jueves, 1 de agosto de 2019

ORACIONES PARA HOY JUEVES EUCARÍSTICO, MI VISITA A JESÚS SACRAMENTADO


MI VISITA A
JESÚS SACRAMENTADO



Actos de adoración:
Vengo, Jesús mío, a visitarte.

Te adoro en el sacramento de tu amor.

Te adoro en todos los Sagrarios del mundo.

Te adoro, sobre todo, en donde estás más abandonado y eres más ofendido.

Te ofrezco todos los actos de adoración que has recibido desde la institución de este Sacramento y recibirás hasta el fin de los siglos.

Te ofrezco principalmente las adoraciones de tu Santa Madre, de San Juan, tu discípulo amado, y de las almas más enamoradas de la Eucaristía.

Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.

Ángel de mi Guarda, ve y visita en mi nombre todos los Sagrarios del mundo.

Di a Jesús cosas que yo no sé decirle, y pídele su bendición para mí.




Actos de fe:
Creo, Jesús mío, que eres el Hijo de Dios vivo que has venido a salvarnos.

Creo que estás presente en el augusto Sacramento del Altar.

Creo que estás, por mi amor, en el Sagrario noche y día.

Creo que has de permanecer con nosotros hasta que se acabe el mundo.

Creo que bendices a los que te visitan, y que atiendes los ruegos de tus adoradores.

Creo que eres el viático de los moribundos que te aman para llevarlos al cielo.

Creo en Ti, y creo por los que no creen. (Comunión espiritual).



Actos de esperanza:
Espero en Ti, Jesús mío, porque eres mi Dios y me has creado para el cielo.

Espero en Ti, porque eres mi Padre. Todo lo he recibido de tu bondad. Sólo lo malo es mío.

Espero en Ti, porque eres mi Redentor.

Espero en Ti, porque eres mi Hermano y me has comunicado tu filiación divina.

Espero en Ti, porque eres mi Abogado que me defiendes ante el Padre.

Espero en Ti, porque eres mi Intercesor constante en la Eucaristía.

Espero en Ti, porque has conquistado el cielo con tu Pasión y muerte.

Espero en Ti, porque reparas mis deudas.

Espero en Ti, porque eres el verdadero Tesoro de las almas.

Espero en Ti, porque eres tan bueno que me mandas que confíe en Ti bajo pena de condenación eterna.

Espero en Ti, porque siempre me atiendes, y me consuelas, y nunca has defraudado mi esperanza.

¡Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío!



Actos de caridad:
Te amo, Jesús mío, y te amo con todas las veras y como a nadie.

Porque Tú me has amado infinitamente.

Porque Tú me has amado desde la eternidad.

Porque Tú has muerto para salvarme.

Porque Tú no has podido amar más.

Porque Tú me has hecho participante de tu divinidad y quieres que lo sea de tu gloria.

Porque Tú te entregas del todo a mi en la Comunión.

Porque Tú me das en manjar tu Cuerpo y en bebida tu Sangre.

Porque Tú estás siempre por mi amor en la Santa Eucaristía.

Porque Tú me recibes siempre en audiencia sin hacerme esperar.

Porque Tú eres mi mayor Amigo.

Porque Tú me llenas de tus dones.

Porque Tú me tratas siempre muy bien, a pesar de mis pecados e ingratitudes.

Porque Tú me has enseñado que Dios es Padre que me ama mucho.

Porque Tú me has dado por Madre a tu misma Madre.

¡Dulce Corazón de Jesús, haz que te ame cada día más y más!

Dulce Corazón de Jesús, sé mi amor.

Te amo por los que no te aman.

Te amo por los que nunca piensan en Ti.

Te amo por los que no te visitan.

Te amo por los que te ofenden e injurian.

¡Que pena por esto!

Te amo y te digo con aquel tu siervo:
¡Oh Jesús, yo me entrego a Ti para unirme al amor eterno, inmenso e infinito que tienes a tu Padre celestial! ¡Oh Padre adorable! Te ofrezco el amor eterno, inmenso e infinito de tu amado Hijo Jesús, como mío que es. Te amo cuando tu Hijo te ama. (S. Juan Eudes).



Actos de contrición:
¡Jesús mío, misericordia!

Jesús mío; te pido perdón por los muchos pecados que he cometido durante mi vida.

Por los de mi niñez y adolescencia.

Por los de mi juventud.

Por los de mi edad adulta.

Por los que conozco y no conozco.

Por lo mucho que te he disgustado con ellos.

Por lo mal que me he portado contigo.

Siento mucho haberte ofendido.

¡Perdóname, perdóname, perdóname!

Perdóname según tu gran misericordia.

Perdóname por lo ingrato que he sido para Ti.

Perdóname y no quieras ya acordarte de mis pecados.

Perdóname y limpia mi alma de toda basura e infidelidad.

Perdóname y ten misericordia de este pobre pecador.

Perdóname, porque estoy muy arrepentido.

Perdóname, que quiero ser bueno en adelante con tu divina gracia.

Perdóname y aparta tu rostro de mis ingratitudes.

Perdóname, que me causan mucho miedo mis pecados.

Perdóname, porque me reconozco pecador y reo.

Perdóname, porque no obstante Tú sabes que te quiero mucho.

Jesús, sé para mí Jesús.

Madre mía, intercede por mí ante tu divino Hijo Jesús.

¡Dulce Corazón de María, sé mi salvación!



Actos de gratitud:
Oh Jesús, te doy rendidas gracias por los beneficios que me has dado.

Yo no sabré nunca contarlos sino en el cielo, y allí te los agradeceré eternamente.

Padre Celestial, te los agradezco por tu Santísimo Hijo Jesús.

Espíritu Santo que me inspiráis estos sentimientos, a Ti sea dado todo honor y toda gloria.

Jesús mío, te doy gracias sobre todo por haberme redimido.

Por haberme hecho cristiano mediante el Bautismo, cuyas promesas renuevo.

Por haberme dado por Madre a tu misma Madre.

Por haberme dado un grande amor a tan tierna Madre.

Por haberme dado por Protector a San José, tu Padre adoptivo.
Por haberme dado al Ángel de mi Guarda.

Por haberme conservado hasta ahora la vida para hacer penitencia.

Por tener estos deseos de amarte y de vivir y morir en tu gracia.



Actos de súplica:

Te ruego, Jesús mío, que no me dejes, porque me perderé.

Que persevere siempre en tu amor.

Que estés siempre conmigo, sobre todo cuando esté en peligro de pecar, y en la hora de mi muerte.

Que no permitas que jamás me aparte de Ti.

Que sepa padecer con resignación por Ti.

Que no me preocupe sino de amarte.

Que ame también a mis prójimos.

Que ame mucho a los pecadores.

Que ame mucho a los pobres y a los enfermos.

Que ame mucho a las almas del Purgatorio. Que saque muchas almas del Purgatorio con mis obras, que te las ofrezco a este fin.

Que ampares a tu Iglesia.

Al romano Pontífice, tu Vicario visible en la tierra.

A los Prelados y a los Sacerdotes.

A los Religiosos y Religiosas.

A los que mandan en tu nombre.

A los que gobiernan nuestra nación.

A nuestra querida patria.

A mis amados parientes y allegados.

Que pagues a mis bienhechores.

Que favorezcas a los que ruegan por mí.

Que bendigas a los que me miren con indiferencia y no me quieran.

Que trabaje mucho por Ti hasta la muerte.

Que me concedas una muerte santa.

Que diga al morir: ¡Jesús, Jesús, Jesús!

Que me lleves al cielo cuando muera.

Amén.



ORACIÓN FINAL
Jesús mío, échame tu bendición antes de salir, y que el recuerdo de esta visita, que acabo de hacerte, persevere en mi memoria y me anime amarte más y más. Haz que cuando vuelva a visitarte, vuelva más santo. Aquí te dejo mi corazón para que te adore constantemente y lo hagas más agradable a tus divinos ojos.

Adiós, adiós, Jesús mío.

QUIEN PIDE... RECIBE


Quien pide recibe




Jesús oraba muchas veces. Los buenos israelitas solían hacerlo tres veces al día. Por eso no era extraño para los apóstoles ver a Jesús que se ponía a orar. Lo que les impactaba no era el hecho de orar, sino la manera de orar: el darse cuenta que Jesús hablaba verdaderamente con otra persona, que era su Padre, y quizá muchas veces le escucharían las palabras tiernas que dirigía a su Padre celestial. Por eso una vez que terminó su oración, le dijeron: “Señor, enséñanos a orar”. Un motivo, por lo que se lo dijeron, era porque Juan Bautista había enseñado a orar a sus propios discípulos.

Jesús, como respuesta, les enseñó el Padrenuestro. Es muy posible que no fuese una oración en concreto enseñada una sola vez, sino que en diferentes momentos les fue enseñando cómo hablar con Dios y los deseos y peticiones más importantes. De esas enseñanzas, que solían ser parecidas, san Mateo nos presenta el “padrenuestro”, como lo conocemos, y san Lucas lo presenta un poquito más abreviado.

Lo primero que enseña Jesús es a llamar “Padre” a Dios. Con ello nos acercaba mucho más a la divinidad y nos mostraba lo principal de Dios, que es su amor. Si Dios es nuestro Padre (o Madre), tenemos que querer que así sea conocido por muchos. Ese es nuestro primer deseo, que es parecido al segundo: Que reine sobre nosotros. Quiere decir que se extienda más su reino de amor: que todos nos comportemos como hermanos y vivamos en la alegría de cumplir sus mandatos, pues es lo que nos dará la verdadera felicidad. Después pedimos lo necesario para nuestra vida. Hay que tener en cuenta que Jesús nos enseñó a pedir en comunidad, aunque uno rece solo. Por eso este alimento lo pedimos para todos, especialmente para los más necesitados. Luego le pedimos el perdón, que está supeditado a que lo tengamos entre nosotros. Y, como somos débiles, le pedimos no tener tantos peligros para caer en el mal.

Jesús nos dice que pidamos, porque Dios escucha nuestra oración. Sin embargo todos tenemos experiencias de muchas oraciones que creemos no han sido atendidas. Jesús nos dice que Dios atiende todas nuestras plegarias, porque está con nosotros, nos escucha y quiere nuestro bien. Lo malo es que a veces somos nosotros los que no sabemos lo que nos conviene y oramos mal. La oración, si la consideramos como unión con Dios, siempre es provechosa y puede ser constante, aunque ocupemos el tiempo en diversos menesteres. Pero cuando hablamos de la oración como petición, suele haber dos extremos defectuosos. Hay quienes piensan que no se debe orar sino trabajar más. Algunos sin fe piensan que la oración es pura fantasía o tienen una idea de Dios falsa, como si fuese un tirano. Para otros en cambio, que se pasan de vagos o perezosos, la oración debe llenar todo, de modo que Dios les solucione todos los problemas materiales. Otra cosa son los religiosos de vida contemplativa, que trabajan de verdad mucho...  La realidad es que ni Dios lo quiere hacer todo por sí mismo, ni nosotros podemos hacerlo todo por nosotros mismos. Es difícil el equilibrio.

Hoy Jesús nos enseña que muchas veces debemos acudir a Dios. Y nos cuenta una parábola para decirnos que debemos acudir a Dios con mucha confianza y muchas veces también con perseverancia. Nos cuenta lo que le sucede a uno que tiene una visita inesperada a media noche y debe cumplir con la ley de la hospitalidad. Va donde un amigo y no deja de pedir hasta que este amigo se levanta y le da lo que necesita. Y Jesús termina haciendo esta reflexión: Si este amigo termina dándole lo necesario, ¿Cómo no nos va a dar nuestro Padre celestial espíritu santo? Así dicen muchos autores que aquí se debe poner “espíritu santo” con minúscula, porque significa todo lo que es bueno para nuestra salvación, que es lo más importante para nosotros.

Algunas veces pediremos cosas necesarias materiales; pero lo importante es pedir lo más conveniente para nuestra salvación, que Dios sabe mejor que nosotros. De nuestra parte debemos poner mucha confianza y total entrega al amor de Dios Padre.


Padre Silverio Velasco

SÓLO ESCUCHA AL OPTIMISTA


Sólo escucha al optimista



Ser optimista es cultivar una visión serena de la vida que nos lleve a descubrir todo lo que hay de bueno, alegre y gratificante en medio de espinas y carencias. No pierdas el sentido de la proporción y más bien destaca todo lo positivo, porque son muchos los especializados en detectar todo lo sombrío y difícil de nuestro diario caminar.

No escuches a los mediocres que te dicen: ¡No se puede! No escuches a los cobardes que te dicen: ¡No te arriesgues! No escuches a los ociosos que te dicen: ¡No trabajes! Ni escuches al fracasado que te dice: ¡No lo intentes! Sólo escucha al optimista que te dice: ¡Avanza, tú puedes! Sólo escucha a los valientes que te dicen: ¡No te rindas! Escucha al inteligente que te invita a usar la mente. Escucha a los entusiastas que te animan. Escucha a los que conocen el camino de la victoria. Encontrarás el tesoro más grande que hay en la vida: la libertad verdadera. Eres un ser total, sin fronteras, sin límites... ¡Creado a imagen y semejanza de Dos!

“Los entusiastas son los triunfadores. Ellos tienen fortaleza, tienen tenacidad. El entusiasmo es la base de todo progreso. Con él se consigue crear. Sin él, todo son excusas”. El entusiasta tiene una gran confianza en Dios, que es también sana confianza en sí mismo, en los demás y en la vida. Sentimiento poderoso que disipa los fantasmas nefastos de los temores.



* Enviado por el P. Natalio

VATICANO ANUNCIA APERTURA DE SEMINARIO EN CHINA PARA EVANGELIZAR ASIA


Vaticano anuncia apertura de seminario en China para evangelizar Asia
Redacción ACI Prensa
Crédito: Daniel Ibáñez / ACI



La Congregación para la Evangelización de los Pueblos (Propaganda Fide) del Vaticano instituyó oficialmente el Seminario Redemptoris Mater para la evangelización en Asia, con sede en Macao, región autónoma de China continental, y confió su dirección al Camino Neocatecumenal.

El seminario o colegio fue instituido con un decreto firmado por el Cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación, el pasado 29 de junio tras una audiencia con el Papa Francisco.

El seminario abrirá en septiembre y sus primeros alumnos serán estudiantes de varios países del mundo.

Este nuevo seminario es “fruto de la creatividad apostólica que mira a la evangelización de ese continente y expresa el deseo de descentralización de la Congregación de Propaganda Fide”, dijo el Cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, en una entrevista concedida a la agencia vaticana Fides.

El Purpurado explicó que aunque el colegio estará en Macao, no dependerá del Obispo local, Mons. Stephen Lee Bun Sang, quien consultó con sus sacerdotes antes de confirmar la disponibilidad de la diócesis para acoger el nuevo seminario.

El nuevo colegio dependerá directamente de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

Los sacerdotes que se formarán en el colegio serán diocesanos. Al respecto el Cardenal explicó que “no pertenecen a una fraternidad apostólica ni a un instituto religioso y al final de su viaje de formación, serán incardinados en las diversas diócesis de destino según las necesidades y peticiones de los obispos asiáticos”.

Esta iniciativa busca responder al llamado de San Juan Pablo II y del Papa Francisco para evangelizar Asia, contando con la colaboración del Camino Neocatecumenal que “ofreció su disponibilidad y puso a disposición de la Congregación de Propaganda Fide, que tiene la responsabilidad legal directa del Colegio, su larga experiencia en la formación de futuros sacerdotes para la misión en Asia”.

El Cardenal Filoni explicó que se eligió Macao como sede del nuevo seminario porque esta ciudad “ha representado históricamente la ‘puerta’ o el ‘puente’ para la misión de la Iglesia en Oriente. En los siglos pasados ha sido centro cultural y religioso como territorio gobernado por la corona portuguesa”.

“Misioneros extraordinarios como Matteo Ricci, Alessandro Valignano, Francisco Javier y muchos otros evangelizadores han pasado por esta ‘puerta’ para entrar en la misión en Asia. En 1576, recién erigida, la diócesis de Macao se extendió, al menos en papel y durante cierto tiempo, a China, Japón, el actual Vietnam y el archipiélago malayo, como se llamaba entonces”, explicó.


“Confiamos este trabajo a las manos de María, Madre del Redentor, y de San José, Custodio de la Sagrada Familia de Nazaret. Y pedimos la intercesión de los santos y mártires que dieron sus vidas por la propagación del Evangelio en Asia”, concluyó.

Macao es una de las dos regiones administrativas especiales que, junto con las 22 provincias, cinco regiones autónomas y cuatro municipios, conforman la República Popular China.

Macao fue administrada por el Imperio portugués y sus estados herederos desde mediados del siglo XVI hasta finales de 1999, cuando su soberanía se transfirió a China.

El nuevo seminario en Macao abrirá sus puertas un año después de la firma del Acuerdo provisional entre China y el Vaticano para el nombramiento de obispos; y en medio de las presiones de la Asociación Patriótica Católica China, dominada por el Partido Comunista, que asedia a los fieles católicos que quieren mantener su fidelidad a Roma.

INTENCIONES DE ORACIÓN AGOSTO 2019: EL PAPA FRANCISCO PIDE REZAR POR LAS FAMILIAS



VIDEO#08 intenciones de oración 2019: El Papa Francisco pide rezar por las familias
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa



Este jueves 1 fue publicado el octavo video con las intenciones de oración del Papa Francisco para el 2019, en el que pide rezar durante este mes de agosto por las familias para que sean “laboratorios de humanización”.

“Recemos para que las familias, gracias a una vida de oración y a una vida de amor, se vuelvan cada vez más laboratorios de humanización”, pide Francisco en el video elaborado por la Red Mundial de Oración del Papa (antes conocida como “Apostolado de la Oración”).

En esta línea, el Pontífice eligió para agosto 2019 una intención de oración “por la evangelización”. En el video, el Santo Padre pregunta: “¿Qué mundo queremos dejar para el futuro?” y anima a dejar un mundo “con familias”.


“Cuidemos las familias porque son verdaderas escuelas del mañana, son espacios de libertad, son centros de humanidad”, alentó el Papa quien invitó a reservar “un lugar destacado en ellas para la oración, personal y comunitaria”.

Por su parte, la Red Mundial de Oración del Papa destacó en un comunicado que el Santo Padre “apunta a rezar y a cuidar a las familias” que son las “verdaderas escuelas del mañana”.

Por ello, el ex Apostolado de la Oración señaló en una nota oficial que el Papa envía este mensaje como “una llamada para que las familias se vuelquen al diálogo, al compartir y a vivir experiencias juntos, a aprender a acogerse y perdonarse, ya que son ellas las que constituyen el primer lugar donde el ser humano aprende a amar”.

“Al mismo tiempo, sus palabras advierten sobre el peligro que representa un ‘individualismo exasperado que desvirtúa los vínculos familiares y acaba por considerar a cada componente de la familia como una isla’, con riesgos de que esto conlleve a crear dinámicas de intolerancia y agresividad”, advirtió la Red Mundial de Oración del Papa.

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY JUEVES 1 DE AGOSTO DE 2019


Lecturas de hoy Jueves de la 17ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, jueves, 1 de agosto de 2019


Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (40,16-21.34-38):

En aquellos días, Moisés hizo todo ajustándose a lo que el Señor le había mandado. El día uno del mes primero del segundo año fue construido el santuario. Moisés construyó el santuario, colocó las basas, puso los tablones con sus trancas y plantó las columnas; montó la tienda sobre el santuario y puso la cubierta sobre la tienda; como el Señor se lo había ordenado a Moisés. Colocó el documento de la alianza en el arca, sujetó al arca los varales y la cubrió con la placa. Después la metió en el santuario y colocó la cortina de modo que tapase el arca de la alianza; como el Señor se lo había ordenado a Moisés. Entonces la nube cubrió la tienda del encuentro, y la gloria del Señor llenó el santuario. Moisés no pudo entrar en la tienda del encuentro, porque la nube se había posado sobre ella, y la gloria del Señor llenaba el santuario. Cuando la nube se alzaba del santuario, los israelitas levantaban el campamento, en todas las etapas. Pero, cuando la nube no se alzaba, los israelitas esperaban hasta que se alzase. De día la nube del Señor se posaba sobre el santuario, y de noche el fuego, en todas sus etapas, a la vista de toda la casa de Israel.

Palabra de Dios
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Salmo
Sal 83,3.4.5-6a.8a.11 

R/. ¡Qué deseables son tus moradas, 
Señor de los ejércitos!

Mi alma se consume 
y anhela los atrios del Señor, 
mi corazón y mi carne 
retozan por el Dios vivo. R/.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa; 
la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: 
tus altares, Señor de los ejércitos, 
Rey mío y Dios mío. R/.

Dichosos los que viven en tu casa, 
alabándote siempre. 
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza; 
caminan de baluarte en baluarte. R/.

Vale más un día en tus atrios 
que mil en mi casa, 
y prefiero el umbral de la casa de Dios 
a vivir con los malvados. R/.

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Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,47-53):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?»
Ellos les contestaron: «Sí.»
Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»
Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.

Palabra del Señor

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Comentario al Evangelio de hoy jueves, 1 de agosto de 2019
CR


Queridos amigos:

Juzgar es, en muchas ocasiones, separar por medio de la negación: “Tomás no es músico” equivale a “Tomás no pertenece al conjunto de los músicos”. Pues bien, como recordábamos el martes, el juicio le corresponde solo a Dios. El evangelista lo presenta como tarea de los ángeles, que son a modo de delegados de Dios, y cuya mención es a veces una forma de aludir a Él a la vez que se omite por respeto su nombre. Solo Él sabe quién pertenece al “conjunto” de los suyos y quién no. Y –como ya indicábamos anteayer– hay que dejar que Él, al final de la historia, lleve a cabo ese juicio que es cometido suyo, y solo suyo; o que, en la parábola del juicio de las naciones, es obra del Hijo del hombre, que separa las ovejas de las cabras.

Nosotros, ahora, a la luz del evangelio, separemos las buenas opciones y las malas, ejercicio para el que podemos pedir el don del discernimiento; a la hora de actuar según lo discernido, pidamos amor y energía para llevar a cabo las buenas opciones; en todo, pidamos confianza para esperar que el Señor nos acoja en su amor recreador. Y oremos, en fin, con Ignacio de Loyola: «No permitas que nos separemos de ti. En la hora de nuestra muerte, llámanos, y mándanos ir a ti, para que con tus santos te alabemos. Amén».

FELIZ JUEVES!!




miércoles, 31 de julio de 2019

COMPRENDER Y ACEPTAR


Comprender y aceptar



Respetar las opiniones del otro es una de las mayores virtudes que un ser humano puede tener. Las personas son diferentes, por lo tanto piensan y actúan en forma distinta. No juzgues, tan sólo comprende. Alguien escribió con acierto: "Comprender es una palabra viva y la carne de esa palabra es amor”.  Reflexiona, pues, con amor y comprenderás mejor a los demás.

Un niño que sufría por las riñas y conflictos diarios de sus padres, preguntó un día a su papá cómo comenzaban las guerras. El papá, pacientemente, se sentó y empezó a explicarle: 
—Imaginemos que México se enoja con Guatemala... La mamá, que oía la charla, le interrumpió bruscamente: —Pero México y Guatemala no están enojados. El papá: —Lo sé, pero es un caso hipotético. La mamá: —Pero así confundes al niño. El papá: —¡No, mujer, no! La mamá —:¡Sí hombre, sí, no me contradigas! El niño: —Papá. ¡Ya entendí cómo comienza una guerra!

Las buenas relaciones humanas en el hogar y fuera del hogar necesitan un clima de aceptación mutua, de comprensión y compasión, y en especial de paciencia. Es una faceta del amor. San Pablo en el magnífico himno al amor en 1ª Corintios 13, dice que “el amor es paciente”. La paciencia es difícil. Pide ayuda al Señor y ejercítate todos los días. 



* Enviado por el P. Natalio

LAS MANOS DEL ABUELO


Las manos del abuelo



El abuelo, con noventa y tantos años, sentado débilmente en la banca del patio. No se movía, solo estaba sentado cabizbajo mirando sus manos. Cuando me senté a su lado no se dio por enterado y cuanto más tiempo pasaba, me pregunté si estaba bien. Finalmente, no queriendo realmente estorbarle sino verificar que estuviese bien, le pregunté cómo se sentía.

Levantó su cabeza, me miró y sonrió. "Sí, estoy bien, gracias por preguntar", dijo en una fuerte y clara voz.
"No quise molestarte, abuelo, pero estabas sentado aquí simplemente mirando tus manos y quise estar seguro de que estuvieses bien", le expliqué.
"¿Te has mirado alguna vez tus manos?" preguntó. "Quiero decir, ¿realmente has mirado tus manos?"

Lentamente abrí mis manos y me quedé contemplándolas. Las volteé, palmas hacia arriba y luego hacia abajo. No, creo que realmente nunca las había observado mientras intentaba averiguar qué quería decirme. El abuelo sonrió y me contó esta historia:

"Detente y piensa por un momento en tus manos, cómo te han servido bien a través de los años. Estas manos, aunque arrugadas, secas y débiles han sido las herramientas que he usado toda mi vida para alcanzar, agarrar y abrazar la vida.

Ellas pusieron comida en mi boca y ropa en mi cuerpo. Cuando niño, mi madre me enseñó a plegarlas en oración. Ellas ataron los cordones de mis zapatos y me ayudaron a ponerme mis botas. Han estado sucias, raspadas y ásperas, hinchadas y dobladas. Se mostraron torpes cuando intenté sostener a mi recién nacido hijo. Decoradas con mi anillo de bodas, le mostraron al mundo que estaba casado y que amaba a alguien especial.

Ellas temblaron cuando enterré a mis padres y esposa y cuando caminé por el pasillo con mi hija en su boda. Han cubierto mi rostro, peinado mi cabello y lavado y limpiado el resto de mi cuerpo. Han estado pegajosas y húmedas, dobladas y quebradas, secas y cortadas. Y hasta el día de hoy, cuando casi nada más en mí sigue trabajando bien, estas manos me ayudan a levantarme y a sentarme, y se siguen plegando para orar.

Estas manos son la marca de dónde he estado y la rudeza de mi vida. Pero más importante aún, es que son ellas las que Dios tomará en las Suyas cuando me lleve a casa. Y con mis manos, Él me levantará para estar a Su lado y allí utilizaré estas manos para tocar el rostro de Cristo".

Nunca volveré a mirar mis manos de la misma manera. Pero recuerdo que Dios estiró las Suyas y tomó las de mi abuelo y se lo llevó a casa.

Cuando mis manos están heridas o dolidas, pienso en el abuelo. Sé que él ha recibido palmaditas y abrazos de las manos de Dios. Yo también quiero tocar el rostro de Dios y sentir Sus manos en el mío.

Nuestras manos son una genuina bendición... de hecho, basta imaginarnos el vernos privados de ellas o su uso para darnos cuenta de cuán importantes son.

Otra cosa que la historia de hoy me hizo pensar fue lo que hacemos con esas manos en cuanto a nuestras relaciones con los demás: ¿las usaremos para abrazar y expresar cariño y afecto o las esgrimiremos para exhibir ira y rechazo? Ojalá que el pensamiento de hoy nos ayude a escoger con sabiduría.

Que el Señor te bendiga, amigo lector. 

HOY ES LA FIESTA DE SAN IGNACIO DE LOYOLA, 31 DE JULO


San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús 
Redacción ACI Prensa




El 31 de julio es la fiesta de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, conocida como los jesuitas, orden que desempeñó un importante papel en la contrarreforma. El santo maestro de los discernimientos de espíritu es además patrono de los ejercicios espirituales, de los retiros y de los soldados.

El proceso de conversión de San Ignacio se inició al leer el libro “Vida de Cristo”, así como “Flos sanctórum”. Al reflexionar sobre estas lecturas y la vida de los santos se cuestionaba a sí mismo: "¿Y si yo hiciera lo mismo que San Francisco o que Santo Domingo?".

San Juan Pablo II señalaba que “Ignacio supo obedecer cuando, en pleno restablecimiento de sus heridas, la voz de Dios resonó con fuerza en su corazón. Fue sensible a la inspiración del Espíritu Santo".

"Ad Maiorem Dei Gloriam", que quiere decir en latín "Para mayor gloria de Dios" era el lema con que más se le identifica al santo, así como “Ruégale a Dios por todos los que como tú deseamos extender el Reino de Cristo, y hacer amar más a nuestro Divino Salvador”.

Una de las grandes obras dejadas por San Ignacio es el libro “Ejercicios espirituales”. El Papa Pío XI indicó en una oportunidad que el método ignaciano de oración "guía al hombre por el camino de la propia abnegación y del dominio de los malos hábitos a las más altas cumbres de la contemplación y el amor divino".

El Papa Francisco, el primer Pontífice jesuita en la historia de la Iglesia, al celebrar la fiesta de su fundador en el 2013 reflexionó y recordó a sus hermanos de la Compañía el lema que los identifica "Iesus Hominum Salvator", que los llama a tener siempre como centro a Cristo y a la Iglesia, a quienes deben servir.

San Ignacio falleció el 31 de julio de 1556. Paulo V lo beatificó en 1609 y fue canonizado por Gregorio XV en 1622. En la ciudad de Roma (Italia) se veneran los restos del santo en la Iglesia del Gesù.



Carrera Militar


Entró a la carrera militar, pero en 1521, a la edad de 30 años, siendo ya capitán, fue gravemente herido mientras defendía el Castillo de Pamplona. Al ser herido su jefe, la guarnición del castillo capituló ante el ejército francés. Los vencedores lo enviaron a su Castillo de Loyola a que fuera tratado de su herida. Le hicieron tres operaciones en la rodilla, dolorosísimas, y sin anestesia; pero no permitió que lo atasen ni que nadie lo sostuviera. Durante las operaciones no prorrumpió ni una queja. Los médicos se admiraban. Para que la pierna operada no le quedara más corta le amarraron unas pesas al pie y así estuvo por semanas con el pie en alto, soportando semejante peso. Sin embargo quedó cojo para toda la vida.

A pesar de esto Ignacio tuvo durante toda su vida un modo muy elegante y fino para tratar a toda clase de personas. Lo había aprendido en la Corte en su niñez.

Mientras estaba en convalecencia pidió que le llevaran novelas de caballería, llenas de narraciones inventadas e imaginarias. Pero su hermana le dijo que no tenía más libros que "La vida de Cristo" y el "Año Cristiano", o sea la historia del santo de cada día.

Y le sucedió un caso muy especial. Antes, mientras leía novelas y narraciones inventadas, en el momento sentía satisfacción pero después quedaba con un sentimiento horrible de tristeza y frustración . En cambio ahora al leer la vida de Cristo y las Vidas de los santos sentía una alegría inmensa que le duraba por días y días. Esto lo fue impresionando profundamente.

Y mientras leía las historias de los grandes santos pensaba: "¿Y por qué no tratar de imitarlos? Si ellos pudieron llegar a ese grado de espiritualidad, ¿por qué no lo voy a lograr yo? ¿Por qué no tratar de ser como San Francisco, Santo Domingo, etc.? Estos hombres estaban hechos del mismo barro que yo. ¿Por qué no esforzarme por llegar al grado que ellos alcanzaron?". Y después se iba a cumplir en él aquello que decía Jesús: "Dichosos los que tienen un gran deseo de ser santos, porque su deseo se cumplirá" (Mt. 5,6), y aquella sentencia de los psicólogos: "Cuidado con lo que deseas, porque lo conseguirás".



Su Conversión


Mientras se proponía seriamente convertirse, una noche se le apareció Nuestra Señora con su Hijo Santísimo. La visión lo consoló inmensamente. Desde entonces se propuso no dedicarse a servir a gobernantes de la tierra sino al Rey del cielo.

Apenas terminó su convalecencia se fue en peregrinación al famoso Santuario de la Virgen de Monserrat. Allí tomó el serio propósito de dedicarse a hacer penitencia por sus pecados. Cambió sus lujosos vestidos por los de un pordiosero, se consagró a la Virgen Santísima e hizo confesión general de toda su vida.

Y se fue a un pueblecito llamado Manresa, a 15 kilómetros de Monserrat a orar y hacer penitencia, allí estuvo un año. Cerca de Manresa había una cueva y en ella se encerraba a dedicarse a la oración y a la meditación. Allá se le ocurrió la idea de los Ejercicios Espirituales, que tanto bien iban a hacer a la humanidad.

Después de unos días en los cuales sentía mucho gozo y consuelo en la oración, empezó a sentir aburrimiento y cansancio por todo lo que fuera espiritual. A esta crisis de desgano la llaman los sabios "la noche oscura del alma". Es un estado dificultoso que cada uno tiene que pasar para que se convenza de que los consuelos que siente en la oración no se los merece, sino que son un regalo gratuito de Dios. Luego le llegó otra enfermedad espiritual muy fastidiosa: los escrúpulos. O sea el imaginarse que todo es pecado. Esto casi lo lleva a la desesperación.

Pero iba anotando lo que le sucedía y lo que sentía y estos datos le proporcionaron después mucha habilidad para poder dirigir espiritualmente a otros convertidos y según sus propias experiencias poderles enseñar el camino de la santidad. Allí orando en Manresa adquirió lo que se llama "Discreción de espíritus", que consiste en saber determinar qué es lo que le sucede a cada alma y cuáles son los consejos que más necesita, y saber distinguir lo bueno de lo malo. A un amigo suyo le decía después: "En una hora de oración en Manresa aprendí más a dirigir almas, que todo lo que hubiera podido aprender asistiendo a universidades".

En 1523 se fue en peregrinación a Jerusalén, pidiendo limosna por el camino. Todavía era muy impulsivo y un día casi ataca a espada a uno que hablaba mal de la religión. Por eso le aconsejaron que no se quedara en Tierra Santa donde había muchos enemigos del catolicismo. Después fue adquiriendo gran bondad y paciencia.


Sus estudios


A los 33 años empezó como estudiante de colegio en Barcelona, España. Sus compañeros de estudio eran mucho más jóvenes que él y se burlaban mucho. El toleraba todo con admirable paciencia. De todo lo que estudiaba tomaba pretexto para elevar su alma a Dios y adorarlo.

Después pasó a la Universidad de Alcalá. Vestía muy pobremente y vivía de limosna. Reunía niños para enseñarles religión; hacía reuniones de gente sencilla para tratar temas de espiritualidad, y convertía pecadores hablándoles amablemente de lo importante que es salvar el alma.

San Ignacio de Loyola fue acusado injustamente ante la autoridad religiosa y estuvo dos meses en la cárcel. Después lo declararon inocente, pero había gente que lo perseguía. El consideraba todos estos sufrimientos como un medio que Dios le proporcionaba para que fuera pagando sus pecados. Y exclamaba: "No hay en la ciudad tantas cárceles ni tantos tormentos como los que yo deseo sufrir por amor a Jesucristo".

Se fue a Paris a estudiar en su famosa Universidad de La Sorbona. Allá formó un grupo con seis compañeros que se han hecho famosos porque con ellos fundó la Compañía de Jesús. Ellos son: Pedro Fabro, Francisco Javier, Laínez, Salnerón, Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla. Recibieron doctorado en aquella universidad y daban muy buen ejemplo a todos.

Los siete hicieron votos o juramentos de ser puros, obedientes y pobres, el día 15 de Agosto de 1534, fiesta de la Asunción de María. Se comprometieron a estar siempre a las órdenes del Sumo Pontífice para que él los emplease en lo que mejor le pareciera para la gloria de Dios.

Se fueron a Roma y el Papa Pablo III les recibió muy bien y les dio permiso de ser ordenados sacerdotes. Ignacio, que se había cambiado por ese nombre su nombre antiguo de Íñigo, esperó un año desde el día de su ordenación hasta el día de la celebración de su primera misa, para prepararse lo mejor posible a celebrarla con todo fervor.

San Ignacio se dedicó en Roma a predicar Ejercicios Espirituales y a catequizar al pueblo. Sus compañeros se dedicaron a dictar clases en universidades y colegios y a dar conferencias espirituales a toda clase de personas. Se propusieron como principal oficio enseñar la religión a la gente.



Compañía de Jesús


En 1540 el Papa Pablo III aprobó su comunidad llamada "Compañía de Jesús" o "Jesuitas". El Superior General de la nueva comunidad fue San Ignacio hasta su muerte.

En Roma pasó todo el resto de su vida.

Era tanto el deseo que tenía de salvar almas que exclamaba: "Estaría dispuesto a perder todo lo que tengo, y hasta que se acabara mi comunidad, con tal de salvar el alma de un pecador".

Fundó casas de su congregación en España y Portugal. Envió a San Francisco Javier a evangelizar el Asia. De los jesuitas que envió a Inglaterra, 22 murieron martirizados por los protestantes. Sus dos grandes amigos Laínez y Salmerón fueron famosos sabios que dirigieron el Concilio de Trento. A San Pedro Canisio lo envió a Alemania y este santo llegó a ser el más célebre catequista de aquél país. Recibió como religioso jesuita a San Francisco de Borja que era rico político, gobernador, en España. San Ignacio escribió más de 6 mil cartas dando consejos espirituales.

El Colegio que San Ignacio fundó en Roma llegó a ser modelo en el cual se inspiraron muchísimos colegios más y ahora se ha convertido en la célebre Universidad Gregoriana. Los jesuitas fundados por San Ignacio llegaron a ser los más sabios adversarios de los protestantes y combatieron y detuvieron en todas partes al protestantismo. Les recomendaba que tuvieran mansedumbre y gran respeto hacia el adversario pero que se presentaran muy instruidos para combatirlos. El deseaba que el apóstol católico fuera muy instruido.

El libro más famoso de San Ignacio se titula: "Ejercicios Espirituales" y es lo mejor que se ha escrito acerca de cómo hacer bien los santos ejercicios. En todo el mundo es leído y practicado este maravilloso libro. Duró 15 años escribiéndolo.

Su lema era: "Todo para mayor gloria de Dios". Y a ello dirigía todas sus acciones, palabras y pensamientos: A que Dios fuera más conocido, más amado y mejor obedecido.

En los 15 años que San Ignacio dirigió a la Compañía de Jesús, esta pasó de siete socios a más de mil. A todos y cada uno trataba de formarlos muy bien espiritualmente.

Como casi cada año se enfermaba y después volvía a obtener la curación, cuando le vino la última enfermedad nadie se imaginó que se iba a morir, y murió súbitamente el 31 de julio de 1556 a la edad de 65 años.

En 1622 el Papa lo declaró Santo y después Pío XI lo declaró Patrono de los Ejercicios Espirituales en todo el mundo. Su comunidad de Jesuitas es la más numerosa en la Iglesia Católica.

9 DATOS SOBRE LA VIDA DE SAN IGNACIO DE LOYOLA


9 datos sobre la vida de San Ignacio de Loyola que debes conocer
Redacción ACI Prensa






El 31 de julio se celebra la festividad de San Ignacio de Loyola. Aquí te presentamos algunos de los datos que marcaron la vida de uno de los santos más famosos de la Iglesia, fundador de la Compañía de Jesús y creador de los ejercicios espirituales.

1. Fue un noble

Iñigo de Loyola (no tomaría el nombre de ‘Ignacio’ hasta después de sus estudios en París) venía de una familia noble y antigua del País Vasco.

De esa familia, un cronista escribiría más tarde: “Los Loyolas fueron una de las familias más desastrosas que nuestro país tuvo que soportar, una de esas familias vascas que portaba un escudo de armas sobre su puerta principal, para justificar mejor las fechorías que eran el tejido y el patrón de su vida”.

2. Fue libertino

La situación sociopolítica en el País Vasco feudal del siglo XVI, en la parte más occidental de los Pirineos, era sumamente violenta. Como algunos nobles de la época, Ignacio era conflictivo, violento y vivía una sexualidad irresponsable.

El soldado español convertido en místico puede ser el único santo con antecedentes policiales de peleas nocturnas (obviamente antes de su conversión).

3. Casi muere en batalla


En 1519, a los 28 años, Ignacio exigió que su pequeño grupo de soldados luchara contra una fuerza invencible de 12.000 tropas francesas en Pamplona, ​​España. Su valor (u obstinación) le valió una bala de cañón en las piernas, que destrozó una y dañó gravemente la otra.

Los valores de caballero que poseía eran tan elevados que dieron como resultado un largo período de convalecencia en la casa familiar Loyola. Este período cambió su vida, y el mundo, para siempre.

4. Se convirtió al catolicismo leyendo libros espirituales

Mientras convalecía leyó textos sobre la vida de Cristo y los santos y decidió imitarlos. Una noche se le apareció la Virgen María con su Hijo y desde entonces se propuso servir al Rey del Cielo.

Un dato curioso es que antes de la invención de marcadores, copió pasajes de la vida de Cristo y los de los santos: las palabras de Jesús fueron inscritas en rojo y las de su Santísima Madre en azul.

5. Su congregación iba a llamarse la “Compañía de María”

Después de su conversión la Virgen se le apareció hasta en treinta ocasiones. Fueron tantas que Ignacio quiso llamar a su nueva orden originalmente “la Compañía de María”.

Apenas terminó su convalecencia se fue en peregrinación al famoso Santuario de la Virgen de Monserrat. Allí tomó el serio propósito de dedicarse a hacer penitencia por sus pecados. Cambió sus lujosos vestidos por los de un pordiosero, se consagró a la Virgen Santísima e hizo confesión general de toda su vida.

6. Se convirtió en un mendigo

Ignacio pensó largamente sobre los “espíritus” en su vida: los espíritus que conducen a Dios y los espíritus nacidos del diablo. Esto lo estimuló a vivir de una manera que los historiadores han llamado su período de peregrinación.

Durante este tiempo, estaba resuelto a renunciar a los placeres mundanos. Se puso un sayal y zapatos con suela de cuerda.


7. Quiso convertir musulmanes

Al poco tiempo de completar los  ejercicios espirituales, Ignacio declaró: “¡Dios quiere que convierta a los musulmanes!”. Fue hasta Tierra Santa en 1523, donde predicaba en las calles enérgicamente y evangelizaba a todos los que podía.

A pesar del entusiasmo solo se quedó un año porque le enfurecía la presencia de los mahometanos. Regresó a España y estudió latín, lógica, física y teología. También evangelizaba a niños y organizaba reuniones.

8. Sus compañeros fueron llamados “Diablos”

Los primeros compañeros que tuvo en la Compañía de Jesús, fundada en 1540, fueron descritos como los Siete Diablos Españoles, no en ese momento, sino en el siglo XIX por un historiador inglés.

Los compañeros (en realidad eran seis y no todos eran españoles) se habían encontrado con Ignacio durante sus estudios en París y se reunieron en Roma para convertirse en el núcleo de la futura de la Compañía. En menos de un siglo, Ignacio y Francisco Xavier serían canonizados.

9. Cuando murió ya había miles de jesuitas

Ignacio vivió sus últimos años en una pequeña habitación en Roma. Desde allí gobernó la Compañía de Jesús y fue testigo de su crecimiento: de solo 6 jesuitas en 1541 pasaron a 10.000 en 1556, el año de su fallecimiento.

Los jesuitas se expandieron por toda Europa, India y Brasil durante esos años.

LECTURAS BÍBLICAS DE HOY MIÉRCOLES 31 DE JULIO DE 2019


Lecturas de hoy Miércoles de la 17ª semana del Tiempo Ordinario
Hoy, miércoles, 31 de julio de 2019



Primera lectura
Lectura del libro del Éxodo (34,29-35):

Cuando Moisés bajó del monte Sinaí con las dos tablas de la alianza en la mano, no sabía que tenía radiante la piel de la cara, de haber hablado con el Señor. Pero Aarón y todos los israelitas vieron a Moisés con la piel de la cara radiante y no se atrevieron a acercarse a él. Cuando Moisés los llamó, se acercaron Aarón y los jefes de la comunidad, y Moisés les habló. Después se acercaron todos los israelitas, y Moisés les comunicó las órdenes que el Señor le había dado en el monte Sinaí. Y, cuando terminó de hablar con ellos, se echó un velo por la cara. Cuando entraba a la presencia del Señor para hablar con él, se quitaba el velo hasta la salida. Cuando salía, comunicaba a los israelitas lo que le habían mandado. Los israelitas veían la piel de su cara radiante, y Moisés se volvía a echar el velo por la cara, hasta que volvía a hablar con Dios.

Palabra de Dios


Salmo
Sal 98

R/. Santo eres, Señor, Dios nuestro

Ensalzad al Señor, Dios nuestro,
postraos ante el estrado de sus pies:
Él es santo. R/.

Moisés y Aarón con sus sacerdotes,
Samuel con los que invocan su nombre,
invocaban al Señor,
y él respondía. R/.

Dios les hablaba 
desde la columna de nube;
oyeron sus mandatos
y la ley que les dio. R/.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro;
postraos ante su monte santo:
Santo es el Señor, nuestro Dios. R/.


Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (13,44-46):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.»

Palabra del Señor




Comentario al Evangelio de hoy miércoles, 31 de julio de 2019
 CR


Queridos amigos:

No, el reino de Dios, las cosas de Dios, no son cantidades despreciables. Ni son como materia desdeñable, bisutería, baratijas. Son lo más valioso. Ningún precio es demasiado alto para obtenerlas, hay que venderlo todo. Recordamos el proverbio: «Quien quiere comprar a Dios y se guarda el último céntimo, es un tonto, porque a Dios solo se le compra con el último céntimo».

A esto se lo llama “el principio del todo” (G. Lohfink) o la norma de la totalidad. Los santos lo han vivido. Basta espigar unos pocos ejemplos: «mi Dios y mi todo» (San Francisco de Asís, y lema de los franciscanos); «ámalo totalmente» (Clara de Asís); «tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y poseer; vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno; todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad; dadme vuestro amor y gracia, que esta me basta» (Ignacio de Loyola, cuya memoria celebrábamos ayer); «Ya toda me entregué y di / y de tal suerte he trocado / que mi Amado es para mí / y yo soy para mi amado» (Teresa de Ávila); «A Dios toda la gloria, al prójimo toda la alegría, a mí todos los sacrificios» (María Bertila Boscardin).

¿Estamos dispuestos a vivir la economía del todo? ¿Nos asusta ese principio?
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