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domingo, 2 de abril de 2023

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA MISA DE DOMINGO DE RAMOS 2023


 Homilía del Papa Francisco en la Misa de Domingo de Ramos 2023

2 de abril de 2023 / 9:41 a. m.


Este 2 de abril el Papa Francisco presidió en la Plaza de San Pedro la Misa de Domingo de Ramos, con la que se da inicio a la Semana Santa 2023.

En su homilía, el Santo Padre reflexionó sobre la palabra de Jesús en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”.

A continuación el texto completo de la homilía del Papa Francisco:


Papa Francisco en Domingo de Ramos: Jesús se entregó hasta el extremo para darnos esperanza

«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46). Es la invocación que la Liturgia nos hace repetir hoy en el Salmo responsorial (cf. Sal 22,2) y es la única pronunciada en la cruz por Jesús en el Evangelio que hemos escuchado. Son, pues, las palabras que nos llevan al corazón de la pasión de Cristo, al punto culminante de los sufrimientos que padeció para salvarnos. ¿Por qué me has abandonado?

El sufrimiento de Jesús fue grande y cada vez que escuchamos el relato de la pasión nos conmueve. Sufrió en el cuerpo: de las bofetadas a los golpes, de la flagelación a la corona de espinas, hasta llegar al suplicio de la cruz. Sufrió en el alma: la traición de Judas, las negaciones de Pedro, las condenas religiosas y civiles, las burlas de los guardias, los insultos bajo la cruz, el rechazo de muchos, el fracaso de todo, el abandono de los discípulos. Sin embargo, en todo este dolor, a Jesús le quedaba una certeza: la cercanía del Padre. Pero sucede lo impensable; antes de morir grita: ‘¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado? El abandono de Jesús.

Este es el sufrimiento más lacerante, el del espíritu; en la hora más trágica, Jesús experimenta el abandono de Dios. Nunca antes había llamado al Padre con el nombre genérico de Dios. Para transmitirnos la fuerza de aquel acontecimiento, el Evangelio indica la frase también en arameo: es la única, entre las pronunciadas por Jesús en la cruz, que nos llega en la lengua original. El acontecimiento es, pues, real y el abajamiento es extremo, lo que es el abandono de su Padre, el abandono de Dios. El Señor llega a sufrir por amor a nosotros, lo que nos es difícil incluso de comprender. Ve el cielo cerrado, experimenta la amarga frontera del vivir, el naufragio de la existencia, el derrumbamiento de toda certeza. Grita el “por qué” de los “por qué”.

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? El verbo “abandonar” en la Biblia es fuerte; aparece en momentos de extremo dolor: en amores fracasados, negados y traicionados; en hijos rechazados y abortados; en situaciones de repudio, viudez y orfandad; en matrimonios agotados, en exclusiones que privan de vínculos sociales, en la opresión de la injusticia y la soledad de la enfermedad. En fin, en las más dramáticas heridas de las relaciones. Cristo llevó todo ello a la cruz, tomando sobre sí el pecado del mundo. Y en el momento culminante, el Hijo unigénito y amado experimentó la situación que le era más ajena: la lejanía de Dios.

Pero, podemos preguntarnos, ¿por qué llegó a ese punto? La respuesta es una sola: por nosotros. Hermanos y hermanas, todo esto no es un espectáculo. Cada uno, oyendo el abandono de Jesús, cada uno de nosotros se diga: por mí. Este abandono es el precio que ha pagado por mí. Se hizo solidario con cada uno de nosotros hasta el extremo, para estar con nosotros hasta las últimas consecuencias. Para que ninguno de nosotros pudiera considerarse solo e insalvable. Experimentó el abandono para no dejarnos rehenes de la desolación y estar a nuestro lado para siempre. Hermano, hermana, lo hizo por ti, por mí, para que cuando tú, yo, o cualquiera se vea entre la espada y la pared, perdido en un callejón sin salida, sumido en el abismo del abandono, absorbido por el torbellino del "por qué", pueda tener esperanza. No es el final, porque Jesús ha estado allí y está ahora contigo. Él, el Padre y el Espíritu sufrieron el alejamiento del abandono para acoger en su amor todos nuestros distanciamientos. Para que cada uno de nosotros pueda decir: en mis caídas –cada uno de nosotros ha caído tantas veces–, en mi desolación, cuando me siento traicionado o he traicionado a alguien, cuando me siento descartado o he descartado a alguien, cuando me siento abandonado o he abandonado a otros, pensemos que Él fue abandonado, traicionado, descartado. Y ahí lo encontramos a Él. Cuando me siento errado y perdido, cuando ya no puedo más, Él está conmigo. En mis tantos "por qué" sin respuesta, Tú estás conmigo.

El Señor nos salva así, desde el interior de nuestros "por qué". Desde ahí despliega la esperanza que no defrauda. En la cruz, de hecho, aunque se sienta abandonado completamente, no cede a la desesperación –esto es el límite–, sino que reza y se encomienda. Grita su “por qué” con las palabras de un salmo (22,2) y se entrega en las manos del Padre, aun sintiéndolo lejano (cf. Lc 23,46), o no lo siente porque se encuentra abandonado. En el abandono se entrega. No sólo eso, sino que en el abandono sigue amando a los suyos que lo habían dejado solo y perdona a los que lo crucifican (v. 34). Así es como el abismo de nuestra maldad se hunde en un amor más grande, de modo que toda nuestra separación se transforma en comunión.

Hermanos y hermanas, un amor así, todo para nosotros, hasta el extremo, el amor de Jesús es capaz de transformar nuestros corazones de piedra en corazones de carne. Es un amor de piedad, de ternura, de compasión. Cristo abandonado nos mueve a buscarlo y amarlo en los abandonados. Porque en ellos no sólo hay personas necesitadas, sino que está Él, Jesús abandonado, Aquel que nos salvó descendiendo hasta lo más profundo de nuestra condición humana. Está con cada uno de ellos, abandonados hasta la muerte. Pienso en aquel hombre llamado ‘de la calle’, alemán, que murió bajo la columnata, solo, abandonado. Él es Jesús para cada uno de nosotros. Muchos necesitan nuestra cercanía, muchos abandonados. Yo también necesito que Jesús me acaricie y se acerque a mí, y por eso voy a buscarlo en los abandonados, en los solitarios. Quiere que cuidemos de los hermanos y de las hermanas que más se asemejan a Él, en el momento extremo del dolor y la soledad. Hoy hay tantos "cristos abandonados". Hay pueblos enteros explotados y abandonados a su suerte; hay pobres que viven en los cruces de nuestras calles, con quienes no nos atrevemos a cruzar la mirada; emigrantes que ya no son rostros sino números; presos rechazados, personas catalogadas como problemas. Pero también hay tantos cristos abandonados invisibles, escondidos, que son descartados con guante blanco: niños no nacidos, ancianos que han sido dejados solos, enfermos no visitados, discapacitados ignorados, jóvenes que sienten un gran vacío interior sin que nadie escuche realmente su grito de dolor.

Jesús abandonado nos pide que tengamos ojos y corazón para los abandonados. Para nosotros, discípulos del Abandonado, nadie puede ser marginado; nadie puede ser abandonado a su suerte. Porque, recordémoslo, las personas rechazadas y excluidas son iconos vivos de Cristo. Nos recuerdan la locura de su amor, su abandono que nos salva de toda soledad y desolación. Pidamos hoy la gracia de saber amar a Jesús abandonado y saber amar a Jesús en cada persona abandonada. Pidamos la gracia de saber ver y reconocer al Señor que sigue gritando en ellos. No dejemos que su voz se pierda en el silencio ensordecedor de la indiferencia. Dios no nos ha dejado solos; cuidemos de aquellos que han sido dejados solos. Entonces, sólo entonces, haremos nuestros los deseos y los sentimientos de Aquel que por nosotros «se anonadó a sí mismo» (Flp 2,7). Se vació totalmente para nosotros.

PAPA FRANCISCO EN EL DOMINGO DE RAMOS 2023












 📷 PAPA FRANCISCO EN EL DOMINGO DE RAMOS | Hermanos y hermanas, un amor así, todo para nosotros, hasta el extremo, el amor de Jesús es capaz de transformar nuestros corazones de piedra en corazones de carne. Es un amor de piedad, de ternura, de compasión. Cristo abandonado nos mueve a buscarlo y amarlo en los abandonados. Porque en ellos no sólo hay personas necesitadas, sino que está Él, Jesús abandonado, Aquel que nos salvó descendiendo hasta lo más profundo de nuestra condición humana. Está con cada uno de ellos, abandonados hasta la muerte.

Imágenes: Daniel Ibáñez/EWTN

miércoles, 15 de marzo de 2023

CRÓNICA DEL DÍA EN QUE JORGE BERGOGLIO SE CONVIRTIÓ EN EL PAPA FRANCISCO



 Crónica del día en que Jorge M. Bergoglio se convirtió en el Papa Francisco

Así fue el día en el que el mundo recibió al Papa Francisco como el 266 sucesor de San Pedro.

Foto: Vatican Media



Nadie quería perderse el momento en que se encendiera la luz del balcón central de la Basílica de San Pedro. Todas las miradas estaban atentas, expectantes de cualquier movimiento detrás de las cortinas. El mundo entero se preguntaba en su corazón: “¿Quién será el nuevo Papa?”

Como una muestra de la unidad de la Iglesia Universal, en ese momento único, había en la plaza representantes de prácticamente todos los países del mundo, sin importar la pertinaz lluvia ni la temperatura por debajo de cero grados.

La unidad de la Iglesia se había percibido desde las Congregaciones Generales, previas al cónclave. La participación de los fieles el 12 de marzo, en la Misa Pro Eligendo Romano Pontífice –acompañando a los cardenales de la Santa Iglesia– fue nutrida y se vivió con gran devoción, con una enorme piedad.

Una vez dentro de la Capilla Sixtina y tras el juramento obligatorio de cada uno de los Cardenales, el cardenal ceremoniero pronunció las palabras Extra omnes (todos fuera), y en el interior, bajo la pintura del Juicio Final de Miguel Ángel, quedaron sólo los 115 electores, de donde habría de salir el nuevo Pontífice.

Ese día, al caer la noche, la chimenea del techo arrojó el primer resultado: “humo negro”, que marcó el final de aquella histórica jornada.

Llegó el siguiente día de votaciones: una segunda por la mañana, la tercera votación casi al mediodía; igualmente, humo negro. Se iban descartando uno a uno los nombres de los posibles candidatos, hasta quedar el definitivo. Luego, la cuarta votación del Cónclave, y la expectación crecía.

Mientras miles de fieles comenzaban a concentrarse en la Plaza de San Pedro para conocer el resultado de la quinta votación –que sería la última del 13 de marzo– una gaviota sobre la chimenea de la Capilla Sixtina acaparó la atención. Algunos interpretaban la presencia de aquella hermosa ave como una señal divina, que anticipaba la decisión de los Cardenales, la cual estaba por anunciarse.

La gente aún portaba sus paraguas e impermeables ante la lluvia. Crecía una sensación de nervios entre los presentes por conocer el color del humo. Minutos más tarde, la abarrotada plaza fue testigo del esperado anuncio: fumata bianca, acompañada por el repique de las campanas de Roma.

Todos estallaron con gritos de júbilo. Agitaban las banderas de sus países de procedencia, y crecieron las esperanzas de tener, por primera vez, un Papa de origen latinoamericano. Había cesado la lluvia… otro signo esperanzador.

Tras la alegre noticia de que los cardenales habían llegado a un consenso, la Guardia Suiza se colocó justo debajo del balcón central de San Pedro, iba acompañada por la Gendarmería Vaticana y miembros del Ejército de la República Italiana. Todas las miradas estaban puestas en aquel balcón a oscuras.

Era el momento esperado por todo mundo tras haber transcurrido 31 días desde el anuncio de la dimisión del Papa Benedicto XVI. Ante los corazones agitados por la emoción contenida de saber quién sería el nuevo Papa, se encendieron las luces, se corrieron las cortinas. Muy pronto el mundo se regocijaría con el anuncio del nuevo Pontífice.

Desde el momento en que apareció por primera vez en aquel balcón, millones de fieles entregaron sus corazones al nuevo Papa, convencidos de su espiritualidad y humildad.

Apenas cesó el humo en la chimenea de la Capilla Sixtina, cuando comenzaron a afinarse los detalles para la presentación del nuevo Pontífice.

El primero en salir por el balcón central de la Basílica de San Pedro fue el Cardenal Protodiácono Jean-Louis Tauran, quien dirigió al mundo las palabras: ¡Habemus Papam!, acompañadas del nombre latino Franciscum.

Finalmente apareció el Papa Francisco, para alegría de millones de fieles. Bastó un sencillo saludo y una sonrisa para ganarse el corazón de todas las personas que acudieron a la Plaza de San Pedro, así como de los millones que pudieron observarlo en transmisiones televisivas y por vía internet.

Luego de estos amables gestos, explicó de manera divertida el haber llegado de aquellas lejanas latitudes bonaerenses, para resultar elegido Obispo de Roma y Pontífice de la Iglesia: “Sabéis que el Papa es Obispo de Roma. Me parece que mis hermanos Cardenales han ido a encontrarlo casi al fin del mundo”, dijo, y para entonces ya había conquistados a todos, con su sencillez y espontaneidad.

Con gran naturalidad, pidió a los fieles que oraran por el Papa Emérito Benedicto XVI. La conexión entre él y su grey se había concretado. El pueblo fiel de inmediato reconoció en él a su pastor y guía.

Después de darse esta conexión con los fieles, los llamó a iniciar “un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros. Recemos siempre el uno por el otro”, palabras con las que reafirmó la confianza del pueblo en que será un gran Pontífice.

Con la misma sencillez, en un hecho no visto antes, el Santo Padre Francisco pidió a los fieles que le bendijeran, aun antes de que él mismo diera su bendición Urbi et Orbi (a la ciudad –Roma– y al mundo).

La gente de inmediato percibió la humildad del Papa Francisco en su vestimenta, al portar una austera Cruz pectoral sobre la sotana blanca, y usar la estola pontificia sólo para impartir la bendición.

De inmediato también las redes sociales reportaron incontables mensajes de fieles porteños, quienes dieron cuenta de la cercanía que mantuvo con ellos. Como arzobispo de Buenos Aires, Argentina, el nuevo Papa vivía en un sencillo apartamento, mientras utilizaba el metro o el autobús.

Esa misma cercanía la expresó al otorgar indulgencias, tanto a los presentes como a los que siguieron su presentación a través de las señales de internet o, incluso, por redes sociales, desde donde lo aclamaron como nuevo Papa.

Las banderas argentinas ondeaban en la Plaza de San Pedro, junto a las de otros países latinoamericanos que saludaban con alegría al nuevo Pontífice. Sin duda, el Espíritu Santo había escuchado las súplicas de la Iglesia para que el Señor concediera un Pastor ideal para guiar su barca en estos momentos de la historia.

El Papa Francisco no dejó de sorprender en ningún instante con su espontaneidad y humildad, ni siquiera al despedirse, aun siendo un notable intelectual. Con la misma sencillez, les deseó buenas noches y un buen descanso. Así definió el Papa Francisco su camino al frente de la Iglesia Católica. 

domingo, 26 de febrero de 2023

EL PAPA FRANCISCO ADVIERTE DE 3 TENTACIONES FRECUENTES Y PELIGROSAS DEL DEMONIO - I DOMINGO DE CUARESMA 2023



El Papa Francisco advierte de 3 tentaciones frecuentes y “peligrosas” del demonio

Por Diego López Marina

26 de febrero de 2023 



El Papa Francisco reflexionó en el Ángelus de este domingo, sobre el pasaje evangélico de Jesús siendo tentado en el desierto y advirtió a los católicos que el demonio también suele emplear tres tentaciones peligrosas contra nosotros para separarnos de Dios.

“El apego a las cosas, la desconfianza y la sed de poder son tres tentaciones frecuentes y peligrosas que el diablo emplea con el fin de dividirnos del Padre y hacer que ya no nos sintamos hermanos y hermanas entre nosotros, para llevarnos a la soledad y a la desesperación”, advirtió el Papa este 26 de febrero.

“¡Esto es lo que quiere hacer con Jesús, esto es lo que quiere hacernos a nosotros!”, alarmó.

Estas tentaciones aparecen en el Evangelio de este primer Domingo de Cuaresma, en el pasaje en el que el diablo tienta a Jesús en el desierto (Mt 4,1-11).

“Jesús mismo dice que ha venido al mundo a hacernos partícipes de la unidad que existe entre Él y el Padre (Jn 17,11). El diablo, en cambio, hace lo contrario: entra en escena para dividir a Jesús del Padre y apartarlo de su misión de unidad para nosotros”, explicó Francisco.

Según el Santo Padre, “el diablo quiere aprovechar la condición humana de Jesús” e intenta “instilar en Él tres ‘venenos’ potentes, para paralizar su misión de unidad”.


El apego de las cosas

La primera tentación son básicamente “razonamientos persuasivos”, explicó.

“El diablo trata de sugestionar a Jesús: ‘Tienes hambre, ¿por qué tienes que ayunar? Escucha tu necesidad y satisfácela, tienes el derecho y el poder para ello: transforma las piedras en pan’”, continuó el Pontífice.


La desconfianza

“¿Estás seguro de que el Padre quiere tu bien?”, insinúa el maligno a Jesús, y después le dice: “¡Ponlo a prueba, chantajéalo! Tírate desde el punto más alto del templo y haz que haga lo que tú quieres”.


El poder

Por último, el diablo le dice a Jesús que no necesita a su Padre. “¿Por qué esperar sus dones? ¡Sigue los criterios del mundo, logra todo tú solo y serás poderoso!”, son las palabras con las que intenta persuadirlo.


¿Cómo vencer las tentaciones?

El Papa Francisco señala que, así como Jesús, se puede vencer las tentaciones “evitando discutir con el diablo y respondiendo con la Palabra de Dios”.

Jesús “cita tres frases de las Escrituras que hablan de libertad respecto a las cosas (Dt 8,3), de confianza (Dt 6,16) y de servicio a Dios ( Dt 6,13), tres frases opuestas a las tentaciones”, recordó.

Francisco sugiere “no dialogar con el diablo, no negociar con él”, sino “rechazar sus insinuaciones con las Palabras benéficas de las Escrituras”. 

miércoles, 22 de febrero de 2023

HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA MISA DE MIÉRCOLES DE CENIZA - 22 DE FEBRERO DE 2023



Homilía del Papa Francisco en la Misa de Miércoles de Ceniza

Fuente: Aciprensa


Este 22 de febrero, Miércoles de Ceniza e inicio de la Cuaresma, el Papa Francisco preside la Misa en la Basílica de Santa Sabina, luego de una procesión penitencial iniciada en la iglesia San Anselmo all’Aventino.


A continuación la homilía completa del Papa Francisco:

«Este es el tiempo favorable, este es el día de la salvación» (2 Co 6,2). Con esta expresión, el apóstol Pablo nos ayuda a entrar en el espíritu del tiempo cuaresmal.


¿Qué se debe hacer tras la imposición de la ceniza?

La Cuaresma ciertamente es el tiempo favorable para volver a lo esencial, para despojarnos de lo que nos pesa, para reconciliarnos con Dios, para reavivar el fuego del Espíritu Santo que habita escondido entre las cenizas de nuestra frágil humanidad. Volver a lo esencial.

Es el tiempo de gracia para llevar a cabo lo que el Señor nos ha pedido en el primer versículo de la Palabra que hemos escuchado: «Vuelvan a mí de todo corazón» (Jl 2,12). Volver a lo esencial que es el Señor. El rito de la ceniza nos introduce en este camino de regreso, nos invita a volver a lo que realmente somos y a volver a Dios y a los hermanos.

En primer lugar, volver a lo que realmente somos. La ceniza nos recuerda quiénes somos y de dónde venimos, nos reconduce a la verdad fundamental de la vida: sólo el Señor es Dios y nosotros somos obra de sus manos. Esta es nuestra verdad.

Nosotros tenemos la vida mientras que Él es la vida. Él es el Creador, mientras nosotros somos frágil arcilla que se moldea en sus manos. Nosotros venimos de la tierra y necesitamos del Cielo, de Él. Con Dios resurgiremos de nuestras cenizas, pero sin Él somos polvo.

Mientras inclinamos la cabeza, con humildad, para recibir las cenizas, traigamos a la memoria del corazón esta verdad: somos del Señor, le pertenecemos. Él, en verdad, «modeló al hombre con arcilla del suelo y sopló en su nariz un aliento de vida» (Gn 2,7), es decir, existimos porque Él ha exhalado el aliento de la vida en nosotros.

Y, como Padre tierno y misericordioso, Él también vive la Cuaresma, porque nos desea, nos espera, aguarda nuestro regreso. Y siempre nos anima a no desesperar, incluso cuando caemos en el polvo de nuestra fragilidad y de nuestro pecado, porque «Él conoce de qué estamos hechos, sabe muy bien que no somos más que polvo» (Sal 103,14).

Escuchémoslo de nuevo: Él sabe muy bien que no somos más que polvo. Dios lo sabe. Nosotros, sin embargo, muchas veces lo olvidamos, pensando que somos autosuficientes, fuertes, invencibles sin Él. Usamos maquillaje para vernos mejor de lo que somos.

La Cuaresma es por tanto el tiempo para que recordemos quién es el Creador y quién la criatura; para proclamar que sólo Dios es el Señor; solo Él, para desnudarnos de la pretensión de bastarnos a nosotros mismos y del afán de ponernos en el centro, de ser los primeros de la clase, de pensar que sólo con nuestras capacidades podemos ser protagonistas de la vida y trasformar el mundo que nos rodea.

Este es el tiempo favorable para convertirnos, para cambiar la mirada antes que nada sobre nosotros mismos, para vernos por dentro. Cuántas distracciones y superficialidades nos apartan de lo que es importante. Cuántas veces nos centramos en nuestros deseos o en lo que nos falta, alejándonos del centro del corazón, olvidándonos de abrazar el sentido de nuestro ser en el mundo.

La Cuaresma es un tiempo de verdad para quitarnos las máscaras que llevamos cada día aparentando ser perfectos a los ojos del mundo; la Cuaresma es para luchar, como nos ha dicho Jesús en el Evangelio, contra la falsedad y la hipocresía. No las de los demás, sino las nuestras. Mirarlas a la cara y luchar.

Pero hay también un segundo paso: la ceniza nos invita a volver a Dios y a los hermanos. De hecho, si volvemos a la verdad de lo que somos y nos damos cuenta de que nuestro yo no es autosuficiente, entonces descubrimos que existimos gracias a las relaciones, tanto la originaria con el Señor como las vitales con los demás.

Así, la ceniza que hoy recibimos en la cabeza nos dice que cada presunción de autosuficiencia es falsa y que idolatrar el yo es destructivo y nos encierra en la jaula de la soledad. Mirarse al espejo con la fantasía de ser perfecto, de estar en el centro del mundo.

Nuestra vida, sin embargo, es sobre todo una relación; la hemos recibido de Dios y de nuestros padres, y siempre podemos renovarla y regenerarla gracias al Señor y a aquellos que Él ha puesto junto a nosotros.

La Cuaresma es el tiempo favorable para reavivar nuestras relaciones con Dios y con los demás; para abrirnos en el silencio a la oración y a salir del baluarte de nuestro yo cerrado; para romper las cadenas del individualismo y redescubrir, a través del encuentro y la escucha, no solo con el lamento, quién es el que camina a nuestro lado cada día, y volver a aprender a amarlo como hermano o hermana.

Hermanos y hermanas, ¿cómo realizar todo esto? Para completar este camino —volver a lo que realmente somos y volver a Dios y a los demás— se nos invita a recorrer tres grandes vías: la limosna, la oración y el ayuno, lo clásico, no hay novedad en esto, Jesús lo ha dicho.

Pero, como hemos escuchado en el Evangelio, Jesús nos advierte: no se trata de ritos exteriores, sino de gestos que deben expresar una renovación del corazón.

La limosna no es un gesto rápido para limpiarse la conciencia, para sacudirse un poco lo interior, no; sino un tocar con las propias manos y con las propias lágrimas los sufrimientos de los pobres; la oración no es ritualidad, sino diálogo de verdad y amor con el Padre; el ayuno no es un simple sacrificio, sino un gesto fuerte para recordarle a nuestro corazón qué es lo que permanece y qué es lo pasajero.

Jesús nos hace «una advertencia que conserva también para nosotros su validez saludable: a los gestos exteriores debe corresponder siempre la sinceridad del alma y la coherencia de las obras. En efecto, ¿de qué sirve […] rasgarse las vestiduras, si el corazón sigue lejos del Señor, es decir, del bien y de la justicia?» (Benedicto XVI, Homilía miércoles de ceniza, 1 marzo 2006).

Muchas veces, sin embargo, nuestros gestos y ritos no tocan la vida, no son auténticos, quizás los hacemos sólo para que los demás nos admiren, para recibir el aplauso, para atribuirnos el crédito, muchas veces. Recordemos que en la vida personal, como en la vida de la Iglesia, lo que cuenta no es lo exterior, los juicios humanos y el aprecio del mundo; sino sólo cuenta la mirada de Dios, que lee el amor y la verdad.

Si nos ponemos humildemente bajo su mirada, entonces la limosna, la oración y el ayuno no se quedan en gestos exteriores, sino que expresan quiénes somos verdaderamente: hijos de Dios y hermanos entre nosotros.

La limosna, la caridad, manifestará nuestra compasión con quien está necesitado, nos ayudará a volver a los demás; la oración dará voz a nuestro íntimo deseo de encontrar al Padre, haciéndonos volver a Él; el ayuno será una gimnasia espiritual para renunciar con alegría a lo que es superfluo y nos sobrecarga, para ser interiormente más libres y volver a lo que realmente somos. Encuentro con el Padre libertad interior, compasión.

Queridos hermanos y hermanas, inclinemos la cabeza, recibamos la ceniza, aligeremos el corazón.

Pongámonos en camino por medio de la caridad: nos han dado cuarenta días favorables para recordarnos que el mundo no se cierra en los estrechos límites de nuestras necesidades personales y para redescubrir la alegría, no en las cosas que se acumulan, sino en el cuidado de aquellos que se encuentran en la necesidad y en la aflicción. 

Pongámonos en camino por medio de la oración: se nos otorgan cuarenta días favorables para dar a Dios la primacía de nuestra vida, para volver a dialogar con Él de todo corazón, no en ratos perdidos.

Pongámonos en camino por medio del ayuno: se nos ofrecen cuarenta días favorables para reencontrarnos, para frenar la dictadura de las agendas siempre llenas de cosas por hacer; de las pretensiones de un ego cada vez más superficial y engorroso; y de elegir lo que de verdad importa. 


Hermanos y hermanas, no desperdiciemos la gracia de este tiempo santo.

Fijemos nuestra mirada en el Crucificado y caminemos. Respondamos con generosidad a las llamadas fuertes de la Cuaresma. Al final del trayecto encontraremos con más alegría al Señor de la vida, lo encontraremos a Él, el único que nos hará resurgir de nuestras cenizas. 

miércoles, 25 de enero de 2023

PAPA FRANCISCO: DIOS ES UN MAESTRO DE LAS SORPRESAS



Papa Francisco: Dios es un maestro de las sorpresas

Por Almudena Martínez-Bordiú



En la Audiencia General de este miércoles, el Papa Francisco habló del “asombro” que procede de la gracia del Señor y aseguró que “Dios es un maestro de las sorpresas, siempre nos sorprende y nos espera”. 

Como cada miércoles, el Papa Francisco presidió la Audiencia General ante los fieles que le escuchaban en el Aula Pablo VI del Vaticano. 

Este 25 de enero, el Santo Padre continuó con su ciclo de catequesis sobre evangelización y hoy habló acerca de Jesús como modelo de anuncio. 

Tomando como ejemplo el primer anuncio Jesús en la sinagoga de Nazaret, el Papa destacó 5 elementos esenciales:

Alegría

El Santo Padre defendió que “no se puede hablar de Jesús sin alegría, porque la fe es una estupenda historia de amor para compartir”. 

“Testimoniar a Jesús, -continuó-, hacer algo por los otros en su nombre, es decir entre las líneas de la vida de haber recibido un don tan hermoso que ninguna palabra basta para expresarlo”.

Además, dijo que “un cristiano triste puede hablar de cosas muy hermosas, pero todo es vano si el anuncio que transmite no es alegre”.


Liberación

En segundo lugar, el Papa Francisco advirtió que “quien anuncia a Dios no puede hacer proselitismo, no puede presionar a los otros, sino aligerarlos: no imponer pesos, sino aliviar de ellos; llevar paz, no sentimientos de culpa”.

“Quien testimonia a Cristo muestra la belleza de la meta, más que la fatiga del camino”, afirmó. 

Como ejemplo de ello, señaló que “al contarle a alguien sobre  un bonito viaje que hemos hecho, habremos hablado de la belleza de los lugares, de lo que hemos visto y  vivido, ¡no del tiempo que tardamos en llegar ni de las colas del aeropuerto!”. 


Luz

A continuación, el Papa Francisco recordó que Jesús vino a traer la vista a los ciegos, aunque “no se trata solo de vista física, sino de una luz que hace ver la vida de forma nueva”.

El Papa definió esta luz como un renacimiento que solo sucede con Jesús y aseguró que con su llegada “la vida ya no es un ciego avanzar hacia la nada”.

“No es cuestión de  suerte o fortuna, no es algo que depende de la casualidad o de los astros, y tampoco de la salud y de las  finanzas, sino del amor del Padre”, añadió.


Sanación

Más tarde, el Papa habló acerca de la sanación de aquellos que tienen fatigas, enfermedades, sentimientos de culpa, etc, y explicó que “con Jesús este mal antiguo, que parece invencible, ya no tiene la última palabra”.

“Lo que nos oprime, sobre todo, es  precisamente ese mal que ninguna medicina o remedio humano puede resanar: el pecado”, dijo el Santo Padre. 

En esta línea, defendió que Dios siempre se olvida de todos los pecados perdonados y sin pedir nada a cambio. “Quien lleva pesos necesita una caricia sobre el pasado, necesita perdón”, aseguró. 


Asombro

Por último, el Papa Francisco citó el asombro de la gracia y explicó que “no somos nosotros los que hacemos  grandes cosas, sino que es la gracia del Señor que, también a través de nosotros, realiza cosas imprevisibles”. 

Además, dijo que “Dios es un maestro de las sorpresas, siempre nos sorprende y nos espera”. 

“El Evangelio, -continuó el Pontífice-, va acompañado de un sentido de maravilla y de novedad que tiene un nombre: Jesús”.  


A modo de conclusión, recordó que nuestra vida es “una invitación al amor” y aseguró que el Evangelio y la Buena Nueva debe dirigirse a los pobres. 


domingo, 22 de enero de 2023

EL PAPA FRANCISCO CONDENA LA VIOLENCIA EN PERÚ: NO MÁS MUERTES! OREMOS POR EL PERÚ!!



El Papa Francisco condena la violencia en Perú: ¡No más muertes!

Por Mercedes De La Torre


El Papa Francisco exhortó a rezar para que terminen los actos de violencia en Perú y lanzó un llamado a la paz: “¡No a la violencia, venga de donde venga! ¡No más muertes!”.

Al finalizar el Ángelus dominical este 22 de enero, el Santo Padre indicó a los fieles con banderas peruanas presentes en la plaza de San Pedro del Vaticano: “Invito a rezar para que terminen los actos de violencia en Perú. La violencia extingue la esperanza de una solución justa a los problemas”.

De este modo, el Santo Padre animó “a todas las partes implicadas a tomar la vía del diálogo entre hermanos de la misma nación, con pleno respeto de los derechos humanos y del Estado de derecho”.

Las recientes protestas violentas en Perú comenzaron tras la detención del expresidente Pedro Castillo, que el 7 de diciembre intentó dar un golpe o “autogolpe” de Estado.

Algunos de los cargos que pesan contra Castillo son corrupción, rebelión, conspiración, abuso de autoridad y grave perturbación de la tranquilidad pública.

Tras el rechazo general al “autogolpe”, Pedro Castillo fue destituido de la presidencia por el Congreso del Perú y encarcelado. Lo sucedió en el cargo Dina Boluarte, la primera mujer presidente en la historia de Perú.

Por su parte, los obispos del Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) hicieron un llamado a la “unidad nacional, mantener la tranquilidad y poner coto a cualquier forma de violencia y de afectación de los derechos fundamentales de los ciudadanos”. 





domingo, 8 de enero de 2023

PAPA FRANCISCO: EL BAUTISMO DE JESÚS REVELA CÓMO ES REALMENTE LA JUSTICIA DE DIOS



 Papa Francisco: El Bautismo de Jesús revela cómo es realmente la justicia de Dios

Por Walter Sánchez Silva


El Papa Francisco resaltó que el Bautismo del Señor, que la Iglesia celebra este domingo, muestra cómo es realmente la justicia de Dios.

Antes del rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro, con miles de fieles presentes, el Santo Padre señaló que en el Bautismo que Juan confiere a Jesús en el río Jordán, Cristo le dice: “’Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos toda justicia’. Cumplir toda justicia: ¿Qué quiere decir?”.

El Papa Francisco explicó que “haciendo que Juan le bautice, Jesús nos desvela la justicia de Dios, que Él ha venido a traer al mundo”.

“Muchas veces tenemos una idea limitada de la justicia, y pensamos que significa: el que se equivoca, paga, y así repara el mal que ha hecho. Pero la justicia de Dios, como enseña la Escritura, es mucho más grande: no tiene como fin la condena del culpable, sino su salvación y su regeneración, el hacerlo justo”.

El Santo Padre destacó, además, que “es una justicia que proviene del amor, de esas entrañas de compasión y misericordia que son el corazón mismo de Dios, Padre que se conmueve cuando estamos oprimidos por el mal y caemos bajo el peso de los pecados y de las fragilidades”.

“Y entonces comprendemos que, en la orilla del Jordán, Jesús nos revela el sentido de su misión: Él ha venido para llevar a cabo la justicia divina, que es salvar a los pecadores; ha venido para tomar sobre sus hombros el pecado del mundo y descender a las aguas del abismo, de la muerte, con el fin de recuperarnos e impedir que nos ahoguemos”.

El Santo Padre recordó luego lo dicho por Benedicto XVI el 13 de enero de 2008 en una homilía: “Dios ha querido salvarnos yendo Él mismo hasta el fondo del abismo de la muerte, con el fin de que todo hombre, incluso el que ha caído tan bajo que ya no ve el cielo, pueda encontrar la mano de Dios a la cual asirse a fin de subir desde las tinieblas y volver a ver la luz para la que ha sido creado”.

Siguiendo con su reflexión, el Papa Francisco dijo a los presentes que “también nosotros, discípulos de Jesús, estamos llamados a ejercitar de este modo la justicia en las relaciones con los demás, en la Iglesia, en la sociedad”.

Es decir, “no con la dureza de quien juzga y condena dividiendo las personas en buenas y malas, sino con la misericordia de quien acoge compartiendo las heridas y las fragilidades de las hermanas y de los hermanos para levantarlos”.

“Quisiera decirlo así: no dividiendo, sino compartiendo. No dividir, sino compartir. Hagamos como Jesús: compartamos, llevemos los pesos los unos de los otros, mirémonos con compasión, ayudémonos mutuamente”.

Para concluir, el Santo Padre animó a preguntarse: “¿yo soy una persona que divide o que comparte? No caigamos en el chisme que daña, que mata a la sociedad, que mata la fraternidad”.

“Y ahora recemos a la Virgen, que dio a la luz a Jesús sumergiéndolo en nuestra fragilidad para que recuperásemos la vida”, finalizó.

domingo, 25 de diciembre de 2022

NAVIDAD 2022: HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA MISA DE NOCHEBUENA



Navidad 2022: Homilía del Papa Francisco en la Misa de Nochebuena

Redacción ACI Prensa


El Papa Francisco celebró este 24 de diciembre la Misa de Nochebuena en la Basílica de San Pedro, desde donde animó a volver a encontrar el sentido de la Navidad, que es el nacimiento del Niño Jesús para salvar al hombre.


A continuación la homilía completa del Papa Francisco:

¿Qué es lo que le sigue diciendo esta noche a nuestras vidas? Después de dos milenios del nacimiento de Jesús, después de muchas Navidades festejadas entre adornos y regalos, después de todo el consumismo que ha envuelto el misterio que celebramos, hay un riesgo: sabemos muchas cosas sobre la Navidad, pero nos olvidamos del significado. Y entonces, ¿cómo encontrar de nuevo el sentido de la Navidad? Y, sobre todo, ¿dónde buscarlo? El Evangelio del nacimiento de Jesús parece estar escrito precisamente para esto, para tomarnos de la mano y llevarnos allí donde Dios quiere.

De hecho, comienza con una situación parecida a la nuestra. Todos están ocupados, disponiendo la realización de un importante evento, el gran censo, que exigía muchos preparativos. En este sentido, el clima de entonces era semejante al que rodea hoy la Navidad. Pero la narración evangélica toma distancia de aquel escenario mundano; se separa de esa imagen para ir a encuadrar otra realidad, sobre la que insiste. Fija su atención en un pequeño objeto, aparentemente insignificante, que menciona tres veces y en el que convergen los protagonistas de la narración. En primer lugar, María, que coloca a Jesús «en un pesebre» (Lc 2,7); después los ángeles, que anuncian a los pastores «un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (v. 12); finalmente, los pastores, que encuentran «al recién nacido acostado en el pesebre» (v. 16). Para encontrar de nuevo el sentido de la Navidad hay que mirar allí, al pesebre. Pero, ¿por qué el pesebre es tan importante? Porque es el signo —no casual— con el que Cristo entra en la escena del mundo. Es el manifiesto con el que se presenta, el modo con el que Dios nace en la historia para hacer renacer la historia. Por lo tanto, ¿qué es lo que nos quiere decir a través del pesebre? Al menos tres cosas: la cercanía, la pobreza y lo concreto.

1. La cercanía. El pesebre sirve para llevar la comida cerca de la boca y consumirla más rápido. Puede así simbolizar un aspecto de la humanidad: la voracidad en el consumir. Porque, mientras los animales en el establo consumen la comida, los hombres en el mundo, hambrientos de poder y de dinero, devoran de igual modo a sus vecinos, a sus hermanos. ¡Cuántas guerras! Y en tantos lugares, todavía hoy, la dignidad y la libertad se pisotean. Y las principales víctimas de la voracidad humana siempre son los frágiles, los débiles. En esta Navidad, como le sucedió a Jesús (cf. v. 7), una humanidad insaciable de dinero, poder y placer tampoco le hace sitio a los más pequeños, a tantos niños por nacer, a los pobres, a los olvidados. Pienso sobre todo en los niños devorados por las guerras, la pobreza y la injusticia. Pero Jesús llega precisamente allí, un niño en el pesebre del descarte y del rechazo. En Él, niño de Belén, está cada niño. Y está la invitación a mirar la vida, la política y la historia con los ojos de los niños.

En el pesebre del rechazo y de la incomodidad, Dios se acomoda, llega allí, porque allí está el problema de la humanidad, la indiferencia generada por la prisa voraz de poseer y consumir. Cristo nace allí y en ese pesebre lo descubrimos cercano. Llega donde se devora la comida para hacerse nuestro alimento. Dios no es un padre que devora a sus hijos, sino el Padre que en Jesús nos hace sus hijos y nos nutre de ternura. Llega para tocarnos el corazón y decirnos que la única fuerza que cambia el curso de la historia es el amor. No permanece distante y potente, sino que se hace próximo y humilde; Él, que estaba sentado en el cielo, se deja recostar en un pesebre.

Hermano, hermana, esta noche Dios se acerca a ti porque para Él eres importante. Desde el pesebre, como alimento para tu vida, te dice: “Si sientes que los acontecimientos te superan, si tu sentido de culpa y tu incapacidad te devoran, si tienes hambre de justicia, yo, Dios, estoy contigo. Sé lo que vives, lo he experimentado en el pesebre. Conozco tus miserias y tu historia. He nacido para decirte que estoy y estaré siempre cerca de ti”. El pesebre de Navidad, primer mensaje de un Dios niño, nos dice que Él está con nosotros, nos ama, nos busca. Ánimo, no te dejes vencer por el miedo, por la resignación, por el desánimo. Dios nace en un pesebre para hacerte renacer precisamente allí, donde pensabas que habías tocado fondo. No hay mal, no hay pecado del que Jesús no quiera y no pueda salvarte. Navidad quiere decir que Dios es cercano. ¡Que renazca la confianza!

2. El pesebre de Belén, además de la cercanía, nos habla de la pobreza. Alrededor del pesebre, de hecho, no hay muchas cosas: maleza, algún animal y poco más. La gente no estaba en el frío establo de una vivienda, sino resguardada en los albergues. Pero Jesús nace en el pesebre y allí nos recuerda que no tuvo a nadie alrededor, sino a aquellos que lo querían: María, José y los pastores; todos eran pobres, unidos por el afecto y el asombro; no por riquezas y grandes posibilidades. El humilde pesebre, por tanto, saca a relucir las verdaderas riquezas de la vida: no el dinero y el poder, sino las relaciones y las personas.

Y la primera persona, la primera riqueza, es Jesús. Pero, ¿queremos estar a su lado? ¿Nos acercamos a Él, amamos su pobreza, o preferimos quedarnos cómodos en nuestros intereses? Sobre todo, ¿lo visitamos donde Él se encuentra, es decir, en los pobres pesebres de nuestro mundo? Allí Él está presente. Y nosotros estamos llamados a ser una Iglesia que adora a Jesús pobre y sirve a Jesús en los pobres. Como dijo un obispo santo: «la Iglesia […] apoya y bendice los esfuerzos por transformar estas estructuras de injusticia y sólo pone una condición: que las transformaciones sociales, económicas y políticas redunden en verdadero beneficio de los pobres» (SAN ÓSCAR ARNULFO ROMERO, «La Verdad, Fuerza de la Paz» Mensaje pastoral de Año Nuevo, 1 enero 1980). Cierto, no es fácil dejar la tibia calidez de la mundanidad para abrazar la belleza agreste de la gruta de Belén, pero recordemos que no es verdaderamente Navidad sin los pobres. Sin ellos se festeja la Navidad, pero no la de Jesús. Hermanos, hermanas, en Navidad, Dios es pobre. ¡Que renazca la caridad!


3. Llegamos así al último punto: el pesebre nos habla de lo concreto. En efecto, un niño en un pesebre representa una escena que impacta, hasta el punto de ser cruda. Nos recuerda que Dios se ha hecho verdaderamente carne. De manera que, respecto a Él, no son suficientes las teorías, los pensamientos hermosos y los sentimientos piadosos. Jesús, que nace pobre, vivirá pobre y morirá pobre; no hizo muchos discursos sobre la pobreza, sino la vivió hasta las últimas consecuencias por nosotros. Desde el pesebre hasta la cruz, su amor por nosotros fue tangible, concreto: desde su nacimiento hasta su muerte, el hijo del carpintero abrazó la aspereza del leño, la rudeza de nuestra existencia. No nos amó con palabras, no nos amó en broma.

Y, por tanto, no se conforma con apariencias. Él, que se hizo carne, no quiere sólo buenos propósitos. Él, que nació en el pesebre, busca una fe concreta, hecha de adoración y de caridad, no de palabrería y exterioridad. Él, que se pone al desnudo en el pesebre y se pondrá al desnudo en la cruz, nos pide verdad, que vayamos a la verdad desnuda de las cosas, que depositemos a los pies del pesebre las excusas, las justificaciones y las hipocresías. Él, que fue envuelto con ternura en pañales por María, quiere que nos revistamos de amor. Dios no quiere apariencia, sino cosas concretas. No dejemos pasar esta Navidad sin hacer algo de bueno. Ya que es su fiesta, su cumpleaños, hagámosle a Él regalos que le agraden. En Navidad Dios es concreto, en su nombre hagamos renacer un poco de esperanza a quien la ha perdido.

Jesús, te miramos, acurrucado en el pesebre. Te vemos tan cercano, que estás junto a nosotros por siempre. Gracias, Señor. Te contemplamos pobre, enseñándonos que la verdadera riqueza no está en las cosas, sino en las personas, sobre todo en los pobres. Perdónanos, si no te hemos reconocido y servido en ellos. Te vemos concreto, porque concreto es tu amor por nosotros, ayúdanos a dar carne y vida a nuestra fe. Amén.


domingo, 18 de diciembre de 2022

EL PAPA FRANCISCO PIDE REZAR POR EL CESE DE LA VIOLENCIA EN EL PERÚ


 

El Papa Francisco pide rezar por el cese de la violencia en Perú

POR ALMUDENA MARTÍNEZ-BORDIÚ | ACI Prensa

 Crédito: Daniel Ibáñez/ACI Prensa



Tras el rezo del Ángelus de este último domingo de Adviento, el Papa Francisco pidió rezar para que cese la violencia en Perú.

Ante los miles de fieles que le escuchaban desde la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre mostró su preocupación por la situación que vive Perú y por ello pidió rezar por la paz en el país. 

“Rezamos también por la paz en Perú, para que cese la violencia en el país y se emprenda la vía del diálogo para superar la crisis política y social que aflige a la población”, dijo el Santo Padre. 

Además, pidió por la situación en el corredor de Lachin, en el Cáucaso meridional. “En particular, me preocupan las precarias condiciones humanitarias de las poblaciones, que corren el riesgo de deteriorarse aún más durante la estación invernal”, dijo el Papa. 

Por ello, pidió “a todos los implicados que se comprometan a encontrar soluciones pacíficas por el bien del pueblo”.

Por último, rogó “a la Virgen María, a quien la liturgia nos invita a contemplar en este cuarto domingo de Adviento, que toque el corazón de quienes pueden detener la guerra en Ucrania”. 

“No olvidemos el sufrimiento de ese pueblo, especialmente los niños, los ancianos, los enfermos. Recemos, recemos”, concluyó el Santo Padre. 


Las violentas protestas en Perú

Las violentas protestas de los grupos de izquierda radical en el Perú, que han dejado hasta el momento un saldo de 23 muertos, comenzaron tras la detención del expresidente Pedro Castillo, que el 7 de diciembre intentó dar un golpe o “autogolpe” de estado.

Pocas horas después del anuncio y cuando se dirigía a la embajada de México, la policía detuvo al expresidente Castillo, que ahora está cumpliendo prisión preventiva.

Los cargos que pesan sobre Castillo, además de las múltiples acusaciones de corrupción, son rebelión, conspiración, abuso de autoridad y grave perturbación de la tranquilidad pública.

Tras la detención de Castillo, él mismo en sus redes sociales y varios miembros de la izquierda radical han alentado las protestas, que han tenido diversos episodios de violencia como toma de aeropuertos y bloqueo de carreteras.

Los bloqueos de carreteras en distintos lugares del país han generado pérdidas millonarias para la alicaída economía peruana, en una época en la que el comercio aumenta por las fiestas de Navidad y Año Nuevo.

Los manifestantes azuzados por líderes comunistas exigen la liberación de Castillo, la renuncia de la presidenta Dina Boluarte, que es también del partido de izquierda Perú Libre y que juró el cargo tras la detención de Castillo; y el adelanto de elecciones generales.

EL PAPA FRANCISCO PROPONE IMITAR LA VALENTÍA SILENCIOSA DE SAN JOSÉ EN LA CRISIS



El Papa Francisco propone imitar la “valentía silenciosa” de San José en las crisis

POR ALMUDENA MARTÍNEZ-BORDIÚ | ACI Prensa




En el Ángelus de este domingo 18 de diciembre, último domingo de Adviento, el Papa Francisco propuso la imagen de San José como ejemplo de valentía y confianza en el Señor. 

Ante los fieles presentes en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Papa Francisco recordó la situación de San José al enterarse del embarazo de María y destacó que escogió “la vía de la misericordia”.

“Y he aquí que, en el centro de la crisis, precisamente mientras piensa y evalúa todo esto, Dios enciende en su corazón una luz nueva: en sueños, le anuncia que la maternidad de María no procede de una  traición, sino que es obra del Espíritu Santo, y el niño que nacerá es el Salvador”, subrayó el Papa. 

Ante esta situación, explicó el Papa, San José “deberá fiarse de Dios por encima de todo, acoger a María y a su hijo de modo completamente distinto de como se lo esperaba, distinto de lo que se había hecho siempre”.

“Y a Dios, que estropea sus planes y le pide que se fíe de Él, José responde sí. Su valentía es  heroica y se realiza en el silencio: José se fía, acoge, se hace disponible, no pide más garantías”, destacó el Papa.

En esta línea, el Papa Francisco animó a los fieles a preguntarse qué nos dice José hoy a nosotros y señaló que “nosotros tenemos nuestros sueños y quizá en Navidad pensamos más en ellos, los discutimos juntos”.

“Quizá añoramos algunos sueños rotos, y  vemos que las mejores esperanzas a menudo deben enfrentarse a situaciones inesperadas, desconcertantes”, dijo a continuación.  

“Cuando esto sucede, José nos indica el camino: no hay que ceder a los sentimientos negativos, como la rabia  y la cerrazón, ¡este es un camino equivocado!”, aseguró. 

El Papa dijo que, por el contrario, “debemos acoger las sorpresas de la vida,  incluidas las crisis, teniendo en cuenta que cuando se está en crisis no hay que decidir apresuradamente, según  el instinto, sino que, como José, es preciso ‘considerar todas las cosas’ y apoyarse en el criterio  principal: la misericordia de Dios”.

“Cuando se habita la crisis sin ceder a la cerrazón, -continuó el Santo Padre-, a la rabia y al miedo, teniendo la puerta abierta a  Dios, Él puede intervenir”. 

“Él es experto en transformar las crisis en sueños: sí, Dios abre las crisis a  perspectivas nuevas, quizá no como nosotros nos esperamos, sino como Él sabe. Son los horizontes de Dios:  sorprendentes, pero infinitamente más amplios y hermosos que los nuestros”, concluyó el Papa.

viernes, 9 de diciembre de 2022

PAPA FRANCISCO: QUE LA INMACULADA NOS AYUDE A PROTEGER NUESTRA BELLEZA DEL MAL

 



Papa Francisco: Que la Inmaculada nos ayude a proteger nuestra belleza del mal

POR ALMUDENA MARTÍNEZ-BORDIÚ | ACI Prensa

 Crédito: Vatican Media



Con motivo de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, el Papa Francisco dirigió el Ángelus desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano, donde dijo que "María, la única criatura humana sin pecado de la historia, está con nosotros en la lucha contra el mal".

El Santo Padre suele dirigir esta oración mariana cada domingo y en algunas fiestas señaladas de la Virgen María, como es la de este 8 de diciembre.

Ante los fieles presentes en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco comentó el Evangelio del día, que cuenta el momento en el que el ángel Gabriel se presenta ante la Virgen María. 

“No la llama por su nombre, María, sino por un nombre nuevo que ella no conocía: llena de gracia. Llena  de gracia, y por tanto vacía de pecado, es el nombre que Dios le da y que hoy nosotros celebramos”, explicó el Santo Padre. 

El Papa destacó el “asombro de María” y habló acerca de la “gracia original”, aquello que “también nosotros, pecadores, hemos recibido”.

El Papa explicó que se habla mucho del pecado original y menos de la gracia original,  “un don inicial que ha llenado nuestra vida, un bien mayor que todo, una gracia  original, de la que, sin embargo, a menudo no somos conscientes”.

A continuación, subrayó la importancia del Bautismo, y animó a los fieles a recordar la fecha en la que fueron bautizados, “porque ese día es el día de la gracia grande, de un nuevo inicio de vida, de una gracia original”.

“¿De qué se trata? Se trata de aquello que recibimos el día de nuestro Bautismo, por eso es bueno que  lo recordemos, ¡y también que lo celebremos! Porque en el Bautismo también descendió sobre nosotros el  Espíritu Santo”, dijo el Papa.  

Además, dijo que “la Virgen nos recuerda que, por debajo  del mal con el que nos hemos manchado a lo largo de los años, hay en nosotros un bien mayor”. 

“Cuando las cosas no vayan bien y nos desanimemos, -dijo el Papa-, cuando nos abatamos y corramos el  riesgo de sentirnos inútiles o equivocados, pensemos en esto, en la gracia original”.

El Papa Francisco también advirtió que “conservar nuestra belleza acarrea un costo, una lucha”.

“Cuesta elegir el bien, custodiar el bien que llevamos dentro. Pensemos en cuántas veces lo hemos malgastado cediendo a la atracción del mal, o incluso perdiendo el tiempo en cosas inútiles y perjudiciales”, señaló. 

Frente a esto, el Papa dijo que “María, la única criatura humana sin pecado de la historia, está con nosotros en la lucha, es nuestra hermana y sobre todo nuestra Madre”.

“Y nosotros, a quienes  nos cuesta elegir el bien, podemos confiarnos a ella. Confiándonos, consagrándonos a la Virgen, le decimos: ‘Tómame de la mano, guíame tú: contigo tendré más fuerza en la lucha contra el mal, contigo redescubriré mi  belleza original’. 

Por último animó a confiar a María “nuestra familia, nuestro trabajo y corazón” y pidió “que la Inmaculada nos ayude a proteger nuestra belleza del mal”.

Durante los saludos a los fieles, explicó que esta tarde hará una oración ante la Virgen de la Basílica de Santa María la Mayor y luego se dirigirá a la Virgen Inmaculada de la Plaza de España en Roma. 

“Os pido que os unáis espiritualmente a mí en este gesto, que expresa la devoción filial a nuestra Madre, a cuya intercesión confiamos el deseo universal de paz, en particular para la atormentada Ucrania, que tanto sufre”, pidió el Papa. 

“Con la ayuda de Dios la paz es posible; el desarme es posible. Pero Dios quiere nuestra buena voluntad. Que la Virgen nos ayude a convertirnos a los designios de Dios”, concluyó.


A continuación, el Evangelio comentado por el Papa Francisco:

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1.26-38)

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.

El ángel, entrando en su presencia, dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo".

Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.

El ángel le dijo: "No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin".

Y María dijo al ángel: "¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?".

El ángel le contestó: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible".

María contestó: "Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra".

Y la dejó el ángel. 

domingo, 27 de noviembre de 2022

EL PAPA FRANCISCO SUGUIERE IMITAR A LA VIRGEN MARÍA DURANTE ESTE ADVIENTO 2022



 El Papa Francisco sugiere imitar a la Virgen María durante este Adviento 2022

POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI Prensa

Crédito: Vatican Media



Al dirigir el rezo del Ángelus este 27 de noviembre, primer Domingo de Adviento, el Papa Francisco alentó a pedir ayuda a la Virgen María “para estar atentos y esperar al Señor que está y que pasa” por nuestra vida.

“Buen domingo y buen camino de Adviento”, dijo el Santo Padre a los miles de fieles reunidos en la plaza de San Pedro del Vaticano para la tradicional oración del Ángelus dominical.


El Papa propuso como modelo a imitar durante este Tiempo de Adviento 2022 a la Virgen María porque es la “Mujer de la espera, que supo captar el paso de Dios en la vida humilde y oculta de Nazaret y lo acogió́ en su vientre”.



En esta línea, el Papa invocó a la Virgen Santa para que “nos ayude en este camino de estar atentos para esperar al Señor que está y que pasa”.


Además, al reflexionar en el Evangelio de San Mateo (Mt 24, 37-44) del nuevo Año Litúrgico, el Papa destacó la “hermosa promesa” que nos introduce en el Tiempo de Adviento: “Vendrá tu Señor”.


“Este es el fundamento de nuestra esperanza, es lo que nos sostiene incluso en los momentos más difíciles y dolorosos de nuestra vida: Dios viene. No lo olvidemos nunca. El Señor viene siempre, nos visita, se hace cercano, y volverá al final de los tiempos para recibirnos en su abrazo”, afirmó el Papa.


Por ello, el Santo Padre invitó a poner atención para reconocer a Dios y recibirlo en nuestra vida y no permanecer “distraídos” en nuestras preocupaciones cotidianas, sino estar “vigilantes” para ser capaces de “discernir la presencia de Dios en la vida cotidiana”.


“Hermanos y hermanas, en este tiempo de Adviento, ¡sacudamos el letargo y despertemos del sueño! Preguntémonos: ¿soy consciente de lo que vivo, estoy alerta, estoy despierto? ¿Trato de reconocer la presencia de Dios en las situaciones cotidianas, o estoy distraído y un poco abrumado por las cosas?”, cuestionó el Papa.



A continuación, el Evangelio comentado por el Papa Francisco:


San Mateo 24, 37 - 44


37«Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre.38Porque como en los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca,39y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos, así será también la venida del Hijo del hombre.40Entonces, estarán dos en el campo: uno es tomado, el otro dejado;41dos mujeres moliendo en el molino: una es tomada, la otra dejada.42«Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.43Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa.44Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre.

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