viernes, 10 de julio de 2015

PAPA FRANCISCO: TRANSFORMEMOS LA LÓGICA DEL DESCARTE EN UNA LÓGICA DE COMUNIÓN Y COMPARTIR


PAPA FRANCISCO: TRANSFORMEMOS LA LÓGICA DEL DESCARTE EN UNA LÓGICA DE COMUNIÓN Y DE COMPARTIR




Queridos amigos, les ofrecemos el texto completo de la homilía del Papa Francisco en la Santa Misa celebrada ayer en la plaza de Cristo Redentor de Santa Cruz (Bolivia):

“Hemos venido desde distintos lugares, regiones, poblados, para celebrar la presencia viva de Dios entre nosotros. Salimos hace horas de nuestras casas y comunidades para poder estar juntos, como Pueblo Santo de Dios. La cruz y la imagen de la misión nos traen el recuerdo de todas las comunidades que han nacido en el nombre de Jesús en estas tierras, de las cuales nosotros somos sus herederos. 

En el Evangelio que acabamos de escuchar se nos describía una situación bastante similar a la que estamos viviendo ahora. Al igual que esas cuatro mil personas, estamos nosotros queriendo escuchar la Palabra de Jesús y recibir su vida. Ellos ayer y nosotros hoy junto al Maestro, Pan de vida.

Me conmuevo cuando veo a muchas madres cargando a sus hijos en las espaldas. Como lo hacen aquí tantas de ustedes. Llevando sobre sí la vida y el futuro de su gente. Llevando sus motivos de alegría, sus esperanzas. Llevando la bendición de la tierra en los frutos. Llevando el trabajo realizado por sus manos. Manos que han labrado el presente y tejerán las ilusiones del mañana. 

Pero también cargando sobre sus hombros desilusiones, tristezas y amarguras, la injusticia que parece no detenerse y las cicatrices de una justicia no realizada. Cargando sobre sí el gozo y el dolor de una tierra. Ustedes llevan sobre sí la memoria de su pueblo. Porque los pueblos tienen memoria, una memoria que pasa de generación en generación, los pueblos tienen una memoria en camino. 

Y no son pocas las veces que experimentamos el cansancio de este camino. No son pocas las veces que faltan las fuerzas para mantener viva la esperanza. Cuántas veces vivimos situaciones que pretenden anestesiarnos la memoria y así se debilita la esperanza y se van perdiendo los motivos de alegría. 

Y comienza a ganarnos una tristeza que se vuelve individualista, que nos hace perder la memoria de pueblo amado, de pueblo elegido. Y esa pérdida nos disgrega, hace que nos cerremos a los demás, especialmente a los más pobres.

A nosotros nos puede suceder lo que a los discípulos de ayer, cuando vieron esa cantidad de gente que estaba ahí. Le piden a Jesús que los despida: “Mandálos a casa”, ya que es imposible alimentar a tanta gente. Frente a tantas situaciones de hambre en el mundo podemos decir: “Perdón, no nos dan los números, no nos cierran las cuentas”. Es imposible enfrentar estas situaciones, entonces la desesperación termina ganándonos el corazón. 

En un corazón desesperado es muy fácil que gane espacio la lógica que pretende imponerse en el mundo, en todo el mundo, en nuestros días. Una lógica que busca transformar todo en objeto de cambio, todo en objeto de consumo, todo negociable. 

Una lógica que pretende dejar espacio a muy pocos, descartando a todos aquellos que no «producen», que no se los considera aptos o dignos porque aparentemente «no nos dan los números».

Y Jesús, una vez más, vuelve a hablarnos y nos dice: “No, no, no es necesario excluirlos, no es necesario que se vayan, denles ustedes de comer”.

Es una invitación que resuena con fuerza para nosotros hoy: “No es necesario excluir a nadie. No es necesario que nadie se vaya, basta de descartes, denles ustedes de comer”. 

Jesús nos lo sigue diciendo en esta plaza. Sí, basta de descartes, denles ustedes de comer. La mirada de Jesús no acepta una lógica, una mirada que siempre “corta el hilo” por el más débil, por el más necesitado.

Tomando “la posta” Él mismo nos da el ejemplo, nos muestra el camino. Una actitud en tres palabras, toma un poco de pan y unos peces, los bendice, los parte y entrega para que los discípulos lo compartan con los demás. Y este es el camino del milagro. Ciertamente no es magia o idolatría. Jesús, por medio de estas tres acciones, logra transformar una lógica del descarte en una lógica de comunión, en una lógica de comunidad.

Quisiera subrayar brevemente cada una de estas acciones. 

Toma. El punto de partida es tomar muy en serio la vida de los suyos. Los mira a los ojos y en ellos conoce su vivir, su sentir. Ve en esas miradas lo que late y lo que ha dejado de latir en la memoria y el corazón de su pueblo. Lo considera y lo valora. Valoriza todo lo bueno que pueden aportar, todo lo bueno desde donde se puede construir. 

Pero no habla de los objetos, o de los bienes culturales, o de las ideas; sino habla de las personas. La riqueza más plena de una sociedad se mide en la vida de su gente, se mide en sus ancianos que logran transmitir su sabiduría y la memoria de su pueblo a los más pequeños. Jesús nunca se salta la dignidad de nadie, por más apariencia de no tener nada para aportar y compartir. Toma todo como viene.

Bendice. Jesús toma sobre sí, y bendice al Padre que está en los cielos. Sabe que estos dones son un regalo de Dios. Por eso, no los trata como “cualquier cosa” ya que toda vida, toda esa vida, es fruto del amor misericordioso. Él lo reconoce. Va más allá de la simple apariencia, y en este gesto de bendecir y alabar, pide a su Padre el don del Espíritu Santo.

El bendecir tiene esa doble mirada, por un lado agradecer y por el otro poder transformar. Es reconocer que la vida siempre es un don, un regalo que puesto en las manos de Dios, adquiere una fuerza de multiplicación. Nuestro Padre no nos quita nada, todo lo multiplica. 

Entrega. En Jesús, no existe un tomar que no sea una bendición, y no existe una bendición que no sea una entrega. La bendición siempre es misión, tiene un destino, el compartir lo que se ha recibido, ya que sólo en la entrega, en el com-partir es cuando las personas encontramos la fuente de la alegría y la experiencia de salvación. Una entrega que quiere reconstruir la memoria de pueblo santo, de pueblo invitado a ser y a llevar la alegría de la salvación. 

Las manos que Jesús levanta para bendecir al Dios del cielo son las mismas que distribuyen el pan a la multitud que tiene hambre. Y podemos imaginarnos, podemos imaginar ahora cómo iban pasando de mano en mano los panes y los peces hasta llegar a los más alejados. 

Jesús logra generar una corriente entre los suyos, todos iban compartiendo lo propio, convirtiéndolo en don para los demás y así fue como comieron hasta saciarse, e increíblemente sobró: lo recogieron en siete canastas. Una memoria tomada, una memoria bendecida, una memoria entregada siempre sacia al pueblo.

La Eucaristía es el «Pan partido para la vida del mundo», como dice el lema del V Congreso Eucarístico que hoy inauguramos y tendrá lugar en Tarija. Es Sacramento de comunión, que nos hace salir del individualismo para vivir juntos el seguimiento y nos da la certeza de lo que tenemos, de lo que somos, que si es tomado, si es bendecido y si es entregado, con el poder de Dios, con el poder de su amor, se convierte en pan de vida para los demás.

Y la Iglesia celebra la Eucaristía, celebra la memoria del Señor, el sacrificio del Señor. Porque la Iglesia es comunidad memoriosa. Por eso fiel al mandato del Señor, dice una y otra vez: «Hagan esto en memoria mía» (Lc 22,19) Actualiza, hace real, generación tras generación, en los distintos rincones de nuestra tierra, el misterio del Pan de vida. Nos lo hace presente, nos lo entrega. Jesús quiere que participemos de su vida y a través nuestro se vaya multiplicando en nuestra sociedad. No somos personas aisladas, separadas, sino somos el Pueblo de la memoria actualizada y siempre entregada. 

Una vida memoriosa necesita de los demás, del intercambio, del encuentro, de una solidaridad real que sea capaz de entrar en la lógica del tomar, bendecir y entregar en la lógica del amor. 

María, al igual que muchas de ustedes llevó sobre sí la memoria de su pueblo, la vida de su Hijo, y experimentó en sí misma la grandeza de Dios, proclamando con júbilo que Él «colma de bienes a los hambrientos» (Lc 1,53). 

Que Ella sea hoy nuestro ejemplo para confiar en la bondad del Señor, que hace obras grandes con poca cosa, con la humildad de sus siervos. Que así sea”.

FOTOS DE LA VISITA DEL PAPA FRANCISCO A BOLIVIA - 2015






















PENSAMIENTO DEL PAPA FRANCISCO


jueves, 9 de julio de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: JUEVES 9 DE JULIO DEL 2015


Que haya paz en esta casa
Tiempo Ordinario

Mateo 10, 7-15. Tiempo Ordinario. La evangelización, en nuestro tiempo, sólo será posible por medio del contagio de la alegría. 


Por: H. Gastón Vicuña | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Mateo 10, 7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus Apóstoles: Id y proclamad que el Reino de los Cielos está cerca: curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni otra túnica, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa saludad; si la casa se lo merece, la paz que  deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros. Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra, que a aquel pueblo.

Oración introductoria
Jesús, creo que estás aquí conmigo, que me escuchas y me hablas al corazón. Creo que todo lo que soy es regalo tuyo y que me amas más que nadie en este mundo. Enséñame a tomarme de tu mano y a vivir más confiado en ti, porque contigo no existe mal alguno. Ayúdame a abrirte mi corazón en esta oración, para aceptar con gozo tu voluntad y amarte en el cumplimiento fiel de tu querer.

 
Petición
Jesús, que sea el apóstol que quieres de mí.

Meditación del Papa Francisco
El Señor quiere una Iglesia pobre que evangelice a los pobres. Cuando Jesús envió a los Doce, les dijo: “No os procuréis en la faja oro, plata ni cobre; ni tampoco alforja para el camino; ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento”. La pobreza evangélica es una condición fundamental para que el Reino de Dios se difunda. Las alegrías más hermosas y espontáneas que he visto en el transcurso de mi vida son las de personas pobres, que tienen poco a que aferrarse. La evangelización, en nuestro tiempo, sólo será posible por medio del contagio de la alegría.
Como hemos visto, la Bienaventuranza de los pobres de espíritu orienta nuestra relación con Dios, con los bienes materiales y con los pobres. Ante el ejemplo y las palabras de Jesús, nos damos cuenta de cuánta necesidad tenemos de conversión, de hacer que la lógica del ser más prevalezca sobre la del tener más. Los santos son los que más nos pueden ayudar a entender el significado profundo de las Bienaventuranzas. (S.S. Francisco, Mensaje para la XXIX Jornada Mundial de la Juventud 2014).
Reflexión 
Mateo ha grabado en su Evangelio estas instrucciones que Jesús dio a sus discípulos antes de enviarlos por los pueblos a predicar que el Reino de Dios estaba cerca. Los cristianos de todas las épocas han entendido que estas disposiciones no estaban dirigidas sólo a ellos, sino a todo cristiano que, en virtud de su bautismo, es también discípulo del Maestro y enviado a proclamar su mensaje a todos los hombres.

¿Y qué nos dice este pasaje a nosotros, dos mil años después? Las palabras de Jesús siguen siendo tan actuales como entonces, ya que vivimos igualmente en un mundo necesitado de testigos de Dios, que busca desesperadamente dónde está la verdad y el amor. Nosotros, apóstoles de nuestro tiempo, estamos también llamados a entregarnos gratuitamente a nuestros hermanos, en la ayuda desinteresada, el servicio franco y la donación personal sin medida. Jesucristo nos sigue insistiendo en la necesidad de no perdernos en las cosas y los métodos, para que así brille la luz que llevamos en el corazón. Nos previene contra el peligro de no alumbrar este mundo por estar muy distraídos con nosotros mismos. Él quiere que vivamos una vida de amor, de paz, de alegría y confianza en Él, una vida que sencilla y centrada en lo fundamental. Este es el testimonio que transforma, que convierte. Este es el estilo de vida de los primeros cristianos que cambió todo un mundo para Cristo.

"Al entrar en una casa saludad; si la casa se lo merece, la paz que de deseáis vendrá a ella." Ser hombres de misión, de saludo y de paz. Hombres que llevan a Dios en los labios y en el corazón, pero sabiendo que mucho antes que las palabras, es el testimonio de la propia vida lo que convence y lo que arrastra a los demás hacia Dios.

¿Cuál es el testimonio que irradio a los demás? ¿Sé dejar el buen olor a Cristo con mi presencia, testimonio y conversaciones?, ¿o el respeto humano puede más en mí, y no soy capaz de dar ese testimonio que Cristo me pide?, ¿es mi comportamiento distinto frente a Dios y frente a los demás, o soy un hombre auténtico que actúa siempre de cara a Dios?

Propósito 
Daré testimonio de mi fe en una entrega alegre a los demás, siendo siempre un sembrador de paz.

Dialogo con Cristo 
Jesús, sé que me escuchas y me amas. Quiero oír tu voz en estas palabras del Evangelio. Sé que me llamas a ser tu testigo, a ser más tuyo y menos del mundo. Enséñame a darte siempre el primer lugar en mi vida, y servirte con alegría y desinterés en los demás. Te pido la gracia de nunca defraudar tu amor por mí, sino vivir esta vida que me regalas cumpliendo la misión que me tienes encomendada.


«La misión de todos los apóstoles de Cristo, en todos los tiempos, consiste en ser colaboradores de la verdadera alegría.» Benedicto XVI, Miércoles 10 de septiembre de 2008

LLEVAR LA CRUZ


LLEVAR LA CRUZ



No existe únicamente la cruz de Cristo, existe también nuestra cruz. 

Y, entonces, ¿cuál es esta cruz? Amigo, quiero decirte dos palabras, a este propósito, con mucha claridad, como se hace entre verdaderos amigos. 

Tenlo presente. La cruz que no te va bien es precisamente la tuya. 

La cruz no es un vestido, ni un par de zapatos que te deben venir a la medida. La cruz jamás va a la medida de tu gusto y de tus exigencias particulares. Desgarra, magulla, araña, arranca la piel, aplasta, doblega... 

Y, sin embargo, no hay duda. Para que sea de verdad tuya, la cruz no debe irte bien. Por cualquier lado que la mires, la cruz nunca va bien. 

Tampoco a Cristo le iba bien su cruz. No le fue bien la traición de Judas, el sueño de los apóstoles, la conjura de sus enemigos, la fuga de sus amigos, las negociaciones de Pedro, las burlas de los soldados, el grito feroz del pueblo. 

La cruz, para que lo sea, no debe irte bien. 

Esa cruz que te viene encima en el momento menos oportuno -una enfermedad que te pilla mientras tienes muchas cosas que hacer y que te echa por tierra un montón de proyectos -es la "tuya". 

Esa cruz que nunca hubieras esperado -aquel golpe cobarde que te ha venido de un amigo, aquella frase que tenía el chasquido de un latigazo, aquella calumnia que te ha dejado sin respiración- es "tu" cruz. 

Esa cruz que tú no habrías elegido nunca entre otras mil -"una cosa así no debía sucederme a mí"- no hay duda: es "tu" cruz. 

Esa cruz que te parece excesiva, disparatada, desproporcionada a tus débiles fuerzas -"es demasiado, no puedo más"- no pertenece a los otros: es la "tuya". 

No te hagas ilusiones. No existe una cruz a la medida. 

Para ser cruz tiene que estar fuera de medidas. 

Intenta buscar. Registra por todas partes. Examina todo bien. 

Valóralo con atención. Y, si encuentras al final la cruz que te va bien, tírala. Esa, ciertamente, no es la tuya. 

Las señales para reconocer si una cruz es tuya son desconcertantes: imprevisión, repugnancia, malestar, imposibilidad, inoportunidad, sentido de debilidad. 

Si una cruz se te presenta como antipática, desagradable, excesiva, demasiado ruda, insoportable, no dudes en cargar con ella. Te pertenece. 

Por otra parte, no importa que no sea "tuya" en el momento de partir. Llegará a serlo durante el camino, a través de una cierta familiaridad que se establecerá entre tú y ella. 

Al principio se te presentará como si te fuera extraña. 

Después descubrirás que es verdaderamente tuya. 

Sólo llevándola te darás cuenta de que esa cruz es "tuya". 

Esto no quiere decir, entiéndase bien, que las relaciones entre tú y la cruz se hagan idílicas, que todo marche bien. Con la cruz no hay nada que marche bien. La cruz marca surcos profundos en las espaldas y en el corazón. 

Pero, a pesar de todo, se establecerá una familiaridad. Una familiaridad sufrida, pero justificada por el sentido que se descubre poco a poco, caminando. Y aun cuando el significado no aparezca claro, siempre está la fe que te invita a dejarte conducir de la mano de alguien que sabe. 

No eres tú quien tiene que saber. 

¿Qué es la fe?: Fe, quiere decir simplemente, saber que él sabe, aun cuando tú estés a oscuras. 

Adelante, pues, con esa cruz que no te va bien. Con la cruz que no está hecha a medida. 

Lo que cuenta no es que la cruz esté hecha a tu medida. 

Lo esencial es que tú seas a la medida de Cristo.

ORACIÓN A JESÚS SACRAMENTADO

Oración a Jesús Sacramentado


Oh, amado Jesús.
Ayúdame a esparcir Tu fragancia
por donde quiera que vaya.
Inunda mi alma con Tu Espíritu y Vida.
Penetra y posee todo mi ser tan completamente, que mi vida entera sea un resplandor de la Tuya.
Brilla a través de mi y permanece tan dentro de mi, que cada alma con que me encuentre pueda sentir Tu presencia en la mía.
¡Permite que no me vean a mi sino solamente a Jesús!
Quédate conmigo y empezaré a resplandecer como Tú, a brillar
tanto que pueda ser una luz para los demás. La luz oh, Jesús, vendrá toda de Ti, nada de ella será mía;
serás Tú quien resplandezca
sobre los demás a través de mi.
Brillando sobre quienes me rodean,
permíteme alabarte como mas te gusta.
Permíteme predicarte sin predicar,
no con palabras sino a través de mi ejemplo,
a través de la fuerza atractiva,
de la influencia armoniosa de todo lo que haga,
de la inefable plenitud del amor
que existe en mi corazón por Ti.
Amen.

MECÁNICO DEL ALMA


MECÁNICO DEL ALMA



Una vez iba un hombre en su automóvil por una larga y muy solitaria carretera cuando de pronto su automóvil comenzó a detenerse hasta quedar parado. El hombre bajó, lo revisó y trató de averiguar qué era lo que tenía. 

Pensaba que pronto podría encontrar el desperfecto que tenía su automóvil pues hacía muchos años que lo conducía. Sin embargo, después de mucho rato, se dio cuenta de que no podía encontrar el fallo del motor. 

En ese momento apareció otro automóvil, del cual bajó un señor a ofrecerle ayuda. El dueño del primer automóvil dijo:
- Mire, este es mi automóvil de toda la vida, lo conozco como la palma de mi mano. No creo que usted, sin ser el dueño, pueda o sepa hacer algo. 

El otro hombre insistió con una cierta sonrisa, hasta que finalmente el primer hombre dijo:
- Está bien, haga el intento, pero no creo que pueda. 

El segundo hombre echó manos a la obra y en pocos minutos encontró el daño que tenía el automóvil y lo pudo arrancar. El primer hombre quedó atónito y preguntó:
- ¿Cómo pudo usted arreglar el fallo si es mi automóvil?
El segundo hombre contestó
- Verá, mi nombre es Felix Wankel... Yo inventé el motor rotativo que usa su automóvil.

Cuántas veces decimos: Ésta es MI vida. Éste es MI destino. Ésta es MI casa. ¡Déjenme a mí sólo, yo puedo resolver el problema!. Al enfrentarnos a los problemas y a los días difíciles creemos que nadie nos podrá ayudar pues "ésta es MI vida". 
Pero... Te voy a hacer una pregunta:
¿Quién hizo la vida?
¿Quién hizo el tiempo?
¿Quién creó la familia?
Sólo aquel que es el automóvil de la vida y el amor, puede ayudarte cuando te quedes tirado en la carretera de la vida. 
Te doy sus datos por si alguna vez necesitas un buen "mecánico":

Nombre del mecánico del alma: DIOS
Dirección: El Cielo
Horario: 24 horas al día, 365 días al año
Garantía: Por todos los siglos
Respaldo: Eterno
Teléfono: No tiene. Pero basta con que pienses en Él con fe, además de que esta línea no está nunca ocupada.

ECUADOR EN EL CORAZÓN DEL PAPA

Ecuador en el corazón del Papa
Fueras de programa, gestos de cercanía e improvisaciones significativas en los discursos resumen la visita del Papa a Ecuador 


Por: Andrés Beltramo Álvarez | Fuente: vaticaninsider.lastampa.it 



El Papa puso dos condiciones para viajar a Ecuador: Rezar ante el cuadro de la famosa Virgen Dolorosa y depositar una ofrenda floral ante las reliquias de Marianita de Jesús, la primera santa del país. Ambos íconos están indisolublemente unidos a la historia de la Iglesia ecuatoriana, pero también a su congregación de origen, la Compañía de Jesús. Estas peticiones manifiestan el sello personal que Francisco le puso a su visita apostólica por Sudamérica, el cual también “condimentó” la receta con simbólicos fueras de discurso, improvisaciones que manifestaron sus preocupaciones más profundas.
Su deseo, Bergoglio, lo pudo cumplir la tarde de este martes 7 por la tarde cuando visitó la Iglesia de la Compañía. Allí se encuentra la imagen de la Dolorosa, que el 20 de abril de 1906 movió los ojos ante un grupo de estudiantes del Colegio de Jesuitas de San Gabriel de Quito. Ante ella oró unos instantes y después colocó unas flores en la tumba de la santa, que vivió entre 1618 y 1645.
Así, como dispuso de estos detalles, el pontífice también se ha ocupado de numerosas situaciones relativas al viaje, interviniendo personalmente en cuestiones que parecieran secundarios. Pero para él tienen un gran valor.
Por ejemplo, al inicio de su viaje pidió cambiar el telegrama enviado al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, por el sobrevuelo del avión papal a su país. Solicitó introducir apenas una palabra, pero el gesto fue sugestivo. El texto original mostraba su cercanía con el pueblo colombiano, deseándole prosperidad y convivencia pacífica. Francisco decidió agregar el término “reconciliación”.
En un país que todavía duda sobre las negociaciones de paz entre el gobierno y la guerrilla, esa palabra puede marcar la diferencia. Como también han marcado una diferencia las numerosas improvisaciones en sus discursos de estos días en territorio ecuatoriano. Para los fieles en general esos agregados pasan totalmente desapercibidos. No ocurre así con los periodistas, que tienen previamente los discursos aprobados.
En todos sus mensajes públicos, en lo que va de la gira por Sudamérica, Francisco ha improvisado. En la ceremonia de bienvenida, el domingo en el aeropuerto internacional de Quito, rompió lanza a favor del presidente Rafael Correa, cuestionado por la oposición.
“Le agradezco, señor presidente, sus palabras -le agradezco su consonancia con mi pensamiento: me ha citado demasiado, ¡gracias!-, a las que correspondo con mis mejores deseos para el ejercicio de su misión: que pueda lograr lo que quiere para el bien de su pueblo”. Esas frases no pasaron desapercibidas, sobre todo en un contexto político turbulento.
Pero lejos estuvieron de ser un cheque en blanco. En otros discursos el Papa se ocupó de reconocer la necesidad del diálogo, de valorar las diferencias e instó a dejar “en el doloroso recuerdo cualquier tipo de represión, el control desmedido y la merma de libertades”. Y este martes, durante la misa en el Parque Bicentenario, aseguró –también improvisando- que “la propuesta de Jesús es concreta” y “nos aleja de la tentación de dictaduras, ideologías o sectarismos”.
“Les voy a dar la bendición para cada uno de ustedes, para sus familias, para todos los seres queridos y para este enorme pueblo ecuatoriano. Que no haya diferencias, que no haya exclusivo, que no haya gente que se descarta, que todos sean hermanos, que se incluyan a todos y que no haya nadie fuera de esta gran nación ecuatoriana”. Esa también fue una improvisación. Al terminar una visita a la catedral de Quito, el lunes por la tarde, el Papa saludó a la multitud dejando de lado su discursos original y hablando sin apoyos.
Parece que le salen de corazón esas improvisaciones que suelen complicar la vida a los periodistas, especialmente aquellos que no conocen bien el español. Pero ha sido la tónica desde el principio.
En ese discurso de bienvenida, ya citado, Bergoglio afirmó que los hermanos más frágiles y las minorías más vulnerables “son la deuda que toda América Latina todavía tiene”. Inmediatamente después le aseguró a Correa que podrá contar con la colaboración de la Iglesia, “para servir a este pueblo ecuatoriano que se ha puesto de pie con dignidad”.
También el lunes, durante la misa multitudinaria en el Parque Samanes de Guayaquil, contó una anécdota sobre su madre para hablar del valor de la familia. Recordó que una vez le preguntaron a su mamá a cuál de sus cinco hijos amaba más y ella respondió: “como los dedos, si me pinchan este me duele igual que si me pinchan este”. Estableció que cada madre quiere a sus hijos como son y, en una familia, los hermanos se quieren como son, porque “nadie es descartado”.
Improvisaciones mezcladas con bromas. Como cuando, en el Santuario Nacional de la Divina Misericordia de Guayaquil, aclaró que estaba de paso para la misa y por eso iba a dar la bendición a los fieles que abarrotaron el templo.
“Les doy la bendición, pero ..no, no les voy a cobrar nada...pero les pido por favor que recen por mi. ¿Me lo prometen?”, señaló, desatando la risa generalizada. Todos estos gestos, que algunos llaman “bergogliadas”, son aquellos que mayor aceptación tienen entre la gente sin pretensiones. Los fieles de a pie, que entienden perfectamente el estilo de su pastor. 

CON MARÍA, Y LA SOLEDAD DE JESÚS SACRAMENTADO


Con María, y la soledad de Jesús Sacramentado
Hay un sitio en el Sagrario que tiene tu nombre y toda la paz que ansías... y Jesús te espera.


Por: Maria Susana Ratero | Fuente: Catholic.net 




Madre, hoy he venido a visitar a tu Hijo en el Sagrario, pero siento que no soy hoy la mejor compañía. Mi corazón está triste, con una tristeza pesada y gris que, como humo denso, tiñe mis afectos y mis sueños. Siento una gran soledad, no porque Jesús o tu, Madre querida, se hayan alejado de mí, sino que soy yo la que no logra hallarlos.
- Soledad, hija, soledad... Bien comprendemos esa palabra mi Hijo y yo... soledad. Ven, entra con tu corazón al Sagrario y conversaremos un poco. Sé bien que lo necesitas.
- Gracias, María, gracias. Yo sabía, en lo más íntimo del alma, en ese pequeño rinconcito iluminado y eterno donde la tristeza no llega, allí, sabía que podía contar contigo.

Y mi corazón, lento y pesado por mis pecados y olvidos, se va acercando al Sagrario.

Tú estás a la puerta y me abres. ¡Qué deliciosos perfumes percibe el alma cuando está cerca de ti!
Con gran sorpresa veo que, por dentro, el Sagrario es muchísimo más grande de lo que parece y hay allí demasiados asientos desocupados, demasiados...
Me llevas a un sitio, un lugar inundado de toda la paz que anhela mi alma. Noto que tiene mi nombre, ¡Oh Dios mío, mi nombre!. Me duele el corazón al pensar cuánto tiempo lo he dejado vacío.

- Cuéntame, ahora, de tu soledad- me pides, Madre mía.

Pero ni una palabra se atreve a salir de mi boca. Por el bello y sereno recinto del Sagrario, Jesús camina, mirando uno a uno los sitios vacíos... Solo el más inmenso amor puede soportar la más inmensa soledad.
Inmensa soledad que es larga suma de tantas ausencias. Y cada ausencia tiene un nombre y sé, tristemente, que el mío también suma.
Entonces tu voz, María, me ilumina el alma:

- El Sagrario es demasiado pequeño para tanta soledad. Tú no puedes hacer más grande el Sagrario, pero sí puedes hacer más pequeña su soledad.

Tus ojos están llenos de lágrimas y le miras a Él con un amor tan grande como jamás vi.

- Hija, ¡Si supieras cuánto eres amada! ¡Si supieras cuánto eres esperada!. Cada día, cada minuto, el Amor aguarda tus pasos, acercándose, tu corazón, amándole, tu compañía, que hace más soportable tanta espera.

Siento una dolorosa vergüenza por mis quejas. Cada Sagrario, en su interior, es como todos los Sagrarios del mundo juntos. Miro a mi alrededor y veo a muchas personas. Son todos los que, en este momento, en todo el mundo, están acompañando a Jesús Sacramentado.

Cada uno con su cruz de dolor, tristeza, soledad, vacíos, traiciones.. Y Jesús repite, para cada uno de ellos, las palabras de la Escritura “Vengan a Mí cuando estén cansados y agobiados, que Yo los aliviaré” Mt 11,28.

Y me quedo a tu lado, en mi sitio, Madre, esperando a Jesús que se acerca. Me tomo fuerte de tu mano, para no caerme, para no decir nada torpe e inoportuno, muy habitual en mi. Y allí me quedo, y el Maestro sigue acercándose, y el perfume envuelve al alma y ahuyenta los grises humos de mis penas.
Entonces, escucho en el alma tus palabras, Madre:

- Ahora, ve a confesarte.

Sin preguntar nada, sin saber como terminará este encuentro, te hago caso Madre. Me quedo cerca del confesionario, aunque aún no ha llegado el sacerdote y la misa está por comenzar. Pero si tú lo dices, Madre, seguro lo hallaré. En ese momento llega el sacerdote. Como él no daba la misa, sino el obispo, tuve tiempo de prepararme bien para mi confesión, que me dejó el alma tranquila y sin la pesada carga de mis pecados...

Me quedo pensando en Jesús, que venía a acercándose a mí, en el Sagrario. Pero allí me doy cuenta de tu gesto, Madre querida. Tu me ofrecías algo más. Tú me ofrecías el abrazo real y concreto de Jesús en la Eucaristía, y para que mi alma estuviera en estado de gracia para responder a ese abrazo, me pediste que fuera a confesarme.

¡Gracias Madre! Gracias por amarme y cuidarme tanto... ¡Qué hermosa manera de terminar este encuentro con Jesús! ¡Con su abrazo real, bajo la forma del Pan!
La misa ha comenzado. Siento que la soledad del Sagrario es un poquito más pequeña, no mucho, pero sí mas pequeña... Y si mi compañía alivió su soledad, seguro que la tuya, amigo que lees estas líneas, también la aliviará. Y si invitas a un amigo a hacerle compañía... ¡Oh, cuanto podemos hacer disminuir la soledad de Jesús en el Sagrario!¡Cuánto puede Él, en su infinita Misericordia, colmar nuestras almas de paz!

Hay un sitio en el Sagrario que tiene tu nombre y toda la paz que ansías... y Jesús te espera, diciéndote “Ven a Mi, cuando estés cansado y agobiado, que Yo te aliviaré”

Amigo, nos encontramos en el Sagrario.


NOTA de la autora: "Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a mi imaginación, sin intervención sobrenatural alguna."

miércoles, 8 de julio de 2015

LA HISTORIA DEL BÁCULO DE MADERA QUE EL PAPA FRANCISCO ESTÁ USANDO POR SU VIAJE A LATINOAMÉRICA


La historia del báculo de madera que el Papa está usando
 Fecha: 07 de Julio de 2015


No es una novedad que los pequeños símbolos y gestos de Francisco atraigan con fuerza la atención de la gente. Al inicio de su pontificado fue la cruz pectoral o el cargar él mismo con su maletín en los vuelos papales. Esta vez, en Ecuador, los ojos de muchas personas se han fijado en el báculo que utiliza en las celebraciones eucarísticas.

Está hecho a mano y tallado en madera de olivo. Se trata de una copia idéntica del que le regalaron los presos de la cárcel de San Remo en Italia. La primera vez que lo utilizó fue el Domingo de Ramos del 2014 en la Plaza de San Pedro. Lamentablemente el báculo se dañó durante el viaje del Papa a Tierra Santa. Pero, ya que al Papa realmente le gustaba este báculo, se hizo otro idéntico en Belén con madera de olivo.

La historia del báculo de madera la explicó el padre Federico Lombardi, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, durante la rueda de prensa el lunes por la noche en Quito. Asimismo aseguró que “probablemente, este báculo será utilizado por el Papa en muchos otros viajes”.

EL EVANGELIO DE HOY: MIÉRCOLES 8 DE JULIO DEL 2015


Proclamen que el Reino de los Cielos está cerca

Tiempo Ordinario

Mateo 10, 1-7. Tiempo Ordinario. Ser mensajeros del amor de Dios con nuestra vida, nuestro modo de actuar, de hablar, de pensar. 



Por: H. Mario Carrillo Tapia | Fuente: Catholic.net 




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Del santo Evangelio según san Mateo 10, 1- 7
Jesús convocó a sus doce discípulos y les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad o dolencia. Los nombres de los doce Apóstoles son: en primer lugar, Simón, de sobrenombre Pedro, y su hermano Andrés; luego, Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, hijo de Alfeo, y Tadeo; Simón, el Cananeo, y Judas Iscariote, el mismo que lo entregó. A estos Doce, Jesús los envió con las siguientes instrucciones: «No vayan a regiones paganas, ni entren en ninguna ciudad de los samaritanos. Vayan, en cambio, a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca.

Oración introductoria
Jesús, gracias por el don de la fe católica, porque podemos disfrutar de tu compañía y recibirte en la sagrada Eucaristía. Sabemos que no somos dignos pero tú así lo has querido en tu infinito amor de Padre. Ayúdanos para que en esta meditación nos llenemos de tu amor y podamos ir por todo el mundo y proclamar tus maravillas, contagiando con tu amor los corazones de cuantos encontremos en nuestro camino.

Meditación del Papa Francisco
El Espíritu envía. Jesús es el Enviado, lleno del Espíritu del Padre. Ungidos por el mismo Espíritu, también nosotros somos enviados como mensajeros y testigos de paz. ¡Cuánta necesidad tiene el mundo de nosotros como mensajeros de paz, como testigos de paz! Es una necesidad que tiene el mundo. También el mundo nos pide hacer esto: llevar la paz, testimoniar la paz.
La paz no se puede comprar, no se vende. La paz es un don que hemos de buscar con paciencia y construir “artesanalmente” mediante pequeños y grandes gestos en nuestra vida cotidiana. El camino de la paz se consolida si reconocemos que todos tenemos la misma sangre y formamos parte del género humano; si no olvidamos que tenemos un único Padre en el cielo y que somos todos sus hijos, hechos a su imagen y semejanza. (Homilía de S.S. Francisco, 24 de mayo de 2014).

Reflexión 
Detengámonos brevemente en el primer versículo, cuando Jesús convoca a sus discípulos y ellos acuden a Él y reciben una serie de dones que ellos jamás se hubieran imaginado. Los discípulos creían ya tenerlo todo, se sentían contentos por estar con el Maestro. Pedro, que había dejado su casa, a su suegra y su barca, se sentía feliz. Lo mismo Mateo, quien había dejado todas sus riquezas. Y así cada uno había dejado todo para seguir al Maestro... y para servirle. Ya no podían esperar otro cambio de rumbo en sus vidas… pero, ese día el Señor se notaba distinto, se alegre y recogido a la vez. Les recordaba el día en que cada uno de ellos había sido llamado y les había invitado a dejar las redes y seguirle. Ya nada más podía pedirles Jesús. Sin embargo, ese día tan especial Jesús convoco a doce de los que le seguían de cerca y los envío a llevar su mensaje de amor y salvación a todos los hombres; les dio el poder de expulsar a los espíritus impuros y de curar cualquier enfermedad y dolencia.
Hoy Cristo nos sigue convocando para que vayamos y demos testimonio. Pero necesita de nuestra docilidad a fin de que respondamos a esta convocatoria como lo discípulos. No es una invitación de grupo, sino individual, con nombres específicos: Pedro, Juan, Mateo. Solo que hoy son nuestros nombres los que se escuchan. No perdamos la oportunidad de estar atentos para escucharle y abiertos a lo que Él quiera de nosotros… aunque pensemos que ya no podemos dar o recibir más.
La Iglesia nos necesita para ser luz en la tierra, necesita de hombres y mujeres, laicos y consagrados para la nueva evangelización.

Propósito 
Viviré con mayor delicadeza mi vida cristiana transmitiendo el amor de Cristo con mi testimonio, haciendo dos actos de caridad ayudando a una persona.

Dialogo con Cristo
Jesús, quiero corresponder al don de la vida de gracia. ¡Qué sería de nuestras vidas sin tu presencia en nuestras almas! Ayúdanos a valorarla al máximo y a cuidarla con mucho cariño. Que demos testimonio de tu amor en medio de la sociedad que sufre por no conocerte. Te pedimos por todas aquellas almas que aún no te han conocido y andan en tinieblas para que algún día abran los ojos de sus corazones al amor de Dios. También te pido por aquellas personas que aun conociéndote no se acercan a ti.

PAPA FRANCISCO: LA PALABRA DE DIOS NOS INVITA A VIVIR LA UNIDAD PARA QUE EL MUNDO CREA - HOMILIA

PAPA FRANCISCO: “LA PALABRA DE DIOS NOS INVITA A VIVIR LA UNIDAD PARA QUE EL MUNDO CREA”



Queridos amigos, les ofrecemos extractos de la homilía del Papa Francisco en la Santa Misa por la Evangelización de los Pueblos, celebrada ayer en el Parque Bicentenario de Quito(Ecuador):

“Me imagino ese susurro de Jesús en la última Cena (…) «Padre, que sean uno para que el mundo crea», así lo deseó mirando al cielo. A Jesús le brota este pedido en un contexto de envío: Como Tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo. En ese momento, el Señor está experimentando en carne propia lo peorcito de este mundo al que ama, aun así, con locura: intrigas, desconfianzas, traición. Pero no esconde la cabeza, no se lamenta. 

También nosotros constatamos a diario que vivimos en un mundo lacerado por las guerras y la violencia. Sería superficial pensar que la división y el odio afectan sólo a las tensiones entre los países o los grupos sociales. En realidad, son manifestación de ese «difuso individualismo» que nos separa y nos enfrenta, son manifestación de la herida del pecado en el corazón de las personas, cuyas consecuencias sufre también la sociedad y la creación entera. 

Precisamente, a este mundo desafiante, con sus egoísmos, Jesús nos envía, y nuestra respuesta no es hacernos los distraídos, argüir que no tenemos medios o que la realidad nos sobrepasa. Nuestra respuesta repite el clamor de Jesús y acepta la gracia y la tarea de la unidad. (…)

La evangelización puede ser vehículo de unidad de aspiraciones, sensibilidades, ilusiones y hasta de ciertas utopías. Claro que sí; eso creemos y gritamos. «Mientras en el mundo, especialmente en algunos países, reaparecen diversas formas de guerras y enfrentamientos, los cristianos queremos insistir en nuestra propuesta de reconocer al otro, de sanar las heridas, de construir puentes, de estrechar lazos y de ayudarnos “mutuamente a llevar las cargas”. 

El anhelo de unidad supone la dulce y confortadora alegría de evangelizar, la convicción de tener un inmenso bien que comunicar, y que comunicándolo, se arraiga; y cualquier persona que haya vivido esta experiencia adquiere más sensibilidad para las necesidades de los demás. De ahí, la necesidad de luchar por la inclusión a todos los niveles, ¡luchar por la inclusión a todos los niveles! Evitando egoísmos, promoviendo la comunicación y el diálogo, incentivando la colaboración. 

Hay que confiar el corazón al compañero de camino sin recelos, sin desconfianzas. «Confiarse al otro es algo artesanal, porque la paz es algo artesanal» (ibid., 244), es impensable que brille la unidad si la mundanidad espiritual nos hace estar en guerra entre nosotros, en una búsqueda estéril de poder, prestigio, placer o seguridad económica. Y esto a costillas de los más pobres, de los más excluidos, de los más indefensos, de los que no pierden su dignidad pese a que se la golpean todos los días. 

Esta unidad es ya una acción misionera «para que el mundo crea». La evangelización no consiste en hacer proselitismo, el proselitismo es una caricatura de la evangelización. Evangelizar es atraer con nuestro testimonio a los alejados, es acercarse humildemente a aquellos que se sienten lejos de Dios en la Iglesia, acercarse a los que se sienten juzgados y condenados a priori por los que se sienten perfectos y puros. 

Acercarnos a los que son temerosos o a los indiferentes para decirles: «El Señor también te llama a ser parte de su pueblo y lo hace con gran respeto y amor» (ibid., 113). Porque nuestro Dios nos respeta hasta en nuestras bajezas y en nuestro pecado. Este llamamiento del Señor con qué humildad y con qué respeto lo describe el texto del Apocalipsis: “Mirá, estoy a la puerta y llamo, si querés abrir...”. No fuerza, no hace saltar la cerradura, simplemente, toca el timbre, golpea suavemente y espera ¡ése es nuestro Dios!

La misión de la Iglesia, como sacramento de la salvación, condice con su identidad como Pueblo en camino, con vocación de incorporar en su marcha a todas las naciones de la tierra. Cuanto más intensa es la comunión entre nosotros, tanto más se ve favorecida la misión (cf. Juan Pablo II, Pastores gregis, 22). 

Poner a la Iglesia en estado de misión nos pide recrear la comunión pues no se trata ya de una acción sólo hacia afuera… nos misionamos también hacia adentro y misionamos hacia afuera manifestándonos como se manifiesta «una madre que sale al encuentro, como se manifiesta una casa acogedora, una escuela permanente de comunión misionera».

Este sueño de Jesús es posible porque nos ha consagrado, por «ellos me consagro a mí mismo dice, para que ellos también sean consagrados en la verdad» (Jn 17,19). La vida espiritual del evangelizador nace de esta verdad tan honda, que no se confunde con algunos momentos religiosos que brindan cierto alivio; una espiritualidad quizás difusa. 

Jesús nos consagra para suscitar un encuentro con Él, persona a persona, un encuentro que alimenta el encuentro con los demás, el compromiso en el mundo y la pasión evangelizadora.

La intimidad de Dios, para nosotros incomprensible, se nos revela con imágenes que nos hablan de comunión, comunicación, donación, amor. Por eso la unión que pide Jesús no es uniformidad sino la «multiforme armonía que atrae» (ibid., 117). La inmensa riqueza de lo variado, de lo múltiple que alcanza la unidad cada vez que hacemos memoria de aquel Jueves Santo, nos aleja de tentaciones de propuestas unicistas más cercanas a dictaduras, a ideologías, a sectarismos. 

La propuesta de Jesús, la propuesta de Jesús es concreta, es concreta, no es de idea. Es concreta: andá y hacé lo mismo, le dice a aquel que le preguntó ¿Quién es tu prójimo? Después de haber contado la parábola del buen samaritano, andá y hacé lo mismo.

Tampoco la propuesta de Jesús es un arreglo hecho a nuestra medida, en el que nosotros ponemos las condiciones, elegimos los integrantes y excluimos a los demás. Una religiosidad de élite… Jesús reza para que formemos parte de una gran familia, en la que Dios es nuestro Padre, todos nosotros somos hermanos. Nadie es excluido y esto no se fundamenta en tener los mismos gustos, las mismas inquietudes, los mismos talentos. Somos hermanos porque, por amor, Dios nos ha creado y nos ha destinado, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos (cf. Ef 1,5). 

Somos hermanos porque «Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama ¡Abba!, ¡Padre!» (Ga 4,6). Somos hermanos porque, justificados por la sangre de Cristo Jesús (cf. Rm 5,9), hemos pasado de la muerte a la vida haciéndonos «coherederos» de la promesa (cf. Ga 3,26-29; Rm 8, 17). Esa es la salvación que realiza Dios y anuncia gozosamente la Iglesia: formar parte de un «nosotros» que llega hasta el nosotros divino. (…)

Y qué lindo sería que todos pudieran admirar cómo nos cuidamos unos a otros. Cómo mutuamente nos damos aliento y cómo nos acompañamos. El don de sí es el que establece la relación interpersonal que no se genera dando «cosas», sino dándose a sí mismo. En cualquier donación se ofrece la propia persona. «Darse», darse, significa dejar actuar en sí mismo toda la potencia del amor que es Espíritu de Dios y así dar paso a su fuerza creadora. 

Y darse aún en los momentos más difíciles como aquel Jueves Santo de Jesús, donde Él sabía cómo se tejían las traiciones y las intrigas pero se dio y se dio, se dio a nosotros mismos con su proyecto de salvación. Donándose el hombre vuelve a encontrarse a sí mismo con su verdadera identidad de hijo de Dios, semejante al Padre y, como Él, dador de vida, hermano de Jesús, del cual da testimonio. 

Eso es evangelizar, ésa es nuestra revolución –porque nuestra fe siempre es revolucionaria–, ése es nuestro más profundo y constante grito”.

UN ERROR EN EL CIELO - REFLEXIÓN


UN ERROR EN EL CIELO




Una vez, le pregunté a mi Director Espiritual:
- ¿Por qué existen personas que salen fácilmente de los problemas más complejos, mientras que otras sufren por problemas muy pequeños, muriendo ahogadas en un vaso de agua?

Él simplemente sonrió y me contó la siguiente historia…

Una persona vivió amorosamente toda su vida. Cuando murió, todo el mundo dijo que se iría al cielo. Un hombre bondadoso como él solamente podría ir al Paraíso. 

El Ángel encargado de las admisiones que lo recibió en el Cielo comprobó las fichas que tenía sobre el mostrador y como no vio el nombre de él en la lista, le orientó para ir al Infierno.

- Mire, lamento decirle que no ha sido admitido en el Cielo, por lo que tendrá que ir al Infierno. Ya sabe cómo es: Nadie exige credencial o invitación, cualquiera que llega es invitado a entrar. 

El sujeto, muy resignado, se dirigió extrañado hacia el Infierno y una vez allí, comenzó a ambientarse.

Algunos días después, Lucifer llegó furioso a las puertas del Paraíso para pedirle explicaciones a San Pedro.

- ¡Esto es sabotaje! Nunca imaginé que fuese capaz de una bajeza semejante. ¡Eso que usted está haciendo es puro sabotaje!

Sin saber el motivo de tanta furia, San Pedro preguntó sorprendido que cuál era el problema. 

Lucifer, trastornado gritó:
- Usted mandó a ese sujeto al Infierno y él está haciendo un verdadero desastre allí. Él llegó escuchando a las personas, mirándolas a los ojos, conversando con ellas. Ahora, está todo el mundo dialogando, abrazándose, besándose. ¡El Infierno está insoportable, parece el Paraíso!

Y entonces hizo un pedido.
- Pedro, por favor, ¡agarre a ese sujeto y tráigalo para acá!

Cuando mi Director Espiritual terminó de contarme esta historia, me miró cariñosamente y dijo:

- Vive con tanto amor en el corazón, que si por error fueses a parar al Infierno, el propio demonio te lleve de vuelta al Paraíso.

Los problemas forman parte de nuestra vida, pero no dejes que ellos te transformen en una persona amargada. La crisis siempre sucederá y a veces no tendrás opción de evitarla.

Tu vida está sensacional y de repente puedes descubrir que un ser querido está enfermo; que la política económica del país cambió, y que infinitas posibilidades de preocupación aparecen. En las crisis no puedes elegir, pero puedes elegir la manera de enfrentarlas.

Y al final, cuando los problemas queden resueltos, más que sentir orgullo por haber encontrado la solución, tendrás orgullo de ti mismo.
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