viernes, 18 de enero de 2013

EL PERDON

Autor: Juan Carlos Ortega
Pocos son los que perdonan y no guardan rencor
Si descubres que guardas rencor a alguien, tienes ahora la oportunidad de perdonar.
 
Pocos  son los que perdonan y no guardan rencor

Disculpe que le haga una pregunta muy personal: ¿va a Misa los domingos, reza con relativa frecuencia y se confiesa de vez en cuando? Supongo que sí. Ahora trate de responder las siguientes preguntas con sinceridad: ¿asiste a Misa como un deber o lo considera el momento más importante y hermoso de la semana?, ¿es su oración una repetición de rezos o un encuentro personal y lleno de amor con el Señor?, ¿busca la confesión con frecuencia o más bien la retrasa?

De verdad, le ruego que me perdone estas preguntas. Espero que ya las haya contestado. Me ha parecido necesario hacerlas porque el Santo Padre ha afirmado que "en el mundo contemporáneo, junto a generosos testimonios del Evangelio, no faltan bautizados que asumen una actitud de sorda resistencia y a veces también de abierta rebelión. Son situaciones en la que la experiencia de la oración es vivida de un modo superficial, sin que la palabra de Dios incida en la propia existencia. El mismo sacramento de la Penitencia es considerado por muchos insignificante y la celebración eucarística dominical solamente un deber que se debe cumplir" .

Sí, no ha leído mal. Cumplir con el deber de ir a Misa, confesarse con desgana, rezar de modo rutinario no es suficiente, más aún es considerado como reticencia y rebelión. Palabras fuertes que son necesarias explicar.

En el Evangelio, el hijo pródigo nos recuerda la necesidad de salir de nuestro pecado y acercarnos nuevamente a Dios. No sé si usted, querido lector, sea un pecador empedernido. No lo creo, pues si lo fuera no leería este artículo. Quizás se identifique más con el hermano mayor, con aquel buen muchacho fiel y cumplidor de las normas que imperaban la casa del padre, aunque no siempre compartía sus decisiones. En concreto, no estaba de acuerdo en perdonar al hijo que había malgastado el patrimonio familiar.

Sea que en nuestra vida exista el pecado que sólo Dios y uno mismo conocemos o sea que nos comportemos externamente como buenos cristianos, necesitamos imitar a estos hijos y pedir perdón al Señor. El Papa nos recuerda que "mediante el sacramento de la reconciliación, el Padre nos concede en Cristo su perdón" pues "Dios no tiene en cuenta el mal ante al arrepentimiento" . Es bueno confesarse, si no lo ha hecho, todavía está a tiempo.

Pero Jesucristo va más allá. Nos invita a ser perfectos como nuestro Padre celestial. Por lo tanto, no es suficiente con ser un hijo que pide perdón, debemos ser como el Padre que perdona. El Papa reconoce que "no es fácil convertirse al perdón y a la reconciliación. Ya es problemático reconciliarse cuando el origen de todo ha existido la propia culpa. Pero si la culpa es del otro, reconciliarse puede ser visto incluso como una humillación irracional" .

Debemos estar atentos pues con frecuencia asumimos en este punto una actitud de sorda resistencia. "Existen cristianos - dice el Santo Padre - que intentan vaciar de significado palabras como: amad a vuestros enemigos, haced el bien a aquellos que os odian".

Las palabras de Cristo son claras y en cambio, ¡son tan pocos los que perdonan y no guardan rencor! Sin embargo, ¡qué gusto encontrar ejemplos de perdón, almas que no son capaces de odiar a pesar del mal que reciben!

Cierto que se requiere denunciar el mal para renovar la sociedad, pero la denuncia será muy peligrosa y engañosa si en los corazones de quienes la realizan hay odio y rencor. "El perdón - afirma el Papa – aparece cada vez más como una dimensión necesaria para una auténtica renovación social. Sólo aceptar y conceder el perdón hace posible una nueva calidad de relaciones entre los hombres".

Tengamos en cuenta que perdonar no es algo opcional para el bautizado ni algo reservado para un grupo especial de cristianos. "La caridad no tiene cuenta del mal recibido. Con esta expresión de la primera carta a los Corintios, el apóstol Pablo recuerda que el perdón es una de las expresiones más elevadas del ejercicio de la caridad".

No nos hagamos sordos ni rebeldes ante estas palabras del Santo Padre. Vivamos la caridad con todas sus consecuencias, también con la exigencia del perdón. Si descubres que guardas rencor a alguien, tienes ahora la oportunidad de perdonar. Este es el momento. Verás que te "ayudará a vivir de un modo más alegre y generoso la caridad de Cristo".

IMAGENES CON MENSAJES...












BENDITO SEA DIOS




 
Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo verdadero …Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendito sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la Incomparable Madre de Dios la Santísima Virgen María.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José su casto esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
 
Oremos:
Oh Dios, que en este sacramento admirable
nos dejaste el memorial de Tú pasión;
Te pedimos nos concedas venerar de tal modo
los sagrados misterios de Tu Cuerpo y de Tu Sangre,
que experimentemos constantemente en nosotros
el fruto de Tu redención.
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
Amen.
Bendito Sea Dios, en el Santísimo Sacramento del Altar

A TRAVÉS DE LA EUCARISTÍA...


A través de la Eucaristía 
se nos da la ocasión de fundirnos en Dios.


La Eucaristía es una manifestación del amor que se vive en la eternidad entre el Padre, el Hijo y el Espíritu. Así se aman Ellos, así se comulgan Ellos, se juntan, se funden, y así como Ellos viven fundidos, me dan a mí la ocasión de fundirme con Ellos a través de la Eucaristía. Y esta fusión hace que ponga en contacto el cielo con la tierra, y al dejar pasar por mí el cielo, produzca una vida, un calambre, un chasquido, y enriquezca mi tribu, mi tienda.



Sierva de Dios Teresa Mª de Jesús Ortega, op
Eucaristía, banquete de amores y sacramento de unidad

AYÚDAME, SEÑOR...

 
 
MONITOAZUL1.gif picture by amandavivina 
Ayúdame, Señor.
A ocuparme, razonablemente
en aquello que sea para tu gloria,
para el beneficio de los míos y de mí mismo.
A disfrutar el presente, sin estar tan pendiente
de lo que pueda ocurrir mañana.
A, mirar hacia el futuro,
aportando las semillas
que siembro hoy en el camino.

Ayúdame, Señor.
A sentir tú mirada en aquello que veo.
A palpar tus manos en mis pequeñas
obras de cada día.
A escuchar tu Palabra en las mías,
pobres, torpes y atropelladas.

Ayúdame, Señor.
A vivir comprometido pero sin ansiedad.
A caminar ligero, pero sin prisas.
A trabajar con empeño, pero sin nervios.
A soñar con un futuro mejor,
sin olvidar que puedo superar el presente.

Ayúdame, Señor.
A confiar en tu mano providente.
A no tener miedo al mañana que me aguarda.
Contigo, Señor, me basta.
Amén.

P. Javier Leoz.

 MONITOAZUL1.gif picture by amandavivina


 

jueves, 17 de enero de 2013

VISITA A JESÚS EUCARISTÍA


CURACIÓN DE UN LEPROSO - EVANGELIO DE HOY

Autor: Miguel Ángel Andrés Ugalde | Fuente: Catholic.net
Curación de un leproso
Marcos 1, 40-45. Tiempo Ordinario. Pongamos con sinceridad nuestra vida en manos de Dios con sus méritos y flaquezas.
 
Curación de un leproso
Del santo Evangelio según san Marcos 1, 40-45


Se le acerca un leproso suplicándole y, puesto de rodillas, le dice: «Si quieres, puedes limpiarme». Compadecido de él, extendió su mano, le tocó y le dijo: «Quiero; queda limpio». Y al instante, le desapareció la lepra y quedó limpio. Le despidió al instante prohibiéndole severamente: «Mira, no digas nada a nadie, sino vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés para que les sirva de testimonio». Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ninguna ciudad, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a él de todas partes.

Oración introductoria

Señor, si Tú quieres esta meditación puede hacer la diferencia en mi día, y en mi vida. Vengo ante Ti como el leproso, necesito de tu gracia. Tócame y sáname de todas mis iniquidades, de mi egoísmo, de mi soberbia, de mi vanidad, de mi indiferencia.

Petición

Ayúdame, Jesús, a vivir tu Evangelio al convertirme en un apóstol fiel y esforzado de tu Reino.

Meditación del Papa

Un maravilloso comentario existencial a este Evangelio es la famosa experiencia de san Francisco de Asís, que lo resume al principio de su Testamento: "El Señor me dio de esta manera a mí, hermano Francisco, el comenzar a hacer penitencia: cuando estaba en el pecado, me parecía algo demasiado amargo ver a los leprosos. Y el Señor mismo me condujo entre ellos, y practiqué la misericordia con ellos. Y al apartarme de los mismos, aquello que me parecía amargo, se me convirtió en dulzura del alma y del cuerpo; y después me quedé un poco, y salí del mundo". En los leprosos, que Francisco encontró cuando todavía estaba "en el pecado" --como él dice--, Jesús estaba presente, y cuando Francisco se acercó a uno de ellos, y, venciendo la repugnancia que sentía lo abrazó, Jesús lo sanó de su lepra, es decir de su orgullo, y lo convirtió al amor de Dios. ¡Esta es la victoria de Cristo, que es nuestra sanación profunda y nuestra resurrección a una vida nueva!» (Benedicto XVI, 12 de febrero de 2012).

Reflexión

El leproso del evangelio de hoy nos presenta una realidad muy cercana a nosotros: la pobreza de nuestra condición humana. Nosotros la experimentamos y nos la topamos a diario: las asperezas de nuestro carácter que dificultan nuestras relaciones con los demás; la dificultad y la inconstancia en la oración; la debilidad de nuestra voluntad, que aun teniendo buenos propósitos se ve abatida por el egoísmo, la sensualidad, la soberbia ... Triste condición si estuviéramos destinados a vivir bajo el yugo de nuestra miseria humana. Sin embargo, el caso del leproso nos muestra otra realidad que sobrepasa la frontera de nuestras limitaciones humanas: Cristo.

El leproso es consciente de su limitación y sufre por ella, como nosotros con las nuestras, pero al aparecer Cristo se soluciona todo. Cristo conoce su situación y no se siente ajeno a ella, más aún se enternece, como lo hace la mejor de las madres. Quizá nosotros mismos lo hemos visto de cerca. Cuando una madre tiene a su hijo enfermo es cuando más cuidados le brinda, pasa más tiempo con él, le ofrece más cariño, se desvela por él, etc. Así ocurre con Cristo. Y este evangelio nos lo demuestra; el leproso no es despreciado ni se va defraudado, sino que recibe de Cristo lo que necesita y se va feliz, compartiendo a los demás lo que el amor de Dios tiene preparado para sus hijos. Pongamos con sinceridad nuestra vida en manos de Dios con sus méritos y flaquezas para arrancar de su bondad las gracias que necesitamos.

Propósito

Rezar durante el día una jaculatoria que me ayude a transformar mi orgullo en amor. Puede ser: Jesús, haz mi corazón semejante al tuyo.

Diálogo con Cristo

Gracias, Jesús, por apiadarte de mis dolencias y darme la posibilidad de experimentar tu cercanía en esta meditación. Creo en tu misericordia y humildemente te pido me ayudes a saber reconocer todas mis infidelidades y a poner medios concretos para superarlas. Además confío en que sabré, como el leproso, divulgar tu Buena Nueva de salvación en mi entorno familiar y social, porque lo que más deseo para este 2013, es que muchos otros experimenten tu amor.

HAGAMOS LIMPIEZA EN EL CORAZÓN


 Hagamos Limpieza en el Corazón

           Un día me sorprendí rompiendo papeles viejos, y sacudiendo cajones, hurgando en mi pasado y echando a la basura lo que en algún momento guardé y ahora lo tiro.

        Mis cajones llenos de notas, papelitos, pilas viejas, agendas caducadas y mil cosas que en otro momento atesoré, para que el día de hoy los tire a la basura.

        Guardamos compulsivamente, por si en algún momento lo necesitamos, y al pasar los años nos damos cuenta que vivimos rodeados de cosas sin utilidad, recuerdos vanos, aferrándonos a ellos por si algún día los vamos a ocupar.

        Un boleto del metro, que fácilmente tiene 15 años, y la verdad yo no me subo al metro desde hace como 10, la garantía de una grabadora que ya no existe, el manual de un televisor que le regalé a mi madre hace mas de 10 años, notas de supermercado, vouchers, tarjetas de felicitación, y la invitación a una boda de gente que ni conozco, llaveros, etc...

        Tire tantas cosas que llene dos cajas grandes, que se fueron directo a la basura, por fin, el orden, y el espacio suficiente para cosas nuevas que algún día serán parte de mi pasado, y que probablemente nunca las llegue a ocupar y al cabo de unos años, volveré a tirar.

        Me doy cuenta que en mi corazón también he atesorado sentimientos que nunca pienso ocupar, como el resentimiento, el celo, la ambición desmedida, el egoísmo, y que ahora me encuentro echando a la basura junto con ese par de cajas con recuerdos, quedando mas espacio para la compasión, la paciencia, el, amor y el perdón.

        Teniendo orden en la casa, y orden en mis sentimientos, siempre queda mas espacio para llenarlo con lo mejor de nosotros, para llenarlo de amistad y la comprensión, que en el camino de la vida, nos servirán mas que cualquier tesoro.

        Es importante tener en orden todo, primero un gran lugar para DIOS, después, otro para la familia y los amigos, todo con sus prioridades.

        Pero es muy importante mantener una vacante, siempre limpia y disponible en todo momento porque nunca sabremos cuando la vamos a necesitar, en algún momento, o en algún lugar, tal vez alguien requiera de ese espacio en nuestro corazón, para encontrar alivio a sus penas, y reconfortarse en un corazón amigo, con la confianza de que quien lo escucha sabrá comprenderlo, para compartir sus penas y alegrías.

        Bien, hoy es un buen día para limpiar los cajones y poner nuestras cosas en orden, empezando por nuestro corazón.

EL AMOR ES PERDON...

El amor es perdón

        Para quien ha amado,
        para todo aquel que haya sido amado,
        recuerda que el amor soporta todo,
        el amor es servicial, el amor no es egoísta
        el amor viene de Dios y sobretodo
        que el amor es PERDÓN.

        No es solamente un sentimiento
        o un recuerdo grabado en tu memoria,
        es el saber que eres amado por tu creador.
        e igualmente fuiste para hecho para amar, pues tu
        Dios ES el amor.

        Si sientes tristeza por un amor que se fue,
        si te sientes mal por algo que no funcionó,
        si piensas que este día pudo ser mejor,
        recuerda que Dios creó la amistad y el amor,
        y que no las puedes practicar sin El.

        En este día perdona, ama, expresa,
        ríe sin importar si eres correspondido o no
        y no dejes en tu corazón lo que
        sientes. Solamente si haces todo
        lo anterior podrás decir que has amado.

ESTAMPAS CON ORACIONES A JESÚS EUCARISTÍA






REZANDO EL PADRE NUESTRO FRENTE A LA EUCARISTÍA


Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net
Rezando el Padre Nuestro frente a la Eucaristía
Te pido mi Jesús, que cada vez que rece la oración que tú me enseñaste, lo haga despacio, con calma, con amor.


Rezando el Padre Nuestro frente a la Eucaristía
Estoy frente a ti, Señor, en esta mañana de cielo azul y sol resplandeciente. Me dispongo a rezar, después de saludarte y empiezo:


"Padre Nuestro... me detengo y llega hasta mi como un relámpago la escena en que tú, Jesús, les decías a aquel grupo de hombres que habías escogido, que te seguían y que te veían orar.

Te preguntaron cómo debían orar y tú dijiste:

Vosotros, pues, orad así: Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden y no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. (Mt 6, 9-13)

Y añadiste: Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes. (Mt 6, 9-15)

Me detengo unos momentos para pensar lo que estoy diciendo, ya que generalmente esa oración es una rutina en mi vida.

Su comienzo es toda una maravilla de grandeza, de fuerza, de ternura... y revelada por ti, Señor, porque sino ¿quién se atrevería a llamar PADRE, al Omnipotente, al Creador del cielo y de la tierra, a la Divinidad, al Todopoderoso, al que dijo: "Yo Soy El que Soy"? Pues bien, Jesús, tú que eres su Hijo, dijiste que es así como le podemos llamar, con plena confianza, con respeto pero con mucho amor: Padre

También nos dices que hay que santificar ese NOMBRE, que debemos darle todo el respeto y la gloria de que es merecedor y después añades una petición: Que venga tu Reino, ese Reino por el que Tú te hiciste hombre y es el que viniste a anunciar y que fue el causante de tu muerte y nos sigues pidiendo que recordemos que es también nuestra misión el anunciarlo.

Y lo que sigue, ¡qué bien lo sabes tú, Jesús! Cada día, en todos los rincones de la Tierra hay alguien que te dice, aún con lágrimas en los ojos y el corazón roto de dolor, ¡hágase tu Voluntad! ¡Qué difícil, cómo cuesta dejar todo en tus manos y aceptar tu Voluntad!

Y sigue otra petición: Nuestro pan Señor que no nos falte. ¡Que todos tus hijos, sin distinción de razas y credos, tengan el alimento de cada día, ya que a ti te preocupaba y apenaban aquellos hombres que te seguían y no tenían que comer y que tenían hambre... y lleno de piedad hiciste uno de los milagros más hermosos. Ahora nos toca a nosotros luchar porque llegue el día en que no exista el hambre en esta Tierra.
Y lo más importante, que nunca nos falte TU Pan, la Eucaristía, que siempre podamos recibirla, que aumentes nuestra fe para amar cada día más Tu presencia en ese pequeño pedacito de Pan donde quieres quedarte con nosotros para siempre.

Y luego, la petición de la humildad pidiendo perdón de nuestras ofensas, pero ese perdón, lleva una condición. ¡Ay, Jesús, esa condición, tú lo sabes porque conoces nuestro corazón, cómo nos cuesta! Mira que le ponemos al Padre, el ejemplo de que nos perdone "cómo nosotros perdonamos" y nosotros somos los que siempre decimos: "¡yo eso no lo voy a perdonar, no puedo, me han hecho demasiado daño o es una persona que no la soporto, me cae muy mal y no la voy a perdonar!" o "yo perdono pero... no olvido". ¡Ay, Jesús!, tú que sabes y recuerdas que diste hasta la última gota de tu preciosa sangre para que fuésemos perdonados y sabes también que esa es la condición del amor por nuestros semejantes. Perdonar y olvidar, porque así es el perdón que Dios, nuestro Padre, nos da. Y nosotros sabemos muy bien cómo es nuestro perdón...

Ya voy a terminar la oración más hermosa que nos pudiste enseñar, pidiendo: Que no nos dejes caer en la tentación, qué seamos fuertes para no rendirnos a los mil sortilegios y engaños del enemigo de ese Dios que tanto nos ama y ¡líbranos del mal! Si, líbranos de ese mal y de tantos males para que no echen raíces en nuestro corazón, y nos puedan alejar de nuestro Padre Dios.

Bendita, como ninguna, la oración del Padre Nuestro, que siendo tan hermosa la decimos todos los días pero tan rutinariamente que no le podemos dar todo el maravilloso sentido y poder que ella encierra.

Te pido mi Jesús, que cada vez que rece la oración que tú me enseñaste, lo haga despacio, con calma, con amor, sabiendo que la dirijo a mi Padre Bueno que me escucha y me ama.

Gracias por estar presente en la Eucaristía... gracias por Tu Pan de cada día.





  • Preguntas o comentarios al autor
  • Ma. Esther de Ariño

    martes, 15 de enero de 2013

    DIOS TE ESCUCHA CUANDO REZAS

    Autor: P. Juan Antonio Ruiz J., L.C. | Fuente: la-oracion.com
    Cuando rezas...¿Dios te escucha?
    Debo llegar a mi oración abierto a que Dios me diga aquello que Él quiere decirme... y no predispuesto a querer escuchar sólo lo que a mí me interesa.
    Cuando rezas...¿Dios te escucha?

    Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.

    Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.

    Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.

    Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.

    Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.

    Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.

    Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.

    Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.

    Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.

    Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,

    ser comprendido, cuanto comprender,

    ser amado, cuanto amar.

    Porque es dándose como se recibe,

    es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,

    es perdonando, como se es perdonado,

    es muriendo como se resucita a la vida eterna».
    (San Francisco de Asís)


    Me sucedió hace tiempo, en Sevilla (España). Estaba yo sentado en la sala de la casa de una familia a la que acababa de conocer, pero con la que se había creado ya una bonita amistad. Los sevillanos tienen esa gracia que te contagia desde el primer momento: ese comerse las eses al final de cada frase, las ganas de fiesta, la sonrisa siempre a flor de piel, la devoción a María. ¡Personas estupendas!

    Pero volvamos a esa sala, en donde tomábamos el café después de una comida. En un momento dado, uno de los adolescentes me lanzó un reto, así a bocajarro, de la manera típica de los jóvenes de su edad: A que no es capaz de demostrarnos ahora que, cuando reza, Dios le escucha. Sonreí. Pero, ¿cómo me va a decir a mí que Dios no me escucha, si llevo más de 20 años rezando todos los días? Y cuando iba a empezar la respuesta... no pude responder. Me quedé helado. ¿Dios me escucha? ¿De verdad está al otro lado?

    No fue una crisis de fe, pero sí una búsqueda de replantearme lo que ya creía. Y empecé a limar, a ahondar en mi interior: ¿por qué oro, cuáles son mis motivos, qué llena mi corazón en cada oración?

    Y fue cuando me topé con esta bellísima oración de San Francisco de Asís; o por lo menos, se le atribuye a él. Concretamente, en el canto de una misa ahí en Sevilla. Escuchar cada palabra me abrió un horizonte nuevo en mi oración y me ayudó a responderle a ese adolescente: la respuesta al "demuéstrame que Dios me responde" está en la vivencia de tu propia vida. Me explico.

    Vi hace poco un video en el que un grupo de jóvenes se reunió una noche para una fiesta. En un momento dado, alguien sacó una pintura fosforescente y roció a todos con ella. El resultado fue increíble: apagaron las luces y todo eran colores que iluminaban el ámbito en donde estaban.

    Algo así debe suceder con nuestra oración. En cada momento de diálogo con Dios, nos sumergimos en Él y debemos llenarnos de Él. De este contacto nuestro actuar debe salir brillante, de tal manera que ilumine el mundo de oscuridad y pecado que nos rodea. Debemos ser, así, instrumentos de Dios: de paz, de amor, de unión, de perdón, de fe.

    Eso sí, para eso, debo llegar a mi oración con gran pureza de intención, abierto a que Dios me diga aquello que Él quiere decirme... y no predispuesto a querer escuchar sólo lo que a mí me interesa. Porque, como bien decía San Francisco, es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo, es perdonando, como se es perdonado, es muriendo como se resucita a la vida eterna.

    A que no es capaz de demostrarnos ahora que cuando reza Dios le escucha. Sí, soy capaz de hacerlo. Porque puedo ver el resultado en aquellos que me rodean y en mi propia vida. No siempre lo logro, pero por lo menos lo intento. Después de todo, y como decía otro santo, «haz lo que puedas, Dios no te pide más» (San Agustín). Y será en este intentar ser mejor cada día, en este zambullirme en Dios en cada oración, que puedo alumbrar más el mundo que me rodea. Tal y como, aún hoy, lo sigue haciendo ese enamorado de Dios llamado Francisco de Asís.






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    Esperamos tus comentarios, participa. Comparte tu sed y tu experiencia de Dios con apertura y humildad, para ayudarnos entre todos en un clima de amistad.



    Este artículo se puede reproducir sin fines comerciales y citando siempre la fuente www.la-oracion

    domingo, 13 de enero de 2013

    PENSAMIENTO MARIANO 17


    PENSAMIENTO MARIANO


    Las madres de la tierra no abandonan nunca a sus hijos. Del mismo modo María, que ama tanto a sus hijos durante la vida, con cuánta ternura, con cuánta bondad acudirá a protegerlos en sus últimos instantes, cuando mayor es la necesidad.


    San Juan Bosco

    BAUTISMO DEL SEÑOR - EL EVANGELIO DE HOY

    Autor: Javier Caballero | Fuente: Catholic.net
    Bautismo del Señor
    Lucas 3, 15-16.21-22. Bautismo del Señor. Seamos apóstoles y portadores del mensaje redentor.
     
    Bautismo del Señor
    Del santo Evangelio según san Lucas 3, 15-16. 21-22


    En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego. En un bautismo general Jesús también se bautizó. Y mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.

    Oración introductoria

    Jesús, al igual que Juan, reconozco que no soy digno de tanto amor y tantas gracias con las que colmas mi vida. Permite que esta oración me lleve a conocerte de modo más profundo. Quiero esperar en Ti y amarte con más constancia en mi vida.

    Petición

    Jesús, dame el gran don de saber apreciar el don de mi bautismo para permanecer siempre en estado de gracia.

    Meditación del Papa

    La aparición del Bautista llevaba consigo algo totalmente nuevo. El bautismo al que invita se distingue de las acostumbradas abluciones religiosas. No es repetible y debe ser la consumación concreta de un cambio que determina de modo nuevo y para siempre toda la vida. Está vinculado a un llamamiento ardiente a una nueva forma de pensar y actuar, está vinculado sobre todo al anuncio del juicio de Dios y al anuncio de alguien más Grande que ha de venir después de Juan. El cuarto Evangelio nos dice que el Bautista "no conocía" a ese más Grande a quien quería preparar el camino. Pero sabe que ha sido enviado para preparar el camino a ese misterioso Otro, sabe que toda su misión está orientada a Él. En los cuatro Evangelios se describe esa misión con un pasaje de Isaías: "Una voz clama en el desierto: ¡Preparad el camino al Señor! ¡Allanadle los caminos!". Marcos añade una frase compuesta de Malaquías 3, 1 y Éxodo 23, 20 que, en otro contexto, encontramos también en Mateo y en Lucas: "Yo envío a mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino". Todos estos textos del Antiguo Testamento hablan de la intervención salvadora de Dios, que sale de lo inescrutable para juzgar y salvar; a Él hay que abrirle la puerta, prepararle el camino. (Ratzinger Joseph, Benedicto XVI, Jesús de Nazaret, primer parte, p. 14).

    Reflexión

    Uno de los momentos más importantes de la vida de todo cristiano es el bautismo. A diferencia de otros momentos, nos acordamos muy poco de él. No sólo porque, cuando nos bautizaron y nos "mojaron" la cabeza, no teníamos uso de razón, sino también porque no siempre lo valoramos en su justa medida.

    El Evangelio de hoy nos presenta el bautismo de Jesús. Él, que era Dios, que no tenía ningún pecado, acudió a Juan, el Bautista, para ser bautizado. ¡Qué sorpresa para el Bautista ver que el mismo Dios se inclinaba ante él para recibir este sacramento! Con este gesto, Jesús nos demuestra la grandeza de este misterio y nos da una lección más de humildad.

    En efecto, por el bautismo nos hacemos hijos de Dios. Somos curados del pecado original. Gracias a este sacramento se nos abren las puertas del cielo y comenzamos a ganar méritos en la gran competición que es la vida. Dios nos da su gracia. A nosotros nos corresponde hacerla fecunda, hacerla crecer día tras día. ¿Hasta dónde? «Y descendió el Espíritu Santo en forma corporal, como una paloma, sobre Él, y se dejó oír del cielo una voz: "Tú eres mi Hijo amado, en Ti me complazco". Hemos de lograr que el Padre también exclame de cada uno de nosotros: "Éste es mi hijo amado... en él me complazco..." Y todo ello porque tratamos de agradarle en todo, correspondiendo a ese don tan maravilloso que nos vino por el bautismo, el don del Espíritu Santo.

    Que todos aquellos con los que convivimos descubran en nosotros esa paloma invisible que se traduce en santidad y en donación hacia nuestros hermanos los hombres. Una vez que Cristo se hizo bautizar, comenzó de lleno su misión apostólica. Seamos apóstoles y portadores del mensaje redentor y salvífico de Cristo a un mundo que, a veces, parece caminar a ciegas.

    Propósito

    Que el evento más importante del día sea la participación en la Eucaristía, sugiriendo a la familia dar gracias por el don del bautismo, puerta de nuestra fe.

    Diálogo con Cristo

    Gracias, Señor, por hacerme hijo tuyo. Gracias por hacerme miembro de tu Iglesia. No dejes que olvide que mis privilegios como bautizado me deben llevar a corresponderte, porque toda mi existencia tiene como objetivo llevar a plenitud la vida de gracia que recibí en el Bautismo. El Bautismo no sólo me hace hijo de Dios y me une a Jesucristo en la Iglesia, sino que me lanza como testigo y apóstol de tu Reino.

    BUSCO UN CORAZÓN...


            Busco un corazón...


            Busco un corazón,
            pero no un corazón cualquiera.
            Tiene que ser uno compatible
            con la dureza de los tiempos en los que vivimos,
            para poder soportar las pruebas...

            Busco un corazón fuerte,
            pero lo suficientemente blando
            como para percibir el dolor de la gente
            y sensibilizarme ante ellos...

            Busco un corazón
            con un ritmo que sea ligero
            pero controlado al mismo tiempo,
            para que me ayude a tener paciencia
            ante las cosas que me parecen injustas,
            pero que yo no puedo cambiar...

            Busco un corazón estable;
            que me dé la seguridad que necesito
            para enfrentar mi destino
            y saber que todo tiene su lugar
            y su tiempo;
            que nada ocurre por casualidad...

            Busco un corazón
            que simplemente ame,
            porque el Amor
            es la Clave de todo:
            del principio y del fin,
            de parar o seguir,
            de vivir o morir...

            Busco un corazón especial...
            ¿Acaso lo tienes tú?

    INVOCA SIEMPRE A JESÚS ...

    Invoca siempre a Jesús
    No pierdas tu equilibrio interior.

    Por grande que sea la tempestad en que te encuentres, no pierdas tu equilibrio.

    Todas las tempestades pasan.

    Cuando las recibimos con tranquilidad, no nos hacen ningún mal.

    Jesús dormía dentro de la barca.....

    Cuando los discípulos, agitados, lo llamaron, todo quedó en calma.

    Haz lo mismo. Recurre al Maestro divino, para calmar las tempestades cuando lleguen

    CANONIZACIÓN DE JUAN PABLO II


    Juan Pablo II, canonización inminente

    El momento esperado por los millones de fieles de todo el mundo que ya en 2005 coreaban la santidad del papa Juan Pablo II es inminente. Será proclamado santo en 2014, o aun durante este año.

    Lo afirmó el cardenal Giovanni Battista Re, un de los mas estrechos colaboradores del papa Wojtyla, su sustituto de Asuntos Generales en la Secretaría de Estado durante su pontificado.

    El prefecto emérito de la Congregación de los Obispos dio esta noticia en el marco de la presentación “El papa y el poeta”, escrito por el vaticanista Mimmo Muolo, evento que se presenta esta noche en el Auditorium de la Conciliación de Roma.

    “Si no es este año será el próximo”, indicó el purpurado, explicando que, “como ha realizado más de un milagro, seguramente hay al menos uno válido para su canonización”.

    Falta solamente el reconocimiento de uno de estos milagros por los médicos de la Congregación de la Causa de los Santos, para que el pontífice polaco sea elevado a los altares.

    “Los tiempos pueden ser muy breves”, aseguró el cardenal, que precisó haber tenido las informaciones hace algunos meses, cuando “en mérito a las curaciones científicamente inexplicables”, atribuibles a la intercesión del papa, la Congregación vaticana estaba estudiando unos tres o cuatro “para evaluar el más sólido y poder conformarse mejor a los criterios de juicio·.

    “Las curaciones –dijo-- son evaluadas por una junta de siete médicos, miembros de un organismo científico interno, más bien severo, que tienen la tarea de examinar cada detalles. Son tan rígidos y meticulosos que por ejemplo, prefieren no pronunciarse si una enfermedad fue curada con terapias que en casos similares se mostraron efectivas”.

    “Los siete médicos de la junta tienen que estar de acuerdo en que se trata de un hecho inexplicable desde el punto de vista humano y científico”. Es justamente el equipo médico quien decide si se trata de un milagro o menos, afirmó Re.

    Una vez obtenido el placet, debe decidir la Comisión de los cardenales y obispos, que juzga ”solamente si el milagro fue obtenido por la intercesión” del candidato a la gloria de los altares. Después se necesita la aprobación definitiva del papa, y entonces “se puede proceder enseguida definiendo la fecha y el período más adecuado” dijo.

    Traducido y adaptado de la edición italiana de ZENIT por H. Sergio Mora
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