domingo, 21 de julio de 2013

IMPORTANCIA DE LAS PALABRAS DE ESTÍMULO


Importancia de las palabras de estimulo
Autor: Nido Qubein


Algunos de los mayores éxitos de la historia se produjeron después de una palabra de estímulo o de un acto de confianza por parte de una persona querida o un amigo fiel. Si no hubiera sido por una esposa confiada, Sophia, tal vez no habríamos tenido entre los grandes nombres de la literatura el de Nathaniel Hawthorne, Cuando Nathaniel, un hombre acongojado, fue a su casa a decirle a su esposa que era un fracaso y que lo habían echado de su trabajo en la aduana, ella lo sorprendió con una exclamación de alegría.

- ¡Ahora puedes escribir tu libro! - dijo triunfante.

- Sí - repuso el hombre con vacilante aplomo - y de qué vamos a vivir mientras lo escribo?

Para su gran sorpresa, ella abrió un cajón y sacó una cantidad considerable de dinero.
- De dónde sacaste eso? - exclamó él.

- Siempre supe que eras un hombre de talento - le dijo -. Sabía que algún día escribirías una obra maestra. De modo que cada semana, del dinero que me dabas para la casa, ahorraba un poco. Tenemos suficiente para un año entero.
De su confianza y su fe salió una de las novelas más importantes de la literatura norteamericana: La carta escarlata.

FORTALEZA


Fortaleza


Cuando estés en la noche oscura del sufrimiento no culpes a Dios, no te culpes a ti mismo, ni culpes a los demás. 

En lugar de ahogarte con la culpa fortalece tu espíritu con la oración, buenas lecturas y el apoyo de quienes te aman. 

No te concentres únicamente en tus penas y valora todo lo bueno que aún puedes disfrutar. 

Si no te dejas vencer por el desespero serás capaz de luchar, como lo hacen tantos que están en peores situaciones. 

Por eso te conviene mirar hacia abajo y adarte cuenta de que otros sonríen sin pies cuando tú lloras por no tener zapatos. 

Hay penas que nos parecen insufribles pero paso a paso vamos saliendo adelante si avivamos la fe y la esperanza. 

Nos pasa como el alpinista que ve la cumbre lejana, pero poco a poco sus bríos lo llevan hasta arriba. 

Dios nunca te abandona y está allí contigo aunque a veces no lo sientas. Sigue adelante y verás como puedes más de lo que crees.

MI VIDA ERA SÓLO VIDA


Mi vida era sólo vida 
Autor: Padre Ignacio Larrañaga


Mi vida era triste, mi vida era vacía,
no había emociones, amores ni pasiones,
mi vida era sólo vida, yo no vivía mi vida.
Era tan sólo vida vivida, porque era vida.

Mi vida con sus problemas,
mi vida con sus vivencias,
asi trancurría mi vida,
y sólo la vivía día tras día,
sin Fe ni esperanza,
y siempre andaba ciega por la vida.

Hasta que vino a mi vida
Aquel que nos dio la vida.
El me enseñó a amar,
sacó las vendas de mis ojos.

El me enseñó como vivir la vida
y me mostró todo lo que El 
nos había regalado en esta vida.
la naturaleza, el mar, el amor...

Y asi empecé a disfrutar la vida,
desde una hoja, caída en el otoño,
hasta un capullo recién brotando,
en una linda primavera.

Desde una gota de lluvia,
caída en un invierno crudo,
hasta la rosa ya crecida,
en un caluroso verano.

Ahora vivo yo la vida,
no es simplemente vida,
Vive Dios en mí vida,
y yo vivo en Dios, que es Vida.

EL EVANGELIO DEL DIA: 21.07.2013

Autor: P. Sergio A. Córdova LC | Fuente: Catholic.net
La sabiduría de la hermana menor
Lucas 10, 38-42. Tiempo Ordinario. ¡Cristo es el Único necesario! Todo lo demás nos lo dará Él por añadidura.
 
La sabiduría de la hermana menor
Del santo Evangelio según san Lucas 10, 38-42


Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada».

Oración introductoria

Jesús, así como aquel día entraste en la casa de Marta, hoy también vienes en esta oración a mi vida. Ayúdame a ponerme espiritualmente a tus pies. Quiero dejar de lado todas las distracciones, preocupaciones, ideas y sentimientos que me impidan ponerme a tu escucha.

Petición

Jesús, ayúdame a escoger siempre la mejor parte, que es la oración, que es tu Reino, que es tu amor.

Meditación del Papa

En la Iglesia, contemplación y acción, simbolizadas de alguna manera por las figuras evangélicas de las hermanas Marta y María, deben coexistir e integrarse. La prioridad corresponde siempre a la relación con Dios y el verdadero compartir evangélico debe estar arraigado en la fe. A veces, de hecho, se tiene la tendencia a reducir el término "caridad" a la solidaridad o a la simple ayuda humanitaria. En cambio, es importante recordar que la mayor obra de caridad es precisamente la evangelización, es decir, el "servicio de la Palabra". Ninguna acción es más benéfica y, por tanto, caritativa hacia el prójimo que partir el pan de la Palabra de Dios, hacerle partícipe de la Buena Nueva del Evangelio, introducirlo en la relación con Dios: la evangelización es la promoción más alta e integral de la persona humana. Como escribe el siervo de Dios el Papa Pablo VI en la Encíclica Populorum progressio, es el anuncio de Cristo el primer y principal factor de desarrollo. La verdad originaria del amor de Dios por nosotros, vivida y anunciada, abre nuestra existencia a aceptar este amor haciendo posible el desarrollo integral de la humanidad y de cada hombre. (Benedicto XVI, Mensaje para la Cuaresma 2013).

Reflexión

Se cuenta que, en una ocasión, un famoso científico alemán quiso realizar una expedición por el Amazonas. Era una eminencia en los diversos ramos del saber. Llegado al Brasil, le pidió a uno de los naturales del lugar que lo llevara en su barca, río adentro. El joven aceptó con gusto. Durante la travesía, el sabio preguntó al joven: ¿Sabes astronomía? No. ¿Y matemáticas? Tampoco. ¿Y biología o botánica? –No, yo no sé nada de esas cosas, señor –le respondió el muchacho, muy confundido—. Yo sólo sé remar y nadar. ¡Qué pena! –le dijo el científico— has perdido la mitad de tu vida. Y guardaron silencio. Al cabo de una media hora se precipitó una tormenta tropical y la barca amenazaba naufragar. Entonces el barquero preguntó al científico: ¿Sabe usted nadar, señor? –No –contestó el sabio-. Y el muchacho, con tono apenado, le dijo: -¡Pues usted ha perdido toda su vida!

Esta simpática historia nos puede ayudar a comprender que hay cosas buenas y necesarias, pero que no son las más importantes de la vida. Mientras que otras, aunque sean aparentemente menos importantes, son las más fundamentales. En otras palabras, nos descubre el sentido de lo esencial.

El Evangelio de hoy es uno de los pasajes que a mí más me gustan, precisamente porque nos revela de una manera clarísima el sentido de lo esencial en nuestra vida.

A Jesús le complacía hospedarse en la casita de Betania porque allí tenía buenos amigos que lo querían, lo acogían con gusto y con quienes pasaba unos ratos de descanso y de familiaridad muy agradables. Lázaro, Marta y María eran amigos y confidentes de nuestro Señor. Marta –la hermana mayor— fungía de anfitriona, de ama de casa, y se multiplicaba para atender lo mejor posible a un Huésped y a un Amigo tan singular. Y la señora de casa hacía todo lo posible por ofrecerle lo mejor y por "lucirse" en el servicio y en las atenciones... "Se multiplicaba para dar abasto con el servicio" nos dice el evangelista.

Mientras tanto, María, toda despreocupada, "sin hacer nada", se sentaba plácidamente a los pies del Señor a escuchar su palabra. Marta, toda nerviosa y ajetreada, se para entonces un momento y, en tono de queja, le dice a Jesús que le pida a la hermana menor que la ayude en el servicio, ya que ella no alcanza con todo.

Seguramente esperaba que, ante la petición del Maestro, su hermana se levantaría a ayudarla. Y, sin embargo... ¡le salió el tiro por la culata! No sólo no logró que María le echara una mano, sino que, además, se ganó una dulce reprensión de parte del Señor: "Marta, Marta, tú te inquietas y te turbas por muchas cosas... pero sólo UNA es necesaria –le dice-. María ha escogido la mejor parte, y no le será arrebatada".

Yo creo que no siempre se ha hecho justicia a Marta. Tal vez hemos pensado que Marta se ganó la "regañina" del Señor porque estaba equivocada. No. Marta estaba haciendo una cosa estupenda, maravillosa: estaba sirviendo al Señor. ¡Qué privilegio! Sin embargo, a pesar de todo, sí tuvo un error, y Jesús no tardó en hacérselo ver. El problema no está en servir al Señor, sino en la manera de hacerlo. Lo que Jesús reprueba no son sus servicios y sus atenciones, sino la agitación, la dispersión, el andar corriendo en mil direcciones y perder la paz del corazón.

Marta se deja ganar por lo urgente y sacrifica lo importante; se queda con lo accidental y descuida lo esencial; se deja copar por el activismo y olvida la contemplación, la escucha de la palabra del Señor, que es lo que verdaderamente importa. Olvidó que la llegada del Señor a su casa era la gran oportunidad para estar con Él y escucharlo, y prefiere, en cambio, la acción. Pero cae, al mismo tiempo, en la precipitación, en el ruido, en la agitación y el nerviosismo. "La prisa –nos dice Tito Livio en un pasaje de sus Annales- es imprudente y ciega". Marta acoge a Jesús en su casa, pero María lo acoge dentro de su corazón, en su propia intimidad.

Tal vez incluso Marta quería quedar bien ante el Señor, reservándole lo mejor de sus servicios, pero se quedó en las cosas del Señor; mientras que María escogió al Señor de las cosas y le entregó su ser entero.
Por eso, creo que habría que preguntarnos hoy a qué damos nosotros más importancia en nuestra vida: al "actuar" o al "ser"; al activismo y a una cierta "herejía de la acción" o a la oración y a la contemplación, que es la condición indispensable para una acción fecunda en el apostolado. Si no tenemos el corazón lleno de Dios, nuestra acción será sólo un ruido vacío y estéril. "Mucho ruido y pocas nueces", reza el proverbio popular.

No se trata de preferir una de las dos actitudes y de descartar la otra. Hemos de unir las dos dimensiones en nuestra vida, pero insistiendo en lo ESENCIAL: oración y acción, escucha y servicio. Pero siempre, poniendo lo primero en el lugar que le corresponde. Ojalá que a nosotros no nos tenga que llamar la atención nuestro Señor, como a Marta: "Tú te inquietas y te turbas por muchas cosas, pero una sola es necesaria".

Propósito

Ojalá que nosotros sepamos, como María, escoger la parte mejor –al Señor- pues nadie nos lo arrebatará. ¡Él es el Único necesario! Todo lo demás nos lo dará Él por añadidura.

Diálogo con Cristo 

Jesús, gracias por este momento de oración. Quiero permanecer a tus pies, como María, porque mi vida depende de escucharte y experimentar tu cercanía. Dame la gracia de que en mi vida triunfe siempre la gracia sobre el pecado, la fidelidad sobre las tinieblas, el amor sobre el egoísmo, la oración sobre el activismo. Porque sólo si me lleno de Ti, podré darte a los demás.



  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Sergio Cordova LC 

    sábado, 20 de julio de 2013

    TU AMISTAD BENDICE Y ALEGRA MI VIDA


    ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL PARA PEDIR LA PROTECCIÓN DEL CIELO


    ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL
    PARA PEDIR LA PROTECCIÓN DEL CIELO

    Oh gloriosísimo San Miguel Arcángel, príncipe y caudillo de los ejércitos celestiales, custodio y defensor de las almas, guarda de la Iglesia, vencedor, terror y espanto de los rebeldes espíritus infernales. Humildemente te rogamos, te digne librar de todo mal a los que a ti recurrimos con confianza; que tu favor nos ampare, tu fortaleza nos defienda y que, mediante tu incomparable protección adelantemos cada vez más en el servicio del Señor; que tu virtud nos esfuerce todos los días de nuestra vida, especialmente en el trance de la muerte, para que, defendidos por tu poder del infernal dragón y de todas sus asechanzas, cuando salgamos de este mundo seamos presentados por tí, libres de toda culpa, ante la Divina Majestad.

    Amén.

    EL AMIGO DEL HIJO


    EL AMIGO DEL HIJO


    Era la reunión del domingo por la noche de un grupo apostólico en una iglesia de la comunidad. Después de cantar los himnos, el sacerdote de la iglesia se dirigió al grupo y presentó a un orador invitado; se trataba de uno de sus amigos de la infancia, ya entrado en años.

    Mientras todos lo seguían con la mirada, el anciano ocupó el púlpito y comenzó a contar esta historia:

    "Un hombre junto con su hijo y un amigo de su hijo estaban navegando en un velero a lo largo de la costa del Pacífico, cuando una tormenta les impidió volver a tierra firme. Las olas se encresparon a tal grado que el padre, a pesar de ser un marinero de experiencia, no pudo mantener a flote la embarcación, y las aguas del océano arrastraron a los tres."

    Al decir esto, el anciano se detuvo un momento y miró a dos adolescentes que por primera vez desde que comenzó la plática estaban mostrando interés y siguió narrando:

    "El padre logró agarrar una soga, pero luego tuvo que tomar la decisión más terrible de su vida: Escoger a cuál de los dos muchachos tirarle el otro extremo de la soga. Tuvo sólo escasos segundos para decidirse. El padre sabía que su hijo era un buen cristiano, y también sabía que el amigo de su hijo no lo era. La agonía de la decisión era mucho mayor que los embates de las olas."

    "Miró en dirección a su hijo y le gritó: ¡TE QUIERO, HIJO MIO! y le tiró la soga al amigo de su hijo. En el tiempo que le tomó al amigo llegar hasta el velero volcado en campana, su hijo desapareció bajo los fuertes oleajes en la oscuridad de la noche. Jamás lograron encontrar su cuerpo."

    Los dos adolescentes estaban escuchando con suma atención, atentos a las próximas palabras que pronunciara el orador invitado.

    "El padre" -continuó el anciano- "sabía que su hijo pasaría la eternidad con Cristo, y no podía soportar el hecho de que el amigo de su hijo no estuviera preparado para encontrarse con Dios. Por eso sacrificó a su hijo. ¡Cuán grande es el amor de Dios que lo impulsó a hacer lo mismo por nosotros!"

    Dicho esto, el anciano volvió a sentarse, y hubo un tenso silencio. Pocos minutos después de concluida la reunión, los dos adolescentes se encontraron con el anciano. Uno de ellos le dijo cortésmente:

    "Esa fue una historia muy bonita, pero a mí me cuesta trabajo creer que ese padre haya sacrificado la vida de su hijo con la ilusión de que el otro muchacho algún día decidiera seguir a Cristo."

    "Tienes toda la razón", le contestó el anciano mientras miraba su Biblia gastada por el uso. Y mientras sonreía, miró fijamente a los dos jóvenes y les dijo:

    "Pero esa historia me ayuda a comprender lo difícil que debió haber sido para Dios entregar a su Hijo por mí. A mí también me costaría trabajo creerlo si no fuera porque el amigo de ese hijo era yo."

    RECUPERAR LA CALMA


    Recuperar la calma

    Un día, un padre dio a su hijo una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma, debería clavar un clavo en la cerca de atrás de la casa. El primer día el niño clavó 37 clavos en la cerca, el segundo clavó 22... Pero poco a poco fue calmándose, porque descubrió que era mucho más fácil controlar su carácter que clavar los clavos en la cerca. Finalmente, llegó el día en que el muchacho no perdió la calma para nada... y se lo dijo a su padre.

    Entonces el padre le sugirió que, por cada día que controlara su carácter debería sacar un clavo de la cerca. Los días pasaron y el joven pudo finalmente decirle a su padre que ya había sacado todos los clavos de la cerca. Entonces el padre llevó de la mano a su hijo a la cerca de atrás y le dijo: "Mira hijo, has hecho bien; pero fíjate en todos los agujeros que quedaron en la cerca. Ya la cerca nunca podrá ser la misma de antes. "Cuando dices o haces cosas con coraje, dejas una cicatriz como este agujero en la cerca. Es como meterle un cuchillo a alguien; aunque lo vuelvas a sacar la herida ya quedó hecha... No importa cuántas veces pidas disculpas, la herida está ahí. Una herida física es igual de grave que una herida verbal. Los amigos son verdaderas joyas a quienes hay que valorar. Ellos te escuchan, comparten una palabra de aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte. Demuéstrales a tus amigos cuánto los quieres. 

    Cada pequeño saludo, cada pequeña sonrisa, cada mano que damos para ayudar salva a un corazón herido. Con este mensaje te quiero decir que tú eres especial.

    EL EVANGELIO DE HOY: 20.07.2013

    Autor: H. Miguel Alejandro Velázquez Rocha | Fuente: Catholic.net
    No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante
    San Mateo 12, 14-21. Tiempo Ordinario. Las cañas ya maltrechas, pueden ser nuestras almas frías por la rutina o dobladas por la inconsciencia o la tibieza.
     
    No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante
    Del Santo Evangelio según San Mateo 12, 14-21

    En seguida los fariseos salieron y se confabularon para buscar la forma de acabar con él. Al enterarse de esto, Jesús se alejó de allí. Muchos lo siguieron, y los curó a todos. Pero él les ordenó severamente que no lo dieran a conocer, para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías: «Este es mi servidor, a quien elegí, mi muy querido, en quien tengo puesta mi predilección. Derramaré mi espíritu sobre él y anunciará la justicia a las naciones. No discutirá ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas. No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia; y las naciones pondrán la esperanza en su nombre». 

    Oración introductoria

    Señor, me pongo en tu presencia en este día. Tómame de las manos, Padre mío, y conduce mi alma en esta meditación y durante toda mi vida. Te agradezco tantas gracias que me has concedido sin yo merecerlas: mi vida, la fe, mi familia, tu amor y tu perdón. Por todo te doy gracias, Señor.

    Petición

    Señor, te pido que me ilumines para escucharte en esta meditación y así pueda acercarme más a ti.

    Meditación del Papa

    Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, no vive su "ser como Dios" para triunfar o para imponer su supremacía, no lo considera como una posesión, un privilegio, un tesoro que celar. Más bien, "se despojó", se anonadó a sí mismo, asumiendo, dice el texto griego, la morphedoulos, la "forma de esclavo", la realidad humana marcada por el sufrimiento, la pobreza, la muerte; se ha asemejado plenamente a los hombres, excepto en el pecado, de modo que se comporta como un servidor dedicado al servicio de los demás. En este sentido, Eusebio de Cesarea --siglo IV--, dice: "Él tomó sobre sí la fatiga de los miembros que están sufriendo. Ha hecho suyas nuestras simples enfermedades. Él sufrió y trabajó por amor a nosotros: esto en conformidad con su gran amor por la humanidad"- San Pablo continúa definiendo el marco "histórico" en el que se hizo este abajamiento de Jesús "se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte". El Hijo de Dios se hizo verdaderamente hombre, y ha realizado un camino en completa obediencia y fidelidad a la voluntad del Padre, hasta el sacrificio supremo de su vida. (Benedicto XVI, 27 de julio de 2012).

    Reflexión

    El Evangelio de hoy nos muestra la misericordia y la bondad de Dios.

    «No quebrará la caña doblada y no apagará la mecha humeante, hasta que haga triunfar la justicia; y las naciones pondrán la esperanza en su nombre».

    Cuando vemos algo a punto de romperse, con frecuencia lo terminamos de romper o simplemente lo desechamos de inmediato. Dios no es así, Él es misericordioso. Las cañas ya maltrechas o las mechas casi extintas, pueden ser nuestras almas frías por la rutina o dobladas por la inconsciencia, la tibieza o el pecado. Más Él no termina de romper, apagar y desechar nuestras almas, sino que espera. Aún más, ¡cuántas veces nos rehace y enciende de nuevo! Porque Él mismo dijo: «No vengo a condenar sino a dar la salvación». No condena sino que espera el momento de nuestra conversión, porque nos ama y porque su misericordia es eterna.

    Lo que Cristo desea es que regresemos. Por eso aguarda con amor a que volvamos a Él para encender la llama de su amor en nuestro corazón.

    «Este es mi servidor». Evidentemente estas palabras se refieren a Jesús. No obstante, el Padre nos dice a cada uno: «Este es mi servidor quien pregonará por toda la tierra mi amor y misericordia».

    Por el bautismo, cada cristiano es constituido mensajero de la Buena Nueva, el Evangelio. A nosotros nos corresponde ayudar a otros a fijar sus ojos en el Señor y que su reino llegue a todos los confines de la tierra.

    Propósito

    Hoy daré testimonio de mi fe en Cristo siendo amable con todos los que trate.

    Diálogo con Cristo

    Padre mío, te amo. ¿Qué más puedo esperar de ti si eres tan bueno y misericordioso? Mi corazón se ensancha de alegría cada vez que pienso cuánto me amas, Señor.

    Ayúdame a ser testimonio elocuente de tu amor en el mundo. Que solo tu amor me llene, que solo tu amor me sacie. Te amo, Señor, por el don inmerecido de tu amor.


    «No está el amor de Dios en tener lágrimas ni estos gustos ni ternura, sino en servir con justicia y fortaleza de ánimo y humildad» (Sta. Teresa de Jesús). 

    viernes, 19 de julio de 2013

    YO SEGUIRÉ CREYENDO


    ORACIÓN ANTE LAS TENTACIONES A LA VIRGEN MARÍA



    ORACIÓN ANTE LAS TENTACIONES 
    A LA VIRGEN MARÍA

    Madre querida, Virgen María, acógeme en tu regazo, cúbreme con tu manto protector y con ese dulce cariño que nos tienes a tus hijos aleja de mí las trampas del enemigo, e intercede intensamente para impedir que sus astucias me hagan caer. A Ti me confío y en tu intercesión espero. Amén.

    DAME TUS PECADOS


    DAME TUS PECADOS

    San Jerónimo era un romano (o mejor dicho del Imperio Romano) de los primeros siglos de la Iglesia. Un hombre entusiasta de los libros, que un día se dio cuenta que estaba gastando la vida en cartuchos que no apuntaban a nada.

    Tomó en serio su cristianismo. Lo tomó de una manera total. Él era de la zona de Dalmacia y tenía un carácter de mil demonios. A veces se bandeaba un poco, lo que le sucedía a menudo como a mí y como a alguno de ustedes. El le decía al Señor: 
    -Miserere mei domine quia dátmata sum- (Perdóname Señor, soy Yugoslavo)... El mismo se reconocía de carácter fuerte.

    Se hizo monje y pasó una Cuaresma de penitencias, de ésas a rajatabla: ayuno, vigilias, nostalgias, ansiedades. Toda la perrada se le despertó. 
    El Viernes Santo a las tres de la tarde, hora en que murió el Señor, había puesto una cruz de palo grande en un arbolito. Como a la misma hora tuvo una visión: vio al Señor Jesús boqueando en la agonía de la cruz...

    Se le acercó y Jesús le dijo: -¡Jerónimo! ¡Mira cómo estoy por vos!- Y Jerónimo le contestó: -Si, Señor, por eso vine.- 
    -Jerónimo, ¿qué serías capaz de darme para que me ayude en el momento en el que estoy?- 

    Y Jerónimo le dijo: -Señor, no sé, te doy mis ayunos, mis penitencias, mis noches sin dormir, todo lo que hice en esta Cuaresma.- 
    Le habló Jesús: -Sois un buen muchacho. Pero comprende que eso en este momento no me ayuda para nada.-

    -Y, no sé, Señor, te regalo la nostalgia de todo lo que dejé allá en Roma, mis amigos, familia, el hogar que no hice.-

    -Gracias Jerónimo. Sois un buen muchacho, pero comprende que a mí en este momento...¿De qué me sirve?-

    -No sé, Señor, te regalo todo lo que me espera en la vida. Me pongo a tu disposición para lo que sea.

    -Está bien, gracias. Pero en este momento, que yo necesito algo de vos ¿qué serías capaz de darme? 
    Y Jerónimo quedó como con la pólvora mojada y sin perros.

    -Señor, no sé qué es lo que vos quisieras en este momento.

    Entonces Jesús lo miró y le dijo: -Jerónimo, dame tus pecados para no morir a disgusto.

    P. Mamerto Menapace , osb

    VENCIDO POR EL MIEDO


    VENCIDO POR EL MIEDO

    En una tierra en guerra, había un rey que causaba espanto. Siempre que hacía prisioneros, no los mataba, los llevaba a una sala donde había un grupo de arqueros de un lado y una inmensa puerta de hierro del otro, sobre la cual se veían grabadas figuras de calaveras cubiertas de sangre. En esta sala el rey les hacía formar un círculo y les decía entonces... "Ustedes pueden elegir entre morir atravesados por las flechas de mis arqueros o pasar por esa puerta misteriosa". 

    Todos elegían ser muertos por los arqueros. Al terminar la guerra, un soldado que por mucho tiempo sirvió al rey se dirigió al soberano y le dijo:

    —"Señor, ¿puedo hacerle una pregunta?"

    Y le responde el rey:

    —"Dime soldado". 

    —"¿Qué había detrás de la horrorosa puerta?". 

    —"Ve y mira tú mismo", respondió el rey. 

    El soldado entonces, abrió temerosamente la puerta y, a medida que lo hacía, rayos de sol entraron y aclararon el ambiente... y, finalmente, descubrió sorprendido que la puerta se abrió sobre un camino que conducía a la libertad.

    El soldado admirado sólo miro a su rey que le decía: 

    —"Yo daba a ellos la elección, pero preferían morir que ariesgasrse a abrir esta puerta". 

    ¿Cuántas puertas dejamos de abrir por el miedo de arriesgarnos?. 
    ¿Cuántas veces perdemos la libertad y morimos por dentro, solamente por sentir miedo de abrir la puerta de nuestros sueños?

    ¿DÓNDE ESTÁ LA FELICIDAD?


    ¿DÓNDE ESTÁ LA FELICIDAD?

    En cierta ocasión se reunieron todos los dioses y decidieron crear al hombre y a la mujer; planearon hacerlo a su imagen y semejanza, entonces uno de ellos dijo: 

    "Esperen, si los vamos a hacer a nuestra imagen y semejanza ,van a tener un cuerpo igual al nuestro, fuerza e inteligencia igual a la nuestra. Debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, de no  ser así, estaríamos creando nuevos dioses. Debemos  quitarles algo, pero, ¿Qué les quitamos?"  Después de mucho pensar uno de ellos dijo:

     "Ah!! ya sé!. Vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser dónde esconderla para que no la encuentren jamas".

    Propuso el primero: "Vamos a esconderla en la cima del  monte mas alto del mundo"; a lo que inmediatamente  respondió otro: "no, recuerda que les dimos fuerza, alguna  vez alguien subirá, y la encontrará; y si la encuentra  uno, ya todos sabrán dónde está".

    Otro dijo: "Escondámosla en un planeta lejano a la  Tierra". Y le dijeron: "No, recuerda que les dimos  inteligencia, y un día alguien construirá una nave en  la que pueda viajar a otros planetas y la descubrirán,  y entonces todos tendrán felicidad y serán iguales a Nosotros ".

    El último de ellos, era un Dios que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las  propuestas de los demás dioses, analizó en silencio  cada una de ellas y entonces rompió el silencio y dijo: "Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la  encuentren"; todos voltearon asombrados y preguntaron  al unísono: "¿Dónde? ". 

    "La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan  ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán".Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido  así, el hombre se pasa la vida buscando la felicidad  sin saber que la trae consigo...

    EL EVANGELIO DE HOY: 19.07.2013

    Autor: H. Stefan Wise | Fuente: Catholic.net
    Yo quiero misericordia y no sacrificios
    Mateo 12, 1-8. Tiempo Ordinario. Jesús, soy tu instrumento; úsame para saciar el hambre y sed de tantas almas alejadas de ti.
     
    Yo quiero misericordia y no sacrificios
    Del santo Evangelio según san Mateo 12, 1-8 

    En aquel tiempo, Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas. Al ver esto, los fariseos le dijeron: «Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado». Pero él les respondió: «¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes? ¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta? Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo. Si hubieran comprendido lo que significa: “Yo quiero misericordia y no sacrificios”, no condenarían a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado». 

    Oración introductoria 

    Jesús, tú me conoces muy bien; sabes que no soy digno de estar en tu presencia, pero quiero pasar unos minutos contigo. En esta meditación, ayúdame a acercarme más a ti, a conocerte más y ser más como tú. Pongo en tus manos a todas las almas que me has encomendado.

    Petición

    Jesús, soy tu instrumento; úsame para saciar el hambre y sed de tantas almas alejadas de ti.

    Meditación del Papa

    Es tal la importancia de esta expresión del profeta, que el Señor la cita nuevamente en otro contexto, a propósito de la observancia del sábado. También en este caso, Jesús asume la responsabilidad de la interpretación del precepto, revelándose como "Señor" de las mismas instituciones legales. Dirigiéndose a los fariseos, añade: "Si comprendierais lo que significa: -Misericordia quiero y no sacrificios-, no condenaríais a personas sin culpa". Por tanto, Jesús, el Verbo hecho hombre, "se reconoció", por decirlo así, plenamente en este oráculo de Oseas; lo hizo suyo con todo el corazón y lo realizó con su comportamiento, incluso a costa de herir la susceptibilidad de los jefes de su pueblo. Esta palabra de Dios nos ha llegado, a través de los Evangelios, como una de las síntesis de todo el mensaje cristiano: la verdadera religión consiste en el amor a Dios y al prójimo. Esto es lo que da valor al culto y a la práctica de los preceptos. (Benedicto XVI, 8 de junio de 2008).

    Reflexión 

    Jesús en este evangelio nos invita a fijar la mirada en una realidad impresionante: el hambre. Pero no es el hambre que sentimos después de un largo día de trabajo o después practicar un deporte durante varias horas. Se trata del hambre que mucha gente no reconoce: la felicidad. Cuántos de nosotros deseamos una vida más profunda. Tenemos hambre de Dios porque él nos creó para sí mismo. Quisiéramos amar más y ser más amados. Quisiéramos ser más felices y ver a los demás felices.

    Jesús mismo es el secreto de nuestra felicidad: él nos sacia. Es el pan que sacia un hambre espiritual que percibimos con poca facilidad. Cuando estamos con él, cuando pensamos en él, cuando lo amamos con actos concretos de amor, entonces nuestra vida tiene sentido y es cuando estamos alegres.

    Cuando los fariseos juzgan a los discípulos de Jesús, sale a su encuentro y les defiende. «Yo quiero misericordia y no sacrificios». Hay tantas almas que no conocen a Jesús, quieren algo más en su vida, sufren porque no saben de dónde vienen ni a dónde van. Cuántas almas podemos ayudar simplemente dando testimonio de la vida que llevamos, de nuestra alegría, nuestra sonrisa o nuestros actos de caridad.

    Propósito

    Encomendaré en un momento de silencio a mis conocidos que están alejados de la fe.

    Diálogo con Cristo

    Señor, gracias por ser mi amigo, pero este don es demasiado grande para mí. Quiero compartirlo con todos mis conocidos. Eres el sentido de mi vida, un sentido que quiero entregar a mis amigos. Soy verdaderamente feliz; quiero dar testimonio de mi alegría a mis familiares. Poseo la felicidad duradera; daré una sonrisa a todos los que están tristes. Tú sacias mi hambre; sacia el hambre de mis almas.


    «Los grandes éxitos de la técnica y de la ciencia, que han mejorado notablemente las condiciones de vida de la humanidad, no ofrecen soluciones a las preguntas más profundas del espíritu humano. Sólo la apertura al misterio de Dios, que es Amor, puede saciar la sed de verdad y de felicidad de nuestro corazón» (Benedicto XVI).



  • Preguntas o comentarios al autor
  • H. Stefan Wise 

    jueves, 18 de julio de 2013

    LA VOCACIÓN DEL CATEQUISTA


    Autor: Gustavo Daniel D´Apice 
    LA VOCACIÓN DEL CATEQUISTA.
    Vocación y espiritualidad del catequista y agente de pastoral.



    La catequesis (etimológicamente “según el eco”) consiste en la educación ordenada y progresiva de la fe (tiene un comienzo, un desarrollo, y no termina nunca –es “permanente”-).

    Implica un llamado de Jesús y de la Iglesia para serlo.
    Un llamado que requiere en quien lo recibe una escucha y, para que se transforme en vocación, necesita la respuesta positiva (de fe) de aquel o aquella a quien va dirigido.

    Este llamado-escucha-respuesta. según el documento de Puebla en los Nº 994-998, implica lo siguiente:

    1º) Fidelidad a Jesús Resucitado, a su Palabra (CEC 75.100) tanto escrita (Sagrada Escritura), como oral (Tradición Viva a través de la Sucesión Apostólica de los Obispos, que se remonta a la Comunidad Apostólica formada por Jesús y los Apóstoles). Ambas interpretadas auténticamente por el Magisterio de la Iglesia (compuesto por el Papa y los Obispos en comunión).

    La inteligencia de esta Palabra crece cuando los fieles la leen, estudian y contemplan en forma orante, y cuando la proclaman los Obispos, que por la Sucesión Apostólica poseen el carisma de la verdad (CEC 94).

    2º) Fidelidad a la Iglesia, es decir al Magisterio Ordinario y Extraordinario del Papa y de los Obispos que, como dijimos, por la sucesión apostólica poseen el carisma de la verdad, y que componen el Magisterio de la Iglesia, encargado de custodiar, explicar, aclarar, proclamar la Revelación, tanto escrita (Sagrada Escritura) como oral (Tradición Viva –distinta de las tradiciones eclesiales-CEC 83) CEC 85-87.

    3º) Fidelidad al ser humano. Es decir, asumir y purificar los valores de la cultura, de la religiosidad popular (CEC 1674-1676.1679).

    Hay que saber descubrir la ausencia o presencia de Dios en lo cotidiano (trabajo – estudio – familia – religiosidad).

    4º) Conversión y crecimiento. Es el proceso de seguimiento de Jesús, de su imitación, y del crecimiento en la santidad personal.

    El cristianismo es una Persona, y esa Persona es Jesús.
    Más que normas, preceptos y mandamientos, que pueden servirnos como un “ayo” (guía) para ir hacia Cristo, el cristianismo es Jesús y su seguimiento. “Ama y haz lo que quieras", decía un santo doctor de la Iglesia: Si amas a Jesús, cumplirás preceptos, mandamiento y normas y mucho más, sin necesidad de que te las impongan ni que te las digan, porque Él mismo te enseñará en tu interior (Jer. 3l, 3l-34), te dará un corazón y un espíritu nuevo (Ez. 36), y vendrá a Tí para cenar juntos como enamorados (Ap 3,20), sin desmerecer por ello a alguien que, en el nombre de Jesús, te las recuerde.

    5º) Y la catequesis tiene que ser integradora. 
    Es decir, conocer la Palabra de Dios y saber anunciarla.
    Celebrarla en la liturgia, principalmente en la Eucaristía, los demás sacramentos, y la Liturgia de las Horas, fundamentalmente en Laudes y Vísperas.
    Y Testimoniarla en la vida a través de las virtudes, en el trabajo, la familia, la escuela o Universidad, el barrio, la oficina, el club, etc.

    6º) Y todo esto dentro de una metodología ordenada (Puebla 1009)

    Pablo VI pedía con acierto la memorización de ciertos pasajes bíblicos, litúrgicos y de oraciones, para irlos “rumiando” durante el día y saberlos proclamar en el momento oportuno.

    También conlleva la utilización en la catequesis de audios, dibujos y fotos cristianas. Audiovisuales. Fotopalabra.

    Mini medias (pequeños medios de comunicación social), como videocasetes, circuitos cerrados de televisión. Dramatizaciones. Representaciones. Canto coral.

    El uso de Internet, que según Juan Pablo II es el nuevo foro (lugar) de evangelización, de cuyas páginas virtuales debe aparecer también el rostro adorable de Jesús, sabiendo buscar y navegar por páginas de edificación cristiana, y sabiendo hacer también aportes a las mismas.

    Y la utilización de los Mass Media (grandes medios de comunicación social), como son el cine, el teatro, la radio, la televisión.

    7º) Y todo esto en forma “permanente”, es decir, desde la infancia hasta la ancianidad. Ya que el proceso de crecimiento y de unión con Dios es ilimitado.



    RUEGA POR NOSOTROS, PECADORES


    Autor: Remedios Falaguera | Fuente: Catholic.net 
    Ruega por nosotros, pecadores
    Ella, como la mejor de las madres, nos colma de besos y abrazos, nos alberga en su regazo como hijos pequeños, y nos brinda, sin ostentaciones y sin esperar nada a cambio, su ayuda y su cuidado.


    “Acuérdate, Virgen Madre de Dios, cuando estés delante del Señor, de decirle cosas buenas de mí”. (Oración de la Santa Misa de la festividad de María Mediadora de todas de todas las gracias) 

    ¡María, la Madre de Dios, es mi Madre! Ella, la Madre por excelencia, me quiere , se preocupa de mis cosas, me disculpa, me regala su sonrisa y sus cuidados, y lo que es más maravilloso, “La maternidad de María con respecto a nosotros no consiste sólo en un vínculo afectivo: por sus méritos y su intercesión, ella contribuye de forma eficaz a nuestro nacimiento espiritual y al desarrollo de la vida de la gracia en nosotros(…)María es nuestra Madre: esta consoladora verdad, que el amor y la fe de la Iglesia nos ofrecen de forma cada vez más clara y profunda, ha sostenido y sostiene la vida espiritual de todos nosotros y nos impulsa , incluso en los momentos de sufrimiento, a la confianza y a la esperanza” (1) 

    Ella, como la mejor de las madres, nos colma de besos y abrazos, nos alberga en su regazo como hijos pequeños, y nos brinda, sin ostentaciones y sin esperar nada a cambio, su ayuda y su cuidado. En su corazón de Madre cabemos todos, pues “con su amor materno se cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada. Por este motivo, la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora (2) 

    Nadie como Ella conoce mejor nuestros corazones y sabe comprender nuestras palabras y gestos para presentárselas al Señor con una sonrisa cómplice de la que se sabe Mediadora de todas las gracias. Y ante nuestras vacilaciones, penas e imperfecciones nos susurra al oído: “No pasa nada, ven conmigo. Yo te acompáñame y te enseñaré el camino”. 

    Y, en los “momentos de cansancio, de desilusión, de amargura por las dificultades de la vida, por las derrotas sufridas, por la falta de ayudas y de modelos, por la soledad que lleva a la desconfianza y a la depresión, por la incertidumbre del futuro”, llena de amor por nosotros nos coge de la mano y “nos ayuda, nos exhorta, nos indica con su espiritualidad dónde están la luz y la fuerza para proseguir el camino de la vida. Siendo todavía joven, el padre Maximiliano Kolbe escribía desde Roma a su madre: «¡Cuántas veces en la vida, pero especialmente en los momentos más importantes, he experimentado la protección especial de la Inmaculada…!” (3)

    De hecho, ¿a quién se dirige un niño pequeño cuando quiere que se le perdone por alguna “trastada” que acaba de cometer? No hay ninguna duda. Primero, a su madre, ¡claro! El sabe que ella le quiere con locura. Que a pesar de la regañina justa y necesaria para hacerle mejor persona, mejor hijo de Dios, ella le perdonará, y le ofrecerá su ayuda para corregirse y luchar contra las malas inclinaciones. De hecho, como dice la canción, una madre no se cansa de esperar: “Aunque el hijo se alejara del hogar/una madre siempre espera su regreso/ que el regalo más hermoso que a los hijos da el Señor/ es su Madre y el milagro de su amor...”. 

    “Por tu inmensa bondad, no abandonas a los que andan extraviados, sino que los llamas para que puedan volver a tu amor: tú diste a la Virgen María, que no conoció el pecado, un corazón misericordioso con los pecadores. Éstos, percibiendo su amor de madre, se refugian en ella implorando tu perdón; al contemplar su espiritual belleza, se esfuerzan por librarse de la fealdad del pecado, y, al meditar sus palabras y ejemplos, se sienten llamados a cumplir los mandatos de tu Hijo”. (4) 



    Así pues, con la alegría y orgullo de ser hija de Santa María, entono esta entrañable oración:

    ¡María es mi Madre!
    Bajo su manto me amparo, con sus frutos me alimento, con el Pan Eucarístico que me proporciona.
    ¡Ella es mi Madre!
    Me arrojo en sus brazos y Ella me estrecha contra su corazón.
    La escucho y su palabra me instruye.
    La miro y su belleza me alumbra.
    ¡Ella es mi Madre!
    Si estoy débil me sostiene, la invoco y su bondad me atiende.
    Si enfermo me sana, si muerto por el pecado me da la vida de la gracia.
    ¡Ella es mi Madre!
    En la lucha me socorre, en la tentación me auxilia, en la angustia me consuela, en el trabajo me sostiene, en la agonía me acompaña.
    ¡Ella es mi Madre!
    Cuando voy a Jesús, me conduce, cuando llego a sus pies, me presenta.
    Cuando le pido favores, me protege.
    ¡Ella es mi Madre!
    Si soy constante en mi súplica, me escucha. Si la visito me atiende.
    En la vida me guía al cielo y en la muerte recibiré de sus manos la eterna corona.
    ¡Ella es mi Madre!
    Que buena es María, que dulce y hermosa es!
    ¡Ella es mi Madre!



    Todo eso es María, nuestra Madre. Más aún, María, nos concede más de lo que pedimos, consiguiendo de Su Hijo no solo el perdón y el consuelo que necesitamos, sino la gracia, la reconciliación y la paz. Dice Juan Pablo II en "Redemptoris Mater":"...Sólo en el cielo seremos capaces de abarcar y medir el radio de acción de María en la Historia de la Iglesia, de la Humanidad y de cada uno de nosotros". 

    Cada vez que rezamos el Avemaría acudimos a Nuestra Señora, Madre de Dios y Madre nuestra, como almas sedientas de ayuda y esperanza, diciendo: “Ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”. Por lo tanto, llenos de confianza y cariño filial llámala fuerte, fuerte. Refúgiate en su regazo y pídele su mediación para obtener de Su Hijo el perdón. “Ella es, como la ha llamado la Iglesia, la Omnipotentia supplex, la omnipotencia suplicante. Pues bien, si un buen hijo no se atreve a negar nada de lo que su madre le pide, ¿cómo habría de hacerlo Jesús, que ama con amor infinito a María y siendo Dios lo puede todo? (5)

    No estamos solos, María nunca falla porque es madre. Y recuerda: “Antes, solo, no podías... —Ahora, has acudido a la Señora, y, con Ella, ¡qué fácil!”(6) 

    (1) Juan Pablo II, Audiencia general, 25-X-1995
    (2) Lumen Gentium, n. 62).
    (3) Juan Pablo II. Pensamientos extractados del Libro "Orar".
    (4) Prefacio de la Sta. Misa de la Bienaventurada Virgen, Refugio de los pecadores y Madre de la reconciliación 
    (5) Antonio Fuertes Mendiola, La aventura divina de Maria, pag.227
    (6) S. Josemaría Escrivá de Balaguer, Camino, n. 513.

    LOS CATÓLICOS DIVORCIADOS Y LA EUCARISTÍA


    Autor: Jorge Peñacoba | Fuente: sontushijos.org 
    Los católicos divorciados y la Eucaristía
    Orientaciones del Papa en la reciente Exhortación Apostólica Sacramentum caritatis (22 de enero 2007)

    Entre los temas abordados por el Santo Padre en este importante documento, que recoge las conclusiones del Sínodo de los Obispos del 2005, publicamos las reflexiones e indicaciones pastorales sobre este doloroso asunto, acerca del cual se preguntan muy a menudo los católicos cómo se debe actuar

    Eucaristía e indisolubilidad del matrimonio

    Puesto que la Eucaristía expresa el amor irreversible de Dios en Cristo por su Iglesia, se entiende por qué ella requiere, en relación con el sacramento del Matrimonio, esa indisolubilidad a la que aspira todo verdadero amor.(91) Por tanto, es más que justificada la atención pastoral que el Sínodo ha dedicado a las situaciones dolorosas en que se encuentran bastantes fieles que, después de haber celebrado el sacramento del Matrimonio, se han divorciado y contraído nuevas nupcias. Se trata de un problema pastoral difícil y complejo, una verdadera plaga en el contexto social actual, que afecta de manera creciente incluso a los ambientes católicos. Los Pastores, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las diversas situaciones, para ayudar espiritualmente de modo adecuado a los fieles implicados.(92) El Sínodo de los Obispos ha confirmado la praxis de la Iglesia, fundada en la Sagrada Escritura (cf. Mc 10,2-12), de no admitir a los sacramentos a los divorciados casados de nuevo, porque su estado y su condición de vida contradicen objetivamente esa unión de amor entre Cristo y la Iglesia que se significa y se actualiza en la Eucaristía. Sin embargo, los divorciados vueltos a casar, a pesar de su situación, siguen perteneciendo a la Iglesia, que los sigue con especial atención, con el deseo de que, dentro de lo posible, cultiven un estilo de vida cristiano mediante la participación en la santa Misa, aunque sin comulgar, la escucha de la Palabra de Dios, la Adoración eucarística, la oración, la participación en la vida comunitaria, el diálogo con un sacerdote de confianza o un director espiritual, la entrega a obras de caridad, de penitencia, y la tarea educativa de los hijos.

    Donde existan dudas legítimas sobre la validez del Matrimonio sacramental contraído, se debe hacer lo que sea necesario para averiguar su fundamento. Es preciso también asegurar, con pleno respeto del derecho canónico,(93) que haya tribunales eclesiásticos en el territorio, su carácter pastoral, así como su correcta y pronta actuación.(94) En cada diócesis ha de haber un número suficiente de personas preparadas para el adecuado funcionamiento de los tribunales eclesiásticos. Recuerdo que « es una obligación grave hacer que la actividad institucional de la Iglesia en los tribunales sea cada vez más cercana a los fieles ».(95) Sin embargo, se ha de evitar que la preocupación pastoral sea interpretada como una contraposición con el derecho. Más bien se debe partir del presupuesto de que el amor por la verdad es el punto de encuentro fundamental entre el derecho y la pastoral: en efecto, la verdad nunca es abstracta, sino que « se integra en el itinerario humano y cristiano de cada fiel ».(96) Por esto, cuando no se reconoce la nulidad del vínculo matrimonial y se dan las condiciones objetivas que hacen la convivencia irreversible de hecho, la Iglesia anima a estos fieles a esforzarse en vivir su relación según las exigencias de la ley de Dios, como amigos, como hermano y hermana; así podrán acercarse a la mesa eucarística, según las disposiciones previstas por la praxis eclesial. Para que semejante camino sea posible y produzca frutos, debe contar con la ayuda de los pastores y con iniciativas eclesiales apropiadas, evitando en todo caso la bendición de estas relaciones, para que no surjan confusiones entre los fieles sobre del valor del matrimonio.(97)

    (número 29 del Documento)
    Debido a la complejidad del contexto cultural en que vive la Iglesia en muchos países, el Sínodo recomienda tener el máximo cuidado pastoral en la formación de los novios y en la verificación previa de sus convicciones sobre los compromisos irrenunciables para la validez del sacramento del Matrimonio. Un discernimiento serio sobre este punto podrá evitar que los dos jóvenes, movidos por impulsos emotivos o razones superficiales, asuman responsabilidades que luego no sabrían respetar.(98) El bien que la Iglesia y toda la sociedad esperan del Matrimonio, y de la familia fundada sobre él, es demasiado grande como para no ocuparse a fondo de este ámbito pastoral específico. Matrimonio y familia son instituciones que deben ser promovidas y protegidas de cualquier equívoco posible sobre su auténtica verdad, porque el daño que se les hace provoca de hecho una herida a la convivencia humana como tal.

    EL SANTÍSIMO SACRAMENTO, LA LUZ DEL MUNDO


    Autor: Rev. Martín Lucía | Fuente: Catholic.net 
    El Santísimo Sacramento, la Luz del mundo
    Como el sol es la fuente natural de toda energía, el Santísimo Sacramento es la fuente sobrenatural de toda gracia y amor.


    Unos meses antes de su muerte el Obispo Fulton J. Sheen fue entrevistado por la televisión nacional: "Obispo Sheen, usted inspiró a millones de personas en todo el mundo. ¿Quien lo inspiró a usted? ¿Fue acaso un Papa?".

    El Obispo Sheen respondió que su mayor inspiración no fue un Papa, ni un Cardenal, u otro Obispo, y ni siquiera fue un sacerdote o monja. Fue una niña china de once años de edad.

    Explicó que cuando los comunistas se apoderaron de China, encarcelaron a un sacerdote en su propia rectoría cerca de la Iglesia. El sacerdote observó aterrado desde su ventana como los guardias penetraron en la iglesia y se dirigieron al santuario. Llenos de odio profanaron el tabernáculo, tomaron el copón y lo tiraron al suelo, esparciendo las Hostias Consagradas. Eran tiempos de persecución y el sacerdote sabía exactamente cuantas Hostias contenía el copón: Treinta y dos.

    Cuando los guardias se retiraron, tal vez no se dieron cuenta, o no prestaron atención a una niñita que rezaba en la parte de atrás de la iglesia, la cual vió todo lo sucedido. Esa noche la pequeña regresó y, evadiendo la guardia apostada en la rectoría, entró en la iglesia. Allí hizo una Hora Santa de oración, un acto de amor para reparar el acto de odio.

    Después de su hora santa, se adentró al santuario, se arrodilló, e inclinándose hacia delante, con su lengua recibió a Jesús en la Sagrada Comunión. (en aquel tiempo no se permitía a los laicos tocar la Eucaristía con sus manos). 

    La pequeña continuó regresando cada noche, haciendo su Hora Santa y recibiendo a Jesús Eucarístico en su lengua. En la trigésima segunda noche, después de haber consumido la última Hostia, accidentalmente hizo un ruido que despertó al guardia. Este corrió detrás de ella, la agarró, y la golpeó hasta matarla con la culata de su rifle.

    Este acto de martirio heróico fue presenciado por el sacerdote mientras, sumamente abatido, miraba desde la ventana de su cuarto convertido en celda.

    Cuando el Obispo Sheen escuchó el relato, se inspiró en tal grado que prometió a Dios que haría una Hora Santa de oración frente a Jesús
    Sacramentado todos los días, por el resto de su vida. Si aquella pequeñita pudo dar testimonio con su vida de la Real y hermosa Presencia de su Salvador en el Santísimo Sacramento, entonces el obispo se veía obligado a lo mismo. Su único deseo desde entonces sería, atraer el mundo al Corazón Ardiente de Jesús en el Santísimo Sacramento.

    La pequeña le enseñó al Obispo el verdadero valor y celo que se debe tener por la Eucaristía; como la fe puede sobreponerse a todo miedo y como el verdadero amor a Jesús en la Eucaristía debe trascender a la vida misma.

    Lo que se esconde en la Hostia Sagrada es la gloria de Su Amor. Todo lo creado es un reflejo de la realidad suprema que es Jesucristo. El sol en el cielo es tan solo un símbolo del hijo de Dios en el Santísimo Sacramento.

    Por eso es que muchas custodias imitan los rayos de sol. Como el sol es la fuente natural de toda energía, el Santísimo Sacramento es la fuente sobrenatural de toda gracia y amor.

    JESÚS es el Santísimo Sacramento, la Luz del mundo.

    EL EVANGELIO DE HOY: 18.07.2013

    Autor: P. Francisco Javier Arriola, LC | Fuente: Catholic.net
    Mi yugo es suave y mi carga ligera
    Mateo 11, 28–30. Tiempo Ordinario. Si buscas un lugar a donde ir, sigue a Cristo, porque él es la verdad. Si buscas un lugar donde descansar, está con Cristo, porque él es la vida.
     
    Mi yugo es suave y mi carga ligera
    Del Evangelio según san Mateo 11, 28-30

    Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana. 


    Oración Introductoria

    Señor, Dios de Misericordia, vengo a Ti para encontrar el descanso de mi alma. Recíbeme en tu Corazón divino que has abierto para que descansemos en Él. Vengo a presentarte mis deficiencias y errores, pero aun siendo mis miserias las que te traigo, transfórmalas tú en signo de humildad y en un deseo ardiente de ti que nunca se apague.

    Petición

    Jesús mío, concédeme reconocer mi miseria y mi cansancio, para que recurra sólo a Ti, que eres fuente de Gracia y de perdón. Haz que te busque a Ti y que seas sólo Tú mi quieto Rincón de descanso y consuelo durante mi jornada.

    Meditación del Papa

    El saludo tradicional, con la que se desea el shalom, la paz, se convierte aquí en algo nuevo: se convierte en el don de aquella paz que sólo Jesús puede dar, porque es el fruto de su victoria radical sobre el mal. La "paz" que Jesús ofrece a sus amigos es el fruto del amor de Dios que lo llevó a morir en la cruz, para derramar toda su sangre, como cordero manso y humilde, "lleno de gracia y verdad". Por eso el beato Juan Pablo II quiso denominar este domingo después de Pascua, como de la Divina Misericordia, con una imagen bien precisa: aquella del costado traspasado de Cristo, del que salió sangre y agua, según el testimonio presencial del apóstol Juan. Mas ahora Cristo ha resucitado, y de Él vivo, brotarán los sacramentos pascuales del Bautismo y de la Eucaristía: los que se les acercan con fe a ellos, reciben el don de la vida eterna.
    Queridos hermanos y hermanas, acojamos el don de la paz que Jesús resucitado nos ofrece, ¡dejémonos llenar el corazón de su misericordia! De esta manera, con el poder del Espíritu Santo, el Espíritu que resucitó a Cristo de entre los muertos, también nosotros podemos llevar a los otros estos dones pascuales. Que nos lo obtenga María Santísima, Madre de Misericordia. (Benedicto XVI, 15 de abril de 2012).


    Reflexión 

    El ser humano busca siempre la felicidad, y todos lo experimentamos cada día porque verdaderamente deseamos ser felices. Pero en esta búsqueda nos cansamos fácilmente, sobre todo cuando no vemos ningún resultado satisfactorio y convincente. En este mundo difícilmente encontraremos algo que llene plena y definitivamente nuestras ansias de felicidad, porque el corazón Dios nos lo ha hecho a la medida de Él, y sólo Él lo podrá satisfacer perpetuamente.

    Él nos conoce muy bien y sabe lo que llevamos en nuestro interior (cfr 1Jn 3, 20), sabe de sobra nuestras limitaciones y cansancios, nuestras flaquezas y debilidades. Por eso nos ofrece un lugar para descansar y recobrar fuerzas para seguir luchando mientras dure esta vida. Ese lugar, el mejor del mundo es Él mismo, Dios, el Omnipotente y Creador, que se hace refrigerio y alivio para sus creaturas. Muchas veces nos hemos sentido cansados, agobiados, saturados y a punto de explotar, pero ¿cuántas veces hemos ido a descansar en los brazos de Dios? ¿Cuántas veces hemos ido a encontrar refugio, consuelo y fuerzas en el Corazón de Cristo? Pero no sólo espiritualmente, sino también físicamente, porque Él nos ha dado su palabra, y Él nunca ha defraudado a nadie que se haya acercado buscando la paz que nos ha prometido.

    Pero al mismo tiempo que nos restaura las fuerzas, nos deja la enseñanza que a veces más nos cuesta recordar: imitarlo a Él que es manso y humilde de corazón. ¿Por qué el Señor nos dice que encontraremos descanso cargando su yugo? Porque Él no piensa ni actúa como nosotros queremos, sino como nosotros necesitamos, porque el yugo suave es el perdón y es nuestro deber de imitar su humildad y su bondad. Si supiéramos que es Él quien lleva nuestras cargas, nuestras penas, nos quejaríamos menos y agradeceríamos más, pues si por nosotros fuera ¿qué merecemos realmente?

    ¿Por qué estamos cansados? ¿Qué nos agobia? Lo que más nos puede cansar en nuestra vida son nuestras mismas limitaciones, pero lo que nos esclaviza es el pecado. El ser humano lleva siempre su cruz a cuestas, pero nosotros mismos la hacemos más pesada cuando le añadimos el fardo del pecado, nuestro propio pecado. San Agustín dice al respecto que el trabajar por Cristo no es cansarse, sino encontrar reposo, porque el mejor trabajo que alivia al hombre es el del amor, el de la caridad.

    San Gregorio Magno una vez escribió que lo que más puede hacer infeliz nuestra vida es el querer someternos a la corruptibilidad de las cosas materiales, de las cosas y seres que perecen y no a Dios. Nos atormenta la necesidad de tener cosas y luego el temor de perderlas. Con el Señor no es así, pues el acudir a Él significa librarnos de yugo de la muerte para tomar el yugo de la vida de Jesús, del ejemplo de humildad y mansedumbre que debe adornar a todo cristiano.

    El encontrar descanso en Cristo implica también ayudar a otros a encontrarlo. Cristo no invita a algunos a acercarse a Él, sino que dice “venid todos los que estáis fatigados”, y todos nos encontramos así, por eso hay que invitar a otros a acercarse al Corazón dulcísimo de Jesús, donde encontrarán la paz.

    Propósito

    Buscaré unos minutos de oración al final del día para poner en manos de Cristo mis trabajos y preocupaciones y para pedirle la paz del corazón y el descanso para mí y para todas las personas que me rodean.

    Diálogo con Cristo

    Gracias, Señor, por querer darme consuelo. No te basta quererme dar el perdón a mis muchas ofensas, sino que también me ofreces alivio, paz, serenidad, descanso y consuelo. No hay nadie tan afortunado que no necesite estas gracias de Ti, por eso no rechazo tu oferta, sino que la acepto con corazón agradecido. No te canses, Señor, de buscarnos ni de darnos el consuelo que buscamos, porque solos no podríamos ni sobrevivir un instante ante las vicisitudes de esta vida. Concédenos poder llegar un día a disfrutar del consuelo eterno contigo en el cielo.


    «Si buscas un lugar a donde ir, sigue a Cristo, porque él es la verdad (...). Si buscas un lugar donde descansar, está con Cristo, porque él es la vida. (...) Así pues, sigue a Cristo si quieres estar seguro. No te podrás extraviar, porque él es el camino».
    (Discurso del Santo Padre Juan Pablo II durante la visita a la universidad romana
    «Tor Vergata» en el XV aniversario de su fundación)


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Francisco Javier Arriola, LC 
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