domingo, 26 de octubre de 2014

EDUCAR ES SER PADRES MÁS PADRES QUE SER HIJOS, MANUAL DE RECETAS


Educar es: "Ser padres es más que ser hijos: Manual de recetas"
Autor: Josemanuel Tarrío Ocaña



1. - Somos iguales pero, al mismo tiempo, somos distintos.

2. - Ser distintos no significa ser superior o inferior. Las diferencias personales hacen que la vida sea atrayente y divertida.

3. - Un mundo clónico sería un aburrimiento.

4. - Ser padre implica un rol distinto a ser hijo.

5. - Esta diferencia es un valor positivo, no algo negativo.

6. - Querer hacerte igual que tu hijo te despoja de lo que tu hijo necesita realmente que le aportes: esa diferencia que hace que seas su padre.

7. - Los amigos se eligen. Tu hijo no te ha elegido a ti como padre. Esta es la grandeza de la diferencia. Reflexiónalo.

8. - El desarrollo psicológico de un niño necesita de la figura clara de un padre y de una madre.

9. - La paternidad es un derecho de los hijos. No al revés. Un niño y detrás un padre y una madre.

10. - Revisa las modas de opinión. Lo que esté de moda, por el hecho de estarlo, no implica que ese algo sea bueno. El binomio amistad-paternidad está de moda.

11. - Si te haces igual que tu hijo, ¿qué le aportas? ¿Lo mismo que sus amigos?

12.- La familia no es una pandilla.

13. - Paternidad implica autoridad. No te asuste esta palabra. Aprende a aplicarla. La autoridad es un seguro de vida para los hijos.

14. - Haz planes de diversión familiares. Pero no hagas un botellón familiar.

15. - No te empeñes en que tu hijo te cuente todo. Como padre, no necesitas conocer todas los detalles. 

16. - Una cosa es ponerte al nivel de tus hijos para comprenderlos mejor y otra muy distinta es dar por bueno lo malo.

17. - Mal asunto es necesitar de un traductor para hablar con tus hijos porque habléis lenguajes distintos. Igual de malo es que uses el mismo lenguaje que sus amigos. No te engañes. Si esto ocurre, tu hijo preferirá hablar con sus amigos. Ten equilibrio.

18. - Sé padre, sé madre, sé profesor. Es lo que espera un pequeño y un mayor. Cuando encuentra colegueo termina defraudándose

LA RELIGIÓN EN LA ESCUELA


La religión en la escuela
El artículo comenta acerca de los efectos que tiene el quitar la religión de la educación escolar, dando efect


Por: Amando de Miguel | Fuente: conoZe.com


Llevo muchos años de experiencia docente en la Universidad. Cada vez me resulta más difícil que los alumnos entiendan las alusiones a ideas que proceden de la Biblia o de la tradición cristiana. Por ejemplo, tengo que explicar el hecho social de la envidia. Resulta imprescindible la referencia a Caín y Abel, pero esos dos personajes son perfectamente desconocidos para mis alumnos y cada vez más. ¿Cómo van a entender la magistral novela de Unamuno sobre Caín? (Abel Sánchez). Si aludo a la «ética del trabajo», es inútil hablar de la revolución que supuso la vida monástica medieval o la influencia de Calvino. La conclusión es tan evidente como desmayada. Las últimas promociones de alumnos no tienen una idea clara de la Religión como hecho cultural. Ante esa circunstancia, resulta tan vergonzosa como necesaria la reciente propuesta de volver a introducir la Religión en el plan de estudios de la enseñanza obligatoria. Aciaga decisión fue en su día sustituirla por ratos de ocio escolar. En la televisión entrevistaban el otro día a un mozalbete sobre esta cuestión de la nueva asignatura. El zangolotino sostenía que «ahora, con la clase de Religión, ya no vamos a tener tiempo para relajarnos». Espero que al chico no le dé por estudiar Sociología.



Una consecuencia más grave de la ausencia que señalo es que nuestros funcionarios internacionales argumentan que la Constitución europea debe basarse en la «laicidad». Es decir, que ese documento alude a los orígenes culturales de Europa —Grecia, Roma y la Ilustración — saltándose bonitamente el Cristianismo. Qué disparate. No pensarán que yo vaya a votar un texto tan nesciente. En todo caso, la «laicidad» de la cultura europea es una derivación más del Cristianismo. La teoría de «las dos espadas» del papa Gelasio es un portento de civilización que solo el cristianismo supo avanzar. Ni las religiones orientales ni el Islam llegaron a esa estupenda dicotomía entre el poder espiritual y el político.


Otra profunda peculiaridad del Cristianismo es el principio de que uno se salva si contribuye a la salvación de otros. Gracias a ese espíritu la cultura europea ha gozado de ese formidable ímpetu descubridor, transformador, que no tuvieron otras civilizaciones o imperios. Pues bien, lo dicho son solo ejemplos mínimos de lo que habría que estudiar en la asignatura de Religión, necesariamente obligatoria. Por lo menos nos serviría para que los futuros funcionarios (nacionales o internacionales) no fueran tan analfabetos.



Asunto menor es que la Religión sea una asignatura apologética o simplemente histórica. Lo lógico es que se explique desde el punto de vista católico, pues budistas aquí no hay muchos. Pero en el mundo en que estamos ya no se piensa en intolerancias o exclusivismos. Cabe sólo un resto de intolerancia, la de quienes se oponen a que los chicos estudien Religión en nombre de la santa «laicidad». Más bien tontería progresista me parece a mí.

EL PAPA FRANCISCO HOY 26 DE OCTUBRE, EN EL REZO DEL ÁNGELUS


Ángelus: Beata Marchetti, Señor de los Milagros, Virgen de Schoenstatt


Ayer en Brasil fue la beatificación de la italiana escalabriniana. El anda del Cristo Morado llegó en procesión a la plaza de San Pedro. Miles de fieles de Schoenstatt se reunieron después de la misa en la Basílica

Ciudad del Vaticano, 26 de octubre de 2014 (Zenit.org) H. Sergio Mora | 34 hits

 El papa Francisco rezó este domingo la oración del Ángelus desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico, que da hacia la plaza de San Pedro y se dirigió a los miles de peregrinos allí reunidos, que le recibieron con calurosos aplausos y vivas.


El Santo Padre recordó que “ayer en San Pablo, Brasil fue proclamada beata la madre Asunta Marchetti, nacida en Italia, cofundadora de las hermanas misioneras de San Carlos Borromeo, Escalabrinianas. Era una monja ejemplar al servicio de los huérfanos de los inmigrantes italianos”. El Papa añadió que “ella veía a Jesús presente en los pobres, los huérfanos, los enfermos, los inmigrantes”. Por ello el Pontífice invitó: “Demos gracias a Dios por esta mujer modelo incansable de misionera, y de dedicación llena de coraje al servicio de la caridad. Esto es una llamada y sobre todo una confirmación de lo que hemos dicho antes, sobre 'buscar el rostro de Dios' en el hermano y en la hermana necesitada”.



En la plaza de San Pedro se encontraban también algunos miles de fieles peruanos que llegaron cargando el anda del Señor de los Milagros, cuya asociación perteneciente a dicha hermandad, vestía el hábito morado. El Cristo llegó en procesión desde Vía della Conciliazione, en donde no faltaron manifestaciones de piedad popular y de folklor. Presente también con ellos la Pastoral Latinoamericana de Roma.

“Dirijo un pensamiento especial --dijo el papa Francisco-- a la comunidad peruana en Roma, con la sagrada Imagen --¡que bello!-- Señor de los Milagros”. Muchos globos color morado y blanco fueron dejados libres, y se elevaron en este momento. 

Allí presente se encontraban además varios miles de peregrinos de Schoenstatt que poco antes habían participado en la misa de agradecimiento presidida por el cardenal Ezzati, con motivo de los cien años de la fundación del movimiento mariano. Ellos llevaban una gigantografía de la Virgen del Santuario situado en Alemania.

“Saludo a los peregrinos de Shoenstatt, estoy viendo desde aquí la imagen de la Madre, agradezco a todos y les agradezco con afecto”, indicó el Santo Padre.

Saludó también “a todos los peregrinos que vienen desde Italia y de los diversos países", iniciando de los devotos de la 'Madonna del Mare'; de Bova Marina; de Lugana in Sirmione; Usini; Portobuffolé; Arteselle; Latina y Guidonia; como a los de Losanna (Suiza), Marsella (Francia).

Y concluyó pidiendo: “por favor recen por mi, no se olviden. Y les deseo 'una buona doménica e un buon pranzo'”.

(26 de octubre de 2014) © Innovative Media Inc.

SAN EVARISTO, 5° PAPA Y MÁRTIR, 26 DE OCTUBRE



Evaristo, Santo
5to Papa y Mártir, 26 Octubre

Por: . | Fuente: Archidiócesis de Madrid


Quinto Papa de la Iglesia
y Mártir


Nació por los años 60, de una familia judía asentada en tierras griegas. Recibió educación judía y aprendió en los liceos helénicos.

No se conocen datos de su conversión al cristianismo, pero se le ve ya en Roma como uno de los presbíteros muy estimados por los fieles que, lleno de celo, eleva el nivel de la comunidad de cristianos de la ciudad, entregándose por completo a mostrarle a Jesucristo. Amplio conocedor de la Sagrada Escritura, es docto en la predicación y humilde en el servicio.

Muerto mártir el Papa Anacleto, sucesor de Clemente, la atención se fija en Evaristo. Por humildad se resistió con todas las fuerzas posibles a asumir la dignidad que comportaba tan alto servicio. El día 27 de Julio del año 108 tuvo la Iglesia por Papa a Evaristo.

Atendió cuidadosamente las necesidades del rebaño: Defiende la verdadera fe contra los errores gnósticos. Establece normas que afectan a la consagración y trabajo pastoral de los Obispos y de los diáconos. Manda la celebración pública de los matrimonios. Se ocupa de la vida de los fieles, esbozándose ya una cierta administración territorial, para su mejor atención y gobierno. También escribió cartas a los fieles de Africa y de Egipto.

Murió mártir, siendo Trajano emperador, hacia el 117.

La iglesia del tiempo cada día crece en número, pero está perseguida por las leyes; es silenciosa y fuerte en la fe, oculta y limpia en las obras; vive dentro del Imperio en estado latente, desplegando poco a poco su potencialidad al soplo del Espíritu.

sábado, 25 de octubre de 2014

EL EVANGELIO DE HOY: SÁBADO 25 DE OCTUBRE DEL 2014


La higuera estéril
Parábolas
Lucas 13, 1-9. Tiempo Ordinario. Dirijamos hacia Dios nuestra vida y preocupémonos por nuestra propia conversión.


Por: Misael Cisneros Garnica | Fuente: Catholic.net



Del santo Evangelio según san Lucas 13, 1-9
En aquel tiempo llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Les respondió Jesús: ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. Les dijo esta parábola: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?" Pero él le respondió: "Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, las cortas."

Oración introductoria
Padre, nuestra esperanza es siempre y esencialmente también esperanza para los otros; sólo así es realmente esperanza también para nosotros.

Petición
Jesús, gracias por darme la oportunidad de mejorar, de servirte, de amarte. Dame tu gracia para luchar cada día por dar fruto.

Meditación del Papa Francisco

No es fácil entender este comportamiento de la misericordia, porque estamos acostumbrados a juzgar: no somos personas que dan espontáneamente un poco de espacio a la comprensión y también a la misericordia. Para ser misericordiosos son necesarias dos actitudes. La primera es el conocimiento de sí mismos: saber que hemos hecho muchas cosas malas: ¡somos pecadores! Y frente al arrepentimiento, la justicia de Dios... se transforma en misericordia y perdón. Pero es necesario avergonzarse de los pecados.
Es verdad, ninguno de nosotros ha matado a nadie, pero hay muchas cosas pequeñas, muchos pecados cotidianos, de todos los días… Y cuando uno piensa: "¡Pero qué corazón tan pequeño: ¡He hecho esto contra el Señor!" ¡Y se avergüenza! Avergonzarse ante Dios y esta vergüenza es una gracia: es la gracia de ser pecadores. "Soy pecador y me avergüenzo ante Ti y te pido perdón". Es sencillo, pero es tan difícil decir: "He pecado". (Cf. S.S. Francisco, 17 de marzo de 2014, homilía en Santa Marta).


Reflexión
Hoy Cristo desenmascara una preocupación presente en muchos hombres de nuestro tiempo. Y es la preocupación de pensar que los sufrimientos de la vida tienen que ver con la amistad o enemistad con Dios. Cuando todo va bien y no hay grandes angustias o desconsuelos creemos que estamos en paz y amistad con Dios. Y puede ser que realmente no suframos grandes ahogos y a la vez estemos con Dios pero Cristo nos muestra que no es así la forma de verlo.

¿Acaso los miles de personas que mueren en los atentados padecieron de esa forma porque eran más pecadores que nosotros? Por supuesto que no, pues Dios no es un legislador injusto que castiga a quienes pecan. Mejor es preocuparnos por nuestra propia conversión y dejar de juzgar a los demás por lo que les pasa en la vida. Que si este vecino se fue a la banca rota su negocio porque no daba limosna o el otro se le dividió la familia porque no iba a misa o el de más allá se le murió un hijo porque decía blasfemias.

Dejemos de calcular cómo están los demás ante Dios e interesémonos más por nuestra propia conversión. Los acontecimientos dolorosos de la vida no son la clave para ver la relación de Dios con nuestro prójimo. Dios puede permitir una gran cantidad de sufrimientos en una familia para hacerles crecer en la fe y confianza con Él, pero no por eso quiere decir que Dios está contra ellos.

Propósito
Dirijamos hacia Dios nuestra vida y preocupémonos más por nuestra propia conversión.
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Diálogo con Cristo
No hay excusas, la lección de la parábola es clara. Cuando el Creador viene a buscar frutos, es porque es tiempo de que haya frutos. No se trata de aparentar o verse bien, sino haber producido los frutos de acuerdo al plan de Dios. Gracias, Jesús, por interceder por mí y darme otra oportunidad para que, con la gracia de la Eucaristía, pueda rectificar lo que deba cambiar en mi vida y aspirar a la eficacia apostólica, donde es necesario morir a mi propia comodidad para dar fruto.

GANAR LA BATALLA


Ganar la batalla



Durante una batalla, un general japonés decidió atacar aún cuando su ejército era muy inferior en número. Estaba confiado que ganaría, pero sus hombres estaban llenos de duda. Camino a la batalla, se detuvieron en una capilla. Después de rezar con sus hombres, el general sacó una moneda y dijo, "Ahora tiraré esta moneda. Si es cara, ganaremos. Se es cruz, perderemos. El destino se revelará".

Tiró la moneda en el aire y todos miraron atentos como aterrizaba. Era cara.
Los soldados estaban tan contentos y confiados que atacaron vigorosamente al enemigo y consiguieron la victoria. Después de la batalla, un teniente le dijo el general,

"Nadie puede cambiar el destino".

"Es verdad", contestó el general mientras mostraba la moneda al teniente, que tenía cara en ambos lados.

Obviamente la historia es irreal en el sentido de que una moneda no puede decidir nuestro futuro, sin embargo, nos deja muy claro que muchas veces, hemos perdido la batalla porque antes de iniciar nos creemos incapaces.
Es usual cuando hay exámenes por ejemplo, que muchos lo han perdido antes de iniciar, pues su actitud así lo propicia.
Todos tenemos muchas situaciones hoy en nuestra vida, y podemos enfrentarlas solos, con miedo, con angustia y creyéndonos perdedores. O podemos confiar en un Jesús que prometió estar con nosotros siempre, y enfrentar con valentía lo que venga.
Por mas cansado que te encuentres, por más difícil que veas la situación, aunque ya no sientas que tienes fuerzas. Puedes ganar, puedes vencer, puedes seguir adelante. Jesús está contigo.

POBRE A MI MANERA


Pobre a mi manera
Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD



  Un joven párroco, en un sector de clase media, vivía con un sacerdote asistente entrado en años, enfermo y de relación difícil; el párroco procuraba ignorarlo lo más posible. Su sacristán era un hombre muy pobre que, por caridad, había recibido ese trabajo que, por caridad, había recibido ese trabajo en la parroquia; a pesar de su buena voluntad era muy incompetente, y el joven cura tenía que preocuparse de muchos detalles.

Perdía la paciencia con el sacristán y lo trataba con dureza. Había además en la parroquia una niña joven, que iba a hacer la comida, pero cocinaba mil y casi siempre lo mismo. El párroco la toleraba de mala gana. Debido a que ella mantenía a su madre.

El joven cura deseaba trabajar en un barrio realmente pobre, con los más pobres y con un estilo de vida pobre. En ello ponía su corazón y sus gestiones, a fin de ser transferido a ese tipo de parroquia, pero diversas circunstancias, por ahora, no se lo permitían. Se sentía frustrado en sus ideales, le parecía estar perdiendo el tiempo y que las personas que convivían con él estaban de sobra.

Hasta que en una ocasión en que hizo un largo retiro, Dios le hizo descubrir que los pobres que él buscaba los tenía en su misma casa, y que la mayor pobreza que deseaba la estaba ya viviendo, aunque no a su manera, sino a la manera de Dios.

Segundo Galilea


El joven párroco “deseaba trabajar en un barrio realmente pobre”, fuera de donde vivía. Buscaba a los pobres y vivir la pobreza lejos de casa. Dentro tenía pobres, quizás de los más pobres, pero no se había dado cuenta. Lucía más alumbrar fuera, en un barrio pobre, que dentro de su casa, con pobres “que no merecían la pena”. No se había percatado qué tipo de pobreza quería para él el Señor.

¿Qué es ser pobre? ¿En qué consiste la pobreza?

Hay muchas definiciones de lo que es ser pobre y en qué consiste la pobreza, por eso no quiero dar una más o repetir las de otros. Quiero poner el ejemplo del más pobre entre los pobres, del pobre por antonomasia: Jesús.

Cristo experimentó en su vida las consecuencias de la encarnación. Desde que nació hasta que murió, vivió en radical pobreza. El libremente escogió vivir así y eligió acomodarse a la voluntad del Padre, abandonándose en sus manos y en las de sus mismos verdugos. Por reconciliar al género humano con dios, quedó en total desamparo.

Es difícil ser pobre y vivir la pobreza a la manera de Dios. Es más fácil y más cómodo poder escoger el lugar, las personas, y ser POBRE A MI MANERA. Feliz aquel que ha optado por los más necesitados y vive con corazón de pobre en cualquier rincón del mundo.

¿CÓMO SE HACE LA SEÑAL DE LA CRUZ?



¿Cómo se hace la señal de la cruz?
Cómo se debe hacer la señal de la cruz correctamente y cómo darle un sentido especial en cada momento


Por: P. Evaristo Sada LC | Fuente: laoracion.com


Habiendo explicado el sentido de la señal de la cruz, para qué hacerla y cuándo hacerla, explico ahora cómo hacerla.



La señal de la cruz se hace...

- Con plena conciencia: dándole todo el sentido que tiene como explicamos en el artículo anterior. Como todo gesto religioso, debe hacerse con fe y convicción para que sea un acto de oración. Por ejemplo, al entrar en una iglesia y santiguarse con agua bendita, puede ser toda una renovación de las promesas bautismales.
- Con calma y reverencia; con sencillez y a la vez con cierta solemnidad. Cuando no se hace así, es comprensible que nos resulte ridículo el garabato que algunas personas hacen con vergüenza al iniciar un viaje en avión, por ejemplo.
- Puedes hacerla también con la intención de ganar indulgencia parcial. El Manual de Indulgencias de 1986 de la Penitenciaría Apostólica dice en el número 55: "Se concede indulgencia parcial al fiel cristiano que haga la señal de la cruz diciendo las palabras de costumbre: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén."

Dependiendo del momento en que hagas la señal de la cruz, puedes  darle un sentido especial  a cada momento del gesto. Por ejemplo:

- Si es al inicio de la oración: Al tocar la frente dile al Padre: ocupa mis pensamientos, que más te conozca para que más te ame, muéstrame tu rostro. Al tocar el pecho mira a Cristo crucificado y dile: Te amo con todo mi corazón, gracias por estar dentro de mí desde la última vez que comulgué, déjame recostarme en tu pecho como Juan en la última cena y tú recuéstate en el mío. Al tocar los hombros dile al Espíritu Santo: cúbreme con tu sombra, imprégname con tu gracia, abrázame, por la acción transformante de tu gracia quiero identificarme con Cristo.
- Si es para alabar o agradecer a Dios, puedes considerar especialmente a cada persona de la Trinidad: Al tocar la frente bendice y agradece a Dios Padre, Dios Creador, Dios Rico en Misericordia. Al tocar el pecho bendice y agradece a Dios Hijo Redentor, que murió y resucitó para salvarnos, que hoy nos acompaña y nos alimenta en la Eucaristía. Y al tocar tus hombros bendice y agradece a Dios Espíritu Santificador, Consolador, Dulce Huésped del alma.


- Si es para pedir protección a la Santísima Trinidad, pídesela primero al Padre; Él es el mejor de los Padres que durante toda la historia de la salvación ha mostrado su fidelidad haciendo todo lo necesario para protegernos bajo su mirada misericordiosa. Pídesela al Hijo, el Buen Pastor, que con su propia sangre nos rescató de las manos del enemigo. Y al Espíritu Santo que nos guía por el buen camino, nos defiende con su gracia de las asechanzas del maligno y nos cura con su santa unción de todas nuestras heridas y enfermedades.


- Si es antes de leer la Sagrada Escritura o escuchar una predicación puedes darle este significado: al tocar la frente pedirle a Dios que te conceda acoger y comprender su Palabra con la mente, al llevar la mano al pecho suplicarle que te permita conservarla en tu corazón, y al llevar la mano a los hombros hacer el propósito de ponerla en práctica a lo largo del camino de la vida.
- Si es para dar testimonio de tu fe o para bendecir a otro: traza la cruz sobre el cuerpo con toda calma, como quien quiere dejar impresa la marca de su pertenencia a Cristo.


A la luz de todo lo dicho, prueba ahora a hacer la señal de la cruz.
¿Es diferente verdad?

LOS PRINCIPALES NOMBRES QUE SE LE DAN A JESÚS


Los principales nombres que se le dan a Jesús.
Jesús, Hijo de Dios
Todos los títulos que se le dan nos demuestran la riqueza escondida en Jesús, el Hijo de Dios.


Por: P. Antonio Rivero, L. C. | Fuente: Jesucristo.



Leyendo los Santos Evangelios nos sorprende la variedad de nombres que se le dan a Cristo, ya sea por parte de los evangelistas o porque el mismo Cristo se los aplica a sí mismo: Camino, Verdad, Vida, Pastor, Rey, Luz, Pan, Maestro, Compañero de camino, Resurrección, Vida, Salvador, Mesías, Cordero de Dios, etc.. Esto nos demuestra la riqueza inmensa que encierra el corazón de Cristo. Acerquémonos, pues, al Evangelio para descubrir la hondura y profundidad de su Amor.

A lo largo de los Evangelios podemos descubrir diversos títulos de Jesús. Todos nos demuestran que ha sido el hombre más grande de la historia. Muchos hombres han sido admirados, pero no siempre amados. Jesucristo es el único hombre que ha sido amado más allá de su tumba.

A los dos mil años de su muerte, legiones de hombres y mujeres, dejando su familia paterna y su familia futura, sus riquezas y su Patria, despojándose de todo, han vivido sólo para Él. Jesucristo ha sido amado con heroísmo.

Millares y millares de mártires dieron por Él su sangre. Millares y millares de santos centraron en Él su vida. Jesús ha sido también el hombre más combatido de la humanidad. ¿Qué tendrá este hombre que murió hace dos mil años y hoy molesta a tantos vivos? ¿Qué tendrá este hombre que sigue enterrando a sus mismos enemigos y Él sigue vivo? ¿Quién es Jesús?

Fray Luis de León ha escrito lo siguiente: "Vienen a ser casi innumerables los nombres que la Escritura divina da a Cristo, porque le llama León y Cordero, y Puerta y Camino, y Pastor y Sacerdote, y Sacrificio y Esposo, y Vid y Pimpollo, y Rey de Dios y Cara suya, y Piedra y Lucero, y Oriente y Padre, y Príncipe de Paz y Salud, y Vida y Verdad, y así otros nombres sin cuento".

¿Quién es, pues, Cristo?

Aún resuena en nuestros oídos la pregunta que el mismo Cristo formuló hace dos mil años: "¿Quién decís que soy Yo?" (Mateo 16, 16-17).

A esta pregunta respondió su mismo Padre celestial, respondió la gente que le vio y le escuchó y respondió el mismo Jesús.

Todos los títulos que se le dan nos demuestran la riqueza escondida en Jesús, el Hijo de Dios. Es la riqueza que Dios Padre quiso compartir con la humanidad. Cada uno de nosotros va haciendo a lo largo de la vida diversas experiencias de Jesucristo. Lo importante es estar abierto a este Pozo insondable y acercarnos cada día a sorber aunque sólo sea una gota de su agua saciativa y refrescante.

Ojalá terminemos nuestra vida con el nombre de Jesús en nuestros labios y en nuestro corazón. Con solo escuchar este nombre el alma se pacifica, el corazón se enardece y se ensancha. ¿Cómo no predicarlo por todos los rincones del mundo? En Él está la salvación.

1. Jesús
San Mateo nos dice así, de parte del ángel: Le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados (Mt 1,21). Son palabras del ángel a José. Este nombre expresa la misión del Hijo de Dios al encarnarse. Revela el motivo de la encarnación. Jesús en lengua hebrea se dice Yehoshuah y quiere decir Yahvéh salva, Dios salva; quiere decir, pues, Salud-dador.

Este el nombre que resume todos los demás que enunció Fray Luis de León. Es el nombre más suave. Así lo dirá san Bernardo: Nada más suave de cantar, nada más grato de oír, nada tan dulce de pensar, como Jesús, Hijo de Dios.

¡Jesús! No existe bajo el cielo otro nombre, dado a los hombres, en el cual hayamos de salvarnos (Act 4,12).

Manuel de Iribarne cuenta la muerte trágica de Francisco Pizarro diciendo: Pizarro quedó solo en medio de sus enemigos, que arremetieron contra él sin compasión. Atacado por todas partes, el viejo soldado se mantuvo en pie defendiéndose durante algún tiempo, hasta que su nervudo brazo se rindió a la fatiga, incapaz de sostener la espada.

Martín Bilbao le asestó entonces una furiosa cuchillada en el cuello, que dio con él de bruces sobre las losas. Un surtidor de sangre caliente brotó de su garganta. Al caer, el conquistador del Perú pidió confesión a voces. Dícese que antes de lanzar su postres aliento, como español y como cristiano, trazó una cruz con su propia sangre en el suelo -única firma que usó en vida- y luego la besó devotamente. Un tenue y suspirado ¡Jesús! Se escapó de sus labios"

Un nombre, pues, que trae consuelo y confianza incluso en el mismo trance de la muerte trágica.

2. Jesús: Cordero de Dios
Así lo nombró Juan Bautista a orillas del Jordán (cf Jn 1, 29). ¿Qué quiso significar Juan? Tal vez estaba indicándolo como el verdadero Cordero Pascual (cf Ex 12,6), o tenía en mente el cordero del sacrificio cotidiano en el templo (cf Ex 29,38); o tal vez al Siervo de Yahvéh, de Isaías, llevado al matadero como corderito mudo (cf Is 53, 6,7); podía también querer resaltar su cualidad de inocencia o su disposición al sufrimiento.

Es Cordero que quita el pecado del mundo, no sólo que lo lleva. Y san Juan dice que quita y no que quitará, para indicar y significar la virtud natural de Cristo de quitar los pecados.

3. Jesús: Profeta
Este es el profeta Jesús, de Nazaret en Galilea (Mt 21, 9-11). Jesús fue el Profeta esperado. ¿Qué es una profecía? Es un conocimiento impreso en la mente del profeta mediante una revelación divina; es una señal de la divina presciencia.

¿Qué clase de profeta: taumaturgo (que obra milagros), reformador, mesiánico?

Jesús no rechaza el intento popular de colocar su obra y su personalidad dentro del marco de profetismo, pero la supera porque no sólo anuncia la venida del Reino, sino que la realiza en Él mismo. Es profeta, también, porque es rechazado y perseguido; así supera la imagen del profeta mesiánico nacionalista, apocalíptico y espectacular.

Como Profeta Jesús tuvo conocimiento del corazón del hombre. Conocía lo que había en el corazón de Natanael (cf Jn 1, 43). Conocía los pecados de la samaritana (cf Jn 4, 17-18). Conocía las murmuraciones internas de los escribas cuando sana al paralítico (cf Lc 9, 46). Conocía los juicios del fariseo cuando la pecadora lava sus pies con lágrimas (cf Lc 7, 36-50). Conocía la traición de Judas (cf Jn 13, 27). ¡Él conocía lo que hay en el corazón del hombre!

Pero Jesús fue más que un Profeta. Y con sus profecías demostró que era enviado de Dios y además demostró que era Dios. Todo cuanto Él decía lo sabía como Dios y también como Hombre.

4. Jesús: Mesías
Elegido y ungido por Dios y enviado con una misión. Jesús no sólo no usa el término de Mesías, sino que positivamente tiene una actitud de ocultamiento y reserva en este sentido. Impone silencio a los demonios para que no lo descubran como Mesías (Cf Mc 1, 33; 3, 12; Lc 4, 41).

Pero ocurre también que a Jesús le preguntan si es Él el Mesías y responde diciendo: Sí, pero...; sí, pero no del modo como vosotros pensáis.. Su mesianismo va a escandalizar, va a defraudar a muchos, va a ser signo de contradicción, una piedra de escándalo para los judíos.

Cristo había sido reacio a confesar públicamente su identidad mesiánica. Tenía el peligro de que le entendieran en sentido político-nacional, cuando su misión era otra muy distinta. Y cuando lo confesó públicamente en la Pasión, ante el sumo sacerdote, fue tratado de blasfemo.



5. Jesús: Hijo de David
Jesús no se lo aplica nunca espontáneamente, aunque tampoco lo niega cuando se lo atribuyen (Mt 21, 9-15). La muchedumbre lo considera como hijo de David (Mt 12, 23-27; Mc 10, 47-48; Lc 18, 38-39); pero Jesús no reivindica dicho título, como si tuviese miedo a la exaltación política que ello traería consigo. Era en tiempos de Jesús uno de los títulos de más acusado trasfondo político.

6. Jesús: el Hijo del hombre
Tiene estos sentidos:

Primero: Hijo del hombre en clara referencia al texto de Daniel (7, 9-14). Con ellos viene a indicar que su mesianismo es divino. En efecto, el hijo del hombre es preexistente, proviene del cielo y aparece junto al anciano sobre la nube, lugar de las manifestaciones de Dios.

Segundo: Jesús, al usar el título de hijo del hombre, lo hace en conexión con la función del siervo de Yavé, en cuanto que su mesianismo de origen divino y trascendente se realiza con la misión de redimir a la humanidad (Mateo 20, 28), perdonar los pecados, juzgar, consolar a los pecadores. Jesucristo emplea este título ochenta y dos veces.

Tercero: Hijo del hombre por ser verdadero hombre. Es el hijo de hombre más extraordinario de todos. Hijo de hombre porque sufrirá todo tipo de humillaciones, porque no tendrá donde reclinar la cabeza. Une la función del Hijo del Hombre con la del siervo de Yavé humillado, servidor y sufrido.

7. Jesús: Maestro 
Es curioso ver que de un total de cincuenta y ocho veces en que aparece la palabra maestro en el Nuevo Testamento, cuarenta y ocho se encuentran en los evangelios, y cuarenta y uno referido a Jesús. En muchas ocasiones se dice en el evangelio que Jesús enseña a los discípulos y a la gente. La actividad pública de Jesús se caracteriza por su enseñanza, por lo que parece justificado hablar respecta a Él designándolo como Maestro.

Jesús enseña en los lugares públicos de carácter religioso, dirigiéndose a la gente que allí se reúne: en la sinagoga los días de sábado y en el área del templo.
Ocasionalmente los evangelios mencionan la actividad de enseñanza al aire libre, o en las plazas de la aldea.

La instrucción de Jesús se dirige a la gente sin distinción alguna o a los discípulos por separado.
La forma de enseñanza de Jesús corresponde a la de la tradición bíblica, sapiencial y de las escuelas judías: sentencias proverbiales, semejanzas, parábolas, etc.

Este título de Jesús Maestro será objeto de todo un capítulo más adelante.

8. Jesús: Señor
Superior a todos, de condición divina. El título Señor se refiere más directamente a las relaciones de Cristo con nosotros. La función magisterial de Jesús, según el primer evangelista, tiende a coincidir con la de Señor de los discípulos, hasta el punto de que ninguno de ellos puede arrogarse el título de maestro.

En concomitancia con esta acentuación del papel autorizado de Jesús en el evangelio de Mateo, los discípulos se dirigen a Jesús dándole el título de Señor, mientras que son los demás, los de fuera, los que llaman a Jesús maestro. También el evangelio de Lucas revela esta tendencia a reservar el uso del título maestro para los que son extraños al grupo de los discípulos, mientras que estos últimos llaman a Jesús Señor

9. Jesús: Hijo de Dios
Jesús al presentar al Padre, indirectamente se está revelando a sí mismo como el Hijo en un sentido único y trascendente. No es que busque su gloria al revelarse como el Hijo; es que al revelar la gloria del Padre, inevitablemente revela la suya propia.

Es en el evangelio de san Juan donde Jesús se presenta como el Hijo en un sentido único y trascendente. La relación única entre ambos la presenta mediante un conocimiento mutuo único (Jn 1, 18: 10, 15; 17, 25), un amor recíproco también exclusivo (Jn 5, 20; 14, 31; 17, 24.26), mediante la unidad de ambos en la acción (Jn 5, 17.19.20.30), que hace que los dos sean una misma cosa (Jn 14, 10; 17, 21-22). De este modo, quien honra al Padre honra al Hijo (Jn 5, 22-27), y quien ve al Hijo ve igualmente al Padre.

Este es el secreto de la vida íntima de Jesús: su filiación divina. Hay en él, junto a su condición divina, una atracción continua del Padre, un deseo de estar a solas con Él; deseo que a veces sólo puede cumplir quedándose toda la noche de oración tras una jornada agotadora de actividad. Parece como si la esencia misma de la personalidad de Jesús fuese su relación con el Padre. Era algo obsesivo en Él. Incluso le llamaba Abbá, papá, expresando así la conciencia de su filiación divina.

Jesús nos ha introducido por adopción en la relación única filial que él mantiene con el Padre. Ser cristiano es ser hijo en el Hijo.

10. Jesús: Mesías, el Hijo de Dios vivo
Jesús no se autodesigna nunca como el mesías. Son los otros, los discípulos o la gente quienes lo llaman mesias, christós, o con fórmulas equivalentes como hijo de David.

No sólo Jesús no se presenta nunca como mesías, sino que se muestra reticente y en algunos casos contrario frente a semejante reconocimiento por parte de los demás. Incluso cuando Pedro le confesó como Mesías, les impuso a todos los apóstoles severamente que no hablasen de él a nadie (cf. Mc 8, 30).

Se trata del famoso secreto mesiánico. ¿Por qué? Porque había tendencia de entender el término mesias desde el punto de vista demasiado político y social. Y Jesús quería evitar a toda costa ese significado. No es un mesías político ni social, sino un mesías espiritual, un ungido de Dios, que nos salvó del pecado a través de su pasión y muerte en la cruz. No vino a instaurar un mesianismo nacionalista judío. Incluso la fuerte acentuación religiosa de su proyecto, que incluye una nueva imagen de Dios-Padre que acoge a los pobres, a los pequeños y desamparados, a los pecadores y a los extranjeros, choca abiertamente con la visión de un mesianismo político.

Además, la propuesta de una síntesis ética que se caracteriza por el amor gratuito y universal que abraza incluso a los enemigos no se presta a la realización de un programa mesiánico de tipo revolucionario y socializante.

De hecho, Jesús con sus opciones y sus tomas de posición defraudó las esperanzas mesiánico-nacionalistas.

11. Jesús: Salvador
Jesucristo vino a salvar al hombre, no tanto a las circunstancias molestas. Por eso, aún con la venida de Cristo Salvador, perdura el mal en el mundo, sobre todo el mal físico (cf. Mt 19, 12-13; Mc 1, 14-15).Vino a salvar a todo el hombre: sea en el alma, sea el cuerpo. Y vino a salvar a todos los hombres (cf. Mt 28, 19-20). Esa salvación supuso un cambio interior del hombre. La salvación de Cristo nos hace hombres nuevos.

¿Cómo nos salvó? Encarnándose, muriendo por nosotros, satisfaciendo y reparando nuestro pecado.

Nosotros recibimos la salvación reconociéndonos pecadores, abriéndonos a esa salvación en los sacramentos. Estamos llamados a ser co-salvadores con Cristo, mediante nuestro sacrificio, nuestro apostolado directo.

12. Jesús: Siervo de Yavé
Este calificativo hace referencia al hecho de que está íntimamente unido a Dios y que sufrirá por nosotros.

13. Jesús: Sumo sacerdote
Sumo Sacerdote, pues es el puente más directo para unirnos a Dios.

14. Jesús: Mediador. Ya que es el intermediario ante Dios de nuestras necesidades.

15. Jesús: Juez
Porque juzgará en el último día.

16. Jesús: Santo de Dios
Se le denomina Santo de Dios dado que es Hijo de Dios.

HE DECIDIDO SEGUIR A JESÚS



viernes, 24 de octubre de 2014

HOMILÍA DE SANTA MISA, HOY VIERNES 24 DE OCTUBRE, PAPA FRANCISCO NOS LLAMA A LA UNIDAD


Papa Francisco en Sta. Marta: 
'Estamos llamados a trabajar por la unidad'
En la homilí­a de este viernes, el Santo Padre invita a edificar la la Iglesia con las virtudes de la humildad, la magnanimidad, la dulzura y la mansedumbre

Ciudad del Vaticano, 24 de octubre de 2014 (Zenit.org) Redacción | 30 hits

Todo cristiano está llamado a trabajar por la unidad de la Iglesia. Es la exhortación formulada por el papa Francisco en la misa de esta mañana en la capilla de la Casa Santa Marta. El Pontífice ha subrayado que debemos ser guiados por el Espíritu Santo, que hace la unidad de la Iglesia en la diversidad de las personas. 


"Yo, prisionero, os exhorto a construir la unidad en la Iglesia". El papa Francisco ha desarrollado su homilía a partir de esta exhortación de san Pablo en la Carta a los Filipenses. "Hacer la unidad de la Iglesia --ha observado el Santo Padre-- es el trabajo de la Iglesia y de cada cristiano en la historia". El apóstol Pedro, ha añadido, "cuando habla de la Iglesia, habla de un templo hecho de piedras vivas, que somos nosotros". Al contrario, ha advertido, "de ese otro templo de la soberbia que era la Torre de Babel". El primer templo, ha insistido, "trae la unidad", el otro "es el símbolo de la desunión, del no entendernos, de la diversidad de lenguas":

"Hacer la unidad de la Iglesia, construir la Iglesia, este templo, esta unidad de la Iglesia: esta es la tarea de cada cristiano, de cada uno de nosotros. Cuando se tiene que construir un templo, un edificio, se busca un terreno edificable, preparado para esto. La primera cosa que se hace es buscar la piedra basal, la piedra angular dice la Biblia. Y la piedra angular de la unidad de la Iglesia, o mejor, la piedra angular de la Iglesia es Jesús, y la piedra angular de la unidad de la Iglesia es la oración de Jesús en la Última Cena: '¡Padre, que sean uno!'. ¡Y esta es la fuerza!"

Jesús, ha reiterado, es "la roca sobre la que edificamos la unidad de la Iglesia", "sin esta piedra no se puede. No hay unidad sin Jesucristo como base: es nuestra seguridad". Pero, ¿quién, entonces, --se ha preguntado el Papa-- "construye esta unidad"? Este, ha sido su respuesta, "es el trabajo del Espíritu Santo. Es el único capaz de hacer la unidad de la Iglesia. Y por eso Jesús lo ha enviado: para hacer crecer la Iglesia, para que sea fuerte, para que sea una". Es el Espíritu, ha proseguido, el que hace "la unidad de la Iglesia" en la "diversidad de los pueblos, las culturas, las personas". ¿Cómo, entonces, se "construye este templo"?, se ha preguntado nuevamente Francisco. Si el apóstol Pedro, cuando hablaba de esto, "decía que eramos piedras vivas de esta cosntrucción", san Pablo "nos aconseja que no seamos piedras, sino más bien ladrillos débiles". Los consejos del Apóstol de los gentiles para "construir esta unidad son consejos de debilidad, de acuerdo con el pensamiento humano":

"La humildad, la dulzura, la magnanimidad: son cosas débiles, porque el humilde parece que no sirve para nada; la dulzura, la mansedumbre, parece que no sirven; la magnanimidad, estar abierto a todos, tener un gran corazón... Y luego dice más: 'Soportándoos los unos a los otros en el amor'. Soportándoos los unos a los otros en el amor, ¿dando importantacia a qué? A conservar la unidad. Y nos convertimos en piedras más fuertes de este templo mientras más débiles nos hacemos con estas virtudes de la humildad, la magnanimidad, la dulzura, la mansedumbre".

Este, ha recalcado, es "el mismo camino que ha hecho Jesús", que "se ha hecho débil" hasta la Cruz "¡y se convirtió en fuerte!" Y así debemos hacer nosotros: "El orgullo, la suficiencia, no sirven". Cuando se hace una construcción, ha afirmado, "es necesario que el arquitecto haga el plano. ¿Y cuál es el plano de la unidad de la Iglesia?":

"La esperanza a la que hemos sido llamados: la esperanza de ir al Señor, la esperanza de vivir en una Iglesia viva, hecha de piedras vivas, con la fuerza del Espíritu Santo. Sólo sobre el plano de la esperanza podemos avanzar en la unidad de la Iglesia. Hemos sido llamados a una gran esperanza. ¡Vamos allí! Pero con la fuerza que nos da la oración de Jesús por la unidad; con docilidad al Espíritu Santo, que es capaz de transformar los ladrillos en piedras vivas; y con la esperanza de encontrar al Señor que nos ha llamado, encontrarlo cuando ocurra la plenitud de los tiempos".

(24 de octubre de 2014) © Innovative Media Inc.

EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 24 DE OCTUBRE DEL 2014


Los signos de los tiempos
Tiempo Ordinario
Lucas 12, 54-59. Fiesta san Rafael Guízar y Valencia. ¿Somos capaces de leerlos, de discernir lo esencial de lo accidental? 


Por: P. Luis Gralla | Fuente: Catholic.net


Del santo Evangelio según san Lucas 12, 54-59
En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: "Va a llover", y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís: "Viene bochorno", y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.

Oración introductoria
Padre, te pedimos que al escuchar tus palabras, nos des la gracia que nos permite esperar y encaminarnos llenos de confianza a Tu encuentro, como Juez, como nuestro "abogado".

Petición
Jesús, te pedimos que nos des la gracia de ser capaces de leer los signos de los tiempos, de discernir lo esencial de lo accidental y de conocer la solidez de Tu doctrina y ponerla en práctica.

Meditación del Papa Francisco

Una palabra de Jesús que nos pone en crisis, y que se ha de explicar, porque de otro modo puede generar malentendidos. Jesús dice a los discípulos: “¿Pensáis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división”. ¿Qué significa esto?

Significa que la fe no es una cosa decorativa, ornamental; vivir la fe no es decorar la vida con un poco de religión, como si fuese un pastel que se le decora con nata [betún]. No, la fe no es esto. La fe comporta elegir a Dios como criterio- base de la vida, y Dios no es vacío, Dios no es neutro, Dios es siempre positivo, Dios es amor, y el amor es positivo. Después de que Jesús vino al mundo no se puede actuar como si no conociéramos a Dios. Como si fuese una cosa abstracta, vacía, de referencia puramente nominal; no, Dios tiene un rostro concreto, tiene un nombre: Dios es misericordia, Dios es fidelidad, es vida que se dona a todos nosotros.» (S.S. Francisco, 18 de agosto de 2013)


Reflexión
El Concilio Vaticano II supuso una lectura de los “signos de los tiempos”. Cambiaron muchas cosas: liturgia, costumbres, lenguaje, etc. Eran necesario adaptarse a la realidad del siglo XX. La Iglesia supo discernir los acontecimientos y se adaptó. Suprimió lo innecesario, profundizó en lo esencial y estableció un diálogo más estrecho con las ciencias humanas y las otras realidades religiosas.

Pero había cosas que no podían cambiar: el Papa sigue siendo el Vicario de Cristo en la tierra; en la Eucaristía está verdaderamente presente Cristo Jesús y la caridad sigue siendo el mandamiento nuevo. No hay lugar a dudas. Los tiempos cambian pero las palabras de Cristo y de su Iglesia permanecen y permanecerán eternamente.

¿Somos capaces de leer los signos de los tiempos, de discernir lo esencial de lo accidental? ¿Somos de los cristianos que conocen la solidez de la doctrina del Señor y la ponen en práctica? ¿O estamos cayendo en el error de los que dicen conocer los signos de los tiempos pero luego dan cabida en sus vidas a comportamientos que dicen mucho de una verdadera pertenencia a la Santa Madre Iglesia? De allí la sabia recomendación de Cristo: vivir con justicia, saber dar a Dios lo debido y a los hombres.

Y en el corazón de tal justicia, que está lejos de ser una legalista y fría justicia humana, encontramos el perdón y la misericordia. Si falta el ingrediente del perdón, para obtener la conversión del corazón; si falta la virtud de la misericordia para saber perdonar a quien nos lo pide, no hay verdadera justicia y somos de los que aparentamos una vida incólume, adaptada a los tiempos, pero en realidad no somos más que una fotocopia de cristiano.

Por tanto la justicia de nuestro corazón, la justicia divina, la justicia a modelo de Cristo nos permitirá saber leer los signos de los tiempos, saber discernir lo esencial de lo accidental, saber saborear las palabras de vida eterna del Señor y nos evitará aparentar una vida de justos y cumplidores, de dobles e hipócritas que nos reportaría el peso de una dura paga quizás ya en esta tierra, tal vez en aquella otra de purgación o, Dios nos libre, en donde no hay paga que valga.

Propòsito
Pidamos al que es Justísimo, el don de la verdadera justicia y Él que brilla en justicia y verdad no tardará en donárnosla con amor.

ORAR, SIMPLEMENTE ORAR



Orar, simplemente orar



"Un pobre campesino regresaba del mercado al atardecer. Descubrió de pronto que no llevaba su libro de oraciones. Se hallaba en medio del bosque y se le había salido una rueda de su carreta.

El pobre hombre estaba afligido pensando que aquel día no iba a poder recitar sus plegarias. Entonces oró de este modo: He cometido una verdadera estupidez, Señor. He salido sin mi libro de rezos. Tengo tan poca memoria que sin él no sé orar. De modo que voy a decir cinco veces el alfabeto muy despacio. Tú, que conoces todas las oraciones, puedes juntar las letras y formar las plegarias que ya no recuerdo.

Y Dios dijo a sus ángeles: De todas las oraciones que he escuchado hoy, ésta ha salido sin duda alguna, la mejor. Una oración que ha brotado de un corazón sencillo y sincero".

PARAR DE SUFRIR, SUFRIR POR SUFRIR Y SABER SUBRIR. HE AQUÍ LAS DIFERENCIAS



Parar de sufrir, sufrir por sufrir y saber sufrir. He aquí las diferencias
El valor del sacrificio
En estos tiempos de progreso parece de mal gusto hablar del sacrificio como un valor...


Por: Hermano Franciscano | Fuente: www.diocesisdecelaya.org.mx



Por naturaleza, los hombres huimos de todo lo que huele a sacrificio y buscamos lo que es placentero.

Dios no ha creado haciéndonos reyes de la creación, para que dispongamos de todas las cosas para nuestro bien. Por lo tanto, parece de mal gusto hablar del sacrificio como un valor.

Sobre todo en estos tiempos de progreso, que nos presentan constantemente novedades para nuestros gustos y beneficios, este "valor" ya pasó de moda.

En realidad hoy son muchos los que razonan así, y con facilidad se burlan de quien se atreve a hablar de sacrificio.

Sabemos que, bajo el aspecto bíblico, el sacrificio no es un castigo, sino un medio de redención. Este tema lo encontramos desarrollado en Isaías: "El soportó el castigo que nos trae la paz y por sus llagas hemos sido sanados" (Is 53, 5), y en todo el Nuevo Testamento.

En la Carta de los Hebreos leemos: "Cristo se ofreció a Dios como víctima sin mancha, y su sangre nos purifica interiormente de nuestras malas obras".

Nos hace falta reportar muchos textos para convencernos del tema del sacrificio como acto redentor. La dificultad que se encuentra hoy tiene una doble faceta de parte de los creyentes: este sacrificio ya se dio una vez para siempre (Heb 7, 27); de parte de los que no aceptan las Escrituras: ¿Por qué este mal gusto de pagar con el sacrificio?

Acerca de la primera dificultad, es fácil comprender que la vida del cristiano consiste en tomar la cruz de cada día e ir en pos del Señor (Mt 16, 24-25; MC 8, 34; Lc 9, 23).

También San Pablo nos presenta su testimonio, haciéndonos entender que nosotros somos la prolongación de Cristo en el tiempo: "Al presente, me alegro cuando tengo que sufrir por ustedes; así completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo, para el bien de su Cuerpo que es la Iglesia". (Col 1, 24).

Referente a la objeción de los que no conocen o no creen en La Biblia, conviene observar que para triunfar hay que luchar y sufrir. Quitar al hombre esa lucha de superación, ese sufrimiento que supone forjarse un carácter mediante el estudio, el trabajo y el ejercicio de la voluntad, es echarlo a perder.

Realmente, el hombre de hoy, que se deja llevar por una vida fácil, placentera y ausente de cualquier sacrificio, se ha debilitado mucho. Las consecuencias las vemos diariamente en la corrupción que hay casi en todas las esferas y en la violencia en constante aumento que está haciendo la vida imposible.

No queremos el sacrificio por el sacrificio, porque no estamos enfermos de masoquismo. Aceptamos el sacrificio como una medicina amarga, pero efectiva para curar nuestras tendencias hacia una vida egoísta.

La teoría de aquellos que aceptan doctrinas y técnicas orientales para hacer desaparecer el dolor no va de acuerdo con el Evangelio. Primero, porque no siempre se puede eliminar.

Por cuanto uno procure enajenarse, no quita el hecho de tener un cáncer incurable, un hijo secuestrado y quizás ejecutado.

Más que enajenarse, hay que santificar el dolor ofreciéndolo como sacrificio de purificación para alcanzar el perdón y la felicidad eterna. El que actúa así, sufre, sí, pero en paz.

En segundo lugar, luchar para eliminar el dolor equivale a enseñar a evitar todo o que hace sufrir, perdiendo de vista que el hombre no se realiza cuando no sufre, sino cuando ama.

Quien ama de verdad es capaz de afrontar cualquier sacrificio con tal de ayudar a la persona amada.

Al contrario, quien no sabe sufrir no es capaz de amar de verdad, y por eso no se realiza.
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