de Málaga | Fuente: mujernueva.org 




Bastantes jóvenes aseguran hoy que no ven razón alguna para contraer matrimonio. Se quieren, y en ello encuentran una justificación sobrada para vivir juntos. Estimo que están equivocados, pero los comprendo perfectamente.

Y es que las leyes y los usos sociales han arrebatado al matrimonio todo su sentido:
a) la admisión del divorcio elimina la seguridad de que se luchará por mantener el vínculo;
b) la aceptación social de «devaneos» extramatrimoniales suprime la exigencia de fidelidad; y
c) la difusión de contraceptivos desprovee de relevancia y valor a los hijos.

¿Qué queda, entonces, de la grandeza de la unión conyugal?, ¿qué de la arriesgada aventura que siempre ha sido?, ¿con qué objeto «pasar por la iglesia o por el juzgado»? Vistas así las cosas, a quienes sostienen la absoluta primacía del amor habría que comenzar por darles la razón… para después hacerles ver algo de capital importancia: que es imposible quererse bien, a fondo, sin estar casados.

Hacerse capaz de amar

Aunque pueda suscitar cierto estupor, lo que acabo de sostener no es nada extraño. En todos los ámbitos de la vida humana hay que aprender y capacitarse. ¿Por qué no en el del amor, que es a la par la más gratificante y difícil de nuestras actividades? Jacinto Benavente afirmaba que «el amor tiene que ir a la escuela». Y es cierto. Para poder querer de veras hay que ejercitarse, igual que, por ejemplo, hay que templar los músculos para ser un buen atleta.

Pues bien, la boda capacita para amar de una manera real y efectiva. Nuestra cultura no acaba de entender el matrimonio: lo contempla como una ceremonia, un contrato, un compromiso… Algo que, sin ser falso, resulta demasiado pobre. En su esencia más íntima, la boda constituye una expresión exquisita de libertad y amor. El sí es un acto profundísimo, inigualable, por el que dos personas se entregan plenamente y deciden amarse de por vida. Es amor de amores: amor sublime que me permite «amar bien», como decían nuestros clásicos: fortalece mi voluntad y la habilita para querer a otro nivel; sitúa el amor recíproco en una esfera más alta. Por eso, si no me caso, si excluyo ese acto de donación total, estaré imposibilitado para querer de veras a mi cónyuge: como quien no se entrena o no aprende un idioma resulta incapaz de hablarlo.

A su joven esposa, que le había escrito: «¿Me olvidarás a mí, que soy una provincianita, entre tus princesas y embajadoras?», Bismark le respondió: «¿Olvidas que te he desposado para amarte?». Estas palabras encierran una intuición profunda: el «para amarte» no indica una simple decisión de futuro, incluso inamovible; equivale, en fin de cuentas, a «para poderte amar» con un querer auténtico, supremo, definitivo.

Casarse o «convivir» 

No se trata de teorías. Cuanto acabo de exponer tiene claras manifestaciones en el ámbito psicológico. El ser humano sólo es feliz cuando se empeña en algo grande, que efectivamente compense el esfuerzo. Y lo más impresionante que un varón o una mujer pueden hacer es amar. Vale la pena dedicar toda la vida a amar cada vez mejor y más intensamente. En realidad, es lo único que merece nuestra dedicación: todo lo demás, todo, debería ser tan sólo un medio para conseguirlo.

Pues bien, cuando me caso establezco las condiciones para consagrarme sin reservas a la tarea de amar. Por el contrario, si simplemente vivimos juntos, y aunque no sea consciente de ello, todo el esfuerzo tendré que dirigirlo, a «defender las posiciones» alcanzadas, a no «perder lo ganado».

Todo, entonces, se torna inseguro: la relación puede romperse en cualquier momento. No tengo certeza de que el otro se va a esforzar seriamente en quererme y superar los roces y conflictos del trato cotidiano: ¿por qué habría de hacerlo yo? No puedo bajar la guardia, mostrarme de verdad como soy… no sea que mi pareja advierta defectos «insufribles» y decida no seguir adelante. Ante las dificultades que por fuerza han de surgir, la tentación de abandonar la empresa se presenta muy cercana, puesto que nada impide esa deserción…

En resumen, la simple convivencia sin entrega definitiva crea un clima en el que la finalidad fundamental y entusiasmante del matrimonio —hacer crecer y madurar el amor y, con él, la felicidad— se ve muy comprometida.

¿Amor o «papeles»?

Todo lo cual parece avalar la afirmación de que «lo importante» es quererse. Me parece correcto. El amor es efectivamente lo importante. No hay que tener miedo a esta idea. Pero ya he explicado que no puede haber amor cabal sin donación mutua y exclusiva, sin casarse. Los papeles, el reconocimiento social, no son de ningún modo lo importante… pero, en cuanto confirmación externa de la mutua entrega, resultan imprescindibles.

¿Por qué?

Desde el punto de vista social, porque mi matrimonio tiene repercusiones civiles claras: la familia es -¡debería ser!- la clave del ordenamiento jurídico y el fundamento de la salud de una sociedad: es indispensable, por tanto, que se sepa que otra persona y yo hemos decidido cambiar de estado y constituir una familia.

Pero, sobre todo, la dimensión pública del matrimonio -ceremonia religiosa y civil, fiesta con familiares y amigos, participaciones del acontecimiento, anuncio en los medios si es el caso, etc.- deriva de la enorme relevancia que lo que están llevando a cabo tiene para los cónyuges. Si eso va a cambiar radicalmente mi vida para mejor, si me va a permitir algo que es una auténtica y maravillosa aventura… me gustará que quede constancia: igual que anuncio con bombo y platillo las restantes buenas noticias. Igual, no. Mucho más, porque no hay nada comparable a casarse: me pone en una situación inigualable para crecer interiormente, para ser mejor persona y alcanzar así la felicidad. ¿Cómo no pregonar, entonces, mi alegría?

¿Anticipar el futuro?

Es verdad que, a la vista de lo expuesto, bastantes se preguntan: ¿cómo puedo yo comprometerme a algo para toda la vida, si no sé lo que ésta me deparará?, ¿cómo puedo estar seguro de que elijo bien a mi pareja?

A todos ellos les diría, antes que nada, que para eso esta el noviazgo: un período imprescindible, que ofrece la oportunidad de conocerse mutuamente y empezar a entrever cómo se desarrollará la vida en común.

Después, si soy como debo ya sé bastante de lo que pasará cuando me case: sé, en concreto, que voy a poner toda la carne en el asador para querer a la otra persona y procurar que sea muy feliz. Y si ese propósito es serio, será compartido por el futuro cónyuge: el amor llama al amor. Podemos, por tanto, tener la certeza de que vamos a intentarlo por todos los medios. Y entonces es muy difícil que el matrimonio fracase.

Observar y reflexionar

Ciertamente, esa decisión radical de entrega no basta para dar un paso de tanta trascendencia. Hay que considerar también algunos rasgos del futuro cónyuge. Por ejemplo, si «me veo» viviendo durante el resto de mis días con aquella persona; también, y antes, cómo actúa en su trabajo, trata a su familia, a sus amigos; si sabe controlar sus impulsos sexuales (porque, de lo contrario, nadie me asegura que será capaz de hacerlo cuando estemos casados y se encapriche con otro u otra); si me gustaría que mis hijos se parecieran a él o a ella… porque de hecho, lo quiera o no, se van a parecer; si sabe estar más pendiente de mi bien (y del suyo) que de sus antojos…

En definitiva, atender más a lo que es; después, a lo que efectivamente hace, a cómo se comporta; y en tercer lugar, a lo que dice o promete, que sólo tendrá valor cuando concuerde con su conducta.

Relaciones anti-matrimoniales

Y aquí suele plantearse una de las cuestiones más decisivas y sobre las que impera una mayor confusión. La necesidad de conocerse, de saber si uno y otra congenian, ¿no aconseja vivir un tiempo juntos, con todo lo que esto implica?

Se trata de un asunto muy estudiado y sobre el que cada vez se va arrojando una luz más clara. Un buen resumen del status quaestionis sería el que sigue: está estadísticamente comprobado que la convivencia a que acabo de aludir nunca -nunca!- produce efectos beneficiosos. Por ejemplo: a) los divorcios son mucho más frecuentes entre quienes han convivido antes de contraer matrimonio; b) las actitudes de los jóvenes que empiezan a tener trato íntimo empeoran notablemente y a ojos vista… desde ese mismo momento: se tornan más posesivos, más celosos y controladores, más desconfiados e irritables…

La causa, aunque profunda, no es difícil de intuir. El cuerpo humano es, en el sentido más hondo de la palabra, personal; y quizá muy especialmente sus dimensiones sexuales. En consecuencia, la sexualidad sólo sabe hablar un idioma: el de la entrega plena y definitiva.
Mas en las circunstancias que estamos considerando esa total disponibilidad resulta contradicha por el corazón y la cabeza, que, con mayor o menor conciencia, la rechazan, al evitar un compromiso de por vida. Surge así un ruptura interior en cada uno de los novios, que se manifiesta psíquicamente por un obsesivo y angustioso afán de seguridad, cortejado de recelos, temores, suspicacias… que acaban por envenenar la vida en común.

De ahí que a este tipo de relaciones, en contra del uso habitual, prefiera llamarlas «anti-matrimoniales».

Para conocerse de veras

Por otro lado, resulta ingenua la pretensión de decidir la viabilidad de un matrimonio por la «capacidad sexual» de sus componentes: ¡como si toda una vida en común dependiera o pudiera sustentarse en unos actos que, en condiciones normales, suman unos pocos minutos a la semana!

Pero es que la mejor manera de conocer a nuestro futuro cónyuge en ese ámbito consiste, como antes sugería, en observarlo en los demás aspectos de su vida, y tal vez principalmente en los no se relacionan directamente con nosotros: reflexionar sobre el modo cómo se comporta en su familia, en el trabajo o estudio, con sus amigos o conocidos. Si en esas circunstancias es generoso, afable, paciente, servicial, tierno, desprendido…, puede asegurarse, sin temor al engaño, que a la larga esa será su actitud en las relaciones íntimas. Mientras que la «comprobación directa», e incluso la forma de tratarnos, por responder a una situación claramente «excepcional» -el noviazgo- no sólo no proporciona datos fiables sobre su vida futura, sino que en muchos casos más bien los enmascara.

¿Probar a las personas?

Pero se puede ir más al fondo: no es serio ni honrado «probar» a las personas, como si se tratara de caballos, de coches o de ordenadores. A las personas se las respeta, se las venera, se las ama; por ellas arriesga uno la vida, «se juega -como decía Marañón- a cara o cruz, el porvenir del propio corazón».

Además, la desconfianza que implica el ponerlas a prueba no sólo crea un permanente estado de tensión difícil de soportar, sino que se opone frontalmente al amor incondicionado que está en la base de cualquier buen matrimonio.

A lo que cabe añadir otro motivo, todavía más determinante: no se puede (es materialmente imposible, aunque parezca lo contrario) hacer esa prueba, porque la boda cambia muy profundamente a los novios; no sólo desde el punto de vista psicológico, al que ya me he referido, sino en su mismo ser: los modifica hondamente, los transforma en esposos, les permite amar de veras: ¡antes no es posible hacerlo!, como ya apunté.
Pero esta es una cuestión de tanta trascendencia que quizá merezca, íntegro, un nuevo escrito.

PAPA FRANCISCO: ADORAR EN SILENCIO? UN CAMINO DIFÍCIL PERO NECESARIO


¿Adorar en silencio? Un “camino” difícil pero necesario, según el Papa
Redacción ACI Prensa
 Foto: Vatican Media



En la homilía en la capilla de la residencia Santa Marta, el Papa Francisco resaltó la importancia de adorar en silencio, y reconoció que en muchas ocasiones los obispos no son capaces de enseñar a hacerlo a los fieles.

Como hiciera en el ángelus del domingo, el Pontífice pidió una Iglesia en “salida”, alejada de lo que es una “llanura”. Al comentar las lecturas de la liturgia del día, explicó que el pueblo de Israel llevaba “la memoria de la elección”.

Pero “no como el pueblo que había aprendido de los escribas” puesto que la habían “abarrocada” con “tantas prescripciones”. “La alianza desnuda: yo te amo, tú me amas”, dijo el Papa.  

Sobre la adoración del pueblo de Israel destacó su marcha de los “sacrificios que hacía en el camino de subida en el silencio, a la humillación de la adoración”.

“Muchas veces pienso que nosotros no enseñamos a nuestro pueblo adorar”, reconoció a los que lo acompañaron en la Misa.
“Sí, los enseñamos a rezar, a cantar, a alabar a Dios, pero a adorar…. La oración de adoración, ésta que nos aniquila sin aniquilarnos: en la aniquilación de la adoración se nos da nobleza y grandeza”.

“Y aprovecho –continuó–, que hoy, vosotros que estáis aquí, con tantos párrocos que habéis nombrado recientemente, para decir: enseñad al pueblo a adorar en silencio, adorar”.

“Solo podemos llegar allí con la memoria de haber sido elegidos, de tener en el corazón una promesa que nos empuja a andar con la alianza en la mano y en el corazón. Y siempre en camino: camino difícil, camino que tiene una subida, pero en camino hacia la adoración”.

Para finalizar, subrayó la actitud de perdón y escucha que hay que tener. “Nos hará bien, hoy, tomar un poco de tiempo de oración, con la memoria de nuestro camino, la memoria de las gracias recibidas, la memoria de la elección, de la promesa, de la alianza, y buscar andar hacia delante, hacia la adoración, y en medio de la adoración, con mucha humildad, decir solamente esta pequeña oración: ‘Escucha y perdona”. 

Lectura comentada por el Papa:


Primera lectura

I Reyes 8:1-7, 9-13
1 Entonces congregó Salomón a los ancianos de Israel en Jerusalén para hacer subir el arca de la alianza de Yahveh desde la ciudad de David, que es Sión.
2 Se reunieron junto al rey Salomón todos los hombres de Israel, en el mes de Etanim, (que es el mes séptimo) en la fiesta,
3 y los sacerdotes llevaron el arca,
4 y la Tienda del Encuentro, con todos los objetos sagrados que había en la Tienda.
5 El rey Salomón y todo Israel con él sacrificaron ante el arca ovejas y bueyes en número incalculable e innumerable.
6 Los sacerdotes llevaron el arca de la alianza de Yahveh a su sitio, al Debir de la Casa, en el Santo de los Santos, bajo las alas de los querubines,
7 porque los querubines extendían las alas por encima del sitio del arca, cubriendo los querubines el arca y su varales por encima.
9 En el arca no había nada más que las dos tablas de piedra que Moisés hizo poner en ella, en el Horeb, las tablas de la alianza que pactó Yahveh con los israelitas cuando salieron de la tierra de Egipto.
10 Al salir los sacerdotes del Santo, la nube llenó la Casa de Yahveh.
11 Y los sacerdotes no pudieron continuar en el servicio a causa de la nube, porque la gloria de Yahveh llenaba la Casa de Yahveh.
12 Entonces Salomón dijo: «Yahveh quiere habitar en densa nube.
13 He querido erigirte una morada un lugar donde habites para siempre.»

EL EVANGELIO DE HOY LUNES 5 DE FEBRERO DEL 2018


Lecturas de hoy Lunes de la 5ª Semana del Tiempo Ordinario
Hoy, lunes, 5 de febrero de 2018



Primera lectura
Lectura del primer libro de los Reyes (8,1-7.9-13):

En aquellos días, Salomón convocó a palacio, en Jerusalén, a los ancianos de Israel, a los jefes de tribu y a los cabezas de familia de los israelitas, para trasladar el Arca de la Alianza del Señor desde la Ciudad de David (o sea Sión). Todos los israelitas se congregaron en torno al rey Salomón en el mes de Etanín (el mes séptimo), en la fiesta de los Tabernáculos. Cuando llegaron los ancianos de Israel, los sacerdotes cargaron con el Arca del Señor, y los sacerdotes levitas llevaron la Tienda del Encuentro, más los utensilios del culto que había en la Tienda. El rey Salomón, acompañado de toda la asamblea de Israel reunida con él ante el Arca, sacrificaba una cantidad incalculable de ovejas y bueyes. Los sacerdotes llevaron el Arca de la Alianza del Señor a su sitio, el camarín del templo, al Santísimo, bajo las alas de los querubines, pues los querubines extendían las alas sobre el sitio del Arca y cubrían el Arca y los varales por encima. En el Arca sólo había las dos Tablas de piedra que colocó allí Moisés en el Horeb, cuando el Señor pactó con los israelitas al salir del país de Egipto, y allí se conservan actualmente. Cuando los sacerdotes salieron del Santo, la nube llenó el templo, de forma que los sacerdotes no podían seguir oficiando a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba el templo. Entonces Salomón dijo: «El Señor quiere habitar en las tinieblas; y yo te he construido un palacio, un sitio donde vivas para siempre».

Palabra de Dios


Salmo
Sal 131, 6-7. 8-10

R/. Levántate, Señor, ven a tu mansión

Oímos que estaba en Éfrata, 
la encontramos en el Soto de Jaar: 
entremos en su morada, 
postrémonos ante el estrado de sus pies. R/.

Levántate, Señor, ven a tu mansión, 
ven con el arca de tu poder: 
que tus sacerdotes se vistan de gala, 
que tus fieles vitoreen. 
Por amor a tu siervo David, 
no niegues audiencia a tu Ungido. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,53-56):

En aquel tiempo, cuando Jesús y sus discípulos terminaron la travesía, tocaron tierra en Genesaret, y atracaron. Apenas desembarcados, algunos lo reconocieron, y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas. En la aldea o pueblo o caserío donde llegaba, colocaban a los enfermos en la plaza, y le rogaban que les dejase tocar al menos el borde de su manto; y los que lo tocaban se ponían sanos.

Palabra del Señor.




Comentario al Evangelio de hoy lunes, 5 de febrero de 2018
 José Luis Latorre, misionero claretiano


Queridos amigos:

La vida de Jesús es una continua itinerancia, es un ir de un lugar a otro, y siempre al encuentro de las personas; siempre movido por el deseo de hacer el bien, de curar, de sanar, de liberar al que más lo necesita y más marginado está. Jesús está lleno del Espíritu de Dios Padre que ama a todos los hombres y quiere su bien. Jesús se pone al alcance de las personas para hacerse “tocar” por ellas.

Acudían a Jesús todos los que se reconocían menesterosos, “gente que tenía cualquier mal”, los que estaban enfermos física, moral o psicológicamente. El que acudía a Jesús era porque había intuido que Dios estaba con Él; el que, tocado por el mismo Dios, percibía que las palabras y las obras de Jesús eran superiores a las que cualquier hombre pudiera decir y hacer; el que se daba cuenta de que, después de haber sentido en sí el efecto del encuentro con Jesús, descubría que Dios está con nosotros y para nosotros. Como dice Pedro: “Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante vosotros con los milagros, prodigios y señales que Dios realizó por su medio, como bien sabéis” (Hch 2, 22).

Jesús curaba, así lo afirma insistentemente el Evangelio, pero también cura hoy. Pero la misión principal de Jesús es curar y sanar los corazones de los hombres de la hipocresía, el odio, el rencor, el orgullo, la avaricia, el fanatismo… de todos los males que corrompen al ser humano y le vuelven insensible e indiferente al sufrimiento de los demás y muy en especial al dolor de los más necesitados y marginados.

Marcos afirma “todos los que le tocaban quedaban curados” (Mc 6, 56). Acércate a Jesús para que Él cure y sane tu corazón de ese pecado que te inquieta, de esa debilidad que te hace caer, de esa adicción que poco a poco te destruye o al menos te aleja de tu familia y amigos. “Tú nos eres necesario, oh Cristo, oh Señor, oh Dios con nosotros” (Beato Pablo VI). Y sólo en Ti está la verdadera y plena paz y felicidad.

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 5 DE FEBRERO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
5 de Febrero




Cuando nos encontremos con Cristo, solamente nos lamentaremos de no habernos encontrado antes con él.

! Cuánto tiempo perdido¡


* P. Alfonso Milagro

LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS, 4 DE FEBRERO


LOS CINCO MINUTOS DE JESÚS
4 de Febrero



Es cierto que no se puede hacer apostolado, si uno no vive lo que pretende comunicar. Pero no es menos valedero que el mejor medio para mantener y hacer crecer en nosotros la gracia y el fervor, es tratar de comunicarlo a los demás. Al pretender llevar a Jesús a los otros, sentimos la imperiosa necesidad de vivirlo nosotros y las palabras que dirigimos a los demás, son los mejores estimulantes para que seamos nosotros los primeros en vivir lo que decimos.


* P. Alfonso Milagro

BUENAS TARDES





sábado, 3 de febrero de 2018

12 RAZONES CONTUNDENTES DEL PORQUÉ NECESITAMOS UN RETIRO ESPIRITUAL


12 razones contundentes del porqué necesitamos un retiro espiritual
Es esa pausa que necesitamos en el caminar de nuestras vidas para encontrarnos de una manera más profunda y directa con Dios


Por: Silvana Ramos | Fuente: Catholic-link.com 




¿Cuán tristes se habrán sentido aquellos discípulos que caminaban hacia Emaús? Cristo había muerto. Su desánimo y desconcierto debió haber sido grande. Ellos lo conocían, nadie les había contado sobre Él, habían sido amigos cercanos. No solo habían perdido a su maestro, a su amigo, habían perdido su razón de ser. Algunas mujeres decían que había resucitado, que no había nadie en el sepulcro pero, para ellos eso era incomprensible, una locura.

Y así en plena oscuridad, es nuevamente el mismo Jesús el que sale al encuentro, el que siempre da el primer paso. Y no aparece diciendo: –«¡Hey amigos! ¿De qué están tristes? Soy yo, ¡que no ven que no he muerto!»– Por el contrario, Jesús delicadamente aparece como uno más, se hace el desentendido, les pregunta, entiende su dolor, les habla nuevamente sobre todo lo que el maestro les enseñó…acompaña su camino y cuando están preparados les muestra su rostro: Cristo vive.

Pasa que en nuestro caminar por esta vida no pocas veces nos encontramos como esos discípulos de Emaús. Caminamos tristes, con un anhelo profundo en el corazón por la Verdad. Una verdad que tantas veces se nos olvida. Es por eso que una pausa en el camino, dejar que Jesús entre y predisponernos a escucharlo es algo que necesitamos. 

Un retiro espiritual es esa pausa que necesitamos en el caminar de nuestras vidas para encontrarnos de una manera más profunda y directa con Dios. Esta es una práctica común en la iglesia que no debemos dejar de lado. Si nunca has ido a alguno o si de pronto crees que no lo necesitas, aquí te dejamos algunos puntos importantes de lo sucede en un retiro espiritual. Anímate a ir a uno.

«Los hombres y las mujeres de hoy necesitan encontrar a Dios y conocerlo “no de oídas”. (…) un buen curso de Ejercicios Espirituales contribuye a renovar en quien participa la adhesión incondicional a Cristo y ayuda a entender que la oración es el medio insustituible de unión al Crucificado» (Papa Francisco).


1. Es posible que al principio no entiendas y quieras salir corriendo
Cuando un retiro empieza, los primeros momentos suelen ser raros. Es como si de pronto el mundo se detuviera y entraras en algo que no comprendes. Tal vez tengas la urgencia de salir o la incomodidad de encontrarte con este nuevo espacio. ¿Para qué habré venido? ¿Para qué complicarme la vida? Ten paciencia, ábrete a la acción de Dios y permite que sea El quien guíe tus pasos. No te arrepentirás.

2. Te encontrarás con tu propia oscuridad y desierto
Hacer una pausa y entrar en un retiro necesariamente lleva a que revisemos nuestra vida. Cómo la hemos venido viviendo, cuáles son esos eventos que nos han marcado. Es mirar también de frente a nuestro pecado, reconocer que hemos hecho daño y nos hemos dañado. Mirar de frente ese dolor que tal vez en un primer momento resulte difícil de reconocer y asimilar es absolutamente necesario para poder reconciliar y experimentar el amor y la misericordia de Dios.

3. Descubrirás que tienes mucho para estar agradecido
Así como experimentas esa oscuridad, también empezarás a ver la obra de Dios en tu vida, a reconocer todo lo que Él siempre te ha otorgado, su presencia en momentos insospechados, la belleza de la gente que te rodea, tu familia, tus amigos, tu comunidad, las mismas personas que acompañan tu retiro, todo te hablará de Dios y empezarás a descubrir la riqueza en tu vida. Una riqueza que ningún dinero podrá jamás comprar.

4. Experimentarás la Verdad y la Belleza de Dios
Los momentos de oración en un retiro son intensos. Las visitas al Santísimo Sacramento, las pláticas, el compartir con los demás. Dios se manifiesta de maneras inesperadas y en momentos sorprendentes. Descubrirás que la verdad existe, que no es un concepto relativo, la verdad es Dios mismo. Ese Dios que cumple su promesa cuando dijo: «Y yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo» (Mateo 28,20).

5. Verás como Dios te cuida de una manera personal
El trato personal lo inventó Dios. Sí, no fueron las grandes corporaciones ni el servicio de atención al cliente. Fue Dios. El fue el primero que ama con un amor infinito y a la vez “hecho a medida”. Como padre bueno que es, conoce hasta el último detalle de nuestro corazón, nuestros sueños, anhelos y todos los toma en consideración. Muchas veces no entendemos por qué permite ciertas cosas, pero lo cierto es que Él nos conoce incluso mejor que nosotros mismos. En un retiro experimentarás ese amor que te hace sentir su hijo favorito.

6. Serás testigo directo de su actuar en la vida de los demás
Así como experimentas ese amor y ese cuidado hacia a ti. Si sales un poco de ti y miras a los demás verás cómo de esa misma manera quiere a cada uno de los que está presente. Los que provienen de una familia numerosa tal vez puedan entender esto mejor. El padre que llena de detalles a cada uno de sus hijos, que da las respuestas que cada uno pregunta y las da a la medida. Trata y educa de acuerdo a las necesidades especiales de cada hijo. Mirar la acción de Dios en otros es una experiencia por demás conmovedora. Una enseñanza de cómo tú debes tratar a los demás.

7. Experimentarás Su sentido del humor
¿Alguna vez te has reído de las ocurrencias de un niño? De la misma manera escucharás a Dios reírse de las tuyas, jugarte bromas tiernas y reír hasta quedar sin aliento. El sentido del humor de Dios es inigualable. Es un sentido del humor tierno, que busca que aprendas con cariño y diversión. Me recuerda a mi madre riéndose cuando mis hermanos empezaban a hablar…

8. Encontrarás descanso
Entrar de retiro es salir a una vida nueva. Es poder echarte a mirar el cielo y descubrir una grandeza que eras incapaz de ver por estar siempre parado mirando hacia el piso. Encontrarás una parada, alguien que te dio posada para poder volver a leer el mapa y cambiar de dirección si estabas perdido. Un lugar donde recobrarás fuerzas para continuar.

9. Recordarás lo importante que es la vida de oración
Muchas veces pensamos que con ir a misa y rezar brevemente por las noches o en algún espacio del día es suficiente. Cuando te das una pausa y tienes un tiempo prolongado de encuentro con el Señor como sucede en los retiros, tu vida de oración necesariamente se incrementa. Y estando así en oración, en contemplación y adoración recordarás que la oración es ese “idioma” para hablar con Dios, para conocerlo y sobre todo para escucharlo. Recordarás que la oración es vital para un cristiano.

10. Descubrirás que los mejores amigos son los que te acercan a Cristo
Es probable que a un retiro vayas acompañada de amigos, o tal vez ahí mismo conozcas gente que te acompañará siempre, aunque no veas mucho después. «No hay amor más grande que dar la vida por los amigos» (Juan 15, 9-17), es una realidad tangible, en un retiro abrirás tu corazón, compartirás con ellos y celebrarás con ellos todo el amor recibido. Los amigos que hacemos en el Señor son verdaderos regalos, amistades especiales con las que compartes toda tu vida. Sé tú también para ellos ese “lugar-persona” donde descansar, donde confiar y con quién compartir.

11. Renovarás esa necesidad por los sacramentos
En el camino de Emaús, Jesús sale al encuentro, reconforta a sus discípulos tristes por su falta de fe, pero no solo eso, Jesús termina esa conversación partiendo el pan, y es ahí donde los discípulos lo reconocen. Los sacramentos de la reconciliación y de la Eucaristía son esa fuerza ese renovarnos en Cristo, recibir su perdón y alimentarnos de su Espíritu. A veces lo hacemos mecánicamente, el silencio y el espacio que brinda un retiro espiritual permita que puedas volver a saborear esa necesidad de Dios.

12. Saldrás con una ganas infinitas de gritarle al mundo que Dios está vivo
Es imposible que después de todo lo vivido y recibido en un momento de profundo contacto con Dios, no tengas ganas de salir a gritarle al mundo que Dios está vivo. Así de la misma manera como lo hicieron los discípulos de Emaús, ellos no se echaron a descansar, ¡el corazón les ardía!, y así, salieron corriendo a contar a los demás que Cristo había resucitado.

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