lunes, 17 de noviembre de 2014

CONFIRMADO: PAPA FRANCISCO IRÁ A ESTADOS UNIDOS EN 2015


Confirmado: Papa Francisco irá a Estados Unidos en 2015
Foto Daniel Ibáñez / ACI Prensa




ROMA, 17 Nov. 14 / 03:35 am (ACI/EWTN Noticias).- El Papa Francisco ha anunciado esta mañana que viajará a Estados Unidos en septiembre de 2015 para participar del Encuentro Mundial de las Familias que tendrá lugar en la ciudad de Filadelfia.

La noticia la ha hecho pública el mismo Santo Padre durante la sesión inaugural del Congreso “La complementariedad del hombre y la mujer”, organizado por la Congregación para la Doctrina de la Fe y copatrocinado por el Consejo Pontificio para la Familia, el Consejo Pontificio para el Diálogo interreligioso y el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

El Papa Francisco dijo "confirmo que Dios mediante en septiembre de 2015 iré a Filadelfia para el octavo Encuentro Mundial de las Familias".

El Encuentro Mundial de las Familias se realiza cada tres años y fue instituido por San Juan Pablo II en 1994, el Año de la Familia. El de Filadelfia se realizará del 22 al 27 de septiembre de 2015.

Hace unos días y en el marco de la asamblea plenaria de los obispos de Estados Unidos, el Arzobispo de Filadelfia, Mons. Charles Chaput, señaló que en este importante acontecimiento para la Iglesia se abordarán “distintos asuntos relacionados a las familias en los que nuestra fe se necesita y es probada. Estas son las cuestiones que afectan a las familias no solo en Estados Unidos sino a nivel global”.


Las inscripciones para este evento ya se han abierto. Puede registrarse a través del sitio web: 

http://www.worldmeeting2015.org/plan-your-visit/register/

EL EVANGELIO DE HOY: LUNES 17 DE NOVIEMBRE DEL 2014


El ciego de Jericó
Milagros


Lucas 18, 35-43. Tiempo Ordinario. Para rezar bien, es necesario acercarse a Dios, ponerse ante su presencia. 


Por: P Clemente González | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Lucas 18, 35-43
En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna; al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello.Le informaron que pasaba Jesús el Nazareno y empezó a gritar, diciendo: ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí! Los que iban delante le increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: ¡Hijo de David, ten compasión de mí! Jesús se detuvo, y mandó que se lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó: ¿Qué quieres que te haga? Él dijo: ¡Señor, que vea! Jesús le dijo: Ve. Tu fe te ha salvado. Y al instante recobró la vista, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.

Oración introductoria
Jesús, hoy, en esta oración, te acercas al Jericó de mi alma. Aquí me tienes, como un mendigo ciego y pobre. ¡Jesús, ten compasión de mí! Señor, ¡haz que vea el gran amor que me tienes! Dame el don de la fe. Gracias por respetar mi libertad de modo que pueda ofrecértela, todo lo que soy y lo que creo tener, te lo doy Señor.

Petición
Señor, aumenta mi fe para perseverar en la vida de oración y en mi fidelidad a Ti.

Meditación del Papa Francisco
Él lo ha prometido: eh aquí la piedra angular sobre la que se apoya la certeza de una oración. Con esta seguridad nosotros decimos al Señor nuestras necesidades, pero seguros de que Él pueda hacerlo. Rezar es sentir que Jesús nos dirige la pregunta del ciego: ¿tú crees que puedo hacer esto?
Él puede hacerlo. Cuando lo hará, como lo hará no lo sabemos. Esta es la seguridad de la oración. La necesidad de decir la verdad al Señor. 'Soy ciego, Señor. Tengo esta necesidad. Tengo esta enfermedad. Tengo este pecado. Tengo este dolor...', pero siempre la verdad, como es la cosa. Y Él siente la necesidad, pero siente que nosotros pedimos su intervención con seguridad. Pensamos si nuestra oración es de necesidad y es segura: de necesidad porque nos decimos la verdad a nosotros mismos, y segura, porque creemos que el Señor puede hacer aquello que le pedimos. (Cf. S.S. Francisco, 6 de diciembre de 2013, homilía en Santa Marta).
Reflexión
Era ciego pero tenía las ideas muy claras. Había oído hablar de Jesús de Nazaret, el descendiente del rey David, que hacía milagros en toda Galilea. Y él quería ver. Por eso, cuando le informaron que Jesús iba a pasar por allí, el corazón le dio un vuelco y comenzó a gritar con todas sus fuerzas. ¡Era la oportunidad de su vida! Cuando consiguió estar frente a frente con el Mesías no fue con rodeos; le pidió lo que necesitaba: "¡Señor, que vea!".

Muchos entendidos dicen que este es el modelo perfecto de oración. Primero, buscó el encuentro con Jesús; luego, presentó la petición con toda claridad. Y como tenía mucha fe...

Para rezar bien, es necesario acercarse a Dios, ponerse ante su presencia. Para eso puede ayudar ir a una iglesia y arrodillarse ante el sagrario. ¡Allí está Jesús! Luego, con humildad, suplicando su misericordia como hizo el ciego, le hablamos y le decimos exactamente lo que nos pasa. Sin discursos, sin palabrería. Hay que ir al grano: "Mira, Señor, lo que me pasa es esto...".

Dios ya lo sabe, pero quiere que se lo digamos. Nos pregunta: "¿Qué quieres que te haga?". Entonces, nos escucha y nos lo concede, según nuestra fe.

Pero no acaba aquí el relato. Luego fue a comunicar esa experiencia a todo el pueblo. Había nacido un apóstol. Y consiguió que aquella gente, al verlo, alabara a Dios.

Propósito
Seguir a Cristo llevando consuelo y aliento a un enfermo poco visitado.

Diálogo con Cristo 
Señor, dame la fe para saber que Tú siempre estás conmigo. Necesito la habilidad de ver todo desde tu punto de vista. Permíteme adorarte y glorificarte por tu constante compañía y por nunca dejarme solo en mis problemas y tristezas. Aumenta mi fe para ser capaz de experimentar tu amor en las dificultades y pruebas.

ORACIÓN PARA IRRADIAR A CRISTO


ORACIÓN PARA IRRADIAR A CRISTO


Amado Señor,

Ayúdame a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya.

Inunda mi alma de espíritu y vida.

Penetra y posee todo mi ser hasta tal punto que toda mi vida solo sea una emanación de la tuya.

Brilla a través de mí, y mora en mi de tal manera que todas las almas que entren en contacto conmigo puedan sentir tu presencia en mi alma.

Haz que me miren y ya no me vean a mí sino solamente a ti, oh Señor.

Quédate conmigo y entonces comenzaré a brillar como brillas Tú; a brillar para servir de luz a los demás a través de mí.

La luz, oh Señor, irradiará toda de Ti; no de mí; serás Tu, quien ilumine a los demás a través de mí.

Permíteme pues alabarte de la manera que más te gusta, brillando para quienes me rodean.

Haz que predique sin predicar, no con palabras sino con mi ejemplo, por la fuerza contagiosa, por la influencia de lo que hago, por la evidente plenitud del amor que te tiene mi corazón. Amén.


FIEBRE



Fiebre
Autor:  Phil Bosmans



Por qué me pongo tan nervioso cuando pierdo el autobús o el metro, cuando el coche no está disponible y por una sola vez me veo obligado a ir a pie? No obstante, sé que en Oriente ciertos hombres caminan todo el día entre las barras del carricoche de un rico, por una propina de risa.

¿Por qué lamentarme por una ligera indisposición y preocuparme por una pequeña arruga o mancha roja? También sé que millares de personas llevan en sí un mal incurable, que millares de hombres son torturados por sus ideas, por el color de su piel, o por nada. No pienso nunca, pues, en los otros en los que no tienen piernas o que permanecen siempre tendidos: se volverían locos de alegría si pudieran hacer cola ante la taquilla, andar bajo la lluvia o esperar; y cuando no me sirven puntualmente mi comida, olvido que millones de seres no se sientan nunca a una mesa para comer.

Realmente somos hombres ridículos, estúpidos e insensatos; envenenamos nuestra vida y la de los demás con una serie de mezquindades, mientras tenemos todo lo necesario para ser felices. Tenemos fiebre, una fiebre que se llama: ¡egoísmo morboso!

LA POSIBILIDAD QUE TODOS SE SALVEN


La posibilidad de que todos se salven
¿Qué pensar de los de fuera?
La teología siempre ha admitido la posibilidad, para Dios, de salvar a algunas personas fuera de las vías ordinarias, que son la fe en Cristo, el bautismo y la pertenencia a la Iglesia


Por: P. Raniero Cantalamessa | Fuente: fluvium.org


Uno de los apóstoles, Juan, vio expulsar demonios en nombre de Jesús a uno que no era del círculo de los discípulos y se lo prohibió. Al contarle el incidente al Maestro, se oye que Él responde: «No se lo impidáis... El que no está contra nosotros, está por nosotros».

Se trata de un tema de gran actualidad. ¿Qué pensar de los de fuera, que hacen algo bueno y presentan las manifestaciones del Espíritu, sin creer aún en Cristo y adherirse a la Iglesia? ¿También ellos se pueden salvar?

La teología siempre ha admitido la posibilidad, para Dios, de salvar a algunas personas fuera de las vías ordinarias, que son la fe en Cristo, el bautismo y la pertenencia a la Iglesia. Esta certeza se ha afirmado sin embargo en época moderna, después de que los descubrimientos geográficos y las aumentadas posibilidades de comunicación entre los pueblos obligaron a tomar nota de que había incontables personas que, sin culpa suya alguna, jamás habían oído el anuncio del Evangelio, o lo habían oído de manera impropia, de conquistadores o colonizadores sin escrúpulos que hacían bastante difícil aceptarlo. El Concilio Vaticano II dijo que «el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual» de Cristo, y por lo tanto se salven [Constitución Pastoral Gaudium et spes sobre la Iglesia y el mundo actual, n. 22. Ndt].

¿Ha cambiado entonces nuestra fe cristiana? No, con tal de que sigamos creyendo dos cosas: primero, que Jesús es, objetivamente y de hecho, el Mediador y el Salvador único de todo el género humano, y que también quien no le conoce, si se salva, se salva gracias a Él y a su muerte redentora. Segundo: que también los que, aún no perteneciendo a la Iglesia visible, están objetivamente «orientados» hacia ella, forman parte de esa Iglesia más amplia, conocida sólo por Dios.

Dos cosas, en nuestro pasaje del Evangelio, parece exigir Jesús de estas personas «de fuera»: que no estén «contra» Él, o sea, que no combatan positivamente la fe y sus valores, esto es, que no se pongan voluntariamente contra Dios. Segundo: que, si no son capaces de servir y amar a Dios, sirvan y amen al menos a su imagen, que es el hombre, especialmente el necesitado. Dice de hecho, a continuación de nuestro pasaje, hablando aún de aquellos de fuera: «Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa».

Pero aclarada la doctrina, creo que es necesario rectificar también algo más, y es la actitud interior, la psicología de nosotros, los creyentes. Se puede entender, pero no compartir, la mal escondida contrariedad de ciertos creyentes al ver caer todo privilegio exclusivo ligado a la propia fe en Cristo y a la pertenencia a la Iglesia: «Entonces, ¿de qué sirve ser buenos cristianos...?». Deberíamos, al contrario, alegrarnos inmensamente frente a estas nuevas aperturas de la teología católica. Saber que nuestros hermanos de fuera también tienen la posibilidad de salvarse: ¿qué existe que sea más liberador y qué confirma mejor la infinita generosidad de Dios y su voluntad de «que todos los hombres se salven» (1 Tm 2,4)? Deberíamos hacer nuestro el deseo de Moisés recogido en la primera lectura de este domingo: «¡Quisiera de Dios que le diera a todos su Espíritu!».

¿Debemos, con esto, dejar a cada uno tranquilo en su convicción y dejar de promover la fe en Cristo, dado que uno se puede salvar también de otras maneras? Ciertamente no. Sólo deberíamos poner más énfasis en el motivo positivo que en el negativo. El negativo es: «Creed en Jesús, porque quien no cree en Él estará condenado eternamente»; el motivo positivo es: «Creed en Jesús, porque es maravilloso creer en Él, conocerle, tenerle al lado como Salvador, en la vida y en la muerte».

TENSIONES


Tensiones
En esos momentos, hace falta una mirada atenta y serena para ver qué se puede hacer para afrontar cada crisis.
Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net



¿Por qué surgen las tensiones? Porque dentro de uno hay tendencias que no pueden armonizarse entre sí. Porque fuera hay peticiones e intereses que nos dividen, nos inquietan, nos agobian.

Evitar las tensiones es un deseo difícil de alcanzar, pues la vida está llena de encrucijadas: no podemos ir la misma tarde y a la misma hora a una conferencia o a una fiesta de cumpleaños.

Pero eliminar algunas tensiones es posible si acallamos deseos equivocados, si centramos el corazón en lo esencial, y si ignoramos presiones que nos ahogan al pedirnos esfuerzos agotadores.

Eliminadas esas tensiones que podemos dejar a un lado, ¿qué hacer con otras que mantienen su aguijón en nuestras almas? Porque no se puede pedir a un padre o a una madre que olviden las tensiones que provocan los comportamientos de ese hijo que vive en plena adolescencia, o los problemas creados en la oficina por culpa de un compañero que critica continuamente a los demás...

En esos momentos, hace falta una mirada atenta y serena para ver qué se puede hacer, cómo afrontar el problema, cuáles serían aquellos medios concretos que uno puede escoger para afrontar cada situación de crisis.

A pesar de tantos esfuerzos, las tensiones pueden durar mucho tiempo. El hijo que una y otra vez llega borracho a casa genera una pena profunda en sus padres, como es dolorosa la tensión que surge en un matrimonio cuando uno de los dos sucumbe a las adicciones electrónicas.

Ante ese tipo tensiones, siempre podemos mirar al cielo y buscar la paz y la ayuda que vienen de Dios, y que permiten encarar la situación con una energía insospechada: la que nace de la esperanza y del amor sincero.

Entonces, ¿es posible vivir entre tensiones y con una dosis sanadora de energía? Sí, cuando aprendemos esa gran lección del Evangelio: no preocuparnos por el mañana, sino mirar a los lirios del campo y a las aves del cielo para dejar que cada día tenga su afán. A nosotros sólo se nos pide una cosa: a pesar de tantos problemas, dedicarnos a buscar con alegría el Reino de Dios y su justicia... (cf. Mt 6,25-34).

PENSAMIENTO DEL PAPA FRANCISCO


ORACIÓN A SANTA ISABEL DE HUNGRÍA PARA NECESIDADES URGENTES


Oración a Santa Isabel de Hungría 
para necesidades urgentes.

Oh milagrosa santa Isabel, modelo de virtud,
Hija de reyes, y destinada a reinar,
Que desde niña quisiste seguir
Los caminos del verdadero y el amor,
De la penitencia, de ayuno, la oración
Y el completo servicio al prójimo,
Protégenos en nuestra difícil peregrinación.

Casada a muy pronto edad,
Tú fuiste ejemplo de fidelidad y cariño,
A tu esposo e hijos amaste,
Sin por ello abandonar tu pasión y amor por Cristo,
Ni tú abnegada dedicación a todo al que lo precisara.

Amada santa Isabel, hoy acudo a ti con inmensa incertidumbre
Para solicitar me concedas alivio en esta angustiosa situación,
En mis agobios económicos,,
Pues no puedo hacer frente a altas necesidades, deudas y pagos
Que ahora tanta intranquilidad me producen,
Por la inmensa caridad que en tu vida tuviste,
Por la inmensa caridad que en tu vida tuviste,
Por la fe y esperanza que prodigaste,
Santa Isabel te suplico dame tu auxilio para salir de esta ruina,.
Intercede por mí ante Dios Misericordioso
Y pídele me socorra en esta acuciante necesidad.

(Pedir lo que tanto necesita)

Dulce Isabel, gloriosa santa de los desamparados,
Tu que te desviviste por los más débiles e indefensos,
No desoigas mis urgentes demandas,
Y haz, te ruego, que sean atendidas favorablemente.

Santa Isabel de Hungría, santa, santa,
Ruega por todos los que necesitamos,
Enséñanos a buscar los bienes que pasan
Y condúcenos por la humildad a la Gloria.

Por Jesucristo nuestro Señor.
Amen

Rezar tres Credos, tres Padrenuestro y tres Glorias.
Repetir la oración y los rezos durante tres días continuos

SANTA ISABEL DE HUNGRÍA, VIUDA, 17 DE NOVIEMBRE


Isabel de Hungría, Santa
Viuda, 17 de noviembre de 1231 


Por: | Fuente: Archidi?is de Madrid




Viuda
17 de noviembre

A los cuatro años había sido prometida en matrimonio, se casó a los catorce, fue madre a los quince y enviudó a los veinte. Isabel, princesa de Hungría y duquesa de Turingia, concluyó su vida terrena a los 24 años de edad, el I de noviembre de 1231. Cuatro años después el Papa Gregorio IX la elevaba a los altares. Vistas así, a vuelo de pájaro, las etapas de su vida parecen una fábula, pero si miramos más allá, descubrimos en esta santa las auténticas maravillas de la gracia y de las virtudes.

Su padre, el rey Andrés II de Hungría, primo del emperador de Alemania, la había prometido por esposa a Luis, hijo de los duques de Turingia, cuando sólo tenia 11 años. A pesar de que el matrimonio fue arreglado por los padres, fue un matrimonio vivido en el amor y una feliz conjunción entre la ascética cristiana y la felicidad humana, entre la diadema real y la aureola de santidad. La joven duquesa, con su austeridad característica, despertando el enojo de la suegra y de la cuñada al no querer acudir a la Iglesia adornada con los preciosos collares de su rango: “¿Cómo podría—dijo cándidamente—llevar una corona tan preciosa ante un Rey coronado de espinas?”. Sólo su esposo, tiernamente enamorado de ella, quiso demostrarse digno de una criatura tan bella en el rostro y en el alma y tomó por lema en su escudo, tres palabras que expresaron de modo concreto el programa de su vida pública: “Piedad, Pureza, Justicia”.

Juntos crecieron en la recíproca donación, animados y apoyados por la convicción de que su amor y la felicidad que resultaba de él eran un don sacramental: “Si yo amo tanto a una criatura mortal—le confiaba la joven duquesa a una de sus sirvientes y amiga—, ¿cómo debería amar al Señor inmortal, dueño de mi alma?”.

A los quince años Isabel tuvo a su primogénito, a los 17 una niña y a los 20 otra niña, cuando apenas hacía tres semanas había perdido a su esposo, muerto en una cruzada a la que se había unido con entusiasmo juvenil. Cuando quedó viuda, estallaron las animosidades reprimidas de sus cuñados que no soportaban su generosidad para con los pobres. Privada también de sus hijos, fue expulsada del castillo de Wartemburg. A partir de entonces pudo vivir totalmente el ideal franciscano de pobreza en la Tercera Orden, para dedicarse, en total obediencia a las directrices de un rígido e intransigente confesor, a las actividades asistenciales hasta su muerte, en 1231.

domingo, 16 de noviembre de 2014

EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 16 DE NOVIEMBRE DEL 2014



Parábola de los talentos
Parábolas


Mateo 25, 14-30. Tiempo Ordinario. ¿Qué has hecho hoy? ¿Cuántas veces has dejado sin hacer lo que debías? 


Por: P . Clemente González | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Mateo 25, 14-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: Un hombre que se iba al extranjero llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó. enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado. Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegándose también el de los dos talentos dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado. Su señor le dijo: ¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llegándose también el que había recibido un talento dijo: Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo. Mas su señor le respondió: Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. 

Oración introductoria
Señor, gracias por los talentos que me has dado. No permitas que la apatía o el desánimo me lleven a enterrarlos o a utilizarlos para mi beneficio personal. Ilumina mi oración, permite que me acerque a Ti con confianza y con un corazón sincero, para desprenderme de mi voluntad y unirme más a la tuya.

Petición
Padre, ayudanos a comprender que lo que se nos ha dado se multiplica dándolo. Es un tesoro que hemos recibido para gastarlo, invertirlo y compartirlo con todos.

Meditación del Papa Francisco
El apóstol Pablo, al final de su vida, hace un balance fundamental: "He conservado la fe" ¿Cómo la conservó? No en una caja fuerte. No la escondió bajo tierra, como aquel siervo perezoso. San Pablo compara su vida con una batalla y con una carrera. Ha conservado la fe porque no se ha limitado a defenderla, sino que la ha anunciado, irradiado, la ha llevado lejos. Se ha opuesto decididamente a quienes querían conservar, "embalsamar" el mensaje de Cristo dentro de los confines de Palestina. Por esto ha hecho opciones valientes, ha ido a territorios hostiles, he aceptado el reto de los alejados, de culturas diversas, ha hablado francamente, sin miedo. San Pablo ha conservado la fe porque, así como la había recibido, la ha dado, yendo a las periferias, sin atrincherarse en actitudes defensivas.
También aquí, nos podemos preguntar: ¿De qué manera conservamos nosotros la fe? ¿La tenemos para nosotros, en nuestra familia, como un bien privado, o sabemos compartirla con el testimonio, con la acogida, con la apertura hacia los demás? (S.S. Francisco, 27 de octubre de 2013)
Reflexión
Los talentos no sólo representan las pertenencias materiales. Los talentos son también las cualidades que Dios nos ha dado a cada uno.

Vamos a reflexionar sobre las dos enseñanzas del evangelio de hoy. La primera alude al que recibió cinco monedas y a su compañero, que negoció con dos. Cada uno debe producir al máximo según lo que ha recibido de su señor. Por eso, en la parábola se felicita al que ha ganado dos talentos, porque ha obtenido unos frutos en proporción a lo que tenía. Su señor no le exige como al primero, ya que esperaba de él otro rendimiento.

Igualmente se aplica a nosotros, según las posibilidades reales de cada individuo. Hay personas que tienen gran influencia sobre los demás, otras son muy serviciales, otras, en cambio, son capaces de entregarse con heroísmo al cuidado de personas enfermas, los hay con una profesión, con un trabajo, con unos estudios, con una responsabilidad concreta en la sociedad...

Pero puede darse el caso del tercer siervo del evangelio: no produjo nada con su talento. A Cristo le duele enormemente esa actitud. Se encuentra ante alguien llamado a hacer un bien, aunque fuera pequeño, y resulta que no ha hecho nada. Eso es un pecado de omisión, que tanto daña al corazón de Cristo, porque es una manifestación de pereza, dejadez, falta de interés y desprecio a quien le ha regalado el talento.

Analiza tu jornada. ¿Qué has hecho hoy? ¿Qué cualidades han dado su fruto? ¿Cuántas veces has dejado sin hacer lo que debías?

Propósito
Señor, qué fácilmente olvido lo fugaz y lo temporal de esta vida. En vez de buscar multiplicar, en clave al amor a los demás, los numerosos talentos con los que has enriquecido mi vida, frecuentemente me dejo atrapar por el camino fácil de la comodidad o la ley del menor esfuerzo. Concédeme la gracia de saber reconocer y multiplicar los dones recibidos.

ORACIÓN A SANTA GERTRUDIS , NOVIEMBRE 16


!VAMOS A ARREGLAR EL MUNDO!

¡Vamos a arreglar el mundo!
Cuentos
¿Quieres cambiar el mundo? Disfruta cada día como si fuera el último, ya que uno nunca sabe cuando llegará el último día. 


Por: Juan Rafael Pacheco | Fuente: Catholic.net



Muchos conocen la historia del científico que vivía sumamente preocupado con los problemas del mundo, decidido a buscarles solución.

En algún momento, su hijito de siete años entra en el laboratorio deseoso de ayudar a su papá. El científico, por lo contrario, nervioso por la interrupción y viendo que era imposible sacarlo, cogió una revista que tenía en su portada un mapa del mundo, se la arrancó, la cortó en varios pedazos con una tijera, y se la dio al niño para que se entretuviera armando el rompecabezas, mientras él continuaba tranquilamente con sus experimentos.

Luego de unas pocas horas, el buen hombre oyó que el niño le decía: "Papá, ya arreglé el mundo."

El científico, asombrado, levantó la vista del microscopio pensando que lo que vería sería el resultado del torpe trabajo de un niño. Sin embargo, para su gran sorpresa, el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados perfectamente en sus respectivos lugares. ¿Cómo había sido esto posible? ¿Cómo era que el niño había logrado esto?

Intrigado, dijo a su hijito: "Hijo, tú no sabías cómo era el mundo. Entonces, ¿cómo lograste armarlo?"

"Papá" –le dijo el niño— "yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando arrancaste el mapa de la revista para recortarlo, yo vi que del otro lado tenía la figura de un hombre. Así que le dí la vuelta a todos los pedazos y comencé a organizar al hombre. Cuando conseguí arreglar al hombre, volteé la hoja y vi que había arreglado al mundo."

Debemos estar conscientes, leí en algún momento, que el verdadero triunfo del hombre es lograr la familia que anhela, mostrar la bondad que recibe y tener verdaderos amigos.

Que la verdadera sabiduría es aprender a escuchar y saber cuándo opinar, es comprender los problemas y saberlos resolver, y poder brindar al mundo lo que realmente uno sabe.

Que la verdadera fe es pedir y saber que Dios nos escucha, saborear los momentos que compartimos con Él, poder cerrar los ojos y sentirlo junto a nosotros.

Que la verdadera amistad es sentir la hermandad que une a personas de sangres diversas, es saber que su mano siempre estará contigo, es saber brindarle tu ayuda en todo momento, es sentirte más valiente en los momentos que compartes con ellos, es saber compartir ideas y mejorar tu carácter, es tener ese apoyo en los momentos importantes.

El verdadero amor es poder oler el aire que respira tu pareja, es encontrar la otra mitad de tu alma, es sentir necesaria su presencia, y más que nada, saber esperar a su llegada.

¿Quieres cambiar el mundo? Disfruta cada día como si fuera el último, ya que uno nunca sabe cuando llegará el último día de nuestras vidas, y recuerda que la satisfacción de llegar a la meta no es llegar a la meta, sino todo lo que se vive en el camino para poder llegar a ésta.

Bendiciones y paz.


 

IMÁGENES DE SANTA GERTRUDIS












SANTA GERTRUDIS, MÍSTICA, 16 DE NOVIEMBRE


Gertrudis, Santa
Mística, 16 de noviembre
Por: P. Felipe Santos | Fuente: 



Noviembre 16


Etimológicamente significa “ fiel defensora”. Viene de la lengua alemana.

Esta joven, modelo y patrona de las místicas, nació en Eisleben, Alemania, en 1256. Cuando contaba solamente 5 años se le confió su educación al monasterio benedictino de Helfta. La superiora del convento era su tía santa Matilde.

Encontró un clima espiritual tan bueno que se sintió plenamente feliz.

Mientras hacía sus estudios, demostró en todas las materias una inteligencia fuera de lo común.

Su salud no era lo buena que debiera haber sido. Le apenaba no poder asistir a las oraciones de comunidad. Sin embargo, ante su mala salud física mantuvo siempre y en todo instante un enorme equilibrio espiritual e intelectual.

Al llegar los años que van del 1291 hasta su muerte, comenzó para ella una época dorada a causa de las muchas revelaciones o visiones del cielo.

Menos mal que tuvo la suerte de escribirlas todas en cinco volúmenes, en los que cuenta su experiencia mística, es decir, su continua unión con Dios.

Su mística, por otra parte, no se basa en cosas raras sino simplemente en los misterios que cada día celebra la liturgia en honor del Señor y de la Virgen.

Se abrió plenamente a los deseos de Dios y rechazó toda clase de egoísmo estéril. Fue ella la que comenzó la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

Su tía Matilde le preguntó a Jesús:" Señor, fuera de la Santa Hostia, ¿dónde te puedo encontrar?" Y Jesús le respondió:"Búscame en el corazón de Gertrudis".

A la santa se le atribuyen cinco libros que componen el "Heraldo de la amorosa bondad de Dios" (Comúnmente llamados "Revelaciones de Santa Gertrudis"). El primero fue escrito por amigos íntimos de la santa después de su muerte, el segundo fue escrito por la santa y los restantes fueron compuestos bajo su dirección.

Sus escritos relatan visiones, comunicaciones y experiencias místicas. Habla de un rayo de luz, como una flecha, que procedía de la herida del costado de un crucifijo. Cuenta también que su alma, derretida como la cera, se aplicó al pecho del Señor como para recibir la impresión de un sello y alude a un matrimonio espiritual en el que su alma fue como absorbida por el corazón de Jesús. Enseña al mismo tiempo que "la adversidad es le anillo espiritual que sella los esponsales con Dios".

Murió en noviembre del año 1302.

¡Felicidades a las Gertrudis!
Comentarios al P. Felipe Santos: fsantossdb@hotmail.com

sábado, 15 de noviembre de 2014

EL EVANGELIO DE HOY: SÁBADO 15 DE NOVIEMBRE DEL 2014


Parábola del juez corrupto
Parábolas

Lucas 18, 1-8, Tiempo Ordinario. Dios quiere que recemos, que vayamos todos los días a llamar a su puerta. 


Por: P. Clemente González | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Lucas 18, 1-8
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos que era preciso orar siempre sin desfallecer, les propuso esta parábola: Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: "¡Hazme justicia contra mi adversario!" Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: "Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme." Dijo, pues, el Señor: Oíd lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?

Oración introductoria
Señor, quiero crecer en mi amor a Ti y a los demás; alimentar mi amistad contigo por medio de la oración humilde y perseverante. Ayúdame a buscar cumplir tu voluntad sobre mi vida, dejando que tus palabras modelen todo mi comportamiento. No permitas que el miedo me acobarde. Aumenta mi confianza, mi amor y mi fe.

Petición
Señor, ¡auméntame la fe y mi perseverancia en la oración!

Meditación del Papa Francisco
Hay una lucha que llevar adelante cada día; pero Dios es nuestro aliado, la fe en Él es nuestra fuerza y la oración es la expresión de esta fe. Por eso Jesús nos asegura la victoria, pero nos pregunta: "Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?" Si se apaga la fe, se apaga la oración y nosotros caminamos en la oscuridad, nos perdemos en el camino de la vida.
Aprendamos por tanto de la viuda del Evangelio a rezar siempre, sin cansarnos. Era buena esta viuda, sabía luchar por sus hijos, y pienso en tantas mujeres que luchan por su familia, que rezan, que no se cansan nunca. Un recuerdo hoy todos nosotros a estas mujeres que con su actitud nos dan un verdadero testimonio de bien, de valentía, de poder de la oración. Un recuerdo a ellas. Luchar, rezar siempre ¡Pero no para convencer al Señor a fuerza de palabras! ¡Él sabe mejor que nosotros qué necesitamos! Más bien la oración perseverante es expresión de la fe en un Dios que nos llama a combatir con Él, cada día, en cada momento, para vencer al mal con el bien. (S.S. Francisco, 20 de octubre de 2013).
Reflexión
Un mosquito en la noche es capaz de dejarnos sin dormir. Y eso que no hay comparación entre un hombre y un mosquito. Pero en esa batalla, el insecto tiene todas las de ganar. ¿Por qué? Porque, aunque es pequeño, revolotea una y otra vez sobre nuestra cabeza con su agudo y molesto silbido. Si únicamente lo hiciera un momento no le daríamos importancia. Pero lo fastidioso es escucharle así durante horas. Entonces, encendemos la luz, nos levantamos y no descansamos hasta haber resuelto el problema.

Este ejemplo, y el del juez injusto, nos ilustran perfectamente cómo debe ser nuestra oración: insistente, perseverante, continua, hasta que Dios "se moleste" y nos atienda.

Es fácil rezar un día, hacer una petición cuando estamos fervorosos, pero mantener ese contacto espiritual diario cuesta más. Nos cansamos, nos desanimamos, pensamos que lo que hacemos es inútil porque parece que Dios no nos está escuchando. Sin embargo lo hace. Y presta mucha atención, y nos toma en serio porque somos sus hijos. Pero quiere que le insistamos, que vayamos todos los días a llamar a su puerta. Sólo si no nos rendimos nos atenderá y nos concederá lo que le estamos pidiendo desde el fondo de nuestro corazón.

Propósito
Dedicar especial tiempo de mi día a la oración con la confianza que Dios me escucha si lo pido con fe y esperanza.

Diálogo con Cristo
Jesús, eres mi juez, pero también mi Padre y mi Salvador. Te suplico que esta oración me lleve a crecer en la fe, en la esperanza, en el amor y en la confianza, en mi vida diaria. Abre mi corazón para pueda perseverar en la oración, dame la humildad y la sabiduría para reconocer que sólo unido a Ti podré recorrer mi camino a la santidad.

DIALOGAR

Dialogar

La doctora Helen Kaplan fue invitada a un programa de TV. Le preguntaron: “Díganos tres fórmulas para hallar la solución a los problemas de pareja y de familia”.

Aclaró que no había reglas mágicas, y dijo que sus tres fórmulas eran:

1° Dialogar.
2° Dialogar.
3° Dialogar.

EL GUSANITO




El Gusanito


Un pequeño gusanito caminaba un día en dirección al sol. Muy cerca del camino se encontraba un saltamontes.
Hacia dónde te diriges? le preguntó. Sin dejar de caminar, la oruga contestó:

Tuve un sueño anoche: soñé que desde la punta de la gran montaña yo miraba todo el valle. Me gustó lo que vi en mi sueño y he decidido realizarlo. Sorprendido, el saltamontes dijo mientras su amigo se alejaba; debes estar loco!, cómo podrás llegar hasta aquel
lugar?, Tul una simple oruga!

Una piedra será una montaña, un pequeño charco un mar y cualquier tronco una barrera infranqueable.

Pero el gusanito ya estaba lejos y no lo escuchó, su diminuto cuerpo no dejó de moverse.

De pronto se oyó la voz de un escarabajo: Hacia dónde te diriges con tanto empeño? Sudando ya el gusanito, le dijo jadeante:  Tuve un sueño y deseo realizarlo, subir a esa montaña y desde ahí contemplar todo nuestro mundo.

El escarabajo no pudo soportar la risa, soltó la carcajada y luego dijo: Ni yo, con patas tan grandes, intentaría realizar algo tan ambicioso y se quedó en el suelo tumbado de la risa mientras la oruga continuó su camino, habiendo avanzado ya unos cuantos centímetros.

Del mismo modo, la araña, el topo, la rana y la flor le aconsejaron a nuestro amigo a desistir, No lo lograrás jamás! Le dijeron, pero en su interior había un impulso que lo obligaba a seguir. Ya agotado, sin fuerzas y a punto de morir, decidió parar a descansar y construir con su último esfuerzo un lugar donde pernoctar. "Estaré mejor", fue lo último que dijo y murió.

Todos los animales del valle fueron a mirar sus restos, ahí estaba el animal más loco del pueblo, había construido como su tumba un monumento a la insensatez, ahí estaba un duro refugio, digno de
uno que murió por querer realizar un sueño irrealizable.

Una mañana en la que el sol brillaba de una manera especial, todos los animales se congregaron en torno a aquello que se había convertido en una advertencia para los atrevidos.  De pronto quedaron atónitos, aquella concha dura comenzó a quebrarse y con asombro vieron unos ojos y una antena que no podía ser la de la oruga que creían muerta, poco a poco, como para darles tiempo de reponerse del impacto, fueron saliendo las hermosas alas arco iris de aquel impresionante ser que tenían frente a ellos: una mariposa, no hubo  nada que decir, todos sabían lo que pasaría, se iría volando hasta la gran montaña y realizaría su sueño, el sueño por el que había vivido, por el que había muerto y por el que había vuelto a vivir, todos se  había equivocado.

 Dios nos ha creado para realizar un sueño, vivamos por el, intentemos alcanzarlo, pongamos la vida en ello y si nos damos cuenta que no podemos, quizá necesitemos hacer un alto en el camino y experimentar un cambio radical en nuestras vidas y entonces, con otro aspecto, con otras posibilidades y con la gracia de Dios, lo lograremos.

EL ÉXITO EN LA VIDA NO SE MIDE POR LO QUE HAS LOGRADO, SINO POR LOS OBSTÁCULOS QUE HAS TENIDO QUE ENFRENTAR EN EL CAMINO.

GRACIAS SEÑOR...


Gracias Señor


Gracias, Señor, por ese mundo lleno de amor que sale a nuestro paso para llenar el corazón con su belleza.

Gracias por el pan que nos das para aplacar el hambre.

Por la risa del niño que se vuelve caricia. Por el mar y la nube.
Por el don de sentir a plenitud la vida.

Gracias por cada hora, aún cuando no todas sean iguales de buenas.

Gracias por el valor de la mariposa que enciende sin conciencia de su milagro, un pabilo de ensueño.

Gracias, Señor, por los espejos maravillosos del mirar de nuestros padres y nuestras mentes.

Por la amistad que prolonga ese sereno privilegio de ser hermanos.

Gracias por la lluvia fuerte, por la llovizna bienhechora, por haber puesto trinos y alas en las ramas.

Gracias por cada gota de rocío y por el arcoiris y por el árbol que madruga su júbilo en el fruto.

Gracias, Señor, por el ayer que se prendió al recuerdo. Por el hoy que vivimos y por el mañana que nos espera con sus brazos repletos de misterio.

Gracias, a través de mis labios, desde mi alma, en nombre de aquellos que se olvidaron de dártelas, en nombre de los que somos y los que seremos.

Gracias por toda la eternidad.

Amén.

GENEROSIDAD


Generosidad



La vida es un cielo armónico entre el dar y el recibir. Mientras más das más recibes, si das con alegría.

El placer de dar nos introuce en la corriente inextinguible del amor.

Un amor que nos mueve a dar y a darnos sin medida y a vivir unidos.

En el flujo generoso del dar y del recibir hallamos nuestra felicidad buscando la felicidad de los demás.

Y la clave está en enseñarnos a dar siempre algo a los otros, conscientes de que es mucho lo que podemos ofrecer.

Toma hoy la decisión de dar siempre algo a cada persona que te encuentres y tu vida se llenará de amor y de alegría.

No se trata de dar cosas sino de regalar tiempo, una sonrisa, un abrazo, una flor, una tarjeta, un estímulo, una oración.

Ora hoy por 3 personas que trates o que veas y ese don silencioso te dará felicidad. Es un excelente modo de amar sin interés.

En saber dar y saber recibir está uno de los principios de la paz interior que anhelas y que es fuente de felicidad. Como decía Jesucristo: Hay más alegría en dar que en recibir.
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