domingo, 16 de abril de 2017

ALELUYA, CRISTO HA RESUCITADO!!


¡Aleluya, Cristo ha resucitado! 
¡Feliz Pascua de Resurrección!



 (ACI).- Hoy es el día que la Iglesia Católica celebra el sentido de la Fe, porque festeja el Domingo de la Resurrección de Jesús o de Pascua, cuando Cristo triunfante sobre la muerte abre las puertas del cielo.

Durante la celebración eucarística se enciende el Cirio Pascual que permanecerá encendido hasta el día que se conmemora la Ascensión de Jesús al cielo.


Esta fiesta celebra la derrota del pecado y de la muerte, con la resurrección del todo sufrimiento temporal adquiere sentido con la vida eterna.

Es un día de fiesta de gozo, Cristo ha Resucitado, la Tumba está vacía, la humanidad está salvada, ahora es momento de abrazar esa salvación testificando una verdadera vida cristiana.

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La Resurrección
Reflexiones para Semana Santa 

La Semana Santa debe ser un tiempo de reflexión, de leer la Palabra de Dios y encontrar el mensaje para nuestra vida. Esta reflexión intenta ayudarnos con esa tarea.


Por: P. Crispin Hernández Mateos | Fuente: Alforjas de Pastoral 




1. LECTURA del texto bíblico 
¿Qué dice el texto? Mt 28,1-10

"Transcurrido el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto se produjo un gran temblor, pues el Ángel del Señor bajó del Cielo y, acercándose, hizo rodar la piedra y se sentó encima de ella. Su aspecto era como el relámpago y su vestido blanco como la nieve. Los guardias, atemorizados ante él, se pusieron a temblar y se quedaron como muertos. El Ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: "No teman. Ya sé que buscan a Jesús, el crucificado; no está aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde lo habían puesto. Y ahora vayan enseguida a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos e irá delante de ustedes a Galilea; allá lo verán". Eso es todo". Ellas partieron a toda prisa del sepulcro, con miedo y gran gozo, y corrieron a dar la noticia a los discípulos. En esto, Jesús les salió al encuentro y las saludó. Y ellas, acercándose, le abrazaron los pies y le adoraron. Entonces les dijo Jesús: "No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que vayan a Galilea, allá me verán".

+ El texto dice que unas mujeres fueron al sepulcro al amanecer
+ Un Ángel se les apareció y las mandó a avisarles a los discípulos que Jesús había resucitado.
+ Por último, que Jesús sale a su encuentro y las saluda. Les da el mismo mandato que el Ángel.


2. EXPLICACIÓN del texto bíblico 
¿Qué les dijo a sus primeros destinatarios? Mensaje

San Mateo centra el relato de la Resurrección en el hallazgo de la tumba vacía y en el encuentro de Jesús resucitado con las mujeres. Esto desmiente el rumor de que los discípulos habían robado el cuerpo de Jesús. Es por ello un signo real de tal acontecimiento .

Colocar a las mujeres en la primera escena del hecho es un gesto inaudito, propio de san Mateo. Sólo él introduce de manera específica el papel de la mujer en la historia de la salvación, lo cual le hace ser uno de los evangelistas más fieles a los hechos revelados por Jesús (ver genealogía).

El hecho mismo narrado en el Evangelio pretende dar fortaleza y alegría a un pueblo sumido en tristezas y llantos. El Ángel es la presencia misma de Dios, es quien trae buenas noticias a la tierra. El miedo y el temor se apoderan de las mujeres pero el encuentro con el Ángel les anima y el encuentro con Jesús les fortalece.

3. APLICACIÓN del texto bíblico
 ¿Qué nos dice a nosotros hoy? Mensaje

En esta mañana de Resurrección, el Señor nos dice a los jóvenes: "No tengan miedo" (Mt 28, 5). Como a las mujeres en el sepulcro, en la voz del Ángel, nos repite: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?" (Lc 24, 5-6). Como a los discípulos en la barca nos anima: "Soy yo" (Mt 14,26-27). Pero también nos reprende como a los discípulos de Emaús: ¿qué duros y necios de corazón son para creer? (Lc 24, 25). En este Día, pues, nos alientan los signos de la victoria de Cristo resucitado, mientras que suplicamos la gracia de la conversión y mantenemos viva la esperanza que no defrauda [1]. Hoy tenemos que ser mensajeros de esta buena noticia.

La resurrección de Cristo significa para nosotros que Dios Padre aprueba el camino de Jesús, su opción por el servicio, la justicia y la paz, que Dios siempre escucha el clamor del pobre y del crucificado en esta vida. Con su resurrección Jesús nos libera del pecado y de la muerte y nos abre el camino hacia el reino de la vida.

Los católicos "confesamos que la resurrección da nuevo sentido a la vida del hombre y con ello le anima a dar razón de su esperanza, de alcanzar la vida plena, constituyéndolo en testigo que hace viva su presencia salvífica. Creemos que Jesucristo con su muerte y resurrección rescata al hombre del pecado y de la muerte y lo reconcilia con Dios; le abre a las relaciones positivas consigo mismo, con los demás hombres y con la naturaleza, y lo hace partícipe de la vida eterna". [2]

Reconocemos que también hay lugares de encuentro con el resucitado hoy y estos son: la Eucaristía, la Palabra, los sacramentos, la comunidad y los pobres [3]. Un signo eficaz de su presencia resucitada es la comunión y el amor fraterno y solidario que nos da por medio de su Espíritu. Aunque el fruto por excelencia de la muerte y Resurrección de Jesús y de la presencia impetuosa del Espíritu es la Iglesia [4].

4. PROFUNDIZACIÓN DEL TEXTO
 ¿qué cosas más podemos saber del texto?

La Resurrección es un acto único de amor del Padre donde la vida es ahora una acción permanente que ya no tendrá fin, no es un volver a vivir como Lázaro (Jn 12,1) o la hija de Jairo (Mt 9, 25), es más bien una transformación del cuerpo mortal de Jesús en un cuerpo espiritual (glorioso), principio de una vida plenamente nueva y que no excluye la que vivimos ahora. La resurrección es regida por el principio fundamental del espíritu no limitado a la materialidad. [5]

La resurrección conlleva caminos de vida verdadera y plena para todos, caminos de vida eterna, caminos abiertos por la fe que conducen a la plenitud de vida que Cristo nos ha traído: con esta vida divina se desarrolla también en plenitud la existencia humana, en su dimensión personal, familiar, social y cultural [6].

¿Cuáles son esos caminos o actitudes nuevas que el acontecimiento salvífico exige? La vida nueva, como un cambio de actitudes, de pensamientos y decisiones basadas ahora en la ley del Espíritu, la ley del amor y la justicia (Col 3,5-25), además también requiere el servicio, la libertad, la verdad, la solidaridad, la alegría, el respeto, la fidelidad y la honestidad. Creer en la resurrección de Jesús es aceptarlo como criterio y fuente de nuestra vida, tener conciencia de que su Espíritu está con nosotros y actuar en consecuencia.

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NOTAS
[1] Cf. Documento de Aparecida (DA) # 14
[2] PDP # 401-402
[3] IV PDP # 403, Diócesis de Tuxpan, Ver.
[4] CEM, Del Encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos # 102 y 126, México DF, año 2000.
[5] FISICHELLA, R., "Resurrección de Jesús" pp. 856-857, en: Diccionario Teológico Enciclopédico, ed. Verbo Divino, 2ª edición, Estella (Navarra) 1996.
[6] DA # 14.

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA VIGILIA PASCUAL 2017 - TEXTO COMPLETO


TEXTO COMPLETO: Homilía del Papa Francisco en la Vigilia Pascual 2017
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa




VATICANO, 15 Abr. 17 / 03:30 pm (ACI).- El Papa Francisco presidió esta noche la Vigilia Pascual en la Basílica de San Pedro e invitó a llevar la Buena Nueva de Cristo resucitado en un celebración en la que bautizó a 11 personas de diferentes nacionalidades, entre ellas Italia, China, España o Albania.

“Vayamos a anunciar, a compartir, a descubrir que es cierto: el Señor está Vivo. Vivo y queriendo resucitar en tantos rostros que han sepultado la esperanza, que han sepultado los sueños, que han sepultado la dignidad. Y si no somos capaces de dejar que el Espíritu nos conduzca por este camino, entonces no somos cristianos”, aseguró.


A continuación, el texto completo de la homilía del Papa:

«En la madrugada del sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro» (Mt 28,1). Podemos imaginar esos pasos…, el típico paso de quien va al cementerio, paso cansado de confusión, paso debilitado de quien no se convence de que todo haya terminado de esa forma… Podemos imaginar sus rostros pálidos… bañados por las lágrimas y la pregunta, ¿cómo puede ser que el Amor esté muerto?


A diferencia de los discípulos, ellas están ahí —como también acompañaron el último respiro de su Maestro en la cruz y luego a José de Arimatea a darle sepultura—; dos mujeres capaces de no evadirse, capaces de aguantar, de asumir la vida como se presenta y de resistir el sabor amargo de las injusticias. Y allí están, frente al sepulcro, entre el dolor y la incapacidad de resignarse, de aceptar que todo siempre tenga que terminar igual.

Y si hacemos un esfuerzo con nuestra imaginación, en el rostro de estas mujeres podemos encontrar los rostros de tantas madres y abuelas, el rostro de niños y jóvenes que resisten el peso y el dolor de tanta injusticia inhumana. Vemos reflejados en ellas el rostro de todos aquellos que caminando por la ciudad sienten el dolor de la miseria, el dolor por la explotación y la trata. En ellas también vemos el rostro de aquellos que sufren el desprecio por ser inmigrantes, huérfanos de tierra, de casa, de familia; el rostro de aquellos que su mirada revela soledad y abandono por tener las manos demasiado arrugadas. Ellas son el rostro de mujeres, madres que lloran por ver cómo la vida de sus hijos queda sepultada bajo el peso de la corrupción, que quita derechos y rompe tantos anhelos, bajo el egoísmo cotidiano que crucifica y sepulta la esperanza de muchos, bajo la burocracia paralizante y estéril que no permite que las cosas cambien. Ellas, en su dolor, son el rostro de todos aquellos que, caminando por la ciudad, ven crucificada la dignidad.

En el rostro de estas mujeres, están muchos rostros, quizás encontramos tu rostro y el mío. Como ellas, podemos sentir el impulso a caminar, a no conformarnos con que las cosas tengan que terminar así. Es verdad, llevamos dentro una promesa y la certeza de la fidelidad de Dios. Pero también nuestros rostros hablan de heridas, hablan de tantas infidelidades, personales y ajenas, hablan de nuestros intentos y luchas fallidas. Nuestro corazón sabe que las cosas pueden ser diferentes pero, casi sin darnos cuenta, podemos acostumbrarnos a convivir con el sepulcro, a convivir con la frustración. Más aún, podemos llegar a convencernos de que esa es la ley de la vida, anestesiándonos con desahogos que lo único que logran es apagar la esperanza que Dios puso en nuestras manos. Así son, tantas veces, nuestros pasos, así es nuestro andar, como el de estas mujeres, un andar entre el anhelo de Dios y una triste resignación. No sólo muere el Maestro, con él muere nuestra esperanza.

«De pronto tembló fuertemente la tierra» (Mt 28,2). De pronto, estas mujeres recibieron una sacudida, algo y alguien les movió el suelo. Alguien, una vez más salió, a su encuentro a decirles: «No teman», pero esta vez añadiendo: «Ha resucitado como lo había dicho» (Mt 28,6). Y tal es el anuncio que generación tras generación esta noche santa nos regala: No temamos hermanos, ha resucitado como lo había dicho. «La vida arrancada, destruida, aniquilada en la cruz ha despertado y vuelve a latir de nuevo» (cfr R. Guardini, El Señor). El latir del Resucitado se nos ofrece como don, como regalo, como horizonte. El latir del Resucitado es lo que se nos ha regalado, y se nos quiere seguir regalando como fuerza transformadora, como fermento de nueva humanidad. Con la Resurrección, Cristo no ha movido solamente la piedra del sepulcro, sino que quiere también hacer saltar todas las barreras que nos encierran en nuestros estériles pesimismos, en nuestros calculados mundos conceptuales que nos alejan de la vida, en nuestras obsesionadas búsquedas de seguridad y en desmedidas ambiciones capaces de jugar con la dignidad ajena.

Cuando el Sumo Sacerdote y los líderes religiosos en complicidad con los romanos habían creído que podían calcularlo todo, cuando habían creído que la última palabra estaba dicha y que les correspondía a ellos establecerla, Dios irrumpe para trastocar todos los criterios y ofrecer así una nueva posibilidad. Dios, una vez más, sale a nuestro encuentro para establecer y consolidar un nuevo tiempo, el tiempo de la misericordia. Esta es la promesa reservada desde siempre, esta es la sorpresa de Dios para su pueblo fiel: alégrate porque tu vida esconde un germen de resurrección, una oferta de vida esperando despertar.

Y eso es lo que esta noche nos invita a anunciar: el latir del Resucitado, Cristo Vive. Y eso cambió el paso de María Magdalena y la otra María, eso es lo que las hace alejarse rápidamente y correr a dar la noticia (cf. Mt 28,8). Eso es lo que las hace volver sobre sus pasos y sobre sus miradas. Vuelven a la ciudad a encontrarse con los otros.

Así como ingresamos con ellas al sepulcro, los invito a que vayamos con ellas, que volvamos a la ciudad, que volvamos sobre nuestros pasos, sobre nuestras miradas. Vayamos con ellas a anunciar la noticia, vayamos… a todos esos lugares donde parece que el sepulcro ha tenido la última palabra, y donde parece que la muerte ha sido la única solución. Vayamos a anunciar, a compartir, a descubrir que es cierto: el Señor está Vivo. Vivo y queriendo resucitar en tantos rostros que han sepultado la esperanza, que han sepultado los sueños, que han sepultado la dignidad. Y si no somos capaces de dejar que el Espíritu nos conduzca por este camino, entonces no somos cristianos.

Vayamos y dejémonos sorprender por este amanecer diferente, dejémonos sorprender por la novedad que sólo Cristo puede dar. Dejemos que su ternura y amor nos muevan el suelo, dejemos que su latir transforme nuestro débil palpitar.

QUÉ RELACIÓN TIENE EL CONEJO Y EL HUEVO DE PASCUA CON LA FE CATÓLICA?


¿Qué relación tiene el conejo y el huevo de Pascua con la fe católica?
Por María Ximena Rondón




 (ACI).- Al concluir la Semana Santa aparecen el conejo y los huevos de Pascua, en muchos casos fabricados de chocolate, y muchos se preguntan si estos símbolos tienen alguna relación con la fe católica. Aquí te explicamos su sentido.

A través de su reflexión cotidiana “Punto de Vista”, el director del Grupo ACI, Alejandro Bermúdez, explicó el significado cristiano de ambos.


El conejo de pascua

En el caso del conejo de Pascua indicó que este proviene del hecho que antiguamente la figura de la liebre silvestre se utilizaba como recurso de catequesis para hablar sobre cómo debía ser el camino del cristiano hacia la resurrección.

Las patas traseras de la liebre son grandes, poderosas y sirven para cambiar velocidades y ascender por terrenos empinados. En cambio, las patas delanteras son pequeñas y débiles.

“Esas patas hacen que al conejo le sea fácil ascender y difícil descender. Esto era utilizado para representar el camino de la vocación del cristiano. Debe ser reacio y difícil ir hasta abajo en su vida moral y a la vez debe ser pronto, presto y ágil para ir hacia arriba, hacia la resurrección del Señor”, precisó Bermúdez.


El huevo de Pascua

Respecto al significado del huevo de Pascua, el director del Grupo ACI indicó que antiguamente el huevo servía para explicar el significado de la resurrección a los niños, explicando que de él nacía un pollito.

Bermúdez afirmó que en algunos países de Europa, como Italia, en el Domingo de Ramos muchas familias llevan huevos a la iglesia para que los bendiga el sacerdote. Estos se cuecen luego para consumirlos en el Domingo de Resurreción.

También comentó que en las iglesias de Estados Unidos, como parte de la alegría de la resurrección de Cristo, entre las Misas los niños realizan una búsqueda de huevos de chocolate o de plástico, con golosinas dentro.

“Esto se hace en un clima pascual, es por el gozo de la resurrección del Señor que es dulce. Para ellos es un día especial porque sus padres no pelean con ellos porque comen dulces. Entonces hay un poder catequético en esos símbolos”.

De otro lado un artículo publicado en el sitio web de la Conferencia Episcopal Francesa explica que antiguamente para los egipcios y los persas el huevo representaba la fertilidad y el renacimiento. Por ello durante la fiesta de la primavera se decoraban los huevos y los entregaban como un regalo.

En cambio, para los judíos el huevo representa la vida y la muerte. Debido a que la liberación de los judíos tuvo una cuota de sufrimiento, en la Pascua sumergen el huevo en agua con sal para recordar las lágrimas derramadas en su camino hacia la libertad.

Con la llegada del cristianismo, el huevo pasó de ser un símbolo de fertilidad y renacimiento, a representar la resurrección de Cristo que con su sacrificio en la Cruz da vida nueva.

Explicaron que anteriormente los cristianos tenían prohibido consumir los huevos durante la Cuaresma y se guardaban hasta la Pascua. Los huevos que ya no se podían comer los pintaban y se entregaban como regalo.

Contaron que en Francia, el rey Luis XIV hizo traer en la Semana Santa el huevo más grande del reino y él mismo repartió huevos pintados con pan de oro a sus cortesanos y servidores.

En el siglo XVIII los comerciantes alemanes comenzaron a fabricar huevos de chocolate para venderlos en Pascua, como celebración del fin de las privaciones propias de Cuaresma.


Alejandro Bermúdez también resaltó que el huevo y el conejo de Pascua son  “símbolos que no podemos rechazar sino recuperarlos porque su origen es cristiano”.

“Lo que pasa es que nosotros hemos dejado que los símbolos se desconecten del significado cristiano y se vuelvan totalmente paganos. La secularización de los símbolos cristianos llevan a un ridículo” expresó.

Los Papas y los huevos de Pascua

En el año 2009, el Papa Benedicto XVI envió cientos de huevos de Pascua a los niños víctimas del terremoto que sacudió la ciudad de L´Aquila, en el centro de Italia, que dejó un saldo de 300 muertos.

En el 2012, un grupo de artesanos de la localidad italiana de Cremona, obsequiaron a Benedicto XVI un huevo de Pascua hecho de chocolate que medía 2 metros y medio y pesaba 250 kilos. El Pontífice recibió el regalo y lo donó a los jóvenes que estaban recluidos en la correccional Casal del Marmo de Roma.

Por su parte, en el año 2014 el Papa Francisco envió 150 huevos de Pascua al Hospital Pediátrico Bambino Gesù (Niño Jesús) para alegrar a los niños enfermos de cáncer.

Este año 2017, el Santo Padre entregará huevos de Pascua de la marca Kinder a los niños que están en el centro de acogida de Cáritas Roma.

LA RESURRECCIÓN DE CRISTO


La resurrección de Cristo
Pero esta fiesta, no es sólo para Cristo. Es una fiesta para todos nosotros, también debemos estar alegres por nosotros mismos.


Por: P. José Luis Richard, L.C. | Fuente: Catholic.net 




Cristo ha resucitado. La Iglesia lo anuncia muchas veces durante esta Vigilia Pascual y no se cansará de repetirlo durante estos días de Pascua. Por todas partes hace resonar sus aleluyas, expresión de alabanza a Dios, pero también de euforia, de alegría, de entusiasmo. ¡Aleluya!

La Iglesia está desbordante de gozo y por eso se pone a cantar. Necesita desahogar de mil maneras su alegría, su felicidad: Jesús ha resucitado. “Surrexit Dominus vere, alleluia”. El Señor ha resucitado. ¡De veras! Aleluya, alegrémonos.

Alegrémonos por Cristo, nuestro Salvador, nuestro mejor Amigo, que ya ha triunfado. Ya ha dejado de sufrir. Ya vive glorioso, para siempre. Con corazón noble y generoso nos alegramos, sobre todo, por El. Porque se lo merece. Porque ha estado grande con nosotros, magnífico. Porque pasó toda su vida haciendo el bien y murió pudiendo decir: “Misión cumplida”. Nos alegramos sinceramente de que El ya pueda descansar junto al Padre. Se lo merece. Nadie nos ha amado como El. Nadie ha sido tan bueno y generoso como El. Y nos alegra sinceramente que El ya descanse, que sea feliz junto al Padre. Se lo merece.

Pero esta fiesta, obviamente, no es sólo para Cristo. Es una fiesta para todos nosotros. También debemos estar alegres por nosotros mismos. Yo nada más quisiera detenerme en dos motivos. Luego ya tendremos toda la Pascua para seguir penetrando, con la gracia de Dios, en este gran misterio de la Resurrección. Pero, por ahora, dos motivos:

a. En primer lugar, debemos alegrarnos porque Cristo está vivo.

Ese es el mensaje que los ángeles dan a las mujeres a la entrada del sepulcro: “¿por qué buscáis entre los muertos, al que está vivo? No está aquí, ha resucitado”.

Cristo está vivo. Estamos ya tan acostumbrados a esta verdad que quizá no nos damos cuenta de lo grandiosa que es, en su sencillez. Para entenderla nos puede ayudar el imaginar la experiencia que hicieron los apóstoles durante los momentos de la pasión y muerte de Cristo. Cristo para ellos era todo:


era su Amigo: la persona que mejor les conocía, hasta dentro, y que mayor bien les había hecho.

era su Maestro: El tenía la respuesta para todo; y, obviamente, la respuesta verdadera, auténtica. Era su Verdad.

era su Camino, su Ideal, su Modelo: sabían que, siendo como El, agradarían a Dios.

era su Fuerza, el que aplacaba la tempestad con un gesto de la mano

era su Sostén, con El podrían incluso caminar sobre las aguas y dar de comer a las multitudes. Con El sí se podía

El era TODO: Amigo, maestro, modelo, apoyo... todo. Y, de repente, de un día para otro, ven que Jesús no se defiende, no se esconde, le traicionan, le apresan, no hace ningún milagro, lo golpean, lo flagelan, lo crucifican... ¡lo matan! Imagínense a los apóstoles: no podían creer lo que había pasado; el Maestro ha muerto... ¡Qué angustia, qué desilusión, qué amargura! Porque hay algo peor que no conocer a Cristo. Sí, hay algo mucho peor: y es haberlo conocido y perderlo. Y los apóstoles habían perdido a Cristo. Cristo había muerto. Y, con El, habían muerto sus ilusiones, sus ideales, su confianza, su felicidad.

Pero, de repente, la noticia: ¡el Maestro ha resucitado! Poco a poco la noticia se va imponiendo: ¡Jesús está vivo y se ha aparecido a las mujeres, y a éste y a este otro!

Imagínense el suspiro de alivio, la satisfacción interior, la felicidad profunda que sentirían los apóstoles. Pues bien, ésa tiene que ser también la nuestra: Cristo está vivo. Está vivo ahora, hoy. Y no de un modo metafórico (como el que dice que vivirá en el recuerdo de los que le seguirán o le amarán...) No: Cristo está vivo realmente. La vida cristiana no es una doctrina filosófica, es la relación de amistad con Cristo, un diálogo de amistad. Y podemos entablar esta relación de amistad precisamente por eso: porque está vivo. Un cadáver, un muerto, no puede hacer compañía y tampoco la necesita, no puede hablar y tampoco escucha, no puede ayudar y de nada sirve lo que se le haga. No: Cristo, nuestro Amigo, está vivo. Por eso podemos hablar con El, vivir juntos, llorar y reír juntos, trabajar juntos. No tenemos por qué envidiar a los apóstoles, pues también nosotros podemos entablar una relación auténtica, real, no sólo imaginativa, con Cristo. Esta simple verdad, bien creída y asimilada, bastaría para que muchas cosas cambiaran en nuestra vida.

b. Una segunda razón por la que debemos alegrarnos es que Cristo, precisamente porque está vivo, continúa amándonos, continúa buscando nuestra salvación, continúa actuando. Está claro que, después de todo lo que Jesús ha hecho por nosotros, no va a dejar la tarea a la mitad.... Eso nos tiene que dar una grandísima confianza: Cristo resucitado, Cristo glorioso no se olvida de sus hermanos, de sus amigos que todavía no han alcanzado la gloria.”Ve a mis hermanos y diles...” Hermanos: así nos llama en la aparición a María Magdalena.

Un detalle de las apariciones del resucitado que me llama la atención es el hecho que Cristo haya querido resucitar manteniendo las huellas de las heridas en sus manos, en sus pies, en su costado. Está claro que son heridas gloriosas, que no le causan dolor, pero al fin y al cabo son heridas. Puesto a resucitar, podía haber quedado perfecto, sin ninguna huella. Pero no. Quiso conservar sus heridas. ¿Por qué? ¿Sano orgullo del soldado que conserva sus cicatrices como si fueran medallas? ¿Una forma para acordarse de nosotros? ¡Quién sabe! Bueno, El sí lo sabe. Pero a mí me agrada pensar que nos quería dar a entender precisamente esto: aunque ya esté glorioso, aunque ya esté resucitado y triunfante, El no se desentiende de nosotros, sino que nos recuerda y recordará siempre y no dejará a la mitad la obra que comenzó en nosotros. Continuará su obra en cada uno de nosotros hasta que alcancemos lo que El nos mereció con su cruz.

Durante este periodo pascual nos acompañará siempre en la capilla el cirio, símbolo de Jesús resucitado. Ojalá que siempre que lo veamos, miremos los cinco clavos, símbolo de sus llagas, y nos acordemos precisamente de esto: que El está vivo, nos ama y sigue actuando en nuestra vida. Que esto sea el sostén de nuestra alegría y de nuestra confianza pascual.

FELIZ DOMINGO DE RESURRECCIÓN!!




sábado, 15 de abril de 2017

IMÁGENES DE SÁBADO SANTO











PREGÓN PASCUAL: SERÁ LA NOCHE CLARA COMO EL DÍA


Pregón Pascual



Exulten por fin los coros de los ángeles,
exulten las jerarquías del cielo,
y por la victoria de Rey tan poderoso
que las trompetas anuncien la salvación.

Goce también la tierra,
inundada de tanta claridad,
y que, radiante con el fulgor del Rey eterno,
se sienta libre de la tiniebla
que cubría el orbe entero.

Alégrese también nuestra madre la Iglesia,
revestida de luz tan brillante;
resuene este templo con las aclamaciones del pueblo.

En verdad es justo y necesario
aclamar con nuestras voces
y con todo el afecto del corazón
a Dios invisible, el Padre todopoderoso,
y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre
la deuda de Adán
y, derramando su sangre,
canceló el recibo del antiguo pecado.

Porque éstas son las fiestas de Pascua,
en las que se inmola el verdadero Cordero,
cuya sangre consagra las puertas de los fieles.

Ésta es la noche
en que sacaste de Egipto
a los israelitas, nuestros padres,
y los hiciste pasar a pie el mar Rojo.

Ésta es la noche
en que la columna de fuego
esclareció las tinieblas del pecado.

Ésta es la noche
en que, por toda la tierra,
los que confiesan su fe en Cristo
son arrancados de los vicios del mundo
y de la oscuridad del pecado,
son restituidos a la gracia
y son agregados a los santos.

Ésta es la noche
en que, rotas las cadenas de la muerte,
Cristo asciende victorioso del abismo.
¿De qué nos serviría haber nacido
si no hubiéramos sido rescatados?

¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!
¡Qué incomparable ternura y caridad!
¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!

Necesario fue el pecado de Adán,
que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!

¡Qué noche tan dichosa!
Sólo ella conoció el momento
en que Cristo resucitó de entre los muertos.

Ésta es la noche
de la que estaba escrito:
«Será la noche clara como el día,
la noche iluminada por mí gozo.»

Y así, esta noche santa
ahuyenta los pecados,
lava las culpas,
devuelve la inocencia a los caídos,
la alegría a los tristes,
expulsa el odio,
trae la concordia,
doblega a los poderosos.

En esta noche de gracia,
acepta, Padre santo,
este sacrificio vespertino de alabanza
que la santa Iglesia te ofrece
por rnedio de sus ministros
en la solemne ofrenda de este cirio,
hecho con cera de abejas.

Sabernos ya lo que anuncia esta columna de fuego,
ardiendo en llama viva para gloria de Dios.
Y aunque distribuye su luz,
no mengua al repartirla,
porque se alimenta de esta cera fundida,
que elaboró la abeja fecunda
para hacer esta lámpara preciosa.

¡Que noche tan dichosa
en que se une el cielo con la tierra,
lo humano y lo divino!

Te rogarnos, Señor, que este cirio,
consagrado a tu nombre,
arda sin apagarse
para destruir la oscuridad de esta noche,
y, como ofrenda agradable,
se asocie a las lumbreras del cielo.
Que el lucero matinal lo encuentre ardiendo,
ese lucero que no conoce ocaso
y es Cristo, tu Hijo resucitado,
que, al salir del sepulcro,
brilla sereno para el linaje humano,
y vive y reina glorioso
por los siglos de los siglos.
Amén.

QUÉ SIGNIFICA QUE JESÚS DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS?


¿Qué significa que Jesús descendió a los infiernos?



 (ACI).- En el Sábado Santo celebramos la frase que recitamos en el Credo “Descendió a los Infiernos”, es un día de reflexión y acompañamiento a la Madre de Dios que está a la espera de la resurrección del Hijo.

En su designio de salvación, Dios dispuso que Cristo no solamente “muriese por nuestros pecados” (1 Co 15, 3), sino también que conociera el estado de muerte, el estado de separación entre alma y cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que expiró en la Cruz y el momento en que resucitó. Ese momento se revive cada Sábado Santo.

Se conoce por las Sagradas Escrituras y la Tradición que Jesús bajó al “Seol” o infierno, donde permanecían las almas de todos los muertos.

En aquel lugar estaban todos los santos y justos que perecieron antes de la muerte de Jesucristo y no tenían cómo llegar al cielo: los patriarcas, los profetas, los reyes, San José, entre otros.

Según la Tradición de la Iglesia, cuando Jesús muere, desciende al infierno y lleva consigo al cielo a todos los que creyeron.

En resumen, el Sábado Santo es una fecha distinta al Jueves y Viernes Santos porque no ocurrieron acontecimientos visibles en la tierra.

Debido que Jesús “ha muerto” se debe guardar silencio en ese día, semejante al duelo cuando perdemos a un ser querido. También es tiempo de espera de la Resurrección de Cristo durante la primera parte del día.

SÁBADO SANTO, ESPERANDO EN ORACIÓN Y AYUNO SU RESURRECCIÓN


El Sábado Santo



"Durante el Sábado santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y su muerte, su descenso a los infiernos y esperando en oración y ayuno su resurrección (Circ 73).

Es el día del silencio: la comunidad cristiana vela junto al sepulcro.Callan las campanas y los instrumentos. Se ensaya el aleluya, pero en voz baja. Es día para profundizar. Para contemplar. El altar está despojado. El sagrario, abierto y vacío.

La Cruz sigue entronizada desde ayer. Central, iluminada, con un paño rojo, con un laurel de victoria. Dios ha muerto. Ha querido vencer con su propio dolor el mal de la humanidad.

Es el día de la ausencia. El Esposo nos ha sido arrebatado. Día de dolor, de reposo, de esperanza, de soledad. El mismo Cristo está callado. Él, que es el Verbo, la Palabra, está callado. Después de su último grito de la cruz "¿por qué me has abandonado"?- ahora él calla en el sepulcro.Descansa: "consummatum est", "todo se ha cumplido".

Pero este silencio se puede llamar plenitud de la palabra. El anonadamiento, es elocuente. "Fulget crucis mysterium": "resplandece el misterio de la Cruz."

El Sábado es el día en que experimentamos el vacío. Si la fe, ungida de esperanza, no viera el horizonte último de esta realidad, caeríamos en el desaliento: "nosotros esperábamos... ", decían los discípulos de Emaús.

Es un día de meditación y silencio. Algo parecido a la escena que nos describe el libro de Job, cuando los amigos que fueron a visitarlo, al ver su estado, se quedaron mudos, atónitos ante su inmenso dolor: "se sentaron en el suelo junto a él, durante siete días y siete noches. Y ninguno le dijo una palabra, porque veían que el dolor era muy grande" (Job. 2, 13).

Eso sí, no es un día vacío en el que "no pasa nada". Ni un duplicado del Viernes. La gran lección es ésta: Cristo está en el sepulcro, ha bajado al lugar de los muertos, a lo más profundo a donde puede bajar una persona. Y junto a Él, como su Madre María, está la Iglesia, la esposa. Callada, como él.

El Sábado está en el corazón mismo del Triduo Pascual. Entre la muerte del Viernes y la resurrección del Domingo nos detenemos en el sepulcro. Un día puente, pero con personalidad. Son tres aspectos - no tanto momentos cronológicos - de un mismo y único misterio, el misterio de la Pascua de Jesús: muerto, sepultado, resucitado:

"...se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo...se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, es decir conociese el estado de muerte, el estado de separación entre su alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que Él expiró en la cruz y el momento en que resucitó. Este estado de Cristo muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos. Es el misterio del Sábado Santo en el que Cristo depositado en la tumba manifiesta el gran reposo sabático de Dios después de realizar la salvación de los hombres, que establece en la paz al universo entero".

EN EL SÁBADO ESPERAMOS CON MARÍA


En el Sábado Santo esperamos con María


 (ACI).- Hoy es Sábado Santo y es un día de espera. Jesús se encuentra en el sepulcro y es María quien acompaña a la Iglesia.

María es la madre de la paciente espera, aunque está dolida por la  muerte de su hijo. Ella fue la única que mantuvo viva la llama de la fe cuando Cristo fue sepultado.

Según el P. Paniagua en una reflexión sobre el Sábado Santo, muchos de los seguidores de Jesús se desilusionaron porque creían que él iba a ser el Gran Mesías de Israel.


Ellos esperaban a un guerrero que los liberara del dominio romano con puño de hierro y un ejército numeroso. Sin embargo, cuando vieron que Cristo se dejó crucificar y murió, quedaron tristes y desilusionados. “Jesús fracasó, volvamos a nuestras tareas ordinarias”, dijeron los discípulos de Emaús. También  los apóstoles estaban con miedo, y se mantenían escondidos.

Incluso las mujeres que estuvieron al pie de la Cruz, van a embalsamar el cuerpo del Señor porque ya lo consideran como a un muerto. Ellas no habían creído en la resurrección de Cristo, y cuando encontraron el sepulcro vacío se llenaron de terror. Y no entienden por qué no está el cuerpo de Jesús y comienzan a dudar de lo que él les había dicho sobre la resurrección. Al aparecerse el ángel , una de ellas le pregunta : ¿ Adónde se han llevado al Señor? Sólo cuando Cristo se les aparece, creen.

María, en cambio, no fue al sepulcro porque había acogido la palabra de Dios en su corazón. Y por ser una mujer de fe profunda, había creído. Por lo tanto, ella no estaba desilusionada, ni asustada, ni desconfiaba. Sino que espera plenamente en la resurrección de su hijo.

Pese de haber visto todo el dolor del día anterior, su fe y su esperanza son mucho más grandes aún. Se mantuvo firme al pie de la cruz, aunque profundamente dolida. En esos momentos lo único que la sostuvo fue la fe. Y también la esperanza de que se cumplirían las promesas de Dios.

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QUÉ SIGNIFICA EL CIRIO PASCUAL?


¿Qué significa el Cirio Pascual?
El cirio más importante es el que se enciende en la Vigilia Pascual como símbolo de Cristo – Luz...


Por: Redacción | Fuente: www.mercaba.org 




La palabra “cirio” viene del latín “cereus”, de cera, el producto de la abejas. Al hablar de las “candelas”, aludíamos al uso humano y al sentido simbólico de la luz que produce los cirios, también en la liturgia cristiana.

El cirio más importante es el que se enciende en la Vigilia Pascual como símbolo de Cristo – Luz, y que sitúa sobre una elegante columna o candelabro adornado.

El Cristo Pascual es ya desde los primeros siglos uno de los símbolos más expresivos de la Vigilia. En medio de la oscuridad (toda la celebración se hace de noche y empieza con las luces apagadas), de una hoguera previamente preparada se enciende el Cirio, que tiene una inscripción en forma de cruz, acompañada de la fecha del año y de las letras Alfa y Omega, la primera y la última del alfabeto griego, para indicar que la gracia de Cristo, principio y fin del tiempo y de la eternidad, nos alcanza con fuerza siempre nueva en el año concreto en que vivimos.

Menor importancia tiene los granos de incienso que también se puede incrustar en la cera, simbolizando las cinco llagas de Cristo en la Cruz. Este Cirio “para la veracidad del signo, ha de ser de cera, nuevo cada año, único, relativamente grande, nunca ficticio, para que pueda evocar realmente que Cristo es la luz del mundo”.

En la procesión de entrada de Vigilia se canta por tres veces la aclamación al Cirio: “Luz de Cristo. Demos gracias a Dios”, mientras progresivamente se van encendiendo los cirios de los presentes y las luces de la iglesia. Luego se coloca el Cirio en la columna o candelero que va a ser su soporte, y se proclama en torno a él, después de insertarlo, el solemne Pregón Pascual.

Además del simbolismo de la luz, tiene también el de la ofrenda, como cera que se gasta en honor a Dios, espaciando su luz: “acepta, Padre santo, el sacrificio vespertino de esta llama, que la santa Iglesia te ofrece en la solemne ofrenda del cirio, obra de las abejas. Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego, ardiendo en llama viva para gloria de Dios...Te rogamos que este cirio, consagrado a tu nombre, arda sin apagarse para destruir la oscuridad de esta noche”.

Lo mismo que van anunciando las lecturas, oraciones, cantos, el Cirio lo dice con el lenguaje diáfano de su llama viva. La iglesia, la esposa, sale al encuentro de Cristo, el Esposo, con la lámpara encendida en la mano, gozándose con Él en la noche victoriosa en la que se anuncia – en el momento culminante del evangelio – la gran noticia de su Resurrección.

El Cirio estará encendido en todas las celebraciones durante las siete semanas de la cincuentena, al lado del ambón de la Palabra, hasta la tarde del domingo de Pentecostés. Una vez concluido el Tiempo Pascual, conviene que el Cirio se conserve dignamente en el baptisterio, y no en el presbiterio.

Durante la celebración del Bautismo debe estar encendido, para encender de él el cirio de los nuevos bautizados. También se enciende el Cirio Pascual, junto al féretro, en las exequias cristianas, para indicar que la muerte del cristiano es su propia Pascua. Así se utiliza el simbolismo de este Cirio en el bautizo y en las exequias, el principio y la conclusión de la vida: un cristiano participa de la luz de Cristo a lo largo de todo su camino terreno, como garantía de su definitiva incorporación a la luz de la vida eterna.

FELIZ SÁBADO SANTO!!



viernes, 14 de abril de 2017

VIERNES SANTO - REFLEXIÓN

VIERNES SANTO




Hoy muere. Al amanecer del viernes, le juzgan. Tiene sueño, frío, le han dado golpes. Deciden condenarle y lo llevan a Pilatos. Judas, desesperado, no supo volver con la Virgen y pedir perdón, y se ahorcó. Los judíos prefirieron a Barrabás. Pilatos se lava las manos y manda crucificar a Jesús. Antes, ordenó que le azotaran. La Virgen está delante mientras le abren la piel a pedazos con el látigo. 

Después, le colocan una corona de espinas y se burlan de Él. Jesús recorre Jerusalén con la Cruz. Al subir al Calvado se encuentra con su Madre. Simón le ayuda a llevar la Cruz. Alrededor de las doce del mediodía, le crucificaron. Nos dio a su Madre como Madre nuestra y hacia las tres se murió y entregó el espíritu al Padre. Para certificar la muerte, le traspasaron con una lanza. Por la noche, entre José de Arimatea y Nicodemo le desclavan, y dejan el Cuerpo en manos de su Madre. Son cerca de las siete cuando le entierran en el sepulcro.

¡Dame, Señor dolor de amor! Ojalá lleves en el bolsillo un crucifijo y lo beses con frecuencia.

SALMO 30: PADRE, A TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU


Salmo
Sal 30,2.6.12-13.15-16.17.25


R/. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu



A ti , Señor, me acojo:
no quede yo nunca defraudado;
tú, que eres justo, ponme a salvo.
A tus manos encomiendo mi espíritu: 
tú, el Dios leal, me librarás. R/.

Soy la burla de todos mis enemigos,
la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos;
me ven por la calle, y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto,
me han desechado como a un cacharro inútil. R/.

Pero yo confío en ti, Señor, 
te digo: «Tú eres mi Dios.»
En tu mano están mis azares;
líbrame de los enemigos que me persiguen. R/.

Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de corazón,
los que esperáis en el Señor. R/.

HOY ES VIERNES SANTO, CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR


Hoy es Viernes Santo: Celebración de la Pasión del Señor



 (ACI).- Hoy toda la Iglesia Católica se une en penitencia, abstinencia y ayuno para conmemorar la pasión del Señor. Entre las actividades de este día están el Vía Crucis, el Sermón de las Siete Palabras del Señor Jesús en la Cruz; las procesiones con la imagen de Cristo y de su Madre Dolorosa, entre otros.

Este día la Iglesia no celebra la Eucaristía y ningún sacramento, a excepción de la Reconciliación y de la Unción de los Enfermos.

La celebración litúrgica conmemora la Muerte del Señor, se realiza también la celebración de la Palabra que concluye con la adoración de la Cruz y con la Comunión Eucarística, consagradas el Jueves Santo.

Hoy se invita además a acompañar al final de la adoración de la cruz una pequeña conmemoración de la Virgen María, la Madre dolorosa, que estuvo a los pies de la Cruz.


¿Recordamos o celebramos?

En el Viernes Santo celebramos la Pasión y Muerte de Jesucristo.“Celebramos la muerte de Jesús, quien ha muerto por cada uno de nosotros y por toda la humanidad para reconciliarnos con el padre”, señala el P. Donato Jiménez. En este día se conmemora el amor extremo de Cristo para rescatarnos.


Es importante interiorizar el hecho de que Jesús se entregó en la Cruz por cada uno de nosotros. Y hay que comprender que la Cruz es un signo de victoria sobre la muerte, especialmente que es una victoria sobre el pecado.

Con su sacrificio, Cristo pagó el precio que la humanidad debía pagar por sus pecados. Por eso, en este día necesitamos meditar, pensar y sentir sobre el significado de la Pasión y Muerte de Jesucristo.

Una de las actitudes que el cristiano debe tener durante el Viernes Santo es la reflexión porque comprenderemos y profundizaremos en el sentido de la muerte de Cristo.

IMÁGENES DE VIERNES SANTO



























































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