sábado, 5 de diciembre de 2020

MEDITACIONES DE ADVIENTO - 5 DE DICIEMBRE



Meditaciones de Adviento


Considera el humilde estado a que quiso abatirse el Hijo de Dios, no solo quiso tomar la forma de esclavo, sí que de esclavo pecador. Por cuya razón escribió san Bernardo: 

“No solo quiso tomar la  condición de siervo, para sujetarse a otro, el que era Señor de todas las cosas; sí que era el Santo de los Santos. A este fin quiso vestirse de aquella misma carne de Adán, que había sido inficionada del pecado; y si bien no contrajo su mancha, tomó sobre si nada menos que todas las miserias que la naturaleza humana había contraído en pena del pecado. 

Nuestro Redentor, para alcanzarnos la salvación, se ofreció voluntariamente al Padre a satisfacer por todas nuestras culpas. El Padre le cargó de todas nuestras maldades; y he aquí al Verbo Divino, inocente,  purísimo, santo, cargado desde niño de todas las iniquidades, de las blasfemias, sacrilegios, fealdades y delitos de los hombres, hecho por amor nuestro el objeto de las divinas iras en razón del pecado, por el que se había obligado a pagar a la Divina justicia. 

Así que, tantas fueron las maldiciones que tomó sobre sí Jesucristo, cuantos fueron y serán los pecados mortales de todos los hombres. Venido que hubo al mundo,  desde el principio de su vida se presentí al Padre cual reo y deudor de todas nuestras maldades; y como tal, fue condenado a morir ajusticiado y maldecido sobre la cruz.

El peccato damnavit peccatum in carne. ¡Oh Dios! Si el eterno Padre hubiese sido capaz de dolor  ¿Qué mayor pena hubiera experimentado, que la de verse obligado a tratar como reo, y reo el más malvado del mundo, a aquel Hijo inocente, su amado, que era tan digno de su amor? Ecce Homo, parece que el eterno Padre diga a todos nosotros, mostrándonoslo en el establo de Belén. 

“Este pobre niño que veis puesto en un pesebre de bestias, recostado sobre la paja, sabed que este es mi Hijo amado, que ha venido a cargar con vuestros pecados y vuestras pena; amadle, pues porque es muy digno de vuestro amor, y os tiene muy obligados a amarle”.

(San Alfonso María de Ligorio)

  

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viernes, 4 de diciembre de 2020

MEDITACIONES DE ADVIENTO - 4 DE DICIEMBRE

 


Meditaciones de Adviento


Antes de venida del Mesías, el mundo estaba sepultado en una noche tenebrosa de ignorancia y de pecados. Apenas el verdadero Dios era conocido en un solo ángulo de la tierra, a saber, en Judea. En lo restante reinaba la más espantosa idolatría. Todo lo ocupaba la noche del pecado, el cual ciega a las almas y las llenas de vicios, y las priva de ver el miserable estado en que viven, enemigas de Dios, condenadas al infierno; pudiendo decir con el Salmista: Pusiste tinieblas, y fue hecha la noche; en ella transitarán todas las bestias de la selva.

De estas tinieblas, pues, vino Jesús a libertar al mundo. Lo libró de la idolatría, dando a conocer al verdadero Dios, y lo libró del pecado con la luz de su doctrina y de sus divinos ejemplos; pues como dice san Juan: Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Predijo el profeta Jeremías, que Dios debía crear un nuevo niño, para ser el Redentor de los hombres: Creavit Dominus novum super terram. 

Este nuevo niño fue Jesucristo; él es el Hijo de Dios, que enamora al paraíso, y es el amor del Padre, el cual habló de esta manera: Este es mi Hijo el amado, en quién yo mucho me he complacido.

Y este Hijo es aquel que se ha hecho niño, habiendo dado más gloria y honor en el primer momento que ha sido criado, que le han dado y estarán para darle todos los Ángeles y Santos juntos por toda una eternidad. Por esto en el nacimiento de Jesús cantaron los ángeles: Gloria a Dios en las alturas. Ha dado, repito, a Dios más gloria Jesús aun niño, que le quitaron todos los hombres. 

Cobremos, pues ánimo nosotros pobres pecadores, ofrezcamos al eterno Padre este Infante, presentémosle las lágrimas, la obediencia, la humildad, la muerte y los méritos de Jesucristo, y recompensaremos a Dios las injurias que le hemos hecho con nuestras ofensas.

(San Alfonso María de Ligorio)

SOBRE LA DIFERENCIA DEL ¿POR QUÉ? ENTRE EL ¿PARA QUÉ?



Sobre la diferencia del ¿Por qué? entre el ¿Para qué?

La ceguera del ¿por qué?

Por: Fabián Ortiz | Fuente: Catholic.net



En algún punto o momento de nuestras vidas hemos tenido anhelos de todo tipo. Hemos querido tener ese “algo” porque pensamos que nos va a hacer felices o porque pensamos que nos va a resolver nuestros problemas; cuando simplemente nos va satisfacer nuestro egoísmo. Todos los seres humanos en un momento de su vida se enfrentan a momentos difíciles como el sufrimiento por alguna decisión o la muerte o una enfermedad.


Recientemente me sucedió algo que me dio un gran golpe emocional. Había trabajado muy duro durante meses para que una situación se me diera a nivel profesional. Según yo, todo el tiempo que había estado invirtiendo y todas las actitudes que había tenido eran suficientes para poder alcanzarlo. En esos momentos hablaba con alguien muy especial sobre las distintas razones que podrían ser la respuesta a esta situación que no se estaba dando como yo lo quería. Fue ahí cuando me detuve a pensar en la delgada línea que existe entre el “por qué” y el “para qué”. Saberlo diferenciar es difícil y mas aún encontrarle significado o entenderlo.

Cualquiera podría ponerse triste o enojado por no haber obtenido lo que quería, pues es lo más normal que le suceda a uno como respuesta. Pero gracias a ese “para qué”, he logrado ir entendiendo un poco más de mi papel en este camino. He ido entendiendo dos cosas muy importantes, pero que a la vez son también difíciles de entender, por seres humanos que somos.

La primera es gracias a lo que llaman virtudes. Hay varios tipos y entre ellas tenemos las teologales y morales.  De estas veremos las teologales; que son la fe, caridad y la esperanza. Las morales son la justicia, prudencia, templanza y fortaleza. Estas virtudes son dones que Dios nos da para contrarrestar los impulsos naturales inclinados al egoísmo, placer y comodidad.

~   Gocémonos en la esperanza, soportemos el sufrimiento, seamos constantes en la oración.  ~

(Romanos 12:12)

La esperanza es la que nos da la certeza de que algún día viviremos en la eterna felicidad. Y corresponde a ese anhelo que Dios ha puesto en el corazón del ser humano. Con ella concretamos la firme confianza en que Dios nos dará las gracias que necesitamos porque nos ama y porque es fiel a la promesa. Fundamentada en la seguridad y en su poder infinito.  Sin ella, perdemos la visión de la vida eterna y no le encontraríamos ese sentido de trascendencia.

Con la esperanza voy a poder estar seguro que mis planes, si los pongo en manos de Dios, no van a ser inciertos pues tengo esa seguridad en algo futuro prometido por el mismo Dios. ¿Qué más que la plena confianza en Dios?

Un personaje muy claro de la Biblia que nos puede enseñar sobre la esperanza es Job. Job era un hombre que tenía muchas cosas: tenía ganado, casa, familia y dinero. Luego a él se le prueba su fidelidad hacia Dios quitándole todos sus bienes, con padecimiento de enfermedades mortales y hasta la muerte de sus familiares. Aún así, él sale triunfante de todas estas pruebas.

Luego hay que entender el “para qué”. Aquí cada uno tiene que ponerse a valorar y hacer un examen de conciencia para ver qué es en lo que está fallando o qué no está haciendo bien. Personalmente me ayudó para entender que en lo que yo debía de trabajar más era en la humildad. Tal vez para otros sea la prudencia o la caridad. En fin, cada uno tiene alguna otra virtud por la cual trabajar. Y pueden ser no solo virtudes, puede ser un sentimiento o una actitud. Este ejercicio me hizo discernir cuál era esa parte en la que debía trabajar.

En vez de sentarme a preguntarle a Dios el “por qué” de lo que me había pasado, empecé a preguntarme el “para qué”; y fue cuando logré entender un poco lo que Él estaba tratando de decirme o explicarme. Siempre hay que dirigirlas hacia Dios y no contra Él. Saber cuál es nuestro papel en estas situaciones es un punto importante de entendimiento y de confianza que tenemos que ir aprendiendo. Tener fe es asumir ese riesgo de la ceguera y entrar en el amor, a pesar de todo. Aprendí que puedo trabajar en la fe cuando vivo la humildad de cara a mi relación con Dios, reconociendo lo necesitado que estoy del Él.

A veces hay momentos donde puedo volver a la incertidumbre pero es cuando más requiero de un momento de oración y de silencio para seguir teniendo esperanza que todo va a salir de la mejor manera posible. En nuestros silenciosos ratos de oración, pidámosle por ese “para qué”. Asumamos con humildad sea cual sea el desenlace. Seamos como Job cuando le fue pasando cada trago amargo y demostremos esperanza en cada etapa de nuestra vida. Y es que cuando tengo más fe y esperanza es que los resultados llegan mas rápido y claramente.

“La puerta del cielo es muy baja; solo los humildes pueden entrar por ella”

 –Santa Elizabeth Ann Seton 

EL ADVIENTO, PREPARACIÓN PARA LA NAVIDAD



 El Adviento, preparación para la Navidad

La liturgia de la Iglesia da el nombre de Adviento a las cuatro semanas que preceden a la Navidad



Por: Tere Vallés | Fuente: Catholic.net



Significado del Adviento

La palabra latina "adventus" significa “venida”. En el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Jesucristo. La liturgia de la Iglesia da el nombre de Adviento a las cuatro semanas que preceden a la Navidad, como una oportunidad para prepararnos en la esperanza y en el arrepentimiento para la llegada del Señor.

El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa penitencia.

El tiempo de Adviento es un período privilegiado para los cristianos ya que nos invita a recordar el pasado, nos impulsa a vivir el presente y a preparar el futuro.


Esta es su triple finalidad:

- Recordar el pasado: Celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. El Señor ya vino y nació en Belén. Esta fue su venida en la carne, lleno de humildad y pobreza. Vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres. Esta fue su primera venida.

- Vivir el presente: Se trata de vivir en el presente de nuestra vida diaria la "presencia de Jesucristo" en nosotros y, por nosotros, en el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor, en la justicia y en el amor.

- Preparar el futuro: Se trata de prepararnos para la Parusía o segunda venida de Jesucristo en la "majestad de su gloria". Entonces vendrá como Señor y como Juez de todas las naciones, y premiará con el Cielo a los que han creído en Él; vivido como hijos fieles del Padre y hermanos buenos de los demás. Esperamos su venida gloriosa que nos traerá la salvación y la vida eterna sin sufrimientos.

En el Evangelio, varias veces nos habla Jesucristo de la Parusía y nos dice que nadie sabe el día ni la hora en la que sucederá. Por esta razón, la Iglesia nos invita en el Adviento a prepararnos para este momento a través de la revisión y la proyección:

Aprovechando este tiempo para pensar en qué tan buenos hemos sido hasta ahora y lo que vamos a hacer para ser mejores que antes. Es importante saber hacer un alto en la vida para reflexionar acerca de nuestra vida espiritual y nuestra relación con Dios y con el prójimo. Todos los días podemos y debemos ser mejores.

En Adviento debemos hacer un plan para que no sólo seamos buenos en Adviento sino siempre. Analizar qué es lo que más trabajo nos cuesta y hacer propósitos para evitar caer de nuevo en lo mismo.


Algo que no debes olvidar

El adviento comprende las cuatro semanas antes de la Navidad.

El adviento es tiempo de preparación, esperanza y arrepentimiento de nuestros pecados para la llegada del Señor.

En el adviento nos preparamos para la navidad y la segunda venida de Cristo al mundo, cuando volverá como Rey de todo el Universo.

Es un tiempo en el que podemos revisar cómo ha sido nuestra vida espiritual, nuestra vida en relación con Dios y convertirnos de nuevo.

Es un tiempo en el que podemos hacer un plan de vida para mejorar como personas.


Cuida tu fe

Esta es una época del año en la que vamos a estar “bombardeados” por la publicidad para comprar todo tipo de cosas, vamos a estar invitados a muchas fiestas. Todo esto puede llegar a hacer que nos olvidemos del verdadero sentido del Adviento. Esforcémonos por vivir este tiempo litúrgico con profundidad, con el sentido cristiano.


De esta forma viviremos la Navidad del Señor ocupados del Señor de la Navidad.

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