viernes, 27 de junio de 2014

ORACIONES AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


Ofrecimiento diario al Sagrado Corazón de Jesús

Oh, Jesús, a través del Inmaculado Corazón de María, te ofrezco mis oraciones, trabajo, alegrías, sufrimientos de este día, en unión al Santo Sacrificio de la Misa para el mundo.

Te los ofrezco por los méritos de tu Sagrado Corazón: la salvación de las almas, enmienda de los pecados, la reunión de todos los cristianos; te los ofrezco por nuestros obispos y por los Apóstoles de la oración y de manera particular por aquellos que el Santo Padre escogió durante este mes.
Amén



ORACIÓN PARA ALCANZAR LA SALUD

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS : Así como has estado conmigo en el pasado a la hora de la dificultad, continúa bendiciéndome ahora con tu ayuda. Mira, Señor, con bondad lo que están haciendo en provecho mío. Guía con sabiduría a los médicos y a todos los que me cuidan.

 Préstales tu fuerza curativa para que me sea devuelta la salud. Yo te daré gracias por tu generoso y solícito amor.

Amén.


ORACIÓN AL CORAZÓN TRASPASADO DE JESÚS

Oh mi amadísimo y gentil Jesús, deseo con todos los afectos de mi corazón, que todas las criaturas te alaben, honren y glorifiquen eternamente por la sagrada llaga de Tu costado. Yo deposito y encierro en la llaga abierta de Tu Corazón, mi corazón y todos mis sentimientos, pensamientos, deseos, intenciones y todas las facultades de mi mente. Te ruego, por la preciosa Sangre y Agua que brotaron de Vuestro preciosísimo Corazón, que tomes entera posesión de mi, que me guíes en todas las cosas. Consúmeme en el fuego ardiente de Tu santo Amor, para que sea de tal modo absorto y transformado en Ti que ya yo no sea sino uno Contigo.


(Del libro de San Juan Eudes, El Sagrado Corazón de Jesús. Esta oración es de Lansperigius "Rosario de la Pasión de Nuestro Señor," en su trabajo titulado Pharetra divini amoris, libro 1, parte 5)


Oración de Consagración al Sagrado Corazón de Jesús

Podemos conseguir una estampa o una figura en donde se vea el Sagrado Corazón de Jesús y, ante ella, llevar a cabo la consagración familiar a su Sagrado Corazón, de la siguiente manera:

Señor Jesucristo, arrodillados a tus pies,
renovamos alegremente la Consagración
de nuestra familia a tu Divino Corazón.

Sé, hoy y siempre, nuestro Guía,
el Jefe protector de nuestro hogar,
el Rey y Centro de nuestros corazones.

Bendice a nuestra familia, nuestra casa,
a nuestros vecinos, parientes y amigos.

Ayúdanos a cumplir fielmente nuestros deberes, y participa de nuestras alegrías y angustias, de nuestras esperanzas y dudas, de nuestro trabajo y de nuestras diversiones.

Danos fuerza, Señor, para que carguemos nuestra cruz de cada día y sepamos ofrecer todos nuestros actos, junto con tu sacrificio, al Padre.

Que la justicia, la fraternidad, el perdón y la misericordia estén presentes en nuestro hogar y en nuestras comunidades.
Queremos ser instrumentos de paz y de vida.

Que nuestro amor a tu Corazón compense,
de alguna manera, la frialdad y la indiferencia, la ingratitud y la falta de amor de quienes no te conocen, te desprecian o rechazan.

Sagrado Corazón de Jesús, tenemos confianza en Ti.
Confianza profunda, ilimitada.




Oración al Sagrado Corazón de Jesús 
para una grave necesidad. 

Oh Divino Jesús que dijiste: "Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra, y a quien llama se le abre". Mírame postrado a tus plantas suplicándote me concedas una audiencia. Tus palabras me infunden confianza, sobre todo ahora que necesito que me hagas un favor:

(Aquí se pide con mucha humildad lo que se necesita)

¿A quién he de pedir, sino a Ti, cuyo Corazón es un manantial inagotable de todas las gracias y dones? ¿Dónde he de buscar sino en el tesoro de tu corazón, que contiene todas las riquezas de la clemencia y generosidad divinas? ¿A dónde he de llamar sino a la puerta de ese Corazón Sagrado, a través del cual Dios viene a nosotros, y por medio del cual vamos a Dios? A Ti acudimos, oh Corazón de Jesús, porque en Ti encontramos consuelo, cuando afligidos y perseguidos pedimos protección; cuando abrumados por el peso de nuestra cruz, buscamos ayuda; cuando la angustia, la enfermedad, la pobreza o el fracaso nos impulsan a buscar una fuerza superior a las fuerzas humanas. Creo firmemente que puedes concederme la gracia que imploro, porque tu Misericordia no tiene límites y confío en que tu Corazón compasivo encontrará en mis miserias, en mis tribulaciones y en mis angustias, un motivo más para oír mi petición.

Quiero que mi corazón esté lleno de la confianza con que oró el centurión romano en favor de su criado; de la confianza con que oraron las hermanas de Lázaro, los leprosos, los ciegos, los paralíticos que se acercaban a Ti porque sabían que tus oídos y tu Corazón estaban siempre abiertos para oír y remediar sus males. Sin embargo... dejo en tus manos mi petición, sabiendo que Tú sabes las cosas mejor que yo; y que, si no me concedes esta gracia que te pido, sí me darás en cambio otra que mucho necesita mi alma; y me concederás mirar las cosas, mi situación, mis problemas, mi vida entera, desde otro ángulo, con más espíritu de fe. Cualquiera que sea tu decisión, nunca dejaré de amarte, adorarte y servirte, oh buen Jesús.

Acepta este acto mío de perfecta adoración y sumisión a lo que decrete tu Corazón misericordioso. Amén.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria.

Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío. (3 veces).




ACTO DE CONFIANZA EN EL
 SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS 

¡Oh Corazón de Jesús!, Dios y hombre verdadero, delicia de los Santos, refugio de los pecadores y esperanza de los que en Vos confían; Vos nos decíais amablemente: “Venid a mí”; y nos repetís las palabras que dijisteis al paralítico: “Confía, hijo mío; tus pecados te son perdonados”, y a la mujer enferma: “Confía, hija; tu fe te ha salvado”, y a los Apóstoles: “Confiad, yo soy, no temáis”. Animado con estas vuestras palabras, acudo a Vos con el corazón lleno de confianza, para deciros sinceramente y de lo más íntimo de mi alma: Corazón de Jesús, en Vos confío.

(A cada invocación decimos “CORAZÓN DE JESÚS EN VOS CONFÍO”)

En mis alegrías y tristezas,
En mis negocios y empresas,
En mis prosperidades y adversidades,
En las necesidades de mi familia,
En las tentaciones del demonio,
En las instigaciones de mis propias pasiones,
En las persecuciones de mis enemigos,
En las murmuraciones y calumnias,
En mis enfermedades y dolores,
En mis defectos y pecados,
En la santificación y salvación de mi alma,
Siempre y en toda ocasión,
En vida y muerte,
En tiempo y eternidad, 

Corazón de mi amable Jesús, confío y confiaré siempre en vuestra bondad; y, por el Corazón de vuestra Madre, os pido que no desfallezca nunca esta mi confianza en Vos, a pesar de todas las contrariedades y de todas las pruebas que Vos quisierais enviarme, para que, habiendo sido mi consuelo en vida, seáis mi refugio en la hora de la muerte y mi gloria por toda la eternidad. Amén. 

Oración final. 

¡Oh, Señor Jesús!, vuestros santos misterios infundan en nosotros un fervor divino, con el que, recibida la suavidad de vuestro dulcísimo Corazón, aprendamos a despreciar lo terreno y amar lo celestial. Vos que vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén. 

EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 27 DE JUNIO DEL 2014 - SOLEMNIDAD DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS



Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús 
Viernes 27 de Junio del 2014

Antífona de Entrada
Los proyectos del corazón del Señor subsisten de edad en edad, para librar las vidas de sus fieles de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.

Se dice "Gloria".

Oración Colecta
Oremos:
Dios todopoderoso, al celebrar hoy la solemnidad del Corazón de Jesús recordamos el inmenso amor de tu Hijo para con nosotros; concédenos alcanzar de esa fuente divina la abundancia inagotable de tu gracia.

Por nuestro Señor Jesucristo...
Amén.



Primera Lectura
El Señor te he elegido por el amor que te tiene

Lectura del libro del Deuteronomio 7, 6-11

En aquel tiempo, dijo Moisés al pueblo:

"Eres un pueblo consagrado al Señor, tu Dios; él te eligió para que fueras pueblo suyo entre todos los pueblos de la tierra.

El Señor se ha comprometido contigo y te ha elegido, no por ser tú el más numeroso de todos los pueblos, ya que al contrario, eres el menos numeroso; más bien te ha elegido por el amor que te tiene y para cumplir el juramento hecho a tus padres. Por eso, el Señor, con mano firme, te sacó de la esclavitud y del poder del faraón, rey de Egipto.

Reconoce, pues, que el Señor, tu Dios, es el Dios verdadero y fiel. él guarda su alianza y su misericordia hasta mil generaciones para los que lo aman y cumplen sus mandamientos; pero castiga a quienes lo odian, y los hace perecer sin demora.

Guarda, pues, los mandamientos, preceptos y leyes que yo te mando hoy poner en práctica".

Palabra de Dios.

Te alabamos, Señor.



Salmo Responsorial
Del salmo 102

El Señor es compasivo y misericordioso.

Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios.

El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; él rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura.

El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor hace justicia y le da razón al oprimido. A Moisés le mostró su bondad y sus prodigios al pueblo de Israel.

El Señor es compasivo y misericordioso.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados.

El Señor es compasivo y misericordioso.


Segunda Lectura
Dios nos amó

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 4, 7-16

Queridos hijos: Amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama

ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. El amor que Dios nos tiene, se ha manifestado en que envió al mundo a su Hijo para que vivamos por él.

El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero y nos envió a su Hijo, como víctima de expiación por nuestros pecados.

Si Dios nos ha amado tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros. A Dios nadie lo ha visto nunca; si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y su amor en nosotros es perfecto.

En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros: en que nos ha dado su Espíritu. Nosotros hemos visto y de ello damos testimonio, que el Padre envió a su Hijo como salvador del mundo. Quien confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, permanece en Dios y Dios en él.

Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en ese amor. Dios es amor y quien permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.


Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.

Tomen mi yugo sobre ustedes, dice el Señor, y aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón.

Aleluya.



Evangelio
Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón

† Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-30

Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús exclamó:

"Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.

El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.



Oración introductoria 

Dios mío, Tú eres rico en misericordia, al punto tal de entregarnos a tu Hijo Jesús, para librarnos del pecado. Me reconozco pecador, indigno y débil, humildemente imploro me acojas en esta oración porque quiero permanecer en tu rebaño. 

Petición 

Sagrado Corazón de Jesús, traspasado por mis pecados, ten piedad y misericordia. 

Meditación del Papa Francisco 

En los Evangelios encontramos diversas referencias al Corazón de Jesús, por ejemplo en el pasaje donde Cristo mismo dice: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón". Es fundamental, luego, el relato de la muerte de Cristo según san Juan. Este evangelista, en efecto, testimonia lo que vio en el Calvario, es decir, que un soldado, cuando Jesús ya estaba muerto, le atravesó el costado con la lanza y de la herida brotaron sangre y agua. Juan reconoce en ese signo, aparentemente casual, el cumplimiento de las profecías: del corazón de Jesús, Cordero inmolado en la cruz, brota el perdón y la vida para todos los hombres. (S.S. Francisco, 9 de junio de 2013). 

Reflexión 

En un estanque vivía una colonia de ranas. Y el sapo más viejo se creía también el más grande y el más fuerte de toda la especie. Cada mañana se posaba a la orilla del estanque y comenzaba a hincharse para atraer la atención de sus vecinas y para presumir su tamaño y su fuerza. Un buen día se acercó un buey a beber; y el sapo, viendo que éste era más grande que él, comenzó a hincharse e hincharse, más que en otras ocasiones, tratando de igualarse al buey. Y tanto se infló que reventó. Así sucede también a muchos hombres que, por su ambición, su soberbia y prepotencia tratan de igualarse a otro buey (y también se podría escribir con "g"). Ya muy bien lo decía san Agustín: "La soberbia no es grandeza, sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande, pero no está sano". 

Feuerbach y Nietzsche -dos filósofos ateos del siglo pasado- lanzaron sus teorías del "super-hombre" y del dominio del más fuerte. Ideas tan tristes que desembocaron en la prepotencia nazi, en un racismo aberrante y en todas las formas de totalitarismo ateo que perseguía todo tipo de religión, especialmente la católica; esas ideas fueron las causantes de la Segunda guerra mundial y originaron un abismo de inhumanidad que ni siquiera excluyeron los terribles campos de concentración y de exterminio. Esa triste "ley del más fuerte" impone muchas veces el criterio de comportamiento entre los hombres, ¡tan penosa y de tan lamentables consecuencias para la convivencia humana! Y es que el poder, la ambición desenfrenada y la soberbia prepotente pudre el corazón de los hombres y crea verdaderos infiernos. 

Y, sin embargo, Jesucristo nuestro Señor nos viene a hablar hoy de humildad, de mansedumbre y de servicio: "Tomen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas"... ¿No es un mensaje ya trasnochado y pasado de moda? ¿Acaso el que triunfa, hoy en día, no es el hombre "fuerte", el "grande", el poderoso? 

El pequeño, el débil y el humilde ni siquiera es tomado en cuenta; más aún, muchas veces es ridiculizado y emarginado. El mismo Nietzsche se mofaba de la humildad, diciendo que era "un vicio servil y un comportamiento de esclavos". 

En el Evangelio de la fiesta del Sagrado Corazón, se nos presenta Jesús en oración bendiciendo a su Padre: "Te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado los misterios del Reino a los sabios y a los poderosos, y se los has revelado a los pequeños". ¡Qué contraste tan abismal! Pensamos que las gentes felices del mundo son los ricos, los poderosos, los grandes, los fuertes y los sabios. Y, sin embargo, nuestro 

Señor llamó "dichosos" precisamente a los de la parte opuesta: "Bienaventurados los pobres de espíritu, los mansos, los que lloran, los misericordiosos, los pacíficos, los que padecen persecución... porque de ellos es el Reino de los cielos" (Mt 5, 1-12). Y hoy, Jesús nos sale con otra de las "suyas", invitándonos a la humildad. ¿Es que Jesús está loco? 

¡Con razón nadie le hace caso! Parece que Él va siempre "en sentido contrario", contra corriente. Pero, no nos viene mal preguntarnos quién es el verdadero loco. A Nietzsche, al final de su vida, "se le saltaron la tuercas" y acabó suicidándose. 

Jesús siempre se presentó así: manso y humilde. Después de la multiplicación de los panes, cuando la muchedumbre quería arrebatarlo para hacerlo rey, Él se les esconde y se va solo, a la montaña, a orar. Y cuando curó al leproso de su enfermedad inmunda o devolvió la vista al ciego de nacimiento; cuando hizo caminar al paralítico, curó a la hemorroísa,resucitó a Lázaro o a la hija de Jairo, no se dedicó a tocar la trompeta para que todo el mundo se enterara... Y, finalmente, cuando se decide a entrar triunfalmente en Jerusalén, no lo hace sobre un alazán blanco o sobre un caballazo prieto azabache, rodeado de un ejército de vencedor, sino montado en un pobre burrito, que era señal de humildad y de paz. 

¡Definitivamente, Jesús no hacía milagros para "ganar votos" para las elecciones, ni se aprovechó de su popularidad entre la gente para hacerse propaganda política y ocupar los mejores puestos, como muchos de nuestros gobernantes! Él no era un populista o un demagogo como los que abundan hoy en nuestras plazas y manifestaciones públicas. Él no conocía, sin duda, esa "picardía" y oportunismo interesado, ni sabía mucho de eso que nosotros llamamos "técnicas de publicidad y de imagen"... 

"Aprendan de mí -nos dice- que soy manso y humilde de corazón". Sí. Él había dicho durante su vida pública que "no había venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos" (Mc 10,45) y lo cumple al pie de la letra. ¡Aquí está la verdadera grandeza: no la del poder, sino la grandeza de la humildad, de la mansedumbre y del servicio! 

Si seguimos su ejemplo, Él nos asegura los frutos que obtendremos: "Encontrarán descanso para sus almas, porque mi yugo es suave y mi carga ligera". La persona humilde goza de una paz muy profunda porque su corazón está sosegado. Ese yugo y esa carga se refieren a la cruz que tenemos que llevar todos los seres humanos. Pero Cristo nos llena de paz y de felicidad en medio del dolor porque su presencia y su compañía nos bastan y nos sacian. Él es nuestra paz. Y no importa que nos lluevan las persecuciones, las calumnias, las injurias y todo tipo de mentiras. 

Diálogo con Cristo 

No importan las persecuciones. Tu nos llena de paz porque tu yugo es llevadero y tu carga ligera. Nos advertiste que seríamos perseguidos porque también te persiguieron a Ti y te condenaron a muerte por calumnias. Llamaste "bienaventurados a los perseguidos", y contigo tenemos asegurada la victoria y el triunfo definitivo. 

Propósito 

Poner en en el Corazón de Jesús todas mis preocupaciones y confiarme a Él. 




jueves, 26 de junio de 2014

ASPIRACIONES AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Aspiraciones al Sagrado Corazón de Jesús

Salve, Corazón de mi Jesús, sálvame.
Salve, Corazón de mi Creador, perfeccioname.
Salve, Corazón de mi Salvador, rescátame.
Salve, Corazón de mi Juez, perdóname.
Salve, Corazón de mi Padre, gobiérname.
Salve, Corazón de mi Esposo, ámame.
Salve, Corazón de mi Maestro, enséñame.
Salve, Corazón de mi Rey, coróname.
Salve, Corazón de mi Bienechor, enriquéceme.
Salve, Corazón de mi Pastor, guárdame.
Salve, Corazón de mi Hermano, acompáñame.
Salve, Corazón todo Caridad, abrázame.

¡Oh Jesús, mi soberano bien!, yo te amo, no por el galardón prometido, sino puramente por amor de Ti, yo te amo sobre todo cuanto hay de amable y más que a mí mismo. A la faz del cielo y del a tierra protesto que, aunque para vivir amándote tenga que ser perseguido y debe hacer cara  a la muerte, ayudado por tu gracia repetiré siempre como San Pablo: no hay criatura alguna que sea capaz de apartarme de la caridad del Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, a quien amo y quiero amar eternamente, amén.

Sta. Margarita María de Alacoque.

NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO, JUNIO 27



Autor: . | Fuente: www.corazones.org
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
Advocación Mariana, 27 de junio

Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
Patrona de los Padres Redentoristas y de Haití

El icono original está en el altar mayor de la Iglesia de San Alfonso, muy cerca de la Basílica de Santa María la Mayor en Roma. 

El icono de la Virgen, pintado sobre madera, de 21 por 17 pulgadas, muestra a la Madre con el Niño Jesús. El Niño observa a dos ángeles que le muestran los instrumentos de su futura pasión. Se agarra fuerte con las dos manos de su Madre Santísima quien lo sostiene en sus brazos. El cuadro nos recuerda la maternidad divina de la Virgen y su cuidado por Jesús desde su concepción hasta su muerte. Hoy la Virgen cuida de todos sus hijos que a ella acuden con plena confianza. 

Historia 

En el siglo XV un comerciante acaudalado de la isla de Creta (en el Mar Mediterráneo) tenía la bella pintura de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Era un hombre muy piadoso y devoto de la Virgen María. Cómo habrá llegado a sus manos dicha pintura, no se sabe. ¿Se le habría confiado por razones de seguridad, para protegerla de los sarracenos? Lo cierto es que el mercader estaba resuelto a impedir que el cuadro de la Virgen se destruyera como tantos otros que ya habían corrido con esa suerte. 

Por protección, el mercader decidió llevar la pintura a Italia. Empacó sus pertenencias, arregló su negocio y abordó un navío dirigiéndose a Roma. En ruta se desató una violenta tormenta y todos a bordo esperaban lo peor. El comerciante tomó el cuadro de Nuestra Señora, lo sostuvo en lo alto, y pidió socorro. La Santísima Virgen respondió a su oración con un milagro. El mar se calmó y la embarcación llegó a salvo al puerto de Roma. 

Cae la pintura en manos de una familia 

Tenía el mercader un amigo muy querido en la ciudad de Roma así que decidió pasar un rato con él antes de seguir adelante. Con gran alegría le mostró el cuadro y le dijo que algún día el mundo entero le rendiría homenaje a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. 

Pasado un tiempo, el mercader se enfermó de gravedad. Al sentir que sus días estaban contados, llamó a su amigo a su lecho y le rogó que le prometiera que, después de su muerte, colocaría la pintura de la Virgen en una iglesia digna o ilustre para que fuera venerada públicamente. El amigo accedió a la promesa pero no la llegó a cumplir por complacer a su esposa que se había encariñado con la imagen. 

Pero la Divina Providencia no había llevado la pintura a Roma para que fuese propiedad de una familia sino para que fuera venerada por todo el mundo, tal y como había profetizado el mercader. Nuestra Señora se le apareció al hombre en tres ocasiones, diciéndole que debía poner la pintura en una iglesia, de lo contrario, algo terrible sucedería. El hombre discutió con su esposa para cumplir con la Virgen, pero ella se le burló, diciéndole que era un visionario. El hombre temió disgustar a su esposa, por lo que las cosas quedaron igual. Nuestra Señora, por fin, se le volvió a aparecer y le dijo que, para que su pintura saliera de esa casa, él tendría que irse primero. De repente el hombre se puso gravemente enfermo y en pocos días murió. La esposa estaba muy apegada a la pintura y trató de convencerse a sí misma de que estaría más protegida en su propia casa. Así, día a día, fue aplazando el deshacerse de la imagen. Un día, su hijita de seis años vino hacia ella apresurada con la noticia de que una hermosa y resplandeciente Señora se le había aparecido mientras estaba mirando la pintura. La Señora le había dicho que le dijera a su madre y a su abuelo que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro deseaba ser puesta en una iglesia; y, que si no, todos los de la casa morirían. 

La mamá de la niñita estaba espantada y prometió obedecer a la Señora. Una amiga, que vivía cerca, oyó lo de la aparición. Fue entonces a ver a la señora y ridiculizó todo lo ocurrido. Trató de persuadir a su amiga de que se quedara con el cuadro, diciéndole que si fuera ella, no haría caso de sueños y visiones. Apenas había terminado de hablar, cuando comenzó a sentir unos dolores tan terribles, que creyó que se iba a morir. Llena de dolor, comenzó a invocar a Nuestra Señora para que la perdonara y la ayudara. La Virgen escuchó su oración. La vecina tocó la pintura, con corazón contrito, y fue sanada instantáneamente. Entonces procedió a suplicarle a la viuda para que obedeciera a Nuestra Señora de una vez por todas. 

Accede la viuda a entregar la pintura 

Se encontraba la viuda preguntándose en qué iglesia debería poner la pintura, cuando el cielo mismo le respondió. Volvió a aparecérsele la Virgen a la niña y le dijo que le dijera a su madre que quería que la pintura fuera colocada en la iglesia que queda entre la basílica de Sta. María la Mayor y la de S. Juan de Letrán. Esa iglesia era la de S. Mateo, el Apóstol. 

La señora se apresuró a entrevistarse con el superior de los Agustinos quienes eran los encargados de la iglesia. Ella le informó acerca de todas las circunstancias relacionadas con el cuadro. La pintura fue llevada a la iglesia en procesión solemne el 27 de marzo de 1499. En el camino de la residencia de la viuda hacia la iglesia, un hombre tocó la pintura y le fue devuelto el uso de un brazo que tenía paralizado. Colgaron la pintura sobre el altar mayor de la iglesia, en donde permaneció casi trescientos años. Amado y venerado por todos los de Roma como una pintura verdaderamente milagrosa, sirvió como medio de incontables milagros, curaciones y gracias. 

En 1798, Napoleón y su ejército francés tomaron la ciudad de Roma. Sus atropellos fueron incontables y su soberbia, satánica. Exilió al Papa Pío VII y, con el pretexto de fortalecer las defensas de Roma, destruyó treinta iglesias, entre ellas la de San Mateo, la cual quedó completamente arrasada. Junto con la iglesia, se perdieron muchas reliquias y estatuas venerables. Uno de los Padres Agustinos, justo a tiempo, había logrado llevarse secretamente el cuadro. 

Cuando el Papa, que había sido prisionero de Napoleón, regresó a Roma, le dio a los agustinos el monasterio de S. Eusebio y después la casa y la iglesia de Sta. María en Posterula. Una pintura famosa de Nuestra Señora de la Gracia estaba ya colocada en dicha iglesia por lo que la pintura milagrosa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fue puesta en la capilla privada de los Padres Agustinos, en Posterula. Allí permaneció sesenta y cuatro años, casi olvidada. 

Hallazgo de un sacerdote Redentorista 

Mientras tanto, a instancias del Papa, el Superior General de los Redentoristas, estableció su sede principal en Roma donde construyeron un monasterio y la iglesia de San Alfonso. Uno de los Padres, el historiador de la casa, realizó un estudio acerca del sector de Roma en que vivían. En sus investigaciones, se encontró con múltiples referencias a la vieja Iglesia de San Mateo y a la pintura milagrosa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. 

Un día decidió contarle a sus hermanos sacerdotes sobre sus investigaciones: La iglesia actual de San Alfonso estaba construida sobre las ruinas de la de San Mateo en la que, durante siglos, había sido venerada, públicamente, una pintura milagrosa de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Entre los que escuchaban, se encontraba el Padre Michael Marchi, el cual se acordaba de haber servido muchas veces en la Misa de la capilla de los Agustinos de Posterula cuando era niño. Ahí en la capilla, había visto la pintura milagrosa. Un viejo hermano lego que había vivido en San Mateo, y a quien había visitado a menudo, le había contado muchas veces relatos acerca de los milagros de Nuestra Señora y solía añadir: "Ten presente, Michael, que Nuestra Señora de San Mateo es la de la capilla privada. No lo olvides". El Padre Michael les relató todo lo que había oído de aquel hermano lego. 

Por medio de este incidente los Redentoristas supieron de la existencia de la pintura, no obstante, ignoraban su historia y el deseo expreso de la Virgen de ser honrada públicamente en la iglesia. 

Ese mismo año, a través del sermón inspirado de un jesuita acerca de la antigua pintura de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, conocieron los Redentoristas la historia de la pintura y del deseo de la Virgen de que esta imagen suya fuera venerada entre la Iglesia de Sta. María la Mayor y la de S. Juan de Letrán. El santo Jesuita había lamentado el hecho de que el cuadro, que había sido tan famoso por milagros y curaciones, hubiera desaparecido sin revelar ninguna señal sobrenatural durante los últimos sesenta años. A él le pareció que se debía a que ya no estaba expuesto públicamente para ser venerado por los fieles. Les imploró a sus oyentes que, si alguno sabía dónde se hallaba la pintura, le informaran dueño lo que deseaba la Virgen. 

Los Padres Redentoristas soñaban con ver que el milagroso cuadro fuera nuevamente expuesto a la veneración pública y que, de ser posible, sucediera en su propia Iglesia de San Alfonso. Así que instaron a su Superior General para que tratara de conseguir el famoso cuadro para su Iglesia. Después de un tiempo de reflexión, decidió solicitarle la pintura al Santo Padre, el Papa Pío IX. Le narró la historia de la milagrosa imagen y sometió su petición. 

El Santo Padre escuchó con atención. Él amaba dulcemente a la Santísima Virgen y le alegraba que fuera honrada. Sacó su pluma y escribió su deseo de que el cuadro milagroso de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fuera devuelto a la Iglesia entre Sta. María la Mayor y S. Juan de Letrán. También encargó a los Redentoristas de que hicieran que Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fuera conocida en todas partes. 

Aparece y se venera, por fin, el cuadro de Nuestra Señora 

Ninguno de los Agustinos de ese tiempo había conocido la Iglesia de San Mateo. Una vez que supieron la historia y el deseo del Santo Padre, gustosos complacieron a Nuestra Señora. Habían sido sus custodios y ahora se la devolverían al mundo bajo la tutela de otros custodios. Todo había sido planeado por la Divina Providencia en una forma verdaderamente extraordinaria. 

A petición del Santo Padre, los Redentoristas obsequiaron a los Agustinos una linda pintura que serviría para reemplazar a la milagrosa. 

La imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro fue llevado en procesión solemne a lo largo de las vistosas y alegres calles de Roma antes de ser colocado sobre el altar, construido especialmente para su veneración en la Iglesia de San Alfonso. La dicha del pueblo romano era evidente. El entusiasmo de las veinte mil personas que se agolparon en las calles llenas de flores para la procesión dio testimonio de la profunda devoción hacia la Madre de Dios 

A toda hora del día, se podía ver un número de personas de toda clase delante de la pintura, implorándole a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro que escuchara sus oraciones y que les alcanzara misericordia. Se reportaron diariamente muchos milagros y gracias. 

Hoy en día, la devoción a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro se ha difundido por todo el mundo. Se han construido iglesias y santuarios en su honor, y se han establecido archicofradías. Su retrato es conocido y amado en todas partes. 

Patrona de Haití 

Teniendo esta advocación mariana como patrona de su congregación, los Padres Redentoristas la llevaron a sus misiones en Haití. Allí se le edificó un santuario en Béle-Aire, cerca de Puerto Príncipe. 

En 1883 una terrible epidemia de viruela azotaba el país. Los devotos acudieron a la Virgen del Perpetuo Socorro y le hicieron una novena. La epidemia cesó milagrosamente y se decidió nombrarla patrona del país. 

En 1993 se celebró con gran regocijo el centenario del milagro y del nombramiento de la Virgen como patrona. El Papa Juan Pablo II visitó Haití para esta celebración y puso al país bajo el amparo de la Virgen del Perpetuo Socorro. 


Los Haitianos también tienen gran devoción a la Virgen de la Asunción. 

Signos de la imagen de Nuestra Madre del Perpetuo Socorro 
(conocida en el Oriente bizantino como el icono de la Madre de Dios de la Pasión) 

Aunque su origen es incierto, se estima que el retrato fue pintado durante el decimotercero o decimocuarto siglo. El icono parece ser copia de una famosa pintura de Nuestra Señora que fuera, según la tradición, pintada por el mismo San Lucas. La original se veneraba en Constantinopla por siglos como una pintura milagrosa pero fue destruida en 1453 por los Turcos cuando capturaron la ciudad. 

Fue pintado en un estilo plano característico de iconos y tiene una calidad primitiva. Todas las letras son griegas. Las iniciales al lado de la corona de la Madre la identifican como la “Madre de Dios”. Las iniciales al lado del Niño “ICXC” significan “Jesucristo”. Las letras griegas en la aureola del Niño: owu significan “El que es”, mientras las tres estrellas sobre la cabeza y los hombros de María santísima indican su virginidad antes del parto, en el parto y después del parto. 

Las letras más pequeñas identifican al ángel a la izquierda como “San Miguel Arcángel”; el arcángel sostiene la lanza y la caña con la esponja empapada de vinagre, instrumentos de la pasión de Cristo. El ángel a la derecha es identificado como “San Gabriel Arcángel”, sostiene la cruz y los clavos. Nótese que los ángeles no tocan los instrumentos de la pasión con las manos, sino con el paño que los cubre. 

Cuando este retrato fue pintado, no era común pintar aureolas. Por esta razón el artista redondeó la cabeza y el velo de la Madre para indicar su santidad. Las halos y coronas doradas fueron añadidas mucho después. El fondo dorado, símbolo de la luz eterna da realce a los colores más bien vivos de las vestiduras. Para la Virgen el maforion (velo-manto) es de color púrpura, signo de la divinidad a la que ella se ha unido excepcionalmente, mientras que el traje es azul, indicación de su humanidad. En este retrato la Madona está fuera de proporción con el tamaño de su Hijo porque es -María- a quien el artista quiso enfatizar. 

Los encantos del retrato son muchos, desde la ingenuidad del artista, quien quiso asegurarse que la identidad de cada uno de los sujetos se conociera, hasta la sandalia que cuelga del pie del Niño. El Niño divino, siempre con esa expresión de madurez que conviene a un Dios eterno en su pequeño rostro, está vestido como solían hacerlo en la antigüedad los nobles y filósofos: túnica ceñida por un cinturón y manto echado al hombro. El pequeño Jesús tiene en el rostro una expresión de temor y con las dos manitas aprieta la derecha de su Madre, que mira ante sí con actitud recogida y pensativa, como si estuviera recordando en su corazón la dolorosa profecía que le hiciera Simeón, el misterioso plan de la redención, cuyo siervo sufriente ya había presentado Isaías. 

En su doble denominación, esta bella imagen de la Virgen nos recuerda el centralismo salvífico de la pasión de Cristo y de María y al mismo tiempo la socorredora bondad de la Madre de Dios y nuestra. 

OJOS DE MADRE


Ojos de Madre
(Anécdota Misionera)
Padre Juan Manuel del Río C.Ss.R. 


A la vista está, el Icono de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro es una síntesis preciosa del Misterio de la Redención. Unos, la llaman Odigitría; por aquello de ser la que nos lleva a Cristo, la que nos indica el camino. Otros, la llaman Eleusa, por esa infinita ternura que tiene e irradia. Y todos, Perpetuo Socorro. Yo, prefiero llamarla Madre. Simplemente. Es que, la Santísima Virgen María es, ante todo, Madre. 

En el Icono del Perpetuo Socorro sobresale, sobre todo, este aspecto fundamental en María: ser Madre. Y el pueblo cristiano ha buscado siempre en ella, primordialmente, su cualidad de Madre. 

Asociada a Cristo en la Redención, el pueblo cristiano la venera y la eleva a la categoría que el mismo Dios le ha dado: ser una Reina. La Reina de cielos y tierra. Y, efectivamente, así aparece en el Icono: majestuosa y maternal. Su mirada es dulce; y al mismo tiempo, trasluce un deje de tristeza. Es la Theotókos, la Madre de Dios como la definió el Concilio de Éfeso el año 431. Espléndida de majestad. Rica de simbología, por ejemplo en sus vestimentas. Es ropa de Reina, Madre y Soberana. Los colores azul, verde y rojo, nos remiten a las tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y el amor. 

María del Perpetuo Socorro es la Virgen gloriosa y glorificada. Lleva aureola de honor. Y una estrella en la frente, dándonos a entender que nos va guiando, como antaño la estrella polar a los navegantes, a buen puerto. Y en todo su porte, al seguridad firme de la Madre.

Cuántas anécdotas se podrían contar en referencia a María del Perpetuo Socorro. Me referiré a una en concreto.

Una tarde de tantas, entré a rezar al Santuario que lleva su nombre, y que los misioneros Redentoristas regentan en Torreón, Coahuila, al norte de México. Hermoso santuario. A todas horas del día se ve gente rezando. Según entraba, se me acerca una señora, bastante joven. Vi que quería hablarme. Me detuve. Sin más, me dice:

—Yo no soy católica. Mire, soy protestante.
—Bien, ¿y en qué puedo servirle?
—Pues..., resulta que tengo dos niños estudiando en ese colegio que está ahí cerquita, ahí no más. El otro día, al regresar de dejarlos en el colegio, se me ocurrió entrar en el santuario, donde nunca había entrado. Me llamó la atención ese hermoso cuadro.

Efectivamente, en el altar hay un cuadro grande y hermoso pintado al óleo que ocupa gran parte del retablo.

—¡Qué hermoso cuadro! Pero lo que me fascinó de verdad fueron los ojos de la Virgen. ¡Yo no sé qué tienen esos ojos! Me quedé mirándolos. Me llené de paz. Mucha paz. Ahora, todos los días, cuando regreso de dejar a mis niños en el colegio, entro, me quedo mirándolos un ratito y me voy llena de paz. ¡Yo no sé qué tienen esos ojos!

En mi vida de misionero he tenido varias y muy emotivas experiencias con protestantes. Pero esta sencilla conversación con aquella mujer, joven madre, me llegó muy dentro del alma. La había escuchado atentamente. Le respondí:

—¿De modo que usted no sabe qué tienen esos ojos...? Yo sí sé qué es lo que tienen. ¡Tienen que son los ojos de la Madre! ¡Por eso tienen y dan tanta paz!

Aquella joven mujer, a fin de cuentas madre también, comprendió perfectamente mi respuesta. Su rostro se iluminó con una amplia y dulce sonrisa. Expresó un muy mexicano ¡gracias! Y se fue.

Sin duda necesitaba comunicar a alguien sus sentimientos, su gozo y su alegría.



Yo me volví hacia el Icono de la Virgen y le dije: ¡Madre del Perpetuo Socorro!: ¡gracias! ¡Sigue bendiciéndonos a todos! ¡Ruega por nosotros!

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO - JUNIO 27

SIGNIFICADO DE LA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO - JUNIO 27


SIGNIFICADO DE LA IMAGEN DE NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

Examina el cuadro de la derecha. Atemorizado por la visión de dos ángeles que le muestran los instrumentos de la Pasión, el Niño Jesús ha corrido hacia su Madre, perdiendo casi una de sus pequeñas sandalias en su precipitada huida. María lo sostiene en sus brazos de manera protectora y amorosa. Pero presta atención a sus ojos. Su mirada esta fija no en Jesús sino en nosotros. ¿No es este detalle un toque de genialidad? ¿Qué mejor manera de expresar el interés de Nuestra Señora en nuestras vidas y crecimiento espiritual?

Las pequeñas manos de Jesús también están sujetas a las de María como una forma de recordarnos a nosotros que, así como en la tierra él se puso enteramente en su manos buscando protección, así ahora en el cielo él nos confía a cada uno de nosotros en sus tiernos y amorosos cuidados.

Este es el mensaje principal del cuadro, un icono bizantino, que no obstante, esta repleto de otros símbolos. He aquí algunos de ellos:

1. Iniciales en griego para "Madre de Dios"

2. Corona. Fue añadida al cuadro original por orden de la Santa Sede en 1867. Es un tributo a los muchos milagros obrados por Nuestra Señora bajo la advocación del "Perpetuo Socorro".

3. Estrella en el velo de la Virgen. Ella es la Estrella del Mar… que trajo la luz de la luz al mundo en tinieblas… la estrella que nos conduce al puerto seguro del Cielo.

4. Inicial griega para "San Miguel, el arcángel". Sostiene la lanza y la esponja de la Pasión de Cristo.

5. Inicial griega para "San Gabriel, el arcángel". Sostiene la cruz y los clavos.

6. La boca de María. Es pequeña para significar un recogimiento silencioso. Ella habla poco.

7. Los ojos de María. Son grandes para todos nuestros problemas. Están vueltos siempre hacia nosotros.

8. Túnica roja. Los colores que llevaban la vírgenes en los tiempos de Cristo.

9. Iniciales griegas para "Jesucristo".

10. Las manos de Cristo. Con las palmas boca abajo y dentro de las de su madre, indican que las gracias de la redención están bajo su custodia.

11. Fondo amarillo. Es el símbolo del cielo, donde Jesús y María están ahora entronizados. El amarillo también brilla a través de sus ropas, mostrando así la felicidad celestial que puede traer a los cansados corazones humanos.

12. Manto azul oscuro. Es el color que usaban la madres en Palestina. María es las dos cosas a la vez: virgen y Madre.

13. Mano izquierda de María. Sostiene de manera posesiva a Cristo. Ella es su madre. Es una mano consoladora para todo el que acuda a ella.

14. Sandalia caída. ¿Ha casi perdido Jesús su sandalia corriendo hacia María en busca de consuelo ante el pensamiento de su Pasión?

REFLEXIONES DIARIAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: JUEVES 27 DE JUNIO



JUNIO, MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Una reflexión para cada día del mes de junio.


Oración introductoria de cada día

Corazón amantísimo de Jesús digno de todo amor y de toda mi adoración; movido por el deseo de reparar y de lavar las ofensas graves y numerosas hechas contra ti, y para evitar que yo mismo me manche de la culpa ingrato, te ofrezco y te consagro enteramente mi corazón, mis afectos, mi trabajo y todo mi ser.

Por cuanto son pobres mis méritos, ¡oh Jesús!, te ofrezco mis oraciones, mis actos de penitencia, de humildad, de obediencia y de las demás virtudes que practicaré hoy y durante mi vida entera hasta el último suspiro.

Propongo hacer todo por tu gloria, por tu amor y para consolar a tu Corazón. Te suplico aceptes mi humilde ofrecimiento por las manos purísimas de tu Madre y Madre mía María.

Dispón de mí y de mis cosas,Señor, según el beneplácito de tu Corazón. Amén.



P. León Dehón




28. -LA SANTA MISA

¡El Sagrado Corazón de Jesús se hace víctima por todos en la eucaristía! Es el sol de la tierra. En la Misa no eres tú el que rezas, es Jesús quien reza por ti. Es la gloria y la alabanza a la Trinidad, la alegría de los ángeles, el camino del perdón de los pecadores, la fuerza y la gracia de los justos, el refrigerio de las almas del Purgatorio, la alegría de los ángeles, el camino del perdón de los pecadores, el beneficio de la Iglesia, la medicina contra las enfermedades espirituales. San Isidro Labrador antes de ir al campo se empapaba de este bálsamo de adoración y amor. ¿Cómo vives tú la Santa Misa?

ACTO DE ADORACIÓN A JESÚS EUCARISTÍA


ACTO DE ADORACIÓN A JESÚS EUCARISTÍA 

Aquí estoy en tu divina presencia, Jesús mío, para visitarte.
He venido, Señor, porque me has llamado.

Tu presencia real en la Sagrada Eucaristía, es el eco de aquellas palabras que nos diriges en el Evangelio: "Vengan a Mí todos los que estan cargados con sus miserias y pecados y Yo los aliviaré". Aquí vengo, pues, como enfermo al Médico, para que me sanes; como pecador al Santo, para que me santifiques; y como pobre y mendigo al rico, para que me llenes de tus divinos dones.
Creo, Jesús mío, que estas en el Santísimo Sacramento del Altar, tan real y verdaderamente como estabas en Belén, como estabas en la cruz y como estas ahora en el Cielo.

Espero en Ti, que eres poderoso y bueno, para santificar mi alma y salvarme.

Te amo con todo mi corazón, porque eres la Bondad infinita, digno de ser amado de todas las criaturas del Cielo y de la tierra; y me has amado hasta derramar Tu sangre y dar tu vida en la cruz por mi.
Vengo aquí a buscar un refugio contra la corrupción del mundo. En el mundo todo es falsedad y mentira; vengo a Ti que eres la Verdad eterna. El mundo está lleno de abismos de iniquidad; vengo a Ti que eres el único Camino de la felicidad. En el mundo todo es sensualidad y pecado; vengo a Ti que eres Vida y Santidad de las almas.

¡Dadme luz, Señor! ¡Que yo te vea presente en el Sagrario con los ojos de la fe; y que mi corazón beba hasta saciarse de la fuente del Amor divino que brota de Tu Corazón Sacramentado!

LA CESTA DE LA VIDA


LA CESTA DE LA VIDA

Querido Dios, ¿Cómo estás? 

Te escribo para saludarte y para pedirte unos productos para la cesta de mi vida, pues los básicos con que me enviaste al mundo, se me han ido agotando a lo largo de estos años. 

Por ejemplo, la paciencia se me acabó por completo, igual que la prudencia y la tolerancia. 

Ya me quedan poquitas esperanzas y el frasquito de fe, está casi vacío. La imaginación también está escaseando. 

También debes saber que hay cosas de la cesta que ya no necesito, como la dependencia y esa facilidad para tener "berrinches", que tantas molestias y problemas me han ocasionado. 

Así que quisiera pedirte nuevos productos. Para empezar me gustaría que rellenaras los frascos de paciencia y tolerancia hasta el tope, y mándame por favor el curso intensivo "Cómo ser más prudente" , volúmenes 1, 2 y 3. ¡Ah! No olvides el tomo especial sobre la lealtad. 

Envíame varias bolsas grandes de madurez que tanta falta me hace. También quisiera un saco de sonrisas, de esas que alegran el día a cualquiera. 

Te pido que me mandes dos piedras grandes y pesadas para atarlas a mis pies y tenerlos siempre sobre la tierra. 

Si tienes por ahí guardada una brújula para orientarme y tomar el camino correcto, te lo agradecería. 

Regálame imaginación otra vez; pero no demasiada, porque debo confesar que en ocasiones tomé grandes cantidades y me pasé del límite. 

Nuevas ilusiones y una triple ración de fe y esperanza también me vendrían fenomenal para seguir adelante. 

Te pido una paleta de colores para pintar mi vida cuando la vea gris. Me sería muy útil un cubo de basura para tirar todo lo que me hace daño. 

Por favor mándame un bote de "Betadine" y una cajita de tiritas para sanar mi corazón, porque ha tropezado bastante y tiene muchos raspones. 

Te pido unos discos duros, porque tengo el cerebro lleno de información y necesito espacio para guardar más. 

Te pido zanahorias para tener buena vista y no dejar pasar las oportunidades por no verlas. 

Necesito un reloj grande, muy grande, para que cada vez que lo vea me acuerde de que el tiempo no se detiene, sino que corre y no debo desperdiciarlo. 

Podrías mandarme muchísima fuerza y seguridad en mí mismo. Sé que voy a necesitarlas para soportar tiempos difíciles y para levantarme cuando caiga. También quisiera un bote de pastillas de las que hacen que crezca la fuerza de voluntad y el empeño, para que me vaya bien en la vida y te pido unas tres o cuatro toneladas de "ganas de vivir", para cumplir mis sueños. 

Necesito una pluma con mucha tinta, para escribir todos mis logros y mis fracasos, para no olvidarlos y poder compartirlos. 

Del amor no te hablo, porque si me concedes todos estos ingredientes, tendré lo necesario para verlo en cada uno de mis actos. 

Pero más que nada, te pido que me des mucha vida para lograr todo lo que tengo en mente y para que el día que me vaya contigo, tenga mucho que llevarte y veas que no desperdicié el tiempo aquí en la Tierra. 

Gracias por lo que me puedas dar y te agradezco el doble todo lo que me mandaste la primera vez.

NUESTRA IDENTIDAD CRISTIANA ES PERTENENCIA - PAPA FRANCISCO

Autor: Papa Francisco | Fuente: es.radiovaticana.va
Nuestra identidad cristiana es pertenencia
Catequesis del Santo Padre sobre la importancia de pertenecer a la Iglesia. 25 junio 2014
 
Nuestra identidad cristiana es pertenencia
Nuestra identidad cristiana es pertenencia
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy hay otro grupo de peregrinos conectados con nosotros en el Aula Pablo VI. Son peregrinos enfermos. Porque con este tiempo, entre el calor y la posibilidad de lluvia, era más prudente que ellos permanecieran allí. Pero ellos están conectados con nosotros a través de una pantalla gigante. Y así, estamos unidos en la misma Audiencia. Y todos nosotros hoy rezaremos especialmente por ellos, por sus enfermedades. Gracias.


En la primera catequesis sobre la Iglesia, el miércoles pasado, comenzamos por la iniciativa de Dios que quiere formar un Pueblo que lleve su bendición a todos los pueblos de la tierra. Empieza con Abraham y luego, con mucha paciencia – y Dios tiene, tiene tanta- con tanta paciencia prepara este Pueblo en la Antigua Alianza hasta que, en Jesucristo, lo constituye como signo e instrumento de la unión de los hombres con Dios y entre nosotros (cf. Concilio Ecuménico Vaticano II, Lumen gentium, 1). Hoy vamos hacer hincapié en la importancia que tiene para el cristiano pertenecer a este Pueblo. Hablaremos de la pertenencia a la Iglesia.

1. Nosotros no estamos aislados y no somos cristianos a título individual, cada uno por su lado, no: ¡nuestra identidad cristiana es pertenencia! Somos cristianos porque nosotros pertenecemos a la Iglesia. Es como un apellido: si el nombre es "Yo soy cristiano", el apellido es: "Yo pertenezco a la Iglesia." Es muy bello ver que esta pertenencia se expresa también con el nombre que Dios se da a sí mismo. Respondiendo a Moisés, en el maravilloso episodio de la "zarza ardiente" (cf. Ex 3,15), de hecho, se define como el Dios de tus padres, no dice yo soy el Omnipotente, no: yo soy el Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. De este modo, Él se manifiesta como el Dios que ha establecido una alianza con nuestros padres y se mantiene siempre fiel a su pacto, y nos llama a que entremos en esta relación que nos precede. Esta relación de Dios con su Pueblo nos precede a todos nosotros, viene de aquel tiempo.

2. En este sentido, el pensamiento va primero, con gratitud, a aquellos que nos han precedido y que nos han acogido en la Iglesia. ¡Nadie llega a ser cristiano por sí mismo! ¿Es claro esto? Nadie se hace cristiano por sí mismo. No se hacen cristianos en laboratorio. El cristiano es parte de un Pueblo que viene de lejos. El cristiano pertenece a un Pueblo que se llama Iglesia y esta Iglesia lo hace cristiano el día del Bautismo, se entiende, y luego en el recorrido de la catequesis y tantas cosas. Pero nadie, nadie, se hace cristiano por sí mismo. Si creemos, si sabemos orar, si conocemos al Señor y podemos escuchar su Palabra, si nos sentimos cerca y lo reconocemos en nuestros hermanos, es porque otros, antes que nosotros, han vivido la fe y luego nos la han transmitido, la fe la hemos recibido de nuestros padres, de nuestros antepasados y ellos nos la han enseñado. Si lo pensamos bien, ¿quién sabe cuántos rostros queridos nos pasan ante los ojos, en este momento? Puede ser el rostro de nuestros padres que han pedido el bautismo para nosotros; el de nuestros abuelos o de algún familiar que nos enseñaron a hacer la señal de la cruz y a recitar las primeras oraciones. Yo recuerdo siempre tanto el rostro de la religiosa que me ha enseñado el catecismo y siempre me viene a la mente - está en el cielo seguro, porque es una santa mujer - pero yo la recuerdo siempre y doy gracias a Dios por esta religiosa - o el rostro del párroco, un sacerdote o una religiosa, un catequista, que nos ha transmitido el contenido de la fe y nos ha hecho crecer como cristianos. Pues bien, ésta es la Iglesia: es una gran familia, en la que se nos recibe y se aprende a vivir como creyentes y discípulos del Señor Jesús.

3. Este camino lo podemos vivir no solamente gracias a otras personas, sino junto a otras personas. En la Iglesia no existe el “hazlo tú solo”, no existen “jugadores libres”. ¡Cuántas veces el Papa Benedicto ha descrito la Iglesia como un “nosotros” eclesial! A veces sucede que escuchamos a alguien decir: “yo creo en Dios, creo en Jesús, pero la Iglesia no me interesa”. ¿Cuántas veces hemos escuchado esto? Y esto no está bien. Existe quién considera que puede tener una relación personal directa, inmediata con Jesucristo fuera de la comunión y de la mediación de la Iglesia. Son tentaciones peligrosas y dañinas. Son, como decía Pablo VI, dicotomías absurdas. Es verdad que caminar juntos es difícil y a veces puede resultar fatigoso: puede suceder que algún hermano o alguna hermana nos haga problema o nos de escándalo. Pero el Señor ha confiado su mensaje de salvación a personas humanas, a todos nosotros, a testigos; y es en nuestros hermanos y en nuestras hermanas, con sus virtudes y sus límites, que viene a nosotros y se hace reconocer. Y esto significa pertenecer a la Iglesia. Recuérdenlo bien: ser cristianos significa pertenencia a la Iglesia. El nombre es “cristiano”, el apellido es “pertenencia a la Iglesia”.

Queridos amigos, pidamos al Señor, por intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia, la gracia de no caer jamás en la tentación de pensar que se puede prescindir de los otros, de poder prescindir de la Iglesia, de podernos salvar solos, de ser cristianos de laboratorio. Al contrario, no se puede amar a Dios sin amar a los hermanos; no se puede amar a Dios fuera de la Iglesia; no se puede estar en comunión con Dios sin estar en comunión con la Iglesia; y no podemos ser buenos cristianos sino junto a todos los que tratan de seguir al Señor Jesús, como un único Pueblo, un único cuerpo y esto es la Iglesia. Gracias.
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