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viernes, 13 de julio de 2018

POR QUÉ BESAR LAS MANOS DE UN SACERDOTE?


Humildad y bienvenida

(Fotografías: Ordenación Sacerdotal Oblatos de San José - Provincia del Perú)


¿Por qué besar las manos de un sacerdote?
Un sencillo gesto con mucha tradición


Por: . | Fuente: Regnum Christi / Catholic.net 




Este humilde gesto tuvo su origen en los tiempos de Nuestro Señor Jesucristo, a quien iban los niños corriendo al instante que lo veían, y sus padres los llevaban a que le besaran las manos y les pusiera su Majestad sus sacratísimas manos sobre sus cabezas, pidiéndole su bendición.  Después quedó por costumbre el besar las manos a los apóstoles, y ha seguido hasta hoy con sus sucesores que son los sacerdotes. Per manus autem apostolorum fiebant prodigia, et signa magna in populo (Por las manos de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo) [1].


Manos consagradas

Es costumbre que al final de una ordenación sacerdotal, los fieles se acerquen con los nuevos presbíteros y les besen las manos, porque acaban de ser consagradas.

Durante la consagración del aceite el Jueves Santo, se le vierte perfume.  Con este perfume el Crisma tiene un nuevo olor, el buen olor de Cristo del que habla San Pablo.  Así a lo que se le pone el Crisma (personas o altares) se identificará con Cristo, será de Él y para Él.

Se sabe que las manos de un sacerdote han sido consagradas por el Crisma y que además ellas ministran el Poder y la Gracia de Dios en la Eucaristía, perdón de los pecados y la impartición de los Sacramentos, por eso se besa la mano del hombre, porque esas manos están llenas del poder de Dios.


Sabia lección

El P. José Rodrigo López Cepeda MSpS, cuenta que recién llegado a México se le encomendó la atención como vicario cooperador de una zona rural y visitaba 24 comunidades dedicadas a las labores del campo. El primer año fue invitado por don Nicanor, un ranchero jalisciense, curtido por los años, de intensos ojos azules y piel blanca. Rebasaba ya los 60 años, pero su constitución física, acostumbrada al trabajo, era la de un hombre joven y fuerte. Se le respetaba en el rancho por su prudencia y su sabiduría empírica.

El P. José Rodrigo no ha podido olvidar la primera vez que se le acercó y le extendió su mano. "Yo lo saludé como a otro más, dándole la mía, pero hizo un gesto que traté de evitar". Y es que don Nicanor hizo el intento de besarLe la mano. Con fuerza quiso impedirlo. Quizá por venir de España, en donde toda forma de clericalismo se ha ido cambiando por la indiferencia e incluso el rechazo al sacerdote.

Pero sin pensarlo Don Nicanor le sujetó fuertemente la mano, la llevo a sus labios y con el sombrero descubierto la besó. Luego me miró a los ojos y le dijo con cierta autoridad en su voz: "No lo beso a usted. Beso al Señor en sus manos consagradas".


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Nota:

[1]  El por qué de todas las ceremonias de la Iglesia, libro escrito por Don Antonio Lobera y Abio, 1846  

lunes, 5 de marzo de 2018

QUIÉN ES UN SACERDOTE?


¿Quién es un sacerdote?
7 caracteristicas de un hombre de Dios según San Alberto Hurtado


Por: H. Edgar Henríquez Carrasco | Fuente: Catholic-link.com 




San Alberto Hurtado, un sacerdote chileno, fue un hombre de convicciones, firme en la fe y en su vocación. Su historia de vida no está exenta de luchas y sacrificios por alcanzar la santidad en una sociedad corrompida por el dinero y el éxito profesional. Era un hombre de oración. Siempre se acercaba a Jesús sacramentado para contarle sus penas y alegrías. Así fue como, poco a poco, se fue dejando permear por el amor de Cristo hasta el punto de entregarle su vida en el rostro de los más pobres. Antes de morir, en su última predicación, nos dejó un hermoso texto en el cual encontramos algunas características del sacerdote escritas por él mismo. Aquí les dejo de manera breve las palabras de este gran santo, dirigidas sobre todo para quienes buscan hacer la voluntad de Dios a través de la vocación a la vida consagrada.

El sacerdote…

1. "¡No es un ángel!"
Eso está más que claro. A veces vivimos en la cultura de la exigencia. Queremos que todo sea perfecto en las personas. Pero, ¡todos tenemos flaquezas! Exigimos del sacerdote alegría 100%, disponibilidad 24/7, entrega total, etc.  El sacerdote es una persona como nosotros, que siente pena y alegría, que se cansa, que lucha por combatir sus imperfecciones. No es un ángel. También trabaja en mejorar sus defectos, en cambiar las cosas negativas que hay en él, en crecer humana y espiritualmente. Es bueno esperar mucho de un sacerdote, pero debemos saber que también es un hombre. Respetarlo como es, aceptarlo con sus dones e imperfecciones. Ayudarlo, colaborar con él. Dice San Alberto Hurtado que "… es un mediador entre Dios y el pueblo en lo que concierne a las realidades divinas". Fácil sería que fuese un santo, listo para irse al cielo, pero no es así, tiene imperfecciones como tú y yo. Lo bueno es que trabaja arduamente por mejorar y superarse, sabe que este es el camino hacia la perfección.

"(… ) otras tantas veces me ha dicho: “Te basta mi gracia, ya que la fuerza se pone de manifiesto en la debilidad”. “Y me complazco en soportar por Cristo debilidades, injurias, necesidades, persecuciones y angustias, porque cuando me siento débil, entonces es cuando soy fuerte”" (2 Corintios 12, 9-10).

2. "Experimenta hambre, frío, peso de la edad…"
Es una dura realidad, aunque muchos no lo crean. El prejuicio general es que al sacerdote no le falta nada, vive como rey, pero los que tenemos contacto con muchos sacerdotes sabemos que la realidad dice algo diferente. Son muchos los sacerdotes que pasan hambre y frío en el mundo. A muchos les falta el pan, el agua, o las condiciones básicas de higiene. Piensen en los lugares inhóspitos donde la Iglesia llega: África, India, Camboya, zonas apartadas de Brasil, Bolivia, Egipto, Siria, Indonesia, etc. Siempre pensamos en países occidentalizados, pero. ¿dónde están aquellos que viven en zonas apartadas y en constante conflicto? Ellos dan su vida a causa del Evangelio y muy pocos lo valoran. Al llegar la vejez siguen en su ministerio, fieles a la llamada de Dios. Sacerdotes viejitos caminan aún por las calles dejando el buen olor de Cristo. A veces viven solos, sin nadie más que la casa parroquial. Y, ¿se quejan? ¡Jamás! Valoremos como católicos al sacerdote recordando a nuestros hermanos que viven en malas condiciones de vida y siguen luchando por construir el Reino de Dios en la tierra.

"Hijo, si te acercas a servir al Señor, prepárate para la prueba; orienta bien tu corazón, mantente firme, y en tiempo de adversidad no te inquietes. únete a Él y no te aleje… acepta lo que te venga, y sé paciente en dolores y humillaciones… Confía en Él pues vendrá en tu ayuda…" (Eclesiástico 2, 1-4.6).

 3. "Carga pasiones, y la del pecado"
Ya hablamos que el sacerdote también es humano y tiene imperfecciones, y por supuesto carga con ellas. Pero no es una carga agobiante porque tiene presente las palabras de Jesús: "mi yugo es suave y mi carga ligera". Todos cargamos nuestra propia cruz. Una cruz de infidelidades y pecados. A veces podemos encontrar a sacerdotes que son propensos a la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula o la pereza. Son conscientes de su debilidad y trabajan en ello. Pero no pensemos que es algo agobiante, Dios cuando llama da la gracia para vivir conforme a la vocación que hemos recibido de él mismo. El sacerdote es feliz en su vocación, pero esto no quita que también peque. Es el primero que confía en la efectividad del sacramento que Cristo mismo imparte a través de él: la confesión. Sí, se confiesa también. Acude como un buen católico a otro sacerdote para confesarse y pedir la gracia de Dios, la reconciliación con el Padre. Así pues, el sacerdote predica y practica.

"Ahora, en cambio, liberados del pecado y convertidos en siervos de Dios, tienen como fruto la plena consagración a él y como resultado final la vida eterna. En efecto, el pago del pecado es la muerte, mientras que Dios nos ofrece como don la vida eterna por medio de Cristo Jesús, nuestro Señor" (Romanos 6, 22-23).


4. "Su santidad, si se puede hablar de ella, es en marcha: un esfuerzo, un combate"
Todos buscamos la santidad de vida. El sacerdote también. Para ellos la santidad es el camino que abre las puertas a la comunión con los demás. Si uno ve a un sacerdote santo, le dan ganas de ser santo también. Es una cadena, un santo engendra a otro santo, porque el ejemplo arrastra. Aquella santidad sacerdotal está en marcha, como bien dice San Alberto, o sea que es una lucha constante. El combate espiritual es para todos parejo, no en igual medida ciertamente, pero para todos es una lucha. Día a día. Es un combate que requiere esfuerzo personal. Darlo todo en la cancha, como se dice. Abrir el corazón y decirle al Señor: "Éste soy yo, Señor. Tú me conoces bien, sabes qué hay aquí dentro, te pido me ayudes a dejarme iluminar por tí, a enfocarme más en el amor que tú me tienes desde la eternidad". Si el sacerdote lucha y anima al Pueblo de Dios a luchar contra sus pasiones, contra el mal, es porque tiene claro las palabras del Salmo 50, 19: "Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito, un corazón contrito y humillado, Tú Señor, no lo desprecias".

"Nuestra lucha no es contra adversarios de carne y hueso… sino contra los que dominan este mundo de tinieblas… Por eso deben empuñar las armas que Dios les ofrece, para que puedan resistir en los momentos adversos y superar todas las dificultades sin ceder terreno" (Efesios 6, 12-13).


5. "Viene de Dios, pero sacado de entre nosotros"
Antes de ser sacerdote era un hombre común y corriente que vivía entre nosotros, estudiaba con nosotros, trabajaba con nosotros. Jugábamos con ellos, les conocimos de niños. Pero un buen día Dios los llamó a dejarlo todo, a cargar su cruz y a seguirlo a dónde Él fuera. El sacerdote tiene una historia de vida, tiene familia, sueños, sentimientos, etc. Es como nosotros, también sufre y se alegra. Dios le ha sacado de entre nosotros para invitarle a entregarse a Él y a los demás con un amor universal. Quizá ya no en su propia ciudad, en otros casos bastante lejos de su país, pero el sacerdote no olvida su origen, no debe olvidarlo. También extraña a su familia, sufre cuando ellos sufren; pero en todo esto sabe que allí está el Señor que le ha llamado y ha prometido darle el ciento por uno, cuidando de su familia, otorgándole día a día la fuerza necesaria para perseverar en el camino sacerdotal.

"Todo sacerdote, en efecto, es tomado de entre los hombres y puesto al servicio de Dios en favor de los hombres… Está en grado de ser comprensivo con los ignorantes y los extraviados, ya que él también está lleno de flaquezas…" (Hebreos 5, 1-2).

6. "Cuando él ora, oramos con él"
Todos los domingos en la “Oración Universal”, "el pueblo, ejercitando su oficio sacerdotal, ruega por todos los hombres" (Ordenación Gral. del Misal Romano 45). El carácter intercesor está muy arraigado en el corazón de la Iglesia y sobre todo en el corazón sacerdotal. Podemos decir, con certeza, que cuando el sacerdote ora, todos oramos con él. Piensen cuántas misas a diario se celebran en el mundo, y en todas ellas está presente la Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo. ¡Y todos los bautizados formamos parte de este Cuerpo! Que no nos quepa la menor duda de que todos los sacerdotes del mundo a diario nos encomiendan en la Santa Misa, pidiendo por la conversión de los pecadores y la salvación del mundo entero.

"Te ruego ante todo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y todos los que tienen autoridad, para que podamos gozar de una vida tranquila y apacible, plenamente religiosa y digna. Esto es bueno y grato a los ojos de Dios… que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Timoteo 2, 14).

7. "No es un superhombre"
No es un superhéroe ni un superhombre, pero ¡vaya que ayuda! Nos trae todos los días a Jesús en la Eucaristía, ¡lo tiene en sus manos! Además, acerca a muchos al Evangelio y al camino recto, sale en busca de la oveja perdida y la trae de vuelta al rebaño, perdona los pecados en nombre de Dios, lleva luz donde hay oscuridad, ayuda a que la semilla de la fe crezca en nuestros corazones, nos guía, nos ama, nos corrige e instruye. El sacerdote no será un superhombre, pero es un auténtico hermano, un buen amigo, un gran padre y un fiel hijo de la Iglesia. Nunca olvidemos pedirle al Señor por nuestros hermanos sacerdotes de todo el mundo para que les ilumine el camino, les de perseverancia y un corazón sacerdotal auténtico, en fin, que les haga instrumentos de su amor y misericordia en medio del mundo de hoy.

"No me eligieron ustedes a mí; fui yo quien los elegí a ustedes. Y los he destinado para que vayan y den fruto abundante y duradero… como no pertenecen al mundo, porque yo los elegí y los saqué de él, por eso el mundo los odia. Recuerden que dije: “Ningún siervo es superior a su señor”"(Juan 15, 16.19-20).

Podemos concluir con las mismas palabras de San Alberto Hurtado:

"Los cristianos sabemos que hay un solo sacerdote (Cristo) en quien reside la plenitud del sacerdocio. Pero Él sabe que nosotros necesitamos signos palpables y ¿qué signos más palpables que las personas humanas?. Y por eso, Él que se dejó ver y tocar por los habitantes de Palestina, ha querido continuarse en todos los puntos del espacio y del tiempo por sacerdotes, hombres sujetos a un hombre; a quienes los cristianos miren como los ministros de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios".

La frases han sido sacadas de: La última homilía del Padre Hurtado en las bodas de plata sacerdotales de don Manuel Larraín. Publicado por Fundación Padre Hurtado. Santiago, Chile. 2004.

sábado, 30 de diciembre de 2017

DANOS SACERDOTES SANTOS!!


¡Danos, Señor, sacerdotes santos!
¡Cuántas personas están buscando a sacerdotes sencillos pero auténticos! Sacerdotes que reflejen de verdad el rostro de Cristo!


Por: P. Lucas Prados | Fuente: adelantelafe.com 




Hace años un sacerdote fue trasladado a la Parroquia del Espíritu Santo en Houston, Texas. Poco después de haber tomado cargo de la parroquia, una mañanita decidió tomar el autobús para dar una vuelta por la ciudad y así conocer a sus parroquianos. Se montó en un autobús para ir al centro de la ciudad. Al sentarse, descubrió que el chófer le había dado una moneda de 25 centavos de más en el cambio.

Mientras consideraba qué hacer, pensó para sí mismo:

— ¡Ah!, olvídalo, son sólo 25 centavos. ¿Quién se va a preocupar por tan poca cantidad? De todas formas la compañía de autobuses recibe mucho de las tarifas y no la echarán de menos. Acéptalo como un regalo de Dios.

Pero cuando llegó a su parada, se detuvo y, pensando de nuevo, decidió darle la moneda al conductor diciéndole:

—Tome, usted me devolvió 25 centavos de más”.

El conductor, con una sonrisa le respondió:

—Sé que es el nuevo sacerdote. Cuando le vi subir me dio un vuelco el corazón. Entonces me vino como una inspiración de que tenía que volver a mi fe. Hace muchos años que abandoné la Iglesia. El verle a usted me hizo desear volver a la Iglesia, pero quería comprobar antes si usted era una persona honrada y digna de confiarle mi alma, y no uno más de esos que hablan mucho pero que en el fondo son unos fariseos. Es por eso que le devolví 25 centavos de más para ver qué haría usted.

Se bajó el sacerdote sacudido por dentro y dijo:

—¡Señor!, por poco vendo a tu Hijo por 25 centavos.

+++ +++

En estos tiempos de confusión y tribulación, donde muchas almas se sienten como ovejas sin pastor, los cristianos que deseen ser fieles buscan con ansiedad pastores que les lleven por el buen camino.

El sacerdote ya no se pertenece a sí mismo, es “otro Cristo” y como tal ha de comportarse las veinticuatro horas del día. Ha sido entresacado de los hombres para las cosas que miran a Dios (Heb 5:11). Es por ello que su vida ha de ser un modelo de santidad, de tal modo que cualquiera que se acerque a él pueda descubrir a Cristo.

El sacerdote es administrador del “mundo sobrenatural”, de las “cosas de Dios”, y no de las cosas de los hombres (1 Cor 4:1). Como decía el mismo Jesús: “¿Quién me ha constituido a mí juez o repartidor de vuestras cosas?” La misión del sacerdote no consiste en arreglar los negocios de los hombres. El sacerdote es el hombre de Dios.

“Y lo que se busca en el ministro es que sea fiel” (1 Cor 4:2). Estas palabras tienen mucha trascendencia en la Iglesia de hoy. Vivir conforme a las enseñanzas de Cristo hoy día es realmente difícil, por eso es necesario que el buen pastor vaya delante dando ejemplo; es más, incluso dando su vida – a imitación de Cristo- Por eso las ovejas ven en el sacerdote al mismo Cristo.

Cuando el sacerdote habla de las cosas de los hombres es siempre desde una perspectiva sobrenatural, y no meramente humana o mundana.

La predicación del sacerdote ha de ser también escandalosa para este mundo; pues el sacerdote habla de la cruz de Cristo, escándalo para los judíos y locura para los gentiles. En cambio, hoy día, la cruz ha sido desterrada de la predicación. La Misa ha pasado de ser “el Santo Sacrificio de la Misa” a una comida de hermandad. La predicación actual es en muchas ocasiones puramente mundana. A los hombres se les habla de la paz, del diálogo. Se pone en el mismo nivel la verdad y el error.

Todo sacerdote ha de reflejar en su exterior lo que es en su interior. Su rostro, su paciencia, su vestido, su modo de hablar y comportarse…, son un espejo de su alma. ¡Cuántas personas están buscando a sacerdotes sencillos pero auténticos! Sacerdotes que reflejen de verdad el rostro de Cristo, que hablen del Evangelio, que nos enseñen el buen camino, que actúen como verdaderos pastores, que muestren con sus acciones, que viven y creen lo que predican. ¡Señor! ¡Danos sacerdotes santos!

sábado, 7 de octubre de 2017

UN BUEN SACERDOTE? ASÍ DEBE SER EN OPINIÓN DEL PAPA FRANCISCO


¿Un buen sacerdote? Así debe ser en opinión del Papa Francisco
Fotos: ACI Prensa




VATICANO, 07 Oct. 17 / 06:09 am (ACI).- En un encuentro con participantes del Congreso Internacional sobre la Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis (documento reciente sobre la formación sacerdotal) promovido por la Congregación del Clero, el Papa habló de cómo tiene que ser un buen sacerdote

El Pontífice aseguró que la formación sacerdotal es “determinante” para la misión de la Iglesia y señaló que “la renovación de la fe y el futuro de las vocaciones es posible solo si tenemos sacerdotes bien formados”.

“La formación sacerdotal depende en primer lugar de la acción de Dios en nuestra vida y no de nuestras actividades. Es una obra que requiere la valentía de dejarnos plasmar por el Señor, para que transforme nuestro corazón y nuestra vida”, afirmó.

Por tanto, la formación “no se resuelve con cualquiera actualización cultural o cualquier iniciativa esporádica local” sino que “es Dios el artesano paciente y misericordioso de nuestra formación sacerdotal” y “este trabajo dura para toda la vida”.

“Cuando nos despegamos de nuestras comodidades, de las rigideces de nuestros esquemas y de la presunción de haber llegado ya, y tenemos la valentía de ponernos en la presencia del Señor, Él puede retomar su trabajo en nosotros, nos plasma y nos transforma”.

Francisco denunció que si uno no se deja “formar por el Señor” se convierte en “un sacerdote apagado, que se deja arrastrar en el ministerio por inercia, sin entusiasmo por el Evangelio ni pasión por el pueblo de Dios”.

Y al contrario, aquél que “conserva en el tiempo el entusiasmo del corazón, acoge con alegría la frescura del Evangelio, habla con palabras capaces de tocar la vida de la gente; y sus manos, ungidas por el obispo en el día de la ordenación, son capaces de ungir a su vez sus heridas, las esperas y las esperanzas del pueblo de Dios”.

En la etapa de formación, recomendó abandonar “el rumor de las ambiciones humanas” y preferir “el silencio de la oración”. “Más que la confianza en las propias obras, sabrá abandonarse en las manos del Señor y en su providente creatividad; más que de esquemas preconstituidos, se dejará guiar por una inquietud del corazón”.

“Más que la soledad, buscará la amistad con los hermanos en el sacerdocio y con la propia gente, sabiendo que su vocación nace de un encuentro de amor. El de Jesús y el del pueblo de Dios”.

A los obispos y formadores dijo que si no colaboran con la obra de Dios “no podremos tener sacerdotes bien formados” y recordó el valor de un buen “discernimiento como instrumento privilegiado”.

“La Iglesia necesita sacerdotes capaces de anunciar el Evangelio con entusiasmo y sabiduría, de encender la esperanza allá donde las cenizas han cubierto los brazos de la vida, y de generar la fe en los desiertos de la historia”.

También pidió no olvidarse del pueblo, de la gente y ser cercanos a él. "¿Qué sacerdote deseo ser?”, invitó a preguntarse. “Un sacerdote de salón, uno tranquilo y con todo en orden, o ¿un discípulo misionero al cual le arde el corazón por el Maestro y por el pueblo de Dios?”, "Uno tibio que prefiere el vivir tranquilo, ¿o un profeta que despierta en el corazón del hombre el deseo de Dios?”. 

domingo, 9 de julio de 2017

EL SACERDOTE, DEBE USAR SOTANA?


El sacerdote ¿Debe usar sotana?
Sacerdote da cuatro razones prácticas y una espiritual para utilizar la sotana en el día a día


Por: J. Lozano | Fuente: Religion en Libertad 




Hasta hace no mucho era prácticamente imposible encontrar a un sacerdote joven vistiendo con sotana. Y aunque aún es bastante infrecuente, son cada vez más los que se deciden por esta prenda. También es cierto que la mayoría de los nuevos sacerdotes visten con clerygman y que tras una generación en la que gran parte de los religiosos decidieron vestir de calle sin identificarse como tales, la situación se está revirtiendo haciendo mucho más presente a la Iglesia.

Volviendo a la cuestión de la sotana, incluso es considerada como elemento para la evangelización. Así lo atestiguaba un sacerdote que decidió hacer el Camino de Santiago así vestido. Se convirtió en un imán y cientos de personas se le acercaron durante la peregrinación. Aprendió de esa experiencia y ahora evangeliza por las calles de Estados Unidos haciendo presente a la Iglesia en la calle vestido con sotana y su éxito es indudable.

¿Por qué ahora se está volviendo a usar sotana y no sólo el clerygman? Esta pregunta que se hacen mucho y que realizan precisamente a los jóvenes sacerdotes que deciden vestir con el traje tradicional.

"Te define y es un buen recordatorio"
Monseñor Charles Pope, sacerdote de la Archidiócesis de Washington y habitual columnista en diversos medios de comunicación norteamericanos, responde a esta pregunta desde su propia experiencia en un artículo en National Catholic Register.

“Me encanta la sotana. Es práctica, cómoda, te define y es un buen recordatorio para sacerdotes y laicos”, asegura este sacerdote.

Pope recuerda su interés por esta prenda cuando estaba recién ordenado. “Un sacerdote anciano en quien confiaba se dio cuenta de que consideraba la sotana como práctica y sacerdotal. Él se divirtió con la ‘redención’ de lo que su generación creía que era una túnica poco elegante”. Y le explicó por qué una generación entera había roto con la tradición mandando la sotana al fondo del armario.

“A pesar de que no me reprendió por mi interés por ella, e incluso me animó, también me explicó por qué sus compañeros habían hecho eso. Dijo que en los días en los que estaba en el seminario prácticamente estaban pegados a sus sotanas. Lejos de ser elegante, una sotana pronto apestaba a sudor, le faltaban botones y estaba salpicada por manchas de comida. Los seminaristas fueron enseñados para usarla incluso cuando jugaban al baloncesto. Se duchaban y volvían a ponérsela todavía húmeda cambiándose sólo la ropa interior”.

Con esa explicación al menos, Charles Pope, dejó de estar “enfadado” con la generación anterior, pero él sigue siendo un defensor de la sotana tanto en el ámbito práctico como simbólico.

"Distintivo y eminentemente sacerdotal"
“Para mí la sotana es a la vez distintivo y eminentemente sacerdotal. Nadie más viste nada igual, salvo los estudiantes en su graduación o un juez de vez en cuando”, afirma este sacerdote, que considera que “un atuendo de sacerdote destaca en lugar de mezclarse. Él es diferente, sí, ‘raro’, y representa algo no sólo antiguo sino tan nuevo como para ser eterno”.

De este modo, Pope reconoce que lo que él llama ‘traje de negocios’ más común usado por los sacerdotes de hoy puede lograr esa identidad de “testigo” pero “es similar a la del traje utilizado por cualquier hombre que trabaja en una oficina, sólo que vestido entero de negro y con un cuello inusual”. “El color y el alzacuellos dicen ‘cura’ pero para mí el traje me dice ‘oficina’”, afirma después de asegurar que “tiene demasiadas concesiones a la modernidad”. Y por ello llega a la conclusión de que en su opinión “el traje habla más del mundo de los negocios que de la fe y la vocación”.

En su defensa de la sotana, este monseñor también admite que “hay momentos en los que es más práctico usar el ‘traje de oficina’ y lo hago en esas ocasiones, pero a medida en que la ropa ayuda a hacer al hombre, me siento más sacerdotal cuando utilizo la sotana”.

“La gente a menudo me da las gracias por llevar la sotana, pero nunca nadie me las ha dado por llevar el traje. Esto me dice que la sotana significa algo especial para el pueblo de Dios”, defiende.

Y más allá del aspecto simbólico y religioso, Charles Pope habla de las razones prácticas por la cuales su uso es para él una “bendición”:

1. Más fresca
Cuenta que “sorprende a muchas personas cuando les digo que mi sotana es más fresca que el traje de oficina habitual. Asegura que la que utiliza es de “un material ligero, transpirable, y es deliciosamente fresca en comparación con el traje”.

2. Es holgada
“Nunca he sido fan de la ropa ajustada que está de moda hoy en día. La sotana, cuando se usa sin fajín, cuelga libremente en el cuerpo”, afirma este sacerdote.

3. Bolsillos grandes
Pope explica que “la mayoría de las sotanas tienen bolsillos profundos y anchos. Son casi como pequeñas alforjas y como la sotana es holgada los bolsillos llenos no son un problema”.

4. Poner y salir
El tiempo y la facilidad para vestirse es también un elemento a su favor, según este sacerdote estadounidense. “No se necesita mucho tiempo para ponerse la sotana”. Con la sotana simplemente hay que subir los brazos y la gravedad hace el resto.

Artículo originalmente publicado en Religión en Libertad

sábado, 8 de julio de 2017

QUÉ DIFERENCIA HAY ENTRE UN SACERDOTE DIOCESANO Y UN RELIGIOSO?



¿Qué diferencia hay entre un sacerdote diocesano y
 un religioso?
Son un modo de vivir diverso del único sacerdocio confiado por el Señor Jesús a su Iglesia


Por: P. Samuel Bonilla | Fuente: PadreSam.com 




En la última cena (Mt 26; Mc 14; Lc 22), el Señor Jesús instituyó el Sacramento de la Eucaristía y el Sacramento del Orden, este último con el objetivo de seguir celebrando el primero y así, perpetuar la presencia del mismo Señor en las especies eucarísticas. Sin embargo, hay sacerdotes “diocesanos” y sacerdotes “religiosos”. ¿Cuál es la diferencia?

El ministerio sacerdotal confiado a los apóstoles fue, posteriormente, comunicado por ellos a otros que los sucederían en la misión, a los cuales llamaron Epíscopos (obispos) (1 Tim 3,1ss; 2 Tim 1,6). Este ministerio, además de la potestad de celebrar los sacramentos, conlleva el oficio pastoral. Con el tiempo, los mismos apóstoles van asociando a su ministerio a otros a los que llaman presbíteros (Hch 14,23), sin olvidar la presencia casi inmediata de los diáconos (Hch 6,1-7). Así, cada comunidad cristiana, situada en un territorio determinado, estaba pastoreada por un obispo con un grupo de presbíteros y diáconos, situación que continúa hasta hoy. El oficio del presbítero (sacerdote) ha sido siempre el de colaborar con su obispo en el ministerio pastoral de la Iglesia.

Por otra parte, desde los primeros siglos de la Iglesia, se empezó a gestar un movimiento de personas que de manera individual se alejaban de la vida común para dedicarse únicamente al Señor, especialmente yéndose al desierto, conocidos como eremitas y anacoretas. Con el tiempo, se empiezan a reunir en grupos para compartir este estilo de vida. Esto es el germen de los que más a delante se llamará vida religiosa. Esta consiste en vivir la consagración al Señor, como sacerdote o como hermano, en una comunidad con un carisma específico, esto es, la intención con la cual fue fundada: atender a los jóvenes, a los niños sin hogar, a las prostitutas, a los enfermos, a los privados de libertad, a los inmigrantes, entre otros.

Esto nos lleva, entonces, a hablar del modo de vivir diverso del único sacerdocio confiado por el Señor Jesús a su Iglesia, esto es, sacerdote diocesano y sacerdote religioso. Es el mismo sacerdocio vivido de modo diverso, en cuanto a su comunidad específica.

El sacerdote diocesano tiene un modo de vida que brota de lo que los apóstoles fundaron en las primeras comunidades: un obispo y un grupo de sacerdotes con él pastoreando un territorio determinado llamado Diócesis (de ahí su nombre, diocesanos). El carisma particular está inspirado en Cristo Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas (Jn 10). Propiamente, atienden las parroquias y otras dependencias de la diócesis. Están bajo la autoridad exclusiva de su obispo, por medio de las promesas hechas el día de su ordenación: castidad, pobreza y obediencia.

El sacerdote religioso tiene las mismas facultades de un sacerdote diocesano, es decir, la capacidad de celebrar los sacramentos, pero lo que lo distingue es su modo de vivir. Ya no es entorno a un obispo en una diócesis determinada, sino en una comunidad especifica de religiosos, con un carisma propio, inspirado por el fundador de tal comunidad, bajo la autoridad de un hermano superior de la misma comunidad. Toda la comunidad bajo la autoridad y cuidado del obispo de la diócesis en la que reside. Cada uno profesa, antes de su ordenación sacerdotal, los votos de pobreza, castidad y obediencia. Así tenemos a los Redentoristas, Vicentinos, Carmelitas, Siervos de Jesús, Salesianos, Somascos, Jesuitas y muchos más.

En síntesis, es el mismo sacerdocio, sólo que el diocesano lo ejerce bajo la autoridad de un Obispo en un territorio específico llamado Diócesis, mientras que el religioso lo ejercer bajo la autoridad de un Superior, siguiendo el carisma de su fundador y viviendo en una comunidad.

Artículo originalmente publicado en PadreSam.com

lunes, 3 de julio de 2017

DEJÓ LA COMPUTACIÓN Y LA PSICOLOGÍA PARA ABRAZAR SU SUEÑO DE SER SACERDOTE


Dejó la computación y la psicología para abrazar su sueño de ser sacerdote
Por Bárbara Bustamante





BIRMINGHAM , 02 Jul. 17 / 04:01 pm (ACI).- Luego de graduarse de computación y psicología en la Universidad de Vanderbilt, Estados Unidos, Josh Altonji tenía muy claro cuál era el siguiente paso: ¡ser sacerdote!

El P. Altonji fue ordenado sacerdote el 24 de junio en la Catedral de San Pablo en Birmingham, en una Misa presidida por el Obispo de la Diócesis, Mons. Robert Joseph Baker.

Desde el 3 de julio se incorporará como pastor a la parroquia St. Francis Xavier de Birmingham.

Altonji creció en la ciudad Scottsboro, Alabama. Se graduó de licenciado en ciencias de la computación y psicología de la Universidad de Vanderbilt.

“La tecnología siempre ha sido un interés. Disfruté de Star Wars cuando era niño. Aprendí a programar computadoras en la secundaria porque estaba interesado en los videojuegos”, contó el P. Altonji.

Finalizado sus estudios, ingresó al seminario en el Pontifical College Josephinum en Columbus, Ohio.

“Sentí que Dios me estaba llamando para ser sacerdote. Fue un proceso de discernimiento gradual, lo estaba rezando en la secundaria”, dijo Altonji al portal Alabama Media Group.

Respecto a la psicología, el sacerdote señaló que cuando se estudia “en una universidad secular, le faltan algunas piezas. Hay una tendencia a tratarla como cualquier otra ciencia”.

“El significado de la palabra es el estudio del alma”, explicó el P. Altonji, su raíz es “psykhé” en griego, que se refiere al “alma, la mente y el espíritu de ánimo de los seres humanos”.

Según el sacerdote, el seminario ayudó a completar esa visión y “espero que pueda poner lo que sé acerca de la psicología al servicio del pueblo de Dios”.

En la universidad, Altonji abrió un blog y un sitio web llamado The Papist. Hoy como sacerdote, asume “ciertamente mi tiempo se va a destinar más en las personas”, pero reconoce en las “habilidades tecnológicas” una herramienta “útil” para una parroquia.

Altonji también habla español, una gran ventaja para su trabajo en la Iglesia St. Francis Xavier, que “tiene una comunidad hispana considerable, cerca de un tercio”.

Tras su ordenación, el P. Altonji reconoció sentirse un poco abrumado, ya que “lo único que pasa por mi mente es que soy tan indigno, con una falta de habilidades. Pero sentí una paz de que Dios me iba a hacer capáz de poder cumplir con esta tarea”.

Altonji pudo haber elegido ser sacerdote católico según la tradición melquita que seguían sus abuelos paternos, es decir, con la opción de casarse. Sin embargo, prefirió el rito latino y vivir el celibato.

“El amor requiere compromiso”, afirmó el sacerdote, “el camino de la elección de una vocación requiere de un sacrificio de otras opciones al amor al que Dios te está llamando”.

“Ser sacerdote es dar toda su vida a Cristo, y entregarse a la iglesia. Para mí no es un sacrificio demasiado grande. Para mí, el celibato es una hermosa tradición que espero que continúe, como un todo de dedicación total de tu vida a Dios”, reflexionó el nuevo sacerdote.

miércoles, 10 de mayo de 2017

19 FORMAS DE HACERLE SABER A TU SACERDOTE CUÁNTO LO QUIERES



19 formas de hacerle saber 
a tu sacerdote cuánto lo quieres

Foto: Congregación Religiosa Oblatos de San José - Perú





Los sacerdotes son de los miembros más trabajadores de la Iglesia, hagámosles saber lo agradecidos que estamos por lo que hacen por nosotros  


Nuestros párrocos son algunos de los miembros más trabajadores de la Iglesia. El sacerdote parroquial típico trabaja los fines de semana y vacaciones, vive en el mismo sitio que trabaja y solamente tiene un día de descanso a la semana, sin mencionar que hoy en día se les pide cuidar a más almas y asumir más responsabilidades y funciones que nunca antes.

Les hemos preguntado a algunos párrocos cómo podríamos hacerles saber que estamos agradecidos por todo el trabajo que ellos hacen por nosotros. Recibimos estas respuestas de ellos, sin ningún orden en particular:

1. Orar por tu sacerdote(s)

La cosa más importante que un fiel puede hacer por su sacerdote es rezar por él. Siempre estamos orando por alguien, y debemos ofrecer la Misa todos los domingos y días de precepto en beneficio de la comunidad. Es bueno saber que ellos también oran por nosotros todos los días.

Ofrece por el sacerdote un rosario, una hora santa, una pequeña ofrenda o un sufrimiento cotidiano.

Envíale tarjetas a los sacerdotes garantizándoles orar por sus intenciones

Ofrece tus oraciones por el sacerdote y su labor pastoral. Es una gran alegría para mí porque sé que mientras mi comunidad ore más por mí, más efectivo serán los frutos de mi ministerio sacerdotal”.

2. Prepararle una comida, especialmente en los días de mucho trabajo

Sería bueno que alguien se cerciore de que el sacerdote de la parroquia tenga una comida bien preparada los domingos y días festivos de la Iglesia cuando hay más actividad.

A menudo no tenemos quien cocine por nosotros y después de una larga jornada, sería agradable volver a casa y comer algo que no tuvimos que cocinar nosotros mismos.

Descubre su comida favorita y prepárasela.

3. Celebrar sus días especiales.

También es buena idea celebrar el cumpleaños del sacerdote o el día de su ordenación.

Es agradable que me recuerden en el día de mi ordenación sacerdotal.

4. Orar más, quejarse menos.

La gran mayoría de las interacciones que tenemos parecen girar en torno a una queja sobre el sacerdote, la parroquia, otra persona de la comunicad, la música, la temperatura en la iglesia, una bombilla quemada, una decisión, etc., y rara vez sobre las realidades espirituales sobrenaturales.

5. Ofrecerse a ayudarle.

No esperes a que te pregunten si puedes hacer algo, ¡ofrécete! Los sacerdotes tenemos la vocación de dar y servir, es difícil para nosotros pedir cosas

Ofrecer voluntariamente tu tiempo a la parroquia es un signo de apoyo y de servicio

Considera aumentar su diezmo para mostrar tu apoyo a la parroquia y a el sacerdote

6. Participar en Misa y/o Confesión.

Nada hará más feliz a un sacerdote

Elige un día para ir a la Misa que él esté celebrando, y anima a la gente a sentarse en las primeras filas. Cuando el padre pregunte después de la Misa por qué lo hiciste, coméntale que estabas ofreciendo tu participación en la Misa en acción de gracias por su sacerdocio

7. Escribirles una nota expresando tu agradecimiento.

Escribir una nota, sobre todo a un sacerdote con el que ha perdido el contacto, haciéndole saber cómo su sacerdocio ha impactado su vida, y que todavía estás participando activamente en la fe. Esto significa mucho

Mi actividad favorita es recibir cartas de las personas. Pero no una tarjeta con un par de palabras. Esas son agradables también, pero me encanta recibir una carta o una tarjeta con un mensaje significativo en ella.

Es muy poderoso oír a alguien describir exactamente cómo lo que dije o hice fue fructífero para ellos. Es un recordatorio de que Jesús es mucho más grande que yo y que puede hacer grandes cosas con lo poco que tengo para ofrecer

Realmente aprecio cuando las personas me dicen personalmente o envían notas de agradecimiento con mensajes como: ‘Gracias por su sacerdocio’, ‘Gracias por ser nuestro pastor’, ‘Gracias por responder al llamado de Dios’

Diles que han hecho una diferencia en tu vida

8. Dále las gracias a tu sacerdote

Agradece al sacerdote por cada Misa. Incluso si no te agrada necesariamente el sacerdote, siempre la Misa gira en torno a la presencia de Jesús

Puede significar mucho algo tan simple como decir al sacerdote después de la confesión: Gracias por su ministerio, voy a orar por usted.

Prepara un video pidiendo a diferentes feligreses que le den gracias al párroco por algo que él hizo o dijo. Gracias Padre ____ por…

9. Darles un elogio

Busca oportunidades para halagar a los sacerdotes. Incluso a algunos que particularmente no te agradan

Siempre me animo cuando alguien me dice después de la misa: Padre, esta misa fue hermosa”.

10. Preocúpate por su bienestar de tu sacerdote

Anima al sacerdote a hacer una pausa en el trabajo. (Normalmente están tan ocupados que se olvidan que también deben descansar y cuidar de su salud, hasta que terminan enfermos).

11. Evitar el drama y los chismes en la parroquia. Guárdate estas cosas para ti mismo.

Evita y detén el chisme sobre sacerdotes y parroquias

No chismees o critiques, en cambio ofrécete a ayudar y a construir.

Me pregunto cuántas vocaciones se arruinaron cuando los jóvenes con inquietudes religiosas escucharon a los adultos criticar y destruir a los sacerdotes, generalmente por alguna pequeña disputa en la parroquia

12. Hacerle saber que le apoyas

Cuando seas testigo de una situación en donde alguien está siendo grosero o injusto con el sacerdote, hazle saber que lo notaste y exprésale compasión.

13. Establecer una relación antes de corregirle.

No le digas lo que no te gusta o molesta si es la primera vez que te has tomado la molestia de dirigirte a él

Dile hola antes de decirle lo que te parece incorrecto

14. Tener expectativas realistas y ser útil.

Probablemente él no es un plomero, así que no pretendas que él arregle problemas de tuberías. Pero sin duda puedes preguntarle si cree que hay una fuga. (Esto quiere decir, sé realista, el sacerdote NO tiene todas las respuestas a todas las posibles situaciones de tu vida, pero si tienes un problema, puedes acudir a él y pedirle su opinión)

Siempre asume que tiene buena voluntad. Ofrecer retroalimentación es útil, pero las críticas y quejas constantes sin humildad y amor sincero, agotan después de un rato

15. No acaparar al sacerdote

No creas que tienes al sacerdote sólo para ti, especialmente los domingos. No esperes ser el amigo favorito del sacerdote. Él es tu pastor y servidor, y necesita mantener las cosas a un nivel profesional.

No presumas delante de los demás miembros de la comunidad lo “cercanos que son ustedes”, ya que crea rivalidades y celos, y esto genera muchas tensiones en los sacerdotes.

16. Ser solidario

Siempre que hay algo que es estresante o un momento difícil en la parroquia, se aprecia mucho el apoyo. No he tenido mucho de eso en mis primeros 5 años (hasta ahora) pero recuerdo algunos momentos tremendamente difíciles donde las personas enviaron una nota agradable.

Recuerdo haber descubierto un montón de notas guardadas aquí en Santa María de hace 23 años cuando fue cerrada la escuela.

Los periódicos y algunas muy pocas personas muy ruidosas, atacaron y acusaron al sacerdote de ser “racista” y “descuidado”. Él guardó todas las docenas de notas de personas que le ofrecieron su comprensión por la decisión tan difícil que él tuvo que tomar

17. Darle su espacio.

A veces, también es bueno estar solo y en paz. Mantente alejado de una “bondad ansiosa” que asume que el sacerdote puede estar deprimido, estresado, triste, solitario, etc. cuando a veces él simplemente necesita algo de tiempo para relajarse a solas.

18. Invitarle a actividades.

Es agradable cuando la gente me toma en cuenta para invitarme las reuniones familiares: cumpleaños especiales o aniversarios, cenas en días festivos (a pesar de que por lo general no pueda ir porque estoy con mi propia familia) pero es bueno ser invitado.

19. Buscar la santidad

Lo más importante que Dios desea, es que seamos Santos. No hay nada más emocionante para un sacerdote que ser testigo de la santidad en la vida de las personas a quienes él atiende, no sólo es una experiencia de gracia de que su labor está dando frutos, sino que también es tremendamente edificante para su propia búsqueda de la santidad.

Espero que esta lista te haya inspirado para hacer algo por tu sacerdote. Recuerda que cada sacerdote tiene sus propias preferencias que lo hacen sentirse apreciado.

A algunos realmente les gustaría que les inviten a cenar, mientras que otros sacerdotes podrían preferir recuperar fuerzas cenando solos.

Todos los sacerdotes que contactamos aprecian mucho las cartas bien pensadas, llenas de sentido, donde las personas les manifestaron las formas específicas en que sentían que ellos les habían ayudado.

Esta puede ser una gran forma de empezar. Hagámosle saber a nuestros sacerdotes cuánto nos preocupamos por ellos.

Si quieres agregar alguna otra forma adicional y creativa de ayudar, puedes escribirla en los comentarios. Especialmente los sacerdotes que lean esto, ¡Déjennos saber lo que les gusta!


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Adaptación y traducción al español por Andrea Pérez de Quero para PildorasdeFe.net, del artículo publicado en: Focus.org, autor: Jonathan Teixeiran

viernes, 5 de mayo de 2017

PAPA FRANCISCO A FUTUROS SACERDOTES: EL SEMINARIO ES EL GIMNASIO DONDE ENTRENAN PARA DAR LA VIDA


El Papa a futuros sacerdotes: El seminario es el gimnasio donde entrenan para dar la vida
Por Miguel Pérez Pichel
 Crédito: Daniel Ibañez (ACI Prensa)




VATICANO, 05 May. 17 / 11:41 am (ACI).- En la audiencia que concedió a los miembros del Pontificio Colegio Pío Rumano, el Papa Francisco dijo a los futuros sacerdotes que el seminario “es el gimnasio” en el que se entrenan para dar la vida.

El Santo Padre recibió al Colegio por los 80 años de la fundación de esta institución que se encarga de la formación de los futuros sacerdotes de la Iglesia Greco-Católica Rumana.

El Pontífice resaltó luego que “robusteciendo vuestra memoria eclesial –señaló Francisco–, ayudarán a vencer una peligrosa tentación que podría presentarse: la de caer en la mediocridad, la de contentarse con una vida normal donde todo va adelante sin prisa, sin ardor”.

Por el contrario, “un Pastor, como discípulo configurado en Cristo que ha dado la vida hasta el fin, no puede permitirse el conformarse con una vida mediocre”. Así, “sea siempre vuestro Colegio un ‘gimnasio’ donde entrenarse para entregar la vida con disponibilidad”.

Por lo tanto, “custodiar la memoria, no es simplemente recordar el pasado, sino poner las bases para el futuro, para un futuro de esperanza. Si no custodiamos la memoria terminaremos en la mediocridad del clericalismo”, advirtió.

El Papa valoró también el renacimiento de la Comunidad Católica Oriental de Rumanía después de “haberse resentido durante los trágicos sucesos de la persecución atea”. Superado el período comunista, la Iglesia “asistió a un bello renacimiento y, en los últimos años, se ha abierto a nuevos fieles”.

Francisco recordó a los fieles de la Iglesia Greco-Católica Rumana que “esta historia, hecha de grandes testimonios de fe y de momentos de prueba, de inviernos duros y primaveras fértiles os pertenece. Es necesario custodiarla, no para permanecer anclados en el pasado, sino para vivir los eventos que en cada época se presentan para el sostenimiento de una memoria evangélica”.

“Hay mucha necesidad de alimentar la esperanza cristiana, aquella esperanza que entrega una nueva mirada capaz de descubrir y de ver el bien también cuando ha sido oscurecido por el mal”, afirmó también el Santo Padre.

Francisco deseó también a los presentes “que vuestra casa sea un cenáculo donde el Espíritu haga misioneros de esperanza, portadores contagiosos de la presencia del Resucitado, valientes en la creatividad y nunca desanimados ante los problemas y la carencia de medios”.

Solidaridad con cristianos de oriente

El Santo Padre también se solidarizó con los cristianos perseguidos de Oriente Medio y expresó su deseo de abrazarse a las familias y a todos los fieles cuyas vidas se han visto duramente golpeadas por la violencia.


Así lo hizo ante estudiantes coptos de Egipto, sirio católicos y caldeos de Irak y Siria, y melquitas y maronitas del Líbano y Palestina pertenecientes al Pontificio Colegio Sant’Efrem, inaugurado en 2003 para hospedar a seminaristas y sacerdotes de lengua árabe provenientes de las Iglesias Orientales Católicas.

Estos estudiantes se encontraban junto a miembros de la Comunidad del Pontificio Colegio Pío Rumano de Roma, en cuya sede se hospedan.

“Ante vosotros -dijo el Papa- pienso en la situación en la que se encuentran tantos fieles de vuestras tierras, tantas familias que son obligadas a abandonar sus casas o se ven afectados por la violencia y el sufrimiento”.

“Deseo abrazarme de forma especial a estos hermanos y hermanas, junto con vuestros Patriarcas y Obispos”, subrayó.

viernes, 17 de marzo de 2017

PADRE, ALGUNA VEZ TE ENAMORASTE?


Padre, ¿alguna vez te enamoraste?
Leandro Bonnin, 




Cada tanto, el tema del Celibato sacerdotal se pone “de moda”, ya sea en ambientes eclesiales o en otros más mundanos, a tal punto que incluso en los sitios webs de los diarios, en los programas televisivos de chimentos o en los matutinos radiales se habla de él.

Para abordar la cuestión, suelen llamar a muchos para opinar: a psicólogos, a sociólogos, a historiadores de las religiones, a ex-sacerdotes, sin que falte la opinión de las vedettes de turno o del presentador del programa… Pero casi nunca nos preguntan a nosotros, a los que hemos optado por el celibato, ni suele oírse la voz de un cura que esté encantado con su vida célibe.

Por este motivo, muchos cristianos, incluso con cierta formación, desarrollan ideas equivocadas sobre el celibato sacerdotal. Llegan a ver en el mismo únicamente una norma eclesiástica que se impone desde afuera, una prohibición, una censura a lo más normal para un hombre, para un varón. ¿Qué tiene de malo el amor? ¿Acaso no es el centro de mensaje cristiano? En la mente de muchos aparece asociada la palabra “celibato” a “negación del amor". “Prohibido amar".

Dado este contexto, no es extraño que sobre todo los niños y los jóvenes, cuando tienen oportunidad y con su habitual desparpajo, nos planteen su interés del siguiente modo: ¿qué pasa si te enamorás? O, incluso, ¿alguna vez te enamoraste?

Los documentos de la Iglesia han mostrado con belleza y profundidad la falacia de oponer celibato y amor. Yo, con el paso de los años, he ido encontrando mi propia respuesta, que se ha hecho más y más clara y que hoy creo poder expresar con más soltura y hasta con cierta elegancia.

Es la respuesta que comparto aquí, y que estoy seguro puede ser asumida por cientos de miles de curas y religiosas. Lo cuento más o menos así:


Desde niño siempre soñé con encontrar y tener:

a) Una hermosa y buena esposa a quien amar para toda la vida.

b) Muchos, muchos hijos a quienes querer y ayudar a ser felices.

En definitiva: soñaba con una familia, fundada en un amor definitivo, perpetuo.



Pero entonces, ¿por qué me “metí de cura", en esta institución en la que “no te dejan casarte"?

Me “metí de cura", y elegí ser célibe, por una única razón: por el llamado de Jesús.

Porque el día en que supe que tenía que ser sacerdote, en ese preciso momento, supe también que Jesús quería que le entreguara toda mi vida, todo lo que soy, todo mi futuro, todos mis sueños. Y esto, no por un tiempo, sino para siempre.

Yo no soy célibe, entonces, porque “la Iglesia no me deja casarme".

Ni mucho menos me metí de cura porque no me “gustaban las mujeres", o porque “me dejó una novia", o porque “nadie me daba ni la hora”

No. Me “metí de cura” por AMOR. Porque descubrí que un Amor infinito me precedía, y ese Amor conquistó mi pobre corazón humano. Me enamoré del amor, y elegí -decidí- amar con la totalidad.


Por eso entré en el Seminario -con certezas firmes, que se fueron iluminando cada vez más y solidificando mejor-, y por eso, día tras día, volví a elegir lo mismo que el primer día.

En el Seminario, lejos de presentarnos una realidad ficticia, de ocultarnos las posibles dificultades, o hablarnos mal del matrimonio y de la familia -todo lo contrario-, me dijeron bien clarito, una y otra vez: “el Celibato es un don maravilloso, pero también es exigente. Si estás seguro, adelante. Pero si no estás seguro, estás a tiempo“

Me enseñaron que para ser feliz siendo célibe (porque no se trata de aguantar, sino de ser plenos) debía cuidar mi amor por el Señor. Que si mi amor por Jesucristo se mantenía vivo -como en un matrimonio-, si permanecía enamorado de Él, podía ser enormemente feliz, incluso teniendo que renunciar a grandes bienes.

Me enseñaron -y acá viene lo más paradójico y maravilloso de la vida célibe, lo que yo al principio no había imaginado y hoy disfruto- que si vivía mi celibato como expresión de amor, si me abría a la acción de la Gracia y del llamado que se perpetúa en el tiempo, se iban a colmar de modo sobreabundante todos mis anhelos:

a) Iba a ser, verdaderamente esposo, como Jesús es esposo de la Iglesia.

b) Iba a ser, verdaderamente padre, de muchos, muchísimos hijos, a quienes querer y ayudar a ser felices.

Iba a tener una gran familia, fundada en un amor definitivo.


Y así lo vivo hoy.

Con la certeza de que no me “vendieron un buzón“, ni me “metieron el perro“, diciéndome vaguedades o con falsos misticismos.

Pero todo es cuestión de Amor. En los días de mi sacerdocio donde el amor por Jesús y mi intimidad con Él han permanecido fuertes, el gozo es inabarcable. Increíble e inexpresablemente intenso. Una alegría del Cielo, como sugiere la etimología de “celibato”

Y sólo en los días donde yo no supe ser perseverante en la búsqueda de su Rostro, donde me aislé de la Gracia, donde anduve sin poner mi norte y mi rumbo en Él, apareció la tristeza, como aparece en un hombre casado cuando va descuidando el amor por su cónyuge.

Por eso las personas célibes, en la medida en que podemos vivir de este modo, no somos “dignas de lástima". No somos “pobrecitos” de la vida, ni fracasados existenciales.

No somos más que una persona casada, pero tampoco menos, porque el más o el menos no se mide por el estado de vida ni por la vocación, sino por la Fidelidad.

Pero quizá alguno dirá: ¿no hace el celibato incompleta la vida de una persona? ¿Cómo se puede ser padre, ser pastor, se maestro, permaneciendo “fuera” de experiencias tan esenciales de la vida como son el matrimonio y la familia?

El tiempo y la vida pastoral me han demostrado que el celibato, lejos de alejarme de la realidad de las personas o de impedirme conocerla y comprenderla, me permite observarla y abordarla desde un ángulo y con un enfoque enormemente enriquecedor. Es cierto que esto lleva algunos años de escucha y estudio que exceden los del Seminario, pero finalmente puedo decir que en muchas ocasiones me puedo sentir un “experto en humanidad” y con una mirada sobre la realidad humana mucho más realista. La vivencia del celibato acarrea consigo en la mayoría de las ocasiones una apertura del corazón por parte de los fieles más sincera, más espontánea y más fecunda que si no lo fuera.

Por el gran don del celibato al que fui llamado, por tanta alegría escondida y misteriosa fluyendo de esta fuente, hoy quiero nuevamente dar gracias al Señor. Y quiero darle gracias a Dios por su Fidelidad, en la cual mi fidelidad y la fidelidad de todos los consagrados es posible.

Y dar gracias también a tantos consagrados y sacerdotes que me han mostrado, mucho antes de que yo fuera capaz de darme cuenta, que hay una felicidad infinita en ser totalmente del Señor.

Con María, como María, desde el Corazón Inmaculado de María.
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