martes, 15 de septiembre de 2015

LOS JUICIOS HUMANOS


LOS JUICIOS HUMANOS



Había una vez un matrimonio con un hijo de doce años que tenían un burro. Decidieron viajar, trabajar y conocer el mundo. 

Así, al pasar por el primer pueblo, la gente comentaba: "¡Mira ese chico mal educado!. Él arriba del burro y los pobres padres, ya grandes, llevándolo de las riendas!".

Entonces, la mujer le dijo a su esposo: "No permitamos que la gente hable mal del niño." El esposo lo bajó y se subió él.

Al llegar al segundo pueblo, la gente murmuraba: "¡Mira qué sinvergüenza es ese tipo!. Deja que la criatura y la pobre mujer tiren del burro, mientras él va muy cómodo encima!".

Entonces, tomaron la decisión de subirla a ella al burro mientras padre e hijo tiraban de las riendas.

Al pasar por el tercer pueblo, la gente comentaba: "¡Pobre hombre!. Después de trabajar todo el día, debe llevar a la mujer sobre el burro!. ¿Y el pobre hijo?. ¡Qué le espera con esa madre!".

Se pusieron de acuerdo y decidieron subir al burro los tres para comenzar nuevamente su peregrinaje.

Al llegar al pueblo siguiente, escucharon que los habitantes decían: 
"¡Son unas bestias, más bestias que el burro que los lleva, van a partirle la columna!".

Por último, decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro. Pero al pasar por el pueblo siguiente no podían creer lo que las voces decían sonrientes: "¡Mira a esos tres idiotas: caminan, cuando tienen un burro que podría llevarlos!"

Moraleja:
Siempre te criticarán, hablarán mal de ti y será difícil que encuentres alguien a quien le conformen tus actitudes. Entonces: ¡Vive como creas!, haz lo que te parezca correcto a ti, lo que te dicte tu conciencia y tu corazón.

LA VIDA COMO ALGO DIVINO


La vida como algo divino 
Dios es la verdadera vida del hombre, que está hecho a imagen y semejanza de Dios. Cuanto más el hombre se da cuenta de cómo es esa Vida y más participa de ella conscientemente, más y mejor vive.


Por: Ramiro Pellitero | Fuente: Catholic.net 




Para la Biblia, la vida es algo de Dios, en sentido fuerte, es decir no solo pertenece a Dios como su autor y Señor, sino que en último término la vida es propiamente algo divino. También por eso la vida más perfecta es la consciente de sí misma.


La Vida es Dios

1. En su encíclica Evangelium vitae (1995), Juan Pablo II toma en serio la declaración del Evangelio de San Juan de que la vida es algo divino en sentido fuerte, es un atributo del ser divino: “En Él [el Verbo=el Hijo de Dios] estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron” (Jn 1, 4-5).

     En ese texto se atribuye a Dios el ser vida. Para la Biblia, la vida es algo de Dios, en sentido fuerte, es decir no solo pertenece a Dios como su autor y Señor, sino que en último término la vida es propiamente algo divino.

     De ahí que cuando los cristianos hablamos de “vida divina o sobrenatural” –y de que la vida cristiana es participación de esa Vida que habría que escribir con mayúscula–, no lo hacemos en sentido meramente metafórico.

    En efecto, la vida divina sería “como” la vida humana si ésta fuera sin más la verdadera vida. Y esto sería así si la vida humana pudiera ser explicada simplemente desde abajo, desde su génesis (en cuanto originada en nuestros padres) y desde su pasado material.

    En ese caso la vida que recibimos “desde arriba” (como participación de la vida divina) y “desde abajo” (la vida terrena que a veces se organiza de espaldas a Dios), que el griego bíblico denomina respectivamente “zoë” y “bios”, designaría dos realidades opuestas por su origen. Como si dijéramos: bueno, la vida verdadera es la humana que recibimos de nuestros progenitores, que se desarrolla por su cuenta; y luego lo otro es cosa de la fe, o viene después a añadirse a la vida humana, para hacernos parecidos a lo divino o algo así.

    Pero es significativo –observa Spaemann al estudiar este tema– que estos dos conceptos que en su uso por San Juan expresan actitudes diferentes ante la vida– hayan sido traducidos a otras lenguas (latín, romance, lenguajes germanos y eslavos) con el mismo término: vida (*). O sea, que tan vida es la vida divina como la humana. Más aún: la vida divina es la vida en el sentido pleno, la vida por excelencia.

    Dicho brevemente: para San Juan, la vida es, sobre todo y sencillamente, algo divino, transcendente. Y, por tanto, ni se realiza ni se entiende plenamente sin Dios. En todo caso es un don divino. En esta perspectiva, quien vive al margen de Dios, propiamente no vive una vida verdadera.

    En esa línea la Evangelium vitae recoge esta cita de Dionisio el Pseudoareopagita, teólogo cristiano-bizantino de los siglos V-VI, que merece la pena citar aquí por entero:

     “Celebremos ahora la Vida eterna, fuente de toda vida. Desde ella y por ella se extiende a todos los seres que de algún modo participan de la vida, y de modo conveniente a cada uno de ellos. La Vida divina es por sí vivificadora y creadora de la vida. Toda vida y toda moción vital proceden de la Vida, que está sobre toda vida y sobre el principio de ella. De esta Vida les viene a las almas el ser inmortales, y gracias a ella vive todo ser viviente, plantas y animales hasta el grado ínfimo de vida. Además, da a los hombres, a pesar de ser compuestos, una vida similar, en lo posible, a la de los ángeles. Por la abundancia de su bondad, a nosotros, que estamos separados, nos atrae y dirige. Y lo que es todavía más maravilloso: promete que nos trasladará íntegramente, es decir, en alma y cuerpo, a la vida perfecta e inmortal. No basta decir que esta Vida está viviente, sino que es Principio de vida, Causa y Fundamento único de la vida. Conviene, pues, a toda vida el contemplarla y alabarla: es Vida que vivifica toda vida” (subrayado nuestro).

La vida es más perfecta cuanto más consciente de sí misma
    2. Nota Spaemann que para la perspectiva bíblica, la vida en sentido pleno es la vida consciente de sí misma. Para San Juan la vida divina es la referencia primera en una línea descendente de analogados (se llama analogado principal en una comparación al elemento del que todos dependen o al que todos se refieren). En la secuencia de los seres vivos, la vida vegetal es el “eco más débil”, y, por tanto, el menos accesible para nosotros.

    En contraste con la visión científica actual según la cual lo que mejor entendemos son las formas inferiores de la vida y lo peor a nosotros mismos, Spaemann observa que más bien sucede lo que Heidegger describe en “Ser y Tiempo”:

     “Podemos entender la vida que no es consciente de sí misma sólo en analogía con la vida consciente, y, por tanto, como algo que de alguna manera, remotamente, se parece a nuestra propia vida”.

     Desde este punto de vista, conocemos menos lo que es un murciélago que lo que es un ser humano. Por eso, cabría decir, necesitamos de mayor estudio y mayor experiencia para conocer a los murciélagos y su vida, porque nos es externa, no tenemos sobre ella la conciencia que tenemos sobre la nuestra. Y a la vez la vida humana es mucho más compleja que la de un murciélago.

     “El Espíritu, la conciencia –deduce Spaemann–, no son opuestos a la vida, como sostenía cierta filosofía de la vida, sino que son más bien la más alta expresión de la vida. La vida en su pleno sentido es vida consciente”.

     Así lo dice Santo Tomás: “El que no entiende, no vive perfectamente, sino que tiene una vida a medias”.

    Se comprende también que el Evangelio de San Juan afirme: la luz es la vida del hombre; y sólo Dios es luz, sólo Él es la vida completamente transparente para sí misma.

     En definitiva, Dios es la verdadera vida del hombre, que está hecho a imagen y semejanza de Dios. Cuanto más el hombre se da cuenta de cómo es esa Vida y más participa de ella conscientemente, más y mejor vive.

    El valor de la vida humana–no solo frente al aborto y la eutanasia, sino también frente a la indiferencia ante el dolor y las necesidades de cualquier ser humano– y su relación con Dios pueden mostrarse simplemente por la razón.

    Ahora bien, la Revelación cristiana ilumina poderosamente el valor de la vida humana, en dependencia de Dios, y también el valor de los seres vivos, que en su belleza reflejan a su modo la belleza de Dios, que se identifica con su amor.

    De ahí la importancia ­–también desde el punto de vista profundamente biológico y ecológico, podríamos decir– de la formación cristiana y del estudio de la teología, de la oración –trato directo con Dios– y del examen de conciencia, y de la evangelización, que es anuncio gozoso de la fe.

MARÍA JUNTO A LA CRUZ


María junto a la cruz
La Virgen junto a la cruz nos da otro mensaje: la cruz vale, es absolutamente necesaria para ser feliz.


Por: P. Fintan Kelly | Fuente: Catholic.net 




La voluntad de Dios significó dolor, renuncia, humillación, obediencia, silencio, ocultamiento, insultos, desprecio, hasta el momento culminante de la cruz, cuando se consumó también para Ella su pasión junto a su Hijo amado. María no tuvo nunca voluntad propia, pues su vida, su ilusión, su gozo, su paz fue siempre lo que Dios le fue descubriendo como fruto de aquel sí generoso de la anunciación.

María junto a la cruz muestra más claramente el papel que juega María en la misión de su Hijo. Vimos antes que María, en su piedad, nunca fue una persona que se aislaba de su pueblo: al orar ella lo hacía como una hija de Israel. Ahora es miembro del nuevo "Israel" que es la Iglesia o nuevo pueblo de Dios fundado por su Hijo.

¿Cuál va a ser la función de María en este nuevo pueblo de Dios? Tenemos la gran ventaja de tener a nuestras espaldas más de 2000 años de reflexión teológica sobre esto. La Tradición de la Iglesia responde espontáneamente que es ser "Madre". La Iglesia tiene una Madre, pero ¿por qué era necesario que la Iglesia tuviera una Madre?

Con la ausencia visible de Jesús a través de su muerte, los discípulos iban a quedarse huérfanos. Para suplir esa orfandad forzada por la muerte de Jesús, Él mismo los encomendó a su Madre. Lo que cada uno tiene que hacer con María es "recibirla en su casa" al estilo de San Juan Evangelista.

Este recibir a María "en su casa" es sólo una imagen para indicar una realidad más profunda: hay que tener a María como Madre, como intercesora, como ejemplo... Esto es todo lo que viene a nuestra mente al pensar en la analogía de "Madre".

No podemos pasar por alto el hecho mismo de que María estaba junto a su cruz, acompañando a su Hijo. Aquí nos muestra una faceta que ya conocemos bastante bien de su personalidad: su gran fortaleza de espíritu. El hombre delante del sufrimiento se dobla fácilmente. No aguanta ver el sufrimiento, especialmente de sus seres queridos. Es común que la mujer se afecte ante escenas sangrientas y ciertamente es bien comprensible, tomando en cuenta la gran finura de alma de la mujer.

La imagen que nos da el Evangelio de María junto a la cruz ciertamente no es de una mujer histérica, maldiciendo a los verdugos y torturadores de su Hijo. Tiene dominio de sí misma, tratando de comprender el por qué su Hijo se dejaba tratar así. Es como si la madre de un soldado contemplara a su hijo dejándose torturar por personas muy inferiores a él en fuerza física, sin hacer nada por defenderse. María sabía que Él podía liberarse como supo que podía cambiar el agua en vino en Caná.

La fortaleza de María puede decir mucho al hombre moderno tan acostumbrado a lo fácil y lo muelle. El hombre trata de erradicar la cruz de su vida. No sólo desaparece de las paredes de las casas y de las escuelas, sino especialmente de los corazones de los hombres. Parece ser que para muchos es un símbolo de poco progreso, reminiscencias de la edad media, de tiempos superados... Sin embargo, la Virgen junto a la cruz nos da otro mensaje: la cruz todavía vale, es absolutamente necesaria para ser feliz.

lunes, 14 de septiembre de 2015

NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES, 15 DE SEPTIEMBRE



Nuestra Señora de los Dolores
Bajo el título de la Virgen de la Soledad o de los Dolores se venera a María en muchos lugares, 15 de septiembre


Por: Tere Fernández | Fuente: catholic.net 




Memoria

Memoria de Nuestra Señora de los Dolores, que de pie junto a la cruz de Jesús, su Hijo, estuvo íntima y fielmente asociada a su pasión salvadora. Fue la nueva Eva, que por su admirable obediencia contribuyó a la vida, al contrario de lo que hizo la primera mujer, que por su desobediencia trajo la muerte.

Los Evangelios muestran a la Virgen Santísima presente, con inmenso amor y dolor de Madre, junto a la cruz en el momento de la muerte redentora de su Hijo, uniéndose a sus padecimientos y mereciendo por ello el título de Corredentora.

La representación pictórica e iconográfica de la Virgen Dolorosa mueve el corazón de los creyentes a justipreciar el valor de la redención y a descubrir mejor la malicia del pecado.

Bajo el título de la Virgen de la Soledad o de los Dolores se venera a María en muchos lugares.


Un poco de historia

Bajo el título de la Virgen de la Soledad o de los Dolores se venera a María en muchos lugares. La fiesta de nuestra Señora de los Dolores se celebra el 15 de septiembre y recordamos en ella los sufrimientos por los que pasó María a lo largo de su vida, por haber aceptado ser la Madre del Salvador.

Este día se acompaña a María en su experiencia de un muy profundo dolor, el dolor de una madre que ve a su amado Hijo incomprendido, acusado, abandonado por los temerosos apóstoles, flagelado por los soldados romanos, coronado con espinas, escupido, abofeteado, caminando descalzo debajo de un madero astilloso y muy pesado hacia el monte Calvario, donde finalmente presenció la agonía de su muerte en una cruz, clavado de pies y manos.

María saca su fortaleza de la oración y de la confianza en que la Voluntad de Dios es lo mejor para nosotros, aunque nosotros no la comprendamos.

Es Ella quien, con su compañía, su fortaleza y su fe, nos da fuerza en los momentos de dolor, en los sufrimientos diarios. Pidámosle la gracia de sufrir unidos a Jesucristo, en nuestro corazón, para así unir los sacrificios de nuestra vida a los de Ella y comprender que, en el dolor, somos más parecidos a Cristo y somos capaces de amarlo con mayor intensidad.

¿Que nos enseña la Virgen de los Dolores?

La imagen de la Virgen Dolorosa nos enseña a tener fortaleza ante los sufrimientos de la vida. Encontremos en Ella una compañía y una fuerza para dar sentido a los propios sufri-mientos.

Cuida tu fe:

Algunos te dirán que Dios no es bueno porque permite el dolor y el sufrimiento en las personas. El sufrimiento humano es parte de la naturaleza del hombre, es algo inevitable en la vida, y Jesús nos ha enseñado, con su propio sufrimiento, que el dolor tiene valor de salvación. Lo importante es el sentido que nosotros le demos.

Debemos ser fuertes ante el dolor y ofrecerlo a Dios por la salvación de las almas. De este modo podremos convertir el sufrimiento en sacrificio (sacrum-facere = hacer algo sagrado). Esto nos ayudará a amar más a Dios y, además, llevaremos a muchas almas al Cielo, uniendo nuestro sacrificio al de Cristo.


Oración: 

María, tú que has pasado por un dolor tan grande y un sufrimiento tan profundo, ayúdanos a seguir tu ejemplo ante las dificultades de nuestra propia vida.

IMÁGENES DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES, 15 DE SEPTIEMBRE












































EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 14 DE SEPTIEMBRE DEL 2015


Señor, no soy digno de que entres en mi casa
Tiempo Ordinario


Lucas 7, 1-10. Tiempo Ordinario. La tribulación nos hace sufrir pero el confiarse al Señor da la esperanza y de ahí surge la paz. 


Por: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net 



Te adelantamos las Reflexiones del Evangelio de la 24a. Semana del Tiempo Ordinario,  del domingo 13 al sábado 19 de septiembre 2015.
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Del santo Evangelio según san Lucas 7, 1-10 
En aquel tiempo, cuando hubo acabado de dirigir todas estas palabras al pueblo, entró en Cafarnaúm. Se encontraba mal y a punto de morir un siervo de un centurión, muy querido de éste. Habiendo oído hablar de Jesús, envió donde él unos ancianos de los judíos, para rogarle que viniera y salvara a su siervo. Estos, llegando donde Jesús, le suplicaban insistentemente diciendo: Merece que se lo concedas, porque ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga. Iba Jesús con ellos y, estando ya no lejos de la casa, envió el centurión a unos amigos a decirle: Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo, por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: Vete, y va; y a otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace. Al oír esto Jesús, quedó admirado de él, y volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía: Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande.Cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al siervo sano. 

Oración Introductoria 
Dios mío, te pido me concedas la gracia de iniciar esta oración con la fe del oficial romano. Deseo profundamente mejorar mi estilo de vida porque he tomado la decisión y tengo la confianza de que, con tu ayuda, puede llegar a ser un auténtico testigo de tu amor.

Petición
Señor, no soy digno, pero humildemente te pido que aumentes mi fe para poder unirme a Ti.

Meditación del Papa Francisco
Un cristiano puede llevar adelante las tribulaciones y también las persecuciones confiándose al Señor. Solamente él es capaz de darnos la fuerza, de darnos la perseverancia en la fe, de darnos esperanza.
Confiar al Señor algo, confiar al Señor este momento difícil, confiar a mí mismo al Señor, confiar al Señor a nuestros fieles, nosotros sacerdotes, obispos, confiar al Señor nuestras familias, nuestros amigos y decirle al Señor: ‘Cuida a estos que son tuyos’.
Esta es una oración que no hacemos siempre, la oración en la que confiamos algo o alguien: ‘Señor te confío esto, llévalo Tú adelante’, es una bella oración cristiana. Es la actitud de la confianza en el poder del Señor, también en la ternura del Señor que es Padre.
Asimismo, cuando una persona hace esta oración desde el corazón siente que es confiada al Señor, es segura: Él no decepciona nunca. La tribulación nos hace sufrir pero el confiarse al Señor da la esperanza y de ahí surge la tercera palabra: paz. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 5 de mayo de 2015, en Santa Marta).
Reflexión
Así como un foco necesita de la electricidad para encender y un motor de combustión necesita de la gasolina para funcionar, así la gracia de Dios necesita ser alimentada por nuestra fe para poder obrar milagros y maravillas. Esta es la lección de este Evangelio. Jesús, por compasión y buena voluntad, se levanta y va a curar al siervo del centurión, pero cuando llega a casa de éste, salen los amigos con su recado: "No soy digno..." y "...con una palabra tuya..."

Fe y humildad. La combinación perfecta para que Dios otorgue sus más hermosas gracias a la gente que se las pide. Fe, porque el centurión creyó con todo su corazón que Jesús podía curar a su siervo. No dudó del poder de Jesús en su corazón. Porque de otra manera no hubiera podido arrancar de su Divina misericordia esta gracia.

Humildad, porque siendo centurión y romano, que tenían en ese tiempo al pueblo judío dominado, no le ordenó a Jesús como si fuera un igual o una persona de menor rango. Todo lo contrario. Se humilló delante de Él y despojándose de su condición de dominador de las gentes, reconoció su condición de hombre necesitado de Él.

Propósito
Al acercarme a recibir la Eucaristía, rezar con atención el «Yo no soy digno…». Imitemos la actitud del centurión cada vez que acudamos a Dios. Si rezamos con fe y humildad, seguro que nos concederá lo que pidamos.

Diálogo con Cristo
Jesús, enséñame a orar. A saber pedir lo que realmente conviene a mi salvación y a la de mis hermanos. Que sea dócil a tus tiempos y disposiciones y que no me agite queriéndote imponer lo que YO considero el mejor bien. Que sepa suplicar con aquella confianza de tu madre santísima en las bodas de Caná, no dudar nunca de tu cercanía, de tu interés, de tu gran amor por mí, aunque yo no sea digno ni pueda corresponder, sin tu ayuda, a este gran amor.

Si necesitas enfrentar y sobrellevar un duelo, tristeza o situación difícil que estás viviendo,  a la luz del Evangelio, que te permita mirar tu situación de una manera nueva, y encuentres la fortaleza, el gozo, el consuelo y la paz que sólo Dios podrá darte, consulta  Hospitalidad Católica  un servicio fraterno de acompañamiento en torno a la Palabra de Dios.
 
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