lunes, 26 de abril de 2021

NO ES FÁCIL SER "BUEN PASTOR"



 No es fácil ser “Buen Pastor”


- No siempre, tener los mismos sentimientos de Jesús, es fácil

- No todos los días, brindar el corazón de Jesús como Él lo hace, resulta cómodo

- No resulta gratificante, en una sociedad permisiva, excesivamente hedonista y caprichosa, indicar senderos que nos llevan a una vida sobria o austera.

Seguimos en este tiempo de la Pascua, atónitos y deslumbrados, por los fulgores de la Resurrección de Cristo. Antes de su resurrección ya nos dejó muchas pistas para que pensáramos qué significaba ser cristianos o discípulos suyos.

No podemos quedarnos exclusivamente en el ser buenos, en afanarnos por un mundo mejor, en compartir algo de lo nuestro (eso lo puede realizar cualquiera que no sea creyente) para afirmar que nuestra vida cristiana ya es “como Dios manda”. Hay que ir más allá.

El Buen Pastor, Jesús, espera nuestra adhesión hacia Él. Implica el dejarnos guiar, seducir y regir por su cayado y por su voluntad. Tres huellas, del Buen Pastor, nos pueden ayudar a no alejarnos de Él:

• La Palabra: nos ilumina. Nos anima en tiempos de dificultades. Nos rescata de atolladeros en los que, por diversas circunstancias, nos hemos metido. La Palabra del Buen Pastor es siempre segura, certera, sabrosa. No escucharla nos lleva, en la mayoría de los casos, a un desconocimiento total de la personalidad y de la misión de Jesús.

• La Oración: con la oración, el Buen Pastor, se relaciona personalmente con cada uno de los miembros de su rebaño. Con la oración, Jesús, nos señala la vía que hemos de escoger para no perdernos en las noches oscuras de la vida. Con la oración sentimos la necesidad de entrar en diálogo con Aquel que nos ama, que nos comprende y que nos quiere tal y como somos.

• La Eucaristía: sin ella, los amigos de Cristo, nos debilitamos. El cristiano que no vive ni participa de la Eucaristía corre un serio riesgo: ser un simple borrego. Se deja ordenar por lo dictados del mundo. Se alimenta exclusivamente por otros alimentos perecederos que la sociedad ofrece, para embellecer el cuerpo o agradar el paladar, pero en detrimento de la belleza del espíritu o del alma.

En un tiempo en el que escasean tanto los líderes, necesitamos de Alguien que presida y motive nuestra existencia. Que nos reconozca con nuestro propio nombre y apellido. Que nos trate con cierta dignidad y delicadeza. Como Jesús nada ni nadie.

Será difícil alcanzar la meta que Jesús nos propone. Será ardua la tarea de que, los pastores que dirigen la Iglesia, seamos tal y como Jesús se nos mostró. Pero siempre nos quedará el empeño de no abandonar cuando “tantos lobos” intentan apagar la voz de la verdad de Dios y, otras veces, arremeter contra los pastores que –con pecados y virtudes- intentamos orientar la vida de nuestras comunidades cristianas.

Demos gracias al Señor, en este Domingo IV de Pascua, porque sigue encabezando nuestro peregrinar por esta tierra e, incluso, dando la vida por cada uno de nosotros.

Os pedimos, en este Día del Buen Pastor, una oración por nosotros (por los sacerdotes). Grande la misión que nos ha encomendado el Señor, y muy frágiles en muchas ocasiones nuestras fuerzas. Por nuestras debilidades, pecados e inseguridades.



(P. Javier Leoz)

EL PROGRESO DE LOS PUEBLO ESTA EN LA CALIDAD DE SUS HABITANTES

 


EL PROGRESO DE LOS PUEBLOS ESTA EN LA CALIDAD DE SUS HABITANTES



La medida del desarrollo de un país esta en la calidad de sus ciudadanos, poco o nada significa el desarrollo económico si la ética y la moral de los habitantes está por los suelos. La práctica de los valores y el ejercicio de las virtudes se manifiesta eficazmente, tanto en la vida privada como en la vida pública; no se puede ser un buen ciudadano si se aparenta ser bueno ante la opinión pública, en realidad, la persona buena se descubre en la vida ordinaria, es decir, en el cada día, uno debe ser bueno siempre, aunque nadie te valore explícitamente.

El bienestar y la felicidad de un pueblo no depende mucho de sus líderes o gobernantes, sino en la calidad de vida lograda por cada uno de los ciudadanos de una Nación. Poco o nada pueden hacer los gobernantes y funcionarios ante un pueblo bien educado y que tiene la conciencia recta. Ni los medios de información y comunicación pueden influir cuando los ciudadanos están formados en la conciencia crítica positiva. Es decir, un individuo bien educado imposible de ser manipulado, y menos engañado.

En el momento que la masa se deja manipular y presionar, ya sea por los grupos de poder o colectivos partidistas, pierde su propia identidad, por tanto, no llegará a ninguna buena solución; no se puede solucionar un problema con otro problema.

La mejor solución al fenómeno de la corrupción es no corromper ni dejarse corromper, es decir, cumplir la ley justa y razonable. Por consiguiente, mientras los gobernantes y funcionarios transgreden y manipulan las leyes, siempre existirá la corrupción; el día en que todos los ciudadanos comenzamos a respetar la ley, desaparecerá la corrupción.

En efecto, si queremos una sociedad de calidad y respeto, tenemos que comenzar a asumir la propia responsabilidad patriótica, sin coacción ni manipulación de ningún grupo de poder: ser libre en las propias opiniones y decisiones, nadie debe pensar por ti. Eres y debes ser protagonista de tu propio desarrollo. Por tanto, no te alegres por el fracaso de otros, ni envidies el éxito de los demás, es hora de que tú mismo comiences a vivir con responsabilidad. Comienza a marcar la diferencia con tu honestidad y trabajo, verás que el progreso y la calidad de vida estará a la puerta de tu casa 

(Marcos)

30/7/2018

+ P. Marcos Trujillo Reaño OSJ




CUANDO SE LLEGA A UN MURO

 


Cuando se llega a un muro

En esos momentos existe el peligro de quedarnos con los brazos cruzados. El desaliento invade los corazones.

Por: P. Fernando Pascual LC | Fuente: Catholic.net



La idea parecía buena. La empezamos a poner en marcha. Resolvemos las primeras dificultades. De repente, llegamos a un muro insuperable. No podemos seguir adelante.

Los muros que podemos encontrar son tantos, a veces totalmente inesperados. No queda dinero en el banco. No responde el amigo que tenía en sus manos la respuesta decisiva. Fallece el médico en quien pusimos tantas esperanzas...

Un proyecto, un camino, un esfuerzo, han culminado en un punto que no permite vislumbrar perspectivas para seguir adelante. El corazón susurra que ahora toca resignarse ante lo inevitable.

En esos momentos existe el peligro de quedarnos con los brazos cruzados. El desaliento invade los corazones. Un extraño sentimiento de fracaso domina el panorama.

Sin embargo, ese muro no es la última palabra. Ni en la propia vida, ni en la vida de los otros. A un lado, a otro, o tal vez hacia atrás, quedan abiertos otros caminos. Es el momento para los reajustes.

Entonces descubrimos que un muro es, simplemente, un “no” a algo y un “sí” a otra cosa que hasta ahora quizá parecía insignificante pero que encierra riquezas sorprendentes.

Lo habremos escuchado más de una vez: cuando se cierra una puerta, se abre una ventana. Una ventana terrena, con sus nuevos riesgos y sus promesas. Y una ventana eterna: más allá de esta vida existe un horizonte maravilloso donde nos espera un Padre bueno.

La vida sigue adelante. En ella, ¿qué me piden los familiares, los amigos, los conocidos? Sobre todo, ¿qué me pide Dios, qué me está diciendo ante este muro?

Con el alma abierta y disponible, debo dar una respuesta. Será buena si permito al Señor dirigir mi vida, si confío en su Palabra, si aprendo a leer toda mi historia desde la clave única que da sentido a todo: Dios me ama siempre, su misericordia es eterna...

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN EL DOMINGO DEL BUEN PASTOR 2021



 Homilía del Papa Francisco en el Domingo del Buen Pastor 2021

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa



El Papa Francisco presidió la Misa con el rito de la ordenación sacerdotal a nueve diáconos este 25 de abril, cuarto Domingo de Pascua y Domingo del Buen Pastor, en el Altar de la Confesión de la Basílica de San Pedro del Vaticano. 

En su homilía, pronunciada en forma espontánea, el Santo Padre alentó a los nuevos sacerdotes a imitar el estilo de Dios que consiste en la cercanía, compasión y ternura y a ser cercanos a Dios, al Obispo, entre ellos y al pueblo de Dios. 

“Por favor, aléjense de la vanidad, del orgullo, del dinero. El diablo entra por los bolsillos, piensen esto, sean pobres, como pobre es el santo fiel pueblo de Dios, pobres que aman a los pobres, no sean trepadores, la carrera eclesiástica, que después, te conviertes en funcionario, y cuando un sacerdote entra para ser empresario, sea de la parroquia, sea del colegio, sea donde sea, pierde aquella cercanía al pueblo, pierde aquella pobreza que lo asemeja a Cristo pobre y crucificado y se convierte en empresario, en sacerdote empresario y no el servidor”, advirtió.


A continuación, la transcripción y traducción de la homilía pronunciada por el Papa Francisco:

Queridísimos hermanos, estos nuestros hijos han sido llamados al orden sacerdotal. Reflexionemos a cuál ministerio serán elevados en la Iglesia.

Como ustedes saben hermanos, el Señor Jesús es el único sacerdote del Nuevo Testamento, pero, como Él, todo el pueblo santo de Dios fue constituido pueblo sacerdotal.

No obstante, el Señor Jesús quiso elegir entre sus discípulos a algunos en particular, para que, ejerciendo públicamente en la Iglesia en su nombre el oficio sacerdotal en favor de todos los hombres, continuaran su misión personal de maestro, sacerdote y pastor. 

Después de una profunda reflexión, ahora estos estos hermanos van a ser ordenados para el sacerdocio en el Orden de los presbíteros, a fin de hacer las veces de Cristo, Maestro, Sacerdote y Pastor, por quien la Iglesia, su Cuerpo, se edifica y crece como Pueblo de Dios y templo del Espíritu Santo.

A ustedes, queridos hijos, que van a ser ordenados presbíteros, consideren, en la parte que les corresponde, la función de enseñar en nombre de Cristo, el Maestro.

Serán como él, pastores, y esto, es lo que quiere de ustedes, pastores, pastores del santo pueblo fiel de Dios, pastores que van con el pueblo de Dios, algunas veces adelante, en medio o al final del rebaño, pero siempre allí, con el pueblo de Dios. 

En un tiempo se hablaba de la 'carrera eclesiástica', que no tenía el mismo significado que tiene hoy. Esto no es una 'carrera': es un servicio, un servicio como el mismo que hizo Dios a su pueblo.

Y este servicio de Dios a su pueblo tiene las 'huellas' del servicio de Dios a su pueblo, tiene un estilo, un estilo que ustedes deben seguir. Estilo de cercanía, estilo de compasión y estilo de ternura. Este es el estilo de Dios. Cercanía, compasión, ternura.

La cercanía. Las cuatro cercanías del sacerdote, son cuatro. Cercanía con Dios en la oración, en los sacramentos, en la Misa, hablar con el Señor, ser cercano al Señor, Él se hizo cercano a nosotros en su hijo, toda la historia su hijo, y también ha sido cercano a ustedes en el camino de su vida hasta este momento y también en los momentos feos del pecado estaba allí, cercanía.

Sean cercanos al santo pueblo fiel de Dios, pero, antes que nada, cercanos a Dios con la oración. Un sacerdote que no reza, lentamente apaga el fuego del Espíritu dentro. Cercanía a Dios.

Segundo: cercanía al Obispo, en este caso al 'vice obispo'. Ser cercanos, porque en el Obispo ustedes tendrán la unidad, ustedes son, no quiero decir servidores, servidores de Dios, sino colaboradores del Obispo, cercanía.

Yo recuerdo una vez, hace tiempo, un sacerdote que tenía la desgracia, digamos así, de una caída, la primera cosa que hizo fue llamar al Obispo. También en los momentos feos, llama al Obispo para ser cercano a él. Cercanía a Dios en la oración, cercanía al Obispo. Pero este Obispo no me gusta, es tu Padre, pero este Obispo me trata mal, sé humilde, ve hacia el Obispo.

Tercero: cercanía entre ustedes. Yo les sugiero un propósito para hacer hoy, nunca hablar mal de un hermano sacerdote, si ustedes tienen una cosa contra otro, sean hombres, tengan pantalones, y vayan allí y díganlo a la cara.

Esto es algo muy feo, no sé cómo lo tomará. Ve con el Obispo para que te ayude, pero nunca, nunca hablar mal. No sean chismosos, no caigan en la habladuría, unidad entre ustedes, en el consejo episcopal, en las comisiones, en el trabajo. Cercanía entre ustedes y al Obispo.

Y cuarto: para mí, después de a Dios, la cercanía más importante es con el santo pueblo fiel de Dios. Ninguno de ustedes ha estudiado para ser sacerdote, han estudiado las ciencias eclesiásticas que la Iglesia dice que se deben hacer. Pero ustedes han sido elegidos, tomados del pueblo de Dios.

El Señor decía a David, yo te he tomado del final del rebaño, no se olviden de dónde vienen, de su familia, de su pueblo, no pierdan el olor del pueblo de Dios.

Pablo decía a Timoteo, recuerda a tu madre, a tu abuela, si de donde vienes, de aquel pueblo de Dios. El autor de la Carta a los Hebreos dice acuérdate de aquellos que te han introducido en la fe. Sacerdotes de pueblo, no clérigos de Estado. 

Las cuatro cercanías del sacerdote: cercanía con Dios, cercanía con el Obispo, cercanía entre ustedes, cercanía con el pueblo de Dios. El estilo de cercanía, que es el estilo de Dios, pero el estilo de Dios es también un estilo de compasión y de ternura. 

No cierren el corazón a los problemas, y verán muchos, problemas de las personas cuando vienen a contarles sus problemas, pierdan tiempo escuchando y consolando, la compasión que te lleva al perdón, a la misericordia.

Por favor, sean misericordiosos, sean ‘perdonadores’, porque Dios perdona siempre, no se cansa de perdonar, somos nosotros que nos cansamos de pedir perdón, cercanía y compasión, pero compasión tierna, con aquella ternura de familia, de hermano, de padre, con aquella ternura que hace sentir que tú estás en la casa de Dios.

Les deseo este estilo, este estilo, es el estilo de Dios. 

Y después, les decía algo en la sacristía, pero quiero decirlo aquí, delante del pueblo de Dios. Por favor, aléjense de la vanidad, del orgullo, del dinero. El diablo entra por los bolsillos, piensen esto, sean pobres, como pobres el santo fiel pueblo de Dios, pobres que aman a los pobres, no sean trepadores.

La 'carrera eclesiástica', que después, te conviertes en funcionario, y cuando un sacerdote entra para ser empresario, sea de la parroquia, sea del colegio, sea donde sea, pierde aquella cercanía al pueblo, pierde aquella pobreza que lo asemeja a Cristo pobre y crucificado y se convierte en empresario, en sacerdote empresario y no el servidor.

He escuchado una historia que me ha conmovido. Un sacerdote muy inteligente, muy práctico, muy capaz, que tenía en las manos tanta administración, pero tenía el corazón apegado a aquella oficina, y un día, porque ha visto que uno de sus empleados, un anciano, había cometido un error, le gritó, lo hecho fuera, y aquel anciano murió por esto. Aquel hombre fue ordenado sacerdote y terminó un sacerdote despiadado.

Tengan esa imagen siempre: pastores, cercanos a Dios, al Obispo, entre ustedes y al pueblo de Dios. Pastores, servidores como pastores, no empresarios, y aléjense del dinero.

Y después, recuerden que es bello este camino de las cuatro cercanías, este camino de ser pastores, porque Jesús consuela a los pastores, porque Él es el Buen Pastor, busquen consolación en Jesús, busquen consolación en la Virgen, no olviden la Madre, busquen siempre consuelo allí, ser consolados allí.

Y lleven las cruces, existirán en su vida, de la mano de Jesús y de la Virgen. Y no tengan miedo, no tengan miedo. Si ustedes son cercanos al Señor, al Obispo, entre ustedes y al pueblo de Dios, si ustedes tendrán el estilo de Dios, la cercanía, la compasión y la ternura. No tengan miedo, que todo irá bien.

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