lunes, 4 de febrero de 2013

LAS IDEAS QUE PLASMAN MI ALMA...

Autor: P.Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net
Las ideas que plasman mi alma
Aquellas sobre las que vuelvo una y otra vez, las que me tocan de modo especial, aquellas que iluminan la situación en la que me encuentro y determinan mis decisiones.
 
Las ideas que plasman mi alma



Cientos de ideas pasan ante nuestros ojos, penetran por nuestros oídos, surgen desde nuestro corazón. Unas llegan y escapan. Otras dejan una huella casi imborrable, hasta configurar hondamente mi existencia.

¿Qué ideas plasman mi alma? Aquellas sobre las que vuelvo una y otra vez. Aquellas que me tocan de modo especial. Aquellas que iluminan la situación en la que me encuentro. Aquellas que determinan mis decisiones.

Entre las ideas que plasman mi alma, algunas son malas, otras son buenas.

Sí: hay ideas malas. Me apartan de la verdad. Me encierran en el egoísmo. Me invitan a la desconfianza. Me llevan a despreciar a familiares o conocidos. Me provocan miedos engañosos. Me destruyen.

Esas ideas malas llegan con más o menos frecuencia a las puertas de mi corazón. A veces por un libro lleno de mentiras. Otras veces desde la voz de un "amigo" amargado que solo contagia desalientos. Otras veces nacen de mí mismo: permito que un sentimiento negativo domine mi mente y me arrastre hacia el mal, hacia el pesimismo o la amargura.

Gracias a Dios, también hay ideas buenas, y muchas. Me acercan a Jesucristo. Me sacan de mí mismo. Me impulsan a la esperanza. Me ayudan a comprender y a perdonar a familiares y conocidos. Me invitan a un trabajo serio y decidido. Me construyen.

De nuevo, me pregunto: ¿qué ideas plasman mi alma? ¿Cuáles medito una y otra vez en esos momentos en los que estoy conmigo mismo? ¿Cuáles dejo que me acerquen al amor hacia Dios y hacia mis hermanos?

Cientos de ideas tocan mi vida. Con un corazón abierto y magnánimo, sabré despreciar aquellas que no sirven para nada o que dañan, y buscaré acoger y meditar, en profundidad, aquellas que me permitan avanzar hacia el bien, la verdad, la belleza y la justicia.


  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Fernando Pascual LC

    jueves, 31 de enero de 2013

    EL EVANGELIO DEL DIA


    jueves 31 Enero 2013
    Jueves de la tercera semana del tiempo ordinario

    San Juan Bosco




    Leer el comentario del Evangelio por
    Beata Teresa de Calcuta : “Ser luz del mundo” (Mt 5,14)

    Lecturas

    Hebreos 10,19-25.


    Por lo tanto, hermanos, tenemos plena seguridad de que podemos entrar en el Santuario por la sangre de Jesús,
    siguiendo el camino nuevo y viviente que él nos abrió a través del velo del Templo, que es su carne.
    También tenemos un Sumo Sacerdote insigne al frente de la casa de Dios.
    Acerquémonos, entonces, con un corazón sincero y llenos de fe, purificados interiormente de toda mala conciencia y con el cuerpo lavado por el agua pura.
    Mantengamos firmemente la confesión de nuestra esperanza, porque aquel que ha hecho la promesa es fiel.
    Velemos los unos por los otros, para estimularnos en el amor y en las buenas obras.
    No desertemos de nuestras asambleas, como suelen hacerlo algunos; al contrario, animémonos mutuamente, tanto más cuanto que vemos acercarse el Día.


    Salmo 24(23),1-2.3-4ab.5-6.


    Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella,
    el mundo y todos sus habitantes
    porque él la fundó sobre los mares,
    él la afirmó sobre las corrientes del océano.

    ¿Quién podrá subir a la Montaña del Señor
    y permanecer en su recinto sagrado?
    El que tiene las manos limpias
    y puro el corazón;
    el que no rinde culto a los ídolos
    ni jura falsamente:


    él recibirá la bendición del Señor,
    la recompensa de Dios, su Salvador.

    Así son los que buscan al Señor,
    los que buscan tu rostro, Dios de Jacob.


    Marcos 4,21-25.


    Jesús les decía: "¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero?
    Porque no hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba manifestarse.
    ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!".
    Y les decía: "¡Presten atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, y les darán más todavía.
    Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene".


    Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



    Leer el comentario del Evangelio por

    Beata Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad
    No hay amor más grande, cap. 67

    “Ser luz del mundo” (Mt 5,14)

    Es posible que no sea capaz de fijar mi atención totalmente en Dios
    durante mi trabajo. Dios no me lo pide de ninguna manera. Con todo, yo
    puedo desear plenamente y procurar cumplir mi trabajo con Jesús y por
    Jesús. Hermosa tarea. Ésta es la que Dios quiere. Quiere que nuestra
    voluntad y nuestro deseo se dirijan a él, a nuestra familia, a nuestros
    hijos, a nuestros hermanos y a los pobres.

    Cada uno de nosotros somos un instrumento pobre. Si observas la
    composición de un aparato eléctrico, encontrarás un ensamblaje de hilos
    grandes y pequeños, nuevos y gastados, caros y baratos. Si la corriente
    eléctrica no pasa a través de todo ello, no habrá luz. Estos hilos somos tú
    y yo. Dios es la corriente. Tenemos poder para dejar pasar la corriente a
    través de nosotros, dejarnos utilizar por Dios, dejar que se produzca luz
    en el mundo... o bien rehusar ser instrumentos y dejar que las tinieblas se
    extiendan.

    LA COMUNICACIÓN EN FAMILIA



    SIETE FRASES PARA MEJORAR LA COMUNICACIÓN CON LA FAMILIA

    1.- Te Amo:
    Ningún ser humano puede sentirse realmente feliz hasta escuchar que alguien le diga: "te amo". Atrévete a decirlo a la otra persona, a tu cónyuge, a tus padres, a tus hermanos, a tus hijos, si es que nunca lo has hecho, haz la prueba y verás el resultado.

    2.- Te Admiro:
    En la familia, cada miembro tiene alguna cualidad o habilidad que merece reconocimiento: Todos, en algún momento, sentimos la necesidad de que se nos reconozca algún logro o meta alcanzada...¿Cuándo fue la última vez que le dijiste esto a alguien?

    3.- ¡Gracias!
    Una necesidad básica del ser humano es la de ser apreciado. No hay mejor forma de decir a una persona que es importante lo que hace por nosotros, que expresarle un ¡gracias!, no en forma mecánica, sino con pleno calor humano.

    4.- Perdóname, me equivoqué:
    Decir esto no es tan fácil, sin embargo, cuando cometas un error que ofenda o perjudique a otras personas, aprende a decir con madurez: "perdóname, me equivoqué".

    5.- Ayúdame, te necesito:
    Cuando no podemos o no queremos admitir o expresar nuestra fragilidad o necesidad de otros, estamos en un grave problema. No te reprimas. Pide ayuda! Que también son muy importantes las palabras.

    6.- ¡Te escucho...háblame de tí!
    ¿Cuántas veces le has dicho a algún miembro de tu familia: "A ver, háblame, qué te pasa?".
    Tal vez muchos problemas y mal entendidos se resolverían si tan sólo escuchásemos lo Que nos tratan de decir.

    7.- Eres especial!!!
    Es importante hacerles saber a tus seres queridos cuanto ellos significan para tí.

    ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO


    Oración a Nuestra Señora del Santísimo Sacramento

    Virgen María, Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, gloria del pueblo cristiano, gozo de la Iglesia universal, ruega por nosotros y concede a todos los fieles verdadera devoción a la Sagrada Eucaristía, siendo dignos de recibirla cada día.

    Oración
    Oh Sagrado Banquete, en el cual recibimos a Cristo, se renueva la Memoria de su Pasión, el alma se llena de gracia y nos es dada en prenda la vida futura!
    V. Les has dado pan del cielo
    R. Que contiene en sí todo deleite.

    Oremos: Oh Dios, Tu nos has dejado el memorial vivo de tu Pasión bajo los velos de este sacramento. Concédenos, te suplicamos, venerar los sagrados misterios de tu Cuerpo y Sangre de manera que podamos siempre gozar de los frutos de tu Redención. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

    RECETA PARA NO ENFERMARSE....


    Si no te quieres enfermar...

    Si no te quieres enfermar... habla de tus sentimientos. Emociones y sentimientos que son escondidos,reprimidos, terminan en enfermedades como: gastritis, úlcera, dolores lumbares, dolor en la columna. Con el tiempo, la represión de los sentimientos degenera hasta el cáncer. Entonces, vamos a sincerar, confidenciar,compartir nuestra intimidad, nuestros “secretos”, ¡nuestros errores! El diálogo, el hablar, la palabra, ¡es un poderoso remedio y una excelente terapia!

    Si no te quieres enfermar... Toma decisiones. La persona indecisa permanece en duda, en la ansiedad, en la angustia. La indecisión acumula problemas, preocupaciones, agresiones. La historia humana es hecha de decisiones. Para decidir es preciso saber renunciar, saber perder ventajas y valores para ganar otros. Las personas indecisas son víctimas de dolencias nerviosas, gástricas y problemas de la piel.


    Si no te quieres enfermar... busca soluciones. Personas negativas no consiguen soluciones y aumentan los problemas. Prefieren la lamentación, la murmuración, el pesimismo. Mejor es encender un fósforo que lamentar la oscuridad. Una abeja es pequeña, pero produce lo más dulce que existe. Somos lo que pensamos, el pensamiento negativo genera energía negativa que se transforma en enfermedad.

    Si no te quieres enfermar... no vivas de apariencias. Quien esconde la realidad: finge, hace poses, quiere siempre dar la impresión de estar bien, quiere mostrarse perfecto, bonachón, etc., está acumulando toneladas de peso... Es una estatua de bronce con pies de barro. Nada peor para la salud que vivir de apariencias y fachadas. Son personas con mucho barniz y poca raíz. Su destino es la farmacia, el hospital, el dolor.


    Si no te quieres enfermar... acéptate. El rechazo de sí mismo, la ausencia de autoestima, hace que nos volvamos ajenos de nosotros mismos. Ser uno mismo es el núcleo de una vida saludable. Quienes no se aceptan a sí mismos, son envidiosos, celosos, imitadores, destructivos. Aceptarse, aceptar ser aceptado, aceptar las críticas, es sabiduría, buen sentido y terapia.

    Si no te quieres enfermar... confía. Quien no confía, no se comunica, no se abre, no se relaciona, no crea relaciones estables y profundas, no sabe hacer amistades verdaderas. Sin confianza, no hay relaciones humanas. La desconfianza es falta de fe en sí, en los otros y en Dios.

    Si no te quieres enfermar... no vivas siempre triste. El buen humor, la risa, el reposo, la alegría, recuperan la salud y traen larga vida; la persona alegre tiene el don de alegrar el ambiente donde vive. “El buen humor nos salva de las manos del doctor”. La alegría es salud y terapia. Sé feliz, sonríe, ama y disfruta de la naturaleza, del sol, de la lluvia, del viento, de la luz de las estrellas
    y de la luna; en una palabra, vive... la vida sin Dios es amarga, no es  vida.

    Dr. Dráuzio Varella.

    ORACIÓN A SAN JUAN BOSCO


    ORACIÓN A SAN JUAN BOSCO

    Padre y Maestro de la juventud, san Juan Bosco,
    que, dócil a los dones del Espíritu Santo
    y abierto a las realidades de tu tiempo,
    fuiste para los jóvenes,
    especialmente para los pequeños y los pobres,
    signo de la predilección amorosa de Dios.

    Enséñanos a ser amigos del Señor,
    para que descubramos,
    en él y en su Evangelio,
    el sentido de la vida
    y la fuente de la verdadera felicidad.

    Ayúdanos a responder con generosidad
    a la vocación recibida de Dios,
    para ser, en nuestra vida diaria,
    Constructores de comunión
    y, unidos a toda la Iglesia,
    colaborar con entusiasmo
    en la edificación de la cultura del amor.

    Concédenos la gracia de perseverar
    en la vivencia intensa de la vida cristiana,
    según el espíritu de las Bienaventuranzas,
    y haz que, guiados por María Auxiliadora,
    nos encontremos un día contigo
    en la gran familia del cielo.
    Amén.


    miércoles, 30 de enero de 2013

    TE AMO, DIOS MÍO....

    Autor: P. Mariano de Blas LC | Fuente: Catholic.net
    Te amo, Dios mío
    Dios no se hace viejo, no se arruga, no pierde fuerza. Dios nos ama hoy como ayer y como nos amará mañana
     
    Te amo, Dios mío


    Te amo sobre todas las cosas porque eres infinitamente amable.

    Es el Amor con mayúscula. Dios es Amor. La Belleza misma la Santidad -el tres veces santo- el todopoderoso, creador de los cielos y la tierra.

    Cuando uno ve a una persona buena, santa, poderosa, amorosa, muy bella se entusiasma con ella, se enamora de ella. El que conoce a Dios no puede menos de enloquecer de amor por Él.

    "Tarde te amé, Oh belleza tan antigua y tan nueva, tarde te amé". San Agustín. Esta frase de San Agustín dice muchas cosas: Primera que Dios es de una belleza inmarcesible. A veces uno se enamora de un ostro de una persona que no quisiera que envejeciese, que mantuviese siempre la misma frescura, la misma juventud, idéntica sonrisa. Pero, por desgracia, las personas avanzan en edad, salen canas, arrugas, obesidad, arrugas en la frente y en el alma. Algunos podría n decir: Esta no es la persona de la que yo me enamoré. Ha cambiado demasiado.
    Segundo, que uno es un pobre desgraciado cuando se enamora de todo menos de Dios. Por eso dice dos veces la palabra triste tarde, demasiado tarde. Y realmente es cierto. Los minutos, los años en que uno no ama a Dios son perdidos miserablemente. Si no he amado a Dios ¿qué he estado haciendo? Lo mínimo es perder tiempo y vida.
    Cuantos de nosotros deberíamos decir como el santo: Tarde te amé, oh belleza tan antigua y tan nueva, tarde te amé. Y, tal vez, algunos tengan que decir: Nunca te amé, nunca te conocí. !Qué triste es esto!.

    Y porque a ti sólo debo amarte con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas. Por ser mi Creador, mi Redentor, y por haberme destinado al cielo.

    Te amo porque me has amado Tú primero.

    Esto es fantástico -El nos amó primero a
    cada uno. Desde siempre, desde toda la eternidad.
    No me consultaste par darme la vida...
    Porque me amaste, me creaste, me diste la existencia.
    Pero no me creaste para la desdicha, para la mediocridad, sino para ser santo, feliz, para hacer algo grande en este mundo.
    La aventura más grande es amar a Dios con todo el corazón...
    Y al prójimo por amor a El.
    No amar a Dios es la desgracia mayor.
    Pero amar es darse, es cumplir la voluntad del amado, su voluntad.
    "Él nos amó primero", nos recuerda San Juan. Te amé con un amor eterno.

    Te amo porque me has redimido del pecado.

    Librar al amado de su peor enfermedad, más aun de su muerte, de su verdadero mal, de su eterna condenación.
    Gran amor representa.
    Y cuál ha sido el precio. Dios envió al mundo a su Hijo no para condenar al mundo, sino para salvarlo, no para condenarte sino para salvarte. Debes saberlo.
    La respuesta debiera ser como al de santa Teresa. "Tengo una vida y entera se la doy; pero si mil vidas tuviera, las mil se las daba".
    El bautismo, la confesión son sacramentos de amor, porque son los sacramentos del reencuentro con el hijo pródigo.
    "Daos cuenta de que no habéis sido rescatados con oro o plata, sino al precio de la sangre de Cristo".
    Por eso decía San Pablo: "Líbreme Dios de gloriarme en nada, si no es en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo"
    Cuando uno se santigua se recuerda a sí mismo y recuerda a los demás que es seguidor de un gran jefe, de Jesucristo y pertenece a la religión del crucificado, la religión del amor. Cada vez que uno se santigua equivale a repetir las palabras de San Pablo: "Líbreme Dios de gloriarme en nada..."
    Esconderse cuando se santigua significa que se avergüenza de ser cristiano. Soy cristiano y a mucha honra.
    Librarnos del pecado es librarnos del infierno merecido por ese pecado. Mucho te ha de querer quien de tanta desgracia te ha librado. Y mucho más te ha de que querer quien, además de libarte del eterno dolor, te ha regalado la eterna felicidad.
    ¿Quién es esa persona, dónde vive, cómo se llama? Me muero por verlo, tengo que ser su amigo, quiero amarlo por siempre... y sabemos que es Jesús.

    Te amo porque me has abierto las puertas de tu Reino

    Lo más grande que podía regalarnos. Dios no tiene una cosa más grande que darnos que el cielo, su cielo, donde Él vive y es infinitamente feliz.
    Las puertas de ese cielo estaban cerradas. Cristo nos las ha abierto. La felicidad de Dios la participaremos.
    Los que nos han precedido en el camino nos dicen: "Es verdad...vengan".
    San Pablo, que vio el cielo: "Todo lo que su sufre en este mundo es nada..."
    No tienes razón cuando piensas y dices: Me piden demasiado. La verdad, hermano, es que nos piden demasiado poco.
    "Alegraos más bien de que vuestros nombres estén escritos en el cielo." Si esta no es tu máxima alegría, no sabes qué es el cielo.
    Te invito en este momento a que te sientas muy alegre de que tienes tu nombre escrito en la lista del cielo. Alégrate, sí, más que de todas las demás cosas.
    ¿Cuántas veces te ha regalado Jesucristo el cielo? Con cada pecado mortal lo has perdido. Con cada absolución te lo han devuelto. ¿Cuántas veces has perdido el cielo, pobre hombre, pobre mujer? ¿Cuántas veces te han vuelto a dar el cielo, hombre afortunado, mujer afortunada?

    Te amo porque me has hecho hijo de Dios

    Decía Jesús. "Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos". No fue un santo, ni siquiera la Virgen María quienes nos indicaron que rezáramos así, sino su propio Hijo, Jesús. Mi Padre me ha pedido que les enseñe a orar así: "Padre nuestro que estás en el cielo..." Jesús podría haberle dicho con toda razón: Padre, soy tu hijo único, ¿cómo que ahora voy a ser hermano de todos los hombres? Además, no sé si te has fijado cómo se portan muchos de ellos. ¿Vas a caso a repartirles la herencia del cielo?
    No, Jesús le dijo: Bendito seas, Padre mío, porque quieres además de tu hijo divino, hacer hijos tuyos también a cada uno de los hombres. Yo soy, me declaro hermano de cada uno de ellos. Esto lo dijo Jesús, está en el Evangelio, a través de María Magdalena: "Ve a decirles a mis hermanos: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios".
    De la herencia también habló: "En la casa de mi padre hay muchas moradas, Voy a prepararos un lugar". Con qué profunda emoción les dijo Jesus esta noticia a los apóstoles y a cada uno de nosotros. Voy a prepararos un lugar.
    Debemos atrevernos a rezar el Padrenuestro como Jesús quería que lo rezáramos: Decidlo, sentidlo, amadlo, tened una total confianza.
    Desconocer el amor de ese Padre es la desgracia mayor del mundo.
    Debemos enseñar a los hombres que Dios es su Padre. Porque no lo saben, no lo creen, no se lo imaginan.
    Evangelizar no es sólo explicar las hermosas realidades de la religión sino hacérselas creer, sentir, experimentar.

    Te amo porque me has enriquecido con el Espíritu Santo

    Paráclito: consolador, santificador, es decir que nos guía hacia la santidad y hacia la vida eterna.
    Bueno, ¿y dónde está el Espíritu Santo?
    Responde San Pablo: ¿No sabéis que sois templos de Dios y que el Espíritu Santo habita en vosotros?
    También Jesús lo afirmaba: Si alguno me ama, mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada. Las tres divinas personas.
    El alma que vive en gracia es un templo de la Santísima Trinidad, de las tres divinas personas.
    Se le llama, por esta razón, el divino huésped del alma.
    Es el Don por excelencia; es el amor infinito de Dios que vive en nosotros y para nosotros. Para realizar el plan de amor de Dios en nosotros: hacernos, hombres y mujeres fieles, cristianos felices, santos y llevarnos al cielo para toda la eternidad.

    Te amo, porque me has entregado a tu Madre al pie de la cruz.

    ¡Qué amor tan delicado, tan sincero, tan fino! María es su joya, su criatura predilecta, su Madre bendita...Pues no quiso quedársela para sí.
    Es madre nuestra con todo derecho porque nos la han dado.
    Podemos y debemos, por tanto, llamarla madre nuestra.
    Corredentora: Jesús ha querido que, de manera semejante a Él, sufriera terriblemente y colaborara así a la redención, a nuestra redención, a la mía.
    Aquí no me malentiendan los hermanos evangélicos. Pues, si San Pablo completaba en su cuerpo lo que falta a la Pasión de Cristo, quiere decir que todos colaboramos al menos con alguna partecita. Pero María más que nadie.
    Jesús nos la dio: El regalo en sí mismo es extraordinario, único.
    Pero nos la dio con un grandísimo amor.
    Y María ha aceptado ser madre de cada uno de nosotros con una obediencia perfecta y con un cariño inmenso que no podemos ni medir.
    Bendito el momento en que Jesús decidió darme a su Madre como Madre Mía.
    Después de la alegría de ser hijo de Dios, la más entrañable felicidad es tener como madre a María.

    Te amo por el don de la fe católica

    Si estimáramos la fe como los santos..."Ésta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe", está dicho.
    El justo, el santo, vive de la fe, es decir, de lo que le ha dicho Dios a través de su Revelación.
    La fe debe ser viva y operante, no mortecina ni somnolienta.
    Por ejemplo, si al comulgar tú crees profundamente en que en ese pan consagrado está realmente Jesucristo, el día no puede de ninguna manera ser triste o malo. Has recibido a Dios.
    Tener fe es ver todas las cosas con los ojos con los que ve Dios.
    Si no tuviéramos fe, seriamos muy desgraciados... En realidad los que no tienen fe, ¿qué sentido encontrarán al dolor, a la muerte, al después de la muerte? Si no se tiene fe ¿qué sentido tiene la misma vida, el vivir, el amar, el cumplir con las reglas de la moral? Sin fe todo se tambalea.
    La mejor forma de agradecer la fe a Dios consiste en transmitirla, en comunicarla a otros. En reanimar la fe de los que la tienen medio dormida o medio muerta. Hay muchos hermanos nuestros que pierden la fe, la están perdiendo, por falta de alguien que les ayude a vivirla con pasión.
    Esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe. Ojalá ayudemos a algunos a recuperarla, a volver a la casa del padre de la que nunca debieran haber salido.

    Te amo porque te has quedado conmigo en el sagrario.

    Jesús ha cumplido su promesa: Yo estaré con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos. ¿Cómo? En la Eucaristía.
    Yo animo a todos esos hermanos y hermanas nuestras que tienen gran devoción a la Eucaristía, que comulgan con devoción, hacen adoración al Santísimo, lo visitan en el tabernáculo, hacen procesiones con el Santísimo. Nos recordaba Nuestro querido Benedicto XVI que la primera procesión con el Santísimo fue la de María cuando fue a visitar a su Prima santa Isabel llevando en sus purísimas entrañas a Jesús. Con eso quedan las procesiones santificadas.
    No cuesta nada visitarlo, ir a pedirle favores. Necesitamos ir al Sagrario más que al súper: Porque en el súper conseguimos alimentos para el cuerpo, pero en el Sagrario alimento para el alma: "Venid a Mí todos los que andáis fatigados y abrumados por la carga y Yo os aliviare". ¿Creen que Jesus dijo esto por decirlo nada más?
    No tengo tiempo de visitarlo, porque tengo que hacer tanto por Él. Soy un apóstol tan celoso y tan ocupado que no tengo tiempo para rezar, para ir a la Iglesia. Pues soy un mal apóstol, porque me preocupo más de la viña del Señor que del Señor de la viña. Les pongo un ejemplo para que me entiendan. Hay maridos, sobre todo jóvenes, que están abrumados de trabajo y no tienen tiempo de estar con su esposa y sus hijos, porque están ganando dinero para ellos. Cuantas veces he escuchado a esas esposas: Ojalá mi esposo ganara menos y estuviera más tiempo con nosotros.
    Pues tengan la seguridad de que Jesús nos dice a muchos de nosotros: Ojalá tuvieras más tiempo para estar conmigo.


    Te amo porque me has enviado como a los apóstoles, a extender tu Reino entre los hombres.

    Nadie más nos ha enviado, sólo Cristo. "Id y predicad el Evangelio a toda criatura. No me habéis elegido vosotros a Mí sino yo a vosotros"
    Cada uno ha sido enviado a predicar la Buena Nueva: los padres a los hijos, los amigos a los amigos. A todos a los conocidos y desconocidos.

    Te amo porque eres mi Dios y mi Señor.

    Mi Dios y mi todo, decían los santos en un suspiro de amor.
    En resumen: Te amo con todo mi corazón.
    Porque lo mereces totalmente, lo esperas.
    Porque es lo que más me importa y lo que más necesito.
    San Pablo decía: Para mí el vivir es Cristo y el morir una ganancia.
    Cristo es mi Dios, mi gran amigo, mi Padre, mi grande y mi único amor y la gran razón de mi existencia.
    "Señor mío y Dios mío" exclamó Santo Tomás en un momento de gracia. Es una frase que tenemos que decir y sentir con mucha frecuencia.
    "No volveré a servir a un señor que se me pueda morir". Palabras de San Francisco de Borja ante el cadáver de su hermosa reina. Servimos a ese Dios y Señor que vive para siempre, que con el paso de los siglos no ha perdido nada de su belleza, de su amor, de su poder y misericordia. Dios ha sido, es y será siempre infinitamente amable y adorable para suerte nuestra.


    Dios no se hace viejo, no se arruga, no pierde fuerza. Dios nos ama hoy como ayer y como nos amará mañana. Aprovechemos esta maravillosa gracia y amemos, amemos a la persona más digna de nuestro amor.

    lunes, 28 de enero de 2013

    JESÚS, EL BUEN PASTOR


    CADENA DE AMOR..

    Autor: Padre Llucià Pou Sabaté | Fuente: www.autorescatolicos.org
    Cadena de amor
    Uno se puede dejar contagiar de la agresividad que nos rodea, o puede sembrar amabilidad
     
    Cadena de amor
    Cadena de amor
    Dicen que un joven iba por carretera en coche, cuando vio a una señora de edad avanzada, fuera de un coche parado, al lado de la carretera. Llovía fuerte y oscurecía, y al verla necesitada, detuvo su coche y se acercó. La señora al verle vestido pobremente tuvo miedo, y el joven le dijo: “Estoy aquí para ayudarla, señora, no se preocupe. ¿Por qué no entra en el coche que estará mejor? Me llamo Renato”. Ella tenía una rueda pinchada y Renato la cambió… la mujer le contó que estaba de paso, y que se encontraba perdida en aquel lugar, sin saber qué hacer, y no sabía cómo agradecer la preciosa ayuda; preguntó qué podía pagarle. Renato respondió: “Si realmente quisiera pagarme, la próxima vez que encuentre a alguien que precise de ayuda, déle a esa persona la ayuda que ella necesite y acuérdese de mí”...

    Algunos kilómetros después, la señora se detuvo en un restaurante más bien pobre. La camarera era joven, muy amable, le trajo una toalla limpia para que secase su cabello y le dirigió una dulce sonrisa... estaba con casi ocho meses de embarazo, le notó cierta preocupación en su cara, y quedó curiosa en saber cómo olvidaba sus problemas para tratar tan bien a una extraña, y le dio pena que trabajara hasta tan tarde, en esas condiciones. Entonces se acordó de Renato. Después que terminó su comida, se retiró...

    Cuando la camarera volvió notó algo escrito en la servilleta, en la que había 4 billetes de 500 euros... Leyó entre lágrimas lo que decía: - “Tú no me debes nada, yo tengo bastante. Alguien me ayudó hoy y de la misma forma te estoy ayudando. Si tú realmente quisieras reembolsarme este dinero, no dejes que este círculo de amor termine contigo, ayuda a alguien”. Aquella noche, cuando fue a casa, cansada, pensaba en el dinero y en lo que la señora dejó escrito... ¿Cómo pudo esa señora saber cuánto ella y el marido precisaban de aquel dinero? Con el bebé que estaba por nacer el próximo mes, todo estaba difícil... Quedó pensando en la bendición que había recibido, y que últimamente estaba enfadada con su situación y que las cosas no iban bien con su marido; cambió su cara y dibujó una gran sonrisa... Agradeció a Dios y besó a su marido con un beso suave y susurró: -“Todo estará bien: ¡te amo... Renato!”

    En la película "Cadena de Favores" vemos esta idea: un niño inicia un movimiento que sugiere que alguien haga un favor grande a tres personas; cada una de esas tres personas ayudará a otras tres, y así sucesivamente, hasta llegar a un nivel donde el incremento geométrico de favores y buenas intenciones logren mejorar el lamentable estado en el que está el mundo. El niño entonces procede a ayudar a quienes más cerca están de el, sin darse cuenta de la extensión de las consecuencias que sus actos conllevan. Efectivamente, uno se puede dejar contagiar de la agresividad que nos rodea, o puede sembrar amabilidad. Uno puede ir a la suya, y construir su destino, o bien hacer el bien, y ayudar a todo el que te necesite.

    La vida es algo misterioso, y la historia de Renato sería una cursilada si no fuera porque experimentamos que en nuestras vidas muchas veces es realmente así... en la medida que hagamos a los demás, ellos harán con nosotros; la vida es un espejo... ciertas “casualidades” nos hacen ver que todo lo que uno da, ¡vuelve a uno! Es como si hubiera un espejo que funciona con lo que expresamos; si damos odio nos vuelve odio, si lo que damos a los demás es amor, también lo recibimos. ¿Siempre? Porque a veces parece que no recibimos lo que damos: en realidad lo recibimos siempre, pero de otro modo, pues el fruto más importante de nuestras acciones ya ha crecido en nuestro interior, aunque fuera no germine aparentemente; aunque no siempre se ven los resultados, aún así vale la pena.

    La gran estafa de la vida, el engaño, es cuestión de verbos, decía S. Tamaro: “Desde el nacimiento nos enseñan que la vida está hecha para construir y en cambio no es cierto. No es cierto porque aquello que se construye tarde o temprano se derrumba, ningún material es tan fuerte como para durar eternamente. La vida no está hecha para construir, sino para sembrar. En el largo trayecto, desde la hendidura del comienza hasta la del final, pasamos y esparcimos la simiente. Acaso jamás la veamos nacer, porque, cuando brote, nosotros ya no estaremos. No tiene ninguna importancia. Importante es dejar tras de sí algo en condiciones de germinar y crecer”.

    La regla de oro siempre es la del Evangelio: hacer a los demás lo que queremos que hagan con nosotros, sabiendo que hay más alegría en dar que en recibir.

    domingo, 27 de enero de 2013

    PENSAMIENTOS DE PADRE PIO

    No se puede vivir la verdadera vida sin el alimento de los fuertes.
    En estos tiempos tan tristes, en que tantas almas apostatan de Dios, no sé convencerme de cómo se pueda vivir la verdadera vida sin el alimento de los fuertes... El medio seguro para poder uno mantenerse libre de la pestífera enfermedad que nos rodea, es el de fortalecernos con el alimento eucarístico. Por eso el mantenerse exento de culpa y progresar en el camino de la perfección no lo podrá alcanzar quien vive durante muchos meses sin nutrirse de la Carne del Cordero divino. Yo no sé lo que otros piensan acerca de esto, pero, para mí, dadas las circunstancias en que vivimos, es ilusorio el intentar convencerse de que puede dar un paso en el camino de la perfección quien se limita a comulgar una o dos veces al año.

    San Pío de Pietrelcina

    Epis. II, 92

    CADA DÍA, VALORA LAS COSAS PEQUEÑAS

    Autor: Ma. Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
    Cada día, valora las cosas pequeñas
    En lo pequeño está la verdadera santificación si lo sabemos vivir, si sabemos convertir lo ordinario en lo extraordinario.
     
    Cada día, valora las cosas pequeñas

    No es bueno perderse en la ensoñación de un futuro grandísimo.

    Queremos ser mejores, queremos superarnos pero haciendo algo que realmente sea toda una proeza, ¡que se vea!

    Queremos alcanzar la perfección y la santidad, pero...eso será "mañana" porque ahora estamos muy ocupados, tenemos miles de problemas. Tal vez cuando estos se resuelvan. Si nos falta salud, cuando estemos bien. Si estamos cansados, cuando tengamos mejor ánimo.

    Todos nuestros buenos propósitos se quedan en "eso", para un mejor momento, para "mañana"... Y la vida se nos va y no nos damos cuenta que es, esa vida, que son la suma de los instantes, de las horas, los días y los años en que vamos dejando pasar todas y cada una de las pequeñas cosas que podrían ser fruto de nuestra santidad.

    En las cosas pequeñas está la verdadera santificación si las sabemos vivir, si sabemos convertir lo ordinario en lo extraordinario.

    Si queremos realizar este milagro en nuestra vida pensemos en Cristo. Fue Dios tanto en la cruz como cuando niño ayudando a su Madre en las cosas del hogar, obedeciendo a José en el trabajo humilde y sencillo de la carpintería, en unas mil cosas pequeñas con las que fue formando su vida hasta hacerse hombre.

    Es difícil que siguiendo los pasos de Cristo dejemos todo y nos lancemos a predicar, a ser apóstoles recorriendo el mundo. Es difícil que seamos mártires por defender nuestra fe - que si los hay y su vida es una entrega total - pero nosotros sí lo podemos imitar en lo que fue su vida oculta en la rutina de todas las cosas de todos los días, esas que nos parecen tan insignificantes, tan simples que no les damos la mayor importancia.

    En nuestro diario convivir con los demás, ¿por qué no somos más tolerantes, más generosos? ¿por qué pensamos siempre en nosotros y en todo lo que nos satisface?. Si en todas las cosas, por pequeñas que sean, ponemos el máximo esfuerzo de hacerlas bien, el resultado será la suma de todas ellas que nos darán, al final de la jornada, un día bueno, un día santo.

    Las cosa simples, pequeñas, vendrán a nosotros, saldrán a nuestro paso en el diario vivir y es entonces cuando tenemos que tener el ánimo presto, la voluntad decidida. El momento heroico de saltar de la cama, a su hora, para no llegar tarde y cumplir con nuestro deber; ese trabajo que tanto nos fastidia hacerlo con gusto, con amor; esa sonrisa al compañero, ese buscarle alguna virtud en vez de dejarnos llevar por la fácil pendiente de la crítica; ese saber escuchar; ese templar la voluntad no saboreando la golosina que nos ofrecen; ese saber esperar un rato más para saciar nuestra sed; esa valentía de no escudarnos en la mentira fácil; esa forma de estar siempre dispuestos a servir en vez de ser servidos; ese ofrecer cualquier contrariedad, incomodidad o dolor, para que estas cosas adquieran su verdadero valor y no se pierdan; esa paciencia ante las personas o cosas que quieren sacarnos de quicio; esa esperanza, esa fe, ese amor; ese toque de alegría en nuestra rutina; esa paz que tenazmente pretendemos poner o dejar en el corazón de los demás; esa conformidad para las cosas inevitables, aceptándolas, aprendiendo a decir en todos los momentos: "Hágase Tu Voluntad, Señor"

    No esperamos a ese "mañana" cuando todas las cosas estén en perfecto estado y a nuestro gusto.

    Empecemos hoy, ahora, en este mismo momento.

    Antes de que nos podamos dar cuenta se nos presentará la oportunidad de santificarnos en estas cosas tan nuestras de todos los días. En las cosas simples, en las cosas pequeñas, esas, que no nos dan más, esas son, las que harán que nuestra vida merezca ser vivida en todo lo que vale.

    Hay una y mil cosas que creemos que nos darán la felicidad pero no nos damos cuenta de que en cuanto logramos lo que deseábamos pasamos inmediatamente a anhelar otra cosa para ser felices. Y es que las cosas que nos llegan de afuera, del exterior, no nos satisfacen plenamente pues es en nuestro interior donde tenemos que experimentar el verdadero valor de cada cosa. Muchas veces las grandes victorias, los grandes triunfos, los grandes acontecimientos nos dejan más vacíos que una pequeña cosa, casi insignificante pero que vino a inundar nuestra alma de una sensación profunda de felicidad.

    Una caricia, una sonrisa, una frase amable, una mirada tierna, alguien que se paró a escucharnos, un beso, una palabra de aliento, una tarde soleada, una carta o mensaje de alguien que está lejos, el estreno de unos zapatos o de un vestido que fue un sacrificio comprar, un encuentro con alguien que hacía mucho tiempo que no veíamos, un perdón, una reconciliación, ver un capullo convertido en flor, mirar la lluvia que lava y moja las hojas de los árboles, el olor a tierra húmeda y barbechada, una puesta del sol, contemplar el mar y sus cambiantes olas, la caricia de la brisa al tardecer, una noche estrellada, sentir una mano pequeñita y confiada en la nuestra, saber que en nuestro hogar hay alguien que nos espera con amor, tener la fortuna de una sincera y buena amistad... en fin tantas y tantas cosas que no nos dan más, que no les damos el valor que tienen y que dejamos pasar sin darles importancia y que son ellas las que, sin hacerse notar, nos dan la felicidad.

    Esa felicidad sencilla y simple pero inmensamente grandiosa de las cosas pequeñas. Aprendamos a ser felices con ellas pues el que sabe aprisionarlas y gozarlas, bien puede decir que encontró la mágica fórmula para ser feliz. No las dejemos ir sin darles el valor que tienen.

    viernes, 25 de enero de 2013

    ORACIÓN PARA SANAR LA DEPRESIÓN

    Oracion para sanar la depresión.



    Señor siento el desierto en mi corazón, las cargas son muchas y ya no tengo fuerzas. Señor, infunde tu Santo Espíritu, sopla sobre mi y llevate esta depresión que me consume por dentro.

    Aleja de mi todo espíritu de tristeza, de angustia, de agobio, de cansancio. Aleja todo espíritu de soledad, de falta de constancia.

    Señor dame una señal  que me escuchas, Tu sabes Señor que te amo pero hay veces que me cuesta reconocerlo. Tengo un aguijón como Pablo clavado en mi corazón  que me hace débil.

    Pero se Señor que Tu me levantarás de mis debilidades, que Tu me sanarás, que alejarás todo tipo de espíritu que quiere enfermarme y hacerme alejar de ti.

    Dame la fortaleza de tu Santo Espíritu, ilumíname con Tu Palabra, hazme salir de esta prisión que me ahoga , que me asfixia.

    Señor bendíceme, saname. Señor, Tu que has sanado a los leprosos, a los paraliticos, a los ciegos, sáname, por eso yo te digo, Jesus hijo de David ten piedad de mi!

    Levántame de esta oscuridad, dame Tu Luz, dame tu misericordia, perdona mis pecados y los de mis ancestros. Libérame de toda depresión que pudieran haber tenido mis antepasados.

    Pasa sanando todo momento traumático de mi nacimiento. De mis primeros años de vida. Sana las etapas de mi vida. Enséñame a perdonar y a perdonarte.

    Llena mis espacios vacios de amor, con tu amor y tu misericordia. Llévate este aliento de muerte y hazme resucitar como a Lázaro. Quítame las vendas de la tristeza, llévatela, no la quiero.

    Dame el don de la alegría, dame el don de la fe. Llename con tu Espíritu y nada mas, Señor. Amen, amen.

    LOS TRIUNFADORES


    LOS TRIUNFADORES

    A veces los triunfadores no son aquellos a los que todo el mundo aplaude y reconoce. No son los que construyeron grandes obras, dejaron constancia de su liderazgo o viajaron, en primera clase.

    A veces los triunfadores no son los administradores geniales, ni los visionarios del futuro, o los grandes emprendedores. Por ello, tal vez no los reconoceríamos en medio de tanto pensador, filósofo o tecnólogo, que supuestamente conducen a este mundo por la senda del progreso.

    A veces el triunfador no es el negociador internacional, o el hacedor de empresas de clase mundial o el deslumbrante estadista que asiste a reuniones cumbre. No es el que se afana por exportar mucho, sino el que todavía se importa a sí mismo. Porque el triunfador puede ser también el que calladamente lucha por la justicia, aunque no sea un gran orador o un brillante diplomático.

    El triunfador puede ser igualmente el que venció la ambición desmedida y no fue seducido por la vanidad o el poder.

    Es triunfador el que no obstante que no viajó mucho al extranjero, con frecuencia hizo travesías hacia el interior de sí mismo para dimensionar las posibilidades de su corazón. Es el que quizás nunca alzó soberbio su mano en el podium de los vencedores, pero triunfó calladamente en su familia y con sus amigos y los cercanos a su alma.

    Es, quizá, el que nunca apareció en las páginas de los periódicos, pero sí en el diario de Dios; el que no recibió reconocimientos, pero siempre obtuvo el de los suyos; el que nunca escribió libros, pero sí cartas de amor a sus hijos y el que pensó en redimir a su país a través de la asfixiante aventura de su trabajo común y rutinario y aquel que prefirió la sombra, porque, finalmente, es tan importante como la luz.

    A veces el triunfador no es el que tiene una esplendorosa oficina, ni una secretaria ejecutiva, ni posee tres maestrías; no hace planeación estratégica ni elabora reportes o evalúa proyectos, pero su vida tiene un sentido, hace planes con su familia, tiene tiempo para sus hijos y encuentra fascinante disfrutar de la hermosa danza de la vida.

    A veces el triunfador no es el pasa a la historia, sino el que hace posible la historia; el que encuentra gratificante convencer y no sólo vencer y el que de una manera apacible y decidida lucha por hacer de este mundo un mejor lugar para vivir. Es el que sabe que aunque sólo vivirá una vez, si lo hace con maestría, con una vez le bastará.

    A veces el triunfador no tiene que ser el que construyó grandes andamiajes y estructuras administrativas, pero supo cómo construir un hogar; no es el que tiene un celular, pero platica con sus hijos, no tiene correo electrónico, pero conoce y saluda a sus vecinos, no ha ido al espacio exterior, pero es capaz de ir hacia su espacio interior y sin haber realizado grandes obras arquitectónicas, supo construirse a sí mismo y fue, como dice el poeta, el cómplice de su propio destino.

    A veces el triunfador suele ser Teresa de Calcuta, o Francisco de Asís o Nelson Mandela, o tal vez la enfermera callada, el obrero sencillo y el campesino olvidado, porque como personas triunfaron sobre la apatía o el desencanto y con su esfuerzo cotidiano establecieron la diferencia.

    A veces el triunfador puede ser el carpintero pobre de un lugar ignorado, o una mujer sencilla de pueblo o un niño humilde que nació en un pesebre, porque no había para él lugar en la posada…

    Autor: Rubén Núñez.

    LA BELLEZA DEL PERDÓN...


    Autor: P. Juan Carlos Ortega Rodríguez | Fuente: Catholic.net
    La belleza del perdón
    Considerarse indigno de la persona amada ayuda a valorar los dones que de ella se recibe.

     

    La belleza del perdón
    El Santo Padre Juan Pablo II nos recordaba cómo algunos cristianos han abandonado la práctica de este sacramento debido al profundo sentido de justicia que cultivan en su interior y que les lleva a "probar un sentimiento de indignidad ante la grandeza del don recibido. En realidad tienen razón en sentirse indignos" (Carta a los sacerdotes con motivo del Jueves Santo, 15 de marzo de 2001, n.6).

    Parecería que estas palabras son contradictorias. Por una parte afirma el Papa que es bueno sentirnos indignos; pero por otra parece que este sentimiento nos aparta de uno de los principales sacramentos.

    En realidad la contradicción dependerá no del sentido de indignidad, que todos debemos experimentar, sino del fundamento de la indignidad. Nos hará mal si se funda en la justicia, en cambio será una ayuda si lo basamos en el amor. Me explicaré.

    La sociedad actual ha desarrollado fuertemente el sentido de justicia. Hace unos meses comentaba con un amigo este hecho que, aunque positivo, no es suficiente para saciar al ser humano. Más aún, si  permanecemos en la sola justicia el hombre se empobrece pues su anhelo más profundo no se limita en ser justo sino que va más allá, deseando amar y ser amado.

    Uno de los síntomas de un matrimonio sano es cuando cada uno considera que recibe del otro más de lo que uno mismo merece, es decir, cuando uno se considera indigno de la persona amada. Cuando ambos se consideran indignos del otro es señal que su relación se basa en el amor y no en la justicia.

    En efecto, considerarse, en cierta medida, indigno de la persona amada ayuda a valorar los dones que de ella se recibe y ayuda a superar el sentido de culpabilidad por los propios errores.

    Si uno se considera indigno, valorará como algo gratuito y no merecido todo el cariño y entrega que de la persona amada recibe; en cambio, si uno se considera digno de tal amor, todos esos detalles serán recibidos como simple respuesta de justicia debida.

    De igual modo, uno acepta los propios errores de modo diverso dependiendo de si se vive en una actitud de amor o simplemente de justicia. Si la relación se basa en la justicia, nacerá un sentido de culpabilidad que no sanará incluso si la otra parte perdona, pues nunca se merece el perdón.

    Pero si la relación se basa en el amor, los fallos "lejos de deprimir el entusiasmo, le pondrá alas" (n. 9) para encontrar nuevos y mejores modos de manifestar el amor.

    Algo similar nos ocurre cuando consideramos nuestros pecados de cara a la constante fidelidad de Dios. Si mi relación con el Señor se basa en la justicia siempre me sentiré culpable e indigno y su amor de Dios, en vez de ayudarme, me abrumará e, incluso, no aceptaré su perdón pues no me lo

    merezco.


    Pero todo es diverso si mi relación con Él se funda en el amor.

    Cierto que probaremos, "como Pedro, el mismo sentimiento de indignidad ante la grandeza del don divino". Pero el amor será capaz de superar las consecuencias de mi indignidad. Llama la atención cómo Jesucristo no exige en primer lugar a Pedro que le pida perdón sino que se le ame: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas tú más que estos?" (Jn 21, 15) "Es sobre la base de este amor consciente de la propia fragilidad" que nacerá nuevamente la confianza y la entrega a la persona amada.

    Pedro, lleno de amor por el Maestro, y viéndose incapaz de obtener fruto, confía plenamente en su palabra. La pesca milagrosa es muy significativa. Cristo no pide a Pedro algo nuevo o diverso de lo que había realizado antes. Le pido lo mismo, lanzar las redes como hizo en la noche,pero en esta ocasión fiándose de su palabra. "Jesús pide un acto de confianza en su palabra" (n. 7).

    El cristiano que ama de verdad a Cristo, sabiéndose pecador e indigno, se acerca a la confesión. Sabe que por sí mismo no es capaz de cambiar, por eso se fía de Dios y de su perdón. Y regresa a su vida para lanzar nuevamente las redes con la seguridad de que la gracia alcanzada en la confesión iniciará a llenar sus redes de buenas obras. Cuando uno ama, el hecho de saberse indigno le impulsa a confiar en la persona amada, es decir, a fiarse plenamente de su amor.

    Pedro, porque ama al Señor, aunque se sienta indigno, no sólo confía en Él, sino que "se siente en la necesidad de testimoniar y de irradiar su amor". De igual modo, el cristiano que se sabe indigno pero ama, es impulsado por el amor a entregarse con más ahínco a la persona que ama para demostrarle que aquel error o fallo no expresa realmente lo que su corazón siente por Él.

    El cristiano es alguien que se sabe indigno de un Dios tan grande y por ello confía, ama y se entrega a Él.

    Quien se confiesa es aquella persona que, consciente de su pecado, desea escuchar del Señor las palabras: ´lanza otra vez tus redes, pero en esta ocasión confiando en mí´.


    Quien se confiesa es aquella persona que quiere decir a Dios: te amo, por eso, no tengas en cuanta mis pecados sino la fe y el amor de mi corazón.

    jueves, 24 de enero de 2013

    DIEZ CONSEJOS PARA VIVIR EN CRISTIANO


    Diez consejos para vivir en cristiano
     
    1. No presumas de "cristiano", vive como buen cristiano.
    Sé humilde. Reconoce que todos necesitamos el perdón
    y la misericordia. El tercer milenio del nacimiento de Cristo
    es una buena oportunidad para renovar
    nuestras actitudes cristianas.
    2. Agradece a Dios la fe que tienes.
    Dedica, cada día, unos minutos a hacer oración. Ten un plan
    de vida de piedad. Lee algún libro de formación cristiana.

    3. Valora el hecho de ser cristiano y católico.
    Alégrate de ser hijo de Dios y ciudadano del Cielo.
    Renueva tu fe, recita despacio el Credo, reza el Padrenuestro.
    4. Tomate en serio la misa del Domingo.
    Se dice que "primero es la obligación que la devoción";
    pues no olvides que nuestra primera obligación es con Dios.
    Vivirás como buen hijo de Dios unido a toda la familia cristiana.


    5. Confiesa tus pecados.
    Nadie es del todo bueno. Atiende la llamada de Dios
    que nos ofrece el perdón, la renovación interior, la alegría
    de la salvación. Ve a la Iglesia, confiesa tus pecados
    al sacerdote y recibe el gozo del perdón de parte
    de Cristo y del Dios salvador.
    6. Invoca a la Virgen para que te ayude a creer en Jesucristo
    con amor, con fidelidad, con fortaleza, con coherencia.
    Ella es madre y modelo de los discípulos, de la Iglesia entera.
    Jesús la preparó para que fuera la madre espiritual
    de todos sus hermanos. Acude a Ella con confianza de hijo.
    7. Vive más sobriamente.
    Confórmate con lo que tienes. Frena las ambiciones y los caprichos.
    Piensa en los que tienen menos que tú. Ayúdales con tu tiempo
    y con tu dinero. Con tu amor.
    8. Habla de Jesucristo a tus amigos, a tus vecinos,
    a tus compañeros de trabajo.
    Háblales de la bondad de Dios, de la esperanza de la salvación,
    de la posibilidad y la alegría de ser cada día un poco mejores
    amando a Dios y haciendo el bien. Sé apóstol.
    9. Cumple tus obligaciones de cada día.
    Con amor, con alegría, con el gozo de ayudar a vivir a los demás
    y de ir construyendo un mundo de fraternidad y de esperanza.
    10. Ama a todos.
    Defiende y protege la vida, desde la concepción hasta la muerte.
    Ponte a favor de cuantos necesitan nuestra ayuda. Da gracias
    a Dios por haberte llamado a colaborar con Él en la construcción
    de un mundo mejor.

    miércoles, 23 de enero de 2013

    ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO PARA OBTENER SALUD


    ORACIÓN AL ESPIRITU SANTO
    PARA OBTENER LA SALUD

    ¡Espíritu Santo divino, creador y renovador de todas las cosas, vida de mi vida! Te adoro, te doy gracias y te amo en unión de María Santísima. Tú que das la vida y vivificas todo el universo, consérvame en buena salud; líbrame de las enfermedades que la amenazan y de todos los males que la acosan.

    Con la ayuda de tu gracia, prometo usar siempre mis fuerzas para mayor gloria tuya, para el bien de mi alma y el servicio de mis hermanos.

    Te ruego también que ilumines con tus dones de ciencia y de inteligencia a los médicos y a todos los que cuidan a los enfermos, para que conozcan las verdaderas causas de las enfermedades que amenazan a la vida, y puedan descubrir y aplicar los remedios más eficaces para defenderla y sanarla.

    ¡Virgen Santísima, madre de la Vida y salud de los enfermos!, a ti confío esta mi humilde oración. Dígnate, Madre de Dios y madre nuestra, acompañarla con tu poderosa intercesión.

    Amén.

    PENSAMIENTO MARIANO 18


    Pensamiento Mariano

    A Jesús siempre se va y se "vuelve" por María. 


    San Josemaría Escrivá de Balaguer

    JESUCRISTO, CREO QUE ERES EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA


    Jesucristo, creo que eres el camino, la verdad y la vida. 

    Camino:

    Una senda que lleva al cielo. Tiene piedras y es estrecha pero Tú nos acompañas, y tu compañía transforma lo duro y amargo en suave y dulce. Es la diferencia de seguir un camino en solitario o en tu compañía. El cielo es cielo porque estás Tú y el infierno es infierno porque Tú no estás.
    Caminar sin tu compañía vuelve dura la vida. Muchos se hacen dura la existencia porque no quieren saber de Ti. Yo quiero caminar contigo porque Tú quieres acompañarme y porque Tú solo tienes palabras de vida eterna. 

    Verdad:
    Creo en Ti, Dios mío, porque eres la verdad misma. En un mundo de mentira, Tú eres el refugio y la brújula. En la dictadura del relativismo que equivale a viajar por un mar inestable, Tú eres la roca que resiste el embravecido oleaje.
    Necesito creer en algo, en Alguien que dé sentido y seguridad a mi existencia. Tú eres mi roca y rompeolas. Tú eres la verdad de mi vida, eres luz que ilumina mi senda, mi camino seguro. 

    Vida:
    Yo soy la vida, la vida del cuerpo y la vida del alma. Por lo tanto, Él ha dado y sigue dando la existencia a todos los seres, a mí también. Tú eres mi vida y yo soy parte de tu ida.
    Salí de Ti, en Ti existo y hacia Ti voy, Dios de mi vida. Mi Dios y mi todo: Mi Dios y mi vida. Sin Ti no existí y sin Ti no existiría ahora y sin Ti no existiré mañana.
    Vida de las almas, mantén siempre viva mi alma y ayúdame con tu gracia a resucitar las almas muertas de mis hermanos. La confesión es un sacramento de resurrección; debo ejercerlo con frecuencia y con amor. Decir a un alma: Tus pecados no existen ya y que sea cierto. Camino, Verdad y Vida de las almas, bendito seas hoy y por siempre.


    AQUEL ROSTRO ERA EL MIO


    Aquel rostro era el mío



            Entonces ellos (los condenados) responderán diciendo: Señor, cuándo te vimos hambriento o sediento, o peregrino, o enfermo, o en prisión y te socorrimos?... (Mateo, 25, 44-45)

            Este rostro, Señor, me ha vuelto loco todo el día.

            Es un reproche vivo, un largo grito que golpea mi paz, que me impide estar en armonía.

            Este rostro me recuerda: la miseria, el aire apestado, el humo, el alcohol, el hambre, el hospital, el sanatorio.

            Por momentos, al verlo me recuerda el trabajo aplastante, humillante, el paro, la crisis, la guerra.

            Y me muestra bailes embriagantes, canciones asquerosas, películas horribles, música lánguida, besos mentirosos y sucios.

            Este rostro tiene la rebelión, el alboroto, los gritos por la injusticia, los golpes, el odio.

            Llegan de todas partes, imágenes de hombres de mil rostros horrorosos con sus gordos dedos sucios, sus uñas rotas, sus alientos apestosos. Han acudido de todos los rincones del mundo, de todas partes.

            Vienen más!! Ahora, sus caras tienen egoísmo, orgullo, cobardía; avaricia sensualidad trampa.

            Estas miradas me incomodan. Me duelen. Son una queja dolorosa, un grito de rabia, pero también una llamada desgarradora, porque en el fondo, este rostro ridículo, gesticulante, tiene un destello, una llama, una trágica súplica; el infinito deseo de un alma que quisiera vivir más allá del pantano maloliente que pisan sus pies.

            Señor, este rostro me vuelve loco, me da miedo, me condena, porque YO HE TRABAJADO COMO TODOS PARA QUE FUERA ASI...o al menos he dejado que lo hicieran así, y ahora pienso que este rostro es el de un hermano, mío y tuyo.

            Oh Dios, cuánto mal le hemos hecho a este miembro de tu familia!!!

            Ahora, temo tu juicio, Señor.

            Tú harás desfilar ante mí todos los rostros de estos hombres...y especialmente los de mi barrio, los de mi puesto de trabajo...y yo leeré en sus caras: la arruga que yo he abierto, la boca que yo torcí, la mueca que esculpí, la mirada que manché, la que extinguí.

             Todos desfilarán ante mí, vendrán los conocidos y los desconocidos, los de mi tiempo y los de siglos pasados y todos cuantos vendrán a este taller del mundo, y yo estaré inmóvil, aterrado, en silencio.

            Será entonces cuando Tú me dirás: AQUEL ROSTRO ERA EL MIO.

            Señor, perdón por este rostro que hoy me ha condenado. Perdón por este rostro que se cruza en mi camino a todas horas, en todo momento. Perdón porque he cerrado los ojos, he dado vuelta la cara, hice que no veía... Gracias Señor, porque este rostro hoy me ha despertado.

    GRACIAS SEÑOR...



    Gracias Señor
    Autor: Adolfo Robleto

    Gracias, Señor, por el momento hermoso en que mi alma se lleno de gozo que hizo nacer la esperanza en mi.
     
    Gracias, Señor por tu voz tan quieta que se hace oír cuando el dolor aprieta, y es como ungüento de consuelo santo que neutraliza mi cruel quebranto.
     
    Gracias, Señor, por tu amistad contínua que me liberta de toda ruina. Dándome fuerza para seguir por el sendero del buen vivir.
     
    Gracias, Señor, porque eres bueno, porque cultivas en el terreno de mi existencia las frescas rosas de tus palabras dulces y hermosas.
     
    Gracias, Señor, porque alumbraste un día con luz de aurora en mi tarde umbría y ya no anduve por camino erróneo,pues fuiste tu mi compañero idóneo.
     
    Gracias, Señor, porque aprendí el secretode un pensar sabio y concreto,y ahora puedo confrontar la vidasin vacilar, con la frente erguida.
     
    Gracias, Señor, porque tú existes,para los pobres, para los tristes,para el humilde de corazón que arrepentido busca el perdón.
     
    En fin, Señor, gracias por todo lo que tú eres; y por el modo tan compasivo que hay en ti; Yo soy tu hijo, ven mora en mi.
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