sábado, 20 de junio de 2015

EL EVANGELIO DEL DÍA: SÁBADO 20 DE JUNIO DEL 2015



No pueden servir a Dios y al dinero
Tiempo Ordinario

Mateo 6, 24-34. Nuestra actitud es diferente cuando ponemos todo nuestro esfuerzo confiando en que Dios hará el resto. 


Por: H. Roberto Villatoro | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Mateo 6, 24-34
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no le hará caso al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero. Por eso les digo que no se preocupen por su vida, pensando qué comerán o con que se vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, a fuerza de preocuparse, puede prolongar su vida siquiera un momento ¿Y porqué se preocupen por el vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe? No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el Padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas. 

Oración introductoria
Señor, gracias porque estás siempre conmigo. Gracias por que no me abandonas, gracias por ser mi Padre. Ya sé que Tú me amas mucho y que harías lo que fuera para que sea feliz y alcance el cielo que nos has prometido. Pero ayúdame a ver de buen grado todos los acontecimientos de mi vida, sabiendo que ahí estás Tú.

Petición
Dios mío, confío en ti. ¿Cómo no confiar en ti? Padre, que me abandone en ti.

Meditación del Papa Francisco
¡Qué hermoso es esto! ¡Dios no se olvida de nosotros! ¡De ninguno de nosotros! Con nombre y apellido. Nos ama y no se olvida. ¡Qué hermoso pensamiento! Esta invitación a la confianza en Dios encuentra un paralelismo en la página del Evangelio de Mateo: “Mirad las aves del cielo -dice Jesús-: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. (...) Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos”.
Pensando en tantas personas que viven en condiciones de precariedad, o incluso en la miseria que ofende su dignidad, estas palabras de Jesús podrían parecer abstractas, si no ilusorias. ¡Pero en realidad son más que nunca actuales! Nos recuerdan que no se puede servir a dos amos: Dios y la riqueza. Mientras cada uno busque acumular para sí, jamás habrá justicia. Tenemos que oír bien esto. Mientras cada uno busque acumular para sí, jamás habrá justicia. Si en cambio, confiando en la providencia de Dios, buscamos juntos su Reino, entonces a nadie le faltará lo necesario para vivir dignamente.
Un corazón ocupado por la furia de poseer es un corazón lleno de esta furia de poseer, pero vacío de Dios. Por eso Jesús ha advertido varias veces a los ricos, porque en ellos es fuerte el riesgo de colocar la propia seguridad en los bienes de este mundo. En un corazón poseído por las riquezas, no hay más espacio para la fe. (S.S. Francisco, ángelus del 2 de marzo de 2014)
Reflexión 
Lo decía San Juan de la Cruz y otros grandes santos: "De Dios recibimos tanto cuanto esperamos". Lo que nos puede pasar a nosotros, cristianos de a pie, y no místicos como San Juan de la Cruz, es que no nos la creemos. No creemos en el abandono en Dios. Pensamos poco en quién es Dios, en su omnipotencia, en que Él es Padre y quiere lo mejor para nosotros. San Francisco de Asís se lo dijo al Papa, cuando quería fundar su pobre congregación: "La congregación será una madre muy pobre, pero Dios es un Padre muy generoso.
Es verdad que el abandono en Dios, no implica un abandono de las cosas de "aquí abajo". Tampoco nos puede llevar a desentendernos de nuestros deberes y responsabilidades. Pero nuestra actitud es diferente cuando ponemos todo nuestro esfuerzo confiando en que Dios hará el resto. "Dios pone casi todo y tú pones tu casi nada, pero Dios no pone su casi todo si tú no pones tu casi nada".

Propósito
Iré a visitar al Santísimo, y le confiaré mis proyectos, preocupaciones y alegrías.

Diálogo con Cristo
Padre, que no tenga miedo a abandonarme en ti. Que sepa, Dios mío, que el abandonarme en ti, implica toda mi vida. Tú me has tomado en serio, y por eso me cuidas, me proteges, me das la vida y muchos dones. Ayúdame, pues, para que al abandonarme en ti, yo también te tome en serio.


Toda mi esperanza estriba solo en tu gran misericordia 
(San Agustín, Conf. 10)

NARDOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: DÍA 20 DE JUNIO


Nardo del 20 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, Corazón del Supremo Amor!

Meditación: Oh Señor, todo se ha consumado, todo nos has dado...la tierra ha crujido cual grito dado por la creación. Ha muerto el Salvador, el Hijo de Dios, lo hemos matado. Tú, mi Amado, mi Buen Jesús todo enllagado, con Tu Cuerpo destrozado te encuentras colgado, Tus Ojos se han cerrado...el cruel suplicio ha terminado. Te bajan de la Cruz, y Tu Pobre Santa Madre, desgarrada, te recibe en sus Brazos. Con gemidos y llanto, se ha atravesado su Santo Corazón por una espada de dolor. Parece acunarte como lo hacía en las claras mañanas de Belén, Ella te besa y te acaricia, tratando de devolverte la vida. Señor, permíteme besarte y acariciarte como lo hace Tu Madre, porque Tú por mí te entregaste. Permíteme dar todo por mis hermanos, aunque tenga que pasar por un calvario. Permíteme estar contigo, aún cuando no lo merezco, pues he dejado que mi corazón se ponga duro y maltrecho. Permíteme acompañarte en el dolor, porque así es el Verdadero Amor: compartir el sufrimiento y ser consuelo.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Meditemos sobre los últimos momentos de la Pasión del Señor y el dolor de Su Santa Madre.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

SE VENDE CASA


SE VENDE CASA


Un señor se encontró cierto día en la calle a su amigo el gran poeta Olavo Bilac y le dijo:

- Sr. Bilac, necesito vender mi casa, que Ud. bien conoce. ¿Podría redactar el anuncio para el periódico?
Olavo Bilac tomó lápiz y papel y escribió:

"Se vende encantadora propiedad, donde cantan los pájaros al amanecer en las extensas arboledas, rodeado por las cristalinas aguas de un lindo riachuelo. La casa, bañada por el sol naciente, ofrece la sombra tranquila de las tardes en la terraza."

Algunos meses después, el poeta se encontró con el señor y le preguntó si ya había vendido su casa.

-No pensé más en eso, dijo el hombre. Después de leer el anuncio, me dí cuenta de la maravilla que tenía.

A veces, no nos damos cuenta de las cosas buenas que tenemos y vamos tras falsos tesoros. Debemos valorar lo que tenemos y que nos fue dado gratuitamente por Dios: la salud, los amigos, el empleo, el conocimiento que adquirimos, la sonrisa de los niños y el cariño de esa persona especial. Estos sí son verdaderos tesoros.

CUATRO PRINCIPIOS DE LA TOLERANCIA


Cuatro principios de la tolerancia



1. No responder a las blasfemias
Cuando somos insultados, provocados o acusados injustamente debemos responder con el silencio. Si respondemos de la misma forma cuando somos víctimas de la blasfemia, nos igualamos con aquellos que nos insultan, rebajando nuestro nivel. Si nos mantenemos en silencio usándolo como arma contra las blasfemias, evocando la conciencia de quien las pronunció, esta fuerza es, naturalmente, mayor.

2. Mantenerse calmo frente a los infortunios
Cuando nos encontramos con personas que nos quieren incomodar derrumbar u oprimir, debemos enfrentarlas con calma, evitando cualquier confrontación. No responder con un puñetazo cuando se recibe uno, ni responder con un puntapié cuando se recibe otro, pues de esta confrontación nadie sale vencedor. Si la intención es buscar venganza de un odio momentáneo, no alcanzará el éxito de grandes hazañas.

3. Compasión frente a la envidia y el odio
Frente a la envidia y el odio de otros no debemos responder igualmente con odio y envidia, sino con corazón abierto y alma compasiva, ofrecer nuestra amistad y mostrarles nuestra intención pacífica.

4. Gratitud frente a las difamaciones
Si alguien lo insulta y difama, no se enoje con quien lo provocó, sino acuérdese de los beneficios que esa persona le proporcionó en el pasado y sea agradecido por eso. Principalmente, no se olvide de que en el fango más inmundo crece la impecable flor de loto. Cuanto más oscuro es el lugar, mayor es la necesidad de mantener encendida la luz del alma. Por lo tanto, ante las difamaciones, aquellos que nos difaman deben ser influenciados con ética, compasión y misericordia.

El verdadero vencedor tiene la fuerza de la tolerancia y el coraje de asumirla frente a los insultos, opresiones.

EL RIESGO DEL ACOMODAMIENTO

El riesgo del acomodamiento
De ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos, y así alcanzamos el éxito que sus ojos pueden contemplar ahora


Por: Alfonso Aguiló Pastrana | Fuente: Catholic.net




Un maestro samurai paseaba por el bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita a aquel lugar. Al llegar, pudieron comprobar la pobreza de las construcciones y de sus habitantes: un matrimonio y tres hijos, una sencilla casa de madera, vestidos sucios y desgarrados, sin calzado. Preguntaron al padre de familia: "En este lugar no hay posibilidades de trabajo ni de comercio, ¿cómo hacen usted y su familia para sobrevivir aquí?" Aquel hombre calmadamente respondió: "Tenemos una vaquita que nos da varios litros de leche todos los días. Una parte la vendemos o la cambiamos por otros productos en la ciudad vecina y, con el resto, producimos queso, cuajada, etc., para nuestro consumo. Así vamos saliendo adelante.

El sabio agradeció la información, contempló el lugar por un momento más, luego se despidió y se fue. Siguieron su camino y, un rato después, se volvió hacia su discípulo y le dijo: "Busca esa vaquita, llévala hasta ese cortado y empújala al fondo del barranco." El joven, espantado, cuestionó la orden recibida, pues la vaquita era el único medio de subsistencia de aquella pobre familia. Pero ante el silencio absoluto de su maestro, finalmente se dispuso a cumplirla. Empujó la vaquita por el precipicio y la vio morir.

Aquella escena quedó grabada en su memoria durante años. Un buen día, el joven, agobiado por la culpa, resolvió regresar a aquel lugar y contarle todo a aquella desdichada familia, pedir perdón y ayudarles en lo que pudiera. A medida que se aproximaba al lugar, veía todo muy bonito, con árboles, plantaciones, vehículos de labor, una gran casa y unos niños jugando en el jardín. El joven se entristeció imaginando que aquella humilde familia tuviera que haber vendido su terreno para sobrevivir, aceleró el paso y llegó hasta el lugar en que recordaba haber estado la vez anterior. El joven preguntó por la familia que vivía allí hacía unos cuatro años, y un hombre le respondió que seguían estando allí. Entró corriendo a la casa y confirmó que era la misma familia que visitó unos años antes con su maestro. Elogió todo lo que veía y preguntó al que fuera dueño de la vaquita: "¿Cómo han logrado ustedes mejorar este lugar y cambiar de vida?" Aquel hombre respondió: "Nosotros teníamos una vaquita que cayó por el precipicio y murió, y de ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos, y así alcanzamos el éxito que sus ojos pueden contemplar ahora."

Esta sencilla historia del samurai nos advierte contra el peligro del acomodamiento, que acecha sobre nosotros de continuo, incluso aunque nuestras posibilidades sean muy modestas. En nuestras vidas, todos tenemos una vaquita que nos proporciona algo que consideramos irrenunciable, pero que en realidad nos lleva a la rutina, nos hace dependientes y reduce nuestro mundo a lo que eso nos brinda.

Quizá es una dependencia de la televisión, de los videojuegos, o de un deporte o una afición que nos absorben demasiado y nos conducen al egoísmo. Quizá sea una búsqueda torpe de placer o de comodidad que enfrían el clima del amor verdadero, que siempre es sacrificado. Quizá es un sutil refugio en el trabajo, que nos sirve de narcótico para no sentir la llamada de otras responsabilidades. O quizá una tortuosa fijación en envidias, susceptibilidades y resentimientos que lastran tontamente nuestra vida. O incluso algo bueno, que teníamos antes pero ya no tenemos, y nos escudamos en eso para estar pasivos.

Cada uno sabemos cuáles son nuestros puntos de incoherencia o de escapismo. Es importante afrontarlos con valentía, sabiendo que superarlos será siempre una importante liberación.


CRISTIANOS Y MUSULMANES: JUNTOS CONTRA LA VIOLENCIA PERPETRADA EN NOMBRE DE LA RELIGIÓN



Cristianos y musulmanes: juntos contra la violencia perpetrada en nombre de la religión

Mensaje del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, a los musulmanes de todo el mundo, con ocasión del inicio del mes del Ramadán


Por: Card. Jean-Louis Tauran | Fuente: www.vatican.va



Queridos hermanos y hermanas musulmanes,

1. Me complace enviarles, en nombre de todos los católicos de todo el mundo y en el mío propio, los mejores deseos para una celebración pacífica y gozosa de 'Id al-Fitr. Ustedes realizan, durante el mes de Ramadán, muchas prácticas religiosas y sociales, como el ayuno, la oración, la limosna, la ayuda a los pobres, las visitas a los familiares ya los amigos.

Espero y rezo para que los frutos de estas buenas acciones enriquezcan su vida.

2. Para algunos de ustedes y también para las personas de otras comunidades religiosas, la alegría de la fiesta se ensombrece por el recuerdo de los seres queridos que perdieron su vida o sus bienes, o sufrieron física, mental y espiritualmente incluso, a causa de la violencia. Las comunidades étnicas y religiosas en varios países del mundo han pasado por diversos y enormes sufrimientos injustos: asesinato de algunos de sus miembros, la destrucción de sus patrimonios culturales y religiosos, la emigración forzada de sus hogares y ciudades, el abuso sexual y violación de sus mujeres, esclavitud de algunos de sus miembros, la trata de personas, el comercio de órganos, e incluso ¡la venta de cadáveres!

3. Todos somos conscientes de la gravedad de estos delitos en sí mismos. Sin embargo, lo que los hace aún más atroces es el intento de justificarlos en el nombre de la religión. Es una clara manifestación de instrumentalizar la religión para ganar poder y riqueza.

4. No hace falta decir que los que tienen la responsabilidad de la seguridad y el orden público tienen también el deber de proteger a su gente y sus propiedades de la violencia ciega de los terroristas.

Además, también existe la responsabilidad de aquellos que tienen la tarea de educar: las familias, las escuelas, los programas de estudio, los líderes religiosos, el discurso religioso, los medios de comunicación. La violencia y el terrorismo son concebidos en primer lugar en la mente de personas desviadas, y a partir de ahí aterrizan para ser perpetrados.

5. Todos los que están involucrados en la educación de los jóvenes y en los diversos espacios educativos deben enseñar el carácter sagrado de la vida y la dignidad derivada de toda persona, independientemente de su origen étnico, religión, cultura, posición social y tendencia política. No hay una vida que sea más preciada que otra por el hecho de pertenecer a una raza o una religión específica. Por lo tanto, nadie puede matar. Nadie puede matar en nombre de Dios; esto sería un doble crimen: contra Dios y contra la persona misma.

6. No puede haber ninguna ambigüedad en la educación. El futuro de una persona, comunidad y de toda la humanidad no puede construirse sobre tal ambigüedad o la verdad aparente. Cristianos y musulmanes, de acuerdo con sus respectivas tradiciones religiosas, miran a  Dios y se relacionan con Él como la Verdad. Nuestra vida y conducta como creyentes deben reflejar tal convicción.

7. De acuerdo con San Juan Pablo II, los cristianos y los musulmanes tienen "el privilegio de la oración" (Discurso a los líderes religiosos musulmanes, Kaduna, Nigeria, 14 de Febrero 1982). Nuestra oración es muy necesaria: por la justicia, por la paz y la seguridad en el mundo; por aquellos que se han desviado del verdadero camino de la vida y cometen actos de violencia en nombre de la religión, para que regresen a Dios y cambien de vida; por los pobres y los enfermos.
8. Nuestras fiestas, entre otras cosas, alimentan en nosotros la esperanza para el presente y el futuro. Es con esperanza que miramos el futuro de la humanidad, especialmente cuando hacemos nuestro mejor esfuerzo para hacer que nuestros sueños legítimos se hagan realidad.
9. Con el Papa Francisco, les deseamos que los frutos del Ramadán y la alegría de 'Id al-Fitr pueden lograr la paz y la prosperidad, de realce a su crecimiento humano y espiritual.

¡Feliz fiesta a todos!

Ciudad del Vaticano, 12 de junio de 2015
Jean-Louis Cardenal Tauran
Presidente
P. Miguel Ángel Ayuso Guixot, M.C.C.I.
Secretario
(Traducción de Catholic.net)

IMÁGENES DE LOS MISTERIOS GOZOSOS DEL SANTO ROSARIO: SE REZA LUNES Y SÁBADO










viernes, 19 de junio de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 19 DE JUNIO DEL 2015


Donde está tu tesoro, ahí está tu corazón
Tiempo Ordinario

Mateo 6, 19-23. Tiempo Ordinario. No acumulen tesoros en la tierra. Este es un consejo de prudencia, porque no son seguros.


Por: Roberto Villatoro | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Mateo 6, 19-23
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho los destruyen, donde los ladrones perforan las paredes y se los roban. Más bien acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho los destruyen, ni hay ladrones que perforen las paredes y se los roben; porque donde está tu tesoro, ahí también está tu corazón. Tus ojos son la luz de tu cuerpo; de manera que, si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz. Pero si tus ojos están enfermos, todo tu cuerpo tendrá oscuridad. Y si lo que en ti debería ser luz, no es más que oscuridad, ¡qué negra no será tu propia oscuridad!".

Oración introductoria
Ayúdame a ver con los ojos de la fe. Que todo acontecimiento en mi vida y en la de los demás, lo vea en el plano sobrenatural. Que vea con tus ojos, y así pueda servirte a ti y a mis hermanos los hombres. Ayúdame, pues sé que solo no podré, pero con tu gracia no se nublará mi vista. Y viéndote con claridad en mi vida te sirva sólo a ti.

Petición
Señor Jesús, te entrego mis ojos para ver como Tú ves.

Meditación del Papa Francisco
No acumulen, para ustedes, tesoros en la tierra. Este es un consejo de prudencia, porque los tesoros sobre la tierra no son seguros: se estropean, vienen los ladrones y se los llevan. Y, ¿en qué tesoros piensa Jesús? Principalmente en tres y siempre vuelve sobre el mismo argumento.
El primer tesoro: el oro, el dinero, las riquezas...Pero no estás seguro con esto porque, quizá, te lo robarán; no, ¡estoy seguro con las inversiones!; ¡quizá cae la Bolsa y tú te quedas sin nada! Dime, ¿un euro más te hace más feliz o no? Las riquezas, tesoro peligroso, peligroso... Pero las riquezas son buenas, sirven para hacer muchas cosas buenas, para llevar adelante la familia: ¡esto es verdad! Pero si tú las acumulas como un tesoro, ¡te roban el alma! Jesús en el Evangelio vuelve a este tema, sobre las riquezas, sobre el peligro de las riquezas, sobre poner la esperanza en las riquezas.
El segundo tesoro: la vanidad. El tesoro de tener prestigio, de hacerse ver. Y esto siempre es condenado por Jesús. De esto modo, ha invitado a pensar lo que Jesús dice a los doctores de la ley, cuando ayunan, cuando dan limosna, cuando rezan para hacerse ver.
Finalmente el tercer tesoro es el orgullo, el poder. Se narra la caída de la reina Atalía, su gran poder duró siete años, después fue asesinada. ¡El poder termina! Cuántos grandes, orgullosos, hombres y mujeres de poder han terminado en el anonimato, en la miseria o en prisión. Es de ahí de donde viene la exhortación de no acumular dinero, vanidad, orgullo, poder. Estos tesoros no sirven. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 20 de junio de 2014, en Santa Marta).
Reflexión 
San Juan Pablo II en una ocasión dijo que no podíamos negar en la oscuridad, en momentos difíciles, lo que hemos podido ver con claridad en la luz. Y es que en algún momento de nuestra vida, hemos visto con claridad la luz de Dios en nuestra vida, su amor, su misericordia. Pero en ocasiones, la queremos ahogar o esconder, cubriéndola con nuestros problemas, o incluso con nuestros éxitos. Sin embargo, sabemos que la hemos visto.
Y esa luz que hemos visto, no podemos negarla ante la primera adversidad, o esconderla en los momentos de éxito. Hemos visto, hemos sido testigos. Por eso debemos cuidar siempre que nuestra vista no se nuble. Asegurarnos, y pedirle a Dios la gracia. De manera que podamos únicamente servir a un solo Señor.

Propósito
Veré la mano de Dios en las cosas sencillas de mi vida ordinaria.

Diálogo con Cristo
Señor, ayúdame a ver la claridad de tu luz. Que no sea ciego a tu amor, a tu fidelidad, a tu constante intervención en mi vida. Que ante tantas “lucecitas del pecado”, que me ofrecen una felicidad incierta, brille ante todo tu luz en mi vida. Y que, con mis obras, refleje tu luz, para que mis hermanos puedan alabarte y servirte también a ti.


Es propio de la luz el iluminar en cualquier parte en que se encuentre (San Hilario, Catena Aurea, vol. I, p. 263)

¿Y DÓNDE ESTABA DIOS?


¿Y donde estaba Dios...?
En quienes se levantan por encima del mal que les ha sucedido y muestran que son más grandes que los males que vivieron


Por: Fr. Nelson Medina, OP | Fuente: fraynelson.com




Quien le escribe es un joven de 18 años que sabe muchas cosas traumáticas de la vida y está conociendo acerca del amor de Dios, sólo que en su caminar le nace una interrogante: ¿Dónde esta Dios cuando ocurre una violación o un asesinato? ¿Dónde esta Dios cuando se clama auxilio? ¿Por qué no manda angeles a detener a los abusadores de inocentes? ¿Acaso si se viola a un niño se lo está castigndo por algo que ha hecho?

Perdone la crudeza de la pregunta pero creo que las dudas se resuelven cuando están candentes, le pido por favor me responda y me ayude. Gracias.
Empecemos por la parte más sencilla, de en medio de este conjunto de preguntas tan complicadas: cuando el inocente sufre no sufre "por algo que haya hecho".

La pregunta supone que Dios debería evitar que se cometieran injusticias. Lo que uno puede decir es: ¿en dónde empiezan las injusticias en las que Dios debería intervenir? Si sucede la violación de un niño, o incluso antes de eso: ¡un aborto!, lo que uno piensa es: "Ahí Dios debería haber intervenido" Pero si un empresario paga salarios de hambre a miles de obreros, ¿no debería intervenir Dios también ahí? Si un país invade injustamente a otro país, ¿no sería otro caso que Dios debería impedir? ¿Y no sería también motivo suficiente cuando un hombre casado, de veinte años de matrimonio, sale a su primera "aventura," que en realidad es un adulterio, y que en realidad va a arruinar su vida, al de su esposa y al de sus hijos?

Por el camino de las "intervenciones" uno no llega muy lejos. O mejor dicho: uno llega a que Dios tendría que estar todo el tiempo suprimiendo la libertad que dio al hombre. Sería un Dios en perpetua contradicción consigo mismo.

Lo que Dios hace es muy distinto. Él no quita la libertad que dio pero tampoco renuncia a su propia libertad que es siempre sabia, poderosa y compasiva. Ejerciendo su propia libertad, Dios conduce la historia humana sin negar la obra de nuestra libertad. ¿Cómo? A partir de las consecuencias que puedan tener los actos perversos. Es decir: no todas las personas manejan del mismo modo el "después" de las cosas malas que les suceden. Hay personas, sin duda guiadas por Dios, que aprovechan los traumas de su niñez para hacer respetar los derechos de los niños. Hay personas que han conocido los horrores de la droga y hoy son los mejores terapistas y acompañantes de quienes quieren abandonar ese infierno. Hay personas que, siguiendo el ejemplo de Cristo, y sostenidos, sin duda, por el amor de Cristo, se levantan por encima del mal que les ha sucedido y muestran que son más grandes que las desgracias que los visitaron. ¡Ahí está Dios!

NARDOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: DÍA 19 DE JUNIO


Nardo del 19 de Junio
¡Oh Sagrado Corazón, Corazón Misericordioso!

Meditación: El viento arrecia, parece que la tierra se pone desierta, todo se oscurece...se va la Luz del mundo, y te escucho decir: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen..." y de repente se oye un grito desgarrador: "Padre, en Tus Manos encomiendo Mi Espíritu". Mi Dulce Jesús ha muerto, mi Dios ha muerto...lo hemos matado. De nuestro corazón aún hoy lo arrancamos, la tierra tiembla...por eso nuevamente están aquí las tinieblas. Tu Cuerpo Santo cuelga inerte, pero a pesar del temor, un soldado con la lanza abre Tu Costado, y brotan de Él Tu última gota de Sangre, y Agua. La Sangre de la Redención, el Agua del Perdón. Así la Luz de Tu Misericordia nos baña en los sublimes Sacramentos que dejaste en Tu Iglesia Santa. Señor, mi Jesús amado, mi Redentor, me atrevo a pedirte a Vos que me liberes hoy y me enseñes a pedir perdón, para mi sanación, bañándome con los Rayos de Tu Misericordioso Corazón. Que goce así de la Nueva Jerusalén que algún día veré.

Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

Florecilla: Recemos la coronilla a La Divina Misericordia dada por el mismo Jesús a Sor Faustina Kowalska.

Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

BÚSQUEDA Y ENCUENTRO

 
Búsqueda y encuentro
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD
 
 

Hay encuentros planificados y los hay fortuitos. El encuentro de san Cristóbal con Jesús fue muy especial. Un niño le pidió que lo llevara al otro lado del río. Cristóbal aceptó con mucho gusto y lo colocó sobre su hombro. Al preguntarle por qué pesaba tanto, el niño le respondió: “Es que soy el Creador del mundo. Soy Jesús, que he tomado la forma de niño para que tuvieras el gusto de llevarme sobre tus hombros”.
            Jesús sale a nuestro encuentro y se “disfraza” de mil formas para enamorarnos, para que nos encontremos con él a gusto. Es entonces cuando se cumple lo que dice Jeremías: “Me buscaréis y me hallaréis, cuando me solicitéis de todo corazón” (Jr 29,13).

           Toda nuestra vida es búsqueda y encuentro. A veces buscamos y no encontramos; otras, las menos, encontramos sin buscar.

           La búsqueda nace del deseo, de querer algo que nos inquieta o interesa. Es el corazón el que mueve, empuja y dispone para el encuentro. Es en el corazón donde se producen todos los encuentros. Es el motor de la búsqueda y del encuentro. Quien busca de corazón, encuentra, porque pone alma y vida.

           Muchas veces buscamos a tientas, sin ser conscientes de lo que queremos. Deseamos sin desear, navegamos sin saber a dónde, andamos a gatas en la noche. Y claro, no encontramos. No encontraremos hasta que no nos dejemos motivar por Dios, hasta que no caigamos en la cuenta de que Él es el que nos busca desde toda la eternidad. Cuando nos encontramos con Él, nos encontramos con nosotros mismos y con los otros. Dejamos de huir, aunque seguimos heridos y llagados por el mismo encuentro.

           ¿Cómo sabemos que Dios nos busca? Dios nos busca cuando sentimos inquietud interior o una soledad que no podemos nombrar. También a través del diálogo, de la visita, de la oración, emergen preguntas y respuestas que van llenando la vida de sentido, de alegría y paz, de esperanza para seguir buscando en momentos de oscuridad.

           ¿Cómo sabemos que estamos buscando a Dios? Hay síntomas como reflexionar sobre lo que nos mueve por dentro, que nos permite enfrentarnos a toda clase de miedos, ansiedades y preocupaciones. Buscar a otros semejantes que desean lo mismo...

La Escritura nos habla de esta búsqueda y encuentro, de personas buscadas y encontradas por Dios. Zaqueo, ansioso y curioso por conocer a Jesús, inicia esta búsqueda sin medir las consecuencias. De repente Jesús lo mira y le dice: “Zaqueo, date prisa y baja, porque hoy voy a tu casa” (Lc 19,1-10). Una mujer llevaba enferma viarios años. Buscaba el encuentro con Jesús. Un día se decidió, “vino por detrás y le tocó el manto” (Mc 5,27). Otra mujer lo buscaba sin darse cuenta. Buscaba la verdad, la alegría, la felicidad y la vida, pues nadie se las había dado. Cuando se encontró con Jesús, inmediatamente corrió a decir lo que le había ocurrido (Jn 4,1-42).

           El camino de búsqueda y encuentro es un viaje lento y complejo que exige mucha fe, paciencia y perseverancia.

MADUREZ


Madurez



Madurez es el arte de vivir en paz con lo que es imposible cambiar.

Madurez es la habilidad de controlar la ira y resolver las discrepancias sin violencia o destrucción. 

Madurez es paciencia; es la voluntad de posponer el placer inmediato a favor de un beneficio a largo plazo. 

Madurez es perseverancia; es la habilidad de sacar un proyecto o una situación adelante, a pesar de fuerte oposición y retrocesos decepcionantes. 

Madurez es la capacidad de encarar disgustos y frustraciones incomodidades y derrotas, sin queja ni abatimiento. 

Madurez es humildad; es ser suficientemente grande para decir me equivoqué; y cuando se está en lo correcto, la persona madura, no necesita la satisfacción de decir: "Te lo dije". 

Madurez es la capacidad de tomar una decisión y sostenerla; los inmaduros pasan sus vidas explorando posibilidades, para al fin no hacer nada. 

Madurez significa confiabilidad; mantener la propia palabra, superar la crisis; los inmaduros son maestros de la excusa, son los confusos y desorganizados, sus vidas son una mezcla de promesas rotas, amigos perdidos, negocios sin terminar, y buenas intenciones que nunca se convierten en realidad. 

Madurez es el arte de vivir en paz con lo que es imposible cambiar

EL CORAZÓN DE CRISTO, CENTRO DE MI VIDA


El Corazón de Cristo, centro de mi vida
Necesitamos un Corazón al que recurrir ante las diferentes situaciones y en el cansancio de la vida cotidiana.


Por: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net




Intervención que pronunció Benedicto XVI el domingo 1 de junio de 2008 al rezar el Ángelus 


...Este mes está tradicionalmente dedicado al Corazón de Cristo, símbolo de la fe cristiana, particularmente amado tanto por el pueblo como por los místicos y los teólogos, pues expresa de una manera sencilla y auténtica la "buena noticia" del amor, resumiendo en sí el misterio de la encarnación y de la Redención.

Y el viernes pasado celebramos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, tercera y última de las fiestas que han seguido al Tiempo Pascual, tras la Santísima Trinidad y el Corpus Christi. Esta sucesión hace pensar en un movimiento hacia el centro: un movimiento del espíritu guiado por el mismo Dios.

Desde el horizonte infinito de su amor, de hecho, Dios ha querido entrar en los límites de la historia y de la condición humana, ha tomado un cuerpo y un corazón, para que podamos contemplar y encontrar el infinito en el finito, el Misterio invisible e inefable en el Corazón humano de Jesús, el Nazareno. En mi primera encíclica sobre el tema del amor, el punto de partida ha sido precisamente la mirada dirigida al costado traspasado de Cristo, del que habla Juan en su Evangelio (Cf. 19,37; Deus caritas est, 12). Y este centro de la fe es también la fuente de la esperanza en la que hemos sido salvados, esperanza que ha sido el tema de mi segunda encíclica.

Toda persona necesita un "centro" para su propia vida, un manantial de verdad y de bondad al que recurrir ante la sucesión de las diferentes situaciones y en el cansancio de la vida cotidiana.

Cada uno de nosotros, cuando se detiene en silencio, necesita sentir no sólo el palpitar de su corazón, sino, de manera más profunda, el palpitar de una presencia confiable, que se puede percibir con los sentidos de la fe y que, sin embargo, es mucho más real: la presencia de Cristo, corazón del mundo.

Os invito, por tanto, a cada uno de vosotros a renovar en el mes de junio su propia devoción al Corazón de Cristo, valorando también la tradicional oración de ofrecimiento del día y teniendo presentes las intenciones de toda la Iglesia.

Junto al Sagrado Corazón de Jesús, la liturgia nos invita a venerar el Corazón Inmaculado de María. Encomendémonos siempre a ella con gran confianza...

EL ESPÍRITU SANTO


EL ESPÍRITU SANTO


El Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad, es Dios. Verdadero Dios como lo son el Padre y el Hijo. Es el Amor del Padre y el Hijo.


Cristo prometió que este Espíritu de Verdad iba a venir y moraría dentro de nosotros. "Yo rogaré al Padre y les dará otro Intercesor que permanecerá siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que él permanece con ustedes, y estará en ustedes" (Jn 14, 16-17)
El Espíritu Santo vino el día de Pentecostés y nunca se ausentará. Cincuenta días después de la Pascua, el Domingo de Pentecostés, los Apóstoles fueron transformados de hombres débiles y tímidos en valientes proclamadores de la fe; los necesitaba Cristo para difundir su Evangelio por el mundo.

El Espíritu Santo está presente de modo especial en la Iglesia, comunidad de quienes creen en Cristo como el Señor. Ayuda a su iglesia a que continúe la obra de Cristo en el mundo. Su presencia da gracia a los fieles para unirse más a Dios y entre sí en amor sincero, cumpliendo sus deberes con Dios y los demás. La gracia y vida divina que prodiga hacen a la Iglesia ser mucho más grata a Dios; la hace crecer con el poder del Evangelio; la renueva con sus dones y la lleva a unión perfecta con Jesús.

El Espíritu Santo guía al Papa, a los obispos y a los presbíteros de la Iglesia en su tarea de enseñar la doctrina cristiana, dirigir almas y dar al pueblo la gracia de Dios por medio de los Sacramentos. Orienta toda la obra de Cristo en la Iglesia: solicitud por los enfermos, enseñar a los niños, preparación de la juventud, consolar a los afligidos, socorrer a los necesitados.

Es nuestro deber honrar al Espíritu Santo amándole por ser nuestro Dios y dejarnos dócilmente guiar por Él en nuestras vidas. San Pablo nos lo recuerda diciendo: "¿No saben ustedes que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?"(1 Cor 3, 16).

Conscientes de que el Espíritu Santo esta siempre con nosotros, mientras vivamos en estado de gracia santificante, debemos pedirle con frecuencia la luz y fortaleza necesarias para llevar una vida santa y salvar nuestra alma.

jueves, 18 de junio de 2015

EL EVANGELIO DE HOY: JUEVES 18 DE JUNIO DEL 2015


Dios sabe lo que necesitamos
Tiempo Ordinario
Mateo 6, 7-15. Tiempo Ordinario. La oración que elevemos a Dios tiene que ser sencilla,hecha con el corazón. 


Por: Carlos Llaca | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Y al orar, no charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados. No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo. Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre; venga tu Reino; hágase tu Voluntad así en la tierra como en el cielo. Nuestro pan cotidiano dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores; y no nos dejes caer en tentación, mas líbranos del mal. Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas. 

Oración introductoria
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, ven a esta oración para que sea el medio para crecer en el amor que perdona, libra del mal y de la tentación.

Petición
Ayúdame a hacer verdadera oración, Señor.

Meditación del Papa Francisco
Si por tanto hay alguno que puede explicar hasta el fondo la oración de “Padre nuestro”, enseñada por Jesús, estos son precisamente quienes viven en primera persona la paternidad. Sin la gracia que viene del Padre que está en los cielos, los padres pierden valentía y abandonan el campo. Pero los hijos necesitan encontrar un padre que les espera cuando vuelven de sus fracasos. Harán de todo para no admitirlo, para no mostrarlo, pero lo necesitan: y el no encontrarlo abre en ellos heridas difíciles de sanar.
La Iglesia, nuestra madre, está comprometida con apoyar con todas sus fuerzas la presencia buena y generosa de los padres en las familias, porque ellos son para las nuevas generaciones cuidadores y mediadores insustituibles de la fe en la bondad, en la fe y en la justicia y en la protección de Dios, como san José. (S.S. Francisco, audiencia del 4 de febrero de 2015,).
Reflexión
Jesús, cuando enseña el Padre Nuestro a sus discípulos, y a nosotros a través de ellos, nos da la pauta y el camino para que nuestra oración sea escuchada por Dios: "No charléis mucho con los gentiles que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados..."

Quiere decir que la oración que elevemos a Dios tiene que ser sencilla, hecha con el corazón, pensando en Dios y sus intereses, no en nosotros mismos.

Por ejemplo, Es diferente orar pidiendo que me vaya bien en los negocios, aunque haya que pasar por encima de mi prójimo, a decirle a Dios en la oración que me dé la fuerza para superar esa actitud de odio o disgusto contra el tipo que ayer me gritó en la tienda cuando fui a comprar algo de despensa.

En el primer ejemplo la petición está hecha en base a mis propios intereses y nada más. En el segundo, en cambio, la petición es justa porque se quiere superar un defecto propio por amor a Dios y el prójimo y no por amor a mí mismo ni mis cosas.

Ahora, Dios es infinitamente misericordioso. Pero también infinitamente justo. Por eso Jesús nos advierte que cuando queramos ser perdonados tenemos que perdonar a los que nos ofenden, si es que queremos ser perdonados por Dios. Cada vez que vamos al confesionario le pedimos perdón a Dios por haberle ofendido en la persona de nuestro hermano. Y nos lo da. ¿Es que acaso no vamos a perdonar las ofensas que recibimos siendo nosotros perdonados por lo que hacemos contra Dios, que siempre es más grave? ¿Es justo que seamos siempre perdonados sin nosotros perdonar ni una vez?

Por tanto, vivamos hoy y siempre coherentemente con Dios y nuestros hermanos en Cristo.

Propósito
Cuando se me presente una tentación para hacer o consentir el mal, rezaré de inmediato un padrenuestro.

Diálogo con Cristo
Jesucristo, ¡Venga tu Reino! Ésta es la aspiración de mi vida, que tu Reino se establezca y se realice en este mundo, iniciando en mi propia persona. Por eso te doy gracias por esta oración, permite que sepa escucharte, sentirte y seguirte.

¿CÓMO HACER UNA ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DE COMULGAR?


¿Cómo hacer una acción de gracias después de comulgar?
La Eucaristía es un tesoro inestimable; no sólo su celebración, sino también estar ante ella fuera de la Misa, nos da la posibilidad de llegar al manantial mismo de la gracia
Fuente: http://www.buenanueva.net


Cada cual ora después de recibir a Cristo en la Eucaristía de la manera como le inspira el Espíritu Santo. Sea cual fuere la forma de oración, es conveniente el recogimiento al regresar de comulgar, para atender debidamente a Aquél que nos habita, Dios mismo, Rey y Señor de Cielo y Tierra.

Algunas sugerencias de cómo puedes iniciar la Acción de gracias después de comulgar


1. Adoración a la Santísima Trinidad:

       Jesús es el Hijo de Dios hecho Hombre. Tan unidos estamos a Cristo después de comulgar, que podemos hacer nuestros los actos que su santísima humanidad tributa al Padre, en unión del Espíritu Santo.

       Así, Cristo se convierte en nuestra acción de gracias (nuestra Eucaristía). El es Quien suple todas nuestras deficiencias, sana todas nuestras enfermedades, remedia todas nuestras flaquezas.

       Aprovechar este momento de presencia de Jesús en nuestro corazón para adorar al Padre, por medio de su Hijo en unión con el Espíritu Santo es una manera de dar gracias a Dios.

2. Guardar silencio y escuchar la voz del Señor:

       Algunos preferirán hacer como María, la hermana de Marta y Lázaro: escuchar atentamente lo que El quiera decirnos. Son momentos en que suele el Señor iluminar nuestro entendimiento para decirle lo que desea de nosotros y avivar nuestra voluntad para que lo realicemos.

       Es un buen momento para que oigamos a Dios y le dejemos moldear nuestra alma de acuerdo a su Voluntad.

3. Meditar la Palabra de Dios:

       Puede decirse algún Salmo favorito:

El Señor es mi Pastor, nada me falta,
en verdes praderas me hace reposar,
me conduce hasta fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas.

Aunque pase por valles oscuros, nada temo,
tu vara y tu cayado me dan seguridad.
(Salmo 23)

       O leerse pausadamente o repasar de memoria, meditando, por ejemplo, algunas de las palabras de Jesús en la Ultima Cena:

LA ULTIMA CENA
(Resumen de las palabras de Jesús en la Ultima Cena)
(Jn. 13-17)

No me habéis vosotros elegido,
fui Yo mismo Quien os elegí.
Ya no os llamo siervos, sino amigos,
permaneceréis, para siempre, junto a Mí.
(Jn. 15, 15-16)

Recordad mi nuevo mandamiento,
por el cual os reconocerán,
que os améis los unos a los otros,
como Yo os amé, hasta mi vida entregar.
(Jn. 13, 34; 15, 12-13 y 17)

Todo aquél que dice que me ama,
mi Palabra debe de guardar,
y será amado por mi Padre-y
vendremos a él y haremos morada en él.
(Jn. 14, 21-23; 15, 9-10)

Yo soy la Verdad, soy el Camino,
soy la Vida y la Resurrección,
quien me sigue no andará perdido,
pues Yo soy la Luz, Yo soy vuestra salvación.
(Jn. 14, 1-8)

Así como el Padre me ha enviado,
así también os envío Yo;
os envío a estar en el mundo,
mas no ser de él, pues sólo de Dios seréis.
(Jn. 17, 6 y 9-10, 14--18)

Yo soy la vid, vosotros las ramas,
y Mi Padre es el Viñador;
si permanecéis a Mí unidos,
buen fruto daréis y Me glorificaréis.
(Jn. 15, 1-5; y 8)

Que todos vosotros seáis uno,
como los somos Mi Padre y Yo:
como el Padre en Mí y Yo en El,
vosotros también, uno en Nosotros seréis.
(Jn. 14, 20; 17, 21)

Tomad y comed este es Mi Cuerpo,
que se entrega por vuestra salud.
Tomad y bebed esta es Mi Sangre,
que Yo derramé por vosotros en la cruz.
(Lc. 22, 7-20; Mt. 26, 17-29; Mc. 14, 12-25;
1 Cor. 11, 23-36)


4. Pedir “cosas buenas”:

       La oración no debiera ser nunca preferencialmente de petición, pero mucho menos después de la Comunión, cuando el Dueño del mundo nos habita.

En estos momentos es preferible una oración de adoración, de acción de gracias, de confianza y abandono, de alabanza, etc.

       Sin embargo, si deseamos usar momentos tan especiales en peticiones, aprovechemos de pedir esas “cosas buenas” que Dios quiere darnos (cf. Lc. 11, 13).

       Por ejemplo: “Cosas buenas” son virtudes (Señor: aumenta mi Fe. Señor: quiero ser más humilde. Señor: ayúdame a ser dócil a tus designios). “Cosas buenas” son bienaventuranzas (Señor: quiero ser pobre en el espíritu, sabiendo que nada soy, nada puedo sin Ti. Señor: dame aceptación de este sufrimiento). “Cosas buenas” son frutos del Espíritu (Señor: enséñame a ser magnánimo con los demás, enséñame a comprender y a perdonar. Señor: dame templanza y control de mí mismo).




PARA UNA ACCIÓN DE GRACIAS A LARGO PLAZO

       Si bien el acto mismo de la Comunión es transitorio y pasajero, el efecto que el Sacramento produce en el alma –la unión con Dios- es permanente. Es decir, se prolonga mientras nosotros así lo queramos.

       De allí que nuestra acción de gracias a largo plazo debe contemplar el hecho de que siendo la Eucaristía el Sacramento de la unión con Dios, debemos permanecer en Cristo para que El permanezca en nosotros.

       En el tiempo posterior a la recepción de la Eucaristía no podemos dejar, entonces, que las tendencias que se oponen a nuestra unión con Dios puedan disminuir o interrumpir esta comunión: actitudes en contra de la Voluntad Divina, faltas de Fe y confianza en Dios, pecados mortales o veniales, etc.

       Por el contrario, debemos acrecentar la vida de Dios en nosotros y aumentar esta comunión e identificación con Cristo, mediante la oración, las buenas obras, la penitencia, aceptación de la Voluntad de Dios y colaboración activa en sus designios, el ejercicio de las virtudes, etc.

       San Pablo nos recuerda que debemos vivir “amando como Cristo que nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y víctima” (Ef. 5,2). En efecto, Cristo se entregó por nosotros en la cruz … y se entrega a nosotros en cada Eucaristía.

       Si El nos ama así ¡cómo no retribuir en “algo” ese amor! amándolo a El, primero que todo y amándonos entre nosotros como El nos enseña a amarnos. Y amarnos, no sólo evitando hacer daño a los demás, o haciendo una que otra “obra de caridad”, sino también dando la vida.

       Y dar la vida no significa necesariamente llegar a morir por los demás, como Cristo, aunque se han dado y se siguen dando casos de martirios genuinos. Dar la vida significa, también, pensar primero en procurar el bien de los demás y luego en el propio ... Y puede ser que hasta se llegue a olvidar el bien propio. ¿Imposible? Muchos lo han hecho. Algunos aún lo hacen. No es imposible.

       Recordemos, pues, que la fuente de donde recibimos las gracias para poder actuar como Cristo, en entrega de amor a Dios y a los demás, está en la Eucaristía, que –además- es el alimento para nuestro viaje a la eternidad.




ADORACION DEL SANTISIMO SACRAMENTO

       Nos dice el Papa Juan Pablo II en su Encíclica sobre la Eucaristía que en el culto eucarístico fuera de la Santa Misa “se prolongan y multiplican los frutos de la comunión del cuerpo y sangre del Señor”.

       Y continúa: “El culto que se da a la Eucaristía fuera de la Misa es de un valor inestimable en la vida de la Iglesia. Dicho culto está estrechamente unido a la celebración del Sacrificio eucarístico.

       “La presencia de Cristo bajo las sagradas especies que se conservan después de la Misa –presencia que dura mientras subsistan las especies del pan y del vino– deriva de la celebración del Sacrificio y tiende a la comunión sacramental y espiritual”.

       “Es hermoso estar con Él y, reclinados sobre su pecho como el discípulo predilecto(cf. Jn 13, 25), palpar el amor infinito de su corazón. Si el cristianismo ha de distinguirse en nuestro tiempo sobre todo por el «arte de la oración», ¿cómo no sentir una renovada necesidad de estar largos ratos en conversación espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de amor, ante Cristo presente en el Santísimo Sacramento? ¡Cuántas veces, mis queridos hermanos y hermanas, he hecho esta experiencia y en ella he encontrado fuerza, consuelo y apoyo!”

       “Numerosos Santos nos han dado ejemplo de esta práctica, alabada y recomendada repetidamente por el Magisterio. De manera particular se distinguió por ella San Alfonso María de Ligorio, que escribió: «Entre todas las devociones, ésta de adorar a Jesús sacramentado es la primera, después de los sacramentos, la más apreciada por Dios y la más útil para nosotros». La Eucaristía es un tesoro inestimable; no sólo su celebración, sino también estar ante ella fuera de la Misa, nos da la posibilidad de llegar al manantial mismo de la gracia”.

       Concluimos con una cita del Papa en su Encíclica que denota la importancia que hemos de darle a la Eucaristía, “Pan de Vida”:

       “Al dar a la Eucaristía todo el relieve que merece, y poniendo todo esmero en no infravalorar ninguna de sus dimensiones o exigencias, somos realmente conscientes de la magnitud de este don … No hay peligro de exagerar en la consideración de este Misterio, porque «en este Sacramento se resume todo el misterio de nuestra salvación» (Santo Tomás de Aquino)”.



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