domingo, 8 de junio de 2014

EL EVANGELIO DE HOY: DOMINGO 8 DE JUNIO DEL 2014 - SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS

Autor: P. Sergio Cordova LC | Fuente: Catholic.net
El Espíritu Santo sobre los apóstoles
Juan 20, 19-23. Pentecostés. El Espíritu Santo es todo: el fuego de la fe, del amor, de la fuerza y de la vida.
 
El Espíritu Santo sobre los apóstoles
Del santo Evangelio según san Juan 20, 19-23

Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». 

Oración introductoria

Ven, Espíritu Santo, llena mi corazón y enciende el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu Creador y renueva la faz de la tierra. Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; hazme dócil a tus inspiraciones para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Cristo nuestro Señor.

Petición

Espíritu Santo, mira mi vacío si Tú faltas, por eso te suplico vengas hacer en mi tu morada.

Meditación del Papa Francisco

Jesús, transfigurado en su cuerpo, ya es el hombre nuevo, que ofrece los dones pascuales fruto de su muerte y resurrección. ¿Y cuáles son estos dones? La paz, la alegría, la el perdón de los pecados, la misión, pero sobre todo da el Espíritu Santo que es el origen de todo esto. El Espíritu Santo vienen todos estos dones. El soplo de Jesús, acompañado de las palabras con las que comunica el Espíritu, indica el transmitir la vida, la vida nueva regenerada por el perdón.
Pero antes de hacer este gesto de soplar y donar el Espíritu, Jesús muestra sus llagas, en las manos y en el costado: estas heridas representan el precio de nuestra salvación. El Espíritu Santo nos trae el perdón de Dios "pasando a través" de las llagas de Jesús. Estas plagas que Él ha querido conservar, también en esto momento, en el cielo Él hace ver al Padre las llagas con las cuales nos ha rescatado. Y por la fuerza de estas llagas nuestros pecados son perdonados. Así Jesús ha dado su vida por nuestra paz, nuestra alegría, por la gracia en nuestra alma, por el perdón de nuestros pecados. Y esto es muy bonito, mirar a Jesús así. (S.S. Francisco, 20 de noviembre de 2013). .

Reflexión

En cierta ocasión se encontraba una maestra en clase de religión con sus alumnos de tercero de primaria. Y les pregunta: - "Quién de ustedes me sabe decir quién es la Santísima Trinidad?" Y uno de los niños, el más despierto, grita: - "¡Yo, maestra! La Santísima Trinidad son el Padre, el Hijo ¡y... la Paloma!"

Para cuántos de nosotros el Espíritu Santo es precisamente eso:¡una paloma! De esa forma descendió sobre Cristo el día de su bautismo en el Jordán y así se le ha representado muchas veces en el arte sagrado. Pero ¡el Espíritu Santo no es una paloma! ¿Cómo se puede tener un trato humano, profundo y personal con un animalito irracional? La paloma es, a lo mucho, un bello símbolo de la paz, y nada más. Y, sin embargo, el Espíritu Santo es la tercera Persona de la Trinidad Santísima y Dios verdadero.

En la solemnidad de hoy celebramos la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles el día de Pentecostés. Pero en las lecturas de la Misa de hoy nos volvemos a encontrar con la misma dificultad de antes: el problema del lenguaje. En el pasaje de los Hechos de los Apóstoles se nos narra que el Espíritu Santo bajó del cielo "en forma de un viento impetuoso que soplaba". ¡Otra imagen! Como el viento que mandó Dios sobre el Mar Rojo para secarlo y hacer pasar a los israelitas por en medio del mar, liberándolos de la esclavitud del faraón y de Egipto (Ex 14, 21-31); o como ese viento que el mismo Dios hizo soplar sobre un montón de huesos áridos para traerlos a la vida, según nos refiere el profeta Ezequiel (Ez 37, 1-14). El mismo Cristo en el Evangelio de hoy usa también la imagen del viento para hablarnos del Espíritu Santo: "Jesús sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo". La misma palabra espíritu significa, etimológicamente, viento: procede del latín, spíritus (del verbo spiro, es decir soplar). El vocablo hebreo, ruah, tiene el mismo significado. Y la palabra latina que se usaba para decir alma era ánima, que a su vez viene del griego ánemos, viento.

El libro del Génesis nos narra que, cuando Dios creó al hombre modelándolo del barro, "le sopló en las narices y así se convirtió en un ser vivo" (Gén 2,7). Por eso también Cristo, como el Padre, sopla su Espíritu sobre sus apóstoles para transmitirles la vida. Sin el aliento
vital nada existe. Así como el cuerpo sin el alma es un cadáver, el hombre sin el Espíritu Santo está muerto y se corrompe. Por eso, en la profesión de fe, decimos que "creemos en el Espíritu Santo, que es Señor y Dador de vida". ¿Y cómo nos comunica esa vida? Cristo lo dice a continuación: "a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados..." Es la vida de la gracia santificante, que producen los sacramentos: el bautismo, la confesión, la Eucaristía y los otros cuatro. Él es el Espíritu Santificador, que da vida, alienta todo y "anima" todo. Es esto lo que Cristo nos quiere significar con esta imagen del viento.

En la Sagrada Escritura se nos habla del Espíritu Santo a través de muchas otras imágenes, dada nuestra pobre inteligencia humana, incapaz de abarcar y de penetrar en el misterio infinito de Dios. En la primera lectura misma que acabamos de referir, se nos dice que descendió "como lenguas de fuego" que se posaban sobre cada uno de los discípulos.

La imagen del fuego es también riquísima a lo largo de toda la Biblia. Es el símbolo de la luz, del calor, de la energía cósmica, de la fuerza. El Espíritu Santo es todo eso: el fuego de la fe, del amor, de la fuerza y de la vida.

Pero, además de las mil representaciones, el Espíritu Santo es, sobre todo, DIOS. Es Persona divina, como el Padre y el Hijo. Es el Dios-Amor en Persona, que une al Padre y al Hijo en la intimidad de su vida divina por el vínculo del amor, que es Él mismo. Vive dentro de nosotros, como el mismo Cristo nos aseguró: "Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a hacer en él nuestra morada" (Jn 14,23).

Podemos decir que una persona que amamos vive dentro de nosotros por el amor. Y si esto es posible en el amor humano, con mucha mayor razón lo es para Dios. El Espíritu Santo y la Trinidad Santísima viven dentro de nosotros por el amor, la fe, la vida de gracia, los sacramentos y las virtudes cristianas. El "dulce Huésped del alma" es otro de sus nombres; y san Pablo nos recuerda: "¿No saben que son templos de Dios y que el Espíritu Santo habita dentro de ustedes?" (I Cor 3,16).

Podríamos decir tantísimas cosas del Espíritu Santo y nunca acabaríamos. Pero lo más importante no es saber mucho, sino dejar que Él viva realmente dentro de nosotros. Y esto será posible sólo si le dejamos cabida en nuestro corazón a través de la gracia santificante: donde reina el pecado no hay vida. Es imposible que convivan juntos el día y la noche, o la vida y la muerte. Dios vivirá en nosotros en la medida en que desterremos el pecado y los vicios para que Él verdaderamente sea el único Señor de nuestra existencia. ¿Por qué no comienzas ya desde este mismo momento?



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Sergio Córdova LC 

    ¡VEN ESPÍRITU SANTO!


    sábado, 7 de junio de 2014

    IMÁGENES DE PENTECOSTÉS




























    CONSAGRACIÓN DEL HOGAR Y LA FAMILIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA


    Consagración del hogar y la familia 
    al Inmaculado Corazón de María


    ¡Oh Virgen María!, queremos consagrar hoy nuestro hogar y cuantos lo habitan a vuestro Purísimo Corazón.
    Que nuestra casa, como la tuya de Nazaret, llegue a ser un oasis de paz y felicidad por:

       -  el cumplimiento de la voluntad de Dios,
       -  la práctica de la caridad,
       -  y el abandona a la Divina Providencia,

    ¡Que nos  amemos  todos como Cristo  nos enseñó!. Ayúdanos a vivir siempre cristianamente y envuélvenos en tu ternura.

    Te pido por los hijos que Dios nos ha dado (se citan los nombres) para que los libres de todo mal y peligro de alma y cuerpo, y los guardes dentro de Tu Corazón Inmaculado. Dígnate, Madre nuestra, transformar nuestro hogar en un pequeño cielo, consagrados todos a vuestro Corazón Inmaculado. Amén.

    ¡Corazón Inmaculado de María, sálvanos! 

    DESPUÉS DE APAGAR LAS LUCES



    DESPUÉS DE APAGAR LAS LUCES


    Cuando una noticia nos llega de Estados Unidos, en seguida pensamos en vuelos espaciales, en computadores electrónicos, en conflictos militares, avances tecnológicos, índices de la bolsa neoyorquina, estrenos de películas, etc. Pero hay mucho más. Hasta hay la devoción a la Virgen y el rezo de su rosario.

    Desde Saint Paul, Minnesota, Estados Unidos, una señora cuenta así sus experiencias:

    «Cuando era niña, nuestra familia vivía en una pequeña casa, donde la abuelita venía a visitarnos; solía estar dos o tres semanas, y nosotras nos disputábamos el privilegio de estar en su compañía. Por ser yo la mayor, conseguí dormir en una cama cerca de la suya.
    Cada noche, después de apagar las luces y quedar todo en silencio, la oía cuchichear suavemente: estaba rezando. Parecía que no iba a acabar nunca y pronto me esforcé por entender lo que decía. Supe que rezaba el rosario, y de esta manera aprendí el Padrenuestro, el Avemaría y otras oraciones de su uso particular.

    La abuelita era irlandesa, católica. Nuestra madre abandonó la religión al casarse con nuestro padre. Siempre hemos ido a escuelas no católicas; en casa no había religión, excepto la de nuestra abuelita, cuando nos visitaba.     

    Me casé y no me acerqué más a la iglesia. Pero nueve años más tarde sentí la necesidad de una base espiritual. Acudí a la biblioteca, estudié varias religiones Y siempre por la noche recordaba los rezos de la abuelita. Leí libros sobre el Catolicismo, que daban respuestas a todas mis dudas. Encontré un sacerdote, me instruyó en lo necesario y recibí el Bautismo.

    Yo rezaba por mi marido y por mis padres. Un año después de ser cristiana, mi esposo anunció que iba a prepararse para el Bautismo. Nuestra madre se reconcilió con la iglesia. Tuvimos un hijo y lo bautizamos según el rito católico. Mi cuñada y su esposo, al ver cuán felices éramos con nuestra nueva religión, se hicieron católicos, y mi marido y yo somos padrinos de sus tres hijos.
    ¡Todo debido al Rosario rezado en voz baja por una buena mujer!


    Texto del libro "Anécdotas Marianas" de Fr. José A. M. Puche, 0. P.

    CÓMO PEDIR FAVORES A LA VIRGEN MARÍA DE FORMA EFECTIVA



    CÓMO PEDIR FAVORES A LA VIRGEN MARÍA
    DE FORMA EFECTIVA


     San Antonio María Claret, gigante espiritual que llena todo el siglo XIX de la Iglesia española, nos cuentan sus biógrafos infinidad de anécdotas y sucesos relacionados con su ardentísima devoción a la Virgen. No olvidemos que es uno de los mayores santos marianos que han existido. Desde niño destacaba ya por su amor y piedad para con la Virgen. Nos fijamos ahora en el siguiente relato recogido en una de sus documentadas biografías:

    Siendo todavía joven seglar hubo de hacer un viaje en compañía de un buen caballero, quien observó los claros signos de devoción mariana de que, tanto en sus conversaciones como en su conducta, daba muestras el joven Claret.

    El señor Portellas –así se llamaba el acompañante- admirado de su piedad, le habló de esta manera: - "Paréceme, Antonio, que eres muy devoto de la Virgen". 
    La respuesta fue contundente: "¿Cómo no, si todo cuanto le pido me lo alcanza?" 
    –"¿Qué me dices? Explícame el modo de pedírselo". 
    Claret le contestó: "Le pido lo que deseo con amor y confianza. Y si veo que no me escucha, me acerco más a Ella, la cojo del manto y le digo: si no me lo alcanzáis, a fuerza de tiraros, rasgaré el manto. Y entonces ya me escucha". Hasta aquí la anécdota narrada por el diligente biógrafo.

    COMENTARIO BREVE. Aquí tenemos una hermosa lección sobre cómo debemos orar y suplicar a María. Se nos ofrecen tres requisitos esenciales: amor, confianza y perseverancia. Esta última condición nos falla muy a menudo, pues cuando nos dirigimos a la Virgen queremos obtener un determinado favor o gracia con la mayor prontitud, y nos ponemos impacientes si no sucede así. ¿Y qué decir del amor y la confianza, como clave del fruto de la oración?

    La Iglesia nos enseña a ejercitar la oración perseverante y se muestra insistentemente repetitiva en muchas de sus plegarias. Ha aprendido el aviso del Señor en la parábola del amigo importuno (Lc 11,5-8). El Padre nuestro, que es la oración por antonomasia del cristiano, nos enseña a orar y el orden que han de seguir nuestras peticiones. Jesús nos ha recordado con encarecimiento: "Pedid y se os dará. Buscad y hallaréis. Llamad y se os abrirá". Eso mismo nos susurra la Virgen. Ella nunca desoye nuestras súplicas y las encauza hacia lo que verdaderamente nos conviene, si pedimos algo no conforme con los designios divinos.

    Aprendamos de San Antonio María Claret a "tirar del manto" de María, hermosa metáfora que tanto nos dice a todos. Y sobre todo procuremos introducirnos en su Corazón Inmaculado para oír –si fuera posible- sus dulces latidos. Ninguna petición a la Virgen se perderá en el camino, aunque Ella se vea obligada a cambiar, con solicitud materna, el curso de nuestras plegarias. Supliquemos su amorosa y poderosa intercesión en todas nuestras necesidades espirituales, corporales y temporales. María se hará siempre presente con su auxilio oportuno. Pero no dejemos de insistirle, como hacía con tanto amor y confianza el joven Claret, extraordinario y ejemplar devoto de María.

    LAS TRES PLENITUDES


    LAS TRES PLENITUDES


    Habla San Alberto Magno que existen tres géneros de plenitudes: "la plenitud del vaso, que retiene y no da; la del canal, que da y no retiene, y la de la fuente, que crea, retiene y da". ¡Qué tremenda verdad!

    Efectivamente, yo he conocido muchos hombres-vaso. Son gentes que se dedican a almacenar virtudes o ciencia, que lo leen todo, coleccionan títulos, saben cuanto puede saberse, pero creen terminada su tarea cuando han concluido su almacenamiento: ni reparten sabiduría ni alegría. 

    Tienen, pero no comparten. Retienen, pero no dan. Son magníficos, pero magníficamente estériles. Son simples servidores de su egoísmo. 

    También he conocido hombres-canal: es la gente que se desgasta en palabras, que se pasa la vida haciendo y haciendo cosas, que nunca rumia lo que sabe, que cuanto le entra de vital por los oídos se le va por la boca sin dejar pozo adentro. Padecen la neurosis de la acción, tienen que hacer muchas cosas y todas de prisa, creen estar sirviendo a los demás pero su servicio es, a veces, un modo de calmar sus picores del alma. Hombre-canal son muchos periodistas, algunos apóstoles, sacerdotes o seglares. Dan y no retienen. Y, después de dar, se sienten vacíos. 

    Qué difícil, en cambio, encontrar hombres-fuente, personas que dan de lo que han hecho sustancia de su alma, que reparten como las llamas, encendiendo la del vecino sin disminuir la propia, porque recrean todo lo que viven y reparten todo cuanto han recreado. Dan sin vaciarse, riegan sin decrecer, ofrecen su agua sin quedarse secos. Cristo -pienso- debió ser así. El era la fuente que brota inextinguible, el agua que calma la sed para la vida eterna. Nosotros -¡ah!- tal vez ya haríamos bastante con ser uno de esos hilillos que bajan chorreando desde lo alto de la gran montaña de la vida. 

    Autor: José Luis Martín Descalzo 

    NARDOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: SÁBADO 7 DE JUNIO


    Nardo del 7 de Junio:
    ¡Oh Sagrado Corazón, qué sensible y sencillo sos!

    Meditación: Me parece entrever por una ranura de la casa de Nazaret a un Joven trabajador que con habilidad modelaba un rústico trozo de madera; en el aire se percibe un rico olor a viruta fresca…parece absorto. De repente y ante una suave voz levanta Su cabeza…es el Rostro de Mi Señor, que diligente y obediente responde al llamado de Su Madre. En la otra habitación, en su lecho un anciano agonizante respira agitadamente…es el pobre papá José. En la Mirada Amorosa de aquel Joven Niño se reflejan tanto amor, tanto dolor, tanta paz. Entre tiernos cuidados y santas lágrimas José inicia su marcha, hasta que se abra la Puerta de la Morada Santa.

    ¿Somos capaces de imitar la sencillez y el amor que el Señor prodigó a todos los que tocó en Su vida terrena?. ¿O escapamos en el mundo de hoy del cuidado de los ancianos y necesitados?. Justificándonos en que tenemos nuestro trabajo y en que no podemos angustiarnos tanto, ni siquiera podemos dar una sonrisa para aquel que agoniza. ¡Tenemos que vivir…vivir para morir!. Amar de verdad es dar todo hasta desgarrar nuestro mísero corazón en ofrenda al Señor, como lo hizo el Redentor.

    Jaculatoria: ¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

    ¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

    Florecilla: Demos cuidado y amor a un anciano necesitado, como lo hizo y lo hace el Señor.

    Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

    ORACIÓN PARA PEDIR FRUTOS AL ESPÍRITU SANTO



    ORACIÓN PARA PEDIR LOS FRUTOS
    AL ESPÍRITU SANTO 

    Espíritu de Caridad, haznos amar a Dios y a nuestros semejantes como Tú quieres que los amemos.

    Espíritu de Gozo, otórganos la santa alegría, propia de los que viven en tu gracia.

    Espíritu de Paz, concédenos tu paz, aquella paz que el mundo no puede dar.

    Espíritu de Paciencia, enséñanos a sobrellevar las adversidades de la vida sin indagar el por qué de ellas y sin quejarnos.

    Espíritu de Benignidad, haz que juzguemos y tratemos a todos con benevolencia sincera y rostro sonriente, reflejo de tu infinita suavidad.

    Espíritu de Bondad, concédenos el desvivirnos por los demás, y derramar a manos llenas, cuantas obras buenas nos inspires.

    Espíritu de Longanimidad, enséñanos a soportar las molestias y flaquezas de los demás, como deseamos soporten las nuestras.

    Espíritu de Mansedumbre, haznos mansos y humildes de corazón, a ejemplo del Divino Corazón de Jesús, obra maestra de la creación.

    Espíritu de Fe, otórganos el no vacilar en nuestra fe, y vivir siempre de acuerdo con las enseñanzas de Cristo, e iluminados por tus santas inspiraciones.

    Espíritu de Modestia, enséñanos a ser recatados con nosotros mismos, a fin de no servir nunca de tentación a los demás.

    Espíritu de Continencia, haznos puros y limpios en nuestra vida interior, y enérgicos en rechazar cuanto pudiera manchar el vestido blanco de la gracia.

    Espíritu de Castidad, concédenos la victoria sobre nosotros mismos; haznos prudentes y castos; sobrios y mortificados; perseverantes en la oración y amantes de Ti, oh Dios del Amor hermoso.
    Así sea. 

    REFLEXIONES DIARIAS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: SÁBADO 7 DE JUNIO



    JUNIO, MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
    Una reflexión para cada día del mes de junio.


    Oración introductoria de cada día

    Corazón amantísimo de Jesús digno de todo amor y de toda mi adoración; movido por el deseo de reparar y de lavar las ofensas graves y numerosas hechas contra ti, y para evitar que yo mismo me manche de la culpa ingrato, te ofrezco y te consagro enteramente mi corazón, mis afectos, mi trabajo y todo mi ser.

    Por cuanto son pobres mis méritos, ¡oh Jesús!, te ofrezco mis oraciones, mis actos de penitencia, de humildad, de obediencia y de las demás virtudes que practicaré hoy y durante mi vida entera hasta el último suspiro.

    Propongo hacer todo por tu gloria, por tu amor y para consolar a tu Corazón. Te suplico aceptes mi humilde ofrecimiento por las manos purísimas de tu Madre y Madre mía María.

    Dispón de mí y de mis cosas,Señor, según el beneplácito de tu Corazón. Amén.

    P. León Dehón




    7.-EL PECADO MORTAL

    Jesús llora ante la muerte de su amigo Lázaro. ¿Sabes tú por qué Jesús ante el cadáver de su amigo llora, vibra, reza?

    Por que era cadáver. He aquí tu imagen cuando te duermes en el pecado . No bastan las invitaciones del ángel custodio, las oraciones de la madre, los consejos de los amigos, las correcciones del confesor. Queremos un milagro de Jesús. Es Jesús mismo quien debe llorar, gritar, rezar por ti, alzar su voz. ¿Y tú tan fácilmente te abandonas al pecado?



    Con un pecado mortal pierdes todo, todo está perdido. Tú eres sensible a todos los afectos más tiernos y delicados. ¿no sientes nada al ofender a Dios, al ponerlo de nuevo en la cruz? Sobre tu frente está esculpida la imagen de Dios y tú la manchas para echarla en el fango.

    ORACIÓN PARA PEDIR LOS DONES AL ESPÍRITU SANTO




    ORACIÓN PARA PEDIR 
    LOS DONES AL ESPÍRITU SANTO

    Ven, Espíritu Creador, visita las almas de los fieles; e inunda con tu gracia los corazones que Tú creaste.

    Espíritu de Sabiduría, que conoces mis pensamientos más secretos, y mis deseos más íntimos, buenos y malos; ilumíname y hazme conocer lo bueno para obrarlo, y lo malo para detestarlo sinceramente.

    Intensifica mi vida interior, por el don de Entendimiento.

    Aconséjame en mis dudas y vacilaciones, por el don de Consejo.

    Dame la energía necesaria en la lucha contra mis pasiones, por el don de Fortaleza.

    Envuelve todo mi proceder en un ambiente sobrenatural, por el don de Ciencia.

    Haz que me sienta hijo tuyo en todas las vicisitudes de la vida, y acuda a Ti, cual niño con afecto filial, por el don de Piedad.

    Concédeme que Te venere y Te ame cual lo mereces; que ande con cautela en el sendero del bien, guiado por el don del santo Temor de Dios; que tema el pecado más que ningún otro mal; que prefiera perderlo todo antes que tu gracia; y que llegue un día a aquella feliz morada, donde Tú serás nuestra Luz y Consuelo, y, cual tierna madre; enjugas “toda lágrima de nuestros ojos”, donde no hay llanto ni dolor alguno, sino eterna felicidad. Así sea.

    EL EVANGELIO DE HOY: SÁBADO 7 DE JUNIO DEL 2014

    Autor: Alejandro Carrión | Fuente: Catholic.net
    El discípulo a quién Jesús amaba
    Juan 21, 20-25. Si ustedes no son testigos en sus ambientes, ¿quién lo hará por ustedes? El cristiano es, en y con la Iglesia, un misionero de Cristo.
     
    El discípulo a quién Jesús amaba
    Del santo Evangelio según san Juan 21, 20-25

    En aquel tiempo, Pedro, volviendo la cara, vio que iba detrás de ellos el discípulo a quién Jesús amaba, el mismo que en la cena se había reclinado sobre su pecho y le había preguntado: "Señor, ¿quién es el que te va a traicionar?" Al verlo Pedro, le dijo a Jesús: «Señor, ¿qué va a pasar con este?» Jesús le respondió: «Si yo quiero que éste permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Tú, sígueme.» Por eso comenzó a correr entre los hermanos el rumor de que ese discípulo no habría de morir. Pero Jesús no dijo que no moriría, sino: Si yo quiero que permanezca vivo hasta que yo vuelva, ¿a ti qué? Este es el discípulo que atestigua estas cosas y las ha puesto por escrito, y estamos ciertos de que su testimonio es verdadero. Muchas otras cosas hizo Jesús y creo que, si se relataran una por una, no cabrían en todo el mundo libros que se escribieran.

    Oración introductoria 

    Mi buen Jesús, aquí estoy. Quiero responder con generosidad al llamado que Tú me has hecho. Quiero seguirte al igual que Pedro y los demás discípulos. Quiero ser la luz de la gente que vive en oscuridad. Quiero ser la esperanza de los que han caído en el desaliento. Quiero ser testigo de tu amor en el mundo, que ha olvidado tu amor.

    Petición

    Dios mío, te suplico me regales la gracia de ser tu testigo; la gracia de no tener miedo de anunciar tu palabra en mi familia, en mi trabajo y con mis amigos; la gracia de ser valiente para no dejarme llevar por la comodidad y las tentaciones.

    Meditación del Papa Francisco

    Pedro tenía un diálogo de amor con el Señor, pero luego el diálogo se ha desviado hacia otro carril y él también padece una tentación: Inmiscuirse en la vida de los otros.
    Como se dice vulgarmente, Pedro hace de curioso, se entromete en la vida de los otros. En primer lugar, la comparación, el compararse con los demás. El diablo quiere que seamos chismosos.
    Cuando existe esta comparación terminamos en la amargura y hasta en la envidia, y la envidia arruina la comunidad cristiana, le hace mucho daño y el diablo quiere eso. La segunda forma de esta tentación son los chismes. Se empieza de una manera muy educada, pero luego terminamos despellejando al prójimo.
    ¡Cuánto se chismea en la Iglesia! ¡Cuánto chismeamos nosotros los cristianos! El chisme es propio despellejarse, ¿no? Es maltratarse el uno al otro. ¿Como si se quisiera disminuir al otro, no? En lugar de crecer yo, hago que el otro sea aplanado y me siento muy bien. ¡Esto no va!.(S.S. Francisco, 18 d mayo de 2013, homilía en Santa Marta). .

    Reflexión 

    El cristiano es ante todo el seguidor de Cristo. Y como seguidor de Cristo, tiene que ser testimonio vivo de la presencia y del amor de Jesús al mundo. Con sus actos, con sus palabras, con sus deseos e incluso con sus sentimientos tiene que demostrar ser testigo de Dios y llevar el amor de Dios, su palabra, su reino a donde quiera que él vaya y así llevar junto con Jesús la salvación a todo hombre.

    Propósito

    Hablaré bien de alguien frente a los demás.

    Diálogo con Cristo

    Mi buen Jesús, aquí estoy para ser tu testigo, para llevarte a los demás. Quiero seguirte como lo hizo San Pedro y los demás discípulos. Te doy gracias por que me has llamado, y no puedo pensar en mejor manera de pasar mi vida que pidiendo como San Francisco Javier: has de mí un instrumento de tu paz, que donde haya odio, siembre yo amor. Donde haya desaliento, esperanza; donde tristeza, alegría; donde oscuridad, luz…

    La vocación cristiana es, por su misma naturaleza, vocación también al apostolado. (Conc. Vat. II, Decr. Apostolicam actuositatem, 2)





  • Preguntas o comentarios al autor
  • Alejandro Carrión 

    DIOS ESTÁ CONTIGO


    viernes, 6 de junio de 2014

    NARDOS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: VIERNES 6 DE JUNIO


    Nardo del 6 de Junio:
    ¡Oh Sagrado Corazón, valiente y obediente!

    Meditación: Oh Delicioso Señor, que nos enseñaste desde Tu ímpetu juvenil a combatir, cuando a Tu Madre confiaste, a Tus dulces doce años, que a los doctores explicabas las cosas de Tu Padre. Eras apenas un niño, pero en Ti el Amor había vencido a todo temor, ya que cumplías con obediencia el Querer de Quien te había enviado. No importaban los escarnios, las burlas ni tu pequeñez, pues la Sabiduría y el Amor habían de vencer. ¡Que vergüenza la de mi pobre alma siempre llena de temor para defender las cosas de mi Dios, tanto con la voz como con el testimonio que doy! ¿Y no es el miedo acaso falta de Fe?, pues yo nada soy, todo lo es y lo hace el Señor. Entonces si El habita en mí, y me hace vivir, sólo tengo que servir para llegar a ser un instrumento y un puente hacia el Cielo.

    Jaculatoria:¡Enamorándome de Ti, mi Amado Jesús!

    ¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir siempre si. Amén.

    Florecilla: Seamos discípulos del Señor haciéndolo conocer más y más, prediquemos a un hermano para que pueda encontrar a Cristo en su corazón.

    Oración: Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.

    TARJETAS CON PENSAMIENTOS




















    PRIMER VIERNES DE MES DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS: VIERNES 6 DE JUNIO DEL 2014



    PRIMER VIERNES DEL MES DE JUNIO
    DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

    VIERNES 6 DE JUNIO DEL 2014

    BREVE CONSIDERACIÓN.- Jesús a su confidente Margarita María de Alacoque: "Ven a reposar sobre mi Corazón, para sufrir en seguida con más valor... !Déjame hacer de ti lo que me plazca! Bebe y come en la mesa de mis delicias para ranimarte, pues te queda por andar todavía un camino largo y penoso, y durante esa travesía tendrás necesidad de tomar con frecuencia nuevo alimento y dulce descanso en mi Corazón, siempre abierto para ti".



    ORACIÓN
    ACTO DE PUREZA DE INTENCIÓN

    Ofrézcome todo a Tí, !Oh Corazón de amor!, con intención de que mi vida y mis trabajos sean para honrarte y glorificarte en el tiempo y la eternidad! Yo te amo, Corazón amabilísimo, como el único digno de amor entre todos los corazones. ¡Oh, si pudiese el mío reducirse a cenizas por vehemencia, y haz que ponga en ejecución lo que más te agrade! !Oh fuente de puro amor! ¿Cómo no soy todo corazón para amarte y todo espíritu para adorarte? Concédeme que no pueda amar sino a Ti, que mi entendimiento sólo se ocupe de conocerte, mi voluntad en desearte, mi lengua en alabarte y mis manos en servirte, a fin de que pueda poseerte un día, sin recelo de perderte, enl a bienaventurada eternidad. Amén.

    (De Santa Margarita María de Alacoque)



    SEXTA PROMESA:
    "Los pecadores encontrarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia".



    (Recitemos las Letanías al Sagrado Corazón de Jesús en gratitud a la promesa y para que se cumpla en nosotros...)

    LETANÍAS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

    V: Señor, ten piedad de nosotros.
    R: Señor, ten piedad de nosotros.
    V: Cristo, ten piedad de nosotros.
    R: Cristo, ten piedad de nosotros.
    V: Señor, ten piedad de nosotros.
    R: Señor, ten piedad de nosotros.
    V: Cristo, óyenos.
    R: Cristo, óyenos.
    V: Cristo, escúchanos.
    R: Cristo, escúchanos.

    V: Dios, Padre celestial,
    R: ten piedad de nosotros.
    V: Dios Hijo, Redentor del mundo,
    R: ten piedad de nosotros.
    V: Dios Espíritu Santo,
    R: ten piedad de nosotros.
    V: Trinidad Santa, un solo Dios,

    R: ten piedad de nosotros.

    V: Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre.
    R: Ten piedad de nosotros.
    V: Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el
    seno de la Virgen María, R/.
    Corazón de Jesús, unido substancialmente al
    Verbo de Dios, R/.
    Corazón de Jesús, de majestad infinita, R/.
    Corazón de Jesús, templo santo de Dios, R/.
    Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, R/.
    Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo, R/.
    Corazón de Jesús, lleno de bondad y amor, R/.
    Corazón de Jesús, hoguera ardiente de caridad, R/.
    Corazón de Jesús, asilo de justicia y de amor, R/.
    Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, R/.
    Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, R/.
    Corazón de Jesús, digno de toda alabanza, R/.
    Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones, R/.
    Corazón de Jesús, en quien están todos los tesoros
    de la sabiduría y la ciencia, R/.
    Corazón de Jesús, en quien habita toda la plenitud
    de la divinidad, R/.
    Corazón de Jesús, en quién el Padre halló sus
    complacencias, R/.
    Corazón de Jesús, en cuya plenitud todos hemos recibido, R/.
    Corazón de Jesús, deseo de los eternos collados, R/.
    Corazón de Jesús, paciente y de mucha misericordia, R/.
    Corazón de Jesús, rico para todos los que te invocan, R/.
    Corazón de Jesús, fuente de vida y de santidad, R/.
    Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, R/.
    Corazón de Jesús, despedazado por nuestros delitos, R/.
    Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, R/.
    Corazón de Jesús, traspasado por una lanza, R/.
    Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra, R/.
    Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra, R/.
    Corazón de Jesús, víctima de los pecadores, R/.
    Corazón de Jesús, salvación de los que en Ti esperan, R/.
    Corazón de Jesús, esperanza de los que en Ti mueren
    y esperan, R/.
    Corazón de Jesús, delicia de todos los santos, R/.

    V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
    R: perdónanos, Señor.

    V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
    R: óyenos, Señor.
    V: Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
    R: ten piedad y misericordia de nosotros.
    V: Jesús, manso y humilde de corazón,
    R: haz nuestro corazón semejante al Tuyo.
    V: Sagrado Corazón de Jesús,
    R: en Vos confío.

    V: Sagrado Corazón de María,
    R: salvad el alma mía.

    V: Jesús y María os quiero con toda mi alma,
    R: salvad almas y salvad el alma mía.


    UNA PALABRA DE MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE A SUS HERMANOS ASOCIADOS: "Cuando te encuentres en un abismo de ignorancias y de infidelidades...; cuando estés al borde de un abismo de ingratitud, de recelo y de temor..., id a sucumbir en el abismo de luz, de acción de gracias y de ternura del Corazón Divino de Jesús."

    (UN PADRE NUESTRO Y AVEMARÍA POR LOS AGONIZANTES Y PECADORES)

    ACTO DE CONSAGRACIÓN
    SE SOR MARÍA DEL DIVINO CORAZÓN

    Amabilísimo Jesús, yo me consagro de nuevo y sin reserva a tu Divino Corazón. Te consagro mi cuerpo con todos sus sentidos, mi alma con todas sus potencias y mi ser todo entero. Te consagro mis pensamientos, palabras, obras, todos mis sufrimientos y trabajos, todas mis esperanzas, consuelos y alegrías. Especialmente te consagro mi pobre corazón para que no ame sino a Ti y se consuma como víctima en las llamas de tu amor. Acepta, !oh Corazón divino!, el deseo que tengo de consolarte y de pertenecerte para simpre. Toma de tal manera posesión de mí, que yo no tenga otra libertad que la de amarte, ni otra vida que sufrir y morir por Ti. Pongo en Ti toda mi confianza, una confianza sin límites, y espero de tu misericordia infinita perdón de todos mis pecados. Deposito en tus manos todos mis intereses, principalmente el de mi salvación eterna.

    Prometo amarte y honrarte hasta el último momento de mi vida, y ayudado de tu divina gracia, prometo propagar con celo ardiente el culto de tu Sacratísimo Corazón. !Oh divino Corazón de Jesús!, dispón de mí como te agrade, no quiero más recompensa que tu mayor gloria y tu santo amor. Concédeme la gracia de hacer mi morada en tu Sacratísimo Corazón; allí es donde quiero pasar los días de mi vida y exhalar mi último suspiro.

    Haz también de mi  corazón tu morada y el lugar de tu reposo, para quedarnos así íntimamente unidos, hasta que un día pueda yo alabarte, amarte y poseerte por toda la eternidad y cantar para siempre las misericordias de tu dulcísimo Corazón. Amén


    Corazón Divino de Jesús, ten misericordia de nosotros (Tres veces)

    Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros.

    San José, Ruega por nosotros.

    Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.

    !ROMPE LAS CADENAS!


    !ROMPE LAS CADENAS!


    Conocí a Raúl en un curso, tres años después de haber sido liberado de un secuestro. Sus captores lo habían encerrado en un armario durante seis meses amarrado con cadenas.

    Me hablaba con un entusiasmo pleno de ilusiones y de afecto, parecía feliz a pesar de haber soportado una experiencia tan dolorosa y destructiva.

    - ¿No sientes rabia o rencor contra tus captores? -le pregunté  abiertamente-.

    Me miró, se frotó la cara con las manos y su rostro se ensombreció por un instante.

    - Acabo de salir, -respondió con firmeza-, no fue fácil. Mi desesperación y mis rencores eran mi peor tortura, pero un día decidí que ya no quería cargar más las cadenas.

    - ¿A qué te refieres? -dije intrigado-. 

    - Yo estuve secuestrado con otra persona, -replicó-. Nos liberaron al mismo tiempo. Después me la encontré, rabiosa y amargada, sólo hablaba de su pasado, del daño irreversible que le habían causado, de lo crueles que habían sido, de lo feliz que se sentiría el día en el que se hiciera justicia. 

    Guardó silencio por un instante, como si revisara sus propias reflexiones.

    - ¿Sabes? -prosiguió después de una pausa-, al ver a esta persona me dí cuenta que daba lo mismo que lo hubieran liberado, que su cuerpo estuviera libre, porque él había decidido continuar secuestrado en su mente, en su dolor, en su pasado. Prefería pensar en sus captores, no disfrutaba de su familia, ni de la posibilidad de construir el presente ni el futuro que le dio la vida.

    - Pero, ¿cómo se puede olvidar algo tan duro? –seguía interrogando-.
    -Mis captores me quitaron la libertad, pero no voy a permitir que me quiten mi tranquilidad. Si yo continúo alimentando este rencor, les 
    estaré dando mi vida; es cómo si eligiera llevarlos conmigo en cada momento, por el resto de mis días. Ni mis seres queridos ni yo nos 
    merecemos eso, la verdadera venganza será mi felicidad, dejarlos atrás y disfrutar de cada instante de mi vida.

    Hizo una pausa y miró hacia adelante con una expresión alegre. 
    - Las verdaderas cadenas -concluyó- las tenemos en nuestra mente cuando decidimos continuar apegados al dolor, al resentimiento o al pasado. Eso es peor que un armario oscuro, -dijo con énfasis y prosiguió-, yo prefiero que los míos me recuerden como alguien que supo reacoger la alegría de la vida y no como alguien que se quedó alimentando la rabia y la autocompasión.

    ¿Cuáles son las cadenas que podrías empezar a soltar ahora? ¿Cuáles son los eventos pasados o presentes que puedes dejar de alimentar con rabia o dolor?. En cada momento puedes decidir agravar tu herida o empezar a sanarla para siempre.


    ESPÍRITU SANTO, DULCE HUÉRPED DEL ALMA





    Autor: Pa´que te salves | Fuente: Catholic.net
    Dulce huésped del alma
    El Espíritu Santo es el Gran Desconocido, pues si realmente lo conociéramos viviríamos con permanente paz en el alma.


    Dulce huésped del alma
    Dios, Nuestro Señor, es tan amoroso con todos nosotros que nos ha dado la conciencia. Esa voz de Dios que nos habla internamente. Ahí donde nada más estás tú y Dios, ahí es donde el Espíritu Santo te hablará. Sus llamadas amorosas no son con gritos, sino con suavidad. Se necesita que haya silencio para que podamos oírlo. Pero, nuestro mundo de hoy hace tanto ruido que no nos permitimos escuchar esa voz de Dios. Dejemos que Dios nos hable. Escuchemos sus gemidos de amor por nosotros. Esforcémonos por escucharle.. 

    Leamos la Secuencia de la Misa de Pentecostés, que nos dice: 


    Ven, Dios Espíritu Santo, y envíanos desde el Cielo tu luz, para iluminarnos. 
    Ven ya, padre de los pobres, 
    luz que penetra en las almas, 
    dador de todos los dones. 
    Fuente de todo consuelo, amable huésped del alma, paz en las horas de duelo. 
    Eres pausa en el trabajo; brisa, en un clima de fuego; consuelo, en medio del llanto. 
    Ven luz santificadora, y entra hasta el fondo del alma de todos los que te adoran. 
    Sin tu inspiración divina los hombres nada podemos y el pecado nos domina. 
    Lava nuestras inmundicias, fecunda nuestros desiertos y cura nuestras heridas. 
    Doblega nuestra soberbia, calienta nuestra frialdad, endereza nuestras sendas. 
    Concede a aquellos que ponen en ti su fe y su confianza tus siete sagrados dones. 
    Danos virtudes y méritos, danos una buena muerte y contigo el gozo eterno. 

    Esta hermosa oración ha sido rezada por la Iglesia durante cientos de años. Ahí vemos la dulzura de Dios que, por medio del Espíritu Santo, inunda a las almas. Escuchemos una y otra vez esas hermosas palabras que decimos del Espíritu Santo, ese dulce huésped de nuestra alma. 

    Lo nombramos Padre de los pobres, pues Él es quien se identifica con ellos, con los que más necesitan, con los que tienen hambre y sed de Dios. Por eso, Santa Teresa decía: "quien a Dios tiene, nada le falta". Ahí estaba presente el Espíritu Santo. 

    Luz que penetra las almas: ¡Cuántas veces vivimos en la oscuridad del pecado, de la angustia y de la tristeza! Parece que nunca se va a hacer de día. Sin embargo, si pedimos a Dios que, por medio del Espíritu Santo nos ilumine, pronto las tinieblas de nuestro corazón se llenarán de esa luz amorosa de Dios. 

    Dador de todos los dones: Todos los dones que pueda recibir una persona, un alma, son originados por el Espíritu Santo quien, con el fuego de su amor, piensa personalmente en cada uno de nosotros. 

    Fuente de todo consuelo. ¡Cuántas veces parece que estamos inconsolables porque todo lo humano está en nuestra contra! 

    Dificultades con los miembros de la familia, los hijos, el cónyuge; en el trabajo, en la sociedad. Nada, parece, que nos puede consolar. Sin embargo, ahí está Dios quien, por medio del Espíritu Santo está en espera para consolarnos. 

    Amable huésped del alma. Sí, ese es el Espíritu Santo, ese amable, dulce y tierno visitante de nuestra alma, que habita en ella si nosotros se lo permitimos. Pero, nuestro egoísmo lo expulsa cada vez que optamos por el pecado. Dulce huésped, ¡quédate conmigo! No permitas que nada me separe de ti. 

    Paz en las horas de duelo. ¿Quién será quien nos levante el corazón cuando el dolor es fuerte? Ahí está el dulce huésped del alma, buscando consolar y dar paz en los momentos de duelo. Pero, ¿por qué no queremos escucharle?, ¿por qué nos hacemos sordos a su voz? Cuando el alma está atribulada, cansada, fatigada, ahí se presenta quien es pausa en el trabajo; brisa, en un clima de fuego; consuelo, en medio del llanto. ¡Sí! Ahí está el Espíritu Santo quien ha de confortar en todo momento. 

    Así podríamos ir hablando del Espíritu Santo, escuchando las palabras de esta oración que la Iglesia durante cientos de años ha recitado. 

    Sin embargo, esta maravillosa realidad del Espíritu Santo es muy poco conocida. Por algo se suele afirmar que el Espíritu Santo es el Gran Desconocido, pues si realmente lo conociéramos viviríamos con permanente paz en el alma. Dediquemos un tiempo para conversar amorosa e íntimamente con el Espíritu Santo, amable y dulce huésped del alma. 

    Recordemos algunas palabras que la Iglesia, por medio del Credo, nos dice sobre el Espíritu Santo. Recordemos que es el Señor y dador de vida. Por medio de Él, Dios vivifica al mundo, nos comunica la vida y lo santifica todo. 



    Los siete dones del Espíritu Santo son: 
    1. Sabiduría 
    2. Inteligencia 
    3. Consejo 
    4. Fortaleza 
    5. Ciencia 
    6. Piedad 
    7. Santo Temor de Dios 


    Los frutos del Espíritu Santo nos ayudan a saborear la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: 
    1. Caridad 
    2. Gozo 
    3. Paz 
    4. Paciencia 
    5. Generosidad 
    6. Bondad 
    7. Benignidad 
    8. Mansedumbre 
    9. Fidelidad 
    10. Modestia 
    11. Continencia 
    12. Castidad 

    El pecado mortal es el peor enemigo del Espíritu Santo, pues si lo cometemos expulsamos de nuestra alma a su dulce huésped. 

    No tengamos miedo de ser testigos de Dios en la sociedad, pues si contamos con el Espíritu Santo, toda dificultad será vencida, todo cansancio refrescado y cada tristeza consolada. 



    Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu Creador. Y renueva la faz de la Tierra. Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, haznos dóciles a sus inspiraciones para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. 
    Amén. 
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