domingo, 20 de marzo de 2016

PAPA FRANCISCO EN DOMINGO DE RAMOS: RENUNCIEMOS AL EGOÍSMO, AL PODER Y A LA FAMA








Papa Francisco en Domingo de Ramos: Renunciemos al egoísmo, al poder y a la fama
Por Alvaro de Juana



 (ACI).- En la homilía del Domingo de Ramos, el Papa Francisco ofreció un consejo para seguir el camino de Jesús: la humildad y la renunciar al egoísmo, el poder y la fama.

“El camino del servicio, de la donación, del olvido de uno mismo. Podemos aprender este camino deteniéndonos en estos días a mirar el Crucifijo, la ‘catedra de Dios’, para aprender el amor humilde, que salva y da la vida, para renunciar al egoísmo, a la búsqueda del poder y de la fama”.

“Estamos atraídos por las miles vanas ilusiones del aparentar, olvidándonos de que el hombre vale más por lo que es que por lo que tiene; con su humillación, Jesús nos invita a purificar nuestra vida. Volvamos a él la mirada, pidamos la gracia de entender algo de su anonadación por nosotros; reconozcámoslo Señor de nuestra vida y respondamos a su amor infinito con un poco de amor concreto”, concluyó.


Al inicio de la homilía, el Pontífice afirmó que “hemos hecho nuestro aquel entusiasmo, agitando las palmas y los ramos de olivo hemos expresado la alabanza y el gozo, el deseo de recibir a Jesús que viene a nosotros”.

“Del mismo modo que entró en Jerusalén, desea también entrar en nuestras ciudades y en nuestras vidas. Así como lo ha hecho en el Evangelio, cabalgando sobre un simple pollino, viene a nosotros humildemente, pero viene «’en el nombre del Señor’: con el poder de su amor divino perdona nuestros pecados y nos reconcilia con el Padre y con nosotros mismos”. 

Francisco aseguró que en aquel entonces “nada pudo detener el entusiasmo por la entrada de Jesús” y pidió “que nada nos impida encontrar en él la fuente de nuestra alegría, de la alegría auténtica, que permanece y da paz; porque sólo Jesús nos salva de los lazos del pecado, de la muerte, del miedo y de la tristeza”.

“Sin embargo, la Liturgia de hoy nos enseña que el Señor no nos ha salvado con una entrada triunfal o mediante milagros poderosos”, señaló a continuación.

A su vez, Francisco recordó que “Jesús se despojó de sí mismo: renunció a la gloria de Hijo de Dios y se convirtió en Hijo del hombre, para ser en todo solidario con nosotros pecadores, él que no conoce el pecado”. Pero “no solamente esto: ha vivido entre nosotros en una condición de esclavo”.

Así pues, “nos ha enseñado con el ejemplo que nosotros tenemos necesidad de ser alcanzados por su amor, que se vuelca sobre nosotros; no puede ser de otra manera, no podemos amar sin dejarnos amar antes por él, sin experimentar su sorprendente ternura y sin aceptar que el amor verdadero consiste en el servicio concreto”.

“Humillado en el espíritu con burlas, insultos y salivazos; sufre en el cuerpo violencias atroces, los golpes, los latigazos y la corona de espinas desfiguran su aspecto haciéndolo irreconocible. Sufre también la infamia y la condena inicua de las autoridades, religiosas y políticas: es hecho pecado y reconocido injusto”.

El Obispo de Roma aseguró también que Jesús, “para ser en todo solidario con nosotros, experimenta también en la cruz el misterioso abandono del Padre”.

“Pienso en tanta gente, tantos marginados, tantos refugiados, tantos prófugos… tantos que no quieren asumir la responsabilidad de su destino”, agregó.

“Suspendido en el patíbulo, además del escarnio, afronta también la última tentación: la provocación a bajar de la cruz, a vencer el mal con la fuerza, y a mostrar el rostro de un Dios potente e invencible. Jesús en cambio, precisamente aquí, en el culmen del anonadamiento, revela el rostro auténtico de Dios, que es misericordia”.

Por tanto, “si el misterio del mal es abismal, infinita es la realidad del Amor que lo ha atravesado, llegando hasta el sepulcro y los infiernos, asumiendo todo nuestro dolor para redimirlo, llevando luz donde hay tinieblas, vida donde hay muerte, amor donde hay odio”.

El Santo Padre explicó también que “Él renunció a sí mismo por nosotros” y exclamó: “¡Cuánto nos cuesta a nosotros renunciar a alguna cosa por él y por los otros!”. 

LA ENTRADA TRIUNFAL - DOMINGO DE RAMOS


Una entrada triunfal
Acompañemos a Jesús y ...no lo abandonemos apenas se hagan sentir los vientos de la contrariedad que se avecina. 


Por: Marcelino de Andrés y Juan Pablo Ledesma | Fuente: Catholic.net 




Todos hemos sido testigos (al menos por televisión) de alguna entrada triunfal. No sé. Por ejemplo, en el mundo del deporte, cuando cualquier selección nacional o competidor individual, del deporte que sea, vuelve a casa ostentando algún trofeo significativo.

En ocasiones como esas, los triunfadores se ven recibidos muchas veces por grandes masas que les envuelven en aplausos y ovaciones. Cosa laudable, ciertamente. Es un modo de reconocer y premiar su esfuerzo y el buen papel que han hecho en representación del propio país.

Esto ha ocurrido a lo largo de los siglos y sigue ocurriendo en nuestros días. Y no sólo en el deporte, sino también en el ámbito político y social, en el mundo del espectáculo, en el campo religioso. Grandes líderes, poderosos estadistas o militares y otros personajes famosos han ido prolongando hasta nuestros días la cadena de las entradas triunfales que adorna la historia de la humanidad.

Paradójicamente muchas de esas entradas triunfales esconden y conllevan contradicciones significativas. Cuántos individuos que se encontraban armando un barullo enorme con sus gritos eufóricos de bienvenida y felicitación, a los pocos días están poniendo pinto y mandando poco menos que a la tumba a uno o a varios de esos mismos jugadores, al constatar ahora sus errores en el terreno de juego.

Cuántos, contagiados de nuevo por la masa, se vuelven de repente contra sus líderes o ídolos blandiendo con furia actitudes y sentimientos radicalmente opuestos a aquellos con los que acogieron su entrada gloriosa poco antes.

Esto acaece hoy y acaeció hace 21 siglos. La historia se repite. Sí. Hace dos mil años alguien protagonizó una entrada triunfal imponente. A juzgar por las crónicas fidedignas que conservamos, debió ser algo apoteósico. Fue en Jerusalén. Allí por el año 33 de nuestra era. Jesús de Nazaret, gran profeta en palabras y en obras, montado sobre un pollino, entraba triunfalmente en la gran urbe, en la ciudad santa. Nada menos.

Por lo que cuentan los testigos oculares la algarabía fue mayúscula. Uno de ellos, Mateo, comenta que una gran muchedumbre empezó a rodearlo y a gritar profecías mesiánicas y a extender sus propios mantos y ramaje de los árboles, a modo de alfombra, por donde iba pasando. Y esto era sólo el inicio...

El tumulto engordaba visiblemente segundo tras segundo. Fue corriéndose la voz a un ritmo de vértigo. La gente empezó a enterarse de que llegaba aquel a quien se atribuían milagros y curaciones fuera de serie; aquel que había resucitado muertos, limpiado leprosos, devuelto la vista a ciegos y el habla a mudos; aquel que había dado de comer a miles con unos cuantos panes y dos peces.

Y el revuelo siguió avanzando incontenible como pólvora encendida. Hasta tal punto que, como asegura el mismo Mateo -que estuvo allí-, al entrar a Jerusalén, toda la ciudad se conmovió. Toda, hasta los muros de sus casas y las piedras de sus calles parecían inquietarse como queriendo también ponerse a pegar gritos.

Tal debió ser la conmoción general que algunos fariseos (enemigos del gran Profeta) le instaron a que reprendiese y silenciase a sus seguidores. A lo que el mismo Jesús respondió: os aseguro que si estos callan, gritarán las piedras. Total, que hasta sus mismos enemigos (los del equipo contrario), no pudieron menos que recriminarse unos a otros: ¿veis cómo no adelantáis nada?, todo el mundo se ha ido tras él. Esto último lo cuenta Juan que lo vivió y sin perderse detalle...

Vamos, que la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén parecería haber sido un éxito rotundo y aplastante a más no poder.

Pero la paradójica contradicción que ha acompañado a tantas entradas triunfales, marcó asimismo la Jesús de Nazaret. Sí, a Jesús, verdadero Mesías, le tocó a su vez comprobar que el fervor contagioso que se apoderó de la masa aquel día, no llegó al corazón de muchos; se quedó en la piel y se esfumó como neblina pasajera. Jesús, verdadero Rey, también constató cómo bastantes de los que extendieron sus mantos por aquel camino ante el paso de su cabalgadura, lo hicieron horas después, con igual reverencia, ante el paso de sus efectivos reyes: el dinero o el placer. El, verdadero Hijo de Dios, tuvo que encajar en su ánimo el despiadado golpe de aquellos gritos desaforados ¡crucificale!, ¡crucifícale!, escupidos por las mismas bocas que hace unos días le cubrían de vivas y Hosannas. Amarga paradoja. Sin duda.

Queridos cristianos, estamos por conmemorar, un año más, la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén con la celebración del Domingo de Ramos. Nosotros, los que nos decimos cristianos, ¿porqué no hacemos que esa historia no se repita en lo que tiene de contradicción, de incoherencia y de traición por parte de los seguidores de Cristo?

Sí, entremos con El en Jerusalén. Gritemos, con fe y amor sinceros, sonoros "vivas" y "Hosannas" a nuestro Rey y Señor. Renovemos la ilusión y entusiasmo en la vivencia valiente de nuestra pertenencia a su Reino, a su Iglesia.

No lo abandonemos apenas se hagan sentir los vientos de la contrariedad que se avecina. Resistamos fuertes en la confianza y el amor. No lo traicionemos ante la sombra de la condena y de la cruz. Acompañémosle como fieles e incondicionales también el Jueves y el Viernes Santo y lleguemos con Él hasta el Domingo de Resurrección.

En fin, permanezcamos a su lado toda la vida hasta el día glorioso de nuestra propia y definitiva entrada triunfal con Él en el cielo.

CAMINEMOS ESTE DOMINGO DE RAMOS JUNTO A CRISTO Y AL PAPA FRANCISCO


sábado, 19 de marzo de 2016

LOS CINCO MINUTOS DE DIOS: SÁBADO 19 DE MARZO DEL 2016


LOS CINCO MINUTOS DE DIOS
Marzo 19


Un fracaso no es una vida fracasada; quizás sean necesarios muchos fracasos para que la vida sea un éxito y quizás la ausencia de fracasos sea lo que constituya una vida fracasada.
Porque una vida fracasada es no hacer nunca nada para no exponerse al fracaso. Si nunca haces nada nunca fracasarás; pero si nunca fracasas, quizás sea porque nunca haces nada; y no hacer nada, ¿no es una vida fracasada?
Si no quieres equivocarte, si no quieres ser criticado, no hagas nada; pero si no haces nada, ya estás equivocado; y si no haces nada, podrán criticarte, y en este caso con razón.
Muchos éxitos, comenzaron con fracasos; muchos fracasos tuvieron como positivo el haber intentado el éxito; y, desde un fracaso, siempre queda tiempo para una victoria definitiva.
Siempre debemos atribuir a Dios la victoria y los éxitos; los fracasos se deberán a nuestra flaqueza y miseria. “Tuya, Señor, es la grandeza, la fuerza, la gloria, el esplendor y la majestad, porque tuyo es cuanto hay en el cielo y en la tierra… es tu mano la que todo engrandece y todo sostiene” (1 Cr 29,11-12)


* P. Alfonso Milagro

EL EVANGELIO DE HOY: SÁBADO 19 DE MARZO DEL 2016 - FESTIVIDAD DE SAN JOSÉ

Tu padre y yo te hemos estado buscando
Solemnidades y Fiestas


Lucas 2, 41-51. Solemnidad de San José. San José creyó, y, porque creyó, fue el primero en adorar Aquel Niño que trajo la salvación al mundo entero 


Por: Catholic.net | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Lucas 2, 41-51
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén para las festividades de la Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, fueron a la fiesta, según la costumbre. Pasados aquellos días, se volvieron, pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres lo supieran. Creyendo que iba en la caravana, hicieron un día de camino; entonces lo buscaron, y al no encontrarlo, regresaron a Jerusalén en su busca. Al tercer día lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Al verlo, sus padres se quedaron atónitos y su madre le dijo: "Hijo mío, ¿por qué te has portado así con nosotros? Tu padre y yo te hemos estado buscando, llenos de angustia". Él les respondió: "¿Por qué me andaban buscando? ¿No sabían que debo ocuparme en las cosas de mi Padre?" Ellos no entendieron la respuesta que les dio. Entonces volvió con ellos a Nazaret y siguió sujeto a su autoridad.

Oración introductoria
Oh Dios, Padre bueno, no dejes que me desanime ante los problemas y angustias de la vida. Haz que aprenda de la Sagrada Familia a peregrinar en el claroscuro de la fe. Que la fe sea lo que me ilumine en los momentos de dificultad y lo que me fortalezca en los momentos de dolor.

Petición
Señor, revive mi la fe en Jesucristo «para entrar en su mismo torrente de amor por el Padre y por cada hermano y hermana» que encuentre hoy.

Meditación del Papa Francisco
Al final de aquella peregrinación, Jesús volvió a Nazaret y vivía sujeto a sus padres”. Esta imagen tiene también una buena enseñanza para nuestras familias. En efecto, la peregrinación no termina cuando se ha llegado a la meta del santuario, sino cuando se regresa a casa y se reanuda la vida de cada día, poniendo en práctica los frutos espirituales de la experiencia vivida. Sabemos lo que hizo Jesús aquella vez. En lugar de volver a casa con los suyos, se había quedado en el Templo de Jerusalén, causando una gran pena a María y José, que no lo encontraban. Por su “aventura”, probablemente también Jesús tuvo que pedir disculpas a sus padres. El Evangelio no lo dice, pero creo que lo podemos suponer. La pregunta de María, además, manifiesta un cierto reproche, mostrando claramente la preocupación y angustia, suya y de José. Al regresar a casa, Jesús se unió estrechamente a ellos, para demostrar todo su afecto y obediencia. Estos momentos, que con el Señor se transforman en oportunidad de crecimiento, en ocasión para pedir perdón y recibirlo y de demostrar amor y obediencia, también forman parte de la peregrinación de la familia.
Que en este Año de la Misericordia, toda familia cristiana sea un lugar privilegiado para esta peregrinación en el que se experimenta la alegría del perdón. El perdón es la esencia del amor, que sabe comprender el error y poner remedio. Pobres de nosotros si Dios no nos perdonase. En el seno de la familia es donde se nos educa al perdón, porque se tiene la certeza de ser comprendidos y apoyados, no obstante los errores que se puedan cometer.
No perdamos la confianza en la familia. (Homilía de S.S. Francisco, 27 de diciembre de 2015).
Reflexión
Los designios de Dios son siempre maravillosos y, en ocasiones, incomprensibles para nuestra pobre mente.

La dificultad de José no era banal. Estaba turbado porque no alcanzaba a percibir con claridad la voluntad de Dios. Hay momentos en la vida en los cuales no estamos seguros de cómo debemos actuar para permanecer en la justicia. En estos momentos de incerteza nos parece que Dios fuese lejano: no sentimos su voz y no encontramos una salida.

En realidad Dios no está nunca lejos. Al contrario, está muy cerca. Como sucedió a José, si somos fieles, Él se hará presente con su palabra de consuelo: ¡No temas!

Lo más importante es saber actuar según lo que Él nos dice, a ejemplo de José, también cuando no alcanzamos a comprenderlo todo. Dios es fiel. De José no nos ha llegado a nosotros una sola palabra. En el evangelio él debe tan sólo obedecer bajo la sombra de la fe. Su fe normal, cotidiana, escondida, enfrentada a miles de dificultades, nos debe dar el ejemplo de la firmeza y fortaleza en la fe

A nuestros oídos llega nuevamente la voz del ángel del Señor: "No temas". No temas recibir a María, no temas recibir a Jesús, al Dios hecho niño. Emmanuel, Dios con nosotros. Dios que se hace hombre y viene a nacer en el corazón de cada hombre para traerle la salvación. El Amor de Dios que se hace carne.

San José no dudó en poner en obras las palabras del ángel, pues era hombre de corazón justo que no sabía negarle nada a Dios. San José creyó, y, porque creyó, fue el primero en adorar Aquel Niño que trajo la salvación al mundo entero, la paz, el amor, la felicidad.

No temas. No temas abrir tu corazón al Niño Jesús. Prepara en tu corazón. Él no pide más. Simplemente un pequeño lugar. Lo único que quiere es amar y ser amado.

Emmanuel, Dios con nosotros. Dios en tu corazón, el Amor en tu corazón, la salvación en tu corazón. No temas.

Propósito
Pedir hoy, en una oración especial, la intercesión de san José para imitar su sencillez y humildad para cumplir la voluntad de Dios.

Diálogo con Cristo
Señor, Tú que viviste treinta años oculto en Nazaret, viviendo bajo la custodia de María y de José, ayúdame a imitarte en tu obediencia pronta, alegre y heroica. Que san José, a quien celebramos hoy, patrono de la Iglesia universal, de la familia y de la buena muerte, interceda por mí para que sepa imitar el respeto, el apoyo y el servicio que él vivió y dio a los demás.


¿CUÁL ES EL SENTIDO VERDADERO DE LAS PALMAS DE DOMINGO DE RAMOS?

¿Cuál es el sentido verdadero de las palmas de Domingo de Ramos?


 (ACI).- Este domingo millones de católicos alrededor del mundo acuden a las iglesias para iniciar la celebración de la Semana Santa con el Domingo de Ramos, recordando la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén cuando fue recibido por sus discípulos y la población con palmas y ramos de olivo.

¿Cuál es el verdadero sentido de estas palmas una vez bendecidas?

Luego de ser bendecidas muchos fieles suelen colocarlas en algún lugar privilegiado del hogar y las utilizan como un sacramental, es decir, como “signos sagrados con los que, imitando de alguna manera a los sacramentos, se expresan efectos, sobre todo espirituales, obtenidos por la intercesión de la Iglesia” (CIC 1667).

“Sin embargo muchas personas acostumbran colocar las palmas benditas detrás de la puerta como amuletos, las utilizan con fines curativos o para mantener alejados a los malos espíritus o a los rateros, lo cual es una superstición”, advierte el Sistema Informativo de la Arquidiócesis de México (SIAME).

Esta creencia, según esta institución, es errónea debido a que “el verdadero sentido de las palmas en nuestro hogar es tener presente que Jesús es nuestro rey y que debemos siempre darle la bienvenida en nuestro hogar”.

Una vez haya culminado la Semana Santa, se sugiere llevarlas “a la iglesia para que sean quemadas y emplear su ceniza precisamente en el ‘Miércoles de Ceniza’, principio de la próxima Cuaresma”, concluye el SIAME.

Se estima que existen 2600 especies de palmas pero la planta que produce las hojas que se usan el Domingo de Ramos solo puede sobrevivir en climas tropicales o subtropicales.

Antiguamente, por razones geográficas, muchas iglesias no podían conseguirlas así que las sustituían por otra planta local como el olivo o el sauce.

En los lugares donde no se pueden encontrar palmas o están en peligro de extinción, como es el caso de Colombia o Ecuador con las “palmas de cera”, se pueden utilizar ramas de olivo, saúco, abeto o de otros árboles.

En el "Caeremoniale Episcoporum", libro que contiene los ritos y ceremonias latinas de la Iglesia Católica, se sugiere que en estos casos, al menos se le adjunten a las ramas de olivo flores o cruces hechas de palma.



A continuación, una oración para colocar las palmas benditas en casa:

Bendice, Señor, nuestro hogar.

Que tu Hijo Jesús y la Virgen María reinen en él.
Danos paz, amor y respeto,
para que respetándonos y amándonos
los sepamos honrar en nuestra vida familiar,
sé Tú, el Rey en nuestro hogar.

Amén.

SAN JOSÉ, EL SANTO DE LA SIMPLICIDAD, DEL SENTIDO COMÚN, DE LA SENCILLEZ Y DEL SILENCIO


San José, el santo de la simplicidad, del sentido común, de la sencillez y del silencio
Celebremos el encuentro cariñoso, afectuoso y generoso de este hombre, que Dios llamó a vivir de una manera sencilla.


Por: P Idar Hidalgo | Fuente: Catholic.net 




José, como padre del recién nacido, le circuncida al octavo día y le impone el nombre de Jesús, que era un derecho inherente a la misión del padre.

José es quien transmite a Cristo su ascendencia y genealogía y con ello la descendencia de Abraham y la de David junto a las promesas del reino mesiánico y eterno. (cf Rm 1,3; 2 Tm 2,8; Ap 22,16).

Hablar o escribir sobre San José suele ser algo paradójico, ya que por un lado resulta ser algo muy simple, y por la misma simplicidad muchas veces se nos complica.

Pero San José es el santo de la simplicidad, el santo del sentido común, el santo de la sencillez, el santo del silencio. Y se podría seguir enumerando los calificativos de su santidad y todos sus atributos, y no se trata de hacer eso en esta pequeña meditación, sino que reflexionemos sobre la fiesta de San José y celebremos el encuentro cariñoso, afectuoso y generoso, de este hombre que Dios llamó a vivir de una manera sencilla y su respuesta total a la realización del proyecto de salvación de Dios.

Para hablar de San José, es necesario hablar del silencio, pues es el santo del silencio, porque desde ahí supo contemplar el misterio del plan de Dios y porque solo en el silencio se encuentra lo que se ama. Solo en el silencio amoroso es desde donde se puede contemplar el misterio más trascendente de la redención, de un Dios que por amor se ha hecho hombre como nosotros.

Bien podemos decir que San José es el santo modelo de la fe, porque supo esperar contra toda desesperanza, por la fe aceptó a María y por la fe aceptó ser padre en esta tierra de Jesús hecho niño.

Llama la atención que no escribió nada, no se tiene referencia que haya dicho algo, simplemente obedeció con gran docilidad. Siempre a la escucha de la voz de Dios, siempre dispuesto a obedecer a Dios, a pesar de que, más de una vez, las cosas que se le mandaban no eran fáciles de aceptar.

La simplicidad de vida, el sentido común vivido con amor, haciendo ordinarias las cosas más extraordinarias… y viviendo extraordinariamente lo ordinario, porque todo lo vivió en referencia al Padre.

Hoy que hemos avanzado en el conocimiento de las ciencias naturales o en las ciencias humanas, parece que hemos perdido el sentido común también en la vida espiritual y nos cuestionamos cómo hemos de vivir el Evangelio, como se puede tener certeza de que estoy obrando bien, y llegamos a reducir la vida del Evangelio con portarse bien… y nos olvidamos que lo importante es amar y como consecuencia del amor está el portarse bien.

Sentido común en la vida espiritual es vivir con docilidad la Voluntad del Padre, es vivir con corazón agradecido por las bendiciones que de Dios hemos recibido, es ser concientes de la misión personal que se nos ha encomendado y ser fieles a ese llamamiento.

Ser cristiano con sentido común, es vivir la fe sin buscar protagonismos, vivir nuestra esperanza con la confianza de las promesas que se nos han hecho y vivir cada instante de vida en el amor, sabedores que solo el amor hace eterno el instante.

Ser cristiano con sentido común, es vivir la simplicidad de vida con la madurez del realismo, que se traduce en esa conciencia de que se es capaz de amar y de ser amado. Para hacer de cada acción, de cada instante, el punto de llegada y el punto de partida de la realización de la promesa.

San José es Patrono de la Iglesia Universal porque a él se le encomendó el cuidado de Jesús hecho hombre y el cuidado de la Virgen María, y es patrono de todos los bautizados porque cuida desde el cielo por cada uno de nosotros que le hemos sido confiados.

Si bien es cierto que a Cristo se llega por María, por San José nos acercamos a contemplar el misterio de la Iglesia que a él se le ha encomendado.

Es la presencia de San José en la Iglesia de Dios, destacada por San Mateo, como varón justo, Esposo verdadero de María y Padre singular y virginal de Jesús.

Pío IX lo declaró Patrono de la Iglesia Universal el 8 de diciembre de 1870; aunque la fiesta fue suprimida más tarde. Actualmente le recordamos y celebramos el 19 de marzo.

ORACIÓN A SAN JOSÉ


ORACIÓN A SAN JOSÉ 



¡Glorioso Patriarca San José!, animado de una gran confianza en vuestro gran valor, a Vos acudo para que seáis mi protector durante los días de mi destierro en este valle de lágrimas.

Vuestra altísima dignidad de Padre adoptivo de mi amante Jesús hace que nada se os niegue de cuanto pidáis en el cielo.

Sed mi abogado, especialmente en la hora de mi muerte, y alcanzadme la gracia de que mi alma, cuando se desprenda de la carne, vaya a descansar en las manos del Señor. Amén.

UN MOMENTO DE SILENCIO... COMO SAN JOSÉ


Un momento de silencio... como San José
Nada nos dijo pero con su ejemplo nos lo dijo todo. Más que el más brillante de los discursos fue su testimonio callado y lleno de amor.


Por: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net 




Así como hay dolor y alegría, así como hay inquietud y paz; así el hombre tiene en su vida dos cauces por donde transcurre su existencia: La palabra y el silencio.

La palabra, del latín parábola, es la facultad natural de hablar. Solo el hombre disfruta de la palabra. La palabra expresa las ideas que llevamos en nuestra mente y es el mejor conducto para decir lo que sentimos. Hablar es expresar el pensamiento por medio de palabras. Es algo que hacemos momento tras momento y no nos damos cuenta de que es un constante milagro. Hablar, decir lo que sentimos, comunicar todos nuestros anhelos y esperanzas o poder descargar nuestro corazón atribulado, cuando las penas nos alcanzan, a los que nos escuchan.

Nuestra era es la era de la comunicación y de la información. Pero la palabra tiene también su parte contraria: El silencio.

Nuestro vivir transcurre entre estos cauces: la palabra y el silencio. O hablamos o estamos en silencio.

Cuando hablamos "a voces" la fuerza se nos va por la boca... hablamos y hablamos y muchas veces nos arrepentimos de haber hablado tanto... Sin embargo el hablar es algo muy hermoso que nos hace sentir vivos, animosos y nos gusta que nos escuchen.

El silencio es un tesoro de infinito valor. Cuando estamos en silencio somos más auténticos, somos lo que somos realmente.

El silencio es algo vital en nuestra existencia para encontrarnos con nosotros mismos. Es poder darle forma y respuesta a las preguntas que van amalgamando nuestro vivir. ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? Y va a ser en ese silencio donde vamos a encontrar las respuestas, no en el bullicio, en el ajetreo, en el nerviosismo, la música ruidosa, en el "acelere" de la vida inquieta y conflictiva porque es en el silencio y por el silencio donde se escucha la voz de Dios pues bien dicen que "Dios habla quedito"

Meditando en estas cosas pienso en José el carpintero de Nazaret. El hombre a quien se le encomendó la protección y el cuidado de los personajes más grandes de la Historia Sagrada y no nos dejó el recuerdo de una sola palabra suya. Nada nos dijo pero con su ejemplo nos lo dijo todo. Más que el más brillante de los discursos fue su testimonio callado y lleno de amor.

San José, el santo que le dicen: "Abogado de la buena muerte". Porque... ¿A quién no le gustaría morir entre los brazos de Jesús y de María como él murió?

José tuvo una entrega total. Una vida consagrada al trabajo, un desvelo, un cuidado amoroso para estos dos seres que estaban bajo su tutela y supo, como cualquier hombre bueno y padre de familia, del sudor en la frente y el cansancio en las largas jornadas en su taller de carpintería y supo del dolor en el exilio de una tierra extranjera y supo en sus noches calladas y de vigilia del orar a Dios mirando el suave dormir de Jesús y de María, pidiendo fuerzas para cuidar y proteger a aquellos amadísimos seres que tan confiadamente se le entregaban. No tuvo que hablar.

No hay palabras que superen ese silencio de amor y cumplimiento del deber. Ahí está todo. Ahí está Dios. En las pequeñas cosas de todos los días, en la humildad del trabajo cotidiano.

El no fue poderoso, él no tuvo un puesto importante en el Sanedrín, él... supo cumplir su misión y su silencio fue su mayor grandeza.

Las almas grandes no lo van gritando por las plazas y caminos, se quedan en silencio para poder hablar con Dios y Dios sonríe cuando las mira.

Que podamos tener cada día, aunque sean cinco minutos de silencio, para oír la voz de Dios.

FELIZ FIESTA DE SAN JOSÉ!! MODELO DE PADRE Y ESPOSO, 19 DE MARZO


¡Feliz Fiesta de San José, modelo de padre y esposo!
Por Abel Camasca


 (ACI).- San José es quien tuvo el privilegio de ser esposo de María, de criar al Hijo de Dios y de ser la cabeza de la Sagrada Familia. Es patrón de la Iglesia Universal, de una infinidad de comunidades religiosas y de la buena muerte. La fiesta del santo más cercano a Jesús y María se celebra el 19 de marzo.

"José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, pues lo que en ella ha sido concebido es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt. 1, 20-21), le dijo el ángel  en sueños al “justo” San José.

San José es conocido como el “Santo del silencio” porque no se conoce palabra pronunciada por él, pero sí sus obras, su fe y amor que influenciaron en Jesús y en su santo matrimonio.

Cuenta la tradición que doce jóvenes pretendían casarse con María y que cada uno llevaba un bastón de madera muy seca en la mano. De pronto, cuando la Virgen debía escoger entre todos ellos, el bastón de José milagrosamente floreció. Por eso se le pinta con un bastón florecido.


Junto a María, San José también tuvo que sufrir que no los quisieran recibir en Belén, que el amor de su vida diera a la luz en un establo y el tener que huir a Egipto, como si fueran delincuentes, para que Herodes no mate al niño. Pero supo afrontar todo esto confiando en la Providencia de Dios.

Con su oficio de carpintero no pudo comprar los mejores regalos para su hijo Jesús o que recibiera la mejor educación, pero el tiempo que le dedicó para atenderlo y enseñarle su profesión fueron más que suficiente para que el Señor conociera el cariño de un papá, que también es capaz de dejarlo todo por ir en busca del hijo extraviado.

Se conoce a San José como Patrono de la buena muerte porque tuvo la dicha de morir acompañado y consolado de Jesús y María. Fue declarado Patrono de la Iglesia Universal por el Papa Pío IX en 1847.

Una de las que más propagó la devoción a San José fue Santa Teresa de Ávila, que fue curada por intercesión del papá de Jesús en la tierra de una terrible enfermedad que la tenía casi paralizada y que era considerada incurable. La Santa le rezó con fe a San José y obtuvo la curación. Luego solía repetir:
"Otros santos parece que tienen especial poder para solucionar ciertos problemas. Pero a San José le ha concedido Dios un gran poder para ayudar en todo".

Hacia el final de su vida, la Santa carmelita resaltó: “durante 40 años, cada año en la fiesta de San José le he pedido alguna gracia o favor especial, y no me ha fallado ni una sola vez. Yo les digo a los que me escuchan que hagan el ensayo de rezar con fe a este gran santo, y verán que grandes frutos van a conseguir".

IMÁGENES DEL VÍA CRUCIS















EL VÍA CRUCIS EN IMÁGENES















viernes, 18 de marzo de 2016

EL EVANGELIO DE HOY: VIERNES 18 DE MARZO DEL 2016


Aunque a mí no me creáis, creed por las obras
Cuaresma y Semana Santa


Juan 10, 31-42. Cuaresma. Ánimo y fuerza para continuar acompañando a Cristo hasta el pie del Calvario. 


Por: Carlos Andrés Gómez | Fuente: Catholic.net 



Del santo Evangelio según san Juan 10, 31-42
En aquel tiempo los judíos trajeron otra vez piedras para apedrearle. Jesús les dijo: «Muchas obras buenas que vienen del Padre os he mostrado. ¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?» Le respondieron los judíos: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios». Jesús les respondió: «¿No está escrito en vuestra Ley: Yo he dicho: dioses sois? Si la escritura llama dioses a aquellos a quienes se dirigió la Palabra de Dios - y no puede fallar la Escritura -a aquel a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo, ¿cómo le decís que blasfema por haber dicho: "Yo soy Hijo de Dios"? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed por las obras, y así sabréis y conoceréis que el Padre está en mí y yo en el Padre». Querían de nuevo prenderle, pero se les escapó de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado antes bautizando, y se quedó allí. Muchos acudieron a Él y decían: «Juan no realizó ninguna señal, pero todo lo que dijo Juan de éste, era verdad». Y muchos allí creyeron en Él.

Oración introductoria
Señor, ayúdame a limpiar mi corazón para conocerte en todo lo que realizo;que pueda ver tu mano y amor en todo lo que me rodea. Ayúdame a estar contigo en esta meditación y haz que mi corazón sea más semejante al tuyo, sobre todo en la virtud de la humildad.Tú conoces mis intenciones más íntimas y quiero ponerlas en tus manos. En el corazón de María, pongo a todos mis seres queridos, y también todo aquello que perturba mi corazón.

Petición
Señor, que me dé cuenta del gran amor que me tienes, y concédeme la gracia de ser humilde en mi deber como cristiano.

Meditación del Papa Francisco
Esta palabra introduce en la dinámica de la fe, que es una relación: la relación entre la persona humana, todos nosotros, y la persona de Jesús, donde el Padre juega un papel decisivo, y naturalmente, también el Espíritu Santo, que está implícito aquí. No basta encontrar a Jesús para creer en Él, no basta leer la Biblia, el Evangelio, eso es importante ¿eh?, pero no basta. No basta ni siquiera asistir a un milagro, como el de la multiplicación de los panes. Muchas personas estuvieron en estrecho contacto con Jesús y no le creyeron, es más, también lo despreciaron y condenaron. Y yo me pregunto: ¿por qué, esto? ¿No fueron atraídos por el Padre? No, esto sucedió porque su corazón estaba cerrado a la acción del Espíritu de Dios. Y si tú tienes el corazón cerrado, la fe no entra. Dios Padre siempre nos atrae hacia Jesús. Somos nosotros quienes abrimos nuestro corazón o lo cerramos.
En cambio la fe, que es como una semilla en lo profundo del corazón, florece cuando nos dejamos “atraer” por el Padre hacia Jesús, y “vamos a Él” con ánimo abierto, con corazón abierto, sin prejuicios; entonces reconocemos en su rostro el rostro de Dios y en sus palabras la palabra de Dios, porque el Espíritu Santo nos ha hecho entrar en la relación de amor y de vida que hay entre Jesús y Dios Padre. Y ahí nosotros recibimos el don, el regalo de la fe. (Homilía de S.S. Francisco, 9 de agosto de 2015).
Reflexión 
De Dios provienen todas las cosas, nosotros somos una simple herramienta en sus manos. La humildad nos ayuda a no llenarnos de soberbia, que es creer que todo lo que hacemos lo hacemos con nuestras propias fuerzas. Con la humildad,dejamos que Dios actúe en nosotros y que Él haga el bien al hombre por nuestro medio.

Esta misión Dios ya la puesto en mis manos antes de que yo naciera, y además, no me deja solo, sino que me da su fuerza para que la lleve a cabo (cf. Jeremías 1, 1-10). Por eso, debo de ser muy humilde, o al menos tender a la humildad todos los días para poder escuchar mejor la Santísima voluntad de Dios, que me la expresa todos los días por medio de la oración y de los sacramentos.

Faltan pocos días para terminar de acompañar a Cristo en su travesía a Jerusalén. Durante la cuaresma hemos caminado junto Él y llega el momento en que se demostrará cómo ha sido nuestra cercanía a lo largo de estos días. Una vez más Cristo prepara no sólo a sus apóstoles, sino sobre todo pretende enseñar los preceptos de su Padre a los escribas y fariseos. Enseñanzas muy difíciles de aceptar por los eruditos en la ley, por no decir imposible. Sin embargo, Cristo debe actuar guste o no los "expertos" en la ley.

Convendría examinar cuál es la única confianza humana de Jesús en sus predicaciones. Y no es otra que la certeza de predicar y vivir lo que su Padre le enseña. El amor a Dios y al prójimo. Por este motivo buscan apedrear a Jesús y como no apagarán su odio sólo con unas piedras buscarán llevarlo a la cruz.

No nos debería parecer extraña la actitud de los fariseos, porque que un hombre como ellos se declare el Hijo de Dios sí que debió ser costoso aceptarlo. Lo que nos debería asombrar de los fariseos es la forma cómo estaban viviendo pues, ya era tanto su orgullo que ya no defendían la doctrina que enseñaban sino la fama y el honor que habían logrado hasta entonces. Por eso, ni siquiera eran capaces de aceptar el testimonio de un ciego recién curado, o la resurrección de Lázaro o los pasos de un paralítico curado en sábado. ¿Le condenarían también por predicar el mandamiento del amor, por enseñar doctrinas como "ama a tus enemigos" o "perdona quien te ha ofendido"? ¿Por cuál de todas ellas le van a apedrear?

Cobremos ánimo y fuerza para continuar acompañando a Cristo hasta el pie del calvario. Hemos seguido sus huellas durante estos 40 días y no vamos a abandonarle en el momento más difícil. Es necesario seguir acompañándole con nuestra oración diaria, con nuestra responsabilidad en nuestros compromisos y con todo aquello que nos mantenga unido a Él.

Propósito
Buscaré ver a Dios en todo lo que hago, dándole gracias por lo bueno y lo malo.

Diálogo con Cristo
Señor,Tú sabes mejor que nadie cuán frágil soy y cuánta ayuda necesito para obrar como Túdeseas.Por eso, vengo ante ti este día, para pedirte perdón por no escucharte ni ver el gran amor que me tienes. Este día quiero ser un reflejo de tu amor; que los demás vean en mí el gran amor por el cual Cristo se hizo el más humilde de todos para salvarnos.

Una vez estaba yo considerando por qué razón era nuestro Señor tan amigo de esta virtud de la humildad, y se me puso delante, a mi parecer, sin considerarlo, esto: que es porque Dios es suma Verdad y la humildad es andar en verdad. (Sta. Teresa Las Moradas, VI, 10)

DEMASIADO TARDE


Demasiado tarde



La Iglesia –Madre y Maestra– teme por nosotros. Contempla a tantos hijos suyos “adormilados”, desprevenidos, como si esta vida no acabara nunca. Ve con alarma cómo esta sociedad paganizada nos aparta de lo único necesario, y nos recuerda a menudo las palabras de Jesús: “Estén preparados, porque no saben el día ni la hora”.

En una iglesia había un mensaje gráfico que describía las distintas etapas de la vida: Se veía un niño jugando y por comentario abajo: “demasiado pequeño para pensar en Dios”. Luego un joven tocando batería, y decía: “demasiado metido en sus cosas y autosuficiente para acordarse de Dios”. Después un novio con su novia y decía abajo: “demasiado enamorados para hablar con Dios”. Había también un hombre de negocios muy preocupado: “Con demasiados problemas en la cabeza para amar y orar a Dios”. Y finalmente una tumba con su lápida, cruz y corona de flores: “Demasiado tarde para servir y honrar a Dios”.

El santo cura de Ars, decía en sus homilías: “Todos los santos comenzaron su conversión por la oración y por ella perseveraron; y todos los condenados se perdieron por su negligencia en la oración. Digo, pues, que la oración nos es absolutamente necesaria para perseverar”. Y Jesús asegura: “Vigilen y oren para no caer en tentación”.  El Señor toque nuestras lenguas para orar siempre y no desfallecer.


* Enviado por el P. Natalio
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