lunes, 14 de septiembre de 2015

IMÁGENES DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES, 15 DE SEPTIEMBRE












































EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 14 DE SEPTIEMBRE DEL 2015


Señor, no soy digno de que entres en mi casa
Tiempo Ordinario


Lucas 7, 1-10. Tiempo Ordinario. La tribulación nos hace sufrir pero el confiarse al Señor da la esperanza y de ahí surge la paz. 


Por: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net 



Te adelantamos las Reflexiones del Evangelio de la 24a. Semana del Tiempo Ordinario,  del domingo 13 al sábado 19 de septiembre 2015.
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Del santo Evangelio según san Lucas 7, 1-10 
En aquel tiempo, cuando hubo acabado de dirigir todas estas palabras al pueblo, entró en Cafarnaúm. Se encontraba mal y a punto de morir un siervo de un centurión, muy querido de éste. Habiendo oído hablar de Jesús, envió donde él unos ancianos de los judíos, para rogarle que viniera y salvara a su siervo. Estos, llegando donde Jesús, le suplicaban insistentemente diciendo: Merece que se lo concedas, porque ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga. Iba Jesús con ellos y, estando ya no lejos de la casa, envió el centurión a unos amigos a decirle: Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: Vete, y va; y a otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace. Al oír esto Jesús, quedó admirado de él, y volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía: Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande.Cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al siervo sano. 

Oración Introductoria 
Dios mío, te pido me concedas la gracia de iniciar esta oración con la fe del oficial romano. Deseo profundamente mejorar mi estilo de vida porque he tomado la decisión y tengo la confianza de que, con tu ayuda, puede llegar a ser un auténtico testigo de tu amor.

Petición
Señor, no soy digno, pero humildemente te pido que aumentes mi fe para poder unirme a Ti.

Meditación del Papa Francisco
Un cristiano puede llevar adelante las tribulaciones y también las persecuciones confiándose al Señor. Solamente él es capaz de darnos la fuerza, de darnos la perseverancia en la fe, de darnos esperanza.
Confiar al Señor algo, confiar al Señor este momento difícil, confiar a mí mismo al Señor, confiar al Señor a nuestros fieles, nosotros sacerdotes, obispos, confiar al Señor nuestras familias, nuestros amigos y decirle al Señor: ‘Cuida a estos que son tuyos’.
Esta es una oración que no hacemos siempre, la oración en la que confiamos algo o alguien: ‘Señor te confío esto, llévalo Tú adelante’, es una bella oración cristiana. Es la actitud de la confianza en el poder del Señor, también en la ternura del Señor que es Padre.
Asimismo, cuando una persona hace esta oración desde el corazón siente que es confiada al Señor, es segura: Él no decepciona nunca. La tribulación nos hace sufrir pero el confiarse al Señor da la esperanza y de ahí surge la tercera palabra: paz. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 5 de mayo de 2015, en Santa Marta).
Reflexión
Así como un foco necesita de la electricidad para encender y un motor de combustión necesita de la gasolina para funcionar, así la gracia de Dios necesita ser alimentada por nuestra fe para poder obrar milagros y maravillas. Esta es la lección de este Evangelio. Jesús, por compasión y buena voluntad, se levanta y va a curar al siervo del centurión, pero cuando llega a casa de éste, salen los amigos con su recado: "No soy digno..." y "...con una palabra tuya..."

Fe y humildad. La combinación perfecta para que Dios otorgue sus más hermosas gracias a la gente que se las pide. Fe, porque el centurión creyó con todo su corazón que Jesús podía curar a su siervo. No dudó del poder de Jesús en su corazón. Porque de otra manera no hubiera podido arrancar de su Divina misericordia esta gracia.

Humildad, porque siendo centurión y romano, que tenían en ese tiempo al pueblo judío dominado, no le ordenó a Jesús como si fuera un igual o una persona de menor rango. Todo lo contrario. Se humilló delante de Él y despojándose de su condición de dominador de las gentes, reconoció su condición de hombre necesitado de Él.

Propósito
Al acercarme a recibir la Eucaristía, rezar con atención el «Yo no soy digno…». Imitemos la actitud del centurión cada vez que acudamos a Dios. Si rezamos con fe y humildad, seguro que nos concederá lo que pidamos.

Diálogo con Cristo
Jesús, enséñame a orar. A saber pedir lo que realmente conviene a mi salvación y a la de mis hermanos. Que sea dócil a tus tiempos y disposiciones y que no me agite queriéndote imponer lo que YO considero el mejor bien. Que sepa suplicar con aquella confianza de tu madre santísima en las bodas de Caná, no dudar nunca de tu cercanía, de tu interés, de tu gran amor por mí, aunque yo no sea digno ni pueda corresponder, sin tu ayuda, a este gran amor.

Si necesitas enfrentar y sobrellevar un duelo, tristeza o situación difícil que estás viviendo,  a la luz del Evangelio, que te permita mirar tu situación de una manera nueva, y encuentres la fortaleza, el gozo, el consuelo y la paz que sólo Dios podrá darte, consulta  Hospitalidad Católica  un servicio fraterno de acompañamiento en torno a la Palabra de Dios.
 

¿QUÉ SIGNIFICA LA SOTANA?

© Fotografía de Oblatos de San José - Perú


¿Qué significa la Sotana?
Un poco de historia y tradición y siete excelencias de la sotana condensadas de un escrito P. Jaime Tovar Patrón


Por: Redacción | Fuente: tallereseclesiasticosbelen.com 




La palabra viene del latín subtana, o subtanea, de subtus, que significa debajo. Y se llama así a la vestidura talar (hasta los talones de los pies), que sin embargo no se lleva debajo, sino precisamente es lo que se ve. Es normalmente negra, pero en muchos casos es también blanca o roja o de otros colores, se ajusta al cuerpo, y con mangas estrechas.

La sotana fue instituida por la Iglesia a fines del siglo V con el propósito de darle a sus sacerdotes un modo de vestir serio, simple y austero. Recogiendo esta tradición, el Código de Derecho Canónico impone el hábito eclesiástico a todos los sacerdotes (canon 136).

Esta, no ha sido exclusiva de los sacerdotes: también los sacristanes, los coristas o los monaguillos pueden llevarla. En la celebración litúrgica, se tiende a llevar alba, que es el equivalente en blanco.

En la Iglesia Católica Romana de rito latino, la sotana de uso diario es negra para todo el clero, menos el Papa  para quien es blanca, y se le llama  traje piano  en recuerdo del papa Pio IX que estableció su uso.

Los seminaristas, Sacerdotes, Obispos, Capellanes de su Santidad y Cardenales se distinguen por su fajín, botonadura y solideo: fajín azul para los seminaristas, rojo para los cardenales, morado para prelados de honor y obispos, negro para sacerdotes. En zonas tropicales o de mayo calor, tales como Ecuador, gran parte de África y La India, las Sotanas para el Clero, incluyendo las de Obispos y Cardenales son blancas, con los mismos detalles que la negra tradicional.

Para la vestimenta coral varía el color de la sotana de acuerdo con el grado de la prelatura: así los sacerdotes la usan negra; los beneficiados y canónigos la usan negra ribeteada, o en ocasiones morada; los prelados, protonotarios y monseñores la usan morada; los obispos y arzobispos, morada con vivos, bocamangas y botones carmesíes; los cardenales la usan roja; el papa blanca.

El color negro recuerda a todos que el que lo lleva ha muerto al mundo. Todas las vanidades del siglo han muerto para ese ser humano que ya sólo ha de vivir de Dios. El color blanco del alzacuellos simboliza la pureza del alma. Conociendo el simbolismo de estos dos colores es una cosa muy bella que todas las vestiduras del sacerdote, incluso las de debajo de la sotana, sean de esos dos colores: blanca camisa y alzacuellos, negro jersey, pantalones, calcetines y zapatos.

“Fíjese si el impacto de la sotana es grande ante la sociedad, que muchos regímenes anticristianos la han prohibido expresamente. Esto debe decirnos algo. ¿Cómo es posible que ahora, hombres que se dicen de Iglesia desprecien su significado y se nieguen a usarla?”.

Hoy en día son pocas las ocasiones en que podemos admirar a un sacerdote vistiendo su sotana. El uso de la sotana, una tradición que se remonta a tiempos antiquísimos, ha sido olvidado y a veces hasta despreciado en la Iglesia posconciliar. Pero esto no quiere decir que la sotana perdió su utilidad sino que la indisciplina y el relajamiento de las costumbres entre el clero en general es una triste realidad.

Contra la enseñanza perenne de la Iglesia, está la opinión de círculos enemigos de la Tradición que tratan de hacernos creer que el hábito no hace al monje, que el sacerdocio se lleva dentro, que el vestir es lo de menos y que lo mismo se es sacerdote con sotana que de paisano. Sin embargo, la experiencia demuestra todo lo contrario, porque cuando hace más de 1.500 años la Iglesia decidió legislar sobre este asunto fue porque era y sigue siendo importante.

La sotana es una vestimenta usada por sacerdotes y religiosos de la Iglesia Católica Romana, de las Iglesias Ortodoxas y Orientales, de la Comunidad Anglicana y de algunas Iglesias reformadas.

En las Iglesias Ortodoxas la sotana propiamente dicha, es por lo general, aunque no exclusivamente, negra para seminaristas, monjes, diáconos, presbíteros, obispos, arzobispos y patriarcas, sin embargo en algunas Iglesias como la Rumana el Patriarca la utiliza en color blanco.

Entre el clero también se llegan a utilizar sotanas azules, grises, cafés e incluso blancas en lugares donde el clima lo amerita. Existe también el rason (exorason) o sotana exterior, originalmente una vestimenta de origen monástico, es más amplia, y utilizada sobre la sotana común o interior. La usa el clero ordenado (diáconos, presbíteros, obispos) y los monjes como vestimenta de diario. Los seminaristas y las llamadas órdenes menores como subdiáconos y lectores no la visten. En ocasiones los cantores la utilizan durante los servicios sobre la vestimenta laica de diario.

En la Comunidad Anglicana se utiliza negra para seminaristas, diáconos y presbíteros; los canónigos en ocasiones la utilizan roja (escarlata) o negra con botones y filo rojo; y los obispos la utilizan púrpura aunque no siempre, por ejemplo, el actual arzobispo de Canterbury suele utilizarla en color negro.

Exponemos siete excelencias de la sotana condensadas de un escrito del ilustre Padre Jaime Tovar Patrón.

1º – El recuerdo constante del sacerdote
Ciertamente que, una vez recibido el orden sacerdotal, no se olvida fácilmente. Pero nunca viene mal un recordatorio: algo visible, un símbolo constante, un despertador sin ruido, una señal o bandera. El que va de paisano es uno de tantos, el que va con sotana, no. Es un sacerdote y él es el primer persuadido. No puede permanecer neutral, el traje lo delata. O se hace un mártir o un traidor, si llega el caso. Lo que no puede es quedar en el anonimato, como un cualquiera. Y luego… ¡Tanto hablar de compromiso! No hay compromiso cuando exteriormente nada dice lo que se es.

2º – Presencia de lo sobrenatural en el mundo
No cabe duda que los símbolos nos rodean por todas partes: señales, banderas, insignias, uniformes… Uno de los que más influjo produce es el uniforme. Un policía, un guardián, no hace falta que actúe, Su simple presencia influye en los demás: da seguridad, o pone nervioso, según sean las intenciones y conducta de los ciudadanos.

Una sotana siempre suscita algo en los que nos rodean. Despierta el sentido de lo sobrenatural. No hace falta predicar, ni siquiera abrir los labios. Al que está a bien con Dios le da ánimo, al que tiene enredada la conciencia le avisa, al que vive apartado de Dios le produce remordimiento.

Los fieles han levantando lamentaciones sobre la desacralización y sus devastadores efectos. Los modernistas claman contra el supuesto triunfalismo, se quitan los hábitos, rechazan la corona pontificia, las tradiciones de siempre y después se quejan de seminarios vacíos; de falta de vocaciones. Apagan el fuego y luego se quejan de frío. No hay que dudarlo: la desotanización lleva a la desacralización.

3º – Es de gran utilidad para los fieles
El sacerdote lo es, no sólo cuando está en el templo administrando los sacramentos, sino las veinticuatro horas del día. EL SACERDOCIO NO ES UNA PROFESIÓN, con un horario marcado; es una vida, una entrega total y sin reservas a Dios. El pueblo de Dios tiene derecho a que lo asista el sacerdote. Esto se les facilita si pueden reconocer al sacerdote de entre las demás personas; si éste lleva un signo externo. El que desea trabajar como sacerdote de Cristo debe poder ser identificado como tal para el beneficio de los fieles y el mejor desempeño de su misión.

4º – Sirve para preservar de muchos peligros
¡A cuántas cosas se atreverán los clérigos y religiosos si no fuera por el hábito! Esta advertencia, que era sólo teórica cuando la escribía el ejemplar religioso P. Eduardo F. Regatillo, S. I., es hoy una terrible realidad.

Primero, fueron cosas de poco bulto: entrar en bares, sitios de recreo, alternar con seglares, pero poco a poco se ha ido cada vez a más.

Los modernistas quieren hacernos creer que la sotana es un obstáculo para que el mensaje de Cristo entre en el mundo. Pero, al suprimirla, han desaparecido las credenciales y el mismo mensaje. De tal modo, que ya muchos piensan que al primero que hay que salvar es al mismo sacerdote que se despojó de la sotana supuestamente para salvar a otros.

Hay que reconocer que la sotana fortalece la vocación y disminuye las ocasiones de pecar para el que la viste y los que lo rodean. De los miles que han abandonado el sacerdocio después del Concilio Vaticano II, prácticamente ninguno abandonó la sotana el día antes de irse: lo habían hecho ya mucho antes.

5º – Ayuda desinteresada a los demás
El pueblo cristiano ve en el sacerdote el hombre de Dios, que no busca su bien particular sino el de sus feligreses. La gente abre de par en par las puertas del corazón para escuchar al padre que es común del pobre y del poderoso. Las puertas de las oficinas y de los despachos por altos que sean se abren ante las sotanas y los hábitos religiosos. ¿Quién le niega a una monjita el pan que pide para sus pobres o sus ancianitos? Todo esto viene tradicionalmente unido a unos hábitos. Este prestigio de la sotana se ha ido acumulando a base de tiempo, de sacrificios, de abnegación. Y ahora, ¿se desprenden de ella como si se tratara de un estorbo?

6º – Impone la moderación en el vestir
La Iglesia preservó siempre a sus sacerdotes del vicio de aparentar más de lo que se es y de la ostentación dándoles un hábito sencillo en que no caben los lujos. La sotana es de una pieza (desde el cuello hasta los pies), de un color (negro) y de una forma (saco). Los armiños y ornamentos ricos se dejan para el templo, pues esas distinciones no adornan a la persona sino al ministro de Dios para que dé realce a las ceremonias sagradas de la Iglesia.
Pero, vistiendo de paisano, le acosa al sacerdote la vanidad como a cualquier mortal: las marcas, calidades de telas, de tejidos, colores, etc. Ya no está todo tapado y justificado por el humilde sayal. Al ponerse al nivel del mundo, éste lo zarandeará, a merced de sus gustos y caprichos. Habrá de ir con la moda y su voz ya no se dejará oír como la del que clamaba en el desierto cubierto por el palio del profeta tejido con pelos de camello.

7º – Ejemplo de obediencia al espíritu y legislación de la Iglesia
Como uno que comparte el Santo Sacerdocio de Cristo, el sacerdote debe ser ejemplo de la humildad, la obediencia y la abnegación del Salvador. La sotana le ayuda a practicar la pobreza, la humildad en el vestuario, la obediencia a la disciplina de la Iglesia y el desprecio a las cosas del mundo. Vistiendo la sotana, difícilmente se olvidará el sacerdote de su papel importante y su misión sagrada o confundirá su traje y su vida con la del mundo.

Estas siete excelencias de la sotana podrán ser aumentadas con otras que le vengan a la mente a usted. Pero, sean las que sean, la sotana por siempre será el símbolo inconfundible del sacerdocio porque así la Iglesia, en su inmensa sabiduría, lo dispuso y ha dado maravillosos frutos a través de los siglos.

ESCUCHABA CON LOS OJOS


Escuchaba con los ojos
Dios se revela en la Palabra que necesita ser escuchada, para que nazca la fe y se dé el cambio en la persona.


Por: P. Eusebio Gómez Navarro | Fuente: Catholic.net 




Había oído la expresión hablar con los ojos, pero nunca había visto escuchar con los ojos, si se puede decir así. Y es cierto; lo vi en una misa, en directo, en la catedral de san Agustín.

El P. Rene Robert hablaba a los sordomudos en su lenguaje. Cuando él callaba, Maureen Ann Longo traducía a los presentes. Johnny Mayoral, que hacía de monaguillo, tenía una traductora para él sólo. Al presenciar esta maravilla de comunicación pensé que Dios habla a cada uno acomodándose a nuestro lenguaje.

El Señor se complace en aquellos que escuchan su palabra y los colma de bendiciones (Gn 22,17), da vida al alma (Is 55,1-3) y establece su morada en medio de su pueblo (Lv 26,12). Escuchar a Dios es la fuente de la felicidad y de la vida. Hemos de escuchar a Dios en el momento presente y llevar lo que se escucha a la vida.

Dios nos escucha en silencio y propone el mismo método para escucharle. "Dios es la Palabra y, al mismo tiempo, el gran Oyente, que acoge nuestras palabras dispersas, despeinadas, inquietas, y les va restituyendo su profundidad. Quien se ha ejercitado en oír y escuchar el Silencio es capaz de entender lo que no es dicho", dice Melloni.

Dios habla, se revela, pero hace falta que alguien recoja su palabra lanzada. Dios se revela en la Palabra que necesita ser escuchada, para que nazca la fe y se dé el cambio en la persona. La fe nace de la escucha.

El Señor constantemente suplica a su pueblo que le escuche: "Escucha, Israel" (Dt 6,4). "Escuchad mi voz y yo seré vuestro Dios" (Jr 7,23). "Éste es mi hijo muy amado... Escuchadlo" (Mc 9,7). La escucha es la condición primera y fundamental para el amor de Dios, y es este amor a Dios el mejor fruto que se puede conseguir. Todo el afán de la Sabiduría será llevar al creyente a la escucha.

Escuchar supone abandonarse en fe, esperanza y amor, tener la misma actitud de Abraham, Samuel y María. La escucha requiere confianza en los interlocutores.

Quien es de Dios escucha a Dios (Jn 8,47) y ha de escuchar al pobre, al huérfano y al necesitado (St 5,4). Escuchar la voz del Señor es no endurecer el corazón (Hb 3,7). Quien escucha al Señor encontrará vida en su alma (Is 55,2-3). Todo el que es de Dios escucha sus palabras (Jn 8,47) y las pone en práctica (Mt 7,26). Todo el que pertenece a la verdad escucha su voz (Jn 18,37).

Dios me habla hoy, a mí, en este mismo momento. Él quiere dialogar conmigo. Me ofrece su vida y su amistad.

Quien quiera tener vida deberá alimentarse de todo lo que sale de la boca de Dios, tendrá que escucharlo "hoy" y grabarlo en el corazón.

LA COSECHA ES MUCHA, LOS OBREROS POCOS


La cosecha es mucha, los obreros pocos


Ven y sígueme  te ha dicho el  Señor
"Quiero hacerte pescador de hombres".

Agradece sinceramente su llamada
y responde con sinceridad a su invitación.
No tengas miedo de dejar tu barca
y empezar a caminar con El.
Te invita a una aventura inmensa
y a ser para siempre un apóstol enamorado.
Te llama a gozar de su intimidad
y a participar de su confianza.
Te invita a servir al mundo
y a luchar por la dignidad del hombre.
Tienes un testimonio que muchos esperan
y una palabra que es urgente pronunciar.
Nada temas: Ni el dolor, ni el fracaso,
ni la persecución, ni el llanto.
Él va contigo hasta el final.
Sus palabras están puestas en tus labios.
Déjate llevar por Él,
no te canses pensando qué vas a decir.

Recuerda que no te ha elegido por tu         
simpatía, ni por tu bondad, ni por tu inteligencia.
Es al revés: te ha elegido por tu debilidad,
para que seas capaz de manifestar su fuerza.
No lo olvides.
Por pura misericordia se fijó en ti.
Para que le entregues tu mirada,
tu Sonrisa, tu cuerpo y tu vida.
SÍGUELO LA COSECHA ES MUCHA Y LOS
OBREROS POCOS..

QUE YO TE REFLEJE, SEÑOR...


Que yo te refleje, Señor



Señor, en el silencio de este día que nace,
vengo a pedirte paz, sabiduría y fuerza.
Hoy quiero mirar al mundo con ojos llenos de amor.
Ser paciente, comprensivo, humilde, suave y bueno.
Ver a tus hijos detrás de las apariencias,
como los ves tu mismo,
para así poder apreciar la bondad de cada uno.
Cierra mis oídos a toda murmuración.
Guarda mi lengua de toda maledicencia.
Que sólo los pensamientos que bendigan permanezcan en mi.
Quiero ser tan bienintencionado y bueno
que todos los que se acerquen a mi sientan tu presencia.
Revísteme de tu bondad señor
y haz que en este día yo te refleje.

¿QUÉ ES LA FIESTA DE LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ? 14 DE SEPTIEMBRE


¿QUÉ ES LA FIESTA DE LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ? 
14 DE SEPTIEMBRE


La Iglesia, en el día de la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, celebra hoy la veneración a las reliquias de la Cruz de Cristo en Jerusalén, tras ser recuperada de manos de los persas por el emperador Heráclito.

En la actualidad, el fragmento de la Cruz de Cristo de mayor tamaño se encuentra en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana (Cantabria, España), donde es venerado por decenas de miles de fieles cada año.

Exaltamos la Santa Cruz porque recordamos con mucho cariño y veneración que en ella murió nuestro Redentor. Es fruto de la libertad y amor de Jesús, que la ha querido para mostrarnos su amor y su solidaridad con el dolor humano. Para compartir nuestro dolor y hacerlo redentor.

Invoquemos la protección de la Virgen María, que siendo inocente, llevó su cruz espiritual junto a la Cruz de Jesús. Y cuando hagamos sobre nosotros la señal de la cruz, procuremos hacerla bien: Que sea una cruz y no un garabato. Que no sea un mal testimonio, sino un acto de fe, de esperanza en la vida eterna y de amor a Jesús, que por amor nuestro quiso morir en ella. Con la cruz nos abandonemos en las manos de Dios. No hace falta buscar cruces raras y complicadas. Basta llevar con paz y amor los propios deberes de cada día con sus cruces y esperanzas.


© Pequeñas Semillitas

AQUÍ ESTOY, SEÑOR!


Aquí estoy, Señor


Aquí estoy con mi realidad delante de Ti,
suplicándote me ayudes a ser feliz a pesar de mi realidad,
a aceptarme con lo que tengo y lo que soy,
con mi estatura, mi cara, mi color de piel, el color o la forma de mi cabello, mis ojos, la forma de mi cuerpo, mi gordura o delgadez,
mi condición socio económica, mis padres, mi familia, mis defectos y mis errores.

Reconozco que Tú quieres lo mejor para mi vida.
Te pido, que como dice tu palabra, me ayudes a cambiar mi manera de pensar para que así cambie mi manera de vivir.
A partir de hoy declaro con mis labios, con mi mente y con mi corazón que me acepto como soy y con lo que tengo.
Gracias Señor por querer lo mejor para mí.

Amén
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